Spondylus No.24

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CONTENIDO

EDITORIAL 3
APUNTES SOBRE ALGUNOS APELLIDOS DE LOS CACIQUES DE MANABÍ
Ezio Garay Arellano 5
TIMBRES Y SELLOS EN LA
CONSTRUCCIÓN DEL ESTADO NACIONAL
Manuel Eduardo Andrade Palma 26

ELOY ALFARO: EL JOVEN LUCHADOR


Héctor Villagrán Cepeda 29
INFLUENCIA DEL FERROCARRIL EN MILAGRO
Víctor Hugo Vicuña Piedra 32
PALABRA DE MANABA
Pedro Reino 37
“ALZA QUE TE HAN VISTO”
HISTORIA SOCIAL DE LA MÚSICA
Y LOS BAILES TRADICIONALES MONTUBIOS
Willington Paredes Ramírez * 41
EDITORIAL

M
anabí como provincia es de vivirla bajo un sistema de modelos
una de las más extensas de ricos y actuantes, que han descrito be-
la patria. Casi veinte mil llamente esa “cultura inmaterial” de
km. cuadrados la conforman, y la Manabí que Pedro Reino dice, de ma-
habita gente que vive en ciudades, y nera acertada, que “late entera, certe-
otro grupo que ha preferido poblar ra y convincente”.
el campo. Vivir en la campiña mana- El estudio de la vida montubia,
bita, de geografía tan disímil, con es- que es el estudio de nuestra yema
casísimas vías de accesos y servicios original manabita, ha pasado por di-
básicos inexistentes, ha resultado un ficultades: ese sistema de vida, rico y
verdadero sacrificio que solo tiene simbólico, que nos resulta bello a no-
compensación cuando se siente amor sotros, puede parecer pobre y desluci-
por la tierra y por la aventura de ha- do para otros. Por eso, alguna vez, el
cerla parir. término “montubio” sonó como ana-
El montubio manabita ha emergi- tema burlón y despreciativo, y serlo
do de siglos de incomodidades y sa- representaba a un tipo vergonzoso,
crificios, mostrándonos una cultura inculto y de costumbres bastas.
que le da una identidad. ¿Cómo?, vi- Por eso Spondylus va a alentar,
viendo sin comunicación y poblando permanentemente, el desarrollo de
un territorio extenso pudieron, en la investigaciones y ensayos que sigan
diversidad, mostrarnos un comporta- descubriendo las riquezas de la cul-
miento, unos modismos lingüísticos, tura montubia, por eso ve con satis-
unas costumbres, en fin, una identi- facción profunda trabajos y actitudes
dad cultural propia. como las de Eumeny Álava.
Este modo de vivir aprendido de Porque sabemos de dónde nos
nuestros montubios, que según los originamos, sabemos que esa amalga-
antropólogos no es fruto de la natu- ma de hombre mestizo y campo puro
raleza sino de la transferencia de cos- forjó el tipo de manabita que somos.
tumbres de padre a hijo, nos ha hecho Porque en esta hora de modernida-
buscar ansiosamente la síntesis de des y aculturaciones, bien vale mirar
los rasgos más preponderantes de su hacia atrás, ver claramente nuestros
modo de vida. orígenes; y, sentir que nos late en el
Y nos encontramos con muchos alma, entera, certera y convincente,
autores que han resaltado en sus es- esta cultura inmaterial de montubios
tudios esa forma de concebir la vida, que ostentamos.

3
Documentos de la historia manabita. 1866
4
APUNTES SOBRE ALGUNOS APELLIDOS
DE LOS CACIQUES DE MANABÍ
Ezio Garay Arellano

L
a falta de documentación en lo
que es la región Costa de la Re-
pública del Ecuador ha limita-
do nuestras investigaciones históricas
y solamente han llegado a nuestras
manos, los pocos papeles que logra-
ron salvarse de nuestro inclemente
clima, de la humedad, la polilla y los
incendios. Pocos son los escritos que
los historiadores hemos podido resca-
tar gracias a nuestra rigurosidad cien-
tífica y capacidad de interpretación y
lectura, recreando, por su intermedio,
nuestra historia autóctona regional.
La actual provincia de Manabí
fue descubierta por los españoles an-
tes que los territorios de las ciudades
de Santiago de Guayaquil y San Fran- de la inevitable mortandad y huída
cisco de Quito. La historiadora Marit- de los indígenas por la conquista, el
za Aráuz nos dice que en Manabí: aparato colonial sí logró reducirlos.
De ahí que, a finales del siglo XVI,
Estuvieron asentados señoríos pre- en 1591, Morales de Figueroa des-
hispánicos con una organización cribe los tributarios que el distrito
muy avanzada y más poblados, de Portoviejo contaba con 1.253 tri-
como es el caso de los manteños, al butarios. En los datos de Morales de
sur de la provincia, donde están ubi- Figueroa Jipijapa –Baja y Alta– tiene
cados Jipijapa, Montecristi. A pesar una posición muy ventajosa frente
al respecto de pueblos; y, si consi-
deramos que Apechingue1 poste-
1. La autora consultada cita Apechingue en riormente pasó a formar parte de
los documentos que he revisado, dice: Jipijapa, obtendremos que ambos
Apechinche. pueblos eran los más poblados de la
2. Maritza Aráuz, Pueblos de indios en la Cos- provincia de Portoviejo.2
ta, ecuatoriana Jipijapa y Montecristi en la
mitad del siglo XVIII, Colección a la Costa,
Guayaquil, Publicación del Archivo His-
Otro documento que sabemos
tórico del Guayas, 1999, p. 61. contiene valiosas informaciones his-

5
tóricas de los nativos de las provin- co Huerta Rendón en la Revista del Co-
cias de Guayaquil y Portoviejo, que legio Nacional Vicente Rocafuerte, No.
ocupaban el actual territorio de la 55 de noviembre de 1955.
Costa ecuatoriana, es la “Descripción Descripciones anteriores al año
anónima de la gobernación de Gua- de 1605 han desaparecido, solamente
yaquil del año de (1605)”, publicada existen la de Morales de Figueroa y
en la Revista del Archivo Histórico del las probanzas de los conquistadores,
Guayas, No. 4, de diciembre de 1973, donde se describen sus hechos duran-
en la que el fundador del mencionado te la conquista y población de estas
archivo, el recordado historiador gua- tierras. De esta forma, definitivamen-
yaquileño don Julio Estrada Icaza, en te, es este manuscrito y el de Morales
su breve comentario, nos cita la fuente de Figueroa, los que nos narraran bre-
donde reposa este importante manus- vemente los sucesos relacionados con
crito como es la Biblioteca Nacional los nativos del territorio manabita du-
de Madrid con la signatura 3064=56, rante los años de 1591 y 1605, es decir,
copia obtenida por el Dr. Abel Romeo catorce años de historia de las reduc-
Castillo y Castillo, a su vez propor- ciones de sus pueblos de indios, los
cionada por el Dr. Luis Vásquez de mismos que citaremos ampliamente
Parga, transcrita por la señora Yolan- para su mejor ilustración. Continua-
da Araujo Urrea, y revisada por el mos con la autora consultada quien
paleógrafo Dr. Juan Freile Granizo. cita a Morales de Figueroa, relatán-
El Sr. Estrada nos dice, además, que donos que los pueblos tributarios que
fue publicada por primera vez esta dieron un total de 1.253 eran los in-
descripción anónima de Guayaquil dios que pagaban sus impuestos, en
en la Colección de Documentos Inéditos 1591, en las siguientes parcialidades:
Relativos al Descubrimiento, Conquista y
Organización de las Antiguas Posesiones Picoazá 252, Apechingue 122, Pipay
Españolas de América y Oceanía, sacados 106, Apelope 99, Pasao y Patagua
de los Archivos del Reino y muy Espe- 78, Catarama 74, Jipijapa La Baja 80,
cialmente del de Indias, vol. IX, Madrid, Jipijapa La Alta 61, Tosagua 46, Ban-
1868, pp. 247-309, magnífica obra de chal 42, Pillasagua 41, Lanconchipa
don Luis Torres de Mendoza. y Toal 40, Pimpaguasi 33, Indios de
El Valle 30, Manta 29, Salango 19,
Luego Marshall H. Saville la re- Xaramijó y Montecristi 16, Chara-
produce en The Antiquies of Manabi, potó 15, Paiquilli 14, Pisalanceme
Ecuador, en dos volúmenes, Nueva 18, Misbaique 10, Cupilde, Labique
York, 1907-1910; el historiador ma- y Malagua 18, Cama y Camilloa 16.3
nabita don Wilfrido Loor Moreira la
publica parcialmente en una tercera La descripción anónima nos re-
edición en una serie de cuadernillos lata que los indios, aborígenes o na-
que quedó inconclusa, teniendo una
cuarta edición con una introducción
3. Ibídem, p. 62.
del destacado historiador Dr. Francis-

6
No. 24 • Un encuentro con la historia

tivos manabitas, estaban repartidos En la segunda mitad del siglo XVIII,


en los pueblos de San Cristóbal de la provincia o el partido de Porto-
Catarama y El Valle, junto a la ciu- viejo era el más extenso de los que
dad de San Gregorio de Portoviejo, componían el gobierno de Guaya-
quil, “24 leguas de largo y 18 de an-
suponemos que se trata de Pichota
cho”; es decir, más o menos 13.412
(hoy Rocafuerte), su nombre antiguo kilómetros cuadrados. Bajo su juris-
antes de los hispanos era Jagua, don- dicción estaban los pueblos de Man-
de se redujeron los repartimientos o ta, Pichota, Montecristi, Jipijapa, Pi-
comunas de Catarama, Cochinchi- coazá, Charapotó; cada uno de estos
gua, Coalle, Pantagua, Chondana. Le pueblos estaba dividido en parciali-
seguía el pueblo de San Esteban de dades. Jipjapa “el mejor pueblo” del
Charapotó, llamada antiguamente distrito tenía siete repartimientos:
Japotó, en él se redujeron los indios Aguasá, Paján, Sancán, Payache, La
Baja, Apechingue y Londana. Poste-
de Charapotó, Conchipa, Tosagua y
riormente, con la independencia de
Pasao. Continúa el pueblo y puerto la Corona española, la ley de divi-
de San Pablo de Manta, que antigua- sión territorial grancolombiana5 de
mente se llamó Tocay, en él estaban 1824 incorpora al partido de Por-
las comunas de los indios de Manta, toviejo el partido de La Canoa, y
Jaramijó, Levique y Cupil, que, desde se conforma la actual provincia de
el siglo XVI, se comienzan a trasladar Manabí.
sus reducciones indígenas al pueblo
Los señoríos étnicos son defini-
de San Pablo de Montecristi. A estos
dos como el linaje aristocrático de una
les sigue el pueblo de Nuestra Señora
comunidad más fuerte que somete a
de la Asunción de Picoazá, cuyo an-
otras comunidades, como el caso del
tiguo nombre fue Giguiví, que tomó
Señorío de Manta.6
el nombre de su antiguo cacique Pi-
coazá a quien aquellas parcialices
obedecían, en él fueron reducidas las
4. Descripción de la Gobernación de Gua-
comunas de Picoazá, Tohaya o Toala, yaquil año de (1605), en Revista del Archi-
Misbay y Solongo o Salango, reduc- vo Histórico del Guayas, No. 4, año 2, Gua-
ción ejecutada por Alonso de Almao, yaquil, diciembre de 1973, pp. 77-93.
uno de los fundadores y primeros ve- 5. La autora debió decir: colombiana, pues-
to que está comprobado documentada-
cinos hispanos de Portoviejo. De éste mente que “la Gran Colombia” no existió
deviene el pueblo de San Lorenzo de y fue una invención de los historiadores
Jipijapa, el cual lleva este nombre en de los siglos XIX y XX. Era pues, simple-
recuerdo de su noble cacique Jipijapa, mente, la república de Colombia; a la que
pertenecimos de 1824 a 1830 como De-
se redujeron en él las comunas de Pi- partamento del Sur, compuesto por tres
pay, Jipijapa La Baja, Jipijapa La Alta, distritos: Quito, Cuenca y Guayaquil,
Apelope, Apechinche, Sancán, Pilla- este distrito a su vez dividido en dos pro-
sagua y Picalanseme.4 vincias Guayaquil y Manabí.
6. Maritza Aráuz Pueblos de indios en la Costa
La misma autora también anota ecuatoriana Jipijapa y Montecristi en la mitad
en su importante obra que: del siglo XVIII, Colección a la Costa, p. 61.

7
El rey de España reconoció a las para que estos no fueran explotados,
élites nativas; es decir, la nobleza e la misma que le fue concedida por
importancia que tuvieron durante la el mencionado virrey, presentándo-
colonia los caciques, régulos, curacas la ante el Cabildo de Guayaquil el 2
y demás descendientes de los gober- de abril de 1624 para poderla acatar y
nantes de estos pueblos aborígenes, hacerla cumplir en el territorio de su
a quienes les concedió títulos y les comunidad y cacicazgo.7
otorgó escudos con nuevos elementos
heráldicos. Una heráldica general que BACUSOY
se componía de un mismo escudo: en
campo de plata o de oro, con un indio Cacique Don Luis Bacusoy
con su color de piel cobriza, con tres
plumas en la cabeza unidas por una Su pariente cercano don Maria-
cinta dorada, las mismas que eran de no Bacusoy, en Jipijapa el 27 de febre-
colores rojo, azul y verde, según in- ro de 1790, reclamó ante la Real Au-
formación del genealogista guayaqui- diencia de Quito, que debería quedar
leño don Pedro Robles y Chambers, libre del oficio de barrer las calles del
escudo de armas con el que grafica- pueblo, por tener parentesco con este
mos este estudio. noble Cacique y ser de familia india
Este artículo es un muestreo de noble.8
lo que en mis investigaciones he ido
encontrando sobre los apellidos de (Chapi): Cacique Don Francisco
los caciques del litoral ecuatoriano; Chapi
habiendo seleccionado, para esta pu-
blicación, solamente a los manabitas. Cacique Principal del pueblo
Los manabitas serán, en mi opinión, de Manta, en el distrito de Quito, el
los protagonistas del rescate de la 17.I.1706 solicitó que se le haga mer-
historia, la memoria colectiva de los ced del título de gobernador de los
apellidos de la toponimia nativa de lo
que hoy es la hermana provincia de
Manabí. He organizado estos apelli- 7. Juan Freile Granizo, Actas del Cabildo
dos en orden alfabético, de la siguien- Colonial de Guayaquil, tomo VII, años de
1690 a 1694, Guayaquil, transcripción y
te forma: versión de Juan Freile Granizo, Subge-
rencia del Centro de Investigación y Cul-
(Anzules): Don Pedro Anzules tura, Banco Central del Ecuador, Publi-
cación del Archivo Histórico del Guayas,
1988, p. 19.
Nacido hacia 1580, Cacique Prin- 8. Ezio Garay Arellano, Compilación biográ-
cipal y Gobernador de Jipijapa, solici- fica-genealógica de los fundadores de Santia-
tó al virrey del Perú, el Duque de la go de Guayaquil (1534-1605), Guayaquil,
publicación del Programa de Rescate
Palata, le otorgara una real provisión
Editorial de la Biblioteca Municipal de
en la que se reglamentara el cobro de Guayaquil, M. I. Municipalidad de Gua-
los diezmos a los naturales de Jipijapa yaquil, 1a. ed., octubre de 2006, p. 216.

8
No. 24 • Un encuentro con la historia

indios de Manta, Puerto Viejo, Guaya- Chiquito: I. Tomasa Chiquito y


quil y su distrito, que se le encomien-
den mil ducados por dos vidas, que se
Anzules
le den doce indios que le acompañen
Nacida hacia 1735, hija de los
y que pueda llevar traje de español.9
caciques Anzules de Jipijapa; tuvo
con el capitán de Infantería don Gas-
Chipe: I. Don Diego Chipe par Timoteo Ruiz Cano y Ramírez de
Arellano, bautizado en Guayaquil el 1
Nacido hacia 1758, Cacique de la de febrero de 1729, Alcalde Ordinario
parcialidad de Apipay; casó con doña del Cabildo el 1 de febrero de 1765;
Juana Paulina Pin y Ávila, nacida ha- hijo legítimo del Maestre de Campo
cia 1766, India Principal del pueblo de don Gaspar Ruiz Cano y Pérez de
San Lorenzo de Jipijapa donde testó Vargas, nacido en la villa de Ocaña,
el 12 de septiembre de 1816 ante don en Castilla, España, hermano de don
José Luis de la Vega, Teniente de Go- Pablo Ruiz Cano y Pérez de Vargas,
bernador de Portoviejo; hija legítima Marqués consorte de Soto Flori-
de don Victoriano Pin, nacido hacia do, que pasó a la ciudad de Los Re-
1741, Indio Principal de Jipijapa y de yes donde se casó con doña Narcisa
Mónica Ávila, nacida hacia 1746; sus Sáenz Galeano, II Marquesa de Soto
hijos: Florido, sobrina y heredera de don
Doña Andrea Chipe y Pin, nacida Tomás González Galeano, I Marqués
hacia 1786, fallecida niña. de Soto Florido; don Gaspar se casó
Doña María Felipa Chipe y Pin, en Guayaquil en la iglesia Matriz el
nacida hacia 1788, casó con don 24 de enero de 1718, velando su ma-
Antonio Medina, nacido hacia trimonio en la misma iglesia el 10 de
1782; su hija: julio de ese año con doña María Mag-
Doña María Narcisa Chipe y Medi- dalena Ramírez de Arellano y Rome-
na, nacida hacia 1802.10 ro Maldonado, de la misma familia de
los Condes de Aguilar. Sus hijos:
Don Lázaro Chipe Don Francisco de Paula Villavicen-
cio Ruiz Cano Ramírez de Arellano
Era Cacique de Jipijapa en 1755,11 y Chiquito Anzules, que continúa
seguramente pariente del anterior. en II.
Doña Bartola Chiquito Anzules,
9. Archivo General de Indias, en adelante
nacida hacia 1770; fue madre de:
AGI, Quito, 26, No. 53. Doña Jesús Villandrando y Chi-
10. Ibídem, p. 229. quito Anzules; tuvo amores con
11. Maritza Aráuz Pueblos de indios en la Costa
ecuatoriana Jipijapa y Montecristi en la mitad
el marido de su prima hermana
del siglo XVIII, Colección a la Costa, p. 68. don Juan Antonio Menéndez y
12. Archivo Histórico de la Curia Arzobispal del Barco.12
de Cuenca, en adelante AHCA/C, Infor-
maciones Matrimoniales, Caja No. 10.
9
II. Don Francisco de Paula Vuestra Alteza como descendiente
de los Caciques principales de Jipi-
Villavicencio Ruiz Cano japa, don Francisco Villavicencio es
Ramírez de Arellano igualmente noble que su padre con-
y Chiquito Anzules forme las leyes.

La segunda sentencia a que hace


Nacido hacia 1765, fue Admi- referencia el procurador Barbosa, dic-
nistrador de Rentas Reales en Gua- tada en la causa criminal que se le
yaquil, Baba y Portoviejo, Teniente de siguió a Villavicencio por parte del
Gobernador de Portoviejo en los años Defensor de Naturales don Antonio
de 1800, 1808, 1809 y 1810, con man- Vallejo, por culpables procedimientos
do político y militar del destacamento como Administrador de la Real Renta
de Dragones a sueldo. Don Francisco de Tabaco, en agravio de varios indios
de Paula levantó un expediente de in- del pueblo de Jipijapa, dice así:
hibitoria ante el Escribano don Alejo
Guiraldes Pereyra y Castro, contra
Absuelvo y doy por libre a dicho
don José de Aguirre Irrizari, goberna- Villavicencio de todas las culpas
dor de Guayaquil, que lo separó del deducidas contra él, declarándose,
cargo que ocupaba, alegando su natu- por consiguiente, no corresponderle
ralidad y origen mestizo, cuando en en manera alguna el indigno trata-
realidad era descendiente de familias miento que le hace dicho Protector,
nobles y principales. Consta por este llamándolo mixto de mita y zam-
documento que Villavicencio, por bo, siendo muy diversa su calidad
medio del procurador Barbosa que y extracción, como hijo natural del
capitán don Gaspar Ruiz Cano y
presentó poder otorgado ante el es-
de doña Tomasa Chiquito Anzules,
cribano don Alejo Guiraldes Pereyra India Principal, descendiente de
y Castro: caciques antiguos de las parcialida-
des de Sancán y Payachi, según se
se queja de que su enemigo personal ha probado. Se desaprueba, desde
don José de Aguirre Irizarri, gober- luego, el indebido tratamiento, pero
nador de Guayaquil, lo ha separado el Protector tiene una disculpa en el
violentamente de su empleo de ad- hecho de haber nacido dicho Villa-
ministrador de la Real Renta de Ta- vicencio bajo del matrimonio que
baco, sin otro motivo que su falta de contrajo su madre con don Antonio
calidad, y presenta en su descargo Villavicencio, después de cinco o
la sentencia en la que se lo recono- seis meses de concebido, lo cual da
ce como noble, por ser hijo natural suficiente motivo para eximirle de la
del capitán don Gaspar Ruiz Cano, calumnia, que no se le debería per-
sujeto de las primeras familias de donar en otras circunstancias.
Guayaquil; y que, por lo mismo,
aun prescindiendo de la notoria Fue declarado en posesión de
nobleza de su madre, doña Toma- hidalguía por la Real Audiencia de
sa Chiquito Anzules, declarada por Lima. Testó don Francisco de Paula,

10
No. 24 • Un encuentro con la historia

el 1 de junio de 1809, el mismo que Casó con doña Mariana de Jesús


corre insertado en los Protocolos del Bravo de Brito y Vera; hija legítima
Escribano don Juan Gaspar de Casa- de don José Máximo Bravo de Brito y
nova, donde dice lo siguiente: Briones, que casó con doña Gregoria
de Vera; también tuvo sucesión con
Yo don Francisco de Paula Ruiz doña Francisca de Borja Cantos y con
Cano, conocido por Villavicencio, doña Isidora de Cedeño y Manrique
hijo según consta en documentos de Lara;13 sus hijos:
judiciales del caballero hijodalgo
Don Agustín María Ruiz Cano y
notorio don Gaspar Ruiz Cano, pri-
mo hermano dicho señor por con- Villavicencio, falleció soltero y sin
sanguinidad del señor Marqués de sucesión.
Soto Florido, en Lima, tío político Doña María Eufemia Villavicencio
del excelentísimo señor Francisco y Bravo, casó en Portoviejo con
de Requena, teniente general de dispensa otorgada en Cuenca
los Reales Ejércitos de Su Majestad,
el 26 de septiembre de 1806 con
quien se ha dignado tratarme y re-
conocerme por pariente político en
don Juan Antonio Menéndez y
documentos reconocidos y autori- del Barco, teniente de Goberna-
zados por el Gobierno, que existen dor y Justicia Mayor de Porto-
en mis papeles de naturaleza, y re- viejo y Cabo Mayor de Centinela
conocido que soy de mis mayores y de sus pueblos de 1806 a 1808,14
parientes paternos y declarado hijo alcalde primero de Portoviejo en
natural por la Real Justicia en auto 1822, gobernador de Manabí en
de 22 de agosto de 1790, corrobora- 1831, hijo de don Alonso Menén-
do por otro de este Gobierno, Super-
dez y Rodríguez y de doña Este-
intendencia de Quito y Real Chanci-
llería de dicha ciudad, como hijo de
fanía de Jesús del Barco y Loor;
doña Tomasa Chiquito y Anzules, con sucesión.
descendiente por línea recta de los Doña María Eugenia Villavicencio
nobles caciques Anzules de Jipijapa, y Bravo, casó con don Vicente
como consta de sus documentos ju- Anastasio Menéndez del Barco,
diciales, amparado en dicha noble
naturaleza por repetidas y superio-
res providencias, con cuasi posesión
de hidalguía por la Real Audiencia 13. Ezio Garay Arellano, Contribución pa-ra el
Pretorial de Lima, obedecidas las estudio de la sociedad colonial de Guayaquil,
Ejecutorias por el gobierno de Gua- archivo Pedro Robles y Chambers, diri-
yaquil y provincia de Portoviejo, gido, corregido y aumentado por Ezio
Garay Arellano, tomo III, Guayaquil, 1a.
que todo se encontrará en dichos
ed., publicación del Programa de Resca-
mis papeles. Ordeno y mando a mis te Editorial de la Biblioteca Municipal de
hijos que usen sus verdaderos ape- Guayaquil, M. I. Municipalidad de Gua-
lativos que les corresponden: Ruiz yaquil, 2008, pp. 668-679.
Cano y Bravo de Brito, etc. 14. Archivo de don Pedro Robles y Cham-
bers, en adelante APRyCh.

11
hermano de su cuñado; con des- y doña María López de Balma-
cendencia.15 ceda. Abuelos maternos: don
Doña Francisca Gabriela Villavi- Francisco de Mateos Aparicio y
cencio y Bravo, casó con el gene- doña María González Cordero;16
ral don José María de Andrade con sucesión.
y Mateos, nacido en Jerez de la Doña María de la Luz Villavicencio
Frontera, España, bautizado en y Cantos.
la Capilla de San Juan de Letrán, Don Agustín Villavicencio y Ce-
de cinco días de nacido, el 24 de deño, fue el hombre más rico de
marzo de 1783, teniendo por sus Manabí, fue el padrino de bau-
padrinos a don Manuel de Obre- tizo del general don Eloy Alfaro
gón y doña Manuela Carrasco; Delgado; casó con doña Martina
hijo legítimo de don Juan de Zambrano y Vera; sus hijos:
Andrade y López de Balmaceda,
Doña Carlota Villavicencio y Zam-
bautizado en la misma Capilla
brano, casó con don Manuel Ar-
de San Juan de Letrán de Jerez
teaga y Espinosa; con descen-
de la Frontera, de tres días de
dencia.
nacido, el 24 de marzo de 1755,
siendo su padrino don Francis- Don Salomón Villavicencio y Zam-
co Sáenz de la Espuela; se casó brano, casó con doña María del
en la iglesia de San Marcos de Rosario Loor e Intriago, viuda
Jerez de la Frontera el domingo de don Juan Álvarez del Barco;
6 de febrero de 1774 con doña con sucesión.
Petronila de Mateos y Aparicio Don Alejandro Villavicencio y
González Cordero, bautizada en Zambrano, casó con doña Ana
la iglesia mayor de Lebrija, de Alarcón y Villamil; con prole.
un año un mes de nacida, el 2 de Don Guillermo Licurbo Villavicen-
diciembre de 1752, fue su padri- cio y Zambrano; casó con doña
no don Lorenzo Quieto. Abuelos Eloísa Velásquez y Pinoargote;
paternos: don Juan de Andrade con descendencia.
Don Solón Villavicencio y Zam-
brano; casó con doña Clemencia
Loor y Velásquez; con sucesión.
Doña Josefina Villavicencio y Zam-
15. Ibídem. brano.
16. AHCA/C, Informaciones Matrimonia-
les, Caja No. 14, Expediente 5976. Doña Mariana Villavicencio y
17. Ezio Garay Arellano, Contribución para el Zambrano.
estudio de la sociedad colonial de Guayaquil,
archivo Pedro Robles y Chambers, diri- Doña Lucrecia Villavicencio y
gido, corregido y aumentado por Ezio Zambrano, estas tres hermanas
Garay Arellano, Ob. Cit., pp. 229-232. fallecieron solteras.17

12
No. 24 • Un encuentro con la historia

I. Don Francisco Chiquito cacique don Manuel Parrales Soledis-


pa; el regidor mayor Juan Reyes; los
Nacido hacia 1708; casó con regidores: don Raymundo Soledis-
doña Florencia Anzules y Chóez, na- pa, Mariano Vicente Tumbaco, don
cida hacia 1713, hija de don Pedro An- Apolinario Soledispa, Sebastián Pin-
zules, nacido hacia 1685; casado con cay, Pedro Alcántara Chele, don Juan
doña Isabel Chóez, nacida hacia 1688, Pablo Soledispa, el procurador del
Caciques de la parcialidad de Sancán Cabildo don Gaspar Soledispa; don
y Payache; fue su hijo: Mateo Coaboy, don Pedro Chóez, don
Manuel Pin; el escribano de Cabildo
II. Don N. Chiquito Anzules Francisco Muñis; Florentino Villamar,
don Agustín Bacusoy Ligua, don Ve-
Nacido hacia 1733, desconoce- nancio Reyes, don Mariano Damián
mos su nombre y con quién se casó; Pionce, don Juan Manuel Chóez, don
pero sabemos que el padre de: Pedro Chiquito, don Pedro Chóez,
don Anselmo Parral, don Eugenio Pi-
llasagua, don Esteban Chiquito, don
III. Don Ramón
Juan Apolinario Chóez, don Diego
Chiquito Anzules Ignacio Chóez, don Jacinto Chiquito,
don Juan Pibaque, don Apolinario Pi-
Nacido hacia 1758; en 1790 lo- baque, y don Mariano Chóez.
gró ser liberado de la mita y el tributo
por ser lejano descendiente de caci- Estos vecinos principales de Ji-
ques. Presentó su genealogía el año pijapa fueron reunidos por insistencia
siguiente de 1791 ante las autoridades del Gobernador Parrales, quien a pe-
locales y la Real Audiencia de Quito dido de los pobladores de Jipijapa y
para obtener la posesión del Cacicaz- amparados por una expresa orden del
go que estaba vacante de Apechinche; Virrey de estos reinos, se debía tratar
logrando que el 6 de abril de 1795 la con carácter de urgencia el asunto de
Real Audiencia de Quito le otorgara la explotación y la saca de la paja to-
una Real Provisión nombrándolo Ca- quilla o mocora, para evitar que se la
cique Provisional de la parcialidad lleven a otros puertos del reino, por
de Apechinche. En 1801 interpone la enorme importancia que tenía este
nuevamente sus oficios ante la Au- producto para sus habitantes, quienes
diencia quiteña para que se lo nom- conocían ampliamente cómo apro-
bre a perpetuidad Cacique. El 21 de vecharla; y, además, representaba su
enero de 1803 era Cacique de Jipijapa sustento principal. El documento ori-
cuando presidió el Cabildo abierto ginal reza lo siguiente:
y ampliado de esa población, junto
al gobernador don Manuel Parrales Sobre desempañar en la inmemora-
ble industria de hacer sus sombreros
y Guale; el alcalde mayor Marcelino
y hamacas vendiéndolos con mode-
Toala; el alcalde Casimiro Tigua; el rados precios, tener suficientes in-

13
gresos económicos para pagar sus toda la provincia para que los obe-
tributos y demás obligaciones. dezcan y quien la contrariase sería
castigado con ocho días de cárcel.
Comunicando este cuerpo edili-
cio, que hace tres años atrás los pue- Confirmaba, certificaba y ordenaba
blos de la Punta (hoy Santa Elena) es- al teniente de Portoviejo esta orden
taban en total abandono y no tenían virreinal el gobernador de la provin-
el oficio de hacer sus sombreros, ne- cia de Guayaquil don Bartolomé de
cesitaban de la paja para la manufac- Cucalón Villamayor Vera y Garcés.
Se comisionó para que hagan eje-
tura de dichos sombreros hechos de la
cutar los bandos a los señores don
toquilla, como de la mocora a la que Domingo Campe y don Rudecindo
comúnmente llamaban paja. Garcés. Los bandos no eran otra
Pedían los munícipes jipijapen- cosa que la solemnidad de un man-
ses, que se prohibiera que la paja sa- dato con que se revestía la publi-
liera de esa provincia por la vía de los cación de una orden superior o sea
la difusión de un edicto o mandato
valles hasta Lima, o sea por tierra, a
ordenado en este caso por el virrey,
través del comercio de recuas de mu- el gobernador de Guayaquil y el te-
las y también por la vía marítima. Y niente gobernador de Portoviejo.
que sus habitantes se dedicasen a ela- A los ocho meses de este Cabildo
borar sus hamacas y sus sombreros: que puso en vigencia la prohibición
“Para el beneficio y alivio de los de la saca de paja toquilla o moco-
indios”. ra de la jurisdicción de Jipijapa, en
la ciudad de Portoviejo el 9 de sep-
Que se impongan las penas nece- tiembre se aprehendió y se lo puso
sarias para impedir que este producto en la cárcel pública de esa ciudad a
saliera de Paján; esta ordenanza fue don Fernando Calderón de la Barca,
promulgada aquel día para todos los comerciante originario de la ciudad
habitantes de la jurisdicción del pueblo de San Juan de Pasto (hoy Colom-
de San Lorenzo de Jipijapa, así como bia), que se había establecido en la
para los peones y arrieros forasteros población de Jipijapa, dedicado a
comercializar la toquilla o mocora
que llegaban ha recoger dichas pajas.
en negocios propios de este oficio
Se prohibía terminantemente con los indios productores y recoge-
este comercio con arreglo del señor dores de paja.
Virrey quien ordenó al teniente de go- El teniente gobernador don Ma-
bernador de la ciudad de San Grego- nuel Ponce certificó que Calderón
rio de Portoviejo don Manuel Ponce de la Barca había declarado con un
informe falso respecto a este comer-
de León y Cosío, ordenando a este:
cio, aduciendo que había dado a los
indios 480 pesos para que lo prove-
Que los indios de Paján no vendan yeran de este artículo para llevarlo
la paja a los comerciantes sino que fuera de la jurisdicción antes de la
hagan hamacas, sombreros y demás prohibición del Cabildo de Jipijapa
labores que se apliquen a este traba- de enero de aquel año, cosa que se
jo, que se publiquen por bandos en

14
No. 24 • Un encuentro con la historia

comprobó que fue mentira y pagó la II. Don Agustín Chóez


pena de cárcel y el pago respectivo
de la multa por no haber acatado y Anzules
esta prohibición como era la de no
llevarse la paja fuera de la jurisdic- Nacido hacia 1695, su padre le
ción de San Lorenzo de Jipijapa, la dejó la parcialidad de Payache, para
paja era el producto manufacturero cuando tuviera la mayoría de edad
de ese entonces que sostenía la eco- pudiera suceder en el cacicazgo; pero
nomía del anejo de Paján”.18 sus padres murieron, quedando tan-
to él como su hermano ignorando el
(Chóez): I. Don Juan Chóez derecho que tenían a estos cacicazgos,
sin educación, sin saber leer y escribir;
Nacido hacia 1664, Cacique de por este motivo, don Agustín nunca
la parcialidad de Payache, en tierras se benefició con el derecho que tenía
de la jurisdicción de San Gregorio de al cacicazgo, quedándose solamente
Portoviejo; cuando se casó dicho Ca- con el distintivo de Indio Principal y
cique pasó con toda su parcialidad de sin hacer caso del derecho natural que
indios de su nación a residir al pueblo tenía que su padre le había dejado:
de Jipijapa, quedándose a gobernar “tanto por su flojedad como no tener
en ese pueblo, las dos parcialidades la codicia, ni ambición y de ser incapaz
de él y la de su mujer. Casó con doña de cumplir sus obligaciones y así se
Catalina Anzules, nacida en el pueblo mantuvo hasta los 90 años”, declaró
de Jipijapa hacia 1673, cacica de ese su nieto cuando reclamó ante la Real
pueblo de la parcialidad de Sancán; Audiencia de Quito su derecho al ca-
sus hijos: cicazgo. Casó con doña María Rodrí-
guez, nacida hacia 1700; sus hijos:
Don Pedro Anzules y Chóez, na-
cido en Jipijapa hacia 1693, su Don Tomás, que sigue en el III.
padre le puso el apelativo de su Don Diego Chóez y Rodríguez, na-
madre para que heredase el Ca- cido hacia 1722.
cicazgo de la parcialidad de San- Dos mujeres que se desconocen
cán, que pertenecía a su madre. sus nombres.
Don Agustín, que continúa en el Don Manuel Chóez y Rodríguez,
II. nacido hacia 1727.

III. Don Tomás Chóez


18. Ezio Garay Arellano, “Paján la impor- y Rodríguez
tancia de la producción de la paja to-
quilla o mocora”, en Ramiro Molina Ce-
deño, edit., Manabí su historia-su nombre Nacido hacia 1720, estuvo en la
II, Memorias del IV Encuentro Nacional de misma situación que su padre y abue-
Historiadores “Temístocles Estrada Santos”, lo, ignoró todo el tiempo el derecho
Portoviejo, julio, 2009, pp. 158-166. que tenía al cacicazgo, como hijo pri-

15
mogénito; casó con doña María Sole- que de Colonche el 13 de enero
dispa, nacida hacia 1725; conocemos de 1749; hijo de don Diego Cay-
a su hijo: che y Tomalá, nacido hacia 1689,
Don Pedro Chóez y Soledispa, naci- Indio Principal de Daule, heredó
do en Jipijapa hacia 1749, Indio el cacicazgo de Colonche de su
Principal de ese pueblo quien el abuelo el 14 de junio de 1719 y
21 de octubre de 1789, reclamó de doña Elena Baidal, nacida ha-
sus derechos al cacicazgo de la cia 1675; nieto de doña María To-
parcialidad de Payache, ante la malá, nacida hacia 1663; bisnieto
Real Audiencia de Quito.19 de don Juan Tomalá, nacido ha-
cia 1633, Cacique de Colonche.20
IV. Don Feliciano Chóez
y Anzules Don Tomás Chóez
No sabemos si se trata de la mis-
Nacido hacia 1714, Cacique de
ma persona ya citada anteriormente;
Sancán y Payache en Jipijapa, segu-
él con don Manuel Soledispa como
ramente pariente de los citados ante-
Indios Principales y naturales de Jipi-
riormente; se ignora el nombre de su
japa se presentaron ante el Virrey de
esposa; fue padre de:
Santafé; como representantes y apo-
Doña María Dolores Anzules y derados de los caciques de Jipijapa
Chóez, nacida hacia 1744, Cacica don Feliciano Anzules, don Antonio
de Sancán y Payache, casó con Soledispa, don Tomás Toala, don José
don Santiago Guale, nacido ha- Talca y don Lázaro Chipe, quienes
cia 1739, cacique, Indio Principal asesorados por el protector de natu-
de Huancavelica, Perú, vecino rales don José de Herrera y Guzmán
de Jipijapa en 1792; sus hijos: redactaron este poder en el que de-
Don Mariano Guale y Anzules, na- nunciaban los abusos cometidos con-
cido hacia 1760, cacique. tra los indios de Jipijapa por parte de
Doña Ramona Guale y Anzules, los corregidores, tenientes, jueces de
bautizada en Colonche el 21 de comisiones y aun los curas doctrine-
mayo de 1764, casó con don Ma- ros, las dos denuncias fueron:
nuel Ignacio Cayche Tomalá y
Baidal, nacido hacia 1720, caci- Que los corregidores del menciona-
do pueblo de Jipijapa y otros de la
provincia de Quito acostumbraban
empadronar… a los indios nativos
y oriundos en los parcialidades de
dicho Jipijapa y se siguen varios in-
convenientes y confusiones para la
19. Ibídem, 2006, pp. 232-234. cobranza y percepción de los tribu-
20. Ibídem, p. 215. tos de Su Majestad.

16
No. 24 • Un encuentro con la historia

Que los mismos funcionarios de- co y maní, la llevó al puerto de Manta


claran por mestizos a los hijos de y la embarcó rumbo a Panamá, por
indias sin proceder con prolijidad lo cual el cacique de Picoazá también
y justificación, y el intolerable abu- manifestaba que el Corregidor de
so con que se hallan gravados los
Guayaquil enviaba a los naturales de
desdichados indios de aquella pro-
vincia porque los corregidores y te- Picoazá a “subir a la montaña”, obli-
nientes hacen viajar a menudo como gándolos a abandonar sus cultivos,
correos a los indios sin sufragarles para que recolectaran “zarzaparrilla
ningunos viáticos. y cabuya”, pagándoles 12 reales por
arroba y los obligaba a llevar la carga
Por lo que resolvió el Virrey de al pueblo de Jipijapa.22
Santafé don José de Solís Folch de
Cardona expedir el siguiente decre- (Cruz): Cacique don Marcos de
to fechado el 20 de marzo de 1755, el
mismo que dice: la Cruz
El 15 de octubre 1680 se le otor-
Vistos líbrese despacho para que los
gó una Real Cédula que fue enviada
corregidores del pueblo de Jipijapa
y demás del distritito de la Real Au- al corregidor de Guayaquil don Do-
diencia de Quito alisten a los indios mingo de Iturri y Gaztelú, para que
en los lugares de sus vecindarios, y atienda la petición de don Marcos, en
no en otros. Y para que no los desti- la que si se le comprobaba, por docu-
nen de correos aunque sean del Real mentos, que ésta era verdadera, se le
Servicio sin pagarles lo correspon- restituya el cacicazgo del puerto de
diente a su viaje y para que no haya Manta y Charapotó en la ciudad de
declaraciones de mestizos a los hijos San Gregorio de Puerto Viejo.23
de indios por ser privativo al Señor
Presidente de dicha Real Audiencia,
y ajeno del empleo de los Corregi- (Jipijapa): Cacique Jipijapa
dores quienes cumplirán todo lo
mencionado so pena de mil pesos.21. Antiguo Régulo que dio el nom-
bre al pueblo de San Lorenzo de Jipi-
japa.
(Coaboy): Don Simón Coaboy
El 2 de agosto de 1666 era Alcal-
de del pueblo de Jipijapa, declaró en
los autos que se siguieron ante la Real
Audiencia de Quito contra el corregi-
21. Maritza Aráuz, Pueblos de indios en la Cos-
dor de Guayaquil don Pedro de Soló- ta ecuatoriana Jipijapa y Montecristi en la
rzano, denunciando en este proceso mitad del siglo XVIII, Colección a la Costa,
que Solórzano compró una cantidad pp. 68-69.
22. Ibídem, p. 65.
de fanegas de maíz, manteca de puer-
23. AGI, Real Audiencia, Quito, 213, L.9,
F.76R-78R.

17
(Lebique): I. Don Pablo Lucas (Ligua): I. Don Juan Ligua
Lebique Marín “El Viejo”
Nacido en Montecristi hacia Nacido hacia 1667, Cacique de
1770, Cacique de la parcialidad de la parcialidad de La Baja y Alta en
Lebique en el pueblo de San Pablo de Jipijapa jurisdicción de la ciudad de
Montecristi, donde el 12 de diciembre San Gregorio de Portoviejo; renunció
de 1800, por orden de la Real Audien- al cacicazgo por estar muy viejo el
cia de Quito, redujo su parcialidad de año de 1777; se casó con doña Josefa
Lebique en esa población.24 Casado con Loma, nacida hacia 1710; sus hijos:
la cacica doña Isabel Mantuano, nacida Don Juan Ligua y Loma, que con-
en Montecristi hacia 1779; su hijo: tinúa en II.
Don Javier Lebique Marín y Man- Don Pedro Ligua26 y Loma, nacido
tuano, bautizado en Montecristi, hacia 1692, le arrebató el cacicaz-
de un día nacido el 11 de junio go a su hermano Juan que era el
de 1801, fueron sus padrinos el primogénito y heredero; presen-
cacique don Manuel Soledispa y tó autos ante la Real Audiencia
Parral.25 de Quito para poder ser Cacique
de la parcialidad de La Baja y
Alta, se presentó una escritura
en Portoviejo el 12 de octubre de
1797 ante el escribano don Diego
24. Ezio Garay Arellano, “Paján la impor- Zedeño de Betancourt, en el que
tancia de la producción de la paja to-
quilla o mocora”, en Ramiro Molina Ce-
declaró:
deño, edit., Manabí su historia-su nombre
II, Memorias del IV Encuentro Nacional de Digo que desde el año pasado de
Historiadores “Temístocles Estrada Santos”, 1777, mi padre por vejez que tuvo
pp. 240-241. en la ocasión renunció a dicho cargo
25. Archivo de la iglesia de San Pablo de
y cacicazgo y parcialidad nombrada
Montecristi, en adelante AI/M, Libro
de Bautizos No. 1, años de XII.1789 a de la Baja así como Alta, hijo legíti-
IX.1804. mo y mayor por tener yo capacidad
26. La historiadora por error de transcrip- y suficiencia para esto será que yo
ción escribe el apellido Sigua, cuando es pueda usar y ejercer dicho cargo
Ligua su escritura original. que en efecto me renunció, por ser
27. Ezio Garay Arellano, “Paján la impor- yo, sucesor primogénito al dicho
tancia de la producción de la paja to- cacicazgo y después de mí a don
quilla o mocora”, en Ramiro Molina
Carlos Ligua, fallecido, y después
Cedeño,edit., Manabí su historia-su nom-
bre II, Memorias del IV Encuentro Nacio- de don Carlos, don Cristóbal, don
nal de Historiadores “Temístocles Estrada Blas, doña Inés Ligua, doña María,
Santos”, pp.240-241; y Maritza Aráuz, 4 después de 3 hermanos difuntos y
Pueblos de indios en la Costa ecuatoriana 2 hermanas difuntas, sigue esto don
Jipijapa y Montecristi en la mitad del siglo Juan Ligua mi hermano el menor de
XVIII, Colección a la Costa, pp. 89-91. todos.27

18
No. 24 • Un encuentro con la historia

Pero sabemos que él no fue el Don José Jalca y Chóez, nacido ha-
primogénito si no que usurpó el cia 1743.
cacicazgo; tuvo una hija: Don Carlos Ligua y Loma, nacido
Doña Juana Ligua, nacida hacia hacia 1693.
1720; casó con don Cristóbal Jal- Don Cristóbal Ligua y Loma, naci-
ca, nacido hacia 1718; su hijo: do hacia 1694.
Don Juan Crisóstomo Jalca y Ligua, Don Blas Ligua y Loma, nacido
nacido hacia 1743; casó con doña hacia 1695.
Isabel Chóez, nacida hacia 1744; Doña Inés Ligua y Loma, nacido
sus hijos: hacia 1696.
Don Pedro Jalca y Chóez, nacido Doña María Ligua y Loma, nacido
hacia 1764, heredó el cacicazgo hacia 1697.
de su abuelo don Pedro Ligua y
Loma, pero falleció en 1786 al no II. Don Juan Ii Ligua y Loma
tener hijos lo heredó su hermano
Vicente. Nacido hacia 1691; casó con
Don Vicente Jalca y Chóez, nacido doña María Tomalá, nacida hacia
hacia 1740; Gobernador de los 1733; conocemos a dos de sus hijos:
indios de Jipijapa, ganó el juicio Don Francisco Ligua y Tomalá,
de legitimidad del cacicazgo de que sigue en III.
La Baja a su primo don Juan San- Don Bernardo Ligua y Tomalá, na-
tos Ligua y Soledispa, porque la cido hacia 1720, como no tenía
línea de sucesión del menciona- descendencia le dio los papeles
do cacicazgo la tenía su rama que probaban la sucesión al ca-
familiar, desde que su abuelo cicazgo a su sobrino don Juan
materno, don Pedro Ligua y Santos Ligua, como se verá más
Loma, lo usurpó y se había man- adelante.
tenido en tres generaciones. La
Real Audiencia lo reconoció por III. Don Francisco Ligua
cacique y le agregó el cacicazgo y Tomalá
de la parcialidad de Apechinche
que estaba vaco, pero fue recha- Nacido hacia 1716; casó con
zado por no ser del pueblo de doña Josefa Soledispa, nacida hacia
Apechinche sino de La Baja; don 1720; fueron los padres entre otros hi-
Vicente declinó al cacicazgo en jos de:
1788, aduciendo que las dos lo-
calidades juntas eran demasiado IV. Don Juan Santos Ligua
numerosas y que se bastaba con y Soledispa
la de La Baja, justamente lo con-
trario cuando las autoridades le Nacido hacia 1741, el año de
entregaron el cacicazgo. 1766 entabló un juicio para que se lo
legitimara como Cacique de la parcia-
19
lidad de La Baja, cargo que ocupaba Don Santiago Lucán y Anchundia,
su primo el Gobernador de Jipijapa bautizado el 27 de julio de 1776,
don Vicente Jalca y Chóez; su tío don padrinos Victorino Chilán y su
Bernardo Ligua y Tomalá, le dio los mujer María Páez; ante la Real
documentos que lo podrían haber Audiencia de Quito presentó un
legitimado para ocupar el cacicazgo expediente fechado en Guaya-
de La Baja usurpada por su tío abue- quil el 21 de septiembre de 1800
lo, que, a su vez, era abuelo materno para obtener la protección gene-
de don Vicente Jalca. Los papeles en ral de esa Audiencia para poder
cuestión eran dos Cédulas Reales: la reducir el Cacicazgo de la par-
1a. otorgada en 1692, que era la exen- cialidad de Jaramijó en el pueblo
ción de pagar tributos por ser indio de Montecristi.28
noble de su abuelo el cacique don
Juan Ligua y Loma; la 2a. dada en (Parrales): I. Don Inocencio
1706, en la que prohibía a las autori- Parrales
dades de Jipijapa a que ocupasen en
el servicio personal a los descendien- Nacido hacia 1717, casó con
tes de su bisabuelo don Juan Ligua I, doña Manuela Guale, nacida hacia
que dice que: 1720; fue su hijo:
Don Manuel Inocencio Parrales
no se ocupe a los hijos de este Ca-
y Guale, nacido en San Loren-
cique y demás descendientes nietos
del dicho don Juan Ligua “El Viejo” zo de Jipijapa el 17 de junio de
en el servicio particular y privado de 1745, falleció en Santa Elena
los curas, corregidores y tenientes. el 4 de mayo de 1803. Presentó
un expediente ante la Real Au-
diencia de Quito quejándose de
(Lucán): I. Don Pascual Lucán la persecución y vejaciones que
había experimentado de resultas
Nacido hacia 1717, Cacique de del pleito que siguió hace nue-
la parcialidad de Jaramijó; casó con ve años contra don Francisco
doña Juana Coó, nacida hacia 1722; de Paula Villavicencio, admi-
fue su hijo: nistrador de tabacos de aquella
Don Santiago Lucán y Coó, nacido provincia.29 Era cacique de los
hacia 1746; casó con Romualda indios de Jipijapa de la parciali-
Anchundia, nacida hacia 1750, dad de Apelape el 15 de julio de
su hijo: 1796, gobernador de indios de
Jipijapa para el 21 de enero de
1803; su biografía es muy cono-
cida por haber luchado por los
beneficios de su comunidad, que
28. Ibídem, p. 241. lo llevó a presentarse ante el Rey
29. AGI, Real Audiencia, Quito, 349, No. 21.

20
No. 24 • Un encuentro con la historia

de España después de su regreso Don Antonio Soledispa


de la corte de Madrid.30
Nacido hacia 1710, testó en Por-
(Picoazá): Cacique Picoazá toviejo en 1776 ante el capitán don
Marcos Fernando de Vera, Teniente
Régulo del antiguo pueblo de Interino de Gobernador de esa ciudad;
Giguiví, su nombre le dio origen al casó con doña María Martina Zambra-
pueblo de Nuestra Señora de la Asun- no, nacida hacia 1718; sus hijos:
ción de Picoazá.31 Don Manuel Soledispa y Zambra-
no, nacido hacia 1749, Cacique
(Salca): Don Vicente Salca de la parcialidad de Aguasá en el
pueblo de Jipijapa; tuvo una litis
Cacique de Baja y Apechinche ante la Real Audiencia de Quito,
en el pueblo de San Lorenzo de Jipija- por este cacicazgo con don José
pa, fue padrino de varios bautizos en Francisco Pin, quien pretendía
Montecristi el 6 de agosto de 1763.32 el mismo cacicazgo por haber-
le pertenecido a su abuelo don
(Soledispa): I. Don Francisco Pedro Asencio Villigua. Cacique
Soledispa principal de Jipijapa para el 2
de agosto de 1791. En el pueblo
Nacido hacia 1685, Cacique de de Montecristi, el 15 de julio de
Aguasá; casó con doña María Parra- 1796 fue padrino de confirma-
les, n. hacia 1690; padres de: ción de 37 niños.
Doña María Soledispa y Zambrano,
nacida hacia 1750.
Don Pedro Soledispa y Zambrano,
30. Ezio Garay Arellano, “Paján la impor- nacido hacia 1757, fue padrino
tancia de la producción de la paja to- de confirmación de 6 niños en
quilla o mocora”, en Ramiro Molina Ce- Montecristi en 1789.33
deño, edit., Manabí su historia-su nombre
II, Memorias del IV Encuentro Nacional de
Historiadores “Temístocles Estrada Santos”, Don Bernardino Soledispa
pp. 242 y 243.
31. Descripción de la Gobernación de Gua-
Nacido hacia 1715, seguramente
yaquil año de (1605), en Revista del Archi-
vo Histórico del Guayas, p. 90. de la misma familia de los citados an-
32. Ezio Garay Arellano, “Paján la impor- teriormente; testó en el pueblo de San
tancia de la producción de la paja to- Lorenzo de Jipijapa el 28 de julio de
quilla o mocora”, en Ramiro Molina Ce-
1798 ante don Agustín Bacusoy y Li-
deño, edit., Manabí su historia-su nombre
II, Memorias del IV Encuentro Nacional de gua, alcalde mayor de esa población,
Historiadores “Temístocles Estrada Santos”, y el escribano público don Francisco
p. 245. Muñiz; estuvo casado con doña María
33. Ibídem, pp. 247-248.
Jacinta Bacusoy; fueron padres de:

21
Don Agustín de la Rosa Soledispa y Don Francisco Soledispa y Bacus-
Bacusoy, nacido hacia 1744. oy, nacido hacia 1754.
Doña Crespina Soledispa y Bacu- Don Julián Soledispa y Bacusoy,
soy, nacida hacia 1745, ya falle- nacido hacia 1755.
cida cuando testó su padre; casó Doña María Tomasa Soledispa y
con don Bernabé Soledispa, na- Bacusoy, nacida hacia 1756.34
cido hacia 1740; su hija:
. Doña Micaela Soledispa y Soledis- (Tohaya, Thoala O Toala): Don
pa. Francisco Tohaya O Toala
Doña María Soledispa y Bacusoy,
nacida hacia 1746. Era Encomendero en vida en el
Doña Marta Soledispa y Bacusoy, pueblo de El Valle [Portoviejo] en la
nacida hacia 1747. reducción de Catarama de ocho in-
dios tributarios; no tenía armas por la
Doña María Tomasa Soledispa y
pequeñez de la encomienda y su po-
Bacusoy, nacida hacia 1748.
breza en el año de 1605.35
Don Severino Soledispa y Bacusoy,
nacido hacia 1749.
Don Tomás Thoala
Don Mariano Soledispa y Bacusoy,
nacido hacia 1750. Era Cacique de Jipijapa en 1755.36
Don Juan Gregorio Soledispa y Ba-
cusoy, nacido hacia 1751. (Uguay): Uguay
Don José Manuel Soledispa y Bacu-
soy, nacido hacia 1752. Nacido hacia 1510, Cacique de
la nación de los Huancavilcas en la
Don Juan Andrés Soledispa y Bacu-
provincia de Portoviejo para el 5 de
soy, nacido hacia 1753.
marzo de 1539.37

34. Archivo Histórico del Guayas, en ade- (Villigua): I. Don Pedro Asencio
lante AHG, EP/J No. 6826. Villigua
35. Descripción de la Gobernación de Gua-
yaquil año de (1605), en Revista del Archi-
vo Histórico del Guayas, p. 81. Nacido hacia 1669, casó con
36. Maritza Aráuz, Pueblos de indios en la Cos- doña María Pincay, nacida hacia 1672,
ta ecuatoriana Jipijapa y Montecristi en la Caciques Principales que fueron de la
mitad del siglo XVIII, Colección a la Costa,
p. 68.
parcialidad de Aguasá, reducidos en
37. Ezio Garay Arellano, “Paján la impor- el pueblo de Jipijapa; fue su hijo.
tancia de la producción de la paja to- Don Eugenio Villigua, nacida ha-
quilla o mocora”, en Ramiro Molina Ce-
deño, edit., Manabí su historia-su nombre
cia 1692, heredó el cacicazgo de
II, Memorias del IV Encuentro Nacional de su padre, pero como solamente
Historiadores “Temístocles Estrada Santos”, tuvo un hijo que murió demen-
p. 258.

22
No. 24 • Un encuentro con la historia

te, nombró heredero del cacicaz- gida al Presidente de la Audiencia de


go a su sobrino nieto don José Quito, para que favorezca en lo que
Francisco Pin y Sancana. pueda a don Pedro en contestación
Doña Juana Villigua y Pincay, na- a varias representaciones que habían
cida hacia 1694; casó con don llegado ante el Rey de España de este
Ambrosio Sancana, nacido hacia noble Cacique.39 Casó con doña Cata-
1700; padres de: lina de Pasao; fue su hijo:
Doña Rafaela Sancana y Villigua, Don Baltazar de Zama o Zaman y
nacida hacia 1719, casó con don Pasao, nacido hacia 1565, indio,
Mateo Pin, nacido hacia 1713; su natural de Jaramijó; Cacique y
hijo: Gobernador de San Esteban de
Charapotó, el 5 de julio de 1594
José Francisco Pin y Sancana, naci-
envió un expediente ante la Real
do hacia 1749, en 1779 tuvo una
Audiencia de Quito para que se
litis ante la Real Audiencia de
le concedieran ciertas mercedes
Quito, como heredero del caci-
en esa población.40 En Madrid, el
cazgo de la parcialidad de Agua-
18 de Julio de 1594 se otorgó una
sá en el pueblo de Jipijapa, que
Real Cédula sobre las mercedes
había pertenecido a su abuelo,
que podría hacersele a don Bal-
con don Manuel Soledispa, caci-
tazar en atención a sus múltiples
que de la parcialidad de Aguasá.
solicitudes.41 En Madrid, el 6 de
enero 1595 se expidió Real Cé-
(Zama O Zaman): I. Cacique dula a don Diego Ruiz Osorio,
Don Pedro De Zama Receptor del Consejo, dándo-
le orden de pago de 500 reales
Nacido hacia 1540, indio natu- a don Pedro de Sedesma para
ral del puerto de Manta en el Perú, ayudar a don Baltasar Zaman,
presentó un expediente el 28 de julio cacique de Jaramijó en la pro-
de 1588 para que se le den mil pesos vincia de Quito.42 El 19 de enero
de gratificación por sus servicios, y le de 1595 se le concedió pasaporte
den en el registro y pueblo de Chara- para que viajara a Quito.43
potó veinte indios cada año para be-
neficiar unas salinas.38 El 24 de Agosto UN CASO ESPECIAL DE
de 1588 se expidió en San Lorenzo
de El Escorial una Real Cédula diri-
ASCENSO SOCIAL

Marcelino Pionce
38. AGI, Real Audiencia, Quito, 23, No. 22.
39. Ibídem, Quito, 211, L.2, F.210R. No fue noble indígena, tuvo la
40. Ibídem, Quito, 24, N.24. ventaja de estar siempre amparado
41. Ibídem, Indiferente, 742, N.179. por la Iglesia ya que, desde la infan-
42. Ibídem, Indiferente, 426, L.28, F.198V-199.
43. Ibídem, Pasaportes, Pasajeros, L.7, E.3905. cia, estuvo relacionado con los curas

23
de Jipijapa. Siendo eximido de los un ejemplo que reconstruye la verda-
tributos por sus dones musicales, se dera historia social de los indios cos-
desempañaba en el oficio de cantor en teños.
la iglesia. Sin recibir sueldo alguno,
movido solamente por su devoción. Apellidos topónimos
En otros expedientes sobre los indios aborígenes manabitas
de la Costa que he investigado, hay
muchos informes de los religiosos de Podemos afirmar como apelli-
los curatos, y doctrinas de los pueblos dos topónimos manabitas estos li-
costeños, que se admiraba que fuera najes que son originarios del pueblo
muy común entre los aborígenes su de San Esteban de Charapotó, así
predisposición hacia la creatividad y tenemos a: Baren o Barren, Chichan-
las artes, sobre todo en las virtudes da, Chila, Cusme, Ganchoso, Gilces,
musicales. Por estos dones especia- Jama, Napa, Mansaba, Mera, Mero,
les, los curas los orientaban y educa- Minaya, Nolasco, Pita, Popote, Sacán.
ban para que cultivasen sus voces y
Del pueblo y puerto de San Pa-
aprendan los instrumentos musicales,
blo de Manta, que se redujeron en el
y que luego conformen los coros de
pueblo de San Pablo de Montecristi;
sus iglesias y conventos.
tenemos a: Albia, Anchundia, Baque,
Don Marcelino Pionce tocaba a Baylón, Cajape, Catagua, Chele, Chi-
veces el clavicordio o el órgano en las lán, Chóez, Espinal, Flores, Jaime,
funciones de las fiestas y las misas de Laines, Lebique, Ligua, Lucán, Lucas,
las cofradías; había aprendido a leer y Majojo, Mantuano, Mero, Monserra-
escribir con los curas; fue mayordomo te, Pachay, Parral, Piguave, Piloso,
de la Cofradía del Señor Resucitado Pilligua, Pincay, Posligua, Quijije,
de Jipijapa, cobrador de los tributos apellido que luego adoptaron como
de Su Majestad de la parcialidad de Delgado, según afirma el historiador
Apechinche, también fue escribano manabita Eugenio de Janón Alcívar,
del Cabildo de Jipijapa. en su obra, El Viejo Luchador, vol. 2:
Logró una sólida posición econó-
mica obtenida por los cargos desem- Como se sabe, Delgado ha sido el
peñados, que lo distinguía de los de- apellido más extenso, refiere que
más indios del común. Esto lo motivó numerosos indígenas del apellido
apelar ante la Real Audiencia de Quito Quijije se enamoraron del apellido y
para ser declarado Indio Principal: él, lo adoptaron en la zona de Monte-
sus hijos y demás descendientes; ade- cristi; y, este, es el apellido materno
del general Eloy Alfaro Delgado
más, entró en contradicción con don
Ramón Chiquito Anzules, solicitando ex presidente de la República y pieza
el cacicazgo vacante de Apechinche. fundamental del liberalismo ecuato-
Pero sus pretensiones fueron denega- riano. Santana, Soledispa, Tumbaco,
das por dicha audiencia, dejándonos Villasagua, Vite.

24
No. 24 • Un encuentro con la historia

En el pueblo de San Lorenzo de


Jipijapa tenemos a: Alay, Anzules, Ba-
que, Bacusoy, Cacao, Cantos, Chele,
Chipe, Chiquito, Chóez, Chompol,
Coaboy, Gordillo, Guale, Guare, Li-
gua, Marcillo, Mero, Parral o Parrales,
Pibaque, Piguave, Pilay, Pillasagua,
Pin, Pincay, Pionce, Posligua, Salca,
Sancán o Sancana, Seguinche, Sole-
dispa, Toala, Tigua, Tubay, VIilligua,
Villón.
Los apellidos que han tenido
más movilidad social en la provincia
de Manabí y fuera de ella son: Baque,
Cacao, Chele, Chóez, Delgado, Mero,
Parral o Parrales, Piguave, Pincay,
Posligua y Soledispa.

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subgerencia del Centro de Investigación
y Cultura, Banco Central del Ecuador, Gua- 1973 Revista del Archivo Histórico del Guayas,
yaquil, Publicación del Archivo Histórico No. 4, año 2, Guayaquil, diciembre.
del Guayas.

25
TIMBRES Y SELLOS EN LA
CONSTRUCCIÓN DEL ESTADO NACIONAL
Manuel Eduardo Andrade Palma

Introito al margen riano. A través de la curaduría de los


documentos manabitas que reposan

E
l presente trabajo responde a la en el “Archivo de la Revolución” de
investigación y recuperación, Ciudad Alfaro, inherentes a los siglos
en equipo, de 5.139 documen- XIX y XX, se
tos de los siglos XIX y XX que, en su han identifi-
momento, fueron conservados por la cado los sellos
Fundación Manuel Andrade Ureta nacionales, los
y cedidos, temporalmente, al Centro timbres fisca-
Cívico Ciudad Alfaro, para la imple- les, los sellos
mentación y constitución del progra- particulares,
ma “Archivo de la Revolución”, que los sellos de
busca recuperar y conservar los docu- las entidades
mentos inherentes a Manabí y al pro- de la provin-
ceso político del Ecuador, en tiempos cia de Manabí,
de la revolución Alfarista, con el ob- que aparecen
jetivo de concienciar a instituciones y estampados
prestantes ciudadanos a que muestren en los papeles
o cedan documentos, fotos y elemen- datados entre Sello fiscal bienio 1837-1838”;
tos patrimoniales de esa época, para 1864 y 1944. Par-
procesarlos y ponerlos en valor y a ticularmente se seleccionó un conjun-
disposición de la colectividad y comu- to de sellos que pudieran mostrar los
nidad científica, tanto para su estudio, cambios en la simbología heráldica
como para su deleite patrimonial. del Escudo Nacional. Para la mues-
Al mismo tiempo, se realizó una tra en referencia se aplicaron criterios
primera curaduría para ponerlos en cronológicos, simbólicos, institucio-
valor. Logro de ésta fue la exposición nales y geográficos, conscientes de
temporal, temática e itinerante: “Se- que los Estados nacionales requieren
llos y timbres en la construcción del construir una memoria colectiva de
Estado nacional”. Sin embargo, no se carácter emblemática; al mismo tiem-
ha realizado, hasta ahora, una inves- po, una nación debe sustentarse en
tigación compleja que explique el uso una identidad cultural particular y
y función específica de estos elemen- fuerte. En el caso de Ecuador, ambos
tos en el contexto del Estado ecuato- objetivos se lograrán recuperando el

26
No. 24 • Un encuentro con la historia

patrimonio documental y promovien- por parte de los ciudadanos, estam-


do la apropiación colectiva de la histo- pando el sello oficial sobre el papel.
ria social y política. La concepción del El sello es un símbolo de fe le-
presente trabajo es su compromiso de gal impreso sobre papel, que nos re-
responsabilidad paradigmática y em- vela cuáles fueron las primeras ins-
blemática en su concepción histórica. tituciones ecuatorianas, los cambios
y tensiones en el proceso político y,
Sellos y timbres en la finalmente, el lenguaje estético de lo
construcción del público. Ellos contienen, por tanto,
Estado nacional la historia de los símbolos patrios de
nuestro Estado nacional y los distin-
Promueven un nuevo filón para tos conceptos de un Ecuador en cons-
los estudios históricos, a través del trucción. Los sellos, timbres y papeles
cual se puede entender la historicidad impresos surgieron en el siglo XVII en
de las instituciones, abordar la simbo- Europa y su tradición fue heredada
logía cívica, escudo, bandera y mone- por la República del Ecuador, como
das; las rupturas políticas y sociales, medio de comunicación entre las ins-
para explicar cómo se construyó el tituciones públicas o mecanismos de
sentido de modernidad en lo “oficial” ingresos o impuestos para el Estado.
y la nueva autoridad secular.
Timbres Fiscales
La construcción del
Los timbres fiscales servían
Estado nacional al Estado como mecanismos de re-
caudación de tasas e impuestos. Las
La cultura aborigen basó sus re-
viñetas, símbolos, colores y clases
laciones sociales y políticas en el va-
ayudaron a distinguir las diferentes
lor de la palabra oral. En cambio, la
ediciones e identificar a la institución
sociedad occidental que trajeron los
emitente. Existían sellos de prime-
conquistadores españoles a América
ra, segunda y hasta octava clase que
se erigió sobre la fuerza de la palabra
costaban desde “reales”, hasta un
escrita en el papel, que era certificada
“sucre”. Los timbres fiscales emitidos
con la firma, el escudo y el sello de la
cada dos años estaban impresos en
autoridad divina en la tierra, encarna-
“papeles sellados”, que eran elabo-
da en el monarca y la Iglesia.
rados en el exterior. Cuando se pro-
La tradición del sello se fortaleció ducían excedentes se incorporaban
cuando se produjo la Independencia, al papel sellado los timbres móviles,
nació la República y el Estado de De- de carácter adhesivo, validados con
recho, es decir, la supremacía de la ley. la firma del funcionario. En algunos
El Estado, por medio del gobierno, las casos se utilizaron para franquear co-
instituciones y la burocracia, certifica- rrespondencia y eran matasellados
ba ahora el cumplimiento de la norma por las oficinas postales.

27
Sellos de instituciones nacionales Sellos de entidades manabitas
Los sellos públicos certificaban El proceso de construcción de las
la correspondencia gubernamental, nuevas instituciones republicanas en
protocolaria y de gestión. Algunas Manabí puede ser observado a través
instituciones públicas, entre ellas los de los distintos sellos, en los cuales apa-
ministerios de Estado, emitían sus se- recen los nombres de las entidades y las
llos acreditando su representatividad fechas en las que funcionaron. Los sellos
y función administrativa de carácter revelan las instituciones vigentes a prin-
oficial. Las oficinas de estas institu- cipios del siglo XX, tales como la “Re-
ciones nacionales tenían la potestad ceptoría del Puerto de Cayo” de 1905,
de estampar estos sellos, en tanto “Administración de la Aduana de Ba-
portaban la representación legal del hía de Caráquez” de 1905, el “Juzgado
Estado en los territorios provincia- Segundo de Letras” de 1907, la “Colec-
les. Los sellos de servicio o franquicia turía fiscal” de 1920, la “Corte Superior
eran reservados a la correspondencia de Portoviejo” de 1907, y la del “Colegio
de oficinas diplomáticas y entidades Olmedo” de 1904. Estas instituciones
que gozaban de la exención del pago son consecuencia de la modernización
de la tasa postal. del Estado producida como secuela de
la Revolución Liberal, que triunfó en
Sellos particulares 1895, luego de la Proclama de Chone,
del 5 de mayo.
Este tipo de sello era utilizado,
generalmente, por corporaciones de El Escudo Nacional en los sellos
derecho privado pero que tenían fina-
lidad pública, comunes en la tradición En este grupo aparecen los se-
colonial y en las jóvenes repúblicas llos de mayor jerarquía institucional
que venían de este proceso histórico y simbólica que contienen el Escudo
singular. Funcionarios particulares, Nacional. No solo se puede apreciar
como los escribanos, generaban sus la estructura de la nueva República
propios sellos con simbología espe- de Ecuador, sino además los cambios
cífica para dar fe pública de la ori- del Escudo, uno de sus símbolos pa-
ginalidad de los documentos. Es sui trios, y, por lo tanto, la renovación
géneris el caso de entidades privadas política constante y la comprensión
que generaban un sello para certificar que se tenía de lo que era incluso el
su organización colectiva, e incluso espacio nacional, a través de los dibu-
su carácter étnico, tal el caso de la So- jos contenidos en el emblema. Varios
ciedad de Beneficencia de la Colonia de estos sellos utilizaban los sellos se-
China en Guayaquil. cos, técnica excepcional de alto relie-
ve que garantizaba la idoneidad del
documento.

28
ELOY ALFARO: EL JOVEN LUCHADOR
Héctor Villagrán Cepeda

Cae la noche… la lluvia, apaga las


hogueras; y los cuerpos quedan á
medio calcinar, manos piadosas, los
recogen, para darles, piadosa sepul-
tura; ¿qué queda, de Eloy Alfaro?
Un tronco, á medio arder, recogido
de aquella hoguera; sobre cuyo em-
plazamiento, mañana la Libertad, le
alzará, una estatua…
José María Vargas Vila*

Todos recordamos al 5 de junio


de 1895, como la jornada gloriosa, en
la que distintas poblaciones del Ecua-
dor, congregadas en asamblea popu-
lar en Guayaquil, cuya acta, redacta-
da por los patricios de la ciudad y los Rostro de Alfaro por el maestro Ivo Uquillas
jefes revolucionarios –en evidente re-
chazo a la grave afectación a la sobe- La historia del Esmeraldas, bar-
ranía nacional producida por la venta co chileno negociado al imperio del
de la bandera, desconoció el gobierno Japón, utilizando nuestro país, con el
de Luis Cordero y nombró en ausen- apoyo de mercaderes y políticos de
cia –por encontrarse en Centroaméri- aquella época, enardeció de tal mane-
ca– al general Eloy Alfaro Delgado, ra a todo el Ecuador, que las procla-
de 52 años, como jefe supremo de la mas en distintas ciudades se multipli-
Nación. caron hasta llegar a la ciudad cuna de
Olmedo, en la fecha y consecuencia
referidas.
La más importante de esas ma-
nifestaciones populares fue la firma-
da el 5 de mayo de 1895 en Chone,
* Poeta y político colombiano, amigo per-
sonal de Eloy Alfaro, en la obra La Muer- un mes exacto antes que la fecha his-
te del Cóndor, escrito luego de la cons- tóricamente reconocida de la revolu-
piración y asesinato de Enero de 1912. ción de Alfaro, fue precedida por una
Publicado en París, en marzo de 1914.
batalla en Manabí. El 1 de mayo de

29
1895, se libra en el sitio Los Amarillos, tenían candidato propio, en virtud de
actualmente del cantón Tosagua, el la ausencia física del general Alfaro;
combate, según el relato de tradición sin embargo, los revolucionarios de
oral tomado del historiador chonen- la ciudad, acompañados por los llega-
se don Enrique Delgado Coppiano, dos de todo el Ecuador, piden la firma
descendiente directo de montoneros, general de la Proclama Liberal; así,
quien señala que la lucha produce cada uno de los ciudadanos, inclu-
gran cantidad de muertes. Entre los yendo los que están esperando en las
alfaristas, lidera el grupo un revolu- calles, firman el documento. Sería in-
cionario mexicano, el coronel Mauro justo, en este punto, olvidar a grandes
Ramos Iduarte, quien cae en combate. luchadores como Luis Vargas Torres y
La historia cuenta que, al caer sus hermanos los Concha Torres, en
Ramos Iduarte, las columnas de ma- Esmeraldas, y las columnas de afro
cheteros comandada por Manuel Ma- ecuatorianos que por miles plegaron
ría Barberán entran en acción, resol- desde el prematuro gobierno de Es-
viendo el combate contra el Ejército meraldas y Manabí. Carchenses como
corderista. El héroe y mártir es condu- Roberto Andrade, gran escritor e his-
cido a Chone, donde el pueblo ente- toriador. El mismo general menciona
ro lo recibe por el afecto que se había a cientos de guayaquileños y penin-
ganado en la población como médico sulares que se unen en Montecristi en
y organizador de las juntas popula- las primeras luchas libertarias.
res en cada uno de los barrios de la Pero esta breve reseña se titu-
ciudad. Se lo sepulta en el cementerio la “El joven luchador” para generar
de la ciudad y su tumba (un mástil de contraste con la reconocida seña de
madera en forma de obelisco, pinta- “Viejo Luchador” que se le da a José
do de rojo intenso) junto con la del Eloy Alfaro Delgado, quien había na-
capitán Guzmán, colombiano caído cido el 25 de junio de 1842, en la ciu-
en batalla son honradas hasta hoy por dad de Montecristi, en el seno de una
el noble pueblo manabita. El nombre familia, formada en unión libre, entre
del coronel Mauro Ramos Iduarte es el caballero y empresario español,
mencionado en el Himno de Chone y don Manuel Alfaro González y doña
calles de la ciudad y Portoviejo. Natividad Delgado. El matrimonio
Las tropas montoneras de Cho- de la pareja se produce muchos años
ne y Manabí luego llegan a Guaya- después del nacimiento de nuestro
quil para la jornada del 5 de junio y se héroe nacional, situación que produ-
unen al grupo comandado por Plutar- ce continuos roces con los párrocos de
co Bowen –quien se había manifesta- la ciudad y las autoridades civiles, es-
do desde Los Ríos–, uniéndose princi- pecialmente en el gobierno del tirano
palmente a esmeraldeños, carchenses, García Moreno.
imbabureños, orenses, peninsulares, José Eloy desde muy joven, fren-
lojanos. Los patricios guayaquileños te a los continuos viajes de don Ma-

30
No. 24 • Un encuentro con la historia

nuel, tomó, a pesar de no ser el ma- la promesa del conservador de unirse


yor pero sí el más apto, el liderazgo a la rebelión que se esperaba se gene-
familiar y la conducción del negocio ralice con el liderazgo de Urbina, si-
de compraventa de sombreros de paja tuación que no ocurre, lo libera con la
toquilla, producidos principalmente única condición de no perseguir a sus
en Jipijapa y en su cantón natal. En los captores.
negocios Alfaro demostró gran capa- Pocos días después, José Eloy se
cidad y honestidad que luego fueron traslada a Panamá de manera clan-
utilizados para financiar las campa- destina. Sus amigos Alvia, cuya espo-
ñas revolucionarias y la administra- sa Isabel Muentes está esperando un
ción del Estado ecuatoriano, inclu- niño, Reyes, Muentes, Piedra y otros
yendo la mayor obra en la historia de son ejecutados públicamente en las
la República del Ecuador: el Ferroca- Plazas de Armas de Montecristi y Ji-
rril Trasandino, cuya financiamiento pijapa, en el estilo acostumbrado, en
inicial se dio utilizando mecanismos el gobierno de Gabriel García More-
de inversión a través de casas de bol- no. Se produce su primer exilio. En
sa de Nueva York y Londres, y cuyo la mente del joven Alfaro están sus
costo en dólares de valor presente, amigos y su patria. En su corazón el
hasta la fecha, no ha sido superado recuerdo de la joven montecristense
por ninguna otra obra. Delgado, en cuyo vientre reposaba el
Antes de cumplir los 21 años fruto de su amor. Rafael Alfaro Delga-
viaja constantemente; utilizando la fa- do nace sin poder ver a su padre, que
cilidad del vapor llega a Lima. Se reú- había cumplido tan solo 22 años. Es
ne con el general Urbina, planifican el inicio de la lucha revolucionaria del
una insurrección armada contra el libertador José Eloy Alfaro Delgado.
gobierno de Gabriel García Moreno.
A esa edad, José Eloy Alfaro Delgado,
acompañado por jóvenes de Monte-
cristi y Jipijapa, toman prisionero a
José Francisco Salazar, gobernador de
Manabí, acantonado en la capital de
la provincia de la época, precisamente
la ciudad de Montecristi.
El inicio de la Revolución de Al-
faro sucede el 5 de junio de 1864, esto
es 31 años antes de la Proclama Libe-
ral de 1895. El Gobernador de Manabí
es capturado frente a la actual plaza
cívica de la ciudad y trasladado al
sitio Colorado, en el mismo cantón.
Intervienen mediadores, y Alfaro, con

31
INFLUENCIA DEL FERROCARRIL EN MILAGRO
Víctor Hugo Vicuña Piedra

E
l primer intento por construir
una línea férrea para integrar
las distintas regiones del Ecua-
dor se lo debe al general Juan José
Flores en 1846.
Por aquel entonces, el país no
tenía carreteras, ni siquiera para
transportar la carga entre las ciuda-
des, pues éstas se encontraban inco-
municadas. Al respecto, el investiga-
dor histórico económico, Guillermo
Arosemena Arosemena, nos refiere
en su libro La Gran Bretaña en el desa-
rrollo económico del Ecuador 1820-1930,
pp. 44 y 45, que un cónsul inglés de-
cía: “que todo se transportaba en los
hombros de las personas y en las bes-
tias. A manera de ejemplo, para tras- Moreno lleva a cabo el Primer Censo
ladar un piano a Quito, se requirió de Nacional con características técnicas
24 personas”. Así de difícil eran las en el Ecuador, en el que se establece
condiciones de nuestras carreteras en la población real de la parroquia Mi-
esa época. lagro en 1.191 habitantes, de los cua-
Pero no es sino hasta el 23 de les 609 son adultos y 582 menores de
abril de 1861 cuando el presidente edad.
Gabriel García Moreno expide un pri- Una población bastante signifi-
mer decreto autorizando la construc- cativa, considerando que, por aque-
ción del ferrocarril, cuyos trabajos se llos años, Milagro se extendía desde
inician en 1872 entre Yaguachi y Mi- la calle Pedro Carbo hasta el barrio
lagro; y, que luego habrían de culmi- San Pedro y esto va a denotar un he-
nar en Quito, siendo el primero que se cho importante, porque a través del
trabajaba en el Ecuador. ferrocarril se producirá un intercam-
Un año antes, esto es el 15 de bio económico y cultural en su deve-
mayo de 1871, el gobierno de García nir histórico.

32
No. 24 • Un encuentro con la historia

Al año siguiente el Gobierno ad- Moreno, con dirección hacia Naranji-


quiere un préstamo por 80 mil dólares to; y, en ese mismo año, según mensa-
para la compra de locomotoras y rie- je del vicepresidente de la República,
les; y, el 1 de mayo de 1874, se esta- Francisco Javier León al Congreso, se
blece oficialmente el tráfico entre las informaba: 
poblaciones de Yaguachi y Milagro
con el arribo de La Redentora, pero, ... estar ya en estado de explotación
a decir de los cónsules extranjeros, su cerca de nueve leguas de ferroca-
estado fue deplorable. La recauda- rril, y haber una existencia de rieles,
ción anual entre pasajeros y carga fue suficientes para la construcción de
de 12.017 pesos en 1878 y 9.243 pesos unos treinta kilómetros más…
en 1879. Se había gastado, hasta ese mo-
Milagro entonces servía de es- mento, un total de 1.107.851 pesos a
tación intermedia y contaba con una ocho reales.
caseta desde la cual el jefe ad-honorem Entre 1875 y 1884, en los gobier-
Alcides Andrade Manrique, padre nos de Borrero y de Veintemilla, la lí-
del primer médico milagrero Aurelio nea alcanzó Chimbo, recorriendo una
Andrade Macías, dirigía el tráfico de extensión aproximada de 60 kilóme-
la locomotora y enviaba mensajes te- tros, desde Yaguachi, punto de par-
legráficos. tida; con las estaciones intermedias
Y es así como el 27 de enero de de Santa Rosa de Chobo, Milagro, El
1873 se dicta el primer reglamento Arenal, Venecia, Naranjito y Barraga-
para el tráfico ferroviario en el país netal.
con la ruta antes señalada, denomi- Posteriormente, en el gobierno
nándoselo Ferrocarril del Sur, que de Antonio Flores Jijón, se vio llegar
significará un valioso aporte en la ex- la locomotora desde Yaguachi hasta la
pansión de la producción agrícola en estación de Durán, recorriendo llanu-
el país. ras y trasmontando los Andes hasta
Como la expansión de la pro- su arribo a Quito.
ducción de cacao, en la que las tierras De acuerdo a los datos recogidos
para la subsistencia y la mano de obra por John Uggen en su libro Tenencia
fueron atraídas a una economía de de la tierra y movilizaciones campesinas,
exportación, se volvió necesario obte- zona de Milagro, publicado por la edito-
ner comestibles de otros lados.  Dado rial Aclas en 1993, p. 26, nos relata que:
los altos costos del transporte desde
la Sierra, a fines del siglo XIX era más
En 1888, en anticipación de la llega-
barato importar bienes básicos como da de la línea a Bucay, Rafael Valdez
trigo y cebada de Chile o California había adquirido la hacienda Vuelta
que traerlos de la Sierra. del Río, donde se estableció la po-
El ferrocarril comenzó desde blación de Bucay y los talleres del
Chobo a lo largo de la calle García ferrocarril; y manifiesta que: la con-

33
centración de la propiedad parece portó molinos de café, piladoras de
estar asociada con la construcción arroz, cacao, etc.; además, una gran
del ferrocarril, ya que las propieda- fábrica para hielo, la cual llegó a abas-
des inscritas durante la década de tecer con su producto a todo el sector,
los setenta estaban más cerca de Ya-
inclusive parte de la Sierra como Hui-
guachi, y las que se inscribieron 20
años más tarde estaban todas al este gra, Alausí y otras poblaciones.
del cantón Milagro. Asimismo, al otro lado del río, se
El interés de los propietarios en el instaló la piladora San Miguel, una de
proyecto del ferrocarril se hizo ver las más grandes de la zona que estuvo
cuando surgieron problemas finan- situada junto a la línea en el kilómetro
cieros en 1896. Entre los rescatado-
36, cuyo propietario fue Hope Nor-
res del ferrocarril constaban promi-
nentes propietarios de la antigua
ton, uno de los empresarios que más
parroquia Milagro como Homero tarde formó parte de la “Guayaquil
Morla Mendoza, Miguel Seminario and Quito Rallway Company”.
Sáenz de Tejada, Lautaro Aspiazu, Esto permitió que muchos case-
Antonio Madinyá y Luis Adriano ríos ubicados a lo largo de la línea fé-
Dillon, quien después se casaría con rrea, incluida la centenaria parroquia
una hija de Rafael Valdez Cervantes.
Chobo, vivieran económica y produc-
La empresa Valdez, como sus tivamente con el paso del tren, pues
similares, conocieron su máximo de- este medio de comunicación popular,
sarrollo, lo que hasta entonces trans- regulaba los costos en la transporta-
portaban sus productos en canoas o ción por carretera porque era más ba-
lomo de animales, pues el ferrocarril rato el servicio de carga y pasajeros.
estaba ya comenzando a transportar Para comprender la importancia
toda clase de carga, maquinaria para del ferrocarril y su influencia en los
el Ingenio Valdez y otras empresas de aspectos sociales, culturales y eco-
la comarca. Así citaremos La Milagre- nómicos del país, es necesario saber
ña, por ser la más antigua, que trans- que, desde la estación de la calle Gar-

34
No. 24 • Un encuentro con la historia

cía Moreno pasando por Durán, Ya- De los negros que sobrevivie-
guachi, Venecia, Naranjito, Conducta, ron, unos regresaron a su tierra, otros
San Rafael, Bucay, Cumandá, Naran- se quedaron a vivir definitivamente
japata, Huigra, Chanchán, Alausí, en nuestro país y algunos de ellos en
Tixán, Palmira, Guamote, Columbe, nuestro cantón, cuyos descendientes
Cajabamba, todo era movimiento son: los Belford, los Wilson y los Ri-
comercial e intercambio productivo, chard, de algunos de los cuales me
porque el tren dinamizaba la econo- precio en ser su amigo.
mía de todas las poblaciones por
donde transitaba.
De igual manera, es impor-
tante señalar que los primeros
motores Worthington de 240 HP y
los generadores General Electric
de 150 KW, que llegaron a Mila-
gro para la construcción de la Em-
presa Municipal de Luz y Fuerza
Eléctrica, fueron traídos a través
del ferrocarril en 1948.
Así pues, fue notable la in-
troducción mecanizada al país,
con lo cual se mejoraba cada vez más
los métodos de pilar granos y cultivar Al igual que estas familias, tam-
la tierra, dando de esta manera el im- bién llegaron en distintas épocas, em-
pulso decisivo al comercio, mientras pujados ya sea por turismo, aventura
el ferrocarril efectuaba viajes regula- o negocios, migrantes de otras regio-
res entre Yaguachi y Milagro median- nes del país que trajeron sus costum-
te horarios más o menos apropiados, bres y tradiciones, y que de a poco
reemplazando con ello a las balan- fueron configurando un modelo de
dras, canoas y pequeños vaporcitos ciudad cosmopolita como parte de su
que pasaron a la historia. identidad.
Esta imponente obra trajo consi- El 24 de mayo de 1922 se inau-
go que los negros de Jamaica e inclu- gura en la esquina de las calles García
sive de Inglaterra llegaran al Ecuador Moreno, entre Pedro Carbo y Nueve
para trabajar en dicha construcción. de Octubre, su estación definitiva.
Pese a los años transcurridos, aún en
La historia cuenta que muchos
la actualidad, se conserva su estructu-
de estos negros ofrendaron sus vidas
ra original como desafiando al tiem-
en tan duros trabajos, especialmente
po, y mudo testigo de esas lejanas
en La Nariz del Diablo, donde se en-
épocas, en que Milagro crecía al ritmo
cuentra lo más complejo de la inge-
de la locomotora.
niería del ferrocarril ecuatoriano.

35
Sin embargo, esta majestuosa
obra, que fue iniciada en el gobierno
de García Moreno y culminada en el
de Eloy Alfaro, llegó a su fin en la úl-
tima década del siglo pasado, por la
falta de atención de los gobiernos de
turno, lo que hizo que la antigua Em-
presa Nacional de Ferrocarriles del
Estado (ENFE) entre en una aguda
crisis por el insuficiente apoyo para
su mantenimiento.
Según registro que conserva el
Jefe de Estación  de Milagro, José Sau- que esta obra culmine en el año 2012
ce Saquisilí, la última vez que arribó en Quito.
el tren a nuestra ciudad fue el 7 de
El ferrocarril aceleró el progre-
febrero de 1998, procedente de Durán
so de Milagro, permitiendo un inter-
con destino a Bucay; y, en marzo de
cambio comercial directo con otras
2001, en la administración municipal
latitudes del país, especialmente de la
de Jacobo Bucaram Ortiz, se dio inicio
serranía, posibilitando el incremento
al retiro de las rieles y durmientes en
de la población, transformándola en
varios tramos comprendidos entre el
un centro cosmopolita que impulsó el
Ingenio Valdez y el barrio San Pedro,
desarrollo económico, político, social
donde se hallaba el intercambiador
y cultural de Milagro que añora con
de líneas.
nostalgia aquellas pretéritas épocas
El sábado 9 de julio de 2005, el en que la ciudad marchaba al ritmo
ex presidente Alfredo Palacio Gon- del tren.
zález llega a Bucay invitado por el
alcalde Lorens Olsen, quien junto a
33 alcaldes y 9 prefectos que confor-
man 9 provincias, solicitan al Primer
Mandatario el manejo del sistema
ferroviario del país, teniendo como
objetivo prioritario la rehabilitación
del servicio con fines esencialmente
turísticos, y que el actual régimen se
ha comprometido sacar adelante.
En los actuales momentos, se
encuentran avanzados los trabajos de
reconstrucción de la línea férrea que
se iniciaron hace varios meses en el
cantón Durán, por lo que se estima

36
PALABRA DE MANABA1
Pedro Reino

E
umeny Candelario, por
ahora, está de carne y
hueso entre nosotros. Le
queda bien a un manabita el
nombre de un soldado de Ale-
jandro Magno de unos 300 años
antes de Cristo, juntado en una
sola significación a la antor-
cha que está encendida desde
siempre en Montecristi para
orgullo de la patria. ¿Quién
de los manabas no es Cande-
lario? Los lexemas en ario como en
otras palabras, véase: campan-ario, surgir, de hacer la obra pública, de
sagr-ario, relic-ario, aluden semánti- leer un libro. Mejor sentémonos como 
camente a “lugar” en donde están las niños a saborear alfajores, piononos,
campanas, lo sagrado, o las reliquias, polvorones, pollitos y vacas de harina
respectivamente. El candel-ario es el en el recinto “El Arrastradero”.
sitio de la candela, que, pasando a ser Y a propósito de la niñez, us-
entendido como objeto, ha devenido ted que es hijo predilecto de Cabello,
en nombre propio. Por algún lado de ¿cómo tengo que decirle? ¿Es usted
su nombre también se refugian las un cabellense, un cabellano, un cabe-
Furias mitológicas que hicieron tierra lleño, como los de ese recinto de Cal-
suya las comarcas llenas de magia de ceta, que no tienen pelos en la lengua?
esta provincia ecuatoriana. Mañana, Estamos igual en esta patria deslin-
nuestro autor, será palabra blanca, o gualizada porque habemos: mama-
sea garza;  o una valdivia agorera que cucharenses, pujilenses, constantin-
anuncie cuántas palabras han muer- ofernaditenses, juanbenignoveleños,
to o han emigrado de nuestra mente pailiteños, cocanos, etc. Pero más nos
arremetida por la alienación y la ma-
sificación.
1. Presentación del libro Objetos de uso del
¡Qué más nos da!, compañero,  montubio manabita del autor Eumeny
si crecimos en esta patria entre caba- Candelario Álava Párraga, CCE, 15 de
llos molondros, que tienen pereza de octubre de 2009.

37
entendemos cuando nos endilgan
tradiciones que se han vuelto modos
comportamentales como santu-catus
(o vende santos como los de Salasaca),
caucamotes como los de Pelileo o los
de San Miguel en Bolívar; apagavelas,
como los de Otavalo, blanqueamulas
como los de Mocha; o calzónflojos de
muchas partes.
Estoy usando la susunga para
cernir hasta las palabras raras que
contiene el libro. Yo sé que están en to-
dos los mates manabitas, hasta en los
de las plantas con las que se confec-
cionan haciendo huecos para cernir
el arroz que se cocinaba con mucha chas veces se pone hecha un garaba-
agua. Deben salir buenas susungas to? ¿Es el amor un machetazo que lo
de los mates jíbaros, que no lo son por recoge el garabato? Después vendrá
salvajes, sino por grandes, y a los cua- el espeque, para hacer con la hembra
les se les saca las “tripas” aguachen- igual que con la tierra. El espeque se
tas,  si se quiere, para hacer bototos, hace de palo de guasmo, de mate o de
de boquitas pequeñas y redondas que moyuyo, que son lisos y no dañan la
sirven para llevar agua por el cam- mano cuando al formar una como es-
po. Pero algún bototo debió servir de taca de punta algo roma, sirven para
modelo al abuelo de nuestro Eumeny, fabricar una oquedad sobre la tierra a
quien se llamaba Candelario Valen- donde ha de caer la semilla de la vida
tín Párraga Cedeño, también lleno de y del sustento. Campiña espequeada,
nombres rebeldes. El autor confiesa la manabita.
en el libro que es descendiente de los Y en esta interrelación de lo an-
Párraga Bototo, pero no de los Párra- dino con lo manaba, Eumeny nos con-
ga Cacaños. ¿Por qué será? versa que en su tierra alguien puede
Dígame, ¿puede llamarse mon- hacernos una broma y decirnos:
tubio en Manabí a quien no sabe de “préstame tu coso para guardar los
machete, garabato y espeque? Un huevos”. No pensarán que es la mo-
palo con gancho ya es un garabato derna cubeta de gallinero ni la canas-
entre malezas, igual que cuando uno ta de totora andina, o la antigua shi-
sale de la escuela a agarrarse de las gra  donde los indios todavía guardan
palabras chuecas pero útiles; o se hace sus huevos verdes. Los cosos también
escritor garabateando los desmontes están hechos del mate que en otras
y las torpezas. Y a propósito, ¿por qué partes llaman totuma. Para hacer un
será que una mujer enamorada, mu- coso hay que buscar los de forma alar-
gada y no muy ancha. Al quedar par-

38
No. 24 • Un encuentro con la historia

o pescado. ¿Qué tiene que ver el alu-


minio en el sabor? Y hablando de ma-
riscos, ¿qué quieren probar?: cacaños,
mestizas, camarones, viejas, guaijas,
chames, tilapias, barbudos, lisas, vie-
nen pescados con bajío que es una red
como un saco en cuya boca está colo-
cado un aro. Y si no han cogido con
bajío traen los atrapados en catangas
que las ponen a las orillas de los ríos,
hechas como cajones de caña de gua-
dua. No se pierdan el biche de cacaño
tidos por la mitad se forman tazones si les apetece el Manabí profundo.
para beber agua. Cuando se hacen de Y saliendo de la cocina, puedo
mates más grandes sirven para beber preguntarle, ¿desde cuándo están
chicha y hasta para guardar los hue- aderezadas las acémilas en Manabí?
vos en el campo. El coso, el alambique Esta es buena tierra donde  los caba-
y la piedra pómez forman el conjunto llos enamoraron a las burras y devi-
que se llama “tinajero”. nieron unos mestizos hermosos, fuer-
Pero vámonos a la cocina mana- tes y muy caros. Se los llama machos
bita llevados por el libro de Eumeny. cuando natura quiere así, y mulas
Encontrémonos con un molinillo he- cuando vienen hembras. Y una vez
cho de un palo que termina en unas sedentarizados les pusieron jáquimas
cinco puntas que son ramitas que han y frenos que se hicieron con fibras de
brotado como dedos de gallina alre- la tierra, con cortezas o zapanes de
dedor de una rama. Los montubios los   árboles, como los que se hacían
saben que esa planta llamada moli- de zapán de paloma, de frutillos, de
nillo da esas ramas con hijuelos, que guasmo, o de moyuyo. Después se hi-
cuando tiernos son doblados y ama- cieron de cueros de vaca hasta llegar
rrados con zapán  para elaborar el ar- a los actuales de plástico o de nylon.
tefacto que sirve para batir los granos, Hay que poner buena jáquima para
fréjoles para las menestras, yuca, plá- domesticar a las chúcaras. Esto quiere
tano y otros. Un manabita sabe cuán- decir que la dominación empieza con-
do un batido de fréjol verde ha sido trolando el hocico de las bestias.
hecho en licuadora, o tiene el embrujo Después vienen las angarillas
del molinillo que en su madero trans- hechas de preferencia en madera de
mite el sabor de su tierra. mango, de mate o de moyuyo. Y las
Y esas cazuelas y comales están monturas que buscan las resistencias
hechas de barro. El comal es ese como del laurel, guayacán, guachapelí, a
tiesto por ser más grande. Sirven para más de las que se usan para las an-
reventar el arroz y freír carne, huevos garillas. Debajo de estos objetos va el

39
secante de cuero de vaca o de lana.
Aquí van los dibujos repujados, ini-
ciales familiares, y todo el rango y
estirpe de la bestia y su jinete. La ba-
ticola se pone a las bestias levantando
el rabo y así el jinete cabalga más se-
guro; luciendo las pecheras, bien pi-
sado en los estribos, los que también
usted relata que antiguamente fueron
de plata pura, de oro, hasta los que se
hacían revestir de cuero con adornos
repujados; o, simplemente, como aho-
ra: son de hierro, aluminio o bronce,
que hasta se hacían los de medio bo-
tín. Debo añadir que en la colonia, las rio Álava Párraga. Nos ha traído las
bestias en esta tierra de Tungurahua palabras de su geografía y el cariño
eran engalanadas con frenos con chis- de la tierra a la que solemos visitar y
pitas de diamante. Las sillas de mon- acercarnos un tanto con ojos de turis-
tar eran polacas o francesas, recha- tas. Pero más que esta aproximación,
padas en plata labrada por nuestros el investigador y el lector común ten-
talabarteros, y costaban una fortuna. dremos a mano un nutrido glosario
A pesar de los vehículos que dicen ser y acercamiento antropológico viven-
cuatro por cuatro, cuánta historia hay cial, hecho con minuciosidad y con
que escribir sobre las cabalgaduras de carácter didáctico. La cultura inma-
esta tierra. ¿Cómo separar al montu- terial de Manabí late entera, certera
bio manabita de su compañía de ca- y convincente. Está hecha, no por un
minos polvorientos o enlodados en observador investigador que mira las
los inviernos? cosas desde afuera, sino por quien ha
palpado y reflexionado en su diario
Son los recuerdos de niño
compartir con su colectividad, cir-
que afloran hoy a mi mente
cunstancias y detalles que revaloriza
cuando con la alforja al hombro
y los pone en evidencia de los afectos
saludaba a toda gente.
con los que hay que vivir amando lo
Con las bestias bien cargadas
nuestro.
salía de mi “Cabello”
llevando mis ilusiones
con los lodos hasta el cuello.
Se trataba de presentar un aperi-
tivo para que se acerquen al libro del
compañero profesor, investigador,
político y poeta; un ilusionado ser
humano llamado: Eumeny Candela-

40
“ALZA que te han visto”1
Historia social de la música
y los bailes tradicionales montubios
Willington Paredes Ramírez *

La cultura de una sociedad es casi producen un tintineo al chocar las


inteligible si se desconocen los sig- Rodelas; y, cuando bailan suenan
nificados de su lenguaje. La cultura fuerte el piso para que se escuchen
no solo es material (cosas) e insti- las estrellas grandes y de plata, lo
tucional (estructuras sociales) sino que para ellos es una demostración
que es signo (idea, concepto). Estas enérgica de hombría, especialmente
ideas y conceptos generalmente van cuando al calor de las bebidas alco-
por parejas y son de orden moral, hólicas crecía el entusiasmo
político, religioso, estético, econó- Rodrigo Chávez González
mico…
Todas las sociedades tienen un re- Yo soy montubio vivo en el Nato,
pertorio de conocimientos sobre la arroz y soya voy a sembrar con mi
naturaleza y el más allá... escopeta, mi garabato y mi machete
Y un lenguaje distinto significa una salgo a rozar.
manera distinta de pensar y sentir, Carlos Solís Morán
una visión otra del mundo.

L
Octavio Paz o que esencialmente hoy nos
Hombres en su siglo convoca, es un producto cultu-
ral e intelectual de un investi-
El campesino del litoral, llamado gador y folklorista que nos presenta
montubio, tiende a expresarse en y exhibe una obra folklórica. Lo que
sus manifestaciones coreográficas hoy comentaremos es el resultado de
en forma enérgica, con gran influen- un proceso de investigación. Estamos
cia de la ganadería, el tráfico a caba- ante un informe, un testimonio y una
llo y sus actividades de guerrillero denuncia que es la que emerge de
tradicional. El compás lo lleva en sus cada letra y cada página que ha ela-
bailes golpeando el suelo. Y su lujo y borado y escrito Wilman Ordóñez.
anhelo consisten en llevar espuelas
De modo que el objetivo y el interés
llamadas roncadoras que al caminar
de esta obra no solo son el estudio, la
investigación y el cuestionamiento a
una práctica social de omisión e invi-
1. Presentación del libro de Wilman Ordo-
sibilización sobre los montubios.
ñez
* Historiador, ensayista, profesor univer- El interés fundamental que mue-
sitario, columnista de diario Expreso, ex ve a Wilman es un afán de reconstruc-
asesor académico del Archivo Histórico
del Guayas.
ción, posicionamiento y revaloriza-

41
que siempre andan de parranda, con
el canto, el baile y la creativa oralidad
desde la cual no solo se expresan sino
que construyen, reconstruyen y tejen
su vida social, individual y colectiva.
Por eso esto es lo que está en el
centro y en la dinámica de esta her-
mosa obra que deja ver un trabajo
tesonero, continuo, de permanente
ejercicio, de buscar, cuestionar y de
reelaborar ideas, concepciones y mo-
dos de comprender la diversidad cul-
Tradiciones y costumbres de mi tierra. 1970”
tural, regional y local del país. Esto es
ción de una cultura, una sociedad y lo que encontramos en la obra de Or-
una expresión de un colectivo que, dóñez. Por eso sus escritos, reflexio-
desde su etnicidad particular, ha crea- nes y análisis van más allá del “Alza
do sonidos, movimientos culturales que te han visto”.
artes, poesía y todo lo que cualquier Él se propone aprovechar la ex-
cultura y sociedad humana puede presión para decirnos: Alza y avíspa-
crear y recrear. te de la existencia del baile y la músi-
Por eso la obra de Wilman tiene ca, de la sociedad montubia del litoral
un interés, una intención y una tarea. tropical y subtropical. Baile y música
La de invitarnos a ir con él hacia don- montubias, que ha estado ahí y no la
de él nos quiere llevar: a la cultura, a has podido ver ni reconocer. Este no
los ritmos y a los sonidos del mundo ver y no reconocer, no comprende
sociocultural y simbólico de los mon- que lo que está ante nosotros es el
tubios del litoral ecuatoriano. Su inte- eje central de esta obra. Por eso, para
rés está concentrado en introducirnos comprender la obra, tenemos que rea-
a la apreciación y el reconocimiento lizar un ejercicio hermenéutico y de
del problema central que a él y otros cuestionamiento a lo que se ha dicho,
intelectuales les preocupa: la exclu- escrito y afirmado sobre la música y el
sión montubia. baile montubio.
Lo que pretende y le interesa a Ejercicio hermenéutico porque
Ordóñez es llevarnos a identificar, hay que descubrir qué y cómo la so-
comprender, oír y ver los procesos y ciedad urbana, la modernidad y las
productos de una cultura y un colec- prácticas sociopolíticas y culturales
tivo humano que ha creado música, vuelven invisible y bloquean lo que
baile, poética, leyendas, literatura y creó y recreó una sociedad real y
una gran cantidad de productos so- concreta: los montubios. De ahí que
cioculturales que dejan ver que los sea importante antes de proceder a
montubios no estaban muertos sino la lectura adecuada de la obra, para

42
No. 24 • Un encuentro con la historia

apropiarse de filón de riquezas, hay cionales y extranjeros, han desterrado


que ver, percibir y comprender lo si- lo litoralense, especialmente lo mon-
guiente: tubio, como una realidad étnica y so-
1. El peso, costumbre y la masiva ciocultural de la antropología de esta
influencia-incidencia que ejerce región.
el etnocentrismo urbano tanto 3. Curiosamente, en el Ecuador
sobre la diversidad ciudadana y en las diferentes regiones del
de esta sociedad cuanto sobre la país, que crean y recrean diver-
ruralidad. Además de esta dua- sidades, incluso desde el litoral,
lidad percibir todo lo que ella se ha impuesto una visión an-
crea, recrea y teje, como proce- dinocéntrica en el conjunto de
sos y productos socioculturales las expresiones-manifestaciones
y simbólicos de los montubios. diversas que pueden generar las
Especialmente desde el litoral, diferentes culturas de las locali-
y, más específicamente, desde dades, regiones y del país. Así
Guayaquil. nos vemos abocados a una suer-
2. La ausencia, despreocupación, te de una sola visión del arte, la
relegamiento e indiferencia ha- cultura, los bailes, las canciones,
cia la imperiosa necesidad de etc.
antropologizar lo costeño, lo De modo que la etnicidad, la li-
litoralense, Ordoñez la percibe teratura, el baile, el canto, el folklore,
desde ayer hasta hoy como un la etnografía de las diferentes regio-
obstáculo que no deja ver, com- nes y localidades del país, ha sido re-
prender, reconocer ni valorar lo ducida a la exclusiva referencia de lo
montubio y sus productos socio- indígena-andino. Después se avanzó
culturales como el baile y la mú- hacia una comprensión y reconoci-
sica. miento del dualismo étnico: mestizo
En efecto, vivimos y sufrimos e indígena.
un prolongado tiempo-ausencia de Luego se nos ha pretendido in-
un acercamiento, estudio, análisis y ducir a la aceptación de las expresio-
comprensión de los productos cultu- nes socioétnicas y culturales mestiza,
rales del litoral rural, donde están los indígena y afroecuatoriana. En estas
montubios que no solo están en las supuestas realidades de la cultura, la
diferentes actividades agropecuarias, música y el baile no ven ni reconocen
sino también que, como cultura, etnia los productos socioregionales de las
e identidad, están creando y recrean- diferentes sociedades del país regio-
do música, canciones, bailes, etc. nalizado.
Es posible que la frase y estereo- Sin embargo, son las regiones
tipo ofensivo de lo costeño-litoralense una realidad innegable en las que
como mono sea la clave para entender cada una de ellas no juega el mismo
por qué y cómo los antropólogos, na- rol ni incide en los mismos procesos y

43
productos socioculturales. Por eso me La mayoría de estudios sobre músi-
llama la atención que lo indígena sea ca ecuatoriana han relegado injusta-
leído como lo único étnico, lo único mente lo montubio; y, en varios ca-
pobre, lo único cultural y folklórico. sos, se ha prejuiciado su contenido
interiorano y montañés.
4. La mirada, la concepción, la
comprensión así como la política Por eso dice que:
centralista y centralizadora so-
bre el arte, la cultura, la danza, Este documento –así llama a este
música, etc., y manejada como obra– no sólo enriquece el debate en
visión andinocéntrica, ha blo- torno a la diversidad, sino que pro-
queado, y lo continúa haciendo mueve el desarrollo de la intercultu-
aún, y sellado la mirada y el ralidad hacia la construcción de una
historia social musical que exige la
oído sobre el baile y la música
participación del pueblo montubio
montubios. en la salvaguardia de su patrimonio.
Bajo esa visión y práctica solo se
ha concentrado, exclusivamente, en Esta idea y propuesta de Mullo,
los referentes y productos de las so- respecto a esta obra, genera la primera
ciedades y las culturas indígenas an- dificultad etnológica musical, cultural
dinas y afroecuatorianas. Así se pone y hasta sociopolítica; y, tiene que ver
e impone una visión sesgada y una con el tipo y grado de posicionamien-
práctica sociocultural excluyente que to sociocultural, étnico, ideológico y
niega los procesos y productos etno- político de los montubios, incluso de
musicales y los bailes del litoral, in- su grado de conciencia étnica-cultural
duciendo a que los propios costeños y de la autocreencia de su patriotismo
asuman la danza y la música indíge- histórico-cultural.
nas-andinas como la única expresión La propuesta de Mullo es fun-
de lo nacional. damental y correcta. Supone un com-
De este modo, se niega la reali- puesto de tareas previas: en, entre y
dad sociocultural y simbólica de las con los montubios, en cuanto tareas
diferentes colectividades humanas, de recuperación, revalorización y re-
especialmente de la región litoral; y posicionamiento de la memoria his-
más de los custodios y argonautas tórica y de la conciencia sociocultural
de la Cuenca del Guayas: los montu- de ellos, pues enfrentan un proceso
bios. Esto se puede percibir con solo de creciente y acelerada invasión cul-
revisar los documentos oficiales, las tural externa (urbana) y aculturación
guías turísticas, incluso los textos con interna.
los cuales se forma a los estudiantes Además, en el caso concreto de
de los distintos niveles del sistema la música, estamos ante otra acción de
educativo. aculturación por la invasión de la mú-
Por eso el prologuista, musicó- sica urbana y la exclusividad, que so-
logo y antropólogo, Juan Mullo dice: cialmente se otorga (y se ha impuesto

44
No. 24 • Un encuentro con la historia

educativamente) a la música y la dan- dad rural y urbana han invisibilizado


za indígena-andina. Ésta opera como esos procesos y productos rurales que
percepciones y acciones bloqueado- crearon en música y canto los montu-
ras de esa recuperación histórica y de bios de ayer.
esa revalorización de la memoria his- Él quiere y busca ir más allá de
tórica de los pueblos montubios. presentar una muestra y un relato
Un ejemplo de esto está en la si- de las expresiones etnomusicales de
tuación de la conciencia, autoconcien- los montubios. Le dice a la sociedad
cia y memoria social e histórica de los litoralense, tanto a los urbanos y a la
montubios del recinto “El Mate”, del sociedad rural, especialmente al etno-
cantón Daule. Casi nadie de los actua- centrismo pseudonacionalista, de los
les habitantes montubios de esa rura- sectores sociales dominantes, de la
lidad conocen, saben, están enterados clase media y de su intelectualidad,
y valoran el aporte del conjunto del que es sorda, ciega y muda respecto
Recinto el Mate, que constituyeron a la etnomúsica que socialmente crea-
un importante aporte y recreación del ron y han tenido los montubios.
arte musical de los montubios de ese Precisamente por eso va más
recinto y zona. allá. Le dice a los montubios y a los
¿Qué nos dice esto? ¿Qué ha urbanos que el baile y la música mon-
pasado? ¿Por qué ha pasado esto? tubia estaban antes del vallenato, la
¿Cómo recuperar la memoria musical tecnocumbia y las rancheras, que cir-
y la memoria histórica-social de los culan por los corredores de la socie-
montubios en un solo movimiento y dad y la cultura montubia de hoy. Les
proceso de reivindicación y posicio- dice que ahí estaba fuerte, intensa y
namiento? rica, una música y unos bailes tradi-
Estas y otras preguntas y tareas cionales que cultivaban sus padres y
son las que parecen derivarse de este abuelos.
esfuerzo investigativo que, en solitario Antes de la actual música y bai-
y con obsesión, entrega y realiza con le, ahí estaban los bailes del mundo
pasión Wilman. Pues, para él, lo fun- rural (y también urbano) montubio.
damental no esta tanto en descubrir, Pues el amorfino, el “alza que te han
reconstruir y presentar esa informa- visto”, la iguana, etc., son anteriores
ción y hacer evidente una realidad so- a ellos. Eran los bailes de los monto-
ciocultural: la existencia de un rico fi- neros montubios que acompañaron a
lón de la etnomúsica de los montubios. Nicolás Infante, Eloy Alfaro, Carlos
Sin embargo, eso no es lo único Concha, etc.
que él se propone, ya que no solo bus- Wilman Ordóñez, haciendo una
ca realizar esta tarea de recolección y valiosa recuperación de las tradicio-
muestra de presentación etnomusical; nes que señala Modesto Chávez Fran-
él quiere ir más allá. Ordóñez busca co, avanza a señalar cuáles son los gé-
descubrir cómo y por qué la socie- neros que los litoralenses cultivaban y

45
bailaban, tanto en la ciudad como en del baile y la música montubia, el
el campo. Así nos lleva a enterarnos y esfuerzo y el trabajo de Wilman tras-
comprender que los litoralenses cul- ciende eso. Nos invita a que perciba-
tivaban mucho en sus bailes, el toro mos y comprendamos la existencia y
rabón, el alza que te han visto, el cos- la dinámica de un colectivo humano
tillar, la puerca raspada, el amor fino, y étnico montubio que, siendo agri-
el zapateado, el moño, la jota (corre cultor y custodio de la tierra, también
que te pincho), el galope, el tábano, el baila y canta.
sombrerito, etc.
Pero lo que a mi juicio
es fundamental y hace evi-
dente el gran esfuerzo inves-
tigativo, teórico y sociocul-
tural que realiza Wilman es
lo que se deriva de su traba-
jo, del ensayo como acción
escritural y literaria, y que
tiene que ver con la ruptura
que hace un folklorista del
ejercicio de ellos. Pues esta
obra empieza haciendo evi-
dente una ruptura: la escribe Banda de músicos San Agustín de Calceta
un folklorista pero no es una historia
del folklor musical y doméstico. Va Él quiere poner, rescenificar, no
más allá. sólo el baile y la música montubias
Creo que este es el riesgo que sino al sujeto y actor histórico-social
puede tener del trabajo y gran es- que realiza esa acción sociocultural:
fuerzo investigativo, teórico y de los montubios. Pretende y se desespe-
constante y obsesivo aprendizaje que ra por hacerlo. Pues comprende que
viene realizando Wilman desde hace ellos se despliegan, se inscriben y se
algunos años. Lo hace porque él en- expresan en la historia. Lo hacen des-
tiende que sobre los montubios no de el litoral tropical. Usan la dinámica
solamente hay silencio, invisibilidad, corporal, la sonoridad, el oído y el arte.
ausencia, bloqueo, represión y auto- Ordóñez quiere que percibamos
represión. Lo que es más grave hay al montubio del litoral tropical de
olvidos intencionados y omisiones la cuenca del Guayas. Pero no solo
perversas; y, más aún, autorepresión como custodio de una geografía y de
y autosilencio. un medio ambiente, hombre y mujer,
Los hay porque en estos dos vo- colectivo humano y mundano que tie-
lúmenes, aunque hay reseñas y des- ne una historia social y una memoria
cripciones de expresiones folklóricas, que no puede morir. Él busca que nos

46
No. 24 • Un encuentro con la historia

acerquemos al montubio del litoral adherido y militando junto al grupo


como cuerpo humano y social que de los que creemos que lo montubio,
baila y danza; como hombres y mu- así como cualquiera de sus formas y
jeres que tienen cadencias corporales, productos socioculturales y simbóli-
que gozan y disfrutan al ser convoca- cos, solo se puede percibir y compren-
dos y provocados por los ritmos y las der cuando lo antropologizamos. Solo
notas musicales. se hace inteligible y se puede percibir
Al mismo tiempo no quiere que y comprender desde la etnografía, la
solo sea la mirada del cuerpo que antropología cultural, la historia so-
sería pura materialidad, pues en ese cial, la sociología cultural, los estu-
cuerpo habita, está activo y vibra un dios culturales, etc.
espíritu que contagia al cuerpo, que lo Por eso el libro se abre con un tí-
hace que sea más que carne y hueso. tulo: escribir y pensar sobre la música
Por eso quiere que veamos el espíritu montubia. Es decir, nos está sugirien-
montubio que se mueve en la danza, do la existencia de una sociedad y de
que crea sonidos, símbolos y vida, un orden sociocultural: los montu-
que se expresa en goces de fantasías y bios. Ahí nos invita a vernos a los
disfrutes sensoriales del sujeto socio-
cultural montubio. pueblos, raza, cultura, identidad,
En efecto, a cada instante, con comunidad, pueblo, etc., que nace
permanentes giros lingüísticos y ayu- con el cordón umbilical de la cuen-
ca baja del Guayas y termina en el
das literarias, parece decirnos, en si-
punto estratégico de quien o quie-
lencio y en alta voz, lo que él preten- nes deseen asumirse tal y parte de
de que oigamos y veamos: quiere que un litoral como un todo a ser mayo-
percibamos y comprendamos que ritariamente montubio (tomo I pp.
quienes cantan y bailan son los mon- 25-26).
tubios. Son pueblos, sujetos, actores
sociopolíticos, étnicos y culturales. Precisamente, porque busca ale-
jarse del folklorismo (como límite y
Nos precautela y nos extiende
desviación ideológica y teórica), es
un aviso y un llamado, que, al mis-
que el investigador Ordóñez afirma:
mo tiempo, es un mensaje: deben te-
ner el cuidado de no leer y entender
Entonces, escribir y pensar sobre
esta obra como un ensayo del folklor
la música es redescubrir un territo-
musical y del baile tradicional de los rio, una regionalidad. Marcarse un
montubios del litoral. tiempo y comenzar de cero a ob-
Pues a Wilman, aunque folklo- servar distinto. Hacer un paréntesis
rista, no le interesa quedarse y en- entre río y río y preguntarse cómo
cubrirse de esos hermosos términos. fue posible, cuándo fue posible, por
Él va más allá. Precisamente por eso qué fue posible pensar que nuestra
música y danza se esconda, aparez-
puede hacer esta obra. Él, como algu-
ca y se vuelva a esconder para airosa
nos pocos intelectuales, está también y recubierta ahora de aires afrocari-

47
beños, centroamericanos y sudame- poderes de los sectores sociales domi-
ricanos, sin perder tiempo de palos nantes, los han reducido a fantasmas.
y flamenco que la marcan sonora, Pero no son eso. Pues nuestros mon-
templaria y de seña múltiples. La tubios son los guerreros de Alfaro, los
guitarra siempre incólume, ahí, para
montoneros de los Chapulos y quienes
adornarla y quererla, para acabarla
en sus sonidos de guachapelí y palo nos alimentan, pero que también can-
prieto. Sé y he visto, he comproba- tan, bailan y se divierten con su músi-
do también, el uso del requinto y ca, danzas y otras formas que su espíri-
las últimas bandolinas como las de tu, cultura ha creado, recreado y tejido
Río Chico, Garrapatilla, La Estan- en la malla histórica de su vida social.
cia, Sota de Arriba y Tosagua, en
Manabí; la de San Antonio, cerro El
Gusano y Palenque, en la provincia
Recorriendo la obra
de Los Ríos; las de Daule, El Mate
(ahora un balneario de agua dulce), La pasión obsesiva de Wilman
Jerusalén, Salitre y Villa de las Mer- lo lleva a recoger, elaborar; y, muchas
cedes, Colimes de Balzar, en la pro- veces, juntando una idea con otra,
vincia del Guayas; las de Jumón, Be- aunque no correspondan estricta-
lla María, San Jacinto y La Avanzada mente a ella, desde ese pegar y juntar,
en la provincia de El Oro. Por poner quiere interrogar, descubrir y esta-
ejemplos de puntos, sitios, caseríos, blecer cómo y por qué la música y el
recintos y cantones donde he graba- baile montubios fueron siendo arrin-
do música montubia y comprobado
conados, desplazados, reemplazados
el tipo de instrumentación utilizada
(tomo I p. 27). e invibilizados.
A Wilman, como a todo mon-
¿Es posible que lo invisible se tubiólogo, o todo aquél que escoja el
sienta, se oiga, se pueda percibir y camino de intentar un proceso de an-
nos invite a bailar? Wilman Ordóñez, tropologización de la ruralidad mon-
en su obra, nos dice que sí es posible. tubia, necesariamente lo conduce a la
Y esto solo se puede dar cuando se pregunta de cuánto es de poderosa y
busca y se trabaja por reconstruir una represivo el bloqueo y el silencio. Le
música y un baile que ha sido reduci- salta y lo asalta la idea de establecer
do a leyenda y acciones de fantasmas. cuál es el juego de poderes y los po-
Sin embargo no es así. Él hace deres ocultos, el poder omnímodo
hablar, bailar y cantar a los fantasmas que hace de sociedades y culturales
que como realidades entre sombras él reales, pueblos y juegos de fantasmas
las pone otra vez en el escenario, sin que crean la idea de su inexistencia.
el juego multicolor, solo con el blanco Por eso a Wilman no le preocu-
y negro de la mirada y compresión de pan si su estudio, cuestionamiento,
la solidaridad montubia. reflexión y propuesta, es corta o lar-
Nos dice, que la sociedad y cul- ga. No le interesa ni la brevedad del
tura etnocéntrica urbana, así como los telegrama ni la extensión del testa-

48
No. 24 • Un encuentro con la historia

mento. Él solo quiere usar el espacio etnohistóricos que explican y permi-


necesario para que las ideas matrices, ten comprender lo que él señala (capí-
los referentes y los argumentos que él tulo 2, pp. 59-108).
exhibe le permitan persuadir al lec- El tercer capítulo nos introduce
tor que la música y el baile montubio en la historia del baile y de la música
siempre han estado ahí en la ruralidad adentrada de la República. Es decir, a
del litoral. Pero, para eso, hay que sa- lo largo del siglo XIX (pp. 111-142). Si-
ber mirar. gue el capítulo cuarto (breve) de ape-
Precisamente la mirada urbana nas dos páginas sobre el nacionalismo
no es la más adecuada para reconocer en la Revolución liberal (pp. 145-150).
a los otros. Tampoco lo es la del indi- En el capítulo quinto, retorna a la
genismo-andinocéntrico para quienes Costa para seguir buscando nuevos
los otros son una invención y una fan- elementos que fundamenten sus afir-
tasía de intelectuales regionalistas. Sin maciones (pp. 153-182).
embargo, la región y la regionalidad El capítulo sexto, al que titula:
son el único lugar y espacio sociocul- “El montubio y su música: territorio,
tural donde están y viven, donde bai- región y representación sociocultural
lan y cantan los montubios del litoral. y simbólica”, es a mi juicio, posible-
Por eso para Wilman la exten- mente éste, así como el séptimo y octa-
sión es lo de menos, lo importante es vo, los mejores elaborados en cuanto
poner los elementos, razonar, argu- a tarea de reconstrucción de historia
mentar, para quien busque su obra social, pues cuando se reconstruye,
y se introduzca en su lectura, pueda analiza, interpreta y quiere compren-
encontrar en ella los elementos y las der la historia, es importante situar el
claves que le permitan aceptar que los contexto y las relaciones, las estructu-
montubios no son campesinos cual- ras y los procesos que nos permiten
quiera sino hombres y mujeres de una comprender cómo y por qué determi-
cultura que baila y canta desde ayer nado objeto y hecho musical y dancís-
hasta hoy. tico es de esa y no de otra manera.
La obra de Wilman, Alza que te Esto es lo que detectamos en
han visto comprende dos volúmenes. el capítulo séptimo donde se sitúa y
El primero que tiene ocho capítulos y donde encuentra: “Los primeros es-
411 páginas. Y aunque este tomo no tudios musicológicos de la canción y
tiene índice se lo puede reconstruir el baile tradicionales montubios” (pp.
recorriendo sus páginas. Ahí están las 249-292). Así también el capítulo oc-
ideas fundamentales que lo llevan a tavo que es el más extenso y donde
hacer un breve recorrido por la histo- reproduce la mayor parte de las notas
ria de la música ecuatoriana (capítulo musicales de las canciones montu-
1, pp. 35-56). Luego continua con la bias, como lo hizo también en el ca-
transición musical a la colonia, donde pítulo sexto. Este capítulo octavo se
incorpora importantes documentos extiende desde la página 295 hasta la

49
411; es como dijimos el más largo y las
razones están en el contenido que ella
trae y en la argumentación que des-
pliega Ordoñez.
El segundo tomo (que sí tiene ín-
dice) consta de 230 páginas. Este está
dedicado específicamente al capítulo
IX y algunos anexos. El capítulo IX,
“La Banda del Mate” consta de los si-
guientes subtemas: 1. Típica orquesta
montubia nacida en la provincia del
Guayas; 2. Cuadro clasificatorio de la
música montubia elaborado por el et-
nomusicólogo Juan Mullo Sandoval;
3. El tradicional traje típico montubio
(El traje típico de la mujer montubia,
La “santa” montubia y el tradicional
traje campesino por Rodrigo Chávez,
María Angélica Peralta Rodríguez.
Fotos del traje regional montubio); 4. 1ra. reina Festival balseros Calceta. 17 octubre 2002
Reseña biográfica de Rodrigo Chávez
González (selección de canciones de Finalmente
Rodrigo de Triana); 5. Guido Garay
y el Cuadro folklórico montubio: una ¿Por qué Alza que te han visto,
historia, una región, una razón de ser el libro más elaborado de la produc-
artista de lo montubio (reseña biográ- ción intelectual de Wilman Ordoñez,
fica del folklorista y barítono Guido no es un libro de historia de la música
Garay); 6. Lo que nos queda y debe- montubia ni un libro que estudia al-
mos explotar. gunas formas del folklor montubio?
A continuación se presentan dos Porque ese no es el interés ni el
anexos que permiten complementar proyecto intelectual de Wilman Ordo-
la obra, en el primer anexo podemos ñez. Él siendo folklorista superó el fol-
encontrar: Letras de piezas musicales klorismo. El proyecto de él es un pro-
y canciones de autores que aluden al yecto sociocultural, histórico y étnico,
universo sociocultural montubio incluso político e ideológico. Eso lo ex-
presa con toda claridad en el subtítulo
Mientras que el segundo anexo
de la obra Alza que te han visto, pues
consta de: poemas que destacan el
ahí está lo que Wilman busca. Ahí dice
universo sociocultural montubio en
que es una “historia social de la músi-
versos de grandes escritores guaya-
ca y de los bailes tradicionales montu-
quileños, costeños y ecuatorianos en
bios”; por lo tanto, esta obra no es una
general.
obra de folklor ni una obra de música.

50
No. 24 • Un encuentro con la historia

Es un trabajo histórico de recons- sale para recuperar su memoria que


trucción del proceso de creación y lo vincula al mundo de la ruralidad;
recreación del baile y la música mon- y, de revelación porque fue el traba-
tubia leída en el contexto y el tiempo jo de campo así como la danza, más
histórico en el que ellas se expresan y que el folklor, el que lo llevó al acto
se tejen con la vida social. Éste es el más pleno de su vida encontrar que el
gran mérito de Wilman, el de atrever- mundo montubio está vivo, cruzando
se a reconstruir la trama que vincula toda la historia social de la ruralidad
la sociedad rural montubia, sus carac- del litoral. Pero fundamentalmente lo
terísticas y referentes con la música y ha marcado étnica, ideológica y cul-
la danza. Por eso los folkloristas aquí turalmente.
encontrarán una guía para leer y com- ¿Y esto por qué lo decimos?
prender de otra manera. Porque mi trabajo como historiador
También los bailarines de la me llevó a vincularme con Wilman
danza montubia encontrarán en la y a descubrir con él también nuestro
obra de Ordóñez algunas de las ex- vinculo étnico y familiar con los mon-
plicaciones de los por qué, cómo y tubios. Ahí nosotros juntos fuimos
desde cuándo los montubios cantan y descubriendo y aceptando “la san-
bailan en el proceso interminable de gre chuta”, es decir, que tenemos una
recreación de su vida en la ruralidad huella étnica montubia que nos cruza
del trópico de la cuenca de Guayas, en cuerpo y alma.
medio en el cual no solo custodian y Precisamente por eso, en ese
preservan, sino que los convoca y les trabajo de contacto práctico, vivo e
provoca mucha de sus composiciones intenso con el mundo montubio, Wil-
musicales y poéticas de ese ambiente. man descubrió, cuestionó, preguntó y
Los historiadores también en- reflexionó. Por eso este un libro que
contrarán algunas claves y pistas, por revela y devela identidad, pero tam-
cierto importantes, para entender esa bién que es una muestra fehaciente de
compleja relación que se da entre los que el mundo montubio no se puede
elementos de las estructuras, los pro- comprender desde la comodidad de
cesos y el mundo cultural y simbóli- una biblioteca, desde el silencio de
co. Ahí encontrarán elementos que les una estantería de libros con aire acon-
permitan acercarse a las claves que dicionado.
explican esa relación compleja entre Wilman presenta aquí lo que
estructuras sociales con el baile y el él fue descubriendo, reconstruyen-
canto montubio. do, quemándose la piel y el cuerpo,
Este es un libro de historia social majando lodo, caminando trochas y
de la música y el baile. De eso no cabe sendero, yendo barranco abajo, dur-
la menor duda. Pero también es un li- miendo en el suelo, con y sin petate,
bro de intimidad y de revelación. De tomando leche y agua en mate, co-
intimidad porque desde ella Ordóñez miendo bollo y pan de almidón, por

51
eso él pudo tener interminables “con- Pero, así mismo, nos advierte
versas” con er montubio de aquí y de que solo lo ven y lo oyen, lo pueden
allá. Ninguno de ellos les negó la in- sentir y escuchar aquéllos que se atre-
formación y el diálogo. ven a entender y reconocer que ese
De ahí que, quienes conocemos, dicho y expresión popular urbano
Wilman puede transitar por la biblio- “Alza que te han visto” es una inven-
tecas, pasarse sumergido intermina- ción del mundo montubio y una inva-
bles días entre archivos, y, sin embar- sión de ellos en el mundo urbano que,
go, los archivos no lo devoran. Es un aún hoy, se hacen los giles para des-
hombre que sabe que el mundo mon- entenderse de la danza, los sonidos,
tubio no es un problema de letras, de la poética y todo lo que los montubios
páginas y relatos estratificado, escri- crean como baile y canto, más allá de
tos y congelados, sino un mundo vivo la seguridad alimentaria que nos dan
que trasciende la letra la crónica y y de los miles de millones de dólares
la reseña, pues para saber qué son y que hacen y crean con su trabajo coti-
quiénes son solo hay que atreverse a diano en la agroexportación de bana-
estar con ellos. Wilman no solo ayer y no, café, cacao, soya, frutas, etc.
hoy sino mañana estará con ellos. Esto se percibe con claridad en el
Por eso esta obra no es solo la primer tomo en las páginas 174-175,
reconstrucción bibliográfica la rees- donde él se pregunta y responde para
cenificación de la vida social activa descubrir su cuerpo y alma desnu-
y presente, actual y sensorial de los dos ante la ruralidad montubia que
montubios de ayer y de hoy, desde su le puso la huella étnica en la memo-
baile y su música. Cuando recorrimos ria de su familia y de esa colectividad
pueblos, caseríos y recintos, siempre que no puede desprenderse porque la
él buscaba lo suyo, que le den cuen- ama, la siente y tiene necesidad de es-
ta, que le informen sobre el baile y la cribir sobre ella.
música. Aquí nos dice que ha tenido que
Hoy los montubios y la inves- vencer fantasmas y delirios, bloqueos
tigación histórica puede sentirse y silencios. Estas son las mejores pági-
agradecida de ese trabajo obsesivo y nas de la intimidad y la revelación de
apasionado que marca los días y las Wilman, donde el folklorista sale de
horas de este folklorista que, desde sí para introducirse en la historia de
la investigación intelectual, superó los sonidos y baile, la lúdica; y, todo lo
el folklorismo porque se acercó a la crea y recrea esos presentes-ausentes
historia social, y solo desde ahí puedo que siempre se llamarán montubios.
comprender por qué y cómo el baile Montubios, sí, con mayúscula, y como
y el canto montubio, aun siendo visto grito y denuncia de un silencio y una
como fantasma, suena y resuena, se lo ceguera que no puede ni debe seguir.
ve y se lo oye en el mundo de la rura- Pues la “maldición montubia”
lidad de la cuenca del Guayas. de su presencia y permanencia con

52
No. 24 • Un encuentro con la historia

su baile y canto hacen evidente que la historia de su verdad musical y


ellos no están dispuestos a morir, a danzaría, de su verdad de melodías,
silenciarse ni a dejarse ningunear. Y canciones, festejos. Una historia ol-
aunque la aculturación sea acelerada, vidada en los recuerdos. Olvidada
en el silencio del prejuicio y en las
habrán hombres que, como Wilman
fobias étnicas del centroquiteñismo
Ordóñez, estarán dispuestos a re- y del mestizo afrancesado del gua-
construir y reintroducir ese canto, ese yaquileño.
baile y esas formas propias de crear y Hoy mis fantasmas descansan en
recrear su cultura. paz. Ya escribí lo que debía. Hoy
honro así sus memorias. Y las me-
Cuántos fantasmas he tenido que morias de todos los montubios y
evadir y disipar para llegar a esto. montubias que bailan zapateando,
A mi tierra, a la de mis abuelos y pa- raspaditos, a tabla rasa, cogidos
dres montubios, de la que me siento o sueltos, en complicidad con los
engreído y orgulloso. Tierra en la cuerpos, los bailes de sus abuelos.
que nace y he de morir para vigilar Montubios y montubias, que aco-
hecho polvo los sonidos sagrados de tejan diariamente un verso, una
su entorno. Tantos fantasmas. He- canción, un amorfino al amor y a la
chos, bandas y orquestas. Talladores vida. A lo duro de sus jornadas. Al
de música y poemas que jodieron mi cañaveral y a sus ríos. Al trapiche
cabeza y rumiaron mis huesos has- y a las tembladeras. Condición na-
ta llegar a mis deseos. Tantos y en tural de su biodiversidad y medio
manada, de tales tamaños como los ambiente.
gigantes de Santa Elena. Montubios y montubias que a pesar
¿Acaso no son nuestros fantasmas de las inclemencias de la naturale-
los que producen nuestras propias za, de los hombres que los explotan
ideas? ¿No son ellos los que nos ob- y humillan, son y seguirán siendo,
sesionan y motivan? ¿Los que hacen alegres, festivos, altivos, soberanos,
que desvariemos o seamos cuerdos? desprendidos de sus bienes, her-
Estos, mis fantasmas, me conduje- manos, caballeros, amigos. Eso sí,
ron. señores explotadores, capataces de
He llegado a mí, a mi monte, carajo. la política y los políticos de turno,
A decirle a mi bisabuelo, Sixto Lan- lacayos, chulqueros, malandrines de
dires Rodríguez, que hoy su música, la vida y de la honra de los montu-
la que interpretaba en su bandolina bios de Manabí, de Guayas, de Los
y vigüela, late más que nunca en mi Ríos, de El Oro, del sur de Esmeral-
corazón de bizarro montubio y frus- das, nunca olviden que pronto, muy
trado marinero. pronto, con ideas, con guitarra en
Decirle a él, a mi bisabuelo músico, mano, con guardamanos y mache-
que hoy su música, la música mon- tes, organizados, los montubios go-
tubia, vuelve a los ojos y al corazón bernarán la patria y ustedes habrán
de machete y garabato de los gua- pagado sus históricas deudas con
yaquileños. Por él, por mi bisabuelo ellos (tomo I, p. 174-176).
músico, por mis abuelos montubios,
por mis padres, por el litoral verde ¿Por qué, en medio de un libro
y sabanero, escribo esta historia, serio, de investigación, se filtra este
53
discurso ideológico que puede des-
merecer la seriedad de la obra?
Porque sobre el mundo montu-
bio no hay solo omisiones, olvidos y
represiones, también hay bloqueos
y procesos perversos de invisibiliza-
ción que Wilman ha vivido y consta-
tado en carne propia. También todos
y cada uno de nosotros constatamos,
aun luego de la decisión constitucio-
nal que los montubios sean aceptados
y reconocidos como etnicidad, cultu-
ra y sociedad que tienen derecho a
ser definidos, comprendidos, consi-
derados y respetados por lo que son:
MONTUBIOS.
pueblos, culturas, etnicidades que
Por eso no debe llamarles la crean música, baile, poesía y aun ri-
atención que esa suerte de filípica, queza social para aquéllos que no los
discurso ideológico intimista se filtre reconocen ni valoran.
en medio de las notas musicales, en
medio de los sonidos del movimiento El trabajo de Wilman hay que
y del ritmo del baile de los montubios inscribirlo en el marco de aquello
que él reconstruye en su obra. Pare- que Paz nos encarga, y que debemos
ce ser que esto es una necesidad que asumir como tarea y deber. El premio
debe constar en todo estudio sobre los Nobel de literatura nos decía que:
montubios. Pues el silencio y bloqueo
sobre ellos llena de rabia e incita el co- Hay que defender a las sociedades
tradicionales si queremos preser-
raje, la protesta y la rebelión. Wilman
var la diversidad. Todos nos damos
lo hace porque está marcado por la cuenta de que esto es dificilísimo
huella étnica del mundo sociocultural pero la otra posibilidad es sombría:
y simbólico de los montubios. un derrumbe general de la civiliza-
Sin embargo, la explicación de ción, frente al cual el fin del mundo
todo esto está en la tarea encargada antiguo, entre los siglos V y VII, no
por el intelectual mexicano Octavio habría sido, apenas, sino un modes-
to “ensayo general” del desastre.
Paz, y que todos debemos asumir.
Desde esta perspectiva, la preserva-
Ésta constituye una incitación a la de- ción de la pluralidad y las diferen-
fensa y a la acción sociocultural de to- cias de los grupos y los individuos
dos aquéllos que pensamos y creemos es una defensa preventiva. La ex-
que las sociedades culturales no son tinción de cada sociedad marginal y
fantasmas ni pueblos en extinción y de cada diferencia étnica y cultural
en vías de desalación sino sociedades, significa la extinción de una posibi-

54
No. 24 • Un encuentro con la historia

lidad de supervivencia de la especie tinúen siendo los preservadores de la


entera. Con cada sociedad que desa- ruralidad, los custodios de la cuenca
parece, destruida o devorada por la del Guayas. Que continúen como
civilización industrial, desaparece hombres y mujeres verracos que ha-
una posibilidad del hombre –no
cen parir la tierra para que nosotros
sólo un pasado y un presente sino
un futuro. La historia había sido, comamos y los gobiernos reciban las
hasta ahora, plural: diversas visio- divisas que no las devuelven ni en
nes del hombre, cada una con una servicio ni en atención a los montu-
versión distinta de su pasado y de bios que cantan y bailan mientras
su futuro. Preservar esa diversidad siembran y cultivan.
es preservar la pluralidad de futu-
Salir del enredo subjetivo y asu-
ros, es decir, de la vida misma (Oc-
tavio Paz, Hombres en su siglo, p. 45).
mir la tarea pendiente.
El trabajo de Wilman Ordóñez
¿Cuántos de los que han venido es rico en descubrimientos, cuestio-
ha presenciar el lanzamiento de esta namientos y sugerencias. Abre dife-
obra y a celebrar el avance y el desa- rentes y variados caminos, a partir
rrollo intelectual e investigativo de de su estudio etnomusical, pues en
Wilman Ordóñez pueden asumir este los hechos y en su desarrollo va más
encargo como tarea y modo de acción allá de la música y el baile montubio.
para transformar el silencio en voz y Destapa problemáticas, obligándo-
grito de defensa de los montubios? nos a cuestionar y repensar el marco
No respondan, no es necesario. sociohistórico de la etnomúsica y de
Lo importantes es que no estén solo otras formaciones culturales del mun-
como amigos y lectores de Wilman do social montubio y de la ruralidad
sino como hombres y mujeres que del litoral.
se atreven a oír y cantar la música y Pensamos que en lo central el
las canciones montubias. Hombres y libro logre mucho su objetivo: esta-
mujeres urbanos que perciben y reco- blecer el itinerario, la hoja de ruta, así
nocen que los montubios no solo ma- como los diferentes problemas que
jan lodo en los arrozales y que trepan están en el marco de referencia, en los
como monos los ciruelos, los mangos contextos y en el conjunto de las de-
y los zapotales, etc.; y que, además, terminaciones que nos permiten com-
son hábiles y diestros jinetes. prender los procesos etnomusicales
Lo más importante no es eso montubios en sus represiones, silen-
sino que comprendan, acepten y va- cios y censuras.
loren que esas mismas piernas bailan, Del trabajo de Ordóñez quere-
crearon y recrearon unos bailes. Bailes mos rescatar un hecho que a nuestro
que hay que recuperar y reposicionar juicio es central. Lo llamamos el en-
socioculturalmente. Hay que hacerlo redo subjetivo y la tarea pendiente.
como defensa de su identidad y cul- Le damos tal denominación porque
tura, y para que los montubios con- cuando la reconstrucción y el análi-

55
sis, así como la problemática que la ciado y señalado un hecho es
investigación abre, se introduce en el porque las condiciones históri-
terreno donde las relaciones subjeti- cas-sociales, así como las ideoló-
vas pueden desplazar y reemplazar gicas y teóricas, de ese momento
la realidad histórica-social de la que y de él no le permitieron encon-
hay que partir. Por esa vía se produce trar las respuestas.
un enredo y entrampamiento que no Sin embargo, aquí hay algo que
nos conduce a un camino de certezas no se puede dejar de rescatar. Aquí
y comprensión de los aspectos funda- está atrapado y entrampado un as-
mentales que se requieren. pecto étnico y cultural que nos obliga
Por eso queremos, aprovechan- a preocuparnos de esa problemática,
do este horizonte de la etnomúsica a pensarla e intentar encontrar las res-
y del baile de los montubios que con puestas que esa realidad reprimida y
su estudio, investigación y libro abre bloqueada obliga, especialmente a los
Wilman Ordóñez, introducirnos a ese litoralenses. Pues él va más allá de
camino. Puesto que Ordóñez lo hace lo etnomusical, tiene que ver con un
para plantear esa problemática en el problema de la cultura y la sociopolí-
marco de una mayor: la que tiene que tica regional e interregional.
ver con el contexto sociohistórico du- Rodrigo Chávez no solo inte-
rante el segundo y tercer cuarto del rroga sino que además cuestiona una
siglo XX. Siempre en referencia a las práctica sociocultural, que también es
determinaciones socioculturales que ideológica, política, cultural y étnica:
determinan sus silencios, bloqueos la que tiene que ver con el despla-
y autosilencios que se le impone a la zamiento regional del litoral y la in-
etnomúsica y a los bailes montubios. vasión de una región (la andina) así
De ahí que nos parezca funda- como la evasión de la otra (el litoral),
mental considerar un conjunto de en sus expresiones culturales y etno-
aspectos que, estando en la sombra musicales. Chávez es claro cuando
o sobre entendidos, deben salir a la señala que:
superficie para discutirlo, analizarlo,
e intentar una adecuada comprensión Nuestros compositores populares,
de ellos. A nuestro juicio estos aspec- que han hecho otra imposible y
tos son los siguientes: peor amalgama con los amorfinos
montuvios, titulándolos “pasillos
1. La afirmación de Rodrigo Chá-
costeños” no obstante de que Jara-
vez que ata Wilman (tomo I, millo Alvarado (Pío) asegura que en
p. 113), no debe quedar en el el pasillo está intacta la amargura de
limbo ni debe ser considerada la raza vencida, insistimos en que el
cualquier afirmación. No es así. pasillo es un ayuntamiento mal he-
Debemos encontrar aquí la aper- cho entre nosotros de dos músicas
tura de un camino y una clave. antagónicas paradójicas: la alegría
Pues si Chávez solo deja enun- del pasillo colombiano y la pesadez

56
No. 24 • Un encuentro con la historia

tristona del yaraví importado del necesario estudiarlo, analizarlo,


Perú. Pidiendo apoyo a los extremos comprender los por qué.
nos encontramos en un medio inco-
loro musicalmente, proclamando
3. El planteamiento del abandono,
enfáticamente como música criolla desplazamiento y encubrimien-
nacional una amalgama insopor- to-autorepresión del amorfino,
table, que es ajena a nuestro senti- desde el litoral y desde las ur-
miento vernáculo y que, en el fondo, bes de ella; es decir, nos invita a
influye para desconcertar la perso- preguntar y a estudiar por qué
nalidad de la psicología popular con y cómo se produce ese proceso
influencias externas (pp. 113-114). sociocultural, ideológico y etno-
Nosotros pensamos que este ar- musical que desplaza-reempla-
tículo al cual Ordóñez alude (y que za y cubre el amorfino.
hace bien en rescatarlo y ponerlo En estos tres aspectos hay una
nuevamente en la escena del debate pregunta de fondo que está en silen-
interregional no solo de lo étnicomu- cio pero sin la cual no se puede en-
sical sino de aspectos más amplios de tender ese conjunto de señalamientos
la cultura y la etnicidad), se le escapa que hace Rodrigo Chávez González.
en su riqueza alusiva, interrogadora En el fondo éste se pregunta: ¿Por
y cuestionadora. Nosotros pensamos qué pasa esto? ¿Qué elementos socio-
que aquí hay la apertura de un campo culturales, etnológicos, ideológicos y
problemático que aún no hemos de- políticos están implícitos y explícitos
batido ni resuelto. Encontramos que en él?
hay lo siguiente: Esto es precisamente lo que des-
1. El señalamiento de un hecho cubrí en un proceso de estudio, análi-
real, que va más allá de lo etno- sis y ejercicio hermenéutico. Solo así
musical. Un problema que tie- podremos llegar a establecer la pre-
ne que ver con un problema de sencia, incidencia y persistencia de
ocultamiento y ocultación. Que esta práctica de censura, represión,
puede parecer insignificante; sin invasión, aculturación y autocensura
embargo, no lo es, pues en él está sociocultural y etnomusical.
contenido y constreñidas mu- Wilman Ordóñez está en la pis-
chas de las claves que permiten ta pero no logra comprender la tarea
comprender por qué y cómo se y encargo que hace Rodrigo Chávez
dan las represiones, los silencios González. En lugar de correr y sumer-
y las autocensuras regionales. girse en la historia socioeconómica,
2. La necesidad de comprender el política, cultura, ideológica y étnica
efecto que ese hecho y proceso del país, de sus relaciones y procesos,
trae en la cultura y en la músi- de las propuestas y juegos del poder,
ca y hasta en la psicología social de la construcción del Estado-nación
regional. Pues no se trata solo y de los juegos étnicos interregiona-
de señalarlo ni de describirlo, es les, se va por otro camino.

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Wilman abandona el terreno en ser regla y explicación de un hecho
el cual él mismo se introdujo, y des- histórico, sociocultural y psicosocial.
de donde la historia social y el rescate Decimos esto porque pensamos
sociocultural regional e interregional que no es el romanticismo individual
lo llaman y le imponen una tarea. y subjetivo el que puede situarse y
Es como si descubriendo la llave, te- señalarse como fundamento de una
niéndola en la mano, no se atreviera compleja situación de cambio e inci-
a abrir para introducirse en el camino dencia-influencia de una expresión
que él ha descubierto y que debiera sociocultural (el pasillo) y el relega-
seguir. No hace eso, se detiene en el miento y olvido del otro (el amorfi-
límite. no), como bien lo señala, en el artícu-
No sigue el camino que él des- lo que reproduce Ordóñez de Rodrigo
cubrió, que es rico e importante, por- Chávez González.
que hay evidencias problemáticas Aquí es donde hay que ser más
y aspectos que nos permitirán com- fino y sutil para hilvanar muy “fino”
prendernos en los desencuentros, si- y hacerse las preguntas fundamentales
lencios, represiones y de la intercultu- que orienten el descubrimiento de las
ralidad regional, no solo etnomusical razones, causas y determinaciones de
sino también de otros ámbitos. esa situación. El problema no va por
Se apega a lo que dicen otros au- ahí, está en otro terreno. Sale del suje-
tores, que no se hicieron las preguntas to, tiene que ver con la historia, la so-
que él se hizo. Abandona su terreno, ciedad y la dinámica étnica y cultural.
por eso subjetiviza su comprensión Porque pensamos que lo que
cuando tiene que abrirla a la histo- se señala como la “nostalgia montu-
ria social y etnomusical regional e bia” de los años veinte y treinta del
interregional. Se evade. Se va por el siglo pasado no es la del desamor, el
lado de los autores y no se detiene en amor propio traicionado y engañado.
los procesos sociales, culturales, en Tienen que ver con el conjunto de las
la psicología social y en los nuevos relaciones sociales que van más allá
modos de vida que crea y defiende la de la subjetividad. Puesto que si hay
modernidad urbana de Guayaquil. una nostalgia en los distintos sectores
Pues somos de la idea que no es montubios y urbanos migrantes del
desde el señalamiento de la psicolo- litoral y Guayaquil, ésta no corres-
gía social de la pena, la nostalgia y el ponde a la pura subjetividad de los
desamor de los individuos, como in- que la sufren, la portan, la tienen y la
dividuos aislados de toda relación y expresan.
referencia sociocultural, desde donde Esa nostalgia, si realmente exis-
se puede encontrar las razones, deter- te (que nosotros dudamos que sea
minaciones y claves de esa realidad, tal) tiene que ver con un conjunto de
cambio y situación histórica que hace hechos y circunstancias sociales que
que lo individual y subjetivo pueda trascienden la subjetividad. Tienen

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No. 24 • Un encuentro con la historia

que ver con la realidad histórica so-


cial del momento, cuando se quiebra
y hunde la socioeconomía de la mo-
noexportación cacaotera que era el
soporte y la atmósfera del la cual se
nutría y sobrevivía la sociedad y el
conjunto de las prácticas sociales.
Pensamos que es la incompren-
sión del efecto de la crisis y del de-
rrumbe de la socioeconomía y de la
vida social de la ruralidad montubia Agapito Guzmán y su orquesta. Calceta. 1966

la que puede explicar y darnos las cla- ción a una modernidad arquitectóni-
ves de esa suerte de efecto sociocul- ca y sociocultural que estaba poten-
tural y psicológico social, en le vida ciada por el primer centenario de su
familiar e individual que se expresa independencia (1820-1920). Crecía en
como nostalgia. sus élites socioeconómicas y cultura-
Sin embargo, es necesario seña- les con su afán de hacer de Guayaquil
lar que no es la nostalgia del indivi- una “ciudad moderna”, desinteresa-
duo creado desde la pura subjetivi- da de su vínculo histórico con la rura-
dad por romanticismo, sufrimiento y lidad y con mundo montubio.
sadomasoquismo. Tiene que ver con Por eso el señalamiento de José
la fractura familiar por la migración de la Cuadra de Guayaquil, como
que motivó la crisis cacaotera de la capital montubia del Ecuador, no en-
ruralidad de Los Ríos, Guayas, El contró eco ni seguidores en las élites,
Oro, Manabí hacia Guayaquil. en la intelectualidad y en los músicos.
Es una nostalgia que tiene que Por esta ruta habría que pensar que el
ver con la inexistencia de una aper- amor fino como canto y baile comien-
tura, comprensión y asimilación del za la vía crucis de su silencio y repre-
Guayaquil urbano hacia la ruralidad sión urbano y rural porque la moder-
agrícola y cacaotera que se hundió en nidad no quiere aceptar que esa no es
ese período. Inexistencia y silencio una tradición cualquiera sino parte
que tiene que ver con un Guayaquil del ser y de hacer de los guayaquile-
que quiere ser urbano y moderno, re- ños y litoralenses.
negando, reprimiendo y silenciando
la ruralidad y el entorno montubio
que la nutre y le da vida.
Es la nostalgia de los montubios,
que viven y sufren por esa suerte de
silencio que encuentran en el Guaya-
quil urbano. Ciudad puerto que se
había incorporado con pasión y devo-

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