Ensayo Derecho Medico - Antonio Jose Magdaleno - 22.944.456

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República Bolivariana de Venezuela

Ministerio del Poder Popular Para la Educación Universitaria


Universidad Bicentenaria de Aragua
Vicerrectorado Académico
Facultad de Ciencia Políticas y Jurídicas
San Joaquín de Turmero – Edo. Aragua

Ensayo

Antonio José Magdaleno


C.I: V-22.944.456
Sección 1

San Joaquín de Turmero, Junio de 2.020


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DERECHO SANITARIO

El Derecho de la Salud puede ser definido como la rama del Derecho


que regula las relaciones jurídicas que tienen por objeto la salud humana y
su protección, entendida la salud como una actitud de armonía que abarca
los estados de completo bienestar físico, mental y social, lograda en un
medio ambiente que garantice la sostenibilidad de este equilibrio. Del
análisis de la definición expuesta se deduce que las relaciones médico
paciente son sólo un aspecto, quizás el más reconocido, del objeto de
estudio de esta disciplina; pero su campo de acción es mucho más amplio.
Por tanto, es fácil entender que el Derecho de la Salud es un
concepto o categoría mucho más abarcador que el usualmente utilizado de
Derecho Médico, ya que el término Derecho de la Salud comprende
relaciones jurídicas en las que la tradicional relación médico-paciente no
está necesariamente presente, como es el caso de las políticas sanitarias o
acciones que pueden influir en el estado de salud de la población, bien sean
determinadas por un factor de tipo ambiental o psicosocial y otras que se
apartan de los procederes médicos más específicos.
Es fácil establecer la existencia de varios puntos o líneas de acción,
sub ramas diferenciadas por el objeto de regulación e integradas en el
objetivo común de propiciar un cada vez más óptimo estado de salud de la
población actual, que no comprometa el de las generaciones venideras.
Quizás la más inmediata apreciación que se desprende de la
valoración realizada es la que se relaciona con los servicios de salud y la
atención médica en su más amplia acepción que condicionan el desarrollo
de una serie de cuerpos legales vinculados a la relación paciente – atención
médica. Y es conveniente aclarar que cuando se refiere la atención médica
no se alude solamente a aquellos aspectos inherentes al contacto médico
paciente, sino a todo el conjunto de factores que interactúa en el complejo
proceso de rehabilitación y tratamiento, integrado por variables y siempre
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cambiantes elementos en los que todo el personal que labora en estos


servicios y sus características propias, aparece involucrado.
Por tanto, se debe tener presente que la sociedad humana, para su
mantenimiento y desarrollo requiere extraer de los sistemas naturales
recursos que constituyen la fuente de sus alimentos, medicinas y otros
productos industriales. Se impone, pues, la necesidad de una regulación de
estas actividades que garantice, por una parte, la idoneidad de estos
productos de la actividad humana para la finalidad a la que han sido
destinados y, por otra, la garantía de una ausencia de afectación significativa
al medio ambiente, del cual obtiene esos propios recursos.
El medio ambiente adecuado es un derecho vinculado a la propia vida
humana. Por tanto, al enfocar la salud de las poblaciones es ineludible
considerar este tema, por demás vital para la consecución de un óptimo
estado de salud poblacional.
Los ámbitos analizados señalan entonces, una sub rama del Derecho
de la Salud: el Derecho Sanitario que desde este punto de vista se
considera que puede ser descrito como la sub rama del Derecho de la Salud
integrada por el conjunto de normas jurídicas que atañen a aquellos factores
físicos, químicos, biológicos y sociales del entorno del hombre que pueden
ejercer efectos significativos y detectables sobre la salud de las poblaciones.
Esta base normativa, a la vez, sirve de soporte a las disposiciones jurídicas
relacionadas con las acciones de prevención y control, que tienen como
finalidad la vigilancia del estado de salud de las poblaciones y el diseño de
los planes de intervención necesarios para su mantenimiento en las
condiciones óptimas.
Dentro de esta línea de acción, el Derecho Sanitario ofrece la base
necesaria para establecer las disposiciones que garanticen las acciones de
prevención y control epidemiológico, en las que todos los trabajadores del
sector salud desempeñan un papel fundamental, sobre todo aquellos que
por su relación directa con los usuarios del sistema pueden propiciar la
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divulgación y adquisición de hábitos y estilos de vida saludables y establecer


los procesos de tratamiento y rehabilitación, según los principios que
establece el Derecho Médico.
Derecho a la salud en Venezuela
Durante el siglo XX Venezuela pasó por cuatro procesos
constituyentes: en 1900, la Asamblea Nacional Constituyente sancionó la
Constitución el 23 de marzo de 1901, luego, en 1947, habría una segunda
Asamblea Nacional Constituyente; en 1953, otro proceso constituyente
sancionaría ese mismo año la llamada Constitución Nacional y el último, en
1999, cuando se promulgó la Constitución vigente. La Constitución de 1947,
de una breve vigencia debido al rompimiento del hilo constitucional, instituyó
de manera expresa y formal los derechos sociales con un enfoque
fundamentado en un modelo societario igualitario, sobre la base de la justicia
social y se constituyó en la primera Constitución democrático-social de
Venezuela.
La Constitución de 1947 solo contaba con un artículo referido a la
salud en que el Estado tutelaba la protección y el mantenimiento de la salud
pública, responsabilizándose de la prevención de cualquier circunstancia que
pudiese afectar la salud de sus ciudadanos y curar a los que estuviesen
enfermos. Al derecho instituido se le delimitaron sus rasgos en función del
sujeto protegido, su naturaleza y los medios para procurarla. De esta manera
el derecho a la salud se caracterizaba, formalmente, como: a) un derecho
natural, al que se tenía derecho por el hecho de ser humano,
independientemente de la condición social; b) asistencial y curativo para las
enfermedades, y c) se prestaría en hospitales a construirse por el Estado.
Años más tarde, restituido el orden constitucional, el nuevo poder
legislativo promulgó, el 23 de enero de 1961, otra Constitución que rescató
el modelo igualitario de sociedad establecido en 1947 y configuró de manera
implícita el Estado Social de Derecho, preservando los derechos sociales,
sobre todo en materia de educación, salud y seguridad social. En materia de
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salud, el objeto tutelado por la norma constitucional siguió siendo la


protección y mantenimiento de la salud pública y la provisión de los medios
de prevención y asistencia a quienes carecieran de medios para
procurársela; con lo cual el Estado debía establecer los mecanismos
necesarios para que la población no se enfermase y si por las razones que
fuese, sobrevenía la enfermedad, debía curarle. En la última Asamblea
Constituyente del siglo XX, instalada el 3 de agosto de 1999, se discutió,
redactó y promulgó la Constitución de la República Bolivariana de
Venezuela. Carta que postula un enfoque de ciudadanía social sustentado
en la inclusión y la corresponsabilidad para construir un Estado social de
Derecho y de Justicia; en ella se reivindicaron los derechos sociales para
ampliar los contenidos en la Constitución de 1961.
En el Capítulo V, “De los Derechos Sociales y de las Familias” se
promulgaron tres normas relativas a la protección de la salud: los artículos
83, 84 y 85 eiusdem. La primera de ellas garantiza la salud como un derecho
social, parte integrante del derecho a la vida. Esta enunciación ratifica la
concepción ius naturalista que ha impregnado el constitucionalismo
venezolano. El Estado se constituye en garante y promotor de políticas
orientadas a elevar la calidad de vida, el bienestar colectivo y el acceso a los
servicios.
El objeto tutelado en la norma constitucional es la protección de la
salud de todas las personas, ciudadanas o no del Estado venezolano y para
responder a esa garantía el Estado asume tres obligaciones centrales: 1)
promover y desarrollar políticas que eleven la calidad de vida, el bienestar
colectivo y el acceso a los servicios; b) crear, ejercer y constituirse en la
figura rectora de un sistema público nacional de salud que enfatice la
promoción de la salud, la prevención de enfermedades y el tratamiento
oportuno y la rehabilitación; y c) desarrollar políticas destinadas a la
formación de profesionales en la materia y una industria nacional de
producción de insumos para la salud.
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Poblaciones desfavorecidas
La Declaración Universal de las Naciones Unidas sobre los Derechos
Humanos postula “el reconocimiento de la dignidad intrínseca y de los
derechos iguales e inalienables de todos los miembros de la familia
humana”.
La región de América Latina y el Caribe goza del índice más alto de
ratificación de instrumentos internacionales de derechos humanos en el
mundo en vías de desarrollo. Casi todos los países que integran la región
cuentan con: a) una institución nacional de promoción y protección de los
derechos humanos, enmarcada ya sea por una constitución o por un
conjunto de leyes nacionales; b) una amplia base de instituciones civiles
organizadas, experimentadas y eficientes, dispuestas a cooperar con el
gobierno en el combate contra las causas de las violaciones a los derechos
humanos; y c) la disposición por parte de los gobiernos a cooperar con los
mecanismos de derechos humanos y a mejorar su historial en el tema.
Sin embargo, la gran mayoría de la población de la región no goza
aún de los beneficios sociales y económicos que trae consigo el
establecimiento de la democracia, y persisten ciertas debilidades que
impiden el respeto absoluto de los derechos humanos y el acceso a un
sistema de salud de calidad.
La salud, como derecho fundamental, se traduce en políticas y planes
para la equidad, la justicia social y la igualdad de oportunidades. Por lo tanto,
las políticas públicas y los derechos humanos se plasman en un conjunto de
acciones que responden a un modelo de desarrollo en un momento y lugar
específicos, y que aseguran el derecho a la participación ciudadana, a la
toma de decisiones respecto al ejercicio de derechos y al aumento de las
responsabilidades compartidas. El eje de estas acciones son los sujetos
sociales de derechos y las relaciones entre éstos y su entorno social,
económico y cultural. Estas acciones se plasman, además, en el resultado
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de demandas y de exigibilidades ciudadanas, y se dirigen prioritariamente a


grupos marginados y excluidos.
Uno de los desafíos de la visión o enfoque de derechos humanos y el
derecho a la salud en la actualidad consiste en comprender su carácter
político, ya que un punto de partida ineludible es generar conciencia acerca
de estos derechos y buscar formas de que las autoridades y los funcionarios
estatales garanticen su respeto, promoción y protección. Por ello, el
desarrollo de capacidades para exigir y negociar estos derechos,
complementado con acciones dirigidas a la expansión de libertades, se
constituye en un objetivo imprescindible de un enfoque de derechos.
Si bien existe un interés común por abordar cuestiones como la
pobreza, las desigualdades y la exclusión, el campo de las políticas públicas
y el de los derechos humanos han avanzado de manera independiente, con
pocos puntos de encuentro. Ni las políticas sociales ni las prestaciones
estatales en salud y educación han estado guiadas, en su organización y
funcionamiento, por la lógica de los derechos. Por el contrario, las
prestaciones se han organizado y brindado mayormente conforme a la lógica
inversa, la de los beneficios asistenciales, de modo que este campo de
acción de las administraciones públicas ha quedado tradicionalmente
reservado a la discrecionalidad política.
Por tanto, el objetivo integral del desarrollo humano actualmente es
ampliar las libertades y las opciones. La pobreza y la discriminación
restringen la libertad, privando a las personas de la oportunidad de ejercer
sus derechos humanos fundamentales. Un aspecto medular de la reforma de
las Naciones Unidas y un punto central en la Declaración del Milenio es el
enfoque basado en los derechos humanos para eliminar la pobreza y las
desigualdades.
El derecho a la salud es fundamental para varios Objetivos del
Milenio, entre ellos, reducir las tasas de morbimortalidad materna e infantil y
combatir las enfermedades graves. El derecho a la salud es un factor
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intrínseco de todos los objetivos de reducción de la pobreza y promoción del


desarrollo. Contar con agua potable, saneamiento básico, seguridad
alimentaria y nutrición adecuada son condiciones necesarias para preservar
la salud. La salud como derecho fundamental se traduce en políticas y
planes para la equidad, la justicia social y la igualdad de oportunidades.
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ACTIVIDAD FORMATIVA

Tribunal Supremo de Justicia


Sala Constitucional
Sentencia: #1431
Expediente: 07-1121
Procedimiento: Acción de Amparo
Magistrada ponente: Carmen Zuleta de Merchán
Decisión: Declarada no ha lugar

DE LA SOLICITUD

            Señaló la apoderada judicial de la parte solicitante como fundamento


de la revisión constitucional, lo siguiente:
1.1. Que su representada, una adolescente de doce (12) años de edad,
profesaba la religión Testigos de Jehová, cuyas creencias estaban
arraigadas a la palabra de Dios y a la Biblia. Que dicha religión la ayudó y
permitió formarse bajo unos principios y valores morales que se hacían
notorios con las relaciones de su entorno familiar, escolar, religioso y social.
1.2. Que a la adolescente desde los diez (10) años de edad se le diagnosticó
Leucemia Linfoblástica Aguda (Inmunofenotipo LLA-B Común), lo que
ameritó tratamiento médico sin el uso de hemoderivados.
1.3. Que el 4 de septiembre de 2006, la referida adolescente tuvo una
recaída de su médula ósea, lo que ameritó que la internaran en el Hospital
de Clínicas Caracas bajo la supervisión de su médico tratante.
1.4. Que el 13 de septiembre de 2006 el Consejo de Protección del
Municipio Libertador, a petición del médico, dictó una medida que obligó que
a la misma la trasfundieran con hemoderivados.
1.5. Que tal circunstancia dio lugar a que la madre de la adolescente
interpusiera, ante la Sala de Juicio Nº 15 del Circuito Judicial de Protección
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del Niño, Niña y Adolescente de la Circunscripción Judicial del Área


Metropolitana de Caracas, acción de amparo constitucional contra la aludida
medida, por cuanto fue emitida en términos restrictivos con ausencia de
asistencia jurídica y médica en violación de los derechos y garantías de la
adolescente.
1.6. Que el referido Tribunal declaró inadmisible la acción de amparo
constitucional, por encontrarse en el supuesto establecido en el cardinal 3,
del artículo 6 de la Ley Orgánica de Amparo sobre Derechos y Garantías
Constitucionales. Que su representada apeló de la referida decisión
correspondiéndole el conocimiento de la causa a la Sala Nº 1 de la
Corte Superior del Circuito Judicial de Protección del Niño, Niña y
Adolescente de la Circunscripción Judicial del Área Metropolitana de
Caracas, la cual: a) declaró sin lugar el recurso de apelación; b) revocó el
fallo apelado; y c) declaró sin lugar la acción de amparo constitucional
interpuesta contra la medida dictada por el Consejo de Protección del Niño y
del Adolescente del Municipio Libertador.
1.7. Que «…el caso de [la adolescente] ameritaba atención inmediata tanto
por los médicos como por los funcionarios de protección involucrados,
conociéndose la enfermedad mortal que la aquejaba, más que entrar en un
debate jurídico, administrativo y procesal; más que intentar cubrir las faltas y
fallas jurídicas cometidas se debió mostrar más respeto y empatía hacia la
adolescente y brindarle el mejor confort y atención que solicitaba, si tan solo
la hubieran escuchado los funcionarios de protección, los llamados por la ley
a ‘protegerla’, habrían podido brindarle lo que ella pidió en reiteradas
oportunidades: que la conocieran y la ayudaran a sobrellevar su enfermedad
brindándole la atención médica de la más alta calidad sin dañar ni violentar
sus principios, su conciencia ni juzgar peyorativamente sus convicciones
religiosas» (subrayado y resaltado del texto citado).
1.8. Que «…en virtud de los criterios explanados por los diferentes
funcionarios en materia de protección, se constituye este caso en un
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proceso que sí amerita revisión por cuanto los derechos que están
implicados; y los derechos que fueron jerarquizados rompen con todo el
ordenamiento jurídico vigente en materia de derechos humanos y abre una
peligrosísima puerta para que se pudiera establecer la ambigüedad sobre
los derechos humanos y constitucionales que le asisten a los niños, niñas y
adolescentes que formen parte de las minorías religiosas existentes en el
país y en esta forma se podría estar atentando contra los derechos
colectivos y difusos de estas minorías».
1.9. Que en dicho caso no se tomó en consideración el derecho a opinar de
la adolescente respecto a su enfermedad, más aún cuando en dos
oportunidades solicitó: «1) Recibir tratamiento médico de la más alta
calidad, como el que ya se le estaba aplicando sin sangre desde hacía dos
(2) años, se contactara médicos especialistas en Leucemias con experiencia
en tratamiento sin sangre bien en el país o en el exterior, y se le trasladara a
otro centro de atención médica donde se sintiera más tranquila y segura; y
2) Que se respetara en todo momento por cualquier persona, lo más
sagrado que tiene el ser humano, lo que marca la diferencia con los
animales: la conciencia» (subrayado y resaltado del texto citado).
1.10. Que a pesar de que las sentencias objeto de revisión sostuvieron  que
sí era relevante el derecho a opinar de la adolescente, no era del todo cierto
que la situación jurídica infringida era irreparable por cuanto no se podía
retrotraer la situación hasta el momento de que pudiera ejercer su derecho a
opinar ya que se le había dado la oportunidad de ejercer tal derecho.   
1.11. Que «…para el momento en que se intenta la acción de amparo en
fecha 15 de Septiembre de 2006, la actuación del Circuito Judicial de
Protección del Niño y del Adolescente de la Circunscripción Judicial del
Área Metropolitana de Caracas, a través del tribunal de protección, bien el
que estuviera de guardia o el que fuera a conocer de la causa, debió
constituirse inmediatamente en la habitación de la adolescente (…), en la
dirección tantas veces indicadas en los escritos y diligencias que cursan en
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el expediente signado N° AP51-0-2006-015745, toda vez que tal como se


demostró en autos, para la fecha 15 de septiembre de 2006, sólo se le
había aplicado una transfusión de sangre, y en este sentido todavía se
podía suspender los efectos lesionadores de   la Medida  de Protección. Esta
actuación que mencionamos, que debió realizar el Tribunal de Protección
está acorde con lo establecido en el principio de prioridad absoluta que
contempla la Ley Orgánica para la Protección del Niño y del Adolescente en
el Artículo 7, literal ‘d’» (subrayado y resaltado del texto citado).
            1.12. Que el petitorio fundamental de la solicitud fue que «…se
ordene la aplicación de tratamiento médico sin hemoderivados, se
consulte con profesionales de la medicina que han atendido casos como el
de [la adolescente], y se ordene la realización de exámenes psicológicos por
profesional especializado sobre el estado anímico de mi hija, por lo que
también me reservo el presentar profesional médico especializado en la
psicología infantil y sea tomada la opinión de mi hija sobre todo lo sucedido»
(subrayado del texto citado).
1.13. Que los sentenciadores que conocieron de la causa debieron aplicar la
exposición de motivos establecida en la Ley Orgánica de Protección del Niño
y del Adolescente, pues no bastaba tomar en consideración la opinión de
algún miembro de la familia, de un amigo o del médico tratante, pues ello no
constituía por sí solo el ejercicio pleno y absoluto de la adolescente respecto
a su derecho a opinar y a ser oída, derechos éstos consagrado en la
Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, así como en la
Convención Internacional de los Derechos del Niño, y en la Ley
Orgánica para la Protección del Niño y del Adolescente.
1.14. Que si bien no existe «…jurisprudencia conocida ni cultura jurídica
actual en el país sobre la objeción de conciencia a la aplicación de ciertos
tratamientos médicos, sobre todo cuando se trata de pacientes testigos de
Jehová niños, niñas, adolescentes o adultos, quienes por razones de
conciencia y convicciones religiosas fundamentadas en la Biblia objetan, y
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hacemos énfasis en ello, no a la Medicina o a las ciencias médicas, sino


a un determinado tratamiento médico: el uso de sangre y sus componentes
principales, a saber, glóbulos rojos, glóbulos blancos, plasma y plaquetas…»
(subrayado del texto citado),  en el caso de la adolescente debió tomarse en
cuenta su opinión, sentimientos y deseos, como principal interesada en lo
que estaba sucediendo.
            1.15. Por tales motivos, solicitó «…de este alto tribunal (…) fijar
la uniformidad del criterio jurídico que debe prevalecer en la aplicación de
las normas constitucionales sobre el derecho a opinar, el derecho a pedir y
el derecho a defenderse de los niños, niñas y adolescentes como sujetos de
derecho. Se han emitido dos (2) sentencias sobre un mismo caso, por dos
instancias integrantes del Sistema de Protección Integral del Niño y del
Adolescente, las cuales son evidentemente contradictorias, en consecuencia
dejan un vacío de interpretación y dificultad para la aplicación de las normas
jurídicas sobre protección» (subrayado del texto citado).

ANÁLISIS

En el actual texto constitucional se lee en los artículos 59 y 61, lo


siguiente:

Artículo 59. El Estado garantizará la libertad de religión y de


culto. Toda persona tiene derecho a profesar su fe religiosa y
cultos y a manifestar sus creencias en privado o en público,
mediante la enseñanza u otras prácticas, siempre que no se
oponga a la moral, a las buenas costumbres y al orden público.
Se garantiza, así mismo, la independencia y la autonomía de
las iglesias y confesiones religiosas, sin más limitaciones que
las derivadas de esta Constitución y de la ley. El padre y la
madre tienen derecho a que sus hijos o hijas reciban la
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educación religiosa que esté de acuerdo con sus convicciones.


Nadie podrá invocar creencias religiosas o disciplinas
religiosas para eludir el cumplimiento de la ley ni para
impedir a otro u otra el ejercicio de sus derechos.

Artículo 61. Toda persona tiene derecho a la libertad de


conciencia y manifestarla, salvo que su práctica afecte su
personalidad o constituya delito. La objeción de conciencia no
puede invocarse para eludir el cumplimiento de la ley o impedir
a otros su cumplimiento o el ejercicio de sus derechos
(resaltado añadido).

Nuestro Constituyente de 1999 diferenció la libertad de conciencia de


la libertad religiosa, al punto de que reguló en sendos preceptos sus
alcances. En ambos artículos se patentiza la dimensión interna y externa de
dichos derechos. Así, mientras que en el ámbito interno se garantiza la
libertad confesional (artículo 59) e ideológica (artículo 61) plena de los
individuos; en el ámbito externo se somete a restricciones específicas la
interacción de las convicciones religiosas e ideológicas con el sistema
jurídico de la República; y sobre todo, se fijan los parámetros bajo los cuales
se imbrica la acción confesional o ideológica del individuo con el entramado
social; de tal suerte que nuestra Constitución patria en el Derecho
Constitucional Comparado es una de las Cartas Fundamentales que ha
fijado los límites de ejercicio de la libertad religiosa, de la libertad de
conciencia; y en específico, de la objeción de conciencia.
De ese modo, siguiendo la letra de los artículos 59 y 61 de la
Constitución de la República Bolivariana de Venezuela tenemos que: a) la
convicción religiosa no puede ser invocada “para eludir el cumplimiento de la
ley ni para impedir a otro u otra el ejercicio de sus derechos”; b) la libertad
de conciencia no se puede manifestar válidamente: 1) si la manifestación de
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la conciencia afecta la personalidad del titular del derecho; y 2) si la


manifestación de la conciencia constituye delito; c) la objeción de conciencia
no puede invocarse para: i) eludir el cumplimiento de la ley) impedir a otros
que cumplan con la ley) impedir a otros el ejercicio de sus derechos.
También se debe referir que la vida es uno de los valores superiores
del ordenamiento jurídico venezolano. Así, en el artículo 2 de la Constitución
de la República Bolivariana de Venezuela se lee, lo siguiente:

Artículo 2. Venezuela se constituye en un Estado democrático


y social de Derecho y de Justicia, que propugna como
valores superiores de su ordenamiento jurídico y de su
actuación, la vida, la libertad, la justicia, la igualdad, la
solidaridad, la democracia, la responsabilidad social y en
general, la preeminencia de los derechos humanos, la ética y el
pluralismo político.

El derecho del paciente a determinar el curso de su tratamiento


médico es primordial, si se encuentra en riesgo la vida del objetor el
conflicto alcanza una trascendencia social donde procede bajo un test
de proporcionalidad ponderar los derechos fundamentales en
aparente colisión. De ese modo, no es válido que sin existir
tratamiento alternativo el paciente renuncie a la atención médica
prescrita, pues dicha renuncia atentaría contra el derecho
fundamental a la vida, estipulado además como un valor superior del
Estado. Más aun cuando si la relación médico-paciente, como
relación jurídica, abarca tanto los derechos como los deberes de
ambos, es menester recordar que no es válida la objeción de
conciencia si impide a otros cumplir con la Ley; y no cabe lugar a
dudas que es deber del galeno procurar la protección de la vida.
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Por tanto, así lo tipifica el artículo 24 de la Ley del Ejercicio de


la Medicina, que dispone que “el respeto a la vida y a la persona
humana constituirá, en toda circunstancia, el deber principal del
médico…”. En igual sentido se pronuncia el Código de Deontología
Médica que preceptúa en el artículo 1 que “el respeto a la vida,
dignidad y a la integridad de las persona humana constituyen en
todas las circunstancias deber primordial del médico”; o en la parte in
fine del artículo 16 según la cual “…salvaguardar la vida del paciente
será un acto ético jerárquico superior de la práctica médica”.

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