Guía Ojo Rojo
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OJO ROJO
El ojo rojo como término constituye un signo y un síntoma, por tanto conviene entenderse y
aproximarse a él como tal. Fisiopatológicamente corresponde a la congestión vascular de la
conjuntiva (lecho vascular superficial), de la epiesclera o periquerática (lecho vascular profundo) o
ambas (congestión mixta). Resulta de capital importancia su identificación y diferenciación como
herramienta diagnóstica, ya que semiológicamente orientan hacia diferentes patologías.
Este concepto agrupa diversas entidades caracterizadas por afectar el segmento anterior del globo
ocular. Tal como nos aproximamos al estudio de la fiebre, clásico ejemplo de signo y síntoma, en la
evaluación del paciente con ojo rojo debemos preguntar por la coexistencia de otros signos como lo
son dolor, secreción, edema, hemorragia etc.
Como en el estudio de cualquier tejido, se puede hacer una clasificación diagnóstica amplia por tipo
de patología que cursa con ojo rojo p. ej. Neoplásica, inflamatoria, inmunológica (alérgica,
autoinmune), traumática, congénita, hipertensivo (glaucoma agudo de ángulo cerrado) etc.; sin
embargo este texto pretende brindar al médico en formación, una guía enfocada a la identificación de
las patología más prevalentes y cuyo diagnóstico diferencial oportuno y acertado depende el plan
terapéutico indicado para cada paciente.
OJO ROJO
Se les recomienda a los estudiantes complementar la información aquí presentada con las lecturas
recomendadas al final del documento.
DIAGNOSTICO DIFERENCIAL
1.- Entidades acompañadas de secreción (purulenta o mucosa):
a. Conjuntivitis bacterianas (hiperagudas, agudas, crónicas)
b. Conjuntivitis virales (adenovirus)
c. Queratitis ulcerativas infecciosas (bacterianas, micóticas)
d. Blefaritis
e. Conjuntivitis alérgicas
f. Dacriocistitis y canaliculitis
g. Síndrome de ojo seco
2.- Entidades no acompañadas de secreción:
a. Glaucoma agudo
b. Uveitis anterior
c. Escleritis y epiescleritis
d. Alteraciones corneales (infiltrados, defectos epiteliales, etc.)
e. Lesiones degenerativas de córnea y conjuntiva (pinguecula, pterigión)
f. Hemorragia subconjuntival
g. Trauma (quirúrgico, accidental).
Algunas entidades se acompañan de dolor de severidad variable. Otras no son dolorosas.
CONJUNTIVITIS
Se da este nombre a cualquier inflamación de la conjuntiva que ocurre como una respuesta defensiva
ante agresiones de diversa etiología. El proceso inflamatorio implica la liberación de mediadores
químicos y como consecuencia, una serie de eventos que comprenden dilatación del lecho vascular
(hiperemia) y aumento de su permeabilidad permitiendo exudación de componentes plasmáticos
(edema) y salida de elementos celulares (infiltración de linfocitos, neutrófilos y polimorfonucleares),
acompañándose o no de secreción mucosa o purulenta dependiendo de su severidad y etiología.
La conjuntiva es una membrana mucosa delgada y transparente que se extiende desde el borde libre
de los párpados y tapiza su cara posterior (conjuntiva tarsal o palpebral), forma los fondos de saco
(fornix) superior e inferior, y luego se proyecta sobre el globo ocular extendiéndose hasta el limbo
esclerocorneal (conjuntiva bulbar). La conjuntiva palpebral está firmemente adherida al tarso, en
tanto que la conjuntiva bulbar se adhiere débilmente a la cápsula de Ténon subyacente.
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La conjuntiva está constituida por un epitelio cilíndrico estratificado no queratinizado que se continúa
con el epitelio plano estratificado no queratinizado de la córnea. Como estructura subyacente
encontramos una lámina propia de tejido conectivo altamente inervado y vascularizado que contiene
a nivel superficial las células o glándulas caliciformes que secretan mucina para la película lagrimal,
y a nivel profundo las glándulas lagrimales accesorias de Kraüsse y Wolfring, numerosas en los fornix
superior e inferior.
Las conjuntivitis se pueden clasificar siguiendo varios criterios:
1.- Según el modo de presentación y su evolución en el tiempo:
a. Hiperagudas
b. Agudas
c. Crónicas
2.- Según la naturaleza de la secreción (exudación):
a. Serosas
b. Mucosas
c. Purulentas
d. Membranosas
e. Pseudomembranosas
3. Según la reacción tisular:
a. Papilares
b. Foliculares
c. Flictenulares
d. Hemorrágicas
4. Según el mecanismo responsable (agente causal):
a. Infecciosas (bacterianas, virales, por clamidias)
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b. Alérgicas
c. Traumáticas
d. Tóxicas
5. Según se comprometan o no otras estructuras vecinas:
a. Blefaroconjuntivitis
b. Queratoconjuntivitis
CUADRO CLINICO
Las conjuntivitis se expresan clínicamente a través de unos signos y de unos síntomas comunes. Los
síntomas son fastidio (el paciente siente sus ojos y se hace consciente del parpadeo), ardor, picazón,
sensación de cuerpo extraño y lagrimeo. NO suele existir dolor propiamente dicho. Cuando existe
dolor y fotofobia debemos pensar que hay compromiso del epitelio corneal. La visión NO se afecta,
pero el paciente puede referirla disminuida como consecuencia del lagrimeo y la acumulación de
secreciones. Los signos fundamentales de las conjuntivitis son cuatro: Congestión o hiperemia, edema
o quemosis, hipersecreción y alteraciones morfológicas tisulares (papilas, folículos, flicténulas).
Hiperemia: La dilatación de los vasos conjuntivales (hiperemia superficial) es una constante en todas
las conjuntivitis pero su intensidad es muy variable en las diferentes formas clínicas. Suele ser más
marcada en los fondos de saco, mínima o ausente en las proximidades del limbo esclerocorneal, o
difusa en algunos casos. Desaparece o se hace muy tenue por aplicación de vasoconstrictores tópicos
como fenilefrina, nafazolina o tetrizolina. Los vasos conjuntivales se desplazan libremente sobre la
esclera y forman una red laxa que termina su recorrido a unos dos milímetros del limbo dejando un
espacio libre de congestión. La circulación periquerática y los vasos epiesclerales son normales o
acaso levemente congestivos.
La congestión periquerática o ciliar (vasos profundos o epiesclerales) a diferencia de la hiperemia
superficial, aparece como una densa malla muy intrincada situada alrededor del limbo esclerocorneal,
de aspecto violáceo, que no se desplaza sobre la superficie escleral ni desaparece por aplicación tópica
de vasoconstrictores. Suele ser manifestación de procesos patológicos más severos como queratitis,
uveitis, escleritis o epiescleritis. Hiperemia superficial y profunda pueden coexistir en entidades como
glaucoma agudo, úlceras y abscesos corneales, etc.
Edema: Se presenta solamente en conjuntiva bulbar debido a la poca adherencia de esta a planos
profundos y es el resultado de la exudación de contenido plasmático a través de la permeabilidad
incrementada de las paredes vasculares. Su magnitud es variable, pero puede ser especialmente
marcado alrededor del limbo esclerocorneal, apareciendo como una elevación circular alrededor de
toda la córnea (quemosis). En casos severos la conjuntiva puede herniarse a través de la hendidura
palpebral.
Hipersecreción: Es un signo muy característico de las conjuntivitis y puede ser muy variable, tanto
en su aspecto como en su cantidad. La secreción puede ser serosa o acuosa cuando está constituida
principalmente por fluido lagrimal. Esta hipersecreción es de origen reflejo, desencadenada por la
misma irritación, pero pronto aumenta su densidad y su consistencia gracias a la descarga de mucina
(secreción sero-mucosa) y se acumula en los fondos de saco formando filamentos. Otras veces la
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CONJUNTIVITIS HIPERAGUDAS
El principal agente causal es la Neisseria Gonorrhoeae, diplococo Gram negativo intracelular muy
invasivo, capaz de lesionar el epitelio intacto y de provocar perforaciones corneales en menos de 48
horas. La enfermedad se puede presentar en recién nacidos o en adultos.
Oftalmía neonatal: Se presenta en el recién nacido en las primeras 24 a 48 horas por contaminación
en el canal del parto de madres infectadas. Suele ser bilateral y constituye una amenaza potencial para
los ojos del paciente por la severidad de la inflamación y la agresividad del germen. Se caracteriza
por abundante secreción purulenta blanca o amarillenta, quemosis severa, formación de membranas,
edema e inflamación palpebral.
Recomendar tratamiento sistémico a la madre y sus contactos y no olvidar la profilaxis ocular de todo
recién nacido con solución tópica de yodopovidona al 2.5%, una gota en cada ojo al momento del
nacimiento.
Conjuntivitis hiperaguda del adulto: Ocurre por autoinoculación a partir de los genitales infectados
(genital-mano-ojo). Igual que en el recién nacido se caracteriza por la severidad de la inflamación, la
abundante secreción, la quemosis y el edema palpebral. El tratamiento debe hacerse sistémico con
ceftriaxona o penicilina y complementarse con la solución tópica de penicilina cristalina. También se
pueden utilizar otros antibióticos como la espectinomicina I.M., la eritromicina, las quinolonas o las
tetraciclinas por vía oral, ungüentos tópicos de eritromicina o bacitracina y solución oftálmica de
ciprofloxacina. Recomendar tratamiento sistémico a los contactos.
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Siempre que se tenga impresión diagnóstica de infección por Gonococo se debe pensar en la
coexistencia de infección por Chlamydia trachomatis. El diagnóstico se confirma por laboratorio y el
tratamiento debe ser enérgico e inmediato. Los organismos Americanos de control recomiendan el
siguiente esquema de tratamiento.
Terapia Sistémica para Conjuntivitis por Gonococo y Chlamydia PPP de la AAO 2013
Paciente Etiología Medicamento Dosis
Adulto Gonococo Ceftriaxona y 250 mg IM DU
Azitromicina 1 gr VO DU
ó Doxiciclina
100 mg VO c/12 H por 7 días
Alérgicos a cefalosporinas: 2 gr VO DU
Azitromicina
Chlamydia Azitromicina 1 gr VO DU
ó Doxiciclina 100 mg VO c/12 H por 7 días
Niños Gonococo
<45 kg Ceftriaxona ó 125 mg IM DU
Espectinomicina 40 mg/kg (máx. 2gr) IM, DU
>45 kg Igual que los adultos
Chlamydia
<45 kg Eritromicina 50 mg/kg/día VO c/6H por 14 días
>45 kg pero < Azitromicina 1 gr VO DU
8 años
>8 años Azitromicina ó 1 gr VO DU
Doxiciclina 100 mg VO c/12 H por 7 días
Neonatos Gonococo Ceftriaxona 25-50 mg/kg IV o IM DU (máx. 125 mg)
Chlamydia Eritromicina * 50 mg/kg/día VO c/6H por 14 días
PPP: Preferred Practice Pattern, AAO: Academia Americana de Oftalmología.
*Vigilar signos de estenosis pilórica en menores de 6 semanas de edad.
En nuestro medio se recomienda tratamiento sistémico con penicilina cristalina 50.000 a 100.000
U/Kg/día por 7 días complementado con una solución tópica de penicilina cristalina en suero
fisiológico, 50.000 a 100.000 U/ml, inicialmente para irrigación de la superficie ocular y limpieza de
los fondos de saco, y luego para aplicación en gotas cada 5, 10 y 15 minutos durante las primeras
horas y posteriormente cada hora, hasta completar 7 días.
CONJUNTIVITIS AGUDAS
Se denominan así las conjuntivitis de menos de cuatro semanas de evolución. Su cuadro clínico se
caracteriza por comienzo brusco, evolución rápida y curso breve. Su etiología puede ser bacteriana,
viral o alérgica.
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Conjuntivitis bacterianas agudas: Los agentes causales más frecuentes son estafilococo dorado,
estreptococo pneumoniae, haemophylus influenza y estafilococo epidermidis. Estas conjuntivitis son
típicamente bilaterales, con periodo de incubación de pocas horas y sintomatología severa. La
secreción es mucopurulenta abundante y en algunos casos pueden cursar con pseudomembranas,
petequias, hemorragias subconjuntivales, e inclusive, adenopatía preauricular. Generalmente no hay
compromiso corneal pero puede presentarse algún grado de daño epitelial. Buen número de ellas se
consideran autolimitadas.
El tratamiento de las conjuntivitis bacterianas agudas se hace con antibióticos tópicos en gotas,
ungüentos o cremas oftálmicas. Las gotas se aplican cada hora en ambos ojos durante el día y los
ungüentos o cremas, en los fornix inferiores a la hora de acostarse, durante 7 días.
En su orden se recomiendan los siguientes esquemas de tratamiento:
1.- Sulfacetamida sódica, solución al 10 o 15% (Blef-10, Isoptocetamida), y ungüento oftálmico de
oxitetraciclina y polimixina B (Terramicina). En conjuntivitis no complicadas, de inicio reciente, y
que no han recibido ningún tipo de tratamiento.
2.- Cloramfenicol, solución y ungüento oftálmico (Spersanicol, Oftacin). En conjuntivitis de más de
una semana de evolución, en casos de severidad moderada, o cuando el paciente ha recibido
tratamiento en forma inadecuada con sulfacetamida, gentamicina o esteroides tópicos, o no ha
respondido adecuadamente al tratamiento instaurado con sulfacetamida.
3.- Tobramicina, solución y crema oftálmica (Tobrex, Tobraoftal, Tobragan). En conjuntivitis de
más de dos semanas de evolución, severas o complicadas, o en casos refractarios al tratamiento con
sulfacetamida y cloramfenicol.
El manejo racional de los anteriores esquemas de tratamiento garantiza el control adecuado de las
conjuntivitis bacterianas agudas. No es recomendable el empleo de antibióticos como las quinolonas
(ciprofloxacina, moxifloxacina, levofloxacina) cuyo uso debe ser restringido al tratamiento de
entidades más severas como las queratitis bacterianas.
Conjuntivitis virales agudas: Generalmente bilaterales, de comienzo agudo y curso breve. Se
presentan con quemosis, lesiones petequiales o hemorrágicas, exudado seromucoso y en algunos
casos adenopatía preauricular. Con frecuencia comprometen el epitelio corneal provocando queratitis
superficiales o infiltrados subepiteliales. Pueden manifestarse como enfermedad ocular única
(adenovirus, enterovirus), o acompañando a virosis sistémicas (sarampión, rubeola, parotiditis,
mononucleosis). El tratamiento es sintomático y consiste en analgésicos orales, compresas frías y
lágrimas artificiales.
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CONJUNTIVITIS CRONICAS
Se denominan así las conjuntivitis de más de cuatro semanas de duración, que además de su curso
prolongado presentan una sintomatología moderada y continua, con periodos de remisión y
exacerbación. Pueden ser:
1.- Bacterianas: Causadas por estafilococos aureus o epidermidis en pacientes con antecedentes de
blefaritis y dermatitis seborreicas, ojo seco, rosácea ocular, y alteraciones o anomalías palpebrales
como ectropión, entropión, triquiasis y distriquiasis; o por otros gérmenes en pacientes que han
sufrido conjuntivitis agudas y que no han recibido un tratamiento adecuado. Requieren medidas
generales de higiene, compresas tibias, antibióticos tópicos como el Cloramfenicol y la tobramicina,
y corrección de las anomalías anatómicas existentes.
grado de secreción mucosa. Las sobreinfecciones bacterianas son relativamente frecuentes y pueden
hacerse crónicas.
El ejemplo clásico es la conjuntivitis primaveral, entidad bilateral, recurrente, cuyas manifestaciones
se exacerban en determinadas épocas del año. Tiene dos formas de presentación: La forma limbar
caracterizada por hipertrofia del limbo esclerocorneal y formación de nódulos en conjuntiva nasal y
temporal; y la forma palpebral caracterizada por hipertrofia papilar en la conjuntiva tarsal superior.
El tratamiento para estas conjuntivitis consiste en la administración de antihistamínicos tópicos y
sistémicos por periodos más o menos largos.
4.- Tóxicas: El contacto ocupacional o incidental de la superficie ocular con ciertas sustancias
químicas sólidas, gaseosas o líquidas, o la administración prolongada de algunos medicamentos
tópicos puede provocar efectos tóxicos en mayor o menor grado sobre el epitelio corneal y conjuntival
y como tal generar sintomatología caracterizada por ardor, prurito, sensación de cuerpo extraño,
congestión, etc., la cual tendera a perpetuarse si el contacto con dichas sustancias persiste. Se
mencionan como agentes causales aminoglicósidos, antivirales, preservantes, etc. Las
manifestaciones desaparecen al suspender el medicamento o al suspender el contacto con la sustancia
tóxica.
UVEITIS
Aunque por definición uveitis es cualquier inflamación del tracto uveal, este término se utiliza en la
actualidad para describir diversas formas de inflamación intraocular que pueden afectar no sólo la
úvea sino también estructuras adyacentes, como retina, vítreo, córnea o esclera.
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1. Sinequias posteriores
2. Hipopion.
1. Nódulos de Koeppe
2. Nódulos de Busacca
UVEITIS INTERMEDIAS (PARS PLANITIS): También conocidas como uveítis periféricas. Son
inflamaciones crónicas que pueden presentarse como una iridociclitis, con signos inflamatorios en la
periferia inferior de la base del vítreo, a nivel de la ora serrata y la pars plana a manera de copos de
nieve, y en ocasiones, con células en cámara anterior. Es usualmente bilateral, de etiología
desconocida y afecta individuos entre los 15 y los 40 años. En la mayoría de los casos la inflamación
es leve y sólo se justifica instaurar tratamiento cuando hay compromiso visual.
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