Apuntes de Clase
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Apuntes de Clase
I. Introducción
Desde el punto de vista económico, encontramos que el Informe OXFAM1 del 2017 muestra una
realidad demoledora: “Tan sólo 8 personas (8 hombres en realidad) poseen ya la misma riqueza
que 3.600 millones de personas, la mitad más pobre de la humanidad. La súper concentración de
riqueza sigue imparable. El crecimiento económico tan sólo está beneficiando a los que más
tienen. El resto, la gran mayoría de ciudadanos de todo el mundo y especialmente los sectores
más pobres,
1
Oxford Committee "El Relief
for Famine capitalismo
(Comité mundial
de Oxfordsigue batiendo
de Ayuda contra récords de inequidad: ya
el Hambre)
existen 2.043 personas que poseen más de 1.000 millones de dólares
(super-ricos). En un año, la riqueza de estos super-ricos ha crecido en 762
mil millones de dólares, monto que permitiría erradicar a nivel mundial la
pobreza extrema en siete veces.
Entre los años 2006 y 2015 la riqueza de estos super-ricos se
se están quedando al margen de la reactivación de la economía. El modelo económico y los
principios que rigen su funcionamiento nos han llevado a esta situación que se ha vuelto extrema,
insostenible e injusta. Es hora de plantear una alternativa. Necesitamos Gobiernos que apuesten
por una visión de futuro y respondan ante su ciudadanía primero, grandes empresas que
antepongan los intereses de trabajadores y productores, un crecimiento dentro de los límites del
planeta, el respeto de los derechos de las mujeres, y que el sistema fiscal sea justo y progresivo. Es
posible avanzar hacia una economía más humana”. 2
Es evidente que estamos cada vez más en un contexto global que pone en cuestión la realidad de
lo nacional, se borran las fronteras nacionales, en consecuencia, se limita a los Estados su
capacidad de ser la forma última de la organización social y política. Paradójicamente la
globalización, a pesar de su sentido abarcador, es selectiva, porque no todos participan de la
misma manera. Los capitales se mueven en el mundo al ritmo que desean, por eso, se puede decir
que tenemos “capitales sin fronteras”, pero curiosamente, no existen “trabajadores sin fronteras”.
Por todo el planeta se extiende la injusticia, con consecuencias visibles que nadie quiere ver:
pobreza, marginación, exclusión, desigualdades sociales, explotación laboral, discriminación
corrupción, insensibilidad social, mentalidad economicista.
Hoy los excluidos sociales son personas grupos, países que son descartados, arrojados fuera del
sistema, porque ya no encajan, no sirven “ni siquiera para ser explotados”, de este modo trabajar
en situación de explotación se convierte casi en un privilegio, porque significa “tener un trabajo”.
Además, hay que resaltar que, respecto al trabajo, la situación de la mujer es más precaria todavía,
2
https://www.oxfam.org/sites/www.oxfam.org/files/file_attachments/bp-economy-for-99-percent-160117-
summ-es.pdf. Con acceso el 7 de diciembre del 2017.
persiste la discriminación en la remuneración por ser mujer, es común la eventualidad del trabajo,
etc.
“No puede ser que no sea noticia que muere de frío un anciano en situación de calle y que sí lo
II. sea una caída de dos puntos en la bolsa. Eso es exclusión. No se puede tolerar más que se tire
comida cuando hay gente que pasa hambre. Eso es inequidad. Hoy todo entra dentro del juego
de la competitividad y de la ley del más fuerte, donde el poderoso se come al más débil. Como
consecuencia de esta situación, grandes masas de la población se ven excluidas y marginadas:
sin trabajo, sin horizontes, sin salida. Se considera al ser humano en sí mismo como un bien de
consumo, que se puede usar y luego tirar. Hemos dado inicio a la cultura del «descarte» que,
además, se promueve. Ya no se trata simplemente del fenómeno de la explotación y de la
opresión, sino de algo nuevo: con la exclusión queda afectada en su misma raíz la pertenencia a
la sociedad en la que se vive, pues ya no se está en ella abajo, en la periferia, o sin poder, sino
que se está fuera. Los excluidos no son «explotados» sino desechos, «sobrantes»” EG, 53.
El único mandato que Jesús dejó a sus apóstoles y en consecuencia a todos los cristianos, fue “Id
por todo el mundo y predicad el Evangelio a toda criatura” (Mc 16,15). En efecto, “la misión
esencial de la Iglesia es la evangelización de todos los hombres” (EN, 14).
FE
INJUSTICIA
Evangeli Sociedad
o
- Desde el punto de vista de la fe, lo que interesa es el valor del evangelio. La
evangelización es la tarea de la Iglesia y de todos los cristianos. De lo que se trata es de
llevar la buena nueva de Jesús a todos los rincones del mundo.
- Desde el punto de vista de la injusticia, lo que interesa es salir de esa situación en A.L. se
habla mucho de este esfuerzo de liberarse es decir de superar las situaciones y estructuras
injustas que determinan la explotación de los pobres, la marginación de tantos sectores de
la sociedad, campesinos, obreros gentes sin trabajo, niños, hambrientos.
En realidad, las estructuras injustas reflejan en el fondo, las personas injustas; es decir la
realidad de pecado, ahí está la raíz de la injusticia estructural, es el pecado y el pecado
está en el corazón de las personas y sólo la gracia de Cristo nos libera del pecado.
Podemos comparar la fe - injusticia, con el hambre y la salud. Así como la salud, elemento
positivo, necesita de la comida, porque si se deja de comer se pierde la salud, de la misma manera
la fe exige suprimir la injusticia, si existe la injusticia la fe va a desaparecer, o vamos a inventarnos
una fe diferente.
En síntesis, la Iglesia puede hablar de los problemas sociales porque:
Los problemas sociales no solo tienen que ver con aspectos técnicos, en los campos de lo
social, económico o político, sino que éstos tienen dimensiones éticas.
Los problemas sociales se originan en el corazón del ser humano, en el pecado personal y
social, en la descristianización, en el olvido de los valores cristianos.
Como lo plantea el Compendio de la doctrina social de la Iglesia, la Iglesia con su doctrina social
quiere anunciar y actualizar el Evangelio en la compleja red de las relaciones sociales. El asunto
no es sólo llegar al hombre en la sociedad, de lo que se trata es de fecundar y fermentar la
sociedad misma con el Evangelio. Por esta razón, preocuparse por el ser humano y su bienestar
significa también velar por la sociedad.
Según esto, la misión de la iglesia comprende dimensiones que incluyen todos los aspectos de la
vida del ser humano. De ahí que, para la Iglesia, evangelizar el ámbito social significa infundir en el
corazón de la persona humana la carga de significado y de liberación del Evangelio, para promover
así una sociedad acorde con las exigencias del Evangelio, una sociedad más humana, más
conforme al Reino de Dios, “en cuanto evangelio que resuena mediante la Iglesia en el hoy del
hombre, la Doctrina Social es palabra que libera” (CDS, 63). De ahí que, su misión se realiza de dos
maneras fundamentales que forman parte de su misión profética: el anuncio del evangelio y la
denuncia de las situaciones de injusticia.
Por eso, la D.S.I. puede considerarse un camino muy peculiar, donde se puede ejercer el ministerio
de la Palabra y el ejercicio profético “en efecto, para la Iglesia enseñar y difundir Doctrina Social
pertenece a su misión evangelizadora y forma parte esencial del mensaje cristiano, ya que esta
doctrina expone sus consecuencias directas en la vida de la sociedad y encuadra incluso el trabajo
cotidiano y las luchas por la justicia en el testimonio a Cristo Salvador” (CA, 5).
Conclusiones3
a. En la actualidad debemos reiterar con firmeza que la promoción de la justicia forma parte
constitutiva de la nueva evangelización y consiguientemente de la identidad del ser cristiano.
3
CONFERENCIA: "EVANGELIZAR LA CUESTIÓN SOCIAL: UNA APROXIMACIÓN TEOLÓGICA" Dr. Juan Pablo
García Maestro, OSST Universidad Pontificia de Salamanca (Madrid)
del sueño de Dios para la humanidad “desde los que padecen la injusticia”. Las víctimas y los
excluidos son el lugar de la universalización ya que cuando ellos tienen garantizados sus
derechos los tienen todos los demás. Con razón decían las comunidades primitivas que el
Mesías no volverá hasta que todos estén sentados a la mesa.
Ello exige superar los modelos de dominación, sobre todo, el machismo patriarcal. Por tanto,
la justicia reclama ahondar en los tres grandes esfuerzos a favor de la igualdad del mundo
moderno: la igualdad de todos los ciudadanos ante la ley (surge en la Revolución francesa
frente a los privilegios estamentales), la igualdad económica relativa (busca mejor
distribución de la riqueza), y la igualdad de oportunidades (posibilidad de acceso a todos los
cargos, puestos y posibilidades en igualdad de condiciones de partida). Todo ello
evidentemente supone un cambio social, inviable sin el cultivo y la educación en el valor de la
justicia.
e. La justicia global del siglo XXI exige que el prójimo es otro “yo” al que hay que reconocer
(cfr. Gaudium et Spes, n. 27). Incluso que el enemigo se convierta en amigo y hermano.
f. El problema de la injusticia no se sitúa solamente en el campo de la ética, sino que adquiere
un estatuto rigurosamente teologal. La práctica de la justicia es un requerimiento para
conocer a Dios. Lo que más oculta hoy el rostro de Dios es la profunda injusticia que reina en
el mundo. Si no luchamos contra ella y no nos ponemos del lado de las víctimas, colaboramos
al actual ocultamiento de Dios. La cruz y la resurrección son los dos misterios que más nos
comprometen para estar en contra de las injusticias del mundo.
g. La justicia reclama el perdón para ser completa. Aunque lo primero que hay que destacar es
el derecho a la verdad; después la justicia; finalmente, perdón. Por eso, el sufrimiento
solidario pide hacer justicia sin crear nuevas víctimas. En el fondo, lo más sublime de esta
justicia es la posibilidad que afirma al enemigo como futuro hermano [53].
h. Finalmente, no podemos obviar que la promoción de la justicia en la nueva evangelización
debe recrear la Iglesia. Por una parte, una mayor preocupación por los grandes dramas de la
humanidad quitaría dramatismo a estériles disputas de sacristía e invitaría a descubrir lo
esencial: el seguimiento y proseguimiento de Jesús el Cristo.
3. ACTIVIDADES SUGERIDAS (Actuar)
Trabajo grupal
1. Reflexionar sobre cinco situaciones de injusticia socio-económica-política que conozca y proponer
una acción o tarea correctiva concreta para cada una.
Trabajo personal
2. Investigar la postura y la acción de la Iglesia frente a estas situaciones o realidades.
3. Elabora tu mapa conceptual del tema
BIBLIOGRAFÍA
● Alarcón, E. y Van der Mat, B. (2016), Introducción a la Doctrina Social de la Iglesia. E&M
Impresores SRL. Arequipa – Perú.
● Juan Pablo II (1987), Carta Encíclica Sollicitudo Rei Socialis, Editorial Salesiana – Ediciones
Paulinas.
● Francisco (2013) Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium, Ediciones Paulinas,
GLOSARIO DE TÉRMINOS
Estructuras:
Capitales
Capitalismo
Inequidad
Siglas:
1. Introducción
Como se manifestó en el tema anterior, la DSI surge del encuentro del mensaje evangélico con los
problemas de la sociedad que generan injusticias, inequidades, violencia, pobreza, corrupción,
guerras, etc. Frente a ellas el creyente no puede quedarse tranquilo, sino que debe actuar y ser
consecuente con el mensaje de Jesús; de ese modo se actualiza el mensaje social del evangelio en
cada tiempo y contexto.
Juan Pablo II en la encíclica Sollicitudo Rei Socialis (1987), define la DSI como la “cuidadosa
formulación del resultado de una atenta reflexión sobre las complejas realidades de la vida del
hombre en la sociedad y en el contexto internacional, a la luz de la fe y de la tradición eclesial. Su
objetivo principal es interpretar esas realidades, examinando su conformidad o diferencia con lo
que el Evangelio enseña acerca del hombre y su vocación terrena y a la vez trascendente, para
orientar en consecuencia la conducta cristiana” (SRS, 41).
De lo que se trata es de interpretar las realidades sociales a la luz del evangelio para orientar la
conducta humana. El análisis4 de esta definición la tenemos a continuación:
4
ALARCON, E. y VAN DER MAAT, B. (2017) Introducción a la Doctrina Social de la Iglesia, UCSM.
- Atenta reflexión: La DSI es fruto de la reflexión sobre la realidad social, sobre sus
problemas, y limitaciones. Porque es en esa sociedad, compleja, difícil, contradictoria
(donde existen injusticias, corrupción, explotación, a todo nivel: político, económico,
social, etc.) y es donde vive y se desarrolla el ser humano.
Porque esta reflexión se sitúa en el CRUCE que se da entre las injusticias sociales y la
conciencia cristiana, y debe manifestarse en los esfuerzos que realizan los individuos, las
familias, los hombres de Estado, etc. para darle forma y aplicación en la historia.
De ahí que la reflexión sobre la realidad debe ser crítica, objetiva y con la ayuda de
especialistas de las ciencias sociales y humanas (políticos, economistas, sociólogos,
antropólogos, etc.)
Por eso podemos decir que la D.S.I. es palabra que libera, en cuanto evangelio que
resuena mediante la Iglesia, en el hoy del hombre5.
Porque se trata de analizar con objetividad la situación propia, esclarecerla a la luz del
Evangelio, y deducir de ello principios de reflexión, criterios de juicio, directrices de acción 7.
Esta reflexión debe ser realizada por TODOS, “comunidades cristianas en comunión con los
Obispos, en diálogo con los demás hermanos y TODOS los hombres de buena voluntad.
Para ver las opciones y compromisos que conviene asumir para realizar las
transformaciones sociales, políticas y económicas que aparezcan necesarias con urgencia
en cada caso”. OA 4
- Orientar, toda esta reflexión está dirigida a orientar la conducta de los cristianos en la
sociedad. Es decir que los cristianos no podemos, dejarnos llevar por la “corriente social”,
si esta vulnera los derechos de las personas. Por eso debemos estar atentos a los
principios y orientaciones que brinda nuestra Iglesia al respecto.
La DSI nos ayuda a saber qué enseña la Iglesia en materia social, especialmente frente a las
flagrantes injusticias que afectan la dignidad de la persona. Por otra parte, también es un recurso
para saber cómo deben actuar los católicos, principalmente, pero también las personas de buena
voluntad ante las injusticias y de ese modo se tome conciencia de la competencia de la Iglesia para
hablar acerca de estos temas.
5
Compendio de la D.S.I., p. 34.
6
O.A. 4.
7
Ibid.
Con su doctrina social la Iglesia quiere hacer “oír su voz ante determinadas situaciones humanas
individuales y comunitarias, nacionales e internacionales, para las cuales formula una verdadera
doctrina, un corpus, que le permite analizar las realidades sociales, pronunciarse sobre ellas y dar
orientaciones para la solución de los problemas derivados de las mismas” (CA,5).
Por otra parte, frente a algunas voces que intentan identificar la DSI con alguna ideología, o
sistema político o económico, el Papa Juan Pablo II trazó los límites que demarcan su reflexión.
3. Objeto de la DSI
La Iglesia con su doctrina social, quiere reconocer, revalorar la dignidad de la persona, por eso su
objeto primario:
Según el Compendio de la DSI (CDSI) la finalidad de la doctrina social “es de orden religioso y
moral.
8
Fue el sacerdote belga Joseph Cardijn (1882-1967) quien, en su esfuerzo por revisar la coherencia entre
vida-trabajo de los jóvenes obreros JOC (Juventud Obrera Cristiana), creó el método de revisión de vida, este
método fue asumido después por la Acción Católica. A esto se suma la teología del trabajo de Marie-
Dominique Chenu, y la teología de las realidades terrestres de Gustave Thils. En: BIORD CASTILLO, Raúl,
Conferencia dictada en las XXII Jornadas de Teología y Reflexión, Criterios para efectuar un discernimiento
cristiano de una situación histórica, 23 de marzo de 2004.
En efecto al estar anclado en la realidad y hacer un discernimiento de la situación se pregunta
sobre cuál es el proyecto de Dios para la humanidad, la sociedad, la Iglesia; de ese modo puede
proyectar la acción que sea transformadora de la realidad, pero siempre iluminado por la luz de la
fe.
3. Tomar
2.
- Ver (la1. Examinar la
realidad) decisiones
Discernimiento
realidad
Esto significa = VERa mirar la realidad, auscultarla, diagnosticarla,concretas
detenerse pero con =el concurso de
= JUZGAR
las ciencias sociales para tener una mirada objetiva, así no caer ni ACTUAR en suposiciones, ni en
abstracciones; esto implica también buscar las causas de los conflictos y las consecuencias que
pueden generar a futuro. Mirar la realidad implica tener una percepción y estudio de los
problemas reales y de sus causas, su análisis corresponde a las ciencias humanas y sociales.
Solo en la medida que se realice un análisis serio y se identifiquen las causas que provocan las
situaciones de injusticia, explotación, miseria, desigualdad, etc. se puede proponer acciones
transformadoras orientadas a atacar las raíces de los problemas más eficientemente. Por eso
se puede decir que este es el momento de toma de conciencia de la realidad.
- Juzgar (discernimiento)
- Actuar (compromiso)
El actuar implica dar respuestas a la realidad observada (ver) y valorada (juzgar), tendientes a
mejorarla y transformarla, de modo que se convierta en compromisos concretos.
El actuar tiene que ver con la elección. Ello requiere una verdadera conversión, es decir, la
transformación interior que es disponibilidad, apertura y transparencia a la luz purificadora de
Dios. Proponer pistas y acciones transformadoras evita quedarse en la reflexión teórica,
necesaria, pero insuficiente para mejorar las condiciones de vida de la sociedad.
Trabajo grupal
Trabajo personal
2. Introducción
3. Principios de la DSI
Los principios de la DSI deben ser apreciados en su unidad, conexión y articulación. Estos
principios, expresan la verdad íntegra sobre el hombre, conocida a través de la razón y la fe.
Brotan del “encuentro entre el mensaje evangélico y sus exigencias, con los problemas
que surgen en la vida de la sociedad”9.
Subsidiariedad
Solidaridad Participación
Es el primer principio sobre el que hay que fundamentar la vida económica y política, si se
quiere construir una nueva sociedad. Reconocer este principio es aceptar tanto en la teoría
como en la práctica que el ser humano y su dignidad es “el autor, el centro y el fin de la
vida económico-social” (GS, 63)
“En toda convivencia humana bien ordenada y provechosa hay que establecer como
fundamento el principio de que todo hombre es persona, esto es, naturaleza dotada de
inteligencia y de libre albedrío, y que, por tanto, el hombre tiene por sí mismo derechos y
deberes que dimanan inmediatamente y al mismo tiempo de su propia naturaleza. Estos
derechos y deberes son, por ello, universales e inviolables y no pueden renunciarse por
ningún concepto” (PT, 9).
De lo que se trata es de poner en relieve, la dimensión esencial del ser humano, que es la
relacionalidad, porque el ser humano es un ser siempre en relación.
“De ahí que por haber sido hecho a imagen de Dios el ser humano tiene la dignidad de
persona; no es solamente algo, sino alguien. Es capaz de conocerse, de poseerse y de
darse libremente y entrar en comunión con otras personas; y es llamado, por la gracia, a
una alianza con su Creador, a ofrecerle una respuesta de fe y de amor que ningún otro ser
puede dar en su lugar”12.
Por eso, la Iglesia ve en el hombre, en cada hombre, la imagen viva de Dios mismo;
imagen que encuentra, y está llamada a descubrir cada vez más profundamente.
10
Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, p. 87.
11
Compendio, 108.
12
Catecismo de la Iglesia católica, 357.
Una sociedad justa puede ser realizada solamente en el respeto de la dignidad
trascendente de la persona humana, porque representa el fin último de la sociedad, que está
ordenada a ella. El respeto de la dignidad humana no puede absolutamente prescindir de la
obediencia de “considerar al prójimo como otro yo, cuidando en primer lugar de su vida y
de los medios necesarios para vivirla dignamente”13.
Esto es, además, el fundamento último de la radical igualdad y fraternidad entre los
hombres, independientemente de su raza, nación, sexo, origen, cultura y clase.
Masculino y femenino, diferencian a dos individuos de igual dignidad, que, sin embargo,
no poseen una igualdad estática, porque lo específico femenino es diverso de lo específico
masculino. Esta diversidad en la igualdad es enriquecedora e indispensable para una
armoniosa convivencia humana15.
“El hombre y la mujer tienen la misma dignidad y son de igual valor, no sólo porque
ambos, en su diversidad, son imagen de Dios, sino, más profundamente aún, porque el
dinamismo de reciprocidad que anima el “nosotros” de la pareja humana es imagen de
Dios”.17
2.3.1 Solidaridad18
13
Gaudium et Spes 27.
14
G. S. 29.
15
Compendio 145.
16
OA, 16.
17
Catecismo, 111.
18
La palabra solidaridad proviene del sustantivo latín soliditas, que expresa la realidad homogénea de algo
físicamente entero, unido, compacto, cuyas partes integrantes son de igual naturaleza.
19
SRS, 41.
La solidaridad es uno de los principios básicos de la concepción cristiana de la organización
social y política, y constituye el fin y el motivo primario del valor de la organización social.
Su importancia es radical para el buen desarrollo de una doctrina social sana, y es de
singular interés para el estudio del hombre en sociedad y de la sociedad misma.
Esto tiene que ver necesariamente con la interdependencia entre los hombres y entre los
pueblos, que se manifiesta a todo nivel. Especialmente con la vertiginosa multiplicación de
las vías y de los medios de comunicación “en tiempo real” como las telecomunicaciones,
los progresos de la informática, internet, etc. Hoy en día al menos técnicamente, se puede
establecer relaciones aún entre personas lejanas o desconocidas.
Este principio implica que los hombres de nuestro tiempo cultiven aún más la conciencia
de la deuda, que tienen con la sociedad en la cual están insertos: son deudores de aquellas
condiciones que facilitan la existencia humana, así como del patrimonio, indivisible e
indispensable, constituido por la cultura, el conocimiento científico, y tecnológico, los
bienes materiales e inmateriales y todo aquello que la actividad humana ha producido22.
Entonces el otro, el prójimo no es solamente un ser humano con sus derechos y su igualdad
fundamental con todos, sino que se convierte en imagen viva de Dios, y por eso debe ser
amado, respetado y cuidado, con el mismo amor con que le ama el Señor y por él se debe
estar dispuesto, inclusive al sacrificio extremo, dar la vida por los hermanos. (Jn 15, 13).
2.3.2 Subsidiaridad
20
Compendio, 192.
21
Compendio 194.
22
Ibid, 195.
23
SRS 40.
Expresa y defiende los derechos y autonomía de cada uno en el ámbito de la sociedad. Este
principio es antiguo, y está íntimamente unido con la dignidad y autonomía de la persona
humana y con la concepción orgánica del Estado. Ofrece el remedio contra la degeneración
del Estado moderno centralizado.
“Como no se puede quitar a los individuos y darlo a la comunidad lo que ellos pueden
realizar con su propio esfuerzo e industria, así tampoco es justo, constituyendo un grave
perjuicio y perturbación del recto orden, quitar a las comunidades menores e inferiores lo
que ellas pueden hacer y proporcionar y dárselo a una sociedad mayor y más elevada, ya
que toda acción de la sociedad, por su propia fuerza y naturaleza, debe prestar ayuda a los
miembros del cuerpo social, pero no destruirlos y absorberlos”24.
Este principio, se fundamenta en la autonomía, ya de la persona humana, ya de las
sociedades menores en el ámbito de la sociedad mayor. Su raíz es:
- La persona como ente individual autónomo. Punto de inserción de este principio de
subsidiaridad es la prevalencia y autonomía de la persona humana.
- La comunidad menor como autónoma, pues el principio no se refiere a las meras
relaciones de la comunidad hacia la persona; sino, a la relación de una sociedad superior
hacia otras sociedades menores.
“Conforme a este principio, todas las sociedades, de orden superior deben ponerse en una
actitud de ayuda (“subsidium”) –por tanto de apoyo, promoción y desarrollo- respecto a
las menores”25.
La persona y la comunidad subordinada o menor, por propia autonomía, tienen derecho de
actuar según la propia naturaleza y cumplir las propias funciones. La comunidad, o
comunidad superior debe reconocer, proteger, estimular esta actividad, ayudarla y suplirla
con aquello que sea necesario.
2.3.3 El bien común
Por bien común se entiende “el conjunto de condiciones de la vida social que hacen
posible a las asociaciones y a cada uno de sus miembros el logro más pleno y más fácil de
la propia perfección”27.
Cuando se habla del principio del bien común, no estamos hablando del conjunto de los
bienes particulares, lo cual constituiría solamente una sumatoria de bienes, el bien común
es aquello que permanece y es siempre común a todos, porque es indivisible.
24
Compendio, 186.
25
Compendio, 186.
26
Ibid, 164.
27
GeS 26.
El bien común no consiste en la simple suma de los bienes particulares de cada sujeto del
cuerpo social. Siendo de todos y de cada uno es y permanece común, porque es indivisible
y porque sólo juntos es posible alcanzarlo, acrecentarlo y custodiarlo también en vistas al
futuro28.
Las sociedades son las primeras llamadas a empeñarse y trabajar por el bien común, de
manera que estén al servicio del ser humano, en esa medida se realizan plenamente, siendo
“para los demás”.
Una sociedad que, en todos sus niveles, quiere positivamente estar al servicio del ser
humano es aquella que se propone como meta prioritaria el bien común. La persona no
puede encontrar realización sólo en sí misma, es decir, prescindir de su ser “con” y
“para” los demás29.
Por eso, la tarea por el bien común es responsabilidad de todos y cada uno, nadie puede
sentirse eximido de ella.
“El bien común es un deber de todos los miembros de la sociedad ninguno está exento de
colaborar, según las propias capacidades, en su consecución y desarrollo. El bien común
corresponde a las inclinaciones más elevadas del hombre, pero es un bien arduo de
alcanzar, porque exige la capacidad y la búsqueda constante del bien de los demás como si
fuese el bien propio30.
“De las múltiples implicaciones del bien común, adquiere inmediato relieve el principio
del destino universal de los bienes. En consecuencia, los bienes creados deben llegar a
todos en forma equitativa bajo la égida de la justicia y con la compañía de la caridad”31.
El principio del destino universal de los bienes de la tierra, tiene como base el derecho
universal al uso de los bienes. Todos deben tener la posibilidad de gozar del bienestar
necesario, para lograr su pleno desarrollo. Este principio del uso común de los bienes es el
28
Compendio, 164.
29
Ibid, 165.
30
Compendio, 167.
31
GetS 41.
“primer principio de todo el ordenamiento ético-social”32 y “principio peculiar de la
doctrina social cristiana”33.
“Todos los demás derechos, sean los que sean, comprendidos en ellos los de propiedad y
comercio libre, a ello (destino universal) están subordinados: no debe estorbar, antes al
contrario, facilitar su realización, y es un deber social grave y urgente hacerlos volver a su
finalidad primera”34
“Destino y uso universal no significan que todo esté a disposición de cada uno o de todos,
ni tampoco que la misma cosa sirva o pertenezca a cada uno o a todos. Si bien es verdad
que todos los hombres nacen con el derecho al uso de los bienes, no lo es menos que, para
asegurar un ejercicio justo y ordenado, son necesarias intervenciones normativas, fruto de
acuerdos nacionales e internacionales y un ordenamiento jurídico que determine y
especifique tal ejercicio”35.
El destino universal de los bienes comporta un esfuerzo común dirigido a obtener para cada
persona y para todos los pueblos las condiciones necesarias de un desarrollo integral, de
manera que todos puedan contribuir a la promoción de un mundo más humano, “donde
cada uno pueda dar y recibir, y donde el progreso de unos no sea obstáculo para el
desarrollo de otros ni un pretexto para su servidumbre”36
La propiedad privada y las otras formas de dominio privado de los bienes “aseguran a
cada cual una zona absolutamente necesaria para la autonomía personal y familiar y
deben ser considerados como ampliación de la libertad humana...”37 .
Es a través de la propiedad privada que las personas, garantizan para sí una cierta
autonomía, que les permite desenvolverse en libertad y sin restricciones, por eso es
necesario que ésta sea accesible a todos.
32
L.E. 19.
33
S.R.S. 42.
34
P.P. 22.
35
Compendio, 173.
36
Libertatis Conscientia, 90.
37
GetS 71.
La doctrina social postula que la propiedad de los bienes sea accesible a todos por igual 38
de manera que todos se conviertan, al menos en cierta medida, en propietarios, y excluye
el recurso a formas de “posesión indivisa”39.
“Siempre lo ha entendido en el contexto más amplio del derecho común de todos a usar los
bienes de la creación entera: el derecho a la propiedad privada como subordinado al
derecho al uso común, al destino universal de los bienes”40
2.3.5 Participación
“Consecuencia característica de la subsidiariedad es la participación que se expresa en
una serie de actividades mediante las cuales el ciudadano, como individuo o asociado a
otros (directamente o por medio de los propios representantes) contribuye a la vida
cultural, económica y social de la comunidad civil a la que pertenece. La participación es
un deber que todos han de cumplir, en modo responsable y con vistas al bien común”41.
38
C.A. 6.
39
R.N. 11.
40
L.E. 14.
41
Compendio, 189.
42
Ibid
43
GS 31c.
44
Compendio 190.
Por eso, este principio implica considerar a las personas como sujetos, capaces de
intervenir y responder como ciudadanos y no como meros objetos, a quienes se pueda
manipular fácilmente. Pero al mismo tiempo implica responsabilidad, en su ejercicio
efectivo, de lo que se trata también, es de promover una correcta participación, libre de
intereses personales egoístas.
Finalmente, la DSI plantea también su preocupación frente a los regímenes totalitarios que
totalmente la participación de los ciudadanos.
UNIDAD 2
45
Ibid 191.
SITUACIÓN PROBLEMA
¿Cuáles son las fuentes de la doctrina social de la Iglesia? ¿Cuál es la relevancia de las
fuentes en el desarrollo de la doctrina social de la Iglesia?
“La enseñanza social de la Iglesia nació del encuentro del mensaje evangélico y de sus
exigencias, comprendidas en el mandamiento supremo del amor a Dios y al prójimo, y en
la justicia, con los problemas que surgen en la vida de la sociedad.” (LC72)
La doctrina social de la Iglesia halla su fundamento esencial en la Revelación bíblica y en
la Tradición de la Iglesia (CDS 74). Estas fuentes dan la inspiración y la luz para
comprender, juzgar y orientar la experiencia cristiana en el mundo y la historia humana.
El conocer las fuentes de la DSI nos ayuda a comprender por qué el Pueblo de Dios siente
el impulso y la obligación de pronunciarse de palabra y obra, sobre los problemas sociales
de nuestro tiempo. Desde esta perspectiva podemos entender que las fuentes de la D.S.I.
son aquellos documentos y saberes previos que se utilizan para la elaboración de la D.S.I.,
sirven de base doctrinaria y fundamento racional al conjunto de enseñanzas sociales de la
Iglesia de hoy. Las fuentes de las que se nutre la Doctrina Social de la Iglesia, son:
- La Sagrada Escritura.
- Los Padres de la Iglesia.
- La Tradición.
- El Magisterio ordinario y extraordinario de los Papas.
- El Magisterio ordinario y extraordinario de los Concilios, Conferencias
Episcopales.
- Teólogos y canonistas.
La Doctrina Social de la Iglesia tiene como primera fuente la Sagrada Escritura. Por ello es
evidente que la Biblia tendrá una particular importancia en una asignatura especializada
en Doctrina Social de la Iglesia, como es ésta.
“Son los textos bíblicos, por tanto, la fuente que ilumina el compromiso histórico de la
Iglesia hasta el día de hoy” (Glafira)
Los cristianos somos herederos de una larga historia
➢ Valora el uso y la interpretación de las fuentes de la doctrina social de la Iglesia para proponer
principios de reflexión y acción frente a la realidad social en la que nos desenvolvemos.
EVIDENCIAS DE APRENDIZAJE
➢ Comprensión lectora
➢ Mapas mentales
➢ Interpretación de textos bíblicos y patrísticos
➢ Examen escrito
PRUEBA DE ENTRADA
COMPETENCIAS
Distingue y analiza las diversas fuentes de la doctrina social de la Iglesia.
Expresa diversas reflexiones basadas en la confrontación de la realidad
social con el contenido de las fuentes de la doctrina social de la Iglesia.
Valora el uso y la interpretación de las fuentes de la doctrina social de la
Iglesia para proponer principios de reflexión y acción frente a la realidad
social en la que nos desenvolvemos.
I. Introducción
Toda la teología, incluyendo la Doctrina Social de la Iglesia, está basada en la Biblia como
primera fuente. Sin embargo, quedará claro que la Biblia no da soluciones concretas a
problemas de nuestros tiempos. La Biblia no se pronuncia sobre el desempleo en nuestra
sociedad, o sobre la deuda externa. No dice cómo manejar una empresa multinacional o qué
nivel de interés es el más adecuado para una economía. ¿Cómo podemos considerarla
entonces como fuente para la Doctrina Social de la Iglesia? ¿Y cómo deberemos interpretar
la Biblia?
1. Fuentes Bíblicas46
Si bien la Biblia constituye la fuente primaria de la Doctrina Social de la Iglesia, no hay que
pensar que ésta se deriva directamente de aquélla. Para entender eso, tendremos que
recordar primero brevemente lo que es la Biblia.
““ es
es un
un conjunto
conjunto de
de libros
librosque
que los
los Cristianos
Cristianos consideramos
consideramos
inspirados por Dios.”
inspirados por Dios.”
Sin embargo, todos estamos de acuerdo en que la Biblia nunca ha sido dictada por Dios a
los hombres. Más bien es la expresión inspirada de la experiencia de fe de personas que
sintieron el llamado y la presencia de Dios en su vida y en la historia de su pueblo. Dios se
ha valido de autores humanos para revelarnos lo necesario para nuestra salvación.
Como cualquier otro texto, la Biblia no puede ser tomada a la letra, sino que tiene que ser
interpretada. Existen varias formas para interpretar un texto. La propia Iglesia utiliza
diversos métodos para leer y entender la Biblia. La mayoría de los métodos tratan de buscar
46
Para mayor información sobre la Doctrina Social desde la Biblia, referimos a: VAN DER MAAT, Bruno
(2006) Pensamiento Social en la Biblia, Arequipa, UCSM-Escuela de Postgrado, 125 p.
qué es lo que el autor quiso decir en su tiempo. Otros métodos se fijarán más en la
estructura literaria interna del texto.
Según la lectura fundamentalista, por ejemplo se creería a la letra el origen del universo
según nos narra el primer capítulo del Génesis, como si alguien hubiera estado presente
para narrar lo que realmente estaba pasando. Esa interpretación literalista también asume
que los cuatro Evangelios narran exactamente lo que ocurrió con Jesús, qué dijo, qué hizo
en qué momento, etc. Aceptar esa interpretación sería entrar en un sinnúmero de
contradicciones e incongruencias presentes en el
texto bíblico si se lo lee como una narración
periodística. Esa forma de entender la Biblia es
evidentemente errónea y rechazada por la Iglesia.
La Biblia no es un libro de ciencia o de historia.
Es un libro que narra una experiencia de fe y que
El único método que la Iglesia Católica rechaza
tajantemente es la lectura fundamentalista, que quiere transmitir esa experiencia al lector para su
acepta tal cual cualquier pasaje bíblico como salvación.
verdadero (por ser palabra de Dios) sin mediación
alguna. Esa interpretación asume que lo que
Hagamos un pequeño ejercicio de recuerdo. Si
describe el texto bíblico realmente y literalmente
ocurrió tal como es narrado. queremos explicar a alguien la importancia que
tuvo tal o cual persona en nuestra vida, digamos
nuestra abuelita, no vamos a empezar presentando
su partida de nacimiento, diciendo dónde vivió,
qué color de ojos tenía o cuánto midió. Más bien
trataríamos de explicar lo que significó para
nosotros, qué hizo por nosotros, cómo la vimos, qué plato especial nos cocinaba, qué
palabras sabias nos enseñó, etc. Así también funciona la Biblia. No quiere darnos teorías
científicas o describir fechas históricas, sino compartir una experiencia, con la esperanza de
que haga “eco” en nosotros para que podamos descubrir a Dios en nuestra propia
experiencia.
La Iglesia enseña que para poder entender la Biblia, primero es necesario tratar de entender
lo que el autor de la época en que fue escrito el texto ha querido decir. Es necesario buscar
el significado del texto en su propio contexto histórico. Para ello ayudará la lectura a la luz
de las teorías de la interpretación literaria, los conocimientos históricos, arqueológicos y
literarios de la época de redacción del texto, el análisis del género literario, etc.
Si leemos un relato de la creación, como en Génesis 1,1-2,4ª, por ejemplo, no tiene sentido
tratar de demostrar que la creación del mundo fue literalmente así como nos lo describe el
texto. Si aceptáramos esa interpretación, ¿qué haríamos con el segundo relato de la
creación, que sigue (Génesis 2,4ª-25) y que no tiene nada que ver con el primer relato? Más
valdría preguntarse: ¿qué mensaje para la salvación puedo sacar de este relato?
La lectura del texto bíblico siempre implicará una interpretación. No existe una lectura
neutra, objetiva, siempre válida. Lo que sí existirán son por un lado distintas
interpretaciones del texto, válidas porque coherentes, y por el otro lado, una lectura
literalista, contraria al sentido del texto.
Con todos esos pasos, ya quedará claro que la Doctrina Social de la Iglesia no puede
transponer sin mediación alguna los planteamientos históricamente situados de la Biblia en
un discurso a seguir literalmente en algún tema social.
Por ejemplo, leemos en el libro del Deuteronomio: “Si uno tiene un hijo desobediente y
rebelde que no hace caso a sus padres, y ni siquiera a fuerza de castigos obedece, su padre
y su madre lo llevarán a los ancianos de la ciudad, a la plaza pública, y dirán a los
ancianos de la ciudad: ‘este hijo nuestro es desobediente y rebelde, no hace caso; es un
libertino y un borracho’. Entonces todos los hombres de la ciudad lo apedrearán hasta que
muera. Así extirparás el mal de en medio de ti, y todo Israel, al saberlo, escarmentará.”
(Dt 21,18-21)
De fe a fe: la fe los que escribieron los libros de la Biblia es la misma fe que nos mueve e impulsa hoy
a nosotros. Es la fe en el mismo Dios liberador, misericordioso y justo, por eso debemos leer la Biblia
de fe a fe.
De historia a historia: Dios se ha hecho hombre en la historia humana, es una sola historia. La historia
de Dios con el pueblo de Israel es una historia de encuentros y desencuentros con sus propios
matices, pero esa historia también es nuestra historia humana, de la humanidad con Dios. Dios que
sigue acompañando a su pueblo y haciendo historia.
De cercanía a lejanía: recordar que los textos bíblicos fueron escritos desde 1000 años antes de
Cristo, lo escrito en la Biblia sucedió hace mucho tiempo, pero lo tenemos hoy para releerlo de
acuerdo a nuestro contexto. Cercanía, porque la tenemos frente a nuestros ojos, el mensaje es el
mismo, lejanía porque sucedió hace muchos años.
Siempre habrá que interpretar el texto bíblico y tratar de entender lo que quiso decir el autor
en su época. Recién después tendrá sentido tratar de sacar conclusiones para nuestro mundo
de hoy. En este sentido nunca podremos aplicar directamente un texto bíblico a una
realidad nuestra. La Biblia no se presta a esas concordancias forzadas. Lo que sí nos ofrece
es un conjunto de principios y valores que luego tendremos que aplicar. El respeto a la vida,
por ejemplo, o a la familia, a la palabra dada; la búsqueda de la justicia en la solidaridad y
la fraternidad; el respeto a la propiedad privada, teniendo en cuenta el destino universal de
los bienes; el respeto a la dignidad de la persona y la búsqueda del bien común, etc. La
Doctrina Social, elaborada por el Magisterio de la Iglesia, se encargará de traducir estos
principios para cada época y circunstancia, tal como veremos más adelante.
La Biblia consta de dos grandes partes: el llamado Antiguo Testamento que narra la
historia de la salvación desde la creación hasta los últimos profetas, y luego el
llamado Nuevo Testamento, que narra desde el anuncio de Jesús hasta el inicio de
las primeras comunidades cristianas. Para un cristiano ambas partes son igualmente
importantes y se sostienen mutuamente: el Antiguo Testamento presenta la promesa
de salvación de Dios, y el Nuevo Testamento narra el cumplimiento pleno de esa
promesa. Si no se conoce el Antiguo Testamento no se sabe qué esperar en la
Historia de Salvación. Y si no se conoce el Nuevo Testamento, uno queda con la
interrogante cuándo se cumpliría las promesas de Dios. Ambas partes no se
contradicen, sino que mayormente se complementan.
En ambos Testamentos es evidente la dimensión social que tiene la fe: creer en Dios
implica necesariamente preocuparse del hermano. Desde la creación (en el Génesis)
hasta el anuncio del fin de los tiempos (en el Apocalipsis), el ser humano es visto
como criatura que recibe la existencia de Dios y que se relaciona con los demás. Por
ello debe preocuparse por los demás. Faltar al otro es faltar a Dios, como veremos a
continuación.
Por ello en el Antiguo Testamento siempre se presenta la obligación civil y moral como una
obligación religiosa. Se recuerda“Obedecer las leyes
que los ritos es obedecer
no tienen sentidoa si
Dios”
no van refrendados por
una acción coherente en la vida del oferente. El rito nunca puede existir en sí, como si fuera
un acto de magia, sino que siempre debe ser expresión de la actitud personal y social de los
creyentes participantes.
Desde la Creación queda claro que el ser humano es una criatura muy especial. Es creada a
imagen de Dios: “Y creó Dios a los seres humanos a su imagen: a imagen de Dios los
creó: macho y hembra los creó.” (Gén 1,27). Además de ser la criatura más excelsa en el
proceso de la creación, tiene una ventaja adicional sobre todas las otras criaturas: es creada
a imagen de Dios. Somos imagen de Dios y como tal merecemos respeto y debemos
respetar a los demás. Por este estatuto privilegiado y exclusivo, se plantea la necesidad de
cuidarnos unos a otros. Los seres
humanos no podemos vivir sin tomar en
Este principio de la dignidad intrínseca de toda cuenta a los demás, ni mucho menos
persona humana es la base de toda la Doctrina haciéndoles daño. Todo lo demás
Social de la Iglesia. (principios sobre la propiedad, sobre el
trabajo, etc.) está subordinado a este
principio primero y primordial.
Es necesario recalcar que estas reglas sociales son formuladas como mandamientos y no
como leyes civiles. Es decir que no son en estricto leyes (que uno podría violar bajo pena
de sanción) sino que son como principios inquebrantables. Se trata de formulaciones
básicas que permiten que la sociedad sobreviva y se desarrolle. Luego tendrán que ser
traducidas en derecho positivo (es decir en leyes acordadas por las personas de una misma
comunidad). Los demás textos del Antiguo Testamento explicitarán la defensa de cada uno
de esos aspectos.
En realidad, las reglas sociales que nos presenta el Antiguo Testamento no se entienden si
no es por el tipo de persona que las fundamentan. En el fondo lo que quiere Dios es que
vivamos como seres humanos responsables, justos y solidarios, amándonos unos a otros.
“Amarás a tu prójimo como a ti mismo” es la fórmula que presenta el Levítico (Lev. 19,17).
No se trata de elaborar un conjunto de leyes formales, sino de cambiar la persona para que
podamos responder al amor que Dios nos muestra. No se trata de relaciones formales de
justicia para evitar ser juzgados, sino de prácticas justas que expresan el amor y el aprecio
que sentimos los unos por los otros. Es por ello que la solidaridad se expresará en primer
lugar como una relación gratuita para con los que nunca van a poder devolvernos los
favores. En ese principio se basa la opción por los pobres, como reflejo del amor gratuito
que Dios nos tiene y les tiene a ellos preferencialmente.
Ser solidario no es una cuestión de cálculos, para dar o prestar al que sabemos que nos va a
devolver con creces. La solidaridad es dar al que necesita, sin pensar si nos va a poder
devolver o no. Por ello, el Antiguo Testamento pone en el primer lugar de preocupación de
todos al triduo: “huérfano, viuda y extranjero”, personas que en aquella sociedad tenían
mucha dificultad porque nadie les protegía. La solidaridad deberá empezar con ellos. Si
somos solidarios con ellos, ya se estará haciendo justicia.
2.1.5 La Ley
Muchos han escrito que el Nuevo Testamento vino a terminar con el Antiguo. No es lo que
dice el mismo Jesús: “No piensen que he venido a abolir las enseñanzas de la ley y los
profetas, no he venido a abolirlas sino a llevarlas a su plenitud.” (Mt 5,17). Lo que cambia
no es el contenido sino el lugar de la ley. Jesús reemplaza la ley por el amor. Hemos visto
que el amor ya era una exigencia del Antiguo Testamento. Ahora se trata de la exigencia
primordial, ante la cual todo lo demás, incluso la ley, tiene que inclinarse. Jesús siempre
cuenta con la libertad de la persona para cumplir con la voluntad del Padre. Nunca hará las
cosas porque sí, sino que las hará por amor, respetando la libertad de la otra persona.
Recordemos ahora algunos principios de vida social tal como el Nuevo Testamento nos los
presenta.
Brevemente revisaremos lo que parecen ser los fundamentos del pensamiento social sobre
todo en los evangelios sinópticos, más explícitos al respecto. Ya sabemos que no tenemos
que esperarnos a una teoría social toda hecha y acabada. Sí podremos encontrar principios
que permiten elaborar creativamente una visión sobre la vida social de las personas.
A. Fundamentos
Se trata de superar la simetría en las relaciones, de respetar y amar al que nos respeta y
ama. Este principio tiene una doble implicancia: una de prioridad, otra de profundidad. La
profundidad que exige este principio es que debemos de amar hasta nuestros enemigos. Es
decir que nadie puede quedar excluido de nuestro amor. No podemos limitar nuestro amor
al pequeño círculo de personas que nos caen simpáticas o incluso indiferentes, tenemos que
incluir en ese grupo a nuestros enemigos. Ello tendrá implicancias en cuanto al perdón (cfr.
infra). La dimensión prioritaria se mostrará en la exigencia de amar en primer lugar a los
que no podrán devolvernos el favor. Tendremos que priorizar en nuestra relación a los
débiles, a los pobres, a los necesitados. En ello se demostrará la gratuidad del amor. El
texto más claro al respecto está en el contexto del juicio final, en Mateo 25, 31-45
Dos aclaraciones. La primera es que el juicio, tal como es presentado en esta perícopa, se
determinará por lo que se haya hecho para los hermanos, y sobre todo a “los hermanos más
pequeños”, es decir los más débiles, pobres y necesitados, los que no tendrán tal vez la
fuerza o la capacidad de devolver el bien recibido. En segundo lugar, hay que enfatizar la
identificación que el Señor opera con los más pequeños. Acercándonos a ellos, nos
acercamos a Él mismo47.
Para poder amar de tal forma, tendremos que recurrir al perdón. Jesús recuerda la
indiscutible importancia del perdón en la vida del cristiano. Incluso hace de ello la
condición para nuestro propio perdón. El Padre Nuestro recuerda claramente en Mt 6,12
que nosotros tenemos que haber perdonado antes de poder pedir perdón a Dios.
La traducción de la Biblia de Jerusalén, aquí citada, ha reemplazado el verbo original
“perdonamos” (en pretérito, para traducir el aorista griego que designa una acción
terminada, concluida en el pasado) por “hemos perdonado” (un pasado compuesto) porque
en castellano la forma del pretérito y del presente en la primera persona del plural muchas
veces se confunden. Desafortunadamente no todas las traducciones al castellano toman en
cuenta esta particularidad.
El perdón es una característica del actuar de Jesús, revelando de tal forma la misericordia
de Dios Padre. La parábola del que fue perdonado y que no fue capaz de perdonar sigue, en
el Evangelio de Mateo, la respuesta a la pregunta de Pedro sobre la cantidad de veces que
tenemos que perdonar: Jesús sorprende a todos “No te digo hasta siete veces, sino hasta
setenta veces siete” (Mateo 18,22).
2. Fuentes Patrísticas
2.1. Padres de la Iglesia
La moral social cristiana empieza en la Sagrada Escritura, que ofrece las primeras
orientaciones, criterios y normas morales. Después de Jesús su mensaje quedó en manos de
los discípulos, quienes tuvieron la misión de anunciar la vida de Jesús, sus palabras y
acciones y proponerla en regla moral de la
vida cristiana. Esta misión fue recogida a su
vez por los discípulos subsiguientes, entre los
que destacan los Padres de la Iglesia.
Los “Padres de la Iglesia” a través de sus
escritos (homilías, sermones, cartas, epístolas)
aplicaron el espíritu del Evangelio a las
47
Este y otros muchos textos sustentan la Opción Preferencial por los Pobres que asumió la Iglesia Católica.
Ya en el Vaticano II se encuentran las raíces de esta fórmula p. ej.. « La Iglesia abraza con su amor a todos
los afligidos por la debilidad humana; más aún, reconoce en los pobres y en los que sufren la imagen de su
Fundador pobre y paciente, se esfuerza en remediar sus necesidades y procura vivir en ellos a Cristo » Lumen
Gentium 8.
circunstancias de su tiempo, de este modo iniciaron la formulación del mensaje social
cristiano. El tiempo de los Padres de la Iglesia se extiende desde el siglo II hasta el siglo
VIII d.C. Mayormente se les divide
- por la época en la que escribieron (Padres Apostólicos inicio siglo II, Padres
Apologetas siglos II-III) y
- por el idioma en el que escribieron (Padres Griegos y Padres Latinos)48.
Es evidente que el contexto socio-cultural en que vivieron los Padres de la Iglesia es muy
diferente al nuestro. En la época de los Padres las desigualdades son muy grandes, la
pobreza es masiva, existía un régimen de esclavitud y sobre los esclavos recae el trabajo
más pesado.
Uno de los aportes más importantes de los Padres a la teología moral social es el amplio
tratamiento sobre los bienes económicos, sobre la riqueza y la pobreza que supone una
postura muy clara sobre el sentido cristiano de la propiedad.
Por eso, en consonancia con el Evangelio los Padres de la Iglesia se preocuparon en primer
lugar por la dignidad de cada ser humano. Su fuente es evidentemente la dignidad tal como
nos la presenta la Biblia, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento (cfr. supra). De
esta dignidad, adquirida por ser creados a imagen de Dios, deriva el respeto que se le debe a
cada uno, así como la solidaridad, por ser cada uno parte de ese género humano
compartido. La humanidad es una y todo en realidad pertenece a todos49.
De allí deriva la solidaridad que debe expresarse en una acción que a nosotros hoy en día
nos puede parecer inadecuada: la limosna. Pero el concepto de limosna en tiempo de los
Padres era muy distinto de la dádiva con la que hoy a veces la confundimos. La limosna de
esa época era un acto de justicia, no de una mal llamada caridad. Claro está que la propia
justicia también se expresaba en el pago puntual de lo debido y en el rechazo de la usura (el
pago de interés por un préstamo).
2.2. Temas sociales de los Padres de la Iglesia: La limosna – la comunicación de
bienes – la riqueza50
Es muy ilustrativo constatar que el mandato de la limosna está antes que los demás
mandatos sociales, como no matar, no cometer adulterio, no robar, no cometer aborto, no
codiciar, no mentir. Encontramos ya en la Didajé, carta del siglo II encontramos:
“No seas de los que extienden la mano para recibir y la encogen para dar. Si
adquieres algo por el trabajo de tus manos, da de ello como rescate por tus
pecados. No vacilarás ni murmurarás mientras das, pues has de saber quién es el
buen recompensador de tu limosna. No rechazarás al necesitado, sino que
comunicarás en todo con tu hermano y de nada dirás que es tuyo propio. Pues si se
comunican en los bienes inmortales, ¿cuánto más en los mortales?” (Didajé IV, 5-
8)
48
ALARCON, E. – VAN DER MAAT, B. (2017) Introducción a la DSI, UCSM, Arequipa
49
Ibid.
50
ALARCON, E. VAN DER MAAT, B. (2017) Introducción a la DSI, UCSM, Arequipa.
En el texto citado hay un verbo que puede sorprender: “comunicarás en todo con tu
hermano”. El hecho de comunicar aquí significa compartir. De esta expresión viene el
concepto de COMUNICACIÓN DE BIENES, es decir el hecho de que todos los bienes
son para todos, desde la creación. Dios ha entregado el universo al hombre y a la mujer y
ellos no tienen por qué guardar una parte exclusivamente para sí, sin compartirla con los
demás. La comunicación de bienes es un concepto que remonta a la Biblia 51 y que los
Padres enfocan con mucha énfasis. Volveremos sobre este tema en los párrafos siguientes.
En la Doctrina Social de la Iglesia contemporánea, se expresa la misma idea de la
comunicación de bienes con el concepto de “Destino Universal de los Bienes” (cfr. Infra).
Queda claro que, si uno adquiere algo por su propio trabajo, en realidad no tiene derecho de
decir que esa propiedad es exclusivamente suya. Tiene que compartirla con el necesitado.
Pero también queda claro que la limosna no es para mantener a un ocioso que no quiere
trabajar. Por ello la advertencia al que recibe la limosna:
“Bienaventurado el que, conforme al mandamiento, diere, pues es inocente. Pero
¡Ay del que recibe! Pues si recibe por estar necesitado, será inocente; más el que
recibe sin sufrir necesidad tendrá que dar cuenta por qué recibió y para qué. Será
puesto en prisión, se le examinará sobre lo que hizo y no saldrá de allí hasta haber
pagado el último cuadrante”. Didajé I,5b.
La misma advertencia se repite en otro documento de los Padres Apostólicos, el enigmático
“Pastor de Hermas” del II siglo:
“Los que reciben darán cuenta a Dios por qué recibieron y para qué: los que
recibieron por hallarse atribulados, no serán juzgados; más los que recibieron por
fingida necesidad, serán castigados.
Así, pues, el que da es inocente, porque como recibió de Dios este ministerio con
mandato de cumplirlo, así sencillamente lo cumplió, sin discriminar para nada a
quién diera y a quién no. “
Pastor de Hermas, Mandamientos, Mandamiento Segundo nº 552
Entonces la solidaridad que se muestra por medio de la limosna no es para mantener a
algún vicioso, sino para ayudar al que realmente necesita. El que da debe dar al necesitado,
pero el que recibe debe recibir solamente porque es necesitado. Si alguien recibe sin
necesidad, ese acto le será tomado en cuenta en contra de él.
Los escritos de los Padres de los siguientes siglos no dejan de clamar según el mismo tenor.
La limosna es obra de caridad ¡indispensable! Veamos algunas citas 53. Los Padres más
notorios en esta temática son sin duda San Juan Crisóstomo y San Basilio, ambos obispos
orientales del siglo IV.
51
Véase p.ej. el clásico estudio: RABANOS ESPINOSA, Ricardo (1968) Teología Bíblica de la Comunicación
Cristiana de Bienes, Madrid, Bailén, 1552 p.
52
RUIZ BUENO (1979:972)
53
Las siguientes citas provienen de varias fuentes: GONZALEZ FAUSS, José Ignacio (1991) Vicarios de Cristo,
Madrid, Trotta; LEURIDAN, Johan (1973) Justicia y explotación en la Tradición cristiana antigua, Lima, Cep;
ROYON, Claude; PHILIBERT, Robert (1994) Les pauvres, un défi pour l’Église, Paris, Éditions de l’Atelier;
VILLENA LINARES, Federico (2001) Pensamiento Social de los Padres de la Iglesia, Arequipa, UCSM-EPG-
EAD.
“Tú te niegas a dar alegando serte imposible socorrer a tantos como piden. Y con
tu lengua desde luego lo juras, pero la mano te delata. Aun cuando tu mano calla,
pregona tu mentira, pues está toda iluminada por la funda de tu anillo. ¿A cuántos
pobres no podría sacar de sus deudas un solo anillo tuyo? ¿Cuántas casas que se
están derrumbando podría levantar? Una sola de tus arcas de vestidos podría
vestir a un pueblo entero que tirita de frío. Y, sin embargo, nada se te da de
despachar con las manos vacías al pobre, sin temor alguno a lo justo de la
retribución por parte del Juez. No has sido misericordioso, luego tampoco
alcanzarás la misericordia; no has abierto tus puertas, luego a ti se te cerrarán las
del Reino de los Cielos. No has dado un pedazo de pan, luego a ti se te negará la
vida eterna.”
San Basilio – Homilía contra los Ricos
(LEURIDAN 1973:79)
En este contexto es interesante descubrir que, desde su experiencia de fe, los Padres toman
una posición social radical, que se delinea en algunos elementos comunes54 de su mensaje
social:
- La afirmación de la naturaleza social del hombre.
- El sometimiento de las relaciones sociales y económicas a las normas de la justicia
y la caridad.
- La primacía del bien común sobre el interés particular.
- La unidad e igualdad esenciales de todos los hombres, cualquiera que sea su
condición social.
- La diversidad y pluralidad de condiciones sociales y, por tanto, la desigualdad
accidental de los hombres en ellas.
- La voluntad de Dios de que las desigualdades, dadas las diversidades naturales y la
libertad humana, se nivelan en el desarrollo de la vida social.
- La imposición por Dios de una función social a toda superioridad motivo de
desigualdad.
- La obligación de poner en común y al servicio de los demás toda preeminencia
individual y todo don personal.
Algunos Padres de la Iglesia fueron:
Padres de la Iglesia Padres de la Iglesia latinos
griegos
Ignacio de Antoquía Ambrosio de Milán
54
ALBURQUERQUE, E. (2006) Moral Social Cristiana, San Pablo, Madrid
3. ACTIVIDADES DE REFUERZO DEL TEMA
Trabajo grupal:
Trabajo individual
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
● Alarcón, E. y Van der Mat, B. (2016), Introducción a la Doctrina Social de la Iglesia. E&M
Impresores SRL. Arequipa – Perú.
● Juan Pablo II (1987), Carta Encíclica Sollicitudo Rei Socialis, s/n Editorial Salesiana –
Ediciones Paulinas.
● ANTI-DEFAMATION LEAGUE (2000) “Jewish Understandings of Sabbatical Year and Jubilee
from Biblical Days to the 20th Century” en: A New Millennium from Dialogue to
Reconciliation, New York ADL.
● del VALLE, Carlos [Ed.] (1997) La Misna, Salamanca, Sígueme.
● SCHOTTROFF, Luise (2000) “Holiness and Justice, Exegetical comments on 1 Corinthians
11,17-34” en: Journal for the Study of the New Testament, Sheffield, Sheffield Academic
Press, nº 79, p. 51-60.
● SPIAZZI, Raimundo (1992), Enciclopedia del pensiero sociale cristiano, Roma, Edizioni
Studio Domenicano.
●
TEXTOS PARA EL AULA VIRTUAL
Texto de lectura
La propiedad en la Biblia
Con esa expresión, Jesús deja en claro que su mensaje no puede ser utilizado para sustentar
la preferencia por tal o cual tipo de distribución de bienes. Su mensaje es de otra índole.
Claro que habrá que salvaguardar la justicia, la fraternidad, la solidaridad con los más
pequeños. Pero ello no implica de por sí un sistema de distribución sacralizado por Jesús.
Esta conclusión no implica que la Biblia no tenga ninguna referencia en cuanto la
distribución de la propiedad. En varios textos hay indicaciones bastante claras, pero más a
nivel de orientación que como máximas sociales o legales.
Ya que estos textos han sido ampliamente trabajados por los Padres y por la propia
Doctrina Social de la Iglesia, nos limitaremos a un breve recuento de los mismos.
Así en el Génesis, después del primer relato de la creación del hombre y de la mujer, Dios
les entrega la administración de la creación:
« Y Dios los bendijo y les dijo: sean fecundos y multiplíquense, llenen la tierra y
sométanla; manden en los peces del mar y en las aves del cielo, y en todo animal que
serpea sobre la tierra. Vean que les he dado toda hierba de semilla que existe sobre la faz
de la tierra, así como todo árbol que lleva fruto de semilla; para ustedes será de
alimento. 55»
55
Esta dieta vegetariana que Dios indica para los seres humanos será ampliada, incluyendo la carne, al
terminar el diluvio, cuando Dios dijo: « Todo lo que se mueve y tiene vida les servirá de alimento: todo se los
doy, lo mismo que les di la hierba verde. Sólo dejarán de comer la carne con su alma, es decir con su sangre »
Génesis 9, 3-4.
Génesis 1, 28-29
Si bien los bienes creados son para todos, no quiere decir que la propiedad privada no
existe. En el Decálogo hay un mandamiento referido a la prohibición de robar (Ex. 20,15).
Su mera formulación implica que existía la propiedad privada y que había que respetarla 56.
De igual forma el precepto del trabajo para el ser humano implica que el fruto del trabajo es
para el trabajador, lo que a su vez implica una forma de propiedad privada.
En el Antiguo Testamento existe una exigencia frente a los que carecen de bienes. Los
pobres deben ser protegidos. Los ricos deben acordarse de ellos. No es que los bienes
traigan salvación, más bien ayudan a la vida. Hay un mandato de solidaridad que se deriva
de la fraternidad inicial de la creación.
« No me des pobreza ni riqueza, déjame gustar mi bocado de pan, no sea que llegue a
hartarme y reniegue, y diga ‘Quién es YHWH?’ »
Prov 20,14
La opulencia trae el riesgo de olvidarse de Dios. Hace que uno se llene de orgullo, se olvide
de la fuente de la vida y reniegue de ella. El signo del olvido se refleja en la falta de
preocupación por el hermano pobre. En eso el rico demuestra que Dios no tiene lugar en su
vida.
Jesús retomará esa idea en la parábola de Lázaro y el rico (Lucas 16, 19-31). Por ello es
difícil que un rico entre en el Reino de los cielos. No es que la riqueza sea mala, sino que
puede llevar a olvidarse del hermano y por lo tanto de Dios. No hay que amontonar
riquezas en la tierra sino en el cielo.
« No se amontonen tesoros en la tierra, donde hay polilla y herrumbre que corroen y
ladrones que socavan y roban. Amontónense más bien tesoros en el cielo, donde no hay
polilla ni herrumbre que corroan, ni ladrones que socaven y roben. Porque donde esté tu
tesoro, allí estará tu corazón. »
56
Cfr. « La proprietà è tutelata dal precetto divino che proibisce di rubare, ma è mantenuta soprattutto dalla
légge del lavoro.» SPIAZZI (1992) p. 25.
Mateo 6,19-21
Los bienes no salvan, sólo Dios salva. Si uno tiene bienes, que los utilice para remediar la
pobreza de sus hermanos57, si no, no le sirven de nada, más bien pueden alejarlo de Dios.
Las riquezas no pueden añadir un día a la vida (Cfr. Lucas 12, 16-21).
Dice Jesús, al referirse a la parábola del sembrador. La riqueza muchas veces se puede
convertir en Mamón, en un ídolo. Como tal, la riqueza puede alejar de Dios, puede hacer
olvidar la preocupación de Dios por toda la creación, como lo recuerda Mateo en su
descripción de la Providencia (Mateo 6, 25-34).
Los regímenes de propiedad pueden ser distintos. Los Hechos recuerdan las formas de
tenencia en las primeras comunidades: propiedad privada y comunitaria: « nadie llamaba
suyos a sus bienes, sino que todo era en común entre ellos» (Hechos 4,32). El episodio de
Ananías y Safira (Hechos 5) recuerda que existían tensiones entre ambas formas de
propiedad58. Sin embargo, la propiedad colectiva no necesariamente es considerada como la
única. En la carta a Filemón, Pablo no tiene problemas en recordar sus obligaciones como
cristiano a Filemón, al presentarle su esclavo.
El discurso de Jesús no retoma esos temas. Más bien se centra en las exigencias del Reino
de Dios.
Todos recordarán el Año de Jubileo del 2000. Esa celebración hizo referencia a una
tradición judía, comentada en Levítico 25. Cada 50 años se dejaba de labrar los campos, se
redistribuía las tierras y se liberaba a los esclavos, porque sus deudas eran perdonadas. La
idea inherente a esta práctica era que la tierra era de Dios y por lo tanto nadie se la podía
57
San Pablo recuerda la necesidad de contribuir a las colectas por los hermanos necesitados (cfr. Romanos
15, 26-27, 2 Corintios 8-9).
58
Cfr. SCHOTTROFF (2000) p. 54.
apropiar con exclusividad de los demás (Deuteronomio 15, 23). Si la tierra es de Dios, sus
frutos también lo son. Por lo tanto, no había que sacarle todo el fruto a la tierra, sino que
había que dejarle algo, para que se sirvieran los pobres (Deuteronomio 24, 19-22).
Si la tierra es de Dios, Él proveerá cada 50 años para que su pueblo no sufra hambre (igual
que lo hace por cada Año sabático):
« Si preguntan: qué comeremos el año séptimo, puesto que no podremos sembrar ni
cosechar nuestro productos? Yo les mandaré mi bendición en el año sexto, de modo que
producirá para tres años; sembrarán el año octavo y seguirán comiendo de la cosecha
anterior al año noveno, hasta que venga su cosecha seguirán comiendo de la anterior. »
Levítico 25,21-22
Esta práctica del año sabático (cada 7 años) y del Año de Jubileo (cada 50 años), parecen
una tradición bastante antigua en el pueblo de Israel, probablemente ligada al inicio de la
época de los Jueces59. Su aplicación se rige por ciertas leyes y costumbres 60. Así por
ejemplo, el hecho de dejar reposar las tierras sólo se aplica en Israel, no en los demás
países, ya que el precepto se dio para « cuando entren en la tierra que les voy a dar » (Lev
25,2). En la actualidad se sigue manteniendo la costumbre de no sembrar en los terrenos
propios durante el año sabático (y con mayor razón durante el Año de Jubileo). Sin
embargo, su aplicación creó varios problemas, incluso de orden estratégico en Israel. Para
remediar a ello, se propuso vender la tierra simbólicamente a un musulmán por el lapso del
año sabático para luego recuperarla. De esa forma se puede sembrar la tierra (que
formalmente ya no pertenece a un judío) 61, manteniendo la producción sin poner en peligro
la sobrevivencia del pueblo.
Esta experiencia del Año sabático y Jubilar muestra que la cuestión de la propiedad de la
tierra era un asunto considerado muy serio, ya que derivaba de la misma relación entre Dios
y su pueblo. Más que entrar en la discusión si alguna vez se ha aplicado el Año del Jubileo
en todo su rigor, es preciso recordar el fundamento de estas reglas, Se trata de poner en
práctica un designio particular de YHWH: el universo le pertenece y es necesario
recordarlo siguiendo su mandamiento. Es un signo de que la propiedad de la tierra no se
puede confundir con la propiedad de otro tipo de bienes.
“Quien ama al prójimo como a sí mismo, no posee nada más que su prójimo”
San Basilio – Homilía contra los Ricos
(GONZALEZ 1991:20)
59
ANTI DEFAMATION LEAGUE (2000) p 79 sq.
60
Algunas costumbres son post-bíblicas. Así por ejemplo el prosbul, instaurado por Hillel. Cfr. ibid p 82 sq.
61
Para una breve historia de esta práctica véase Ibid p. 84-85. Esta práctica de venta ficticia, sin embargo, no
siempre se realiza sin oposición de los judíos ultra ortodoxos, como se demostró durante el último año
sabático del 2000. Cfr. « Israel’s turbulent rabbis » en: The Economist (2000) London, 09.09.2000, p. 47.
Los Padres latinos piensan en la misma línea. San Jerónimo, por ejemplo, recuerda la
igualdad fundamental de todos y las consecuencias de esa constatación.
“La misericordia es parte de la justicia. De modo que si quieres dar
misericordiosamente a los pobres no haces más que justicia, según aquello de la
Escritura: “Distribuyó, dio a los pobres; su justicia permanece eternamente” (Sal
111,9). Porque es injusto que el que es completamente igual a ti, no sea ayudado
por su semejante, sobre todo desde el momento en que Dios nuestro Señor quiso
que esta tierra fuese posesión común de todos los hombres, y diese frutos para
todos ellos; pero la avaricia dividió los derechos de las propiedades. Por tanto es
justo que, si reivindicas para ti como privado algo de lo que es común a todo el
género humano (…) al menos repartas entre los pobres algo de ello, para que no
niegues el alimento a los que participan del mismo derecho que tú. (…) Procuremos
no quitar nada a quien debemos dar. (…) quien se burla del pobre irrita al que lo
creó.”
San Jerónimo – Sermón sobre el Salmo 118
(GONZALEZ 1991:58)
Es decir que en realidad nada es nuestro porque todo pertenece a todos. Si mi prójimo es
necesitado debo socorrerlo con lo que tengo porque lo que tengo no es en verdad sólo mío.
“¿Qué responderás al Juez tú que revistas las paredes y dejas desnudo al hombre?
¿Tú que adornas a los caballos y ni siquiera te dignas mirar a tu hermano cubierto
de harapos? ¿Tú que dejas que se te pudran los alimentos y no alimentas a los
hambrientos? ¿Tú que guardas el dinero y desprecias al que muere por no
tenerlo?” San Basilio – Homilía contra los Ricos
(GONZALEZ 1991:22)
San Basilio recuerda con esas palabras duras la obligación en conciencia de socorrer a los
pobres. Pero va más allá. Indaga sobre la fuente de nuestras riquezas.
“Pero tú posees muchas riquezas: ¿de dónde te vienen pues? De que has preferido
gozar tú solo de ellas antes que socorrer con ellas a muchos. Esto está clarísimo.
Por tanto, en la medida en que abundas en riquezas, en esa medida estás falto de
caridad. Si amaras a tu prójimo, hace tiempo que habrías pensado en desprenderte
de lo que tienes. Pero la verdad es que tu dinero está más pegado a ti que los
mismos miembros de tu cuerpo. Y te duele más desprenderte de él que si te cortaran
los miembros más importantes.”
“En cambio los que discurren sensatamente habrán de pensar que las riquezas nos
han sido dadas para administrarlas, no para gastarlas en placeres; y, en caso de
desprenderse de ellas, habrán de alegrarse como quien devuelve lo ajeno”
San Basilio – Homilía contra los Ricos
(GONZALEZ 1991:20)
San Juan Crisóstomo se refiere igual al origen de las riquezas. Recuerda que Dios dio todo
para todos, sin reservar nada para alguien en especial. La herencia no es título legítimo de
posesión de riquezas, como declara a continuación.
“Ahora díganme ustedes de dónde proceden sus riquezas. ¿De quién las han
recibido? “de mis abuelos por medio de mi padre”. ¿Pueden entonces mostrarme
que han sido adquiridas justamente, remontándose por la familia? No pueden. El
principio y raíz de ellas proceden forzosamente de iniquidad. ¿Por qué? Porque, al
principio, Dios no hizo ni rico a uno y pobre a otro, ni mostró al uno grandes
tesoros y al otro le privó de este hallazgo; Dios puso delante de todos la misma
tierra.”
San Juan Crisóstomo - Homilía sobre la 1 Tim (LEURIDAN 1973:26)
Este último párrafo lo dice con toda claridad: cuando damos a los pobres sólo les estamos
devolviendo lo suyo, nos debemos alegrar porque estamos devolviendo lo ajeno. San Juan
Crisóstomo dirá lo mismo:
“Tienes lo del otro, pero no tienes lo tuyo. Si se te confía un depósito ¿podré
llamarte rico? De ninguna manera. ¿Por qué? Porque posees cosa ajena. Pues eso
que tienes es un depósito, y ojalá sólo sea deposito y no ocasión para ti de mayor
castigo”
San Juan Crisóstomo – Sobre Lázaro
(LEURIDAN 1973:62)
“Los bienes terrenos no es verdadera posesión y propiedad, es sólo para uso.
¿Cómo hablar de propiedad cuando, una vez que tú expires, quieras o no quieras,
otros se apoderarán de todos tus bienes, y ellos, a su vez, se los darán a otros, y
éstos a otros? Todos somos extranjeros, y dueño de la casa lo es más el que la
alquila pues a menudo, muerto el verdadero dueño, el otro sobrevive y goza más
tiempo de la casa. Y si es cierto que la goza pagando, también el dueño hubo de
pagar al construirla y pasó mil calamidades hasta verla acabada. La propiedad o
señorío no es más que un nombre, en realidad somos todos dueños de bienes
ajenos.”
San Juan Crisóstomo - Homilía sobre la 1 Tes (LEURIDAN 1973:65)
En realidad todo pertenece a todos, todo debe servir a todos. Hasta los animales reconocen
eso, menos los hombres avaros.
“Ya que estamos dotados de razón no nos mostremos más brutos que los animales.
Estos usan como bien común lo que produce la tierra. Rebaños de ovejas pastan
sobre un monte único, caballos innumerables se apacientan también en una sola y
misma llanura, y todos se ceden unos a otros el goce del sustento necesario. En
cambio, nosotros escondemos en nuestros bolsillos lo que es común, y poseemos
solos lo que es de muchos.”
San Basilio – Homilía en tiempo de hambre
(GONZALEZ 1991:24)
San Gregorio de Nisa (hermano de Basilio) retoma el mismo argumento:
“No piensen que todo es suyo. Que haya también una parte para los pobres y
amigos de Dios. Pues la verdad es que todo es de Dios, Padre universal. Y nosotros
somos hermanos de un mismo linaje. Y los hermanos han de entrar por partes
iguales en la herencia, si queremos ser justos. Y aunque uno o dos se apropiaran la
mayor parte, por lo menos debe quedar algo para los otros. Pero si alguno quiere
apoderarse de todo absolutamente, y excluye a sus hermanos aun de la tercera y
cuarta parte, ese tal será un dictador tiránico, un bárbaro implacable, una fiera
insaciable, que quiere regalarse ella sola en el banquete. O mejor dicho, ese tal
será más fiero que las fieras.”
San Gregorio de Nisa – Homilía sobre el amor a los pobres (GONZALEZ 1991:26)
Es preciso aclarar que los Padres no critican la riqueza como tal, porque los bienes han sido
creados por Dios y Él no crea nada malo. La crítica va contra el mal uso de estas riquezas 62.
Existen para ser compartidas, porque son de todos. Si alguien adquirió riquezas en realidad
es probablemente porque no las compartió en su debido momento con los necesitados63.
En este sentido las riquezas incluso pueden ser motivo de caída, porque al ocupar en el rico
un lugar que excluye al pobre, condena al rico.
“No me hables, pues, de la abundancia de riquezas. Considera más bien el daño
que sufren los amadores de ellas, pues por ellas pierden el cielo. No es ciertamente
mejor un montón de dinero, o por decir mejor, vale más el estiércol que el dinero.
El estiércol vale por lo menos para abonar las tierras y para calentar los baños y
para otras cosas por el estilo; el oro escondido bajo la tierra, para nada de eso
vale. ¡Y ojalá fuera sólo inútil! Pero lo cierto es que enciende muchos hornos
contra el que lo posee, si no usa de él como es debido, y de él nacen infinitos
males.”
San Juan Crisóstomo – Homilía sobre San Mateo (LEURIDAN 1973: 69)
Las riquezas pueden perder a uno, sea porque han sido adquiridas por medios injustos, sea
porque impiden al propietario ver a su hermano necesitado. Pero la solución que algunos
pregonan de enriquecer a la Iglesia con el argumento de que sólo lo mejor puede ser bueno
para Dios también es equivocada.
“No pensemos que basta para nuestra salvación traer a la Iglesia un cáliz de oro y
pedrería, después de haber despojado a viudas y huérfanos. Si quieres honrar el
sacrificio de la Cruz, presenta tu alma por la que fue ofrecido. Ésta es la que has de
hacer de oro. Mientras que si tu alma sigue siendo peor que el plomo o que una
teja, ¿qué vale entonces el cáliz de oro? No nos contentemos pues con traer dinero
a la Iglesia, sino miremos si procede de un justo trabajo. Porque más precioso que
el oro es aquello que no tiene nada que ver con la avaricia. La Iglesia no es un
museo de oro y plata sino una reunión de ángeles. En la última cena no era de
plata la mesa, ni la copa en que el Señor dio a sus discípulos su propia sangre. (…)
el sacramento no necesita preciosos manteles sino almas puras. En cambio los
62
La excepción sería para los monjes que no deberían de tener nada propio. El abad Hyperijius, Padre del
desierto, dijo: “El tesoro del monje es su pobreza voluntaria”. Citado in: WADDELL, Helen [Ed] (1936/1998)
The Desert Fathers, New York, Vintage Books, p. 90.
63
Tertuliano, un Padre latino, es más drástico en su condena de toda riqueza: “De entrada Cristo justifica
siempre a los pobres y condena a los ricos” De Pat. 7.. GONZALEZ (1991:48). De la misma forma otro Padre
latino, San Ambrosio no cree que uno puede poseer riquezas y saber compartir: “Un rico compasivo es
contrario a la naturaleza” Comentario a Lc 8,7. GONZALEZ (1991:49)
pobres sí que requieren mucho cuidado. Aprendamos, pues, a pensar con
discernimiento y a honrar a Cristo como Él quiere ser honrado.”
San Juan Crisóstomo – Homilía sobre San Mateo (GONAZLEZ 1991:34-35)
San Jerónimo recuerda los mismos argumentos:
“Aquel que envió sin oro a los Apóstoles (Mt 10,9) fundó también la Iglesia sin oro.
La Iglesia posee oro no para tenerlo guardado, sino para distribuirlo y socorrer a
los necesitados. Pues, ¿qué necesidad hay de reservar lo que, si se guarda, no es
útil para nada? (…) ¿No es mejor que, si no hay otros recursos, los sacerdotes
fundan el oro para sustento de los pobres, que se apoderen de él sacrílegamente los
enemigos? Acaso no nos dirá el Señor: “¿Por qué han tolerado que tantos pobres
murieran de hambre, cuando poseían oro con el que procurar su alimento? ¿Por
qué tantos esclavos han sido vendidos y maltratados por sus enemigos sin que
nadie los haya rescatado? ¡Mejor hubiera sido conservar los tesoros vivientes que
no los tesoros de metal!”
San Jerónimo – Sobre los deberes de los ministros de la Iglesia (GONZALEZ 1991:59)
Fuentes:
4. GLOSARIO DE TÉRMINOS
Por unidad
TEMA 5
FUENTES HISTÓRICO – TEOLÓGICAS DE LA DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA
LAS ENCÍCLICAS SOCIALES
COMPETENCIAS
Distingue y analiza las diversas fuentes de la doctrina social de la Iglesia.
Expresa diversas reflexiones basadas en la confrontación de la realidad
social con el contenido de las fuentes de la doctrina social de la Iglesia.
Valora el uso y la interpretación de las fuentes de la doctrina social de la
Iglesia para proponer principios de reflexión y acción frente a la realidad
social en la que nos desenvolvemos.
A.1. Introducción
Todos los documentos que escriben los Papas, los obispos o teólogos de la Iglesia se
consideran también una fuente importante en la doctrina social cristiana. Podemos
encontrar diversos documentos como cartas encíclicas, exhortaciones apostólicas,
constituciones apostólicas, cartas apostólicas, bulas, breves, documentos conciliares,
conferencias episcopales, etc.
Los documentos a los que más haremos referencia en el desarrollo del curso son las
Encíclicas, algunas exhortaciones apostólicas, documentos conciliares y conferencias
episcopales. Todos ellos contienen la reflexión de la Iglesia en materia de doctrina social y
nos ayudarán a discernir sobre los principios de reflexión, directrices de acción y criterios
de juicio que deben guiar nuestra práctica cristiana en el mundo en el que nos
desenvolvemos. Cada documento es el fruto de la reflexión de la Iglesia, y brota del
encuentro entre la realidad social a la que nos enfrentamos y el mensaje evangélico que
promovemos.
En la antigua iglesia cristiana, una encíclica era una carta circular enviada a todas las
Iglesias de una zona. En nuestros tiempos una encíclica, en el sentido más estricto, es una
carta solemne, que versa generalmente sobre un aspecto de la doctrina católica, y que el
Papa dirige a todos los obispos y fieles católicos de todo el mundo.
La palabra proviene del latín “encyclia” y del griego “egkyklios” que significa “envolver en
círculo”. La primera encíclica de la historia de la Iglesia fue escrita por el papa Benedicto
XIV en 1766. Uno de los papas más prolíficos en encíclicas fue León XIII (1878 - 1903)
que escribió 86 encíclicas. La última encíclica escrita es “Laudato Si” del Papa Francisco,
publicada en 2015. Las encíclicas en general se proponen: a) enseñar algún tema doctrinal o
moral (doctrinales - sociales) b) avivar la devoción (exhortatorias) c) condenar errores e
informar a los fieles sobre peligros para la fe, procedentes de corrientes culturales,
amenazas del gobierno, etc. (disciplinares - doctrinales)
En nuestro estudio tendremos en cuenta las encíclicas sociales, que contienen la enseñanza
en materia de moral social. El documento Conciliar de mayor trascendencia en nuestro
tiempo es el Concilio Vaticano II. Documento que es el resultado del Concilio que se llevó
a cabo entre los años 1962-1965 y que tiene Constituciones, decretos y exhortaciones, entre
ellas la más importante en materia de doctrina social es la Constitución Pastoral Gaudium et
Spes. Además también fruto de la reflexión de las diversas conferencias episcopales
latinoamericanas, hay documentos que son importantes tales como: Medellín (1968),
Puebla (1979), Santo Domingo (1992) y Aparecida (2009)
A.2. Encíclicas sociales
Las encíclicas sociales son documentos del magisterio ordinario de la Iglesia, que desde
finales del siglo XIX han enriquecido la tradición de la Iglesia; siendo articuladas en
diferentes maneras y aplicadas a varios problemas, el corazón de las enseñanzas de los
papas ha sido la defensa de la persona humana creada a imagen de Dios.
ENCÍCLICAS PREBENEDICTO
LEÓN CONCILIARES JUANCONCILIO ENCÍCLICAS
Juan POST- CONCILIARES
XIII
PIO X XV PIO XI PIO XII XXIII
PABLO VI Pablo
I JUAN PABLO II Benedicto XVI FRANCISCO
-1905 -1910 -1915 -1920 -1925 -1930 -1935 -1940 -1945 -1950 -1955 -1960 -1965 -1970 -1975 -1980 -1985 -1990 -1995 -2000 -2005 -2010 -2015
1900
1890
MAYO 68
CRISIS
CRISIS CARRERA CRISIS DEL FINANCIERA
ECONÓMICA ESPACIAL PETRÓLEO
FIN FIN
I GUERRA COMUNICACIONES
II GUERRA CRISIS
MUNDIAL TOTALITARISMOS MUNDIAL Gorbachov la ECOLÓGICA
DESCOLONIZACIÓN perestroika y
DERECHOS la glasnot
INICIO SEGUNDA GUERRA
SINDICALES Caída Muro de Berlín
CMT – CISC - CSI GUERRA MUNDIAL FRÍA GUERRAS DE
desintegración de
URSS YUGOSLAVIA
2. Antecedentes históricos a la Rerum Novarum
A mediados del S. XVIII y comienzos del XIX en Inglaterra se inició una radical y vigorosa
transformación de su industria y comercio: a través de un proceso de aplicación técnica de
la física mecánica en la producción (especialmente cuando comienza a utilizarse como
energía el vapor de agua) y debido a la enorme existencia de materias primas
(especialmente de sus colonias) todo esto permitió un aumento enorme de productividad por
trabajador. El uso de la máquina fue un salto en la productividad.
A la Iglesia le costó mucho pasar del mundo medieval al mundo moderno. Hasta
antes del cambio, estaba acostumbrada a una sociedad donde había un orden
establecido, que estaba explicitada por la tradición eclesial. Disponía de normas y
usos que desde siempre habían funcionado en la vida social, política y económica.
Por eso les resultaba casi imposible imaginarse y menos aceptar que el orden social
era construcción humana y que podía cambiar, que se podía elegir a sus
representantes para que los gobernaran.
2.3. El Sílabo
64
Pero este cambio fue acompañado de persecución y violencia contra la Iglesia, basta recordar los santos y nuevas
órdenes que surgieron en plena revolución francesa: Chaminade, Champagnat, etc.
65
AA.VV. Manual de Doctrina Social de la Iglesia, C.E.L.A.M. vol. IV, Bogotá 1997, p. 221
El Papa Gregorio XVI (predecesor de Pío IX) en su encíclica “Mirari Vos” (1832)
condenó los males presentes: el indiferentismo religioso, del que provenían la
mayoría de los males; la libertad de conciencia que llevaba a un libertinaje. Se
condenó también la libertad de imprenta y toda acción que intentara cambiar a las
autoridades legítimas. Sin embargo, éste fue el Papa que en 1831 reconoció la
independencia de los países de América Latina y nombró Obispos en las sedes
vacantes de este continente.
La Iglesia del S. XIX fue en general, una Iglesia que vivió aislada: vivió sin
estados pontificios, sin estatuto jurídico público, sin reconocimiento internacional,
en total fueron 60 años (1870-1929) que se desenvolvió en una situación jurídica
ambigua y compleja.
En Italia hacia 1827 nacen las obras asistenciales de Cottolungo para albergar y
cuidar enfermos, huérfanos y desamparados. En 1873 las obras asistenciales,
educativas, para ayudar a muchachos pobres, de Don Bosco son otro gran ejemplo.
Y es necesario mencionar a Leonardo Murialdo (1828-1900) quien (después de
colaborar con Don Bosco) en el contacto con los jóvenes obreros sintió la
necesidad de crear para ellos y para los trabajadores adultos ASOCIACIONES que
luego serían “Unión de Obreros Católicos”. De allí que se le considere un gran
propulsor de las Uniones Obreras Católicas.
Ya en estos años (1869) Mons. Ketteler hablaba de problemas que todavía hoy
sufrimos.
66
ZAGHENI, La edad contemporánea p. 208.
abandonados a sus propias fuerzas, no pueden sostener la lucha contra los grandes
capitales acumulados. Obligados pues a renunciar a su independencia, tienen que
adaptarse a trabajar como obreros, trabajando a jornal o a destajos”67.
Ketteler acerca del salario tenía una visión que después sería recogida por la D.S.I.
“... El salario no se regula de acuerdo con el mérito ni con las necesidades reales
de la vida. Salvo raras excepciones, el obrero no tiene esperanzas de levantarse
del pobre estado en que se encuentra. En la atmósfera material que envuelve al
mundo industrial moderno, es contado como una mercancía más...”68.
Tomando en cuenta como punto central y de quiebre el Concilio Vaticano II, vamos a
clasificar las encíclica sociales: en pre-conciliares, conciliares y post-conciliares.
67
VON KETTELER, W.E. Relazione Vescovile per la Conferenza degli Eccellentissimi Vescovi de Germania. Fulda set.
1869. En Zagheni, ibid, pp. 208-209.
68
Ibid p. 209.
UNIDAD 3
NOMBRE DE LA UNIDAD: DERECHOS HUMANOS, PAZ Y COMUNIDAD INTERNACIONAL
Además en nuestro mundo contemplamos cada día el incremento de la violencia (física, verbal,
psicológica…) Las guerras, el terrorismo, los atentados contra la integridad física y moral de
millones de mujeres y niños… ponen de manifiesto unas relaciones internacionales basadas en la
injusticia, en la desigualdad y en la violencia institucionalizada.
¿Qué son los Derechos humanos? ¿Dónde se fundamentan? ¿Qué dice el mensaje bíblico sobre la
dignidad y los derechos humanos? ¿Cómo proteger y promover dichos derechos humanos? ¿Qué
postura tiene la Iglesia frente a las guerras, el terrorismo, la pena de muerte o la violencia contra
la mujer? ¿Qué enseña la doctrina social acerca del orden internacional y las instituciones que lo
dirigen hoy en el mundo?
CONTENIDOS DE LA UNIDAD:
UNIDADES DE COMPETENCIA:
PRUEBA DE ENTRADA:
DESARROLLO DE CONTENIDOS:
69
Asamblea General de las Naciones Unidas. “Declaración Universal de los Derechos Humanos”. París, 1948
70
J.N. DIEZ ALEGRÍA. “Diritti dell´ uomo”, en Sacramentum Mundi III, 166
71
Pablo VI “Pacem in Terris”. 1963
“Los derechos humanos son connaturales puesto que
n
Finalmente son inalienables: tanto por parte de los demás que no pueden privar a
ningún ser humanos de sus derechos fundamentales, como por parte de cada persona
que no puede renunciar a ellos.
El Concilio Vaticano II nos enseñó que el alma de la Teología es la Palabra de Dios. Por eso
debemos ir a la fuente de nuestra fe cristiana – la Biblia – para descubrir que nos ha
revelado Dios sobre los derechos humanos.
Desde las primeras páginas de la Biblia se afirma que el hombre ha sido creado a imagen y
semejanza de Dios (Gen 1, 26-27). Ahí reside su dignidad.
El Dios que se revela en el mensaje del antiguo testamento es un Dios liberador, que oye
el grito de su pueblo oprimido por Egipto, se conmueve, y decide enviar a Moisés para
liberarlo de la esclavitud (Ex 3, 16-17). Yahvé, el Dios de Israel, ante los atentados contra la
dignidad del ser humano no permanece impasible. Decide intervenir para devolver dicha
dignidad a su pueblo.
72
PABLO VI, Mensaje radiofónico de Navidad, AAS 57 (1968) 178.
73
CELAM, Documento de Puebla. 1968
74
S.JUAN PABLO II. Solicitudo Rei Socialis. 1987
En la misma línea de revelación bíblica, la ley mosaica determina que no haya “ningún
pobre a tu lado” (Dt 15, 4), ya que Dios quiere una vida digna para todos sus hijos e hijas.
El Dios de Israel es el Dios de la Vida, y una vida abundante para todos.
La práctica israelita del año sabático y jubilar que se recoge en los códigos del libro de
Levítico y Deuteronomio (Lv. 25, 2. 21-22; Deut. 15,23; 24, 19-22) nos revela que la tierra
es de Dios y es un regalo para todas sus creaturas. Se impone así la prohibición de la
acumulación de ésta, y se invita al perdón de deudas y a la liberación de esclavos, para
restaurar el orden originario del proyecto divino.
Los profetas de Israel, en nombre de Dios, denuncian las prácticas que niegan la dignidad
humana. Y revelan que el culto que quiere Yahvé debe estar acompañado de justicia y
solidaridad hacia “la viuda, el huérfano, y el extranjero” (Is 1, 12-17).
Para cerrar este breve recorrido por el mensaje del primer testamento, podemos ver que
los pecados sociales más graves (asesinato, esclavitud, violencia…) claman al cielo (cfr. Ex
3, 7; Gn 4, 10) porque violan la vida humana.
En continuidad con este mensaje bíblico, y para darle plenitud, la práctica de Jesús nos
revela a un Dios solidario con el ser humano y defensor de su plena dignidad.
SANTO DOMINGO 165: «La Iglesia, al proclamar el Evangelio, raíz profunda de los
derechos humanos, no se arroga una tarea ajena a su misión sino por el contrario
obedece al mandato de Jesucristo al hacer de la defensa del necesitado una exigencia
esencial de su misión evangelizadora»
Una manera gráfica de definir la Doctrina Social de la Iglesia es que esta surge como
una defensa explícita y radical de la dignidad humana. En este sentido podemos
afirmar que el reconocimiento de dicha dignidad y de los derechos fundamentales de
toda la humanidad es el eje transversal del pensamiento y la acción social de la Iglesia
a lo largo de su historia. Oswald Von Nell Breuning, sj, decía que la doctrina social de la
Iglesia cabe en la uña de un dedo donde puede escribirse la palabra “persona”.
Pero no resulta tan sencillo revisar la actitud y postura de la Iglesia hacia los derechos
humanos. Cada documento y declaración deberemos situarla en el contexto histórico
y en el momento concreto de evolución de la doctrina social de la Iglesia para
interpretarla objetivamente.
Así, documentos como la Mirari vos de Gregorio XVI (1832), Quanta cura o el Syllabus
de Pio IX (ambos de 1864) se comprenden en un momento histórico en el que la
Iglesia se sentía amenazada por el movimiento secularizador y defensor de las
libertades de la sociedad moderna de mediados del s. XIX, especialmente en Europa.
El papado de León XIII supuso un giro respecto a la actitud de la Iglesia hacia el mundo
moderno emergente, acogiendo algunos postulados liberales y mostrándose más
tolerante hacia las libertades. Su mayor aporte en este sentido fue la defensa que de
los derechos humanos hizo en su encíclica “Rerum Novarum” (1891)
El papa Pío XII observó silencio frente a la Declaración de los Derechos del Hombre de
1948. Su conocida reserva hacia dicha declaración tenía su fundamento en la ausencia
de referencias explícitas a Dios y por la desconfianza que venía de hace ya tiempo en
la Iglesia hacia la modernidad. Esto no supuso que Pío XII se opusiera a los derechos
humanos, puesto que en contadas oportunidades habló de ellos y la urgencia de su
defensa y protección.
La pobreza tiene rostro de mujer. Así lo reflejan los siguientes datos del mundo en el
que vivimos:
Bajando a detalles se sabe que una de cada tres mujeres en el mundo sufre la
violencia, y en la mayor parte de las situaciones causada por miembros de su propio
entorno (familiares, conocidos…)
El 70% de los adultos analfabetos son mujeres. Y aún no se logra la igualdad en cuanto
al salario por el mismo trabajo, a la representación política o en cargos dirigentes.
La causa de estas situaciones la podemos encontrar en que, tradicionalmente la mujer
ha sido considerada inferior al varón (en inteligencia, capacidad física…) sometida al
esposo, relegada a las tareas domésticas, y a menudo objeto sexual o de explotación.
La Biblia no escapa de esta mentalidad, especialmente en el Antiguo Testamento.
Pero no debemos pasar por alto la práctica y la enseñanza de Jesús en relación a la
mujer. Fue un actuar que las dignificó.
78
ídem
Podemos considerar la actitud de Jesús hacia las mujeres, en medio de aquella
realidad, como una “buena noticia”:
- Acepta a mujeres entre sus seguidores (Mc 15,40; Lc 8, 1-3) porque tienen
derecho a escuchar la palabra de Dios.
- Defiende a la mujer en el matrimonio, condenando la poligamia y el repudio (Mc
10,1; Mt 19,1)
- Destruye la imagen de mujer objeto o relegada a las tareas domésticas. En Lc 11,
27-28 Jesús enseña que la mujer no solo es para la maternidad. Igual en Lc 10, 38-
42 con Marta y María, nos enseña que no quedan solo para el hogar.
- Se mostró cercano a ellas, son sus amigas, las cura, toca, las defiende, se deja
besar por una prostituta.
- Finalmente habla del reino y de Dios con una imagen de mujer (Lc 15, 8-10)
“No se puede entender una Iglesia sin mujeres. Pero mujeres activas en la Iglesia,
con su perfil, que vayan adelante. En la Iglesia hay que pensar en la mujer en esta
perspectiva de decisiones arriesgadas, pero como mujer. Creo que todavía no
hemos hecho una profunda teología de la mujer en la Iglesia. Sólo un poco de esto
y de lo otro: lee la lectura, mujeres monaguillo, es la presidenta de Cáritas…Pero
hay más. Hay que hacer una profunda Teología de la mujer», afirmó el papa
Francisco en la Jornada Mundial de la Juventud en Río de Janeiro, en el 2013.
79
En J. HERSCH. “El derecho de ser hombre. Antología”, Sígueme-Unesco. Salamanca 1973, 24 (n.14)
“La lucha por los derechos humanos universales ha sido siempre y en todo lugar una lucha
contra todas las formas de tiranía e injusticia: contra la esclavitud, contra el colonialismo,
contra el apartheid… Mis queridos jóvenes amigos, aquí en esta sala y en todo el mundo: los
ideales de los derechos humanos son los ideales de la esperanza y la humanidad. Su idealismo
les inspira fe en nuestro futuro común y los alienta a construir un futuro más justo y compasivo
que el pasado.
Ustedes los jóvenes son los que tendrán que convertir estos derechos en realidad, ahora y para
siempre. Los derechos humanos son sus derechos: abrácenlos, defiéndanlos, promuévanlos,
compréndanlos e insistan en ellos, aliméntenlos y refuércenlos.
Ellos son el verdadero reflejo de las más altas aspiraciones de la humanidad. Son lo mejor del
ser humano. Denles vida” Kofi Annan, Secretario General de Naciones Unidas, 10 de diciembre
de 1997 (cincuentenario de la Declaración Universal de Derechos Humanos”
CUESTIONARIO PERSONAL
Octogésima Adveniens, 23
Santo Domingo, 164-168
Eclesia in América, 19
CONCILIO VATICANO II, Gaudium et Spes 25; Dignitatis Humanae 1
PONTIFICIA COMISION ‘JUSTICIA Y PAZ’, La Iglesia y los derechos del hombre 70 -90,
(1975)
JUAN XIII, Pacem in Terris (1963)
BENEDICTO XVI, Caritas in Veritate: 22, 27, cap 4º,56
V CONFERENCIA DEL EPISCOPADO LATINOAMERICANO, Mensaje final de Aparecida
(2007): 112
FRANCISCO I, Laudato Si (2015): 30, 93, 158, 185, 189-198
TEMA 2: “PAZ Y COMUNIDAD INTERNACIONAL EN EL PENSAMIENTO SOCIAL
DE LA IGLESIA”
1. La Iglesia y la Paz: mensaje bíblico sobre la violencia
2. Doctrina sobre la Guerra Justa
3. Legítima defensa
4. Mirada ética a la carrera de armamentos
5. Terrorismo
6. La no violencia activa
7. Autoridad mundial para la Paz
Del mensaje social del nuevo testamento se desprende que Jesús no vino
a proclamar la paz a cualquier precio, ni una pasividad frente a la
injusticia o la violencia institucionalizada.
“No he venido a traer la paz, sino la espada” (Mt 10, 34). Se trata de la “espada del
Espíritu” (Ef 6, 14) que es la Palabra de Dios. Una palabra que como filo de espada
cuestiona, denuncia, desestabiliza…
Pero Jesús si condenó la violencia como recurso para lograr la paz y la justicia.
Si hay que amar al prójimo, la alternativa será la no-violencia (Mt 5, 38). Es decir, no
entrar en la espiral de la violencia, sino tratar de desarmar a enemigo, ir más allá de lo
esperado…
Cuando Jesús expulsa a los comerciantes del Templo de Salomón, usó un látigo para
votar a los animales, pero no para agredir a las personas. Fue un gesto profético lleno
de pasión y ardiente defensa del Dios de Israel y su casa.
La caída del muro de Berlín y de la URSS dio lugar a un período de transición en el que
los gastos militares lograron reducirse.
Pero un nuevo hecho histórico, el ataque del 11 de setiembre a las torres gemelas de
Nueva York, inauguró un período nuevamente de enfrentamiento, esta vez con el
terrorismo, una guerra fundamentada en la religión y el choque de la civilización
occidental e islámica, que ha provocado un aumento en el mundo de los gastos de
armamentos, alcanzando un gasto 10 veces mayor que la ayuda al desarrollo.
Ya se señaló más arriba que los primeros cristianos fueron pacifistas y se negaron a
participar del ejército de Roma. Esta situación cambió a partir del s. VI cuando se
comenzó a elaborar la llamada teoría de “la guerra justa”.
Según esta enseñanza de la iglesia, para que una guerra sea justa no basta con que
haya una justa causa. Deben confluir varias condiciones:
80
S. JUAN XXIII. Pacem in Terris
- Una injusticia evidente y de extrema gravedad, que convoque a la legítima
defensa
- Intento fracasado previamente de buscar una solución no violenta
- Análisis razonable que concluya que las consecuencias de la guerra no serán tan
graves como la injusticia y el daño que se pretender reparar con ella.
En la época moderna, el papa Pío XII (1939-1958) fijó una doctrina clara: las únicas
guerras justas son las que se inician para defenderse de una agresión injusta. En
ningún caso las guerras ofensivas (Radiomensaje del 24/12/1948)
El Concilio Vaticano II continuó esta enseñanza pero con una nueva condición: existe la
posibilidad de una guerra defensiva “mientras falte una autoridad internacional
competente y provista de medios eficaces para evitar cualquier guerra” 82
En esta misma línea la Iglesia aboga por una autoridad que ejerza un verdadero
gobierno mundial, reformando la ONU, con una policía internacional provista de los
medios para imponer un orden justo entre todos los países.
Fruto de esta doctrina fue la postura del papa Juan Pablo II, que se negó a incluir al
Vaticano en la OTAN, y condenó las guerras contra Iraq y después contra Serbia. Y en
varias ocasiones se manifestó así:
81
Pablo VI, “Populorum Progressio”, n°31
82
Gaudium et Spes, 79
83
Juan Pablo II, “Discurso en Hiroshima”, 25/2/1981
“El concepto de guerra justa es una cosa que pertenece al pasado. En nuestro tiempo
no tiene ya validez, porque los hombres tienen otros medios para poder resolver los
conflictos entre los pueblos”84
El Consejo Mundial de las Iglesias mantiene la misma enseñanza, señalando que hoy
ha desaparecido toda proporción entre los daños de una guerra y el bien que se busca
defender, a causa del enorme potencial destructivo del armamentismo moderno. Por
tanto se condena moralmente cualquier guerra, dada la magnitud de los males que
produce, en especial a la población civil.
84
Juan Pablo II, “Entrevista al diario el País”, 4/6/1982
85
Ídem, 82
86
Juan Pablo II, “Evangelium Vitae”, 27
87
Juan Pablo II, “Discurso Anual al cuerpo diplomático”. Vaticano, 1993
IV. Mirada ética a la carrera de armamentos
Detrás de la enseñanza de la Iglesia sobre este tema, está un juicio ético más
profundo.
En primer lugar hay un fuerte cuestionamiento a los gastos militares actuales, con los
que se podría resolver hoy día los principales problemas del planeta: alimentación,
salud y educación.
El Consejo Pontificio de Justicia y Paz publicó en 1994 un arriesgado informe
denunciando el comercio internacional de armas, iluminado con una reflexión ética. Se
cuestiona por ejemplo que medio millón de científicos en el mundo se dedicaran a
investigar con fines militares, o que los cinco países permanentes del Consejo de
Seguridad de la ONU sean los más grandes exportadores de armas a los países pobres
(China, Francia, Rusia, Reino Unido y Estados Unidos). Paralelamente a ello se enjuicia
el gasto militar de muchos países en vías de desarrollo, superior en gran medida a las
inversiones en salud o educación.
El Vaticano II condenó la carrera de armamentos, calificándola como “la plaga más
grave de la humanidad y responsable de perjudicar a los pobres de manera
intolerable”88.
El pensamiento social de la Iglesia considera imprescindible la eliminación de las
armas de destrucción masiva (atómicas, biológicas y químicas) y el desarme de las
llamadas convencionales. Y ello porque no tienen un supuesto poder disuasorio. El
tenerlas genera el riesgo de usarlas. “Estar listos para la guerra hoy significa de alguna
manera provocarla” dijo Juan Pablo II.
88
Concilio Vaticano II, Gaudium et Spes, 81
Con lo que se invierte en un bombardero y sus misiles se pueden construir 75
hospitales de 100 camas
Los países ricos se hacen más ricos con la venta de armas; y los pobres más
pobres comprándolas (el 20% de su gasto total)
Hay medio millón de niños soldados en 87 países
V. Terrorismo
En un mundo profundamente injusto, donde impera la violencia institucionalizada,
algunos optan por la lucha armada como único modo para lograr un cambio
estructural. Otros deciden recurrir al terrorismo para lograr obtener sus objetivos
políticos. En América Latina y concretamente en el Perú sabemos muy bien de esta
realidad.
La violencia no es la solución a ningún problema y nos lleva a una trágica espiral:
engendra más violencia. Pero tampoco es la solución la pasividad ante las injusticias.
Por eso la Iglesia condena la guerrilla y el terrorismo de modo categórico. En
Sollicitudo Rei Socialis podemos leer: “Aun cuando se aduce como motivación la
creación de una sociedad mejor, los actos de terrorismo nunca son justificables” 90
89
Ecclessia in America, 62
90
Juan Pablo II, Solicitudo Rei Socialis, n°24
91
Conferencia Episcopal Argentina, “Iglesia y Comunidad Nacional” , 135b, 1981
La situación internacional generada por el llamado Terrorismo internacional, a partir
de los atentados contra las torres gemelas el 11 de setiembre del 2001, ha llevado a
nombrar una nueva doctrina belicista. “la guerra preventiva”, esgrimida como único
instrumento eficaz para enfrentar a dicho terrorismo internacional. El camino será
analizar las verdaderas causas de dicho terrorismo internacional y resolverlas de un
modo no violento.
De igual manera Juan XXIII, en la Pacem in Terris había imaginado esta autoridad
mundial. Y el papa Benedicto XVI volvió a proponer, en la Caritas in Veritate una
autoridad Política Mundial para “incrementar y orientar la colaboración internacional
hacia un desarrollo solidario de todos los pueblos, gobernar la economía mundial,
sanear las economías golpeadas por la crisis, realizar un oportuno desarme integral,
garantizar la seguridad y la paz, la protección del medio ambiente y la reglamentación
de los flujos migratorios” (CV 67)93
Es evidente que estamos muy lejos de este objetivo, que los obstáculos y poderes que
se oponen son enormes, que los mismos gobiernos y poderes fácticos mundiales,
especialmente los más fuertes, no tienen ningún interés o lo frenan... Y,
desgraciadamente, esta es una cuestión casi ausente del debate público y social,
inexistente en la agenda política de los partidos.
Pero esta es, seguramente, una de las grandes utopías por las que hay que luchar hoy,
en la esperanza de que, como ocurrió con otras exigencias de justicia y de paz en la
historia, pueda hacerse realidad algún día.
RESUMEN DE LA UNIDAD
Denominamos derechos humanos a aquellos que se atribuyen “directamente con la naturaleza del
hombre en cuanto persona dotada de razón y de libre albedrío, y que por tanto son universalmente
válidos, inviolables e inalienables”
92
Concilio Vaticano II, Gaudium et Spes, 82
93
Benedicto XVI, Caritas in Veritate
94
Francisco I, Laudato Si
Los derechos humanos son connaturales puesto que nacen de la misma naturaleza del ser
humano. No son las leyes positivas los que establecen dichos derechos. Son anteriores y
superiores a cualquier nación, que debe defenderlos y promoverlos. También son características
de los derechos humanos su inviolabilidad y su universalidad. Finalmente son inalienables.
La Iglesia nos ofrece una fundamentación sólida y enraizada en el mensaje bíblico de los derechos
humanos: la paternidad de Dios y la dignidad del ser humano creado a su “imagen” (Gen 1, 27), la
igualdad básica y la fraternidad fruto del reconocimiento de ese Padre común, y el proyecto
liberador del Dios cristiano.
La postura de la Enseñanza Social de la Iglesia sobre ese tema puede sintetizarse en estos cinco
puntos:
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
Alarcón, E. & Van der Maat, B. (2015) Introducción a la Doctrina Social de la Iglesia. 5ª ed.
Arequipa: UCSM.
Sols Lucía, Jorge (ed.), (2014) Pensamiento social cristiano abierto al siglo XXI, A partir de la
encíclica Caritas in Veritate. Cantabria: Sal Terrae.
Primo Corbelli, scj, (2012) Doctrina Social de la Iglesia. Una síntesis para todos. Buenos Aires:
Ed. Claretiana.
Peláez, Jorge Humberto, sj, (1993) Educar para los Derechos Humanos. Santa Fe de Bogotá:
Facultad de Teología, Universidad Javeriana Colegio Máximo de la Compañía de Jesús.
UNIDAD 4: VIDA ECONÓMICA Y POLÍTICA
CONTENIDOS DE LA UNIDAD:
UNIDADES DE COMPETENCIA:
EVIDENCIAS DE APRENDIZAJE:
PRUEBA DE ENTRADA:
Entonces, mejor vayamos a la etimología de nuestro término. Proviene del griego “polis”,
que significa ciudad. Por lo tanto la política es el arte de organizar bien la ciudad, buscando
el bien común de todos sus habitantes.
Ahora bien, tenemos entonces que aclarar un segundo término: “bien común”. ¿Qué
entendemos por bien común? Es “el conjunto de aquellas condiciones de vida social con
las cuales los hombres, las familias, y las asociaciones pueden lograr con mayor plenitud y
facilidad su propia perfección humana” (Gaudium et Spes, 74)95
Desde este criterio, el buen político es aquel que con su actividad busca el bien común.
Precisamente por esto la enseñanza social de la Iglesia considera la actividad política como
una de las la más altas expresiones de la caridad, porque puede crear las condiciones para
una sociedad más justa y solidaria (Pío XI)
El papa Francisco nos dice: “¡Pido a Dios que crezca el número de políticos capaces de
entrar en un auténtico diálogo que se oriente eficazmente a sanar las raíces profundas y
no la apariencia de los males de nuestro mundo! La política, tan denigrada, es una altísima
vocación, es una de las formas más preciosas de la caridad, porque busca el bien común
[…]¡Ruego al Señor que nos regale más políticos a quienes les duela de verdad la sociedad,
el pueblo, la vida de los pobres!97
95
Concilio Vaticano II, Gaudium et Spes
96
CELAM, Documento de Puebla
97
FRANCISCO I, Evangelii Gaudium, 205
Desde esta primera acepción del término política, todos estamos llamados, como
ciudadanos a participar y practicar la política, es decir el bien común. Todo lo que hacemos
tiene repercusiones políticas, también nuestras omisiones y silencios. Nadie es apolítico.
Hay una segunda acepción más restrictiva: “política partidaria”. Según esta concepción la
actividad política es contemplada como la búsqueda, ejercicio y reparto del poder como
un medio necesario para alcanzar el bien común, siendo exigible a sus aspirantes
idoneidad y honestidad. La iglesia reconoce que no todos los ciudadanos tienen la
vocación para la vida política partidaria.
Igual que el término política, la palabra “Democracia” tiene origen griego, y significa el
gobierno del pueblo. Se refiere al derecho de los pueblos a elegir a sus representantes y a
controlar la manera en que ejercen ese poder que se les ha delegado.
La originaria democracia ateniense quiso ser abierta (aunque sabemos que no todos
participaban excluyéndose a las mujeres, esclavos, extranjeros…)
Hoy tenemos un modelo de democracia representativa. El pueblo gobierna a través de sus
representantes, organizados en partidos políticos que defienden sus propuestas e ideas.
Ello gracias al marco legal de las constituciones actuales en la mayoría de los países, y el
sufragio universal.
De nuevo debemos diferenciar dos acepciones: democracia formal y democracia real.
Democracia formal es cuando, a través de las leyes, quedan consagrados “formalmente”
estos mecanismos de participación y sufragio, y sin embargo los ciudadanos no participan
en el ejercicio y control del poder, salvo cada cuatro o cinco años que son convocados a las
urnas.
Democracia real es cuando los ciudadanos ejercen su participación, no solo con su voto,
sino con su compromiso y control del ejercicio del poder en favor del bien común.
Aunque en la vida democrática es plenamente legítimo el pluralismo político y la lucha de
intereses, es prioritario que prime sobre ambos la búsqueda del bien común.
La Iglesia no aceptó fácilmente el régimen democrático. Fue primero con León XIII, y
especialmente con Pío XII, que afirmó: “La forma democrática de gobierno parece a
muchos como un postulado natural impuesto por la misma razón” 98
El Concilio señaló que es el régimen político más acorde con la dignidad de la persona
humana.
98
Pío XII
La primera exigencia de la democracia es el estado de derecho. Significa el acatamiento de
las leyes por parte de todos los ciudadanos. Es el llamado imperio de la ley, que permite
que la sociedad esté organizada de manera estable, con una constitución, la división de los
tres poderes, sus leyes, y la autoridad de un Gobierno legítimamente constituido.
Acá entra en juego la concepción del término justicia. No quiere decir tratar exactamente
por igual a todos. Justicia es tratar igual a los iguales, y desigual a los desiguales.
En nuestro mundo hay personas y grupos de personas que por sus condiciones de
debilidad económica, social o cultural, necesitan un trato especial para que sus derechos
sean respetados.
Ejemplos. Los desocupados, los ancianos, los enfermos, los niños abandonados, los
inmigrantes, las familias en extrema pobreza, o los que sufren discriminación racial o
religiosa.
Por tanto el primer objetivo del estado de derecho debe ser la justicia y la solidaridad
social. Después llegará el bienestar de todos, sobre la base de dicha justicia social.
¿Cuál debe ser el rol de la iglesia institución en la vida política? Tiene el derecho y el deber
de intervenir en defensa de la dignidad humana, los derechos fundamentales, la
99
S. Juan Pablo II, Centesimus Annus
100
Concilio Vaticano II, Gaudium et Spes
democracia o la justicia social. Pero no puede hacer política partidista. Y ello porque las
autoridades de la iglesia, sus pastores, deben ser signo y factor de unidad de los fieles. Se
debe respetar por tanto el legítimo pluralismo del juego político, reconociendo la
autonomía de las realidades temporales. Por tanto, ningún programa político se puede
identificar con el proyecto del evangelio. Todos son perfectibles y todos tienen legítimo
derecho a participar, dentro del marco de la legalidad.
Dicho esto, también debemos afirmar que es derecho y deber de los pastores de la Iglesia,
orientar e iluminar a la luz de la fe, la acción política de los cristianos. Por eso se han
desautorizado como incompatibles con la fe algunas doctrinas antidemocráticas como la
“doctrina de la seguridad nacional”, el capitalismo liberal, el socialismo marxista, el
fascismo o el nacional socialismo.
Es importante la distinción que Juan XXIII y Pablo VI hicieron entre ideologías y
movimientos históricos surgidos a partir de ellas. Estos últimos pueden irse transformando
con el tiempo abandonando el sustrato ideológico negativo que poseían.
Los medios de comunicación social han crecido también enormemente en esta era digital.
Son vehículos de participación popular, búsqueda de la verdad y afán de justicia. Y por ello
constituyen un formidable poder: transmiten mensajes y modelos de comportamiento
que influyen decisivamente en la vida económica y cultural.
Un ejemplo son las agencias periodísticas. Hay más de 100 en el mundo, pero solo las
cinco más importantes controlan el 95% de la información a nivel global.
El Concilio en el “Decreto sobre los medios de comunicación social” habla sobre el derecho
a la libertad de expresión y de información, pero supeditado al derecho primario a la
información. La libertad de expresión debe estar al servicio de la comunidad y esta tiene
derecho a exigir que se ejerza con honestidad.
Juan Pablo II afirmó: “si es difícil una objetividad completa y total, no lo es la lucha por
buscar la verdad, la decisión de proponer la verdad sin manipularla y ser incorruptible
frente a ella”101
La Iglesia nos invita a discernir los contenidos de los medios de comunicación, a denunciar
aquellos que vayan contra la dignidad de la persona, a formarnos con una actitud crítica
frente a dichos medios, para que sirvan de encuentro, debate de ideas y participación
popular.
101
S. Juan Pablo II, Madrid, 1982
El historiador peruano Alfonso Quiroz, en su libro “Historia de la corrupción en el Perú”,
afirma que la corrupción es un mal estructural, endémico, un sistema que afecta a la
esfera tanto pública como privada.
Por eso, aunque hay miles de formas de corrupción cotidiana (“vivezas”, arreglos, coimas,
privilegios, padrinazgos, etc…) nos vamos a referir a esa corrupción que significa servirse
del Estado en provecho propio, aprovechándose de los bienes públicos.
Se trata no de vivir para la política, sino de vivir de la política. De realizar actos ilícitos –
malversación de fondos públicos, administración fraudulenta, blanqueo de capitales,
enriquecimiento ilícito – con total impunidad. Es un verdadero pecado social.
¿Por qué ha aumentado tanto la corrupción? Se debe a la concentración hegemónica del
poder político y económico en manos de unos pocos sectores. Y por otro lado, cuando es
sistémica, genera más corrupción, necesita más corruptos para sostenerse.
El juicio de la iglesia ha sido contundente: “La iglesia está llamada a dar su testimonio
cristiano asumiendo posiciones valientes y proféticas ante la corrupción del poder político
y económico" (Juan Pablo II)102
“Y debemos decir la verdad: la corrupción es el pecado más actual que tiene la persona
que posee autoridad sobre los demás, ya sea económica, política o eclesiástica. Todos
somos tentados por la corrupción. Es un pecado al alcance de la mano. Porque cuando uno
tiene autoridad se siente poderoso, se siente casi Dios […] La corrupción viene del orgullo,
de la soberbia; en cambio el servicio te humilla: es la caridad humilde para ayudar a los
demás […] ¿Y quién paga la corrupción: los pobres pagan la corrupción” (Francisco I)103
1. El mundo de la economía:
Economía viene del griego antiguo y significa: reglas para gobernar (nomos), la casa
(oikos). Por tanto es la ciencia que se analiza las cosas materiales que el hombre necesita
para vivir en la tierra y de cómo son producidas o transformadas, distribuidas y
consumidas.
La economía parte del hecho de que los Bienes materiales son escasos mientras que las
necesidades del ser humano son ilimitadas. Por eso responde a cuatro preguntas: que
producir, como, cuanto y para quien producir.
Algunos bienes los recibimos sin necesidad de transformación (frutas, verduras, pequeños
animales, miel…) pero en la mayor parte de los bienes estos necesitan transformarse para
satisfacer nuestras necesidades.
Se suele hablar de:
- Economía de mercado: auto regulada por la oferta y la demanda
- Economía planificada: regulada por la planificación estatal
- Economía formal, integrada de pleno a las leyes
- Economía informal, con un modo autónomo de proceder
El capitalismo fue el que generó la separación entre ética y economía al defender que la
vida económica está regida por leyes autónomas, y por tanto hay que dejarla libre para
que todo marche bien.
“Dejen hacer, dejen pasar…” era el lema de los primeros teóricos del capitalismo.
A partir de dicho lema la actividad económica se centró en la eficacia y la productividad,
dejando al margen las categorías morales del bien y el mal.
Pero ya hemos señalado que la economía, ante la escasez de recursos, toma decisiones.
¿En función de qué?: Adan Smith, padre del capitalismo liberal propugnó que el lucro
debía ser la finalidad de la economía, y que una mano invisible ordenaría el conjunto de
egoísmos de los actores económicos, para lograr el bien común.
Aquella mano invisible no funcionó como se esperaba porque las condiciones de los
mercados no eran de competencia perfecta.
La primera gran crisis del capitalismo llegó a finales de la década de los veinte, en el crack
de la bolsa neoyorquina de 1929.
La doctrina de la iglesia no entra a analizar aspectos teóricos, pero si recuerda que la
actividad económica, como toda actividad humana, ha de someterse a principios éticos y
morales.
En su enseñanza la iglesia señala que el centro de la economía es la persona humana, a la
que debe servir.
“Es el hombre el autor, el centro, el fin de toda la vida económica-social” (Gaudium et
Spes, 63)
El capitalismo ha demostrado ser muy eficiente en la asignación de recursos y ha traído
grandes avances para la humanidad pero a costa de decisiones inmorales, como la
explotación de millones de personas y las profundas injusticias y desigualdades existentes
en el mundo hoy.
Por eso la doctrina de la iglesia enseña que la economía de mercado es éticamente válida
si está enmarcada jurídicamente por las leyes estatales.
Además existen esferas humanas donde el mercado no es justo: la enfermedad, las
minusvalías o el medio ambiente.
Concluimos pues que la ética forma parte esencial de una buena actividad económica.
El principio de subsidiariedad busca que el Estado no realice aquello que pueden realizar
los individuos o grupos sociales. Solo intervendrá si es necesario. Y lo hará en forma
extraordinaria como ayuda o subsidio, pero nunca impidiendo que los ciudadanos puedan
ser autónomos. El fin del estado es servir a la sociedad, y no anularla.
El mercado, muchas veces se convierte en algo “salvaje”, donde el grande elimina al débil.
Por eso se necesita regulación por parte del Estado.
“La llamada economía libre, sería absolutamente negativa sin un solo contexto jurídico
que la encuadre, poniéndola al servicio del hombre” nos recuerda Juan Pablo II en la
Centesimus Annus, n° 48.
Es su función entonces crear el marco para la actividad económica, promoviendo leyes y
programas que aseguren el bienestar a toda la población, con políticas sociales de
distribución equitativa de la producción de un país.
Además debe ser garante de las libertades, el crecimiento económico, estabilizar la
moneda, garantizar servicios públicos de calidad, y ofrecer seguridad.
Pero también enseña la iglesia que el estado debe garantizar la igualdad de oportunidades
para todos, creando condiciones favorables al empleo y evitando abusos en el mercado
(monopolios, evasión fiscal…)
El reto actual es recuperar ese rol del Estado del Bienestar que no caiga en paternalismo o
intervencionismo estatista.
7. Economía y globalización