Mignolo. Semiosis y Universos de Sentido PDF
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Walter D. Mignolo
University of Michigan
l. PROBLEMA
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una estructura fundamental. En poética, por ejemplo, la conoci-
da y discutida hipótesis de R. Jakobson que da cuenta de la fun-
ción poética del lenguaje en relación a la proyección de un prin-
cipio fundamental que garantiza el uso recto del lenguaje (e. 9.
desplazamiento del principio de equivalencia del eje de la selec-
ción al eje de la combinación). es una elegante versión del prin-
cipio de desviación. La advertencia de J. L. Austin ( 1962) de
que su teoría es válida sólo para "actos serios" del lenguaje pero
no para "actos no serios". y la subsecuente prolongac'ión de este
principio de J. Searle ( 1975) para dar cuenta del estatuto lógico
del discurso ficcional. es otro claro ejemplo de la fuerza del prin-
cipio de desviación. Ahora bien, en ambos casos {en una con-
cepción del funcionamiento del lenguaje sobre la base de ciertos
princ'ipios universales como en la concepción "desviada" de
ciertos actos de lenguaje que no responden a las reglas primeras},
se elude el problema de la inscripción de un discurso en un "juego
de lenguaje". Mi propósito, en esta ponencia, es el de bosquejar
el mapa de las condiciones que hacen posible dar cuenta de la
inscripción de un discurso en una clase. Si ello fuera sensato, po-
dríamos pensar en la incorporación de una dimensión de la semio-
sis poco considerada hasta el momento: la dimensión cognosciti-
va que permite organizar discursos (u objetos semióticos en ge-
neral) en clases.
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lingüística frasal. como las gramáticas textuales y la semiótic'a,
se han ocupado fundamentalmente de este aspecto. Si bien es cier-
to, por un lado, que las gramáticas textuales han incorporado
aspectos pragmáticos y cognoscitivos (véase un resumen en T.
Van Dijk, 1980), la semiótica no los ha incorporado todavía en
toda su amplitud. En efecto, y a juzgar por el diccionario de Grei-
mas-Courtés ( 1979), las estructuras discursivas, que se incorpo-
ran "debajo" de las estructuras semio-narrativas, parecen estar su-
peditadas -todavía- al problema de la estructuración 2 • Sea co-
mo fuere, la atención mayor habría estado y estaría centrada so-
bre "estructurar" y se habría así dejado de lado lo concerniente
a "enunciar" y a "clasificar".
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tica se emplean siempre "en serio" y "rectamente", aunque se haga
un chiste o se escriba, como Cummings, "he danced his did". Los
juegos de lenguaje, o los universos de s~ntido en los cuales se
inscriben el uno y el otro, son. los que dan cuenta de la "serie~
dad" del enunciado aunque éste sea, como en el caso del verso
de Cummings, "incorrecto" con respecto a cierta estructura abs~
tracta de la gramática. Pero de una gramática, claro está, consi~
derada fuera de todo universo de sentido. En el empleo de la len~
gua, y no necesariamente en el empleo de las formas (siguiendo
la distinción de E. Benveniste, 1970). es donde los enunciados
encuentran su coherencia y su inteligibilidad al confluir gramáti~
ca y universo de sentido. En otras palabras. el lenguaje nunca se
emplea actualizando sólo la estructura fundamental y la comp~ten~
cia (estrictamente) lingüística de- los hablantes, sino que se a pe~
la, también, .a universos de sentido que otorgan su coherencia y
su inteligibilidad al enunciado o al discurso.· El discurso asegura
su ser discurso por medio de un c·omponente lingüístico, un com~
ponente pragmático ( conte.xto de situación) y un componente cog~
noscitivo (universo de sentido). Podemos pensar, así, que todo.
acto enunciativo (para referirnos estrictamente a ac'tos lingüísti~
cos) o que todo acto sémico (para referirnos a toda producción.
de· signos) se realiza en un sistema de ínter-comprensión que su~
pone el conocimiento de la lengua, del contexto de situación y del
universo de sentido en el cual se inscribe el discurso o el signo.
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toda la actividad lingüística se limita al dominio que ha recor~
tado la ciencia lingüístic'a. Una novela, un tratado o un estudio
de física o de filosofía de la ciencia, un relato historiográfico o
un ensayo filosófico son prácticas lingüísticas que difieren sensi~
blemente de nuestras pláticas familiares o laborales.
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ción a una clase". Comenzaremos por un diagrama para luego
especular sobre él:
EFL- CL
MC MC
1 z
Reklcién de RelaciÓn de
rtQUIOCiones R•ociones
normativas normativos
22-4
lidad del empleo de la lengua con determinados fines y en deter-
minadas situac'iones. Esto es, "mentir" y "falso testimonio", son
conceptos mediante los cuales una comunidad regula no la sin-
taxis, sino determinada conducta lingüística. Por otra parte, po-
demos sugerir que la idad de una clase de discursos (la especifi-
cidad literaria, filosófica, historiográfica, etc.), depende de aque-
llo que, quienes practican ese tipo de disc·urso, dicen que él es.
Es decir, la especificidad depende de un concepto de literatura,
filosofía, historiografía, etc., que definen los propios práctica-
mente. El primer caso ejemplifica los marcos cognoscitivos prima-
marios (MCt); el segundo ejemplifica los marc·os cognoscitivos
secundarios ( MC 2 ) . Podemos, en consecuencia, definir un marco
cognoscitivo como un conocimiento conceptual asociado a una cla-
se de discursos. O más exactamente, un marco cognoscitivo, en
la semiosis verbal, es un conocimiento asociado al universo de
sentido en el cual se inscribe el discurso. Entendemos así la doble
relación de generación que puede estipularse para todo discurso:
una, de orden estrictamente lingüístico y la otra, de orden cog-
noscitivo. La primera rige la estructura del discurso; la segunda
rige la inscripción del discurso en UPS' o en USS.
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pecie"; en fin, en el sentido de algo que se genera a partir de
algo ya generado. Esta relación de engendramiento es la que
justificaría el calificativo "primario" y "secundario" c'on el que
diferenciamos ambos universos de sentklo4 • La relación de engen-
dramiento tendría su base, y su justificativo, en una intuición
que recupera Bajtín en estos términos:
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timos y adquieren un carácter especial: pierden su re~
ladón inmediata con la realidad y con los enunciados
de otros: por ejemplo, las réplicas dentro de un diálogo
cotidiano o las cartas dentro de una novela, conservan~
do su forma e importancia cotidiana tan sólo como par~
tes del contenido de la novela, participan de la reali~
dad tan sólo a través de la novela, es decir, como acon~
tecimiento artístico y no como suceso de la vida coti~
diana" (1979) (1982); p. 250. [Itálicas agregadas].
Sin duda que elegir la literatura como ejemplo de la "ah~
sordón" de universos primarios de sentido por universos secunda~
ríos de sentido es un caso más que privilegiado. Pero podríamos
pensar, igualmente, que la estructura lingüística de una narración,
empleada en un marco cognoscitivo de UPS, es, sin duda, una
base para el desarrollo de la narración en el marco cognoscitivo
de la historiografía; de igual manera podríamos ilustrar las es~
tructuras discursivas argumentativas, empleadas en las transaccio-
nes cotidianas (marcos cognoscitivos de la ley o del comercio),
en el caso de la argumentación filosófica o, en fin, en cualquier
discurso, en USS, que requiera de una estructura argumen~
tativa. En suma, las relaciones de engendramiento discursivo
se refieren a la "repetición" de estructuras discursivas en USS
que recuperan y transforman estructuras discursivas generadas en
UPS. De tal modo que, en lo que hace a la condición estrictamen~
te lingüística de los discursos inscriptos en USS, ésta sería doble:
por un lado, una relación de ge'*ración discursiva que tiene su
base en EFL y, por otro, una relación de engendramiento dis~
cursivo, que tiene su principi~guía en las estructuras discursivas
empleadas en UPS.
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USS. Sería conveniente introducir, con modificaciones, el concep~
to de formación discursiva (M. Foucault, 1969) para complemen~
tar el de texto y encontrar la "forma" de USS. ¿Por qué estas dos
unidades conceptuales? El c·oncepto de texto es necesario como
un lugar de reflexión que agrupa los rasgos relevantes y la estruc~
tura de los discursos inscriptos en USS; formación discursiva es ne~
cesario para dar cuenta de la unidad que agrupa ciertos discursos
en clases. Dicho de otro modo, todo discurso inscripto en USS
estaría, desde el punto de vista de la semiosis, determinado por
unas restricciones semio~lingüísticas que le otorgan su estructura
(coherencia e inteligibilidad) y, por otro, por unas restricciones
de orden cognoscitivo que le otorgarían a ese discurso su lugar
como miembro de una unidad mayor (la formación y el tipo dis~
cursivo) . Si aceptamos que USS es una configuración lingüístico~
cognoscitiva, entonces ella es necesaria para la inteligibilidad de
los discursos con respecto a su estructura (lingüística) y con res~
pecto a la unidad a la cual pertenecen (cognoscitiva). En este es~
pacio lingüístico~cognoscitivo es donde todo acto enunciativo está
determinado: a la vez, por las estructuras lingüísticas y por las
operaciones clasificatorias de orden cognoscitivo. Y esa doble ope~
ración que pone en funcionamiento el acto enunciativo es la que
constituye la semiosis 5 •
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acontecimientos del discurso plantea otra cuestión muy
distinta: cómo es que ha aparecido tal enunciado y nin~
gún otro en su lugar ( 1969: 44).
229
general no-reflexivo, el saber qué en USS es siempre reflexivo.
Se podría hablar, para el pdmer caso, de un saber qué de primer
grado y, para el segundo, de un saber qué de segundo grado.
Ahora bien, la hipótesis sería que es en los miembros FME y FED
del conjunto A, donde podemos localizar ese saber qué, en el que
se articulan prescriptivamente las formaciones discursivas. En
efecto, se desprende de los estudios del mismo M. Foucault ( to-
memos como ejemplo la historia natural), que en Linneo no sólo
encontramos un saber cómo describir las plantas, sino un saber
qué deben describirse de tal o cual manera. Para el primer caso,
importan los enunciados que rigen FO y FC; para el segundo,
aquellos que rigen FME y FED. De manera tal que al preguntar-
nos por lo que hay de descriptivo (y explicativo) por un lado,
y de prescriptivo, por otro, en toda formación discursiva, parece-
ría que lo prescriptivo se localiza mayormente en FME y FED
y es precisamente lo prescriptivo (relación de regulación norma-
tiva) lo que caracteriza el saber qué.
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Las reglas operan al parecer sobre la organizae1on de la forma~
ción discursiva. Por un lado se establece FO (las cosas natura~
les) y FEO (causas verdaderas y suficientes para explicar FO)
y, por otro lado, queda implícito un enunciado que atañe a FME:
sólo será considerado un enunciado o un discurso de la filoso~
fía natural aquel que cumpla o se c'onforme a las reglas que se
enuncian. Obviamente, estas reglas no son de orden lingüístico
sino cognoscitivo. Son reglas, por otra parte, que operan en dos
niveles: por un lado trazan el campo del nivel teórico ( FO y
FC) ; por otro, el campo del nivel hermenéutico ( FME, FEO).
La regla 2) es una consecuencia de la regla 1) y valdrían, para
ella, las mismas observaciones hechas para la primera. La regla 3)
se concentra en FO y en FED y. tomo la primera, lleva implíci~
tas las regulaciones para FME: todo enunciado de filosofía na~
tural debe aceptar por "c-ualidades universales", aquellas. "cualida~
des de los cuerpos que no admiten ni intensificación ni remisión
de grados". La cuarta regla comienza, como la 1 ) , por una precisa
referencia a FME:
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tre el nivel hermenéutico (comprensión y regulación, por parte
de la comunidad disciplinaria, de su hacer disciplinario; de su saber
qué) y el nivel teórico (saber hacer y comprensión del objeto de
estudio más que de la actividad mediante la cual se lo conoce).
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Morris), sino que comprendería también el aspecto cognoscitivo
que permite a un discurso (signo) inscribirse en una formación
discursiva y, por c'onsiguiente, en USS.
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cursos o signos a una taxonomia vigente en la comunidad. Como se
desprende de la definición de sistema de intercomprensión, éste
no es sólo pertinente y necesario para dar cuenta del aspecto cog~
noscítivo (inscripción de un discurso en un universo de sentido),
sino también del aspecto estructural (lingüístico) y pragmático
( c·ontexto de situación) 6 •
V. CONCLUSION
23-t
cursivas de carácter "creativo" (literatura, arte, folklore) o "fi.
gurativo" (historiografía).
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