Motivos para Creer

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NUEVA ALIANZA ROWAN WILLIAMS
210

MOTIVOS
PARA CREER
Introducción a la fe
de los cristianos

EDICIONES SÍGUEME
SALAMANCA
2008
CONTENIDO

Introducción 9
Credo de los apóstoles y de Nicea-Constantinopla 12

l. ¿EN QUIÉN PODEMOS CONFIAR?


Creo en Dios Padre todopoderoso 17

2. EL RIESGO DEL AMOR


Creador del cielo y de la tierra 47

Cubierta e ilustraciones de Christian Hugo Martín UN HOMBRE PARA LA ETERNIDAD

Tradujo Francisco 1. Molina sobre el original inglés


Y en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor 77
Tokens ofTrust. An introduction to Christian belief
4. EL PRECIO DE LA PAZ
© Canterbury Press, 2007
Padeció y fue sepultado, y resucitó al tercer día 103
Norwich, Norfolk NR3 3BH
© Ediciones Sígueme S.A.V., 2008
CI García Tejado, 23-27 - E-37007 Salamanca I España DIOS EN COMPAÑÍA
Tlf.: (34) 923 218203 - Fax: (34) 923 270 563 Creo en la Iglesia, que es una, santa, católica
e-mail: ediciones@sigueme.es
www.sigueme.es y apostólica 129

ISBN: 978-84-301-1675-1 6. EN DEFINITIVA, EL AMOR


Depósito legal: S. 640-2008
Espero la resurrección de los muertos 163
Impreso en España I Unión Europea
Imprime: Gráficas Varona S.A.
Polígono El Montalvo, Salamanca 2008

7
INTRODUCCIÓN

En los primeros siglos de la Iglesia, una de las tareas más


importantes de sus dirigentes era preparar a quienes se ini­
.iaban en la vida cristiana. Por lo general, la iniciación te­
nía lugar durante la vigilia pascual, mediante un solemne ri­
to que consistía en despojarse de las vestiduras, sumergirse
en agua y ser ungido con aceite. En las semanas anteriores
los catecúmenos habían recibido una intensa instrucción del
obispo local acerca del significado de la fe, instrucción que
constituía el culmen de un proceso de formación que podía
haber durado un par de años.
En la actualidad no se lleva a cabo de la misma manera.
Sin embargo, los días que preceden a la pascua constituyen
un buen momento para que los cristianos reflexionemos so­
bre los fundamentos de nuestra fe, puesto que nos prepara­
mos para la celebración más importante del año. Teniendo
esto en cuenta, decidí ofrecer algunas charlas en la catedral
de Canterbury durante la semana previa a la Pascua de 2005,
en las cuales me propuse explicar a grandes rasgos el senti­
do de lo que íbamos a celebrar. Este libro es una versión li­
geramente ampliada de tales charlas.
He tratado de conservar en cierta medida el estilo oral de
las charlas; asimismo, he procurado no dar demasiadas co­
sas por supuestas en relación a los conocimientos que los

9
INTRODUCCiÓN INTRODUCCiÓN

lectores puedan tener acerca de la Biblia y de la historia del Espero que quede claro que, una vez dado ese paso basado
cristianismo. Algunas personas que asistieron a las charlas en la confianza, la enseñanza y la doctrina fluirán de ahí.
acudían a la iglesia con regularidad y simplemente busca­ na buena y sensata enseñanza cristiana es buena y sensa­
ban refrescar sus ideas; para otras, sin embargo, todo aque­ ta porque nace de profundizar en las implicaciones que tie­
llo resultaba bastante novedoso. Espero que éstas no hayan ne creer en un Dios que es digno de toda confianza.
tenido la sensación de que daba por sabidas demasiadas co­ Por ello, a lo largo de estos capítulos voy a dar por senta­
sas. Por ello, ruego al lector más formado que sea paciente do que no hablamos simplemente de ideas, sino de la inte­
si me entretengo explicando algo que le resulta obvio. rrelación entre la reflexión, la acción y la oración de las cua­
Por ejemplo, cito con frecuencia la Biblia, de modo que les surgieron las confesiones de fe. Dichas afirmaciones, en
lo ideal sería que el lector tuviese una a mano y que supie­ su mayor parte compartidas por los grandes grupos cristia­
se que el «Antiguo Testamento» o las «Escrituras hebreas» nos del mundo, se configuraron en los tres primeros siglos
constituyen el testimonio de la manera en que Dios se rela­ de la historia del cristianismo, y se han mantenido firmes e
cionó con las tribus (de lengua hebrea) del antiguo Israel a inalteradas pese a las dificultades que ha atravesado la Igle­
lo largo de más de mil años; y que el «Nuevo Testamento» sia. Se ofrecen a continuación los textos de los dos primeros.
o las «Escrituras cristianas» contienen los cuatro evange­ y más conocidos de esos «credos» (del latín «creo») para
lios, que ofrecen a grandes rasgos la vida de Jesús, así co­ que acompañen al lector.
mo muchas cartas dirigidas a las comunidades que acaba­ Estoy profundamente agradecido a todos aquellos que
ban de ser fundadas en las riberas del Mediterráneo oriental han contribuido a la transformación de las charlas en libro:
por los principales dirigentes de la primera generación cris­ arah Williams y Jonathan Jennings, que se ocuparon de la
tiana. La mayor parte de ellas las escribió Pablo, un hombre grabación y la transcripción; Christine Smith, de Canterbu­
que inicialmente se opuso de forma violenta al cristianismo ry Press, que me sugirió la idea de hacer este libro; Jonathan
y, más tarde, experimentó una conversión radical; otras car­ oodall, Linda Foster y Mary Matthews, que me ayudaron
tas son de personas de las que no sabemos casi nada, aun­ enormemente con la edición y la corrección de pruebas. Asi­
que estaban muy próximas a los acontecimientos históricos mismo doy las gracias a quienes acudieron a la catedral para
de Jesús y a quienes lo habían conocido. escuchar las charlas (y se quedaron para orar y escuchar mú­
En cualquier caso, lo que me parece fundamental es en­ sica tras la sesión de cada tarde), que perseveraron toda la
tender que, sin lugar a dudas, lo que la fe cristiana plantea emana y respondieron con paciencia y generosidad a dicha
es en quién y en qué confiar. Antes de nada, quiero destacar experiencia. Les dedico este libro especialmente a ellos y a
que el cristianismo te pide que confies en el Dios del que todo el pueblo de Dios en Canterbury.
habla antes de pedirte que te adhieras a un sistema doctrinal.

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CREDO DE LOS APÓSTOLES CREDO DE NICEA-CONSTANTINOPLA

Creo en Dios, 'reo en un solo Dios,


Padre todopoderoso, Padre todopoderoso,
creador del cielo y de la tierra. creador del cielo y de la tierra,
Creo en Jesucristo, su único Hijo, de todo lo visible y lo invisible.
nuestro Señor, reo en un solo Señor, Jesucristo,
que fue concebido por obra y gracia del Espíritu santo, Ilijo único de Dios,
nació de santa María virgen, nacido del Padre antes de todos los siglos:
padeció bajo el poder de Poncio Pilato, Dios de Dios, Luz de Luz,
fue crucificado,
ios verdadero de Dios verdadero,
muerto y sepultado,
ngendrado, no creado,
descendió a los infiernos,
de la misma naturaleza del Padre,
al tercer día resucitó de entre los muertos,
por quien todo fue hecho;
subió a los cielos
que por nosotros, los hombres,
y está sentado a la derecha de Dios, Padre todopoderoso.
y por nuestra salvación bajó del cielo,
Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos.
y por obra del Espíritu santo
Creo en el Espíritu santo,
e encarnó de María, la virgen,
la santa Iglesia católica,
y se hizo hombre;
la comunión de los santos,
el perdón de los pecados, y por nuestra causa fue crucificado
la resurrección de la carne en tiempos de Poncio Pilato;
y la vida eterna. padeció y fue sepultado,
Amén. y resucitó al tercer día,
egún las Escrituras,

12 13
CREDO DE NICEA-CONSTANTINOPLA

y subió al cielo,
y está sentado a la derecha del Padre;
y de nuevo vendrá con gloria para juzgar a vivos y muertos,
y su reino no tendrá fin.
Creo en el Espíritu santo,
Señor y Dador de vida,
que procede del Padre y del Hijo,
que con el Padre y el Hijo
recibe una misma adoración y gloria,
y que habló por los profetas.
Creo en la iglesia,
que es una, santa, católica y apostólica.
Confieso que hay un solo bautismo
para el perdón de los pecados.
Espero la resurrección de los muertos
y la vida del mundo futuro.
Amén.

14
«CREO EN DIOS PADRE TODOPODEROSO»

Hace algunos años, la filósofa Onora ü'Neill aseguraba


en una serie de conferencias televisadas que nuestra socie­
dad sufría de una crisis de confianza. Sospecho que no ne­
cesitamos que un filósofo profesional nos hable de esto: to­
dos sabemos a qué se refiere; en cualquier caso, resulta útil
disponer de un análisis de este tipo. No se trata simplemen­
te de que hemos llegado a ser tremendamente cínicos en mu­
chas de nuestras actitudes y de que contemplamos a las per­
sonas que aparecen en los medios de comunicación con un
excepcional grado de recelo. Más inquietante aún es el he­
cho de sentir que las grandes instituciones de nuestra socie­
dad no funcionan para nuestro bien. Esto significa que esta­
mos descontentos y desconfiamos del sistema educativo, de
la sanidad y de la policía, por no mencionar a nuestros re­
presentantes en el gobierno. Sin embargo, esto no es algo
exclusivamente nuestro. En todas partes nos sentimos atra­
pados por redes políticas y económicas internacionales que
no podemos controlar y que creemos que no nos proporcio­
nan beneficio alguno. y si nos fijamos en cómo están las co-
as más allá de nuestras fronteras, es posible descubrir que
se trata de un sistema que no funciona para bien de la hu-

17
MOTIVOS PARA CREER ¿EN QUIÉN PODEMOS CONFIAR?

manidad en general: acertada o equivocadamente, a menu­ liante, sino también paralizador. La confianza entonces pue­
do la «globalización» es contemplada como una novedad de parecer algo arriesgado y estúpido.
que despoja de poder a las comunidades locales y a los in­ Se puede decir mucho más al respecto, y volveremos a
dividuos. y los casos que de vez en cuando salen a la luz de hablar de las crisis de nuestra sociedad más adelante. Con
enormes fraudes y de corrupción endémica en ciertas gran­ lodo, deseo comenzar con el tema de la confianza y de su
des compañías o bancos empeoran las cosas todavía más. ausencia, porque las palabras iniciales de las fórmulas de fe
Últimamente se publican numerosos libros sobre la necesi­ cristianas (los credos) tratan sobre ella. Esto, de todos mo­
dad de mantener una confianza básica y de desarrollar re­ dos, no resulta evidente a primera vista. Decimos: «Creo en
laciones humanas en el mundo de los negocios, lo cual es Dios Padre todopoderoso, creador del cielo y de la tierra».
de agradecer. Pero el daño ya está hecho: hemos aprendido sta expresión podría en un principio evocarnos preguntas
a sospechar. como: ¿crees en los fantasmas?, o: ¿crees en los ovnis?, re­
No hay duda de que la sospecha puede constituir algo feridas a algo «ahí fuera» cuya existencia resulta dudosa y
positivo en numerosas circunstancias. En cualquier demo­ cuyas pruebas se discuten intensamente.
cracia se necesita ejercer una oposición crítica, y es saluda­ Sin embargo, aunque desafortunadamente hay muchas
ble que no aceptemos ingenuamente lo que se nos dice. Sin personas, tanto creyentes como no creyentes, que entienden
embargo, en la sociedad occidental muchas personas consi­ estas palabras desde esa perspectiva, originalmente no sig­
deran que las cosas han llegado demasiado lejos, hasta el nificaban eso en absoluto. En el evangelio de Juan (capítu­
punto de dar por sentado que el escenario de nuestra exis­ lo 9), Jesús pregunta al mendigo ciego que acaba de curar
tencia no está dispuesto en beneficio nuestro. Y sentirnos i «cree» en el Hijo del hombre. Ciertamente no está pre­
impotentes ante esta situación es una experiencia nada salu­ guntando si él piensa que existe el Hijo del hombre (como
dable. La desconfianza está siempre conectada con esa sen­ podría preguntar acerca del monstruo del lago Ness). Jesús
sación de no llevar las riendas, de que otro es quien maneja quiere saber en realidad si el que antes era ciego está dis­
los hilos. Aquí encontramos una de las claves de este gran puesto a confiar en el Hijo del hombre, es decir, en Jesús
problema. Desconfío cuando sospecho que los intereses u como representante de la humanidad ante Dios. El mendi­
objetivos de otras personas no tienen nada que ver con los go, lógicamente, quiere saber quién es el «Hijo del hom­
míos o con lo que dicen ser. Hay alguien que tiene privile­ bre», y Jesús le contesta que es él; entonces el otro le res­
gios e intenciones ocultos y yo me siento en una posición ponde diciendo: «Creo».
frágil, sin confianza. Si no soy capaz de entender cómo fun­ Cree; tiene confianza. Es decir, no llega a preguntarse si
ciona todo esto, pero sospecho que de todos modos sucede el Hijo del hombre únicamente busca su propio interés y
algo que me perjudica, el resultado puede ser no sólo humi- quiere engañarlo. Confía en que Jesús actúa a favor suyo,

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MOTIVOS PARA CREER ¿EN QUIÉN PODEMOS CONFIAR?

no por intereses egoístas, y cree que lo que ve y escucha la variante es que los credos originalmente tenían más de un
cuando Jesús está presente es la verdad. Aquí radica la di­ fin. El texto más breve, el credo de los apóstoles, probable­
ferencia fundamental con la «creencia» en los ovnis o en el mente se usaba en el bautismo; el texto más largo y comple­
monstruo del lago Ness. Creer en ellos no produce cambio jo, el credo niceno, fue elaborado por los concilios de los di­
alguno respecto al modo en que me percibo a mí mismo y rigentes de la Iglesia para probar y desechar diversas ideas
al mundo en general; y no tiene nada que ver con que el equivocadas. Por ello, no es sorprendente que el credo de los
monstruo del lago Ness sea o no de fiar. En el caso de que apóstoles comience en primera persona del singular, pues
existiera, indudablemente sería útil saber si se trata de una es una fórmula que un individuo proclama en el bautismo
criatura de conducta predecible y fiable, pero eso no es lo para asumir un compromiso (del mismo modo que la frase
que tenemos en mente cuando hablamos de creer en él. budista que citamos anteriormente), mientras que el credo
Por el contrario, las palabras del principio del credo sí niceno (en su más primitiva formulación, puesto que fue
promueven un cambio en la manera en que el mundo y tú posteriormente modificada) empieza con la segunda perso­
os sentís. Están más próximas a la fórmula que emplean los na del plural, pues es una afirmación de lo que se ha acep­
budistas cuando hacen una afirmación de fe: «Me refugio tado en una reunión y debe ser proclamado por toda la
en Buda», es decir, Buda es mi hogar, en Buda confío para asamblea conjuntamente. Esto no quiere decir que «cree­
mantenerme sano y salvo. y si este es nuestro punto de par­ mos» es una fórmula general, que permite al individuo una
tida, el credo comienza a sonar distinto. mayor laxitud en lo que se compromete personalmente; con
«Creo en Dios Padre todopoderoso» no es la primera de esa expresión se declara lo que los cristianos pueden espe­
una serie de respuestas a la pregunta: ¿cuántas imágenes o rar que constituye la base común. Se podría incluso afirmar
ideas tengo en mi cabeza?, como si Dios fuese el nombre que nos dice por qué confiamos los unos en los otros dentro
de otra realidad hipotética, como los ovnis o los fantasmas, de la comunidad cristiana. Miramos en la misma dirección,
que puedo añadir al conjunto de cosas que tengo en mi actuamos con las mismas esperanzas y premisas. Por ello,
imaginación. Es el comienzo de una serie de afirmaciones tanto «creo» como «creemos» tienen su lugar, y no tiene de­
respecto al lugar en el que encuentro el sostén de mi vida, masiada importancia cuál de ellos utilicemos en un momen­
donde hallo un cimiento firme, un hogar. to determinado.
Merece la pena añadir una cuestión de detalle antes de
seguir avanzando. Algunos textos comienzan con «creo»;
...
otros empiezan por «creemos». En algunos textos litúrgi­ Pasemos a continuación a la cuestión más difícil: ¿Por
cos se ha sustituido la primera expresión por la segunda, lo qué deberíamos confiar en Dios Padre todopoderoso, crea­
cual ha provocado cierta controversia. La explicación de es- dor del cielo y de la tierra? ¿Tenemos pruebas para pensar

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MOTIVOS PARA CREER ¿EN QUIÉN PODEMOS CONFIAR?

que es digno de confianza? A juzgar por las apariencias, era misterioso +O al menos oscuro- ha salido ahora a la luz
podríamos casi decir que tenemos razones para sentir des­ del día, y los propósitos de Dios, que existían desde la crea­
confianza. ¿Acaso no pensamos que Dios, ante todo, es al­ ción del mundo, se nos han explicado. Gracias a Jesús aho­
guien cuyos propósitos no podemos descifrar, cuyos intere­ ra podemos descubrir que lo que Dios siempre ha deseado
ses se nos ocultan, una inteligencia completamente ajena, es -por tomar dos términos fundamentales de la Carta a los
remota y trascendente? La triste realidad es que gran parte efesios- paz y alabanza. Éstos y sólo éstos son los «intere­
de la religión da exactamente esa impresión. Se recurre a ses» de Dios: el mundo que ha creado está destinado a con-
los misteriosos caminos de Dios cuando no podemos com­ vertirse en un mundo reconciliado, un
la religión Inade­
prender las cosas (especialmente las dolorosas e impactan­ mundo en el que las diversas comuni­ cuada consiste en no
tes), y se nos insta a pensar en el inmenso espacio que nos dades humanas se unen para compar­ confiar en Dios, en
Intentar evitarlo e
separa de Dios. Sin embargo, la Biblia enseña firmemente tir la vida, porque coinciden en que incluso pretender ser
que este es el tipo de religión que debemos dejar atrás. La Dios ha actuado para liberarlas del más listos que él.
religión inadecuada consiste en no confiar en Dios, en in­ miedo y de la culpa. Esto, a su vez, es
tentar evitarlo e incluso pretender ser más listos que él; con­ simplemente un aspecto de una reconciliación que afecta a
siste en acercarnos a Dios como a «la administración», al je­ todo el cosmos, que aglutina la diversidad de toda la crea­
fe de estudios, a una presencia que quizá es crítica u hostil, ción para que funcione armónicamente. Esta reconciliación
y con la que debemos relacionarnos con precaución. libera a la voz humana para que se dedique a la alabanza, pa­
La Biblia nos ofrece diversas respuestas a la pregunta ra que celebre la gloria de Dios que lo ha hecho posible y
de por qué deberíamos confiar en el Creador de cielos y tie­ que persevera firmemente en sus objetivos desde el comien­
rra y no considerarlo como una lejana inteligencia incom- zo. Esto es lo que Dios desea, y no tiene ningún tipo de inte­
prensible. Una de las respuestas más reses ocultos ni se reserva nada para sí.
¿Por qué deberíamos .
confiar en Dios sencillas es la que se encuentra en la No es que esto nos diga todo lo que podemos saber so­
Padre todopoderoso, Carta a los efesios del Nuevo Testa- bre Dios y, mucho menos, todo lo que debemos saber acerca
creador del cielo
y de la tierra?
mento, donde el largo y complicado de él. No agota la sensación de misterio o asombro ante es­
pasaje introductorio (que incluye una te «extraño designio», como lo denomina uno de los himnos
de las frases más largas de la Biblia) culmina con la afirma­ de Charles Wesley. Simplemente nos asegura que ahora co­
ción de que, en los acontecimientos protagonizados por Je­ nocemos cuál es la meta que perseguía Dios al crear: se tra­
sucristo, Dios por fin ha puesto de manifiesto sus propósi­ ta de una meta orientada enteramente tanto hacia nuestro be­
tos; ha revelado el misterio escondido desde antiguo y nos neficio como hacia el del resto de la creación; en absoluto
ha mostrado cuáles son sus intereses. Lo que en otro tiempo nos encontramos con un interés «egoísta» por su parte. Dios

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MOTIVOS PARA CREER
¿EN QUIÉN PODEMOS CONFIAR?

no tiene motivo alguno para engañamos. Si antaño mantu­ es lo que es gracias a que Dios actúa sobre ella aquí y aho­
vo su propósito escondido, no fue porque de forma arbi­ ra. Sin embargo, precisamente porque podemos conocer a
traria decidiera ocultárnoslo. La revelación debía esperar ios en sus actos, no como una idea o un objeto, lo que des­
a que maduraran los tiempos, a que apareciese el vehículo cubrimos es su voluntad operativa -lo que desea, sus metas,
perfecto para la comunicación. Hasta entonces, estábamos sus anhelos-. Gracias a Jesús podemos comprender ese an­
todavía obstinadamente ligados a diversas fantasías acerca helo en términos de paz y alabanza.
de Dios y de nosotros mismos en relación con él. Para la Algunos de vosotros recordaréis las magníficas palabras
Dios no puede ser para
primera generación cristiana, tam­ que Juliana de Norwich, una ermitaña del siglo XIV, escribe
nosotros un objeto que bién era verdad que en el mundo, hacia el final de sus Revelaciones del amor divino. Se le pre­
se somete a nuestro
a nuestro alrededor, existían fuer­ gunta si desea conocer lo que Dios «quería decir» en todas
examen, porque siem­
pre es dinámico y nun­ zas espirituales que albergaban in­ esas visiones, si desea saber sus intenciones. y la respues­
ca está ante nosotros tereses velados que nos llevaban a ta es: «El amor era su significado». T. S. Elliot, que también
como los demás Obje­
tos de este mundo. pensar en Dios de un modo equivo­ conocía ese texto, escribió:
cada, fuerzas diabólicas y engaño-
Amor es ese nombre inadvertido
sas que tratan de esclavizamos, inspirándonos toda suerte
bajo las manos que la insufrible
de miedos y sospechas para con el Creador. Ahora han sido
túnica de llama han tejido;
descubiertas y Dios mismo nos ha comunicado su designio no puede de ella despojarse
a través de la vida, muerte y resurrección de Jesús. poder humano, hallar sosiego'.
Por consiguiente, no podemos saber cómo es Dios en
abstracto; no se nos da una definición en el lenguaje de las En el centro del sufrimiento desesperado, un sufrimien­
ideas. Encontramos una vida que nos muestra qué es lo que to que no podemos remediar o eliminar por completo, exis­
Dios quiere que suceda, la cual posibilita que lo que Dios te en el mundo una energía indestructible que conduce al
desea se cumpla de hecho en y para todos nosotros (sobre amor. Si hemos logrado comprender qué se nos ha mostra­
lo que esto puede significar exactamente nos ocuparemos do a través de Jesús, podemos confiar en que esto es lo que
más tarde). Jamás conoceremos a Dios como se conoce él se halla en los cimientos de todo.
mismo; y nuestras palabras humanas no alcanzan ni de le­ No has de ser un gran teólogo para descubrir que que­
jos su realidad. Dios no puede ser para nosotros un objeto dan abiertos enormes interrogantes. A algunos de ellos de­
que se somete a nuestro examen, porque siempre es diná­ dicaremos más tiempo. Pero en este momento, lo impor-
mico y nunca está ante nosotros como los demás objetos de
1. Traducción tomada de T. S. Elliot, Cuatro cuartetos, Madrid 1985,
este mundo. La actividad misma de nuestra mente reflexiva 157 [N. del T.].

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MOTIVOS PARA CREER ¿EN QUIÉN PODEMOS CONFIAR?

tante es simplemente percibir la respuesta que uno de los quiere un Otro que reciba su gozo y su alegría. No se siente
autores de la Biblia da a la pregunta: «¿Por qué deberíamos aburrido y necesitado de compañía. No se siente frustrado y
confiar en el Creador de cielos y tierra?». necesitado de ayuda.
Debemos hacer aquí una advertencia: algunos pensado­
• • •
res modernos han caído en la tentación de utilizar un lengua-
En todo caso, es posible responder a esta cuestión en otro je que sugiere, en cierta manera, que
nivel, relacionado con aquello sobre lo que acabamos de re­ Debemos asimilar la
Dios necesitaba tener algo en tomo a idea de que no «apor­
flexionar, pero profundizando algo más. En esencia, consis­ sí para llegar a ser él mismo en ple­ tamos» nada a Dios, de
te en decir que podemos fiamos del que Dios habría sido el
Podemos fiarnos del nitud. Esta idea resulta atractiva por­
mismo si nunca hubié-
Creador de cielos y Creador de cielos y tierra precisamen­ que decir que Dios no nos «necesi­ semos sido creados.
tierra precisamente
te porque él es el Creador de cielos y la» puede sonar tremendamente frío;
porque él es el Crea­
dor de cielos y tierra. tierra. Con esto no estamos aludiendo verdaderamente, cuando amamos y somos amados, es im­
simplemente a la idea de que Dios sa­ portante saber que se nos necesita. Pero creo que aquí nos
be lo que hace porque él controla todo. Más bien estamos, enfrentamos a un desafio; debemos asimilar la idea de que
otra vez, afirmando algo acerca de la naturaleza de Dios. no «aportamos» nada a Dios, de que Dios habría sido el mis­
Dios es la fuente única de todo lo que existe. Por consi­ mo si nunca hubiésemos sido creados.
guiente, Dios no está obligado a hacer nada. No existe nada Comparado con las relaciones humanas, basadas en un
junto a Dios, nada por naturaleza exterior o más allá de él. continuo dar y recibir, resulta algo absolutamente sorpren­
Dios jamás es algo entre otras cosas. Por ello, no hay posi­ dente. Pero no olvidemos que Dios se sitúa en otro nivel
bilidad de que Dios tenga que hacer algo que no desee en de realidad: Él posee en sí mismo todo lo que pudiera ne­
absoluto. y dado que no necesita nada, porque contiene to­ cesitar para ser feliz. Por consiguiente, debemos metemos
da la realidad eternamente y por naturaleza, lo único que en la cabeza la ciertamente dificil noción de que existi­
puede «motivar» su acción es simplemente lo que él es, el mos gracias a una generosidad absolutamente incondicio­
tipo de Dios que es. Lo que hace nos muestra qué es. nal. El amor mostrado por Dios al crear el mundo, al igual
En otras palabras, esto significa que Dios no puede te­ que el amor que le manifiesta una vez creado, no tiene ras­
ner un interés egoísta, porque no puede desear para sí otra tro o sombra de interés egoísta en él; se nos ha dado total e
cosa que no sea ser como es. Por consiguiente, si el mundo incondicionalmente para nuestro bien. No es una manera
existe gracias a su acción, la única razón en la que pode­ retorcida por la que Dios obtiene algo para sí, porque esto
mos pensar es el puro amor desinteresado. Quiere ofrecer lo resultaría absurdo en relación con lo que creemos que es la
que él es a lo que no es él; quiere que surja la diferencia, naturaleza eterna de Dios.

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MOTIVOS PARA CREER ¿EN QUIÉN PODEMOS CONFIAR?

Dios está, en pocas palabras, suma y eternamente con­ Como veremos una y otra vez, esta fe en Dios creador no
tento de ser Dios, y el hecho de que esta sublime felicidad 'e despliega en un ordenado proceso racional. En realidad,
eterna se derrame en el acto de la creación es un modo de existe una dimensión que nos remite al problema de la galli­
decirnos que debemos confiar totalmente en Él, que Dios na y el huevo. Los seres humanos encuentran a Dios como
no posee ningún interés personal. Puede resultar chocante y aquel que les perdona incondicionalmente y comienzan a re­
difícil de aceptar, pero eso es lo que debemos decir. Cuan­ flexionar sobre la libertad y la fuerza de su amor. Descubren
do -muy raramente- vemos en nuestro mundo a alguien que la existencia de todo el universo desde esa perspectiva y lle­
actúa sin pensar en sí mismo, sin esperar recompensa o con­ gan a la convicción de que «el amor es su sentido» en todas
suelo alguno, plenamente centrado en el otro, percibimos un las cosas. O los seres humanos quedan en silencio ante la
tenue reflejo de la manera de ser de Dios. inmensidad y complejidad del universo, y comienzan vaga­
Desde cierto punto de vista, surge una dificultad, ya que mente a pensar sobre la concentración de energía ilimitada
nos gustaría pensar que somos amados porque fuimos aten­ que tendría que imaginarse para mantener todas las cosas
tos y útiles a Dios. Esto equivaldría más o menos a imagi­ en su ser.Así entienden más claramente por qué Dios no nos
nar que Dios nos perdona porque somos buenos (en vez de trata como merecemos, siguiendo normas y condiciones en
hacernos buenos porque nos perdona, como sostiene la Bi- su amor para con nosotros. Lo que afirmamos sobre Dios
DI os está ,en pocas blia). El amor mostrado por Dios, tan­ como creador de todas las cosas, y lo que decimos sobre
palabras, suma y to al crearnos como al salvarnos, es ab- Dios como alguien que sale a nuestro encuentro personal­
eternamente con- solutamente libre. No nos debe nada. mente al perdonarnos y renovarnos, deberían unirse lo más
tento de ser Dios. . . , . .
Ha decidido que debíamos existir y ha íntimamente posible. Creo que uno de los errores de cier­
decidido asimismo tratarnos siempre como seres dignos de to tipo de enseñanza es que trata la creación y la salvación
amor -como alguien formuló con fuerza: «Ha creído que como temas completamente diferentes, cuando en la Biblia
merecía la pena morir por nosotros»-. Por ello, tan pronto aparecen conectados de forma inseparable una y otra vez.
como comenzamos a captar la noción de la creación, nos
enfrentamos a esta exigente intuición sobre un amor incon­
...
dicionalmente generoso; y quizá podamos descubrir por qué Por todo ello, me fío, tengo confianza, me refugio en el
no hay motivos para sospechar, por qué no hay necesidad de Dios que ha creado todas las cosas sin manifestar ningún
retroceder y decir: «Un momento, ¿tú qué ganas con esto?». interés egoísta y revelándonos qué tipo de Dios es y qué
Cuando pensamos en el Creador tenemos que controlar des­ objetivo perseguía con la vida, muerte y resurrección de Je­
de un principio nuestra tendencia natural a ser suspicaces; sús. Desde esta perspectiva tal vez podamos comprender el
aquí al menos encontramos una razón para confiar. sentido de la expresión «Padre todopoderoso». A primera

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MOTIVOS PARA CREER ¿EN QUIÉN PODEMOS CONFIAR?

vista, ofrece un campo abierto al análisis freudiano: ¿no es El término griego que traducimos por «todopoderoso»
un ejemplo clarísimo de cumplimiento de un deseo infantil: significa de hecho «gobernante de todo», o incluso algo así
tener un padre todopoderoso que me cuide?; ¿no nos gusta­ como «sostén de todo», lo cual sugiere un planteamiento li­
ría disponer de una figura dotada de autoridad que nos re­ zcramente distinto. Significa que no hay lugar en que Dios
suelva los problemas, que esté siempre a mano para ayu­ no esté presente y sea impotente o irrelevante. No hay nin­
darnos a salir de situaciones que, de otro modo, tendríamos guna situación en la que Dios no encuentre qué hacer. Esto
que afrontar con responsabilidad?; ¿y no es ésta una fanta­ es lo mismo que decir que no hay ninguna situación en la
sía extremadamente peligrosa para cualquier persona que que no se pueda confiar en Dios. La libertad de su amor,
desee crecer y madurar? obre la que hemos estado reflexio­
Dios tiene la capacidad
La respuesta tiene que ser «sí». Pero también deberíamos nando, supone que dicho amor ja­ de hacer siempre algo
preguntarnos qué queremos decir con la expresión «omni­ más agota sus recursos, pase lo que nuevo V diferente, de
potencia de Dios». Siempre ha resultado tentador pensar en pase en el universo en general o en producir algo novedo­
so a partir de una de­
términos de aquello que a nosotros nos gustaría, a fin de su­ mi vida en particular. Más adelante terminada situación
perar nuestras limitaciones: la capacidad de cumplir todos nos ocuparemos más detenidamen­
nuestros deseos, de resolver nuestros problemas o los de los te de esto en muy distintos contextos, pero por el momen­
demás con un simple movimiento de la mano. Con fanta­ to basta con tener en cuenta cómo podemos malinterpretar
sías semejantes, no es de extrañar que de vez en cuando sur­ la idea de «omnipotencia», pensando que consiste simple­
jan obras o películas cómicas donde se nos coloca en lo que mente en el cumplimiento de nuestros deseos, en vez de ver­
imaginamos que es la situación de Dios y descubrimos que, la como una forma de decir que Dios tiene la capacidad de
por supuesto, no es tan fácil como nos creemos (recuerdo la hacer siempre algo nuevo y diferente, de producir algo nove­
reciente película Como Dios). No obstante, si, una vez más, doso a partir de una determinada situación, porque nada aje­
prestáramos atención a lo que realmente expresa el lengua­ no a él puede frustrar sus anhelos de manera definitiva. Por
je de la Biblia y la praxis cristiana, descubriríamos que este lo tanto, entendida en ese sentido, la omnipotencia se con­
tipo de fantasía no tiene nada que ver con él. Si «creo en vierte en una razón más para confiar.
Dios Padre todopoderoso» significa «creo que hay en algu­ Lo que la Biblia nos ofrece no es el registro documen­
na parte una fuerza ilimitada que puede decidir y hacer 10 tal de un Dios que siempre obtiene lo que desea de modo
que desee, de modo que debo estar de su parte», esto no pa­ triunfal, obrando milagros (reflexionaremos sobre los mi­
rece inspirar mucha confianza. Una fuerza omnipotente co­ lagros en el capítulo siguiente), sino de un Dios que alcan­
mo ésa, una inmensa voluntad arbitraria, podría resultar al­ za su meta pacientemente, esforzándose por manifestarse a
go enormemente inquietante. los seres humanos, por presentar la realidad de su amor, es-

30 31
MOTIVOS PARA CREER ¿EN QUIÉN PODEMOS CONFIAR?

pecialmente cuando éstos parecen no querer saber o desean Aún de manera más radical, en el segundo libro de la Bi­
evitarlo y refugiarse en las imágenes fantasiosas que se han blia, en el capítulo 32 del Éxodo, encontramos la historia de
formado de él. Y, a veces, la Biblia lo hace de una manera Moisés discutiendo con Dios. Moisés ha estado en la cum­
muy audaz: narrando una historia desde el punto de vista bre de la montaña recibiendo los mandamientos de Dios;
humano, como si Dios tuviese que ser persuadido de ser entretanto, en el campamento del pueblo de Israel, su her­
fiel a su pueblo. Personas como Abrahán y Moisés, que sa­ mano Aarón ha sido persuadido para construir una imagen
ben muy bien por experiencia algunas cosas de la manera de Dios en forma de becerro de oro. Por eso Dios se enfada
de ser de Dios, se enfrentan a una crisis. Las cosas no mar­ y le dice a Moisés: «[Déjame!», pues desea destruir a aque­
chan; ciertamente Dios va a renunciar y olvidarse del pue­ lla muchedumbre rebelde y hacer de Moisés el padre de una
blo. Por ello, Abrahán y Moisés discuten con Él hasta con­ nueva nación. Moisés responde diciendo que Dios no puede
vencerle de que debe mostrarse misericordioso. Los autores hacerlo, porque ha prometido ser fiel a este pueblo. «¿Quie­
de estos relatos eran plenamente conscientes de lo que ha­ res que el resto del mundo diga que, después de todo, no has
cían. No creían en un Dios caprichoso y malhumorado que sido capaz de aguantarlos, que no cumples tus promesas?».
tenía que ser apaciguado por personas sensatas. Sabían que y poco después, en el mismo capítulo, continúa diciendo:
la forma más clara de expresar lo que ellos habían descu­ «Si no los perdonas, bórrame del libro donde tienes inscri­
bierto acerca de Dios era mostrar cómo Abrahán y Moisés tos a los tuyos». Es como si dijera: «No quiero tener nada
apelaban en su oración a la realidad más profunda y más que ver con un Dios que cambia de opinión y es incapaz de
cierta de Dios. perdonar y comenzar de nuevo con el mismo pueblo peca­
Por lo tanto, en el primer libro de la Biblia, en el capítu­ dor y necio de siempre». Lo que le importa a Moisés no es
lo 18 del Génesis, Abrahán discute con Dios respecto a su u propia seguridad y su futuro; lo que le interesa es que el
intención de destruir la perversa ciudad de Sodoma. En ver­ Dios en el que ha creído sea siempre el mismo, todavía dig­
dad, dice Abrahán, debe de haber algunas personas buenas no de confianza porque sigue comprometido con un pueblo
en Sodoma. Y si las hay, «el juez de toda la tierra» debe ser necio y pecador, demostrando así la libertad absoluta de su
justo con ellas. No puede destruir a los buenos junto con los amor. Si Dios rompiera sus promesas con Israel, daría a en­
malos: «¡Lejos de ti hacer tal cosa!». Y Dios permite que se tender que su amor depende de la buena conducta del pue­
negocie con él, de modo que Abrahán le regatea, reducien­ blo. Por el contrario, aquí tenemos la maravillosa visión de
do paulatinamente el número de justos necesarios en la ciu­ un Dios que aún está dispuesto a hacer algo con este mate­
dad para que Dios la perdone. Se trata de una historia acer­ rial tan poco prometedor.
ca de un hombre que descubre, poco a poco, que se puede Parece como si los antiguos hebreos de hecho distin­
confiar en que Dios hará el bien y no será injusto. guiesen entre, por un lado, un Dios que podía hacer lo que
MOTIVOS PARA CREER ¿EN QUIÉN PODEMOS CONFIAR?

quisiera sin preocuparse de las consecuencias y, por otro, el cuya vida es la fuente de nuestra vida, que nos garantiza
Dios que se les había revelado como un Dios comprometido que siempre hay un hogar para nosotros. Por ello, tal vez
y misericordioso, dispuesto a dialogar y discutir, preparado podamos dejar de lado por un momento las fantasías freu­
para que se le «recordase» su auténtica naturaleza por quie­ dianas de padres todopoderosos. Es más, si existe un pro­
nes realmente le comprendían. En cierto sentido, estos rela­ blema, podría ser el contrario: el
tos son paradójicos. Nos conducen precisamente a la fanta­ peligro de proyectar en Dios los Hay que confiar en Dios
sía sobre la que hemos estado reflexionando: ¿qué harías tú .. como confiaríamos en un
rasgos de una madre idealizada, padre amoroso, com­
si te encontraras con la ciudad perversa o con la desastrosa que siempre acepta y tranquiliza. prometido con nosotros
necedad del pueblo de Israel en el desierto? Te sentirías ten­ hasta el fin, cuyas Inten­
Más tarde hablaremos de la nece­ ciones para con nosotros
tado de aniquilarlos, ¿no? Bueno, ésa es la diferencia exis­ sidad de liberarnos de esa fanta- son siempre generosas.
tente entre los dos, entre Dios y tú, y entre los dioses falsos sía. De momento, 10 importante
y los auténticos. Ésta es la omnipotencia puesta en práctica. es captar la idea de un Dios cuya fuerza se manifiesta en su
Se trata de la fuerza ilimitada que permite estar ahí, ser fiel paciencia y en su capacidad de producir algo novedoso en
a un mundo que es profundamente inestable, injusto, suspi­ cualquier situación. Una vez más, podemos descubrir por
caz e insolidario; es el poder de seguir intentándolo una y qué los primeros cristianos consideraron la ejecución de Je­
otra vez, a cualquier precio, trabajando y peleando con el sús no como una derrota, sino como un momento decisivo
corazón humano. en que se manifestó la fuerza divina.
Por este motivo, la fe, la confianza en Dios Padre todo­
poderoso es algo tan distinto del cumplimiento de nuestros • • •
deseos, o de la fantasía de un ser omnipotente capaz de rea­ Quiero dedicar la última parte de este capítulo a una
lizar lo que quiere y obtener aquello que desea de manera cuestión que aparecerá de nuevo en el segundo: ¿cómo po­
inmediata. Antes bien, es descubrir lo mismo que Abrahán demos saber que esto es realmente verdadero? Hasta ahora,
y Moisés: un Dios que jamás agota su amor y su libertad. Y hemos estado intentando aclarar el significado de las pala­
aunque hablaremos mucho más del sentido de la palabra bras. Pero ¿cómo se introduce alguien en este lenguaje, lle­
«Padre» cuando nos centremos en lo que Jesús nos enseña gando al punto de hacerlo suyo? Los cristianos pueden es­
sobre Dios, a la luz de estas historias ya disponemos de un tar hablando de un Dios fidedigno, pero ¿cómo sabemos
destello que nos permite una primera comprensión. Hemos que se trata de un Dios real y no del impresionante prota­
de confiar en Dios como confiaríamos en un padre amoro­ gonista de un relato? En otras palabras, ¿existe Dios?
so, comprometido con nosotros hasta el fin, cuyas inten­ Espero que nadie se sorprenderá si confieso que yo aún
ciones para con nosotros son siempre generosas; alguien no he encontrado el argumento nuevo y definitivo que prue-

34 35
MOTIVOS PARA CREER ¿EN QUIÉN PODEMOS CONFIAR?

be, de una vez por todas, que Dios existe realmente. Sin em­ marse a Dios tan en serio no parece una cómoda forma de
bargo, conviene recordar que el número de personas que hacerte sentir mejor.
llegan a asumir y vivir de forma personal la fe como conse­ y éste es, de hecho, un aspecto bastante serio en rela­
cuencia de un razonamiento es verdaderamente pequeño. ción con el momento en el que comienza la fe en Dios pa­
Hace muchos siglos, un teólogo y obispo, san Ambrosio, di­ ra muchas personas. Empieza a partir de una sensación de
jo que «no era propio de Dios salvar a su pueblo a través de «creer en», de confiar en determinadas personas. Nos ins­
razonamientoss" Por supuesto, tienen su utilidad. Cuando pira confianza la manera en que viven; viven de la forma
la gente ofrece argumentos contra la existencia de Dios, es en que yo quiero vivir, en la que puedo imaginarme vivien­
útil disponer de algunos datos que poder aducir para opo­ do quizá mis mejores momentos, los momentos de mayor
nerse a la idea de que la fe es algo completamente irracio­ plenitud. El mundo que habitan es aquel en el que me gus­
nal. Pero ¿qué es 10 que transforma la mentalidad, la forma taría vivir. La fe tiene mucho que ver con el mero hecho de
de ver la vida y la esperanza de las personas? que es posible contemplar vidas dignas de crédito, de que
La Biblia no ofrece argumentos para probar la existen­ podemos descubrir en algunos creyentes un mundo en el
cia de Dios. Se dan momentos de conflicto con Dios, de ra­ que nos encantaría vivir.
bia contra él, de duda sobre sus auténticas intenciones, de Ello, claro está, supone una gran responsabilidad para
angustia y desesperación cuando no se percibe su presen­ los creyentes. Seria mucho más sencillo para todos nosotros
cia. Los salmos están plagados de esos momentos, al igual si simplemente pudiésemos confiar en razones, en argu­
que el libro de Job. No pienses que la Biblia está llena de mentos, no en las incertidumbres de
La fe tiene mucho
enseñanzas fáciles y reconfortantes acerca de la vida de fe la vida humana. Sin embargo, sigue que ver con el mero
y de la confianza, en absoluto. A menudo hace referencia al siendo válido tan asombroso hecho. hecho de que es posi­
ble contemplar vidas
tremendo coste de permitir que Dios se acerque a ti y de Algunos aceptan la responsabilidad dignas de crédito.
tratar de fiarte de él cuando todas las pruebas parecen des­ de hacer creíble a Dios en el mun-
vanecerse. Sin embargo, Abrahán, Moisés y san Pablo no do. Esta curiosa expresión, «aceptar la responsabilidad por
se sientan para plantearse si Dios existe; ya se encuentran Dios», se la debo a una extraordinaria creyente del siglo:XX,
atrapados en algo cuya realidad fundamental no pueden ne­ una de las muchas personas que hicieron creíble a Dios re­
gar o ignorar. En cierto nivel, debes descubrir que la misma sistiendo las pesadillas del totalitarismo y la violencia mo­
ira y lucha que forman parte de su relación con Dios son en derna. Etty Hillesum era una joven judía de veintitantos años
sí mismas una especie de argumento a favor de Dios: to- cuando los alemanes ocuparon Holanda. No se trataba de
una persona piadosa o convencional en absoluto, y tampoco
2. Ambrosio de Milán, Defide 1, 2. tenía un compromiso religioso explícito. Sus cartas y diarios

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MOTIVOS PARA CREER ¿EN QUIÉN PODEMOS CONFIAR?

de 1941 a 1943 han sido publicados y muestran cómo, du­


rante este terrible periodo de la historia de su país y su pue­
blo, cobró cada vez mayor conciencia de la mano de Dios en
su vida, en un momento en que la mayoría habría tendido a
mostrarse más profundamente escéptica con Dios.
Prisionera en el campo de tránsito de Westerbork, antes
de ser enviada a Auschwitz, donde sería asesinada en la cá­
mara de gas en noviembre de 1943, a los veintinueve años
de edad, escribió: «Tiene que haber alguien que sufra todo
esto y dé testimonio del hecho de que Dios existe aun en
estos momentos. ¿Y por qué no ser yo tal testigo?». En una Etty Hillesum, testigo de Dios camino de Auschwitz.

carta escrita desde Westerbork a una amiga, le describía su


vida como «un diálogo ininterrumpido contigo, oh Dios», in duda se contarán historias y habrá testimonios similares
y hablaba de que tenía la sensación de que su vocación en en Ruanda o Sudán-. Es dificil determinar con exactitud
el campo «no era simplemente proclamarte, Dios, enco­ qué tiene de especial Etty Hillesum. Cabe destacar que una
mendarte al corazón de los demás. También se debe despe­ de las personas a las que conoció de pasada en el campo de
jar en ellos el camino que conduce hacia ti»". Obviamente, Westerbork fue Edith Stein, una distinguida filósofa de fa­
ella contempló su fe como la decisión de ocupar un deter­ milia judía que se había convertido al catolicismo y había
minado lugar en el mundo, un lugar en el que otros pudie­ ingresado en un convento de clausura. Su orden la había sa­
ran de algún modo entrar en contacto con Dios a través de cado de Alemania intentando salvarla del genocidio nazi,
ella; y esto no con ánimo autocomplaciente ni con la idea pero la invasión de Holanda acabó por ponerla en la misma
de ser excepcionalmente santa o virtuosa, sino simplemen­ situación de peligro. También moriría en Auschwitz y aho­
te porque había aceptado ser responsable de la credibilidad ra es reconocida como santa por la Iglesia católica. Se po­
de Dios. dría escribir mucho acerca de su testimonio, en sus escritos
Ciertamente se trata de una historia de una época ex­ y en su muerte, así como en su disponibilidad para morir
traordinaria -aunque, teniendo en cuenta los recientes ge­ con su propio pueblo pese a su conversión al cristianismo.
En todos los sentidos es más obvia y convencionalmente
nocidios, no resultan tan excepcionales como deberían, y
santa que Etty Hillesum y una grandísima persona desde
cualquier punto de vista. Sin embargo, existe en Etty cier­
3. K. A. D. Smelik (ed.), Etty: The Letters and Diaries 01 Etty Hillesum,
1941-1943, Grand Rapids 2002, 506.650.519. to apasionamiento, una energía y espontaneidad bohemias

38 39

'Fj-
MOTIVOS PARA CREER ¿EN QUIÉN PODEMOS CONFIAR?

que, junto con el lento y sorprendente carácter de su cami­ cuando se volvió a casar, cuando cayó en las drogas e inten­
no hacia Dios, llaman la atención de aquellos de nosotros a tó suicidarse ... Nunca trata de hacer méritos o de ganar una
los que nos resulta dificil sentirnos tranquilos en una insti­ discusión; siempre es él mismo, con un punto cómico y to­
tución religiosa de cualquier naturaleza. talmente despreocupado de su aspecto y sus modales, firme
como el granito en su intuición y en su amor. Con paciencia,
• • •
el padre Joe recuerda a Hendra, una y otra vez, quién y qué
Las situaciones extremas ponen de manifiesto la reali­ es en realidad, destruyendo falsas ilusiones y ambiciones.
dad. y si es posible ser responsable de la credibilidad de La lenta recuperación del segundo matrimonio de Hen­
Dios en el camino a Auschwitz, ello constituye una aporta­ dra y su regreso a la fe católica se presentan no como his­
ción -ya proceda de una monja carmelita o de una irrefre­ torias de éxito fascinantes, sino como el resultado de una
nable y joven escritora y profesora- al conjunto de posibili­ presencia infatigable y sincera en su vida. «La sabiduría del
dades humanas de las que no podemos deshacernos sin más. padre Joe, como la medicación correcta después de una
En cualquier caso, incluso en situaciones menos dramáticas, enfermedad mal diagnosticada,
podemos percibir en cierta medida lo que significa hacerse comenzó a hacer efecto», afir­
responsable de Dios. Uno de los más sorprendentes super­ ma en relación con este pro­
ventas en Estados Unidos hace unos años fue un libro titu­ ceso. Describe a Joe como «un
lado Father Joe: The Man who Saved my Soul" (<<Padre Joe: anto de lo que se puede ha­
el hombre que salvó mi alma»). Su autor, Tony Hendra, era cer. .. un santo de la imperfec­
uno de los guionistas de Spitting Image, probablemente el ción», un hombre que siem­
programa satírico de la televisión británica que más desin­ pre comenzaba donde lo hacía
hibidamente criticaba y opinaba en los años 80. En dicho li­ Dios, con la triste y deteriora­
bro describe su gran amistad, desde los catorce años, con un da realidad que Dios pretende
monje benedictino, el padre Joseph Warrillow, un hombre hacer gloriosa. y cuando por
que se hizo monje a los dieciocho años y apenas había sali­ fin abre su corazón de adulto
do de su monasterio de la isla de Wright. Durante décadas, nuevamente a Joe, Hendra dice Padre loe, amigo y guia espiritual.
el padre Joe se mantuvo como un punto de referencia estable que, «como un maremoto que
y seguro para Hendra, accesible y compasivo en momentos supera los rompeolas del sentido común, me vino la idea de
de crisis de fe, éxitos, fracasos, cuando se casó y se divorció, que este hombre viejo, con grandes orejas de elfo, que len­
tamente iba decreciendo, era ... Dios. O un cuerpo en el
4. T. Remira, Father Joe: The Man who Saved my Soul, London 2004. que Dios podía habitar de vez en cuando».

40 41
MOTIVOS PARA CREER ¿EN QUIÉN PODEMOS CONFIAR?

«Pero yo no creía en Dios», añade Hendra inmediata­ tos de dependencia y necesidad. Por ello, a muchas perso­
mente. «El padre loe haría esa conexión por mí en algún nas les encanta que alguien tenga un compromiso, aunque
lugar, en algún momento»". Se trata de una relación en la no estén seguras de que ellas quieran asumirlo.
que -en una situación mucho menos trágica y extrema que Es fácil hacer chistes al respecto, y a algunos cristianos
la de Etty Hillesum, aunque lo suficientemente trágica en les molesta. Pero no es totalmente absurdo. Pone de mani­
términos de duda y sufrimiento humanos- alguien se ha he­ fiesto que muchos de nosotros estamos tomando concien­
cho responsable de Dios, de establecer una conexión que cia de que existen dimensiones de
no pueden llevar a cabo ni los argumentos ni las especula­ nuestra naturaleza humana que no Muchos de nosotros
estamos tomando con-
ciones. Sospecho que muchos creyentes atraviesan por algo entimos realizadas, colmadas, por ciencia de que existen
similar en multitud de ocasiones. Podemos sentir la incerti­ todas esas cosas que se supone nos dimensiones de nuestra
naturaleza humana que
dumbre, todavía atormentados por la duda y la angustia in­ deberían hacer sentir a gusto. Y si no sentimos realizadas,
terior, podemos ser incapaces de ofrecer una explicación la gente tiende hacia una mayor colmadas, por todas
profundización, tendrá que ir a su esascosasque se supo­
intelectualmente satisfactoria de lo que creemos. Pero en
ne nos deberían
alguna parte de nuestro horizonte hay personas que llevan a ritmo y hacerlo según su propio hacer sentir a gusto.
cabo esa conexión. No importa que a menudo tales perso­ estilo. Tienen que plantearse si tie-
nas se perciban a sí mismas con la misma angustia y los nen la suficiente confianza en aquellos que «se responsabi­
mismos conflictos que nosotros: lo importante es que des­ lizan de Dios» para dar el último paso e incorporarse. y
cubrimos a alguien que vive en el mundo en el que nos gus­ cuando puedan hacerlo, comenzarán a descubrir las impli­
taría habitar. En cierta ocasión, el cardenal Newman dijo caciones de la verdadera fe.
que una lupa puede provocar un fuego aunque ella misma Por supuesto, existe una opción que en definitiva no es
permanezca fría. posible eludir: arriesgarse y ver si puedes sentirte a gusto

... en el mundo de una Etty o de un loe. Se trata de una elec­


ción a la que la reflexión intelectual puede contribuir lige­
En gran medida, la religión parece depender de la con­ ramente, pero rara vez puede resolver la cuestión. Cuando
ciencia agradecida de que otra persona está a tu servicio. Se la fe es débil en una sociedad (como la nuestra), la difi­
han escrito libros enteros acerca de cómo las iglesias y los cil pregunta para los creyentes, especialmente para quienes
coros de las catedrales desarrollan una labor social clave, al ocupan cargos de responsabilidad en la dirección y forma­
ofrecemos un lugar en el que depositar nuestros sentimien- ción, es si parecemos mínimamente dignos de confianza.
Con frecuencia, lo único que podemos hacer es seguir con­
5. tua.. 191,214 Y 221. tando las historias de quienes nos hacen perseverar. Yo pue-

42 43
MOTIVOS PARA CREER

do no parecer muy creíble, pero al menos puedo señalar a


alguien que sí lo es. Y mientras haya quienes, de forma efi­
caz y valiente, se responsabilicen de Dios, las puertas per­
manecen abiertas y existe la posibilidad de que otras perso­
nas, quizá muy lentamente, encuentren su propio camino
hasta aquel punto en que ya pueden afirmar: «Creo». No
simplemente: «Estoy convencido
Se trata de una elección
a la que la reflexión in­
de que existe algo llamado Dios»;
telectual puede contri­ ni siquiera: «Estoy convencido de
buir ligeramente, pero
que los creyentes hablan de algo
rara vez puede resolver
la cuestión. real» (aunque se trata de un paso EL RIESGO DEL AMOR
en la dirección correcta, que nor­
malmente está relacionado con la presencia de personas dig­
nas de fe y confianza); sino la decisión definitiva: «Quiero
vivir en el mismo mundo que ellos; quiero saber lo que sa­
ben y beber de las mismas fuentes». Es entonces cuando po­
demos verdaderamente afirmar: «Creo, tengo confianza, me
refugio, he encontrado mi hogar».

44
«CREADOR DEL CIELO y DE LA TIERRA»

Ciertamente, está muy bien recurrir a la importancia de


unas vidas vividas de tal manera que nos apuntan hacia
Dios, pero todavía no he abordado la cuestión primera y
fundamental de por qué deberíamos tomar en serio el len­
guaje acerca de Dios. Bien puede ser que, una vez que lo
hayas aceptado como una posibilidad, vidas como aquellas
lo doten, a su vez, de vida. Pero ¿qué ocurre si no eres ca­
paz de acceder en absoluto a ese lenguaje?
Es aquí donde normalmente comienzan a surgir los ar­
gumentos a favor de la existencia de Dios. Es algo perfec­
tamente comprensible, por lo que debemos dedicar cierto
tiempo a examinar aquello que dicen ofrecer. Antes, no obs­
tante, merece la pena reseñar que lo que ningún argumento a
favor de la existencia de Dios ha intentado realizar es pre­
sentar una completa descripción de lo que significa mante­
ner una relación personal y consciente con Dios. Por ello, en
cierta medida no logran introducimos en la esencia de la fe.
Resulta perfectamente posible llegar al final de un razona­
miento a favor de la existencia de Dios y decir: «¿Y qué?».
Más dificil es leer la correspondencia de Etty Hillesum y de­
cir lo mismo.

47
Monvos PARA CREER EL RIESGO DEL AMOR

Los argumentos a favor de la existencia de Dios nos in­ la sospecha de que, al hablar de cosas en movimiento, es di­
vitan a contemplar el mundo como un todo, a descubrir la ficil eludir la pregunta por aquello que, en un principio, las
suma total de los procesos que podemos considerar como puso en movimiento. En un ambiente científico, donde las
existentes y como posibles, y preguntamos: «¿Hay alguna categorías fundamentales tienen que ver con la energía y el
manera de que todos ellos cobren sentido como un todo?». movimiento, la pregunta por lo que activa, dinamiza, es per­
Para muchas personas, incluyendo muchos filósofos mo­ fectamente lógica. Podemos expresarlo de otra manera. El
dernos, esta cuestión carece de utilidad o interés. La suma universo es una red asombrosamente compleja de diferentes
total de todos los procesos existentes y posibles es simple­ tipos de «disposiciones» de energía; ninguna forma concre­
mente eso, la suma de una gran cantidad de cosas, las cua­ ta resulta fundamental o inmutable, aunque la energía siem­
les tienen sentido por sí mismas. No se requiere una expli­ pre se conserva. ¿Por qué, si cada forma específica de exis­
cación de todo porque no existe tal «todo». En cualquier tencia va a dejar de ser lo que es y convertirse en otra cosa,
caso, dos cuestiones parecen resistirse y resultar problemá­ nunca existe un momento en el que la red entera se vuelve
ticos para quienes adoptan esta perspectiva. Una es la per­ incoherente y cae en la total aleatoriedad? Reconocemos la
sistente intuición de la mayoría de las personas de que es aleatoriedad en los niveles más pequeños y primitivos de
razonable plantearse de dónde procede todo. La otra es la la existencia, pero el panorama global jamás es aleatorio.
tendencia general de la investigación científica hacia la no­ ¿Exactamente qué es lo que mantiene el equilibrio, lo que
ción de un «primer evento», un punto desde el cual comen­ hace que nos encontremos con un verdadero universo, un
zó a expandirse el universo tal como lo conocemos. Ningu­ sistema unido, consistente en sí mismo e interdependiente?
na de ellas resulta definitiva como impulso para hablar de No resulta absurdo decir: «Estas cuestiones no tienen
Dios ni es en absoluto un argumento sencillo. Sin embargo, sentido; lo único que podemos decir es que esto es como
persiste la sensación de que se trata de una pregunta dificil es». Sin embargo, muchos se siguen sintiendo atormenta­
de acallar. dos, y ésta es una de las áreas en las que al menos resulta
En la brillante obra Jumpers de Tom Stoppard', George, posible sugerir a las personas la idea de que todo el univer­
un profesor de filosofia, preparando una clase sobre la exis­ so está relacionado con una realidad que no está al mismo
tencia de Dios, dice una frase memorable: «Si hubiese una nivel, sino que de algún modo lo sostiene y lo engloba, una
fila aparentemente infinita de fichas de dominó que van ca­ realidad que es simplemente acción, movimiento, sin res­
yendo una a una ... en alguna parte tuvo que haber una ficha tricción ni condición alguna. No es dificil percibir cómo es­
que fue empujada». Tal imagen, aunque tosca en sí, expresa te tipo de discurso guarda relación con lo que reflexiona­
mos en el capítulo anterior acerca de la libertad de Dios. Si
1. T. Stoppard,Jumpers, London 1972. lo único que queremos decir con «Dios» es un agente más

48 49
MOTIVOS PARA CREER EL RIESGO DEL AMOR

grande y mejor dentro del mismo sistema, un nivel de ex­ El mundo es una realidad enormemente compleja y, para po­
plicación más elevado, pero dentro de la misma estructura, der explicarla, debemos pensar en una mente creadora, no
aún necesitaríamos una explicación adicional (por ello, los suponer que «simplemente surgió», como hace Topsy al ha­
niños en la escuela preguntan: «Si Dios hizo el mundo, blar de sus orígenes en La cabaña del tío Tom.
¿quién hizo a Dios?»), Los filósofos religiosos han tratado Sin embargo, esta analogía resulta poco útil, si es que
de evitarlo insistiendo en que al llegar al nivel en el que nos realmente tiene alguna utilidad. La fe en el Creador, según
referimos a Dios, ya no hablamos de niveles de explicación las tradiciones judía, cristiana y musulmana, no afirma que
que formen parte del mismo sistema; tratamos de que nues­ Dios hizo el mundo y luego se retiró dejándolo ahí planta­
tras mentes lleguen a la idea de una actividad que es tan do, por así decir. Los creyentes de dichas religiones sostie-
plenamente consistente consigo misma, tan inmune a cual­ nen más bien que la creación continúa ahora. Hay sin duda
quier otra actividad, que sea, por así decirlo, su propia ex­ un punto de partida, pero se trata del
La fe en el Creador ...
plicación, su propia «causa», eterna e inmutable. comienzo de una relación activa que no afirma que Dios hi­
... nunca concluirá. Para Dios, crear es
«comprometer» su acción, su vida,
zo el mundo y luego
se retiró ... La crea­
ción continúa ahora.
Seguiremos con ello más adelante. Ahora es el momen­ en el sostenimiento de una realidad
to de hacer un par de advertencias. Esto no equivale a decir que es distinta de él, y hacerlo de forma ininterrumpida.
que Dios, en un determinado momento puso en movimien­ Por ofrecer una analogía que probablemente sea tan mala
to el mundo y luego dejó que se desarrollara por su cuenta. como la del relojero, pensemos en una bombilla encendi­
La escritora y periodista católica Alice Thomas Ellis, en una da. La corriente eléctrica hace que la luz brille, pero eso no
de sus maravillosamente mordaces, ingeniosas y conmove­ significa que la electricidad apareciera solamente en el mo­
doras novelas, imagina a alguien que asegura que concibe a mento en que accionamos el interruptor, de manera que la
Dios como un brillante académico que publicó su gran obra luz fuera un efecto que perdura de forma independiente.
maestra hace tiempo y ahora está jubilado. Esta caricatura Por el contrario, la luz brilla aquí y ahora porque la co­
no se aleja demasiado de la forma en que algunas personas rriente eléctrica continúa circulando en este preciso instan­
han planteado esta cuestión. En los siglos XVIII y XIX, un te. De la misma manera, es la «corriente» de la actividad
clérigo llamado William Paley estableció la famosa analogía divina la que aquí y ahora nos hace reales.
del reloj y el relojero. Si caminamos por una remota carre­ Debería ser un pensamiento estimulante el que el mo­
tera rural y nos encontramos con un reloj, no nos da por pen­ mento de la creación tenga lugar ahora; que si, por un acci­
sar que se trata de una rara especie de planta, sino que supo­ dente impensable, la atención de Dios se distrajera, no se­
nemos, acertadamente, que fue construido por un relojero. guiríamos aquí. Ello significa que en cada circunstancia, en

50 51
MOTIVOS PARA CREER EL RIESGO DEL AMOR

cada objeto y en cada persona, está presente la acción de danza de partículas subatómicas. Al teólogo debería ale­
Dios, una especie de calor blanco en el núcleo de toda la re­ grarle que este tipo de discurso coloque el movimiento y la
alidad. Quiere decir que, antes de pensar en ello, cada uno energía en el centro, pero querría añadir que en el núcleo de
de nosotros ya ha entrado en relación con Dios. Supone que las partículas subatómicas existe una acción y un movi­
cada objeto o persona que encontramos vive en relación con miento aún más básico, que trasciende toda medida y ob­
Dios antes de establecer cualquier tipo de relación con no­ servación: la efusión de vida por parte de Dios.
sotros. Y si esto no hace que nos acerquemos al mundo y a «A todo tú das vida, a grandes y pequeños, / en toda vi­
los demás con respeto y asombro, no sé qué lo hará. da vives, vida verdadera de todo», canta el himno (clnmor­
Una de las más grandes mentes cristianas, Tomás de tal, invisible»), y con esto lo dice todo. Tal es la verdadera
Aquino, dijo en el siglo XIII que nunca deberíamos pensar doctrina cristiana sobre la creación, una creación que con­
en la creación como en un acontecimiento, con un antes y tinúa mientras hablamos, escribimos o leemos. Se trata de
un después, o como un cambio de situación, como si prime­ una perspectiva presente en muchas de nuestras oraciones
ro existiese un caos y luego intervi­ e himnos, y también aparece en la Biblia, sobre todo en los
Antes de pensar en niese Dios organizándolo todo, lo denominados «libros sapienciales» del Antiguo Testamen­
ello, cada uno de noso­
tros ya ha entrado en
cual era una idea bastante extendida to: Proverbios, fragmentos de Job, algunos salmos, Sabidu­
relación con Dios en la antigüedad. La creación es una ría, Eclesiástico, etc. Una de las más bellas expresiones se
acción de Dios que establece una halla en el capítulo séptimo de Sabiduría, donde se habla de
relación entre lo que es Dios y lo que no lo es. Eternamente, la sabiduría de Dios como un espíritu amante del bien, agu­
sólo existe Dios -fuera del tiempo, porque no mejora ni em­ do, benéfico e inteligente, que penetra siempre el universo
peora, ni cambia en modo alguno-. y el tiempo comienza y busca amigos y colaboradores en el mundo de los seres
cuando Dios habla para llamar a la existencia a un mundo humanos, reclamando un hogar en sus mentes y corazones.
que es diferente, estableciendo así una realidad que depende y cuando, en el capítulo 17 de los Hechos de los apóstoles,
de él. Depende de él a cada momento, arrastrado por la co­ san Pablo habla a los intelectuales de Atenas, cita con acier­
rriente de su actividad. Por detrás y por debajo de todo lo to a un poeta griego cuando dice que en Dios «vivimos, nos
que encontramos se halla su acción. Podemos contemplar movemos y existimos».
algo que parece inmutable y permanente, como los pilares Si tenemos esto en cuenta, al menos parte de la inútil
de una catedral o las cumbres de las montañas, pero lo que controversia entre religión y ciencia puede plantearse des­
existe en su interior y más allá es una intensa energía y mo­ de la perspectiva adecuada. La fe no trata de ofrecer una
vimiento. Por supuesto, el científico nos dirá que en el nú­ teoría alternativa sobre el funcionamiento del mundo; nos
cleo de toda realidad aparentemente sólida se produce una invita a dar un paso más allá, más allá de las cuestiones

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MOTIVOS PARA CREER EL RIESGO DEL AMOR

prácticas, e incluso más allá del Big Bang, y a imaginar una mismo Dios, sin menoscabo de su belleza y gloria. La pre­
actividad tan libre, tan supremamente personal, que no de­ sencia de Dios en las cosas no es como una ley de la natu­
pende de nada y se derrama constantemente de tal manera raleza; es el efecto de su libre arbitrio. El panteísmo afirma
que la realidad que conocemos depende de ella. La crea­ que la suma total de todas las cosas equivale a Dios, o que
ción no es una teoría sobre la manera en que comenzaron Dios es simplemente un principio universal en el interior de
las cosas, sino, como dijo Tomás de Aquino, una forma de todo. El cristianismo dice que la suma total de lo que existe
percibirlo todo en relación con Dios. Cualquier cosa que se mantiene unida por la acción y la voluntad divinas, y que
encuentres está ahí porque Dios lo ha decidido así. Dios no queda agotado en ello. Si elimináramos el universo,
Por supuesto, los problemas comienzan a aparecer muy aún habría un Dios igual de grande que antes.
pronto. Es posible malinterpretar esto y pensar que, si Dios
está en el centro de todo, hasta cierto punto no existe una di­
...
ferencia real entre Dios y el mundo -una idea que conoce­ Sin embargo, queda todavía el mayor problema de todos:
mos como panteísmo: «Dios es igual a todas las cosas»-. la cuestión del mal. Si la acción de Dios está en el centro de
Lo que debemos recordar cuando todo, de cada objeto, de cada proceso, ¿qué significa en re­
La fe no trata de ofre­ surge este tipo de confusión, es que lación con el sufrimiento y los desastres, el cáncer y los tsu­
cer una teoría alterna­
tiva sobre la mecánica
la diferencia se da entre una acción namis? Debemos dejar claro desde un principio que nunca
del mundo. (la de Dios) que no está causada encontraremos una respuesta a esta cuestión que nos permi­
por nada externo, que es completa­ ta sentarnos y relajarnos, como si pudiésemos decir ante un
mente independiente, y diferentes acciones que forman par­ tsunami o un terremoto: «Todo resulta perfectamente claro y
te de un sistema de interacción e interconexiones, en el que nadie debe albergar ninguna duda o recelo». Si llegásemos a
todo afecta a todo. Dios no se «extiende» (no puede hacer­ ese estadio, seríamos insensibles ante la terrible inmediatez
lo), estirándose como si fuera una goma o fluyendo como si del dolor y la angustia. Valoraríamos la vida y el bienestar
fuera un líquido; crea lo que no es él y establece una rela­ humanos menos de lo que debiéramos. Hay algo en la gran
ción libre y amorosa con lo creado. Esto no está «dentro» de angustia que acompaña a estas cuestiones que refleja con
él, como la carta en el sobre, ni él está dentro de ello. No se qué seriedad hemos aprendido a tomar el dolor humano; y
trata de relaciones en el tiempo y el espacio, porque éstos esa seriedad es la mejor prueba de la diferencia que marca la
sólo existen cuando Dios decide crear (pensemos en lo des­ fe. Nadie es prescindible; ningún sufrimiento resulta insigni­
cabellado de la palabra «cuando» en la frase anterior y ve­ ficante, un mero dato estadístico.
remos el desafío que plantea esta línea de pensamiento a Por ello, una explicación que insinuase que algunas vi­
nuestra inteligencia). Si no hubiese creación, Dios sería el das son menos importantes que otras supondría traicionar

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MOTIVOS PARA CREER EL RIESGO DEL AMOR

una de las intuiciones básicas de la fe. No obstante, hay al­ pre suaves o graduales. Pueden darse cataclismos, momen­
gunas cosas que podemos tener en cuenta antes de concluir tos «violentos» en que las interacciones son explosivas. A
que no tiene sentido hablar de Dios en un mundo de terror ciertas temperaturas, se producen terremotos y los volcanes
y desastres. Si Dios crea un mundo que es realmente dis­ entran en erupción; a ciertas temperaturas, se derriten los
tinto de él, un mundo de interacciones e interconexiones, casquetes polares. Si no existieran los seres humanos u
esto significa que el mundo puede cambiar. Distintos pro­ otros seres vivos, todo ello no supondría problema algu­
cesos fluyen, se mezclan y producen realidades diversas. no. Pero parte de la integridad, de la interrelación, del mun­
Se trata de un mundo en el que cualquier acontecimiento do consiste en que sus procesos han
cuenta en lo que es prácticamente una innumerable gama producido la vida y la inteligencia. El Si en el mundo exis­
tiera una segurida
de causas o factores que han hecho que se diese de esta for­ mundo de los procesos naturales tam­ absoluta, zsería un
ma y no de aquella. Si estos procesos estuviesen programa­ bién incluye ahora seres que pueden verdadero mundo?
dos para no chocar nunca entre sí de forma nueva y varia­ pensar, planear y tomar decisiones. Es
ble, el mundo sería meramente un conjunto de pequeños un mundo en el que los seres humanos cuentan con la liber­
sistemas autónomos de fenómenos relacionados, con la tad de elegir dónde vivir, y pueden optar por vivir donde los
garantía de que sólo se produciría una cierta cantidad de volcanes entran en erupción.
transformaciones. Y es una cuestión discutible si un mundo ¿Debería Dios imposibilitar que las personas habiten en
así sería tan distinto de Dios como es necesario para pose­ esos lugares? ¿O tal vez debería intervenir con una adver­
er cierta integridad propia, algún tipo de consistencia glo­ tencia o un milagro cuando resultara demasiado arriesgado?
bal como sistema, como un universo real. En los últimos ¿Qué grado de peligro debería alcanzar la situación antes de
años hemos empezado a ser conscientes de que incluso el que Dios actuara? Cuando llegamos a este punto, podemos
más pequeño fenómeno del mundo puede tener un efecto comenzar a percibir que hay algo extraño en tales interro­
desproporcionado y sorprendente (el llamado «efecto mari­ gantes. Si en el mundo existiera una segurida absoluta, ¿se­
posa»: el movimiento de las alas de una mariposa en Asia ría un verdadero mundo, un lugar con su propia consistencia
contribuye a la formación de un torbellino en Europa). Re­ y autonomía?
sulta dificil ofrecer una descripción verdaderamente sensa­ Esto no sirve en absoluto para facilitar las cosas a nivel
ta de un mundo que consistiera en multitud de pequeños emocional cuando nos enfrentamos a realidades como el
sistemas aislados entre sí, de forma que no se produjesen tsunami de Asia. No impedirá que cuestionemos a Dios o
nunca determinados tipos de interacción. protestemos ante él. Pero debemos tratar de mantener nues­
Parece como si la noción misma de universo coherente tra cabeza lo suficientemente despejada como para recono­
implicara que los procesos de cambio tienen que ser siem- cer que los desastres naturales son simplemente eso, el des-

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MOTIVOS PARA CREER EL RIESGO DEL AMOR

pliegue de las leyes de la naturaleza. Es terrible y nos que­ ¿Significa esto que Dios crea un mundo arriesgado?
damos sin palabras cuando las personas o los animales son Claramente sí, y así lo percibimos; cualquier cosa que no
víctimas de estos procesos, pero ¿es concebible un mundo sea Dios está expuesta a riesgos. y Dios lleva el riesgo al
donde determinados procesos se viesen constantemente de­ extremo al crear un mundo en el que surgirán criaturas do­
tenidos por Dios en caso de que corriesen peligro los seres tadas de inteligencia y libertad. Pero si Dios dijese: «Voy a
vivos? Si el mundo no es simplemente un velo de la reali­ derramar en el mundo todas las dimensiones de mi vida y
dad de Dios, una cuestión de apariencias sin continuidad, acción excepto la libertad», ello constituiría una reserva
no hay una salida fácil. Y lo que hace posible considerar a por parte de Dios que sugiere un panorama poco brillante,
Dios aún creíble en este contexto no será un argumento fácil un panorama de un Dios que rechaza el reto de la diferen­
que explique por qué se da el mal, sino, una vez más, la ex­ cia real en su nivel más exigente. El designio de Dios para
periencia del modo en que personas de carne y hueso des­ la creación es dar tanto como sea posible de su ser y de su
cubren a Dios como alguien real incluso en medio de tales vida -y ello incluye la concesión de su libertad-, de mane­
terrores. Si alguien afectado por el peor de los sufrimientos ra que criaturas como tú y yo podamos vivir. Tal como di­
encuentra que es posible creer sinceramente en Dios, ello ce la Biblia, la creación alcanza su punto culminante cuan­
constituye, como vimos en el capítulo primero, una especie do Dios crea aquello que le refleja más plenamente que
de testimonio, una declaración de que Dios puede ser toma­ cualquier otra cosa: seres capaces de libertad y amor. Esta
do en serio; y no se puede prescindir de eso como si fuera «imagen y semejanza» de Dios, como indica el primer ca­
una necedad autocomplaciente. pítulo de la Biblia, se encuentra en un nivel diferente al res­
to de la creación, aunque todavía forma parte de ella y de
sus interrelaciones. Y cuando esto ocurre, el riesgo y la in­
certidumbre imbricados en la creación también alcanzan un
nuevo nivel. Las amenazas a la seguridad no sólo están en
los procesos naturales, sino en las decisiones humanas, que
pueden ser meramente estúpidas o decididamente hostiles
para con Dios y los demás.
Por decirlo de una forma algo irreverente, la cuestión es
si Dios es serio en su decisión de crear un mundo; porque si
lo es, incluirá en él todo lo que pueda de su vida sin reser­
várselo para sí. Por ello resulta apropiado que en el univer­
Naturaleza indómita en el paisaje volcánico de Lanzarote. so existan seres que muestren en cierta medida la libertad de

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MOTIVOS PARA CREER EL RIESGO DEL AMOR

Dios, su amor, su capacidad de crear realidades nuevas y de miembros del grupo de oración hubieran encontrado apar­
establecer relaciones. Sólo porque Dios toma en serio el uni­ camiento, cuando no se le podía molestar para que resolvie­
verso existen tales riesgos; se trata de una creación comple­ ra el conflicto de Irlanda del Norte.
ja, a la vez coherente y frágil. Y si, a la luz de esta creación, Se trata sin duda de una excelente pregunta. Si tuviése­
del universo en el que nos encontramos, se nos desafia a mos que responderla, deberíamos reflexionar de nuevo sobre
confiar en su Creador, no es porque haya garantizado nues­ lo que dijimos en el primer capítulo acerca de los diversos
tra seguridad, sino porque él sigue presente, disponible y li­ significados de omnipotencia; tendríamos que recordar las
bre para hacer avanzar las cosas, aun en las situaciones más advertencias que hicimos respecto a
¿Por qué Dios intervie­
desesperadas. y precisamente quienes están más expuestos a considerar la omnipotencia de Dios ne a 11( y no aquí? ¿Por
los riesgos son más conscientes de su presencia. En el Anti­ en términos de lo que nosotros ha­ qué aparentemente
unas oraciones son es­
guo Testamento, Job, que había sufrido pérdidas y angustias ríamos si fuésemos todopoderosos, cuchadas y otras no?
indescriptibles, dice en un momento: «Dios me puede dar la llevando a cabo lo que nos apetecie­
muerte; pero no me queda otra esperanza que seguir defen­ se. He tratado de presentar la imagen de un Dios cuya om­
diendo mi causa ante él» (Job 13, 15). Todavía hoy podemos nipotencia se parece más bien a un manantial constante de
escuchar a personas que dicen cosas parecidas; creo que no presencia amorosa, actuando siempre en el centro de todo lo
podemos desdeñarlas sin más. que existe, abriendo las puertas a un futuro incluso cuando
Se podría objetar, ciertamente, que se trata de una pre­ no vemos esperanza alguna. Así pues, ¿qué relación puede
sentación un tanto cruda del modo en que funciona el uni­ tener esto con la cuestión de los milagros?
verso. ¿No se supone que los cristianos deben creer en los En primer lugar, que tenemos que superar la noción de
milagros? ¿No presenta la Biblia milagro que algunos parecen tener, como si Dios escucha­
Se trata de una crea- se nuestras oraciones de la misma forma en que alguien re­
claramente la imagen de un Dios
clón compleja, a la vez
coherente y frágil. que puede imponer su voluntad a la cibe solicitudes. En unas pone un visto bueno y en otras
creación cuando le conviene? y si una cruz, devolviendo los formularios para que a continua­
esto es cierto, entonces está justificado el grito agónico que ción actúe el ministerio angelical competente. Resulta algo
a veces se alza: «¿Por qué Dios interviene allí y no aquí?». más sensata la idea propuesta por san Agustín en el siglo V:
¿Por qué aparentemente unas oraciones son escuchadas y realmente, los milagros son sólo procesos naturales acele­
otras no? Recuerdo una anécdota en este sentido: hace algu­ rados un poco, «avanzados rápidamente», como hacemos
nos años, una persona que había participado en un grupo de con los discos en un equipo de música. Puede resultar de­
oración carismático lleno de optimismo y confianza, pre­ masiado simple, pero Agustín había captado algo que mu­
guntó por qué había que darle gracias a Dios porque los chos pensadores de la Edad Media desarrollaron en distin-

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tas direcciones. Si la acción de Dios siempre está presente lagros no son magia y nunca dispondremos de un manual de
en nuestro entorno, si siempre está «a mano», por así decir­ técnicas para conseguir aquello por lo que rezamos. Sería
lo, no deberíamos concebir la acción de Dios y los procesos muy cómodo conocer las fórmulas acertadas, pero no las te­
del mundo como dos rivales, empujándose mutuamente pa­ nemos. Lo único que sabemos es que estamos llamados a
ra salvaguardar su espacio. Pero ¿qué ocurriría si hubiese orar, a confiar y a vivir con integridad en presencia de Dios
momentos en que los procesos del mundo se desarrollasen (a vivir vidas «santas»), de tal forma que dejemos la puerta
de tal modo que todo el conjunto de acontecimientos estu­ abierta, que permitamos que la realidad se disponga para
viese más abierto a los designios últimos de Dios? ¿Qué su­ que pueda llegar el amor.
cedería si el mundo fuese en ocasiones algo más «transpa­ Re dicho que Dios siempre tiene la libertad para dejar la
rente» a la acción subyacente de Dios? puerta abierta y hacer que surjan novedades. Pero nosotros
Dios siempre actúa, pero su acción no es siempre visi­ podemos ponernos más o menos al servicio de esa libertad;
ble. Dios obra constantemente, pero a veces los procesos del podemos confiarnos a ella o resistirnos. y si aceptamos un
mundo se acomodan a su designio y otras veces se resisten panorama así, puede resultar útil hasta cierto punto refle­
a él. Si determinadas realidades se reuniesen en el mundo en xionar sobre por qué algunas oraciones son «respondidas» y
uno u otro momento, el «flujo» sería más sencillo y veloz. otras no. No puede ser porque a Dios le agraden más unas
Quizás una vida de oración realmen- personas que otras, o porque algunos tengan influencias, o
Dios siempre actúa, te intensa o una vida verdaderamente porque Dios pueda ser presionado por una intensa campaña
pero su acción no es
siempre visible. santa pueden abrir el mundo un poco de oración. No es extraño oír hablar así sobre la oración a
más a los planes de Dios, de manera determinadas personas, pero un breve momento de refle­
que suceda lo inesperado. Nunca contaremos con una com­ xión cristiana pondría de manifiesto que implican una idea
pleta panorámica del modo en que esto tiene lugar, porque de Dios muy simple y poco favorecedora. Lo único que sa­
no disponemos de la perspectiva global de la que goza Dios. bemos es que nuestra oración o nuestra ofrenda de un acto
Sin embargo, es posible afirmar que existen ciertas cosas de amor o devoción pueden ser uno de los innumerables
que podemos pensar, decir o hacer que parecen otorgar a factores que, en una determinada situación, alteren el equi­
Dios un extra de «maniobrabilidad» en nuestro universo. y librio de los acontecimientos, abriendo más la puerta.
ya entendamos plenamente o no lo que ocurre, sabemos que
depende de nosotros hacer lo posible para que suceda. Ora­
mos, obramos de tal forma que se hace posible crear una si­ De todos modos, ¿no fueron los milagros de Jesús algo
tuación en la que Dios puede intervenir más directamente. más sencillo que todo esto? Sí, en cierto sentido, y debería­
No se trata de un proceso que podamos manipular; los mi- mos esperar que así fuera. Donde está Jesús (y hablaremos

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MOTIVOS PARA CREER EL RIESGO DEL AMOR

más detenidamente de ello en el capítulo siguiente), hay tiva en qué medida influye la oración, qué otras circunstan­
una oración y una santidad de intensidad única, por lo que cias pueden verse implicadas en el camino que lleva a su
la puerta siempre está más abierta junto a su realidad hu­ cumplimiento, etc.
mana. Lo mismo, en un grado inferior, es cierto de muchos Merece la pena decir algunas palabras acerca de los dos
grandes santos. No obstante, una vez dicho esto, hemos de milagros más celebrados de la historia de Jesús, porque van
indicar que los evangelios no sugieren que Jesús pudiera a ser relevantes en el capítulo siguiente: su concepción vir­
hacer lo que quisiera en cualquier momento y lugar. Él mis­ ginal y la tumba vacía; la afirmación de que el nacimiento
mo afirma que la gente se cura por su fe en él; y cuando no de Jesús fue resultado de una acción divina al margen de
encuentra tal confianza, no puede hacer mucho. En el capí­ la forma normal de reproducción, y el hecho de que, tras su
tulo sexto del evangelio de Marcos hay un pasaje que ha es­ muerte, su cuerpo se esfumó de la tumba y se apareció a
candalizado a no pocos cristianos, porque reconoce que Je­ sus amigos de forma transfigurada o cambiada. Para mu­
sús «no pudo hacer en Nazaret ningún milagro», ya que la cha gente esto resulta problemático. A veces se utiliza la fe
gente era escéptica. Es decir, ni siquiera donde estaba Jesús en estos dogmas como una especie de prueba de ortodoxia
convergían siempre todos los factores. cristiana plena y aceptable. Debo admitir que me siento in­
Así pues, aunque en la pintura cristiana primitiva Jesús cómodo ante este tipo de examen, simplemente porque no
es a veces presentado (de forma encantadora) con una es­ tiene mucho sentido aislar estas historias y preguntar sí o
pecie de varita mágica en la mano, no podemos pensar en no sin un contexto. Pero me siento igual de incómodo con
absoluto que se le considerase un mago. Sus milagros se aquellos que dan por descontado que la idea de milagro es
producen cuando su infinita misericordia interactúa con algo vacío y no se puede defender, de modo que estas his­
otros elementos de la situación, de forma que algo se libe­ torias no pueden ser más que metáforas. Si no 10 damos por
ra y se transforma. Yesos otros elementos incluyen la fe descontado y si partimos de la sólida idea de que la acción
del que sufre o, en algunos casos, de sus padres o amigos. de Dios arde intensamente en cada momento de la existen­
El milagro es al mismo tiempo acción de Dios y el resulta­ cia del mundo, siempre cerca de nuestra percepción, pode­
do de dejar un espacio a Dios en el mundo a través de la mos moderar nuestra inclinación al escepticismo.
oración, la confianza y la receptividad. y -algo importante ¿Cómo sería la fe de María para que la puerta de la vi­
que se debe añadir- si no se produce el milagro, no signi­ da se abriese en su cuerpo? ¿Cómo sería la fe de Jesús y su
fica necesariamente que quien sufre no haya mostrado la cercanía a Dios para que la muerte fuese incapaz de cerrar
suficiente fe o que no merezca ser sanado. Ciertos «curan­ sus puertas y relegarlo al pasado? Por supuesto, estas con­
deros» que sugieren esto causan un daño terrible a muchas sideraciones no resuelven la cuestión, pero merece la pena
personas. Sencillamente, jamás sabremos de forma defini- reflexionar sobre ellas mientras nuestra mente busca la luz.

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MOTIVOS PARA CREER EL RIESGO DEL AMOR

Creer en estas historias no significa aceptar una visión má­


gica del milagro, ni tampoco a un Dios que simplemente
decide: «Aqui voy a interferir y aquí voy a dejar que las co­
sas sigan su curso».
Dios ha creado -misteriosamente- un mundo en el que
los seres humanos pueden ayudar o entorpecer 10 que él 10-
gra en cualquier momento de la historia del mundo; cuan­
do le concedemos un espacio a través de nuestra aceptación
orante y de nuestra identificación con su voluntad pueden
ocurrir cosas que de otra forma resultaban impredecibles.
Un prejuicio frente a cualquier tipo de milagro puede escon­
La carrera hacia el consumo.
der una incertidumbre sobre la presencia y la acción cons­
tante del Creador, sobre esa ardiente intensidad de la acción
divina que siempre nos rodea. Puede reflejar una versión de el credo niceno decimos que creemos en un Dios «creador
la imagen del relojero, un mundo al que Dios ha dado cuer­ del cielo y de la tierra, de todo 10 visible y 10 invisible». La
da hace mucho tiempo y cuyas manecillas giran continua­ frase es un útil recordatorio de que la creación trasciende 10
mente y sin interrupción. Pero esto resulta dificil de encajar que podemos entender, trasciende lo que ocurre a nuestro
con la fe de la Biblia y la tradición cristiana, según las cua­ alrededor. Una idea similar aparece en la decimosexta su­
les vivimos en un mundo en el que la presencia operante de ra del Corán, que afirma que Dios ha hecho criaturas cuyo
Dios es por un lado invisible e inescrutable, y por otro casi objeto tiene que ver con nosotros y nuestro bienestar, y cria­
insoportablemente cercana al lugar en el que estamos y a 10 turas sobre cuyos fines no sabemos nada. Obviamente en
que está sucediendo. El poeta William Blake, que tuvo una este punto bien pueden coincidir cristianos y musulmanes
visión de árboles llenos de ángeles en Peckham Rye, es un -y probablemente personas de otras religiones-. El mundo
guía más seguro que William Paley en un mundo que puede no es meramente 10 que podemos gestionar y utilizar para
no ser seguro, pero bajo cuya superficie late algo incontro­ nuestro provecho; existen también en él dimensiones ini­
lable, terrible y maravilloso. maginables, realidades ocultas, conexiones escondidas (o
... conexiones que descubrimos demasiado tarde, como el efec­
to sobre la atmósfera del consumo de carbón). Las criaturas
Esto puede llevarnos a reflexionar en cierta medida so­ del universo existen en relación con Dios antes de existir
bre la manera en la que nos comportamos en el mundo. En en relación con nosotros, de manera que resulta convenien-

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te adoptar una actitud de respeto y de humildad cuando nos timos años). Sin embargo, en la Biblia los ángeles son con
acercamos a cualquier realidad del orden creado. Nuestra frecuencia seres aterradores que a veces se dejan ver; pres­
crisis ecológica actual, la mayor amenaza para la existen­ tan a Dios extraños servicios que no percibimos en su tota­
cia humana a medio y largo plazo, tiene mucho que ver, co­ lidad; proporcionan al universo un constante fondo de ala­
mo diría una persona religiosa, con nuestra incapacidad de banza y de culto. Son grandes «bestias», «criaturas vivas»,
pensar en el mundo como algo que existe en relación con el serpientes voladoras que arden con llamas llevando el carro
misterio de Dios, y no simplemente considerarlo como un de Dios, llenando el templo de Jerusalén con rugidos de
inmenso almacén de productos que podemos utilizar para adoración, haciendo eco como las ballenas del océano. Ésos
nuestra conveniencia. son los ángeles de Isaías y Ezequiel -en absoluto material
Dios ha creado lo que podemos ver y dominar y lo que para las tarjetas de navidad-. Ya veces aparece una forma
no podremos ver y dominar jamás, un universo del cual al­ humana para entregar un mensaje de Dios y sucede algo que
gunas personas pueden llegar a captar algo, mientras otros indica a las personas implicadas que se trata de un momento
no lo logramos. No pretendo decir que no debemos inten­ terrorífico pero lleno de verdad, reconociendo que han en­
tar comprenderlo; simplemente quiero recordar que desde contrado un ángel disfrazado.
nuestra perspectiva no todo va a tener sentido. No deja­ Ahora bien, ya te sientas inclinado o no a creer literal­
remos de quedar desconcertados y mente en los ángeles -y muchos cristianos de hoy en día
Más allá de nuestros
ojos suceden en el unl­
sorprendidos. En ocasiones pienso tienen problemas-, merece la pena pensar en ellos al menos
verso cosas sublimes y que aquí reside el valor de la refle­ como una descripción mínima de todo lo que está «al otro
maravillosas de las que xión sobre los ángeles en la doctri­ lado» de nuestra percepción y comprensión del universo, in­
nada sabemos.
na cristiana. Aunque choque parar- cluyendo el canto universal de alabanza que perpetuamente
se a reflexionar sobre ellos, esos misteriosos ejecutores de nos rodea. Si tratamos de racionalizar esto, perdemos algo
los planes de Dios, que pertenecen a otro orden de la reali­ fundamental que tiene que ver con la exuberancia y extra­
dad, pueden ser un símbolo poderoso de aquellas dimensio­ vagancia de la obra de Dios, que ha creado este universo no
nes del universo sobre las que no tenemos idea alguna. Más sólo como el escenario donde tú y yo podamos llevar a cabo
allá de nuestros ojos suceden en el universo cosas sublimes nuestros proyectos, sino como una abrumadora abundancia
y maravillosas de las que nada sabemos. Estamos demasia­ de realidades variadas y extrañas.
do acostumbrados a sentimental izar y trivializar a los ánge­ Soy consciente de que tomarse en serio a los ángeles
les: a menudo quedan reducidos a adornos de navidad, ma­ probablemente causa extrañeza estos días; pero lo que está
drinas de cuentos de hadas (como en la mayoría de los casos en juego es algo más que una pintoresca fantasía. Cualquier
del extraordinario diluvio de libros sobre ángeles de los úl- cosa que permita contemplar nuestro destino humano desde

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una perspectiva más amplia no es una pérdida de tiempo en podemos calificar acertadamente como malas; pero se trata
esta era obsesiva y adicta, donde nos sentimos tentados de del efecto de los acontecimientos, no de un «virus» existen­
pensar que aquello que no tiene que ver conmigo no tiene te dentro de ciertas cosas o personas que es malo por defi­
importancia. Finalmente, deseo ocuparme de otro aspecto nición. Por ello, todo el abanico de la experiencia humana
de esta fe en un Dios que es responsable de todo. Cuando se y de los fenómenos y procesos naturales son objeto del in­
elaboraron los credos de la Iglesia, entraron en conflicto con terés de Dios. No hay persona o cosa a la que Dios ponga
ciertas doctrinas muy populares que partían de la premisa objeciones por naturaleza o le resulte insignificante. No hay
de que Dios Padre todopoderoso no había creado el cielo y nada de lo que no se sienta responsable.
la tierra. Después de todo (y podemos recordar nuestra re­ Estoy seguro de que el modo en que los cristianos han
flexión anterior) el mundo del que tenemos experiencia es hablado en algunas ocasiones puede darnos la impresión
complejo y en muchos sentidos parece siniestro y peligro­ contraria. Por citar el ejemplo más conocido, gran parte de
so. Parte de él es feo; mucho de lo que ocurre parece absur­ 10 que a lo largo de los siglos se
Un Dios que mostrara
do. ¿No sería más adecuado decir que el mundo tal como es ha sostenido acerca del cuerpo y Interés s610 por aquellas
ha sido creado por una divinidad de segunda clase no muy de las emociones daba a entender áreas «aceptables» de
nuestra vida sería un Dios
competente o que algunas partes del mundo han sido crea­ que Dios no tenía nada que ver
tristemente limitado.
das por Dios y otras por una fuerza hostil o maligna? con esos aspectos de nuestra exis­
Cualquiera que haya padecido uno de esos veranos en tencia, de manera que debíamos contenerlos cuanto fuera
que las avispas se convierten en plaga, probablemente se ha­ posible si queríamos agradar a Dios. Pero un Dios que mos­
brá planteado qué sentido tienen criaturas tan molestas. Ha­ trara interés sólo por aquellas áreas «aceptables» de nuestra
blando en serio, en principio parece que dividir la respon­ vida sería un Dios tristemente limitado. Afirmar que Dios
sabilidad de la creación entre distintos poderes resolvería es responsable de todo el universo es algo tremendamente
bastante bien el problema del maL Estas soluciones resulta­ arriesgado y desafiante, puesto que suscita dificiles cuestio­
ban enormemente seductoras en el mundo en que surgió el nes. Con todo, pienso que resultaría mucho más problemá­
cristianismo, y aún conservan su atractivo. Por ello, resulta­ tico un Dios que no soportara implicarse con toda la varie­
ba trascendental comenzar los credos con una afirmación dad de la realidad.
clara de que nada en el mundo fue resultado de un acciden­ La fe en un Creador de todo lo visible y lo invisible, de
te o un desastre. Tal como la Biblia sostiene en su primer ca­ hecho, posee un sentido profundamente práctico y perso­
pítulo, lo que Dios creó era bueno; nada (ni nadie) es malo nal. Guarda relación con la posibilidad de una vida inte­
por naturaleza. Como hemos visto, las tensiones y colisio­ grada, no de una vida en la que algunos aspectos tienen
nes entre los elementos del mundo provocan situaciones que que ser ocultados o barridos bajo la alfombra. «Lo visible y

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MOTIVOS PARA CREER EL RIESGO DEL AMOR

10 invisible» supone algo importante para la vida de cada nosotros 10 hayamos convertido en un desastre. De esta ma­
uno de nosotros. Hay cosas en mi vida de las que soy cons­ nera, el Dios que crea y el Dios que perdona van absoluta­
ciente, otras de las que no ... y hay cosas de las que intento mente unidos, tal como sugeríamos en el primer capítulo.
no ser consciente, de las que me avergüenzo o a las que te­ Las primeras frases de los credos no tratan solamente
mo. En cualquier caso, todo 10 que soy es el resultado de 10 del principio del universo. Tienen que ver con el estado ac­
que Dios ha creado; parte ha funcionado bien y parte no tual del universo, con tu estado actual y con el mío, y con el
tanto. He aprendido a hacer buen uso de parte de 10 que de nuestra sociedad. Manifiestan confianza en el Dios que
Dios me ha concedido y he hecho un desastre con el resto, puede reconciliarnos con nosotros mismos y con el mundo,
o simplemente no he llegado a aceptarlo. Decir que Dios el Dios que puede tomar la oscuridad que hay en nosotros y
nos ha creado en nuestra integridad sanarla, dirigiéndola hacia la luz. Puede crear una vida lle­
Todo lo que soy es la na de sentido con nuestro espíritu y nuestro cuerpo. Como
y está interesado en todo ello no es,
elaboración de lo que
Dios ha creado. por cierto, 10 mismo que decir que veremos más adelante, la fe en la resurrección nos dice que
cualquier cosa que decidamos hacer 10 que Dios desea conservar en la vida eterna no es un in­
está bien; significa, bien entendido, que cada aspecto de definido fragmento de nuestra existencia, sino la persona
nuestro ser debe ser llevado ante la luz de Dios, porque él que hemos llegado a ser, en cuerpo y alma. Cuando expre­
puede ocuparse de todo. Y también significa que no debería samos la fe en «Dios Padre todopoderoso, creador del cie­
sorprendernos el hecho de que los cristianos se interesen lo y de la tierra, de todo 10 visible y 10 invisible», afirma­
por cosas como la política, la economía, el arte o el deporte, mos que tenemos razones para esperar que nuestra vida,
y tengan extrañas preguntas que plantear y aportaciones que en toda su fragmentariedad, conflictividad e imperfección,
hacer en cada caso. Si Dios es verdaderamente el creador de será cohesionada -de la misma manera que se mantiene
este mundo, no existe ninguna área que en esencia esté fue­ unido un universo diverso e inquietante-, de forma que el
ra de su alcance. amor autónomo y activo de Dios pueda reflejarse en el uni­
Por 10 tanto, a partir de la imagen confusa, temerosa y verso. Tenemos razones para esperar que nuestra vida, im­
parcial de nosotros mismos con la que actuamos la mayor bricada en el complejo sistema de la realidad creada, pueda
parte del tiempo, Dios puede desarrollar cierta armonía. mostrar en cierta medida el amor gratuito y generoso del
Puede conducirnos con amabilidad a enfrentarnos a 10 que que todo procede, el amor del hacedor a cuya imagen he­
encontramos inaceptable y aprender cómo dotarlo de senti­ mos sido creados.
do por medio de su gracia. Puede reunir los dispersos pe­
dazos de mi existencia. No va a aburrirse, a disgustarse o a
impacientarse con nada de 10 que ha creado, aun cuando

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«y EN JESUCRISTO, SU ÚNICO HIJO,
NUESTRO SEÑOR»

En el primer capítulo vislumbramos por qué los cristia­


nos hablamos de un Dios en quien se puede confiar: se tra­
ta de un Dios que ha manifestado sus intenciones. La vida
de Jesús de Nazaret, hace dos mil años, fue percibida por
aquellos que vivieron más cerca de él como la clave para
entender la naturaleza y de los planes de Dios. Gracias a Je­
sús sabemos que Dios se dedica enteramente a promover
nuestra vida y nuestro gozo perpetuo. Pocas décadas des­
pués de su crucifixión, fue posible afirmar que «Dios tuvo
a bien hacer habitar en él la plenitud» (Col 1, 19). Aquí nos
encontramos con una vida humana tan impregnada por los
planes de Dios, tan transparente a su acción, que la gente
hablaba de ella como la vida de Dios «traducida» a otro
medio. Aquí estaba actuando Dios de una forma especial y
suprema.
¿Cómo se pudo formular tal afirmación? El mundo ju­
dío de tiempos de Jesús no estaba acostumbrado a dar tales
pasos; había muchos que decían o pensaban que eran men­
sajeros de renovación ungidos por Dios, pero a ninguno se
le aplicó este tipo de lenguaje. Tampoco podemos pensar

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Morrvos PARA CREER UN HOMBRE PARA LA ETERNIDAD

que la distancia cronológica hizo más encantadora esa idea, da a invitar a la mayor cantidad posible de gente a colocarse
de forma que, una vez que la historia real de Jesús quedó bajo la misma autoridad ya oponerse a los poderes (natura­
olvidada tiempo atrás, fue posible elaborar extrañas fanta­ les y sobrenaturales) que actúan contra Dios y mantienen es­
sías en torno a su recuerdo. Algunas de las afirmaciones clavizadas a las personas.
más extravagantes aparecen en las más primitivas tradicio­ El conocido texto de las «bienaventuranzas» del quinto
nes del Nuevo Testamento, en los días y en el entorno de capítulo del evangelio de san Mateo (<<Bienaventuradoslos
aquellos que lo habían conocido íntimamente. pobres de espíritu ... ») no es precisamente una lista de nor­
Para comenzar a responder esta pregunta debemos con­ mas que se deben seguir; simplemente presenta el tipo de
templar primero un aspecto sobre el que los credos no di­ vidas que dirige Dios: vidas caracterizadas por la depen­
cen gran cosa: la actividad real de Jesús a lo largo de su vi­ dencia de la bondad divina, el perdón, la firmeza, la bús­
da tal como los cuatro evangelios nos la presentan. Lo que queda de la paz y la justicia, la paciencia al ser atacadas.
se recordaba que Jesús había subrayado era que el reinado Las personas que viven así ya pertenecen al nuevo mundo:
de Dios estaba a punto de llegar e irrumpir en el mundo hu­ el Reino es suyo. Y -esto debe quedar claro- este mensaje
mano. Estábamos a punto de aprender qué significaba para es profundamente social y político, pero, a la vez, jamás se­
Dios ser rey, qué suponía vivir bajo su autoridad y la de na­ rá cumplido sólo mediante reformas políticas o sociales. La
die más. La audaz propuesta de Jesús consistía en que vivir vida transformada que estos textos bosquejan desafiará to­
en un mundo y en una comunidad donde Dios era el rey era do tipo de realidades de nuestro mundo actual, pero el cam­
algo muy sencillo. Vivir en ese mundo era lo que ocurría bio en cuestión es tal que solamente puede comenzar con
cuando decías «sí» a lo que Jesús mismo planteaba y ofre­ un sí personal a lo que Jesús dice y ofrece.
cía; vivir bajo la autoridad regia de Dios consistía en optar Desde la perspectiva del entorno en el que hablaba Je­
por vivir en compañía de Jesús, confiando en lo que él decía sús, todo esto tenía una importancia real e inmediata. Los
acerca de Dios y acerca de cada uno de nosotros. judíos estaban enormemente preocupados por quién iba a
Confia en esto, vive en compañía de Jesús y serás ciuda­ ser verdadero miembro del pueblo de Dios cuando se pro­
dano de un mundo nuevo, el mundo donde ha llegado el rei­ dujera la gran transformación y quedara plenamente esta­
no de Dios. Seguirás viviendo en el mundo de cada día que blecido el reino de Dios. Los distintos grupos judíos tenían
tantos poderes afirman gobernar, pero te habrás liberado de diversas respuestas. Podías estar seguro de tu participación
ellos, libre para cooperar o no, dependiendo de lo mucho o si cumplías las leyes acerca de los sacrificios y las exigen­
poco que te permitan ser gobernado por Dios. Y lo que ha­ cias de la clase sacerdotal; o si obedecías la ley oral en to­
gas y digas se convertirá en signo de lo que está por venir. Tu dos sus pormenores; o si marchabas al desierto a llevar una
vida ofrecerá un anticipo del reino de Dios; y estará orienta- vida en comunidad de estricta pureza ritual. Lo que Jesús

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Morrvos PARA CREER UN HOMBRE PARA LA ETERNIDAD

afirma rebasa todo esto, y va más allá de las condiciones de Seguiremos ahondando en ello. Estar en compañía de Je­
pertenencia rituales y legales con las que los demás grupos sús conlleva desarrollar una nueva relación con Dios. Los
se sentían seguros. El carácter revolucionario de la pro­ discípulos de Jesús le piden que les enseñe a orar y él les di­
puesta de Jesús radica en que pretende redefinir lo que sig­ ce que comiencen así: «Padre nuestro». Los amigos de Jesús
nifica pertenecer al pueblo de Dios. comparten con él una relación de intimidad con Dios, una
Para percibir hasta qué punto esto era revolucionario, es relación más parecida a una relación familiar que a cual­
preciso recordar que las Escrituras hebreas subrayan repe­ quier otra. Si defiendes 10 que defiende Jesús, puedes decir
tidamente que el pueblo de Israel existe sólo gracias a la 10 que él dice; puedes acercarte a Dios como Padre sin tener
llamada o invitación de Dios. Recorriendo un libro como el que cumplir una enorme cantidad de complejos requisitos
Deuteronomio, el quinto libro de la Biblia y una de las co­ religiosos o rituales. Estar con él es estar -por así decirlo­
lecciones más importantes de leyes israelitas, descubrimos bajo un cielo despejado, sin intermediarios entre uno mismo
que se insiste en la idea de que Israel existe como comuni­ y el Creador de todo. Poco después, san Pablo 10 enunciará
dad simplemente porque Dios ha decidido que así fuera con la expresión estar «en» Jesús. Él
-por la promesa e invitación divinas-. y ahora nos encon­ nos ha indicado el lugar donde todos No nabía nada simple
ni obvio acerca de
tramos con un maestro humano, Jesús de Nazaret, que dice, debemos colocarnos. Ha hecho posi- Jesúsen su época.
en efecto: «Seréis un pueblo si aceptáis mi promesa e invi­ ble 10 novedoso, no buscando a em-
tación». Pertenecer a Dios, ser ciudadano del mundo nue­ pujones su lugar entre nosotros y Dios, sino aceptándonos
vo, está vinculado al compromiso con Jesús, a la fe en él, al en su propia vida y experiencia. No somos simplemente ciu­
descubrimiento de que en él se lleva a cabo la acción del dadanos que viven bajo el nuevo gobierno de Dios; hemos
mismísimo Dios de Israel, remodelando y refundando la sido adoptados en la familia íntima de Dios.
comunidad que él ha llamado a ser especialmente suya en Leamos los evangelios teniendo esto en cuenta y descu­
medio del mundo. Donde Jesús actúa, sanando, perdonan­ briremos por qué no había nada simple ni obvio acerca de Je­
do y acogiendo a las personas que no eran acogidas en nin­ sús en su época. El arzobispo William Temple destacó en
guna de las categorías sociales y religiosas de la vida israe­ una ocasión que algunas formas de teología actual producen
lita de la época -gente que nunca iba a cumplir todas las la impresión de que Jesús fue a Jerusalén para dar una serie
leyes rituales, o que había fracasado en su intento de ser de conferencias acerca de la Paternidad divina y la Fraterni­
fiel a la ley moral y necesitaba ser reconciliada-, allí está 10 dad humana (todo muy tierno, como la maternidad y la tarta
que Jesús mismo denominó la obra del «dedo de Dios». de manzana, por así decirlo), y se encontró con un desafor­
tunado error judicial que nos resulta bastante incomprensi­
• • •
ble. ¿Quién podría estar en desacuerdo con su mensaje de

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MOTIVOS PARA CREER UN HOMBRE PARA LA ETERNIDAD

amor y reconciliación? De hecho, la respuesta es «mucha mundo especulativo (sobre todo en la Carta a los hebreos,
gente» --en su época y en la nuestra-. Dada la explosiva at­ pero también en las cartas de Pablo y en el Apocalipsis de
mósfera político-religiosa en la que actuó Jesús, afirmar que Juan). Sin embargo, tampoco esto resultaba suficiente. En
hablaba de parte de Dios para crear un nuevo pueblo o na­ la medida en que se va desarrollando el Nuevo Testamento,
ción, para establecer un nuevo gobierno y para cambiar la se puede descubrir que autor tras autor quieren trascender el
manera en que entendían su relación con Dios, estaba muy lenguaje referido a las fuerzas angélicas. Si hay una fuerza
lejos de ser algo hermoso y dulce como la maternidad o la sobrehumana presente en la vida de Jesús, ésta no es la del
tarta de manzana. Y, en consecuencia, 10 que algunas perso­ gran visir angélico que está en presencia de Dios. Aquí hay
nas querían afirmar sobre Jesús era mucho más que meros más; aquí hay una fuerza capaz de liberar cumpliendo todas
calificativos respetuosos hacia un gran maestro. las promesas de Dios, como si no hubiera diferencia alguna
Tal como hemos señalado, en un plazo muy breve los entre dicha fuerza y Dios mismo.
discípulos de Jesús empezaron a usar un extraño lenguaje Con torpeza y lentitud, con grandes complicaciones e in­
para referirse a él. Sorprendentemente, apenas existen en el cluso con aparentes contradicciones, el Nuevo Testamento
Nuevo Testamento restos de una etapa de fe cristiana pri­ avanza hacia la extraordinaria noción de que el Creador del
mitiva en la que se pensase en Jesús simplemente como un universo está actuando permanente­
maestro o un profeta. Ello se debe a que el énfasis no recae mente en la vida y obra de Jesús, es El Creador del univer­
so está actuando per­
sobre las ideas de Jesús, sino sobre 10 que él ha hecho; es decir, que es Dios quien hace 10 que manentemente en la
alguien que a través de su acción y de su invitación ha mar­ hace Jesús. «No envió a un ángel a vida y obra de Jesús.
cado una notable diferencia en el panorama de la humani­ nuestra estirpe / de un lugar elevado
dad, creando una nueva comunidad que ora de una forma o abismal», dice un antiguo himno, retomando el lenguaje
única. Ante algo así, muy pocos parecen decir: «[Qué inte­ del primer capítulo de la Carta a los hebreos, cuando pre­
resante!»; más bien tienden a preguntar: «¿Quién es éste tende establecer definitivamente una clara división entre 10
que tenemos delante?, ¿con qué derecho afirma todo es­ que se afirmaba respecto a los poderes angélicos y 10 que
to?». El judaísmo de esa época se caracterizaba por estar se decía de Jesús.
plagado de especulaciones acerca de los poderes angélicos, No obstante, a menudo la oración va por delante de las
a quienes se había concedido participar en cierto grado en ideas. Es posible descubrir cómo estas distinciones apare­
la gloria de Dios y de quienes se esperaba que al final de los cen paulatinamente y con mayor claridad en las mentes de
días aparecerían sobre la tierra de alguna forma. Es posible los escritores neotestamentarios, pero algo ha ocurrido mu­
percibir que muy pronto a Jesús se le aplicaron elementos cho antes en el corazón y en la imaginación. En uno de los
del lenguaje y de las imágenes que formaban parte de este primeros capítulos de los Hechos de los apóstoles (el regis-

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MOTIVOS PARA CREER UN HOMBRE PARA LA ETERNIDAD

tro de los primeros años de vida de la comunidad cristiana), una muerte trágica, no es ni remotamente plausible. El as­
san Lucas describe el dramático juicio y ejecución de Este­ pecto más asombroso de lo que se gestaba en torno a Jesús
ban, el primer mártir cristiano. En el momento de su muer­ está ahí desde el comienzo. y se ve reforzado por la convic­
te, Esteban ora espontáneamente a Jesús diciendo: «Señor ción que impulsó a los amigos de Jesús a marchar a tierras
Jesús, recibe mi espíritu» (Hch 7, 59). Igual que, en los extrañas con el fin de divulgar la buena noticia en otras len­
evangelios, los discípulos de Jesús preguntan: «¿Quién es guas. Estaban convencidos de que lo que tenían que decir
éste que hasta los vientos y las olas le obedecen?»; o sus acerca de Jesús sería igualmente relevante allá donde fuesen
enemigos preguntan: «¿Quién es éste que perdona peca­ y para cualquier persona con quien se encontraran. No era
dos?», podemos nosotros plantearnos ahora: «¿Quién es preciso ser un judío palestino, o hablar griego o arameo, pa­
éste que recibe espíritus?». Cuando Jesús muere, según san ra comprender.
Lucas, encomienda su espíritu al Padre, y ahora aquí tene­ Esto es algo sumamente importante y sorprendente. Ten­
mos a Esteban encomendando su espíritu a Jesús. En otras gamos en cuenta que en el mundo antiguo se daba bastante
palabras, los cristianos se acercan a Jesús como si estuvie­ poco lo que llamaríamos «actividad misionera»; la praxis
se en perfecta unidad con Dios, asociado con él, capaz de religiosa era en gran medida local y étnica. Algunos cultos
hacer lo mismo que él, de modo que es posible dirigirse a él menores se desplazaban y cosechaban cierto éxito lejos de
como si fuera Dios. En el último libro de la Biblia, el Apo­ su hábitat natural, pero nadie en ese mundo iba por ahí di­
calipsis de Juan, la serie de visiones comienza con la apari­ ciendo que esta historia era potencialmente la de todos. Sa­
ción de Jesús resucitado, que es saludado por el profeta vi­ bemos algunas cosas de la manera en que la primitiva comu­
sionario mediante las postraciones características del culto. nidad cristiana se fue extendiendo por las ciudades griegas
Un poco después, cuando el profeta va a postrarse ante un del Mediterráneo, por Roma e incluso más allá; conocemos
ángel, es duramente reprendido. mucho menos, y aun así bastante, de cómo los misioneros
Lo llamativo es lo rápido que todo esto encontró su lugar viajaron a Persia e India en esos primeros momentos. Y 10
en el ámbito del culto y la imaginería, aun cuando las ideas hacían con la sublime confianza de que 10 que tenían que de­
tardaron en ponerse al día. Todo esto ocurre en un periodo cir acerca de Jesús sería tan desafiante y vivificador allí co­
de tiempo que, como mucho, no sobrepasa los sesenta años. mo en cualquier otra parte. Contemplaron a Jesús como «un
Existen muchas pruebas que indican que se produjo en un hombre para la eternidad» I , un hombre para cualquier clima
plazo mucho más breve, unos treinta años. La idea de que la
consideración de Jesús como alguien divino es una adición 1. El original inglés dice literalmente: a manjar al! seasons (un hombre
tardía de teorías extranjeras (griegas) a un sencillo mensaje para todas las horas), expresión que Erasmo aplica a Tomás Moro. Cuando
Fred Zinnemann la usó de título para su película sobre este santo inglés, fue
original acerca de Jesús, como un gran maestro que sufrió traducida al castellano como Un hombrepara la eternidad [N. del T.].

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MOTIVOS PARA CREER UN HOMBRE PARA LA ETERNTDAD

y cualquier lengua, capaz de transformar cualquier situación verdad más profunda que ahora se nos impone es que lo que
humana por medio de su presencia. Esta forma de expresar­ entendemos por «Dios» no sólo puede ser poder e iniciativa;
lo nos trae el recuerdo de aquello que dijimos sobre la natu­ también incluye receptividad y reciprocidad en amor y gra­
raleza omnipotente de Dios, capaz de transformar cualquier titud. Por expresarlo burdamente, Jesús no es Dios solamen­
circunstancia. te cuando es fuerte y domina; es Dios cuando habla con ca­
Por lo tanto, se considera que Jesús encama y hace visi­ riño a Dios Padre; cuando, por amor al Padre, se sumerge
ble el plan y la obra de Dios; viene a descubrir la paz y la en lo que su naturaleza humana teme o anhela. Tomando la
alabanza como nuestro destino, la reconciliación con Dios y vida de Jesús en su conjunto, se nos invita a pensar en el
con los demás -y no sólo hace mani- amor de Dios como en un dar y recibir, en un flujo y reflu­
Jesús... es quien ha­ fiesto todo esto, sino que también lo jo, en una iniciativa y en una dependencia. Una vez más,
ce creíble y fidedig­
no a Dios de manera hace posible-. Es quien hace creíble y muy pronto los autores del Nuevo Testamento comenzaron a
perfecta. fidedigno a Dios de manera perfec- bregar con esta noción de un Dios cuya vida no era la de un
ta. En su segunda carta a la Iglesia de individuo celestial cerrado en sí mismo, sino una vida de re­
Corinto, san Pablo dice que todas las promesas de Dios en­ lación, y también de movimiento y diferenciación interna.
cuentran su «sí» en Jesús (2 Cor 1,20). Él hace, pues, que Jesús vuelto hacia el mundo es la sabiduría y la fuerza
podamos fiamos de la promesa de Dios. de Dios en acción; pero Jesús vuelto hacia el Padre es la
encamación de una especie de respuesta divina a la gene­
rosidad de Dios, el Hijo vuelto hacia el Padre. La vida de
Aún hay más. Sí, Jesús es un ser humano en el que actúa Dios no es sólo el don que se derrama, es una vida en la
Dios sin interrupción ni obstáculos. Pero ... un momento: el que nuestra propia respuesta de gratitud desinteresada tam­
Jesús que nos encontramos en los evangelios es alguien que bién está anticipada. Jesús es la respuesta divina encamada
ora, que habla de poner su voluntad y sus decisiones al ser­ en nuestra naturaleza y en nuestro mundo; responde libre y
vicio de su Padre. Es alguien que se encuentra en una rela­ plenamente al don del Padre, y esa respuesta no es menos
ción de dependencia con aquel a quien se dirige como Pa­ divina que el don: una respuesta perfecta que es a la vez
dre. En él se da la iniciativa, la potencia y la acción divinas, humana y sobrehumana.
pero también existe humildad, disponibilidad y receptividad. Los cristianos tardaron tres siglos y medio en encontrar
De algún modo, la presencia divina en Jesús, si existe real­ palabras que no naufragasen por completo a la hora de ex­
mente esa presencia en todo lo que dice y hace, se manifies­ presar esto, e incluso entonces encontraron solamente una
ta a través de esta humildad y disponibilidad, no sólo a tra­ especie de fórmula de contención, no una teoría definitiva.
vés de la potencia, tal como nosotros la entendemos. Y la Sin embargo, ya en el evangelio de san Juan, en su verda-

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MOTIVOS PARA CREER UN HOMBRE PARA LA ETERNIDAD

deramente extraordinario primer capítulo, percibimos un cama verdaderamente el amor y la acción eternos y absolu­
bosquejo de todo esto -a lo sumo, sesenta o setenta años tos de Dios; pero lo que resulta tan asombroso y revolucio­
después de la crucifixión-. Desde el principio -dice Juan­ nario, lo que decididamente distingue a la fe cristiana inclu­
irradia la energía viva de Dios, su mente y su designio, su so de las religiones emparentadas con ella, es esta imagen
logos (del que «palabra» es sólo una traducción parcial); de una vida divina que conlleva tanto recibir como dar, tan­
y en esta energía se creó el mundo. Pero esa energía viva y to depender como controlar. Significa, entre otras muchas
comunicante es en sí misma una forma de vida que está cosas, que nosotros, seres humanos que participamos en re­
«en relación» con Dios -en griego, pros ton theon, literal­ laciones donde damos y recibimos, donde en ocasiones de­
mente «dirigida hacia Dios»-. La mente, el designio de pendemos de alguien y en otras son
Dios nunca comienza
Dios queda cristalizado en una forma de existencia divina los demás quienes dependen de noso­ una relación de amor;
que devuelve con cariño y fidelidad todo aquello que Dios tros, podemos reflejar la vida de Dios éste es un aspecto
que le configura des­
ha derramado. Todo lo que hay es Dios y, sin embargo, es en todas las dimensiones de nuestra de la eternidad.
la energía amorosa de Dios bajo un nuevo modo, no de do­ existencia. No somos menos imagen
nación, sino de respuesta. Si acudimos a san Pablo, encon­ de Dios cuando reconocemos nuestra dependencia y damos
traremos, expresado de una forma menos económica, la idea gracias que cuando tomamos decisiones o mostramos a otra
de Cristo como fuerza y sabiduría de Dios, y la idea de 'Cris­ persona el amor de Dios. La verdad es que no es éste un
to como aquel que recapitula todas las cosas creadas por el mensaje fácil para un mundo profundamente enamorado del
Padre y las devuelve al Padre, mediante una obra de amor ideal de la absoluta autosuficiencia; pero esa es otra histo­
eterno que se ha materializado en el tiempo y el espacio ria. Esta visión sorprendente y dificil también supone que
(compárese el capítulo 1 y el capítulo 15 de la Primera car­ Dios nunca comienza una relación de amor; éste es un as­
ta a los corintios). Jesucristo, el rey ungido del pueblo de pecto que le configura desde la eternidad. El amor no co­
Dios, se halla en el centro de un movimiento doble, el de la mienza sólo cuando Dios crea el mundo.
vida de Dios en dirección hacia el mundo y el del camino de
reconciliación del mundo con Dios.
...
Por ello, no constituye ninguna sorpresa el hecho de que Por consiguiente, nos encontramos con el relato de una
los escritores de la Biblia no quedasen satisfechos con un realidad humana: la de un hábil artesano de una aldea in­
esquema que convierte a Jesús en una mera fuerza celestial significante en una atrasada provincia ocupada por ejérci­
al lado de otras. Con bastante sorna, el autor de la Carta a tos extranjeros (podríamos imaginarnos hoy día un mecá­
los hebreos lanza esta pregunta: «¿A qué ángel dijo Dios al­ nico de automóviles de un lugar cercano a Basora, en Irak).
guna vez: 'Tú eres mi hijo', como dice a Jesús?». Jesús en- Es alguien que caminó por las sucias y polvorientas calles

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MOTfVOS PARA CREER UN HOMBRE PARA LA ETERNIDAD

de su aldea y por los caminos rurales, que sintió hambre y


sed, que durmió y veló, que comió y bebió, que sintió emo­
ciones normales y que murió. y se nos pide que leamos es­
ta historia como la historia de la obra de Dios en medio de
nosotros, porque esa vida cambia lo que es posible para los
seres humanos y demuestra de una vez para siempre quién
es Dios, qué es lo que quiere y qué es lo que hace. Por eso,
el credo de Nicea, en el siglo IV, toma aliento para resu­
mirlo de esta forma:

[Creemos] en un solo Señor Jesucristo,


Hijo único de Dios,
nacido del Padre antes de todos los siglos, «Una misma luz»: oración en Sudáfrica.
Dios de Dios, Luz de Luz,
Dios verdadero de Dios verdadero, llama viva de la naturaleza de Dios sin condiciones ni men­
engendrado, no creado,
gua, es «de la misma naturaleza» del Padre; su carácter y su
de la misma naturaleza del Padre,
naturaleza han de ser definidas exactamente como las del
por quien todo fue hecho.
Padre. Y gracias a esta relación eterna existe el mundo, por­
que Dios es siempre un Dios de la relación y del don, inde­
Lo que vive y actúa en Jesús es el primer y especial
pendientemente de la existencia de un universo.
«producto» de la vida divina, engendrado por el amor in­
Quizá descubramos por qué esto nos conduce muy cerca
condicional al margen de la existencia del mundo. y la re­
de la razón por la que es posible percibir a Dios como al­
lación de esa realidad única con Dios Padre no sólo es la del
guien fidedigno. Dios se ha mostrado en Jesús sencillamen­
hijo con sus padres; es como la de una llama con aquella
te como siempre es; no decide ser como Jesús durante unos
otra de la que ha tomado la luz -una de las imágenes prefe­
treinta años -o aunque hubieran sido treinta mil-. Dios es
ridas de los primeros cristianos y muy válida todavía-. Si
así y no de otra manera. Hay una frase vinculada a dos de
encendemos una llama a partir de otra, seguimos teniendo la
los grandes pensadores anglicanos de la última generación,
misma llama y, además, tan brillante y caliente como la pri­
Michael Ramsey y John V. Taylor: «Dios es cristiforme y en
mera. Luz de luz: el Padre, la Fuente, deposita todo lo que
él no hay nada que no lo sea»2. Lo que vemos en Jesús es lo
es y posee en el corazón de este «producto», de esta realidad
«engendrada», el Hijo. El Hijo comparte verdaderamente la 2. Por ejemplo, ef. 1. Y. Taylor, The Christlike God, London 1992.

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......,.
MOTIVOS PARA CREER UN HOMBRE PARA LA ETERNIDAD

que Dios es; lo que Dios es, es la efusión y la devolución de Ningún cristiano sensato ha negado jamás que pensar en
un amor desinteresado que constituye la esencia misma de esto resulta en principio dificil y a la vez estimulante. Por
la definición de Dios, en la medida en que podemos hablar una parte, vemos al ser humano -el mecánico, el hombre
de una «definición» del misterio. La frase del credo: «de la que sufre y llora, duerme y se despierta, vulnerable y mor­
misma naturaleza del Padre», puede sonar un tanto fría y tal-; por otra, contemplamos la acción de Dios, que remo­
técnica, y todavía más la palabra «consustancial» (este tér­ dela la comunidad que ha ele-
mino se halla en los últimos versos de uno o dos antiguos gido y, a través de ella, remodela La enseñanza cristiana no
es estática; siempre está
himnos: «Consustancial, coeterno / por los siglos de los si­ la creación entera -la acción de Intentando aprender de
glos»), Sin embargo, debería ser una de las palabras más en­ Dios, la Palabra poderosa-. y no los últimos errores.
tusiasmantes de nuestro vocabulario, pues nos dice que lo es posible separarlas. Como a los
que ocurre en la persona y la acción de Jesús de Nazaret, el primeros teólogos de la Iglesia oriental les gustaba decir, es
trabajador de aquella ciudad perdida, comparte nada menos la misma persona la que llora por su amigo Lázaro y la que
que la misma esencia de Dios. Lamento decir que algunos lo levanta de entre los muertos; dos formas de vida, una de
nuevos himnarios han optado por alterar estas palabras, en ellas todopoderosa, la otra enteramente vulnerable, pero vi­
atención a aquellos que no comprenden el significado de vidas en una misma persona.
«consustancial»; quisiera promover una pequeña campa­ Gilbert K. Chesterton, en su obra Ortodoxia, afirmaba
ña de desobediencia civil cuando nos encontremos con esas que la verdadera doctrina cristiana se parece a una carre­
nuevas versiones aguadas. ta que marcha a gran velocidad por la carretera, balanceán­
Porque Dios es así, existe el mundo. Dios, podríamos dose peligrosamente de un lado a otro y, pese a todo, man­
decir, está acostumbrado a compartir la vida, a derramar teniéndose en pie -«revuelta, pero siempre firme»-. El
amor. No tiene por qué hacerlo (como si una fuerza ajena le tambaleo es evidente en la mayor parte de la historia del
obligara), pero el hecho de hacer un universo en el que po­ cristianismo: en ocasiones subrayamos en exceso al Jesús
der crear más partícipes de su amor está completamente en humano, olvidando al divino; otras veces (probablemente
sintonía con su ser. Un antiguo teólogo dice que Dios es más a menudo) ocurre lo contrario. De cualquier manera, el
«engendrador» por naturaleza, y si no lo fuera, no habría lenguaje, la oración y las imágenes encuentran su equili­
otra cosa que no fuera Dios. La efusión de amor de Dios brio y siguen adelante. Al menos, esto significa que la en­
para con el mundo, en la vida y muerte de Jesús, está en señanza cristiana no es estática; siempre está intentando
perfecta continuidad con la creación misma y con la verdad aprender de los últimos errores.
eterna del Padre que «engendra» al Hijo, como un gran río
que atraviesa distintos paisajes.
...
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MOTIVOS PARA CREER UN HOMBRE PARA LA ETERNIDAD

Los cristianos han empleado todo género de imágenes destreza son asumidos por esta realidad misteriosa y dife­
para aclarar la relación entre la eterna vida divina del Hijo o rente que es la obra a la que debe dotar de vida. Tiene que
la Palabra y el individuo humano, Jesús de Nazaret. Una manifestarse la visión y la imaginación de otra persona -el
imagen que me ha ayudado bastante a lo largo de los años es compositor- no desplazando la peculiaridad humana del in­
pensar por un momento en la música. Cuando ves a un gran térprete, sino «saturando» el ser del intérprete durante el mo­
intérprete, un cantante o un mento de su actuación.
instrumentista, dando vida Ahora bien, ¿sería posible imaginar lo que puede supo­
a una pieza musical, con­ ner que toda una vida se entregue a la «interpretación» de
templas a un ser humano esa manera? Porque eso, ciertamente, es lo que intentamos
al límite de su habilidad y decir de Jesús como ser humano. Está interpretando el amor
de su concentración. Toda de Dios, el plan de Dios, sin descanso, sin una nota en falso,
su fuerza, toda su libertad e sin un tropiezo; sin embargo, no deja de ser él mismo, con
incluso se podría decir que todo lo que le hace propiamente humano implicado en su
todo su amor, están centra­ obra creativa. Al ver a los grandes músicos, descubrimos
dos en dar vida a la obra y tanto la intensidad de la lucha como la fuerza de la alegría
a la idea de otra persona. que los acompañan. Independientemente de lo que suceda,
Piensa en la legendaria in­ los intérpretes no pierden su propia humanidad, su persona­
terpretación del concierto lidad. En la plenitud de su habilidad y de su gozo, se hace
para violonchelo de Elgar presente otro. Lo mismo ocurre con Jesús: una vida y una
a cargo de Jacqueline du voluntad humanas cuya fuerza y cuyo gozo consisten en in­
Pré -prodigiosamente bien terpretar quién es Dios y qué es lo que desea, interpretar la
filmado- y tal vez entien­ Palabra de Dios. Cuando los primeros cristianos insistieron
Jacqueline du Pré. das lo que quiero decir. No en que no podíamos imaginar pecado en Jesús, no afirma­
obstante, es posible perci­ ban algo negativo, sino algo positivo: no hay nada en esta
birlo cada vez que vas a un concierto, ya sea de música clá­ interpretación que obstaculice al compositor. Y cuando sub­
sica o popular, cuando asistes a una liturgia catedralicia con rayaron que no es que hubiera un «hueco» en la humanidad
un coro, cuando contemplas de cerca a un cantante en la pan­ de Jesús en el que Dios se introducía, insistían en que ésta
talla gigante. Nos encontramos con alguien que es plena­ era la interpretación de una única obra: la humanidad del in­
mente él mismo, libre e independiente y, sin embargo, du­ térprete alcanza su más plena realidad en la actuación. Nos
rante unos momentos todo su ser, toda su vida, su libertad, su molestaría mucho que, en medio de una gran interpretación,

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MOTIVOS PARA CREER UN HOMBRE PARA LA ETERNIDAD

el cantante o el músico se detuviera de pronto y dijera: «Per­ ocurre sin que María diga «sí». Anteriormente indiqué al­
mitidme que os cuente cómo me hace sentir esto». gunas razones para no prescindir de la doctrina de que Jesús
Existe, por consiguiente, un agente, una realidad viva, la nació de una virgen; sin embargo, lo realmente significativo
Palabra de Dios que existe poderosa desde la eternidad y se es que el consentimiento humano, la apertura humana al so­
manifiesta de forma «traducida» en un ser humano, Jesús. plo de Dios, forma parte de este momento. Dios no ignora
Dos «tipos» de vida, pero en la práctica vividos en una ac­ la historia, dejándola de lado y creando algo especial en el
ción continua. El credo nos asegura que la vida de Jesús so­ mundo. Dios invita a que dé su consentimiento una persona
bre la tierra comienza con la acción del Espíritu santo y a que criará a Jesús fisica y espiritualmente, hasta que llegue
través de la virgen María, y esto pretende explicar hasta a convertirse en el perfecto vehículo de Dios.
cierto punto la cuestión sobre la que estamos reflexionando. En cierto modo, toda la historia del antiguo pueblo de
Por supuesto, todavía no hemos oído hablar del Espíritu Dios encuentra aquí su sentido, la historia de un pueblo que
santo en el credo, aunque después nos ocuparemos más de­ ha recibido gracias y dones de Dios, y que «se ha hecho
tenidamente de esta tercera dimensión de Dios. Queremos responsable» de Dios en el mundo. Todo lo que Dios ha
simplemente dar una especie de anticipo de las secciones concedido a esta comunidad de elegidos se concentra cuan­
finales, donde deberemos meditar cuidadosamente sobre do se pregunta a María si va a hacerse responsable de Dios
ese aspecto de la vida de Dios que conecta cielos y tierra, en el mundo de una forma única. Se le pide que respire el
que hace que el Hijo eterno viva en la creación. Cuando el aliento de Dios y que geste la encamación de Dios en su
credo sostiene que es necesario afirmar estas dos formas de cuerpo, comprometiendo sus emociones, sus pensamientos
contemplar el nacimiento de Jesús -a través del Espíritu y a y su cariño. Jesús comienza a existir como ser humano gra­
través de María-, lo que está diciendo es que no podemos cias a este encuentro entre la gracia de Dios y la disponibi­
pensar que la vida de Jesús es simplemente el resultado de lidad y apertura humanas de María, la llena de gracia.
lo que dispone la historia humana, otro episodio de la vida
• • •
del mundo. La acción de Dios que subyace al mundo y lo
anima en este caso debe estar particularmente cerca de la su­ En el credo sólo aparecen mencionados tres individuos:
perficie. No obstante, es también la historia humana la que Jesús, María y Poncio Pilato. Es decir: Jesús, alguien que le
abre el camino. dice «sí» y alguien que le dice «no». Se puede afirmar que
Jesús viene a la tierra porque Dios exhala sobre el mun­ estos tres nombres delimitan todo el territorio en que nos
do su «soplo» (que es justamente lo que significa «espí­ movemos. A lo largo de nuestras vidas, oscilamos de un po­
ritu»), de la misma manera que sopló en el primer ser hu­ lo al otro, hacia un «sí» más profundo o hacia un «no» más
mano en el relato de la creación del Génesis. Pero esto no profundo. y en el centro se alza aquel que da sentido a todo,

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MOTIVOS PARA CREER UN HOMBRE PARA LA ETERNIDAD

aquel en cuya vida debemos intentar crecer, que puede tra­ la hicieran necesaria? Se podría decir que la encarnación, la
bajar con nuestro «sí» e incluso superar nuestro «no». venida del Hijo de Dios a este mundo como un ser de carne
Cuando reflexionamos sobre María, no deberíamos te­ y hueso, es el resultado natural de la manera en que se de­
mer reconocer su particular función. Desgraciadamente, ha sarrolla toda la historia de la creación. Algunos pensadores
sido objeto de grandes polémicas a lo largo de los siglos. A cristianos se han acercado a esa formulación. No obstante, la
veces se ha exagerado tan estrafalariamente su importancia mayoría, siguiendo la que parece la lectura más natural de
que otros han reaccionado tratando de empequeñecerla. Al la Biblia, ha querido afirmar que tiene que ver con lo que no­
menos, es la primera persona que sotros, como seres humanos, necesitamos. Desde cierto pun­
Jesús, Maria y Ponclo puso su confianza en el Dios que nos to de vista, se trata de la manera de enfrentarse a una crisis o
Pilato ... Se puede afir­
mar que estos tres es mostrado en Jesús. Al menos es a un callejón sin salida en los asuntos humanos. Algunas ex­
nombres delimitan nuestra hermana mayor en la fe. y plicaciones cristianas se han centrado primero en esto, para
todo el territorio en
que nos movemos.
con frecuencia las hermanas mayores luego pasar a tratar la identidad de Jesús y su relación con el
tienen un papel especial, pues ayu­ Padre. Yo he optado por seguir la dirección que marca el cre­
dan a que sus hermanos más pequeños crezcan y descubran do, comenzando por «quién» en vez de «por qué». No hay
el mundo. Una hermana mayor que sabe qué tiene entre ma­ una forma que sea más correcta que la otra. Pero puede re­
nos puede marcar una diferencia notable. sultar útil a algunas personas descubrir que lo que decimos
Maria sabía lo que tenía entre manos. Por medio de su sobre Jesús es una buena base para determinar que podemos
consentimiento, hizo posible a Jesús en ese momento y en confiar en Dios, antes de examinar pormenorizadamente qué
ese lugar. Y no deberíamos avergonzarnos de mirarla, pi­ diferencia marca Jesús y por qué era necesario marcarla. Si
diendo que nos tome de la mano mientras damos los pri­ podemos partir de la convicción de que aquél que nos habla
meros pasos, para hacer posible a Jesús en este momento y en la vida de Jesús es digno de confianza, porque muestra la
en este lugar. Es tremendamente dificil imaginar la profun­ consistencia de su amor, disponible e intacto en todas las co­
didad y el valor de lo que Dios le pide en el relato de la sas, podemos estar más preparados para fiarnos de lo que se
anunciación de Lucas; contemplarla y meditar sobre su afirma como resultado de su vida -y de su muerte-. Si, se­
«sí», buscar su amistad en la oración no es, en absoluto, ni gún las palabras de Pablo en la Carta a los colosenses, «Dios
una excentricidad ni una necedad para el cristiano que de­ tuvo a bien hacer habitar en Jesús la plenitud», reconocer es­
see crecer en su fe. to nos ayudará a percibir mejor cómo puede rastrearse la ac­
En torno y más allá de estas cuestiones, persiste una pre­ ción de Dios en Jesús y cuál es su propósito.
gunta: «¿Por qué exactamente se requería esta vida, la vida
de Jesús?». ¿Qué hay en los planes y designios de Dios que

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«PADECIÓ Y FUE SEPULTADO,
y RESUCITÓ AL TERCER DÍA»

Paz y alabanza, reconciliación y deleite, ésta es la meta


de Dios. Pero no es en absoluto evidente en nuestro mundo.
En general, no se puede decir que los seres humanos estén
reconciliados entre sí, y la alabanza a Dios apenas se escu­
cha. A lo largo de los siglos y con demasiada frecuencia, la
imagen de Dios en el corazón y la mente del ser humano ha
sido negativa, temible, trivial o todas esas cosas a la vez. El
mundo no está donde podría ni donde -si las reflexiones
que hemos ido exponiendo hasta el momento son acerta­
das- debería. Dios nos ha creado y nos ha dotado de liber­
tad para que reflejemos su vida; no obstante, dedicamos
nuestra mente y nuestra libertad a protegemos, en lugar de
a repartir la vida que hemos recibido. En el evangelio de san
Lucas leemos la historia del hijo que huye, del hijo «pródi­
go»; y cuando Jesús describe cómo era la vida de este mu­
chacho cuando su situación empeoró, dice que «nadie le
daba» -según la escueta fórmula de la versión de la Biblia
del rey James (1611)-. El mundo que nos resulta familiar
es aquél en el que las personas no dan normalmente a los
demás tanto como podrían, y mucho menos dan a Dios. Es

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MOTIVOS PARA CREER EL PRECIO DE LA PAZ

un mundo con férreas defensas entre individuos, naciones, pensadores contemporáneos, viendo que otras personas tam­
grupos étnicos, clases y religiones. bién lo desean y compitiendo con ellos por conseguirlo.
Por tanto, no nos encontramos donde podríamos y debe­ Antes de comenzar a tomar decisiones, nuestras opcio­
ríamos estar, en un estado en el que la paz se fundara en lo nes se han visto silenciosamente limitadas de esta manera.
que algunos gustan de denominar la «economía del don», Hablar de pecado original no significa necesariamente ha­
una vida basada en la generosidad mutua. En la vida cotidia­ blar de la existencia de una gran maldición metafísica que
na podemos caer en la cuenta de qué importante es esta eco­ pende sobre la raza humana. Se trata simplemente de obser­
nomía, simplemente a través de las muestras de cariño en la var que nuestra manera de aprender a ser está mezclada con
familia, la cortesía o la amabilidad. Sin embargo, en nues­ el aprendizaje de lo que no favorece nuestra vida o nuestra
tra propia vida, y aún más en la vida de las grandes reali­ alegría. y cada error y cada giro equivocado en la historia
dades colectivas en las que vivimos -las naciones y las cul­ de una persona, al igual que en la historia de nuestra espe­
turas-, dejamos esto constantemente de lado. Cada uno de cie, nos cierra cada vez más en nosotros mismos. Por ello,
nosotros sabe que enseguida tomamos el camino fácil cuan­ no resulta sorprendente que nos alejemos más y más de la
do dar a otra persona se convierte en algo complicado o cos­ paz, siendo cada vez menos libres para el don.
toso, o nos acarrea alguna desventaja. (Detente aquí un mo­ Se necesita algo que dé marcha atrás, que rompa el círcu­
mento -como hago yo al escribir- y piensa en las últimas lo. La audacia de dar tiene que encontrar su lugar en el cen­
veinticuatro horas ... ). La doctrina cristiana que queda resu­ tro de todo, en el seno del mundo de los intercambios y las
mida en el concepto del «pecado original» básicamente in­ interacciones humanas. Sólo un acto histórico tangible, un
tenta explicar que se trata de un embrollo que se remonta a acto humano, es el que puede romper con todo esto; no obs­
las raíces mismas de la humanidad. La imagen que me vie­ tante, los seres humanos, atrapados en el círculo del rechazo
ne a la cabeza son las carreteras rurales de Monmouthshi­ y la defensa, no son lo suficientemente humanos para lle­
re que se me hicieron familiares cuando, como obispo de varlo a cabo. Así, empezamos a perfilar una respuesta a la
Monmouth, las recorría cada semana para llegar a las parro­ pregunta de por qué era necesaria la vida y la identidad de
quias más lejanas: si no te percatas de una recóndita señal, si Jesús. Sólo una palabra humana, un acto humano sanará el
tomas el desvío equivocado, ya no puedes arreglarlo simple­ proceso de la historia humana; no lo lograrán ideas o idea­
mente volviendo a girar. En la historia de la humanidad se ha les, sino un momento de la historia en que las relaciones se
transmitido el arraigado hábito de volvernos hacia nosotros transformen de forma definitiva, cuando sea posible la no­
mismos, de encerrarnos en nuestro yo. Aprendemos a ser hu­ vedad. Sin embargo, sólo la libertad divina resulta adecuada
manos aprendiendo a la vez los hábitos del egocentrismo. para llevar esto a cabo, porque en la libertad de Dios (si re­
Aprendemos qué queremos, como han destacado algunos cordamos el primer capítulo) no hay rastro de interés o de

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MOTIVOS PARA CREER EL PRECIO DE LA PAZ

defensa personal. Si sabemos lo que significa confiar en el La única persona plenamente humana es percibida como
Dios que creó el mundo, podemos descubrir de dónde espe­ el enemigo de la humanidad. Una vez más, no debemos
rar la acción que lo transformará. buscar teorías complejas o místicas para entender esto; sim­
De este modo, el lenguaje aparentemente abstracto acer­ plemente parémonos a damos cuenta de que la bondad nos
ca de Jesús como alguien plenamente humano y plenamen­ resulta tantas veces inquietante y sospechosa (o incluso de
te divino está enraizado en esta sencilla preocupación por que nos alivia descubrir que una persona ejemplar resulta no
encontrar un acto humano que ponga en juego la libertad ser tan buena, después de todo). Enfrentados con la verda­
divina. Jesús es el acontecimiento humano que da marcha dera bondad, nuestro instinto frecuentemente nos empuja
atrás a la corriente de egocentrismo, porque está incondi­ a escondemos. y esto resulta to-
cionalmente abierto a la libertad divina. La humanidad de davía más evidente si pensamos Enfrentados con la verda­
dera bondad, nuestro ins­
Jesús está impregnada con la respuesta divina a Dios Padre: en cómo buscamos chivos expia­ tinto frecuentemente nos
es una vida en la que se encama Dios Hijo o Dios Palabra. torios en nuestra vida social: re­ empuja a escondernos.
Por ello, se trata de una vida sin restricciones, sin rivalidad forzamos nuestro sentido de per­
y sin envidia en su capacidad de donación. En paz con Dios tenencia identificando arbitrariamente a alguien como un
Padre, es una vida que establece la paz en el mundo huma­ enemigo o una amenaza. Cuando alguien trata de fomentar
no allí donde actúe. la unidad y la paz, se origina una violencia aún mayor. En las
y vale con esto, podríamos decir; eso es lo que necesi­ últimas décadas, la lucha por los derechos civiles en Estados
tarnos saber. Jesús es el amor perfecto hecho carne y hueso. Unidos produjo asombrosos niveles de violencia asesina
Pero no es tan fácil. En un mundo de opciones limitadas, contra los defensores de la justicia racial, incluso yespecial­
giros equivocados y versiones totalmente falsas de quiénes mente contra activistas comprometidos con métodos no vio­
y qué somos, un amor de este tipo no va a parecer algo ob­ lentos. El asesinato de Martin Luther King en 1968 supuso
vio o natural. Parecerá ir a contracorriente. Todavía peor, a el espantoso clímax de todo esto. Si alguien asume el com­
quien es libre para dar se le ve como un extraño, como un promiso de establecer la paz, se arriesga a recibir un violen­
enemigo. En la escalofriante novela El señor de las moscas to «no», de manera que asumir la responsabilidad de hacer
de William Golding, Simon, el niño que ha descubierto que creíble a Dios en el mundo, tal como reflexionábamos ante­
no hay nada que los otros niños náufragos deban temer, riormente, está lleno de riesgos. Cuanto más plenamente se
irrumpe en el círculo de la improvisada danza ritual que es­ asume esta misión, mayor es el riesgo.
tán realizando (destinada a aplacar las fuerzas malignas Si hablamos de Jesús como aquel ser humano que ofre­
que temen) para decirles que todo está bien. y los demás se ce un don divino, que ofrece un amor ilimitado al Padre y
vuelven contra él y lo matan. al mundo, estamos hablando necesariamente de alguien que

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MOTIVOS PARA CREER EL PRECIO DE LA PAZ

nos dice: «Esto es lo que significa vuestra falta de verdad:


se os ha ofrecido un amor incondicional y lo habéis recha­
zado con odio. Habéis llegado a una situación en la que sois
incapaces de reconocer la vida en sí. No distinguís entre vi­
da y muerte. La realidad en vosotros está muerta». Lo que
sucede con Jesús -su terrible sufrimiento físico, su tormen­
to mental y espiritual al gritar a Dios preguntando por qué
ha sido abandonado- es una especie de imagen de nuestro
destino definitivo, la muerte que supone la ausencia de rea­
lidad por habernos desligado de la verdad. Rechazando lo
que Jesús tiene que ofrecer, mostramos hacia dónde nos di­
El coste de la destructividad humana: refugiados huyendo de la guerra de Irak. rigimos. En ese sentido, al menos, Jesús carga con el peso
de nuestro pecado, soportando el resultado de lo que nor­
va a estar tremenda y terriblemente falto de seguridad en el malmente hacemos. San Pablo dice que Cristo «se hace»
mundo. Se enfrentará al peso de nuestra inveterada oposi­ pecado, que se convierte en una especie de imagen encarna­
ción; cargará con el coste de la arraigada rebelión contra da de lo que somos y que acepta sobre sí la maldición que
nuestra verdadera identidad. Los cristianos dicen que Jesús pesa sobre nosotros (cf. 2 Cor 5, 21; Ga13, 13).
«pagó el precio del pecado». El pecado, el estado de rebe­
lión contra la verdad, tiene sus consecuencias; nos cuesta al­
...
go. Si vivimos en la insinceridad y en el autoengaño, esta­ El Nuevo Testamento busca palabras e imágenes para
mos automáticamente condenados a socavar y destruir la comprender esto desde distintos ángulos. Una de las más
vida que existe en nuestro interior. No podemos vivir en­ obvias e inmediatas es, claro está, la de sacrificio. El sacri­
frentados a la realidad y esperar sobrevivir indefinidamen­ ficio es, según la Escritura hebrea, un don que establece la
te (razón por la cual la crisis medioambiental es un símbolo paz con Dios. Cuando te encuentras alejado de Dios a cau­
tan poderoso y drástico de nuestro pecado comunitario). Por sa de una irregularidad moral o ritual, tienes que preguntar
tanto, cuando Jesús afronta el rechazo final, inflexible y vio­ qué necesitas dar para restaurar esa relación, reconociendo
lento de las autoridades religiosas y políticas de su tiempo, que la ofrenda será costosa. Así, es posible hablar de Jesús
podemos decir que él «encarna» no sólo los designios y po­ como un sacrificio, de forma que éste paga a Dios el precio
sibilidades de Dios, sino también los efectos de la autodes­ de todo lo que es y hace para restaurar la paz con el mundo.
trucción de los seres humanos. Jesús, colgado de la cruz, Los pensadores judíos de la época inmediatamente anterior

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MOTIVOS PARA CREER EL PRECIO DE LA PAZ

a Cristo, basándose en muchos pasajes de la Escritura he­ templarse desde la perspectiva adecuada. Como debe ser, el
brea, ya habían formulado la idea de que una vida de obe­ credo niceno lo expresa con sencillez, en pocas palabras:
diencia era una especie de sacrificio, quizás el único ver­ «por nosotros y por nuestra salvación». La palabra eterna
daderamente importante. Obviamente, la perfecta armonía de Dios comienza una vida humana en el seno de María
de Jesús con los planes de Dios podía ser percibida como por nosotros; y ese «por nosotros» nos dice cómo debemos
un sacrificio en ese sentido. Pero se trataba de una armonía leer toda la historia de Jesús. Muchos recordarán estos ver­
que le condujo a la muerte; en este caso, la obediencia es sos del himno infantil «Hay una verde colina a lo lejos»; en
una especie de sacrificio cruento. Se derrama su sangre, su sencillez, contiene lo esencial:
como la de los animales que se sacrifican de acuerdo con la Pero creemos que fue por nosotros
ley de Moisés, para que puedan liquidarse las cuentas y res­ por lo que colgó y sufrió allí.
tablecerse la comunicación entre Dios y el mundo.
Pero existen otras imágenes. La muerte de Jesús es un Igual de simple y memorable es una frase de la liturgia
rescate pagado a nuestros secuestradores (las fuerzas de ortodoxa dirigida a Cristo: «No dejaste nada sin hacer has­
destrucción); es un castigo que merecemos, voluntariamen­ ta que nos devolviste al cielo». Nuestras teorías probable­
te soportado por otro que es inocente; supone incluso cla­ mente resulten complicadas y contradictorias; en cualquier
var de forma triunfante una factura cancelada. Es impor­ caso, lo único que necesitamos saber es que lo que costó -y
tante tomar conciencia de todas estas imágenes e intentar cuesta- liberarnos de las engañosas y destructivas trampas
descubrir por qué se emplearon; igualmente importante, en que nosotros mismos nos hemos co­
cualquier caso, es no considerarlas como si fuesen teorías locado ha sido pagado en los aconte­ «No dejaste nada sin
hacer hasta que nos
que explicaran por qué murió Jesús. El aspecto fundamen­ cimientos del Viernes santo. Jesús ha devolviste al cielo».
tal es la convicción de que, para que alcancemos la paz, la llegado a lo más hondo de la experien­
vida de Jesús ha de ser entregada. No se trata de que un cia humana, que incluye la terrible sensación de abandono
Dios vengativo e inflexible exija una satisfacción; más bien por parte de Dios que soportó en la cruz. Sin embargo, se
ocurre que la forma en que se halla el mundo hace inevi­ mantenido siempre en paz con el Padre, incluso en lo más
table que el camino hacia nuestra libertad pase por la au­ radical de la protesta de su ser, cuando grita: «¿Por qué ... 'l».
todonación de Jesús, llegando incluso a la muerte. En el Ha llegado al límite extremo de lo que provoca nuestro pe­
mundo en que tú y yo vivimos, en el mundo que tú y yo cado e insinceridad, a los confines del infierno .
creamos o con el que nos encontramos, éste es el aspecto Algunos -como el gran reformador Juan Calvino o el
que tiene el precio de un amor sin límites. Teniendo esto en teólogo católico del siglo XX Hans Urs von Balthasar- han
cuenta, las teorías y las imágenes chocantes pueden con- llegado incluso a decir que Jesús en la cruz sufre el infier-

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MOTIVOS PARA CREER EL PRECIO DE LA PAZ

no mismo, la experiencia del distanciamiento definitivo de de encontrarse fisicamente con Jesús, la obra de Dios en Je­
Dios. Se trata de una especulación compleja, dificil de for­ sús puede cobrar realidad. Hay un camino hacia la paz y la
mular de manera consistente, pero al menos nos recuerda la alabanza desde cualquier lugar imaginable, incluso la pri­
tremenda seriedad de la cruz como signo de la voluntad sión en que viven los muertos. Jesús «lo ha llenado todo»;
que Dios tiene de acompañarnos a través de todas las con­ está presente en cualquier experiencia humana, abriendo la
secuencias del pecado y, finalmente, de atraernos de vuel­ puerta. Por ello, todo lugar ha sido transformado.
ta a él desde lo más lejos que podríamos imaginar. Pero
cuando el credo de los apóstoles dice de Jesús que «des­
cendió a los infiernos», el sentido original no era exacta­ Cuando terminó la guerra fría se habló mucho del «di­
mente ése. El término latino inferos significaba «los luga­ videndo de la paz», esto es, de que, dado que no se requería
res inferiores», sin más, y remitía a un pasaje de la Carta a gastar tanto dinero en armas nucleares, habría grandes can­
los efesios según el cual Jesús descendió a las partes infe­ tidades de dinero disponibles para dedicarlas al desarrollo,
riores de la creación y ascendió a las alturas «para llenarlo a paliar el hambre y la pobreza, etc. En cuanto a la situa­
todo» (Ef 4, 10). Por tanto, Jesús baja a aquellas prisiones ción del mundo se refiere, seguimos esperando. Pero es una
subterráneas donde, según las ideas de algunos autores ju­ buena metáfora de lo que está implicado en la muerte de
díos de tiempos de Jesús, residían los espíritus de los di­ Jesús (y una metáfora que puede hacernos más activos e
funtos. Una idea similar la encontramos en la Primera car­ impacientes por ver cumplido en nuestro mundo el divi­
ta de Pedro (1 Pe 3, 18-19), aunque hay diversas opiniones dendo de la paz literal). Establecer la paz no consiste mera­
sobre el sentido exacto de este pasaje. Se ha pensado que mente en firmar un tratado; es crear nuevas oportunidades,
quiere decir que todos aquellos que habían muerto antes de liberar energías para dedicarlas a otras cosas.
la venida de Cristo tienen la oportunidad de escuchar la Éste es el motivo por el que cuando los cristianos hablan
buena nueva y ser transformados por ella. En esto se han de la salvación no sólo se refieren a la crucifixión (aunque
inspirado desde antiguo los cristianos orientales para repre­ en ocasiones lo parezca); tienen en cuenta todo el conjunto
sentar la resurrección: Jesús no aparece saliendo de la tum­ de acontecimientos que rodean el Viernes santo y la Pascua,
ba, sino rompiendo las puertas de una prisión en la que es­ la cruz y la resurrección. De esta serie de eventos brota el
taban encerrados Adán y Eva, David y Salomón, y otros mundo nuevo, la nueva creación de la que habla san Pablo.
personajes del Antiguo Testamento. Podríamos decir que la crucifixión de Jesús allana el cami­
Una vez más, el tema es la puerta abierta que existe en no, establece la presencia de Dios en medio de lo peor de
el centro de cualquier situación gracias a la libertad de nuestro mundo. Pero, inmediatamente después, hay una re­
Dios. Incluso para aquellos que no tuvieron la oportunidad construcción, un cumplimiento de las posibilidades. Si aho-

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MOTIVOS PARA CREER EL PRECIO DE LA PAZ

ra sabemos que todo el peso de la alienación infernal que entiendo cómo podemos afirmar todo esto sin tomar com­
atraemos sobre nosotros no es suficiente para aplastar el pletamente en serio lo que dice el Nuevo Testamento acerca
amor eterno de Dios, nuestros ojos están abiertos para des­ de la tumba vacía el día de Pascua.
cubrir y captar cómo nos reconstituye ese amor. Pero hemos de añadir algo más. Según el evangelio de
En parte, la resurrección trata de la firmeza y persisten­ Juan, Jesús «sopla» a los discípulos su «espíritu», el alien­
cia del amor de Dios. Cuando nos hemos hundido en lo pe­ to de su vida, para capacitarlos para llevar a cabo lo que él
or, Dios continúa siendo Dios y sigue comprometido en ser hace y para hablar con su voz a Dios y al mundo. Soplan­
nuestro Dios. Dios era él mismo incluso cuando en carne do sobre los discípulos, puso a funcionar una cadena hu­
humana moría angustiado en la cruz: Dios es Dios ahora, mana de transmisión que llega hasta nuestros días, una ca­
en la vida nueva de Jesús resucitado de entre los muertos. dena de voces y rostros a través de los cuales Jesús actúa.
Pero lo que resulta interesante de los relatos bíblicos de la El contacto directo y personal con Jesús que existía antes
resurrección es el hecho de que no son una serie de decla­ de la crucifixión se renueva en la resurrección; pero enton­
raciones generales sobre cómo el amor de Dios es más po­ ces es llevado a otro nivel, en la medida en la que Jesús do­
deroso que el malo el pecado. Afirman que, de la misma ta a sus discípulos de lo necesario para que asuman la res­
manera que los hombres se encontraron con el amor abso­ ponsabilidad de dar testimonio de él y de su Padre, para ser
luto de Dios en la presencia -fisica- de Jesús de Nazaret, su cuerpo en el mundo. Se trata de la nueva gran metáfora
también ahora lo hacen. Escuchan del Nuevo Testamento. Entrar en contacto con las personas
Cuando nos hemos hun­ la llamada de Dios y encuentran la que han recibido el aliento de la vida de Jesús supone con­
dido en lo peor, 0105
continúa siendo 0105. misericordia divina en el mismo tactar con Jesús, puesto que personas concretas se transmi­
rostro y figura de Jesús, que, en los ten unas a otras el misterio de Dios a lo largo de los siglos.
relatos de la resurrección, hace lo que siempre hizo: convo­ Encontrarse con un cristiano en quien actúa este espíritu es
car a los discípulos, partir con ellos el pan, explicarles las ser coetáneo de Jesús.
Escrituras. La resurrección manifiesta el amor victorioso de
Dios, que todavía y siempre tiene el rostro de Jesús. Por esa • • •
razón, no se puede reducir la resurrección a algo que se pro­ Recuerda: el cristianismo es un contacto, una relación,
dujo en la cabeza de los discípulos. Si seguimos por ese ca­ antes que un mensaje. Dios actúa, Dios se comunica en car­
mino, perdemos de vista la convicción -que resulta tan fun­ ne y hueso, desde el momento mismo en que María acoge a
damental en la Biblia- de que los discípulos se encuentran su hijo. Dios actúa en esta presencia incluso cuando Jesús
con un Jesús resucitado que sigue realizando lo que siempre no dice ni hace nada en particular. Ahora Dios sigue ac­
hizo: mostrar a Dios con su presencia, su voz y su tacto. No tuando en la permanente comunión de aquellos seres hu-

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MOTIVOS PARA CREER EL PRECIO DE LA PAZ

manos de carne y hueso que han recibido el aliento de Je­ desinteresada a lo que es distinto de él mismo, se concreta
sús; incluso en los (frecuentes) momentos en que no hacen en Jesús. Padre e Hijo, por así decirlo, dan testimonio recí­
nada propiamente cristiforme, es posible tocar y sentir algo proco de su fidelidad y credibilidad.
en la mera presencia de la comunidad cristiana. Si Jesús re­ Este testimonio mutuo, este apuntar el uno hacia el otro,
sucitado no es una idea o una imagen, sino una persona vi­ es lo que se comunica en el «soplo de la vida de Jesús», en
va, lo encontramos en las personas que ha tocado, en las el misterioso agente que denominamos Espíritu santo (que
personas que, pese a sus errores y temores, han sido prepa­ literalmente significa, por supuesto, «soplo santo»). Lo que
radas para ser responsables de hacerlo tangiblemente pre­ aglutina a la comunidad de los amigos de Jesús es el hecho
sente en el mundo. de respirar este mismo aliento, de ser animados por el mis­
Jesús, como individuo, ya no es habitante de este mun­ mo Espíritu, de forma que todos los que son llamados a en­
do. «Subió a los cielos», dicen los credos, recordando los trar en una relación con Jesús reciben al mismo tiempo la
relatos de Lucas y los Hechos de los apóstoles acerca de su capacidad de relacionarse con Dios Padre como hizo Jesús.
despedida de los discípulos y su ascenso a los cielos. Se Según el evangelio de Juan, cuando Jesús se aparece a Ma­
trata, por supuesto, de un lenguaje a base de imágenes que ría Magdalena el día de Pascua, le dice: «Voy a mi Padre y
no debe ser interpretado como si la Biblia nos presentara vuestro Padre». Del mismo modo, Pablo afirma que el Es­
una especie de viaje espacial. Los autores bíblicos sabían píritu posibilita a los cristianos el llamar «Abba, Padre» a
muy bien que Dios no vive literalmente en un lugar físico Dios, haciendo uso del mismo término arameo que Jesús
sobre las nubes, pero emplearon sin ningún problema las empleaba en sus oraciones. Así pues, recibir, respirar el so­
poderosas imágenes de los poemas y salmos del Antiguo plo divino es recibir la intimidad con Dios que Jesús posee,
Testamento, para decirnos que después de cierto tiempo Je­ la audacia propia de un verdadero miembro de la familia
sús dejó de aparecerse de forma material a sus discípulos. cuando se pone en presencia de Dios. Cada vez que deci­
«Ascendió», salió del escenario y ahora «está sentado a la mos «Padre nuestro que estás en el cielo», estamos hacien­
derecha de Dios Padre»: cuando contemplamos a Dios no do una declaración formidable de nuestra fe; estamos di­
podemos sino ver a Jesús. Lo que es, dice y hace ahora es­ ciendo que Jesús es la atmósfera en la que vivimos. En él,
tá para siempre inseparablemente unido con lo que Dios es; en la fuerza de su santo Espíritu, crecemos en nuestra inti­
forma parte de nuestra percepción y comprensión de la vi­ midad con Dios, que es confiada, natural y, a la vez, pro­
da divina. Volviendo a nuestro tema principal, Jesús ha ma­ fundamente exigente.
nifestado a un nuevo nivel lo que significa que Dios sea fi­ Ha cambiado la atmósfera; el mundo ha sido transfor­
dedigno, al mostrarlo actuando en cualquier circunstancia mado. No sorprende, por ello, que Pablo hable de que apa­
humana. y la fiabilidad de Dios como creador, su atención rece una «nueva creación» cuando respiramos el aliento de

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MOTIVOS PARA CREER EL PRECIO DE LA PAZ

Jesús. Algunos de los poetas de la Iglesia han hablado del


día de Pascua como de una especie de día «extra» de la crea­
ción, un octavo día de la semana: los siete días de la prime­
ra creación son todos asumidos y proyectados en una nue­
va historia del mundo, donde todo comienza de nuevo. En
su evangelio san Juan nos recuerda con mucho tacto que la
tumba de Jesús estaba en un huerto, evocando así el huerto
del Edén; y Maria Magdalena, cuando ve por primera vez a
Jesús resucitado, cree que es el hortelano.

Pascua en Santo Tomás (Atenas), en el momento en que


Cuando celebramos la Pascua, realmente nos encontra­ los asistentes salen de la iglesia con sus velas encendidas.
mos en medio de un segundo «Big Bang», una tumultuo­
sa oleada de energía divina tan ardiente e intensa como la La liturgia pascual es intensa, y, para que no creamos que
del comienzo mismo del universo. Lo que una escritora ac­ la historia del mundo tal como lo conocemos ha terminado,
tual denomina de manera espléndi- podemos necesitar una dosis de realismo. En efecto, el Nue­
Cuando celebramos
la Pascua, realmente da «el fuego de las ecuaciones» 1 , la vo Testamento admite que algunos de los primeros cristia­
nos encontramos en energía existente en las estructuras nos estaban tan abrumados por esta idea, que hablaban co­
medio de un segundo
«Blg Bang».
matemáticas y físicas de la realidad, mo si la definitiva resurrección de los muertos ya hubiese
está presente en Pascua; y cuando en acontecido y el fin del mundo hubiese llegado -san Pablo se
la celebración de la noche de Pascua encendemos una ho­ ve obligado a corregirlos en un par de ocasiones-. La ver­
guera, la bendecimos y de su fuego prendemos nuestras ve­ dad es que, por un lado y en cierto nivel, nosotros y toda la
las, es posible pensar en las primeras palabras de Dios en el creación «ha pasado de la muerte a la vida»; pero, por otro,
Génesis: «[Hágase la luz!». En la vigilia pascual comenza­ la historia del mundo continúa y todavía es, demasiado visi­
mos las lecturas con la historia de la creación, porque de blemente, una historia de rebelión y sufrimiento. ¿De ver­
eso estamos siendo testigos, de la fuerza creadora que res­ dad parece que el mundo ha sido renovado y redimido? Con
tablece el mundo entero. frecuencia, no.
La realidad de la nueva creación es que cada momento
de nuestra historia ha quedado abierto a un futuro de sana­
1. K. Ferguson, The Fire in the Equations: Science, Religion, and the
Searchfor God, West Conshohoken (PA) 2004. ción y promesas; pero, por el momento, las posibilidades y

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EL PRECIO DE LA PAZ
MOTIVOS PARA CREER

la realidad se caracterizan por la lucha y la incertidumbre. habitual. No obstante, lo que el Nuevo Testamento dice una
El futuro es justamente eso: el futuro, no algo que podamos y otra vez es que no sabemos ni podemos saber la fecha del
conocer y controlar. Está definitivamente en las manos de día final, de modo que deberíamos vivir nuestra vida como
Dios y albergamos la confianza de que Dios es el fin de la si el fin pudiese ocurrir en cualquier momento y, al mismo
historia y de que nuestra historia no puede caer simple­ tiempo, con total responsabilidad hacia el presente. San Pa­
mente en un caos definitivo e irredimible. Los exegetas del blo se muestra implacable con aquellos que han renunciado
Nuevo Testamento han subrayado desde hace mucho la ten­ a trabajar porque el fin del mundo está al caer (cf. 2 Tes 3,
sión que existe en la Biblia entre el «ya» y el «todavía no». 6-12). Jesús mismo dijo que ni siquiera él, en cuanto ser
Los autores neotestamentarios creen claramente que hay al­ humano, podía dar una fecha. Simplemente nos exhorta a
go que esperar, pero insisten en que esa esperanza es por su que velemos, porque no podemos prever cuándo vendrá.
propia naturaleza algo que se proyecta en la oscuridad Lo único que es preciso saber acerca del juicio final es
(<<¿Quién espera lo que tiene ante los ojos?», pregunta Pa­ que tendrá lugar y que no sabemos cuándo. Por ello, hemos
blo en Rom 8, 25). de vivir en una actitud de preparación constante para encon­
Por ello, en este momento los credos nos recuerdan el tramos con la verdad plena. El hecho de que ocurra mañana
«todavía no»: Cristo «ha de venir a juzgar a los vivos y a los o dentro de tres millones de años no supone diferencia al­
muertos». Y hasta ese juicio final, esa crisis definitiva (y guna para lo que debemos hacer.
«crisis» es el término griego que significa «juicio»), pode­ Tenemos que aprender a vivir Hemos de vivir en una ac­
titud de preparación cons­
mos esperar juicios y crisis. Al otro lado de todas las prue­ ahora, inmediatamente, a la luz tante para encontrarnos
bas, los dolores y las luchas de nuestra historia está Jesús. de la verdad de Cristo. Jamás con la verdad plena.

Finalmente, más allá de nuestra historia, él estará allí para podremos apelar al juicio final
probarlo y examinarlo todo por medio de su verdad absolu­ como excusa para dejar de hacer lo que es intrínsecamen­
ta; en su presencia todas las cosas y todas las personas se te bueno: tratar bien a los demás, fomentar la paz y cuidar
mostrarán tal como son y encontrarán su verdadero lugar. nuestro entorno. Una de las cosas más estúpidas y menos
cristianas que se pueden decir es que no deberíamos preocu­
• • • pamos de nuestro entorno material porque va a ser destruido
Sin embargo, una cosa es decir que en la cara oculta de pronto. Es exactamente la misma mentalidad de las personas
todo futuro está la luz de Cristo, que muestra lo que verda­ con las que tanto se enfadó Pablo, porque se niegan a traba­
deramente es el mundo, y otra cosa es quedar atrapado in­ jar alegando que se acerca el fin. Puede resultar halagador
tentando averiguar la fecha de la segunda venida y del jui­ para nuestra vanidad o nuestro sentido dramático creer que
cio final. Para cierto tipo de cristianos esta tentación es tenemos algún indicio del momento en que llegará el fin;

120 121
MOTIVOS PARA CREER EL PRECIO DE LA PAZ

pero es algo verdaderamente extraño a la luz de las palabras dos. No nos conduzcas desnudos, temerosos, impotentes y
del Nuevo Testamento. Por lo visto, Martin Luther King di­ confundidos a la presencia de la verdad y del amor absolu­
jo que, aunque supiera que el mundo iba a terminar al día si­ tos; danos tiempo para acostumbrarnos a la temible luz de
guiente, plantaría un árbol (queriendo decir que lo que es Cristo. Danos el pan que necesitamos para el camino de hoy,
bueno hoyes bueno y no pierde su importancia porque el para que aprendamos qué es bueno hoy y estemos algo me­
marco temporal se reduzca). Lo dificil es alcanzar el equili­ jor preparados para la prueba de mañana ... , y para ese exa­
brio. San Pablo nos recuerda que debemos hacer lo que se men definitivo de nuestra honestidad y sinceridad que es la
requiera de nosotros en el momento presente, pero también venida de Cristo.
nos advierte de que, viviendo a la luz de la inminente llega­ El Nuevo Testamento entrelaza constantemente los dos
da de Cristo, necesitamos ser profundamente libres de las temas de la venida de Cristo: la luz, transparencia y gloria
presiones del presente. Necesitamos distinguir lo importan­ de su venida, y la tarea cotidiana de mortificar nuestros há­
te y lo superfluo en nuestras vidas, no poner toda nuestra es­ bitos egoístas y miedosos. Debemos vivir a la luz del final,
peranza en el éxito de nuestros proyectos ni en el grado de no de una manera triste y temerosa, sino tratando de salir
comodidad y estabilidad que podamos alcanzar. Tomemos incesantemente de las sombras en que nos escondemos de
tremendamente en serio nuestras responsabilidades, pero Dios, de nosotros mismos y de los demás. y cuando leemos
también aprendamos a decir: «Si no logro lo que me pro­ la Biblia y celebramos los sacramentos, lo que estamos ha­
pongo, no pasa nada; Dios sigue siendo Dios». ciendo es salir repetidamente de las sombras y regresar al
El evangelio de san Juan, más que ningún otro texto de lugar donde habita la verdad, donde reside Jesús.
la Biblia, subraya el presente, el hecho de vivir «en la luz»
(acostumbrándonos a las terribles preguntas que la verdad
...
de Cristo nos planteará, a la manera en que él desvela nues­ y en este contexto merece la pena subrayar este aspec­
tras excusas y nuestros engaños). Los cristianos rezan dia­ to, porque nos conduce al punto en que comenzamos este
riamente en el padrenuestro: «No nos dejes caer en la ten­ capítulo. No aprendemos la verdad como individuos aisla­
taciónx-, una frase que deja perplejas a muchas personas. dos, de la misma manera que no crece­
No aprendemos la
No obstante, su sentido original es claro. Debemos pedir a mos y descubrimos la realidad como verdad como indi­
Dios que no nos lleve a la prueba, es decir, que no nos haga individuos aislados. El objetivo del mi- viduos aislados.

enfrentarnos a una crisis para la que no estamos prepara- nisterio, de la muerte y de la resurrec-
ción de Jesús consiste en recrear la comunidad del pueblo
2. El original inglés, en consonancia con el texto latino «me nos indu­ de Dios, y la paz que establece entre Dios y nosotros es
cas in temptationem»), reza: «Lead us not into temptation», que debería tra­
ducirse por: «No nos conduzcas a la tentación» [N. del T.]. también una paz que sella con otros seres humanos y con la

122 123
MOTIVOS PARA CREER EL PRECIO DE LA PAZ

creación de la que formamos parte. Con mucha facilidad el pueblo de Dios, la comunidad que ha elegido, y lo hace
cometemos el error de pensar que la paz o la salvación son, no simplemente vinculando a él a muchos individuos a los
en primer lugar, una cuestión individual, cuando la Biblia que después presenta entre sí (aunque es así en cierto senti­
siempre parece dar por descontado que recibimos la paz y do, según veremos más adelante), sino que transforma toda
la misericordia de Dios como parte de esa comunidad que la estructura y la energía de una vida compartida. Dicho con
ha sido creada por la palabra y la acción divinas. Por ello, el lenguaje de la primitiva teología cristiana, transfigura to­
acostumbrarnos a la luz de la verdad es algo que hacemos da nuestra naturaleza, lo que nos hace humanos, lo que te­
juntos como creyentes. nemos en común como pueblo. En nuestra «naturaleza» co­
El Espíritu santo, el aliento de la vida de Jesús, aparece mún Jesús infunde tan profundamente algo nuevo y radical
descrito en la Biblia como el Espíritu que da la «comunión» que se convierte en la savia de la comunidad que lo recono­
y como el Espíritu de la verdad, como si la experiencia de la ce. En el Antiguo Testamento, el pueblo de Israel estaba uni­
verdad que él transmite formase siempre parte de la vida co­ do en el proyecto de la justicia, en la obligación compartida
munitaria del «cuerpo» de Cristo, de la asamblea del pueblo de ver que la justicia de Dios se cumpliera en cada circuns­
de Dios. La conocida oración normalmente llamada «Gra­ tancia humana, combinada con la convicción de que todos y
cia» (tomada del final de la Segunda carta de san Pablo a los cada uno de los israelitas habían sido igualmente llamados
corintios) dice: «La gracia de nuestro Señor Jesucristo, el por Dios. Y en esa comunidad profundizada y ampliada por
amor del Padre y la comunión del Espíritu santo». El térmi­ Jesús de la que habla el Nuevo Testamento, sus miembros se
no «comunión» a veces se traduce por «participación», y mantienen unidos no sólo por la justicia y la conciencia de
ambos términos vierten el griego koinonia, una palabra muy una llamada común, sino por la entrega, la dependencia y el
querida por los teólogos actuales, que de hecho simplemen­ cuidado mutuos. La naturaleza humana que compartimos en
te significa «compartir». No se trata simplemente de com­ esta nueva creación se caracteriza por ser una naturaleza
partir en el sentido de que yo comparto algo contigo dándo­ en constante movimiento del uno hacia el otro y a la inver­
telo, sino, más profundamente, es compartir en el sentido de sa, dando vida de forma recíproca (una pauta que, por su­
tener algo en común, de pertenecer a la misma especie o fa­ puesto, refleja la de Dios Padre, Hijo y Espíritu santo). Por
milia o grupo, compartir un parecido familiar. Quizá, de vez tanto, se trata de un compartir como entrega, pero una en­
en cuando, podríamos usar una versión simplificada de esa trega que se ha convertido en algo constitutivo de nuestra
oración que habla de la gratuita bondad de nuestro Señor Je­ identidad, en parte de la definición de lo que somos como
sús y de la vida compartida de su santo Espíritu. seres humanos renovados.
Esto significa que la vida que se da cuando respiramos el Por eso, al avanzar en este análisis, tendremos que refle­
aire de Dios es siempre una vidajuntos. Jesús reconstituye xionar más detenidamente sobre lo que significa que siem-

124 125
MOTIVOS PARA CREER

pre encontremos a Dios en compañía, en comunión. Lo más


importante acerca del dividendo de la paz, la vida que se ha­
ce posible merced a la muerte y resurrección de Cristo, es el
hecho de que no es una paz que se caracterice simplemente
por la ausencia de rivalidad y conflicto. Es un estado activo
que implica amar y cuidar, dar y recibir, que conlleva reci­
procidad. Esto es lo más novedoso y profundo del nuevo
mundo que la Pascua ha hecho surgir.

126
«CREO EN LA IGLESIA, QUE ES UNA,
SANTA, CATÓLICA Y APOSTÓLICA»

El hecho de respirar el aire de Cristo, de que éste se con­


vierta en la «atmósfera» en la que vivimos (por tomar pres­
tado el lenguaje de un gran estudioso del Nuevo Testamen­
to, Charles Francis D. Moule), no consiste simplemente en
hallarse en un estado de paz, sino en estar en lo que algu­
nos denominarían un «equilibrio dinámico». Nuestra paz es
lo que es porque radica en un flujo de actividad continua, en
el mantenimiento constante de una relación y un crecimien­
to en la medida en que damos y recibimos de los demás, de
modo que progresamos en nuestra fe y confianza mutua y
con Dios. Por ello, cuando el credo nos lleva a hablar de la
fe en el Espíritu santo, también nos conduce a reflexionar
sobre nuestra confianza y nuestra fe en la Iglesia.
Para algunos esto resulta embarazoso. ¿Acaso «creemos
en» la Iglesia en el mismo sentido en que creemos en Dios o
en Cristo? Se trata de una buena pregunta, y de hecho ya es­
tá presente en el original griego del credo niceno, que dice
literalmente «creemos la Iglesia». La Iglesia, ciertamente,
no es otra realidad al mismo nivel que el Padre, el Hijo y el
Espíritu. Pero es una comunidad en la que podemos confiar.

129

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..
MOTIVOS PARA CREER DIOS EN COMPAÑíA

De la misma manera en que nos fiamos de Dios porque no frustración de un miembro es la frustración de todos, porque
tiene interés alguno que no sea para nuestro bien, podemos es síntoma de que hay algo que no está siendo dado adecua­
confiar en la Iglesia por ser el tipo de comunidad que es, damente. Alguien no goza de la libertad de ofrecer 10 que só­
una comunidad dedicada activamente al establecimiento y lo él puede ofrecer al conjunto.
el mantenimiento de la paz donde nadie existe, crece o sufre Cuando san Pablo habla de la Iglesia como Cuerpo de
de forma aislada. El eslogan de la vida de la Iglesia es: «No Cristo, especialmente en sus epístolas a los cristianos de Ro­
sin el otro»; no hay un yo sin un tú, ni un yo sin un nosotros. ma y Corinto, esto es en 10 que piensa fundamentalmente.
Esto, en cualquier caso, no significa que la identidad de la La Iglesia es una comunidad variopinta, pero su diversidad
Iglesia sea gregaria, un lugar donde la individualidad de ca­ no consiste simplemente en una variedad natural de tempe­
da uno queda diluida en la colectividad. La diferencia entre ramentos o preferencias (si consideramos que eso es todo,
tú y yo sigue siendo real, porque de otra manera no repre­ estamos trivializando la idea). Dispone de una diversidad de
sentaría un desafio. Es cierto que algunas Iglesias se carac­ dones concedidos por el Espíritu, de una diversidad de rela­
terizan por una monótona igualdad; cuando se intenta crear ciones con Dios, podríamos decir, de las cuales brotan dis­
una mentalidad gregaria en la Iglesia, ya sea en una congre­ tintas perspectivas acerca de Dios y diversas maneras de ha­
gación local o en una institución más amplia, más pronto o cer que la obra de Dios cobre realidad para los demás.
más tarde se produce un dramático derrumbe. Éste es un principio dotado de un carácter fuertemente
Por ello, creer en la Iglesia es realmente creer en el don práctico y moral. De hecho, se podría decir correctamente
peculiar del otro que Dios nos ha dado para convivir. El que para san Pablo de aquí partía toda la moral cristiana.
Nuevo Testamento contempla la Iglesia como una comuni­ Leamos, por ejemplo, la Segunda carta a los corintios (ca­
dad en la que cada persona posee un don que sólo sirve pa­ pítulos 8 y 9), donde Pablo escribe acerca de la cuestión de
ra la vida en común. Los cristianos estamos tan acostum­ la riqueza y pobreza de las diferentes iglesias. Algunas tie­
brados a las imágenes que utiliza la Biblia, especialmente nen más de 10 que necesitan; otras, ni lo básico. Ello signi­
la gran metáfora del «cuerpo» de Cristo, que olvidamos fica que algunos están viendo frustrada su capacidad de
cuán radical y global es la visión de una comunidad en la dar. Así pues, Pablo dice a las comunidades más pudientes:
que todos poseen algún talento. El mundo antiguo había «Suministradles lo que no necesitáis; y, ¿quién sabe?, tal
empleado en ocasiones la imagen del cuerpo para describir vez algún día sean capaces de daros a vosotros». Se trata
una sociedad en la que había diferentes funciones, un uso de la simple y llana aplicación de un principio que impreg­
plenamente natural para dicho lenguaje. Pero fueron los cris­ na toda la visión paulina. Si dispones de un don, con él pue­
tianos quienes la reinventaron al hablar en términos de do­ des ayudar a que otro a su vez también se convierta en do­
nes diferentes y sacar su revolucionaria consecuencia: que la nante. El don de Dios hace donantes. Pero debemos advertir

130 131
MOTIVOS PARA CREER DIOS EN COMPAÑiA

que también funciona a la inversa; así, poco después, en la propósito de una cierta autorrealización abstracta: la comu­
misma carta Pablo habla de su experiencia de sufrimiento nidad cristiana no es un lugar donde todos gritan: «[Apárta­
cuando otros cristianos sufren. «¿Quién desfallece sin que te para que pueda desarrollar mi don!» (aunque el fenóme­
desfallezca yo?», pregunta. Cuando otro cristiano se frustra, no no resulte desconocido). En el contexto del «cuerpo», los
no se le permite crecer; entonces también Pablo lo sufre. So­ dones de cada uno son inseparables de las necesidades de
lamente crecemos juntos. los demás. El donante debe comprender que el don tiene que
Se trata, por cierto, de un signo elocuente de algo nuevo y ser ofrecido a la vida en común,
pero a la vez debe ser consciente Una comunidad cristiana
misterioso en relación con el papel que desempeña el minis­
que funciona correcta­
terio en la comunidad cristiana. El apóstol, el testigo públi­ de lo que la vida en común y la mente será aquella en la
co de la resurrección de Jesús, que dirige las oraciones y los tenaz realidad de los demás de­ que todo el mundo trabaja
con empeño para liberar
pensamientos de la Iglesia, es aquel en quien más se desta­ ben aportar para que la propia vi­ los dones de los otros.
can las porosas fronteras de la vida en Cristo, quien perci­ da sea real y sólida. Lo que se
be más claramente el gozo y el dolor de los otros creyentes. puede denominar la «densidad» de las relaciones en la Igle­
El ministerio apostólico no consiste esencialmente, por tan­ sia tiene que ver con la atención a la que todos son llamados,
to, en ejercer el control, sino literalmente en la com-pasión, una atención a uno mismo, a los demás y a todo el conjunto
compartir el sufrimiento del otro, así como su alegría y fe­ en el que Dios actúa. Una vez captado que el don de cada
licidad. Es algo que han de meditar quienes desempeñan el uno es único, también debemos aprender que la necesidad
servicio «apostólico» en la Iglesia; no debería asemejarse a de cada uno es única y también tiene que ver con Dios.
los sacerdocios y las jerarquías de la religión antigua, ya que En cierta ocasión, C. S. Lewis describió a una persona
surge de una intensa experiencia de vida en común, de modo «caritativa» con las siguientes palabras: «Vivía para otros;
que el ministro pueda apuntar con autoridad a lo que es fun­ uno podía reconocer a esos otros por su cara de agobio».
damental en esa vida en común. Ser sacerdote o ministro Podemos pensar en nuestros dones como si nos permitieran
cristiano no consiste en aplicar técnicas religiosas a un pue­ imponer a los demás lo que debemos dar, podemos pensar
blo no formado, sino en dar testimonio del peculiar carácter en ellos como si no tuviésemos necesidad de recibir nada;
de una vida en común en la que todos dependen de todos. y podemos pensar en nuestras necesidades de una forma in­
madura y dependiente. Pero la firme realidad de una co­
• • • munidad cristiana que verdaderamente funciona se parece
Por tanto, una comunidad cristiana que funciona correc­ a la de un buen matrimonio, en la que la atención mutua, el
tamente será aquella en la que todo el mundo trabaja con dar y el recibir, el disfrute y el sacrificio están profunda­
empeño para liberar los dones de los otros. Y esto no con el mente entrelazados, en la medida en que ambos saben que

132 133
Morrvos PARA CREER Dros EN COMPAÑÍA

no hay nada bueno para el uno que no lo sea para los dos, nosotros mismos. Si mentir, matar, cometer adulterio, codi­
y nada malo para el uno que no lo sea para ambos. Reco­ ciar, etc. es pecado, se debe a que no podemos imaginar
nocen que la plenitud de la vida es necesariamente una em­ una comunidad, como la que el cuerpo de Cristo está lla­
presa de colaboración. mada a ser, en que cosas como ésas pasen inadvertidas. No
Por supuesto, la Biblia sugiere que el camino es el in­ podemos negar que, a lo largo de la
la vida buena no es
verso: percibimos lo que es un buen matrimonio una vez historia, esos patrones de conducta simplemente aquella
que comprendemos qué es el cuerpo de Cristo. Pero a nivel han sido aceptados por la Iglesia du­ en la que se cumplen
ciertas normas.
concreto y práctico, todos tenemos cierta idea de la manera rante mucho tiempo, de modo que re­
en que funcionan los buenos matrimonios y puede que no sulta dificil descubrir en esa historia a qué está llamada la
sea un mal punto de partida. Si hablamos en abstracto de Iglesia. Pero tan pronto como ésta intenta explicar por qué
dones y sacrificios en la Iglesia, siempre queda la sospecha existe, la lógica de su existencia, no puede dejar de regresar
de que otro define por ti aquello que tienes que sacrificar y a estas cuestiones fundamentales.
no escucha cuando quieres reflexionar acerca de tus dones. Con historia de la Iglesia o no, necesitamos momentos
Sin embargo, en el contexto concreto de un buen matrimo­ en que podamos afirmar: «A esto me refiero al hablar de
nio se hace de alguna manera más inteligible. Si realmente Iglesia». Por ello, al tratar de considerar qué es lo que cree­
no poseo un interés sólo mío en el matrimonio, puede ha­ mos o de qué nos fiamos al decir que creemos en la Iglesia,
ber circunstancias donde tenga que cuestionar lo que creo necesitamos dos cosas. En primer lugar, precisamos de una
que deseo, donde tenga que detenerme y reflexionar sobre forma de reflexionar sobre la Iglesia que nos permita afir­
mi metas. Asimismo, lo que importa al otro es que yo soy mar que, en determinadas ocasiones, cuando la comunidad
yo, no una fantasía exangüe que le conviene, de modo que cristiana lleva a cabo ciertas tareas, estamos seguros de lo
lo que contribuye a mi vida y mi salud importa al otro. Lo que la Iglesia es verdaderamente, independientemente de
que creemos acerca de la Iglesia es que este tipo de rela­ nuestros éxitos o fracasos, de nuestro esfuerzo o de nuestra
ción es la savia de una comunidad entera, extendida sin lí­ pereza. En segundo lugar, debemos ser capaces de contar
mite en el tiempo y el espacio. las historias de aquellos momentos inesperados en los que
Re dicho que éste es el manantial de la idea de moral en se manifiesta la Iglesia. Además de los momentos regulares
san Pablo. La vida buena no es simplemente aquella en la y teológicamente definidos en que se supone que la Iglesia
que se cumplen ciertas normas; esto, a lo sumo, es una es­ es «simplemente» la Iglesia, es útil disponer de una encar­
pecie de resumen esquemático de la vida comunitaria del nación en determinadas experiencias de la vida humana.
«Cuerpo». La vida buena es aquella en la que hemos apren­ Como señalábamos anteriormente, del mismo modo que el
dido a ser para el otro y, siéndolo, a vivir plenamente como lenguaje acerca de Dios se hace real cuando podemos na-

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MOTNOS PARA CREER DIOS EN COMPAÑÍA

rrar historias de vidas humanas en las que podemos perci­ ciéndose en las aguas del amor de Cristo y reaparecen como
bir lo que verdaderamente significa «Dios», lo mismo ocu­ personas diferentes. Las aguas se cierran sobre su cabeza y
rre con la Iglesia. luego, como aquel viejo mundo que surge del caos acuático
en el primer capítulo de la Biblia, nace un mundo nuevo.
• • •
Por eso, cuando la Iglesia bautiza,
la Iglesia es la comuni­
En el texto latino, el credo de los apóstoles proclama su declara qué es y qué tipo de vida dad de aquellos que se
fe en la communio sanctorum; esta expresión puede enten­ llevan sus miembros. El bautismo han «sumergido» en la
vida de Jesús, que han
derse en un solo sentido o, quizás, en dos. Puede significar es un acontecimiento en el que la
sido revestidos por ella.
simplemente «la comunión de los santos» o, además, «la «comunión de los santos» se pone
comunión de las cosas santas». Ahora bien, cuando el Nue­ de manifiesto y en el que descubrimos la auténtica identi­
vo Testamento, especialmente san Pablo, habla de un «pue­ dad de la Iglesia, una comunidad en la que las personas se
blo santo», no se refiere a lo que nosotros entendemos por adentran constantemente en una nueva vida, en virtud de su
«santos», no está declarando que muchas vidas son espec­ nueva relación con Dios y con los demás.
tacularmente bondadosas. Los cristianos son «santos» sim­ También es la comunidad de quienes han sido invitados a
plemente por haber sido adoptados por Dios, por haber si­ comer con Jesús. En su vida terrena, Jesús prometió crear un
do introducidos en esa relación familiar que encuentra su nuevo pueblo de Dios, promesa que expresó sentándose a la
expresión en las palabras «Padre nuestro». Por ello, la «co­ mesa con gente insólita, y después de su resurrección com­
munión de los santos» no es una especie de club para los partió los alimentos con sus discípulos al recordarles su ta­
superdotados en el espíritu; consiste sencillamente en la re­ rea. Lo mismo ocurre con toda la Iglesia. Estamos en la Igle­
lación que mantiene unidos a quienes reconocen y expresan sia porque hemos sido invitados, no porque nos hayamos
que han sido adoptados por Dios. De esta manera, dicha co­ ganado un puesto. Por consiguiente, cuando la Iglesia se
munión se hace tangible y visible cuando los cristianos es­ reúne para comer y beber con Jesús en la comunión santa, la
tán juntos, aunque sea sólo respirando el aire de Cristo, ha­ Iglesia proclama una vez más quién y qué es. En el bautismo
ciendo realidad de palabra y obra quiénes son en relación y la eucaristía se revela ante nosotros la naturaleza de la
con Jesús. La «comunión» a la que nos referirnos es aquella Iglesia. ¿Qué es la Iglesia? Sencillamente, aquellos que han
que se manifiesta cuando los cristianos simplemente afir­ sido sumergidos, empapados en la vida de Jesús, y han sido
man quiénes son. invitados a comer con él y a orar al Padre junto a él.
¿Qué supone esto? La Iglesia es la comunidad de aque­ Estos dos acontecimientos se fundamentan en lo que,
llos que se han «sumergido» en la vida de Jesús, que han si­ según el Nuevo Testamento, Jesús mandó que hicieran sus
do revestidos por ella. Los bautizados desaparecen introdu- amigos. La noche antes de su muerte les encarga repetir el

136 137
MOTIVOS PARA CREER OJOS EN COMPAÑiA

de la «alianza», al estilo de los banquetes que en el Antiguo


Testamento estaban asociados a los sacrificios que sellaban
la alianza entre Dios y su pueblo. El animal del sacrificio era
inmolado (como un don ofrecido para establecer la paz entre
Dios y los hombres) y luego con algunas porciones se pre­
paraba una comida para celebrar la renovación o confirma­
El pan de vida,
partido por nosotros.
ción de la promesa, en virtud de la cual Dios estaría con no­
sotros; por otro lado, la sangre era asperjada sobre el lugar
santo. Jesús parece decir que tras su muerte (el don que ha­
ce posible la paz de una vez para siempre) la comida que
banquete del pan y del vino, porque él estará con ellos en y compartimos constituye la recepción del don que ha estable­
a través de esa comida y de esa bebida. y después de su re­ cido la paz, al igual que se comía el toro o carnero sacrifica­
surrección, según el evangelio de san Mateo, ordena a sus do. Este alimento es el cuerpo y la sangre del Sacrificado. y
discípulos que vayan y bauticen a toda la creación. Por este aquí la sangre no es derramada sobre el altar o rociada sobre
motivo, la mayoría de los cristianos consideran estas dos ac­ el pueblo, sino consumida por él (una imagen escandalosa
ciones como los actos rituales más importantes de la Iglesia. para los judíos, a quienes se prohibía beber la sangre porque
La mayor parte de los cristianos también creen que otras era el «principio vital» de todo ser vivo). Jesús toma la idea
acciones son tremendamente significativas, «sacramentos» de la alianza y la lleva aún más allá: esta sangre, esta vida es
que muestran la identidad de la Iglesia y que la renuevan algo que debemos asumir en nuestra propia existencia, de
por medio de la gracia de Dios; por ejemplo, el matrimonio, modo que no nos renueva desde fuera.
y el reconocimiento y envío de aquellos llamados a un com­ Cuando en la última cena Jesús habla de su sangre, que
promiso de por vida con el ministerio público. Sin embargo, será derramada al día siguiente como «sangre de la alianza»,
después de la Reforma, quienes se llamaban a sí mismos está diciendo que comer el pan y beber el vino en memoria
protestantes defendían que el bautismo y la eucaristía de­ suya es una renovación y una confirmación de la promesa
bían situarse en un nivel diferente que los demás, porque de Dios, al igual que el banquete sacrificial veterotestamen­
aparecen claramente ordenados en la Biblia y tratan de los tario (aunque el banquete de Jesús va más allá y es siempre
hechos más básicos de la Iglesia. un memorial, un volver a hacer presente el único evento de
Ciertamente, casi todos los cristianos consideran la euca­ la muerte de Jesús, no una serie de ritos constantemente re­
ristía como la actividad esencial que les vincula e identifica. petidos -éste es el principal argumento de la complicadísirna
En el Nuevo Testamento se nos presenta como el banquete Carta a los hebreos del Nuevo Testamento-). Aquí encontra-

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MOTIVOS PARA CREER DIOS EN COMPAÑiA

mos el dividendo de la paz más literal de todos, en la medi­ blarse de una especie de transposición mágica de la carne
da en que se nos garantizan los efectos de la muerte de Cris­ de Jesús y del pan de la comunión. No obstante, la fuerza
to mediante la recepción de su vida en la nuestra (en los sig­ del texto evangélico (especialmente cuando se lee junto a la
nos materiales del pan y el vino, y en la fe y confianza que larga meditación del capítulo sexto del evangelio de san
acompañan esta acción). Juan sobre «el pan bajado del cielo») parece tener más que
Resulta llamativo que sea éste un terreno en el que los ver con una especie de extensión de la realidad de la pre­
cristianos se han visto implicados en grandes dificultades y sencia de Jesús al pan y al vino. También ellos portan y co­
en amargas controversias. En la actualidad, todo el que in­ munican la vida de Jesús, quién y qué es. Al comerlos, el
tenta profundizar en el sentido de la eucaristía tiene que creyente recibe lo que la carne y sangre física albergan en
transitar por un camino que atraviesa un campo de minas, o su interior, la acción y la fuerza radiante de Dios Hijo, la vi­
eso parece. Sin embargo, hay aspectos que todos reconocen da que le hace ser quien es.
como fundamentales; uno de ellos es esta noción de alianza: Dicha «extensión», dicha inclusión del pan y del vino
la promesa renovada y confirmada. A algunos de los gran­ en la identidad de Jesús, de manera que su presencia está en
des compositores de himnos ingleses del siglo XVIII, como ellos, no se lleva a cabo a través de ningún tipo de magia. A
Isaac Watts y Philip Doddridge, les gustaba hablar del pan y lo largo de gran parte de la historia de la reflexión cristia­
del vino de la comunión como «prendas», «prendas sagra­ na sobre la eucaristía, ha sido asociada a la acción del Es­
das». Una prenda es un signo de algo prometido, un testi­ píritu santo. Así como el Espíritu santo en el Nuevo Testa­
monio seguro de lo que se disfrutará en el futuro; yeso es al mento introduce literalmente a Jesús en el mundo mediante
menos lo que puede decirse del pan y del vino: son signos la concepción del niño en el vientre de María, y así como el
visibles de la promesa, anticipos de la comunión de la que Espíritu hace nacer a todos los adoptados por Dios y les po­
gozaremos con el Padre a través de Jesús. sibilita orar con la voz de Jesús, de la misma manera «cu­
En cualquier caso, el deseo de decir algo más que esto bre» el pan y el vino y los llena de una vida nueva. Se trata
siempre se ha sentido muy intensamente. y por supuesto de una dimensión del sacramento especialmente destacada
tiene mucho que ver con aquellas misteriosas palabras que en la reflexión de los cristianos orientales, que a menudo
Jesús pronunció en la última cena: «Éste es mi cuerpo; és­ acusan a los occidentales de minimizarla. Para ellos, el mo­
ta es mi sangre». Tal vez, para comenzar a reflexionar sobre mento culminante de la liturgia no es el relato de lo que
esto, deberíamos imaginar que Jesús dijera del pan: «Éste ocurrió en la última cena, sino la oración en la que se pide
también es mi cuerpo; es portador de mi vida y de mi iden­ al Espíritu que transforme el pan y el vino.
tidad, de la misma manera que mi carne y sangre físicas».
Todos hemos intervenido en debates en los que parece ha-
...
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MOTIVOS PARA CREER DIOS EN COMPAÑIA

El panorama que se perfila lentamente es algo así. lo hacen en lo alto de la montaña santa después de la ofren­
Cuando nos reunimos para orar en la eucaristía, lo hacemos da del sacrificio de la alianza. En la historia de la Iglesia,
como creyentes bautizados, personas cuyas existencias han más de un poeta o predicador ha utilizado también la ima­
sido «empapadas» en la vida de Jesús merced a la llegada gen del fuego del cielo que cae sobre la ofrenda del profe­
del Espíritu a nuestras vidas. Por consiguiente, nuestra ora­ ta Elías (1 Re 18). La comunión es una experiencia verda­
ción está, por así decirlo, incluida en la suya, absorbida por deramente «pentecostal», como el acontecimiento clave en
la suya. Nos hallamos ante Dios Padre revestidos con la los inicios de la historia de la Iglesia que Lucas narra en
identidad de Jesús por el don del Espíritu. En ese espíritu Hch 2: el fuego que desciende sobre los discípulos que per­
de oración ponemos en manos de Jesús el pan y el vino, pa­ manecen reunidos en obediencia al Cristo resucitado.
ra que haga sobre ellos su oración, a saber, que se convier­ Al recibir el pan y el vino en la comunión estamos tre­
tan en su cuerpo y sangre. Aquello por lo que él reza, suce­ mendamente cerca de la más profunda identidad del cristia­
de, porque él es el canal perfecto de la acción del Espíritu no y de la Iglesia. Nos reunimos en la fuerza de su oración;
santo. Así, el pan y el vino se nos devuelven, transformados estamos allí porque hemos sido in-
por el Espíritu, para hacer que seamos con mayor intensi­ vitados por Jesús resucitado de la Al recibir el pan y el vi-
, no en la comunión es-
dad lo que ya somos, para confirmar el vínculo que Dios ha misma manera que invitó a los pe­ tamos tremendamente
establecido entre él y nosotros. cadores a comer con él en su vida cerca de la más profun­
da identidad del cris­
La asamblea reunida para la eucaristía, es decir, para la terrena. Oramos en el Espíritu san- tiano y de la Iglesia.
acción de gracias (una de sus denominaciones más antiguas to y recibimos los dones con que
y significativas), se halla en medio de un fuego, como los éste nos ayuda a caminar en esta vida. Se trata de un mo­
tres jóvenes del horno ardiente que aparecen en el libro de mento en el que proclamamos nuestra identidad y en el que
Daniel (Dn 3) en el Antiguo Testamento. En ese extraño y disponemos de la mayor oportunidad de crecer como cre­
maravilloso relato, los tres jóvenes judíos, arrestados du­ yentes, porque es cuando más abiertos estamos a la acción
rante la persecución del rey babilonio, salen ilesos del hor­ de Dios en Jesús y en el Espíritu.
no de fuego porque una cuarta figura, que es «como un hi­ En el viejo ritual de la Iglesia de Inglaterra, el padrenues­
jo de hombre», camina con ellas; así también nosotros tro se recita después de la comunión, como para recordamos
caminamos en el fuego de Dios, acompañados por el Hijo que, cuando hemos comido y bebido, se renueva nuestra
eterno de Dios, que nos ha recibido en su compañía. Ha­ identidad como hijos adoptivos de Dios. En la nueva liturgia,
ciendo uso de otra imagen veterotestamentaria, en esta oca­ así como en la tradición católica, se recita inmediatamente
sión del Éxodo (Ex 24), contemplamos a Dios y comemos antes de la comunión, como para proclamar que nunca al­
y bebemos de la misma manera que los ancianos de Israel canzamos más plenamente nuestro ser bautizado y renova-

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Mortvos PARA CREER DIOS EN COMPAÑÍA

do que cuando venimos a comer y beber a la mesa de Jesús. que todos son iguales, porque todos son igualmente invita­
Ambas tradiciones tienen su lógica, la cual depende de la dos inmerecida y sorprendentemente. Por ello, es una comu­
centralidad de la obra del Espíritu en este acontecimiento. nidad que revela la libertad de Dios al amar y al perdonar, y
Tenemos pleno derecho y está justificado decir «Padre nues­ está en paz con la creación así como con el Creador.
tro» cuando el pan y el vino están en nuestras manos o en
• • •
nuestras bocas. y también es positivo recordar la introduc-
lO

ción al padrenuestro que siempre se ha usado en este mo- A menudo he predicado -como otros, estoy seguro-- que,
mento en la liturgia católica: nos «atrevemos» a decir: Padre al regresar a nuestros asientos tras recibir la comunión, de­
nuestro; tenemos el valor de decir: Padre nuestro. Esto no es beríamos contemplar a quienes están a nuestro lado con ad­
algo automático o prosaico; gracias a la bondad de Dios te­ miración y asombro. La persona de alIado -a quien puedo
nemos permiso para decir algo escandaloso y milagroso. amar profundamente, puedo no conocer de nada, puede no
Por tanto, aquí está la Iglesia real, la Iglesia que no ha­ gustarme o incluso puedo temer- es
La persona de al lado
ce otra cosa que ser la Iglesia, completamente absorbida en un invitado honorable y especial de -a quien puedo amar
la oración y adoración de Cristo. No resulta sorprendente Dios, que reza la oración de Cristo profundamente, puedo
no conocer de nada,
que uno de los antiguos himnos acerca de la eucaristía di­ y vive de su vida. En ese momen­ puede no gustarme o
ga que ha llegado el fin del mundo: to están tocados con la gloria del incluso puedo temer­
fin de todas las cosas, al igual que es un invitado honora-
El Alfa y la Omega, ante quien se postrarán ble y especial de Dios.
todas las naciones en el juicio, está con nosotros ahora. nosotros. Y aquí están las realidades
del mundo, los dones naturales de Dios, convertidos en sig­
Lo que sucede en este momento de la comunión es un nos eficaces de la recreación y del amor restaurador del Pa­
anticipo del lugar hacia donde todo se dirige: tanto nosotros dre. También son lo que Dios desea que sean al final de to­
como las cosas de este mundo representadas por el pan y el do, signos de un amor rebosante.
vino somos asumidos en la acción del Espíritu en un aconte­ Existe además otra dimensión que tiene igual importan­
cimiento de reconciliación y adoración, reflejo de la bondad cia. Cuando los cristianos se reúnen para dar culto, no sólo
y gloria de Dios. Por supuesto, si prestamos atención a la co­ comparten el pan y el vino. También se congregan para que
munión, aprenderemos que esta manifestación de la identi­ se les diga quiénes son, no sólo con acciones, sino con pala­
dad de la Iglesia nos ofrece un claro criterio para juzgamos bras y cantos, y sobre todo con la historia y el canto que es
como Iglesia. Esto es lo que Dios pretende que sea la Igle­ la Biblia. La Iglesia muestra su verdadera identidad al escu­
sia: una comunidad reunida porque reza la oración de Jesús char la Biblia. Se reúne para poder escuchar lo que ahora es
y se alimenta de su vida y de su fuerza; una comunidad en la su propia historia, no sólo el registro histórico de un pueblo

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MOTIVOS PARA CREER DIOS EN COMPAÑ1A

remoto. La comunión en las cosas santas se desarrolla en un Merece la pena detenerse un momento para aclarar al­
contexto donde se escucha esta historia, la historia de la re­ gunos de los malentendidos que pueden producirse entre
lación de Dios con el mundo, en la que nos muestra quién los cristianos en torno a la Biblia. Decimos a menudo que
es. Al leer y reflexionar sobre esta historia, la comunidad re­ es la Palabra de Dios; sin embargo, es la Palabra de Dios no
conoce que pertenece al mismo marco de referencia. Vive porque ella sea el primero y principal testigo de Dios en la
en el presente en unión con todos aquellos a quienes Dios historia (ése es Jesucristo), sino porque es el principal tes­
ha invitado e inspirado. En la asamblea dominical Abrahán, tigo de Jesucristo. Y cuando se lee en la comunidad de cre­
Moisés, Ezequiel y los demás están a nuestro lado de forma yentes, el Espíritu la utiliza para reavivar en nosotros la lla­
invisible; formamos parte del pueblo de la alianza, cuyos mada de Dios. En otras palabras, no es una especie de texto
orígenes se remontan a una distancia que no se puede perci­ mágico que nos ofrece de manera sobrenatural información
bir, apenas conocida al margen de las leyendas y la épica, garantizada sobre todo lo que existe bajo el sol. Lo que de­
pero absolutamente real y en continuidad con el ahora. La nominamos su «inspiración» es su capacidad de ser instru­
vida que compartimos, la comunión de los santos, es una vi­ mento del Espíritu santo, presentando a Jesús de una forma
da en la que participan todos los que Dios llamó en ese pa­ sumamente viva ante nuestras mentes y nuestro corazón, y
sado inimaginable, en la oscura y tenebrosa historia de unos actualizando de esa manera su desafio y su invitación.
nómadas del Oriente medio de la Edad del bronce o incluso Los cristianos de tradición protestante han tendido a
de antes. pensar en la Biblia como si fuese ante todo y sobre todo un
Ésta es la razón por la cual los cristianos afirman que la libro que una persona lee en privado. Se trata de una reac­
Biblia es «la Palabra de Dios» en el presente. Se proclama y ción comprensible en un contexto histórico en el que no se
se escucha una palabra; cuando se nos lee la Biblia en medio alentaba a los individuos a leerla personalmente, sino que
de la asamblea, es Dios mismo quien se les hacía depender por completo de una elite de clérigos
Martin Lutero ase­ va narrando nuestra historia y nues­ cualificados que les hablaran de ella. Sin embargo, en cier­
guraba que la Bi­
blia ... «habla de ti». tra identidad. Martín Lutero aseguraba to sentido fue una reacción exagerada. En los comienzos de
que la Biblia de te loquitur, «habla de la vida de la Iglesia, era ciertamente un libro que se leía en
ti». En ese sentido, la sagrada Escritura siempre se encuen­ comunidad (como el Antiguo Testamento se leía en la sina­
tra al lado del sacramento como criterio de nuestra identi­ goga). Durante esos primeros siglos del cristianismo muy
dad. La Iglesia que escucha es la Iglesia que realiza su ser, poca gente podía permitirse disponer de una biblioteca de
así como la Iglesia que comparte el pan y el vino es la Igle­ varias docenas de rollos manuscritos. Pensamos en la Bi­

...
sia en su más profunda verdad. blia como en un único libro con tapas, pero esto fue así tan
sólo a partir de una fecha relativamente tardía en la historia

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MOTIVOS PARA CREER DIOS EN COMPAÑiA

de la Iglesia. En la época más primitiva y a lo largo de la al­ sorprendidos al verse asociados con un movimiento que
ta Edad Media, la Biblia era una colección de libros leídos alentara el que cada persona sacase sus propias conclusio­
por y en la comunidad, en el contexto de la oración y de una nes acerca de la Biblia. Para ellos, una vez más, se trataba
interpretación meditativa regular. El error de la baja Edad de un texto con el que había que confrontarse en el contex­
Media consistió en dividir la Biblia en minúsculos fragmen­ to de la oración y la reflexión compartida.
tos, textos que se empleaban como pruebas y no para expo­ Los cristianos de las tradiciones reformadas se enorgu­
ner la historia de la obra de Dios. Hubo excepciones (y san­ llecen de haber puesto la Biblia a disposición de todos, co­
to Tomás de Aquino insistió enormemente en que lo que sa que no está mal. Pero lo que ahora se necesita recuperar
más importaba era el sentido literal de la Biblia y su carácter con urgencia es la idea de que la Biblia debe ser leída en
de relato del encuentro de diferentes personas con Dios); los compañía. No es un libro que pueda
Lo que ahora se ne­
«misterios» (representaciones teatrales religiosas) de aque­ abrirse y leerse en cualquier página; cesita recuperar con
lla época ofrecieron una selectiva pero muy poderosa repre­ tiene la función concreta de presen­ urgencia es la idea de
que la Biblia debe ser
sentación del «panorama global». Pero en general se había tar las obras de Dios -que se elige un lerda en compañia.
perdido la importancia de éste. Además, existía cierta sensa­ pueblo para sí- ante la asamblea que
ción de que la Biblia podría plantear extrañas cuestiones a la se reúne para dar culto. La lectura privada e individual se
Iglesia en su forma presente. deriva de esta otra y se ve informada por ella. Incluso cuan­
Inicialmente, la Reforma fue un intento de situar de do leo la Biblia solo, he de recordar que la leo en compañía
nuevo la Biblia en el centro de la Iglesia, más que de prio­ de lectores de todos los siglos y que debo estar dispuesto a
rizar su lectura privada. La Biblia debía considerarse un do­ aprender de ellos, así como de mis contemporáneos.
cumento público, la carta magna de la vida de la Iglesia. Por cierto, esto arroja luz sobre algunas de las contro­
Todos los creyentes debían tener acceso a ella, porque to­ versias acerca de las implicaciones de la inspiración de la
dos tenían el derecho y el deber de conocer el lenguaje co­ Biblia. Si la Biblia es ante todo y sobre todo un único libro
mún de la Iglesia y los criterios en virtud de los cuales la con sus tapas (o sea, un libro moderno) y que se presenta
Iglesia reflexionaba sobre teología y moral. Las inmensas para ser leído por individuos, es posible que nos cause in­
biblias que fueron encadenadas en las iglesias inglesas del quietud saber si es plenamente fiable: su inspiración ha de
siglo XVI son un buen ejemplo de esta nueva realidad. Con probarse y defenderse en términos de su exactitud en rela­
la invención y la rápida expansión de la imprenta fue posi­ ción con todos los detalles de la historia o de la ciencia. Si
ble que, a bajo coste, la Biblia en un único tomo llegase a no existe tal exactitud, su credibilidad queda afectada. Pe­
las manos de muchas más personas, que pudieron adquirir­ ro si, más bien, la entendemos como una serie de textos que
la y leerla. Los dirigentes de la Reforma habrían quedado el Espíritu utiliza para renovar y convertir constantemente

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MOTIVOS PARA CREER DIOS EN COMPAÑIA

a la Iglesia, algo a lo que la Iglesia siempre remite para pro­ Con lo dicho hasta aquí en este capítulo, he tratado de
bar su propia integridad al reunirse a reflexionar en comu­ presentar en cierta manera lo que podría denominarse el co­
nidad, la cuestión de su exactitud en términos científicos o razón moral, la energía moral de la Iglesia, una energía muy
históricos pierde su importancia. Puede que el Génesis no parecida a la de un matrimonio que funciona. También he
nos cuente cómo empezó el mundo de la manera en que lo intentado exponer por qué necesitamos esos momentos de
haría un cosmólogo actual, pero nos dice lo que Dios quie­ vivencias compartidas en los que se nos dice, con la palabra
re que sepamos: que hemos sido creados por su amor y li­ y el sacramento, quiénes somos, y en los que, por un instan­
bertad. El libro de Daniel puede estar reñido con lo que sa­ te, verdaderamente somos aquello que estamos llamados a
bemos sobre la historia de Babilonia; pero nos cuenta lo ser. El credo niceno resume esto al describir a la Iglesia co­
que Dios quiere que sepamos: la necesidad de ser fieles mo «una, santa, católica y apostólica». Es una porque la lla­
en medio de un imperio tiránico e impío. Y aunque nuestro mada de Dios es una y la misma, el Hijo de Dios es uno y el
mundo es distinto al de los relatos evangélicos, que fueron mismo, y el Espíritu de Dios es uno y el mismo. No somos
compuestos en una fecha muy próxima a los acontecimien­ uno porque hemos conseguido encontrar un grado más o
tos que narran, sigue siendo cierto que los detalles contra­ menos satisfactorio de consenso entre
dictorios de los distintos evangelios no constituyen el fin todos, sino porque existe una invitación Nuestra santidad
no es cuestión de
del mundo; nos exponen lo que Dios quiere que sepamos. a entrar en una relación única con Dios logros, sino de re­
La expulsión de los cambistas del templo ¿tuvo lugar al co­ Padre. Esta unidad se expresa siempre lación con Cristo.
mienzo o al final del ministerio público de Jesús? Juan sos­ de maneras diversas, pero no es confu-
tiene lo primero, mientras los otros evangelios afirman lo sión. Debemos aprender a contemplar al único Cristo refle­
segundo. En todo caso, la fuerza de la historia sigue siendo jado de innumerables formas. (Si se me permite una analo­
la misma: de te loquitur, habla de ti. gía musical, tenemos que escuchar la melodía con la que
guardan relación todas las variaciones).
Lo mismo ocurre con la Iglesia como santa. Según he
señalado, nuestra santidad no es cuestión de logros, sino de
Hermanos mela­ relación con Cristo. Somos santos porque nos encontramos
nesios leyendo en el lugar santo, donde Jesús se encuentra. Nuestras raíces
juntos la Biblia.
están en el cielo, donde el Hijo adora y se entrega amoro­
samente al Padre. «Donde estoy yo, allí estará mi siervo»,
dice Jesús en el evangelio de Juan; y donde él está es junto
al corazón del Padre. Cuando nuestras vidas quedan asumi-

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Morrvos PARA CREER DIOS EN COMPAÑÍA

das en la suya, ése es nuestro lugar de pertenencia; y por el desafio actual a compartir esa misma misión, de ir donde
ello somos «santos». está la gente e invitarla a unirse. Un apóstol es un delegado,
y la Iglesia es católica. La palabra significa «universal», un portavoz, alguien enviado en nombre de otro. Nosotros
ciertamente, pero tiene muchas más resonancias. No es un hemos de ser tales delegados, aprendiendo a hablar no en
mero término geográfico: la Iglesia era «católica» cuando nombre propio, sino en nombre de Jesús.
sólo contaba con doce miembros en Jerusalén. Uno de los Todas estas notas de la Iglesia aparecen sólo de una for­
grandes
o
autores del siglo IV explica que también significa ma muy irregular cuando contemplamos la historia real de
que la Iglesia dice toda la verdad a todo el género humano, a las comunidades cristianas. Y creemos estas cosas de la Igle­
todo tipo de personas. En griego, la palabra significa algo sia no porque dispongamos de numerosas pruebas de que así
así como «de aplicación general». Por 10 tanto, una Iglesia es la Iglesia, sino en virtud de lo que creemos acerca de Je­
«católica» es aquella siempre preocupada por la plenitud, sús. En un sentido muy importante, 10 que afirmamos de la
siendo fiel al conjunto de su depósito de fe, pero intentando Iglesia en realidad se refiere a Jesús. Hablamos de su vida
entrar en relación con toda la diversidad de la experiencia y realidad en la Iglesia, y puesto que esto no depende de 10
humana, cultural e individualmente, confiada en su capaci­ bien o mal que ella 10 haga, podemos decir que siempre es­
dad de proclamar la misma verdad a cualquier persona en tá ahí, como verdadero centro del qué y quiénes somos.
términos que pueda asumir como suyos. Esto provoca mu­
chas tensiones, porque no siempre queda claro 10 que cons­
...
tituye una adaptación adecuada y 10 que es una mera cesión Una de las definiciones más sencillas de la Iglesia con­
a 10 fácil o a 10 que está de moda. Este problema no es nue­ siste en decir que está destinada a ser el lugar donde Jesús
vo en absoluto; ha estado presente desde los primeros mo­ actúa visiblemente en el mundo. Una vez afirmado esto, es
mentos. Ser católico es estar dispuesto a vivir con la dificil posible dar un giro y sostener que donde Jesús actúa visi­
tarea de discernir con sinceridad e integridad esta cuestión. blemente, allí está presente algo similar a la Iglesia. Esto no
La Iglesia es apostólica porque estamos aquí en virtud quiere decir en absoluto que la Iglesia visible y sus ense­
del hecho de que los primeros discípulos fueron enviados ñanzas y sacramentos carezcan de importancia; simplemen­
(que es 10 que significa el término «apostólico»). Creemos, te supone reconocer que a veces captamos mejor realidades
hablando desde un punto de vista humano, porque otros se fundamentales para la Iglesia al dirigir nuestra mirada fue­
tomaron la molestia de venir donde estamos para invitamos ra de sus fronteras visibles. Cuando somos testigos de una
a pertenecer a Jesús. Celebramos nuestra continuidad con conducta que muestra un perdón radical o una esperanza ex­
ellos; pero ser apostólico no significa sencillamente mirar traordinariamente valerosa, podemos decir: «[Sí, eso es! A
atrás (un error que a veces cometemos). Consiste en asumir eso me refiero cuando pienso en la Iglesia y en su sentido».

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MOTIVOS PARA CREER DIOS EN COMPAÑÍA

En ocasiones podemos contemplar el estado actual de la confianza tan plena como la suya en todo Israel. No obstan­
Iglesia a la que pertenecemos y plantearnos algunos inte­ te, dichos momentos nos parecerían casuales e insignifican­
rrogantes inquietantes acerca de cómo nos hemos distraído. tes si no contásemos con la historia de Jesús y su llamada
De hecho, se nos conduce de regreso al centro de todo, a la explícita a seguirlo formando parte de una nueva comuni­
Biblia y a los sacramentos, al Cristo cuya vida sigue pre­ dad. Por ello, no podemos eludir la necesidad de poseer re­
sente en el corazón de la comunidad, para que aprendamos latos en los que la Iglesia aparece en su rica plenitud. Aquel
a arrepentimos. Es como si la fuerza de Cristo y la novedad necio periodista que viajó a la Rusia soviética en los años
del Evangelio siempre huyesen más allá de los límites de la 20 y volvió diciendo: «He visto el futuro y funciona», esta­
Iglesia y regresasen para desafiarla ba grotescamente equivocado; pero, por la gracia de Dios, a
Es como si la fuerza de
Cristo y la novedad del desde lugares inesperados. El Es­ veces podemos afirmar: «He visto a la Iglesia y funciona».
Evangelio siempre hu­ píritu actúa en la creación, impul­ Todos -espero- tenemos algún ejemplo; voy a presentar al­
yesen más allá de los lí­
mites de la Iglesia. sando a todos hacia un comporta­ gunos de los que han hecho posible que yo lo diga.
miento y unas relaciones como las En el año del milenio, la campaña «Jubileo 2000» por la
que encontramos en Cristo. A veces, irrumpe «al margen cancelación de la deuda de los países pobres alcanzó un mo­
de la alianza» y hemos de tener la humildad de aceptarlo y mento cumbre con una gigantesca manifestación en Bir­
aprender de ello. Hemos de reconocer que muchas de las mingham, en Reino Unido, donde se habían reunido los po­
preocupaciones más acuciantes para los cristianos actuales derosos ministros de economía del G-8. Habíamos llevado
acerca de la dignidad humana, la libertad de conciencia, los dos autobuses desde mi diócesis del sur de Gales y, al con­
males del autoritarismo o la situación de la mujer se las ha templar la extraordinaria diversidad de grupos cristianos en
planteado la Iglesia desde fuera de sus límites; y hemos de­ las calles (católicos, pentecostales, de extrema izquierda, de
bido reconocer no que la Iglesia se equivoque y que la so­ extrema derecha), yo -al igual que otros- pude decir: «He
ciedad civil esté en lo cierto, sino que hemos ignorado algu­
nas de las implicaciones básicas y más radicales de nuestro
propio mensaje y nuestra propia praxis.
Por tanto, cuando hablamos de aquellos momentos en los
cuales reconocemos la esencia de la Iglesia, hemos de acep­
tar que a veces tales momentos están motivados por personas
y acciones de fuera de la propia Iglesia. Podemos recordar a
Jesús mismo cuando, ante el centurión romano que le supli­
ca que sane a su criado, exclama que no ha encontrado una Asociación «Jubileo 2000», en favor de la justicia y la condonación de la deuda.

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MOTIVOS PARA CREER DIOS EN COMPAÑÍA

visto a la Iglesia y funciona». El hambre y la sed de justicia nidad encontraba algo de dignidad y cariño; un lugar para la
en nombre de Cristo había congregado y sostenido esta im­ confianza en un contexto donde ésta no era muy fomentada.
probable coalición; su único interés era promover lo que to­ «He visto a la Iglesia ... ».
dos creían que era la llamada del reino de Dios, oponerse a La confianza está en el centro de mi tercer ejemplo. En
lo que ofendía la justicia divina. los últimos años, las islas Salomón en el Pacífico se han
O prestemos atención a Penrhys, un barrio marginal si­ visto alteradas por varios estallidos de violencia entre pue­
tuado en lo alto de una colina del valle Ronda, en el sur de blos de distintas islas. Son también la cuna de una de las
Gales, plagado de problemas sociales y destino final de al­ más peculiares órdenes religiosas de la Iglesia anglicana, la
gunas de las familias más conflictivas de la cercana ciu­ Hermandad Melanesia, comprometida e identificada por
dad de Cardiff, «deportadas» allí por las autoridades loca­ completo con la cultura local, innovadora en su espirituali­
les, que ya no las aguantaban más. Encontramos embarazos dad. En los conflictos que se produjeron entre las islas, los
de adolescentes, desempleo crónico, viviendas ruinosas y Hermanos fueron uno de los pocos grupos en que siguieron
carencia de los más mínimos servicios sociales. En la dé­ confiando las diferentes facciones, y su labor reconciliado­
cada de los 80, un ministro jubilado de la Iglesia reformada ra fue vital y muy valiente. En 2003, una de las facciones
unida decidió trasladarse allí junto con su esposa. Compra­ tomó como rehenes a siete de ellos, que acabaron siendo
ron dos casas, una para vivir ellos y la otra para convertirla asesinados a sangre fría. Fue uno de esos momentos trau­
en una especie de lugar de encuentro, tienda de ropa de se­
máticos que lleva a dar pasos hacia la paz, precisamente
gunda mano y espacio para la oración. Este último espacio
porque los habitantes de las islas tenían hacia los Herma­
había sido dispuesto de manera magistral: amplio y silen­
nos sentimientos de confianza y de amor. Más aún que los
cioso, con unos muebles sencillos, un icono, una vela y po­
otros ejemplos, éste revela algo fundamental acerca de la
cas pretensiones: simplemente, un lugar donde se pudiera
esencia de la Iglesia: su capacidad de aparecer como (y de
estar en silencio. La gente del barrio hablaba de pasar por
ser) una comunidad que no persigue ningún interés perso­
la «iglesia» cuando iban a la tienda y de usar la «capilla»
nal, sino que refleja en cierta medida el amor equitativo, li­
cuando estaban allí; no era una mala distinción, pues todo
bre e imparcial de Dios. «He visto a la Iglesia ... »1.
el complejo era claramente una iglesia, un lugar en el que
Uno de los monjes del desierto de la Iglesia primitiva,
Jesús estaba visiblemente activo. Antes de que, finalmente,
una figura de la segunda generación, tristemente reconoció
las autoridades comenzaran a trasladar a las familias lejos
en cierta ocasión: «Yo no soy monje, pero he visto mon-
de un ambiente tan obviamente disfuncional, la iglesia tam­
bién había participado en la apertura de un centro local de
l. Cf. R. Carter, In Search ofthe Lost: TheDeath and LijeofSeven Pea­
salud. Era, sencillamente, el único lugar donde esta comu- cemakers ofthe Melanesian Brotherhood, Norwich 2006.

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MOTIVOS PARA CREER DiOS EN COMPA¡\¡IA

ramente su gloria. Cuando la Iglesia yerra, divide, transige,


hasta cierto punto se ha perdido la convicción de que exis­
te por el bien del futuro de Dios. Y cuando es plenamente
ella misma, no lo es por haber logrado determinado tipo de
éxito humano, un alto nivel ético, un número estadística­
mente significativo de miembros muy santos, sino porque
se ha hecho transparente al futuro de Dios (la misma cosa,
en efecto, que ser transparente para la vida de Jesús que ha­
«Dichosos los que construyen la paz». Los cuerpos de los Hermanos bita en ella).
asesinados son trasladados a casa.
Todo esto nos conduce hacia la parte final del credo.
jes». Era consciente de vivir inmerso en una atmósfera la­ ¿Cuál es el futuro que Dios planea para nosotros? ¿Y qué
xa, atenuada ya la llama del entusiasmo inicial. Pero sabe hacemos para colaborar con su designio o para frustrarlo?
cómo es un verdadero monje, aun reconociendo que su pro­
pia vida dista de ese ideal. Lo mismo ocurre con nosotros:
cuando hemos participado en los sacramentos de la Iglesia
y escuchado pacientemente la Biblia, hemos visto a la Igle­
sia, aunque al día siguiente sintamos que ya no somos una
Iglesia de forma activa o visible. Cuando escuchamos las
historias de Penrhys o de los Hermanos melanesios, pode­
mos afirmar: «Sí, hemos visto a la Iglesia», aun cuando pa­
rezca estar muy lejos de la comodidad o de la confusa vida
de nuestra comunidad cristiana. Esto se nos da no para que
nos sintamos culpables, sino para que nos sintamos agrade­
cidos e incluso esperanzados. Dios no ha dejado de actuar
para que la Iglesia sea ella misma.
En los sacramentos y en la vida de duro sacrificio se
manifiesta una misma realidad: hacia aquí está llamado a
encaminarse el mundo de acuerdo con los planes de Dios.
Éste es el futuro, éste es el signo de «un reino de paz» don­
de la humanidad y todo el mundo material proclaman cla-

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«ESPERO LA RESURRECCIÓN
DE LOS MUERTOS»

La vida en el Espíritu santo es aquella en la que Jesús es­


tá vivo en compañía de otros; la vida en la que cada persona,
por la energía del Espíritu, entrega a los demás la promesa
y las posibilidades inauguradas por Jesús. Por eso, la Iglesia,
en la que «la comunión del Espíritu santo» --como san Pablo
la denomina- cobra realidad, es el lugar donde cada uno «es
administrador» de la realidad de Jesús. Cada persona alcan­
za su verdadera identidad siendo el canal de la acción de
Cristo para con la comunidad; la comunidad de creyentes en
primer lugar, pero también el conjunto de la creación.
Así pues, afirmar que la Iglesia es el lugar en que Jesús
actúa visiblemente en el mundo es decir no sólo que ella
muestra al mundo el rostro de Jesús, sino también que en su
propia vida interior encama la vida de Jesús que fluye entre
los creyentes. Esto nos lleva aún más lejos. Si la Iglesia es el
lugar donde actúa visiblemente la vida de Jesús, es el lugar
donde actúa visiblemente la santísima Trinidad: el Espíritu
hace vivir a Cristo en nosotros, y esa vida es una vida de
adoración y entrega personal a Dios Padre. Ciertamente, no
comprenderíamos lo más importante de la Iglesia si ignorá-

163
MOTIVOS PARA CREER EN DEFINITIVA, EL AMOR

semos el hecho de que la vida de Jesús tiene esa orientación. de la Trinidad». Ha proporcionado una forma muy fecunda
Una de las peculiaridades del movimiento de la «muerte de de contemplar la Iglesia como un equilibrio de unidad y
Dios», activo en la década de los sesenta del pasado siglo, pluralidad, o más bien como una unidad que no puede dis­
consistió en profesar un intenso compromiso con Jesús y los tinguirse y que está constituida por la entretejida pluralidad
«valores» que defendió, a la vez que soslayó la importancia de la acción de Dios. Es como un contexto donde 10 que me
fundamental de la relación de Jesús con aquel a quien lla­ confiere una identidad está siempre vinculado de forma ab­
maba «Abba, Padre». Y 10 mismo es válido para cualquiera soluta con la alteridad con la que me relaciono. Al igual que
que dice admirar, respetar o desear imitar a Jesús, pero tie­ en la vida de Dios, no se puede decir que la unidad preceda
ne dificultades con un Dios trascendente: no es posible eli­ a la pluralidad o que la diversidad sea anterior a la armonía:
minar de la historia de Jesús esta relación con el misterio del son completamente simultáneas.
que procede, una relación que es constante, que 10 impreg­ Éste ha sido un fecundo conjunto de imágenes e ideas.
na todo y que a veces resulta oscura y agónica. La única advertencia que he de hacer se refiere a la idea de
Estar en la Iglesia supone estar en medio de esa vida di­ que Dios y la Iglesia son dos ejemplos de vida «en comu­
vina que Jesús nos revela: la efusión, la devolución y la co­ nión». Debemos tener claro que nuestra vida en la Iglesia
munión, el don, la respuesta y el renovado flujo donante, el es lo que es porque hemos sido asumidos en la eterna rea­
triple ritmo de amor, Padre, Hijo y Espíritu. Son las olas lidad de Dios: las relaciones de comunión en el interior de
que se alzan a tu alrededor al intentar vivir la vida del dis­ la Iglesia y con el resto de la creación son la realización del
cípulo, que no consiste meramente en seguir a una distante don que se nos concede cuando el Espíritu nos introduce en
figura del pasado o en obedecer a una distante figura del el corazón de la relación orante de Jesús con el Padre. No
presente, sino en participar del ritmo que sostiene el uni­ es que Dios sea una comunión de tres personas y la Iglesia
verso. Cuando reflexionamos sobre la vida de la Iglesia, una comunión de varios miles de millones. La comunión de
quizás debamos pensar menos en términos de pertenencia a los seres humanos en la Iglesia es algo que se ve constante­
una asociación y más en términos de nadar en la corriente mente arrastrado hacia la absoluta «unidad en la diferen­
de la amorosa actividad divina que nos arrastra. Y como ve­ cia» que es Dios, aunque ésta siempre nos trascienda y no
remos un poco más tarde, la misma imagen nos ayuda a re­ debamos pensar que las personas divinas son una versión
flexionar más acertadamente respecto a 10 que ocurre cuan­ ampliada y mejorada de las personas humanas.
do oramos. Al margen de la posible formulación, queda clara la ver­
Donde está la Iglesia, allí se hace patente la acción de la dad fundamental acerca de la Iglesia. Su vida apunta no só­
santísima Trinidad. Ahora bien, en la teología actual muchos lo hacia Jesucristo, sino también hacia ese ritmo, ese nudo
autores han subrayado la idea de que la Iglesia es «el icono de acción y amor dentro del que se encuentra Jesús, la vida

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MOTIVOS PARA CREER EN DEFINITIVA, EL AMOR

trinitaria que es Dios. «En realidad, amor»: aquí es donde Una antigua y conocida leyenda sobre la conversión de
la realidad eterna del amor y del desinteresado don divino los primeros cristianos rusos en el siglo X cuenta que unos
se debe identificar en el mundo, no siempre (aunque sí a emisarios del Gran Duque de Kiev visitaron diferentes paí­
veces) en la «actuación» de la Iglesia, que muy a menudo ses para estudiar las respectivas religiones locales; en su in­
es embarazosamente mala, sino en el ritual y lenguaje de la forme, aseguraron que, cuando llegaron a Constantinopla y
Iglesia, en la manera en que la Iglesia expresa su identidad. asistieron a la liturgia de la gran catedral de santa Sofia, «no
Cuando esto se pone de manifiesto, en la eucaristía, en la sabíamos si nos encontrábamos en el cielo o en la tierra».
asamblea de personas que se reúnen para escuchar y acoger Muy acertado también: habían visto a la Iglesia y funciona­
la palabra de Dios, en la autenticidad de determinadas co­ ba. y ello significaba que habían estado en el cielo.
munidades, lo que nos encontramos es una especie de res­ Esto nos ayuda a explicar por qué en los credos pasamos
puesta a la petición del padrenuestro: «Hágase tu voluntad de la confesión de nuestra fe en la Iglesia a la afirmación
en la tierra como en el cielo». de la resurrección y la vida eterna. La Iglesia tiene sentido
0, por decirlo de una manera audaz, lo que vemos es el cuando descubrimos que existe para que nos acostumbre­
cielo. La Iglesia tiene sus raíces, su verdadera identidad mos a la paz y a la alabanza, para introducirnos en la atmós­
y su morada en el cielo; por eso dice san Páblo en la Car­ fera donde lo que lo impregna y configura todo es la vida
ta a los filipenses que los cristianos de Dios Trinidad. Por eso resulta natural pasar a esas decla­
El cielo es lo que se son «ciudadanos del cielo» (Flp 3, 20). raciones sobre nuestro destino final. No obstante, al hacer­
abre cuando la Igle­
sia es verdadera­
Recordemos el capítulo tercero y lo lo, deberíamos advertir que no se nos pide que profesemos
mente ella misma. que allí dijimos acerca de Jesús, que nuestra fe en «la vida eterna» en general o en «la inmortali­
invitaba a las personas a ser ciudada­ dad». En el credo de los apóstoles esto resulta más llamati­
nos de un mundo nuevo. El cielo es lo que se abre cuando vo, porque decimos que creemos, como reza el original, en
la Iglesia es verdaderamente ella misma. Esta idea, tal vez, «la resurrección de la carne». Si tenemos (como ocurre con
escapa a nuestra intuición, pero es lo que el retrato bíblico la mayoría de nosotros) una idea vaga de que la religión nos
de la Iglesia sugiere: no que la Iglesia deja de estar en la compromete a creer en la «vida después de la muerte» y és­
tierra de forma real y concreta, en absoluto; sino que cuan­ ta nos evoca la imagen sombría de nosotros mismos flotan­
do la Iglesia está más claramente comprometida con la ta­ do por los cielos, esta frase nos causa un pequeño trastorno.
rea de transformar la tierra en la que vive, es cuando el cie­ ¿Verdaderamente deseamos que esta amalgama concreta de
lo se pone más de manifiesto. huesos, grasa y pelo que tan bien conocemos posea un futu­
ro eterno? ¿Y no hay indicios de algo bastante siniestro en
• • •
ese tipo de expresiones?

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MOTIVOS PARA CREER EN DEFINITIVA, EL AMOR

Se trata de una de las doctrinas más difíciles de formular no dejan de parecer ingenuos folletos de vacaciones. El ca­
de manera convincente en la cultura actual. Somos una so­ mino de la reflexión sobre la vida eterna está lleno de tram­
ciedad asombrosamente materialista, pero a menudo parece pas; y sin embargo, ahí está, en la Biblia y en el credo: «la
que carecemos de respeto por el cuerpo, imaginando que se resurrección de la carne», el mundo nuevo. ¿Cómo hacer
trata tan sólo del envoltorio de una identidad creada por la justicia a las exigencias de la tradición y al mismo tiempo
inteligencia y la voluntad (es una de las razones por las que evitar los escollos?
nos resulta tan complicado pensar en los embriones huma­ Quizá debamos comenzar por el principio. Somos quie­
nos: un organismo con un cuerpo humano, pero sin rastro nes somos porque vivimos en un contexto que nos hace así:
de algo que pudiésemos denominar inteligencia o voluntad, un contexto humano, pero también un ambiente que no es
por lo que fácilmente llegamos a la conclusión de que no humano. Ya hemos visto que nuestra relación con el entor­
puede gozar de los «derechos» humanos convencionales). no comunitario y material es algo intrínseco a la vida de
La fe cristiana afirma que, dado que Dios ha venido a nues­ fe, no un mero añadido o un lujo. Nuestra santidad se en­
tro encuentro en este mundo de cuerpos materiales como un cuentra vinculada tanto a otras personas como a las reali­
cuerpo material, y dado que Dios sigue recurriendo a cosas dades del mundo. Nuestra relación con Dios se hace paten­
y personas dotadas de materia para comunicar quién y qué te (o no, claro está) en el modo en que nos conducimos en
es, no es posible suponer que la vida con él ignore, sin más, estas relaciones cotidianas. Por ello, si creemos en una vida
nuestra vida material. La Biblia rara vez habla de la vida con con Dios que no se desvanece con la propia muerte física,
Dios en el cielo; tiende más bien a hablar de una renovación debe seguir siendo una vida en comunidad e inserta en un
de la creación, de «un cielo nuevo y una tierra nueva», como determinado contexto, una vida en un mundo donde todas
sucede en el Apocalipsis. Parece que la vida con Dios es una nuestras relaciones con las cosas y las personas se hallan
vida en un mundo que tiene algo en común con el mundo perfectamente ancladas en el amor trinitario de Dios y son
que ahora habitamos. plenamente transparentes a dicho amor.
Aquí se complica este asunto. Nuestra imaginación se Dios sabe -literalmente- qué puede querer decir esto. Pe­
pone manos a la obra y crea imágenes del nuevo mundo, ro ésta parece ser la naturaleza del desafío y de la promesa
del mundo en el que realmente nos gustaría vivir; sin em­ de nuestra fe. El evangelio nos toma en serio, en nuestra in­
bargo, con frecuencia tan sólo produce clichés ridículos. tegridad; promete un mundo nuevo y nos orienta hacia la
Recordemos las imágenes del cielo nuevo y la tierra nueva historia central de un salvador corporal cuya carne y sangre
que a veces aparecen en las brillantes publicaciones de al­ material no permanecen en el mundo, sino que son elevadas
guna secta religiosa que tienen la pretensión de explicarnos y transfiguradas en algo que goza de una reconocible conti­
el verdadero significado de la Biblia: la triste verdad es que nuidad con la vida terrena, aunque radicalmente diferente.

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MOTIVOS PARA CREER EN DEFINITIVA, EL AMOR

La resurrección de Jesús y la esperanza en la vida eterna la resurrección, no es que lo demás desaparecerá, sino que
con Dios se convierten en los cimientos de una promesa en el «diamante» lo asumirá todo. No es que el diamante sea
virtud de la cual -signifique esto lo que signifique- Dios lo poco de nosotros que sobrevivirá, sino la preciosa posi­
no nos redime haciendo que dejemos de ser lo que somos: bilidad de relacionarnos con Dios en la plenitud de nuestra
seres que viven en comunidad y en naturaleza humana.
SI Dios nos preserva un determinado contexto. Si Dios nos Por ello, esas experiencias de anticipación del paraíso
más allá de la muerte,
preserva todas nues­ preserva más allá de la muerte, pre­ que hemos asociado con «ver la Iglesia» son importantes
tras dimensiones. serva todas nuestras dimensiones, no porque esencialmente son vivencias comunitarias y en un
sólo una parte protegida e «inmortal» aquí y un ahora. Podemos ser (en realidad, somos) incapa­
que podamos tener. Sea lo que sea la vida con Dios, no es ces de ofrecer una descripción del cielo, pero sí estamos
más abstracta o aislada que la que conocemos ahora. en condiciones de decir: «No puede ser inferior a esto».
Gerald Manley Hopkins compuso un conocido poema, En ocasiones, algunas personas se asombran enormemen­
«Que la naturaleza es un fuego heraclitiano y del consuelo te cuando les dices que el cristianismo no cree en la inmor­
de la resurrección», en el que sitúa el rápido cambio y la talidad del alma. De hecho, aunque la Biblia y la tradición
deriva del mundo material (enubes como bejines, en torci­ hablan de vida «inmortal», no consideran que esta existen­
dos penachos, ostentan sus batidas almohadas»), donde la cia inmortal sea algo reservado solamente para una parte de
vida humana viene y va como cualquier otra realidad (cni nosotros, como si un pedazo de nosotros no tuviese futuro
quedó marca alguna que no la abata el tiempo»), junto al alguno y otro sí: el sólido pedazo terroso y el nebuloso pe­
radiante fulgor de la resurrección: dazo espiritual. Tenemos un futuro con Dios como perso­
En un fulgor, al son de la trompeta, nas, no menos. La vida que recibimos de Dios en nuestras
seré enseguida lo que Cristo, pues Él fue lo que yo; relaciones mortales y materiales asume todo esto, y al otro
y este don nadie, burla, trasto roto, remiendo, viruta, será lado de la muerte (que por definición somos incapaces de
inmortal diamante, imaginar) no se pierde nada.
es diamante inmortal I . Nuestra esperanza no tiene nada que ver con algún ras­
go natural de nuestra existencia, un alma que posee inmor­
En nuestra vida presente, el «diamante inmortal» está
talidad de forma natural. Aunque esto fue algo asumido en
inseparablemente unido a toda la embrollada y poco impre­
los primeros siglos de la Iglesia y ha influido enormemen­
sionante realidad de la naturaleza humana. Cuando llegue
te en lo que nosotros mismos estamos acostumbrados a es­
cuchar, la esperanza descrita en la Biblia no está ligada con
1. Traducción a partir de la versión que aparece en Antología bilingüe
de G. M. Hopkins, Sevilla 1978,202-205 [N. del T.]. ningún aspecto de nuestra vida, sino con el fiel compromi-

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MOTIVOS PARA CREER EN DEFINITIVA, EL AMOR

so de Dios con todo lo que él ha creado. Y, para hacer jus­ En cualquier caso, no tiene mucho que ver con la noción
ticia a las primeras generaciones, aunque asumieron la in­ bíblica de vida eterna, que da por descontado que el desafio
mortalidad del alma, no dejaron de tener en cuenta la más radica en responder con honradez, arrepentimiento y gozo
amplia promesa de la resurrección. En la Edad Media hay a la presencia de la verdad de Dios en medio de nosotros en
autores que describen la frustración del alma tras la muer­ el evangelio de Jesús.
te, mientras espera el juicio final para poder reunirse con el
cuerpo. No hemos de aceptar las complejas teorías que ela­
...
boraron para aclarar esto; sin embargo, podemos reconocer Con honradez, arrepentimiento y gozo: no es una terna
que comprendieron la esperanza de la vida eterna como sencilla. No todo son obvia e inmediatamente buenas noti­
una esperanza destinada a personas y no a fantasmas. cias para nosotros. Hace algunas páginas comenzamos a re­
Y, como ya he indicado, la clave de esto es, una vez más, flexionar sobre el significado del «juicio», y antes de en­
la fe en un Diosfidedigno. La perspectiva que hemos teni­ tusiasmarnos en exceso con la vida eterna junto a Dios,
do ante nosotros a lo largo de todas estas reflexiones, la debemos detenernos y reflexionar más profundamente sobre
historia de un Dios totalmente comprometido con lo que ha ello. Tal como vimos, el juicio venidero de Dios es algo de
creado, amado y moldeado, cuya acción y cuyos planes se lo que debemos ser conscientes día a día, no una posibilidad
dirigen hacia nuestra plenitud y nuestra sanación, todo ello futura remota o mítica. Cada día debemos acostumbrarnos a
coincide plenamente con la imagen de un Dios que no re­ la verdad.
nunciará a nosotros ni siquiera al otro lado de la muerte. ¿Y qué ocurre cuando por fin desaparecen todas nuestras
No abandonará aquello que ha creado y, todavía más im­ defensas frente a la verdad, cuando en su día tengamos que
portante, que ha hecho suyo mediante la amorosa acción de dar cuenta a Dios en una dimensión inimaginable, donde no
Jesús. En última instancia, los cristianos creen en la vida estarán a nuestra disposición las usuales tácticas de huir de
eterna no porque crean en algo acerca de sí mismos como nosotros mismos y de la realidad? ¿Cómo nos las arreglare­
humanos (que posean un aspecto inmortal), sino porque mos al quedar expuestos ante Dios y ante nuestra propia
creen en algo acerca de Dios. Y si esta fe en la vida eterna conciencia tal como somos? El Nuevo Testamento ya habla
descansa en lo que sabemos de Dios, no hay ninguna razón de esto en términos de «despojarse». San Pablo puede hablar
especial por la que los cristianos deban preocuparse por las de nuestro destino final bien como una aterradora destruc­
«pruebas de supervivencia» o la investigación psíquica. ción de todo lo que creíamos haber construido o logrado
Puede resultar interesante en cierto sentido; en ocasiones (1 Cor 3, 11-15; 2 Cor 5, 1-5), o bien como un ser revestidos
puede ser un signo de una ansiedad obsesiva; o puede dis­ con la nueva «ropa» que es la vida de Cristo (1 Cor 15, 53-
traer peligrosamente de los verdaderos retos del evangelio. 54; 2 Cor 5, 1-5). La muerte supone la remoción de algo

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MOTIVOS PARA CREER EN DEFINITIVA, EL AMOR

que se encuentra entre nosotros y Dios. La esperanza, no cristianos más antiguos, en lengua siríaca, las Odas de Salo­
obstante, consiste en que si nos hemos acostumbrado a vi­ món, describen por 10 general a los creyentes como cubier­
vir con Cristo en esta vida, hemos «construido» algo que tos de luz y coronados; se han «revestido» de Cristo, usan­
nos permitirá sobrevivir al terror de enfrentarnos cara a ca­ do la sencilla y poderosa imagen de Pablo (Rom 13, 14).
ra con la verdad: la verdad ha terminado por estar, hasta Pero, tal como Pablo sostiene
La muerte es una desnu­
cierto punto, «en nosotros», por usar las palabras de la Pri­ en la Segunda carta a los corin­ dez a la que todos llega­
mera carta de san Juan. Por un lado, quedamos desnudos e tios, antes de revestirnos de Cris­ remos, un despojo espiri­
tual, en tanto en cuanto
indefensos, sin nada personal a lo que recurrir o tras lo que to debemos despojarnos de algo. nos enfrentamos a Dios.
escondernos, pero confiamos en que recibiremos un vesti­ En la catedral de Canterbury se
do, la defensa necesaria. puede contemplar la tumba del arzobispo Chichele, del si­
No resulta accidental, por consiguiente, que el ritual del glo xv. En la parte superior yace el arzobispo con sus me­
bautismo cristiano en su forma más primitiva conllevase el jores galas eclesiásticas; en la inferior está la representación
hecho de desnudarse, sumergirse y después volverse a ves­ de su cuerpo desnudo, listo para ser devorado por los gusa­
tir. La persona que entra en compañía de Jesús renuncia a nos. Es una imagen aleccionadora (no sólo para los arzobis­
sus defensas, desapareciendo entre las aguas de la muerte, pos), un recordatorio de que la muerte es una desnudez a la
y emerge revestida de luz y gloria. Algunos de los himnos que todos llegaremos, un despojo espiritual, en tanto en
cuanto nos enfrentamos a Dios. Desaparecerán las identida­
des que hemos creado, en las que nos hemos envuelto como
un cómodo vestido o un elegante traje, y lo más profundo,
lo más deseado, lo más querido ... quedará al desnudo. Te­
Muerte y pompa mundana: la nemos razón al sentir cierta aprensión ante esta perspectiva,
tumba del arzobispo Chichele y nos equivocamos si pretendemos eliminar cierta apropia­
en la catedral de Canterbury.
da sensación de temor ante el juicio de Dios, por mucho que
nos disgusten las expresiones histéricas o extravagantes pro­
pias de algunas épocas de la historia cristiana. En la medi­
da en que no nos conocemos a nosotros mismos -algo muy
común para la mayoría de nosotros-, hemos de pensar so­
briamente en ese momento de verdad.
Es muy positivo, sin duda, haber superado aquella situa­
ción en que la retórica cristiana insistía en el miedo a la

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MOTIVOS PARA CREER EN DEFlNlTlVA, EL AMOR

muerte y generaba terrores y pesadillas sin fin; cuando la dría ser. A 10 largo de este libro he mencionado varias veces
fe se mezcla de esa manera con la ansiedad, sufre una gran el impacto que producen en nosotros algunas personas que
distorsión. No obstante, una conciencia adulta no puede de­ parecen estar más desnudas ante la verdad que el resto. Nos
jar de percibir que la desnudez ante Dios será dolorosa, ayudan a creer; pero también pueden amenazarnos y hacer­
porque la verdad duele. Si recordamos aquellos momentos nos reaccionar de manera violenta. Es un recordatorio de
en los que nos hemos descubierto a nosotros mismos -«Me que la verdad puede doler. ¿Acaso hay algún ser humano pe­
he estado engañando a mí mismo»; «No sé por qué lo hi­ cador que pueda afrontar la perspectiva de encontrarse cara
ce»; «He causado más daño del que esperaba»-, una pun­ a cara con la pureza y la luz de Dios sin amilanarse?
zada de dolor nos asalta. Todavía más dolorosos son aque­ Subyace aquí la doctrina católica del purgatorio. Ha si­
llos momentos en los que alguien se dispone a enseñarte do un asunto controvertido en la Iglesia desde la Reforma,
quién eres y tú quieres desaparecer o hacer que el otro se y la versión popular merecía la reprobación que los prime­
calle. La liturgia ortodoxa pide «una respuesta acertada an­ ros protestantes le dirigieron. Pagar tus deudas hasta llegar
te el terrible tribunal del juicio de Cristo». Merece la pena a ser más o menos digno de ir al cielo no coincide plena­
pedir por ello, sabiendo que tal «respuesta acertada» sólo mente con las radicales esperanzas del Nuevo Testamento.
puede proporcionarla aquél que ha prometido ser nuestro Mucho menos las diversas fórmulas con las que la Iglesia
abogado, la Verdad en persona. de la baja Edad Media creó como un negocio familiar con
el propósito de garantizar la gracia para las almas del pur­
• • •
gatorio, mediante la organización de una especie de «grupo
Un gran teólogo afirmó que la mejor justificación para de presión» sacramental a favor suyo. El impulso inicial se­
formar a los sacerdotes en comunidad es el hecho de que la guramente se halla en la percepción de que en nuestro en­
vida compartida permite decir cosas unos a otros que te ha­ cuentro con Dios, en tanto en cuanto seamos seres comple­
cen despertar en medio de sudores fríos treinta años des­ jos dispuestos a engañarnos a nosotros mismos, habrá un
pués. Ayudarse mutuamente a descubrir la verdad acerca de aspecto doloroso. No tenemos que pensar en un estado in­
uno mismo tiene que ver ciertamente no sólo con la forma­ termedio, una prisión preventiva, sino más bien en un via­
ción del clero, sino con la vida de la Iglesia en general. No je continuo con Dios mientras nos aclimatamos a la pleni­
hablo de quienes muestran excesivo placer en ello, es decir, tud del amor; o, haciendo uso de otra metáfora, esperando
de los que practican el «decir la verdad en el amor» con el que nuestros pulmones se ensanchen para que podamos
fin de darles a los demás su merecido. Estoy pensando más respirar en una nueva atmósfera.
bien en cómo una persona realmente santa nos obliga a des­ Aunque sea inevitable, puede que la imagen de un pro­
cubrir la verdad, a ver a la humanidad como es y como po- ceso o un periodo no sea adecuada. La lírica cristiana va

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MOTIVOS PARA CREER EN DEFINITIVA, EL AMOR

más allá. En el poema «El sueño de Geroncio», del cardenal jar atrás este lenguaje definitivamente? Hemos tenido tan­
Newman, el protagonista, que se halla frente a Dios después tas estúpidas y malignas lecciones acerca del infierno a lo
de su muerte, grita: «[Llévame!», y acepta la purificación a largo de la historia cristiana que no resulta sorprendente
la que debe someterse simplemente al estar en compañía de que nos apartemos asqueados de todas las fantasías sádicas
Dios. De una forma más amable y meditativa, el conocido y la manipulación emocional que conllevan. Pero, una vez
poema «Amor» (el tercero con ese título) de George Her­ más, hay algo que no debemos soslayar. Es propio de una
bert lo plantea como un pequeño drama: «El Amor me dio persona adulta reconocer el riesgo de su habitual incapaci­
la bienvenida, pero mi alma se volvió atrás». Pese a la bien­ dad para enfrentarse a la verdad. ¿Qué ocurre si a lo largo
venida, no podemos creer que estemos destinados a estar de mi vida tomé tales decisiones que cada vez fui menos
aquí; el amor debe decirnos que él nos ha creado y nos ha sensible a la verdad, cada vez más incapaz de abrir mis pu­
hecho ser dignos. La inmensidad de la bienvenida nos obli­ ños cerrados a la presencia del amor? ¿Qué ocurriría si lle­
ga a reconocer lo que realmente merecemos: gase a no poder distinguir la verdad de las mentiras?
Hay que mantener un «¿qué ocurriría si... ?». Nadie
Que mi vergüenza
puede saber hasta qué punto otra persona se ha hecho inca­
vaya al lugar que se merece.
¿Y no sabes -dice el Amor- quién cargó con la culpa? paz de percibir la verdad; nadie sabe si existe un estado de
Querido mío, entonces yo serviré. auto engaño tan profundo que la persona se hace eterna­
Has de sentarte -dice el Amor- y degustar mi carne: mente inmune al amor. C. S. Lewis, en su famosa obrita El
Entonces me senté y comí. gran divorcio'; trata de ayudarnos a descubrir lo que signi­
fica quedar atrapado en una trampa eterna, siempre con la
¿Qué más decir ante esto, el más grande poema cristia­ posibilidad de aceptar el amor, pero aterrados ante el coste
no en inglés? Todo el evangelio se condensa allí: el realis­ del cambio o sencillamente incapaces de comprender esa
mo en torno al pudor y a la culpa, el mismo y conmovedor posibilidad a causa de los arraigados hábitos de la sospecha
realismo en torno al amor, que supera todos los obstáculos y el egoísmo. Es un libro siniestro; mucho más cuando des­
del odio, de la duda y del temor a uno mismo, la simplici­ cubres que no trata de otra persona, sino de ti mismo.
dad del final. Lo único que queda por hacer es sentarse con
él a la mesa, como bien sabían Zaqueo, Mateo, Magdalena • • •
y Pedro. Ésta es la intención de nuestra reflexión acerca del in­
Pero ... ¿«ir al lugar merecido»? ¿Dónde está ese lugar? fierno. No podemos saber si alguna persona se halla en tal
¿Qué podemos decir del castigo que nos hemos merecido?
¿O acaso tiene tal naturaleza el evangelio que podemos de- l. C. S. Lewis, El gran divorcio: un sueño, Madrid 1997.

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MOTIVOS PARA CREER EN DEFINITIVA, EL AMOR

condición, pero debemos mostrar el temor adecuado ante el a través del éxito y la virtud permanentes --como ya hemos
hecho de que nuestras opciones pueden llegar a destruir­ señalado-, sino por medio de su disponibilidad para apuntar
nos. La teología cristiana ha enseñado por lo general que el hacia Dios. Así, el arrepentimiento, que proclama que no de­
infierno es decisión nuestra, no de Dios (exceptuando, qui­ bemos paralizamos por el fracaso, es uno de los signos más
zás, a los calvinistas más radicales del siglo XVI, que sos­ eficaces de la llamada de la Iglesia a superar las propias ca­
tenían que Dios condenó a algunas personas incluso antes pacidades y recursos humanos. Quizá debiéramos añadir una
de la caída de Adán, aunque habrían afirmado que quienes quinta característica a las cuatro con las que el credo define
fueron al infierno lo hicieron por­ a la Iglesia: una, santa, católica, apostólica y penitente.
La mejor imagen que que su vida les incapacitó para vivir Una de las cosas más extrañas en nuestra cultura es el
podemos tener del
infierno es la de Dios con Dios o de experimentarlo de otro hecho de que parece que toleramos todo tipo de conductas,
llamando eternamen­ modo que no fuera con el tormento). pero a la vez somos tremendamente incapaces de perdonar.
te a una puerta cerra­
da que no estamos
Hemos logrado permanecer sordos a Los medios exhiben inmisericordes las faltas de los polí­
dispuestos a abrir. las palabras de Dios; y la mejor ima- ticos y los famosos; la actitud para con los convictos y los
gen que podemos tener del infierno ex convictos es a menudo muy severa; se exigen indemniza­
es la de Dios llamando eternamente a una puerta cerrada ciones legales por errores y negli-
Parece que toleramos
que no estamos dispuestos a abrir. Lo importante es que sea­ gencias humanas. No deberíamos todo tipo de conductas,
mos conscientes, en la medida de nuestras posibilidades, de dejarnos engañar por la atmósfera pero a la vez somos
tremendamente inca­
todo aquello que puede conducirnos a tal estado de terror y laxa en modales y moral; bajo esta paces de perdonar.
engaño, poniéndolo ahora, hoy, ante el juicio y la clemen­ superficie hay una dureza que de­
cia de Dios. Por esta razón, claro está, una comunidad cris­ bería preocuparnos. Esto significa que cuando la Iglesia en
tiana que cumple con su cometido es aquella en la que es el credo y --esperemos- en su praxis apunta hacia la posibi­
de esperar que las personas se arrepientan y en la que el fir­ lidad del perdón, está yendo a contracorriente.
me requerimiento a los demás -del que los cristianos dis­ Todo esto necesita alguna aclaración. No se trata de nin­
frutan tanto- para que hagan penitencia sea acallado por el guna forma de sentimentalismo, de una fácil compasión que
autoexamen y la autocrítica ante Dios. no cuesta nada. Cuando a un cristiano se le pregunta si «per­
Lo milagroso es que una comunidad arrepentida, una co­ donaría», por ejemplo, a un terrorista, la respuesta no debe­
munidad de personas que son conscientes día tras día de su ría ser: «Por supuesto». Por una sencilla razón: nadie puede
propia insinceridad y falta de amor, y que no temen enfren­ perdonar a alguien que ha dañado a otro; es la víctima quien
tarse a sus errores, es una comunidad que en lo más profun­ debe perdonar. y el perdón no puede ser decretado como al­
do habla de esperanza. La Iglesia no comunica el Evangelio go que debe ser cumplido de inmediato y de una vez para

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MOTIVOS PARA CREER EN DEFINITIVA, EL AMOR

siempre. No cabe duda de que los cristianos están llamados y al menos en esto era testigo de la ortodoxia del credo.
a perdonarse mutuamente, pero deberían saber mejor que Cuando estamos preparados para volvernos no sólo hacia
nadie cuán larga puede llegar a resultar esta tarea. Pueden Dios, sino también hacia los demás, con la confianza de que
decir que es posible, pero no permita Dios que fuercen el algo es posible, aun en el dolor y la alienación más extre­
ritmo de alguien cuyas heridas no conocen de primera ma­ mas, el mundo se hace más grande. Mira a tu alrededor y
no. Por otra parte, no debería confundirse el perdón con la descubrirás por qué este artículo del credo es quizás el que
indulgencia o con la minimización de la ofensa. Aunque una más necesita proclamarse hoy tanto a nivel local e interper­
persona sea perdonada por su víctima, es justo que cumpla sonal como internacional.
condena o que cargue de alguna manera con las consecuen­ Sin embargo, como repiten varios himnos y oraciones,
cias de su acción. no tenemos fe para escapar del infierno. Además del arre­
No, el perdón es restaurar una relación; humanamente, pentimiento como preparación esencial para la vida eterna,
con la víctima de una ofensa grande o pequeña; pero tam­ también hemos de pensar en la adoración. Si la eternidad,
bién con Dios. Proclamar, como hacemos en el credo de los tal como Dios la concibe para cada uno de nosotros, con­
apóstoles, que creemos en el perdón de los pecados es afir­ siste en un mundo gozoso basado en dar y recibir, en el re­
mar no que las ofensas no tienen importancia, ni que las co­ conocimiento de la gloria y la generosidad de Dios, todo
sas puedan arreglarse con facilidad, sino simplemente que ello incluido en el contexto del dar y recibir y disfrutar en
ni el peor de nuestros fallos puede cerrar la puerta a Dios. El que consiste la vida íntima de la santísima Trinidad, nuestra
fracaso y el dolor pueden ser reclamados no por nosotros, mejor preparación pasa por habituarnos al don y el gozo,
sino por Dios (y si es posible para Dios, ello hace que tam­ abriéndonos a esa visión. Al final de una de sus grandes
bién nosotros podamos hacerlo). Es una implicación más de obras, La ciudad de Dios, san Agustín describió el cielo co­
la definición de la «omnipotencia» de Dios que expusimos mo un lugar donde «descansaremos y veremos; veremos y
anteriormente: que no hay situación en la que su presencia amaremos; amaremos y alabaremos. He aquí la esencia del
no pueda marcar alguna diferencia. Sin embargo, nos ha da­ fin sin fin. y i qué otro fin más nuestro que arribar al Rei­
do la capacidad de decir no, aunque él no lo hiciera jamás. no que no tendrá fin!» (22, 30, 5). Hemos de aclimatarnos
La fe en el perdón de los pecados es dura y dificil, y sin em­ también a este aspecto de la verdad: no sólo a su austeridad,
bargo apunta más claramente que cualquier otra cosa hacia sino a su esplendor y su belleza. De hecho, al habituarnos a
la gloria y la libertad divinas. William Blake, aunque no sea su belleza, obtendremos fuerza para asumir sus aspectos
el más ortodoxo de los poetas cristianos, escribió: más costosos.
El perdón mutuo de todo pecado
• • •
abre las puertas del Paraíso.

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MOTIVOS PARA CREER EN DEFINITIVA, EL AMOR

Para la tradición cristiana, la eternidad consiste por enci­ Como el cielo mismo, la contemplación a la vez lo exige
ma de todo en gozar de la pura realidad de Dios. No se tra­ todo y lo ofrece todo; consiste en despojarse y permitir ser
ta de ser absorbido en una especie de «absoluto» final, sino revestido cada vez más de Cristo, asumido en su oración y
de una relación viva, más parecida a una relación personal en su amor. Como diría cualquier contemplativo, la Iglesia
que a cualquier otra cosa, y sin embargo diferente porque se marchitará y secará a menos que haya alguien que asu­
se sitúa en el centro de ese intercam­ ma esta llamada de una forma pública y evidente. Los mon­
la eternidad consiste
por encima de todo en bio de vida y de gozo en el corazón jes, monjas y ermitaños no son seres pintorescos dentro de
gozar de la pura reali­ la Iglesia, sino hombres y mujeres que muestran algo de su
de la Trinidad. La eternidad requie-
dad de 0105.
re contemplación, término éste que propio corazón y ponen en entredicho la futilidad de mu­
puede llevar a los cristianos a asustarse de vez en cuando. chos de nuestros planes y proyectos. Una vida entregada a
No obstante, su significado es acercarnos a la luz, comenzar esta atención incansable y centrada en el gozo eterno es, pa­
ya realmente el proceso de aclimatación al amor. radójicamente, una de las más agotadoras y exigentes que
Se ha dicho que en la oración lo importante no es colo­ puedan existir; no obstante, muestra que la verdad merece
camos donde podamos ver a Dios, sino donde Dios pueda la pena.
vernos, es decir, bajo la luz de su presencia. Se trata de de­ Significa renunciar a las imágenes a las que estamos
jar a un lado nuestras defensas y disfraces, de alcanzar el acostumbrados, trascender las ideas e imágenes de Dios
silencio y la calma para que lo que se presente ante Dios no con las que nos sentimos cómodos. Supone abandonar las
sea el actor, la máscara, la costumbre de la autopromoción emociones que nos gustaría experimentar, renunciar a lo
y la autoprotección, sino el yo desnudo. Por este motivo, el que creemos que nos hace felices. y ello no para cultivar la
camino de la contemplación ha sido considerado desde tristeza, sino para asumir la idea de que el gozo verdadero
siempre un sendero simultáneamente de oscuridad y de luz. puede ser tan extraño y arrebatador que nunca lo recono­
Cuando nos disponemos a estar ese tiempo ante Dios, nos ceremos si no nos distanciamos de nuestras seguridades y
aprestamos a renunciar a todo aquello que normalmente nuestros consuelos cotidianos. En el día a día, en nuestros
hace que nos sintamos a salvo o a gusto. El más profun­ quehaceres más prosaicos, puede conllevar una gran canti­
do desafio de la llamada a la contemplación, especialmen­ dad de momentos en los que sencillamente permanecemos
te para quienes la asumen como la obra de su vida, es que sentados, enfrentados a nuestras profundas frustraciones y
pueden llegar a sentirse inútiles o incapaces de justificar fá­ dudas: Si Dios me llama a la fruición y a la plenitud eter­
cilmente su existencia. Esta forma de vivir se adopta no pa­ na ... ¿qué estoy haciendo aquí sentado de brazos cruzados,
ra lograr una serie de resultados, sino por amor a la verdad, moviéndome sin cesar en la silla, y preguntándome qué y
por amor a la eternidad. quién es Dios?

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MOTIVOS PARA CREER EN DEFINITfVA, EL AMOR

Poco a poco, los apoyos van desapareciendo. En la obra tras expectativas. Y porque se trata de una realidad tan in­
de uno de los más grandes maestros de la contemplación conmensurablemente mayor de lo que cualquier mente, co­
cristiana, san Juan de la Cruz, que vivió en la España del si­ razón o imaginación puede comprender, debemos abando­
glo XVI, la imagen es la de un viaje hacia una oscuridad ca­ nar lo nuestro para hacerle espacio.
da vez más profunda, una sensación de pérdida total, tanto
a nivel conceptual como emocional. • • •
Hemos de atravesar la No sólo nos enfrentamos a la seque­ Una vez más la convicción cristiana acerca de un Dios
noche oscura antes de
alcanzar la aurora. dad y al aburrimiento, sino también trino nos ayuda a convivir con algunos de estos enigmas.
a momentos de desolación y miedo Nuestra llamada debe ser incluida dentro de la relación del
que pueden llegar a ser tremendamente intensos. Como di­ Hijo eterno con el Padre, pero la vida trinitaria no es un
ce Juan de la Cruz, hemos de atravesar la noche oscura an­ ejemplo de relaciones externas entre individuos, de modo
tes de alcanzar la aurora. Solamente cuando los últimos re­ que su relación de intimidad e intercambio no va a ser co­
siduos de búsqueda de nuestro propio interés y satisfacción mo la existente entre los seres humanos. No debería sor­
hayan sido zarandeados y quebrados, seremos libres para prendernos ni violentarnos el hecho de que en nuestras ora­
recibir lo que Dios quiere concedernos. Únicamente enton­ ciones no tengamos la sensación de estar hablando a una
ces daremos espacio a la realidad de Dios, desenredándole persona como nosotros. Si en cierto modo somos incluidos
de todo, o al menos de parte del caos de nuestra mente. La en la relación de Cristo con Dios Padre, no puede ser lo
oración consiste en dejar que Dios sea él mismo en nosotros mismo que hablar con una persona al otro lado de la habi­
y para nosotros. tación. Sucede algo más profundo, pero no menos personal.
No mucha gente está llamada a consagrar su vida a la ta­ No es una relación menos real, pero se trata de algo que no
rea de la contemplación, pero todos los creyentes están lla­ depende enteramente del modo en que nos sentimos y en
mados a realizar el mismo camino que permita a Dios ser él que pensamos: una efusión del amor de Dios que nos trans­
mismo para nosotros. En realidad, es el resultado del prime­ formará eficazmente desde el interior. Crecemos en la vida
ro y del segundo de los diez mandamientos: no habrá otros de madurez, desarrollando una percepción agradecida y se­
dioses por delante del Dios verdadero y no adoraréis imáge­ gura de nosotros mismos que se extiende constantemente
nes en vez de a Dios. En cierta medida, todos nosotros usa­ en lo que podría parecer un amor ciego, buscando al Otro
mos a Dios para rellenar los vacíos de nuestras necesidades más allá de palabras y de ideas, recibiendo siempre el flu­
y gustos, lo que significa que todos nosotros somos culpa­ jo del don que nos hace ser lo que somos, aunque normal­
bles de construir ídolos y erigir dioses falsos en el lugar del mente seamos incapaces de decir cómo funciona todo esto.
verdadero. Dios es Dios; no está obligado a adaptarse a nues- Orar en Cristo, de la manera en que un escritor como san

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MOTIVOS PARA CREER EN DEFINITIVA, EL AMOR

Juan de la Cruz lo bosqueja, es ser arrastrado por una co­ tando purificarnos de todo aquello que nos hace sentir me­
rriente de amor invisible que a veces podemos discernir, jor o más seguros, cuando avanzamos paso a paso hacia la
pero que a menudo (dolorosamente) no podemos hacerlo. verdad ... entonces comprendemos lo que significa «creo».
Sencillamente, podemos confiar en que hay un crecimien­ Entonces, en lo que el poeta del siglo XVII Henry Vaughan
to; sabemos que esto se produce sólo al poner a prueba denominó «la radiante oscuridad» de Dios, comenzamos a
nuestra capacidad -que va desarrollándose paulatinamen­ ser humanos del modo más plenamente posible. La obra de
te- de enfrentarnos a la verdad, de aceptar nuestros fallos, toda una vida, pero al mismo tiempo un don que no nos he­
de cuestionamos a nosotros mismos, porque nos fiamos de mos ganado y que nunca mereceremos. Dejémosle a Geor­
que Dios no nos abandonará. ge Herbert la última palabra, para que él evoque con uno de
En otras palabras, el camino de la oración contemplati­ sus sonetos sobre la oración en qué consiste esta secreta y
va es expresión de todo ese panorama sobre el que venimos lenta aclimatación nuestra:
reflexionando, el proceso que los credos tratan de codifi­ El hálito de Dios en el hombre que retorna a su nacimiento...
car, llevándonos a confiar más profundamente en la medi­ la sangre del alma,
da en que descubrimos lo que significa ser el objeto de un la tierra de las especias; en parte comprendido.
amor eternamente fiable. Es la puesta en práctica de lo que
Martín Lutero y sus seguidores llamaron la «justificación
por la fe»: la creencia de que es la
Cuando oramos ... pone­
mos nuestras manos ... confianza la que nos hace justos,
en una oscuridad que es no nuestros logros, nuestros éxi­
la presencia acogedora
de Dios. tos, nuestros actos, sino la seguri­
dad en que, en la historia que reco­
ge la Biblia, nos ha sido mostrado algo y compartimos algo
que nos permite arriesgarnos a poner nuestras manos en
manos de Dios. Y cuando oramos, eso es lo que hacemos;
ponemos nuestras manos, tan tranquilas y abiertas como
podemos, libres, conscientes, sin fantasías ni proyecciones,
en una oscuridad que es la presencia acogedora de Dios.
Cuando decimos «Padre nuestro», cuando nos acerca­
mos a Dios con las palabras de Jesús en nuestros labios y el
Espíritu de Jesús en lo más profundo de nuestro ser, inten-

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