Educación de Las Mujeres Maestras y Esferas
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De la presente edicin:
FLACSO, Sede Ecuador
La Pradera E7-174 y Diego de Almagro
Quito Ecuador
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ISBN Flacso: 978-9942-67-136-3
ISBN Abya Yala: 978-9978-22-689-5
Cuidado de la edicin: Mara Pessina
Diseo de portada e interiores: Antonio Mena
Imprenta: Abya Yala
Quito, Ecuador, 2007
1. edicin: septiembre, 2007
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Presentacin . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Agradecimiento . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
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Introduccin . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
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Primera parte:
Estado, mujeres y educacin
Captulo 1
Estado y educacin femenina
antes del liberalismo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
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Captulo 2
Proyecto liberal, mujeres y educacin:
1895-1912 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
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Captulo 3
Campo educativo y construccin de gnero:
1925-1946 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
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Segunda parte:
Maestras y esferas pblicas
Captulo 4
La educacin de las maestras:
el Normal Manuela Caizarez . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
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Captulo 5
Formacin profesional y tcnica.
Los colegios como espacios de las mujeres . . . . . . . . . . . . . . . . .
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Captulo 6
Maestras y esferas pblicas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
243
Conclusiones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
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Bibliografa . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
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Las instituciones editoras aspiran a que la difusin de este libro contribuya a impulsar la reflexin histrica con perspectiva de gnero y al
debate sobre los procesos educativos en el Ecuador.
Adrin Bonilla
Director
FLACSO - Ecuador
Anabel Castillo
Gerente
Editorial Abya-Yala
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Agradecimientos
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sobre la educacin ecuatoriana- tomando en cuenta el papel de los agentes, en este caso de las maestras que participaron en este proceso. Por otra
parte, rompe con la visin unilateral de las clases medias concebidas como
capas sociales pasivas subordinadas al poder de los sectores hegemnicos,
as como con la idea predominante en la historiografa ecuatoriana de que
la accin de las mujeres fue nicamente resultado de los cambios estatales sin tomar en cuenta los intereses, necesidades e iniciativas de las propias mujeres.
Por ltimo, hacer visible esta historia tiene un fin que rebasa lo puramente acadmico y se proyecta hacia la sociedad en su conjunto, en la
medida que permite plantear elementos de comparacin con el presente
y con los debates contemporneos. Y esto tanto con relacin a las mujeres y a su bsqueda de una mayor participacin en las decisiones pblicas, como con respecto a la educacin. La situacin de profunda crisis
actual del sistema educativo ecuatoriano puede ser vista de otra manera a
partir de experiencias histricas como las del grupo de maestras (y tambin maestros) a las que me refiero en esta investigacin, capaces de desarrollar proyectos educativos interesantes en el contexto social y cultural
que les toc vivir.
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Entonces, de acuerdo a Butler (1997:12) antes que de relaciones de dominacin hablamos de relaciones de poder a partir de las cuales se genera una
condicin de sujecin, pero al mismo tiempo de construccin del sujeto.
Por otra parte, en un contexto en el que los modelos educativos desarrollados por el estado liberal estaban en disputa con otros modelos incorporados a lo largo de varias generaciones e interiorizados, a la vez que procesados por cada individuo bajo la forma de disposiciones duraderas, es
posible que resulte igualmente til emplear la nocin de proceso civilizatorio, desarrollada por Norbert Elas (1989) dado su carcter englobante
(como proceso constituido en el largo plazo de formacin de hbitos, disciplinas, recursos de control moral y de las emociones propios de los proyectos de constitucin de los estados modernos). Pero de igual manera
que con Foucault (1987, 1990, 2001) la nocin de Elas debe ser historiada y vista desde la nocin de gnero. En la perspectiva de Elas, el proceso civilizatorio constituye un hecho necesario, pero no por eso irreversible, que sigue caminos propios de acuerdo a las particularidades de cada
nacin.9 El mismo est orientado a facilitar la convivencia entre las clases,
los grupos y las personas mediante el control y racionalizacin de las emociones, cumpliendo la educacin impartida a travs del hogar, la escuela
y los espacios de socializacin como las cortes, un papel fundamental en
la formacin de las costumbres y la educacin de los sentimientos.10
Como se ver en la investigacin, la nocin de civilizacin est sujeta a
negociaciones, a hibridaciones y lecturas diversas y uno puede ser el sentido desde el estado y desde el mundo masculino y otro desde las mujeres. Lograr respeto o tomar decisiones autnomas, por ejemplo, constituy un avance en trminos civilizatorios para muchas mujeres de la poca
estudiada. Esto no quiere decir que no hubiera, al mismo tiempo, un
carcter disciplinario, de control moral e incluso civilizador en el sentido
de imposicin cultural, como se muestra, por ejemplo, en el anlisis de
los textos escolares e incluso en las acciones de muchos maestros y maestras, que se ve cimentado y sirve a su vez de base de cimentacin de una
serie de prcticas y comportamientos, que deben ser entendidos y matizados de acuerdo al contexto.
En este estudio se busca, entonces, pensar en la educacin como un
sistema de poder en el que hay relaciones o juego de fuerzas, en medio de
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mar ese orden antes que para dar paso a una comunicacin abierta.
La Revolucin Liberal dio lugar a un proceso de secularizacin de la
vida social que permita, de alguna manera, la formacin de una prensa y
de una produccin cultural independiente de la accin clerical, as como
una circulacin mucho ms amplia de impresos e ideas. Sin embargo, no
se puede olvidar que se trataba de un momento de transformaciones en
donde continuaba teniendo un gran peso la opinin aristocrtica y la propia Iglesia Catlica. Habra que ver hasta que punto fue posible la generacin de una publicidad fuera de estas condiciones hegemnicas. La incipiente modernidad de la cual formaba parte el propio liberalismo, contribuy a la formacin de nuevos sectores sociales que buscaban constituir
sus propios espacios de comunicacin y opinin, y que de uno u otro
modo entraron en disputa con los espacios que hegemonizaban la vida
poltica y social del pas y de los cuales estaban excluidos. Es ah donde
tiene cabida el anlisis de estos espacios pblicos subsidiarios -como los
denomina Eley (2000) o contra pblicos subalternos (como los llama
Nancy Fraser) que surgen en los eslabones ms dbiles del dominio aristocrtico, favorecidos, en parte, por la accin del estado. Me refiero a los
espacios de produccin cultural, tanto en los campos artsticos y literarios
como los de la educacin. Pero tambin a los espacios abiertos a partir de
la organizacin popular alrededor de los gremios, sindicatos y otras asociaciones, aunque entre estos distintos espacios existan diferencias de
prestigio y autoridad. As por ejemplo, si bien el campo literario como el
pedaggico participaban dentro del mismo proceso de renovacin cultural en los aos 30 y 40, no lo hacen en condiciones de igualdad.
Crticos de Habermas como Calhoum (2000) han destacado que al no
describir el funcionamiento del resto de esferas pblicas no slo se produce un ocultamiento de esas esferas sino que esto no permite mostrar el
funcionamiento del campo de fuerzas sociales en su conjunto. En el caso
que analizo, por ejemplo, no se puede entender el proceso de constitucin
de la llamada cultura nacional en el Ecuador sin analizar el aporte de los
intelectuales de capas medias y dentro de ellos especialmente de los maestros y maestras, dada su influencia directa sobre la vida social. El carcter
subordinado de esas prcticas se expres en la publicacin de revistas y
publicaciones de circulacin restringida, pero tambin en la realizacin de
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Metodologa
Se asume como elemento de anlisis el contexto histrico-social y educativo (desarrollado en la primera parte) y a partir de ah, tomando como
metodologa el anlisis de las historias de vida y la micro-historia, se estudian aspectos especficos (que son planteados en la segunda parte). En el
caso de esta investigacin me pareci fundamental combinar una perspectiva de larga duracin que permita visualizar los cambios y transformaciones que se producen a partir del liberalismo- con un enfoque basado
en la micro historia y las historias de vida para entender las formas particulares del hecho social y descubrir el campo especfico de fuerzas (el
desarrollo de sistemas educativos transformadores de los comportamientos de las mujeres y la formacin de espacios pblicos paralelos femeninos) dentro de la escena educativa.12 En cuanto a la utilizacin de instrumental terico se parte de una visin interdisciplinaria de las ciencias
sociales utilizando conceptos de la sociologa, la historia y los estudios de
gnero (que deben a la antropologa conceptos claves relacionados con las
construcciones culturales, sistemas de significados, etc.) a la manera de
una caja de herramientas que permita penetrar en una realidad compleja
y aparentemente contradictoria. Antes del eclecticismo debera hablar de
una utilizacin abierta -y al mismo tiempo crtica- de autores que iluminan uno u otro aspecto de la realidad.
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La primera fase de la repblica (1830-1858) se caracteriz por el debilitamiento del mercado, tanto interno como externo, una tendencia a la
ruralizacin de la vida social y el fortalecimiento del sistema rentstico. El
funcionamiento del estado dependa, sustancialmente, del tributo indgena, suprimido slo al final de esta etapa, en l857. En un contexto como
ste predominaban las economas regionales y las formas locales de poder,
mientras que los aparatos estatales capaces de generar una integracin
nacional, como la educacin, se mostraban dbiles e ineficientes. El poder
estaba disperso y se asista a una gran inestabilidad poltica. Bajo esas condiciones tenan un gran peso los caudillos militares, los nicos en capacidad de imprimir algn tipo de orden, aunque fuese por la fuerza. A finales del perodo comenzaron a tomar peso las exportaciones cacaoteras y el
comercio de importacin (las aduanas pasaron a ser el rublo ms importante en el financiamiento del estado). Al mismo tiempo fue tomando
mayor importancia el puerto de Guayaquil.
En 1859 Gabriel Garca Moreno tom el poder en un momento en el
que el Ecuador corra el peligro de desarticularse ya que tanto en Quito
como en Guayaquil, Cuenca y Loja, se haban formado gobiernos autnomos. El proyecto garciano (1859-1875) desarrollado tanto por su
gobierno como por los que estuvieron sujetos a su influencia, estuvo
orientado a crear un gobierno fuerte y centralizado capaz de conciliar los
distintos intereses regionales, y sobre todo los de Guayaquil y Quito. Este
proyecto era el que de mejor manera responda a las necesidades de una
economa en la que las exportaciones se haban incrementado, la hacienda serrana buscaba la forma de incorporarse al mercado interno y el capital comercial y bancario se haca ms fuerte. Garca Moreno gobern con
mano dura e hizo todo lo posible por organizar un estado teocrtico,
capaz de instaurar una era de civilizacin cristiana, en trminos de
Demlas y Saint Geours (1988) o de modernidad catlica segn
Maiguashca (2005). Impuls el incremento del comercio, las obras pblicas urbanas y las vas de comunicacin, entre las cuales se debe mencionar el inicio de la construccin del ferrocarril. Adems, contribuy al
desarrollo cientfico-tcnico, al mejoramiento de la educacin y la asistencia social catlica. Igualmente, Garca Moreno estuvo preocupado por
crear y fortalecer los sistemas de coercin del estado y los mecanismos de
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control moral de la iglesia. La familia y al interior de ella la mujer educada bajo los principios del catolicismo, fue uno de los puntales ideolgicos
de ese proyecto.
Una vez muerto Garca Moreno se impuso un perodo de crecimiento econmico a la vez que de inestabilidad poltica y social. El ltimo tercio del siglo XIX se caracteriz por una creciente incorporacin del
Ecuador al mercado mundial en calidad de productor de materias primas
(particularmente el cacao) y consumidor de bienes manufacturados. Son
aos en los que se revivi el conflicto de intereses entre los sectores dominantes de la Sierra anclados en el sistema de hacienda y los de la Costa,
cuyo podero econmico se haba incrementado con la agro-exportacin.
Durante todos esos aos se desarroll la lucha poltica e ideolgica del
liberalismo radical.
El ascenso del liberalismo (1895-1912) se produjo por la va armada
con el apoyo de una amplia capa del campesinado de la Costa, organizado en montoneras as como de una intelectualidad progresista de clase
media. En trminos econmicos el liberalismo contribuy al desarrollo
del mercado interno y a la integracin de la Costa y la Sierra gracias, principalmente, a la construccin del ferrocarril. Adems fue el responsable de
la separacin de la iglesia y el estado: instauracin de la educacin laica,
matrimonio civil, beneficencia pblica, libertad de cultos, entre otros
aspectos.
Se ha dicho que el liberalismo contribuy a la modernizacin del estado y la sociedad civil, pero no intervino sobre la estructura terrateniente
y los sistemas de trabajo precarios. Para muchos, el liberalismo expres,
sobre todo, los intereses del capital comercial y bancario afincado en
Guayaquil. Si bien esto es cierto, no se pueden negar los logros de esta
tendencia al momento de impulsar reformas fundamentales en la estructura del estado, como es el caso de la instauracin del laicismo y la educacin, como se ver a lo largo de la investigacin.
Al interior del liberalismo se produjeron conflictos y contradicciones
entre una lnea radical (encabezada por Eloy Alfaro) y otra institucional
(dirigida por Leonidas Plaza). Estas pugnas tuvieron su punto culminante en el arrastre de Alfaro y sus colaboradores y la incineracin de sus
cuerpos (1912). El perodo que va de 1912 a 1925 ha sido caracterizado
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por los historiadores ecuatorianos como la etapa oligrquica del liberalismo. Leonidas Plaza, que pas a encabezar el ala moderada de los liberales, busc llegar a algunos entendimientos con la iglesia y los conservadores a la vez que sigui profundizando reformas como las educativas.
Polticamente Plaza termin con los ltimos conatos de lucha radical de
los seguidores de Alfaro. Tanto Plaza como su sucesor, Baquerizo Moreno,
pusieron el destino econmico del pas en manos del poderoso Banco
Comercial y Agrcola de Guayaquil. La subida al gobierno de Jos Luis
Tamayo, representante de esa misma plutocracia, coincidi con la crisis de
exportacin cacaotera. Entre 1918 y 1923 cay la produccin cacaotera,
arrastrando a otros sectores econmicos. Los comerciantes y banqueros a
travs de la emisin de papel moneda buscaron pasar los efectos de la crisis al pueblo. Esto provoc un clima de agitacin y enfrentamiento social
que tuvo su punto culminante el 15 de noviembre de 1922 cuando se
produjo la represin y masacre de obreros y manifestantes en Guayaquil.
El ltimo representante del liberalismo oligrquico, Gonzalo Crdoba,
fue derrocado el 9 de julio de 1925 por un grupo de militares progresistas que dieron paso a una etapa de reformas sociales que incluyeron campos como el de la salud, la seguridad social y la educacin, la llamada
Revolucin Juliana.
Entre 1925 y 1946 se vivieron los efectos de la crisis de la economa
de agro-exportacin cacaotera pero al mismo tiempo se asisti a un
momento de relativo fortalecimiento de la economa de la Sierra, a base
de un proceso de sustitucin de importaciones. Con la Revolucin
Juliana se dio un proceso de modernizacin del estado, que se expres,
entre otras cosas, en la centralizacin de la economa, el inicio de la asistencia y la seguridad social y el fortalecimiento del aparato burocrtico
Tambin fue un intento normalizador de las conflictivas relaciones regionales y expresin de la emergencia de nuevos sectores sociales en el
Ecuador (Bonilla 1987). El surgimiento de estos nuevos sectores y el
remozamiento de los antiguos dio lugar a la formacin de organizaciones
empresariales y sindicales as como a la constitucin de partidos polticos
modernos (liberal, conservador, socialista y comunista) y el desarrollo de
tendencias populistas. Durante ste perodo se sucedieron varios gobiernos, entre los que se destacaron, a ms de la junta militar instaurada des32
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res no form parte de los requerimientos del estado a no ser como complemento del hogar y mejoramiento de las costumbres, factor de distincin social y como extensin del cuidado domstico al espacio social. Esto
no signific que no hubieran existido mujeres que tuvieron una actuacin
pblica como las heronas del proceso independentista as como las literatas, publicistas o animadoras de salones literarios, en los que se discuta
cuestiones pblicas, sin embargo, las mujeres en su generalidad estuvieron excluidas de una participacin directa en las decisiones ciudadanas de
manera semejante a otros sectores subalternos. Garca Moreno (18601865, 1869-1875) abri una relacin entre la escuela y la educacin
domstica, haciendo de la institucin familiar y de la educacin de las
mujeres una extensin de los requerimientos del estado y la civilizacin
cristiana.
Los captulos dos y tres tratan sobre las reformas educativas que se dieron en el contexto de la Revolucin Liberal (1895) y la llamada
Revolucin Juliana (1925) y los gobiernos progresistas posteriores al liberalismo, que permitieron que algunas mujeres de sectores medios se insertaron en la esfera pblica. Estas reformas declararon como principio la
educacin laica, gratuita y obligatoria y la escuela como institucin
especializada, independiente de la familia. Si por un lado esas reformas
respondan a un nuevo tipo de preocupaciones estatales a favor de la
modernizacin econmica y social del pas, la formacin de una cultura
nacional y el mejoramiento de la poblacin, no se puede perder de vista
la accin de los agentes, en este caso el surgimiento de un nuevo tipo de
actoras sociales, las maestras, cuyos sectores ms avanzados cumplieron
un papel activo en el desarrollo de un campo pedaggico y en la generacin de prcticas educativas capaces de modificar actitudes, comportamientos, disposiciones mentales y corporales entre las estudiantes. En este
sentido, si bien las reformas liberales y post-liberales favorecieron la insercin de la mujeres en la vida pblica, esto no debe verse como un efecto
mecnico de la accin del estado sino como un proceso en el que fue
importante el propio accionar de las mujeres, concretamente de las maestras, que supieron aprovechar las circunstancias para introducir cambios
que favorecieran su condicin. Los captulos cuatro y cinco enfocan los
colegios femeninos laicos donde las maestras se insertaron y sus prcticas
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educativas. Me pareci fundamental entender los matices, a veces imperceptibles, introducidos por las maestras con el fin de facilitar la incorporacin de las mujeres al mundo del trabajo as como a la esfera social y
cultural en condiciones ms favorables. Las maestras contribuyeron a
crear espacios de comunicacin y de opinin en sus colegios dando paso,
a travs de esas prcticas pedaggicas modificadoras de comportamientos
y actitudes corporales y mentales, al largo proceso de constitucin de las
mujeres como sujetos modernos. Por ltimo, el captulo seis examina
cmo el inters de las maestras por participar en la vida pblica se expres en la construccin de su propia imagen pblica, en el desarrollo de
estrategias discursivas a travs de la prensa y la literatura y en acciones
polticas. Estas acciones constituyen un ejemplo de la creacin de un
pblico paralelo femenino, en el que las mujeres plantearon sus problemas, sus aspiraciones y las pusieron a discusin y a debate a travs de la
prensa, la literatura y las presentaciones en pblico. Se trata de entender
los trminos de su actuacin y cmo se dio ese proceso, no solo en lo que
tiene que ver con la bsqueda de cambios en las percepciones, comportamientos y actitudes de sus alumnas y, por tanto, en el juego de fuerzas de
clases y de gnero, sino en la resignificacin de ellas mismas como maestras y en la construccin de su imagen pblica.
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De acuerdo con esta visin la educacin tradicional se caracteriz por su atraso, oscurantismo y
ausencia de mtodos pedaggicos, de programas e infraestructura escolar.
Ver al respecto Javier Senz Obregn (1997).
Sobre este tema ver Carlos Paladines (1995, 2002).
Me remito sobre todo a los debates con la Iglesia mantenidos por Jos Peralta, uno de los idelogos del liberalismo.
Carlos Arcos, Valeria Coronel y Trinidad Prez, estn desarrollando sus propias investigaciones
sobre el proceso de constitucin de otros campos en el Ecuador de la primera mitad del siglo XX,
como el campo literario y artstico.
Con relacin a las crticas, entre otras, ver Nstor Garca Canclini, (1990: 36,49-50).
Pierre Bourdieu (1991a: 91 y ss). Se trata, como se ve a lo largo de la obra de este autor, de una
nocin que ha ido transformndose y que se la entiende nicamente con relacin a procesos concretos y a un campo social. Por lo dems, el propio Bourdieu reconoce las limitaciones de esa
nocin a la vez que la hace extensiva a una serie de aspectos especficos como habitus de clase,
habitus masculino, habitus individual, cultivado, etc.
Ver al respecto Mara Ins De Torres (2000), Pablo Ariel Scharogrodsky (2001).
Con respecto al carcter reversible del proceso civilizatorio o proceso de descivilizacin ver el
artculo Civilizacin y violencia del propio Elas (1994:141-151).
Si se compara esta nocin con la de Foucault se puede decir que sin ser antagnicas estn planteadas desde perspectivas distintas. Elas est pensando en trminos estructurales lo que Foucault
piensa desde la micropoltica. Se podra decir que a Elas le interesa estudiar la forma como se
organizan las estructuras afectivas a nivel global mientras que a Foucault le preocupan los sistemas de poder ejercidos sobre los individuos y las poblaciones.
Una elaboracin importante al respecto puede encontrarse en Pierre Bourdieu y Jean Claude
Passeron (1977).
No existen trabajos sobre el Ecuador que muestren la educacin de las mujeres en el largo plazo
y que me hubieran permitido comparar con la poca elegida para este estudio. Esta ha sido otra
de las razones para ampliar las referencias historiogrficas y reflexionar desde una perspectiva ms
amplia y comparativa.
Ver al respecto los trabajos de Blanca Muratorio (2005), Michiel Baud (1985), Lorena Nencel
(2000).
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Autores como Gellner (2001) han destacado la importancia de la educacin en la formacin de los estados pues constituye un factor importante
en la constitucin de una comunidad nacional. Esta situacin se evidencia ms en Amrica Latina. A diferencia de Europa donde el desarrollo del
capital comercial, las manufacturas y, en el siglo XIX, la Revolucin
Industrial, contribuyeron a la formacin de los estados nacionales, en
Amrica Latina se intent constituir la nacin a partir de aparatos estatales. Ossenbach (1993: 9) seala que al no existir una burguesa fuerte que
acte como agente de la modernizacin, solo desde la esfera estatal pareca posible cohesionar las divergencias y desigualdades de la sociedad.
Ante la coexistencia de tantas sociedades y la fragmentacin socioeconmica, el estado deba asegurar no solo la unidad territorial- administrativa, sino procurar igualmente la dinmica econmica, la representacin
poltica y el cemento ideolgico que vinculara y reuniera las fuerzas centrfugas. En cuanto a la formacin ciudadana, la ciudadana a la que se
remita la accin del estado tuvo como contrapartida, de manera permanente y naturalizada lo no-ciudadano. Este proceso parece haberse dado
en los pases latinoamericanos y fundamentalmente en los andinos1. Para
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miento. An cuando desde un inicio se desarrollaron instituciones centralizadas y una identidad patria, el estado-nacin slo pudo constituirse a
partir de una permanente negociacin con grupos de poder y corporaciones sociales locales (Maiguashca 1994). Para esto los gobernantes buscaron la alianza con caudillos y con los representantes de la iglesia. En el
caso del Ecuador con una sociedad fuertemente tradicional catlica y
donde las relaciones siguieron constituyndose alrededor de redes de
parentesco y donde primaban las negociaciones clientelares cara a cara,
un orden ciudadano liberal fue ms difcil de establecer. A esto debe
sumarse el hecho de que durante la primera mitad del siglo XIX, el
Ecuador dependi en un 30% del tributo de indios y el estado se convirti en garante del concertaje en las haciendas y plantaciones, las mitas y
el sistema de trabajo subsidiario en las obras pblicas, lo cual hace difcil
hablar de la construccin de una nacin en trminos modernos. El discurso sobre la ciudadana fue parte constitutiva del estado republicano
pero estaban excluidos muchos sectores sociales. Las capas populares
urbanas no slo que no cumplan con los requerimientos de instruccin,
bienes y propiedades que les legitimara como ciudadanos, sino que sus
puntos de vista, criterios, opiniones, no podan rebasar los lmites asignados a los estamentos tradicionales de las que formaban parte. Tambin las
mujeres, aunque no de igual forma ya que haba entre ellas diferencias de
raza y rango social, fueron parte de ese proceso de exclusin de toda intervencin directa en las decisiones ciudadanas. La patria potestad legitimaba el poder de los padres sobre los hijos y del esposo sobre la esposa
(Barragn 1999: 33). Pero esto no significaba que las mujeres no participaran en la vida social, como se ver en el siguiente acpite, aunque su
participacin haya sido restringida.
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los das mismos de la independencia del Ecuador con figuras emblemticas como Rosa Zrate o Manuela Senz.7 Las posibilidades abiertas por las
ideas de la Ilustracin y su compromiso con el proceso independentista
llevaron a estas mujeres en Quito o a Rosa Campuzano en Lima, a participar en los movimientos independentistas. Aunque estos eran casos
excepcionales, fue comn que las mujeres de sectores sociales altos participaran de la vida social en la organizacin de tertulias, reuniones y actividades conspirativas e influyeran en la poltica de manera indirecta,
entre bastidores. Esta parece haber sido una caracterstica comn a la
Amrica hispana:
En tiempos de la Independencia, la dama de la burguesa criolla es la
organizadora de la vida social, la encargada de establecer los contactos
entre polticos, negociantes e intelectuales, ya sea en Buenos Aires,
Santiago, Lima o Caracas (Arambel 1999: 69).
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Fig. 1. Lavanderas de El Buen Pastor a inicios del siglo XX. Archivo Taller Visual
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Hacia finales del XIX la escuela haba logrado incorporar a una parte
pequea pero importante de nios y nias urbanas de edad escolar y se
haba consolidado, conjuntamente con el hogar cristiano, como sistema
de formacin educativa. En realidad la escuela funcionaba como prolon54
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La escuela domstica
Para el proyecto civilizador cristiano, que tuvo repercusin ms all del
perodo garciano, la familia fue asumida a como escuela primaria de la
sociedad. Por un lado, se trat de incorporar a la familia a la accin del
estado (como educacin domstica) por otro, de fortalecer a travs de la
escuela el sistema de valores propios del sistema patriarcal. Se habl de
magisterio del hogar, pero tambin de sacerdocio de la paternidad. En
esa escuela, dice Juan Len Mera hacemos desde la cuna estudios buenos
o malos segn sean nuestros padres y la gente de que nos rodea. Si en la
familia falta moral o religin o si no hay buen ejemplo, si no hay cordura o tino de parte de los encargados por Dios del magisterio del hogar, de
ese como sacerdocio de la paternidad, de la escuela domstica, saldrn los
males que afectan la sociedad. Los padres catlicos no vean en sus hijos
herederos de su nombre y bienes de fortuna, sino de su fe y virtudes. La
educacin domstica formaba parte del proceso de formacin de una
nacin catlica y era percibida como proceso de asimilacin de una forma
de ser cristiana. Juan Len Mera recomend el cumplimiento de preceptos tales como: la lectura del Evangelio y la meditacin de sus enseanzas,
el ejemplo diario, el ejercicio de la caridad y la justicia, la inculcacin de
hbitos cotidianos. Dice que esos excelentes padres madrugan, se asean,
oran, arreglan la casa y la familia y luego se entregan diligentes y contentos a sus ocupaciones. No hay para ellos hora mal empleada, nios y nias
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Para Juan Len Mera, que fue uno de los iniciadores de los llamados
catecismos cvicos, ciudadana y educacin cristiana estaban unidas.32
De acuerdo al mismo, los padres catlicos que cumplen con su deber
cran y educan a sus hijos varones para un doble fin: cristianos para el
cielo, ciudadanos para la patria porque el primer fin asegura el segundo
pues es bien difcil que un verdadero cristiano sea falso patriota. Las
nias, en cambio, deban ser educadas para ser mujeres virtuosas: madres
de familia, religiosas o clibes cristianas.
La familia patriarcal ocup un lugar central en la organizacin de la
vida social durante esta poca no slo porque fue el eje a partir del cual se
organizaban las redes sociales, sino porque permita la reproduccin cultural de la sociedad blanco-mestiza. No se trataba de la familia nuclear tal
como la conocemos actualmente en el marco de una sociedad moderna
en la que los vnculos entre las personas tienden a definirse en un espacio
ms amplio, sino de un campo de relaciones personalizadas. La reproduccin de este tipo de familia ampliada supona una inversin considerable
de energa por parte de los involucrados. La sociedad estamental se basaba en la reproduccin constante de vnculos y relaciones y en eso las
mujeres participaban de manera activa. El aprendizaje de la vida en sociedad, de comportamientos acordes a una condicin de clase y rango, el
adiestramiento en determinados saberes y capacidades prcticas, estrate56
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Gran parte de los nios y sobre todo de las nias aprendan a leer y escribir a travs de sus padres o de institutrices que acudan a las casas. Tener
profesores en la casa constitua un signo de distincin social. Haca las
primeras dcadas del siglo XX esta situacin se fue modificando debido,
en parte, a la formacin de planteles femeninos. Sin embargo, para las
familias ms tradicionales, los valores recibidos por la mujer en la casa
eran mucho ms importantes que los recibidos en el colegio. Las mujeres
deban tener, al mismo tiempo, un grado de instruccin acorde a su clase;
educacin domstica y educacin formal se complementaban.
Desde una perspectiva conservadora haba una representacin edulcorada de la mujer que la llenaba de atributos morales y que serva de recurso retrico en los debates ideolgicos:
La mujer vive y reina unida al hombre, como hija, como esposa o como
madre, especialmente desde que la sublim el Cristianismo. Dios al crearla puso en su rostro la belleza, en su alma la sensibilidad, en su pecho el
cario; cubrindolo todo con el velo del pudor, segunda religin del bello
sexo... (Mora 1904)
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La mujer ideal era la mujer virtuosa, cuyo ejemplo por excelencia era la
Virgen Mara. La Inmaculada Concepcin constituy hasta tal punto la
encarnacin sublime de la mujer que muchas quiteas de comienzos del
siglo XX fueron retratadas al leo con traje blanco y manto celeste
(Fig.3).33 Las virtudes espirituales se complementaban con ciertas capacidades prcticas. Una mujer deba tener capacidad de mando: contribuir a
la organizacin del hogar y en ocasiones de la hacienda, educar a los hijos
y a la servidumbre en los valores cristianos y en el respeto a la autoridad
paterna. Al mismo tiempo exista una preocupacin para que la participacin de la mujer en la vida pblica sea controlada. Como advirti el
Arzobispo de Quito a las seoras de la Liga Catlica:
El hogar domstico es donde se ha de conservar (la seora catlica) siempre retirada y all no ha de estar nunca ociosa sino constantemente ocupada en alguna labor tilNo salgis de vuestra casa sin previo permiso
del jefe de familia: tened hora fija para salir y hora fija para regresarEn
vuestro hogar domstico habis de estar como en vuestro elemento propio. Sed seoras de vuestro hogar, amadlo y santificadloQue en vosotras no haya nada, absolutamente nada que reprender, ni qu censurar:
que todo sea correcto, laudable y edificante34
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especficas de conjugar los dos mundos, al interior de los cuales las mujeres desarrollaban distintas tcticas de participar de manera independiente
con relacin a la autoridad masculina. Pero si bien la Iglesia Catlica se
vea beneficiada por estas acciones caritativas, consideraba que deban
tener una importancia secundaria con respecto a las obligaciones del
hogar. El mismo Arzobispo de Quito, Federico Gonzlez Surez, historiador y hombre ilustrado, se encarg de recordarlo:
las seoras catlicas se han de conservar constantemente dentro de sus
casas y no han de salir de ah, sino cuando hayan llenado bien y completamente todas las obligaciones que ya como madres, ya como hijas de
familia, tuvieren para con los suyos. Al bien pblico no se ha de consagrar sino el tiempo que sobrare despus de llenadas todas las obligaciones
domsticas: evitad por lo mismo el engao funesto de descuidar el cumplimiento de los deberes de familia, para entregaros al ejercicio de prcticas laudables, pero de ninguna manera obligatorias.36
De acuerdo con este discurso, las mujeres podan participar del mundo
semipblico de la accin social, pero despus de cumplir a cabalidad sus
deberes con el hogar y la familia. Pero esto no quiere decir que esas mujeres no buscaran sus propios espacios, incluso en el mbito marcado por el
sistema patriarcal y por la iglesia, como puede leerse en el trasfondo del
texto anteriormente citado. La poca garciana fue en todo caso, la que
marc las pautas con relacin al lugar que las mujeres deban ocupar dentro del proyecto de construccin de la nacin catlica, proyecto que no
fue abandonado por los sectores conservadores ni siquiera despus de la
Revolucin Liberal y la separacin de la iglesia y el estado que impuls el
liberalismo. En todo caso, se trata de un momento en el que para las
mujeres la escuela era un complemento de la casa y no lo contrario, no
slo porque la escuela estaba poco extendida sino porque no ejerca an
el monopolio sobre los recursos educativos. Tanto en los centros de enseanza como al interior de las familias jugaron un papel importante los
manuales de conducta como instrumentos para la formacin de comportamientos civilizados y diferenciados de acuerdo al gnero. De esto voy a
ocuparme a continuacin.
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cia, atencin y respeto que le son debidos. El objetivo era adquirir buenos modales y buenas maneras, lo que Carreo llama la civilidad necesarias para la conservacin del orden y la armona que deba reinar en los
hombres. Muchos de los trminos que son expresin -an ahora- de la
civilizacin de las costumbres se encuentran all, otros han sido definitivamente superados. La civilidad es la decencia, la moderacin y oportunidad en nuestras acciones y palabras y aquella delicadeza y gallarda
que aparecen en todos nuestros movimientos exteriores, revelando la suavidad de las costumbres y la cultura del entendimiento. El respeto a las
convenciones sociales tena como objeto ser agradable en sociedad y para
esto se precisaba complacer siempre a todos y no desagradar jams a
nadie. El trato que deba establecerse no era igualitario para todos: la
urbanidad estima en mucho las categoras establecidas por la naturaleza,
por la sociedad y el mismo Dios, as que obliga a dar preferencia a unas
personas sobre otras. Para lograr estos objetivos se precisa, dice Carreo,
ser pacientes y tolerantes frente a los dems, ser atentos, afables y complacientes, sacrificando cada vez que sea necesario y posible nuestros gustos y comodidades a los ajenos. Tambin haba desigualdad en las prescripciones con relacin a los gneros. Las obligaciones y deberes eran an
ms rigurosas para las mujeres que para los hombres por ser ellas, esencialmente dispuestas para la virtud. Su virtud esencializada haca que si
bien aparecan en ellas con mayor brillo y realce las dotes de buena educacin, se notase an ms cualquier leve mancha que en los hombres
pasaba inadvertida:
La mujer tendr por seguro norte que las reglas de la urbanidad adquieren, respecto a su sexo, mayor grado de severidad que cuando se aplican
a los hombres. La urbanidad tiende a fijar las caractersticas consideradas
como propias de cada sexo y en el caso de la mujer su extremada delicadeza y dems circunstancias que le son peculiares. As como el hombre
que tomase el continente de la mujer aparecera como tmido y encogido,
la mujer que tomara el aire desembarazado del hombre, aparecera inmodesta y descomedida.
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El texto fue muy usado entre los sectores sociales altos y seguir el
Carreo constituy un sinnimo de distincin social. De acuerdo a las
entrevistas, las religiosas de La Providencia y Los Corazones, colegios para
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sectores sociales altos, fueron muy exigentes en su uso.40 En los programas de enseanza de estos colegios, se lo estudiaba en la materia urbanidad una hora por semana durante todos los aos.41
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colegios del pas. De acuerdo a una maestra, a travs de esta obra se enseaba al alumnado:
Los valores que debe tener la juventud en el sentido de la honradez, en el
sentido del cuidado personal, en el sentido de las normas sociales, en el
sentido del cuidado del pudor propiamente de la mujer, del respeto del
joven para la joven y de la joven para el joven, del respeto a los mayores,
del respeto a lo ajeno... De la forma y el horario que uno debe estudiar en
la casa, en el hogar...42
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La madre como reproductora por excelencia de estos valores deba auxiliarse en una pedagoga: los juegos preparaban a las nias para ser buenas
madres y esposas. Al mismo tiempo el texto muestra cierta desconfianza
hacia las escuelas y colegios, en trminos de lo que los ciudadanos de esos
aos entendan por cultura, es decir, las costumbres y valores aristocratizantes, independientemente de que los asumieran las elites o las clases medias:
La madre es maestra amorosa, solcita y sabia en la enseanza de sus hijos
y de modo especial de sus hijas, que la han de reemplazar ms tarde en
todas las variadas ocupaciones del hogar, as como en las dulces expansiones de la armoniosa vida familiar: ricos potajitos para agasajos de parientes y amigas, primorosos bordados y costuras, dibujo, piano, flores, mecanografa; si todo esto lo sabe la madre, se ve feliz al ensear a sus hijas...y
as no se pierden modales, costumbres y lenguaje de cultura social, que se
alteran en escuelas y colegios, sobre todo si estos no estn dirigidos por
personas de fina educacin, como generalmente se observa con dolor.
(Alarcn 1926:162)
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La base de la educacin de las mujeres estaba en la prctica de la virtud; de cualidades como el pudor, la honra, la docilidad, el afecto, as
como en la asimilacin de herramientas propias de la vida y el hogar
modernos. Una buena educacin para la mujer permita reproducir los
patrones de distincin y buena sociedad, patrones que paradjicamente,
trataban de ser asimilados por las capas medias blanco-mestizas. Los
aspectos fundamentales de la educacin deban ser la prctica del orden,
de la higiene y de la esttica en el gobierno del hogar del cual la mujer
sera reina y seora. Se trataba de una formacin que conduca hacia el
cumplimiento de su deber como esposa y madre siendo discreta, abnegada, tierna y sensible, heroica y llena de solcitos cuidados y sacrificios para
su esposo e hijos.
Segn el citado autor, una de las principales cualidades que deban
tener las mujeres y que constitua el fruto de una buena educacin, era la
actitud de obediencia o subordinacin ya que el hombre es la cabeza y la
mujer la costilla y para llegar desde abajo hacia arriba hay alguna distancia: la cabeza gobierna todo el cuerpo (Alarcn 1926:108-109). Y es que
la conducta que propiciaba esta educacin llevaba hacia la formacin de
mujeres dciles, que tenan que ceder para garantizar la paz domstica. Si
el hombre delinque por buscar o aceptar un amor ilcito, la esposa adquiere la misma o mayor responsabilidad si le niega su afecto y sus atenciones
y le priva de sus cuidados porque es como autorizarle y obligarle a que
busque afuera aquello que en su propia casa se le niega. Se dice que el
tino y la prudencia han hecho mayores conquistas que el poder de las
armas que el disimulo oportuno es virtud de almas grandes y que el
egosmo y la intransigencia destruyen la armona y la paz de los hogares
(1926:120-121).
Cuando se plantea que el valor y la importancia real de la mujer est
vinculada a su dignidad y no a su belleza y fortuna o que una nia pobre
si es candorosa y bien educada, es una joya. O cuando el autor desea para
sus hijas todos los conocimientos que hacen la perfecta mujer de hogar...
porque son tesoros que la mujer lleva consigo para valer por s misma,
teniendo en sus propias manos el bendecido y sabrossimo pan del trabajo que tanto honra y dignifica, est expresando los intereses de sectores
sociales carentes de capital econmico y social pero con un sentido de
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tratados de sociologa, de aquellos que ensean usos y costumbres sociales que ninguna mujer educada debe ignorar, para ser buenas madres de
familia y saber agradar en sociedad(1926:168). Se mira con desconfianza al feminismo engaoso y destructor que quiere borrar de su alma los
delicados sentimientos con los que la enriqueci la naturaleza para el
noble desempeo de su ministerio, y botarla al torbellino donde se agitan
los espritus de destruccin, dando muerte a la virtud y nobles distintivos
del espritu de la mujer. Tambin se critica que la mujer mendigue el
mendrugo de una oficina de gobierno, poniendo en peligro su
pudor(1926:163). Se aboga por un feminismo civilizador, que la haga
apta para desempear con provecho cualquiera de las profesiones adaptables a su sexo (pero) no se la debe lanzar al camino de la prostitucin, ni
se la ha de llevar a las luchas electorales, ni a las tribunas... (1926:197).
Los horizontes que se le deben mostrar y las puertas que se le deben abrir
deben estar en el campo que le seala la naturaleza.
No se trataba nicamente de discursos sino de disposiciones prcticas:
reglas, desarrollo de determinados gestos y virtudes femeninas, consejos
o llamadas de atencin, que tenan como fin ser incorporados al comportamiento cotidiano de las mujeres. Se trataba, en suma, de textos que contribuyeron a la civilizacin tal como se la conceba en ese contexto- y
buenas costumbres, no slo de las clases altas sino de las capas medias,
sealando para las mujeres un rol especfico y diferenciado dentro del
espacio domstico y la reproduccin social.
Para concluir este captulo quisiera resaltar que si bien el proyecto ilustrado de Rocafuerte intent impulsar la educacin pblica secular creando,
entre otras cosas, el primer colegio pblico para mujeres, no pudo consolidarse como sistema de formacin de la infancia ni tampoco incorporar a las
mujeres como sujetos activos de la nacin. La educacin catlica tuvo su
ms importante expresin durante los gobiernos garcianos (1860-1865;
1869-1875). En esta etapa la educacin religiosa y la formacin de las mujeres fue parte de la accin del proyecto de civilizacin o modernidad catlica del estado teocrtico, incorporando a la familia a travs de la educacin
domstica a la accin del estado y siendo la escuela su complemento.
Fue necesario analizar las propuestas educativas y de formacin de la
mujer anteriores al liberalismo porque muchos elementos presentes en
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Autores como Ossenbach (1993:17-19) distinguen entre los estados de Argentina, Chile y
Uruguay -de modernizacin temprana y migracin europea, donde se produce mayor integracin sociocultural- de los pases andinos, con poderes regionales dispersos, con una base tradicional muy marcada y donde hubo una mayor presencia de poblacin indgena, sobre la cual los
sectores dirigentes mantuvieron relaciones serviles, de tipo colonial.
El debate sobre esta lnea de anlisis puede verse en J.P. Deler y I. Saint Geours (1986). Los autores plantean que si se define un proyecto nacional en trminos de la creacin histrica de un
espacio y de una sociedad cultural y econmicamente integrada y homognea, en los Andes
habra un proceso inconcluso. Sobre el caso ecuatoriano ver Rafael Quintero y Erika Silva
(1998). Para una revisin actual de investigaciones sobre la conformacin de nacin en Amrica
Latina ver Michiel Baud (2005).
Demlas (2003) menciona que en los Andes una gran parte del comercio minorista estaba en
manos de mujeres criollas, mestizas o indias. Para el Ecuador ver Christiana Borchart de Moreno
(2001).
La lnea imaginaria marcaba la diferencia del ser racional y la civilizacin; o sea, habitantes que
estaban ms all de la igualdad ciudadana. Los indios, la mayora de los ecuatorianos, se convierten en sujetos republicanos que los ciudadanos van a civilizar (Guerrero (2000:31).
Al respecto ver Mary Louise Pratt (1995), Sara Radcliffe y Sallie Wesstwood (1999).
Sobre este tema ver Sandra Lauderdale (1993). La autora plantea que mientras para los amos la
calle era un lugar contaminado, peligroso y la casa el espacio protegido; para las esclavas la calle
poda ser un espacio de libertad, de afirmacin personal, de amistades y la casa de opresin y
encierro.
Al respecto ver la actuacin de Mariana Matheu de Ascsubi y Manuela Senz en Jenny Londoo
(1997), Carlos Paladines (2000).
Al respecto ver W.B. Stevenson (1808 cita Toscano 1960:224). En la poca posterior a la
Independencia, se conoce de las tertulias organizadas por Dolores Veintemilla de Galindo (alrededor de 1850) en Cuenca y por Marieta de Veintemilla (alrededor de l880) en Quito. Ambas
mujeres han pasado a formar parte de la historia intelectual del pas.
Cuando Manuela Sanz amenazaba la estabilidad poltica, Rocafuerte la desterr. El reconocimiento a su valor poltico solo se ha dado en los ltimos aos. Mara Cifuentes (1998) propone
que sus retratos realizados en varias pocas fueron construidos de acuerdo a la imagen que se
esperaba de las mujeres y no a sus caractersticas reales.
La primera accin republicana se produjo durante la Gran Colombia por Decreto Ley del 2 de
agosto de l821 en la que se fijaron ya algunos conceptos bsicos sobre la educacin pblica. Al
respecto ver Jorge Nez Snchez (1999: 9).
Sobre este tema ver Guadalupe Soasti Toscano (2005:160), Carlos Landzuri (1984:24 y ss),
Carlos Paladines (l998: 48 y ss).
Joseph Lancaster (1778-1838), cuquero de origen ingls, desarroll un sistema que permita
educar a grandes masas de alumnos a travs de la utilizacin de alumnos monitores. El sistema
lancasteriano representaba una solucin para la poca dada la carencia de docentes. Eso explica
su amplia difusin en Amrica Latina. San Martn y Bolvar, actores de la independencia en
Argentina y Los Andes, fueron impulsores de este sistema de enseanza (Caldeira, 2005).
Gaceta del Gobierno del Ecuador No. 163, 30 de mayo de l835, cita Daro Guevara (1956:30).
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que la mujer latinoamericana es vctima y, a la vez, superior moral y espiritualmente y, por tanto,
portadora del honor familiar. Se asocia la madre a la Virgen Mara frente a la inferioridad de los
hombres. Al respecto ver el trabajo de Sonia Montecino (1995) y una crtica al dualismo marianismo-machismo en Norma Fuller (1995). Para una discusin ms actual ver Marysa Navarro
(2002).
BPUCE, Boletn Eclesistico No. 1, Carta del Ilmo. y Rvmo. Seor Arzobispo a las Seoras de
la Liga Catlica. Quito, enero 1910, p. 5.
De acuerdo a Carole Pateman (1999) el contracto social fraterno en el cual se basa el estado
nacional moderno define y delimita las dos esferas: pblica y privada como mundos separados
de hombres y mujeres.
BPUCE, Boletn Eclesistico No. 1, Ao XVII, Quito, 1910, p.4.
El estudio clsico sobre el tema El proceso de la Civilizacin de Norbert Elias (1989) muestra el
proceso de constitucin de una cultura cortesana, basada en el desarrollo de formas de conducta civilizados, como punto de partida del proceso de construccin de estados nacionales en
Europa.
Hernn Ibarra (1998:39) tambin menciona que el Manual del diplomtico venezolano (18121874) fue ampliamente divulgado en Amrica Latina desde finales del siglo XIX.
Carmen Daz Orozco (1999) al estudiar el Manual de Carreo hace referencia de manera particular a la regulacin del ocio y del contacto corporal.
Testimonio de Marieta Crdenas (n.1915). Mi ta Laura estudi en Los Corazones y ah haba
aprendido el Carreo. Ella lo usaba en su casa de manera muy exigente. Entrevista en Quito,
diciembre del 2001.
AFL Informe del Ministro de Instruccin Pblica al Congreso de 1900, Informe del Director
de Estudios de la provincia de Pichincha.
Testimonio de la maestra normalista Enma Carrillo (n.1938). Entrevista en Quito, noviembre
del 2000.
Al respecto ver Zoila Rendn de Mosquera ([1923] 1963) y Rosaura Emelia Galarza (1959).
Agradezco a Raquel Rodas la citada referencia.
Testimonio de Marieta Crdenas (n.1915). Entrevista en Quito, diciembre del 2001.
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Captulo 2
Proyecto liberal, mujeres y educacin:
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ca (Fig. 5). Esto no quiere decir que los antiguos roles de las mujeres
como madres y esposas desaparecieran, pero hubo el intento de que se
secularizaran en funcin de la ideologa liberal del progreso y de las nuevas formas de control del cuerpo social y de los individuos.
En esos aos se dijo que la mujer pobre necesitaba crearse una situacin independiente y holgada por medio del trabajo; necesitaba del taller
para elevarse y ennoblecerse, necesita un salario honrado, que venga a ser
defensa de su virtud y centinela de su dignidad. Ms, si el estado liberal
ofreci a las mujeres puestos de trabajo en mandos medios y bajos de la
administracin pblica y en el magisterio y contribuy a su capacitacin
como artesanas, obreras manufactureras y empleadas de comercio, no
dej de generar una preocupacin moral, aunque fuera una preocupacin
de nuevo tipo. El Ministro de Instruccin Pblica Jos Peralta, quien fue
uno de los principales idelogos del liberalismo ecuatoriano4 , expres
textualmente:
Redimir a la mujer mediante el trabajo es moralizar la sociedad, extirpando vicios que son crcel mortal para los pueblos. Abrirle a la mujer el
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Liberalismo y educacin
La educacin fue uno de los campos de lucha ideolgica ms importante
durante la primera mitad del siglo XX: un espacio de enfrentamiento y de
juego de viejas y nuevas mentalidades. Esta lucha no puede entenderse a
partir de un reduccionismo econmico clasista ya que est directamente
relacionada con una economa simblica y con una disputa al interior de
un campo con sus propias reglas de juego (Bourdieu 1999b). Se trataba
de percepciones distintas con relacin a la educacin que respondan, adems, a una literatura que circulaba en la poca.7 Por otra parte, muchos
de los que se oponan al laicismo lo hacan en nombre de una tradicin
(Thompson, 2000). La defensa de las creencias y culturas locales, incluida la religiosidad popular, hizo que la oposicin al laicismo no slo comprometiera a las elites conservadoras, sino a sectores subalternos como los
artesanos y muchas mujeres, aunque es posible que los sentidos de esa
oposicin no fueran siempre los mismos.
Como se ha mencionado, la Revolucin Liberal estuvo orientada hacia
una modernizacin poltica del pas, en base a la separacin de la iglesia
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y el estado, el fortalecimiento de aparatos estatales centralizados y la generacin de espacios secularizados estatales, semi-estatales y privados como
la Junta de Beneficencia de Guayaquil, las sociedades jurdico literarias o
las agrupaciones obreras independientes. Sus acciones en el campo de la
educacin se dirigieron sobre todo a capas de la poblacin urbana, que
requeran de la instruccin para el desenvolvimiento de sus actividades y
para su incorporacin como ciudadanos. La educacin estatal constitua,
adems, un recurso importante dentro del proceso de secularizacin de la
sociedad. Con el desarrollo de la actividad mercantil y productiva, los
requerimientos educativos se ampliaron y diversificaron. El crecimiento
del aparato escolar durante las primeras dcadas del siglo XX coincidi
con la ampliacin del mercado interno y las actividades mercantiles, el
nacimiento incipiente de la industria y el surgimiento de nuevos sectores
sociales urbanos. La antigua composicin social de la poblacin que fue
resultado de una economa en la que predominaba el sistema de hacienda, los oficios y la produccin mercantil simple, comenz a modificarse,
constituyndose nuevos sectores sociales con intereses hasta cierto punto
diferenciados. Ah donde haban dominado los oficios con sus gremios y
cofradas as como las dependencias personales, comenzaron a surgir trabajadores independientes relacionados con la actividad fabril y manufacturera o el comercio, que requeran de un mnimo nivel escolar. Al mismo
tiempo, el manejo administrativo de las instituciones del estado, el registro contable, la estadstica, hicieron necesaria la incorporacin de una
burocracia medianamente preparada. La educacin contribuy a una cierta modernizacin del estado y a una ampliacin de los mbitos de control
pblico. Es en ese ambiente de modernizacin que algunas mujeres se
abrieron camino hacia el espacio pblico.
Donzelot (1998) muestra la preocupacin desarrollada por el estado
en Europa por el conocimiento de la vida cotidiana de las poblaciones: sus
condiciones de salud y de vivienda, su moralidad, niveles educativos, disciplina. Se trataba en trminos del mismo autor, de una polica de las
poblaciones dentro de la cual jug un papel importante la escuela. La
educacin contribuy al desarrollo del poder pastoral, concebido como
preocupacin sobre el conjunto de la poblacin y, al mismo tiempo, sobre
todos y cada uno de los individuos. En el Ecuador de los inicios del siglo
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dos. Ilustrado el criterio con la sana razn, el hombre se decide en primera lnea por la obligacin que tiene para con la Patria, entra en el conocimiento pleno de s mismo, de lo que vale y lo que debe aspirar. (Jaramillo
1911 cita Banco Central 1981: 537).
De acuerdo al mismo Jaramillo la educacin poda permitir a los artesanos o a sus hijos ocupar un lugar en la sociedad:
Esforcmonos, pues, compaeros de trabajo y jams perdamos la esperanza, porque nunca es tarde para alcanzar los puestos de honor que la democracia nos tiene sealados. Si la debilidad del carcter nos hace desconfiar
del xito tengamos presente la obligacin que tenemos de educar a nuestros hijos y a nuestros semejantes para que maana estos ocupen destinos
honorficos en la sociedad, sean tiles a la patria y bendigan nuestros desvelos. (Jaramillo 1911, cita Banco Central 1981: 540).
Este tipo de discurso era esgrimido en el contexto de una sociedad hegemnicamente aristocrtica en donde los sectores subalternos se vean en
la necesidad de desarrollar estrategias de reconocimiento en base a la acumulacin de formas de capital simblico alternativas. La educacin, conjuntamente con el trabajo honrado y el buen nombre, poda dar lugar a
que las clases medias y populares alcancen un sentido de respeto y dignidad y sean reconocidas en la vida pblica. Posiblemente la nocin de
decencia de la que habla Marisol de la Cadena (1994) haba pasado de las
elites a las clases subalternas. Las desigualdades sociales se explicaban en
el imaginario de los artesanos -imbuidos por la idea del progreso y empeados en un proceso de superacin gradual como individuos y como
clase- por una educacin insuficiente. No se trataba tan slo de un problema individual sino social, que era asumido de manera corporativa. Y
este era tambin el caso de las mujeres de clase media y popular empeadas en adquirir un capital educativo para sus hijos e hijas. En el captulo
cinco me referir, precisamente, a las estrategias desarrolladas por las
maestras para generar un sentido de dignidad entre sus alumnas en base
a la educacin y el trabajo.
Pero, quines accedan a la educacin? En el Ecuador la expansin del
sistema educativo se vio frenada por el carcter incipiente del estado y el
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del normal Manuela Caizares (1901) que las maestras fueron adquiriendo legitimacin y mayor nivel de profesionalizacin. Tambin el gobierno liberal abri cursos especiales para seoritas en el Conservatorio
Nacional de Msica (Fig. 6) y en la Escuela de Bellas Artes fomentando
adems, por medio de becas, los estudios de obstetricia y el ingreso a la
Facultad de Farmacia.
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Pblica Jos Peralta, la solucin para los problemas de la mujer solo poda
ser posible creando colegios y escuelas industriales, admitiendo a la
mujer en los estudios universitarios de utilidad prctica, con la proteccin
decidida al trabajo femenil.14 Este principio defendido por el liberalismo
orientado a combinar la instruccin con el trabajo manual, se plasm ms
tarde en la formacin tcnica. Me refiero, en particular a las escuelas de
artes y oficios y al Liceo Fernndez Madrid, aspecto que ser tratado en
el captulo cinco. En principio, los centros educativos creados por el liberalismo ya no estuvieron dirigidos slo a una elite sino a capas ms
amplias y, de manera particular, a las capas medias y bajas. Con respecto
a las mujeres su mbito fue ms all del domstico aunque este sigui
siendo uno de los ejes importantes.
Pero qu significaba para el liberalismo incorporar a las mujeres a la
educacin? An cuando el liberalismo concibi la formacin de las mujeres bajo los parmetros del laicismo, fue dentro de los lmites del sistema
patriarcal. Inclusive para muchos hombres pblicos que se adscribieron al
liberalismo, el hogar continu sujetndose a un sistema moral al interior
del cual la autoridad del padre, el sentido de culpa y el control de los cuerpos de las mujeres era fundamental, reproduciendo de ese modo una suerte de divisin moral y de creencias entre los gneros. Esta divisin estuvo
relacionada, en parte, con los requerimientos del mundo social de ese
entonces: uno era el mundo pblico masculino secular en el que se disputaba el poder a los conservadores y la iglesia y donde las propias mujeres iban ganando espacios, y otro el mundo domstico en el que continuaban siendo importantes los valores religiosos catlicos y los mecanismos de control que garantizan la reproduccin endogmica como grupo.
El propio gobierno liberal aunque fue creando un aparato y un sistema
educativo propio, continu proporcionando becas para mujeres en algunos colegios religiosos como Los Sagrados Corazones, La Providencia y El
Buen Pastor, los mismos que haban sido separados del estado y proclamados particulares. Igual puede decirse con respecto a la formacin en los
oficios. En 1906 el gobierno de Alfaro apoy, mediante un decreto, a la
Asociacin de Seoras de la Caridad para la edificacin de la Escuela de
Artes y Oficios de Quito, por cuyo apoyo el gobierno liberal tena derecho a colocar en dicha escuela la mitad de las educandas.15
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Lo que quiero destacar en trminos conceptuales es que si bien la educacin de las mujeres se convirti en poltica estatal, esto fue posible en
medio de la discusin y el debate de mujeres ilustradas
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Aparte de la educacin individual y de las excepciones personales, es necesario que la educacin pblica tenga un carcter especial y definitivo que
le fije un ritmo y oriente hacia una finalidad determinada: se proponga
hacer de ellos lo que, segn un tipo tomado como modelo, debe ser para
mejor provecho de la humanidad y para el pas que fue su cuna. (Espinosa
1916, cita Uzctegui l984:158).
Este texto de Espinosa Tamayo es bastante claro: la educacin debe orientarse de acuerdo a una finalidad pblica y hacia el progreso. Plantea que
en Grecia la educacin estaba en funcin de valores estticos, mientras
que en la Roma Imperial se educaba para la guerra. Todos los pueblos
jvenes, o en estado de rejuvenecimiento, Argentina, Estados Unidos,
Japn, se esfuerzan en educar en sus escuelas a sus ciudadanos en el ideal
del mayor engrandecimiento de su Patria. En el caso de pases como el
Ecuador en los que por factores tnicos y geogrficos, se da una tendencia a la indolencia y apata que impide avanzar hacia el progreso, la educacin debe ser eminentemente correctiva. En estos pases, dice Espinosa:
La educacin debe tender a cultivar y educar las cualidades contrarias, es
decir la constancia, la energa, la iniciativa personal, el espritu de empresa, el sentimiento del deber y la obediencia, contrario a la rebelda de
nuestra raza y de su resistencia a cumplir las leyes prohibitivas o coercitivas y por ltimo, como base esencial que desarrollara el espritu de solidaridad y creara el valor cvico y la virtud ciudadana tal olvidados por
nosotros y el amor a la Patria (Espinosa 1916, cita Uzcategui 1984:159).
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Como modernizador intent someter a la educacin a un proceso racionalizado, centralizado y uniforme y, sobre todo, modificar algunos de sus
aparatos de funcionamiento.26 Dilln fue, junto al tambin Ministro de
Instruccin Pblica Manuel Mara Snchez (1914), el principal gestor de
la primera Misin Alemana que se preocup por dotar a las escuelas y a
los normales de elementos modernos de la enseanza como muebles, textos escolares y edificaciones. Para ello cre la oficina de Fomento Escolar
cuyo mrito, se dice en el Informe de 1913, consiste en el influjo tcnico que ejerce sobre la enseanza, introduciendo el uso de los muebles,
textos y tiles que demanda la enseanza objetiva y que han sido hasta
hoy desconocidos en el pas; en la orientacin pedaggica que resulta de
adoptar los mejores y ms adecuados textos, escogidos entre lo ms notable que en la materia produce el extranjero y en el valor cientfico que
implican todas estas mejoras en la tcnica de la enseanza... Mencion
que en ese ao los muebles para escuelas han comenzado ya a llegar a la
Capital: son bancas unipersonales graduables del modelo uniformemente
adoptado en los Estados Unidos. La educacin que se quera impartir se
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vaciones sociales y educativas, por otro, en trminos civilizatorios y disciplinarias.29 El herbartismo constituy un apoyo significativo al proyecto
estatal de educacin laica. Se dijo: laicismo y herbartismo se sintetizan
en la idea de recobrar la libertad del actuar y del pensar del
alumno(Gmez 1993:59). Cuajaban con la idea del progreso liberal e
insertaban al Ecuador en las corrientes y tendencias que se haban
impuesto en la educacin latinoamericana.
Las misiones pedaggicas alemanas se instalaron en Colombia,
Argentina y Chile. Discpulo de la primera fue Manuel de Jess Andrade
quien vino al Ecuador en l904, mientras que los educadores ecuatorianos
Emilio Uzctegui y Reinaldo Murgueytio se formaron en Chile (Gmez
1993:57). Tambin se debe destacar que algunas maestras obtuvieron
becas de estudio que les permitieron capacitarse en el exterior. Fue el caso
de Mara Anglica Idrobo, quien viaj a la Argentina y al Uruguay y
Mara Anglica Carrillo a Alemania. A estas maestras me referir en los
captulos cuatro y cinco.
De acuerdo a algunos egresados de los normales, el mtodo herbatiano fue practicado por los pedagogos alemanes de acuerdo a la situacin
social del Ecuador de la poca (Gmez 1993:59). Los pedagogos de esta
Misin formularon planes de trabajo, elaboraron programas, prepararon
materiales, introdujeron la correccin de cuadernos con valoraciones y
establecieron un sistema de calificacin escolar en los normales de principios de siglo. Estos aspectos fueron difundidos entre los maestros del pas
a travs de los cursos intensivos - creados para profesionalizar al magisterio de manera urgente- y las conferencias pedaggicas. La Primera
Conferencia Pedaggica Nacional se realiz en Quito en l916 y recomend entre otros aspectos el estudio del lugar natal previo al estudio de historia y geografa, la inclusin de la educacin tcnica, los deportes y actividades domsticas en las escuelas femeninas, el establecimiento de escuelas primarias con seis grados y la estructuracin de un horario con perodos de descanso para los alumnos. Autoridades y maestros se reunieron
para examinar el nuevo Plan de Estudios de la Instruccin Primaria y discutir las innovaciones que se estaban implementando en la educacin.
Sobre este Plan se dice: no slo permiti revitalizar a un magisterio que
a duras penas contaba con el mnimo prestigio social en la vida pblica,
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Caizares no poda funcionar por falta de alumnas. Los relatos de las primeras maestras normalistas abundan en detalles sobre las dificultades que
tuvieron para concurrir al Normal. Eran tildadas de masonas laicas y
otros eptetos de carcter moral. No slo por razones econmicas, sino
ideolgicas y culturales, la introduccin del laicismo como sistema nacional tuvo que contemporizar con la educacin religiosa impartida por el
clero, sin lograr un monopolio completo sobre los recursos educativos.
Una de las percepciones comunes en ese tiempo era la de que la educacin pblica instrua a los individuos pero no los formaba moralmente.
Y este aspecto, en el caso de la educacin de las mujeres, se volva ms
controvertido an.
Uno de los temas ms debatidos fue la coeducacin. El problema no
se dio con relacin a los primeros grados sino a los grados superiores de
la escuela primaria y a los colegios secundarios. En la prctica la coeducacin comenz a aplicarse a nivel secundario en el colegio Meja (1897)
donde se graduaron las primeras mujeres que fueron a la universidad,
pues aunque en forma mayoritaria los alumnos eran hombres, se admitan mujeres (Fig. 9). Igualmente algunas mujeres fueron alumnas del normal Juan Montalvo de varones incluso cuando ya funcionaba el normal
femenino Manuela Caizares (l901), porque no exista ninguna disposicin contraria. En la educacin primaria la coeducacin comenz a aplicarse en algunos establecimientos laicos de comienzos de siglo y especialmente en las escuelas rurales, que en su mayora eran mixtas.
Pero el debate que se produjo en esos aos muestra que fue un tema
delicado, complejo y motivo de diversas posiciones contrarias. En las
Lecturas para Maestros del educador liberal Celiano Monge (1906:5) se
valora especialmente el encuentro natural entre nios y nias. Otro
educador liberal, Campo Elas Bravo (1934) quien fue Director de
Estudios de la Provincia del Carchi, plantea que en las escuelas mixtas
rurales, donde se encuentran reunidos de manera natural desde la primera infancia nios y nias, se puede comenzar una iniciacin cientfica de
la coeducacin, de una educacin donde ninguno de los sexos puede ser
segregado, ya que aprende muchas materias en comn, comparte muchos
juegos, con libertad para estudiar juntos, para gozar juntos en sus ratos de
recreo, en sus paseos, excursiones, etc. Para Campo Elas Bravo este sis102
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tema tena muchas ventajas ya que estaba en perfecta armona con lo que
suceda en todos los momentos de la vida social contempornea, donde
se considera a hombres y mujeres como trabajadores de valor idntico en
la sociedad humana, llamados a laborar juntos, a ayudarse mutuamente
en la lucha comn y marchar unidos por los derroteros que conducen al
progreso y armona social. Bravo cree que se debe mantener en la escuela, como en la vida, juntos a nios y nias. El ejemplo paradigmtico sera
Estados Unidos el pas clsico de la coeducacin donde se ha experimentado desde hace un siglo la escuela coeducacional con magnficos e innegables resultados.
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las mujeres a la educacin y que era parte de una realidad que vena desde
el siglo XIX en Latinoamrica. Carlos Newland (1991) plantea que debido al salario tan bajo, haba una escasez permanente de profesores y que
esto slo se superara cuando las mujeres pudieron acceder a la profesin
para ensear en escuelas de nios o mixtas. Para las mujeres era una
opcin laboral ms razonable que para los hombres y estaban dispuestas
a aceptar los bajos salarios ofrecidos. Sin embargo, los dos casos fueron
factores favorables para el trabajo de las maestras las que, como ver en los
captulos cuatro y cinco, contribuyeron a formar nuevos comportamientos y formas de ser en las mujeres de sectores medios y populares de
Quito.
En definitiva, el liberalismo visibiliz a las mujeres generando en ellas
una doble posibilidad: de sujecin a nuevos sistemas de valores y necesidades pero tambin a su construccin como sujetos. En efecto, el discurso liberal ya no circunscribi el rol de las mujeres a ser guardianas del
hogar, sino que comenz a plantearse su incorporacin al mundo pblico y productivo. En este debate jugaron un papel importante las mujeres
ilustradas que plantearon el acceso a la educacin como un deber y derecho ciudadano.
Desde el punto de vista de los actores involucrados, en el perodo liberal la educacin constituy un capital cultural que sirvi a las clases
medias y entre ellas las mujeres y maestras, para disputar un espacio en la
esfera pblica. En ese sentido, fue un recurso individual y de grupo para
avanzar en un campo de fuerzas. Las reformas del liberalismo erigieron
como sistema de enseanza la educacin laica y la escuela como institucin especializada, independiente de la familia y de la iglesia, principios
que entraban en pugna con los sectores ms tradicionales que haban
monopolizado los recursos educativos como medio para el ejercicio de
una hegemona cultural. Este proceso de instauracin de nuevos patrones
educativos fue parte de la secularizacin de la sociedad y de crecimiento,
diversificacin y modernizacin del estado y de la economa, pero tambin de la constitucin de un campo pedaggico. Es en ese clima de debates y pugnas, rupturas e innovaciones en el que las propias mujeres tuvieron mayor acceso al sistema educativo y al mundo del trabajo, donde se
forma el grupo de mujeres ilustradas que da paso a la constitucin de un
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Al respecto ver Segundo Manifiesto de los Obispos del Ecuador sobre la Ley de Matrimonio
Civil (1902) y Sexto Manifiesto de los Obispos del Ecuador sobre la Ley del Matrimonio
Civil (1903) en Banco Central del Ecuador (1980: 251 y 280).
AFL, Mensaje del Presidente de la Repblica a la Asamblea Constituyente el 2 de junio de l897.
AFL, Exposicin del Ministro de Instruccin Pblica, Mensajes e Informes al Congreso de 1907.
Jos Peralta (1855-1937) fue Ministro de Relaciones Exteriores, de Instruccin Pblica y de
Hacienda en las dos administraciones de Eloy Alfaro (1895-1901 y 1906-1911). Adems, fue
jurista, internacionalista, investigador histrico, escritor y publicista. Algunas de sus obras son:
Aos de Lucha, La Moral Teolgica, La Naturaleza ante la Teologa y la Ciencia. Tipos de mi Tierra,
Eloy Alfaro y sus Victimarios, Lecciones sobre Historia del Derecho, etc. En sus obras se destaca la
defensa del liberalismo en oposicin al clericalismo.
AFL, Informe del Ministro de Instruccin Pblica al Congreso Ordinario de 1900.
AFL, Informe del Ministro de Instruccin Pblica al Congreso Ordinario de 1900.
Los educadores estaban al tanto de los textos de Herbart, Dewey, Pestalozzi, Froebel, Montessori,
etc.
Sobre el proceso de incorporacin de nuevos sectores sociales a la preocupacin del Estado ver
Kim Clark, (1995), Andrs Guerrero (1994), Ana Mara Goetschel (1999).
Al respecto ver el texto escolar Hogar y Escuela de Leonidas Garca y Csar Silva (1949).
Alrededor de l880 para ser ciudadano se requera ser varn, propietario y haber pasado por la
escuela. Esto exclua a la mayora de la poblacin. La alfabetizacin continu siendo uno de los
requisitos para acceder a derechos ciudadanos bsicos como el voto hasta 1979.
Tambin se seala que en educacin el Ecuador ocupaba el tercer puesto en Amrica Latina.Ver
al respecto Enrique Ayala Mora (1994: 292).
AFL, Exposicin del Ministro del Interior y Mensajes e Informes al Congreso de l898.
Algunos testimonios de estas mujeres muestran las dificultades que tuvieron para moverse dentro de estos espacios masculinos.
AFL, Informe del Ministro de Instruccin Pblica al Congreso de 1900.
AHM, Junta C. Beneficencia, Comunicaciones recibidas Fs. 52, 1906.
En esas negociaciones las rdenes religiosas femeninas se mostraron menos beligerantes con el
liberalismo.
Mujeres liberales como la escritora Hipatia Crdenas de Bustamante se adscriban a un feminismo maternal, por ejemplo.
AFL, Informe del Ministro de Instruccin Pblica, Informes y Mensajes al Congreso de 1900.
En el caso de Colombia la escuela nueva se inici bajo un gobierno liberal pero fue desarrollada
por gobiernos conservadores y con la venia de la Iglesia Catlica, de manera distinta al Ecuador.
Manuel de Jess Andrade tambin dirigi la revista Repertorio de Instruccin Pblica para la difusin de la moderna pedagoga. Por su parte el profesor espaol Fernando Pons fue el primero en
incorporar la psicologa dentro de los programas educativos.
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Captulo 3
Campo educativo y
construccin de gnero: 1925-1946
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De acuerdo al maestro Gonzalo Rubio Orbe, una de las razones de la participacin poltica de maestras y maestros capaces de iniciar e incentivar
las luchas ideolgicas y polticas en el pas a travs de partidos polticos,
sindicatos, grupos intelectuales, fue la educacin que recibieron: en contacto con los problemas sociales del pas y con los educandos y que les
permiti desarrollar mentes amplias, crticas y juiciosas.6 Este era adems, el clima intelectual en el que se desarroll la llamada generacin de
los aos 30, integrada por escritores, artistas, luchadores y luchadoras
sociales. Es interesante constatar que algunas militantes de izquierda de
estos aos fueron maestras: Virginia Larenas, Raquel Verdesoto, Laura
Almeida, Mara Luisa Gmez de la Torre, del Partido Socialista; Nela
Martnez del Partido Comunista.
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Son aos en los que se puso nfasis en la maternidad como base de la proteccin de la infancia. Se sigui afirmando que la mujer estaba destinada
al hogar puesto que era la que engendraba a las futuras generaciones, pero
la percepcin sobre lo que deba ser una madre era distinta. Ya no se trataba nicamente de una imagen virtuosa, llena de atributos morales y con
capacidad prctica para manejar el hogar. Si bien esos atributos haban
sido sealados como indispensables para las madres en los antiguos libros
de conducta, ahora ellas deban ser conocedoras de los ltimos avances de
la ciencia sobre nutricin y puericultura, nuevos conocimientos que
comenzaron a implementarse en los colegios femeninos de la ciudad.13
Como ver en el captulo cuatro, el normal Manuela Caizares fue uno
de los primeros planteles educativos en implementar la puericultura. La
necesidad de prepararse para la maternidad adquiriendo conocimientos
biolgicos, ticos y econmicos, se convirti en un nuevo imperativo que
colocaba al hogar en manos de la escuela y de los programas escolares.
Para la iglesia, por el contrario, lo prioritario era la formacin moral cristiana. Tambin se trat de formar una nueva concepcin de madre entre
los sectores populares. Entre otras medidas se estableci un concurso de
higiene infantil para madres que sepan cuidar a sus nios:
El Dr. Carlos Andrade Marn, Jefe del Servicio Mdico del Seguro Social,
a ms de su contribucin personal dictando conferencias sanitarias en el
barrio de Chimbacalle como parte de la campaa de salud, ha instituido
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Se recalc que no era un concurso de nios gordos, sino de madres cuidadosas. Se deca que se trataba de evitar y prevenir la mortalidad infantil creando la Casa de la Madre para los sectores populares.15 Las polticas de proteccin a la infancia no fueron ajenas a las condiciones concretas del pas, a la crisis econmica existente y al alto ndice de mortalidad
pero eran resultado, sobre todo, de un nuevo horizonte mental que asignaba al estado el cuidado de las poblaciones y converta a las familias y a
las madres en agentes intermediarios de las acciones estatales. Adems, las
familias empezaban a estar vinculadas a la escuela y a los centros de salud
y proteccin infantil. Es cierto que eso obedeca a una situacin real en
esos aos pues los ndices de mortalidad infantil hasta los 10 aos oscilaban alrededor del 40%, lo cual significaba que la mitad de las defunciones corresponda a nios menores de esa edad pero, al mismo tiempo, se
haba desarrollado una nueva visin estatal que cambi la percepcin
sobre las mujeres y las polticas con respecto a ellas. Es posible que en pocas anteriores hayan existido condiciones de mortalidad y salubridad
semejantes o an peores, pero hasta este momento no haban sido visibilizadas o puestas de relieve por las investigaciones de los higienistas, mdicos y maestros, ni por los sistemas asistenciales estatales.
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daar a las futuras generaciones, por la preocupacin de formar un conjunto nacional compacto, de mejorar la raza ecuatoriana y por tanto la
nacin (Clark 1995:246). Por eso no se debe caer en un anlisis esquemtico, sino analizar las distintas propuestas en este sentido. Si bien haba un
intento de incorporar a las masas a la vida nacional, no se puede afirmar
en abstracto que se trataba de eliminar las caractersticas culturales indgenas, por ejemplo, para imponer un modelo cultural nico. Esto se puede
ver al explorar de qu manera la gimnasia y el deporte estuvieron ligados
a incentivar el civismo y coadyuvar con las ideas de patria y nacin. En
1930 con motivo del centenario de la fundacin de la repblica, el
Departamento de Educacin Fsica organiz algunos nmeros en todos
los lugares: La Carrera del Inca, La Revista Nacional de Gimnasia y el
Concurso Intercolegial de Pentatln. La carrera incsica fue organizada a
semejanza del correo de los Incas. Esta carrera no slo incorporaba el
Incario y los smbolos indgenas a la idea de nacin sino que permita trazar un vnculo imaginario entre distintas zonas y regiones del pas.25 Con
respecto al desfile y la Revista Nacional de Gimnasia se dice:
En la maana del 24 de mayo a las 8 a.m. se realiz simultneamente en
284 centros escolares, el desfile de ms de 100.000 nios que entonaron
la marcha escolar Patria verificndose luego, en los mismos lugares una
grandiosa Revista de Gimnasia, con participacin de 50.000 alumnos de
ambos sexos, en las escuelas fiscales y municipales, que desarrollaron el
mismo programa en toda la repblica.26
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tante fue la introduccin de dispositivos administrativos (registro de profesores, escalafn y ficha de los profesores, informes impresos de labores)
de medicin del rendimiento, conducta y condiciones de los nios, as
como de sus condiciones de salud.
Sin embargo, en todo esto existi una situacin que no se puede perder
de vista. An cuando en el discurso de maestros y maestras se plante la
necesidad impostergable de llevar a cabo la higiene escolar y la inspeccin
mdica, en l933 se reconoce su insuficiencia: Ante la magnitud del problema, resulta insuficiente el nmero de mdicos y dentistas escolares,
principalmente en las provincias de mayor densidad demogrfica y de climas insalubres. Tambin se dice en un documento oficial: Excepto las
provincias de Pichincha y de Guayas, que cuentan con dos mdicos, un
dentista, un peluquero y una enfermera, todos los dems no tienen en el
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presupuesto vigente ms partidas que para un mdico y un dentista escolar.31 Pero hubo otra contradiccin mayor. El maestro Nelson I. Torres
(1951:117) seal al respecto lo intil de estas medidas al referirse a la
situacin del pas: de qu valen la enseanza de higiene, los consejos
sobre alimentacin, sobre la vivienda, etc. si la situacin econmica, el
concertaje de indios existente, mantienen a los hombres en condiciones
miserables... Los estudiosos del tema llaman la atencin sobre la relacin
entre estas medidas y propsitos discursivos y las posibilidades reales del
estado. El planteamiento discursivo de que la primera de las obligaciones es el cuidado de la vida era relativo si se toma en cuenta sus resultados en todo el pas en momentos de crisis y precariedad del sistema fiscal.
El estado al mismo tiempo que inclua, no dejaba de ser profundamente
excluyente. En el caso de la educacin, el porcentaje de los nios incorporados a sistemas como el de la educacin activa fue bastante bajo y sus
alcances limitados en trminos de construccin de ciudadana. Pero, por
otra parte, la participacin de los nios de las escuelas pblicas en actos
patrios como la Carrera del Inca al mismo tiempo que generaba las bases
para una cultura nacional basada en la idea del mestizaje no contribua a
la formacin de identidades urbanas de nuevo tipo, en condiciones de
disputar la hegemona aristocrtica sobre la cultura nacional y local? Es
posible que en la nueva correlacin de fuerzas del campo educacional y
social de ese entonces, tuviera un papel importante.
El laicismo, como ideologa del estado liberal, defendi la necesidad
de separar la escuela del sistema clerical y se preocup por el incremento
de los establecimientos financiados por el estado, pero no logr romper
con la mayora de las rutinas pedaggicas. Paladines (2002:86) afirma que
el 60% de los textos escolares que se utilizaban en los colegios nacionales
en la poca liberal eran los introducidos por el clero. Sin embargo, es
importante destacar por sobre lo cuantitativo, los cambios cualitativos
que se produjeron en los textos escolares a partir de la educacin laica.
En los nuevos textos escolares producto de la educacin laica se observa en primer lugar el nfasis en el lugar natal, que diriga la mirada de
nios y nias hacia su entorno inmediato: el campo y la ciudad, el barrio,
las plantas nativas, las actividades diarias. En el texto de lectura Hogar y
Escuela, por ejemplo, una decena de temas corresponden a sitios del pas:
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Estos textos difieren de los textos catlicos, incluso de los elaborados bajo
nuevas tecnologas educativas, en la medida en que en estos continu
ponindose nfasis en los defectos y virtudes morales: La clera de
Eugenio, Ramn el perezoso, Mariano el indcil, que terminan con
moralejas de este tipo: el nio dcil no se deja llevar por sus caprichos;
Los glotones se acarrean agudos dolores y graves enfermedades; El nio
descuidado causa gravsimos pesares y amarguras a sus padres(Fig. 15);
Los nios educados andan siempre con gran formalidad por la calle; A
nadie le gusta estar junto a un nio molesto y malcriado; Nuestro Seor
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Todas estas lminas muestran una imagen de nia hacendosa, afable, pulcra y
tambin en algunas (minoritarias) como la
lmina Blanquita nia ejemplar tambin se incorpora la imagen de la nia
estudiosa (Bez y Cevallos s.r.). En una
escena de Nuestro Hogar el padre lee
mientras la madre est cocinando. En las
actividades en el hogar solamente intervienen la mam y la nia. Como se observa, haba un rol diferente asignado a los
nios y nias en las actividades y tareas
hogareas aspecto que tambin se vea
reflejado en la vida cotidiana.36
Fig. 19. Caminitos de Luz.
En esta visin se entiende que los nios
se estaban preparando para la vida pblica, mientras que a las futuras
mujeres les estaban reservada el mundo de la casa. Tambin el libro de lectura Hogar y Escuela (1949) responde al mismo planteamiento. Como
hice referencia en el captulo dos, se trataba de un libro de lectura obligatoria para los V y VI grados de la escuela primaria que fue utilizado por
cerca de 20 aos. En una seccin se destaca la labor del herrero, el carpin135
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tero, el hroe ferroviario que, a cambio de su vida, salv a los que iban en
el ferrocarril, los heroicos bomberos de Guayaquil, el indio mayoral de
hacienda que fue explotado mientras fue til pero abandonado a su suerte cuando envejeci, lecturas que pueden mostrar la incorporacin de
nuevos sectores sociales a la idea de la nacin (la escuela laica, gratuita y
obligatoria, cumple adems, estas funciones) pero an cuando las mujeres ya participaban en la vida pblica, no hay la imagen de la mujer profesional. La nica mencionada es la lechera ilusa que imaginando todo lo
que hara si lograba vender la leche, la riega (la conocida fbula de
Samaniego). Esta fbula coincide con la representacin comn de la
mujer como desubicada y poco prctica. Aunque en esa poca muchas
mujeres trabajaban en diversas actividades fuera del espacio domstico, las
referencias a las mujeres son ms bien a las de la madre. Se pone mucho
nfasis en el sublime amor materno y en las virtudes que van acordes
con esta imagen: el amor filial, el respeto a los padres, el placer de servir,
lo que la nia debe sembrar son las semillas de la paciencia, la dulzura y
la bondad.
Este enfoque de la sociedad estaba presente, sobre todo, en algunos
textos de moral y cvica. Sin embargo, existen diferencias entre los textos
editados por el clero y los laicos. En Instruccin Moral y Cvica para quintos grados, publicado por la editorial Don Bosco al hablar del hogar que
es la primera manifestacin de gobierno y disciplina se dice que el padre
que representa a Dios, es el que manda. La madre comparte el gobierno
de la casa, pero como subordinada al padre; su gobierno es de bondad y
de amor. Los hijos obedecen al padre y a la madre. Y ms adelante: Nada
puede compararse con la dulzura de la vida del hogar, donde el hombre
recibe los desvelos del padre, que lo cuida en todo lo concerniente a las
necesidades materiales; el amor de la madre, que es la modeladora de su
corazn y de su espiritualidad; el afecto cordial de los hermanos...37 La
autoridad paterna es una extensin de la autoridad divina, la madre acta
por delegacin.
Un esquema aparentemente semejante se encuentra en un texto laico
para los colegios secundarios, sin embargo la autoridad del padre emana
ahora del Derecho Civil (vigente en los aos cincuenta). Por el matrimonio el marido debe proteccin a la mujer y la mujer obediencia al mari136
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do, en virtud de cuyas relaciones se crean en derecho: a) la potestad marital que es el conjunto de derechos que las leyes conceden al marido sobre
la persona y bienes de la mujer; b) la sociedad conyugal, que se forma ipso
facto con los bienes pertenecientes a las personas unidas en matrimonio y
de la cual es su administrador el marido (Mora Bowen 1951). Lo que se
ve en este caso es el contrato familiar concebido como contrato econmico, pero a la vez como contrato sexual. El marido pasa a ejercer el dominio sobre la persona y bienes de su mujer. Esa condicin de propietario
es, justamente, la que le da derechos plenos como ciudadano. Lo curioso
es que esa condicin jurdica sea reproducida en un texto escolar, que
forme parte de la educacin moral y cvica de los nios.
Los textos escolares reproducan un habitus incorporado En qu
medida las maestras desarrollaron una actitud crtica frente a los textos?
Es posible que aunque buscaban espacios ms amplios para las mujeres,
no estuvieron en condiciones de entender el sentido poltico de lo domstico hasta el punto de hacer una lectura crtica de los textos y menos an
de producir otros textos con un contenido de gnero distinto. Y lo curioso es que a pesar de su inclusin en los textos como subordinadas, su prctica mostraba un nuevo campo de fuerzas: las mujeres formaban parte del
sistema escolar y en su relacin con las alumnas -como ver en los captulos cuatro y cinco- realizaron prcticas educativas que coadyuvaron a la
incursin de las mujeres en el espacio productivo y la vida social y a la
modificacin de sus comportamientos.
La educacin popular
Los aos treinta y cuarenta se caracterizaron por un creciente inters por
la educacin popular. De acuerdo con los ndices de alfabetizacin elaborados tomando como base el Censo Escolar de l936-l937, que comprenda a nios entre los 5 y los 14 aos de edad, se conoce que del total de
esta poblacin infantil casi el 43% era analfabeta, (Uzctegui 1951:178).
Hacia 1950 esta tendencia segua entre las personas adultas. Cuando menciono educacin popular me refiero a una tendencia desplegada dentro y
fuera del estado orientada tanto al desarrollo de la instruccin elemental
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entre las capas populares como a su reforma social y cultural. En ese proceso participaron tanto maestros como mdicos, intelectuales, trabajadores sociales, mujeres y hombres pblicos de distintas orientaciones. Su
campo de accin fue ms all de la escuela ya que incluy a la conscripcin militar y la llamada accin cvica de la prensa (como la campaa realizada por la Unin Nacional de Periodistas a favor de la alfabetizacin) la
radio y la difusin de una literatura obrera al interior de los gremios
(Ibarra 1998:38-39). Pero, sin duda, la escuela y junto a ella la familia
constituyeron sus espacios privilegiados. La atencin de la infancia condujo al desarrollo de nuevos saberes y dispositivos relacionados con la pedagoga, la psicologa, la higiene infantil, la antropometra.38 Tanto la escuela como la familia deban garantizar la formacin de los futuros ciudadanos. El gobierno de las poblaciones dependa en gran parte de eso, algo
que era, al mismo tiempo, difcil de cumplir en el contexto de esos aos.
En esta etapa tambin se desarroll una preocupacin estatal por la
educacin de las mujeres de sectores populares. En una poca de crisis la
preocupacin por la vida llevaba implcita una preocupacin por la economa de la familia y esto conllevaba a capacitar a la mujer e inscribirla
dentro del proceso de modernizacin econmica y poltica de la sociedad.
Por Decreto Supremo No. 61 de 13 de agosto de 1925, la Junta de
Gobierno Provisional del Movimiento Juliano orden establecer en toda
cabecera cantonal una escuela de artes y oficios para mujeres, a cargo del
respectivo municipio. No se sabe a ciencia cierta si esta medida lleg a
cumplirse en todo el pas, pero se fundaron varias escuelas nocturnas de
mujeres en las ciudades y en Quito, en particular, se inaugur la Escuela
Municipal de Industrias y Oficios para Mujeres (1926) a partir de la cual
se fund el Liceo Fernndez Madrid (1930). En este Liceo la maestra
Mara Anglica Idrobo plasmara su concepcin de educacin integral
dirigida a jvenes de sectores populares urbanos, aspecto que examinar
con mayor detenimiento en el captulo cinco. Estas medidas fueron paralelas a la legislacin protectora de la mujer trabajadora y tambin al
fomento general de las escuelas nocturnas para adultos. Se vea la necesidad de multiplicar el nmero de escuelas nocturnas para combatir el analfabetismo urbano y difundir principios higienistas entre la poblacin.
Se trataba de iniciativas estatales, pero tambin de una preocupacin
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lista Nelson Torres (1951: 115) sobre la experiencia de esos aos: hemos
visto cmo se pelea por los simples nombres, con un criterio de discriminacin racial odiosa. Que los cholos no tengan el honor de llamar colegio
a sus planteles, que se llamen institutos, escuelas, lo que sea.39 El seala:
hasta hoy deciden ms en la conformacin de los sectores educativos las
fuerzas de la tradicin institucional. De hecho, en ese momento, el liberalismo haba tomado un giro conservador, los elementos ms progresistas se orientaban por las nuevas ideas del socialismo que aunque nunca
llegaron a ser hegemnicas en el campo poltico (lo ms cercano a esto fue
la Asamblea de 1945, a la que me referir ms adelante) tenan peso en el
campo cultural y, de manera ms especfica, en el de la educacin.
Se ha generalizado la idea de que la escuela ha sido un factor determinante en la construccin de la nacin, pero no hay que perder de vista que
lo que llamamos nacin, si bien permite integrar a sus miembros en trminos de una comunidad imaginada de intereses, no siempre est en condiciones de superar las diferencias, muchas veces antagnicas, existentes a
su interior. En realidad la mayora de los aspectos relacionados con el funcionamiento del estado- nacin se han definido al interior de campos de
fuerzas y luchas por la hegemona. En esa lucha los sectores sociales mantienen posiciones contradictorias, reinventan y resignifican sus discursos
y modifican, de acuerdo a las circunstancias, sus prcticas. El papel de la
escuela debe leerse, entonces como ya lo he manifestado, en varios sentidos: como proteccin estatal y proceso civilizador y de control, pero tambin como algo que se define internamente como resultado del juego de
diversas posiciones interesadas en su desarrollo. Si esto es as, es necesario
profundizar en el carcter de los diferentes proyectos en juego en el
campo educativo de ese entonces (algo que rebasa los objetivos de esta
investigacin y slo ser tratado de paso) poniendo en cuestin la idea de
un proyecto unificado surgido desde el estado en abstracto o desde los
intereses de una sola clase. Se trat de un proyecto real pero tambin imaginado en el que entraron en juego una diversidad de intereses con posiciones contrarias, en enfrentamiento y negociacin constantes. No se
puede perder de vista, por ejemplo, la presencia de reformadores sociales
que intentaron propiciar a travs de la educacin, un proyecto de ciudadana ms incluyente. Cuando el maestro Reinaldo Murgueytio
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(1951:136) sealaba como un punto a favor de la educacin de los normales el dar un carcter nacional a la educacin y haber extendido la cultura fundamental a todos los rincones del pas, an de los parajes selvticos, dando en todo momento y a todos los grupos humanos la sensacin
de Patria, una y grande de hecho estaba proponiendo un proyecto de
homogenizacin cultural. Pero no hay que perder de vista que lo hizo en
el contexto de una sociedad que continuaba siendo de castas y privilegios
estamentales, aunque haba entrado a modernizarse. La incorporacin de
nuevos sectores sociales a la idea de nacin poda contribuir a cambiar
esas condiciones (Fig. 20). Cuando sealaba que el proyecto educativo
nacional que ellos defendan dio preferencia a la historia y la geografa
nacionales, poniendo al Ecuador como epicentro del mundo y como trmino de comparacin y de relacin con otros pases, pues era necesario
dar a conocer a los ecuatorianos quienes somos y en que medio geogrfico vivimos con la obligacin de hacer Patria, planteaba que era en oposicin al desconocimiento de nuestros valores nacionales y el complejo
de inferioridad que caracteriza a la generalidad de personas de nuestras
elites sociales (Torres 1951: 111).
Es posible que estos reformadores
sociales se adscribieran a una concepcin integracionista del estado
nacional tradicional: un solo territorio, una sola lengua, una sola ley y en
esa medida contribuyeran al desarrollo
de acciones civilizadoras.40 Sin
embargo, me pregunto si en aquel
momento era posible pensar en otro
tipo de proyecto como el pluricultural.
No hay que perder de vista que estos
maestros propusieron una concepcin
de la educacin inscrita en el orden del
progreso pero concebida de manera
Fig. 20. Caminitos de Luz, libro de lecintegral, como proceso cultural comtura de segundo grado.
plejo y con proyeccin social.
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Dolores Cacuango haba pedido a diversos gobiernos que fundaran escuelas en su comunidad, pero al no ser atendida cre la primera escuela en su
propia casa (con su hijo de profesor) y luego tres escuelas ms a cargo de
maestros indgenas quichua-hablantes. Mara Luisa Gmez dio a los
maestros apoyo pedaggico en cuanto a la planificacin, los mtodos para
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el dictado de clases, la evaluacin del rendimiento. Las escuelas se rigieron por los programas oficiales pero incorporaron conocimientos de su
cultura: el cultivo de la tierra, el tejido, la confeccin de cedazos, etc.
Cuando los nios salieron de la escuela, se acabaron los los (con los
patrones). Ni ms comisaras, ni ms problemas en las cuentas. Porque
ah estaban los nios indios pendientes, para ayudar a los padres a hacer
las cuentas, expres Mara Luisa Gmez en un testimonio (cita Rodas
2000:41)43 Tambin se sabe que puso a disposicin de la educacin indgena su escasa patrimonio de maestra jubilada: tiles, materiales, muebles
y hasta una pequea bonificacin a los maestros indgenas. Tampoco perda ocasin para gestionar entre amigos y autoridades beneficios para las
escuelas: desayuno escolar, atencin mdica y mejoramiento de los locales.
La Constitucin de l945 fue reemplazada por la Constitucin de l946
con la que se puso fin a la educacin laica como poltica exclusiva de estado. Uno de los aspectos ms importantes en la polmica entre la educacin laica y confesional desde comienzos de siglo haba sido la libertad de
cultos propugnada por el laicismo frente a la hegemona de la educacin
catlica. En l946, en nombre de la libertad de cultos se proclama que la
educacin de los hijos era deber de los padres y al estado le corresponda
facilitar ese derecho. Adems se estableci que las municipalidades podan subvencionar a la enseanza particular gratuita, lo cual dio pie a legitimar de nuevo la influencia religiosa en las escuelas y colegios del estado.
Otro aspecto de la Constitucin de l946 que sealaba el retroceso del laicismo y del proyecto de los educadores laicos, es el hecho de que los diputados funcionales por la educacin se redujeran de diez a tres, eliminando la representacin de los educadores secundarios y primarios pblicos:
nicamente se elega un diputado por la educacin pblica designado por
las universidades, otro por la enseanza privada y un tercero por las instituciones culturales. Tambin se autoriz la creacin de universidades
particulares. En ese contexto, un ao ms tarde se fund en Quito la
Pontificia Universidad Catlica del Ecuador. Tampoco se exigi a la educacin privada contribuir a la erradicacin del analfabetismo o a la educacin rural, aspectos que en aos anteriores haban sido declarados prioridad del estado. Pero no se debe perder de vista, como Sinardet (1996)
seala que la Constitucin de 1946 expres la influencia que durante esos
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bilidad a las mujeres y los nios como objeto de las polticas pblicas. En
ese contexto se emitieron leyes de seguridad social y proteccin a la madre
y a la infancia y permitieron a las mujeres mayor incorporacin a la vida
pblica. Asimismo, durante esta etapa se consolid la educacin laica,
desarrollndose como campo sujeto a sus propias reglas de juego y se dio
paso a la educacin activa y nuevos aparatos y prcticas como la educacin fsica, la higiene escolar, textos escolares, entre otros. Las innovaciones pedaggicas producidas por los y las educadoras relacionados con esta
tendencia educativa, generaron nuevas formas de comportamiento entre
los y las estudiantes, ms acordes con la dinmica econmica y social y la
secularizacin de la vida social.
Los cambios que se produjeron en la esfera social y educativa estuvieron estrechamente relacionados con la ampliacin del aparato estatal y
productivo y con el desarrollo del capitalismo, pero tambin fueron parte
de la accin de los actores sociales involucrados en los movimientos sociales y polticos, los cuales estuvieron interesados en promover una transformacin en la organizacin del estado y la sociedad. En este proceso de
innovaciones y de dinmica social y cultural jugaron un papel importante las nuevas clases medias emergentes, entre las que se encontraban las
maestras. Si bien la actuacin de ellas no fue hegemnica y se vieron sujetas a los lmites mentales y sociales y a las condiciones propias de su poca,
crearon espacios de socializacin y de trabajo que les permitieron desarrollar sus propias aspiraciones y generar nuevos comportamientos en sus
alumnas, aspectos que van a ser tratados de manera ms explcita en los
tres prximos captulos.
Notas:
1
2
3
4
Eloy Alfaro, su principal caudillo, fue asesinado en el ao 1912 como parte de un complot en
el que participaron tanto liberales moderados como conservadores.
Entre l895 y l912 el nmero de empleados pblicos se elev del 1 a 8% (Ayala 1994).
Caja de Pensiones, Segundo Censo de Afiliados realizado el 30 de abril de l935, Quito, 1936,
p.16.
Al respecto ver los trabajos de Arcos y Marchn sobre este proceso en Cotopaxi (1975), Barsky
y Cosse (1981) en Pichincha y Carlos Arcos (1983) quien analiza el papel modernizador de la
Sociedad Nacional de Agricultura.
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El trabajo de Pablo Arturo Surez (1934) y de los higienistas describen la pobreza que atravesaban todos los sectores sociales y fundamentalmente las capas populares. En esos aos el promedio del ciclo vital era de 33 aos, el ndice de mortalidad infantil alcanzaba al 50% de los
nios nacidos vivos y de aquellos que sobrevivan, solo el 25% llegaba a los siete aos
Testimonio del normalista Gonzalo Rubio Orbe, en Jorge Gmez (1993:137).
En materia de salud, la Junta Central de Asistencia Pblica fund en l933 el hospital Eugenio
Espejo y en l938 el hospital de nios Baca Ortiz. En l937, bajo la direccin del Departamento
Mdico del Seguro Social, fueron fundados 11 dispensarios mdicos y 25 dispensarios ms
entre l938 y l941.
AFL, Informe del Ministro de Agricultura, Previsin Social, etc. a la Nacin en 1929-1930.
En trminos medios los gastos estatales en bienestar social desde 1925 hasta l950 representaron
el 5.1 5% del total del gasto pblico (2 puntos ms con respecto al perodo 1895-24), segn
Linda Alexander Rodrguez (1992: 247-248).
Dentro de una serie de leyes encaminadas al intento de crear un estado de bienestar como la
Ley de Contratacin del Trabajo y regulacin de la duracin mxima de la jornada, se reglament en 1927, el trabajo de mujeres y menores.
En el Ecuador nicamente a partir del siglo XXI se ha producido la visibilidad de la nia.
AFL, Mensaje presentado al Congreso Nacional de l930 por el Presidente de la Repblica Sr.
Dr. Isidro Ayora..
Sobre la importancia de los nuevos saberes mdicos y su influencia en la nueva identidad
femenina ver para el Per Mara Emma Mannarelli (1999).
Ultimas Noticias, Mil sucres en premios para madres que sepan cuidar a sus nios, Quito, 15
de mayo de 1944.
AFL, MIM 1928, 1930. Al parecer este proyecto solo qued en el plano del discurso.
BAEP A la Nacin, Hoja Volante, Quito, 17 de julio de l925.
Manuel Mara Snchez (1882-1935) fue escritor de tendencia liberal, profesor de literatura y
Ministro de Educacin en varias ocasiones. Desde el Ministerio de Educacin orient la poltica educativa hacia la capacitacin docente, una mejor organizacin del sistema escolar, el desarrollo de la formacin tcnica y cientfica (Paladines 2002:112).
De acuerdo a Emilio Uzctegui (1981:295) los asuntos estudiados fueron: elaboracin de un
proyecto de Ley de Educacin Primaria y Normal; organizacin de la Escuela Ecuatoriana;
orientacin que puede dar a la escuela ecuatoriana dentro de nuestras posibilidades para poner
en prctica los principios de la educacin activa; la escuela rural; cmo aumentar el nmero y
mejorar la preparacin del personal docente primario, entre otros aspectos.
Adolfo Ferrire fue el primer director del Bureau Internationale des coles Nouvelles y profesor del Instituto Jacobo Rosseau de Ginebra y formul, sobre la base de reflexiones y observaciones prcticas, los 30 principios bsicos de la educacin activa. Estas fueron difundidas en
Amrica Latina a travs de conferencias que influyeron en los maestros y alumnos de esa
poca.
El colegio Vicente Rocafuerte de Guayaquil organiz el I Congreso de Profesores de Enseanza
Secundaria (1941) y el colegio Meja de Quito el II Congreso de Educacin Secundaria
(1947).
A partir de l929 comenz a funcionar la Asociacin General de Maestros del Ecuador y en
l938 el Sindicato Nacional de Educadores Ecuatorianos.
Uzctegui (1981:286-292) cita la creacin de alrededor de treinta revistas educativas creadas en
la primera mitad del siglo XX, aunque muchas de ellas de escasa duracin.
Sobre la implementacin de la gimnasia en la escuela boliviana ver Francoise Martnez (1999).
AFL, MIM 1928 1, Informe del Ministro de Instruccin Pblica, Correos, Telgrafos, etc. al
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Segunda parte
Maestras y esferas pblicas
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Captulo 4
La educacin de las maestras:
el Normal Manuela Caizares
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La creacin del Instituto Pedaggico de Seoritas permiti que las mujeres de sectores medios se capaciten y se incorporen al magisterio nacional
como profesionales.4 No hay que olvidar que las mujeres haban cumplido funciones como maestras o como institutrices desde el siglo XIX, pero
su formacin era en gran medida autodidacta, limitada y no reconocida.
Posteriormente, la presencia de las misiones pedaggicas y la profundizacin del positivismo (fundamentalmente el herbartismo, el neoherbartismo y la educacin activa) como sistema pedaggico amparado por el estado liberal y los gobiernos que lo sucedieron, contribuy a incorporar a las
mujeres a la educacin en general y al magisterio primario en particular,
a las corrientes modernas del pensamiento y a la prctica educativa. Lo
interesante es que ese proceso se produjo dentro de un campo de accin
y de pensamiento avanzado.
Las misiones pedaggicas que no solo llegaron al Ecuador sino a otros
pases de Amrica Latina, influyeron en la modernizacin de la enseanza. Aunque en el Ecuador desde finales del siglo XIX se haban producido ciertas innovaciones de acuerdo a la escuela moderna, posiblemente el
rgimen liberal necesit del aval de profesores extranjeros que apoyaran la
formacin de los normales en un medio en que el profesorado estaba
compuesto fundamentalmente por religiosos catlicos.5 La primera directora del Instituto Pedaggico de Seoritas fue la norteamericana Alice
Fisher, quien en el discurso inaugural se refiri a los aspectos que ella con154
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mal tuvo a su cargo la direccin de la escuela modelo y ense metodologa y pedagoga. Eleonore Neumann fue profesora de colegios secundarios en Berln, as como del Instituto Normal de Burpleinfurt y en el normal ense metodologa, dibujo y gimnasia. Aplicaron como los dems
miembros de la Misin, la pedagoga herbatiana. Una alumna de la primera Misin Alemana, Lelia Carrera, dice en una entrevista a propsito
de los profesores alemanes:
Cambiaron completamente toda la metodologa de trabajo que se tena,
tanto en la primaria por medio de las alumnas maestras, como en la
secundaria. Dieron importancia al razonamiento, a la investigacin,
dejando de lado todo lo posible el memorismo, el acopio de datos o los
dictados que haca el profesor, pidiendo un trabajo personal a los alumnos. Cada materia tena su propia metodologa de acuerdo a las necesidades y el reto era hacer una transformacin de los mtodos pedaggicos
memorsticos a una nueva visin en las distintas asignaturas. Recuerdo
sobre todo matemticas, ciencias fsicas, ciencias biolgicas.8
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Por eso legtimo preguntarse: qu pas con los actores? Acaso esos
movimientos que contribuyeron a cambiar las actitudes corporales, no
produjeron nuevos sujetos?
Todos los aos se llevaron a cabo este tipo de actividades las que junto
a las veladas artsticas, los debates y las exposiciones, constituyeron la imagen pblica del laicismo. Fue la construccin de una nueva imagen esttica tanto fsica como moral: cuerpos airosos, elegantes y disciplinados.
Esta imagen era parte de la accin de la nueva escuela que tuvo como
objetivo formar hombres y mujeres dinmicos ms acordes con el proyecto liberal de secularizacin de la sociedad y de la construccin de una
nacin moderna, pero a la vez fue un proceso de recreacin de los propios
sujetos. Al parecer, el arte coreogrfico desarrollado por la profesora
Neumann en el normal femenino influy en maestras como Mara
Anglica Idrobo, Elena Mendizbal, Carola Castro y otras maestras.
A partir de la segunda dcada del siglo XX la educacin fsica tom
otras caractersticas. Se llev a cabo una gimnasia pedaggica, basada en
las caractersticas fisiolgicas de los nios, que estaba unida a la higiene
corporal y a la biopoltica. Ya me refer en el captulo tres al desarrollo
gimnstico llevado a cabo por el profesor sueco Wellenius contratado por
el gobierno del movimiento Juliano (1925) y quien desarroll este tipo de
gimnasia educativa. De acuerdo a Sarem (1926) esta no tena como finalidad obtener una voluminosa y fuerte musculatura que signifique la
ostentacin de un exagerado desarrollo en la potencialidad fsica de los
individuos, sino provocar la accin de los centros sensoriales y vasomotores en forma tal que progresivamente vaya perfeccionndose nuestro sistema funcional orgnico para integrar as la vitalidad de todos los elementos histolgicos que integran al ser humano. Sin embargo, se debe destacar que este no fue un movimiento sin precedentes: un discpulo de la primera Misin, Luis Felipe Castro, haba sentado las bases de la gimnasiafisiolgica desde aos antes. Precisamente, la alumna ms destacada del
profesor Castro fue su hermana Carola (Fig. 23), campeona bolivariana
en l938 y 1939 cuando an era alumna del Manuela Caizares y quien
posteriormente aplicara sus conocimientos pedaggicos en el colegio 24
de Mayo.16 Sin embargo, en este tipo de representaciones pblicas tambin se puso nfasis en el elemento esttico:
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En este ao se empieza a dar un valor preponderante a la esttica en el trabajo fsico de las adolescentes, se realizan presentaciones pblicas para
hacer ambiente social y pedaggico. Alcanza verdaderos relieves la educacin fsica, se incrementan el deporte y el atletismo, en forma organizada.
Se practican basket-ball y volley-ball. Hay competencias pblicas de basket con el equipo femenino del colegio Meja, que era su ms fuerte
rival. Se realiza un pentatln con el normal Rita Lecumberry de
Guayaquil, las pruebas son varias: carreras de velocidad y vallas, saltos alto
y largo, lanzamiento de la jabalina, etc. En todas estas manifestaciones el
colegio recibe galardones y premios (Herdoza 1951:272).
En este caso lo que condicionaban los ejercicios gimnsticos eran los elementos pedaggicos y la higiene corporal. En esta lnea, en 1936 el
Ministerio de Educacin destac la importancia de una educacin fsica
que se acondicione a cada tipo de edad y sexo, incluyendo un acpite
sobre la educacin fsica dirigida a las distintas profesiones y a la educacin fsica femenina, cuyos objetivos estticos (la gracia y la belleza de la
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El modelo de maestra
Uno de los aspectos importantes de la labor
de los normales fue la generacin de un
modelo de mujer y maestra distinto a los
anteriores. Esto se expresaba en la formacin
de modelos o referentes y que se pona en
evidencia no solo en aspectos formativos y
dispositivos morales, sino en una gestualidad
y en una postura fsica.
En el caso del Manuela Caizares, la imagen de las maestras formadas bajo las misiones alemanas era rgida pero a la vez un ejemplo a seguir:
Fig. 26. Revista El Magisterio
Ecuatoriano. Quito.
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La imagen que yo tengo de la Srta. Lelia Carrera, (formada por las misiones alemanas) era de una persona muy respetable, as la consideraba yo.
Era imponente. Nunca le escuch a ella una palabra descomedida y
menos agresiva, pero evidentemente era rgida, muy rgida...18
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la mano. Lo que ms me llamaba la atencin eran sus zapatos, generalmente negros y atados con cordones. Esos zapatos diferan de cuantos
zapatos usaban las seoras de la poca que gustaban de zapatos llamativos, con tacones altos y de variados colores, haciendo juego con sus
trajes
Una imagen austera, seria, casi estoica. Segn la autora de otro relato,
cuando ella se gradu cumpliendo los deseos de su padre de convertirse
en otra Dolores Torres ste le obsequi un fino traje sastre negro y una
cartera pequea para que luciera en los desfiles junto a sus alumnas. El
traje sastre oscuro constitua el signo del nuevo estatus, si seguimos a
Barthes (1971). Pero, cul era el significado en este caso? El vestido sastre parece haber sido una indumentaria comn a las maestras, junto al
pelo recogido en moo o corto. Es cierto que no era algo ajeno a la moda
de esos aos, pero en ellas adquira una connotacin especial: les daba un
aire de seriedad, de autoridad, de formalidad.
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Era una imagen construida por las propias maestras que posiblemente
estuvo relacionada con una estrategia no consciente de autovaloracin, al
mismo tiempo dirigida a responder a lo que se esperaba socialmente de
las maestras: un sello de autoridad pedaggica, de profesionalismo y tambin dirigida a generar una distancia. Esta elegante sencillez como describe Silvia Oa, al hablar de sus maestros y maestras, estaba acompaada en el caso de ellas, de una presentacin ntida, impecable, con un rostro limpio y sin maquillaje.22 Se ha dicho que todo comportamiento
humano es siempre un vehculo informativo en el contexto de la interaccin (Squicciarino 1990). En Mis Deseos Dolores Torres tambin lo
haba expresado: Deseara sea maestra la mujer que constantemente
dedique sus energas al estudio... la de sanas y hasta rigurosas costumbres,
porque si para toda profesin se necesita base de moralidad, muchsimo
ms para el magisterio que rechaza de sus filas a maestras de lujo desmedido y rostro pintado que desdicen de la seriedad y dignidad propias de
la mujer que comprende la finalidad del apostolado al que pertenece...
(cita Rodas 2000:31). Pero si para esta maestra la labor educacionista,
como se deca en esos aos, constitua un apostolado moral que deba
expresar los atributos a los que he hecho referencia, estas mismas disposiciones corporales se encontraban en figuras como Mara Anglica Idrobo
para las cuales, en cambio, el profesorado era un proyecto social. Se ha
planteado que las presentaciones en pblico mediante seales no verbales,
o de lo que Irving Goffman llama glosario del cuerpo es generalmente
ms incisiva que la comunicacin verbal (Squicciarino 1990). El vestido
impecable, la postura firme, el rostro limpio y sin maquillaje, transmitan
una imagen seria y nada frvola que informaba de una persona entregada
a una profesin o a una causa. No hay que olvidar que la mayora de las
maestras pertenecan a las clases medias; en el contexto de una sociedad
profundamente apegada a los privilegios estamentales, esto haca an ms
riguroso el sistema patriarcal.
Estas imgenes construidas, esta manera de vestirse y comportarse reforzaban un capital simblico, por lo menos entre las capas medias y populares, que incluso trascendi hacia otras profesiones. Se trataba de formas
corporales que reafirmaban su preparacin intelectual y profesional y contribuan a proporcionarles una imagen de mayor autoridad y respeto social.
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Hay que sealar tambin que estas imgenes austeras y ntidas de las
maestras fueron parte del ceremonial educativo: de los desfiles en las calles
junto a sus educandas (Fig. 28); de los aniversarios patrios en las escuelas;
de los actos, veladas y ceremonias donde se pronunciaban discursos, se
honraba los smbolos nacionales y se ponan condecoraciones. Ningn
espacio secular estaba tan ritualizado como la escuela, pero ese ritual serva, al mismo tiempo, como recurso para la afirmacin del maestro y la
maestra en el campo educativo, as como de las capas medias en el campo
social.
Esta imagen seria, firme, casi viril se haba expresado en forma paradigmtica en Gabriela Mistral, maestra y una de las figuras claves en la literatura latinoamericana de los aos cuarenta y cincuenta, cuyos poemas y
escritos estn presentes en todos los textos escolares. De alguna manera
ella representa el ideal de la maestra de esos aos: se trata de una figura
pblica, en la que se conjugan caractersticas masculinas (bsicamente su
austeridad) y femeninas (su sensibilidad).
Sin embargo, la imagen de maestra ejemplar estaba lejos de constituir
la realidad en la prctica profesional de la mayora de las maestras.
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normalista para las obreras que deseaban adquirir o ampliar sus conocimientos. La creacin de extensiones para obreras responda al ideal reformista de esos aos23. Se trataba de difundir los conocimientos adquiridos,
preparando a las obreras para el trabajo moderno y para su responsabilidad como madres. Las materias que reciban eran: normas fundamentales
de higiene, economa domstica, puericultura y mecanografa, as como
enseanzas necesarias para el desempeo en almacenes y otras oficinas o
departamentos de comercio. De este modo, las maestras estaban buscando una incorporacin ventajosa de mujeres de sectores medios y populares al mundo del trabajo y un manejo racionalizado del hogar.
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El relato muestra la importancia que daba Mara Anglica Idrobo a la lectura como factor formativo de una nueva subjetividad en las mujeres. Para
eso combinaba autores clsicos y modernos debidamente seleccionados,
pues los autores contemporneos que se citan eran los ms avanzados de
la poca. En condiciones en las que exista una escasa circulacin de libros
ella reproduca lo que era comn entre los intelectuales progresistas de la
poca: la organizacin de grupos de lectura.25 Adems, el testimonio es
interesante para reflexionar sobre el nfasis que muchas veces se pone en
la falta de recursos econmicos para la educacin. Es posible que la dinmica pedaggica y social de esos aos constituy un incentivo para desarrollar la aficin a la lectura as como impulsar una educacin de calidad.
Al parecer, Mara Luisa Salazar fue discpula predilecta de Mara
Anglica Idrobo. En su escuela Anexa Guayaquil (escuela que serva de
experimentacin pedaggica de las alumnas normalistas) fue merecedora
de una beca para estudiar en el Manuela Caizares. Cuando se gradu
con honores recibi de las manos de la rectora Idrobo un regalo que le
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Con respecto a otras maestras del Manuela Caizares y a su solvencia acadmica, contina Mara Luisa Salazar:
Otra gran profesora fue Leonor de Carbo, ella cre el laboratorio de
Pedagoga en el Manuela Caizares, era muy buena... Mercedes de
Herdoza era tambin una gran profesora de gramtica, que se llamaba
gramtica de 1ro a 3ro, era tan exigente, que ponderaba en la leccin. En
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La lucha que libraban estas maestras estaban dirigidas a romper con los
condicionamientos sociales educativos que la propia educacin tenda a
reproducir: el sentido de inseguridad, la ausencia de estmulos y de movimiento propio.
Otro aspecto del estudio que llama la atencin es constatar que an en
los nios pequeos, de 3 a 7 aos, las diferencias de los roles de gnero
estaban ya marcadas:
Mientras dibuja o pinta el nio ora re complacido, tararea, silva; ora se
abstrae, se concentra, olvidndose de todos y de todo. La nia, menos
valiente, menos audaz que el varoncito, representa la casa, las escenas
hogareas, las flores, las muecas, sus juegos. (El nio) ms dinmico,
aventurero ya, emprende viajes en barco, avin, automvil o ferrocarril;
tan pronto organiza competencias automovilsticas, como carreras de
caballos; desafos de foot- ball o conflictos armados.
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Las diferencias segn el sexo se pueden apreciar por los motivos que unos
y otros prefieren: los varones se inspiran en la Patria, la Bandera... El
varn sigue de cerca los problemas nacionales o internacionales, deja traslucir su inters por la poltica, los problemas de la democracia, le duelen
las injusticias y es un vigoroso defensor de los derechos del pueblo. Para
sus dibujos selecciona tambin estos mismos motivos y, adems, exterioriza su afn por la aventura, los deportes, la belleza de la naturaleza y hasta
sabe inspirarse en los motivos de Walt Disney. Las nias dan preferencia
al sentimiento. Sus composiciones son dedicadas a la madre, preferentemente. Hacen el elogio de una rosa, del cielo azul, del agua cantarina.
Dibujan generalmente, flores, corazones, demuestran inters por los paseos, las fiestas sociales, lo que revela que la nia se anticipa al varn en este
aspecto de la vida social (Salgado 1951).
De hecho, los primeros dibujos y composiciones de los nios corresponden a la expresin grfica de sus propias vivencias y experiencias en relacin con su entorno, con su vida familiar y social. En este sentido expresaban un comportamiento interiorizado, en el que la escolaridad no constitua an el eje de su socializacin. Son dibujos mucho ms espontneos. Desgraciadamente no han quedado huellas de los mismos, la maestra tampoco los describe, aunque apunta este hecho. A partir de cierta
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edad tanto los dibujos de los nios y nias, como los textos escolares,
reproducen una percepcin dicotmica de las relaciones de gnero. Es
que esos dibujos respondan a las condiciones de la mujer en ese tiempo?
Su vida se reduca al espacio domstico? No hay que olvidar que muchas
mujeres de sectores medios en la ciudad ya trabajaban fuera de la casa y,
por tanto, desarrollaban una vida pblica activa, a ms de que se haba
generado el inters por otro tipo de consumos culturales, distintos a los
domsticos, como el cine, la radio, la moda, los paseos, la gimnasia. Esto
ltimo se daba sobre todo entre los sectores medios y altos, pero tambin
en la vida popular haba una participacin activa de las mujeres en un
conjunto de actividades sociales y culturales que para ese entonces, en el
caso de las ciudades, inclua la escuela: Las mujeres eran las dirigentes de
los mercados y ferias y eran, adems las que se ocupaban de las fiestas a
los santos patronos.35 De modo que la pasividad de las mujeres en la primera mitad del siglo XX, responda ms a una imagen, un esquema de
percepcin que a una realidad, o por lo menos existan unos cdigos prefijados a partir de los cuales se producan las representaciones dominantes en ese entonces. Es posible que textos y maestros reprodujeran y reforzaran un estereotipo, un esquema sobre los roles de gnero, que responda, de alguna manera, a la mentalidad dominante de la poca, pero no a
los cambios que en la prctica se estaban produciendo. Esa reproduccin
no era necesariamente premeditada o consciente, sino que era la expresin
de un habitus, as como de unas expectativas pedaggicas afirmadoras de
esos comportamientos. Seguramente tampoco la suerte de los nios era
mejor ya que se vean encerrados en roles masculinos fijos.
La dinmica econmica y social y la accin pro-activa de las propias
mujeres, estaba generando cambios en los roles de gnero, pero esto
muchas veces entraba en contradiccin con el campo de significados
dominante en ese entonces. Este argumento se refuerza con las entrevistas
a mujeres de sectores medios altos. Cuando una joven perteneciente a este
sector empez a trabajar, una vez graduada en el colegio 24 de Mayo, sinti que sus amigas le rechazaron, hacindole el vaco (una forma de violencia simblica muy frecuente en Quito que consiste en no establecer
comunicacin) y no volvieron a salir con ella.36 Marieta Crdenas, luchadora social comunista, proveniente de ese medio dice que todos se opon184
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cutir ante la numerosa barra de sus compaeros, proponer mejoras y preocuparse de los diversos problemas sociales! (Nogales 1926:23)
Es cierto que muchas de estas prcticas pedaggicas tuvieron una orientacin disciplinaria o definieron roles fijos para hombres y mujeres, de
modo que invisibilizaban el mundo de las nias y las alejaban de una participacin futura en la vida poltica (el sentido del civismo era de intermediacin: hacer cumplir el deber cvico a sus seres ntimos) y cuya
accin se vio reforzada por los textos escolares, como observ antes. Pero
no se puede perder de vista, a la vez, que muchas maestras desarrollaron
acciones en sentido contrario a travs de sus prcticas educativas y de su
vida pblica. Como har referencia en el captulo seis, en 1924 la maestra-mdica Matilde Hidalgo fue la primera mujer en acercarse a una urna
electoral en la provincia de Machala a dar su voto y a raz de este hecho,
las maestras Victoria Vsconez Cuvi y Mara Anglica Idrobo escribieron
en defensa del derecho al sufragio, solo por citar algunos ejemplos.
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Juan Montalvo
Manuela Caizares
Total
1.147
1.372
2.519
Si se toman en cuenta las cifras generales, la poca en la que ms se graduaron los maestros fueron los aos 30 y 40, que corresponde al perodo
de dinamizacin de la educacin activa y de valorizacin del magisterio:
en 1930, por ejemplo, se graduaron 38 alumnos del Juan Montalvo y 30
del Manuela Caizares; en 1940 se graduaron 85 alumnos del Juan
Montalvo y 82 del Manuela. Pero luego estas cifras tendieron a reducirse:
por ejemplo en l948-49 se graduaron 26 del Juan Montalvo y 40 del
Manuela Caizares. Para tener una nocin ms aproximada de los ndices
de crecimiento se examinar esta composicin a travs de un promedio
Nmero de graduados de los normales por quinquenios
Quinquenios
Juan Montalvo
Manuela Caizares
Totales
1904-1909
1909-1914
11
1914-1919
13
18
31
1919-1924
10
17
27
1924-1929
12
16
29
1929-1934
42
31
73
1934-1939
54
50
104
1939-1944
57
69
126
1944-1949
28
49
77
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aritmtico quinquenal:
Al registrar esta informacin estadstica el profesor Velasco observa que si
en el quinquenio de l939-1944 hubo un promedio de 126 graduados en
ambos normales, se esperara que en el siguiente perodo hubiera sido
mayor tanto por el aumento de la poblacin como por el nmero de
nios que ingresaron a las escuelas primarias. Paradjicamente, dice
Velasco, se produce una disminucin en la tendencia en casi la mitad
puesto que ni siquiera se conserv el promedio del quinquenio precedente, sino que disminuy en casi la mitad. La preocupacin es legtima ya
que plantea lo que se hara evidente en los aos siguientes: la poca importancia que dieron los gobiernos al sistema educativo y la escasez de maestros titulados frente al aumento de la poblacin infantil.
Pero Velasco a partir de su manejo de las cifras tambin mostraba otra
preocupacin: la feminizacin de la enseanza. Estudiando la composicin del profesorado primario por sexo y uniendo las cifras de los normales de Quito con los 603 del Rita Lecumberry de Guayaquil y 299 del
Manuel J. Calle de Cuenca, Velasco observa un total de 3.420 normalistas urbanos: 1.350 varones que representa el 39.5% y 22.070 que representa el 60.5%, es decir que existe casi el doble de normalistas mujeres:
En 1920 haba 43% de hombres y 56% de mujeres;
En 1930 haba 38% de hombres y 62% de mujeres;
En 1949 haba 35% de hombres y 65% de mujeres;
En 1950 haba 34% de hombres y 66% de mujeres.
Para Ermel Velasco la marcada tendencia a aumentar el nmero de mujeres sobre los hombres en el magisterio primario encierra serios peligros
en la educacin de los nios, ms an si se toma en cuenta que la poblacin escolar se compone de 54% de varones y 46% de mujeres. Los dos
problemas planteados (la disminucin de los profesores en general y la
tendencia a la feminizacin del magisterio) tienen como causa fundamental la econmica: el da en que se remunere dignamente al profesor, de
manera que encuentre en su delicada y trascendental misin todos los
estmulos y honores que ofrecen otras profesiones, automticamente se
despertar un fervor inusitado por ingresar a los normales...(Velasco
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1951: 394). Cuando habla de una remuneracin digna para el profesorado, no se refiere a las maestras sino a los maestros. Para la mentalidad de
la poca el sueldo de la mujer no slo que no poda ser mayor al del hombre, sino que era complementario en el hogar y no la base de su sustento,
cosa que se contradeca en la prctica ya que ayer como ahora haba mujeres jefas de hogar.
Haciendo una retrospectiva, se observa que la tendencia a la feminizacin del magisterio se hizo presente desde las primeras dcadas del siglo.
En 1915 el porcentaje de hombres fue del 45% y el de mujeres de 55%.
Esto no inclua a las mujeres no normalistas que se ocupaban de manera
improvisada del cuidado y la educacin de nios y nias en establecimientos particulares. An cuando las cifras estadsticas dan cuenta de la
presencia creciente de las mujeres en la educacin, no se debe perder de
vista que se dio sobre todo a nivel primario que era (y sigue siendo) un
campo de trabajo desvalorizado con respecto a los niveles superiores. Se
reconoce en la mujer una capacidad innata o natural para tratar con la
infancia.39 Sin embargo, se pone en duda la capacidad de las mujeres para
asimilar las innovaciones pedaggicas y profesionalizarse, sealndose con
mayor nfasis sus atributos naturales, por sobre su racionalidad. El
Ministro de Instruccin Pblica en l916 deca:
Es indudable que entre nosotros, la mujer se presta con mayor facilidad
que el hombre al desempeo de la penosa labor del magisterio: de los 84
normalistas que prestan sus servicios en los planteles fiscales y municipales, 48 son preceptoras y 36 preceptores. Entre los 53 maestros que en el
ltimo curso escolar han obtenido sus ttulos, previo el examen rendido de
acuerdo con el Reglamento respectivo, hay 38 mujeres y solo 15 varones
Y contina:
Para llevar a buen trmino la tarea educativa no es suficiente estar armado con la doble carga de paciencia y de bondad que es la caracterstica de
las maestras; se necesita cierto conocimiento del mundo, cierta exactitud
de apreciacin acerca de las personas y las cosas, las cuales, por regla general, estn exentas las mujeres por la continua mutacin de pensamiento
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Para esta concepcin alimentada por la estadstica, el incremento del profesorado femenino constitua un factor de deterioro de la educacin. La
labor del magisterio era asumida como labor penosa en el sentido de sacrificada, cualidad consustancial que se atribuye a las mujeres y que se presenta como oposicin a una labor profesional y cientfica. Al tratar de
valorizar la educacin primaria se reproduce la visin sexista dominante
en esa poca: la educacin como labor profesional y cientfica solo podra
ser realizada por hombres, mientras que cualquier participacin de la
mujer solo tena sentido como extensin rutinaria del espacio domstico.41
Esta percepcin fue debatida por las mismas maestras. Al reconocer
que la modernidad de las mujeres era un tema ampliamente debatido, la
maestra Raquel Naranjo (1934) se preguntaba si su mejoramiento cultural y moral era un asunto de vital preocupacin para todos. Y para ella no
se trataba de falta de leyes sino de la enorme restriccin que efectan las
costumbres ancestrales, cuyas profundas races siguen an elaborando la
savia poderosa del egosmo masculino junto con el fanatismo y la frivolidad de una parte muy considerable de nuestro sexo...Y si no, all estn los
muchos fracasos de jovencitas que truncan una carrera til por falta de
apoyo moral de aquellos que podan y deban hacerlo....all la infinidad
de esclavas del hogar sin otra mira que la escoba, la cocina y la mquina
de coser (Naranjo 1934:32). Y con respecto a las maestras:
All el sinnmero de maestras que ante la dificultad de serlo, se ven agobiadas con el desdn indiferente de los que las rodean, marchitas y envejecidas prematuramente con la enorme carga de responsabilidad sobre sus
jvenes espritus y trabajando, si cabe, con mayor eficiencia y menos
remuneracin que los maestros, solamente por el hecho de ser mujer.42
Segn ella la mujer es an y pese a quien le pese, vctima de toda esclavitud, una esclavitud dorada con sutiles reflejos de galantera y condescendencia, pero que no deja de ser esclavitud. Por eso termina haciendo
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Municipales
Particulares
Prediales
147 191
20
12
53
131
28
17
191
Total
H
Total
248 351
599
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990 1.423
95
143
217
544
H
37
M
361
339 2.146
3.485
Fuente AFL, MIM 1930, 2, Informe del Ministro de Instruccin Pblica al Congreso de 1930.
1930
Total
124
56
180
137
64
201
La proporcin de profesoras mujeres en los colegios secundarios con relacin al total de profesores hombres fue del 31%. En el caso de la educacin superior, no se mencion que ninguna mujer fue profesora.
La tendencia en los aos 50 no fue muy distinta. Veamos el porcentaje de mujeres en distintos niveles educativos:
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1957-58
Jardn de infantes
95.83%
97.02%
Escuela primaria
65.63%
66.09%
64.92%
67.74%
66.59%
64.70%
62.36%
59.59%
Colegios secundarios
32.32%
32.66%
C. enseanza general
26.35%
25.44%
C. enseanza profesional
42.67%
48.82%
C. enseanza magisterio
39.80%
42.67%
0.92%
4.38%
54.97%
55.22%
Universidades
Total
An cuando a finales de la dcada se observa una mayor presencia de profesoras en todas las reas (incluida la docencia universitaria debido a la
apertura de carreras femeninas como las de enfermera, obstetricia y servicio social) es la enseanza en los jardines de infantes y en segundo lugar
la primaria, la que acoge mayor nmero de mujeres.
Los datos proporcionan algunas pistas interesantes sobre la insercin
de las mujeres en el magisterio durante la primera mitad del siglo XX. La
estadstica constitua un recurso ideolgico y de mapeo social a partir del
cual se intentaba disear muchas de las acciones en el campo de la educacin.43 Sin duda hay una tendencia hacia la feminizacin de la enseanza
pero, sobre todo, se da en la educacin de los jardines de infantes y primaria que es un campo de trabajo desvalorizado desde la perspectiva masculina porque est ligado a la funcin maternal y afectiva (no racional) y
porque es mal remunerado.44 He visto que en el intento de valorizar el
campo educativo en su conjunto se muestra preocupacin sobre la feminizacin de la educacin, reproducindose de esa manera una concepcin
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expres en la ubicacin diferenciada de maestros y maestras en los distintos niveles de enseanza, no hay que perder de vista que en medio de ello
las propias maestras se constituyeron en actoras. A la vez que fueron parte
del juego de fuerzas y de la disputa del estado orientada a la constitucin
del campo educativo laico, desarrollaron una accin sobre si mismas,
modificando sus formas de ser y recrendose a s mismas como maestras
y mujeres modernas acordes con los nuevos tiempos.
En el siguiente captulo me referir a los colegios 24 de Mayo y
Fernndez Madrid, dos de los establecimientos femeninos quiteos
donde las maestras normalistas se inscribieron. Examinar con mayor
detalle los matices introducidos en la enseanza por las maestras con el fin
de propiciar la incorporacin de las mujeres al mundo del trabajo y a la
esfera pblica.
Notas:
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3
4
6
7
8
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Captulo 5
Formacin profesional y tcnica.
Los colegios como espacios de las mujeres
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El Colegio 24 de Mayo
El Colegio de Nias 24 de Mayo, creado en 1922, fue un puntal importante en la educacin femenina laica en Quito, en la primera mitad del
siglo XX. Este colegio constituy una alternativa educativa frente a los
colegios catlicos tradicionales que haban prevalecido hasta ese momento. Si bien el 24 de Mayo actualmente y desde hace muchos aos, es un
colegio pblico en el que se educan capas medias y populares, en sus inicios estuvo concurrido sobre todo por hijas de familias liberales de sectores medios y altos, que formaban parte de lo que en ese entonces se llamaba gente decente, aunque no tuvieran grandes recursos econmicos.
Buena parte de las estudiantes provenan de provincias, pero exista un
gran porcentaje de estudiantes quiteas.
Lo que buscaban las estudiantes al ingresar a ese colegio estaba relacionado tanto con el prestigio social como con el acceso a una educacin
calificada como recurso para desenvolverse en la vida moderna. En otros
casos, lo que atraa del colegio era una formacin ms abierta para las
nias, incluso si las familias seguan siendo cristianas. Esta condicin del
colegio, como espacio propiamente educativo en las relaciones entre
maestras y estudiantes que comenzaba a medirse en trminos culturales
antes que de status social, constituy la base para su posterior democratizacin (Uzctegui 1981:171)
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Es interesante analizar la historia de este colegio puesto que los cambios que tiene revelan el juego de contradicciones presente en la sociedad
quitea de ese tiempo y el papel de algunas maestras y maestros en ese
proceso, sobre todo con relacin a la democratizacin de la enseanza. La
situacin de elite del 24 de Mayo cambi a partir de l933, ao en que el
Congreso, a peticin del senador funcional por el profesorado primario y
normal Emilio Uzctegui, lo ubic dependiendo de la Direccin de
Estudios de Pichincha. Este hecho determin la supresin del pago de la
matrcula y por tanto una notable alza del nmero de alumnas. El
Ministro de Educacin de ese ao afirma con cierta preocupacin que la
supresin del cobro de matrculas de ingreso, si bien ha desvirtuado la
finalidad con que se fund el Instituto, cual era la de proporcionar un
plantel adecuado y decente a las nias de buena sociedad en competencia
con los colegios confesionales, ha promovido la mayor concurrencia de
alumnas.4 Pero esta opinin elitista no solo la tuvo el Ministro. En un
artculo de prensa se dijo que se ha desviado del objeto que se tuvo en
mentes para su fundacin: el convertirlo en selecto colegio para distinguidas seoritas de nuestra sociedad. Y as es como se matricularon nias
decentes y tambin se trajeron profesoras alemanas. La matrcula, que
pareca algo cara, permita que se llenen los ideales del establecimiento.5
Y continua: ...pero despus se lo generaliz mucho, por el prurito que
tenemos de fingir dolernos del pueblo y hacer bulla permitiendo que todo
el mundo fuese a esas aulas, lo que no estuvo en el sabio pensamiento de
sus fundadores. Queremos probar que tuvieron razn al exigir cierta seleccin, y esto no es irnos contra el espritu democrtico ni mucho menos.
El pueblo cuenta con regulares establecimientos donde educarse gratuitamente, no as las personas decentes y de escasos recursos.
Aunque los sectores medios se estaban abriendo espacios en distintos
campos como el de la educacin, la administracin pblica y la cultura,
segua teniendo peso una visin aristocratizante que se empeaba en
poner fronteras entre los sectores populares y la gente decente. Los
publicistas de esta tendencia defendan una educacin dividida de acuerdo a estamentos, en lo cual haba un intento de limitar el mbito de la
ciudadana y de mantener espacios separados. Como contina el mismo
artculo:
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deca despus de estos actos.13 Al intentar explicar el sentido de la gimnasia y el deporte se ha puesto de relieve su desarrollo en Europa y principalmente en Inglaterra a partir de la Revolucin Industrial (Mandell
1986). Sin embargo, Elas nos pone en guardia contra explicaciones
mecanicistas:
La industrializacin y la urbanizacin tuvieron sin duda algn papel en
el desarrollo y difusin del deporte, pero tambin es posible que tanto la
una como la otra fueran sntomas de una transformacin ms profunda
de las sociedades europeas. Es posible que estas desde el siglo XV en adelante sufrieran una transformacin que impona a sus miembros una
reglamentacin cada vez mayor de su conducta y sus sentimientos (Elas
1995:186).
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ponsabilidad.... as es como se ha dedicado muy buena parte de las actividades diarias para crear una nueva forma de conducta escolar disciplinada...
Aunque segn los testimonios nunca hubo una palabra o un gesto descomedido, en la prctica parece haber prevalecido en el Colegio una disciplina rgida, a tal punto que el nombre la Doctora Carrillo trascendi
sus corredores hasta el mbito intelectual y pblico, convirtindose en un
sinnimo de lo serio y an de lo frreo. En todo caso existe un flujo entre
la concepcin de la disciplina como un orden impartido desde la institucin y un orden consciente: una tecnologa del yo. Segn los testimonios
de varias maestras la disciplina y rigurosidad que prevaleca en el colegio
les conduca a dar lo mejor de s mismas.16 Es interesante reflexionar
sobre el desarrollo de la subjetividad que implica este proceso. No se
puede perder de vista que para el propio Foucault el sistema disciplinario
es algo mucho ms complejo que la mera imposicin de un orden, significa a la vez un proceso de potenciacin, un pliegue, una relacin de la
fuerza consigo misma. (Deleuze 1999:159). En muchas entrevistas a
maestras y alumnas se revela este proceso: la disciplina a la que ellas se
sometieron, pero a la vez la satisfaccin de haber realizado acciones diversas: publicacin de libros -como ver ms adelante- innovaciones en el
campo pedaggico, vida profesional, premios en concursos deportivos,
etc. Aunque es posible, tambin, que en otras nias ms tmidas se diera
el efecto contrario: frustracin e inseguridad.
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En los aos 50 el colegio 24 de Mayo se convirti en colegio experimental de la Unesco y todo el colegio trabaj por equipos. Cada rea
form un equipo que tena una dirigente. Blanca Margarita Abad (Fig.
36) explica: antes trabajaban as las alumnas, ahora tambin empezaron
a trabajar as las profesoras. Nos reunamos una vez a la semana para discutir y planificar, planificbamos toda la semana, qu bamos a hacer y
todo lo dems... Entonces entre nosotros nos evalubamos y seguamos
adelante... Fue algo que el Ministerio tom como modelo para hacer en
otros colegios... Fue un bonito trabajo con las compaeras... Todas las
vacaciones de ese ao las dedicamos al estudio.
Un tema que destac la Dra. Carrillo fue la necesidad del conocimiento psicolgico de las alumnas. Para el efecto se implant la ficha psicolgica de cada alumna no como un mero dato administrativo, sino como
preciosa herramienta del trabajo pedaggico. De las entrevistas se deduce
que permanentemente busc profesores que supieran aplicar ese moder213
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no sistema de trabajo. Todo esto permita asumir la labor educativa a partir de un conocimiento detallado de las estudiantes: de sus interacciones
como grupo y de sus problemas individuales. En ese sentido es interesante el testimonio sobre como el colegio incorpor las profesoras guas,
porque existan dificultades para entender lo que era una profesora gua.
La tendencia era asumir este tipo de dispositivos pedaggicos desde una
perspectiva puramente represiva, y lo que se demandaba desde una visin
moderna era mucho ms complejo:
La profesora gua haba sido antes una profesora que se dedicaba una hora
a la semana a ver si la alumna estaba limpiecita, si las manos estaban limpias. Entonces yo sub un da y le dije: perdone doctora, pero yo no estoy
de acuerdo, eso no es pedagoga, profesora gua quiere decir que va a guiar
el espritu, la mente de esa nia... eso claro tambin, es una de las tantas
cosas, pero tiene que ser una cosa as... con una planificacin. Entonces
me dijo: presnteme un proyecto y le present. Con la Doctora nos reunamos las profesoras viejas una vez a la semana en el recreo ms grande
todos los lunes. Entonces dijo: ahora vamos a or a la seora de Velasco
un planteamiento que tiene ella sobre esto de las profesoras guas...
Entonces dijo: esto que acaba de presentar la seora queda aprobado. La
Doctora era as, terminante, no les estuvo preguntando ni nada. Queda
aprobado, vamos a dar una copia a cada una y de hoy en adelante la profesora gua es esto...21
Se aplicaron elementos psicolgicos con las nias y se realiz un acercamiento al hogar. El colegio con una metodologa cientfica pas a dirimir y controlar el hogar y a la vez preparar a la familia para asumir otra
posicin frente a las jvenes:
Entonces, por ejemplo, hablbamos en primer curso, que problemas tenan en la casa, yo llamaba a los padres, me relacionaba con ellos y yo le
deca: usted tiene que or a su hija, no es usted la que va a imponer, va a
orla
La idea de que la maestra se converta en una gua capaz no slo de corregir los comportamientos de las estudiantes, sino de labrar sus espritus
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constitua una forma de preocupacin pastoral? El colegio estaba organizado de acuerdo a una estructura de mandos. Eso permita dirigir la mirada sobre todas y cada una de las estudiantes, organizar acciones masivas y
acciones individualizadas. En todo caso, no se trataba de un ejercicio unidireccional de poder, sino de un ejercicio de gobernabilidad en un sentido foulcaultiano. De acuerdo a lo que dice esta maestra el 24 de Mayo
comenz a destacarse por eso y a extender este tipo de educacin a los
dems colegios.
No cabe duda de que en estos aos se gener una nueva expectativa
con relacin a la educacin de las mujeres y en ello jug un papel destacado el 24 de Mayo. La maestra Mara Luisa Salazar de Flix relata que
cuando se abrieron los colegios para bachillerato hubo una avalancha de
personas para ir a los colegios femeninos, porque fueron las mismas maestras las encargadas de hacer una campaa para indicar a las madres la
importancia de la educacin de sus hijas.22 Para hacerlo una de las estrategias que utilizaron, tal como lo hicieron las maestras ilustradas de
comienzos de siglo, fue indicarles que precisamente porque iban a ser
madres y educar a sus hijos, deban tener una buena educacin.
Con respecto a la labor de estas maestras Gonzalo Abad Grijalva,
quien tambin fue partcipe de este proceso, seala:
Todas estas mujeres como Anglica Carrillo de Mata Martnez, Elisa Ortiz
de Aulestia, Blanca Margarita Abad, Clemencia Soria de Bonilla, Carola
Castro, Mara Luisa Salazar de Flix, ya tienen un criterio feminista de la
educacin y atraen a las muchachas a los colegios. El problema de hace
cincuenta aos era que los padres decan: no, las chicas no tienen para que
ir al colegio, all aprenden cosas que no deben, que aprendan a ayudarle a
su mam y que se casen. Pero estas maestras y otras cambian esa idea y
hacen de la educacin femenina un programa de toda su vida...23
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1) Ejercicios de gimnasia:
Las secciones de gimnasia sern organizadas con separacin de sexos, y las
lecciones se darn por maestros o maestras, segn sean nios o nias los
alumnos. El traje de gimnasia no debe herir en ningn modo el sentimiento del pudor. No se adoptar para la gimnasia el traje de bao ni para
los jvenes ni para las seoritas. Nadie se entregue desnudo a ningn ejercicio gimnstico. No se tolerar para las jvenes ningn vestido que se
amolde a las formas del cuerpo o que no convenga al cuerpo femenino.
Los ejercicios gimnsticos de las jvenes se harn en un sitio destinado
para este objeto y lejos de la vista del pblico. Si esto no fuera posible o
si no se pudieren conseguir vestidos especiales de gimnasia contntense
con los ejercicios fsicos que las jvenes puedan ejecutar con sus vestidos
ordinarios. Las fiestas deportivas y los concursos gimnsticos de mujeres
o de nias quedan prohibidos, porque casi siempre son espectculos del
todo indignos de sexo femenino.
2) Baos:
Estas reglas prcticas deben aplicarse tambin, y aun con ms rigor, si se
trata de baos y de ejercicios de natacin. Habr separacin de sexos. Los
baos prescritos por el reglamento escolar a clases enteras no podrn ser
vigilados sino por personas del mismo sexo. Los concursos de natacin
entre mujeres y nias quedan prohibidos. En los baos de mar y de ro,
se exigir absolutamente la separacin de hombres y mujeres, y la instalacin de cuartitos separados que las autoridades del lugar tendrn preparados con tiempo. Se tendr especial cuidado en que los baistas y las
baistas lleven un vestido conveniente y se ejercer activa vigilancia
durante todo el tiempo que dure el bao.
3) Visita de mdicos
Al tiempo de las visitas que hagan los mdicos a los nios de las escuelas,
segn lo prescribe el reglamento escolar, se deber cuidar con el mayor
esmero la observancia de las leyes que impone la modestia, sobre todo
cuando se trata de la visita de las nias. La direccin de la escuela proporcionar locales a propsito y se asegurar de que los discpulos estn sufi219
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4) Escuelas rtmicas
En un gran nmero de centros, las escuelas llamadas rtmicas entraan
hoy especial peligro. Gran parte de ellas se inspiran en principios pantestas, materialistas o puramente estticos. Se considera muchas veces al
ritmo como el mtodo de educacin por excelencia y se favorece terica
o prcticamente la cultura del desnudo, embotando con ello el sentimiento del pudor. Tales escuelas son contrarias a las leyes de la moral cristiana;
se deben condenar y no pueden ser frecuentadas por los catlicos. Esta
prohibicin no se extiende a los movimientos solamente rtmicos ejecutados durante los ejercicios gimnsticos.27
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tel. Con toda amabilidad me aclar que no eran las religiosas las que resistan al examen mdico-dental, sino los padres de familia. Le propuse que
los convocara a una reunin para explicarles la utilidad y modalidad de la
ficha... (all) expliqu las ventajas de la ficha y del examen mdico que
detectaba enfermedades, defectos y anomalas que podan ser corregidas...
Alguien propuso como transaccin que en vez de concurrir las nias al
gabinete del mdico escolar, este se trasladase al local del colegio. Acept
la sugerencia...(Uzctegui 1975:91).
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Escuela, 245 fueron varones y 62 mujeres. La seccin femenina comprenda (de igual manera que la masculina) el estudio de algunas materias
bsicas, conjuntamente con la teora y prctica del taller. En 1935 se separ la seccin femenina y se convirti en una escuela independiente, bajo
el nombre de Escuela Profesional de Seoritas. Se implementaron talleres
de corte y confeccin, labores y bordado a mquina y tejido de alfombras
El Liceo Municipal Fernndez Madrid inici sus actividades en Quito
en octubre de 1930. Examinar sus caractersticas en esos aos hasta los
inicios de la dcada del 40. La directora fue la normalista Mara Anglica
Idrobo, con amplia experiencia como fundadora y directora de varias
escuelas (Fig. 38).36 Ella tena preocupaciones en ese campo ya que anteriormente haba fundado la Escuela Nocturna de Seoritas (1922) dedicada a las mujeres obreras.37 Previamente haba estado en Argentina y
Uruguay como becaria. El Liceo Municipal fue resultado de la fusin de
la seccin nocturna de la escuela de nias 24 de Mayo (en la que a ms
de una educacin elemental se daban clases de costura) con la Escuela de
Industrias y Oficios. Se abrieron los cursos con 240 alumnas en la seccin
de Instruccin Primaria y 159 de Artes y Oficios. Constituy un intento
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Otra vez la idea de refugio o de asilo (expresada por el general Eloy Alfaro
y por Jos Peralta en los comienzos de siglo, pero que tena sus antecedentes en el siglo XIX) y el trabajo como posibilidad de regeneracin moral,
pero ahora desde una lectura femenina. Est siempre presente la sospecha
moral sobre la mujer pobre pero lo interesante son los recursos de los que
se valen las propias mujeres para responder a esa sospecha. En el contexto de una sociedad estamental y conservadora, las mujeres se vean sujetas a las ms diversas formas de violencia simblica entre las que se incluan las relacionadas con la honra y la deshonra. Las mujeres de los sectores populares y medios, sobre todo, se encontraban sometidas a una sospecha moral que era al mismo tiempo sospecha social y que tomaba
forma en la figura de la chulla quitea. El trabajo y la educacin constituan recursos para escapar a ese juego clasificatorio. El trabajo se presentaba como la posibilidad de autonoma e independencia econmica, la
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Se trataba de formas de percibir incorporadas, relacionadas con la posibilidad de tener, efectivamente, un medio de vida que les garantice su autonoma.
Un aspecto que llama la atencin es la importancia que daba el
Fernndez Madrid a las actividades del hogar. En las composiciones de las
estudiantes esto se ve reflejado de manera muy clara. No se establece una
separacin entre las actividades del hogar y las profesionales, ms bien se
produce una integracin entre ellas. Sigue presente la idea del feminismo
de comienzos de siglo de que la educacin era importante para que las
mujeres sean mejores madres, pero su sentido se ha modificado:
la educacin en la mujer es de suma importancia, porque es el ser llamado a engrandecer la Patria dando a esta hijos ilustres que la enaltezcan....
Ya que ella edifica el hogar del maana para reemplazar el que un da fue
de sus padres, con sus viejas y tradicionales costumbres hogareas, en su
vida de soltera debe prepararse para cumplir su deber como es debido
(Pez 1937:200).
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La idea de dignidad desarrollada dentro de la vida popular y percibida por maestras como Mara Anglica Idrobo puede asumirse como la
contraparte a las ideas de distincin y la decencia propias de las elites, a
las que se refieren Elas y Bourdieu y para los Andes, Marisol de la
Cadena. La dignidad no es en este caso un recurso de diferenciacin, sino
una forma de defenderse de las clasificaciones estamentales, de colocarse
fuera del juego de estas o de responder desde una posicin de fuerza.
El hogar era un espacio sujeto a un orden nuevo, a una racionalidad,
necesaria para la vida popular en el contexto de la modernidad. La educacin contribua a enriquecer esa vida familiar:
Algunas muchachas se dedican al estudio de la medicina; otras aspiran a
ser profesoras o aprenden corte y confeccin, contabilidad, etc. Todos estos
estudios les sirven para el hogar; pues la que sabe medicina da alivio a la
humanidad y en especial a sus hijos; la profesora ser la maestra que les
ensea a leer y escribir; la que sabe coser ser la hbil costurera de ellos; la
contadora aplicar su ciencia en la economa domstica, puesto que la
madre es la que lleva las cuentas diarias del hogar, la que debe mantener el
balance entre los ingresos, conocer el presupuesto y buscar la economa
(Pez 1937: 200).
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lizaciones. Una nota de prensa del ao 1932 resea un acto pblico del
Liceo a travs del cual se dice se abre un nuevo campo de actividades altamente intelectual con la inauguracin de cursos de declamacin, oratoria y prctica literaria. En dicho acto las alumnas realizaron ejercicios oratorios sobre algunas literatas ecuatorianas: Mercedes Gonzlez de
Moscoso, Dolores Sucre, Angela Caamao de Vivero, Josefina Rodrguez
N., Zoila Ugarte de Landvar, Piedad Castillo de Levy, Aurora Estrada y
Ayala, Dolores Veintimilla de Galindo, Ana Gortaire de Diago, Felisa
Victoria Nash, Mara Esther Cevallos de Andrade Coello, Felisa Egez,
Mary Coryle42 Algunas maestras ilustradas como Zoila Ugarte de
Landvar, Rosaura Emelia Galarza, Morayma Ofyr Carvajal y otras fueron
profesoras del Fernndez Madrid. Adems de proporcionar a sus alumnas
un aprendizaje cultural, las mismas maestras estuvieron involucradas en
este tipo de produccin, como se desprende de la nota de prensa anteriormente citada, adems de publicitar la produccin literaria de otras mujeres. Este colegio se constituy en un espacio intelectual propio para las
maestras donde pudieron debatir y desarrollar un ambiente de mucho
dinamismo cultural:
En ese momento el Liceo Municipal Fernndez Madrid era un gran centro de cultura, estaba de directora una de las ms grandes educadoras,
Mara Anglica Idrobo Doa Zoila Ugarte de Landvar era la profesora de Literatura y haba todo un grupo de personas de enorme cultura
como Morayma Ofyr Carvajal, que escriban, tenan una revista que se
llamaba Alas y publicaban. Era un grupo de mujeres muy inquietas, muy
libres y de gran nivel cultural. Haba mucha vida social en ese plantel, era
uno de los grandes centros de cultura de Quito43
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ca. Pero tambin incorpor a las alumnas que se destacaron en manifestaciones artsticas. As se incluy poesas y la fotografa de varias estudiantes del plantel: La Srta. Alba Moreira, que acaba de obtener su ttulo de
contadora comercial, tambin ha sobresalido en los cursos de literatura y
declamacin44
Tambin se public, entre otras que mencionaban las actividades culturales de las alumnas, la fotografa de un conjunto coreogrfico: En una
de las ltimas fiestas dadas por el Liceo Fernndez Madrid, obtuvo brillante xito La Danza de la Paz, integrado por preciosas nias educandas del Liceo (Fig. 41).45
Es muy interesante este hecho. La unidad del trabajo manual e intelectual de calidad nivel as como principios democratizadores en la enseanza, trasciende lo educativo y se proyecta hacia la sociedad en su conjunto. Conozco pocos escritos de Mara Anglica Idrobo, algunos de ellos
de tipo ensaystico.46 Al parecer la gestin pedaggica fue su mayor obra.
Aunque nunca se afili a ningn partido poltico, se puede vislumbrar en
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A pesar de los aspectos interesantes mencionados, tambin hay que considerar los lmites pedaggicos de la educacin laica en su conjunto. En
primer lugar no lleg a todos los sectores ni las condiciones de los dems
colegios fueron las mismas. Si bien los colegios que se ha examinado dieron paso a cierta democratizacin de la enseanza, no abarcaron a todos
las jvenes de Quito. La gran mayora no iba a colegios o asista a colegios
populares ya sean laicos o confesionales, donde el eje fundamental de la
educacin no fue la escuela activa, sino el sometimiento, la obediencia, la
enseanza memorista y deficiente. La educacin no estuvo, por otra
parte, en condiciones de romper del todo con un habitus dominante que
circunscriba a las mujeres al mundo domestico como esposas, madres e
hijas o las inscriba en el mundo pblico de manera nada equitativa. Sin
embargo, los casos estudiados en este captulo no dejan de tener importancia.
Si bien estas prcticas tuvieron que ver con el nuevo papel del estado
y los requerimientos econmicos y sociales propios de la modernizacin,
no se trat de una relacin mecnica. A la vez que las maestras se vieron
condicionadas por los juegos de poder, relaciones de gnero y formas de
comportamiento dominantes en la poca, recrearon esas prcticas y al
hacerlo se convirtieron en actoras y protagonistas de su propio proceso.
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Tomando como eje pedaggico la educacin activa las maestras del colegio 24 de Mayo coadyuvaron a modificar los comportamientos de sus
alumnas propiciando en ellas disposiciones fsicas y mentales ms dinmicas y desenvueltas as como a involucrarse en los problemas del pas. Por
otra parte, la formacin impartida en esos aos en el Fernndez Madrid
propici no solo una educacin tcnica de calidad, sino una cultura general desarrollada al calor de la propia actividad cultural de las maestras.
Tanto en un caso como en el otro, los colegios se convirtieron en espacios
de sociabilidad y/o espacios pblicos paralelos.
Aunque el grupo de maestras implicadas en las reformas educativas
liberales y postliberales estuvieron imbuidas de muchos de los valores
hegemnicos relacionados con el disciplinamiento y la reproduccin
social, tambin realizaron acciones en sentido contrario: coadyuvaron a
una educacin ms democrtica y a prcticas educativas que hicieron
posible que muchas mujeres dieran pasos en su constitucin como sujetos y puedan desenvolverse con mayor dignidad y autonoma en medio
del sistema dominante
En el siguiente captulo me referir a la construccin de la imagen
pblica de este grupo de maestras y a sus acciones en la esfera pblica del
pas. Esta imagen no fue ajena a sus prcticas diarias como maestras, pero
al mismo tiempo estuvieron dirigidas a un campo ms amplio: al de las
interacciones con el medio social. Los combates de estas mujeres no solo
se libraron en el campo educativo, sino en la prensa y en calle como lugar
privilegiado de las luchas sociales, las mismas que en la primera mitad del
siglo XX fueron activas. Ellas actuaron no slo como maestras sino como
polticas en el debate orientado a la ampliacin del mbito ciudadano.
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AFL, MIM 1928-3, Informe del Ministro de Instruccin Pblica a la Nacin en 1928.
Sobre la relacin entre educacin y ciudadana, adems del material primario utilizado en los
captulos tres y cuatro del libro ver Emmanuelle Sinardet (1999), para Bolivia Francoise
Martnez (1999a, 1999b), para la Argentina Pablo Ariel Scharagrodsky (2001), para el Per
Mara Enma Manarelli (1999) , para Colombia Aline Helg (1987).
Entre decenas de trabajos de tipo positivista producido en el Ecuador en esos aos se puede citar:
Julio Endara, Sobre el movimiento Psquitrico en Sud-Amrica, Revista de la Sociedad Jurdico
Literaria, No.113, 1924. Tambin, La Naturaleza del Hombre ante los Modernos Problemas de
la Evolucin y los datos de la Antropologa, Revista de la Sociedad Jurdico Literaria No. 100-105,
1922; Carlos A. Salazar Exposicin y Crtica de la Filosofa y Biologa de Herbert Spencer,
Revista de la Sociedad de Estudios Jurdicos No. 65-67, 1925 y otros. En Banco Central del
Ecuador (1980).
AFL, MIM 1933, Informe del Ministro de Instruccin Pblica al Congreso de 1934.
El Comercio, ll de julio de l933, p 2.
La irrupcin de los sectores medios en el escenario social se manifest sobre todo en el campo
educativo. Para el caso chileno ver Juan Nez (1982).
AFL, Informe de los Ministros de Educacin a los Congresos 1828, 1935 y 1937.
Sobre capital cultural y prestigio ver Pierre Bourdieu y Jean Claude Passeron (1977).
AFL, Mim 1935, 3, Decretos Ejecutivos, Talleres Tipogrficos Nacionales, Quito.
Informe que la Rectora del Gimnasio 24 de Mayo presenta al Sr. Ministro de Educacin, en el ao
l934-l935. Quito, Talleres Tipogrficos Nacionales. Las citas siguientes correponden a las pginas 17 y 22.
Hay que recordar que en 1930 se realiz en Quito el Primer Congreso de Educacin Primaria y
a l fue invitado Adolfo Ferrire, el primer director del Bureau Internationale des Ecoles
Nouvelles y profesor del Instituto Jacobo Rosseau de Ginebra y quin formul, sobre la base de
reflexiones y observaciones prcticas, los 30 principios bsicos de la educacin activa, que fueron difundidas en las escuelas del Ecuador. Tambin se puede ver del mismo autor, Conferencias
sustentadas en la Universidad Central de Quito. Publicaciones del Ministerio de Instruccin
Pblica, 1930.Tambin ver al respecto sobre Bolivia, Francoise Martnez (1999a).
A propsito del anlisis de Goffman sobre la representacin teatral ver Uf Hannerz (1993: 231
y ss).
Cuando el colegio se populariz a partir de los aos cincuenta, las estudiantes fueron llamadas
chivas. Se dice que alguna vez salieron a un acto deportivo con una chiva (carnero) como mascota, pero tambin eran llamadas as por traviesas, bulliciosas, irruptoras, con cierta connotacin
clasista y sexual.
Loc Wacquant (2001:108) seala comentando a Elas que la violencia y el miedo son el epicentro de la experiencia de la modernidad: juntos forman el nudo gordiano que vincula las operaciones del estado con la ms ntima conformacin de la persona.
Informe que la Rectora del Gimnasio 24 de Mayo presenta al Sr. Ministro de Educacin en el ao
l934-l935. Quito, Talleres Tipogrficos Nacionales. p.22. Las siguientes referencias corresponden a las pginas 23 y 26.
Testimonio de la educadora Carola Castro (n.1921). Entrevista en Quito, octubre del 2002.
Testimonio de la educadora Blanca Margarita Abad. Entrevista en Quito, noviembre del 2001.
Sobre el significado del acto del habla ver Pierre Bourdieu (1999a)
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Captulo 6
Maestras y esfera pblicas
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ra, que no tuvieron el mismo acceso a los recursos educativos, las acciones de algunas maestras de la primera mitad del XX constituyen un ejemplo de la creacin de un pblico paralelo femenino, en el que plantearon sus problemas, sus aspiraciones y las pusieron a discusin y a debate
a travs de la prensa, la literatura y las presentaciones en pblico.
En este captulo se har referencia a tres aspectos fundamentales de
este proceso: a las imgenes de las maestras, a las revistas literarias que
fundaron y a sus acciones polticas.
Imgenes y representaciones
Quizs se deba comenzar recordando que hasta la Revolucin Liberal el
peso de la educacin y el magisterio en la sociedad eran limitados. No
slo existan pocas escuelas sino que los maestros eran poco valorados.
Pero desde ah hasta finales de los aos cuarenta, la educacin adquiri
importancia dentro de los proyectos de secularizacin y modernizacin
del estado. No slo fue necesaria para el desarrollo de las fuerzas productivas sino para la formacin de una sociedad y una cultura moderna, tal
como era posible en el contexto de esos aos. Como parte de ese proceso
se fue fortaleciendo, al interior de los aparatos del estado, una capa profesional de clase media, interesada en el desarrollo de una accin racional-burocrtica o profesional que sirviera de base a la accin del estado en distintos campos y permitiera su propio incremento como grupo
social. Las capas intelectuales que se constituyeron en esos aos (entre los
que se incluan tcnicos en finanzas, salubristas, urbanistas, literatos,
maestros) estuvieron fuertemente interesadas en el desarrollo de una cultura nacional menos excluyente, as como en la formacin de saberes y
dispositivos relacionados con la poblacin: mejoramiento de las condiciones habitacionales y de la salud, ampliacin del sistema escolar, proteccin a la infancia, etc. Todo esto fue haciendo que se valore aspectos que
antes no se tomaban en cuenta y que estaban relacionados con la educacin y la cultura de la poblacin, la ciencia y la tecnologa, campos que
en muchos aspectos rebasaban los antiguos lmites de la cultura aristocrtica. Gracias a esos requerimientos y necesidades y al peso que fue toman244
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Segn ella la mujer es an y pese a quien le pese, vctima de toda esclavitud, una esclavitud dorada con sutiles reflejos de galantera y condescendencia, pero que no deja de ser esclavitud. Por eso termina haciendo
un llamamiento a las maestras para que contribuyan a conquistar para la
mujer ecuatoriana un porvenir de verdadera libertad, que viene del consciente valor de s misma y que se basa en el trabajo personal que le permitir no tener sujecin econmica:
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La imagen maternal
La accin de las maestras era percibida como una extensin de la maternidad en el espacio pblico. Se supone que la maestra cumpla un rol
maternal, sobre todo en los primeros grados Pero hasta qu punto fue
as? En muchas de las entrevistadas la imagen que permanece es la de la
maestra normativa.
Lo interesante es explorar cmo la imagen materna se fue creando a
partir de poemas y proclamas dedicados a la maestra (como por ejemplo,
los de Gabriela Mistral) as como de los textos escolares de los primeros
grados. En Mi buena Maestra se la representa como un ser abnegado y
afectuoso: cuando un compaero no puede realizar bien un ejercicio, no
se disgusta, le gua y le anima para que pueda hacerlo. Cuando un nio
est triste, le acaricia, tal como haces t, mamacita, con nosotros. Nos
conversan hermosos cuentos. Nos ensea a recitar bellas poesas y a bailar... (Gamboa y Prez: 3). En el dibujo que acompaa al texto (Fig. 42)
la imagen de la maestra es la de madre protectora pero al mismo tiempo
la de gua espiritual. Se trata de imgenes constructoras de modelos, dirigidas a los nios pero tambin a las propias maestras (no hay que olvi249
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dar que no solo los nios sino las maestras leyeron continuamente esos
textos).
En muchos casos el profesorado constituy una vocacin interiorizada desde la infancia, al asumir los modelos de la escuela, o desde los primeros juegos infantiles. Una pequea madrecita (Fig. 43) se ocupa del
cuidado de sus hermanos, se dedica a atenderles con cario, ve que jueguen sin disgustarse, cuida que no se hagan dao ni ensucien sus ropitas
(Gamboa y Perez: 61) mientras que al asumir el rol de maestras, una nia
pasa a cumplir un papel activo y protagnico en el juego. Las maestrasnias son las que organizan y orientan los espacios de juego, imponen
orden, disciplina, imitan las prcticas escolares de enseanza-aprendizaje.
Muchas maestras fueron formando su vocacin desde nias, incluso sin la
aquiescencia de los padres:
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Mis paps no queran que yo sea profesora, pero yo me hice profesora por
vocacin, porque me gustaba, desde nia mis juegos fueron sobre la
escuela y yo era la maestra4
En el caso de las nias, sobre todo, se daba una apropiacin de roles pedaggicos. Mientras los nios preferan jugar despreocupadamente a la
pelota, en la medida en la que de alguna manera su condicin estaba prefigurada (eran futuros ciudadanos), las nias preferan juegos de representacin en los que tenan la oportunidad de negociar y redefinir sus roles:
La imagen (de la maestra) era lo ms hermoso, lo ms lindo, que hasta en
los juegos se haca la escuela, las marchas, los deberes, la correccin, los
cuadernos. Era lo ms hermoso ser maestra, porque no conocamos otra
carrera y hasta ahora para mi lo ms hermoso es ser maestra... Si volvera
a nacer, sera maestra porque me gusta, por eso estoy cincuenta aos trabajando...5
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ba atractivo para las nias. Esta suerte de sueo pblico est presente
tambin en el testimonio de otra maestra:
Yo creo que soy una persona que escogi su trabajo con vocacin, porque
en los colegios no haba antes un departamento de orientacin y sin tener
esos servicios... yo recuerdo que en la escuela tenamos el gusto por tal o
cual actividad a travs de los juegos, a m siempre me gust eso. Yo soy
hija mayor de un hogar de cinco, de clase media, mi padre fue un empleado municipal y mi madre era una modista y uno y otro con escasos ingresos econmicos. Yo fui la que le ayudaba a mi madre en los quehaceres y
un poco en la crianza de mis hermanos menores. Como yo tena cuatro
hermanos menores yo era la maestra y la que organizaba los juegos, les
tena un poco con la disciplina y la gua de una especie de mam a mis
otros hermanos. Entonces entiendo yo que por ah surgi mi vocacin de
maestra y escog el colegio Manuela Caizares porque saba que ah se
hacan maestras... El hecho de ser la hermana mayor en la casa me hizo
identificarme con el rol de la maestra y me gust, me encant la actividad, yo me hice por vocacin, sin que nadie me haya dicho...6
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Otra educadora, Mara Luisa Salazar, relata que su madre an cuando fue
una de las primeres normalistas de las Misiones Alemanas, no ejerci el
profesorado debido a la oposicin de su marido, pero que en cambio traslad el ejercicio de la docencia a su hogar:
Ella se consagr a la casa y pudo darles los dos primeros aos de primaria
a los tres primeros hijos, a los dems no. Pero tambin el entorno en el
que se movieron nuestras costumbres infantiles fue de mucha disciplina,
porque ella estuvo con las alemanas y las alemanas trajeron una pedagoga de una disciplina profunda, de mucha planificacin, de mucho aseo,
de una liberacin de complejos de las ideas de entonces11
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la escuela elaborado para el libro Caminitos de Luz los espacios destacados lo ocupan el nio y los maestros (el director y el profesor) mientras
que la nia y la profesora se ubican en un segundo orden.
La imagen profesional
A finales del siglo XIX e inicios del XX fueron tomando cierto peso en el
Ecuador las revistas y publicaciones peridicas. Estas no slo contribuyeron a la formacin de un pblico ciudadano sino que fueron el canal a
partir del cual se fueron generando nuevas clasificaciones sociales. Estas
eran, a su vez, expresin de un sentido comn hegemnico y un medio
para redefinirlo y reinventarlo. A travs de las noticias, reseas y fotografas se iran construyendo imgenes y representaciones de los distintos sectores sociales que aunque se presentaban como polticamente neutras, respondan a un contenido poltico. A esto aadira que la prensa permiti,
adems, que determinados sectores subalternos (no todos) se apropien de
ella y la utilicen para fabricar sus propias imgenes.
La revista El Magisterio Ecuatoriano (l917) fue una publicacin dirigida por uno de los primeros normalistas del Juan Montalvo, Carlos T.
Garca, en la que trataba de difundir las nuevas ideas pedaggicas, pero
sobre todo poner en relieve la accin de los maestros y maestras. En el primer nmero (en un formato escrito a mquina y no con letra de imprenta) dice:
No pretendemos elogios ni aplausos, ni presumimos de apstoles y de
consumados pedagogos... queremos levantar el espritu de nuestros compaeros profesionales hacia la conquista de la fuerza por medio de su
unin inquebrantable; anhelamos que se abandone el quietismo infecundo que ha hecho de los maestros una legin de mrtires olvidados; deseamos su bienestar econmico, su mejoramiento intelectual... ansiamos
poner a su servicio todas nuestras escasas energas y pocos conocimientos
a fin de que su labor difcil, abnegada y constante no sea remunerada con
la injusticia, la ingratitud y la indiferencia...13
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Se trataba de una revista directamente relacionada con el incipiente movimiento del magisterio y acompaaba sus demandas entre las que se incluan lo que posiblemente fueron sus primeras huelgas. No se si, por lo
menos para los primeros aos, sea legitimo hablar de un campo profesional, ya que el estado liberal slo haba dado los primeros pasos en el desarrollo de un sistema de educacin pblica y los propios educadores no
haban conseguido consolidar un espacio propio y una autoridad pedaggica, pero sin duda haba una bsqueda de afirmacin y de reconocimiento que se expresaba en esta revista.
Aunque la educacin era fundamental para la construccin de una
cultura nacional, no estaba reconocida por la tendencia aristocrtica hegemnica. La mayora de los profesores eran empricos, su salario era miserable y su saber no constitua una fuente de poder en el escenario de la
llamada cultura nacional:
Hay un personaje que ocupa casi siempre el ltimo puesto de la sociedad,
debiendo ser el primero, pues sus funciones son altamente dignas y de
gran trascendencia para merecerlo: ejerce un influjo poderoso en el progreso social porque libra las batallas incruentas del saber como experto y
como diestro general14
En el texto hay un reclamo: a pesar de que la labor del maestro es fundamental para el progreso ocupa el ltimo lugar en la escala social.
Como he mencionado en los captulos tres y cuatro, el desarrollo del
magisterio en los aos veinte, treinta y los primeros aos de la dcada del
cuarenta, es paralelo a la constitucin de capas medias con sus propias
propuestas frente a la cultura nacional e interesadas en abrirse espacio en
el campo educativo. En las dos primeras dcadas apenas se estaban dando
los primeros pasos en ese sentido y es dentro de este contexto como se
pueden entender las fotografas y reseas de profesores y profesoras que
aparecen en la revista El Magisterio Ecuatoriano. Se trata de imgenes que
expresan las aspiraciones e imaginarios de los maestros pero tambin de
las capas medias en su conjunto, en su bsqueda de algn tipo de reconocimiento y espacio social.
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Este tipo de indicaciones eran diferentes a las que acompaaban a las imgenes de las revistas y publicaciones ilustradas y de variedades de la poca
en la que aparecan fotografas de mujeres bellas o virtuosas como un factor de adorno y distincin. Por ejemplo, en Claridad Revista Universitaria
de Arte, Literatura y Ciencia (1928) fueron parte importante de la revista
los retratos de mujeres de sectores sociales altos, en las que se destacaba de
manera romntica la belleza, as como su distincin de clase. De doa
Rosario Zaldumbide de Tobar y Borgoo, se dijo: aristocracia, virtud y
alma genuinamente grandes forman la personalidad de esta distinguida
dama quitea, quien con su belleza enaltece las pginas de Claridad16.
Inclusive revistas femeninas como Flora reproducan este estereotipo en
sus crnicas sociales. De Beatriz Escudero (Fig. 45) se dice: bellsimo
lirio del pensil quiteo es la nia cuya imagen engalana esta pgina de
Flora. Cien su alba frente, las blancas rosas de la inocencia y del ensueo17
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Mientras en este tipo de imgenes se puso nfasis en la belleza y distincin de las mujeres, as como en sus virtudes morales (que en todos estos
casos hay que entenderlas, al mismo tiempo, como virtudes de clase) en
la revista El Magisterio (pero tambin en Flora) se retrat a mujeres de sectores medios, destacando sus aptitudes profesionales y su capacidad de
trabajo y estudio, como es el caso de la maestra Lola Jaramillo (Fig. 46).
Tambin sobre la Srta, Cristina Lpez se dice:
Esta distinguida educacionista honr al preceptorado ecuatoriano y sus
mritos profesionales que aumentaron considerablemente durante los 25
aos de servicio, le valieron la direccin del Instituto Normal, cargo en el
que coron su brillante carrera. La Srta. Lpez escribi la importante obra
Curso Objetivo Ilustrado de Lectura y Aritmtica que ha sido reputada
como verdadera obra pedaggica por maestros de alta significacin profesional...18
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Las fotos de las maestras Eudofilia Arboleda, Lelia Carrera y otras, fueron
puestas de relieve en esta revista recalcando sus valores y aptitudes profesionales. La resea a la foto de la maestra Lola Torres dice:
Merece figurar en primera lnea entre las hijas del Azuay ya que venciendo prejuicios y desdeando preocupaciones, tuvo la gallarda moral
de cursar en un establecimiento laico no visto an con buenos ojos por
gran parte de los cuencanos. Entre todas las alumnas del Manuela
Caizares se distingui en el Curso Intensivo que sigui con afn y talento. Vayan nuestras palmas para la esforzada y pundonorosa azuaya, la primera normalista en esa lejana provincia...19
Lo interesante es cmo unos mismos signos sirvieron para expresar distintos significados. Algo parecido a lo que muestra Deborah Poole (2000)
cuando trata de la fotografa de estudio como un recurso utilizado por los
sectores subalternos del Cuzco para producir una imagen negociada de
s mismos. Posiblemente esto se deba tambin a una economa de recursos asumida por los propios fotgrafos, pero lo cierto es que los cdigos
formales utilizados por las clases altas para mostrar su superioridad sirvieron a los maestros y sobre todo a las maestras para poner de relieve sus
mritos individuales y constituir, a partir de ello, sus propios espacios de
reconocimiento.
Tambin en la revista cultural Alas se destaca a las maestras por su
capacidad creadora y profesional. Y an cuando en muchos artculos prevalece una visin tradicional y romntica, se da importancia a valores relacionados con una cultura pedaggica. Una de las maestras destacadas en
la galera de Alas fue la maestra normalista Elisa Ortiz de Aulestia, de
quien se hizo una resea por haber obtenido del gobierno una beca a
Europa.
Ms que artista, es un alto valor en las filas del magisterio nacional; sin
ms apoyo que su valor autntico ha llegado a ocupar en l los ms destacados cargos, en orden ascendente: Profesora del Colegio 24 de mayo,
Directora de la Escuela 10 de Agosto, Directora del Curso Intensivo de
Maestras, Directora del Normal Manuela Caizares, Visitadora Escolar
(la primera y nica mujer que ha desempeado ese cargo en el Ecuador),
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Igualmente se public la foto de la Srta. Laura Gangotena bella y experta profesora de gimnasia y danzas rtmicas del Liceo Municipal Fernndez
Madrid- Quito, dando una leccin prctica de baile a sus discpula.
En el discurso se planteaba que el valor de una persona no dependa
de sus mritos de sangre o patrimoniales, sino de las cualidades producto
de su trabajo, inteligencia y perseverancia. Pero no slo se valoraba a las
maestras, la revista Alas igualmente destac el trabajo tcnico y manual
(corte y confeccin, bordado, comercio y banca) del Liceo Municipal
Fernndez Madrid. A propsito se mencionaba que la idea del filntropo
que concibi el colegio fue aristocratizar el trabajo de la obrera y capacitar a la mujer para la independencia econmica. Se deca que el trabajo
y la independencia econmica dignificaban a la mujer pobre. Pero al
mismo tiempo se incorpor a las alumnas que se destacaban en manifestaciones artsticas.
Con respecto a las actividades creativas las mujeres ya no fueron nicamente musas, sino autoras. Las mismas directoras de la revista y luego
Mara Esther Cevallos de Andrade Coello, Mercedes Martnez Acosta,
profesora de la provincia del Carchi, Mara Luisa Calle, tambin maestra,
quien anhelaba en su vida vivir con los buenos libros y los versos sutiles
y en el amor ir a su conjuro.21 Y si lo que ms prevalece en el contenido
de la poesa y los ensayos era la expresin lrica y romntica frente a la
naturaleza y los afectos, hubo expresiones sociales de rebelda social. Es el
caso de Morayma Ofyr Carvajal, poeta y maestra:
Yo s que junto al delicado ptalo del sentimiento ingenuo de mujer,
vive en mi alma el acero del combate, caldendose en la fragua del deber...
Y habr siempre en la sangre de mis venas cadencias poderosas de volcn,
y en mi alma de mujer y de rebelde, las reivindicaciones clamarn.22
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Mario afirma: es moderna, quiere hacer del arte una protesta social.
Ms que las cosas bellas, su ingenio le lleva a admirar las cosas grandes,
no las que acarician a los sentidos con la belleza de los contornos apacibles y las lneas puras, sino las que despiertan las ideas de la gloria, de la
fuerza, del valor del herosmo...es una coleccin de poemas de acentos
viriles y sinceros. El pensamiento de este crtico revela el juego de significados presente en la oposicin masculino-femenino. Lo subjetivo, lo
ntimo, lo lrico y lo sentimental se asociaban con la feminidad; lo social,
lo cerebral con el mundo masculino. En suma, a travs de las representaciones, revistas y publicaciones de la poca se fue construyendo la imagen
de las maestras como profesionales, que inclusive, como observ en el
captulo cuatro, se manifest en una postura corporal, imagen que se proyect hacia la sociedad en su conjunto.
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Y el marido le contest:
Que le cosas la camisa
al pobre de tu marido.
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La Mujer
La primera revista y una de las ms interesantes es La Mujer
(Fig. 47) fundada en Quito en 1905, es decir en medio del proceso de
transformaciones liberales. La revista est supuestamente dirigida por tres
hombres, pero sospecho que se trataba de nombres supuestos o de personas que prestaban sus nombres para una labor que era realizada exclusivamente por mujeres. Zoila Ugarte de Landvar, escritora y maestra de tendencia liberal, cuyo pensamiento nutre la escritura femenina y la labor del
magisterio hasta los aos 50, escriba los editoriales y algunos artculos.
En ellos se sintetizaban las inquietudes de las mujeres avanzadas de la
poca:
...la mujer ecuatoriana siguiendo el movimiento universal, sale de su
letargo, protesta de su miseria y pide conocimientos que la hagan apta
para ganarse la vida con independencia; pide escuelas, pide talleres, pide
que los que tienen la obligacin de atenderla se preocupen de ella algo
ms de lo que hasta aqu lo han hecho(Ugarte 1905b:100)23
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Si el gnero es una relacin, lo interesante del pensamiento de estas primeras feministas es que se desarrolla en juego con quienes les niegan posibilidades de mejoramiento y desarrollo. No se trata de un gobernante
especfico, tampoco se hace referencia directa al estado, sino a una condicin general que se deriva del sistema patriarcal. Se lo hace desde el mar264
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gen, desde esta modesta revista que principia sin grandes pretensiones,
utilizando para ello la honradez, la cultura y la delicadeza femeninas.
Para reclamar este derecho utilizaron varias tcticas. Aparentemente
aceptaron su marginalidad y pusieron nfasis en su papel tradicional, de
complemento de los hombres:
No os escandalicis seores...nuestra campaa ser prudente y razonada,
queremos que tengis en las mujeres colaboradoras inteligentes, compaeras amables, esposas e hijas seductoras, que os hagan la vida menos difcil... La ignorancia femenina es contraproducente para el hombre...un
hombre inteligente y de corazn bien puesto no tiene satisfaccin completa en la compaa de una mujer ignorante o mala y se puede ser mala
por ignorancia... (Ugarte 1905c:2).
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La imagen del ngel del hogar, tena como base la idea de la diferenciacin entre hombres y mujeres. Mientras los primeros eran capaces de
grandes cometidos que vinculaban su inters personal al bien universal,
las mujeres con su abnegacin y su ternura maternal estaban destinadas
casi exclusivamente a las necesidades de su espacio domstico.25 Las escritoras de La Mujer, en cambio, no se adscribieron a esa imagen, sino que
negociaron con ella. Exigieron la posibilidad de que la mujer pudiese contribuir al mejoramiento social desde su condicin de mujeres, desde su
inteligencia y sensibilidad pero para tener una proyeccin ms amplia. A
partir de sus aptitudes naturales a las mujeres deba drseles tambin la
oportunidad de educarse y de servir a la sociedad.
Pero adems plantearon el derecho a la posibilidad de mantenerse a s
mismas, de tener independencia econmica: como todas las mujeres no
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tienen quien las mantenga, ni todas quieren ser mantenidas por quien no
sea su padre, su hermano o su marido, es incuestionable que a pesar de
todas sus preocupaciones, han de buscar su independencia y los medios
para sostenerla. La mujer tiene derecho a que se le de trabajo puesto que
necesita vivir y no se vive, ni se adquieren comodidades sin trabajar
(Ugarte 1905b:100). El trabajo no slo constitua un medio de subsistencia sino un ejercicio ciudadano de contribucin al pas: creemos que
sus atenciones no deben limitarse nicamente al estrecho crculo de la
familia, dotada como est de inteligencia y exquisita sensibilidad que le
hacen apta para contribuir con eficacia al mejoramiento social.26 El
mundo pblico constitua la posibilidad de que las mujeres muestren sus
potencialidades femeninas.
Para contrarrestar los prejuicios acerca de las mujeres estudiosas se dice
que pueden alcanzar estos derechos sin abandonar sus labores domsticas:
no es preciso que la mujer abandone las ocupaciones propias de su sexo,
como algunos pretenden que sucedera al concederle libertad para los
estudios serios y darle una educacin completa, no, la mujer instruida y
de talento comprende mejor sus deberes (Donoso 1905:13). Otro aspecto interesante en estas escritoras es su concepcin sobre la nacin. Al resaltar la importancia de la formacin de asociaciones de obreros Zoila
Ugarte (1905d:1) destaca que sin ellos no habra patria: somos miembros de un mismo cuerpo, abejas de una misma colmena.
La educacin de las mujeres no fue ajena al espritu de la poca.
Muchos publicistas estuvieron abiertos a la incorporacin de la mujer al
trabajo, pero como complemento de los ingresos familiares; eso era lo que
corresponda a la idea del progreso y a la modernizacin de la vida social,
tal como se daba para el sentido comn de la poca. En cuanto a la educacin, uno de los ejes de su preocupacin fue su formacin como madres
y esposas modernas. A diferencia de los sectores ms conservadores, estos
defendan la necesidad de desarrollar una serie de virtudes en las mujeres
que les permitiese cumplir un rol activo, junto al hombre. Al analizar las
demandas educativas de las mujeres en el Per, Mannarelli sostiene que
con la educacin buscaban ocupar una nueva posicin dentro de la casa:
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La educacin femenina, centrada en la difusin de las virtudes domsticas, perfeccionaba las facultades de las mujeres; les otorgaba el estatus
moral e intelectual requerido para la digna direccin de la casa: ser esposa y madre no se reduca al cumplimiento de un mandato biolgico.
Significaba la formacin de una personalidad compleja, accesible slo a
travs de una cultura superior eficiente. El altruismo, la inteligencia y la
aptitud eran los rasgos, los resultados de la educacin femenina,
(Mannarelli 1999:152).
Hasta qu punto las mujeres de avanzada en el Ecuador estaban interesadas en eso? Como se ve en el caso de la Revista La Mujer para reclamar
sus derechos las mujeres se valieron de argumentos aparentemente similares a los de los publicistas, en una clara negociacin con la mentalidad de
esa poca. En algunos escritos aceptaron su papel tradicional de mujer y
pusieron nfasis en la valoracin del papel maternal. cuando la mujer
realza ms su grandeza es cuando desempea el noble, el augusto papel de
madre Pero usaron esta idea para plantear la necesidad de la educacin y
del trabajo como un deber y derecho poltico. Desde una perspectiva
abiertamente feminista Zoila Ugarte cuestion el espacio domstico
como el nico lugar asignado por el sistema patriarcal a las mujeres,
haciendo de este modo una clara defensa de los derechos femeninos.
Apelando al feminismo plante que este no es una doctrina caprichosa y
sin objeto, es la voz de la mujer oprimida, que reclama aquello que le pertenece, y que si no hoy, maana o cualquier da lo conseguir, siendo por
tanto intil oponrsele. Podra decirse que estas mujeres utilizaron como
tcticas los argumentos y razonamientos que prevalecan en la sociedad
de su tiempo y esbozndose en estos buscaron conseguir sus propias aspiraciones: el derecho a la educacin y al trabajo.27
Flora
Dentro de una posicin ms tradicional se encuentra la revista Flora (Fig.
48) fundada en 1917 por las maestras Rosaura Emelia Galarza y su hermana Celina Mara, pero en la que se dio cabida a escritoras como la propia Zoila Ugarte.
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Aunque Rosaura Emelia Galarza, no puede ser considerada una feminista radical sino ms bien una maestra de tendencias feministas maternales, contribuy a crear espacios de opinin y comunicacin para las
mujeres.28 Acerca de ella afirma Raquel Rodas (2000:24): Rosaura
Emelia Galarza ve en las revistas un vehculo muy efectivo de comunicacin con la poblacin femenina. Por eso, a donde va funda revistas destinadas a las mujeres y da oportunidad para que ellas se expresen pblicamente tomando en cuenta que el acceso a la prensa oficial resulta prohibitivo para las mujeres.
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Alas
Esta revista fue fundada en Quito en 1934 (Fig. 49). Sus directoras-redactoras fueron Zoila Ugarte de Landvar, Mara Vsconez Cuvi, Mara
Anglica Idrobo y Rosaura Emelia Galarza, todas maestras del Liceo
Municipal Fernndez Madrid. El artculo editorial del primer nmero de
la Revista Se puede compaeros? Venimos a vosotros, pedimos sitio
entre vosotros expres la necesidad de estas escritoras de abrirse paso en
un escenario pblico ms amplio, dominantemente masculino, el de los
intelectuales y escritores de la poca. Para esto pidieron y esperaron la
colaboracin de los que escriben, de los poetas y periodistas y de los que
hacen la prensa no slo ecuatoriana sino latinoamericana: Vamos por
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Subsiste hoy sobre las bases de la realidad, como uno de los primeros ideales que definen y exaltan la feminidad, el de esposa y madre consagrada
a su hogar, compaera del hombre en igualdad de cultura, en igualdad de
derechos, nodriza y maestra de sus hijos, que los nutre con sus jugos vitales y que es la preceptora de su primera infancia.
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Maestras y poltica
No se ha escrito una historia poltica del Ecuador desde una perspectiva
de gnero. Tampoco las historias de la educacin han profundizado la
relacin de sta con la poltica. En el caso de las maestras de avanzada a
las que me he referido en esta investigacin, no slo que su accin pedaggica tuvo un contenido poltico (o si se quiere, orientado a una micropoltica) sino que ellas tuvieron una participacin poltica, en el sentido
ms amplio, ms all de sus colegios y centros pedaggicos. Al estudiar
esta y otras historias locales y asumir al mismo tiempo una perspectiva
histrica a largo plazo, podramos contribuir a una redefinicin de la propia historia, concebida hasta aqu, tambin en el caso del Ecuador, como
metanarrativa.37
Como parte de la dinmica poltica y de la influencia de un pensamiento de izquierda, algunas maestras participaron en el escenario poltico de esos aos. As por ejemplo, Mara Luisa Gmez de la Torre normalista y profesora del colegio Meja, fue la nica mujer que asisti a la fundacin del Partido Socialista Ecuatoriano en l926. Ya mencion en el
captulo tres que en los movimientos sociales y estudiantiles alrededor de
los aos treinta y la Gloriosa (1944) tuvieron amplia participacin maestros y maestras. En la constitucin de la Alianza Femenina Ecuatoriana,
la que junto a grupos indgenas, estudiantiles y populares derrocaron al
gobierno de Arroyo del Ro, estuvieron junto a dirigentes, igualmente
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para gozar del derecho de dar su voto en las elecciones, consulta originada en el caso concreto de que una seora se haba inscrito en los catastros
electorales, ha hecho que el H. Consejo de Estado afirme y defina la jurisprudencia en tan importante materia. Segn la citada corporacin, son
ciudadanos las mujeres al igual que los hombres pues la Constitucin no
distingue de sexos cuando determina las condiciones de la ciudadana
tener veintin aos de edad y saber leer y escribir- y el ejercicio del derecho del sufragio no requiere otro requisito que el hallarse los individuos
en pleno goce de dicha ciudadana.44
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Quintero y Silva (1998:3809) sealan que esta medida fue propiciada por
la clase terrateniente serrana a quien le interesaba una ampliacin limitada y selectiva del cuerpo electoral: En 1929 el Partido Conservador propona a una Asamblea Constituyente que controlaba, una reivindicacin
avanzada: el derecho al voto a la mujer alfabeta, mocin que fue aprobada con el apoyo forzado de los liberales. Esta aseveracin ha sido repetida por algunas estudiosas de los procesos polticos latinoamericanos
(Miller 1991, cita Deere y Len 2000: 63). Al afirmar esto olvidan que en
el Ecuador hubo acciones previas como la de Matilde Hidalgo de Prcel
que demuestran que independientemente de los partidos, no slo haba
un inters por acceder al voto por parte de las propias mujeres, sino que
tomaron la iniciativa. Es posible que la afirmacin de estos autores sea
objetiva en trminos del manejo poltico pues a partir de ese momento el
voto femenino fue importante en las listas conservadoras.48 Igualmente se
podra decir que este hecho coincidi con la adopcin por parte del movimiento Juliano de medidas protectoras y reguladoras de los derechos de las
mujeres al trabajo y a la educacin. Estas medidas que respondan a una
dinmica estatal y de la sociedad que rebasaba los intereses partidistas,
podra hacernos pensar, inclusive, que el voto para las mujeres tuvo una
connotacin ms amplia que la estrictamente coyuntural y estaba relacionado con todos esos cambios, pero esta situacin no elimina el papel de
los agentes. En este caso, al colocar la iniciativa en los partidos polticos o
en los gobernantes, se sobredimensiona el lado masculino y se escamotea
la accin de las propias mujeres. Me parece que este hecho sencillo, olvidado por los historiadores (una mujer que se acerca a votar y de ese modo
pone en prctica un derecho) es, sin embargo, el ms significativo.
Pero ms all de definir los intereses en juego en ese momento poltico, me interesa aproximarme a los cambios en la relacin de las mujeres
con sus derechos ciudadanos en un contexto ms amplio. Una vez producida la Revolucin Liberal, la Constitucin de l897 estableci que para ser
ciudadano se requera la edad de 18 aos y saber leer y escribir, al contrario de la Constitucin anterior (l884) que deca: Son ciudadanos los
ecuatorianos varones que sepan leer y escribir y hayan cumplido 21 aos
o sean o hubieran sido casados(Borja 1990). La Constitucin liberal de
manera implcita dio lugar al voto de las mujeres, o por lo menos el
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riendo por el candidato de sus simpatas? Cuntos cabellos en completo desorden, cuntos vestidos vaporosos despedazados, cunta algazara y
barullo experimentaran los espectadores (Rendn 1925:32).50
Para ella era indispensable una labor educativa que coadyuvara a la necesidad de la participacin poltica de las mujeres:
No seores, tiempo es ya de que despejndonos de rancios prejuicios
hagamos una labor honrada para hacer reaccionar a la mujer, llevando a
su alma el convencimiento de que el ejercicio del sufragio no le hace perder sus encantos (Idrobo 1928).
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Los monumentos
No conoca nada de las maestras laicas salvo de paso: como referencias en
celebraciones escolares como el Da del Maestro; alguna vez tambin me
haba detenido a ver sus nombres en los monumentos de la avenida del
Maestro y el Ejido, en la ciudad de Quito. Sus imgenes estaban all entre
otras imgenes, mayoritariamente masculinas, fras como el mismo bronce y hierticas frente al paso del tiempo. Ni a mi ni a nadie conocido le
decan mucho esos monumentos. He realizado una encuesta entre amistades, muchas de ellas relacionadas con las ciencias sociales, inclusive con
la historia pero, al igual que yo antes de realizar este estudio, slo tenan
referencias generales.
Si esas imgenes fueron cobrando vida fue a travs de las entrevistas,
de las visitas que hice a sus colegios, de documentos empolvados y de vestigios conmovedores de sus archivos personales (muchos de ellos reducidos a pequeos lbumes guardados cariosamente por algn familiar)
Supe por ejemplo que Mara Anglica Idrobo, despus de haber recibido
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mada a educar al nio: la madre forma al hijo, la religiosa, la profesora continan su misin de
educadoras, inculcando en esos corazones adolescentes el temor santo, el amor a sus semejantes...
Las maestras entrevistadas pudieron compaginar las dos actividades porque tenan ayuda de las
empleadas domsticas. En todo caso, esta era una condicin comn a las mujeres blanco-mestizas, tanto de las capas altas como medias. El problema era cmo organizar un dispositivo
organizativo distinto al interior de la casa que les permitiera llevar adelante sus tareas profesionales. El tener una servidumbre era un requisito necesario pero no suficiente.
Testimonio de la educadora Blanca Margarita Abad. Entrevista en Quito, noviembre del 2001.
Testimonio de la educadora Dra. Mara Luisa Salazar. Entrevista en Quito, enero del 2002.
Testimonio de la educadora Dra. Mara Luisa Salazar. Entrevista en Quito, enero del 2002.
BAEP, El Magisterio Ecuatoriano No. 1, Quito, l917.
BAEP, El Magisterio Ecuatoriano No. 1, Quito, l917.
BAEP, El Magisterio Ecuatoriano No. 6, Quito, 1917.
BAEP, Claridad, Revista Universitaria de Arte, Literatura y Ciencia, Quito, 1928. Estas referencias y las siguientes han sido tambin reseadas en Ana Mara Goetschel (2002).
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BAEP, Revista El Magisterio Ecuatoriano No. 6, Quito, 1917.
BAEP, Revista El Magisterio Ecuatoriano No. 6, Quito, 1917.
BAEP, Revista Alas No. 1. Quito, diciembre de 1934.
BAEP, Revista Alas No. 2. Quito, julio de 1936.
BAEP, Revista Alas No. 1. Rebelda, Quito, diciembre de l934.
Este aspecto y otros citados en las pginas que siguen han sido tratados en Ana Mara
Goetschel (2006).
BAEP, La Mujer No. 1. Notas Editoriales. Quito, abril de l905.
Como seala Susan Kirkpatrick (1991:17) esta imagen empez a construirse en Francia a partir de finales del siglo XVIII principalmente en el Emilio de Rousseau al afirmar que si la naturaleza haca a la mujer diferente al hombre, adaptndola fsica, moral e intelectualmente a la
reproduccin, su educacin y su lugar en la sociedad haban de reflejar esa diferencia canalizando los instintos femeninos naturales en una domesticidad civilizada.
BAEP, La Mujer, Notas Editoriales No. 1. Quito abril de l905.
En el sentido que lo usa Michael de Certeau, (1996) como prcticas no concertadas, a veces
inconscientes, de escamoteo, de escape a la mentalidad dominante.
Sobre el feminismo maternal ver, entre otras autoras, a Michelle Perrot (1984:124-125).
En Baha de Carquez mientras diriga el liceo Montfar fund las revistas El Instructor que
posteriormente se llam Galatea. En la dcada del 20, otra vez en Guayaquil, mientras diriga
el colegio particular Angela Castro de Maldonado, fund la revista Hebe (Rodas 2000:23).
As por ejemplo, de once artculos publicados por la Revista de la Sociedad Jurdico Literaria, en
enero de 1906, slo uno fue escrito por una mujer, mientras que en las 500 pginas del tomo
XXXVI de la Revista de Quito, publicado en 1898, no hay ningn artculo escrito por mujeres.
BAEP, Alas No.2. Quito, julio de 1936.
En el archivo familiar de Mara Anglica Idrobo se encuentran cartas enviadas por Juana de
Ibarbour, poeta uruguaya.
BAEP, Alas No. 1 Se puede compaeros?. Quito, 1934.
Un intelectual de la poca las califica de maestritas.
En el sentido que plantea Nancy Amstrong en Deseo y Ficcin Domstica, (1991). Esta autora
observa en las novelas y libros de conducta escritos por mujeres en la Inglaterra del siglo XVIII
como se prefigura el nuevo ideal femenino del estado moderno: sus mritos ya no estn dadas
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como gobernantes y a un relativo incremento de sus bienes de prestigio en condiciones en las que ese prestigio provena, sobre todo, del sistema
de rentas- la educacin de las mujeres fue concebida como adorno y
curiosidad antes que como saber profesional o como recurso para ganarse la vida de manera autnoma. Esto no signific que no hubieran existido mujeres preparadas que tuvieron una actuacin pblica como literatas,
publicistas o como animadoras de salones literarios en los que se discuta
cuestiones pblicas. De acuerdo a estudios recientes, en el proceso temprano de constitucin de las repblicas donde las mujeres eran explcitamente excluidas de la poltica, no todas se retiraron al espacio domstico
sino que continuaron participando en salones, que haban sido importantes centros de conspiracin durante el perodo de la independencia, manteniendo amplios crculos de redes sociales en base a contactos personales, conversaciones y una prolfica correspondencia (Chambers 2003).
Tambin las mujeres de los sectores populares participaron de una gama
muy amplia de intercambios materiales y simblicos as como en distintas revueltas sociales.
Con los gobiernos de Gabriel Garca Moreno (1861-1865, 18691875) la educacin de las mujeres pas a formar parte de la propuesta de
civilizacin cristiana. La escuela contribuy, conjuntamente con la familia,
a la preparacin de las mujeres para la administracin del hogar, la vigilancia y la educacin moral y religiosa de los hijos, pero tambin para la asimilacin de una cultura nacional de base europea y costumbres y formas
de vida acordes con la idea del progreso. Sin embargo, las mujeres en su
generalidad no tuvieron cabida en los espacios de discusin pblica y estuvieron excluidas de una participacin directa en las decisiones ciudadanas.
A partir de la Revolucin Liberal (1895-1912) y los gobiernos generados por la Revolucin Juliana (1924-1946) tanto los nios como las
madres, en tanto reproductoras del cuerpo til de la nacin, pasaron a ser
parte de la preocupacin econmica, social y cultual del estado. Todo esto
formaba parte de las propuestas de administracin de las poblaciones las
mismas que se orientaban tanto a la poblacin indgena como a la no
indgena. (Guerrero 2000, Prieto 2001, Kingman 2006).
La investigacin ha permitido investigar cmo los propios proyectos
de gobernabilidad a los que se refiere la historiografa ecuatoriana recien292
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dan, en el mejor de los casos, a las primeras letras, el conjunto de disposiciones propias del habitus fue asimilado a partir de la familia y de otros
mecanismos de socializacin primaria antes que a travs de la escuela.
Con Garca Moreno, la educacin de las mujeres en el Ecuador pas a
formar parte de los requerimientos del estado y del proyecto de modernizacin catlica. La escuela como espacio relativamente separado y especializado, comenz a conformarse en estos aos, y contribuy, conjuntamente con la familia, a la preparacin de las mujeres para la administracin del
hogar, la vigilancia y educacin moral y religiosa de los hijos, as como
para la reproduccin de costumbres y comportamientos acordes con las
ideas de la civilizacin catlica. Se dice que con el garcianismo comenzaron a tomar importancia entre las elites otro tipo de cualidades, propiamente modernas, en detrimento de las condiciones heredadas
(Maiguashca 2005). Se trataba de un proyecto de formacin de nuevos
habitus que tena su punto de partida en las elites pero que pretenda
orientarse, de manera impositiva antes que por consenso, a todo el pueblo.
Sin embargo, al hablar de modernidad, no se puede pasar por alto sus
alcances reales en cada poca. Es cierto que durante el garcianismo las
mujeres ampliaron sus posibilidades de accin social pero, al mismo tiempo, se vieron sujetas por dispositivos de control moral, desarrollados por
el mismo Garca Moreno, que limitaron su formacin como sujetos autnomos. La escuela y el estado -y como parte incorporada del estado, la
familia- pasaron a jugar un rol determinante en ese proceso pero bajo un
orden moral preestablecido. Las mujeres de las familias tradicionales
comenzaron a tener una participacin ms activa en la accin asistencial
de la iglesia y el estado, en la organizacin del sistema escolar y en el desarrollo de nuevos habitus relacionados con los requerimientos de modernizacin catlica, pero eso no quiere decir que se diera paso a su independencia econmica o moral o la construccin de una subjetividad realmente moderna, menos an que fueran incluidas a plenitud en los espacios de opinin y decisiones pblicas. Segn la concepcin propia de la
modernidad catlica, las mujeres sentaban las bases del comportamiento social e influan de manera indirecta (a travs de sus hijos y esposos) en
la formacin de los ciudadanos, participando de manera ms activa en el
entramado social ya sea como miembros de la accin catlica, o como
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opinin y produccin de saberes que no haban existido antes y que cambiaron el sentido y la orientacin de los cambios.
La constitucin del sistema escolar laico, en particular, fue resultado
de una larga y encarnizada disputa entre el estado y la iglesia catlica. El
aparato escolar desarrollado por el estado, con la participacin activa de
los maestros, intent socavar la hegemona del clero y los sectores conservadores, inculcando en las nuevas generaciones otros conocimientos,
habitus y principios de percepcin mental. El laicismo y la educacin
activa constituyeron condiciones favorables para la formacin de ciudadanos modernos en la medida en que dieron paso a dispositivos prcticos
modificadores de habitus que debilitaron el poder de la iglesia. Estos dispositivos afectaron, sobre todo, a los mecanismos rutinarios de reproduccin del sentido comn y de control moral del clero, as como a sus sistemas de representacin de las relaciones sociales y de gnero. En ese sentido, un paso importante fue la eliminacin de los rituales y ceremoniales
catlicos y la enseanza religiosa al interior del sistema educativo. Adems
del aspecto religioso, estos rituales cumplan un papel reproductor del
sentido de culpa cristiano y de una percepcin naturalizada de la sociedad
como un orden estamental y jerrquico.
En una sociedad fuertemente regida por los ceremoniales catlicos, la
creacin de nuevas representaciones laicas con capacidad performativa fue
fundamental, y es ah donde la escuela jug un rol importante. Sin
embargo, el propio funcionamiento de la escuela no puede entenderse
fuera de la accin de los agentes. Inclusive elementos percibidos por estudiosos de la educacin desde una perspectiva exclusivamente disciplinaria
como la gimnasia, la higiene, la puericultura, los desfiles escolares,
adquieren otra significacin al mirarlas como parte de las acciones afirmativas de las propias mujeres al interior de un campo especfico de fuerzas.
El sistema educativo, mediado por la accin de las maestras, permiti el
desarrollo de nuevas actitudes corporales, as como nuevas formas de
organizacin y uso del tiempo, que a la vez que eran necesarias para la
modernizacin del pas, potenciaban a las estudiantes y a las propias
maestras implicadas en ello. La educacin laica prepar a jvenes provenientes de los sectores medios y populares para su incorporacin a las
nuevas formas de trabajo impulsadas por el aparato estatal, el mercado y
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Fondos documentales
AHM: Archivo de Historia de la Medicina
AFL: Archivo de la Funcin Legislativa
BCBCE: Biblioteca Cultural del Banco Central del Ecuador
BPUCE: Biblioteca de la Pontificia Universidad Catlica del Ecuador
BAEP: Biblioteca Aurelio Espinosa Plit
Informes Oficiales
AFL, Leyes y Decretos 1861, Ley de Instruccin Pblica y Ley de
noviembre de l871, adicional a la de Instruccin Pblica.
AFL, Memorias y Mensajes a la Nacin, Exposicin del Ministro del
Interior al Congreso de l863.
AFL, Mensajes e Informes a la Asamblea de l863, Exposicin de Jefe
Poltico del cantn Quito.
AFL, Memorias y Mensajes al Congreso de l865, Exposicin del
Ministro del Interior y Relaciones Exteriores.
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Bibliografa
Otros
AHM, (1906), Junta C. Beneficencia, Comunicaciones recibidas Fs. 52.
BAEP, Seccin Hojas Volantes.
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Bibliografa
Consulta en la Internet
Caldeira, Graciela Paula. 2005. Expansin del mtodo lancasteriano en
Amrica Latina. Consultado en la pgina web:
www.educacin.idoneos.com/index.php/153955
Consultado en http://www.lasalle.edu.co/site_vicerrectoria/san_juan.htm
cita Daro Guevara (1956:41).
Nunes, Clarece, Historia da Eduacao Brasileira: novos abordages de velhos objetos, en Biblioteca Virtual Anseo Texeira,
http//www.Prosiga.br/anisioteixeira/hitoria.html.
Entrevistas
Blanca Margarita Abad, noviembre del 2001.
Carola Castro, octubre del 2002.
Clemencia Soria de Bonilla, octubre del 2001.
Dolores de Lussio, noviembre del 2000.
Enma Carrillo, noviembre del 2000.
Fabiola Crdenas, abril y mayo del 2002
Gladis Naranjo, febrero del 2000.
Gonzalo Abad Grijalva, enero del 2003.
Hernn Rodrguez Castelo, noviembre del 2002.
Lola de Lussio, noviembre del 2000.
Marcia Poveda, febrero del 2002.
Mara Luisa Salazar de Flix, enero del 20
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