De los tiempos pasados.

Hoy me vino a la mente la imagen de un niño acostado al lado de su madre, ambos en una pequeña cama individual. Era una noche de otoño y veían en la televisión el programa favorito de ese morro: Tom y Jerry. La caricatura en la tele no era nítida, sino que se distorsionaba por la débil señal de la barata antena en el techo; a veces eran más rayas blancas y negras que dibujos animados. Su cuarto era sencillo: un cubo con paredes azules y un foco de bombilla que arrojaba una tenue luz amarilla que se reflejaba en la sudorosa frente del chamaco. Hacía calor y ellos no disponían de un ventilador que los refrescara; esos eran lujos para otra gente. Él veía con mucha atención a su gato preferido ser golpeado por su ratón preferido, sin darse cuenta que ella lo veía a él, con la mirada más amorosa que nadie pudiese haber presenciado jamás. Y sin embargo, la mente de ella se encontraba muy ocupada pensando qué comerían al día siguiente, porque ya no había co...