El Pueblo de Dios

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1.

El pueblo de dios está integrado por los Israelíes


Es novedad del Código de 1983 la relación de los derechos y deberes del fiel. Se debe
recordar, aunque sea someramente, que en el proceso de renovación de la legislación
canónica avanzaban simultáneamente tres normas: los dos Códigos -el latino y el oriental- y
la Lex Ecclesiae Fundamentalis, la Ley Fundamental de la Iglesia, en la que se debían
incluir las normas jurídicas de carácter constitucional comunes a toda la Iglesia, occidental
y oriental. Este último proyecto no culminó; por ello, en los últimos momentos sus
preceptos se debieron introducir en los dos Códigos, para no producir clamorosas lagunas
legales. Entre estas normas están los cánones dedicados a los derechos fundamentales de
los fieles. Se encuentran en los cánones 208 al 223 del Código de Derecho Canónico de
1983, para la Iglesia latina, y en los cánones 11 al 26 del Código de los Cánones de las
Iglesias Orientales, para los fieles católicos de rito oriental.

Ofrecemos aquí una relación, aunque sea sucinta, de los derechos y deberes de los fieles.
Pero antes se hace necesario precisar el concepto de fiel. En la Iglesia Católica se llama fiel
al bautizado. Toda persona, por el hecho de ser bautizada, tiene la condición de fiel:

Canon 204 § 1: Son fieles cristianos quienes, incorporados a Cristo por el bautismo, se
integran en el pueblo de Dios, y hechos partícipes a su modo por esta razón de la función
sacerdotal, profética y real de Cristo, cada una según su propia condición, son llamados a
desempeñar la misión que Dios encomendó cumplir a la Iglesia en el mundo.

Aquí se verán los derechos y deberes de los fieles: son derechos y deberes, por lo tanto, de
todo católico, laico, sacerdote o religioso. Se ha querido ofrecer la relación de derechos y
deberes de los fieles, lo que podríamos denominar la carta de derechos del fiel bautizado,
transcribiendo los cánones correspondientes. Se pueden hacer varias divisiones de los
derechos y deberes. Para facilitar la consulta, en este artículo se han agrupado adoptando
una división que se refiere a la condición del fiel en la Iglesia.

Derechos y deberes relativos al fin de la Iglesia (derivados de la condición de bautizados de


los fieles)

Canon 209 § 1: Los fieles están obligados a observar siempre la comunión con la Iglesia,
incluso en su modo de obrar.

§ 2: Cumplan con gran diligencia los deberes que tienen tanto respecto a la Iglesia
universal como en relación con la Iglesia particular a la que pertenecen, según las
prescripciones del derecho.

Canon 210: Todos los fieles deben esforzarse, según su propia condición, por llevar una
vida santa, así como por incrementar la Iglesia y promover su continua santificación.
Canon 213:Los fieles tienen derecho a recibir de los Pastores sagrados la ayuda de los
bienes espirituales de la Iglesia, principalmente la palabra de Dios y los Sacramentos.

Canon 214: Los fieles tienen derecho a tributar culto a Dios según las normas del propio
rito aprobado por los legítimos Pastores de la Iglesia, y a practicar su propia forma de vida
espiritual, siempre que sea conforme con la doctrina de la Iglesia.

Canon 219: En la elección del estado de vida, todos los fieles tienen derecho a ser inmunes
de cualquier coacción.

2. Organización De La Iglesia Universal


Primado, Episcopado y Colegialidad en el Gobierno de la Iglesia
La Autoridad y los poderes necesarios para el gobierno de la Iglesia en sus dimensiones
universal y particular residen en los sagrados Pastores: el Papa y los Obispos. Para
comprender la lógica interna que rige la organización jurídica de ese gobierno pastoral, es
necesario partir de la consideración de sus tres ejes fundamentales, todos ellos de
institución divina: el Primado del Romano Pontífice, el episcopado y la colegialidad
episcopal.
a) La Autoridad suprema. Primado y colegialidad
* Otorgamiento de Cristo al Apóstol Pedro el Ministerio de la Iglesia
* Trasmitir la prerrogativa del Primado, para que fuera principio y fundamento perpetuo y
visible de la unidad de fe y de comunión de toda la iglesia.
* Núcleo fundamental del ministerio petrino.
*En virtud de su oficio primacial, el Sucesor de San Pedro tiene, sobre toda la Iglesia y
también sobre cada una de las iglesias particulares, la plena y suprema potestad de
magisterio de jurisdicción episcopal.
Está dirigida por el Papa y los Obispos
3. Organización de la Iglesia particular
Según su origen, distinguimos diversos elementos en la constitución jerárquica de la Iglesia
particular, como lo señalábamos para todo el Corpus jurídico de la Iglesia:
3.1. Elementos de origen divino positivo
Son elementos o leyes que tienen origen directamente divino. Aquí se encuentra todo
el contenido de la revelación, en sus aspectos jurídicos, que brinda los elementos
constitucionales de la Iglesia. Dentro de la Iglesia particular, podríamos señalar como
ejemplos el ministerio episcopal como principio y fundamento visible de la unidad, o la
Eucaristía, como fuente
y culmen de toda su vida y misión.
3.2. Elementos de origen divino natural
Son elementos y leyes de derecho natural. También de origen divino, pero a través de la
naturaleza. Forman parte del cuerpo jurídico de la Iglesia porque ésta no puede violentarlos,
sino que debe respetarlos siempre. Dentro de nuestro tema podríamos señalar muchas cosas
que veremos de la organización de la Iglesia particular que llamaríamos vulgarmente “de
sentido común”, y que más técnicamente identificaríamos como contenidas en el derecho
natural.
3.3. Elementos de origen humano eclesiástico
Son elementos o leyes de origen positivo humano. Surgen de la autoridad eclesiástica.
Las leyes divinas, naturales o positivas, son demasiado elementales para organizar toda la
actividad eclesial. Necesitan, por lo tanto, la determinación, la especificación, y la
positivación externa, para lo cual sirven los elementos o leyes de origen positivo humano
en el cuerpo jurídico
de la Iglesia.
Cuando Jesucristo envía a los Apóstoles a predicar el Evangelio por todo el mundo,
haciendo de todos los pueblos sus discípulos y bautizándolos, no era posible ni necesario
que les indicara con detalle cómo organizar una Iglesia particular, cómo debía hacerse un
Consejo presbiteral, o cómo debía componerse un Sínodo diocesano. Sin embargo, seguro
que les transmitió, incluso con el ejemplo de la propia vida y ministerio, la dimensión
sinodal de la Iglesia y del ministerio apostólico que se expresa en estos organismos hoy
existentes en una Iglesia particular. Los elementos fundamentales, entonces, pertenecientes
a la constitución misma de la Iglesia según la voluntad divina, han ido encontrando su
modo de desarrollarse, conforme a la complejidad creciente de la Iglesia, a medida que se
fue extendiendo por todo el mundo.
Dentro de los elementos de origen humano eclesiástico hay que considerar todos losque van
surgiendo como influencia histórica y cultural del mundo donde se desarrolla la Iglesia, que
se adhieren, según las circunstancias, a la organización eclesial. Entre estos últimos
señalamos los que surgen con particular importancia en momentos en que la Iglesia hace
especiales esfuerzos para actualizar su organización, revisándola, reformándola y
adaptándola a las nuevas circunstancias, como ha sido el caso de los grandes Concilios
(Trento, Vaticano II).
En especial, encontraremos hoy muchos institutos jurídicos de la Iglesia particular surgidos
en el Concilio Vaticano II, como el Consejo presbiteral o el Consejo pastoral, entre otros.
Estos tres elementos tienen una relación jerárquica entre sí, no son todos de la misma
importancia. En primer lugar se ubican los elementos de origen positivo divino. Estos
elementos determinan a los demás, y no pueden, nunca, ser modificados por ellos. En
segundo lugar se ubican los elementos de origen divino natural, que no pueden ser
modificados por los elementos de derecho positivo humano, ya que la Iglesia se desarrolla
siempre sobre el respeto a la naturaleza; gratia suponit natura, decía Santo Tomás. El tercer
puesto es para los elementos de origen positivo humano, que deberán respetar siempre a los
dos anteriores, ya que su única función es dar forma positiva y especificar, sin modificar,
los elementos de derecho divino, positivo y natural, para darles eficacia jurídica, más allá
del fuero interno de la conciencia.
Es fácil darse cuenta que los elementos que podemos identificar como pertenecientes a la
estructura fundamental son permanentes y, por lo tanto, han estado y estarán siempre
presentes en la organización jerárquica de la Iglesia. También los de derecho natural son
permanentes, aunque se van descubriendo de una manera progresiva. Los de derecho
eclesiástico van cambiando a lo largo de las diversas épocas. A lo largo del desarrollo de la
materia trataremos de ir señalando especialmente los elementos que corresponden a la
estructura fundamental, de origen divino o apostólico, y aquellos cambiantes que se han
incorporado a partir del Concilio Vaticano II.
4. La función de enseñar y anunciar el evangelio
La Iglesia, a la cual Cristo Nuestro Señor encomendó el depósito de la fe, para que, con la
asistencia del Espíritu Santo, custodiase santamente la verdad revelada, profundizase en
ella y la anunciase y expusiese fielmente, tiene el deber y el derecho originario,
independiente de cualquier poder humano, de predicar el Evangelio a todas las gentes,
utilizando incluso sus propios medios de comunicación social.
Compete siempre y en todo lugar a la Iglesia proclamar los principios morales, incluso los
referentes al orden social, así como dar su juicio sobre cualesquiera asuntos humanos, en la
medida en que lo exijan los derechos fundamentales de la persona humana o la salvación de
las almas.
Todos los hombres están obligados a buscar la verdad en aquello que se refiere a Dios y a
su Iglesia y, una vez conocida, tienen, por ley divina, el deber y el derecho de abrazarla y
observarla.
A nadie le es lícito jamás coaccionar a los hombres a abrazar la fe católica contra su propia
conciencia.
Dentro de la organización de la iglesia corresponde a la catequesis
5. Herejía. Es una opinión o un conjunto de ideas que se oponen a las creencias
consideradas irrevocables en un contexto social. Generalmente el ideal hegemónico
responde a un arquetipo religioso y se basa en la imposición de una doctrina o dogma de fe,
que debe ser respetado a raja tabla por todos los individuos que formen parte de la
sociedad. Por ejemplo: “Sostener que María no era virgen es una herejía inaceptable”, “El
adopcionismo es una herejía que sostiene que Cristo es un ser humano que adquirió
divinidad cuando fue adoptado por Dios”.
Apostasía. Se asocia la apostasía a la libertad de culto y de conciencia. Hay quienes
consideran que es un derecho de las personas y sostienen que la decisión de apostatar debe
registrarse en algún documento. También se pide que, con la apostasía, se eliminen los
datos del individuo de cualquier listado de miembros del grupo religioso en cuestión.
Infalibilidad del Papa. La infalibilidad del Papa es un dogma de la Iglesia Católica
definido en el Concilio Vaticano I (1869-1870).
La enseñanza sobre la doctrina de la infalibilidad del Papa se encuentra en: Lumen
Gentium, uno de los documentos del Vaticano II, en los documentos del Código de
Derecho Canónico y en el Catecismo de la Iglesia Católica.
La infalibilidad pontificia es un dogma que se refiere cuando el Papa habla ex catedra
(pronunciamiento del Papa en nombre de la Iglesia). Para que un pronunciamiento del Papa
sea ex catedra tiene que tener las siguientes características:
Primero tiene que ser un pronunciamiento del Papa en representación de su posición como
pastor supremo y maestro de la Iglesia Católica universal, el mensaje tiene que ser dirigido
a toda la Iglesia.
Segundo, para que un pronunciamiento del Papa sea ex catedra tiene que referirse a temas
de fe y moral sobre los cuales la Iglesia tiene la autoridad para enseñar.
Tercero, para que el pronunciamiento sea infalible, tiene que ser presentado como una
enseñanza definitiva, declarada en términos absolutos, para ser aceptada por todos los
católicos del mundo. Esto significa que no admite ninguna excepción.
6. Los sacramentos son el centro de la fe cristiana, por los que Dios comunica su gracia, se
hace presente y actúa en nuestra vida. Los siete sacramentos de la Iglesia prolongan en la
historia la acción salvífica y vivificante de Cristo, con la fuerza del Espíritu Santo
Sacramentos de Iniciación Cristiana: Bautismo, Confirmación y Comunión
SACRAMENTO DEL BAUTISMO
Naturaleza
El Bautismo es el sacramento, por medio del cual, el hombre nace a la vida espiritual, por
medio del agua y la invocación a la Santísima Trinidad.
El Bautismo es el fundamento de toda la vida cristiana, es el pórtico de la Vida en el
Espíritu, y además es la puerta que nos abre el acceso a los otros sacramentos. Por el
Bautismo, somos liberados del pecado y regenerados como hijos de Dios, llegamos a ser
miembros de Cristo, y somos incorporados a la Iglesia, haciéndonos partícipes de su
misión. (Catec. 1213)
Este sacramento se llama "Bautismo", en razón del elemento esencial del rito, es decir, el
"bautizar" (baptizein en griego) que significa "sumergir", "introducir dentro del agua"; la
"inmersión".
La "inmersión", significa eficazmente la bajada del cristiano al sepulcro muriendo al
pecado con Cristo, para así junto con Él, obtener una nueva vida en su resurrección.
"Fuimos, pues, con El sepultados por el bautismo en la muerte, a fin de que, al igual que
Cristo resucitamos de entre los muertos por medio de la gloria del Padre, y así también
nosotros vivamos una nueva vida”. ( Ef. 5, 26 ).
Este Sacramento es llamado también "baño de regeneración y de renovación del Espíritu
Santo ", (Tt.3, 5), porque significa y realiza ese nacimiento del agua y del Espíritu sin el
cual "nadie puede entrar en el Reino de Dios." (Jn. 3,5).
"Este baño es llamado también porque, para quienes reciben, el espíritu queda
iluminado.....". El bautizado se convierte en "hijo de la luz" ( 1Ts. 5,5 ), y en "luz" él
mismo. (Ef. 5,8 ).
Podemos decir que, el Bautismo es el más bello y magnifico de los dones de Dios...... Es
"Don", porque es Dios se lo da a los que nada han hecho para recibirlo y que se encuentran
en un estado de pecado. Es porque lava; "Sello", porque nos guarda y es signo de la
soberanía de Dios.
Institución
En las Sagradas Escrituras se encuentran muchas prefiguraciones de este sacramento. De
esto se hace memoria en la Vigilia Pascual cuando se bendice el agua bautismal.
El Génesis nos habla del agua como fuente de la vida y de la fecundidad. La Sagrada
Escritura dice que el Espíritu de Dios "se cernía" sobre ella. ( Gn. 1,2 ).
El arca de Noé es otra de las prefiguraciones que la Iglesia nos menciona. Por el arca, "unos
pocos, es decir ocho personas, fueron salvadas a través del agua." ( 1 P. 3, 20 ). Si el agua
de manantial significa la vida, el agua en el mar es un símbolo de la muerte. Por lo cual,
pudo ser símbolo del misterio de la cruz. Por este simbolismo el bautismo significa "la
comunión con la muerte de Cristo." (Catec. n. 1220).
Sobre todo el paso del Mar Rojo, verdadera liberación de Israel de la esclavitud de Egipto,
es donde se anuncia la liberación obrada por el bautismo, se entra como esclavos en el agua
y salen liberados. También el paso por el Jordán, donde el pueblo de Israel recibe la tierra
prometida, es una prefiguración de este sacramento. (Cfr. Catec. 1217-1222).
Todas estas prefiguraciones tienen su culmen en la figura de Cristo. Él mismo, recibe el
bautismo de Juan, el Bautista, el cual estaba destinado a los pecadores y Él sin haber
cometido pecado, se somete para "cumplir toda justicia" (Mt. 3,15). Desciende el Espíritu
sobre Cristo y el Padre manifiesta a Jesús como su "Hijo amado". (Mt. 3, 16-17 ). Cristo se
dejó bautizar por amor y humildad, y así darnos ejemplo.
Si recordamos el encuentro de Jesús con Nicodemo, vemos como Él le explica la necesidad
de recibir el bautismo. (Cfr. Jn. 3, 3-5).
Después de su Resurrección confiere la misión de bautizar a sus apóstoles.“Me ha sido
dado todo poder en el cielo y en la tierra; id pues, enseñad a todas las naciones,
bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”. (Mt. 28, 18-19).
Con su Pascua, Cristo hizo posible el bautismo para todos los hombres. Ya había hablado
de su pasión, "bautismo" con que debía de ser bautizado (Mc. 10,38) (Lc. 12,50). La sangre
y el agua que brotaron del costado traspasado por la lanza del soldado de Jesús crucificado
(Jn. 19,34), son figuras del "bautismo" y de la "eucaristía", ambos sacramentos de la nueva
vida ( 1 Jn. 5, 6-8); desde entonces es posible "nacer del agua y del Espíritu" para entrar en
el Reino de Dios. ( Jn. 3,5 ).
Desde el día de Pentecostés, la Iglesia ha administrado el bautismo siguiendo los pasos de
Cristo. San Pedro, en ese día, hace un llamado a convertirse y bautizarse para obtener el
perdón de los pecados. El Concilio de Trento declaró como dogma de fe que el sacramento
del Bautismo fue instituido por Cristo.
Necesidad del Bautismo
El Señor mismo afirma que"el bautismo" es necesario para la salvación (Jn. 3,5). Por ello
mandó a sus discípulos a anunciar el Evangelio y bautizar a todas las naciones ( Mt. 28,19-
20). Por lo tanto, el bautismo es absolutamente necesario para la salvación en aquellos a los
que el Evangelio ha sido anunciado y han tenido la posibilidad de pedir este Sacramento
(Mc. 16,16).
Al ser Cristo el único camino para la vida eterna, nadie puede salvarse, sin haberse
incorporado a Él mediante el bautismo. Hay casos en que este medio de salvación puede ser
suplido – en casos extraordinarios – cuando sin culpa alguna no se puede recibir el
bautismo de agua. Estos son:
El Bautismo de deseo, es decir cuando se tiene un deseo explícito, como sería el adulto que
ha manifestado su deseo de bautizarse y muere antes de poder recibir el sacramento, pero
debe de estar unido a un arrepentimiento.
Quien no ha tenido la oportunidad de conocer la revelación cristiana – sin culpa alguna -,
invocan a Dios, están arrepentidos y cumplen con la ley natural, obtienen la salvación por
el bautismo de deseo. Recordemos que Dios quiere que todos se salven y su misericordia
está al alcance de todos.
El Bautismo de sangre, quedan salvados todos aquellos que mueren por medio del martirio
por haber confesado la fe cristiana o por haber practicado la virtud cristiana.
En cuanto a los niños muertos sin el bautismo, la Iglesia sólo puede confiarlos a la
misericordia divina, como hace en el rito de las exequias por ellos. En efecto, la gran
misericordia de Dios, que quiere que todos los hombres se salven (1 Tm. 2, 4) y la ternura
de Jesús con los niños, que le hizo decir: "Dejar que los niños se acerquen a mí, no se los
impidáis" (Mc. 10,14), nos permiten confiar en que haya un camino de salvación para los
niños que mueren sin bautismo. Por eso es más apremiante aún la llamada de la Iglesia, a
no impedir que los niños pequeños vengan a Cristo por el don del santo Bautismo. (Catec.
n. 1261).
SACRAMENTO DE LA EUCARISTÍA O COMUNIÓN
Sentido de la Eucaristía como Sacramento:
Naturaleza
La eucaristía es el sacramento en el cual bajo las especies de pan y vino, Jesucristo se halla
verdadera, real y substancialmente presente, con su cuerpo, su sangre, su alma y su
divinidad.
Se le llama el “sacramento por excelencia”, porque en él se encuentra Cristo presente, quien
es fuente de todas las gracias. Además, todos los demás sacramentos tienden o tienen como
fin la Eucaristía, ayudando al alma para recibirlo mejor y en la mayoría de las veces, tienen
lugar dentro de la Eucaristía.
A este sacramento se le denomina de muchas maneras dada su riqueza infinita. La palabra
Eucaristía quiere decir acción de gracias, es uno de los nombres más antiguos y correcto
porque en esta celebración damos gracias al Padre, por medio de su Hijo, Jesucristo, en el
Espíritu y recuerda las bendiciones judías que hacen referencia a la creación, la redención y
la santificación. (Cfr. Lc. 22, 19)
1. Es el Banquete del Señor porque es la Cena que Cristo celebró con sus apóstoles justo
antes de comenzar la pasión. (Cfr. 1 Col 11, 20).
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2. Fracción del pan porque este rito fue el que utilizó Jesús cuando bendecía y distribuía el
pan, sobre todo en la Última Cena. Los discípulos de Emaús lo reconocieron – después de
la resurrección – por este gesto y los primeros cristianos llamaron de esta manera a sus
asambleas eucarísticas. (Cfr. Mt. 26, 25; Lc. 24, 13-35; Hech. 2, 42-46).
3. También, se le dice asamblea eucarística porque se celebra en la asamblea –reunión - de
los fieles.
4. Santo sacrificio, porque se actualiza el sacrificio de Cristo. Es memorial de la pasión,
muerte y resurrección de Jesucristo.
5. Comunión, porque es la unión íntima con Cristo que nos hace partícipes de su Cuerpo y
de su Sangre.
6. Didaché, es el sentido primero de la “comunión de los santos” que se menciona en el
símbolo de los Apóstoles.
7. Misa, posee un sentido de misión, llevar a los demás lo que se ha recibido de Dios en el
sacramento. Usada desde el siglo VI, tomada de las últimas palabras “ite missa est".
Institución
En el Antiguo Testamento encontramos varias prefiguracones de este sacramento, como
son:
El maná, con que se alimentó el pueblo de Israel durante su peregrinar por el desierto. (Cfr.
Ex. 16,) .
El sacrificio de Mequisedec, sacerdote que en acción de gracias por la victoria de Abraham,
ofrece pan y vino. (Cfr. Gen. 14, 18).
El mismo sacrificio de Abraham, que está dispuesto a ofrecer la vida de su hijo Isaac. (Cfr.
Gen. 22, 10).
Así como, el sacrificio del cordero pascual, que libró de la muerte al pueblo de Israel, en
Egipto. (Cfr. Ex. 12).
Igualmente, la Eucaristía fue mencionada - a manera de profecías – en el Antiguo
Testamento por Salomón en el libro de los Proverbios, donde le ordena a los criados a ir
para comer y beber el vino que les había preparado. (Cfr. Prov. 9,1). El profeta Zacarías
habla del trigo de los elegidos y del vino que purifica.
El mismo Cristo – después de la multiplicación de los panes – profetiza su presencia real,
corporal y sustancial, en Cafarnaúm, cuando dice: “Yo soy el pan de vida …… Si uno
come de este pan vivirá para siempre, pues el pan que yo daré es mi carne, para la vida del
mundo”. (Jn. 6, 32-34;51)
Cristo, sabiendo que había llegado su “hora”, después de lavar los pies a sus apóstoles y de
darles el mandamiento del amor, instituye este sacramento el Jueves Santo, en la Última
Cena (Mt. 26, 26 -28; Mc. 14, 22 -25; Lc. 22, 19 - 20). Todo esto con el fin de quedarse
entre los hombres, de nunca separarse de los suyos y hacerlos partícipes de su Pasión. El
sacramento de la Eucaristía surge del infinito amor de Jesucristo por el hombre.
El Concilio de Trento declaró como verdad de fe, que la Eucaristía es verdadero y propio
sacramento porque en él están presente los elementos esenciales de los sacramentos: el
signo externo; materia (pan y vino) y forma; confiere la gracia; y fue instituido por Cristo.
Cristo deja el mandato de celebrar el Sacramento de la Eucaristía e insiste, como se puede
constatar en el Evangelio, en la necesidad de recibirlo. Dice que hay que comer y beber su
sangre para poder salvarnos. (Jn. 6, 54).
La Iglesia siempre ha sido fiel a la orden de Nuestro Señor. Los primeros cristianos se
reunían en las sinagogas, donde leían unas Lecturas del Antiguo Testamento y luego se
daba lugar a lo que llamaban “fracción del pan”, cuando fueron expulsados de las
sinagogas, seguían reuniéndose en algún lugar una vez a la semana para distribuir el pan,
cumpliendo así el mandato que Cristo les dejó a los Apóstoles.
Poco a poco se le fueron añadiendo nuevas lecturas, oraciones, etc. hasta que en 1570 San
Pío V determinó como debería ser el rito de la Misa, mismo que se mantuvo hasta el
Concilio Vaticano II.
Presencia Real de Jesucristo
Para entender bien el sentido de la celebración eucarística es necesario tener en cuenta la
presencia de Cristo y Su acción en la misma.
Al pronunciar el sacerdote las palabras de la consagración, su fuerza es tal, que Cristo se
hace presente tal cual, bajo las substancias del pan y del vino. Es decir, vivo, real y
substancialmente. En Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, por lo tanto, donde está su
Cuerpo, está su Sangre, su Alma y su Divinidad. Él está presente en todas las hostias
consagradas del mundo y aún en la partícula más pequeña que podamos encontrar. Así,
Cristo se encuentra en todas las hostias guardadas en el Sagrarios, mientras que el pan,
signo sensible, no se corrompa.
Está presencia real de Cristo, es uno de los dogmas más importantes de nuestra fe. (Cfr.
Catec. n. 1373 –1381). Como los dogmas, la razón no los puede entender, es necesario
reflexionar y estudiar para, cuando menos, entenderlo mejor.
Han existido muchas herejías sobre esta presencia real de Cristo, bajo las especies de pan y
vino. Entre ellas encontramos: los gnósticos, los maniqueos que decían que Cristo sólo tuvo
un cuerpo aparente, por lo tanto, no había presencia real.
Entre los protestantes, algunos la niegan y otros la aceptan, pero con errores. Unos niegan
la presencia real, otros dicen que la Eucaristía, solamente, es una“figura” de Cristo. Calvino
decía que “Cristo está en la Eucaristía porque actúa por medio de ella, pero que su
presencia no es substancial”. Los protestantes liberales, mencionan que Cristo está presente
por la fe, son los creyentes quienes ponen a Cristo en la Eucaristía.
Lutero, equivocadamente, lo explicaba así: “En la Eucaristía están al mismo tiempo el pan
y el vino y el cuerpo y la sangre de Cristo"
Pero, la presencia real y substancial de Cristo en la Eucaristía, fue revelada por Él mismo
en Cafarnaúm. No hay otro dogma más manifestado y explicado claramente que este en la
Biblia. Sabemos que lo que prometió en Cafarnaúm, lo realizó en la Última Cena, el Jueves
Santo, basta con leer los relatos de los evangelistas. (Cfr. Mt. 22, 19-20; Lc. 22, 19 –20;
Mc. 14, 22-24).
El mandato de Cristo de: “Hacer esto en memoria mía” fue tan contundente, que desde los
inicios, los primeros cristianos se reunían para celebrar “la fracción del pan”. Y, pasó a
hacer parte, junto con el Bautismo, del rito propio de los cristianos. Ellos nunca dudaron de
la presencia real de Cristo en el pan.
La Transubstanciación
Hemos dicho que la presencia de Cristo es real y substancial, esto nos ha sido revelado, por
lo que, no es evidente a la razón, como dogma que es, resulta incomprensible. Sin embargo,
trataremos de dar una explicación de lo que sucede.
La Iglesia nos dice que “por el sacramento de la Eucaristía se produce una singular y
maravillosa conversión de toda la substancia del pan en el Cuerpo de Cristo, y de toda la
substancia del vino en la Sangre; conversión que la Iglesia llama transubstansiación”(Cfr.
Catec. n. 1376).
El dogma de la Transubstansiación significa el cambio que sucede al pronunciar las
palabras de la Consagración en la Misa, por las cuales el pan y el vino se convierten en el
Cuerpo y la Sangre de Cristo, quedando sólo la apariencia de pan y vino. Hay cambio de
substancia, pero no de accidentes (pan y vino), la presencia real de Cristo no la podemos
ver, sólo vemos los accidentes. Esto es posible, únicamente, por una intervención
especialísima de Dios.
SACRAMENTO DE LA CONFIRMACIÓN
El sentido e institución de la Confirmación
Naturaleza
El sacramento de la Confirmación es uno de los tres sacramentos de iniciación cristiana. La
misma palabra, Confirmación que significa afirmar o consolidar, nos dice mucho.
En este sacramento se fortalece y se completa la obra del Bautismo. Por este sacramento, el
bautizado se fortalece con el don del Espíritu Santo. Se logra un arraigo más profundo a la
filiación divina, se une más íntimamente con la Iglesia, fortaleciéndose para ser testigo de
Jesucristo, de palabra y obra. Por él es capaz de defender su fe y de transmitirla. A partir de
la Confirmación nos convertimos en cristianos maduros y podremos llevar una vida
cristiana más perfecta, más activa. Es el sacramento de la madurez cristiana y que nos hace
capaces de ser testigos de Cristo.
El día de Pentecostés – cuando se funda la Iglesia – los apóstoles y discípulos se
encontraban reunidos junto a la Virgen. Estaban temerosos, no entendían lo que había
pasado – creyendo que todo había sido en balde - se encontraban tristes. De repente,
descendió el Espíritu Santo sobre ellos –quedaron transformados - y a partir de ese
momento entendieron todo lo que había sucedido, dejaron de tener miedo, se lanzaron a
predicar y a bautizar. La Confirmación es “nuestro Pentecostés personal”.
El Espíritu Santo está actuando continuamente sobre la Iglesia de modos muy diversos. La
Confirmación – al descender el Espíritu Santo sobre nosotros - es una de las formas en que
Él se hace presente al pueblo de Dios.
Institución
El Concilio de Trento declaró que la Confirmación era un sacramento instituido por Cristo,
ya que los protestantes lo rechazaron porque - según ellos - no aparecía el momento preciso
de su institución. Sabemos que fue instituido por Cristo, porque sólo Dios puede unir la
gracia a un signo externo.
Además encontramos en el Antiguo Testamento, numerosas referencias por parte de los
profetas, de la acción del Espíritu en la época mesiánica y el propio anuncio de Cristo de
una venida del Espíritu Santo para completar su obra. Estos anuncios nos indican un
sacramento distinto al Bautismo.
El Nuevo Testamento nos narra como los apóstoles, en cumplimiento de la voluntad de
Cristo, iban imponiendo las manos, comunicando el Don del Espíritu Santo, destinado a
complementar la gracia del Bautismo. “Al enterarse los apóstoles que estaban en Jerusalén
de que Samaria había aceptado la Palabra de Dios, les enviaron a Pedro y a Juan. Estos
bajaron y oraron por ellos para que recibieran al Espíritu Santo; pues todavía no había
descendido sobre ninguno de ellos; únicamente habían sido bautizados en nombre del Señor
Jesús. Entonces les imponían las manos y recibían al Espíritu Santo”. (Hech. 8, 15-17;19,
5-6).
Los siete dones del Espíritu Santo son:
 Don de Ciencia, es el don del Espíritu Santo que nos permite acceder al conocimiento.
Es la luz invocada por el cristiano para sostener la fe del bautismo.
 Don de Consejo, saber decidir con acierto, aconsejar a los otros fácilmente y en el
momento necesario conforme a la voluntad de Dios.
 Don de Fortaleza, es el don que el Espíritu Santo concede al fiel, ayuda en la
perseverancia, es una fuerza sobrenatural.
 Don de Inteligencia, es el del Espíritu Santo que nos lleva al camino de la
contemplación, camino para acercarse a Dios.
 Don de Piedad, el corazón del cristiano no debe ser ni frío ni indiferente. El calor en la
fe y el cumplimiento del bien es el don de la piedad, que el Espíritu Santo derrama en
las almas.
 Don de Sabiduría, es concedido por el Espíritu Santo que nos permite apreciar lo que
vemos, lo que presentimos de la obra divina.
 Don de Temor, es el don que nos salva del orgullo, sabiendo que lo debemos todo a la
misericordia divina.
Pertenecen en plenitud a Cristo, Hijo de David. Completan y llevan a su perfección las
virtudes de quienes los reciben. Hacen a los fieles dóciles para obedecer con prontitud a las
inspiraciones divinas.
Los frutos del Espíritu Santo son perfecciones que forma en nosotros el Espíritu Santo
como primicias de la gloria eterna. La tradición de la Iglesia enumera doce:
 Caridad.
 Gozo.
 Paz.
 Paciencia.
 Longanimidad.
 Bondad.
 Benignidad.
 Mansedumbre.
 Fe.
 Modestia.
 Continencia.
 Castidad.
Faltas contra el Espíritu Santo:
 Desesperar de la misericordia de Dios.
 Presunción de salvarse sin ningún mérito.
 La impugnación de la verdad conocida.
 La envidia de los bienes espirituales del prójimo.
 La obstinación en el pecado.
 La impenitencia final.
7. La Eucaristía, fuente y culmen de la vida eclesial
La Eucaristía es "fuente y culmen de toda la vida cristiana". "Los demás sacramentos, como
también todos los ministerios eclesiales y las obras de apostolado, están unidos a la
Eucaristía y a ella se ordenan. La sagrada Eucaristía, en efecto, contiene todo el bien
espiritual de la Iglesia, es decir, Cristo mismo, nuestra Pascua"
8. Sigilo sacramental. Es el nombre que se da al silencio que debe guardar el sacerdote que
administra el sacramento de la confesión. El sigilo sacramental es inviolable, y comporta la
prohibición terminante de descubrir al penitente de palabra o de cualquier otro modo, y por
ningún motivo; y de hacer uso, con perjuicio del penitente, de los conocimientos adquiridos
en la confesión, aunque no haya peligro alguno de revelación.
La prohibición del sigilo abarca a todo lo que el penitente declara como pecado en orden a
obtener la absolución, también en el caso en que no sea absuelto. El confesor ha de guardar
también la mayor reserva sobre otras cosas tratadas durante la confesión que no tengan
razón de pecado.
Asimismo están obligados a guardar secreto el intérprete, si lo hay, y quienes de cualquier
manera hubieran tenido conocimiento de los pecados por la confesión.
La obligación del sigilo se fundamenta en el derecho a la buena fama, a la protección de la
propia intimidad, en el deber natural del secreto, y en la propia naturaleza y santidad del
sacramento, en el que el sacerdote actúa en nombre de Cristo, no siendo por tanto
propietario de lo que llega a conocer.
La violación directa del sigilo sacramental, mediante la revelación de un pecado oído en
confesión y la identidad del penitente, explícitamente o de manera que se le pueda
identificar, hace incurrir en excomunión latae sententiae, y es uno de los delicta graviora
reservados a la Congregación para la Doctrina de la Fe.
Si se trata de una violación indirecta, en la que por la actuación del sacerdote pudiera
deducirse el pecado e identificarse al penitente, será castigada en proporción a la gravedad.
La violación indirecta del sigilo se ha incluido entre los delitos reservados a la Santa Sede,
junto con la grabación o difusión en medios de comunicación de lo declarado en confesión
por el penitente o por el confesor.
Quien está constituido en autoridad no puede en modo alguno hacer uso, para el gobierno
exterior, del conocimiento de pecados que haya adquirido por confesión en cualquier
momento. Y no se puede pedir nunca la opinión del director espiritual o de los confesores
cuando se ha de decidir sobre la admisión de los alumnos a las órdenes o sobre su salida del
seminario.
9. Está dividido en tres grados:
El Episcopado: Confiere la plenitud de la orden y torna el candidato legítimo sucesor de los
apóstoles y le son confiados los oficios de enseñar, santificar y regir.
El Presbiterado: Configura el candidato al Cristo sacerdote y buen pastor. Es capaz de
actuar en nombre de Cristo cabeza y administrar el culto divino.
El Diaconado: Confiere al candidato la orden para el servicio en la Iglesia, a través del
culto divino, de la predicación, de la orientación y sobre todo, de la caridad.
Lo puede recibir el obispo.
10. En Derecho canónico se llama matrimonio rato al matrimonio que, habiéndose
celebrado legítima y solemnemente todavía no se ha consumado.
Este matrimonio es válido desde el acto de su celebración, siendo firme sin necesidad de
consumación. Las Leyes de Partidas (ley 4ª, título X, Partida 4ª) dicen que ratum en latín
equivale a afirmança y que ésta únicamente se da en los matrimonios cristianos, ya que son
los únicos que no se deshacen si fuesen hechos derechamente.
Distinguen los teólogos tres clases de matrimonio:
 El matrimonio de los bautizados se llama rato (ratum, o sea, ratificado por la Iglesia) si
todavía no ha sido consumado
 rato y consumado si entre los cónyuges ha tenido lugar el acto conyugal a que por su
naturaleza se ordena el contrato de matrimonio1
 El matrimonio de los no bautizados válido se llama legítimo

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