Moralejas
En estos tiempos fuera de la computadora, he podido constatar -y vivir en carne propia- una experiencia aterradora, pero por demás cierta y concisa. No perderé el tiempo relatándoles cada detalle de los hechos (para eso están las salas de chat), pero bien puedo darles una metáfora de gran ayuda. Había una vez, en un verde pastizal, un conejito blanco. Tan blanco como la nieve que sale en las películas estadounidenses de navidad. Un buen día, este conoció a una conejita blanca. Tan blanca como la nieve que sale en las películas estadounidenses de navidad. Los conejitos se conocieron, se enamoraron, tuvieron tiempo de cuchi cuchi y, al final, se casaron. Vivieron enormemente felices, derramando gotas de amor fiel y puro en cada ocasión que podían. El romance era tierno, hermoso, y candente en sentido tórrido y existencial. Al tiempo, de la unión de estos dos excéntricos ejemplares, nació una linda y tierna familia, compuesta por conejitos blancos. Tan blancos como la nieve que sale en...