Dios Revelado Por Cristo
Dios Revelado Por Cristo
Dios Revelado Por Cristo
Bibliografía:
Introducción general
La cuestión de Dios
Las primeras palabras del credo son: “Creo en un solo Dios” son las palabras
fundamentales de nuestra fe porque han estado presente desde el principio del cristianismo, esta
afirmación contiene toda la fe cristiana, Dios es el único tema de la teología y el tema también
es el que confiere unidad a todo el quehacer teológico, todos los demás artículos del credo
suponen esta verdad y l mismo tiempo reciben de esta su pleno significado. Dios es la palabra
plena de toda teología por eso la teología es el hablar sobre Dios, el objeto directo de la teología
es Dios y nadie más.
La pregunta sobre Dios ha estado siempre presente y al mismo tiempo sobre qué
significa la palabra misma “Dios” esta palabra es ambigua porque muchos has tratado de
descifrarla, ¿Cómo podemos ver una noción de Dios? ¿Qué punto de arranque debemos tener en
la teología? A la pregunta sobre Dios la filosofía ha dado una respuesta de modo particular la
teodicea, la psicología ha contribuido desde su enfoque a la cuestión de Dios. La característica
propia de nosotros es que no planteamos la cuestión de Dios en abstracto sino que lo tomamos
desde el punto de vista de la fe, nosotros no intentamos hacer una fenomenología de la religión
como lo hace la filosofía, no hacemos una simple teodicea, el punto de partida nuestro es desde
la tradición teológica, desde la fe. La pregunta sobre Dios tiene consecuencias vitales, tiene
repercusiones existenciales.
Uno de los hombres más representativos de este preguntar sobre Dios desde un enfoque
cristiano es santo Tomás de Aquino, él siendo el autor de la suma teológica dice que Dios es el
fundamento de toda realidad y que no necesita a su vez de otro fundamento, Dios es el bien
supremo del que participan los bienes finitos y también es el último fin que dirige y ordena las
cosas. Contemporáneo de santo Tomás tenemos a san Anselmo de Canterbury que dice: aquel
del que no se puede pensar que exista algo más grande, es decir, Dios es superior a aquello que
se pueda pensar, Dios no es un superlativo sino un incomparable siempre mayor, el siempre otro
y el cada vez más misterioso. Si avanzamos en el tiempo, en la época moderna se encuentran
nuevos enfoques a la pregunta de Dios, Pilich dice: Dios es aquello que afecta
incondicionalmente al hombre o el famoso protestante Rudlf Bultman dice que Dios es la
realidad que lo… o Ranher dirá que Dios es el misterio sagrado la última meta y punto de
arranque del hombre, amor que desciende. Vemos como la palabra “Dios” tal como se ha
entendido en la tradición no es la respuesta a un de tantos problemas pues Dios no es para la
Tradición una realidad más ni una realidad superior a las demás realidades, Dios no es objeto de
interrogación ni de ciencia al modo de los otros objetos a las otras ciencias, no hay Dios como
hay hombre o cosas, por eso algunos han dicho que Dios no es la respuesta sino que es la
pregunta, una pregunta siempre abierta, dirá Kasper: “Dios es más bien la respuesta la
pregunta latente en todas las preguntas y es la respuesta a la problematicidad del hombre y del
universo, Dios constituye una respuesta que barca y trasciende toda otra respuesta”.
La cuestión de Dios es trascendental porque no es una cuestión simple o algo que quede
en lo inmediato, abarca a todos los seres y se refiere a todas las posibilidades, la pregunta sobre
la existencia de Dios es válida y necesaria por eso va y viene a lo largo de toda la humanidad.
La fe misma es conocimiento ye n este sentido la fe es también cuestionar sobre Dios, así lo
entendió santo Tomás. El preguntar no es un añadido a la fe, la fe es querens intellectum, la fe
es un tratar de entender cada vez mejor, la fe sólo es posible en un hombre que escucha, que
entiende, que pregunta, que duda, que investiga, por ello la teología es una ciencia de la fe pues
lo propio de la teología como ciencia consiste en asumir el fan de intelección de un modo
metódico y sistemático.
Dios no ha sido siempre una evidencia, la situación en que se da el discurso sobre Dios
cambia radicalmente desde el comienzo de la edad moderna; para el hombre medieval Dios era
la verdadera realidad y el mundo era como una realidad aparente, para el hombre moderno lo
evidente es la realidad perceptible a los sentidos y por tanto la realidad de Dios cae bajo
sospecha. El siglo XX es el siglo del ateísmo, así lo entendieron los padres conciliares cuando
dijeron que el ateísmo es uno de los fenómenos más graves de nuestra época, es un verdadero
signo de los tiempos (G.S.). El trasfondo de este ateísmo es la secularización que podemos
entender como el proceso que ha conducido a una concepción de mundo y de sus diversas
esferas prescindiendo de todo fundamento trascendente es entonces cuando sólo se considera lo
inmanente lo inmediato. Este secularismo tiene causas variadas y consecuencias múltiples y que
encontramos en grado e intensidad diversa en cada cultura.
¿Cómo la teología busca responder a esta pregunta? ¿Cómo podemos hablar sobre Dios
de modo inteligible en esta situación? La respuesta ano está en darle vuelta al mismo problema,
el punto de partida será el misterio mismo de Dios evitando la trampa del positivismo que
quiere convertir a Dios en un objeto de estudio abordado con métodos racionalistas, una
teología que pretendiera abarcar a Dios en un concepto se desviaría de su objeto, pasaría por
alto su carácter divino y lo degradaría un ídolo finito, una teología que pretenda aprehender a
Dios convertiría a Dios en un amera superstición, Dios no es un problema que se pueda
solucionar de una vez por todas sino que Dios es un problema permanente, es el problema por
antonomasia que nosotros calificamos como misterio, por eso el fin de la teología no es
primariamente la solución de problemas ni el progreso de un problema a otro sino la reducción
de todo saber y preguntar al misterio de Dios. El fin de la teología no puede ser la absorción de
la fe n pensamiento sino únicamente la concepción del misterio de Dios como misterio y esto
sólo lo puede realizar entendiendo el misterio de Dios como respuesta al misterio del hombre,
por eso hoy más que nunca es necesaria una teología que sea realmente teológica. La teología
para ser teología tiene que ser ante todo teológica, sólo después podrá ser también política,
inculturada, etc., pero si no es teología teológica no será teología de verdad sino una pseudo-
teología y el objeto de esta teología teológica no es un Dios cualquiera sino el Dios de la fe
revelada, el Dios de la Palabra, el Dios de Jesucristo.
CAPÍTULO I
DIOS SE NOS DA EN SU VERBO
El tratado de la Trinidad es sin duda el tratado teológico por excelencia porque todas las
verdades reveladas para nuestra salvación están directamente ligadas a Dios mismo, por ello a él
corresponde una prioridad sobre las demás cuestiones que son objeto de estudio en la teología, y
esas otras cuestiones reciben su luz y su sentido pleno de Dios mismo. Es cierto que el hombre
por la sola razón puede llegar a afirmar la existencia de un Ser superior, es lo que la Tradición
ha enseñado cuando afirma que el hombre es capaz de Dios, sin embargo hace falta la doctrina
fundada en la revelación para que el hombre pueda conocer aquellas cosas que exceden la razón
y que se refieren a su fin último, sin la revelación el hombre no podría siquiera acercarse ni un
mínimo a la verdad absoluta de Dios, si el hombre puede hablar de Dios es porque el Dios ha
hablado primero, ha usado lenguaje humano para manifestarse y al mismo tiempo en este
lenguaje le ha dado al hombre la posibilidad de comunicarse personalmente con él. La
necesidad de la revelación se funda únicamente en el fin al que Dios destina al hombre, no se
trata por tanto de que adquiramos un nuevo conocimiento por mera curiosidad sino que se trata
de un conocimiento que tiene como objeto el mismo Dios y su misterio de salvación para el
hombre, por tanto el conocimiento que viene de la revelación y que l hombre acepta por la fe es
sacra doctrina (santo Tomás), la cual es verdadera ciencia que tiene como objeto de estudio a
dios mismo y pretende ayudar al hombre a alcanzar su fin último que es este Dios.
En este proceso de revelación Jesús nos ha mostrado el verdadero rostro de Dios y nos o
da a conocer no sólo a través de una comunicación externa sino que nos ha hecho partícipes de
la misma vida de Dios, la revelación de Dios en Cristo no es entonces una simple comunicación
de verdades sino que comporta una donación de su vida misma, es una autentica auto-
comunicación de Dios, por esta razón la actitud de fe es fundamental para el acceso a esta
revelación divina.
En la confesión del Dios Uno y Trino tenemos el punto focal de la fe cristiana, por una
parte el cristianismo se coloca al lado de las grandes religiones monoteístas, el cristianismo se
considera heredero de la tradición del pueblo de Israel en al que la unidad de Dios es la verdad
fundamental pero la verdad del cristianismo aunque n continuidad no se puede simplemente
identificar con la fe judía, la plenitud de la revelación nos enseña la verdad de Dios que es Uno
y también Trina, la realidad última de Dios es en sí misma plural, esta verdad sobre la trinidad
de Dios sólo es posible gracias a la revelación de Cristo, Jesús nos ha revela a Dios. El
cristianismo afirma la unitas in trinitate pero enseña también que solo se puede entender sobre
la Trinitas in unitate. La profundidad del misterio de Dios se conoce sólo con la revelación en la
que Jesús nos dice todo lo que le ha revelado su Padre (Jn 5, 15). El reconocimiento de la
posibilidad de un verdadero conocimiento de Dios fuera de la fe no debe llevarnos a minimizar
la originalidad del mensaje cristiano y su visión de Dios, sólo con el trasfondo del misterio
trinitario es comprensible la encarnación, la pasión, la resurrección y la vida divina que Jesús
nos comunica.
Debemos aclarar también que no se trata de que la revelación en Cristo nos explique el
ser de Dios, se trata más bien de una confrontación que nos supera, Dios es el misterio santo que
todo lo abarca, cuanto más grande es la revelación de Dios más grande es su misterio, más
grande es el saber por qué se nos pone delante la inmensa grandeza de Dios.
Ante dicho acontecimiento de gracia (Dios que se da en su Hijo) no debemos tener una
actitud de escrutadores sino que debe ser un actitud de contemplación hemos de abrirnos a la
adoración del misterio santo que no podemos abarcar, que escapa a nuestras efímeras
reflexiones pues la fe busca entender no con un ejercicio especulativo superfluo sino porque
quiere creer más a fondo y quiere dar mejor razón de la esperanza cristiana, esto es en el fondo
lo que buscamos, creer más y mostrar a los demás el hermoso rostro de Dios Trino.
Lo que hay que afirmar es que Dios se nos da realmente pero su ser es infinitamente
más grande de lo que nosotros podemos recibir, así que no podemos penetrar todos los misterios
porque su ser es más grande de lo que podemos recibir, esto será posible sólo ene la
consumación escatológica, cuando Dios se dé a conocer plenamente en su autodonacion total y
lo veamos cara a cara tal como es, mientras tanto asumimos nuestro lugar y reconocemos
nuestra limitación. La identidad entre Trinidad económica y Trinidad inmanente se ha de
entender en el sentido de que por una parte Dios se nos da y se revela tal como es en sí mismo
pero que lo hace libremente, es decir, que si ser no se realiza ni se perfecciona en esta
autocomunicación y por otra parte en esta revelación Dios mantiene su misterio, su mayor
cercanía hace palpable la manifestación más directa de su mayor grandeza.
CAPÍTULO II
LA PREPARACIÓN DEL DIOS TRINO EN EL ANTIGUO TESTAMENTO
Para nosotros la S.E. forma un todo, pero para su estudio se divide, el A.T. tiene
validez, es Palabra de Dios, y al serlo, sigue conservando su valor, su actualidad, pero también
es importante dejar claro que el mensaje del A.T. recibe luz para ser interpretado a partir de
Cristo que es la absoluta novedad, aunque son distintos ambos forman una unidad profunda,
porque nos han dado a conocer la revelación de Dios que se dirige a un pueblo y que luego con
se Jesús se vuelve universal. Afirmamos que aunque el A.T. no nos da a conocer a Dios en el
misterio insondable de su Trinidad, sin embargo, no es ajeno a él ya que al preparar la venida de
Jesús prepara la revelación definitiva del Dios Uno y Trino.
Un pasaje importante del A.T es cuando Dios revela su nombre (Ex. 3, 14-15), en el
A.T. hay muchos nombres que se le dan a Dios pero el que se presenta en el texto es el nombre
con el que Dios se revela(Yahvé), los demás son los que el hombre le da a Dios, con la pasada
denominación se da a conocer a él mismo, este nombre no debemos separarlo de los sucesos que
acompañan a su revelación, Yahvé no se da a conocer en su misterio tal como es, sino sobre
todo como el que se va a mostrar a Israel para liberarlo. El nombre de Yahvé indica la
orientación futura de la actuación de Dios que estará con su pueblo pues el Ser y el actuar de
Dios se corresponden, en su obrar concreto Dios da a conocer su ser, se trata de una acción que
comienza en el presente pero se extiende al futuro, el nombre de Yahvé equivale a “Yo Soy el
que existo”, no en el sentido de una definición dogmática de un monoteísmo abstracto sino en el
de un monoteísmo práctico, es decir, Yahvé es para Israel el único que existe porque es el único
salvador.
Yahvé es el que hará salir al pueblo de Egipto, de ahí que el nombre se interprete como
“Yo estaré con ustedes”, lo que es Dios en sí mismo se conocerá a partir de lo que será para su
pueblo, este Dios que revela su nombre a Moisés y a través de él a todo el pueblo es el único
que los liberará, que manifestará su poder en los acontecimientos de la historia sucesiva, este es
el Dios de la alianza, alianza que hará de Israel el pueblo de Dios.
En el A.T. se tiene claro que Dios es trascendente, entre los medios de que se sirven los
escritos del A.T. para mantener la tensión entre la trascendencia de Dios y su misteriocidad y su
capacidad de hacerse presente en el mundo hay una relación entre la cercanía y la trascendencia,
la revelación y su misterio, así encontramos las figuras de mediación.
Tenemos que evitar hacer lecturas Trinitarias precipitadas, forzando los textos, debemos
interpretarlas como momentos de una preparación hacia la revelación del Dios Trino en el N.T.
estas figuras han servido siempre para iluminar la novedad de la revelación evenagelica que
tiene plenitud en Cristo.
2.1 El ángel de Yahvé
En el A.T. se habla del ángel de Yahvé, expresión que indica una cualificación peculiar
de algunos de los seres que aparecen como designados ángeles cuya misión es la gloria de Dios,
vamos a encontrar muchos momentos en los que el ángel de Dios aparece como ayuda y guía de
Israel, sobre todo, en su salida de Egipto y su peregrinar por el desierto. También encontramos
al ángel de Yahvé encontramos en con profeta Elías. Hay otros pasajes en el que el ángel del
Yahvé no puede distinguirse claramente de Yahvé porque tanto su apariencia como su lenguaje
son los de Dios, son pasajes en los que comienza hablando el ángel de Yahvé pero luego
termina hablando el mismo Dios como: Gn, 16, 7.9, 31, 11.13, incluso en Ex. 3, 2.
El A.T. nos trasmite cuán importante es la palabra de Dios en la revelación, sobre todo a
los profetas, quienes con receptores y luego trasmisores de esta Palabra, si leemos a los profetas
siempre vamos e encontrar expresiones como: “Así habla Yahvé”, etc., esta Palabra es
irresistible, lo transforma y domina y se convierte en enviado de Dios. Además de la palabra
profética la palabra de Dios es enseñada, es mandato de Dios, los mismo mandamientos son
Palabras que Dios le da a Moisés y por estas palabras el pueblo es constituido pueblo de Dios
porque no sólo muestra el designio de Dios sino también su grandeza, es Palabra que es
promesa y es también cumplimento, la Palabra es la ejecutora de la voluntad de Dios en la
creación. La Palabra participa del poder divino, es enviada al mundo para cumplir la voluntad
de Dios.
2.3 La sabiduría
En un primer momento esta sabiduría se refiere al ámbito del recto obrar, es decir, el
hombre sólo puede hacer el bien si Dios se lo concede, la sabiduría es entonces un bien divino
que el hombre puede conseguir sólo como un don de Dios, el hombre va a ser sabio en cuanto se
acomode a la sabiduría de Dios, ya que ante el señor la sabiduría humana no tiene ningún valor,
por eso va a acuñar la frase: “El principio de la sabiduría es el temor del Señor” porque sólo
cuando el hombre reconoce su pequeñez es cuando es realmente sabio.
2.4 El Espíritu
Inicialmente la palabra Espíritu indica el viento, algo que no puede ser controlado por el
hombre, por ello se puede relacionar fácilmente con la energía, el poder, algo que es superior a
toda fuerza humana, el Espíritu se pone en relación con la fuerza creadora de Dios. El Espíritu
es el viento que Dios hace soplar en las aguas del mar Rojo, el viento es el soplo de Dios que da
la vida al hombre, es una fuerza que irrumpe en algunas personas para que puedan cumplir una
misión, obra en los profetas, reyes, etc., pero el portador por excelencia del Espíritu es el
Mesías, sobre él reposará el Espíritu, los tiempos mesiánicos estarán caracterizados por una
posesión general del Espíritu para decir que ya no es patrimonio de unos pocos.
Como conclusión podemos decir que sin querer ver una relación anticipada de la
trinidad en el A.T. podemos simplemente constatar que estas figuras preparan su revelación.
CAPÍTULO III
LA REVELACIÓN DE DIOS EN LA VIDA DE JESÚS
Dios envió a su Hijo es la gran verdad de N.T. Dios se nos ha dado a conocer en la
persona de su Hijos (1 Jn. 4,9). En esto se manifestó el amor que Dios nos tiene. Se habla en un
lenguaje de misión, textos que implican y presuponen el conocimiento de toda la vida de Jesús
pues a partir de esta vida, de sus palabras, misterio pascual, milagros, etc., se ha llegado a la
idea de que Jesús es el Hijo que ha sido enviado por el Padre y el él mismo conocemos que el
que lo envía es el Padre. Estamos ante dos términos correlativos, si hay un Hijo debe de haber
un Padre y si hay un Padre debe de haber Hijo. En la aparición histórica el hijo tiene lugar de
revelación del Padre.
Sabemos que Jesús usa la palabra Abbá para hablarle al padre y que este término se usa
para hablar dentro de la familia. El hecho de que el evangelio guarde lo original nos da certeza
de que Jesús lo utilizaba en su oración al Padre, era el término común con el que Jesús hablaba
al Padre y por ello se sorprendían y les resultaba escandaloso. En los evangelios sinópticos
cuando Jesús tiene interlocutor a Dios le llama Padre, uno conocido es el himno de júbilo (Mt.
11, 25-27 . Lc10, 21-22) este texto es importante además porque Jesús se designa a sí mismo
como Hijo. Junto a la intimidad con Dios que el pasaje refleja se pone de relieva la función
reveladora de Jesús y se funda en el conocimiento recíproco, en la comunión íntima que Jesús
tiene con el Padre. En el cuarto evangelio Padre en los labios de Jesús es el modo normal y
ordinario de nombrar a Dios, mientras que Hijo es, en el mismo evangelio, la denominación
habitual para hablar de él mismo.
El Padre es aquel al que Jesús conoce y por eso mismo da a conocer, es a quien Jesús
obedece, aquel de quien vive y de cuya vida hace partícipes a los hombres, aquel a quien Jesús
vuelve una vez de haber terminado su misión, el Padre es quien le da a Jesús el poder que tiene,
el Padre da testimonio a favor del Hijo, el Padre y Jesús son uno solo y Jesús pone esta unidad
como paradigma para la nueva comunidad que está formando. Ante el padre intercede Jesús por
todos nosotros en fin que el Padre es el constante punto de referencia de Jesús, ningún aspecto
de su vida ni de su acción se explica sin esta relación, Jesús vive constantemente orientado y
referido a Dios Padre, el Padre ocupa la primacía absoluta en la vida de Jesús.
La paternidad de Dios se nos muestra en la misión de Jesús, el Hijo, y esta tiene como
finalidad que los hombres recibamos la filiación (Gal. 4, 4-6). El envío del Hijo y la filiación
divina en los hombres están en estrecha relación, es la gran enseñanza de Pablo y lo mismo la
teología juanica y las demás tradiciones del N.T. Dios que es el padre de Jesús quiere ser
también Padre de los hombres, el mismo Jesús nos introduce en su relación filial con el Padre,
Jesús doce a sus discípulos que le hablan a Dios diciéndole Padre. Así como la filiación divina
de Jesús se refleja en su existencia también para la vida concreta de los discípulos ha de tener
consecuencias, los hombres hijos de Dios estamos llamado a vivir como hermanos, entre la
filiación de Jesús y nuestra afiliación existe una relación causa-efecto. En el N.T. nunca
encontramos que Jesús se incluya como Hijo en igualdad de condiciones con los demás
hombres, la relación de Jesús con el Padre es única e irrepetible y es precisamente esta
irrepetibilidad lo que fundamenta nuestra filiación y es el E.S. el vínculo que relaciona la
filiación divina de Jesús con la nuestra.
Según los evangelios de Mateo y Lucas, al encarnación de Jesús se realiza por medio
del E.S. el E.S. juega un papel fundamental en el momento de que Jesús es enviado por el Padre,
esta presencia de Espíritu es la fuente de la santidad de Jesús y desde ese momento la presencia
del Espíritu en Jesús es una realidad constante. La acción creadora del Espíritu alcanza en Jesús
su punto más alto.
Para el N.T, Jesús es el Hijo de Dios, pero, es también el ungido por el E.S. es decir es
el Cristo y es por tanto el portador del E.S. por excelencia. Los evangelios sinópticos nos hablan
de bautismo que Jesús ha recibido por manos del bautista y nos muestra que la presencia del
E.S. que desciende sobre Jesús y la voz del cielo que proclama que él es el Hijo de Dios es la
verdad centra de este episodio. Jesús es presentado como el enviado de Dios que viene dotado
de la fuerza del Espíritu necesaria para el cumplimiento de sus misión, una fuerza que
corresponde a la relación única que lo une con Dios y a partir de este momento Jesús inicia su
misterio, si vida pública, y comienza a realizar signos y prodigios que indican la presencia del
reino. El N.T. indica que Jesús es ungido para el cumplimiento de su misión, por eso Jesús
indica que él es el ungido cuando aplica para sí las palabras de Isaías.
Jesús es luego quien envía al E.S. a la Iglesia ya que es él quien lo posee. Poco a poco
esta gran verdad se fue olvidando en la teología y se va a reducir la acción del E.S. al momento
de la encarnación, pero, es innegable la claridad con la que los evangelistas desarrollan el tema.
Poe todo esto debemos afirmar que a partir de la cruz de Jesús se puede determinar lo
que se entiende por Dios, el Dios de Cristo no es posible entenderlo sin pasar necesariamente
por la cruz, Dios es entonces no una naturaleza diversa, no una naturaleza celeste sino un
acontecimiento de comunidad en la humanidad, un acontecimiento del Gólgota donde brota el
Espíritu, por tanto el momento en el que se muestra su grado máximo el amor de Dios es en la
entrega de Jesús en la cruz.
El Espíritu es un don del Padre y del resucitado (Gal. 4, 4-6), este texto plantea un paralelismo
entre la misión de Jesús y la misión del Espíritu y al mismo tiempo establece una relación de
causalidad entre la resurrección de Jesús y el envío del Espíritu Santo. El E.S. es el Espíritu de
su Hijo, y su misión está en relación con la del Hijo, Jesús en su resurrección recibe al E.S. en
plenitud y esto garantiza el envío del Espíritu a su Iglesia.
En los primeros capítulos del evangelio de Lucas se habla de la acción del E.S. de una
manera concreta en personajes: Isabel, Zacarías, Simeón, esta acción del Espíritu fue posible por
la venida al mundo de Jesús, aunque tiene características distintas a la de la efusión de
pentecostés, se trata de una presencia ocasional sobre personas determinadas en vistas a una
misión, por tanto no debemos ver esta acción opuesta a la afirmación que hacíamos antes. Con
el don del E.S. como consecuencia de la glorificación de Jesús se da una novedad en la acción
del E.S., esta acción es muy distinta de la del N.T., los efectos de la acción del Espíritu ahora
son mucho más claros por la novedad que implica en la historia de la salvación la acción de
Jesús.
La acción del Espíritu se realiza en los discípulos de Jesús sobre todo en los mementos
de persecución (Mt. 10, 19, Lc. 12, 11), el Espíritu es el que permite, posibilita a los discípulos
el dar testimonio y así aparece en los discursos de Pedro (Hec. 4, 12), esteban también estaba
lleno del E.S. (Hec. 7, 55). A partir de pentecostés la acción del espíritu es una constante en la
Iglesia naciente y desde entonces la imposición de las mano se va a convertía en el sirgo más
claro para indicar la transmisión del E.S. él es el que hace posible que la predicación de los
apóstoles se extienda, abre el corazón de Pedro para que entienda que también los paganos están
llamados da a la salvación, más aún, los Hechos nos dice cómo muchos recibieron el Espíritu
antes de ser bautizados y de esta manera el E.S se anticipa a los discípulos.
Por otro lado la teología paulina nos muestra con mucha riqueza el lenguaje, la
presencia y la acción del E.S. para Pablo es claro que sólo movidos por el E.S. podemos
dirigirnos a Dios, sólo él nos hace hijos de Dios, el E. de Jesús es quien crea en nosotros la
actitud de filiación, el Espíritu es quien en nosotros clama Abbá, la filiación como fruto más
precioso, lleva consigo la herencia, nuestra filiación pues es en virtud del Espíritu del Hijo. El
Espíritu es también prenda de la herencia que se nos ha prometido en Cristo, es don de Dios,
sólo podemos decir que Jesús es el Señor movidos por el E.S., es quien permite al creyente
aceptar a Dios y reconocer su mensaje de salvación, obra en nosotros como una fuerza interior.
En el N.T. el Espíritu siempre está referido a Jesús y no sólo porque es Jesús que lo
envía desde el Padre, sino porque todos sus efectos en la Iglesia y en el hombre hacen referencia
también a Jesús, pues, el Espíritu es quien construye el cuerpo de Cristo, el Espíritu impulsa la
predicación, no s hace vivir como hijos de Dios, nos configura con Cristo, por ello hay que
evitar en la relación Cristo- Espíritu cualquier subordinación o instrumentalización del Espíritu.
El E.S. es quien descendió a Jesús antes de que él lo diera a los hombres. El Padre ha llevado a
cabo su proceso salvífico por la mediación única de Cristi pero este acontecimiento tiene lugar
en el Espíritu. Jesús ha realizado todas sus obras con la presencia del E.S. y la salvación que nos
trae sólo es posible por la acción del E.S. Podemos decir que el E.S. universaliza y hace eficaz
para todos los tiempos y ligares la obra de Cristo, al universalizarla la actualiza, es decir, la hace
presenta como acontecimiento siempre vigente en los sacramentos, de modo especial en el
Eucaristía, y al actualizarla interioriza en el hombre, la acción del Espíritu no se limita al ámbito
visible de la Iglesia pues la acción salvífica de Dios no tiene fronteras como tampoco la
mediación de Jesús.
4. Formulas Trinitarias
En los evangelios encontramos de manera explícita la mención del Padre, Hijo y E.S.,
pero es más importante el todo que un solo texto por sí mismo, las formulas son importantes
porque reflejan la conciencia de la comunidad sobre la estructura Trinitaria de la salvación:
Mt. 28,19. Más que considerar a esta cita como conclusiva hay que considerarla como
punto de partida de la profundización que la comunidad cristiana va ha hacer sobre el
misterio de la Trinidad, el texto es fruto maduro de una reflexión más profunda sobre
todo en relación con el sacramento del bautismo, sacramento que constituye un punto
de cristalización de las formulas de comunión de la Iglesia primitiva, la formula
trinitaria del bautismo desarrolla lo implicado en la invocación inicial del nombre de
Jesús mediante la expresión de la Paternidad de Dios y de la gracia del Espíritu para los
fieles. En un principio, y así lo atestiguan los hechos de los apóstoles, el bautismo se
realizaba en el nombre de Jesús, ya que a través de él se da la acción de Dios, pero,
hubo un momento de la vida de la comunidad en que esta fórmula se sustituyo por esta
otra Trinitaria. Esta mención del nombre de las tres Personas en la formula significaba
que el neófito se constituía en posesión del Señor y se colocaba bajo su protección, al
bautizado se le pedía creer en un solo Dios pero era el Dios que se había revelado en
Cristo y que concedía a los creyentes el don del E.S. La formula de Mateo es síntesis
de una catequesis bautismal.
2 Cor. 13, 13. Este texto hay que colocarlo unos 20 años antes que el de Mateo, san
Pablo concluye su carta con una oración Trinitaria, lo más común es que Pablo haya
tomado este saludo de la liturgia y lo que Pablo intenta es poner énfasis en la doctrina
de la fe cristiana, por eso el saludo refleja la estructura Trinitaria de la historia de la
salvación y expresa aquellos aspectos fundamentales de la acción de Dios en ella en la
historia, en Cristo se revela el amor del Padre que anima en el E.S. a la comunidad. El
segundo miembro exige una explicación del primero, dado que la gracia del Señor
Jesucristo revela el amor de Dios Padre, el tercer elemento alude a los dones propios
del Espíritu que representa una participación en el mismo Espíritu en orden a la vida
Cristiana.
1 Cor. 12, 4-6. San Pablo busca expresar la unidad entre los diversos servicios y
carismas y la unidad radica en que todos estos carismas tienen su origen en Dios
Trinitario. La comunidad de Corinto tuvo serios problemas en orden a la unidad a
causa de esta diversidad de dones y ministerios, Pablo intenta exhortarlos a la unidad y
hacerlos que se mantengan firmes a la fe, por eso en esta fórmula Pablo atribuye al
Espíritu, a Cristo y al Padre todos los carismas, dones y ministerios
Gal. 4, 4-6. Pablo inserta la afirmación fundamental sobre la virgen en un contexto de
salvación y en cuanto presentación esquemática del origen de la historia de la salvación
que es también Trinitaria, es decir, que el apóstol propone al Padre como fuente y raíz
de toda la historia de salvación, al Hijo como enviado por el Padre para liberar a los
hombres de la esclavitud de la ley y hacerlos sus hijos y al Espíritu que da prueba de
esa filiación divina gritando en nuestro corazones Abbá y todo esto sucede en la
plenitud de los tiempos, es decir, en el momento culmen de la historia. Es el primer
texto del nuevo testamento sobre María y aparece en contexto Trinitario ya que por ella
es posible que el designio de Dios se realice.
CAPÍTULO IV
PADRES APOSTÓLICOS Y APOLOGETAS
Tanto los padres apostólicos como los apologetas van a dar un paso significativo en la
construcción del dogma porque van a buscar lenguajes apropiados más allá que el lenguaje
bíblico, a veces tomado de la filosofía, a veces de la cultura misma aunque corren el riesgo de la
imprecisión, de la herejía. Comienzan a usar términos como: prosopon, hypostasis, ousia,
physis, subtantia, esentia, natura, etc., los toman de la filosofía pero les dan un nuevo
contenido, el trabajo que ellos realizan es digno de reconocimiento pues son la base para los
demás sistemas teológicos.
En general van a hacer uso de una teología negativa y de una teología positiva, mediante
de un método dialectico van del silencio a la palabra, de la conciencia del no tener la capacidad
de expresar el misterio a la convicción de fe de tener la necesidad de hablar del misterio. Los
padres pues van construyendo una semántica del misterio.
La gran novedad del N.T. es el misterio de Dios Uno y Trino, y esta novedad va a tener
gran importancia sobre todo en el sacramento del bautismo que es donde vamos a encontrar la
verdad del Padre, del Hijo y del E.S. En el N.T. siempre que se habla de Dios se refiere al Padre
y al Padre siempre se le atribuye la iniciativa del creación, es el Padre quien envía al Hijo a
realizar la obra de redención y el Espíritu enviado por el Hijo es el encargado de santificara a la
Iglesia.
1.3 La Didache
Basten estos testimonios para darnos cuenta de que si bien es cierto, no encontramos en
los padres apostólicos una teología Trinitaria elaborada si encontramos una fe trinitaria, todos
estos testimonios nos llevan a entender como la conciencia de Dios trino está viva en los inicios
de la Iglesia. Poco a poco la repetición de las formulas tríadicas obligará a uan profundización
de sus contenidos.
2. Padres apologetas
Comienza una etapa nueva, una etapa de reflexión porque estos padres se van a
preocupar de defender la fe entre los cristianos para protegerla de posibles mal entendidos, pero
al mismo tiempo tienen que dialogar ante los judíos y paganos van a buscar expresar esa fe de
modo coherente, así comienza una etapa de reflexión del misterio, esta necesidad llevó a realizar
un esfuerzo especulativo que ya no consistía sólo en repetir las fórmulas tradicionales y
tampoco el Kerigma, sino que ahora, la preocupación radica en la relación del Padre con Hijo y
con el E.S.
En este mismo diálogo, cuando Justino habla del Padre, hace referencia al Hijo y
entonces va a decir: «En cuanto al Hijo, aquel que propiamente se dice Hijo, el verbo, aquel que
fue engendrado desde siempre, dese desde que Dios creó y ordenó todo se llama Cristo», aquí
encontramos la idea de una generación, el Hijo está con Dios antes que las creaturas, puede
pensarse que su generación está ligada a la creación, es decir, que el verbo ha venido a la
existencia cuando Dios ha creado todas las cosas por su medio, así viene a la existencia el Hijo
de Dios que es Dios, el Hijo del hacedor del universo existe como Dios y fue engendrado como
Hombre, la preexistencia del Hijo a la generación humana se muestra en su presencia en las
teofanías del A.T.
Los elementos importantes del texto en primer lugar es que Justino habla de una
generación intelectual, no física, Dios produce una potencia racional que vemos identificada con
su sabiduría, en segundo lugar esta generación al ser intelectual no es un proceso ciego, sino
que, viene del querer del Padre, la generación no se produce por un corte material y por eso es
que no disminuye el ser del Padre, por tanto Justino afirma una real distinción entre los dos, el
Hijo es realmente distinto del padre. Esta distinción de las personas es subrayada fuertemente
por Justino y al mismo tiempo acentúa la unidad del Hijo con el Padre.
Reaparecen los temas conocidos de la generación por el poder y la voluntad, pero esta
generación da origen a una sustancia diversa del Padre pero a pesar de esta distinción
claramente establecida y de la condición divina del Verbo se excluye que este sea otro Dios.
Frente a esta teología del logos se habla del E.S. sólo en relación con la economía salvífica, se
subraya su actuación como espíritu profético que también ha actuado en la vida de Jesús,
Justino afirma que el Espíritu actúa en la encarnación, el bautismo y que a partir de ahí el
espíritu puede derramarse sobre los cristianos. Justino hace uso de formulas doxológicas
provenientes de contextos litúrgicos, la cual afirma la tesis de que la fe trinitaria se desarrollo en
el culto y en la vida litúrgica de la Iglesia.
Discípulo de san Justino, centra su reflexión para mostrar que la generación del verbo
no significa una separación en Dios y que por tanto el cristianismo sigue manteniendo el
monoteísmo. En un texto ad grekos formula de que manera Jesús no es otro Dios. Recoge la
metáfora del fuego para explicar la generación del Hijo y a la luz de esta afirma que el Padre no
queda disminuido porque no se trata de un corte físico sino de una participación en su ser, por
ello el Padre no queda nunca sin razón otro elemento fundamental que encontramos en Taciano
es la definición de Dios como espíritu, espíritu creador de las cosas materiales y de la materia
misma y de esta condición espiritual participa el verbo que posee la misma naturaleza de Dios.
Taciano habla además de Espíritu de Dios aunque no se puede afirmar con precisión que
este Espíritu de Dios sea la 3ra Persona de la Santísima Trinidad, más bien a parece una especie
de binitarismo.
A este autor debemos en primer lugar el término griego Trias, que en latín será
traducido como Trinidad, para designar al Padre, al Hijo y al Espíritu, «Los tres días que
preceden a la creación de los luminares son símbolo de la Trinidad de Dios, de su Verbo y de su
Sabiduría. Habla de ella no referida al Hijo sino para referirse al E.S. sin embargo hay algunos
pasajes en donde la sabiduría parece identificarse con el Hijo, por eso es una doctrina poco
segura, la única acción que Teófilo le atribuye al E.S. es la inspiración de la Escritura. El
aspecto que más interesa poner de relieve es la doctrina de los dos estadios del Verbo: el logos
inmanente en el seno del Padre antes de la generación propiamente dicha y el logos proferido
emanado cuando Dios lo engendra para crear el mundo por su medio.
CAPÍTULO V
TEOLOGÍA DEL SIGLO II Y III
Encontramos tres personajes importantes que van a dar gran paso en el desarrollo de la
teología trinitaria.
Desarrolla también la idea de que todo vienen de Dios él lo realiza todo acompañado del
Hijo y del Espíritu. Siempre que habla de Dios se va a referir del Padre.
El lenguaje que utiliza se refiere a la actividad del Hijo y del E.S. y hay una diferencia,
la figuratio del Espíritu se asemeja a la que habla Gn 1, 26, lo propio del Espíritu es la
asimilación a Dios Padre y perfecciona la obra del Verbo que es quien realiza la fabricación., el
Hijo es la imagen, el paradigma de la creación, en cambio el Espíritu no tiene forma, su esencia
es el dinamismo para vivificar la obra del Hijo. Irineo identifica al Espíritu con la sabiduría
porque según él es el Hijo quien directamente lleva a cabo de modo directo la obra de la
creación.
2. Tertuliano (+220)
Gran creador de un lenguaje Trinitario latino, va a ser heredero de la doctrina de los
apologistas y una de las grandes cuestiones que va a plantear es la unidad y la distinción, su
obra principal, desde el punto de vista de la teología Trinitaria, es: Adversus Praxeam, era un
personaje quíen afirmaba que el Padre era quien se había encarnado y quien había padecido,
Tertuliano ante este Patripasionismo propone una regla de fe.
Otro aspecto importante es que llama a la Trinidad Personas y a partir de aquí va a ser
ya un uso común. Sostiene que el Padre, el Hijo y el E.S. son diversos uno del otro a la vez que
inseparables, no hay en ellos división aunque si distinción, de modo que cada uno de ellos es
realmente otro. Mantiene la comunión de las tres personas pero si hay en su lenguaje una cierta
gradación: el Padre contiene toda la sustancia, el Hijo es una derivación y una porción del todo
como él mismo confiesa, así el Padre es distinto del hijo al ser mayor que el Hijo, pues, uno es
el que engendra y otro el que es engendrado, uno que envía y otro que es enviado, uno que hace
y otro por medio del cual todo es hecho. La distinción de los dos se manifiesta en sus diversas
funciones de la creación y la salvación del hombre, esto lleva a la distinción intratrinitaria del
que engendra y el engendrado.
3. Orígenes (+254)
Orígenes afirma la procesión eterna del Hijo, Dios no es Dios antes que Padre, es
eternamente Padre del Hijo, el logos engendrado desde la eternidad es también desde siempre el
Hijo y lo explica con el texto de la luz. El Hijo manifiesta a Dios a los hombres, es el esplendor
que lo da a conocer hacia afuera, de ahí Orígenes va a desarrollar las relaciones intratrinitarias
del Padre y el Hijo, para esto parte del texto Sb 7, 25ss, la fuerza del Padre se manifiesta en el
alíto que no tiene inicio, la emanación del omnipotente significa que subsiste aquello sobre lo
cual se ejerce la omnipotencia, no hay por consiguiente omnipotencia anterior a la emanación
que procede de la misma, es decir, desde siempre el Hijo emanado de Dios comparte la gloria
del omnipotente, Dios es en la eternidad luz y la sabiduría es resplandor de la misma sin
principio ni fin, el logos es Dios por la generación, hay una diferencia esencial entre su
participación en la divinidad y la que se concede a las creaturas, el logos es, además de divino,
una hipostasis propia, la individualidad del Hijo es distinta de la del Padre, es el resplandor de la
luz que posee una subsistencia personal, por una parte el Hijo es natural, no es adoptivo, pero
por otro lado debemos señalar la libertad de su generación.
CAPÍTULO VI
ARRIO Y EL CONCILIO DE NICEA
Después de Orígenes la Teología se debate en múltiples posiciones que van poco a poco
radicalizándose. El surgimiento de esta diversidad de opiniones provoca la necesidad de un
acuerdo común y así surgen los concilios y con ellos las afirmaciones dogmáticas, afirmaciones
que buscaban salvaguardar la fe de la Iglesia, los primeros concilios de la Iglesia giran en torno
a la persona de Jesucristo pero al mismo tiempo se va definiendo el dogma trinitario.
Ebionismo.
Esta palabra viene del hebreo y significa pobre, se trata de cristianos que seguían
respetando la ley de Moisés, muy probablemente sólo conocían el texto de Mateo, su herejía
consiste en considerar a Jesús sólo como hombre, dotado con poderes pero no aceptaban que
fuera Hijo de Dios.
Adopcionismo.
Afirma que Dios no podía tener Hijos naturales pero que si podía adoptar, Jesús sería
un ángel pero no Hijo natural de Dios y es adoptado por Dios en el bautismo.
Gnosticismo.
Docetismo.
Esta forma de pensar tendía a disminuir la realidad humana de Jesús, afirmaban que el
cuerpo de Jesús era aparente y negaban en Jesús cualquier acción indigna de su divinidad por
ejemplo el sufrimiento.
Monarquianismo.
Parte de la unidad de Dios, por tanto niegan que Jesús sea Hijo de Dios, esta herejía
atribuye al Padre la pasión y la muerte porque decían que Padre e Hijo con nombres correlativos
de Dios cuya distinción es simplemente terminológica, de esta herejía se desprende el
patripasionismo y el modalismo.
Este pensamiento hunde sus raíces en un concepto de Dios como único y por tanto
excluye toda dualidad, este pensamiento es fruto de la escuela alejandrina que sigue la filosofía
helenista. En esta línea del pensamiento del Uno procede el Logos, la razón, principio formal de
lo múltiple y al logos sigue un tercero, la psycue, el alma fundamento inmediato de las cosas
concretas, el logos participante primario del Padre no coexiste desde la eternidad con el dado
que ha sido creado de la nada, no es Hijo natural del Padre, ha comenzado a existir en un acto de
la voluntad del Padre, su relación con el Padre se establece sólo en función de la creación y de la
salvación, de modo que el Hijo sólo existe con la creación y en orden a ella.
Arrio no niega la encarnación del logos creado pero el cuero humano de Jesús es un
revestimiento, un envase externo para que pueda actuar en el mundo visible. En este momento
el E. S. ocupa un lugar marginal en la discusión de los cristianos. No hay pues en l adoctrina de
Arrio una trinidad que pueda ser el sostén y fundamento de la creación.
Con este concilio llegamos a uno de los puntos fundamentales del desarrollo del dogma
trinitario. En el concilio local de Antioquía encontramos a Eusebio de Cesaréa y allí crea un
símbolo de fe el cual será importante como punto de partida para el concilio de Nicea. El
concilio de Nicea fue convocado por el emperador Constantino dado que le interesaba la unidad
en el imperio (DH 125-126).
Con el inicio del lenguaje dogmático se inició una etapa nueva ene la reflexión teológica
porque Nicea legitima el uso del Toutestin (es decir), la explicación necesaria y autoritativa de
un particular contenido del kerigma neo-testamentario que por sí solo no alcazaba ya a
comunicar la interpretación autentica del ser del verbo. El lenguaje bíblico no es suficiente
desde el momento en que también Arrio recurría a la Escritura para fundamentar sus tesis. Los
padres de Nicea renuncias a la repetición equívoca del kerigma y adopta un nuevo lenguaje, se
inicia así una traducción acreditada de la fe bíblica para impedir las falsas acreditaciones. A
diferencia de la Escritura que narra el evento Cristo con las palabras y obras de Jesús, el nuevo
lenguaje dogmático es prevalentemente especulativo, se pasa de una narración a una
explicación.
Después de Nicea el arrianismo sigue vivo pero no se mantiene homogéneo sino que
surgen grupos extremistas y moderados por lo que se celebraron infinidad de sínodos en donde
unas veces predominaban los nicenos y en otras los arriano. A este clima de incertidumbre
contribuyó la intervención del poder político que algunas veces se inclinaba hacia un lado y
otras hacia otro, podemos sintetizar la historia de Nicea en 3 grandes etapas:
Así llegamos al final de este largo periodo (325-362) que termina gracias a la aportación
de Atanasio e Hilario.
CAPÍTULO VII
LOS PADRES CAPADOCIOS Y EL CONCILIO DE
CONSTANTINOPLA
Son tres los padres capadocios: Basilio de Cesarea, Gregorio Nacianceno, Gregorio de
Nisa, profundizan las elaciones del Padre, del hijo y del E.S. en el sentido de unidad.
Después del siglo IV las doctrinas arrianas fueron retomadas con mucha fuerza por
Eunomio cuya idea fundamental es la definición de Dios como el «ingenerdo», ser ingenerado
es lo propio de la sustancia de Dios, por tanto, al insistir en la falta de generación como lo
propio y específico de Dios se niega la divinidad del Hijo, no puede ser Dios el que viene de
otro, en el momento en que la teología había afirmado con claridad la generación eterna
Eunomio se empeña en sostener que todo el que viene de otro es posterior al otro de quien
viene, por tanto el –hijo no puede ser Dios, siendo ingenerado no puede engendrar, no puede
hacer partícipe a nadie porque su naturaleza es ser ingenerado, no cabe en la sustancia divina ni
diferenciación ni separación, a esta fundamentación filosófica se le añade una bíblica, estos
seguidores optan por loa textos del N.T. en donde Jesús pareciera inferior al Padre, por
consiguiente al ser inferior no hay comunión de sustancias.
Con esta doctrina no solo refuta a Eunomio sino que pone las bases para una futura
teología trinitaria en la que se unirá la unidad de la esencia divina con la pluralidad de personas.
Basilio distinguió también en cuanto al Padre y al Hijo la relación de procedencia y la sucesión
cronológica por eso el Hijo puede ser al a vez eterno y engendrado, para fundamentar esta
argumentación cita el texto de Jn. 1, 2, este texto indicaría un texto que no ha empezado, a partir
de este era no se puede llegar a un momento anterior en el que el Hijo no existía, el Hijo existe
desde toda la eternidad unido en cuanto engendrado al Padre. San Basilio establece que las tres
personas tienen una sola naturaleza, un solo Dios y que son increados, el Padre no deriva de
ninguna causa, el Hijo brilla como sólo unigénito de la luz ingenerada, a su vez el Hijo no puede
ser comprendido sino por la iluminación del Espíritu, no hay pues tres principio únicos, el único
principio es el Padre que da sin recibir y sin perder nada y que crea mediante y el Hijo y
perfecciona la creación mediante el Espíritu.
Hermano de Basilio. Afirma que la generación divina es siempre un acto eterno, no hay
en Dios antes y después las tres personas divinas tienen en común el ser increado, mientras que
lo propio de cada uno es: el Padre es no engendrado, el Hijo es unigénito engendrado, el E.S.
omousios con el Padre y el Hijo es manifestarse por medio del Hijo. Recoge el concepto de que
el Padre es el origen de la Trinidad, entonces explica las manifestaciones del Padre, al Padre
debemos la iniciativa de la acción, mientras que al Hijo la acción y al E.S. la perfección. El Hijo
posee la naturaleza del unigénito y el E.S. la de ser originado por el Padre a través del Hijo, la
sustancia del Padre se desborda a través del Hijo hasta el E.S. del mismo modo que tres luces se
propagan, de las cuales la primera se propaga a través de la segunda, el Hijo se caracteriza por
derivarse inmediatamente del primero (Padre), y el E.S. se deriva de aquel que deriva del
primero (Hijo).
2. Constantinopla I (381)
Segundo concilio ecuménico. Este concilio completa la fides Nicena sobre todo por lo
que respecta al artículo sobre el E.S. (D.H. 150), los padres de Constantinopla retoman el
símbolo de Nicea pero realizan algunos añadidos significativos. Se le añade, en cuanto al padre
que es creador del cielo y de la tierra, en cuanto al Hijo se añade que la generación de Hijo es
antes que todos los siglos, se añaden las referencias a la vida histórica de Jesús y se afirma que
la encarnación tiene lugar por obra del E.S. en el seno de María virgen, se añaden referencias a
la crucifixión y a la sepultura y resurrección, la resurrección es según las escrituras, viene la
asención y la afirmación de que está sentado a la derecha del Padre y se añade también que su
reino no tendrá fin, sin duda el cambio más grande es lo referente al tercer artículo del credo que
es respecto al E.S., a diferencia de Nicea Constantinopla usa la frase to neuma to agion, el
Espíritu que es Santo, no se dice un solo E.S. como ocurre con el Padre y el Hijo, las
afirmaciones concretas del E.S. tienen clara inspiración bíblica. Afirma que el Espíritu es Señor,
por tanto, con este término el concilio de Constantinopla está afirmando la divinidad del E.S.
igual que el Padre y el Hijo sin utilizar el término omousius, dice que también es Dador de vida,
algo que en el N.T. es siempre propio de Él, se alude no sólo a la función creadora del Espíritu
sino también a la acción santificadora y a la comunicación de la vida divina, el Espíritu procede
del Padre, no se habla de la esencia sino que la afirmación conciliar se inspira en el texto de Jn.
15, 26. «Cuando venga el paráclito que yo enviare del Padre…». En 1 Cor. 2, 12 se dice que el
Espíritu es Ek tou Teouk, con el cambio de preposición el texto no se aparta de la directa
inspiración bíblica, es claro que existe un paralelismo entre la generación del Hijo del Padre y la
procedencia del Espíritu también del Padre, con la afirmación de la procedencia del Padre se
quiere mostrar que es divino y no una creatura. Luego vine la afirmación: «que con el Padre y el
Hijo es adorado y glorificado». Es evidente el influjo de Basilio que protesta contra el uso
subordicionista de preposiciones, esta afirmación equivale al omousios, en este paso aparece con
claridad como la lex orandi se corresponde a la lex credendi pues se trata de un uso litúrgico a
una afirmación de fe que debe ser creída. Al ser recitado el credo en la celebración litúrgica se
indica que el dogma es actualmente presente en la Iglesia y en el mundo como liberante anuncio
trinitario y cristológico, en este contexto litúrgico sacramental, el símbolo no sólo expresa la
ontología de la fe sino que se convierte en fuente de ágape, la lex credendi se hace lex orandi y
eso conlleva lex vivendi ed legendi. Se dice por último que el Espíritu habló por los profetas, es
una idea que se encuentra ya en el N.T. y en la Tradición más antigua, se trata de una acción
propia del A.T. al introducirse al credo se deja claro que el Espíritu es quien actuó antes y
después de Cristo. Estas afirmaciones aunque difieren en las que aparecen al Hijo reflejan la
convicción firme de la divinidad de la tercera persona igual al Padre y al Hijo. Este concilio
ayuda a la formación del dogma del misterio trinitario, aunque en su tiempo no tuvo mucha
resonancia, sino que hasta el 451 en que se celebra el concilio de Calcedonia en el que se
reafirma la fe nicenoconstantinopolitana.
Estos dos concilios constituyen la reflexión de los padres capadocios y de san Agustín,
estos dos concilios son la herencia de la que se va a alimenta la segunda etapa de la patrística,
poco a poco la línea de reflexión de oriente se va distinguiendo y separando de occidente, no se
trató sólo de un lenguaje distinto propio de la diferente lengua sino más bien de una sensibilidad
e intuición marcadamente diferente una de otra. Los griegos en oriente desarrollarán una
doctrina de la trinidad según una concepción genético-dinámica en la que acentúan monarquía
del Padre en cuanto origen inoriginado y originante por que tanto el Hijo como el E.S. proceden
de él pero el Espíritu a través del Hijo. Los latinos tienen una visión más estática con lo que
evidenciaban mejor la unidad de la naturaleza o sea la perfecta consustancialidad de las
Personas lo que une a los tres, por eso no tenían dificultad en hablar del Espíritu como
procedente del Padre y del Hijo, dado que el Padre y el Hijo tienen en común la única naturaleza
divina y la intervención en el origen del Espíritu. Sin embargo, de tal modo subrayaron estas
perspectivas que dio lugar al conocido problema del filioque (que procede del Padre y del Hijo.
Por otro lado las teologías occidentales proponen como punto de partida la única
naturaleza divina que actúa en las tres personas, el Padre engendra al Verbo en el conocimiento
que tiene de sí mismo, y del amor muto entre el Padre y el Hijo procede el Espíritu, siendo el
Padre la fuente primordial.
El tema se trato el concilio cuarto de Letrán en relación con la doctrina del abad Joaquín
de Fiore y luego en el segundo concilio de Lyon que enseñó la procedencia del E.S. del Padre y
del Hijo afirmando que constituyen un único principio. La formula de unión (1438) dada en el
concilio de Florencia no tuvo éxito porque no fue aceptada por los orientales, la formula
florentina dice que el Espíritu procede del Padre y del Hijo como de un solo principio y por una
sola espiración y afirma que la tesis oriental per filiu y la latina filioque no se excluyen entre sí
(D.H. 1300-1303).
Máximo el confesor dice que ellos (occidentales) saben bien que no hay más de una
causa…
CAPÍTULO VIII
LA VIDA INTERNA DE DIOS: Procesiones-Relaciones-Personas
Con este tema llagamos a la reflexión sobre la vida interna de Dios, la economía nos ha
llevado a la teología, esta reflexión tiene como contexto la manifestación histórico salvífica de
Dios (economía), que para nosotros es l único camino que se nos ofrece para llegar al misterio
mismo de Dios.
Según Gal. 4, 6 hay dos misiones del Hijo y del Espíritu, Dios envió a su Hijo al E.S., a
partir de la aparición histórica de Jesús y de la experiencia de su Espíritu, ya el N.T. ha llegado a
la conclusión de que ambos preexisten a su misión, según san Agustín la misión significa lo
mismo que la manifestación, es decir, el hacerse visible, se trata de un nuevo tipo de presencia
de características distintas de las que son propias de la omnipotencia divina. En el caso de la
encarnación del Hijo aparece claramente la novedad que la misión significa, puesto que
constituye una manifestación sensible, única e irrepetible. La misión el Espíritu se relaciona a su
vez con las manifestaciones visibles que acompañan la venida del Espíritu en pentecostés, con
esto se muestra las distintas personas divinas porque son distintas las misiones de uno y otro de
los enviados. El Padre ha enviado pero no es enviado, no puede ser enviado pues no procede de
ningún otro, el Hijo es enviado y envía, el E.S. es enviado y no envía, esta manifestación tiene
lugar en el tiempo, se trata de la entrada de las personas divinas en la historia del hombre para
realizar la salvación.
Las misiones dan a conocer la unidad y la distinción en Dios, nos muestran la procesión
del enviado respecto del que lo envía, en hecho de que Dios Padre haya enviado al mundo al
Hijo y al E.S. nos indican un específico modo de relación, por eso de las misiones Divinas
llegamos a la cuestión del origen en Dios, del Hijo y del E.S. La tradición teológica para
referirse al Hijo utilizó el término generación, mientras que para el Espíritu procesión.
2.1. Las procesiones divinas y la teología de la mente humana, san Agustín y santo Tomás.
San Agustín había puesto en la voluntad al E.S. en la trinidad hablaba del amante, del
amado y del amor, el E.S. sería el amor, cuando la mente se ama así misma tenemos en un
primer momento la mente y el amor pero el amor presupone el conocimiento que la mente tiene
de sí misma al final de cuantas santo Tomas afirma que el intelecto y la voluntad no son el Dios
cosas distintas, no obstante, como pertenece al modo de ser del amor que no proceda más que de
la concepción del intelecto la procesión del amor se distingue el Dios de la procesión del verbo,
así que por eso en Dios las procesiones se distinguen, porque la segunda presupone la primera
pero son dos realidades que no se distinguen en Dios y así en Dios tenemos sólo estas dos
procesiones porque sólo el entender y el amar son las acciones que se quedan en el agente, por
ello no podemos pensar en Dios más procesiones que la del verbo y la del E.S.
2.2. Las procesiones divinas y el amor interpersonal, Ricardo de san Víctor (+1173)
Ambos intentos son dos vías igualmente válidas porque ambas proporcionan elementos
importantes para la comprensión del misterio de Dios y ambos intentos son sólo una
aproximación, lo que queda claro es que la vida interna de Dios es fecundidad y lo es así porque
Dios es amor, esta reflexión de la Iglesia está en consonancia con la enseñanza bíblica y no
debemos quedarnos en el lenguaje utilizado sino en el objetivo del que el lenguaje nos lleva,
Dios es amor y este amor es fecundo.
En cuanto Dios es inmutable, de las relaciones mutuas se deduce la eternidad de las tres
personas pues si el ser del Padre es ser Padre esta condición no se puede adquirir en un
momento dado sino tiene que ser eterna y lo mismo el Hijo y el E.S. que desde siempre es don y
por consiguiente donable aunque no se pueda decir que desde siempre es dado. La relación de la
Trinidad es siempre eterna e inmutable.
Concluye santo Tomás que las relaciones no contradicen la unidad divina sino que esta
se da precisamente en las relaciones y no al margen de ellas, a su vez, la oposición de las
relaciones tiene sentido sólo en el ámbito de la unidad divina es decir, Dios no sería más trino
sin la unidad de la esencia como no sería más uno si no se dieran las relaciones.
Esto no significa que el término persona sea el más adecuado, se usa este término
porque no hay otro mejor, para el Padre, el Hijo y E.S. se usa la misma expresión que para
referirse a los hombres, sin embargo la necesidad nos lleva a usar este término que es el menos
inadecuado.
Aunque esta definición fue clásica ha habido otras propuestas. Ricardo de san Víctor
dice que persona es: la existencia incomunicable de naturaleza racional, Ricardo llega a esta
definición sobre todo tomando en consideración las personas Divinas, pues, nota la dificultad de
aplicar a Dios la definición de Boecio porque si en la definición se habla de la sustancia se corre
el riesgo de pensar que las tres personas en Dios son tres sustancias, usar el término subsistencia
demasiado próximo a sustancia pueda comportar un peligro semejante, por eso Ricardo propone
sustituir sustancia por existencia según él palabra que indica la esencia, lo que hay en uno pero
también la procedencia, el ex del ser de cada uno, sólo por esto se distinguen las personas
divinas ya que tienen la misma cualidad, no hay entre ellas desemejanza ni desigualdad, en Dios
hay unidad según el modo de ser pero pluralidad según el modo de existir, dicha diferencia
viene del origen, pues, precisamente del diverso modo de existir en relación con la procedencia
vienen las propiedades de las personas propio de una ex ser de sí misma común a las otras dos
no ser de sí mismas, la propiedad personal es aquello por lo que cada uno es lo que es y por ello
hay en Dios tantas personas como existencias incomunicables, de ahí la definición de persona
divina como divine naturae incomunicabilis existencia.
Va a aceptar la definición de Boecio que es aplicable a todos los seres racionales, pero,
es consciente de que el término no se aplica a Dios igual que a las creaturas sino de manera más
excelente, más aún, ya que el nombre de persona indica la dignidad que significa subsistir la
naturaleza racional conviene especialmente a Dios dado la mayor dignidad de su naturaleza.
Comentando la definición de Boecio dice que la naturaleza racional significa en Dios
simplemente la naturaleza intelectual, ya que en él la razón no implica un discurso, el principio
de individuación en Dios no puede ser la materia, por ello individuo en Dios quiere decir
incomunicable, la sustancia conviene a Dios en cuanto significa existir por sí mismo, respecto a
la pregunta de si el nombre de persona significa la relación, Tomás da un paso delante de san
Agustín, la cuestión estaba en que el término en cuestión se predica en plural de tres, lo que
llevaba a pensar que le nombre significa la esencia divina pero no puede ser así, porque en este
caso hablar de tres personas daría ocasión a múltiples herejías, dice Tomás que individuo es
aquello que es indistinto en sí, distinto de los otros, en cualquier naturaleza la persona es lo que
es distinto en aquella naturaleza, así en el caso del hombre, sus hueso , su carne pertenecen a la
definición de persona pero no pertenecen a la definición de persona en general porque son
principio que individual al hombre, en cambio en Dios la distinción se hace por las relaciones, a
ellas hay que acudir para encontrar la noción de persona: la distinción en Dios se hace sólo en
relación de origen pero la relación de Dios no es como un accidente inherente a un sujeto sino
que es la misma esencia divina de donde se sigue que es subsistente como subsiste la esencia
divina, por tanto como la deidad es Dios así la paternidad divina es Dios Padre que es una
persona divina así pues la persona divina significa la relación en tanto que subsistente. La
noción de persona no es equívoca ni unívoca sino análoga, la relación subsistente define la
persona divina pero no la humana o la angélica porque la relación no determina la
individualidad en esas naturalezas como vemos que si ocurre en Dios, en él la sustancia
individual, es decir, distinta e incomunicable, es la relación, por eso es en Dios que el concepto
de persona significa plenamente auto donación, apertura, las personas divinas se distinguen en
tanto que se relacionan, así que no hay que entender la distinción como separación sino como
relación y la irrepetibilidad no es ser razón ni aislamiento sino donación, o sea que Padre, Hijo y
E.S. son en cuanto se relaciona, la unidad divina es entonces la comunión más perfecta, las
personas divinas no son antes de entrar en relación sino que son en cuanto se relacionan, pero,
¿Qué es primero? ¿la persona o la relación? Porque hay personas hay relaciones, afirmar tres
personas en Dios no significa multiplicar la esencia divina, lo único que se distingue en Dios es
lo que se contraponen, por ejemplo, no se distinguen realmente la sabiduría o la bondad, pero,
podemos hablar de distinciones gracias a las relaciones, las relaciones constituyen las personas
porque son realmente distintas esta distinción se produce entre las relaciones, por ejemplo,
paternidad y filiación son opuesta y por tanto pertenecen a dos personas, expiración pertenece al
Padre y al Hijo pero no tienen ninguna oposición relativa ni a la paternidad ni a la filiación, no
se separa de la persona del Padre ni del Hijo sino que conviene a los dos, la procesión conviene
al E.S. que procede a la manera del amor, la espiración no es una propiedad la no convenir a una
sola persona. Así tenemos, que como enseña santo Tomás, 3 personas y 4 relaciones: la
Paternidad que es la persona del Padre, la filiación persona de Cristo y la filiación que pertenece
al E.S. son las únicas relaciones subsistentes y como en Dios las relaciones no son accidentes
sino que se identifican con la esencia pero eso no impide que las personas divinas se distingan
unas de otras. Así que la tradición teológica ha tenido siempre una formula trinitaria habitual:
una esencia que tiene tres personas o tres personas con una esencia.
Las tres personas divinas son siempre un solo principio de acción, pero, ni hay duda que
al Padre en cuanto principio de la trinidad le conviene ser principio de as criaturas aunque en
ningún momento lo sea en las otras dos personas. No hay propiedades exclusivas, no hay una
propiedad que posea una de las personas divinas pero conviene, para nuestra mejor
comprensión, apropiar a cada persona ciertos atributos en particular.
Una última noción que debemos tomar en cuenta es lo que los latinos llamaron
circumincessio o los griegos perichoresis, esta expresión indica que las personas divinas no son
sólo en relación con las otras sino también que están en las otras, no se da entre ellas sólo una
relación entre ellas sino también in esse id según las palabras de Jesús: yo estoy en mi Padre y él
en mi, estas expresiones han dado lugar al desarrollo de la idea de la mutua inhabitación, esta
doctrina fue desarrollada por los Padres de la Iglesia, para ellos esta mutua inhabitación es la
garantía de la trinidad, más aún la perichoresis es la unidad, así lo enseñó el concilio de
Florencia (DH 1231), tanto en el uso cristológico como en el trinitario la perichoresis sirve para
expresar la unidad en la diversidad con la unidad que viene de la esencia común y del amor
mutuo cada una de las personas se encuentra en profunda unión y comunión con las otras dos,
se pone así de manifiesto una dimensión fundamental de la unidad divina que esta unidad es la
de la trinidad.
CAPÍTULO IX
PADRE, HIJO Y ESPÍRITU SANTO
1.1. La tradición.
El concilio de Florencia, luego de una larga discusión, afirmó: «El Padre solo engendró
al hijo de su sustancia de tal manera que tanto la generación como la espiración son actos del
Padre, el Padre es el principio de la Trinidad, el nombre de padre hace referencia a la relación
con el Hijo, este es el lenguaje del A.T. pero el Padre es también relativo al E.S. aunque esta
relación no aparezca expresada en su modo personal. El ser principio del E.S. le es tan propio
como la generación del Hijo, el Padre, como ha enseñado la Tradición y el magisterio, es desde
toda la eternidad Padre, como el hijo es desde siempre Hijo y lo mismo el E.S. La cuestión de la
eternidad del Hijo y del Espíritu está ligada a la esencial relación del padre al Hijo y
respectivamente al E.S. La eternidad del Hijo nos deja ver que el Padre ES en cuanto es
principio y fuente de la divinidad en cuanto engendra al Hijo y es principio del Espíritu.
1.3. El Padre es Principio relativo
Ha habido corrientes de pensamiento que rechaza el hecho de que el Padre sea principio
absoluto de la Trinidad considerando al padre como un ser previo a sus relaciones con las otras
personas, en el fondo es siempre la tentación del subordicionacionismo así que subrayaban una
perfecta comunión en la trinidad de personas, sin excluir que sea propio del Padre el amor y la
donación originales a los que el Hijo y el Espíritu cada uno a su modo corresponde. Ciertamente
se debe evitar hacer del Padre una persona absoluta con independencia del Hijo y del E.S. es el
mismo nombre de Padre el que nos impide considerarlo sin relación al Hijo y al E.S. el fecundo
concepto de la persona como relación subsistente viene una vez más en nuestra ayuda pues es la
relación más que la procesión la que constituye la persona pero a la vez el principio según el
cual el Padre es el origen y la fuente de la trinidad es una constante en la tradición que no parece
posible prescindir de él, hay que afirmar entonces la monarquía del Padre pero al mismo tiempo
la reciprocidad de las relaciones, el no es más que Padre en cuanto engendra al hijo y es
principio del Espíritu, sólo el Padre es fuente. El Padre es la única fuente y principio de la
divinidad y a la vez se afirma que no puede existir sin el Hijo y el Espíritu y en este sentido está
referido como el Hijo y el Espíritu están referidos a él. El Padre como fuente primaria de la
divinidad es pura donación por eso puede engendrar al Hijo y este sea de su misma naturaleza.
El Padre no es una persona cerrada es el que desde siempre da el ser al Hijo y al E.S. por eso el
amor, el principio interno de la vida trinitaria. Así que todo sucede en la vida trinitaria en la que
la gratuidad del amor es el centro de esta relación, por eso a partir de esta relación inter trinitaria
es posible entender la creación y la redención como un reflejo de ese amor.
No hay pues un ser absoluto del Padre anterior a esta paternidad fontal, su persona es la
relación que implica necesariamente la reciprocidad de las otras dos personas pero hay que
afirmar que el Hijo y el Espíritu reciben de él su ser, el Padre es Padre porque da todo, da al
Hijo toda su sustancia y no un aparte y también es principio el E.S.
La proclamación de Jesús como Hijo y como amado son dos afirmaciones paralelas en
el N.T. así lo vemos en la escena del bautismo de Jesús, la otra gran teofanía es la
transfiguración, la misma ida está en la parábola de los viñadores homicida, según Col. 1, 13
Jesús es el Hijo de su amor, la teología Juanica desarrollo esta misma verdad, Jesús es l amado
del Padre, pero al mismo tiempo desarrolló la teología de la respuesta, como Jesús es capaz de
responder del mismo modo. El amor del Padre por el Hijo es una realidad desde antes de la
creación del mundo, el Padre da a al Hijo por amor todo lo que es, todo lo que tiene, su ser
divino, que en el Padre se manifiesta como donación y en le Hijo se manifiesta como aceptación
y correspondencia, así que paternidad y filiación aparecen en su implicación mutua, no existe
una sin la otra aunque a la primera corresponde la primacía del amor, el amor Fontal, esta
verdad queda evidenciada en la llamada oración sacerdotal de Jesús (Jn. 17, 4ss). La
correspondencia del Hijo al amor del Padre se manifiesta en la economía de la salvación, en el
cumplimiento total de la voluntad paterna como expresa la carta a lao Hebreos 10, 7-9 que se
manifiesta a la muerte de cruz, que significa el grado máximo del vaciamiento de sí (Fil. 2, 6-8).
El evento trágico y misterioso del calvario constituye un verdadero acto de intimidad entre el
Hijo y el Padre, todos los evangelistas concuerdan en que las últimas palabras de Jesús era la
expresión de su donación al Padre, el grito de Jesús va dirigido hacia su Padre, su muerte fue un
acto de oración, una entrega, un abandono al Padre, Jesús reza citaba citando las escrituras y de
este modo la escritura se hizo carne en él, se hizo pasión real en este justo, de este modo Jesús
insertó su muerte en la Palabra de Dios en la que él vivió, al responder en su vida al amor
paterno y manifestar el amor que Dios tiene por nosotros, Jesús revela también el amor del
padre hacia él.
Desarrollando esta idea, el teólogo Von Baltazar dice que entre la economía y la
teología hay una correspondencia perfecta y por eso hay una kenosis original en las personas
divinas en si donación mutua, así en el sólo hecho de la generación del Hijo se daría en el padre
una especie del vaciamiento de sí, de kenosis primordial a la que correspondería la donación
total del Hijo, el hijo corresponde a la kenosis del Padre con su kenosis histórico salvífica, la
entrega del Hijo muestra que el Padre ha hecho de todo lo que es él, hay una correspondencia
perfecta entre el Padre y el Hijo, desde siempre el amor del Padre que da a luz al Hijo es el amor
que da y engendra y ek amor del Hijo es la respuesta frente al Padre que todo lo da.
El amor del Padre es perfecta donación y el amor del Hijo es perfecta correspondencia.
Al ser el Hijo la perfecta imagen del Padre y el objeto primero de su amor es también el único
capaz de darnos a conocer el ser mismo del Padre, el mismo san Juan habla del Hijo como
imagen perfecta del Padre, el logos del que habla san Juan es el Hijo de Dios que se encarna,
Jesús es la palabra del Padre, los padres de la Iglesia desarrollaron también, siguiendo la
teología Juanica, la teología del logos y el al mismo tiempo la teología de la imagen para
expresar esta verdad, Jesús es el único capaz de mostrarnos el ser único del Padre, Jesús es
imagen dl Dios invisible (Col. 1, 15), es resplandor de la gloria de Dios e impronta de su esencia
(Heb. 1, 3) Jesús se ha manifestado al mundo como revelador del Padre, del hecho de la
encarnación podemos deducir que el Hijo es el principio por el que Dios actúa ad extra y de
aquí también afirmamos que Jesús es el único mediator. En la posibilidad de la encarnación,
máxima exteriorización de Dios, se funda la posibilidad de la creación realizada con la
mediación del hijo y que también está orientado a él desde siempre, por eso Jesús es el
«Emmanuel», el dios con nosotros que se ha hecho como nosotros, por eso la existencia de
Jesús es siempre una pro-existencia. Jesús no ha proclamado su reino sino el reino del Padre, en
esta referencia al Padre que le ha entregado todo se entiende la entrega a los hombres en la
libertad y en la obediencia. Toda esta verdad está contenida en el homousios de Nicea, por eso
este término no nos dice sólo quienes s Jesús sino que nos dice también quien es el Padre, el
padre es aquel que puede comunicarse y que de hecho lo ha hecho en el Hijo, Jesús no es sólo
consustancial al Padre, sino también de modo diverso con nosotros, la doble con sustancialidad
ha de verse en su unidad profunda, es decir, el Padre que se da enteramente al hijo y por
consiguiente el hijo le es consustancial, el Hijo en la plena y perfecta obediencia la Padre se
hace semejante a nosotros excepto en el pecado y esta obediencia alcanza su plenitud en la
muerte y muerte de cruz, esta entrega total hace a Jesús no sólo hombre como nosotros sino
también hace de Jesús el hombre perfecto como enseña G.S. 22, Jesús es aquel en quien se
cumple hasta el final el designio de Dios sobre el ser humano y en cuyo seguimiento nos
hacemos todo más hombres.
Es el E.S. es el que es dado, en Hechos 8, 20 aparece el E.S como don de Dios, se trata
de un dos constante expresión de la perenidad de la acción salvadora de Dios cumplida de una
vez y para siempre en Cristo y precisamente es el E.S. quien universaliza, actualiza e interioriza
el misterio pascual de Cristo, el E.S. como el amor de Dios derramado en nuestros corazones
nos es dado día a día, Dios nos ama y este amor se realiza en nosotros por el don de su Espíritu,
el don de Jesús realizado de una vez para siempre viene el perene don el Espíritu al corazón de
los hombres. El E.S. es el don de nosotros, Dios en los hombres, en el Espíritu Dios sale fuera
de sí en su auto comunicación a los hombres, es por la acción del Espíritu que podemos aceptar
la Palabra divina y creer en Jesús (1 Cor. 12, 3).
Según la doctrina del N.T. el Padre y Jesús nos dan el E.S. esta verdad es expresad de
muchas maneras: en un primer momento es el Padre quien envía al paráclito porque Jesús lo
pide (Jn.14, 16), en otro es Jesús quien lo envía de parte del Padre (Jn. 15, 6), Jesús sopla a sus
discípulos el día de la resurrección (Jn. 20, 26). En los escritos paulinos vemos como el Espíritu
de Jesús, Espíritu de Jesucristo es una constante pero también a parece Espíritu de Dios o E.S. el
Espíritu es a la vez del Padre y a la vez de Jesús, en la Tradición también es una constante el que
se afirme que el v es un don de Cristo resucitado, a Irineo de Lyón debemos una de las más
bellas definiciones del E.S. afirmó que el Espíritu es comunicatio Christi. Hilario de Poitiers
afirma que el Don es el nombre personal del Espíritu porque es dado por el Padre y por el Hijo.
Esta consideración del Espíritu como Don del Padre y del Hijo muestra la unidad de la
trinidad y esta unidad garantiza la unidad en a economía salvífica. Ver al Espíritu es referencia
siempre a Jesús no significa verlo en subordinación, pues la unidad de la economía de la
salvación implica siempre la referencia a las tres divinas personas pero como la historia de la
salvación tiene su culmen en Jesús y precisamente en el misterio pascual de Jesús el don del
Espíritu por parte de Jesús resucitado manifiesta la unidad del Padre y del Hijo, este Don que es
el Espíritu no puede nunca verse separado de Jesús y es el mismo Espíritu está presente en la
Iglesia y precisamente porque el Espíritu ha estado y está en Jesús es que puede habitar en su
Iglesia que es su cuerpo, Jesús como mesías es quien ha recibido primariamente al Espíritu y
por eso es que lo puede dar, el Espíritu es igual al Padre y al Hijo y que goza de una actividad
propia, santo Tomás doce ante esto: Donum en cuanto nombre personal no indica sumisión sino
sólo origen en comparación con quien lo da, pero en comparación con aquel a quien es dado
significa libre uso y actividad.
El E.S. como amor del Padre y el Hijo es Don en cuanto es donación, amor es siempre
el don primero y original porque sólo mediante él se pueden dar todos los dones gratuitos, por
tanto el amor es el don por excelencia, procediendo el E.S. por la vía del amor, según enseña
santo Tomás, más aun siendo el amor mismo procede como el don primero aunque el Hijo
también se dado, podemos decir que la gracia de Dios en el hombre ha de verse ligada de modo
especial a la persona del E.S. él es el don mismo de Dios, el mismo amor personal comunicado
al hombre y es por el Espíritu que tenemos mediante el Hijo acceso al Padre, el E.S. ha estado
desde siempre, en la creación, en la encarnación y sigue estando presente en la vida de la
Iglesia. En el N.T. el Espíritu de Jesús se infunde en los creyentes como el Espíritu de filiación
en el que podemos clamar Abbá (Gal. 4, 6) se infunde fuera de Dios para introducir en la vida
misma de Dios a los hombres, la salvación realizada por Jesús se hace realidad en cada uno de
nosotros, eso significa que el Espíritu actualiza e interioriza la obra de Jesús, por eso que la
acción del Espíritu es constante en la Iglesia. Irineo enseñaba que donde está la Iglesia allá está
el Espíritu de Dios, donde está el Espíritu está la Iglesia y toda gracia pues el Espíritu es la
verdad. El Espíritu santifica a la Iglesia, mora en ella, la introduce en la verdad, la unifica y
dirige, la enriquece con dones y la lleva a la perfección, es su principio vital, su alma, es la
garantía de la fieldad a la tradición a la vez que la energía que impulsa hacia la novedad del
futuro.
CAPÍTULO X
DIOS UNO EN LA TRINIDAD, SUS PROPIEDADES Y MODOS DE
ACTUACIÓN
Desde un principio la Iglesia entendió que la esencia divina no se despliega en las tres
personas en una acción subsecuente, la Iglesia entendió que la esencia divina es común a las tres
personas y forma parte de esta esencia el ser poseída igualmente por el Padre, el Hijo y el E.S.
No hay momento en que el Padre sea sin el Hijo ni el E.S. de la relación de origen surge
la unidad y la comunión de las tres personas la unidad sustancial y la distinción de las personas
en su unión son dos aspectos inseparables (una ousia tres hipostasis). Siempre estará presente el
peligro del subordinacionismo, para este es necesario entender bien el sentido de la Paternidad
de Dios, al subrayar las relaciones mutuas de los tres y así evitamos el modalismo porque no
partimos del sujeto individual absoluto y por último superamos el triteismo porque reconocemos
en el Padre el principio único de divinidad. Así en la persona del Padre está a la vez la fuente de
la unidad y de la trinidad. Afirmamos la unidad esencial que no da lugar a la exclusión de las
relaciones internas sino que existe presamente en ellas, el Padre depende del Hijo y del Espíritu
como ellos dependen del Padre, la unidad de Dios se da en el intercambio de amor que es
comunicación de ser en la distinción. Dios es amor, el amor conlleva la comunión perfecta entre
ellos.
La unidad del Padre, del Hijo y del E.S. no es algo distinto de la plenitud de vida que
los tres tienen en común, esta esencia divina ha sido siempre considerada como inefable e
inaccesible al hombre pero aun con esta conciencia la teología ha buscado siempre el lenguaje
mejor posible para acercarse a esa esencia divina. En el N.T. y de modo especial la teología
Juanica encontramos diferentes nombres de Dios, sin duda el más expresivo es el que se
encuentra en 1Jn. 4, 8 «Dios es amor», pero también se dice que es luz, Espíritu, el viviente,
etc., Jesús mismo se aplicó algunos de estos nombres: Luz, Vida, etc., estos nombres no
pretenden darnos definiciones metafísicas de Dios sino más bien se refieren al modo como Dios
se manifiesta en la historia de salvación y sobre todo en Jesús.
El Dios uno y trino que nos reveló Cristo se nos muestra como el que es, plenitud de
autoposesión, pero siempre en el intercambio de Padre, Hijo y E.S. A la luz de la revelación
trinitaria encontramos las propiedades de Dios que nos muestran su ser más profundo. Hablar de
propiedades divinas es hablar del modo de actuar de Dios reconociendo que entre la esencia
divina y su modo de actuar hay una desproporción por eso es que no podemos conocerlo según
su esencia y como no podemos conocer su esencia sus propiedades se multiplican porque una
sola resulta insuficiente. Estas propiedades divinas se deducen en la escritura en los modos de
actuar de Dios, es cierto que no con muchas palabras agotaremos la inmensidad de Dios pero sin
duda la enumeración y la diversidad de aproximaciones nos ayuda a acercarnos a este misterio
que nos sobrepasa, estas propiedades no se oponen a la simplicidad de Dios más bien muestran
la imposibilidad humana de captar realmente su simplicidad.
Un poco más adelante santo Tomás va a enseñar que demos hablar de cómo Dios no es
más bien de cómo es, se trata de eliminar mentalmente lo que no le conviene a Dios así el santo
de Aquino llega a la simplicidad de Dios, su perfección, bondad, infinitud, eternidad,
inmutabilidad. Esto es lo que Dios es en sí mismo pero hay que ver como obra Dios, unas
operaciones divinas permanecen en él y otras tienen un efecto exterior, así habla en primer lugar
de lo que corresponde a su intelecto y después de lo que corresponde a su voluntad.
La tendencia legítima ante los atributos divinos sobre todo aquellos que subraya la
trascendencia divina conlleva el negar en Dios la vivencia de pasiones y sufrimientos humanos,
no se trata por supuesto de atribuir a Dios de manera indiferenciada las pasiones humanas ni
abandonar la doctrina de la apatehia, esta se supone, pero se completa a la luz de la revelación,
la impasibilidad divina no puede ser la de un Dios insensible a los destinos del mundo, por tanto
no hay confusión entre la naturaleza humana y divina sino que precisamente el sufrimiento de
Dios es el propio de su naturaleza que es el amor, es el sufrimiento de quine se compadece, de
quien no carece de entrañas no de quien sea limitado. Según el A.T. Dios se encoleriza, castiga,
se arrepiente pero sobre toso se ha de considerar el hecho de que el Hijo de Dios se ha
encarnado, ha compartido por entero la suerte de los hombre. Karl Rahner dice que es el logos
el sujeto del cambio, el que en sí mismo es inmutable puede cambiar en el otro en la criatura, es
decir, puede hacerse hombre, hacerse en el tiempo; esta posibilidad no ha de entenderse como
un signo de necesidad interna, de limitación sino todo lo contrario, el culmen de la perfección
divina que sería menor si el Hijo de Dios no pudiera convertirse en algo más pequeño
permaneciendo lo que es. No se trata por consiguiente de poner en duda la perfección divina y la
inmutabilidad que de suyo le corresponde sino de subraya la capacidad de salir de sí y ese es el
culmen del amor por eso debemos afirmar que entre la inmutabilidad de Dios y la cruz de Cristo
hay una relación estrecha, la plenitud del ser de Dios se manifiesta en su amor, en la donación
intratrinitaria y también en la donación hacia afuera pero sobre todo de modo único en la
salvación de los hombres como desbordamiento libre del amor infinito que es en sí mismo. Por
tanto hay que a firmar con toda verdad y claridad la inmutabilidad y la impasibilidad de Dios
pero no hay que concebirlas de manera que dios permanezca indiferente a los acontecimientos
humanos.