Semana 03 Guía de Trabajo Psicot CC

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Material de trabajo –

Psicoterapia

Guía de Práctica N° 3:
ESTRUCTURA DE LA TERAPIA COGNITIVO
CONDUCTUAL

Apellidos: ………………………..……………….
Sección: 7767 Nombres: …………………………………………
Fecha : 09/09/2020 Duración: 45
. Docente: Mg. Freyshia Arroyo Neyra min. Tipo de práctica: Individual ( )

Propósito: Define la historia clínica así como las cualidades que debe tener el
psicólogo al elaborarla.

Instrucciones: Formando equipos, desarrollen sus respuestas según lo solicitado:

Integrantes:
- Aguilar Gutierrez, Milena
- Astuhuamán Rodríguez, Paola
- Hinostroza Zacarías, Estefannie
- Navarro Carrera, Lisselly
- Quiñon Acero, Anyela
- Quinto Rodríguez, Lorena

1. Elabore una diferencias entre historia clínica psicológica y anamnesis

HISTORIA CLÍNICA ANAMNES


PSICOLÓGICA IS

● Documento que contiene ● La anamnesis es parte de la


información sobre la familia de historia clínica.
referencia, infancia y la ● Es una conversación entre el
escolaridad, de la sexualidad, psicólogo y el paciente sobre
actividad laboral y desempeño distintas áreas con el objetivo de
social. establecer un diagnóstico.
● Su objetivo es identificar ● Nos permite recoger información
circunstancias vitales que relevante del paciente.
pudieron generar el origen del ● Incluye antecedentes de
problema de consulta. patologías en su familia como en
● Incluye la evaluación del estado el evaluado.
mental mediante el examen ● La actitud del psicólogo es pasiva
mental. y receptiva.
● La actitud del psicólogo es más ● El proceso es más metódico y
analítica. dirigido.
● El proceso es más flexible, ya que ● Rescate de información que fue
se adapta a las necesidades del registrada en el pasado trayendo
paciente. al presente.
● Está compuesta de: la anamnesis,
examen físico, diagnóstico,
tratamiento, evolución, formatos
especiales, exámenes
complementarios, epicrisis,
consentimiento informado y datos
del operador tratante.
● tiene cuatro características:
profesionalidad, ejecución típica,
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objetivo y licitud.

2. Mediante un ejemplo defina la técnica del espejo y la técnica del rebote


que debe manejar el psicólogo en toda entrevista, luego se escenificará
dichos diálogos:

Técnica del espejo

- Psicólogo: Buenos días, comentame cual es el motivo de su consulta?


- Paciente: Psicólogo buenos días, el motivo de mi consulta es por mi hijo, mi
hijo presenta ciertas conductas que me está preocupando mucho, por
ejemplo no quiere separarse de mí, cuando le llevo a la escuela, empieza a
llorar y le empieza a dar cólicos, náuseas, o cuando salimos a pasear él me
comenta que tiene miedo a perderse y no se separa en ningún momento de
mí, así mismo todas las noches tiene pesadillas, empieza a llorar muy fuerte,
lo llevé al doctor y el doctor me dijo que no tenía ninguna enfermedad física,
por lo que me recomendó llevar a un psicólogo a mi hijo, es por ese motivo
que estamos aquí.
- Psicólogo: Señora, estos síntomas que me menciona son de un
Trastorno de ansiedad por separación, le comento que la ansiedad
normal va disminuyendo entre los 3-5 años, por lo que su hijo con la
edad de 8 años estaría con una ansiedad que no es apropiada para su
desarrollo, es por eso que el niño presenta estos síntomas, y tiene
miedo a separarse de las figuras paternas, este trastorno se puede
modificar con la realización de algunas terapias, de los cual con el
transcurso de las sesiones irá mejorando.
- Paciente:Entiendo psicólogo ahora comprendo por lo que estaba
presentando mi hijo
- Psicólogo: Señora no se preocupe que su hijo irá mejorando poco a
poco, por lo que también necesitará de su ayuda, ya que el apoyo de
la familia es esencial en estos casos.
- Paciente: Si psicólogo, muchas gracias, ahora podré apoyar a mi hijo.

Técnica del rebote

- Psicólogo : Buenos días señora Lara ,¿Cómo le ha ido después de la


última consulta ?
- Lara : Buenos días Psicólogo,no me encuentro tan bien , como ya le había
comentado que me quiero separar de esposo porque él es muy agresivo
conmigo , me maltrata mucho.
- Psicólogo : ¿ Y Usted qué cree que debería hacer?
- Lara : Bueno yo pienso que debo separarme de él porque me maltrata
mucho y ya no lo soporto seguir estando así pero quiero saber si esta bien lo
que estoy haciendo.
- Psicólogo: ¿Qué cree que debería hacer usted?
- Lara : Yo creo que me debía separar porque me maltrata mucho, ya no es
nada como antes.
- Psicólogo : ¿Y qué es lo que le impide hacerlo?
- Lara : Bueno para mi es un poco difícil llegar a separarme de él ya me
acostumbrado aunque me hace daño.
- Psicólogo:Bueno señora Lara usted me comenta que le llega hacer
daño, le maltrata y no se siente bien con él , ¿Y usted qué debe
hacer?
- Lara : Si , Psicólogo ya entendí lo que debo hacer no está bien seguir asi
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me hago daño yo misma , ¿entonces debo separarme?
- Psicólogo : Usted mismo lo dijo señora Lara.

3. De la lectura “La relación terapéutica en terapia cognitiva”, elaboren un mapa


mental y una crítica.

- Mapa adjuntado en la parte final.


4. Crítica Grupal

- La lectura nos menciona la importancia de la alianza terapéutica, que


debemos establecer un vínculo de confianza con el paciente para que las
entrevistas surjan con éxito, y se logre el objetivo de las entrevistas, por lo
que es importante desarrollar la empatía por parte del psicólogo hacia el
entrevistado, y por empatía comprendemos que es el lograr sentir lo que nos
cuenta la persona, además de expresarlo de una manera asertiva. En la
terapia cognitiva, se utiliza una serie de herramientas con las que se va a
influir de manera positiva en la persona, estas pueden incluir algunos talleres
de acuerdo al problema con el que venga el paciente. Otro punto importante,
es la comunicación que tenemos con los pacientes, es decir, debemos tratar
de ser siempre asertivos y mantener una escucha activa a lo que él
menciona, para poder ejecutar una retroalimentación. Por otro lado también
es muy importante llegar a establecer un buen rapport con el paciente por
ello debemos mostrar desde un inicio la empatía ya que esto va a generar
un vínculo entre psicólogo y paciente lo cual va ver confianza. En conclusión,
la propuesta que brinda la lectura es de gran importancia para la labor del
psicólogo, ya que al generar una buena relación terapéutica incrementa las
posibilidades de que el tratamiento sea exitoso, la relación que se crea debe
ser de calidad en la interacción del paciente y del psicoterapeuta.

Semana 03
Lectura: La relación terapéutica en terapia cognitiva

Extraido de: Gómez; B. Revista de la Asociación de Psicoterapia de la República


Argentina – Volumen 3, número 1(2010) Pág. 99 – 104.
INTRODUCCIÓN
La psicoterapia no se podría concebir sin el establecimiento de una relación entre
paciente y terapeuta (Corbella, Balmaña, Fernández-Álvarez, Saúl, Botella y García,
2009). La relación terapéutica es el canal a través del cual transcurre la psicoterapia y
por lo tanto es la condición de posibilidad del tratamiento. En uno de los trabajos de
investigación más citados en este tema, Lambert (1992) halló que los factores comunes,
dentro de los cuales la relación terapéutica es uno de los principales, explican
aproximadamente el 30% de la mejoría del paciente.
Dentro del marco de la relación terapéutica se ha prestado especial atención al concepto
de alianza terapéutica utilizado por primera vez por Greenson (1967). Pos-teriormente
Bordin(1979, 1994) desarrolló una reformulación transteórica de la alianza terapéutica y
la conceptualizó como consistente en tres componentes inter-dependientes: acuerdo en
las tareas, acuerdo en las metas y vínculo positivo. La fortaleza de la alianza depende del
grado de acuerdo entre paciente y terapeuta sobre las metas y tareas terapéuticas y de
la calidad del vínculo entre ambos. La alianza terapéutica es por lo tanto
multidimensional por naturaleza y su calidad varía en fun-ción de una compleja
interdependiente y fluctuante matriz que abarca los tres com-ponentes. Los hallazgos de
la investigación establecieron que la alianza terapéutica es el mejor predictor de los
resultados en psicoterapia (Horvath & Bedi, 2002). Esto apoya la visión de que los
terapeutas que son empáticos, congruentes y muestran aceptación por sus pacientes,
son más capaces de negociar las tareas y objetivos de la terapia y desarrollan un vínculo
terapéutico más positivo (Watson & Geller, 2005).
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La relación paciente-terapeuta es por lo tanto un elemento fundamental de la
psicoterapia. Aunque la evolución de los tratamientos produjo importantes avances en las
técnicas utilizadas, el vínculo es decisivo en cuanto a los resultados que pue-den
lograrse.
Sin embargo, también es cierto que no basta una cálida y afectuosa relación te-rapéutica
para que se cumplan los fines de la terapia. Pues, a pesar de sus efectos intrínsecamente
benéficos, puede alimentar una ilusión antes que acercar una solu-ción real al problema
planteado (Fernández-Álvarez, 1999). La clave es establecer en qué consiste una buena
relación terapéutica. ¿Qué aporta la terapia cognitiva en este sentido? Será conveniente
partir de una caracterización de la Terapia Cognitiva, que está constituida en la
actualidad por un amplio y variado espectro de abordajes, que comparten algunas notas
distintivas.
APORTES DE LA TERAPIA COGNITIVA
EL DESARROLLO Y MANTENIMIENTO DE LA RELACION TERAPEUTICA
En un primer momento, uno de los desarrollos de la terapia cognitiva, el modelo
cognitivo – comportamental que enfatizaba las habilidades técnicas, puso menor énfasis
en la calidad de la relación terapéutica en comparación con otros abordajes (Safran &
Wallner, 1991). Sin embargo, tuvo lugar un cambio muy significativo en este énfasis; a
través del desarrollo del modelo y los resultados de la investigación, se fue poniendo el
foco en la relación terapéutica de manera más sistemática. Actualmente es un
componente central y ha recibido un tratamiento específico dentro de esta orientación. La
sola adherencia a técnicas ha probado ser insuficiente para asegurar buenos resultados,
y se ha comprobado que una terapia competente requiere que los pacientes perciban a
sus terapeutas como empáticos y con una actitud no crítica y congruente. En un estudio
llevado a cabo por Watson y Geller (2005), se examinaron las diferencias en las
percepciones de los pacientes sobre algunas características de la relación: empatía,
aceptación, consideración positiva y congruencia en dos modali-dades de terapia: Terapia
Comportamental - Cognitiva (CBT) y Terapia Procesal – Experiencial (PET). La puntuación
de los pacientes acerca de la relación terapéutica era predictiva de los resultados de la
terapia en ambas modalidades terapéuticas.
Al iniciar el tratamiento, el terapeuta debe enfocarse en el desarrollo de una relación
cálida, segura y de aceptación. Desde la perspectiva cognitiva la empatía pro-mueve la
exploración y la creación de significados y facilita el reprocesamiento emocional (Bohart,
Elliot, Greenberg & Watson, 2002). La relación terapéutica es una empresa intensamente
humana en la que los significados se afinan, evolucionan y se coconstruyen en un diálogo
continuo. Aunque sea conducido por un manual, la parte “artística” de la psicoterapia, se
basa en la habilidad del terapeuta de dialogar y la empatía es la amalgama que mantiene
la colaboración entre paciente y terapeuta y facilita la comunicación. La empatía
constituye la orientación hacia el intento de comprender a la otra persona en términos de
su propio marco de referencia. Permite establecer un terreno en común, ya que
constituye la base para entender que piensa o siente otra persona. Involucra los procesos
básicos de lectura de la mente del otro y el esfuerzo por comprender qué significa para
ellos lo que dicen. La empatía se define como la intención primaria de tratar de entender
al cliente en términos de su propio marco de referencia. Esta intención guía al terapeuta
en: a) tratar de aprehender los significados del paciente y b) constatar si el paciente
percibe y comprende lo que el terapeuta le comunica. De esta manera, el terapeuta
experimenta resonancia con el paciente. Puede resultar difícil leer el marco de referencia
del paciente ya que a veces es poco claro para el mismo paciente. En este punto el
esfuerzo empático del terapeuta ayuda a “cocrear” una articulación de la experiencia
implícita del paciente, comprobando permanentemente su nivel de comprensión. Si el
paciente percibe que el profesional lo escucha y entiende se animará a ir más allá, a
arriesgarse más a “contar su historia” (Bohart & Tallman, 1997).
El esfuerzo colaborativo entre terapeuta y paciente implica que se trata de un abordaje
en equipo para la solución del problema. El terapeuta promueve la actitud de que “dos
cabezas son que mejor que una” al abordar las dificultades personales.
Según Beck y Emery (1985), la naturaleza colaborativa de la intervención tera-péutica
puede fortalecerse a través de los siguientes métodos:
1. Desarrollar la relación sobre una base recíproca. Ninguno de los participantes tiene un
rol superior
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2. Evitar agendas escondidas. Todos los procedimientos son abiertos y se explican
claramente al paciente
3. Diseñar tareas intersesión de un modo colaborativo
4. Admitir errores
5. Mantener un ambiente colaborativo, en referencia al lugar en que se desarrolla la terapia.
La terapia cognitiva no consiste, por lo tanto, en una serie de instrucciones que provee el
terapeuta ni que el paciente opera pasivamente esperando que el profesional le aporte
las soluciones. Por el contrario, paciente y terapeuta deben acordar los términos de su
contrato terapéutico. La primera tarea del terapeuta es desarrollar un sentido de
colaboración y establecer expectativas realistas. Para ello es fundamental que pueda
transmitir que los objetivos constituyen responsabilidades compartidas, a los que
deberán ajustarse a lo largo del proceso. Se ha establecido que la involucración
colaborativa a lo largo de la terapia que incluye una actitud de afiliación por par-te de
ambos participantes se asocia a mejores resultados (Shrick Tryon & Winograd, 2002).

Un aspecto de la relación terapéutica que han tenido en cuenta los terapeutas


conductistas y los de orientación cognitivo-conductual es el papel de la creación de
expectativas terapéuticas positivas. En esa dirección, Goldstein, Heller y Sechrest (1966)
sostuvieron que una forma útil de incrementar las expectativas del paciente respecto del
buen resultado de la terapia, consiste en proporcionarle una conceptualización de su
problema específico y un fundamento convincente del tratamiento específico empleado
(Goldfried & Davison, 1976).

El desarrollo de una relación que brinde apoyo y aliente al paciente a tomar riesgos debe
promoverse desde el principio y durante todo el proceso. El éxito en lograr esta tarea se
basa en seis claves centrales que promueven la relación terapéutica (Beutler & Harwood,
2000):
1- Una actitud terapéutica consistente en una disposición a ser respetuoso, amable y
cuidadoso. Un terapeuta con estas características está en sintonía con los logros del
paciente y no solo con sus problemas y debilidades.
2- Conocimiento terapéutico que promueva el poder de la alianza terapéutica e incluye la
comprensión de cómo las personas se forman impresiones, responden y se tornan
motivados a iniciar y sostener cambios.
3- Las herramientas terapéuticas son los vehículos utilizados para traducir el
conocimiento terapéutico en una estructura que mejore la visión del paciente acerca de
la relación. Las herramientas incluyen el ambiente en que tiene lugar la terapia,
evidencia la actitud favorable y el conocimiento del terapeuta.
4- Las técnicas terapéuticas incluyen una variedad de procedimientos verbales y no
verbales diseñados para reducir los síntomas y problemas. Las técnicas se aplican de
manera que demuestren capacidad para sostener la relación terapéutica.
5- El timing se ve en el desarrollo de la relación a través de una adecuada
correspondencia entre la preparación del paciente para cambiar y la intervención
terapéutica.
6- La imaginación creativa se refleja en todas las etapas en que el terapeuta organiza las
variadas intervenciones para adaptarlas a las características únicas y específicas del
paciente.
Contribuye a la comprensión y sensitividad de ponerse en el lugar del otro.

La relación terapéutica también varía en función de la etapa del tratamiento. Es esperable


que haya un mayor grado de complementariedad en la etapa inicial, durante la construcción
de la relación y un menor grado en la etapa intermedia cuando los patrones del paciente son
confrontados para promover el cambio. En la etapa de terminación es esperable que
reaparezca un mayor grado de complementariedad que refuerce los logros adquiridos
(Bachelor, 1988).

EL ROL DEL PACIENTE


En cuando a la participación del paciente, su disposición a participar del proceso
terapéutico y de trabajar en pos de los objetivos y en un buen nivel de motivación son
fundamentales para desarrollar y sostener una buena alianza terapéutica. Estas
características se desplegarán asociadas al modo de funcionamiento relacional y las
formas particulares de disfunción, que se pondrán en juego en la interacción con el
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terapeuta.

Los pacientes crean el cambio a través de un proceso cíclico de pensamiento, exploración


y experiencia que conduce a la creación de nuevos significados y de una nueva manera
de ser y de comportarse en sus mundos personales. Esta perspectiva se ajusta a una
práctica en la que el terapeuta intenta proveer lo que el paciente necesita más que lo que
dice su teoría que el paciente necesita. Desde esta visión, las interacciones del terapeuta
deben ser empáticamente compatibles con el proceso auto-curativo del paciente. Las
técnicas le son ofrecidas para que haga uso de ellas, no de manera prescriptiva. Lo que
conduce al cambio es el descubrimiento de nuevos significados por parte del paciente.
Una atmósfera empática facilita que pueda suspender ciertos modos de ver las cosas y
adoptar nuevos puntos de vista (Bohart & Tallman, 1997).

EL ROL DEL TERAPEUTA


En tanto la relación terapéutica está moldeada por la identidad personal y las
necesidades del paciente y el terapeuta, puede ser comprendida como una “negociación
intersubjetiva” entre las identidades y necesidades de paciente y terapeuta que
comparten un fin común (Muran, 2007).

El advenimiento de la llamada “revolución cognitiva dio lugar a cambios muy


significativos en el modo de concebir el rol del terapeuta como participante activo de esta
relación (Consoli y Beutler, 1996; Consoli y Machado, 2004; Gómez, 1997). Ex-plorar y
descubrir la teoría del cambio del paciente no impide que el terapeuta ofrezca ideas y
sugerencias que contribuyan a la construcción de esta teoría. Cuando el terapeuta
atiende a las preocupaciones del paciente y las reformula de manera que las clarifica,
favorece por un lado el acuerdo de los objetivos del tratamiento y prepara el terreno para
un proceso compartido en cuanto a la toma de decisiones durante la psicoterapia. A lo
largo del tratamiento el terapeuta participa en la selección de las tareas, en el
mantenimiento o la reorientación de los objetivos y en la regulación del dispositivo,
calibrando la emocionalidad del paciente y registrando su propio estado emocional y sus
efectos en la relación.

Dentro del campo de las variables del terapeuta como participante del proceso
terapéutico, se han desarrollado estudios tendientes a explorar el estilo personal de
terapeuta y su compatibilidad con las características personales del paciente. Entre ellos,
un estudio conjunto entre la Fundación Aiglé (Argentina) y la Universidad Ramón
Llull de Barcelona (España), con el objetivo de investigar específicamente lo referido a la
relación a las variables “resistencia” y “estilo de afrontamiento”, en el que se halló que
los pacientes más resistentes establecen una mejor alianza terapéu-tica con terapeutas
menos directivos y menos pautados en sus intervenciones y que los terapeutas más
flexibles en el establecimiento y el ajuste del dispositivo terapéu-tico, logran una mejor
alianza terapéutica en las fases intermedia y final del trata-miento. Estos estudios indican
que la compatibilidad entre el estilo personal del terapeuta y las características del
paciente, es probablemente un predictor de la calidad de la alianza terapéutica (Corbella,
2002; García y Fernández- Álvarez, 2007). Una conclusión en este sentido es que el éxito
de la psicoterapia parece por lo tanto indisolublemente ligado a la posibilidad de
encontrar óptimas correspondencias entre ambos participantes.

IMPASSES Y RUPTURAS
Mantener la relación supone comprender que la terapia se desarrolla a través de un
proceso de rupturas y reparaciones. Con cada intervención el terapeuta crea una
posibilidad de ruptura en la relación a la que deberá seguir un proceso de restauración de
la relación (Beutler & Harwood, 2000).

Safran y Muran (1996, 2000) definen la ruptura como “deterioros en la relación entre
terapeuta y paciente” indicados por “conductas o comunicaciones del paciente que son
marcadores interpersonales e indican los puntos críticos para su exploración”. Por lo
tanto, las rupturas son puntos de desconexión emocional entre paciente y terapeuta que
crean un cambio negativo en la calidad de la alianza terapéutica. Una idea central es la
importancia de que los terapeutas reconozcan y consideren los problemas en la relación.
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En este sentido es aconsejable chequear con los pacientes sus sentimientos y
percepciones sobre la interacción terapéutica. Safran y Segal (1991), utilizaron la
expresión “disciplina interior” para indicar las operaciones mentales con que el terapeuta
puede procurar localizar en su interior el hilo perdido de la alianza terapéutica y de las
relaciones de cuidado. Las operaciones de disciplina interior pueden ser muy útiles para
permitir al terapeuta pasar de momentos problemáticos donde no logra compartir la
situación emocional, a la comprensión de qué parte de la experiencia del paciente es
compartida o potencialmente compartible por él mismo. Consisten sustancialmente en
operaciones empáticas por las cuales el terapeuta focalizando sobre su propio estado
problemático se pregunta cuales aspectos de él mismo son similares o complementarios
a aquellos que el paciente experimenta o refiere haber experimentado (Semerari,
Carcione y Nicoló, 2000).

Con la terapia cognitivo conductual, ha aumentado el reconocimiento de que las


interrupciones en la relación terapéutica ofrecen tanto amenazas como oportunidades
para los logros terapéuticos (Leiper, 2000; Waddington, 2002). Castonguay y
colaboradores (2004) indican que la atención constructiva de las rupturas en la terapia
cog-nitivo conductual tiene un impacto positivo en los resultados.

Justamente, una clave de la alianza proviene de la propuesta de que la ruptura y


reparación de la relación es lo que la fortalece y conduce al cambio en el paciente
(Bordin, 1979, 1994; Safran & Muran, 1996). Este fenómeno es una parte esencial y
esperable en el proceso terapéutico. Uno de los mecanismos para la construcción y
reparación de la relación terapéutica es el procesamiento de la relación, que consiste en
una comunicación directa acerca de ella. Ya en sus inicios, Goldfried y Davison (1976)
recomendaban que los terapeutas consideren la conducta problemática exhibida por los
pacientes dentro de la sesión como una muestra de la conducta problemática, que
constituye el motivo original de que estén en terapia. Influidos explícita-mente por el
trabajo de Sullivan (1953), estos autores sugieren que la conducta del paciente dentro de
la sesión puede tratarse como una muestra de la conducta problemática general del
paciente y que, por lo tanto, la interacción terapéutica puede ser útil a efectos de poder
evaluarla. En este sentido, es posible considerarla como la actualización del problema en
el contexto terapéutico y por lo tanto una oportunidad para el trabajo con patrones
interpersonales disfuncionales.

Como afirman Beck y Emery (1985), las estrategias terapéuticas necesarias para resolver
una ruptura en la terapia cognitivo conductual son completamente consistentes con una
buena práctica de la terapia cognitiva, resumiendo, explorando, validando, colaborando y
buscando la retroalimentación.

Por otra parte, un peligro potencial es que los terapeutas puedan interpretar las
reacciones negativas del paciente o el abandono de forma personal y responder con
ansiedad, redoblando los efectos por aplicar una técnica teóricamente correcta. Tal
concentración en la tarea en lugar del proceso es probable que perpetúe la ruptura.

Las rupturas pueden tener consecuencias positivas si son exitosamente resueltas y esto
depende en parte de que el terapeuta identifique la fuente que le da lugar y se involucre
en su participación, diferenciando los factores del paciente que deberán ser trabajados,
de los propios que deberán ser reconocidos y expresados de una manera provechosa
para el vínculo. Muran, Safran, Samstag y Winston (2005) observan el beneficio de
dirigirse sistemáticamente hacia las rupturas utilizando estrategias tales como la
validación y la aceptación de la responsabilidad por las rupturas.

CONCLUSIONES Y DESARROLLOS FUTUROS


La relación terapéutica apunta a generar colaboración por parte del paciente y se logra
proveyendo evidencias de cuidado y apoyo tanto como un ambiente seguro. Las
estrategias más aceptadas son las de proveer estructura, reforzar la naturaleza cognitiva
del esfuerzo terapéutico y asegurar que el terapeuta se comporte de un modo
consistente y no enjuiciador (Beutler & Harwood, 2000).

La importancia de establecer una buena relación terapéutica al comienzo del tratamiento


no debe oscurecer la necesidad de trabajar para mantener dicha relación en un buen
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nivel a lo largo de todo el tratamiento. En síntesis, es posible afirmar que la calidad de la
relación es tanto un producto del éxito terapéutico, como la condición de posibilidad de
los resultados beneficiosos.

En un primer momento el estudio de la alianza terapéutica estuvo centrado en su


relación con los resultados de la psicoterapia. En una segunda fase que se superpuso a la
primera comenzó a centrarse el interés de la investigación en el papel, el desa-rrollo y el
manejo de la alianza durante el proceso terapéutico (Safran & Muran, 2000). Los
trabajos futuros estarán dirigidos a investigar qué cualidades de la relación terapéutica
pueden ser más beneficiosos para cada situación clínica en función de: a) cada una de las
fases del proceso psicoterapéutico: inicial, de desarrollo y fi-nal, especialmente en
los tratamientos de duración intermedia y prolongada, b) el ámbito en que se lleva a
cabo (en un consultorio privado o institucional) y c) el formato (individual, grupal,
familiar). Queda también por investigar la manera en que influyen los distintos
componentes de una buena relación terapéutica: empatía, congruencia, aceptación,
reparación de rupturas, colaboración mutua, consideración positiva. En la medida en
que continúe expandiéndose la comprensión acerca del modo en que el paciente percibe,
almacena y recupera aspectos de la relación con su terapeuta y se utilice este
conocimiento para ampliar las opciones disponibles durante el proceso terapéutico, habrá
mayores posibilidades de enriquecerlo. Al mismo tiempo los estudios sobre las
características del terapeuta podrán arrojar resultados cada vez más precisos sobre la
mejor compatibilidad de la díada paciente-terapeuta. Por otra parte, cuanto más
prospere el diálogo tanto empírico como conceptual acerca del lugar que ocupa la
relación terapéutica, mayores posibilidades habrá de superar la dicotomía entre
elementos técnicos y relacionales y avanzar hacia la comprensión de ambos elementos
como mutuamente co-determinados (Horvath, 2005).

Los significados se construyen en el marco del mundo cultural y se desarrollan, se


despliegan y se modifican en el campo interpersonal que transita cada persona a lo largo
de su vida. La relación terapéutica es el terreno propicio para que las inter-venciones
terapéuticas permitan la expresión, la comprensión y la modificación de los significados
disfuncionales en sus variadas formas y niveles de profundidad. Una buena relación
supone lograr un equilibrio óptimo entre el apoyo o sostén del pacien-te y el estímulo
para la promoción de cambios, el enfrentamiento de las situaciones difíciles y el aliento
para reorganizar la experiencia hacia un mayor bienestar.

Referencias bibliográficas consultadas y/o enlaces recomendados


● Gómez, B. (2010). La relación terapéutica en Terapia Cognitiva. Revista de la Asociación de
Psicoterapia de la República Argentina, 1.

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