38 Actualizacion en Tumores Ginecologicos
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int guía T.ginecológicos_Maquetación 1 28/06/16 15:13 Página I
Coordinador:
Ignacio Zapardiel Gutiérrez
www.campuspierrefabre.com
ISBN: 978-84-608-5602-3
DL: M-3481-2016
El contenido de esta publicación se presenta como un servicio a la profesión médica, reflejando las opiniones,
conclusiones o hallazgos propios de los autores incluidos en la publicación. Dichas opiniones, conclusiones o
hallazgos no son necesariamente los de PIERRE FABRE IBÉRICA, S.A, ni los de ninguna de sus afiliadas, por lo
que PIERRE FABRE IBÉRICA, S.A. no asume ninguna responsabilidad derivada de la inclusión de las mismas en
dicha publicación.
II
Índice
Introducción
.............................................................................................................................................. V
Capítulo 1
Manejo del cáncer de mama ......................................................................................... 1
María Jesús Pla Farnos y Jordi Ponce Sebastià
Servicio de Ginecología. Hospital Universitario de Bellvitge. L’Hospitalet de Llobregat.
Barcelona
Capítulo 2
Manejo del cáncer de endometrio ............................................................................. 19
Begoña Díaz de la Noval y Javier de Santiago García
Unidad de Ginecología Oncológica. Hospital Universitario La Paz. Madrid
Capítulo 3
Manejo del cáncer de cuello uterino ......................................................................... 39
Virginia Benito Reyes, Octavio Arencibia Sánchez y Amina Lubrano Rosales
Servicio de Ginecología. Complejo Hospitalario Universitario Insular-Materno Infantil.
Las Palmas de Gran Canaria
Capítulo 4
Manejo del cáncer de ovario ....................................................................................... 59
Teresa Castellanos Alarcón y Luis Chiva de Agustín
Departamento de Ginecología Oncológica. MD Anderson Cancer Center. Madrid
Capítulo 5
Manejo del cáncer de vulva y vagina ........................................................................ 77
Lucas Minig1 y Santiago Domingo de Pozo2
1
Servicio de Ginecología. Instituto Valenciano de Oncología (IVO). Valencia.
2
Hospital Universitario La Fe. Valencia III
Índice
int guía T.ginecológicos_Maquetación 1 28/06/16 15:13 Página IV
Capítulo 6
Nuevas tecnologías y avances en cáncer ginecológico ........................................ 93
Mikel Gorostidi Pulgar e Ibon Jaunarena Marín
Servicio de Ginecología. Hospital Universitario Donostia. San Sebastián
IV
Introducción
En cáncer de mama hace ya tiempo que el modelo de cirugía más radical sobre la mama y la
axila para su tratamiento se dejó de lado, pasando de la mastectomía radical y la linfadenectomía
axilar al uso en la mayoría de casos de la tumorectomía con estudio del ganglio centinela axilar.
Actualmente los tratamientos conservadores han ido evolucionando aún más con el uso de técni-
cas oncoplásticas para la reconstrucción mamaria, uso de quimioterapia neoadyuvante seguido de
cirugía conservadora, e incluso la omisión de la linfadenectomía axilar en casos específicos de
ganglio centinela positivo.
En relación al cáncer de cérvix, quizá sea de los que más avances ha experimentado en cuanto
a la concepción y a la racionalización de la enfermedad. Esto es debido a que en estadios preco-
ces se tiende a ser cada vez más conservador, desde la histerectomía simple como tratamiento
estándar junto con el estudio de ganglio centinela pélvico, hasta la quimioterapia neoadyuvante y
V
Introducción
int guía T.ginecológicos_Maquetación 1 28/06/16 15:13 Página VI
El cáncer de ovario es otro de los tumores que ha visto incrementado sus logros, no tanto en los
estadios iniciales, en los que todavía tenemos problemas para el diagnóstico de la enfermedad y
seguimos considerando el mismo tratamiento estándar de hace años, sino en el tratamiento y mane-
jo de los estadios avanzados, en el que la citorreducción completa de la enfermedad, unido a la qui-
mioterapia intraperitoneal, ha demostrado un incremento en la supervivencia de las pacientes que
padecen esta enfermedad que hasta ahora no era esperable. Sin embargo, dada la dificultad técnica
para llevar a cabo esta cirugía, y la logística necesaria para conseguir la administración de quimio-
terapia por catéter intraperitoneal, todavía no es el estándar de tratamiento en nuestro país.
Por último, los cánceres de vulva y vagina, además de representar ese grupo de tumores infre-
cuentes del aparato genital de la mujer, y posiblemente debido a ello, no han experimentado grandes
cambios en los últimos cinco años. Sin embargo, sí conocemos algo más de sus factores pronósti-
cos. A pesar de ello, es necesario conocer en profundidad su manejo, ya que la tasa de recurrencias
de los mismos es muy elevada y un buen manejo inicial puede ayudar a minimizar este evento.
En este libro hemos pretendido transmitir el manejo actual de estos tumores ginecológicos, que
son los más frecuentes en nuestro país, a través de cinco capítulos específicos dedicados a cada
uno de ellos y que cubren todos los aspectos del diagnóstico, tratamiento y seguimiento de los
mismos. Además, hemos añadido un último capítulo sobre las nuevas tecnologías y avances
que se han ido desarrollando en los últimos años y que, sin duda, nos seguirán sorprendiendo a
corto y medio plazo. Todo ello con la idea de dar una visión global tanto del manejo de los tumo-
res ginecológicos como de lo que nos espera y las novedades que tenemos actualmente en el hori-
zonte para mejorar el tratamiento a nuestras pacientes.
Para la autoría de los distintos capítulos se ha seleccionado un equipo de expertos a nivel nacio-
nal, que sin duda representan la excelencia en el ámbito de la Ginecología Oncológica de nuestro
país. A través de su experiencia y apoyados en una completa y exhaustiva revisión bibliográfica,
podremos comprender cómo actuar ante un diagnóstico de cáncer del aparato genital femenino y
de la mama.
VI
INTRODUCCIÓN
El cáncer de mama es la segunda causa más frecuente por neoplasia, además de ser el más habi-
tual en la mujer, con 1.670.000 nuevos casos diagnosticados en 2012 (25% de todos los tumo-
res) (1).
Como ocurre en la mayoría de tumores epiteliales, la incidencia de cáncer de mama aumenta con
la edad. Así, en los países desarrollados, el 6% de las mujeres (una de cada ocho) desarrollará un
carcinoma infiltrante antes de los 75 años (2).
A pesar de que el riesgo de desarrollar cáncer de mama ha ido en aumento hasta principios de los
años ochenta, actualmente, en los países desarrollados la incidencia se mantiene estable e inclu-
so presenta una cierta tendencia a la disminución. Este hecho, que se evidencia especialmente a
partir de 2005, se ha atribuido en parte al descenso en el uso de la terapia hormonal sustitutiva.
El cáncer de mama es una enfermedad de relativo buen pronóstico si es detectada a tiempo, con
una supervivencia media en los países desarrollados del 78% a los cinco años. Ello es debido al
efecto combinado de los programas de cribado, la mejora de los tratamientos empleados y a la
terapia multimodal. Por este motivo, desde los años ochenta se observa una tendencia a la dismi-
nución de la mortalidad (2).
La clasificación histológica del cáncer de mama, además de su carácter estratificador de los dife-
rentes tipos histológicos de cáncer de mama, tiene el interés de añadir un carácter diferenciador
en el pronóstico y en algunos casos, un abordaje terapéutico distinto. Considerando la clasifica-
ción de la OMS 4.ª edición (2), los tipos histológicos de los tumores en la mama son los siguien-
tes (tabla I):
Los perfiles de expresión génica han supuesto un gran impacto en el conocimiento de la biología
molecular del cáncer de mama. Desde los trabajos originales de Perou y Sorlie (3), y a lo largo de
estos 15 años, se han descrito cinco subtipos moleculares de cáncer de mama: luminal A, lumi-
nal B, HER2 sobreexpresado, Basal-like y Claudin-Low y un grupo Normal Breast-like. Debido a
que esta clasificación tiene una importancia pronóstica y marca grupos de tumores que respon-
den a diferentes tratamientos, se ha descrito una aproximación mediante estudio histológico e
inmunohistoquímico, que aunque tiene ciertas discordancias con los tipos moleculares, es una
herramienta útil en la práctica clínica. Son los tipos subrogados. Aunque las guías de San Gallen
2015 (4) remarcan la idea de que no es importante intentar categorizar los tipos subrogados, sino
que hay discriminar qué pacientes se beneficiarán o no de una determinada terapia, una aproxi-
mación a los tipos subrogados puede ser la contenida en la tabla II.
DIAGNÓSTICO Y ESTADIFICACIÓN
Es recomendable que el diagnóstico y estadificación del cáncer de mama, así como el tratamien-
to, se realice en una Unidad Multidisciplinar de Cáncer de Mama, que debe incluir como mínimo
un cirujano/ginecólogo, radiólogo, patólogo, oncólogo médico, oncólogo radioterápico, todos
ellos especializados en cáncer de mama.
La realización de otras pruebas dentro del estudio de extensión puede estar recomen-
dada en las siguientes circunstancias:
- Gammagrafía ósea: tumores T2-T3 de alto riesgo (luminal B-like, HER2, triple
negativos) o con ganglios positivos
5
- Tomografía axial computarizada (TAC) torácica con cortes hasta hígado en caso de
cáncer localmente avanzado (T4 o N2).
En base a todos estos factores estableceremos una estadificación clínica cTNM de acuerdo a la 7.ª
edición de la cTNM (9) (tablas IV y V).
Uno de los aspectos clínicos que ha evolucionado con el tiempo, y que a veces puede inducir a
error o duda, es el que define T4b como la presencia de ulceración, nódulos cutáneos o edema.
Si existe infiltración de la piel, sin edema o ulceración, no se considera T4b.
Una vez establecido el diagnóstico y estadificación del cáncer de mama, debemos establecer el
tratamiento primario de elección en función de los factores pronóstico o tipo subrogado y del esta-
dio del tumor.
6
Con estas premisas, elegiremos el tratamiento primario en función de los factores pronóstico del
tumor, buscando la máxima capacidad de respuesta, y en base al estadio del tumor.
Los factores predictores de la respuesta a la quimioterapia son: histología ductal, grado histológi-
co alto, elevada proliferación tumoral (Ki-67 >20-25%) y sobreexpresión HER2.
Los factores predictores de la respuesta a la hormonoterapia son: bajo grado histológico, alto por-
centaje de expresión de receptores hormonales, HER2 negativo y Ki-67 bajo.
Una propuesta de elección del tratamiento primario, a consensuar dentro de cada Unidad de
Mama, podría ser la siguiente (Figs. 1 y 2).
Así pues, junto con estos, existen otros factores importantes a considerar en la planificación tera-
péutica de la paciente, como son la edad y comorbilidad asociada. Está recomendada la valora-
ción por un oncogeriatra en mujeres de más de 70 años para valorar su capacidad funcional que
permita perfilar la estrategia más adecuada a cada paciente.
En mujeres en edad fértil, con indicación de quimioterapia, es importante determinar sus deseos
genésicos y realizar, si es pertinente, una preservación de la fertilidad previamente al inicio del tra-
tamiento sistémico.
Cirugía (tumorectomía) +
estadificación (Est.) axilar
Estadio inicial Posible cirugía
(T1-T2) conservadora
Luminal A-like <60 a HTP (letrozol)
G1-G2 No posible cirugía
conservadora >60 a Cirugía
Cáncer localmente
avanzado (mastectomía +
R.I) + Est. axilar
M <2 cm
Posible cirugía Cirugía (tumorectomía) +
I conservadora Est. axilar
Luminal B-HER2
E positivo like QT neoadyuvante
Sin comorbilidad
+ trastuzumab
N
<2 cm QT neoadyuvante
T Comorbilidad
No posible cirugía adaptada +
Adad avanzada
O conservadora trastuzumab
según estado
funcional
Cirugía
<2 cm
T Cirugía (tumorectomía) + Est. axilar
Posible cirugía conservadora
Basal like. Triple
R
negativo
G2-G3
A
T <2 cm QT
No posible cirugía conservadora neoadyuvante
A
I
<2 cm Cirugía (tumorectomía) + Est. axilar
E Posible cirugía conservadora
HER2 +++ o FISH +
N
T
<2 cm QT neoadyuvante +
O
No posible cirugía conservadora Anti HER2
Figura 2. Elección del tratamiento primario. Tumores triple negativos o HER2 positivos.
TRATAMIENTO QUIRÚRGICO
CIRUGÍA DE LA MAMA
El tratamiento estándar, siempre que sea posible, es la cirugía conservadora. No existe un tamaño
que contraindique de manera categórica la conservación mamaria; es una indicación que depen-
de de la relación entre el tamaño tumoral y el tamaño mamario. Los objetivos de la cirugía con-
servadora son:
Cuando debe realizarse una exéresis de más de 20-25% del volumen mamario, está recomenda-
da la asociación de técnicas de oncoplastia, que son también aceptables según el cuadrante de
localización del tumor. Los cuadrantes internos e inferiores pueden presentar más alteraciones
cosméticas posteriores.
Según la técnica usada, deberá además valorarse la necesidad de una simetrización contralateral.
Como recomendaciones generales, debemos considerar que, dada la importancia de obtener unos
márgenes libres, está aconsejado el estudio histológico peroperatorio y/o radiológico (si microcalci-
ficaciones) para intentar conseguir una exéresis total de la lesión y márgenes libres de enfermedad.
Si realizamos un cierre del lecho tumoral, es aconsejable dejar clips quirúrgicos para que pueda
ser fácilmente identificado para el tratamiento radioterápico.
Cuando esté indicada una mastectomía, se debe ofrecer a la paciente la posibilidad de una recons-
trucción inmediata, siempre que no exista una contraindicación oncológica, como puede ser el
carcinoma inflamatorio o que la indicación de radioterapia posterior pueda no aconsejar el uso de
determinadas técnicas de reconstrucción inmediata.
ESTADIFICACIÓN AXILAR
La estadificación axilar, siempre que no existan ganglios afectos (pacientes cN0), se realiza
mediante la técnica del ganglio centinela, que se define como la primera estación ganglionar que
recibe el drenaje tumoral. Está demostrado que permite realizar una correcta estadificación de la
axila con una tasa inferior al 5% de falsos negativos y tiene menos morbilidad que la linfadenec-
tomía axilar (11).
Por tanto, y para resumir, solo está contraindicado el ganglio centinela de manera absoluta en:
Tabla VI. Indicaciones de ganglio centinela para la estadificación axilar del cáncer de mama
Cáncer de mama infiltrante clínicamente N0*
Carcinoma in situ si alto riesgo de carcinoma infiltrante sincrónico:
- Carcinoma in situ alto grado extenso
- Carcinoma in situ asociado a masa palpable o lesión nodular
- Carcinoma in situ que requiere mastectomía
Carcinoma infiltrante multifocal o multicéntrico
Carcinoma infiltrante en tumorectomía previa**
Carcinoma infiltrante N0 tratado con quimioterapia neoadyuvante (centinela pre o posquimioterapia).
Segundo ganglio centinela en caso de recidiva local en la mama
* Incluye ecografía axilar y estudio citológico mediante PAAF de ganglios sospechosos.
** Inyeccion del trazador cerca de la incisión y preferentemente <1 mes de la cirugía.
Existen algunos autores y grupos que defienden que en los pacientes con respuesta completa en
la mama N1 prequimioterapia, que se convierten en negativos clínicamente posquimioterapia
(ycN0) debido al dowstaging axilar de la quimioterapia, se pueda realizar un ganglio centinela pos-
quimioterapia, aunque el porcentaje de falsos negativos en este grupo se considera demasiado
alto, alrededor del 14% (14-16).
Otro punto controvertido de la estadificación axilar es la conducta delante del ganglio centinela
positivo. En base al estudio ACOSOG Z0011 (17) y las recomendaciones de diferentes socieda-
des: SESPEM (12), ASCO (18), San Gallen (19), podemos esquematizar la estadificación axilar si
el ganglio centinela es positivo como se expresa en las siguientes tablas.
11
En cuanto al estudio histológico de la lesión, debe incluir unos parámetros mínimos para estable-
cer el diagnóstico y factores pronóstico para la correcta valoración del cáncer de mama (20); entre
ellos tenemos: tipo histológico, grado histológico de Nottingham, tamaño del carcinoma invasi-
vo, y si existe carcinoma in situ, tamaño global, multifocalidad, invasión vascular, necrosis, tipo
de crecimiento, expansivo o infiltrativo, márgenes quirúrgicos (distancia al margen, y en caso de
afectación, extensión de la afectación), ganglios linfáticos (número de ganglios afectos, tamaño de
la metástasis mayor, afectación del tejido adiposo periganglionar e invasión vascular periganglio-
nar), estadificación pTpN, receptores hormonales (receptor de estrógenos y progesterona), mar-
cador de proliferación (Ki-67) y sobreexpresión de HER2.
RADIOTERAPIA COMPLEMENTARIA
La radioterapia de toda la mama después de una cirugía conservadora disminuye el riesgo de reci-
diva local (en la mama y ganglionar) y aporta un beneficio en supervivencia (21). Se recomienda
empezar el tratamiento en caso de quimioterapia adyuvante no más allá de siete meses. Si no, se
realiza quimioterapia adyuvante cuando el proceso de cicatrización esté finalizado.
La dosis de RDT estándar sobre la mama es de 50 Gy, a 2 Gy/fracción, y la mayoría de las pacien-
tes se pueden beneficiar de radioterapia hipofraccionada 40,05 Gy, a 2,67 Gy/fracción (23).
La sobredosis sobre el lecho tumoral (boost) está indicada en pacientes <70 años, aunque el
beneficio es menor a partir de 60 años y queda reservado a las pacientes de alto riesgo de recidi-
va local (24). La dosis de sobreimpresión es de 16 Gy y puede realizarse con diferentes métodos.
12
De acuerdo a los criterios ASTRO, ESTRO, la irradiación parcial de la mama (25) puede ser una
opción válida en pacientes >60 años, tumor <2 cm, unifocal, de histología no lobulillar, ganglios
negativos, receptores hormonales positivos, ausencia de carcinoma in situ extenso, ni invasión
vascular.
Si existen entre uno y tres ganglios axilares afectos, la radioterapia complementaria puede estar
recomendada en presencia de otros factores de riesgo (edad joven, invasión vascular, pocos gan-
glios en la linfadenectomía axilar).
Después de una linfadenectomía axilar, la RDT de la axila (niveles I y II axilares) debe ser obvia-
da, excepto en los casos de enfermedad residual. La RDT de la axila puede estar indicada si exis-
te afectación extensa de la grasa periganglionar y no se ha realizado vaciamiento axilar o es incom-
pleto (<10 ganglios), de acuerdo al protocolo consensuado (27). De acuerdo con el estudio
Amaros, en pacientes de >50 años, T1, T2 y axila clínicamente negativa, la RDT de la axila puede
ser una alternativa terapéutica a considerar a la linfadenectomía axilar (27).
La radioterapia de las cadenas ganglionares (nivel III y supraclavicular) está indicada cuando exis-
ten ≥4 ganglios axilares afectos, cuando no se ha realizado vaciamiento axilar o es insuficiente.
Además, algunos autores recomiendan que cuando existen de uno a tres ganglios axilares, la irra-
diación de cadenas ganglionares estaría indicada si existen otros factores de riesgo, como edad
<50 años, >20% de ganglios afectos, GIII e invasión vascular (28). La dosis de las cadenas gan-
glionares es de 50 Gy.
QUIMIOTERAPIA COMPLEMENTARIA
El tratamiento con quimioterapia se establecerá en base al estadio del tumor, a los factores pro-
nóstico y tipo molecular subrogado y a la edad y comorbilidad de la paciente.
13
Respecto a las plataformas génicas (29, 30) para establecer el riesgo de recidiva de un tumor y,
por tanto, la necesidad de un tratamiento con quimioterapia, han demostrado ser una herramien-
ta muy útil en pacientes con receptores hormonales positivos, con algún factor de mal pronóstico
que pueda hacer dudar de la idoneidad de un tratamiento con quimioterapia.
Los regímenes con quimioterapia que han demostrado más beneficio en supervivencia son los que
contienen de manera secuencial antraciclinas y/o taxanos (31). El perfil de toxicidad es diferente,
mientras la antraciclina es cardiotóxica y con dosis máxima, los taxanos, presentan frecuentemen-
te toxicidad hematológica, neuropatía sensitiva distal y toxicidad ungueal.
La duración óptima del tratamiento con quimioterapia adyuvante es de cinco-seis meses. Existen
diferentes esquemas que han demostrado efectividad a consensuar en cada Unidad, teniendo en
cuenta de añadir además de la antraciclina un taxano (docetaxel o paclitaxel).
Se recomienda empezar el tratamiento sistémico con quimioterapia seis semanas después de la cirugía.
Respecto al uso de quimioterapia en pacientes frágiles o de edad avanzada (>70 años), en caso de
ser necesario por el riesgo de recidiva del tumor, se realizará un screening oncogeriátrico para un
estudio de edad funcional y fragilidad, que permitirá ajustar el tratamiento más óptimo en cada caso.
HORMONOTERAPIA COMPLEMENTARIA
Cualquier paciente con un tumor infiltrante con receptores hormonales de >10% debe ser tratada con
tratamiento hormonal. Aunque el consenso de patólogos americanos ha considerado receptores hor-
monales positivos a partir del 1% (32), el beneficio del tratamiento hormonal en relación a su toxici-
dad no queda demostrada en el subgrupo de pacientes con bajo porcentaje de receptores hormonales.
Tradicionalmente, la duración del tratamiento hormonal se ha considerado hasta hace poco que debía
ser de cinco años. Los estudios ATTOM y ATLAS han demostrado que, aunque con mayor toxicidad,
10 años de tamoxifeno (SERM, modulador selectivo del receptor de estrógeno) puede ser superior en
supervivencia a cinco años de tratamiento (33). Además existen evidencias de que administrar letro-
zol (inhibidor de la aromatasa, IA) después de cinco años de tamoxifeno en mujeres posmenopáusi-
cas, mejora la supervivencia libre de enfermedad de todas las pacientes y la supervivencia global de
las pacientes con ganglios positivos (34). Por este motivo, puede ser una opción adecuada prolongar
el tratamiento hormonal 10 años en pacientes de alto riesgo (ganglios positivos o T3-T4) (35).
Respecto a los inhibidores de la aromatasa (IA) en pacientes menopáusicas, deben ser utilizados
como tratamiento sistémico, ya sea de inicio, tras dos-tres años de tratamiento con tamoxifeno
(tratamiento secuencial) o después de cinco años con tamoxifeno. En pacientes con ganglios axi-
lares positivos, administrar letrozol de inicio ha demostrado un beneficio de la supervivencia (36).
14
Con todas estas premisas, el tratamiento hormonal en pacientes premenopáusicas debe realizar-
se siempre con tamoxifeno 20 mg/día. Transcurrido cierto tiempo, y en función de la edad, debe
verificarse si la paciente sigue siendo premenopáusica o no mediante la realización de perfiles
hormonales en sangre, para considerar realizar el cambio a un inhibidor de la aromatasa.
Respecto a la supresión de la función ovárica, se recomienda que las pacientes que recuperen la
función ovárica después de la quimioterapia, <40 años y de alto riesgo, la castración ovárica, ya
sea médica o quirúrgica, incrementa el intervalo libre de progresión, asociando después trata-
miento con exemestano cinco años (37).
El tratamiento hormonal, en caso de ser necesario, debe darse siempre después de finalizada la
quimioterapia y no de manera concomitante.
Respecto al tratamiento con tamoxifeno en el carcinoma in situ con receptores hormonales posi-
tivos, existen estudios que demuestran que disminuye la recidiva en forma de carcinoma in situ e
infiltrante, así como la aparición de un tumor contralateral, pero no mejora la supervivencia. En
base a la toxicidad del tamoxifeno, se recomienda su uso en pacientes de alto riesgo (tamaño
tumoral ≥5 cm, márgenes afectos y pacientes de <50 años).
El efecto adverso más relevante de este fármaco es una cardiotoxicidad reversible a modo de una dis-
minución de la fracción de eyección cardiaca, que cede habitualmente al interrumpir su administra-
ción. Por este motivo, la indicación de este anticuerpo con quimioterápicos cardiotóxicos como las
antraciclinas suele evitarse. Las combinaciones más frecuentes de trastuzumab se realizan con taxa-
nos y vinorelbina en la enfermedad metastásica y con taxanos en el tratamiento complementario.
Agradecimientos
Idoia Morilla Ruiz1 María Eulalia Fernández Montolí2, Amparo García Tejedor2, Míriam Campos Delgado2,
Arantxa Eraso Urién3 y Anna Petit Montserrat4
1
Oncología Médica. Instituto Catalán de Oncología; 2Servicio de Ginecología. Hospital Univesitario de
Bellvitge; 3Oncología Radioterápica. Instituto Catalán de Oncología; 4Anatomía Patológica. Hospital
Univesitario de Bellvitge.
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18
INTRODUCCIÓN
El cáncer de endometrio (CE) es la neoplasia maligna más frecuente del tracto genital femenino en
los países desarrollados, con una prevalencia que se está incrementando. La edad media al diag-
nóstico es la sexta década, aunque un 20 a 25% de los casos se diagnostica en mujeres preme-
nopáusicas. Se trata del sexto tipo de cáncer más común en las mujeres, comprendiendo el 6%
de los cánceres femeninos. Solo los de mama, pulmón y colon tienen mayores tasas de inciden-
cia. Las tasas de incidencia de cáncer de endometrio son más altas en los países europeos y en
los industrializados del Norte en relación con los países en desarrollo (1). Esto podría estar rela-
cionado con una mayor prevalencia de obesidad y síndromes metabólicos en estas zonas geográ-
ficas, además del envejecimiento de la población.
FACTORES DE RIESGO
Los factores de riesgo más importantes para el CE son el estado posmenopáusico, el consumo
excesivo de grasa, índice de masa corporal (IMC) de 25 kg/m2 o más, nuliparidad, anovulación y
el uso de estrógenos exógenos sin oposición. Sin embargo, solo la mitad de los pacientes pre-
sentan factores de riesgo identificables, mientras que la otra mitad parece ser de bajo riesgo o no
se identifica ninguno de los factores. De forma clásica, se consideran factores asociados y muchas
veces se presentan simultáneamente la obesidad, diabetes e hipertensión.
El uso del tamoxifeno en pacientes con cáncer de mama triplica el riesgo de CE y también aumen-
ta la probabilidad de desarrollar pólipos endometriales benignos e hiperplasia (tabla I).
Las mujeres con síndrome de Lynch o cáncer de colon hereditario sin poliposis (HNPCC) tienen un
mayor riesgo de desarrollar cáncer de endometrio, cáncer de colon y cáncer de ovario. Este síndrome
autosómico dominante se caracteriza por una mutación de línea germinal en uno de los genes de repa-
19
ración: MLH1, MSH2, PMS2, MSH6. El riesgo acumulado estimado de desarrollar cáncer de endome-
trio a los 70 años es del 54% para MLH1, 21% para MSH2 y el 16% para las mutaciones MSH6 (3).
Este riesgo de cáncer de endometrio aumenta significativamente después de los 40 años, con una edad
media de diagnóstico alrededor de 45 años. Las mutaciones somáticas en el gen PTEN son comunes
en CE esporádicos (4).
La mutación germinal PTEN se puede encontrar en los pacientes con síndrome de Cowden. Los
pacientes que tienen este síndrome familiar con transmisión autosómica dominante tienen un
mayor riesgo de cáncer de mama, tiroides y CE (5).
HISTOPATOLOGÍA
El CE se presenta con mayor frecuencia en el cuerpo uterino, aunque también puede tener su ori-
gen en el segmento uterino inferior.
En los sistemas de clasificación aceptados, la tasa de componente glandular sólido define tres gra-
dos arquitectónicos G1, G2 y G3 (<5% para el grado 1 y >50% para el grado 3). Estos grados se
correlacionan de forma estrecha con el pronóstico y presentan una buena reproductibilidad entre
observadores (6). Los carcinomas serosos se consideran todos como carcinomas de alto grado.
Tienen varias características en común con carcinomas serosos de ovario y trompa de Falopio.
Los carcinomas de células claras son poco comunes, representando el 1 a 5% de adenocarcino-
mas de endometrio y también están asociados a mal pronóstico, encontrándose casi todos en
pacientes posmenopáusicas.
Bokhman (7) propuso la existencia de dos categorías de CE en base a una distinta caracterización
microscópica, epidemiología y comportamiento clínico. El tipo carcinoma I, con una histología
endometrioide, que por lo general se presenta en mujeres relativamente jóvenes con obesidad,
hiperlipidemia y signos de hiperestrogenismo (endógena o exógena), y el tipo II que incluye car-
cinoma endometrioide pobremente diferenciado y de células claras (tabla III). A menudo surgen
en mujeres más delgadas, de edad avanzada y sin factores de riesgo hormonales. El tipo I se diag-
nostica comúnmente en una etapa temprana y tiene un pronóstico favorable, a menudo con trata-
miento quirúrgico solo; las recidivas suelen ser locales y con frecuencia curables con radiotera-
pia. El tipo II, sin embargo, es más propenso a presentar enfermedad metastásica en el momento
del diagnóstico y se asocia a un peor pronóstico (tablas IV y V).
21
22
DIAGNÓSTICO
La mayoría de las mujeres con cáncer de endometrio se presentan con sangrado uterino anormal
o sangrado posmenopáusico y son diagnosticadas en estadio temprano. Toda hemorragia uterina
después de la menopausia debe ser tomada como síntoma de sospecha y hacernos pensar en la
posibilidad de EC. Otros síntomas de presentación menos comunes incluyen dolor al orinar, dis-
pareunia, dolor pélvico, flujo vaginal y pérdida de peso. Más del 95% de las mujeres diagnosti-
cadas con cáncer de endometrio presentan sintomatología asociada. El resto se diagnostican a tra-
23
MÉTODOS INVASIVOS
Biopsia endometrial. Se han desarrollado una variedad de instrumentos (la cánula de Cornier®, TIS-
U-Trap®, Z-sampler®, Novak®) para usar en la consulta como alternativa al legrado. Con el uso de
estos dispositivos, la sensibilidad para la detección de cáncer de endometrio es de 67 a 96%. El dis-
positivo de toma de biopsia endometrial ambulatoria más común es la cánula de Cornier®. Los estu-
dios de eficacia demuestran que tiene un mejor rendimiento que el resto, con las tasas de detección
de 99,6 y 98% para el cáncer de endometrio y de hiperplasia endometrial, respectivamente (9).
Histeroscopia y biopsia dirigida. Algunos consideran este método como el estándar para el
diagnóstico de la hemorragia uterina anormal. Para otros, sin embargo, no mejora la sensibilidad
frente al legrado. Algunos estudios encuentran que la histeroscopia con biopsia dirigida es más
sensible que el legrado para la detección de todos los tipos de lesiones uterinas sobre todo en las
lesiones focales, que permite la realización de biopsia dirigida frente al legrado, que puede dejar
pasar lesiones sin diagnosticar por tratarse de un método a ciegas (10-12).
MÉTODOS NO INVASIVOS
930 de 138 mujeres reportaron experiencias con ecografía transvaginal en mujeres con sangrado
posmenopáusico. Ambos estudios utilizaron un espesor endometrial de 4 mm como punto de
corte. La sensibilidad fue del 96 a 98% y la especificidad fue del 36 al 68%. La tasa de falsos posi-
tivos fue del 44 al 56% (13).
Un estudio prospectivo sobre 1.168 mujeres con sangrado posmenopáusico que se sometieron a
una ecografía transvaginal seguida de legrado uterino, el riesgo de anormalidad endometrial fue
del 6,1%, teniendo en cuenta un umbral de 5 mm o menos, con una sensibilidad del 94%, una
especificidad del 78%, un valor predictivo positivo (VPP) del 69%, un valor predictivo negativo
(VPN) del 96% y una tasa de exactitud del 84%. Debe tenerse en cuenta que este resultado se limi-
ta a pacientes con metrorragia posmenopáusica.
En las mujeres con síndrome de HNPCC, la Sociedad Americana del Cáncer (ACS) recomienda el
cribado anual con biopsia endometrial y/o ecografía transvaginal a partir de los 35 años, y la
National Comprehensive Cancer Network (NCCN) recomienda que todas las mujeres con HNPCC
se sometan a biopsia endometrial e histerectomía y salpingo-ooforectomía bilateral después de
completar los deseos reproductivos (14-16).
Las mujeres asintomáticas que están tomando tamoxifeno no deben ser examinados rutinariamen-
te. Solo deben ser evaluadas aquellas que presentan sangrado vaginal con biopsia endometrial,
histeroscopia o legrado (17). La toma de biopsia con cánula en mujeres tratadas con tamoxifeno
tiene menor rendimiento, por lo que es recomendable realizar histeroscopia y toma de biopsia
directa.
A pesar de que la estadificación definitiva del cáncer de endometrio es posquirúrgica, existen una
serie de pruebas que nos orientan acerca del tipo y extensión de la cirugía que debemos realizar.
En caso de que las condiciones de la paciente no consientan una cirugía adecuada, permite orien-
tar hacia la necesidad de tratamiento adyuvante o no.
En este sentido, las pruebas prequirúrgicas permiten la valoración de factores de riesgo locales
(tamaño, invasión miometrial, afectación estroma cervical, afectación del tercio uterino inferior) o
la existencia de diseminación abdominal o a distancia.
25
Estos cambios parecen correlacionarse más precisamente con el pronóstico que el sistema de
1988 (18-20).
TRATAMIENTO QUIRÚRGICO
GENERALIDADES
Los dos objetivos principales de la cirugía son la eliminación del tumor y la documentación pre-
cisa de la extensión de la enfermedad (estadificación). Mientras que el primer objetivo puede limi-
tarse a la histerectomía y extirpación de los ovarios, la estadificación completa incluye disección
de los ganglios linfáticos pélvicos y paraaórticos, omentectomía y extirpación de todos los sitios
afectados o sospechosos de tener enfermedad. La supervivencia y necesidad de tratamiento com-
plementario depende en gran medida del estadio quirúrgico, por lo que es necesario cumplir ade-
cuadamente los dos objetivos.
26
La vía vaginal es también un enfoque razonable para la histerectomía, pero presenta la limitación
de la ausencia de exploración de la cavidad abdominal, linfadenectomía, lavados peritoneales, por
lo que no es adecuada para una estadificación completa. El mayor beneficio de esta vía se produ-
ce en mujeres que son ancianas, obesas o tienen comorbilidad asociada y presentan riesgos aso-
ciados con estadificación quirúrgica a través de un abordaje abdominal o laparoscópico. En estos
casos no parece que la vía vaginal asocie tasas de supervivencia similares (24-26).
PAPEL DE LA LINFADENECTOMÍA
Los ensayos controlados aleatorios múltiples no han demostrado ningún beneficio de la linfade-
nectomía en los estadios iniciales con enfermedad de bajo riesgo.
La afectación ganglionar, principal factor pronóstico adverso, está influida principalmente por la
profundidad de la invasión miometrial y el grado del tumor (30) (tabla VII).
27
Cabe pensar, según los resultados mostrados en la tabla, que la probabilidad de encontrar gan-
glios afectos sin invasión miometrial y bajo grado es muy baja por lo que el estudio ganglionar
en estos casos puede omitirse.
Otro estudio sobre 27.063 pacientes, sin embargo, demuestra diferencias significativas en super-
vivencia en estadios avanzados de la enfermedad y en estadios precoces en tumores de alto grado
histológico (37), concluyendo que en estos casos la linfadenectomía se asocia con una ventaja
significativa en la supervivencia. Mariani (38) también demostró que las pacientes que tienen gra-
dos 1-2 de CE con dimensión mayor en superficie menor que 2 cm, invasión miometrial menor
de 50%, y sin evidencia intraoperatoria de enfermedad ganglionar macroscópica, podrían ser tra-
tadas solo con histerectomía.
Dado el excelente pronóstico de estos cánceres de carácter intermedio o bajo, es difícil mostrar
ningún beneficio adicional para la supervivencia.
Además del posible beneficio terapéutico, la disección de los ganglios linfáticos identifica a los pacien-
tes que no necesitan terapia adyuvante o que pueden recibir terapia adyuvante menos agresiva.
Para salvar esta controversia sobre el valor de la linfadenectomía se han desarrollado una serie de
algoritmos o nomogramas, sobre la base de la probabilidad de afectación ganglionar, para selec-
cionar candidatas a unos u otros procedimientos. Como consenso general se recomienda la rea-
lización de linfadenectomía pélvica y aorto-cava en estadios avanzados de forma sistemática, y en
estadios iniciales en función de los factores de riesgo que hemos considerado antes, teniendo en
cuenta también la edad y comorbilidad de la paciente. En general se obvia en estadios G1-G2 con
invasión miometrial menor del 50%.
La toma de decisiones puede hacerse sobre la base del estudio preoperatorio o el estudio intraope-
ratorio de la pieza si se dispone de esta posibilidad. Ambos pueden presentar discrepancias con el
resultado final, lo que en ocasiones puede llevar a tener que realizar una reestadificación quirúrgica
en una segunda intervención (41-43).
En todos los casos de CE tipo 2 se realizará estadificación quirúrgica similar a la del cáncer de
ovario, incluyendo histerectomía y doble anexectomía, linfadenectomía pélvica y paraaórtica com-
pleta, omentectomía y biopsias peritoneales.
29
Para obviar las dificultades técnicas y complicaciones asociadas con la linfadenectomía en pacientes
con CE (44), durante los últimos años ha surgido la idea de utilizar el ganglio centinela como enfoque
para la estadificación quirúrgica (45-47). Con un gran número de pacientes ya incluidas en estudios,
las tasas de detección, bilateralidad, sensibilidad y valor predictivo negativo hacen que sea una técni-
ca prometedora aunque, dado que no existen estudios prospectivos aleatorizados, se debe seguir rea-
lizando linfadenectomía pélvica y paraaórtica según criterios de riesgo prequirúrgico comentados.
RADIOTERAPIA
En vista de los buenos índices de control vaginal sin grandes efectos tóxicos, la braquieterapia vagi-
nal es el tratamiento adyuvantes estándar para las pacientes con cáncer de endometrio en estadio I
segun la clasificación de la FIGO de 2009, y el uso de radioterapia postoperatoria se restringe a
pacientes consideradas de riesgo intermedio-alto (tablas VIII y IX). En estos casos la radioterapia dis-
minuye significativamente el riesgo de recurrencia.
30
Los factores patológicos adversos de alto riesgo son el alto grado histológico, invasión miome-
trial profunda, la invasión linfovascular y los tumores serosos, de células claras y el adenocarci-
noma. Otros factores de riesgo menores (55) son la edad superior a 60 años, el tamaño superior
a 2 cm y la afectación del tercio inferior del útero. Un criterio importante a la hora de establecer
el tratamiento adyuvante es la idoneidad de la cirugía, lo que pone de manifiesto la necesidad de
que la cirugía sea realizada de forma correcta. En algunas ocasiones, una inadecuada cirugía ini-
cial supone la necesidad de radioterapia con riesgo de un sobretratamiento innecesario.
QUIMIOTERAPIA
Otros (59-61) han comparado la radioterapia sola con el tratamiento de combinación radio-qui-
mioterapia. La mayoría no encuentra diferencias significativas cuando considera los estadios I-II.
Solo uno de ellos (61) encuentra diferencia significativa en supervivencia libre de enfermedad.
El estudio GOG 122 (62) demostró el valor de la quimioterapia en pacientes en estadios III-IV con
una mejor supervivencia con doxorubicina y cisplatino en comparación con la radioterapia abdo-
minal completa. La adición de paclitaxel a este régimen quimioterapéutico no mejoró la supervi-
vencia y demostró una mayor toxicidad. La asociación carboplatino y paclitaxel ha demostrado efi-
cacia en el tratamiento adyuvante para la enfermedad en estadio avanzado con una toxicidad razo-
nable. En estadios III y IV, la quimioterapia es el tratamiento de elección y se ha convertido en la
piedra angular del tratamiento, aunque puede considerarse su administración en estadios IB G3 y
II G3. El esquema de elección suele ser la administración de cuatro ciclos de carboplatino AUC 5
y paclitaxel 175 mg/m2 cada 21 días.
Las pacientes candidatas a preservación de fertilidad son aquellas con estadios iniciales de bajo
grado (IAG1), a pesar de que se han comunicado casos con lesiones de grado 2 o mayor invasión
miometrial.
32
Todavía no existe un consenso acerca de cuál es el mejor procedimiento en estas pacientes aunque el
más comúnmente aceptado es el tratamiento médico con gestágenos (medroxiprogesterona, meges-
trol o DIU de levonorgestrel). También se han comunicado buenos resultados con la extirpación his-
teroscópica del tumor y tratamiento médico posterior (64). Generalmente el tratamiento se continúa
durante seis meses con control clínico y ecográfico y eventual toma de biopsia endometrial. De forma
global dos de cada tres pacientes presentan respuesta. Un tercio de las respondedoras iniciales pre-
sentan recaída posterior. Es frecuente encontrar en estos casos, al realizar tratamiento quirúrgico defi-
nitivo, lesiones de mayor grado o invasión miometrial al inicialmente esperado (65).
Dado el alto porcentaje de recaídas, debe procurarse una vigilancia estrecha y se recomienda tra-
tamiento quirúrgico definitivo una vez cumplido el deseo gestacional.
Se trata también de un aspecto controvertido tanto la periodicidad como el tipo de pruebas a rea-
lizar, al igual que en otros cánceres ginecológicos. El objetivo del seguimiento es la detección pre-
coz de recidivas que permita un tratamiento adecuado y mejoría de supervivencia o curación. El
rendimiento diagnóstico de muchas de las pruebas habituales es muy bajo, no habiéndose encon-
trado beneficio de supervivencia en pacientes asintomáticas. Las organizaciones internacionales
recomiendan solo seguimiento clínico con despistaje de sintomatología y exploración cada 3-6
meses los dos primeros años y después semestral (16, 66). La determinación de CA125 se con-
sidera opcional y las pruebas de imagen solo indicadas en caso de sospecha clínica o en estadios
avanzados III-IV. La citología vaginal rutinaria no parece aportar beneficio diagnóstico en pacien-
tes asintomáticas con exploración normal.
Es importante tener en cuenta el consejo genético en pacientes con posibilidad de síndromes here-
ditarios.
Las tasas globales de supervivencia libre de enfermedad a cinco años en cáncer de endometrio
son del 74-91%, con una tasa global de recidivas del 15%. La mayoría de las recurrencias ocu-
rren en los 3 primeros años del tratamiento inicial, un 50% en los dos primeros años y el 75% a
los tres años (67-69). La recaída suele ser pélvica en el 50% de los pacientes; en caso de afecta-
ción metastásica, la localización suele ser en abdomen, hígado o pulmones.
La mayoría de las mujeres con cáncer de endometrio recurrente serán sintomáticas, pudiendo
experimentar sangrado (vaginal, hematuria o rectal), disminución del apetito, pérdida de peso,
dolor (en la pelvis, abdomen, cadera o en la espalda), tos, disnea, o hinchazón (en el abdomen o
33
las piernas). Ante una sospecha de recaída, ya sea clínica o asintomática, se debe realizar una
anamnesis dirigida y exploración física completa así como analítica con marcador tumoral (CA
125); la ecografía puede ser útil como valoración inicial. Ante una recaída locorregional debe com-
pletarse el estudio con RM (de difusión si se dispone) y PET-TC, mientras que en una recaída a
distancia realizaremos TC corporal y/o PET-TC en función de los hallazgos. Algunos autores reco-
miendan siempre realizar PET-TC para excluir otras localizaciones. De igual forma, siempre que
sea posible, confirmar histológicamente.
El tratamiento depende del tratamiento del tumor inicial, el tamaño y la localización de la recaída,
recaída locorregional (vaginal o pélvica), peritoneal (abdominal) o a distancia, recaída única (oli-
gometastásica) o múltiple, la edad y calidad de vida de la paciente y el intervalo libre de enferme-
dad. La mayor parte de las recaídas locales suceden en la vagina y tienen un pronóstico mejor que
si se producen en la pelvis o a distancia.
El abordaje de la recaída en los tumores tipo II es similar al cáncer epitelial de ovario (14, 70).
Recidiva locorregional sin radioterapia previa: en estos casos la primera opción es radiote-
rapia, pero se puede valorar la opción de rescate quirúrgico y tratamiento adyuvante con radiote-
rapia y/o quimioterapia. Para recaídas locales pequeñas, la radioterapia suele ser suficiente, pero
en recaídas de mayor tamaño puede valorarse extirpación quirúrgica seguida de RT. En caso de
recaídas no operables de entrada se puede valorar el uso de quimioterapia neoadyuvante y poste-
rior cirugía o radioterapia y mantenimiento con hormonoterapia.
34
Para segundas recaídas o sucesivas, en la que la respuesta a quimioterapia es muy pobre, debe
valorarse la opción de agentes biológicos como el bevacizumab, cediranib, lapatinib, etc. De todos
ellos el que presenta una mayor tasa de respuestas es el bevacizumab.
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38
INTRODUCCIÓN
EPIDEMIOLOGÍA
El cáncer de cérvix es el cuarto tumor más frecuente en la mujer a nivel mundial, tras el de mama, el
colorrectal y el de pulmón. La incidencia estimada de cáncer de cérvix en el mundo en el año 2012
fue de 527.600 casos y de 265.700 muertes, siendo el segundo cáncer en frecuencia y la tercera
causa de muerte entre mujeres de países en vías de desarrollo (1). Las tasas de cáncer de cérvix son
más elevadas en África subsahariana, América Latina, Caribe y Melanesia, e inferiores en Asia
Occidental, Australia, Nueva Zelanda y América del Norte. Cerca del 90% de las muertes por cáncer
de cérvix ocurren en regiones del mundo en vías de desarrollo: 60.100 en África, 28.600 en
Latinoamérica y Caribe y 144.400 en Asia (1). India, el segundo país más poblado del mundo, es
responsable del 25% de las muertes por cáncer de cuello uterino (67.500) (2).
En España, el cáncer de cérvix ocupa el sexto lugar en frecuencia tras el cáncer de mama, colo-
rrectal, estómago, cuerpo uterino y ovario. En el año 2012 se diagnosticaron 2.511 nuevos casos,
lo que supone el 3,5% de todos los cánceres femeninos, si bien la incidencia media es de 6,3-8,6
casos x 105 mujeres/año según cada región (3, 4). Las comunidades autónomas de menor inci-
dencia son Navarra y Aragón, con aproximadamente 4,5 casos x 105 mujeres/año, y la de mayor
incidencia es Baleares (Mallorca), con 13,6 casos x 105 mujeres/año. La mortalidad en nuestro
país es de 2,2 casos x 105 mujeres año, siendo la decimotercera causa de muerte para cualquier
edad, pero la sexta para mujeres entre 15 y 44 años (5).
La edad media al diagnóstico es de 48 años, aunque aproximadamente el 47% de las mujeres con cán-
cer de cérvix se diagnostica antes de los 35 años, siendo en este grupo de edad el segundo cáncer más
frecuente, tanto en los países desarrollados como aquellos en vías de desarrollo (6). Aunque la inciden-
cia se ha estabilizado en los últimos años, se ha registrado un incremento claro y sostenido en mujeres
menores de 45 años. Solo el 10% de los diagnósticos se realizan en mujeres mayores de 65 años.
La gran variación geográfica en las tasas de cáncer de cuello uterino refleja las diferencias en la dis-
ponibilidad del cribado, lo que permite la detección y eliminación de las lesiones precancerosas cuyo
diagnóstico y tratamiento evita su progresión a carcinoma invasor (7, 8). La citología cervical ha
39
La infección por el virus del papiloma humano (VPH) es la más frecuente de transmisión sexual y la
mayoría de los individuos sexualmente activos la adquieren en algún momento de su vida (12, 13). A
escala mundial, es el responsable de un 5,2% de todos los tumores humanos, correspondiendo a un
2,2% en países desarrollados y a un 7,7% a los países en vías de desarrollo (14). En la actualidad se
conoce que el VPH es el agente causal de la práctica totalidad de los cánceres de cuello ute-
rino y de sus lesiones precursoras. Los ochos tipos del VPH más comunes detectados en el cán-
cer de cérvix son el VPH 16, 18, 45, 31, 33, 52, 58 y 35, aunque solo dos genotipos de VPH de alto
riesgo oncogénico, el 16 y 18, provocan aproximadamente el 70% de las lesiones cervicales invasi-
vas (15, 16). La prevalencia de la infección por VPH varía según las áreas geográficas, siguiendo una
distribución similar a la de la prevalencia del cáncer de cérvix, desde el 21% en África, el 16% en
América Latina/Caribe al 9% en Asia y el 5% en América del Norte (17). En España el primer estudio
a gran escala sobre el VPH estima que hay dos millones de mujeres infectadas por este, siendo la pre-
valencia del 14,3% entre los 18 y 65 años, y cerca del 29% en la franja de 18 a 25 años (18).
El modelo de carcinogénesis cervical se basa en la persistencia de la infección por el VPH como ele-
mento necesario, pero insuficiente, para el desarrollo de cáncer de cuello uterino. Se han establecido
diversos factores y cofactores de riesgo involucrados en dicho desarrollo. En relación a los factores de
riesgo que predisponen a la infección por el VPH se encuentran el inicio precoz de las relaciones sexua-
les, elevado número de parejas sexuales, parejas de alto riesgo o antecedentes de enfermedades de
transmisión sexual (Chlamydia trachomatis o Herpes simple tipo 2). Aunque muchas mujeres van a
contraer la infección por el VPH, más del 90% van a regresar en 6-18 meses y, por tanto, no van a pro-
gresar a un cáncer de cérvix (19). Existen otras situaciones que actúan como cofactores y predisponen
al desarrollo de la neoplasia. En relación al virus, se encuentran el tipo viral, la carga viral, la integra-
ción del virus y la infección mixta con varios tipos de VPH. Los factores ambientales del huésped inclu-
yen el nivel de esteroides (relacionado a la ingesta prolongada de anticonceptivos hormonales, el
número de embarazos y la edad), el efecto mutagénico de las sustancias carcinogénicas del tabaco, el
estado socioeconómico (que pudieran relacionarse a la nutrición, los niveles de antioxidantes y el acce-
so a los programas de cribado) y el estado inmunológico (que disminuye con la edad, en personas VIH
positivas o con trasplante de órganos; los polimorfismos del complejo mayor de histocompatibilidad
(HLA) y del gen supresor tumoral p53 son otros determinantes inmunológicos) (20-23).
40
DIAGNÓSTICO
CLÍNICA
El cáncer de cérvix es un tumor muy poco expresivo desde el punto de vista clínico hasta etapas
tardías de la enfermedad. El síntoma más precoz y característico suele ser el sangrado vaginal anó-
malo que incluye, en mujeres sexualmente activas, el sangrado poscoital. La leucorrea, que en
casos avanzados puede ser purulenta como consecuencia de la infección de zonas necrosadas del
tumor, es un síntoma frecuente.
Otros síntomas de enfermedad más avanzada incluyen el dolor pélvico por compresión, trastornos
urinarios y rectales como hematuria y rectorragia, linfedema de extremidades inferiores, fístulas
vesicales o rectales y síndrome constitucional (24).
BIOPSIA
En las lesiones intraepiteliales, la biopsia dirigida por colposcopia es el paradigma; necesita ser
lo suficientemente amplia para demostrar la invasión del estroma y a menudo se requiere la rea-
lización de una conización.
EXPLORACIÓN FÍSICA
ESTUDIO DE EXTENSIÓN
La PET-TC (tomografía por emisión de positrones) es una técnica cada vez más utilizada debido
a su mayor eficacia para la detección de enfermedad extrapélvica y poseer una mayor sensibilidad
y especificidad en la detección de metástasis paraaórticas en pacientes con enfermedad localmen-
te avanzada (sensibilidad 38-86% y especificidad 75%), aunque tiene un valor más limitado en la
detección de metástasis ganglionares pélvicas en estadios precoces (29, 30).
En las dos últimas décadas, la utilización de los ultrasonidos está aumentando en el manejo del
cáncer de cérvix. Es una técnica económica, rápida y que no requiere preparación de la paciente.
La vía vaginal y rectal nos permite obtener imágenes cercanas del tumor; un estudio obtiene una
sensibilidad del 93,4% y una especificidad del 93,7% para el tamaño tumoral (31). La imagen se
muestra como una lesión sólida, hipoecoica, que con la aplicación del Doppler color aparece muy
vascularizada y donde se puede identificar la afectación de los parametrios (Fig. 3).
Figura 3. Imágenes ecográficas de lesión en cérvix y tras la aplicación del Doppler color.
43
cer la existencia de anemia o alteraciones hepáticas o renales de la paciente. Los marcadores séri-
cos más relevantes son SCC y CA125, que podrían ser útiles para monitorizar los resultados del
tratamiento y en el seguimiento de las pacientes (32).
ESTADIFICACIÓN QUIRÚRGICA
ESTADIFICACIÓN
La estadificación del cáncer de cérvix es esencialmente clínica, ya que la mayoría de los casos
ocurren en países en vías de desarrollo, que no disponen de medios diagnósticos que nos infor-
men de la extensión de la enfermedad. Además, la mayoría de las pacientes son diagnosticadas en
fases avanzadas de la enfermedad y tratadas exclusivamente con radioterapia. Está basada en la
exploración exhaustiva del tumor y en los resultados de determinadas pruebas complementarias.
TIPOS HISTOLÓGICOS
El carcinoma escamoso constituye el tipo histológico más frecuente (>70%), seguido a distan-
cia por el adenocarcinoma (20-25%). Este último ha incrementado su representación proporcio-
nalmente en los últimos 50 años, fundamentalmente por el efecto de los programas de cribado del
cáncer de cérvix, permitiendo la detección de las fases preinvasivas del carcinoma escamoso.
Existen diferentes sistemas de gradación de los carcinomas epidermoides, basados sobre todo en
el tipo y grado de diferenciación de la célula predominante en el tumor. La clasificación más sen-
cilla clasifica a los tumores en bien diferenciados (grado 1), moderadamente diferenciados (grado
2) y pobremente diferenciados (grado 3) (36). Estas tres categorías se diferencian fundamental-
mente por el tipo de queratinización que presentan las células tumorales. Así, los tumores de
grado 1 son aquellos que muestran un marcado componente queratinizante, con presencia de
abundantes globos córneos. Los carcinomas de grado 2 están constituidos por células en gene-
ral de gran tamaño, no queratinizantes y con moderado grado de pleomorfismo nuclear. Los car-
cinomas epidermoides de grado 3 corresponden a neoplasias formadas por células de pequeño
tamaño, no queratinizantes, con una alta relación núcleo/citoplasma. Aproximadamente, el 60%
de los carcinomas de cérvix se clasifican como moderadamente diferenciados y el resto se divi-
den a partes iguales entre los bien diferenciados y los pobremente diferenciados.
El adenocarcinoma constituye el segundo tipo histológico más frecuente y se define por la for-
mación de estructuras glandulares. Se distinguen diferentes tipos histológicos aunque en su
mayoría corresponden a adenocarcinomas mucinosos en sus diferentes variantes (tabla III) (37).
El paradigma de adenocarcinoma del cérvix uterino es el adenocarcinoma mucinoso de tipo endo-
cervical, que representa el 70% de los adenocarcinomas del endocérvix. El adenocarcinoma endo-
metrioide representa en algunas series hasta un 30%. Tiene idéntica relación etiológica con VPH
que el resto de los adenocarcinomas endocervicales y no debe ser confundido con la extensión
endocervical de un adenocarcinoma de endometrio.
Los tumores neuroendocrinos son poco frecuentes y de comportamiento agresivo. Este grupo de
neoplasias incluye al tumor carcinoide, al tumor carcinoide atípico, al carcinoma neuroendocrino
de célula grande y al carcinoma neuroendocrino de célula pequeña. La diferenciación neuroendo-
crina se puede demostrar mediante la utilización por inmunohistoquímica de marcadores de tipo
neuroendocrino.
47
TRATAMIENTO
El tratamiento del cáncer invasivo conlleva el manejo de la lesión primaria así como de los luga-
res potenciales de extensión metastásica. Las modalidades terapéuticas para lograr este propósi-
to incluyen fundamentalmente la cirugía, radioterapia y/o quimiorradiación.
CIRUGÍA
El objetivo de la histerectomía radical es eliminar el tumor con un margen adecuado de tejido nor-
mal para garantizar la resección completa. Adaptar la radicalidad de la exéresis tumoral a las
características del tumor es un punto clave en el cáncer de cuello uterino (39). La histerectomía
radical tipo C ha sido clásicamente la técnica quirúrgica de elección en el cáncer de cérvix, sin
Figura 5. Visión laparoscópica de diferentes pasos de la histerectomía radical e imagen de pieza quirúrgica
donde se observan arterias uterinas, parametrios y el manguito vaginal.
embargo, en la actualidad se acepta que la histerectomía tipo B es igualmente efectiva, pero con
una disminución significativa de la morbilidad (Fig. 5) (40).
La traquelectomía radical fue descrita por el cirujano francés Daniel Dargent en 1987 (41). Se
trata de una modificación de la histerectomía vaginal radical y se combina con una linfadenecto-
mía pélvica laparoscópica para el tratamiento de pacientes con cáncer de cuello uterino precoz que
desean preservar la fertilidad. La traquelectomía radical consiste en la extirpación quirúrgica del
cuello uterino junto a la exéresis de la parte superior de la vagina y el tejido paracervical situado
por debajo de la arteria uterina con la misma radicalidad descrita en la histerectomía. Un estudio
comparativo de las pacientes sometidas a traquelectomía radical versus histerectomía radical mos-
tró una eficacia oncológica similar (42). Por tanto, en la actualidad se considera a la traquelecto-
mía radical como un procedimiento oncológicamente seguro en pacientes bien seleccionados.
RADIOTERAPIA (RT)
La RT se emplea frecuentemente en el manejo del cáncer de cérvix bien: a) como terapia definiti-
va en pacientes con CCLA o en pacientes no candidatos a tratamiento quirúrgico, o b) como tra-
tamiento adyuvante tras histerectomía radical en pacientes que presenten factores histológicos
desfavorables (ej.: afectación de ganglios linfáticos, infiltración parametrial, márgenes quirúrgicos
afectos, tamaño tumoral, invasión profunda estromal o invasión linfovascular).
Con intención radical se realizará RT sobre campos pélvicos, administrando 50-50,4 Gy, con frac-
cionamiento estándar 1,8-2 Gy/fracción en 25 sesiones que se realizarán durante cinco semanas,
mediante fotones de alta energía (6-18 MV), con la intención de controlar la posible enfermedad
subclínica que pueden portar los ganglios pélvicos y administrar una primera dosis al tumor pri-
mario. Se completará el tratamiento mediante braquiterapia, con tándem (sonda intrauterina con
dos colpostatos), administrando 20-30 Gy al punto A, hasta alcanzar una dosis total de 70-80 Gy
sobre el tumor (Fig. 6). La duración del tratamiento debería ser inferior a 55 días, para evitar que
la prolongación en el tiempo empeore el control local.
49
QUIMIOTERAPIA (QT)
Cinco ensayos clínicos en fase III demuestran un aumento en la supervivencia cuando se utiliza
QT basada en cisplatino de forma concomitante con la RT. Está indicado el tratamiento con radio-
terapia y quimioterapia concomitante en: a) estadios iniciales tratados con cirugía y que presen-
ten criterios de alto riesgo de recidiva poscirugía, y b) como tratamiento de los estadios avanza-
dos.
El cisplatino se considera el fármaco más eficaz en el cáncer de cérvix metastásico. Sin embargo,
la mayoría de las pacientes que desarrollan enfermedad metastásica han recibido tratamiento pri-
mario con radioquimioterapia concomitante y pueden no ser sensibles a la terapia con cisplatino
como agente único. Se ha analizado en estudios clínicos diferentes esquemas de quimioterapia
combinada basada en cisplatino como cisplatino-paclitaxel-bevacizumab, cisplatino-paclitaxel y
cisplatino-topotecán (43, 44).
50
La estadificación tumoral preterapéutica permite clasificar los tumores en dos grandes categorías,
con la finalidad de orientar el tratamiento: a) tumores en estadio precoz, que incluye los estadios
FIGO IA1, IA2, IB1 y IIA1, y b) tumores en estadios localmente avanzados que corresponden a los
estadios FIGO IB2, IIA2 y superiores.
En general, se acepta que el tratamiento de elección del cáncer de cérvix en estadios precoces es
la cirugía y en estadios localmente avanzados la asociación radioterapia y quimioterapia concomi-
tante. Actualmente la cirugía y la radioterapia se consideran igual de efectivas en términos de
supervivencia en los estadios precoces, pero las pacientes más jóvenes se pueden beneficiar de
la cirugía para la preservación de los ovarios y evitar la atrofia y la estenosis vaginal generada por
la radioterapia, además permite conocer los factores pronósticos anatomopatológicos. La cirugía
ofrece otras ventajas, las recaídas pélvicas pueden tratarse con éxito mediante radioterapia, mien-
tras que la cirugía de rescate tras irradiación primaria conlleva una alta tasa de fracasos y una mor-
bilidad severa. Lo que sí parece claro es que la combinación de cirugía y radioterapia tiene la peor
morbilidad, especialmente en lo que se refiere a las complicaciones urológicas.
ESTADIO IA1
Dado que las tasas de afectación ganglionar en el estadio IA1 con invasión del espacio linfovas-
cular ascienden al 2,6%, varios autores defienden un tratamiento radical (45, 46). Las opciones
de tratamiento para pacientes con estadio IA1 con invasión linfovascular incluyen la histerectomía
radical con linfadenectomía pélvica bilateral o, en caso de deseo de preservación de la fertilidad,
traquelectomía radical con disección linfática pélvica.
51
ESTADIO IA2
La frecuencia de invasión del espacio linfovascular así como el riesgo de metástasis ganglionares
pélvicas aumentan en paralelo a la profundidad de la invasión tumoral. Se estima que la tasa de
afectación ganglionar se encuentra alrededor del 7,3% en tumores con invasión estromal entre 3-
5 mm (47). Por tanto, en pacientes con deseo genésico cumplido se recomienda realizar histerec-
tomía radical con linfadenectomía pélvica bilateral o, en caso de contraindicación quirúrgica,
radioterapia radical. En pacientes jóvenes o si existen deseos genésicos, la traquelectomía con lin-
fadenectomía es el tratamiento de elección.
En el cáncer de cérvix en estadio precoz, el estado de los ganglios linfáticos es el factor pronós-
tico más importante de supervivencia. La presencia de nódulos metastásicos, bien sean parame-
triales, pélvicos y/o aórticos, tienen una influencia negativa en la supervivencia, de tal manera que
la supervivencia a los cinco años es superior al 90% en pacientes tratadas mediante cirugía y sin
evidencia de enfermedad en ganglios pélvicos, frente al 50-60% si los ganglios pélvicos están
afectados o del 20-45% si lo son los paraaórticos (48). Sin embargo, la mayoría de estas pacien-
tes no tienen metástasis en los ganglios linfáticos; se ha descrito una tasa de afectación ganglio-
nar entre el 12-22% y 10-27% para el estadio IB y IIA, respectivamente (49). Por otra parte, la lin-
fadenectomía pélvica se asocia con complicaciones tanto a corto como a largo plazo que incluyen
lesiones neurovasculares, la formación de linfoquistes, infecciones y linfedema. El empleo de la
técnica selectiva del ganglio centinela (TSGC) en las mujeres con cáncer de cuello uterino tiene el
potencial de disminuir esta morbilidad, manteniendo la capacidad para evaluar adecuadamente los
ganglios linfáticos (Fig. 7). Aunque esta técnica ha sido empleada en tumores de hasta 4 cm, las
mejores tasas de detección se encuentran en tumores menores de 2 cm. Metaanálisis de series de
pacientes con TSGC muestran tasas de detección del ganglio centinela entre 89-92% y sensibili-
dad de la técnica de 89-90% (50-51).
Figura 7. Visión laparoscópica del ganglio centinela teñido de azul localizado sobre vasos iliacos externos
izquierdos e identificación de la radiactividad del ganglio con sonda gamma.
nados factores pronósticos desfavorables tales como: afectación de ganglios linfáticos, infiltración
parametrial, márgenes quirúrgicos afectos, tamaño tumoral, invasión profunda estromal o inva-
sión linfovascular.
ESTADIO IB2-IVA
Tras la publicación en el año 1999 de cinco estudios aleatorizados donde se demostraba la mejo-
ra en términos de supervivencia de la asociación de quimiorradioterapia en el tratamiento del cán-
cer de cérvix, el tratamiento de elección en la actualidad para el CCLA es la radioterapia externa
con quimioterapia concomitante (cisplatino 40 mg/m2/sem) seguida de braquiterapia. Pacientes
en las que se objetiva enfermedad ganglionar paraaórtica pueden además beneficiarse de la irra-
diación de campos paraaórticos (33).
ESTADIO IVB
El tratamiento primario para las pacientes que se presentan con enfermedad metastásica incluye
esquemas de quimioterapia basada en cisplatino. En estas situaciones se puede considerar el
empleo de radioterapia de forma individualizada para el control local de los síntomas de la enfer-
medad.
RECIDIVAS LOCALES
fue la cirugía, el tratamiento de rescate será la radioterapia exclusiva asociada a quimioterapia con-
currente, con tasas de rescate del 40-50%. El uso de quimioterapia generalmente está reservado
a ensayos clínicos.
El cáncer de cuello de útero es el que más frecuentemente se relaciona con el embarazo, con una
incidencia de 1:2.000 a 1:13.000 gestantes. Se estima que el 2-5% de los cánceres de cuello de
útero se diagnostican durante la gestación, sin embargo, la mayoría se descubre en estadio I. Dado
el papel crítico que juega el cuello uterino en la continuación de un embarazo normal y la vulne-
rabilidad del feto a los tratamientos más comunes de este tipo de cáncer, el manejo de estas
pacientes plantea un dilema notable. El tratamiento dependerá del estadio del carcinoma y de la
etapa de la gestación. Generalmente se recomienda tratamiento inmediato del cáncer si el diag-
nóstico se realiza antes de la madurez del feto, mientras que se retrasará cuando el diagnóstico se
lleva a cabo en el tercer trimestre de embarazo. Las pacientes que retrasan el tratamiento hasta
alcanzar la madurez fetal se deben someter a cesárea. Se han descrito traquelectomías radicales
en embarazadas con cáncer de cérvix en estadios precoces (52).
CARCINOMA INCIDENTAL
El tratamiento es similar en cuanto a indicaciones y expectativas pronósticas que en los casos con
útero intacto.
54
SEGUIMIENTO
El objetivo del seguimiento es la detección de las recurrencias, cuando aún son susceptibles de
tratamiento. En general, un 30% de las pacientes van a presentar una recidiva. En los dos prime-
ros años van a aparecer el 75% de las recidivas, fundamentalmente a nivel ganglionar pélvico y
paraaórtico (25).
Aunque el seguimiento se recomienda de forma unánime, no hay datos con respecto a su efecti-
vidad; no ha sido demostrado que la detección de la recidiva en fase asintomática represente un
beneficio en la supervivencia. En general, las recomendaciones incluyen anamnesis y exploración
física cada 3-6 meses los dos primeros años, cada 6-12 meses entre el tercer y quinto año y pos-
teriormente con carácter anual. La citología sistemática ha demostrado escasa sensibilidad en la
detección precoz, aunque es una práctica extendida. Se recomienda realizar técnicas de imagen en
caso de paciente con síntomas o hallazgos en la exploración física sugestivos de recurrencia (53).
Asimismo se debe instruir a las pacientes en relación a los síntomas sugestivos de recidiva como
pérdida de peso, anorexia, flujo vaginal, dolor pélvico, etc. También se debe aconsejar sobre un
estilo de vida saludable, obesidad, nutrición y ejercicio físico, así como el abandono del hábito
tabáquico. Las pacientes que han sido tratadas con RT pueden experimentar estenosis y sequedad
vaginal y deberían recibir instrucción sobre el uso de dilatadores vaginales o de mantener relacio-
nes sexuales periódicas. Los dilatadores se pueden comenzar a usar entre 2-4 semanas tras haber
finalizado el tratamiento.
Finalmente, las pacientes que han sobrevivido a un cáncer de cérvix tienen mayor riesgo de una
segunda neoplasia. Los datos sugieren que las pacientes que han sido tratadas con RT tienen ries-
go de padecer neoplasias inducidas por la radiación, especialmente en localizaciones radiadas
próximas al cérvix, como el colon, recto/ano y vejiga urinaria; por ello estas pacientes deben ser
correctamente vigiladas.
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57
INTRODUCCIÓN
Representa el 4,5% de todas las neoplasias, suponiendo la sexta causa de muerte por cáncer en
la mujer occidental (2).
El 70% de los casos de cáncer de ovario se diagnostican en estadios avanzados (Fig. 1). Esto se
debe a múltiples factores, entre los que destacan la ausencia de un buen método de screening
para el diagnóstico precoz y la ausencia de un cuadro de presentación característico.
En la mayoría de los casos la sintomatología es inexistente en los estadios iniciales y muy ines-
pecífica en su debut, siendo los síntomas más frecuentes: molestias abdominales inespecíficas,
distensión abdominal, síntomas urinarios, gastrointestinales o síndrome constitucional.
El cáncer de ovario puede ser de diferentes tipos en función del tejido en el que se origina.
El 90% de los casos de cáncer de ovario son tumores epiteliales, es decir, se originan en el epitelio de
la superficie. Entre ellos, el más frecuente es el carcinoma seroso papilar de alto grado. Según la teo-
ría de Kurman, este tiene su origen en el endosálpinx de la trompa, desde donde se produce el implan-
te en los órganos adyacentes; ovarios o peritoneo (más frecuentemente en los ovarios debido a las ovu-
laciones que provocan una rotura periódica del epitelio donde se producen los implantes (3).
Podemos encontrar también tumores de células germinales (disgerminoma, tumor del seno endo-
dérmico, carcinoma embrionario, coriocarcinoma y teratoma inmaduro) y tumores de los cordo-
nes sexuales-estroma (tumor de células de la granulosa, tumor de células de Sertoli-Leydig y
tumor de células esteroideas).
Dado que suponen el 90% de las neoplasias ováricas, en este capítulo nos centraremos en el
manejo del cáncer de ovario epitelial.
Además de por las características histológicas, podemos clasificar los tumores de ovario epitelia-
les según el patrón molecular en:
Tipo 1: Incluyen tumores de bajo grado serosos y endometrioides, tumores mucinoso, de célu-
las claras y los tumores malignos de Brenner. Se caracterizan por mutaciones de KRAS,
BRAF, ErbB2, PTEN, PIK3CA y ARID1A. Mutaciones que ocurren temprano en la evolu-
ción del tumor y se observan también en los tumores borderline y endometriosis.
Tipo 2: Neoplasias agresivas que comprenden tumores endometrioides y serosos de alto
grado, tumores mesodérmicos mixtos malignos y tumores indiferenciados. Se
asocian habitualmente con mutaciones de TP53. Aproximadamente el 20% de
estos tumores presentan asociada una mutación BRCA 1/2 debido a una combina-
ción de la línea germinal y mutaciones somáticas (4).
60
Ante una tumoración pélvica, una evaluación incorrecta del riesgo de malignidad puede conducir
a manejos clínicos y quirúrgicos inapropiados. Esto puede conllevar consecuencias sobre el pro-
nóstico de las pacientes: retrasos en el diagnóstico, procedimientos quirúrgicos incorrectos o
incluso ausencia de ellos.
Ante la sospecha, es imprescindible la realización de una anamnesis detallada con historia de sín-
tomas, evolución y antecedentes tanto personales como familiares.
El primer paso diagnóstico ante la sospecha de masa pélvica es la exploración física. Tras esta, la
ecografía ginecológica (habitualmente transvaginal) es la exploración más utilizada para la valo-
ración de masas pélvicas. Pueden utilizarse diversos scores para la clasificación de estas tumora-
ciones. El propuesto por las Oncoguías de la Sociedad Española de Ginecología es el desarrolla-
do por el grupo de IOTA (International Ovarian Tumor Analysis) (tabla I). En casos de duda, puede
completarse el estudio con resonancia pélvica (5).
La determinación de la b-hcg y a-fetoproteína puede ser útil en las pacientes jóvenes o prepúbe-
res y la inhibina en pacientes con sospecha de tumores de los cordones sexuales
El estudio puede completarse con PET-TAC. Recientemente se han publicado varios artículos en
los que se destaca la utilidad de la resonancia de cuerpo entero con secuencias de difusión, sobre
todo ante la sospecha de carcinomatosis peritoneal (6, 7) (Fig. 2).
La punción de las tumoraciones limitadas a los ovarios no está indicada por el riesgo de disemi-
nación. En algunos casos puede resultar útil la realización de una laparoscopia exploradora para
la toma de biopsias o valorar la resecabilidad quirúrgica (8).
La estadificación del cáncer de ovario es quirúrgica y debe valorar todas las localizaciones donde
habitualmente se disemina el tumor.
La diseminación más frecuente es al peritoneo de todas las superficies abdominales por exfolia-
ción de las células dentro de la cavidad, así como vía linfática a ganglios pélvicos, paraaórticos y
en ocasiones inguinales.
En cualquier cirugía de estadificación, sea cual sea la vía de acceso, es esencial inspeccionar a
fondo todas las superficies peritoneales de la pared abdómino-pélvica, superficie de aparato geni-
tal interno, haciendo especial hincapié en la superficie uterina, parametrios y superficie de ambos
ovarios, peritoneo de ambas cúpulas diafragmáticas, peritoneo de Morrison, omento, serosa intes-
tinal, territorios ganglionares y superficies hepática y esplénica.
Si contamos con pruebas de imagen previas a la cirugía, es útil realizar una inspección más meti-
culosa en aquellas áreas que fuesen sospechosas en los estudio previos.
De todas las zonas sospechosas se toma biopsia para estudio anatomopatológico. En función de
si puede o no cambiar la actitud quirúrgica, se realizará de forma intraoperatoria.
Asimismo prestamos especial atención durante este paso a la presencia de adherencias, puesto
que la demostración de células tumorales en alguna de las adherencias cambiaría la estadificación
de un posible estadio I a un estadio II.
Tras la inspección de la cavidad, se recoge el líquido ascítico o se realizan lavados para estudio
citológico, en pelvis, ambas gotieras parietocólicas y superficie hepatodiafragmática.
63
El lavado citológico se realiza de forma sistemática en los tumores de ovario, trompa y peri-
toneo. Está indicada además la realización de biopsias aleatorizadas de las superficies peri-
toneales.
En las pacientes que no han visto cumplido su deseo genésico y presentan sospecha de tumor
de ovario en estadios iniciales, se puede valorar la realización de cirugía preservadora de la fer-
tilidad. Esta es discutida en pacientes con estadio IC, tumores grado 3 o tumores de células cla-
ras (9). Es también controvertida la necesidad de completar la cirugía tras cumplir el deseo
genésico.
En los casos en los que se puede realizar cirugía preservadora de la fertilidad, porque la paciente
cumple los criterios clínicos y no hay nada que lo contraindique durante la inspección, se realiza
la anexectomía del ovario afecto, conservando si es posible el anejo contralateral y el útero. No
está recomendada la realización de biopsias del ovario contralateral.
En pacientes que ya han cumplido su deseo genésico o presentan un estadio superior está indi-
cada la histerectomía total extrafascial con salpingo-ooforectomía bilateral (10). En función de los
hallazgos y la indicación, al realizar la histerectomía podemos llevar a cabo la peritonectomía pél-
vica durante el procedimiento.
La estadificación quirúrgica del cáncer de ovario (Fig. 3) incluye la linfadenectomía pélvica. En tér-
minos generales, la disección de los ganglios pélvicos incluye:
Estadio II Tumor afecta a uno o ambos ovarios, con extensión a la pelvis, o tumor peritoneal primario
IIA Extensión y/o implantes en útero y/o trompas de Falopio
IIB Extensión a otros tejidos intraperitoneales de la pelvis
Los dos pilares básicos del tratamiento del cáncer de ovario en estadios avanzados son la ciru-
gía y la quimioterapia basada en platino y paclitaxel (Taxol®).
En cuanto a la cirugía hay varios conceptos básicos que conviene tener claros:
cirugía con el objetivo de resecar toda la enfermedad visible y realizar una correcta
estadificación.
- Cirugía de intervalo. Se realiza cuando al diagnóstico se considera que la enfermedad
que presenta la paciente es irresecable. En estos casos se administran entre tres y cua-
tro ciclos (idealmente tres) de quimioterapia neoadyuvante, y cuando se ha consegui-
do disminuir la carga tumoral, se realiza la cirugía de citorreducción.
- Cirugía de citorreducción secundaria. Se pueden plantear con el objetivo de aumentar la
supervivencia de las pacientes. Consiste en una cirugía de citorreducción tras recaídas.
Es importante estudiar de forma detenida cada caso en concreto y comprobar que las
pacientes cumplen los criterios para poder beneficiarse de este tipo de cirugías, pues-
to que si no es así, podemos aumentar la morbilidad sin conseguir nuestro objetivo
(14, 15).
Cirugía paliativa. Es el único de los casos en los que el objetivo del procedimiento no es eliminar
la enfermedad o aumentar la supervivencia, sino paliar los síntomas que no podemos controlar
con un manejo conservador (obstrucciones intestinales, control de hemorragias, fístulas...).
CITORREDUCCIÓN PRIMARIA
En el tratamiento inicial del cáncer de ovario, los únicos factores independientes relacionados con
la supervivencia que mantienen relevancia estadística son la sensibilidad a platino y el tumor resi-
dual tras la primera cirugía. Por tanto, el papel de esta es fundamental.
El ensayo clínico ICON 5, que agrupa el mayor número de pacientes con cáncer de ovario avan-
zado (4.312 pacientes en estadios III y IV), mostró resultados muy ilustrativos sobre esta enferme-
dad. La supervivencia global de las pacientes con cáncer de ovario avanzado está en torno a los
44 meses, con una supervivencia libre de enfermedad de 16 meses.
Este mismo estudio demostró que las pacientes sometidas a cirugía citorreductora inicial en las que
se había alcanzado residuo tumoral 0, obtenían datos de supervivencia global que llegaban a 68
meses; por otro lado, las pacientes en las que se conseguía enfermedad residual menor de 1 cm
alcanzaban 40 meses, mientras que las que quedaban con enfermedad mayor de 1 cm tenían una
mediana de supervivencia de 33 meses.
Es decir, una cirugía que dejara a la paciente con enfermedad microscópica residual duplicaba la
supervivencia.
En el año 2008, Winter presentó sus datos, muy similares a los del ICON 5: 45 meses de super-
vivencia media global, 17 meses de supervivencia libre de enfermedad, y de nuevo las pacientes
con enfermedad microscópica residual alcanzaban cifras que superaban los 70 meses de supervi-
67
vencia global, mientras que las pacientes con enfermedad mayor de 1 cm obtenían supervivencias
cercanas a los 35 meses (16).
Tanto las publicaciones del grupo alemán (AGO-OVAR 1, 3 y 5) como las del ensayo clínico
EORTC-NCIC, van en la misma línea.
Por tanto, los mejores datos de supervivencia en cáncer de ovario los obtenemos cuando el trata-
miento inicial de las pacientes es la cirugía.
Por ello, siempre y cuando sea posible conseguir residuo tumoral por debajo de 1 cm, la citorre-
ducción primaria es el tratamiento de inicio recomendado por las principales guías internaciona-
les para los estadios clínicos II, III y casos seleccionados de estadio IV (4, 10). Se recomienda que
la cirugía se realice por un equipo especializado en ginecología oncológica.
En las últimas cuatro décadas, la evolución del tratamiento quirúrgico de cáncer de ovario epite-
lial se ha distinguido por el aumento de la radicalidad a través de la incorporación de técnicas de
resección multivisceral destinadas a la resección de toda la enfermedad visible.
La citorreducción primaria consiste, por tanto, en una suma de procedimientos de máximo esfuer-
zo con el objetivo de eliminar toda la enfermedad visible de la cavidad abdómino-pélvica. Puede
resumirse en:
En los estadios avanzados de cáncer de ovario es muy habitual encontrar lo que denominamos
“pelvis congelada”; carcinomatosis en la pelvis que condiciona la fusión de las masas ováricas
con el útero, serosa del recto-sigma y peritoneo vesical y de las paredes laterales de la pelvis. En
estos casos puede ser necesaria una peritonectomía en bloque con exenteración posterior. La pieza
quirúrgica incluye el peritoneo desde ambas gotieras parietocólicas, peritoneo pélvico, prevesical
y de saco de Douglas, útero, anejos y recto-sigma. La cistectomía parcial o total es excepcional.
Habitualmente, dado que la resección de recto sigma suele ser alta, puede realizarse una anasto-
mosis colorrectal sin tensión y evitar así la colocación de estomas.
68
En cuanto a la cirugía del retroperitoneo, más del 80% de las pacientes con cáncer de ovario avan-
zado presentan ganglios positivos. En los estadios avanzados de cáncer de ovario se recomienda
la resección de las áreas ganglionares palpables y sospechosas, pero sigue siendo controvertido
el papel de la linfadenectomía sistemática. El único estudio aleatorizado diseñado para valorar el
papel de la linfadenectomía sistemática (Fig. 5) en estos casos demostró beneficio en el intervalo
libre de progresión pero no en la supervivencia global (17).
En la actualidad, el grupo alemán tiene en marcha el estudio AGO-Ovar “LION”, para definir el papel
de la linfadenectomía en pacientes con citorreducción óptima sin sospecha de afectación ganglionar.
Figura 7. Esplenectomía.
70
En muchos casos encontramos nódulos tumorales superficiales que es posible resecar sin lesio-
nar la estructura adyacente. En otros, podemos encontrar nódulos que penetren en la muscular del
intestino (delgado o grueso) y que nos planteen la disyuntiva de dejar enfermedad residual o rea-
lizar resección intestinal. En estos casos, conviene valorar cada caso en su conjunto: el tipo de
cirugía que se está realizando, número de resecciones intestinales, factibilidad de la citorreduc-
ción óptima a otros niveles, sospecha de complicación posterior por obstrucción... En todo caso,
conviene evitar resecciones múltiples que aumentan de forma importante el riesgo de complica-
ciones posteriores.
CITORREDUCCIÓN DE INTERVALO
A pesar de los beneficios de la citorreducción primaria, hay casos en los que las pacientes pue-
den beneficiarse de la quimioterapia neoadyuvante.
Esta puede ser una alternativa válida en pacientes cuyo estado general no permite una citorreduc-
ción primaria de máximo esfuerzo. También en aquellas en las que sospechemos, ya sea por el
estudio preoperatorio o por una laparoscopia exploradora, que no es factible cirugía de citorreduc-
ción con residuo tumoral menor de 1 cm.
Sin embargo, no es fácil predecir qué pacientes pueden ser resecadas de manera óptima, y hasta
el momento no disponemos de un protocolo de criterios definitivos para prever con precisión la
posibilidad de una cirugía subóptima.
- Pacientes mayores de 75 años, con performance status pobre, ASA >3, estado de des-
nutrición (albúmina <3) y enfermedad voluminosa.
- Grandes derrames pleurales malignos bilaterales.
- Metástasis hepáticas extensas.
- Enfermedad porta hepática voluminosa, especialmente en aquellos casos en los que
sospechamos obstrucción de la vía biliar o de la vena porta.
- Enfermedad mesentérica extensa.
- Invasión de la pared abdominal extensa.
- Obstrucción intestinal maligna en múltiples localizaciones.
- Adenopatías suprarrenales voluminosas, celiacas, pericardiofrénicas, en mediastino, o
supraclaviculares.
71
Los parámetros evaluados por Fagotti son siete: omental cake, carcinomatosis peritoneal, diafrag-
mática, retracción mesentérica, infiltración del intestino, infiltración gástrica y metástasis hepáti-
cas. A cada parámetro se le asignan dos puntos si está presente y cero si no lo está. Cuanto mayor
sea la puntuación, menor probabilidad de que se obtenga una citorreducción óptima en la cirugía.
Los autores establecen que si la puntuación es igual o mayor de 8, no se podrá obtener una cito-
rreducción óptima (18).
CITORREDUCCIÓN SECUNDARIA
El papel de la cirugía en la recaída de cáncer de ovario está basada en estudios retrospectivos, por
lo que todavía no existe evidencia tipo I que demuestre una mayor supervivencia en pacientes
sometidas a citorreducción secundaria tras recaída. Sin embargo, los datos publicados sugieren
72
que puede existir beneficio en pacientes sometidas a cirugía cuando se obtiene residuo tumoral
cero.
PRIMERA LÍNEA
Debe recibir tratamiento toda paciente con cáncer epitelial de ovario estadio I de alto riesgo (IA-IB
Grado 2, cualquier tumor grado 3 o IC de células claras), así como todos los estadios II-IV.
La terapia estándar está basada en la combinación de platino (por ejemplo, carboplatino AUC 6)
junto a paclitaxel (Taxol® 175 mg/m2) durante seis ciclos, administrados de forma endovenosa
cada tres semanas (20).
A pacientes que desarrollen una alergia a Taxol® o que lo toleren mal, la combinación de carbo-
platino/docetaxel o carboplatino/doxorubicina liposomal pegilada-DLP (Caelyx®, Doxil®) puede
ser una alternativa (21).
Otras opciones altamente recomendadas son la quimioterapia intraperitoneal (QTIP) y las dosis den-
sas de Taxol®. La QTIP ha demostrado mejoría significativa de la superviviencia (OS) y del intervalo
libre de progresión (PFS) en el estudio GOG 172, posiblemente la más larga OS constatada hasta el
momento en cáncer de ovario (110 meses). Existe un beneficio claro y, por tanto, es de elección en
las pacientes con estadio III sometidas a citorreducción óptima, siempre que el performance status
de la paciente lo permita. La recomendación para los estadios II no es tan contundente.
La QTIP consiste en una combinación de Taxol® endovenoso (día 1), cisplatino intraperitoneal (día
2) y Taxol® intraperitoneal (día 8). Normalmente, tiene mayor toxicidad que el esquema estándar
73
Las dosis densas (carboplatino AUC 6 y Taxol® 80 mg/m2), investigadas por el grupo japonés, han
demostrado también mejoría de la OS y PFS, a expensas de mayor toxicidad hematológica, requi-
riendo suspensión de dosis e interrupción del tratamiento (23).
La quimioterapia neoadyuvante (por ejemplo, tres ciclos basados en platino) seguidos de una
cirugía de intervalo se puede ofrecer a pacientes con mal estado general (PS, ECOG) al diagnós-
tico, y aquellas con extensa enfermedad diseminada basal (irresecable) (24).
La adición del antiangiogénico bevacizumab (Avastin®) se recomienda para pacientes con cáncer
de ovario avanzado y criterios de mal pronóstico, es decir, aquellos con estadio IV o con citorre-
ducción subóptima en los que haya quedado residuo tumoral macroscópico. Los estudios GOG
218 e ICON 7 lo corroboran, con mejoría de PFS, y uno de ellos en OS. En estos grupos Avastin®
se debe administrar junto a carboplatino-Taxol®, y mantenerlo tras el fin de la quimioterapia. Sigue
en debate la dosis recomendada (7,5 mg/kg versus 15 mg/kg), así como la duración (12 versus
15 meses, e incluso hasta la progresión, como se postula en algunos trabajos en marcha).
La tolerancia de Avastin® es muy manejable y previsible. El efecto secundario más frecuente es la hiper-
tensión. Asimismo puede interferir en la cicatrización, por lo que se recomienda añadirlo en el segun-
do ciclo tras cirugía. Presenta riesgo potencial de fístula, trombosis y perforación intestinal (25, 26).
Existe otro antiangiogénico oral, llamado pazopanib, que ha demostrado en un estudio fase III, mejo-
ría en más de cinco meses de la PFS en pacientes estadio II-IV que han conseguido una remisión
clínica tras tratamiento de primera línea de quimioterapia (27). Sin embargo, a pesar de los datos, no
ha sido aprobado en esta indicación debido a su toxicidad y la ausencia de beneficio en OS.
RECAÍDA
Síntomas clínicos (como ganancia o pérdida de peso, alteración del hábito intestinal o dolor pél-
vico), ascenso de marcadores tumorales (CA125) o signos radiológicos de enfermedad nos aler-
tan de una posible recidiva. Actualmente se acepta que el inicio de un tratamiento basado en el
mero aumento del CA125 no mejora la OS.
De cara al tratamiento de la recidiva, es imprescindible definir el tiempo que ha pasado desde que
la paciente recibió el último ciclo basado en platino. De esta forma existe un grupo de pacientes
74
“refractarias” (que progresan durante el tratamiento o en las cuatro primeras semanas) o “resis-
tentes” (que progresan dentro de los seis primeros meses) con muy mal pronóstico, y cuyo obje-
tivo será centrarnos en su calidad de vida y control de síntomas. En este contexto se prefiere qui-
mioterapia en monoterapia basada en Taxol® semanal, topotecán, gemcitabina o DLP (Caelyx®).
La adición de Avastin® a DLP, Taxol® semanal o topotecán ha demostrado aumento de las respues-
tas, calidad de vida y PFS (estudio AURELIA [28]), y es una alternativa en pacientes que no han
recibido el tratamiento en primera línea.
Las pacientes que progresan tras seis meses (y especialmente las de más de doce meses) de haber
completado la quimioterapia, presentan un mejor pronóstico y su tratamiento se basa en un doble-
te de platino. Algunas de estas pacientes incluso se pueden beneficiar de una citorreducción
secundaria, sobre todo aquellas con largos PFS, escasos síntomas y buen estado general. El
doblete de platino irá acompañado con Taxol®, gemcitabina o DLP (29), dependiendo de perfil de
toxicidad previo.
Para el subgrupo de PFS de 6-12 meses existe una alterativa “sin platino” basada en trabectedina
(Yondelis®) y DLP (Caelyx®) (30). Los resultados del estudio OVA-301 sugieren que existe una
resensibilización a la terapia con platino alargando “el periodo sin platino” con quimioterapia a
más de 12 meses mediante este doblete.
Para aquellas pacientes que no hayan recibido Avastin® previamente y hayan recaído tras seis
meses, podemos usar el triplete con carboplatino, gemcitabina y Avastin® (31), que ha demostra-
do una mejoría significativa de la PFS en el estudio OCEANS.
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76
CÁNCER DE VULVA
INTRODUCCIÓN
EPIDEMIOLOGÍA
Su incidencia, inferior al 3 por 100.000 mujeres/año, aumenta con la edad, siendo más prevalen-
te alrededor de los 65 años (1). Tiene una clara asociación con el VPH, tanto en casos de carci-
noma in situ y de tumores invasivos (2). Otros factores asociados son el tabaquismo y la inmu-
nosupresión (3). No siempre hay una lesión precursora en el cáncer de vulva, y aunque discuti-
do, la distrofia vulvar y el liquen escleroatrófico se han sugerido como tales, probablemente en las
lesiones VPH negativas (4, 5).
TIPOS HISTOLÓGICOS
La gran mayoría de tumores malignos de la vulva son escamosos. Alrededor del 60% se asocian
en sus bordes con lesiones displásicas, y en un 15-40% de las veces con liquen escleroatrófico
(6). En la tabla I se detalla la clasificación histológica de los tumores de vulva.
Es el más frecuente y está asociado a lesiones distróficas vulvares. Afecta a mujeres mayores, sin
relación al VPH. Se pueden llegar a distinguir tres grados de diferenciación. G1 (tumores bien
77
Enfermedad de Paget
78
Melanoma vulvar
Con una edad de presentación menor, alrededor de los 50 años, su forma de presentación es san-
grado, picor y sensación de masa. El pronóstico lo da el nivel de Clark, que describe la extensión
a la dermis y al tejido celular subcutáneo. Tiene una alta capacidad de metastatizar a los ganglios
inguinales (8).
La presentación clásica del cáncer de vulva es picor, con una lesión más o menos reconocible. Su
localización habitual es en los labios mayores y menores, siendo menos frecuente las localizacio-
nes de línea media como horquilla y clítoris. Ante esta situación se debe tomar una biopsia de la
zona sospechosa. A veces es necesario utilizar la vulvoscopia, usando una solución de ácido acé-
tico al 5%. En muchas ocasiones la lesión se diagnostica en fases avanzadas interesando esfínte-
res y amplias áreas de tejido. En esos casos se añade a la clínica la sensación de dolor, sangra-
do, mal olor o sensación de nódulo en la ingle.
ESTADIFICACIÓN
Otros factores pronósticos a tener en cuenta incluyen el estado de los márgenes de resección
tumoral, la afectación del espacio linfovascular, el nivel de invasión en profundidad, el tamaño de
la lesión y la presentación multifocal de la lesión, así como la asociación a VIN II-III.
79
TRATAMIENTO
La cirugía es la primera opción terapéutica, siempre dentro de un balance entre morbilidad y cali-
dad de vida. Actualmente se aboga por un tratamiento individualizado para cada paciente.
TRATAMIENTO ESTADIOS I Y II
Los estadios IA (menos de 1 mm de invasión estromal) tienen un riesgo muy reducido de inva-
sión linfovascular, por lo que se puede obviar el análisis quirúrgico inguinal, precisando tan solo
en la resección del tumor un margen de seguridad de 2 cm (15). Es obligado controlar el resto de
la piel de los genitales externos para diagnosticar/descartar lesiones pre-malignas como VIN III o
carcinoma in situ, por la posibilidad de la multifocalidad.
El resto de tumores englobados en los estadios I y II precisan una cirugía con márgenes de segu-
ridad suficientes, así como el análisis de los ganglios linfáticos de las ingles. La recomendación
actual es conseguir una tumorectomía con un margen mínimo de 10 mm de tejido sano, con una
80
escisión en profundidad hasta la fascia del diafragma urogenital, la fascia profunda del plano mus-
cular crural y/o el periostio del pubis. Cuando la localización o el tamaño del tumor así lo preci-
sen, se deberá realizar una vulvectomía radical.
El territorio ganglionar de la ingle es el primer escalón de drenaje linfático de la vulva, por lo que
será obligatorio su estudio en los estadios superiores al IA. Su gran morbilidad ha disminuido gra-
cias a la instauración del empleo del ganglio centinela. El concepto de la biopsia selectiva de gan-
glio centinela, ya validado en la práctica clínica, permitirá evitar aproximadamente a un 70% de
mujeres la disección completa de los ganglios inguinales (16). La SEGO recomienda para su apli-
cación el tener una curva de aprendizaje finalizada (mínimo de 10 casos), usar una técnica dual
(radiocoloide con 99Tc junto con colorante tipo azul dye) e inyectarlos intradérmicamente en los cua-
tro cuadrantes del tumor sobre tejido normal (11). El ganglio centinela se considera aquel con una
radiactividad cinco veces superior a la normalidad. Tan importante como su detección es su estu-
dio, implicando múltiples cortes con la técnica de hematoxilina-eosina y, en caso de negatividad de
esta, el uso de inmunohistoquimia con la detección de citoqueratinas. Es por ello que, aunque su
valor es trascendente durante la cirugía, el protocolo de actuación finalizará con la anatomía diferi-
da, ya que se estima entre un 7-25% de positividad empleando citoqueratinas en pacientes con
ganglios negativos con técnicas convencionales (17, 18). Esta ultraestadificación comporta el con-
cepto de micrometástasis o células tumorales aisladas. Sin embargo, su diagnóstico obligará a
considerarlos positivos y a completar la linfadenectomía hasta que no existan datos de evidencia
científica que nos permitan obviarla. Los resultados del ensayo clínico GROIN V-II contestarán,
entre otras, a esta cuestión. Lamentablemente, no todos los tumores son candidatos al empleo de
ganglio centinela, teniendo validez solo en los tumores de menos de 4 cm, con una histología de
carcinoma escamoso, con presentación clínica de lesión unifocal y con una exploración de la ingle,
tanto clínica como radiológica, negativa. El resto de circunstancias, así como la positividad del gan-
glio centinela o su no detección, obligará a la realización de una linfadenectomía inguinal comple-
ta, con exéresis en bloque de todo el paquete ganglionar inguinofemoral superficial y profundo,
habitualmente con incisiones inguinales separadas de la herida de la tumorectomía.
El modo de actuar propuesto por la SEGO en el cáncer de vulva quirúrgico según el resultado del
ganglio centinela se expresa en el siguiente algoritmo (Fig. 1) (11).
Los estadios III y IV comprenden los tumores que afectan mucosas de la uretra y el recto, o bien
afectan clínicamente los ganglios inguinales. En caso de ser muy voluminosos, pueden ser mane-
jados con vulvectomías radicales, incluso seccionando parte de la uretra sin comprometer la con-
tinencia, así como exenteraciones. Sin embargo, el tratamiento con quimioterapia y radioterapia,
tal y como se hace en el cáncer epidermoide de cérvix, ha demostrado una tasa de curación y con-
trol de la enfermedad aceptable para estos estadios, con posibilidad de conservar los esfínteres y,
81
Sí No
por ende, mejorando la calidad de vida. Los estadios IVB, lamentablemente, solo tienen como
opción de tratamiento el paliativo, sin ello querer decir que no precisen cirugía como control de
la sintomatología. En el siguiente algoritmo se expresa el manejo propuesto por la SEGO en los
tumores no tributarios de cirugía (Fig. 2) (11).
82
no sí
PAAF
Negativo Positivo
Exéresis ganglio
Negativo Positivo
TRATAMIENTO RADIOTERÁPICO
El tratamiento radioterápico del cáncer de vulva es, básicamente, con irradiación externa median-
te energías generadas por aceleradores lineales. Solo en contadas ocasiones podría estar indica-
da la aplicación de una técnica de braquiterapia. Su primera indicación es como terapia adyuvan-
83
La radioterapia externa deberá incluir en sus campos de irradiación la vulva o su lecho, y la vagi-
na al menos en su tercio distal. Las ingles, con posibilidad de extensión a las cadenas pélvicas,
se irradiarán en función del estadio de la enfermedad y del resultado de la linfadenectomía de ese
lado. Es básica la protección del recto, vejiga, cadera e intestino delgado, por ser estructuras con
riesgo de complicación actínica (19).
Las técnicas de IMRT son ideales para ofrecer una mejor conformación de las estructuras a irra-
diar, con la forma compleja obligada del periné. Las técnicas de IMRT permiten modificar la inten-
sidad de radiación que llega a la paciente, de acuerdo a la dosis que idealmente ha de llegar a cada
zona y proporcionan la posibilidad de limitar las zonas de alta dosis del volumen de radiación a
formas no tradicionales (20).
TRATAMIENTO QUIMIOTERÁPICO
SEGUIMIENTO
Dado que la mayoría de recurrencias suceden los dos primeros años tras el tratamiento, y que su
localización en muchas ocasiones es local, se recomienda hacer un seguimiento clínico, con
exploración física, y biopsia de las zonas sospechosas. Asimismo, las zonas inguinales, incluidas
las ingles y el hueco supraclavicular, deben ser vigiladas. Las exploraciones con técnicas de ima-
gen se reservan para casos de sospecha clínica y factores de riesgo anatomopatológicos. En los
estadios iniciales la revisión será semestral los dos primeros años y anual los siguientes. En los
84
tumores avanzados, el seguimiento será cada tres meses los dos primeros años, semestral hasta
el quinto año, y posteriormente anual.
Tratamiento de la recidiva
Lógicamente, depende del lugar de recidiva. En las recidivas locales, el tratamiento será quirúrgi-
co en los casos factibles, pero si no se ha empleado la radioterapia, podría ser el tratamiento ideal,
dado que la cirugía en muchos casos puede conllevar la necesidad de un estoma. Esta cirugía, en
ocasiones exenterativa (anterior, posterior o total) debe ser ampliamente discutida con la pacien-
te. Cuando la recaída es ganglionar, siempre que sea posible se manejará con cirugía y/o radiote-
rapia, añadiendo según protocolos quimioterapia. La enfermedad a distancia debe tener un trata-
miento exclusivamente paliativo.
CÁNCER DE VAGINA
INTRODUCCIÓN
El carcinoma de vagina representa el 3% de todas las neoplasias malignas del tracto genital feme-
nino. La mayoría de estos tumores son de histología epidermoide y se suelen diagnosticar en eta-
pas iniciales. Sin embargo, ciertos tumores derivados de endometrio, cuello uterino, vulva, ova-
rio, mama, el recto y el riñón pueden afectar secundariamente a la vagina (22).
Aproximadamente una de cada 100.000 mujeres son diagnosticadas de un cáncer de vagina (23).
La edad media al diagnóstico es de 60 años para el carcinoma epidermoide de vagina, el subtipo
histológico más frecuente. La mayoría de los casos son mediados por la infección del virus del
papiloma humano (VPH), al igual que con el cáncer cervical (24). Por tanto, el cáncer de vagina
tiene los mismos factores de riesgo que el cáncer de cuello uterino (24, 25).
SÍNTOMAS CLÍNICOS
Hasta un 20% de las mujeres son asintomáticas al momento del diagnóstico (26). El restante 80%
podrá presentar sangrado vaginal (el síntoma más frecuente), generalmente poscoital o durante la
posmenopausia. Además, las pacientes pueden presentar síntomas relacionados con la extensión
local de la enfermedad como síntomas urinarios (por ejemplo, frecuencia, disuria, hematuria), o
problemas gastrointestinales (por ejemplo, tenesmo, estreñimiento, melena) (27). El dolor pélvi-
co por la extensión de la enfermedad puede afectar al 5% de los pacientes.
85
DIAGNÓSTICO
El diagnóstico suele realizarse al momento del examen físico, incluyendo una especuloscopia,
biopsiando cualquier tumoración sospechosa. Tras el diagnóstico, la RMN de pelvis puede ayu-
dar a determinar la extensión local del tumor y su posible infiltración de órganos vecinos (28). La
TAC de tórax-abdomen y pelvis es obligatoria en todos los casos para descartar enfermedad a dis-
tancia (29). En casos seleccionados, una cistoscopia y rectoscopia puede ser útil para confirmar
o no el compromiso vesical y/o rectal a fin de planificar la mejor estrategia terapéutica.
HISTOLOGÍA
TRATAMIENTO
Dada la infrecuencia del cáncer de vagina, no existen ensayos aleatorios que definan la mejor
estrategia terapéutica. El enfoque terapéutico, por tanto, se extrapola de los cánceres de cérvix y
de ano. Además, el tratamiento debe ser individualizado, dependiendo de la ubicación, tamaño, y
el estadio del tumor. Otros factores a tener en cuenta para decidir el tratamiento incluyen:
• Las limitaciones anatómicas, que no permitan márgenes quirúrgicos negativos sin una
exenteración.
• Problemas psicosexuales, incluyendo el deseo del paciente para mantener una vagina
funcional.
• Edad
Estadio I
La escisión quirúrgica suele ser el primer paso de tratamiento. Sin embargo, la radioterapia (RT)
puede ser apropiada para algunas pacientes, especialmente aquellas con tumor de >2 cm. En estos
casos, la cirugía requeriría de la extirpación radical de ciertos órganos pélvicos con el fin de obte-
ner márgenes negativos (34). Por el contrario, la resección quirúrgica con la preservación de la
anatomía es más factible para las pacientes con una lesión en la cara posterior y superior de la
vagina.
El abordaje quirúrgico para el cáncer de vagina requiere una histerectomía radical, vaginectomía
superior/inferior y linfadenectomía pélvica bilateral (para el caso de tumores que comprometen la
mitad superior de la vagina) o de una linfadenectomía inguinal bilateral para el caso de tumores
en la mitad inferior de la vagina.
87
Los pacientes con estadio I de cáncer de vagina parecen tener los mejores resultados cuando
son tratados quirúrgicamente. Una revisión de la literatura observó que las pacientes con enfer-
medad en estadio temprano tratadas con cirugía inicial tuvieron una tasa de supervivencia a
cinco años promedio de 77% (35). El rol del tratamiento adyuvante es desconocido pero es de
esperar que la radioterapia tenga su importancia en casos de márgenes afectados tras la extir-
pación quirúrgica.
Para algunos pacientes, sin embargo, la radioterapia inicial puede ser un tratamiento adecuado.
Un estudio de 38 mujeres tratadas con enfermedad en estadio I, observó una tasa de superviven-
cia global, de control locorregional, y de supervivencia libre de enfermedad de 96,2, 80,6 y 87,5%
a dos años, respectivamente (36).
La dosis de radiación total debe ser de 70-75 Gy. La radiación externa debe incluir los ganglios
linfáticos de la pelvis, el tumor vaginal con margen, la vagina y los tejidos paravaginales, y los
ganglios inguinales si el tumor se encuentra en la mitad inferior. La braquiterapia se reserva para
aquellos casos con tumores residuales de menos de 5 mm tras la finalización de la radiación exter-
na (35).
Estadios II-IV
La cirugía como una modalidad de tratamiento primario se asocia con resultados menos favorables
que la quimiorradioterapia para las pacientes con enfermedad avanzada. A modo de ejemplo, en una
revisión de la literatura, la supervivencia a cinco años para las pacientes con estadios II, III y IV fue
de 52, 44 y 14%, respectivamente, con o sin radioterapia adyuvante tras la cirugía (39).
ron respuesta clínica y fueron sometidas a una resección quirúrgica. La tasa de respuesta patoló-
gica completa fue del 27% (40).
ENFERMEDAD RECURRENTE
Las pacientes con una recurrencia podrían ser candidatas a un tratamiento quirúrgico. Las candi-
datas ideales son aquellas con una recaída central única. Aquí, la exenteración pélvica con o sin
reconstrucción vaginal puede ser incluso curativa (41, 42). La exenteración puede ser también
considerada en el contexto paliativo en mujeres con estadios IV-B, o en casos de una fístula rec-
tovaginal o vesicovaginal.
La experiencia del Grupo de Oncología Ginecológica (GOG) en 26 pacientes con enfermedad avan-
zada sugiere que el cisplatino tiene actividad insignificante. Sin embargo, la dosis fue sub-tera-
péutica para los estándares modernos (50 mg/m2 cada tres semanas) (43). Por tanto, no hay gran-
des series para recomendar un régimen activo en la enfermedad avanzada o recurrente. Es de
esperar que los esquemas combinando carboplatino y paclitaxel puedan tener su papel en este
contexto.
PRONÓSTICO
89
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91
ginecológico
Mikel Gorostidi Pulgar e Ibon Jaunarena Marín
Servicio de Ginecología. Hospital Universitario Donostia. San Sebastián
INTRODUCCIÓN
El cirujano es capaz de realizar los mismos procedimientos quirúrgicos con mayor facilidad, gra-
cias al empleo de instrumentos multifuncionales con funciones de agarre, disección, sellado y
corte en la misma pinza con una mínima difusión térmica, haciendo posible trabajar sobre estruc-
turas nobles con mayor seguridad y rapidez. También se dispone cada vez de más productos
mecánicos y biológicos que facilitan el manejo laparoscópico del sangrado, gracias al uso de
hemostáticos, sellantes y adhesivos. Se dispone de nuevos trazadores que permiten mayor selec-
tividad y precisión para localizar vías de drenaje ganglionar, de nuevos, más precisos, ágiles y fun-
cionales robots quirúrgicos, de integración con software y hardware en los nuevos quirófanos
inteligentes, y de la aplicación de nuevas terapias diana y personalizadas. El aprendizaje se ha
trasladado desde los quirófanos reales a los modelos de entrenamiento y de simulación, y el acce-
so detallado a cualquier procedimiento quirúrgico de los mejores cirujanos del mundo y las más
avanzadas técnicas hoy en día es una realidad.
Asimismo, se ha producido un cambio radical en la filosofía del tratamiento del cáncer ginecoló-
gico, pasando de la “cirugía máximamente tolerable” tanto en el cáncer de vulva, como cérvix y
endometrio, al tratamiento “mínimo con eficacia terapéutica”, incorporando cirugías menos radi-
cales, más selectivas y mínimamente invasivas.
El uso de las nuevas cámaras NIR (Near InfraRed) permite el uso de trazadores visibles por fluo-
rescencia al ser excitados con una correcta longitud de onda. Así se ha desarrollado la técnica del
ganglio centinela usando verde de indocianina (ICG), un fluorescente usado desde hace décadas
en cardiología y oftalmología. La fluorescencia se utiliza actualmente para comprobar la perfusión
93
de anastomosis en cirugía colorrectal, para visualizar la vía biliar con facilidad o para observar las
vías de drenaje linfático y primeros ganglios de drenaje en la cirugía oncológica.
Su uso en la técnica del ganglio centinela se está imponiendo en numerosos cánceres, como den-
tro de la ginecología, en el cáncer de vulva con cámaras para cirugía abierta (SPY; Novadaq
Technologies Inc., Toronto, Canada) y sobre todo en cáncer de cérvix y endometrio (ópticas NIR
endoscopia: Karl Storz high definition fluorescence laparoscope [Karl Storz GmbH & Co. KG,
Tuttlingen, Germany] y Pinpoint endoscopic fluorescence imaging [Novadaq Technologies Inc.,
Toronto, Canada], que permite además superponer imagen convencional a la fluorescencia, e
incluso cuantificar la intensidad de la señal con un sistema de gradación en diferentes colores),
ya que permite al cirujano la visualización en tiempo real de los conductos y ganglios linfáticos,
sin unirse al tumor, mejor que con el azul de metileno, obteniendo visión frente a las señales acús-
ticas de las gammasondas (isótopos radiactivos).
La luz NIR tiene una longitud de onda de 700 a 900 nm y es invisible para el ojo humano. La luz
infrarroja puede penetrar varios milímetros en la sangre o los tejidos blandos, lo que permite la
identificación de las estructuras, incluso cuando todavía no están directamente expuestos a la
superficie. Esta propiedad es la consecuencia de una menor absorción de la luz en el espectro NIR
por parte del agua y la mayoría de las biomoléculas, tales como la hemoglobina y lípidos (1).
El objetivo de la técnica del ganglio centinela consiste en evitar una linfadenectomía y sus conse-
cuencias (linfoceles, linfedemas, parestesias, lesiones vasculares, aumento de pérdida de sangre,
TVP, infecciones, conversiones a laparotomía, coste…), extirpando solo el ganglio o los ganglios
con mayor probabilidad de estar afectos, además de poder identificarlo con mayor precisión gra-
cias a la detección de vías aberrantes o inesperadas (2), y poder aplicar técnicas de ultraestadiaje
en dichos ganglios (Fig. 1).
La detección de metástasis ganglionares se incrementa por tres tanto en el cáncer de Cérvix (3)
como en el de endometrio (4).
Figura 1. Visión sin y con fluorescencia del ganglio centinela en iliaca externa derecha. Hospital Universitario
Donostia.
94
La técnica del ganglio centinela se reserva para los ganglios de aspecto normal, quedando exen-
tos ganglios macroscópicamente sospechosos o enfermedad extrauterina, que debe siempre biop-
siarse. Además, en órganos centrales, como el cérvix o el endometrio, debe respetarse el concep-
to de “bilateralidad” y encontrarse al menos siempre un ganglio centinela en ambos lados, o de lo
contrario realizarse una linfadenectomía ipsilateral, para evitar la posibilidad de un falso negativo,
de vital importancia sobre todo en el cáncer de cérvix o de vulva, donde omitirlo supondrá irre-
mediablemente una recidiva y ensombrecimiento pronóstico de la paciente.
El ICG es fácil de preparar y manipular, barato, con baja posibilidad de reacciones alérgicas y
pocas contraindicaciones (excepto patología tiroidea), y no necesita una inyección diferida. Como
contrapartida, no es posible su localización prequirúrgica, su uso intersticial actualmente está en
investigación siendo off-label y se precisa una cámara NIR.
El uso del tecnecio junto al colorante azul ha presentado la mejor tasa de detección, próxima al
95-100% en numerosas publicaciones, pero actualmente estas cifras están siendo alcanzadas
igualmente por el ICG, con cifras de detección global del 96% y bilateral del 88% (5, 6).
El empleo de la técnica del ganglio centinela no está en absoluto sistematizada, ni dónde aplicar-
la ni el trazador a utilizar, ni sus dosis, ni se ha definido con precisión qué pacientes se pueden
beneficiar de ello, ni como estudiarlo en el laboratorio, y se discute por separado en los diferen-
tes capítulos de este libro.
La búsqueda activa de vías de drenaje directa a región paraaórtica es todavía una cuestión sin
resolver y motivo de mayor controversia.
SentiMAG
Muy recientemente han emergido nuevas técnicas que pretenden obviar estos problemas sin per-
der sensibilidad y especificidad; técnicas con fluorescencia (verde indocianina), marcaje median-
te microburbujas o con trazador ferromagnético.
El verde indocianina (ICG) presenta tasas de detección superiores a 93% en 14 estudios de cohor-
tes, sin embargo, la administración del trazador no está estandarizada, obtienen mayor número de
ganglios y concluyen que se precisa perfeccionar la técnica.
Finalmente ha emergido un método no radiactivo para identificar el ganglio centinela (GC) utilizan-
do un trazador superparamagnético de óxido de hierro recubierto por carboxidextrano (Sienna+®,
Endomagnetics Ltd., UK) de color marrón oscuro y un magnetómetro manual (SentiMAG®,
Endomagnetics Ltd., UK). El diámetro total de la párticula es de 60 nm, como el trazador radioisóto-
po estándar. Después de la inducción anestésica se administra una inyección periareolar subcutánea
de 5 ml que consta de 2 ml de trazador magnético diluido con 3 ml de solución salina, que se con-
tinúa con un masaje de 5 minutos.
El estudio IMAGINE ha reunido nueve centros españoles que han reproducido el estudio anterior
en 181 pacientes con cáncer de mama con resultados similares (8).
Este nuevo trazador ha abierto un nuevo campo en la detección del GC y se ha propuesto su uti-
lidad en otros cánceres como el de vulva, sin que haya todavía estudios publicados al respecto.
CIRUGÍA ROBÓTICA
túan vía robótica o vía laparoscópica asistida por robot. El número de procedimientos robóticos
se ha triplicado desde 2007, así como el número de robots en el mundo (9).
Sin lugar a dudas, la cirugía mínimamente invasiva debe ser el estándar en la mayoría de los pro-
cedimientos quirúrgicos, bien sea o no robótica, y aunque la robótica probablemente sea la ciru-
gía estándar en el futuro, es el volumen y el entrenamiento del cirujano el que aporta actualmente
la mayor eficiencia quirúrgica.
Ventajas
Las ventajas de la cirugía robótica frente a la cirugía abierta son, para el paciente, las mismas que
para la cirugía endoscópica en general, una recuperación más rápida, una estancia hospitalaria
más corta, menos dolor posoperatorio, menos cicatriz quirúrgica, un menor riesgo de infección y
una menor pérdida sanguínea.
Las ventajas frente a la laparoscopia convencional para el cirujano parten de una mejor visualiza-
ción en 3D, con una maniobrabilidad excelente de instrumentos multiarticulados, una curva de
aprendizaje más fácil y corta para realizar procedimientos mínimamente invasivos (10, 11), una
mayor precisión y una mejor ergonomía. El hospital puede beneficiarse de una menor estancia
hospitalaria, una mayor satisfacción del paciente, potencialmente la mejora de la ergonomía podría
permitir un alargamiento de la carrera quirúrgica del cirujano y un aumento del uso de técnicas
mínimamente invasoras en el centro. Para el paciente, la menor pérdida hemática es el ítem que
realmente ha obtenido una diferencia estadísticamente significativa en múltiples procedimientos
quirúrgicos comparados a la laparoscopia.
parece reducir la dominancia inherente de una mano sobre la otra, contribuyendo a facilitar la
cirugía (12, 13).
El aprendizaje puede facilitarse enormemente hoy en día, no solo por el movimiento intuitivo de
los mandos, sino por la posibilidad de usar como asistente el cuarto brazo o cambiar el control
de los brazos quirúrgicos a un asistente-aprendiz gracias al uso de una consola dual (consola
master y segunda consola) y dibujos virtuales sobre la pantalla.
La realización de nudos y suturas complejas es una tarea limitante para algunos cirujanos y se ve
enormemente facilitada por el robot.
El nuevo modelo Xi da paso a la cuarta generación del robot Da Vinci (Fig. 2), facilita el acce-
so multicuadrante de la cirugía. Sus brazos se despliegan desde arriba en vez de desde detrás
de la columna robótica como en modelos anteriores, simulando desplegarse desde el techo, y
permitiendo cambiar la disposición quirúrgica de sus brazos rápidamente. Asimismo, la ópti-
ca de 8 mm es más liviana y ligera, y puede colocarse en cualquiera de los brazos quirúrgicos
facilitando múltiples disposiciones diferentes en la misma cirugía. El docking es más sencillo
y rápido.
Los nuevos sistemas permiten colorear zonas quirúrgicas o predeterminar zonas “negras” o de “no
vuelo”, donde no podamos navegar por seguridad. También permiten la integración de otros pará-
metros del paciente en tiempo real. Y permiten cambiar a visión “FireFly” para la aplicación de téc-
nicas con fluorescencia con gran facilidad.
98
Evidencia
La evidencia sugiere que la cirugía robótica en cirugía ginecológica no ofrece ventajas al pacien-
te, y así ha sido recientemente publicado por la AAGL (American Association of Gynecologic
Laparoscopist) en un documento de consenso (14) y en una revisión sistemática en cirugía robó-
tica benigna de la Cochrane (15).
Se ha descrito menor dolor posoperatorio gracias a un teórico menor trauma sobre los puntos de
apoyo de los trócares, gracias a que el brazo del robot permanece en todo momento pivotando en
el mismo lugar sobre su propio eje, pero este menor dolor posoperatorio no ha sido demostrado
en ningún estudio aleatorizado (16).
Existe escasa evidencia para afirmar que la cirugía robótica deba implementarse, pero lo cierto es
que el cirujano que prueba la cirugía robótica, se encuentra más confortable, realiza la cirugía más
fácilmente y habitualmente prefiere trabajar con el robot. Es posible que la evidencia no sea la
misma en cirugía compleja que en cirugía sencilla y debamos hacer subgrupos para evaluar dicha
evidencia (17). Aunque en la revisión Cochrane 2012 (15) no se pudo concluir con evidencia su
superioridad, sí hubo datos, aunque limitados, de mejoría en pérdida hemática, estancia hospitala-
ria y complicaciones quirúrgicas, por lo que se aconsejaba elaborar estudios aleatorizados al res-
pecto. En los dos únicos estudios randomizados publicados sobre el tema, en histerectomía robó-
tica vs. laparoscópica hubo mayor tiempo quirúrgico para la robótica (18) y mayores costes, a
igualdad de otros parámetros, excepto calidad de vida a corto plazo mejor para la robótica (19), por
lo que se desaconsejaba su uso en procedimientos simples. En 2010 se publicó una revisión sis-
temática con ocho estudios comparativos (20) con una diferencia estadísticamente significativa
para una menor pérdida hemática (91,6 vs. 182 ml, p <0,001) y una tendencia a menor número de
complicaciones OR: 0,47 (IC 95%: 0,10-2,19) pero sin diferencia estadística significativa. Una revi-
sión de la Cochrane (21) evaluó la evidencia en cirugía robótica en cáncer ginecológico sin poder
encontrar estudios aleatorizados, concluyendo con poca calidad de evidencia que la cirugía robóti-
ca podía tener una menor pérdida sanguínea, una menor tasa de conversión a laparotomía y podía
tener menos complicaciones y estancia hospitalaria, pero que es preciso realizar urgentemente
estudios aleatorizados bien diseñados para resolverlo. La robótica y la laparoscopia se consideran
equivalentes en muchos resultados, aunque la robótica puede ofrecer algunas ventajas (22).
¿Será la cirugía del futuro principalmente realizada por un único puerto, y preferiblemente a través
de orificios naturales? ¿Estamos próximos a la cirugía sin cicatrices?
Aunque es posible actualmente realizar procedimientos complejos por cirugía monopuerto o puer-
to único, no cabe duda que su dificultad por laparoscopia convencional es muy grande e implica
en muchas ocasiones aumentar la complejidad de los procedimientos, solo posible por cirujanos
99
Figura 3. Intuitive Surgical. Segunda generación SingleSite Surgery robótica, pendiente de aprobarse por la FDA.
Cánula de inserción 25 mm (con permiso).
bien entrenados y sin una superioridad quirúrgica evidente. La nueva tecnología robótica puede
solventar estas barreras con facilidad en un futuro próximo gracias a sus dispositivos a modo de
“serpiente”.
La cirugía monopuerto es, sin duda, la que más se beneficia de su uso a través de una consola
robótica, y los nuevos modelos desarrollados están próximos de aprobarse, como el nuevo siste-
ma Single Site para Da Vinci Xi de Intuitive Surgical todavía y el modelo SPORTTM (Single Port
Orifice Robotic Technology) de la canadiense Titan Medical (Fig. 3).
Innovación en robótica
Uno de los grandes inconvenientes técnicos del sistema actual es la incapacidad de sentir los tejidos
que se tocan, la sensibilidad háptica, y la enorme fuerza que tiene el robot, y que puede provocar iatro-
genia si no se respetan unas normas quirúrgicas fundamentales, como la de tener en todo momento
los instrumentos robóticos que se manipulan bajo control visual. Ya existen modelos robóticos, como
el europeo Telelap-Alf X, y otros experimentales, como el SOFIE (Eindhoven), el MIRO (Munich) o el
WASEDA (Japón) con capacidad háptica; asimismo también existen dispositivos experimentales para
acoplar a los robots actuales desarrollados por la Universidad de Los Ángeles con tal fin.
El futuro brindará sin duda cada vez más mejoras técnicas, que aportarán mayores ventajas a la
cirugía robótica.
La morcelación laparoscópica es un procedimiento útil para fragmentar miomas uterinos y úteros mio-
matosos que permite extraerlos por laparoscopia, evitando la laparotomía, con los conocidos benefi-
cios para el paciente en cuanto a recuperación más rápida, menor dolor posoperatorio y menor estan-
cia hospitalaria. Sin embargo, la morcelación presenta una limitación importante como es la disemi-
nación de tumores uterinos malignos ocultos como son los sarcomas uterinos (23).
Los sarcomas uterinos son tumores raros y suponen el 3-7% de los tumores malignos uterinos y
la incidencia mundial estimada ronda entre 0,5 y 3,3 por 100.000 mujeres/año (24).
Por el momento no tenemos criterios clínicos y radiológicos adecuados para diferenciar leiomio-
mas de tumores uterinos malignos. Por tanto, los procedimientos que resulten en el potencial
101
derrame de células tumorales, como la morcelación, conllevan un alto riesgo de empeorar el pro-
nóstico del paciente cuando el diagnóstico patológico posoperatorio es de malignidad (25).
La SEGO, al hilo de esta alerta, afirma que la morcelación uterina puede realizarse de manera segu-
ra y eficaz por cirujanos experimentados y en pacientes seleccionadas e informadas. Recomienda
el desarrollo de métodos más efectivos y seguros para reducir el riesgo de diseminación abdomi-
nal asociada a la morcelación, como serían las bolsas intraperitoneales especialmente diseñadas
para esta técnica (27).
Por todas estas razones, ha aumentado el interés en desarrollar nuevas técnicas de morcelación
que minimicen el mencionado riesgo potencial de diseminación de tejido tumoral.
El objetivo es morcelar la pieza en un entorno aislado al resto de la cavidad abdominal y para ello
se han descrito nuevas técnicas de morcelación multipuerto con novedosas bolsas que describi-
mos a continuación (Figs. 5 y 6).
Zapardiel y cols., tras la morcelación depositan la pieza en una bolsa de 15 mm y abocan su parte
abierta por el trócar suprapúbico de 10 mm (28). Por el trócar umbilical de 10 mm se exterioriza
la parte cerrada de la bolsa, donde se hace un agujero para colocar un trócar de balón.
Seguidamente, por el puerto suprapúbico se introduce el morcelador en la bolsa, a la cual se fija
herméticamente con seda para evitar la fuga de gas que se insufla desde el trócar de balón y por
donde introducimos el endoscopio. De esta manera, se morcela la pieza dentro de la bolsa que se
encuentra aislada del resto de la cavidad.
Rimbach y cols. han utilizado en animales de experimentación una nueva bolsa insuflable trans-
parente de 2.500 ml de capacidad recientemente comercializada (A.M.I. GmbH, Austria) compati-
ble para uso en humanos, que en su diseño ya incluye las dos aberturas que se exteriorizan por
los trócares y un sistema hermético de sellado (29). Han testado la factibilidad de la morcelación,
integridad de la bolsa y pseudopneumoperitoneo y calidad de la visualización con resultados
satisfactorios. Al ser transparente, permite la visualización simultánea dentro de la bolsa y de los
órganos de alrededor.
MINILAPAROSCOPIA
El volumen de las incisiones se reduce notablemente, permitiendo realizar la totalidad de los pro-
cedimientos efectuados hasta ahora sin aumentar la dificultad técnica, como con el uso de la ciru-
gía monopuerto, donde la dificultad quirúrgica y el volumen de la incisión se incrementan en gran
medida.
Es probable que en el quirófano del futuro nos encontremos con más robots, no solo capaces de
mejorar las habilidades del cirujano, sino que aporten las ventajas de la inteligencia artificial robó-
tica, mejorando nuestra visión global durante la cirugía, aportando la microscopia y la trasparen-
cia a la cirugía de rutina.
Las imágenes 3D del paciente ya son una realidad; podrán realizarse clones digitales del pacien-
te y planificarse previamente la cirugía, realizando incluso simulación quirúrgica virtual previa,
introduciendo instrumentos quirúrgicos virtuales en esa simulación.
En el centro IRCAD de Estrasburgo (Francia), el Doctor Jacques Marescaux realizó la primera tele-
cirugía del mundo operando a distancia, en Nueva York, a un paciente de una colecistectomía
desde Francia, y actualmente lideran un proyecto ambicioso con nuevos quirófanos híbridos que
integren modernos sistemas de diagnóstico por imagen con avanzados quirófanos donde se fusio-
nen la cirugía endoluminal, la cirugía percutánea, la cirugía mínimamente invasiva y la robótica y
permita hacer realidad una cirugía completamente guiada por la imagen (30).
MEDICINA PERSONALIZADA
Sin duda alguna la investigación de nuevos targets moleculares y la medicina traslacional están propi-
ciando el empleo de nuevos agentes avanzando en el tratamiento individualizado del cáncer. La firma
genética y el uso de una medicina personalizada, por ejemplo en las vías PI3K/PTEN/AKT/mTOR, RAS-
104
LA INNOVACIÓN EN LA FORMACIÓN
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30. Marescaux J. MIS, NEXT STEP: IMAGE GUIDED SURGERY. 19th International Meeting of the European Society of Gynaecological Oncology;
Nice, France 2015.
106
Cuestionarios
Para cumplimentar el cuestionario asociado a esta Guía, y poder obtener los créditos del proyecto, debe obli-
gatoriamente acceder a la siguiente página web:
www.campuspierrefabre.com
Entrar en la Guía, contestar y validar el cuestionario correspondiente.
Se considerará que se ha superado el cuestionario si el número de respuestas acertadas es igual o superior al
80%; si lo supera, accederá directamente al diploma acreditativo.
Capítulo 1
Cuestionarios
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Capítulo 2
Capítulo 3
1. El cáncer de cérvix:
a) Es el cáncer más frecuente en mujeres de más de 70 años.
b) Dentro de los factores de riesgo, se encuentra la infección por Citomegalovirus.
c) Es la complicación poco frecuente de una infección de transmisión sexual muy prevalente.
d) Tiene un periodo de latencia corto desde la infección a la transformación maligna (menos de cinco años).
109
Cuestionarios
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Capítulo 4
1. El cáncer de ovario:
a) Es el tumor ginecológico más prevalente en países desarrollados.
b) Supone la primera causa de muerte por cáncer ginecológico.
c) La mayoría de los casos se diagnostican en estadios iniciales.
d) Todas son falsas.
e) Todas son ciertas.
2. ¿Cuál es el tipo más frecuente de cáncer de ovario? ¿Con qué mutación suele asociarse?:
a) Endometrioide de bajo grado. Con mutación de KRAS.
b) Seroso de alto grado con mutación de PTEN.
c) Seroso de bajo grado con mutación de BRAF.
d) Seroso de alto grado con mutación de TP53.
e) Endometrioide de alto grado con mutación de TP53.
3. En el estudio de una tumoración pélvica sospechosa, ¿cuál de las siguientes afirmaciones es falsa?:
a) Es importante puncionar la tumoración, si es posible vía transvaginal, para obtener material para estudio anatomo-
patológico.
b) La exploración física y la ecografía transvaginal pueden orientarnos hacia la necesidad de ampliar el estudio.
c) Aunque la elevación del CA125 es frecuente en el cáncer de ovario, el que se encuentre en valores normales no descarta un
origen maligno.
d) En el caso de tumoración ovárica sospechosa de malignidad, previo a la cirugía, es importante completar el estudio con un
TAC tóraco-abdómino-pélvica.
e) Todas son verdaderas.
4. La cirugía preservadora de la fertilidad en pacientes que no han cumplido su deseo genésico:
a) No debe realizarse en ningún caso en pacientes con cáncer de ovario.
b) Siempre que la realicemos debemos tomar una biopsia del ovario contralateral.
c) En este tipo de cirugía no es necesario realizar linfadenectomía.
b) Podemos planteársela a todas las paciente con estadio II o inferior.
e) Todas son falsas.
5. En una paciente con cáncer de ovario seroso de alto grado, estadio inicial, que ya ha visto cumplidos sus deseos
genésicos, está indicado:
a) Histerectomía con doble anexectomía, omentectomía y linfadenectomía pélvica y paraaórtica.
b) Exploración minuciosa de la cavidad, lavados peritoneales, toma de biopsias de peritoneo, histerectomía con doble
anexectomía, omentectomía y linfadenectomía solo en estadio II o superior.
c) Exploración minuciosa de la cavidad, lavados peritoneales, toma de biopsias de peritoneo, histerectomía con doble
anexectomía, omentectomía, linfadenectomía pélvica y linfadenectomía paraaórtica solo en los casos en los que la
linfadenectomía pélvica haya resultado positiva para malignidad.
d) Exploración minuciosa de la cavidad, histerectomía con doble anexectomía, lavados peritoneales, toma de biopsias de
peritoneo, omentectomía, linfadenectomía pélvica y linfadenectomía paraaórtica.
e) Exploración minuciosa de la cavidad, histerectomía con doble anexectomía, lavados peritoneales, toma de biopsias de
peritoneo, linfadenectomía pélvica y linfadenectomía paraaórtica.
6. Los únicos factores independientes relacionados con la supervivencia que mantienen relevancia estadística en el
manejo del cáncer de ovario son:
a) El tumor residual tras la primera cirugía y la complejidad de esta.
b) La sensibilidad a platino y el tumor residual tras la primera cirugía.
c) La carga tumoral previa a la cirugía y el número de ciclos de quimioterapia administrados tras la misma.
d) La edad de la paciente y el número de procedimientos realizados durante la cirugía.
e) La sensibilidad al platino y la duración de la cirugía.
f) Todas son falsas.
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Cuestionarios
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Capítulo 5
112
3. Se interviene una mujer con un tumor en línea media de 4 cm, a la altura del clítoris. Su borde en mucosa se
queda a 5 mm del meato uretral. Al hacer el ganglio centinela, obtenemos dos ganglios centinelas en el lado
derecho, siendo ambos negativos. ¿Qué deberíamos hacer?:
a) Resecar el tumor con margen hasta el mismo extremo de la uretra para conservar la continencia.
b) Realizar una linfadenectomía del lado izquierdo.
c) Marcar límites del tumor para manejarlo con radioterapia.
d) Por ser un tumor de línea media deberíamos hacer una linfadenectomía inguinal bilateral.
4. Un tumor con un ganglio inguinal único pero con la cápsula rota:
a) Dado que es un ganglio único no precisa radioterapia adyuvante.
b) Tiene mal pronóstico, con una supervivencia de aproximadamente 30% a cinco años.
c) Es una situación típica de tumores de línea media.
d) Obliga al estudio quirúrgico de los ganglios pélvicos.
5. Todas las siguientes situaciones hacen que el tratamiento no sea quirúrgico de entrada, salvo:
a) Tumores de más de 8 cm.
b) Lesiones que afecten esfínteres y precisen un estoma para su manejo.
c) Existencia en PET-TAC de enfermedad ganglionar pélvica.
d) Infiltración del tabique rectovaginal.
6. Una mujer de 72 años intervenida hace siete meses de una neoplasia de vulva, con borde quirúrgico de 6 mm a
la uretra, presenta una lesión excrecente, ulcerada, en contacto con uretra de aproximadamente 4 cm en la rama
isquiopúbica, en contacto con el hueso. El planteamiento sería:
a) Plantear una exenteración anterior.
b) Dar quimioterapia neoadyuvante para una futura cirugía.
c) Realizar una radioterapia con intención curativa.
d) Hacer un estudio de extensión para plantear un tratamiento curativo o paliativo.
7. El cáncer de vagina es un tumor raro que suele dar síntomas en la mayoría de los casos antes del diagnóstico.
Señale cuál es el síntoma más frecuente:
a) Disuria.
b) Genitorragia.
c) Dispareunia.
d) Ciatalgia.
8. El diagnóstico del cáncer de vagina se basa principalmente en el examen físico con toma de biopsia de la lesión
sospechosa. ¿Cuál de las siguientes afirmaciones no es correcta?:
a) La RMN de pelvis es útil para determinar la extensión local de la lesión.
b) El subtipo histológico mucinoso es el más frecuente.
c) La TAC de tórax, abdomen y pelvis es obligatoria antes de empezar el tratamiento.
d) La cistoscopia y rectoscopia deben ser realizadas en casos seleccionados.
9. El tratamiento del cáncer de vagina suele ser difícil ya que puede infiltrar órganos importantes dentro de la
cavidad pélvica. Señale cuáles son los factores que afectan la decisión del mejor tratamiento para cada
paciente:
a) Tamaño.
b) Extensión local.
c) Edad.
d) Todas son correctas.
10. Señale la opción incorrecta en relación al tratamiento del cáncer de vagina:
a) La mejor opción terapéutica para los estadios I suele ser la cirugía.
b) Todas las pacientes con estadios I deben recibir tratamiento adyuvante con quimiorradioterapia.
c) El tratamiento con quimioterapia y radioterapia es el de elección para las mujeres con estadios II-IV.
d) Las pacientes con una recurrencia podrían ser candidatas a un tratamiento quirúrgico.
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Cuestionarios
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Capítulo 6
1. Con respecto a las nuevas técnicas para el estudio de la BSGC en cáncer de mama, señale cuál de las respuestas
es la falsa:
a) La técnica con ICG no está estandarizada y se obtienen más ganglios que con el estándar con radioisótopo.
b) El sistema CEUS que utiliza microburbujas de hexafluoruro de azufre es una técnica no inferior al estándar.
c) La técnica que utiliza trazador magnético obtiene tasas de detección y concordancia similares al estándar.
d) El número medio de ganglios centinela resecados con el sistema con trazador magnético es de dos frente 1,9 con el
estándar con radioisótopos.
2. ¿Cuál de las siguientes afirmaciones es falsa respecto a la morcelación en cirugía ginecológica?:
a) La FDA ha estimado que una de cada 350 mujeres sometidas a histerectomía o miomectomía tendrá un sarcoma uterino
oculto
b) La SEGO desaconseja la morcelación en cirugía ginecológica sin excepciones.
c) La morcelación en bolsas intraperitoneales especialmente diseñadas para esta técnica puede evitar la diseminación
peritoneal.
d) Se han comercializado bolsas estancas para la morcelación.
3. Con respecto a la fluorescencia y verde indocianina, señale cuál de las respuestas es la falsa:
a) La luz NIR tiene una longitud de onda 400 a 500 nm y es invisible para el ojo humano.
b) La luz infrarroja puede penetrar varios milímetros en la sangre o los tejidos blandos, lo que permite la identificación de las
estructuras.
c) Su uso en la técnica del ganglio centinela se está evaluando en cáncer de vulva, cérvix y endometrio.
d) La inyección del trazador se realiza el día anterior a la intervención.
4. Señale la afirmación falsa respecto a la técnica de GC e ICG:
a) Las tasas de detección son similares en relación al estándar con radioisótopos.
b) Permite la localización de vías aberrantes de diseminación.
c) Aunque es de mayor utilidad su uso intraoperatorio, también permite localizaciones prequirúrgicas.
d) El ICG es fácil de preparar y manipular, barato y con muy baja frecuencia de reacciones alérgicas.
5. Es cierto respecto a la minilaparoscopia:
a) Utilizan trócares de 3 mm y ópticas de 5 mm.
b) No hay disponible un sistema de aspiración.
c) Habitualmente las piezas se extraen por los mismos trócares.
d) No solo disminuimos el tamaño de las incisiones, sino que las pinzas tienen una dureza igual a las convencionales, que
nos permiten realizar todas las intervenciones habituales.
6. Respecto a la cirugía robótica:
a) Se ha demostrado un menor dolor posoperatorio gracias a la pivotación de los brazos robóticos sobre un mismo punto en
el paciente.
b) Hay una menor tendencia a complicaciones intraoperatorias estadísticamente significativa.
c) Hay una menor pérdida hemática estadísticamente significativa.
d) En los únicos estudios aleatorizados histerectomía robótica vs. laparoscópica hay un menor tiempo quirúrgico para la
robótica y mayores costes.
7. Respecto a la medicina personalizada:
a) Consiste en elegir el tratamiento más adecuado en función de la estirpe celular del tumor y el estadio FIGO.
b) Se trata de la elección del tratamiento más aconsejable para un paciente decidido en un comité multidisciplinar.
c) Consiste en que la paciente personalmente seleccione entre la cirugía, la quimioterapia, la radioterapia y la hormonoterapia
el tratamiento al que o a los que está dispuesto a someterse.
d) Consiste en seleccionar los agentes a administrar en base a la firma genética del tumor; tratando de utilizar targets
moleculares específicos como diana.
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