Memoria Sensorial
Memoria Sensorial
Memoria Sensorial
Dentro de las memorias sensoriales existen, por tanto, una por cada
modalidad sensorial. Las más estudiadas:
1. Memoria icónica
El tipo de memoria sensorial más investigado es la icónica, que registra
información visual. Las aportaciones más relevantes en torno a este fenómeno
las realizó George Sperling en los años 50 y 60, pero posteriormente autores
como Neisser, Sakkit y Breitmeyer han actualizado la concepción de la
memoria icónica.
A través de sus estudios pioneros con taquistoscopio, Sperling concluyó que
las personas tenemos la capacidad de retener simultáneamente 4 o 5
ítems después de fijar la mirada durante un instante en un conjunto estimular
amplio. Otros investigadores descubrieron que la memoria icónica persiste
durante unos 250 milisegundos.
En este caso se llama “icón” a la huella visual que conservamos en la
memoria a corto plazo. En la actualidad existe debate en torno a si este icón se
localiza en el sistema nervioso central o en el periférico; en cualquier caso,
predomina la concepción de que la memoria icónica es fundamentalmente un
artefacto de laboratorio sin validez ecológica.
Lo más probable es que este fenómeno se relacione con la persistencia de
la estimulación neuronal en los fotorreceptores situados en la retina, es
decir, los conos y los bastones. Este sistema podría tener la función de
permitir el procesamiento de los estímulos visuales por parte del sistema
perceptivo.
2. Memoria ecoica
De modo similar a la icónica, la memoria ecoica ha sido definida como un
registro precategorial, de corta duración y con una capacidad muy elevada. Se
diferencia de la icónica en que procesa información sonora en lugar de visual.
La memoria ecoica retiene los estímulos auditivos durante al menos 100
milisegundos, permitiendo que discriminemos y reconozcamos los sonidos de
todo tipo, incluyendo los que componen el habla, que pueden mantenerse
hasta 2 segundos; por tanto, la memoria ecoica es fundamental en la
comprensión del lenguaje.
Se entiende que este tipo de memoria registra la información auditiva en
forma de secuencia, centrándose por tanto en sus propiedades temporales. En
parte, el tiempo que se retiene la huella ecoica depende de propiedades del
estímulo como la complejidad, la intensidad y el tono.
Un fenómeno destacable en relación a la memoria ecoica es el efecto de
recencia, que es específico de este tipo de memoria. Consiste en el hecho de
que recordamos mejor el último estímulo (o ítem) que hemos procesado que
otros que han sido presentados de forma inmediatamente previa.
La memoria ecoica se ha relacionado con el hipocampo y con distintas áreas
de la corteza cerebral: la premotora, la prefrontal ventrolateral posterior
izquierda y la parietal posterior izquierda. Las lesiones en estas regiones
provocan déficits en la percepción de estímulos visuales y en la velocidad de
reacción a estos.
3. Memoria háptica
Este concepto se utiliza para designar un almacén mnémico que trabaja con
información de tipo táctil, y por tanto con sensaciones como el dolor, el
calor, el picor, el cosquilleo, la presión o la vibración.
La memoria háptica tiene una capacidad de 4 o 5 ítems, como la icónica, si
bien la huella se mantiene durante más tiempo, unos 8 segundos en este caso.
Este tipo de memoria sensorial nos permite examinar objetos mediante el
tacto e interactuar con ellos, por ejemplo para cogerlos o moverlos
adecuadamente.
Se cree que hay dos subsistemas que componen la memoria háptica. Por una
parte encontramos el sistema cutáneo, que detecta la estimulación de la piel, y
por otro el propioceptivo o cinestésico, relacionado con los músculos, los
tendones y las articulaciones. Conviene distinguir la propiocepción de la
intercepción, que implica a los órganos internos.
La memoria háptica ha sido definida de forma más reciente que la icónica y la
ecoica, de modo que las evidencias científicas disponibles en torno a este tipo
de memoria sensorial son más limitadas que las que existen sobre los otros
dos que hemos descrito.
La memoria háptica depende de la corteza somatosensorial, especialmente
de regiones localizadas en el lóbulo parietal superior, que almacenan la
información táctil. Asimismo el córtex prefrontal, fundamental para la
planificación del movimiento, también parece implicado en esta función.