Capitulo Ii
Capitulo Ii
Capitulo Ii
1. Introducción.
Farina señala que la contratación mercantil trata de satisfacer las necesidades, los lujos y
hasta las vanidades humanas. De allí a encarar el estudio del fenómeno de la economía
de masa no hay más que un pequeño paso[3].
Toda esta cuestión entronca con la ya analizada del moderno concepto del derecho
comercial; su eventual presumida crisis, el derecho económico o derecho único (para
referirnos al fenómeno moderno de la integración del derecho civil y comercial). Al
respecto, sostenemos que el fenómeno de la unificación del derecho de las obligaciones
en lugar de oponer al derecho civil frente al derecho comercial, lejos de debilitar al
derecho comercial lo ha fortificado. La realidad ha demostrado que el derecho
comercial insufla sus dogmas en la actividad económica. Hoy prácticamente la actividad
humana no concibe al hombre aislado y mucho menos desinteresado de la sociedad
moderna. Todo lo contrario, el hombre hoy es el protagonista del fenómeno moderno,
llamado la sociedad de consumo.
Con lo expuesto hemos dado un gran salto que nos permite analizar el fenómeno
contractual moderno soslayando la evolución del derecho comercial tradicionalmente
concebido como el derecho del comerciante para pasar al derecho de la empresa. De
esta forma, hoy, podemos estudiar este derecho real y vigente que vivimos
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cotidianamente; es ese derecho más abarcativo, el derecho del consumidor y de la
empresa.
Así verificamos una realidad inatacable. Si bien por un lado la figura de la empresa o
del empresario se eleva por encima de la tradicional y primitiva noción del comerciante,
hoy, como contraparte, se percibe la figura de los consumidores; al decir de Farina,
personas individuales o jurídicas ubicadas en un extremo del circuito económico que
ponen fin a la vida económica de los bienes y servicios pues son los últimos
destinatarios de la actividad productiva o de intermediación de los bienes o servicios,
sean éstos personas físicas o jurídicas. De allí la correcta apreciación de la ley española,
cuando en su art. 2, de la ley de defensa de los consumidores y usuarios se los califica
“a los efectos de esta ley”, a los consumidores o usuarios como “las personas físicas o
jurídicas que adquieren, utilizan o disfrutan, como destinatarios finales”[4].
Friedrich A. Hayek[5] destaca que el contrato, como nos legara el derecho francés, fruto
de la colaboración de las partes, se ve alterado por el mundo moderno. En efecto, la
comprobación de la realidad nos muestra que los métodos para contratar han sufrido tal
transformación que hoy se contrata con “una máquina” (en rigor valiéndonos de una
máquina –caso de la utilización de cajeros automáticos o de la contratación por
internet-) o sin tener contacto con el co-contratante –caso del contrato de seguro que nos
llega en un formulario por intermedio de un agente o corredor (el productor)- y otras
veces directamente mediante contratos de hecho, como cuando uno contrata un
transporte con un taxi. Este fenómeno exterioriza lo que Mosset Iturraspe[6] diera en
denominar “la huída del contrato”, que se manifiesta a través de los acuerdos verbales,
declaraciones unilaterales, ofertas privadas de aceptación, formularios, etc. Dicho autor
explica dicha denominación alegando que en rigor se trata de escapar a la
responsabilidad contractual por incumplimiento pretendiendo negar la existencia de un
contrato.
No todo acuerdo es un contrato. Para que un acuerdo sea contrato es menester que sea:
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b. que el objeto u operación jurídica tenida en mira sea susceptible de una apreciación
en dinero, pecuniaria (art. 1169 C. Civil). Para Diez-Picazo “una relación jurídica es
patrimonial cuando versa sobre bienes o intereses que posean una naturaleza económica.
Los bienes y los intereses poseen naturaleza económica cuando pueden ser objeto de
valoración.
Un acuerdo puede ser un “acto jurídico bilateral” cuando las partes se proponen
producir efectos jurídicos y cuando tienen la intención de obligarse. Es la postura
tradicional de Savigny, Miccio en Italia y Lehmann en Alemania.
Ante esta posición se contrapone la denominada concepción objetiva del contrato que
priva en el derecho americano y el inglés que destaca el carácter instrumental del
contrato, como un elemento objetivo y funcional en la operación de los mercados. En el
contrato las partes buscan un “resultado práctico”, lícito, patrimonial y entre vivos.
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5. El marco general en el que se desenvuelven las formas modernas de contratación.
De lo expuesto surge claro que las peculiares características que rodean las formas
modernas de contratación han justificado que la jurisprudencia desarrollara con especial
énfasis la exigencia de la presencia de los criterios de la buena fe para juzgar las
conductas de las partes no sólo durante la etapa del desarrollo contractual sino también
antes de la formación del contrato, durante las gestiones preliminares y con
posterioridad.
Sin embargo dada también la desigualdad de las partes contratantes ya sea en defensa de
los consumidores (en el caso de los contratos entre empresas y consumidores) como de
la empresa más débil (cuando se trata de contrataciones entre empresas) el legislador
advirtió la necesidad de reforzar la defensa de la parte más débil proveyendo un marco
legislativo protector, en el caso de los consumidores a través de la Ley de Defensa del
Consumidor[8] y en el caso de las relaciones entre empresas, por medio de la Ley de
Defensa de la Competencia.
Nuestra tradición muestra al contrato como una categoría abierta, sobre la base del
consentimiento o acuerdo de voluntades. Así al contrato nunca se llega solo, ya que
puede formarse de variadas formas: oferta y aceptación, silencio de una de las partes,
manifestaciones tácitas, comportamientos concluyentes, negocios de actuación,
conductas sociales típicas, etc. Así se consideran contratos tanto los celebrados como
resultado de la discusión como los celebrados por la adhesión, los contratos
reglamentados o normados, los contratos-formularios y hasta los contratos forzosos.
Para Mosset Iturraspe, este fenómeno constituye la desvalorización del contrato por
resaltar en cambio el obrar de las empresas en el mercado bajo el rótulo de los usos y
costumbres con fuerza normativa. Según ese criterio, las empresas se sienten
continuadoras de los privilegios del Estado cuando era contratista público. Desde esta
perspectiva el público siempre tiene coartada su facultad de negociación. Ello lleva a
hablar de la decadencia de la autonomía privada o de la desvalorización del sujeto como
parte “negociadora” del mismo. Cabe señalar que esta posición implica una visión
negativa de la función social que implica el actuar de la empresa en el mercado. Así no
sólo debe advertirse el abuso de la empresa, sino también las contribuciones que ella
ofrece en tanto abre las posibilidades de crear nuevas fuentes de empleo y, además,
competir en el mercado dinamizando la puja –necesaria y conveniente- entre la oferta y
la demanda.
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En rigor de verdad lo que se ha producido es la metamorfosis (transformación) del
proceso de formación del contrato. A éste ya no se llega únicamente por vía de la
discusión de sus términos. La libertad no se basa en la negociación sino más bien en la
celebración. Se es libre de entrar o no al contrato.
Ahora bien, ello no significa desconocer la tendencia del derecho moderno a tipificar
modelos convencionales, esto es, nominar y regular los modelos de operaciones
económicas más difundidas por la vida de relación.
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ocurre asiduamente, con la determinación de si cierta obligación es de medios o de
resultado, que, en ocasiones, vuelve superflua la tipificación del contrato si es que se
trata de dilucidar cierto régimen de responsabilidad, el cual, por otra parte, no se ve
conmovido por la diferente tipificación, aunque cuadra apuntar finalmente que la
tipificación del vínculo contractual coopera en la tarea clasificadora de la obligación en
los términos mencionados.
Así, por ejemplo, las cláusulas abusivas no son uso aunque sean de práctica (Art. 967);
en los contratos predispuestos las cláusulas abusivas se tienen por no escritas (Art. 968).
Pero esta regla no necesariamente se aplica en los contratos de adhesión siguiendo el
principio de que las reglas especiales de interpretación de los contratos con cláusulas
predispuestas no rigen cuando el contrato es de adhesión (Art. 969).
Otra clasificación reconocida por el Cód. Unico es aquella que distingue los Contratos
Conexos que constituyen un complejo negocial o “sistema” contractual atando diversos
negocios jurídicos a partir de uno principal (Art. 1030 Cód. Unico) de los Contratos
Marco o Normativos (Art. 1031 C. Unico) que son los que establecen reglas uniformes
para aplicar a futuras contrataciones individuales.
Por otra parte, están los contratos que celebran las empresas con los consumidores y
usuarios que contratan para satisfacer sus necesidades. Como regla general, son los
contratos que encuadran en el caso descripto por el Art. 7 del Cód. Com.
Desde otra perspectiva están los contratos de comercio internacional. Estos contratos,
por lo general, son entre empresas que, a su vez, se domicilian en estados distintos. Aquí
se plantean cuestiones diversas pero fundamentalmente la cuestión del conflicto de
leyes e incluso la aplicación de las costumbres internacionales. Es el fenómeno que se
da en los llamados contratos de compraventa a distancia y sus modalidades de
financiación o instrumentación (el crédito documentado).
Si se analizan las formas contractuales bajo tal categorización, advertimos que existe un
conflicto entre el derecho internacional de los contratos que pregona un máximo de
libertad para establecer el contenido contractual y el derecho nacional de los contratos
que consagra normas tuitivas o de protección de la parte débil y por ende, limita la
autonomía de la voluntad.
Desde otra perspectiva están también los contratos que tienen por objeto derechos
intelectuales, tales como los contratos de edición, de publicidad, de representación
teatral o de cualquier otro género artístico, todos ellos por lo general vinculados a
cuestiones reguladas por la ley 11.723 de Propiedad Intelectual o la ley de Lealtad
Comercial.
Esa síntesis se advierte en los nuevos principios que gobiernan la contratación moderna
que constituyen un decálogo a tener en cuenta en esta materia, a saber:
1) En la etapa precontractual, los contratos deben celebrarse de buena fe (Art. 1198 C.
Civ., Art. 37, Ley 24.240).
2) En los contratos onerosos se consagra la lesión subjetiva-objetiva cuando una parte
aprovecha la ligereza o inexperiencia de la otra ( Art. 954 C. Civ.).
3) La buena fe preside la interpretación y ejecución del contrato (art. 1198 C. Civ.) y la
etapa post-contractual también (art. 1063 C. Unico).
4) Se excluye del negocio contractual toda conducta abusiva, o antifuncional, violatoria
de la moral social, la lealtad y la probidad (Art. 1071 C. Civ.)
5) Se posibilita la revisión por la excesiva onerosidad sobreviniente.
6) Se prohíbe el abuso de la posición dominante ( Ley 25.156).
7) En caso de dudas, se están a la interpretación más favorable para el consumidor (Art.
3, Ley 24.240).
8) Se tienen por no convenidas las cláusulas que desnaturalicen las obligaciones, limiten
la responsabilidad por daños, impliquen renuncia o restricción de los derechos del
consumidor, amplíen los derechos del proveedor, o impongan una inversión de la carga
de la prueba en perjuicio del consumidor.
9) Se impone responsabilidad solidaria y objetiva frente al daño al consumidor o usuario
para todas las personas físicas o jurídicas que hayan intervenido y posibilitado la
colocación del producto en el mercado (Art. 40 Ley 24.240).
10)Se posibilita la revisión del contrato frente a la frustración de la causa fin objetiva o
motivo determinante de la contratación (Art. 1059 C. Unico)[14].
A partir de este antiguo razonamiento nacía el mito de la igualdad contractual, con todas
las consecuencias que ello acarrea: las reglas pacta sunt servanda (los pactos deben ser
observados), volenti non fit injuria (lo que se quiere no causa daño), la afirmación de
que quien dice contractualmente dice justo, la parte final de la nota a nuestro art. 943
del Código Civil ("el consentimiento libre... debe hacer irrevocables los contratos"),
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etc.[17]
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responsabilidad sobre su cabeza (y hasta quedando a cargo del proveedor los gastos
tendientes al recupero de los bienes que ya le hubieran sido entregados al consumidor).
Un supuesto de morigeración de la fuerza vinculante del contrato[25] donde claramente
se advierte la ruptura de la concepción clásica del contrato, posibilitando al consumidor
volver sobre su decisión y hasta desligarse unilateralmente de un vínculo negocial ya
perfeccionado (a lo que se agrega la asunción de los gastos de recuperación de los
bienes para el proveedor).
c) También se evidencia una debilitación del vínculo contractual en los supuestos
planteados por el art. 37 de la ley 24.240. En su último párrafo la norma admite
expresamente que el consumidor demande la nulidad del contrato o de la cláusula ante
la violación del deber de buena fe en la etapa previa a la conclusión del contrato y/o
transgresión del deber de información o de la ley de defensa de la competencia o de
lealtad comercial. Naturalmente en algunos de estos supuestos se evidencia la remisión
a disposiciones generales[26], pero en otros se podría dar el caso en que no corresponda
el planteo de nulidad si no es porque la norma lo admite expresamente, sin perjuicio de
las acciones que corresponderían (así, por ejemplo ante la violación de las normas
relativas a la defensa de la competencia, lealtad comercial, etc.)[27].
Hoy, las profundas metamorfosis económico sociales han cambiado la fisonomía clásica
de las relaciones contractuales socavando, entre otros, este principio. En efecto, el
mismo se encuentra seriamente cuestionado en las relaciones de consumo donde
expresamente se reconocen supuestos de conexidad contractual (un tema sobre el cual
lamentablemente no podemos explayarnos en esta líneas dada su vastedad), acciones
directas a favor del consumidor contra terceros no contratantes (y eventuales acciones
de regreso entre éstos), obligaciones solidarias y/o in solidum en el ámbito contractual,
etc. Varios son los ejemplos de este fenómeno: el art. 40, el régimen de la garantía legal
por buen funcionamiento (art. 11 y sigtes.), la obligación de información (arts. 4°, 5°, 6°
y conc.), etc.[32]
Generalmente en todos estos supuestos se busca tutelar un derecho del consumidor que
hoy se encuentra garantizado por nuestro máximo ordenamiento: el derecho a una
información adecuada y veraz (art. 42, Constitución Nacional) por lo que su
incumplimiento facultaría al consumidor a demandar la nulidad del contrato o de una de
sus cláusulas (art. 37 in fine ley 24.240)[34][35].
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el cotejo de derechos y obligaciones[39][40].
Pero la confianza no se limita a actuar como un principio general del derecho, sino que,
analizado desde otra óptica, se evidencia como una regla interpretativa relevante, que
nos permite desentrañar el sentido de la voluntad de quien la emite (al igual que otros
principios, como el de buena fe)[47].
En este sentido la referencia a la teoría de los actos propios se torna obligatoria. Así,
Alejandro Borda ha señalado que el fundamento de la teoría de los actos propios radica,
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justamente, en la confianza despertada en el otro sujeto de buena fe, en razón de una
primera conducta realizada[48][49].
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(analfabetos o analfabetos relativos como emigrantes o turistas), los niños, etc.[58][59]
Varios son los ejemplos que podríamos dar donde el requerimiento del cumplimiento de
la expectativa generada en razón del principio de confianza (más allá de la demanda
normal impuesta en supuestos de derecho común) se plantea en la relación de consumo:
por un lado entendemos que la exigencia del art. 8° de la ley 24.240 (incluir las
precisiones de la publicidad en el contenido del contrato) no es sino una
expansión/reducción de este principio. A través esta norma, declaraciones publicitarias
(que en el ámbito del derecho común no quedan comprendidas en lo pactado) pueden
consolidarse en su carácter de elementos esenciales particulares del acuerdo o hasta
como cláusulas accesorias al mismo (por ejemplo el precio en el primer caso y el
alcance de la garantía en el segundo). Así, nuestros jueces han manifestado que “el
legislador, a fin de garantizar la tutela eficiente de la publicidad engañosa y de
resguardar la CONFIANZA de los consumidores, ha tenido en cuenta que si bien desde
una perspectiva formal, consumidor y anunciante pueden presentarse como terceros,
dentro de la realidad negocial de la cadena de distribución de bienes y servicios
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constituyen auténticos interesados”[66][67].
Conforme señala el autor citado, el principio de confianza (en este aspecto) ha sido
utilizado como limitador de responsabilidad, evidenciándose claramente en el caso de
los miembros del equipo quirúrgico donde el cirujano se desentiende de ciertas
cuestiones asumidas por otros miembros del equipo (por ejemplo el anestesista), a
menos que medien fallas graves del colega que el cirujano conoce o debió conocer[74][
75].
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Sin perjuicio que el ejemplo del párrafo precedente no podría aplicarse al ámbito de la
ley 24.240, dado que el art. 2° de la ley 24.240 expresamente excluye de su ámbito de
aplicación los servicios de profesionales liberales que requieran para su ejercicio título
universitario y matrícula otorgada por colegios, entendemos que los supuestos de
confianza derivada en la relación de consumo, en vez de poder invocarse como
eximentes de responsabilidad, actuarán justamente como un factor de atribución que
podría invocar el consumidor o usuario[76].
II. e) La seguridad
Como sabemos, contratar es prever, y a través de esa previsión no se busca sino obtener
seguridad[77]. La seguridad permite estimar la situación jurídica presente y las
perspectivas futuras del negocio encarado[78].
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una garantía gratuita por buen funcionamiento de, por lo menos, 3 meses[85][86].
ii. la educación del consumidor: una cuestión a la que, si bien la ley le dedica un
capítulo exclusivo (el XVI) a lo que se suman normas aisladas (por ejemplo el art. 56
inc. h)[88], no le ha otorgado la relevancia que merece. El consumidor educado conoce
sus derechos, conoce cuál es su seguridad de orientación. Lamentablemente este es un
aspecto vital del régimen que debe calificarse como materia pendiente en varios puntos
de nuestro país[89].
En las Jornadas Nacionales de Derecho Civil se trató esta cuestión. Así se sostuvo que
debe realizarse un juicio ponderado de los contratos en función de las siguientes bases:
(i) Debe adoptarse una interpretación tendiente a implantar el carácter justo de los
contratos y la garantía de equidad en las obligaciones contractuales.
(ii) En los contratos paritarios o discrecionales rige la plena autonomía privada (art.
1197 C. Civil) con las limitaciones clásicas.
(iii) En los contratos de adhesión a cláusulas generales predispuestas o en los contratos
de consumo, la autonomía privada está sometida, además al mantenimiento del
equilibrio de la relación de cambio.
Las que hoy conocemos como cláusulas abusivas fueron inicialmente señaladas como
cláusulas exageradas, que si bien afectaban los derechos de los consumidores no
alcanzaban a enervar la eficacia de las demás cláusulas. A esa época correspondió la
regulación del Código Civil que, pensando regular las contrataciones individuales,
partió de la prescindencia estatal en las relaciones de derecho privado[90].
Los artículos 953, 954, 1071 y 1198 del Cód. Civil si bien útiles, resultaron insuficientes
en orden al restablecimiento o la preservación del equilibrio entre las partes. En este
contexto, se abrió paso a un nuevo sistema regulatorio: el de consumo, con presupuestos
propios y distintos de los previstos por aquel entonces en el Código Civil[91].
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e) Impongan al consumidor cualquier limitación en el ejercicio de acciones judiciales u
otros recursos, o de cualquier manera condicionen el ejercicio de sus derechos,
especialmente cuando:
I. Se disponga que las acciones judiciales puedan entablarse en jurisdicción distinta del
lugar del domicilio del consumidor al tiempo de la celebración del contrato, excepto
cuando se disponga que la acción se entable en el lugar del domicilio real del
consumidor al tiempo en que aquella se inicie.
En los contratos por tiempo indeterminado, este podrá rescindirse sin causa cuando se
prevea la notificación al consumidor, con una antelación razonable conforme la
naturaleza y características del objeto del contrato. La autoridad de aplicación podrá
prever requisitos adicionales para casos especiales.
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Respecto de la posibilidad de rescisión sin causa en los contratos por tiempo
indeterminado, los fundamentos de la Res. 26/2003 se refiere a la doctrina de la Corte
Suprema de Justicia de la Nación[97] recaída en un leading case en materia de contratos
de concesión y distribución, que afirma la posibilidad de rescisión sin causa de dichos
contratos, siempre que el ejercicio de tal derecho no sea abusivo y que se otorgue
preaviso con antelación suficiente. Esta doctrina es recogida por la Res. 9/2004 sin
perjuicio de la facultad otorgada a la Autoridad de Aplicación para establecer requisitos
adicionales en casos especiales, habida cuenta del desequilibrio entre las partes en los
contratos de adhesión.
Respecto del inc. h), también frecuente es la práctica de supeditar la resolución del
contrato a la previa cancelación de sumas adeudadas, lo que en muchos casos determina
la imposibilidad de resolver y el incremento de la deuda en perjuicio del consumidor,
sin que este pueda poner un límite a la situación. Esta previsión es un aporte a la
solución de esta corruptela.
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reúnan los siguientes requisitos:
Cabe recordar acá la doctrina respecto del contenido de las prestaciones en los contratos
de medicina prepaga que ha entendido que “La prestación es ... un servicio de salud, no
sólo algunos servicios de salud, y en este sentido las prestaciones deben estar
constantemente adecuadas a los conocimientos científicos y a la avanzada tecnología,
esto es precisamente parte del riesgo empresarial y la necesidad de constante
reinversión...” y que “...el contrato de medicina prepaga es generador de obligación de
salud y esto, conforme a los principios de los arts. 740 y 742 del Cód. Civil debe ser
actual e íntegramente científico”[102].
En el caso del inc. c), los únicos requisitos que podrán establecerse para que el
consumidor acceda a uno de los planes ofrecidos por el proveedor, mediante el pago del
precio establecido para el plan de que se trate, serán que:
(ii) El consumidor haya sido beneficiario de los servicios por un período determinado,
no pudiendo exigirse un plazo mayor a dos años.
(iii) La notificación que el consumidor deba efectuar al proveedor para contratar los
servicios en forma directa se curse en un plazo determinado que no podrá ser inferior a
treinta días de haberse producido la baja del servicio corporativo o similar.
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sentado en la causa donde se planteaba la situación del beneficiario del servicio de
medicina prepaga, con origen en un contrato de tipo corporativo, celebrado entre el
proveedor del servicio y un tercero[103].
III. El cambio no altere el objeto del contrato o pudiere importar un desmedro respecto
de los servicios comprometidos al momento de contratar.
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con debido resguardo de estos últimos, de manera de no enervar la característica tuitiva
del ordenamiento de consumo basado en la Constitución Nacional y en la L.D.C.
También se dijo que las previsiones anteriores tuvieron en miras evitar la tendencia a
celebrar contratos por tiempo determinado.
II. El cambio no altere el objeto del contrato o pudiere importar un desmedro respecto
de los servicios comprometidos al momento de contratar.
III. Se determinen ciertos criterios y/o parámetros objetivos dentro de los cuales la
modificación pueda producirse y siempre que los mismos no autoricen cambios que
afecten el equilibrio en la relación entre las partes.
b) Cuando en contratos cuya duración sea superior a los sesenta días y se hubiere
previsto la renovación automática, no establezcan la obligación del proveedor de
notificar al consumidor con una antelación no inferior a sesenta días, los cargos por
renovación u otros que, con carácter variable, se hallaren previstos en el contrato.
Quedan exceptuados los contratos de depósitos a plazo fijo cualquiera fuera su
duración.
Las obligaciones nacidas de los contratos son de dar, de hacer o no hacer. Moderna
doctrina, que nosotros no compartimos, sostiene que el contrato es un programa o plan
que tiene siempre en vista resultados. Con una visión más propia del derecho anglosajón
que, sin embargo, busca apoyo en nuestro derecho positivo, el deudor debe emplear toda
su diligencia, pericia y dedicación en atención a las circunstancias de personas, tiempo y
lugar (art. 512 C. Civil) y así interpreta que en todo contrato no es indiferente el
resultado del mismo.
Los contratos, como todo acto jurídico, están expuestos a su posible nulidad. La misma,
sin embargo, puede afectar la totalidad del negocio jurídico o sólo alguna de sus
cláusulas. En el primer caso la invalidez del contrato será total mientras que en el
segundo se declara la invalidez con efectos parciales en los términos del Art. 1039 del
Cod. Civ.
La posibilidad de declarar la nulidad parcial del contrato se inspira –en general- en los
principios conservatorios del acto jurídico y en la fuerza de la autonomía de la voluntad
pero, en los modernos contratos, especialmente aquellos donde se consagran
condiciones generales de contratación y cláusulas específicas así como aquellos que
califican como contratos de adhesión y más específicamente en los contratos de
consumo, esta solución se potencia como una manera de proteger a la parte débil del
contrato que puede ser afectada por la nulidad total del mismo.
El Art. 1039 del Cód. Civ. establece que “la nulidad de un acto jurídico puede ser
completa o sólo parcial. La nulidad parcial de una disposición en el acto, no perjudica a
las otras disposiciones válidas, siempre que sean separables”. Esta solución de nuestro
Código, aparentemente tomada del Esboco de Freitas,[104] no ha sido compartida en
forma unánime por la doctrina nacional ni extranjera.[105] La antedicha disposición no
ha despejado la duda doctrinaria respecto de si en nuestro derecho el legislador se ha
inclinado por el principio de la nulidad parcial como regla general o si la misma es una
regla especial. Ello ha inducido a requerir que generalmente en contratos complejos se
haga específica referencia a la separabilidad de las cláusulas y a la posibilidad de que la
nulidad o anulabilidad de alguna de ellas no afecte la integridad del contrato. Esta
solución pragmáticamente resuelve la cuestión de cuál es la parte del contrato que debe
probar la separabilidad para fundar la nulidad parcial.
Otros autores, al referirse a esta cuestión la asocian con la calificación de las cláusulas,
según las cláusulas afectadas sean principales o accesorias. En el primer caso la nulidad
será total mientras que en el segundo la invalidez alcanzará a la cláusula accesoria
cuestionada.
Con Pita, compartimos el criterio que los elementos esenciales de cualquier contrato
pueden ser separables pero ello no autoriza concluir que la nulidad de uno de ellos
posibilite mantener el acto jurídico todo incólume.[107] Tal autor cita el criterio de la
“blue pénsil test” seguido por la jurisprudencia anglosajona que resuelve la cuestión
suprimiendo hipotéticamente la parte nula para así determinar la comprensibilidad del
resto y así concluir si es posible llegar a la nulidad del contrato o de la cláusula.[108]
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La problemática de la nulidad parcial o total se da con toda intensidad en los contratos
de cambio, pues allí la tendencia sería –como regla general- de considerar afectado todo
el contrato, con las salvedades antes apuntadas. En cambio, es de la esencia de los
contratos plurilaterales de organización que la nulidad que afecte el vínculo de alguno
de los partícipes no derive en la nulidad del acto. Tal es la solución explícita del art. 16
de la LSC. Es la misma solución que para los contratos asociativos trae el Código Unico
(art. 1338).
En los contratos de consumo la temática debe analizarse desde la perspectiva del art. 37
de la Ley 24.240, en particular, el último párrafo, según el cual constatándose la
presencia de una cláusula abusiva, el consumidor “tendrá derecho a demandar la nulidad
del contrato o la de una o mas cláusulas”, sin perjuicio que “cuando el juez declare la
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nulidad parcial, simultáneamente integrará el contrato, si ello fuere necesario”.[112]
14. Responsabilidad que generan los auxiliares del comercio. Los casos de mala praxis.
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contrato alguien que, como el conductor del colectivo, “tiene a su cargo la cosa,
concreta y ejecuta el contrato y, con frecuencia, hasta lo interpreta”. Es un auxiliar del
deudor que tiene su razón de ser en las exigencias del tráfico comercial moderno que,
impiden el cumplimiento personal por parte de la empresa. Ello es así porque la
empresa de transporte, en este ejemplo, se vale de sus conductores para prestar el
servicio (contrato) de transporte.
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obstándole al afiliado el camino de la opción[118]. Sin embargo, si se pretende actuar
contra el profesional que realizó el servicio, su responsabilidad frente al paciente, según
la doctrina tradicional y conforme al plenario Corsetti, sería extracontractual.
Hay que destacar, sin embargo, que esas doctrinas asumen una posición extrema que
nosotros no apoyamos porque altera las bases de interpretación de nuestro derecho
positivo y que por ello la jurisprudencia contemporánea, liderada por el plenario
Corsetti, no ha avalado.
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1] DERECHOS RESERVADOS BAJO LA LEY DE PROPIEDAD INTELECTUAL.
PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN SIN AUTORIZACIÓN DEL AUTOR. EL
PRESENTE CONSTITUYE UN SUMARIO ELABORADO POR EL PROF.
ALFREDO L. ROVIRA, CON LA COLABORACIÓN DE LOS AUXILIARES
DOCENTES, MARTÍN BERGES, NATALIA GIROLIMINI Y LIUBA LENCOVA
PARA SER UTILIZADO EXCLUSIVAMENTE POR LOS ALUMNOS DE LA
CATEDRA DEL DR. ALFREDO L. ROVIRA –Materia: Formas Modernas de
Contratación – UNIVERSIDAD DE BUENOS AIRES – FACULTAD DE DERECHO.
[
2] Farina, Juan M. “Contratos Comerciales Modernos”, Ed. Astrea, de Alfredo y
Ricardo Depalma, Bs. As., 1993, pág. 1 y ss.
[
3] Ghersi, Carlos A., “La paradoja de la igualdad del consumidor en la dogmática
contractual”, L.L., 4-4-00, (T. 2000-B, pág. 1085) distingue así las “necesidades reales”
de las “necesidades inducidas”.
[
4] Cita de Farina tomada de Farjat, Gerard, “Las enseñanzas de medio siglo de derecho
económico”.
[
5] Hayek, F. A. “Derecho, legislación y libertad”, Unión Editorial, Madrid, 1985
plantea la frustración de la visión del contrato como expresión del “orden acordado o
convencional”, por oposición del “orden espontáneo” emergente de la legislación. El
contrato de la legislación, a diferencia del contrato del mercado, del orden espontáneo,
limita la autonomía privada, establece bases objetivas y subjetivas al exigir un objeto,
una causa y una finalidad, al integrar al contenido del contrato con los deberes que
nacen de la buena fe negocial, al incorporar a la lesión como remedio para el
aprovechamiento de contratantes necesitados, ligeros e inexpertos.
[
6] Mosset Iturraspe, Jorge, “El ámbito de la responsabilidad contractual: lo extra, lo pre
y lo poscontractual”, Rev. de Derecho Privado y Comunitario, Nro. 17 Responsabilidad
Contractual I, Rubinzal-Culzoni Editores, pág. 173 y ss.
[
7] Al respecto son útiles las reflexiones que oportunamente vertiera Kleidermarcher
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sobre el valor de la convertibilidad y la responsabilidad que ella implicaba para los
gobernantes de turno. La sanción de la ley 23.561 que implicó más que la modificación
de la convertibilidad su eliminación, abre el interrogante planteado oportunamente por
Kleidermarcher sobre los criterios de juzgamiento de conducta de los funcionarios
públicos por violación de sus deberes cuando por sus actos u omisiones llevaron a
desbaratar todos los beneficios que la convertibilidad implicó y generó para la economía
y el bienestar general. (Ver comentario de Farina, J.M en “Contratos Comerciales
Modernos”, pág. 52 y ss).
[
8] Un ejemplo de la función tuitiva de la Ley 24.240 está expresado en los
considerandos y normas dispositivas de al Res. 85/2003 cuyo texto obra en la nota Nro.
11.
[
9] Santarelli, Fulvio G., “El perfeccionamiento del contrato y su calificación”, LL,
19/4/04.
[
10] Conf. parte final de la nota al art. 1629 del Código Civil, conf. Santarelli, Fulvio G.,
“El perfeccionamiento del contrato y su calificación”, en LL, 19/05/05.
[
11] Malaurie-Aynes-Stoffel Munck, “Les Obligations”, pág. 178, Defrenois, Paris,
2003.
[
12] Conf. Lorenzetti, Ricardo L., “Tratado de los contratos. Parte general”, pág. 459.
Rubinzal Culzoni, Santa Fe, 2004. La función principal de la calificación es la de
establecer si al contrato le resulta aplicable la disciplina de algún tipo contractual, y en
su caso, determinar cuál, por ello se caracteriza por ser una cuestión confiada al
intérprete y ajena a la competencia de las partes, ya que aquél no está vinculado al
nomen iuris asignado por las partes. Esta operación implica poner en práctica “un
procedimiento que oscila entre la interpretación e integración del contrato y la
integración del derecho dispositivo”, conf. De Nova, Giorgio, “Il tipo contrattuale”, pág.
14, Cedam, Padova, 1974, conf. Santarelli, Fulvio, G.
[
13] Secretaría de Coordinación Técnica
DEFENSA DEL CONSUMIDOR
Resolución 85/2003
Modifícase la Resolución N° 7/2002 de la ex Secretaría de la Competencia, la
Desregulación y la Defensa del Consumidor, con la finalidad de perfeccionar los
mecanismos que garanticen el derecho de los consumidores a recibir la más completa
información sobre los bienes y servicios que les son ofrecidos.
Bs. As., 6/11/2003
VISTO el Expediente N° S01:0148512/2003 del Registro del MINISTERIO DE
ECONOMIA Y PRODUCCION, y
CONSIDERANDO:
Que la Resolución N° 7 del 3 de Junio de 2002, de la ex - SECRETARIA DE LA
COMPETENCIA, LA DESREGULACION Y LA DEFENSA DEL CONSUMIDOR del
[
[
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ex - MINISTERIO DE LA PRODUCCION, establece la obligación de exhibir los
precios de los productos y servicios que se encuentren ofrecidos al público.
Que resulta de importancia perfeccionar los mecanismos que garanticen el derecho de
los consumidores a recibir la más completa información acerca de las características de
los bienes y servicios que le son ofrecidos.
Que una completa identificación de los bienes facilita al consumidor la elección de un
producto al momento de decidir su compra, evitando confusión respecto de la
naturaleza, origen, calidad, pureza o mezcla, o técnicas de producción de los mismos.
Que se hace necesario contar con una información detallada, veraz, clara y concreta a
los fines de asegurar la mayor transparencia para el consumidor.
Que la Dirección General de Asuntos Jurídicos del MINISTERIO DE ECONOMIA Y
PRODUCCION ha tomado la intervención que le compete.
Que la presente se dicta en uso de las facultades conferidas por el artículo N° 12 inciso
i) de la Ley N° 22.802, y los Decretos Nros 1283 del 24 de mayo de 2003 y N° 25 del
27 de mayo 2003.
Por ello,
EL SECRETARIO DE COORDINACION TÉCNICA RESUELVE:
Artículo 1° — Quienes ofrezcan directamente al público los bienes comprendidos en el
Anexo de la presente resolución, además de exhibir el precio de conformidad con lo
establecido en los artículos 1° y 5° de la Resolución N° 7 de fecha 3 de junio de 2002 de
la ex - SECRETARIA DE LA COMPETENCIA, LA DESREGULACION Y LA
DEFENSA DEL CONSUMIDOR del ex - MINISTERIO DE LA PRODUCCION,
deberán consignar en forma conjunta con el precio de los bienes, su origen en caracteres
tipográficos legibles, de buen realce, destaque y visibilidad, en tamaño no menor al
utilizado para la denominación del producto y la marca del mismo.
Art. 2° — Sustitúyese el Artículo 8° de la Resolución N° 7 del 3 de junio de 2002 de la
ex - SECRETARIA DE LA COMPETENCIA, LA DESREGULACION Y LA
DEFENSA DEL CONSUMIDOR del ex - MINISTERIO DE LA PRODUCCION, el
que quedará redactado de la siguiente manera:
Artículo 8 "Cuando se publiciten voluntariamente precios de bienes, muebles o
inmuebles, o servicios, por cualquier medio (gráfico, radial, televisivo, cinematográfico,
internet u otros), deberá hacerse de acuerdo con lo establecido en los artículos 2°, 3°, y
4° de la presente resolución, especificando además junto al bien publicitado, la marca,
el modelo, tipo o medida y país de origen del bien, debiendo precisar, en cada pieza
publicitaria, la ubicación y el alcance de los servicios cuando corresponda, como así
también la razón social del oferente y su domicilio en el país, o la indicación expresa de
tal circunstancia cuando no la hubiere.
En todos los casos, la información deberá exhibirse en caracteres tipográficos legibles,
de buen realce, destaque y visibilidad; debiendo, para la indicación del país de origen,
utilizar caracteres de tamaño no inferior a los que se utilicen para colocar la
denominación del producto y su marca."
Art. 3° — La presente resolución comenzará a regir a los SESENTA (60) días a partir de
la fecha de su publicación en el Boletín Oficial.
Art. 4° — Comuníquese, publíquese, dése a la Dirección Nacional del Registro Oficial
y archívese. — Leonardo Madcur.
ANEXO
Cocinas y Anafes a gas. Hornos a gas. Termotanques a gas y eléctricos, Calderas
murales, Calefones. Lavarropas, Lavavajillas y Secarropas. Purificadores de aire.
Heladeras con y sin Freezers. Freezers horizontales y verticales. Aire acondicionado frío
calor compactos y split. Hornos microondas. Televisión. Videocámaras. Radios
(distintos tipos) y autorradios. Videocasseteras, videoreproductores, reproductores de
DVD. Minicomponentes, centros musicales, bandeja giradiscos. Ventiladores (todos los
modelos). Campanas aspirantes. Cafeteras. Multiprocesadoras. Licuadoras. Picadoras de
carne. Batidoras. Exprimidores. Jugueras. Aspiradoras. Lustradoras. Barrealfombras.
Planchas. Balanzas
Secadores de cabello. Afeitadoras. Máquinas de cortar el cabello. Estufas de Cuarzo.
Radiadores Eléctricos. Caloventores.
[
14] Mosset Iturraspe, Jorge “Regulación sobre Contratos” (Principios de Unidroit en
países en vías de desarrollo y en la Argentina) LL 23/11/01.
[
15] Mosset Iturraspe, Jorge, “Sobre la ley de protección del consumidor”, p. 10, Nº 3,
Rev. Enfoque Jurídico.
[
16] Texto tomado del Artículo de Quaglia, Marcelo C. “La relación de consumo: su
incidencia en los principios contractuales”, LL, 19-04-2006.
[
17] Texto tomado del Artículo de Quaglia, Marcelo C. “La relación de consumo: su
incidencia en los principios contractuales”, LL, 19-04-2006.
[
18] Texto tomado del Artículo de Quaglia, Marcelo C. “La relación de consumo: su
incidencia en los principios contractuales”, LL, 19-04-2006.
[
19] Rezzonico, Juan Carlos, “Principios fundamentales de los contratos”, Ed. Astrea, p.
159.
[
20] Texto tomado del Artículo de Quaglia, Marcelo C. “La relación de consumo: su
incidencia en los principios contractuales”, LL, 19-04-2006.
[
21] Naturalmente no podemos dejar de tener presente que en varios supuestos la
responsabilidad en las relaciones de consumo es de naturaleza objetiva (art. 11, art. 40,
INFO, etc.), ello no resultaría óbice para aplicar los principios detallados en el art. 902
del Cód. Civil ya que, como señala Zavala de González, el art. 902 del Código Civil,
tantas veces aplicado a la responsabilidad subjetiva, es también adecuable a la de raíz
objetiva (ZAVALA de GONZALEZ, Matilde, "Responsabilidad por riesgo", p. 26, Bs.
As., 1997.
[
22] Adviértase al respecto que el art. 2 de la ley 24.240 caracteriza al proveedor de
bienes o servicios como aquella persona que en FORMA PROFESIONAL, aún
[
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ocasionalmente produzcan, importen, distribuyan o comercialicen cosas o presten
servicios a consumidores o usuarios.
[
23] Texto tomado del Artículo de Quaglia, Marcelo C. “La relación de consumo: su
incidencia en los principios contractuales”, LL, 19-04-2006.
[
24] Conforme lo expresa De Lorenzo, Federico, "Contrato de consumo y derecho al
arrepentimiento", en LA LEY, 2004-A, p. 790.
[
25] Así Esborraz, David y Hernández, Carlos, A., “La protección del consumidor en los
contratos celebrados fuera de los establecimientos comerciales”, JA, 12997-III-662.
[
26] Por ejemplo el planteo de nulidad por violación del deber de información se
evidencia dada la existencia de un vicio de la voluntad, que no cuenta con los datos
suficientes como para emitir un consentimiento válido.
[
27] Texto tomado del Artículo de Quaglia, Marcelo C. “La relación de consumo: su
incidencia en los principios contractuales”, LL, 19-04-2006.
[
28] Texto tomado del Artículo de Quaglia, Marcelo C. “La relación de consumo: su
incidencia en los principios contractuales”, LL, 19-04-2006.
[
29] Para ampliar este tema puede consultarse De Lorenzo, Federico, "Contrato de
consumo y derecho al arrepentimiento", op. cit. 790 y/o Esborraz, David y Hernández,
Carlos A., "La protección del consumidor en los contratos celebrados fuera de los
establecimientos comerciales", op. cit. 662.
[
30]
[
31] Texto tomado del Artículo de Quaglia, Marcelo C. “La relación de consumo: su
incidencia en los principios contractuales”, LL, 19-04-2006.
[
32] Texto tomado del Artículo de Quaglia, Marcelo C. “La relación de consumo: su
incidencia en los principios contractuales”, LL, 19-04-2006.
[
33] Texto tomado del Artículo de Quaglia, Marcelo C. “La relación de consumo: su
incidencia en los principios contractuales”, LL, 19-04-2006.
[
34] Frustagli, Sandra A. y Hernández, Carlos A., "Régimen de responsabilidad por
daños en el Estatuto de Defensa del Consumidor", p. 6, en Revista de Responsabilidad
Civil y Seguros, Año VI, N° VII, Agosto de 2004.
[
35]
[
36] Así lo destaca expresamente Levene, Julio, “La equidad: precepto de derecho
positivo constitucional”, en LA LEY, 2001-A, 809.
[
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[
[
37] Así lo señalan Mosset Iturraspe, Jorge y Lorenzetti, Ricardo, “Defensa del
Consumidor”, p. 27 y sigtes., Ed. Rubinzal Culzoni, comparando nuestra norma con la
Ley Fundamental para la República Federal Alemana, la constitución de Portugal , la
constitución Española, la del Perú y la de Brasil.
[
38] Texto tomado del Artículo de Quaglia, Marcelo C. “La relación de consumo: su
incidencia en los principios contractuales”, LL, 19-04-2006.
[
39] Así lo destaca expresamente Acosta, Daniel Fernando, "El principio de equidad en
el régimen tuitivo de los consumidores y su proyección a los contratos bancarios y de
seguro" en Rev. Jca. Zeus.
[
40] Texto tomado del Artículo de Quaglia, Marcelo C. “La relación de consumo: su
incidencia en los principios contractuales”, LL, 19-04-2006.
[
41] Texto tomado del Artículo de Quaglia, Marcelo C. “La relación de consumo: su
incidencia en los principios contractuales”, LL, 19-04-2006.
[
42] Rezzonico, Juan Carlos, “Principios…”, op. cit. p. 376.
[
43] Texto tomado del Artículo de Quaglia, Marcelo C. “La relación de consumo: su
incidencia en los principios contractuales”, LL, 19-04-2006.
[
44] Rezzonico, Juan Carlos, “Principios…”, op. cit. p. 376.
[
45] Texto tomado del Artículo de Quaglia, Marcelo C. “La relación de consumo: su
incidencia en los principios contractuales”, LL, 19-04-2006.
[
46] Texto tomado del Artículo de Quaglia, Marcelo C. “La relación de consumo: su
incidencia en los principios contractuales”, LL, 19-04-2006.
[
47] Texto tomado del Artículo de Quaglia, Marcelo C. “La relación de consumo: su
incidencia en los principios contractuales”, LL, 19-04-2006.
[
48] Borda, Alejandro, “La teoría de los actos propios”, p. 11, 3º ed., Ed. Abeledo Perrot.
[
49] Texto tomado del Artículo de Quaglia, Marcelo C. “La relación de consumo: su
incidencia en los principios contractuales”, LL, 19-04-2006.
[
50] Guhl, Theo; Merz, Hans y Kummer, Max, “Das schewizerische Obligationen-
Recht”, 6a ed., Zürich, Schulthess, 1972, citado por Rezzonico, Juan Carlos,
“Principios...”, op. cit. p. 380.
[
51] Texto tomado del Artículo de Quaglia, Marcelo C. “La relación de consumo: su
incidencia en los principios contractuales”, LL, 19-04-2006.
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[
52] Texto tomado del Artículo de Quaglia, Marcelo C. “La relación de consumo: su
incidencia en los principios contractuales”, LL, 19-04-2006.
[
53] Texto tomado del Artículo de Quaglia, Marcelo C. “La relación de consumo: su
incidencia en los principios contractuales”, LL, 19-04-2006.
[
54] Ghidini, “Per il consumatore”, p. 64, Bolonia, 1977.
[
55] Para ampliar la cuestión del deber de advertencia en nuestro derecho se recomienda
Lombardi, “El deber de seguridad en la ley del consumidor”, p. 397, en Responsabilidad
por Daños en el tercer milenio. Homenaje al profesor doctor Atilio A. Alterini, dirigido
por Bueres-Kemelmajer de Carlucci, Ed. Abeledo Perrot, Buenos Aires, 1997 y
Casiello, Juan José, "El deber de información precontractual", t. II, p. 39, en homenaje a
Dalmacio Vélez Sarsfield, Academia Nacional de Derecho y Ciencias Sociales de
Córdoba, Córdoba, 2000.
[
56] Texto tomado del Artículo de Quaglia, Marcelo C. “La relación de consumo: su
incidencia en los principios contractuales”, LL, 19-04-2006.
[
57] Así lo destaca expresamente Lorenzetti, Ricardo Luis, “Consumidores”, op. cit., p.
90.
[
58] Cavanillas Mujica, Santiago, “La protección del subconsumidor en la normativa
sobre responsabilidad civil por productos o servicios defectuosos”.
[
59] Texto tomado del Artículo de Quaglia, Marcelo C. “La relación de consumo: su
incidencia en los principios contractuales”, LL, 19-04-2006.
[
60] Texto tomado del Artículo de Quaglia, Marcelo C. “La relación de consumo: su
incidencia en los principios contractuales”, LL, 19-04-2006.
[
61] Texto tomado del Artículo de Quaglia, Marcelo C. “La relación de consumo: su
incidencia en los principios contractuales”, LL, 19-04-2006.
[
62] Bloise de Tucci, Cristina c. Supermercado Makro S.A., SC Mendoza, Sala I,
26/07/2002, LL Gran Cuyo, 2002-726.
[
63] Texto tomado del Artículo de Quaglia, Marcelo C. “La relación de consumo: su
incidencia en los principios contractuales”, LL, 19-04-2006.
[
64] Ver citas 37 y 39.
[
65] Texto tomado del Artículo de Quaglia, Marcelo C. “La relación de consumo: su
incidencia en los principios contractuales”, LL, 19-04-2006.
[
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[
66] “Epac S.R.L. c. Sec. de Com. E Inv. – Disp. DNCI 582/97”, CNCont. Ad. Fed.
[
67] Texto tomado del Artículo de Quaglia, Marcelo C. “La relación de consumo: su
incidencia en los principios contractuales”, LL, 19-04-2006.
[
68] Así se afirma en autos Expte. 80105/97 "Caja de Seguros Sociedad Anónima c.
Cadesa Sociedad Anónima y otro s/ ordinario" CNCom. Sala C 22/10/02, en
www.eldial.com; "Arcadia Cía. de Seguros v. Carrefour Arg. SA", LA LEY, 1998-E,
393, etc.
[
69] Así Exp. 63.002/1998 "Suizo Argentina Compañía de Seguros Sociedad Anónima
c/ Hipermercado Jumbo s/ ordinario" CNCom. Sala C 12/11/02, en www.eldial.com
[
70] Texto tomado del Artículo de Quaglia, Marcelo C. “La relación de consumo: su
incidencia en los principios contractuales”, LL, 19-04-2006.
[
71] Rezzonico, Juan Carlos, “Principios …”, op. cit. p. 397.
[
72] En líneas generales los supuestos serían similares: en la confianza derivada
propiamente dicha el consumidor recurre al proveedor, quien a su vez por una cuestión
de conveniencia y/o de imposibilidad material o jurídica deriva la totalidad o ciertas
tareas. En el caso de la tarjeta de crédito se recurre a quien ejecuta las tareas dada la
confianza que genera quien lo respalda (en el fallo comentado precedentemente la
derivación se produjo aún antes del ofrecimiento del servicio o producto).
[
73] Texto tomado del Artículo de Quaglia, Marcelo C. “La relación de consumo: su
incidencia en los principios contractuales”, LL, 19-04-2006.
[
74] A mayor abundamiento puede consultarse Vázquez Ferreyra, Roberto; "Daños y
perjuicios en el ejercicio de la medicina" Bs. As., Hammurabi, 1994, p. 56.
[
75] Texto tomado del Artículo de Quaglia, Marcelo C. “La relación de consumo: su
incidencia en los principios contractuales”, LL, 19-04-2006.
[
76] Texto tomado del Artículo de Quaglia, Marcelo C. “La relación de consumo: su
incidencia en los principios contractuales”, LL, 19-04-2006.
[
77] Rezzonico, Juan Carlos, “Principios …”, op. cit. p. 411.
[
78] Texto tomado del Artículo de Quaglia, Marcelo C. “La relación de consumo: su
incidencia en los principios contractuales”, LL, 19-04-2006.
[
79] Y más aún en nuestro país.
[
80] Recasens Siches, Luis, "Nueva filosofía de la interpretación del derecho", p. 298 y
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[
sigtes., 3ª ed., México, Porrúa, 1980.
[
81] Rezzonico, Juan Carlos, “Principios …”, op. cit. p. 421.
[
82] Texto tomado del Artículo de Quaglia, Marcelo C. “La relación de consumo: su
incidencia en los principios contractuales”, LL, 19-04-2006.
[
83] Texto tomado del Artículo de Quaglia, Marcelo C. “La relación de consumo: su
incidencia en los principios contractuales”, LL, 19-04-2006.
[
84] Texto tomado del Artículo de Quaglia, Marcelo C. “La relación de consumo: su
incidencia en los principios contractuales”, LL, 19-04-2006.
[
85] En este aspecto se evidencia claramente la intención del legislador de subsanar la
ausencia de seguridad que plantea la falta de cumplimiento de las formas. La forma,
garante del derecho, ha desaparecido en el ámbito del consumo en numerosos
supuestos. Ante esta situación es la norma la que debe garantir expresamente derechos
que antes otorgaba, por ejemplo, el acuerdo escrito.
[
86] Texto tomado del Artículo de Quaglia, Marcelo C. “La relación de consumo: su
incidencia en los principios contractuales”, LL, 19-04-2006.
[
87] Texto tomado del Artículo de Quaglia, Marcelo C. “La relación de consumo: su
incidencia en los principios contractuales”, LL, 19-04-2006.
[
88] Que impone a las asociaciones de consumidores como uno de sus fines el promover
la educación del consumidor.
[
89] Texto tomado del Artículo de Quaglia, Marcelo C. “La relación de consumo: su
incidencia en los principios contractuales”, LL, 19-04-2006.
[
90] Pérez Bustamante, Laura, “El régimen jurídico de las cláusulas abusivas”, L.L.,
26/02/2004.
[
91] Pérez Bustamante, L., “El régimen jurídico ...”, L.L., 26/02/2004.
[
92] Schvartz, Liliana y Córdoba, Lucrecia “Cláusulas abusivas en el derecho del
consumidor”, Revista del CPACF, Mayo/Junio 2003, pág.47.
[
93] Art. 47: “Verificada la existencia de la infracción, quienes la hayan cometido se
harán pasibles de la siguientes sanciones, las que se podrán aplicar independientemente
o conjuntamente, según resulte de las circunstancias del caso:
a) Apercibimiento; b) Multa de quinientos ($500) a quinientos mil pesos ($500.000),
hasta alcanzar el triple de la ganancia o beneficio ilegal obtenido por la infracción; c)
Decomiso de las mercaderías y productos objeto de la infracción; d) Clausura del
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establecimiento o suspensión del servicio afectado por un plazo de hasta treinta (30)
días; e) Suspensión de hasta cinco (5) años en los registros de proveedores que
posibilitan contratar con el Estado; f) La pérdida de las concesiones, privilegios,
regímenes impositivos o crediticios especiales de que gozare. En todos los casos, se
dispondrá la publicación de la resolución condenatoria, a costa del infractor en el diario
de mayor circulación de la jurisdicción donde se cometió la infracción”.
[
94] En la actualidad “Secretaría de coordinación Técnica” dependiente del Ministerio
de Economía y Producción.
[
95] Inciso e) II “ Impongan al consumidor cualquier limitación en el ejercicio de
acciones judiciales u otros recursos, o de cualquier manera condicionen el ejercicio de
sus derechos, especialmente cuando:..........II) Se limiten los medios de prueba, o se
imponga la carga probatoria al consumidor en supuestos en que la legislación no lo
exija; y.....”
[
96] Art. 35: “Queda prohibida la realización de propuesta al consumidor, por cualquier
tipo de medio, sobre una cosa o servicio que no haya sido requerido previamente y que
genere un cargo automático en cualquier sistema de débito, que obligue al consumidor a
manifestarse por la negativa para que dicho cargo no se efectivice.
Si con la oferta se envió una cosa, el receptor no está obligado a conservarla ni a
restituirla al remitente aunque la restitución pueda ser realizada libre de gastos”.
[
97] Autos “Automotores Saavedra”.
[
98] Pérez Bustamante, L. “El régimen jurídico ...”, LL, 26/02/2004.
[
99] Pérez Bustamante, Laura, “El régimen jurídico ...”, LL, 26/02/2004.
[
100] Autos “De Oromi Escalada, M. C. Galeno Previsión S.A. s/sumario”, CNCom.,
sala E, 03/04/1197, cit. En JA Número especial: Medicina Prepaga, nov. 24 de 1999 Nº
6169, p. 46.
[
101] Autos “E.R.E. c. Omint S.A. de Servicios”, CS, 2001/03/13, LL, T. 2001-B, 687; y
“Oezen, G.B. y otro c. Medicorp Argentina s/daños y perjuicios”, CNCiv., 16/09/1997,
cit. en JA Número especial: Medicina Prepaga, nov. 24 de 1999, Nº 6169, pág. 46, entre
otros.
[
102] Weingarten, Celia y Ghersi, Carlos, “Contrato de Medicina Prepaga. La
integralidad de la prestación frente a la última opción terapéutica: el transplante de
órganos”, JA, nov. 24/1999, Nº 6169 cit., p. 37.
[
103] Autos “E.R.E. c. Omint S.A. de Servicios”, cit.
[
104] El art. 803 del Esboco fue tomado casi literalmente para la redacción del art. 1039
[
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Cod. Civ.
[
105] En nuestro derecho Borda sostuvo que el principio debe ser la nulidad total del
acto puesto que sus cláusulas forman un conjunto (Borda, Guillermo A. “Tratado de
Derecho Civil – Parte General”, Ed. Abeledo Perrot, 1999, párr. 1257). En el mismo
sentido se pronuncia Rivera, Julio C. “Instituciones de Derecho Civil”- Parte General,
Ed. Abeledo Perrot, 1993, T. II, pág. 973. En contra, Brebbia considera que sólo procede
anular la cláusula afectada sin afectar la estructura general del negocio (Brebbia,
Roberto H. “Hechos y actos jurídicos”, Ed. Astrea, 1995, T. 2, p. 580). En el derecho
comparado hay legislaciones como la española que no tienen normas similares a la de
nuestro art. 1039 Cod. Civ. pero la doctrina acepta tal solución aplicando otras normas
del ordenamiento. En el derecho anglosajón se acepta que la voluntad expresada de las
partes en el contrato pueda autorizar la nulidad parcial del contrato afectando sólo
algunas de sus cláusulas. El Cod. Civ. Italiano de 1942, art. 1419, acepta la nulidad
parcial como regla aunque autoriza que quien sostiene la nulidad total pueda acreditar
que ello así fue querido por las partes.
[
106] Cifuentes, Santos “Negocio Jurídico”, Ed. Astrea, 1986, pág. 605. El Código
Unico mantiene la solución del art. 1039 siguiendo el criterio de sus antecesores -con
algunas variantes- los Proyectos de Código Unico de 1987 y 1993.
[
107] Pita, Enrique Máximo “La nulidad parcial del contrato en los contratos en general
y en los contratos de consumo”, LL 2-8-05 T. pág.
[
108] Pita, E.M. ,ob. cit., con varias citas doctrinarias.
[
109] Diez Picazo, Luis “Fundamentos de Derecho Civil Patrimonial”, Ed. Civitas,
1993, T. I, p. 456
[
110] Pita, E. M., ob. cit., con cita de Alfaro Aguila-Real, Jesús “Las condiciones
generales de la contratación”, Ed. Civitas, 1991, pag. 337.
[
111] Pita, E. M., ob. cit., pto. 3
[
112] Para ver las soluciones del derecho comparado puede verse la reseña de Pita,
E.M., ob. cit., Pto. III. Pto. 1.
[
113] Pita, E. M., ob. cit., Pto. III. Párr. 2 (B).
[
114] Ver texto en Pita, E.M., ob.cit., Pto. III. Párr. 2 (B).
[
115] L.L,. T. 1994-A, con nota de Bustamante Alsina, pág. 292.
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116] Mosset Iturraspe, J. “El ámbito de la responsabilidad...”, pág. 199.
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