Spondylus No.24
Spondylus No.24
Spondylus No.24
EDITORIAL 3
APUNTES SOBRE ALGUNOS APELLIDOS DE LOS CACIQUES DE MANABÍ
Ezio Garay Arellano 5
TIMBRES Y SELLOS EN LA
CONSTRUCCIÓN DEL ESTADO NACIONAL
Manuel Eduardo Andrade Palma 26
M
anabí como provincia es de vivirla bajo un sistema de modelos
una de las más extensas de ricos y actuantes, que han descrito be-
la patria. Casi veinte mil llamente esa “cultura inmaterial” de
km. cuadrados la conforman, y la Manabí que Pedro Reino dice, de ma-
habita gente que vive en ciudades, y nera acertada, que “late entera, certe-
otro grupo que ha preferido poblar ra y convincente”.
el campo. Vivir en la campiña mana- El estudio de la vida montubia,
bita, de geografía tan disímil, con es- que es el estudio de nuestra yema
casísimas vías de accesos y servicios original manabita, ha pasado por di-
básicos inexistentes, ha resultado un ficultades: ese sistema de vida, rico y
verdadero sacrificio que solo tiene simbólico, que nos resulta bello a no-
compensación cuando se siente amor sotros, puede parecer pobre y desluci-
por la tierra y por la aventura de ha- do para otros. Por eso, alguna vez, el
cerla parir. término “montubio” sonó como ana-
El montubio manabita ha emergi- tema burlón y despreciativo, y serlo
do de siglos de incomodidades y sa- representaba a un tipo vergonzoso,
crificios, mostrándonos una cultura inculto y de costumbres bastas.
que le da una identidad. ¿Cómo?, vi- Por eso Spondylus va a alentar,
viendo sin comunicación y poblando permanentemente, el desarrollo de
un territorio extenso pudieron, en la investigaciones y ensayos que sigan
diversidad, mostrarnos un comporta- descubriendo las riquezas de la cul-
miento, unos modismos lingüísticos, tura montubia, por eso ve con satis-
unas costumbres, en fin, una identi- facción profunda trabajos y actitudes
dad cultural propia. como las de Eumeny Álava.
Este modo de vivir aprendido de Porque sabemos de dónde nos
nuestros montubios, que según los originamos, sabemos que esa amalga-
antropólogos no es fruto de la natu- ma de hombre mestizo y campo puro
raleza sino de la transferencia de cos- forjó el tipo de manabita que somos.
tumbres de padre a hijo, nos ha hecho Porque en esta hora de modernida-
buscar ansiosamente la síntesis de des y aculturaciones, bien vale mirar
los rasgos más preponderantes de su hacia atrás, ver claramente nuestros
modo de vida. orígenes; y, sentir que nos late en el
Y nos encontramos con muchos alma, entera, certera y convincente,
autores que han resaltado en sus es- esta cultura inmaterial de montubios
tudios esa forma de concebir la vida, que ostentamos.
3
Documentos de la historia manabita. 1866
4
APUNTES SOBRE ALGUNOS APELLIDOS
DE LOS CACIQUES DE MANABÍ
Ezio Garay Arellano
L
a falta de documentación en lo
que es la región Costa de la Re-
pública del Ecuador ha limita-
do nuestras investigaciones históricas
y solamente han llegado a nuestras
manos, los pocos papeles que logra-
ron salvarse de nuestro inclemente
clima, de la humedad, la polilla y los
incendios. Pocos son los escritos que
los historiadores hemos podido resca-
tar gracias a nuestra rigurosidad cien-
tífica y capacidad de interpretación y
lectura, recreando, por su intermedio,
nuestra historia autóctona regional.
La actual provincia de Manabí
fue descubierta por los españoles an-
tes que los territorios de las ciudades
de Santiago de Guayaquil y San Fran- de la inevitable mortandad y huída
cisco de Quito. La historiadora Marit- de los indígenas por la conquista, el
za Aráuz nos dice que en Manabí: aparato colonial sí logró reducirlos.
De ahí que, a finales del siglo XVI,
Estuvieron asentados señoríos pre- en 1591, Morales de Figueroa des-
hispánicos con una organización cribe los tributarios que el distrito
muy avanzada y más poblados, de Portoviejo contaba con 1.253 tri-
como es el caso de los manteños, al butarios. En los datos de Morales de
sur de la provincia, donde están ubi- Figueroa Jipijapa –Baja y Alta– tiene
cados Jipijapa, Montecristi. A pesar una posición muy ventajosa frente
al respecto de pueblos; y, si consi-
deramos que Apechingue1 poste-
1. La autora consultada cita Apechingue en riormente pasó a formar parte de
los documentos que he revisado, dice: Jipijapa, obtendremos que ambos
Apechinche. pueblos eran los más poblados de la
2. Maritza Aráuz, Pueblos de indios en la Cos- provincia de Portoviejo.2
ta, ecuatoriana Jipijapa y Montecristi en la
mitad del siglo XVIII, Colección a la Costa,
Guayaquil, Publicación del Archivo His-
Otro documento que sabemos
tórico del Guayas, 1999, p. 61. contiene valiosas informaciones his-
5
tóricas de los nativos de las provin- co Huerta Rendón en la Revista del Co-
cias de Guayaquil y Portoviejo, que legio Nacional Vicente Rocafuerte, No.
ocupaban el actual territorio de la 55 de noviembre de 1955.
Costa ecuatoriana, es la “Descripción Descripciones anteriores al año
anónima de la gobernación de Gua- de 1605 han desaparecido, solamente
yaquil del año de (1605)”, publicada existen la de Morales de Figueroa y
en la Revista del Archivo Histórico del las probanzas de los conquistadores,
Guayas, No. 4, de diciembre de 1973, donde se describen sus hechos duran-
en la que el fundador del mencionado te la conquista y población de estas
archivo, el recordado historiador gua- tierras. De esta forma, definitivamen-
yaquileño don Julio Estrada Icaza, en te, es este manuscrito y el de Morales
su breve comentario, nos cita la fuente de Figueroa, los que nos narraran bre-
donde reposa este importante manus- vemente los sucesos relacionados con
crito como es la Biblioteca Nacional los nativos del territorio manabita du-
de Madrid con la signatura 3064=56, rante los años de 1591 y 1605, es decir,
copia obtenida por el Dr. Abel Romeo catorce años de historia de las reduc-
Castillo y Castillo, a su vez propor- ciones de sus pueblos de indios, los
cionada por el Dr. Luis Vásquez de mismos que citaremos ampliamente
Parga, transcrita por la señora Yolan- para su mejor ilustración. Continua-
da Araujo Urrea, y revisada por el mos con la autora consultada quien
paleógrafo Dr. Juan Freile Granizo. cita a Morales de Figueroa, relatán-
El Sr. Estrada nos dice, además, que donos que los pueblos tributarios que
fue publicada por primera vez esta dieron un total de 1.253 eran los in-
descripción anónima de Guayaquil dios que pagaban sus impuestos, en
en la Colección de Documentos Inéditos 1591, en las siguientes parcialidades:
Relativos al Descubrimiento, Conquista y
Organización de las Antiguas Posesiones Picoazá 252, Apechingue 122, Pipay
Españolas de América y Oceanía, sacados 106, Apelope 99, Pasao y Patagua
de los Archivos del Reino y muy Espe- 78, Catarama 74, Jipijapa La Baja 80,
cialmente del de Indias, vol. IX, Madrid, Jipijapa La Alta 61, Tosagua 46, Ban-
1868, pp. 247-309, magnífica obra de chal 42, Pillasagua 41, Lanconchipa
don Luis Torres de Mendoza. y Toal 40, Pimpaguasi 33, Indios de
El Valle 30, Manta 29, Salango 19,
Luego Marshall H. Saville la re- Xaramijó y Montecristi 16, Chara-
produce en The Antiquies of Manabi, potó 15, Paiquilli 14, Pisalanceme
Ecuador, en dos volúmenes, Nueva 18, Misbaique 10, Cupilde, Labique
York, 1907-1910; el historiador ma- y Malagua 18, Cama y Camilloa 16.3
nabita don Wilfrido Loor Moreira la
publica parcialmente en una tercera La descripción anónima nos re-
edición en una serie de cuadernillos lata que los indios, aborígenes o na-
que quedó inconclusa, teniendo una
cuarta edición con una introducción
3. Ibídem, p. 62.
del destacado historiador Dr. Francis-
6
No. 24 • Un encuentro con la historia
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El rey de España reconoció a las para que estos no fueran explotados,
élites nativas; es decir, la nobleza e la misma que le fue concedida por
importancia que tuvieron durante la el mencionado virrey, presentándo-
colonia los caciques, régulos, curacas la ante el Cabildo de Guayaquil el 2
y demás descendientes de los gober- de abril de 1624 para poderla acatar y
nantes de estos pueblos aborígenes, hacerla cumplir en el territorio de su
a quienes les concedió títulos y les comunidad y cacicazgo.7
otorgó escudos con nuevos elementos
heráldicos. Una heráldica general que BACUSOY
se componía de un mismo escudo: en
campo de plata o de oro, con un indio Cacique Don Luis Bacusoy
con su color de piel cobriza, con tres
plumas en la cabeza unidas por una Su pariente cercano don Maria-
cinta dorada, las mismas que eran de no Bacusoy, en Jipijapa el 27 de febre-
colores rojo, azul y verde, según in- ro de 1790, reclamó ante la Real Au-
formación del genealogista guayaqui- diencia de Quito, que debería quedar
leño don Pedro Robles y Chambers, libre del oficio de barrer las calles del
escudo de armas con el que grafica- pueblo, por tener parentesco con este
mos este estudio. noble Cacique y ser de familia india
Este artículo es un muestreo de noble.8
lo que en mis investigaciones he ido
encontrando sobre los apellidos de (Chapi): Cacique Don Francisco
los caciques del litoral ecuatoriano; Chapi
habiendo seleccionado, para esta pu-
blicación, solamente a los manabitas. Cacique Principal del pueblo
Los manabitas serán, en mi opinión, de Manta, en el distrito de Quito, el
los protagonistas del rescate de la 17.I.1706 solicitó que se le haga mer-
historia, la memoria colectiva de los ced del título de gobernador de los
apellidos de la toponimia nativa de lo
que hoy es la hermana provincia de
Manabí. He organizado estos apelli- 7. Juan Freile Granizo, Actas del Cabildo
dos en orden alfabético, de la siguien- Colonial de Guayaquil, tomo VII, años de
1690 a 1694, Guayaquil, transcripción y
te forma: versión de Juan Freile Granizo, Subge-
rencia del Centro de Investigación y Cul-
(Anzules): Don Pedro Anzules tura, Banco Central del Ecuador, Publi-
cación del Archivo Histórico del Guayas,
1988, p. 19.
Nacido hacia 1580, Cacique Prin- 8. Ezio Garay Arellano, Compilación biográ-
cipal y Gobernador de Jipijapa, solici- fica-genealógica de los fundadores de Santia-
tó al virrey del Perú, el Duque de la go de Guayaquil (1534-1605), Guayaquil,
publicación del Programa de Rescate
Palata, le otorgara una real provisión
Editorial de la Biblioteca Municipal de
en la que se reglamentara el cobro de Guayaquil, M. I. Municipalidad de Gua-
los diezmos a los naturales de Jipijapa yaquil, 1a. ed., octubre de 2006, p. 216.
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No. 24 • Un encuentro con la historia
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No. 24 • Un encuentro con la historia
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hermano de su cuñado; con des- y doña María López de Balma-
cendencia.15 ceda. Abuelos maternos: don
Doña Francisca Gabriela Villavi- Francisco de Mateos Aparicio y
cencio y Bravo, casó con el gene- doña María González Cordero;16
ral don José María de Andrade con sucesión.
y Mateos, nacido en Jerez de la Doña María de la Luz Villavicencio
Frontera, España, bautizado en y Cantos.
la Capilla de San Juan de Letrán, Don Agustín Villavicencio y Ce-
de cinco días de nacido, el 24 de deño, fue el hombre más rico de
marzo de 1783, teniendo por sus Manabí, fue el padrino de bau-
padrinos a don Manuel de Obre- tizo del general don Eloy Alfaro
gón y doña Manuela Carrasco; Delgado; casó con doña Martina
hijo legítimo de don Juan de Zambrano y Vera; sus hijos:
Andrade y López de Balmaceda,
Doña Carlota Villavicencio y Zam-
bautizado en la misma Capilla
brano, casó con don Manuel Ar-
de San Juan de Letrán de Jerez
teaga y Espinosa; con descen-
de la Frontera, de tres días de
dencia.
nacido, el 24 de marzo de 1755,
siendo su padrino don Francis- Don Salomón Villavicencio y Zam-
co Sáenz de la Espuela; se casó brano, casó con doña María del
en la iglesia de San Marcos de Rosario Loor e Intriago, viuda
Jerez de la Frontera el domingo de don Juan Álvarez del Barco;
6 de febrero de 1774 con doña con sucesión.
Petronila de Mateos y Aparicio Don Alejandro Villavicencio y
González Cordero, bautizada en Zambrano, casó con doña Ana
la iglesia mayor de Lebrija, de Alarcón y Villamil; con prole.
un año un mes de nacida, el 2 de Don Guillermo Licurbo Villavicen-
diciembre de 1752, fue su padri- cio y Zambrano; casó con doña
no don Lorenzo Quieto. Abuelos Eloísa Velásquez y Pinoargote;
paternos: don Juan de Andrade con descendencia.
Don Solón Villavicencio y Zam-
brano; casó con doña Clemencia
Loor y Velásquez; con sucesión.
Doña Josefina Villavicencio y Zam-
15. Ibídem. brano.
16. AHCA/C, Informaciones Matrimonia-
les, Caja No. 14, Expediente 5976. Doña Mariana Villavicencio y
17. Ezio Garay Arellano, Contribución para el Zambrano.
estudio de la sociedad colonial de Guayaquil,
archivo Pedro Robles y Chambers, diri- Doña Lucrecia Villavicencio y
gido, corregido y aumentado por Ezio Zambrano, estas tres hermanas
Garay Arellano, Ob. Cit., pp. 229-232. fallecieron solteras.17
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No. 24 • Un encuentro con la historia
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gresos económicos para pagar sus toda la provincia para que los obe-
tributos y demás obligaciones. dezcan y quien la contrariase sería
castigado con ocho días de cárcel.
Comunicando este cuerpo edili-
cio, que hace tres años atrás los pue- Confirmaba, certificaba y ordenaba
blos de la Punta (hoy Santa Elena) es- al teniente de Portoviejo esta orden
taban en total abandono y no tenían virreinal el gobernador de la provin-
el oficio de hacer sus sombreros, ne- cia de Guayaquil don Bartolomé de
cesitaban de la paja para la manufac- Cucalón Villamayor Vera y Garcés.
Se comisionó para que hagan eje-
tura de dichos sombreros hechos de la
cutar los bandos a los señores don
toquilla, como de la mocora a la que Domingo Campe y don Rudecindo
comúnmente llamaban paja. Garcés. Los bandos no eran otra
Pedían los munícipes jipijapen- cosa que la solemnidad de un man-
ses, que se prohibiera que la paja sa- dato con que se revestía la publi-
liera de esa provincia por la vía de los cación de una orden superior o sea
la difusión de un edicto o mandato
valles hasta Lima, o sea por tierra, a
ordenado en este caso por el virrey,
través del comercio de recuas de mu- el gobernador de Guayaquil y el te-
las y también por la vía marítima. Y niente gobernador de Portoviejo.
que sus habitantes se dedicasen a ela- A los ocho meses de este Cabildo
borar sus hamacas y sus sombreros: que puso en vigencia la prohibición
“Para el beneficio y alivio de los de la saca de paja toquilla o moco-
indios”. ra de la jurisdicción de Jipijapa, en
la ciudad de Portoviejo el 9 de sep-
Que se impongan las penas nece- tiembre se aprehendió y se lo puso
sarias para impedir que este producto en la cárcel pública de esa ciudad a
saliera de Paján; esta ordenanza fue don Fernando Calderón de la Barca,
promulgada aquel día para todos los comerciante originario de la ciudad
habitantes de la jurisdicción del pueblo de San Juan de Pasto (hoy Colom-
de San Lorenzo de Jipijapa, así como bia), que se había establecido en la
para los peones y arrieros forasteros población de Jipijapa, dedicado a
comercializar la toquilla o mocora
que llegaban ha recoger dichas pajas.
en negocios propios de este oficio
Se prohibía terminantemente con los indios productores y recoge-
este comercio con arreglo del señor dores de paja.
Virrey quien ordenó al teniente de go- El teniente gobernador don Ma-
bernador de la ciudad de San Grego- nuel Ponce certificó que Calderón
rio de Portoviejo don Manuel Ponce de la Barca había declarado con un
informe falso respecto a este comer-
de León y Cosío, ordenando a este:
cio, aduciendo que había dado a los
indios 480 pesos para que lo prove-
Que los indios de Paján no vendan yeran de este artículo para llevarlo
la paja a los comerciantes sino que fuera de la jurisdicción antes de la
hagan hamacas, sombreros y demás prohibición del Cabildo de Jipijapa
labores que se apliquen a este traba- de enero de aquel año, cosa que se
jo, que se publiquen por bandos en
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No. 24 • Un encuentro con la historia
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mogénito; casó con doña María Sole- que de Colonche el 13 de enero
dispa, nacida hacia 1725; conocemos de 1749; hijo de don Diego Cay-
a su hijo: che y Tomalá, nacido hacia 1689,
Don Pedro Chóez y Soledispa, naci- Indio Principal de Daule, heredó
do en Jipijapa hacia 1749, Indio el cacicazgo de Colonche de su
Principal de ese pueblo quien el abuelo el 14 de junio de 1719 y
21 de octubre de 1789, reclamó de doña Elena Baidal, nacida ha-
sus derechos al cacicazgo de la cia 1675; nieto de doña María To-
parcialidad de Payache, ante la malá, nacida hacia 1663; bisnieto
Real Audiencia de Quito.19 de don Juan Tomalá, nacido ha-
cia 1633, Cacique de Colonche.20
IV. Don Feliciano Chóez
y Anzules Don Tomás Chóez
No sabemos si se trata de la mis-
Nacido hacia 1714, Cacique de
ma persona ya citada anteriormente;
Sancán y Payache en Jipijapa, segu-
él con don Manuel Soledispa como
ramente pariente de los citados ante-
Indios Principales y naturales de Jipi-
riormente; se ignora el nombre de su
japa se presentaron ante el Virrey de
esposa; fue padre de:
Santafé; como representantes y apo-
Doña María Dolores Anzules y derados de los caciques de Jipijapa
Chóez, nacida hacia 1744, Cacica don Feliciano Anzules, don Antonio
de Sancán y Payache, casó con Soledispa, don Tomás Toala, don José
don Santiago Guale, nacido ha- Talca y don Lázaro Chipe, quienes
cia 1739, cacique, Indio Principal asesorados por el protector de natu-
de Huancavelica, Perú, vecino rales don José de Herrera y Guzmán
de Jipijapa en 1792; sus hijos: redactaron este poder en el que de-
Don Mariano Guale y Anzules, na- nunciaban los abusos cometidos con-
cido hacia 1760, cacique. tra los indios de Jipijapa por parte de
Doña Ramona Guale y Anzules, los corregidores, tenientes, jueces de
bautizada en Colonche el 21 de comisiones y aun los curas doctrine-
mayo de 1764, casó con don Ma- ros, las dos denuncias fueron:
nuel Ignacio Cayche Tomalá y
Baidal, nacido hacia 1720, caci- Que los corregidores del menciona-
do pueblo de Jipijapa y otros de la
provincia de Quito acostumbraban
empadronar… a los indios nativos
y oriundos en los parcialidades de
dicho Jipijapa y se siguen varios in-
convenientes y confusiones para la
19. Ibídem, 2006, pp. 232-234. cobranza y percepción de los tribu-
20. Ibídem, p. 215. tos de Su Majestad.
16
No. 24 • Un encuentro con la historia
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(Lebique): I. Don Pablo Lucas (Ligua): I. Don Juan Ligua
Lebique Marín “El Viejo”
Nacido en Montecristi hacia Nacido hacia 1667, Cacique de
1770, Cacique de la parcialidad de la parcialidad de La Baja y Alta en
Lebique en el pueblo de San Pablo de Jipijapa jurisdicción de la ciudad de
Montecristi, donde el 12 de diciembre San Gregorio de Portoviejo; renunció
de 1800, por orden de la Real Audien- al cacicazgo por estar muy viejo el
cia de Quito, redujo su parcialidad de año de 1777; se casó con doña Josefa
Lebique en esa población.24 Casado con Loma, nacida hacia 1710; sus hijos:
la cacica doña Isabel Mantuano, nacida Don Juan Ligua y Loma, que con-
en Montecristi hacia 1779; su hijo: tinúa en II.
Don Javier Lebique Marín y Man- Don Pedro Ligua26 y Loma, nacido
tuano, bautizado en Montecristi, hacia 1692, le arrebató el cacicaz-
de un día nacido el 11 de junio go a su hermano Juan que era el
de 1801, fueron sus padrinos el primogénito y heredero; presen-
cacique don Manuel Soledispa y tó autos ante la Real Audiencia
Parral.25 de Quito para poder ser Cacique
de la parcialidad de La Baja y
Alta, se presentó una escritura
en Portoviejo el 12 de octubre de
1797 ante el escribano don Diego
24. Ezio Garay Arellano, “Paján la impor- Zedeño de Betancourt, en el que
tancia de la producción de la paja to-
quilla o mocora”, en Ramiro Molina Ce-
declaró:
deño, edit., Manabí su historia-su nombre
II, Memorias del IV Encuentro Nacional de Digo que desde el año pasado de
Historiadores “Temístocles Estrada Santos”, 1777, mi padre por vejez que tuvo
pp. 240-241. en la ocasión renunció a dicho cargo
25. Archivo de la iglesia de San Pablo de
y cacicazgo y parcialidad nombrada
Montecristi, en adelante AI/M, Libro
de Bautizos No. 1, años de XII.1789 a de la Baja así como Alta, hijo legíti-
IX.1804. mo y mayor por tener yo capacidad
26. La historiadora por error de transcrip- y suficiencia para esto será que yo
ción escribe el apellido Sigua, cuando es pueda usar y ejercer dicho cargo
Ligua su escritura original. que en efecto me renunció, por ser
27. Ezio Garay Arellano, “Paján la impor- yo, sucesor primogénito al dicho
tancia de la producción de la paja to- cacicazgo y después de mí a don
quilla o mocora”, en Ramiro Molina
Carlos Ligua, fallecido, y después
Cedeño,edit., Manabí su historia-su nom-
bre II, Memorias del IV Encuentro Nacio- de don Carlos, don Cristóbal, don
nal de Historiadores “Temístocles Estrada Blas, doña Inés Ligua, doña María,
Santos”, pp.240-241; y Maritza Aráuz, 4 después de 3 hermanos difuntos y
Pueblos de indios en la Costa ecuatoriana 2 hermanas difuntas, sigue esto don
Jipijapa y Montecristi en la mitad del siglo Juan Ligua mi hermano el menor de
XVIII, Colección a la Costa, pp. 89-91. todos.27
18
No. 24 • Un encuentro con la historia
Pero sabemos que él no fue el Don José Jalca y Chóez, nacido ha-
primogénito si no que usurpó el cia 1743.
cacicazgo; tuvo una hija: Don Carlos Ligua y Loma, nacido
Doña Juana Ligua, nacida hacia hacia 1693.
1720; casó con don Cristóbal Jal- Don Cristóbal Ligua y Loma, naci-
ca, nacido hacia 1718; su hijo: do hacia 1694.
Don Juan Crisóstomo Jalca y Ligua, Don Blas Ligua y Loma, nacido
nacido hacia 1743; casó con doña hacia 1695.
Isabel Chóez, nacida hacia 1744; Doña Inés Ligua y Loma, nacido
sus hijos: hacia 1696.
Don Pedro Jalca y Chóez, nacido Doña María Ligua y Loma, nacido
hacia 1764, heredó el cacicazgo hacia 1697.
de su abuelo don Pedro Ligua y
Loma, pero falleció en 1786 al no II. Don Juan Ii Ligua y Loma
tener hijos lo heredó su hermano
Vicente. Nacido hacia 1691; casó con
Don Vicente Jalca y Chóez, nacido doña María Tomalá, nacida hacia
hacia 1740; Gobernador de los 1733; conocemos a dos de sus hijos:
indios de Jipijapa, ganó el juicio Don Francisco Ligua y Tomalá,
de legitimidad del cacicazgo de que sigue en III.
La Baja a su primo don Juan San- Don Bernardo Ligua y Tomalá, na-
tos Ligua y Soledispa, porque la cido hacia 1720, como no tenía
línea de sucesión del menciona- descendencia le dio los papeles
do cacicazgo la tenía su rama que probaban la sucesión al ca-
familiar, desde que su abuelo cicazgo a su sobrino don Juan
materno, don Pedro Ligua y Santos Ligua, como se verá más
Loma, lo usurpó y se había man- adelante.
tenido en tres generaciones. La
Real Audiencia lo reconoció por III. Don Francisco Ligua
cacique y le agregó el cacicazgo y Tomalá
de la parcialidad de Apechinche
que estaba vaco, pero fue recha- Nacido hacia 1716; casó con
zado por no ser del pueblo de doña Josefa Soledispa, nacida hacia
Apechinche sino de La Baja; don 1720; fueron los padres entre otros hi-
Vicente declinó al cacicazgo en jos de:
1788, aduciendo que las dos lo-
calidades juntas eran demasiado IV. Don Juan Santos Ligua
numerosas y que se bastaba con y Soledispa
la de La Baja, justamente lo con-
trario cuando las autoridades le Nacido hacia 1741, el año de
entregaron el cacicazgo. 1766 entabló un juicio para que se lo
legitimara como Cacique de la parcia-
19
lidad de La Baja, cargo que ocupaba Don Santiago Lucán y Anchundia,
su primo el Gobernador de Jipijapa bautizado el 27 de julio de 1776,
don Vicente Jalca y Chóez; su tío don padrinos Victorino Chilán y su
Bernardo Ligua y Tomalá, le dio los mujer María Páez; ante la Real
documentos que lo podrían haber Audiencia de Quito presentó un
legitimado para ocupar el cacicazgo expediente fechado en Guaya-
de La Baja usurpada por su tío abue- quil el 21 de septiembre de 1800
lo, que, a su vez, era abuelo materno para obtener la protección gene-
de don Vicente Jalca. Los papeles en ral de esa Audiencia para poder
cuestión eran dos Cédulas Reales: la reducir el Cacicazgo de la par-
1a. otorgada en 1692, que era la exen- cialidad de Jaramijó en el pueblo
ción de pagar tributos por ser indio de Montecristi.28
noble de su abuelo el cacique don
Juan Ligua y Loma; la 2a. dada en (Parrales): I. Don Inocencio
1706, en la que prohibía a las autori- Parrales
dades de Jipijapa a que ocupasen en
el servicio personal a los descendien- Nacido hacia 1717, casó con
tes de su bisabuelo don Juan Ligua I, doña Manuela Guale, nacida hacia
que dice que: 1720; fue su hijo:
Don Manuel Inocencio Parrales
no se ocupe a los hijos de este Ca-
y Guale, nacido en San Loren-
cique y demás descendientes nietos
del dicho don Juan Ligua “El Viejo” zo de Jipijapa el 17 de junio de
en el servicio particular y privado de 1745, falleció en Santa Elena
los curas, corregidores y tenientes. el 4 de mayo de 1803. Presentó
un expediente ante la Real Au-
diencia de Quito quejándose de
(Lucán): I. Don Pascual Lucán la persecución y vejaciones que
había experimentado de resultas
Nacido hacia 1717, Cacique de del pleito que siguió hace nue-
la parcialidad de Jaramijó; casó con ve años contra don Francisco
doña Juana Coó, nacida hacia 1722; de Paula Villavicencio, admi-
fue su hijo: nistrador de tabacos de aquella
Don Santiago Lucán y Coó, nacido provincia.29 Era cacique de los
hacia 1746; casó con Romualda indios de Jipijapa de la parciali-
Anchundia, nacida hacia 1750, dad de Apelape el 15 de julio de
su hijo: 1796, gobernador de indios de
Jipijapa para el 21 de enero de
1803; su biografía es muy cono-
cida por haber luchado por los
beneficios de su comunidad, que
28. Ibídem, p. 241. lo llevó a presentarse ante el Rey
29. AGI, Real Audiencia, Quito, 349, No. 21.
20
No. 24 • Un encuentro con la historia
21
Don Agustín de la Rosa Soledispa y Don Francisco Soledispa y Bacus-
Bacusoy, nacido hacia 1744. oy, nacido hacia 1754.
Doña Crespina Soledispa y Bacu- Don Julián Soledispa y Bacusoy,
soy, nacida hacia 1745, ya falle- nacido hacia 1755.
cida cuando testó su padre; casó Doña María Tomasa Soledispa y
con don Bernabé Soledispa, na- Bacusoy, nacida hacia 1756.34
cido hacia 1740; su hija:
. Doña Micaela Soledispa y Soledis- (Tohaya, Thoala O Toala): Don
pa. Francisco Tohaya O Toala
Doña María Soledispa y Bacusoy,
nacida hacia 1746. Era Encomendero en vida en el
Doña Marta Soledispa y Bacusoy, pueblo de El Valle [Portoviejo] en la
nacida hacia 1747. reducción de Catarama de ocho in-
dios tributarios; no tenía armas por la
Doña María Tomasa Soledispa y
pequeñez de la encomienda y su po-
Bacusoy, nacida hacia 1748.
breza en el año de 1605.35
Don Severino Soledispa y Bacusoy,
nacido hacia 1749.
Don Tomás Thoala
Don Mariano Soledispa y Bacusoy,
nacido hacia 1750. Era Cacique de Jipijapa en 1755.36
Don Juan Gregorio Soledispa y Ba-
cusoy, nacido hacia 1751. (Uguay): Uguay
Don José Manuel Soledispa y Bacu-
soy, nacido hacia 1752. Nacido hacia 1510, Cacique de
la nación de los Huancavilcas en la
Don Juan Andrés Soledispa y Bacu-
provincia de Portoviejo para el 5 de
soy, nacido hacia 1753.
marzo de 1539.37
34. Archivo Histórico del Guayas, en ade- (Villigua): I. Don Pedro Asencio
lante AHG, EP/J No. 6826. Villigua
35. Descripción de la Gobernación de Gua-
yaquil año de (1605), en Revista del Archi-
vo Histórico del Guayas, p. 81. Nacido hacia 1669, casó con
36. Maritza Aráuz, Pueblos de indios en la Cos- doña María Pincay, nacida hacia 1672,
ta ecuatoriana Jipijapa y Montecristi en la Caciques Principales que fueron de la
mitad del siglo XVIII, Colección a la Costa,
p. 68.
parcialidad de Aguasá, reducidos en
37. Ezio Garay Arellano, “Paján la impor- el pueblo de Jipijapa; fue su hijo.
tancia de la producción de la paja to- Don Eugenio Villigua, nacida ha-
quilla o mocora”, en Ramiro Molina Ce-
deño, edit., Manabí su historia-su nombre
cia 1692, heredó el cacicazgo de
II, Memorias del IV Encuentro Nacional de su padre, pero como solamente
Historiadores “Temístocles Estrada Santos”, tuvo un hijo que murió demen-
p. 258.
22
No. 24 • Un encuentro con la historia
Marcelino Pionce
38. AGI, Real Audiencia, Quito, 23, No. 22.
39. Ibídem, Quito, 211, L.2, F.210R. No fue noble indígena, tuvo la
40. Ibídem, Quito, 24, N.24. ventaja de estar siempre amparado
41. Ibídem, Indiferente, 742, N.179. por la Iglesia ya que, desde la infan-
42. Ibídem, Indiferente, 426, L.28, F.198V-199.
43. Ibídem, Pasaportes, Pasajeros, L.7, E.3905. cia, estuvo relacionado con los curas
23
de Jipijapa. Siendo eximido de los un ejemplo que reconstruye la verda-
tributos por sus dones musicales, se dera historia social de los indios cos-
desempañaba en el oficio de cantor en teños.
la iglesia. Sin recibir sueldo alguno,
movido solamente por su devoción. Apellidos topónimos
En otros expedientes sobre los indios aborígenes manabitas
de la Costa que he investigado, hay
muchos informes de los religiosos de Podemos afirmar como apelli-
los curatos, y doctrinas de los pueblos dos topónimos manabitas estos li-
costeños, que se admiraba que fuera najes que son originarios del pueblo
muy común entre los aborígenes su de San Esteban de Charapotó, así
predisposición hacia la creatividad y tenemos a: Baren o Barren, Chichan-
las artes, sobre todo en las virtudes da, Chila, Cusme, Ganchoso, Gilces,
musicales. Por estos dones especia- Jama, Napa, Mansaba, Mera, Mero,
les, los curas los orientaban y educa- Minaya, Nolasco, Pita, Popote, Sacán.
ban para que cultivasen sus voces y
Del pueblo y puerto de San Pa-
aprendan los instrumentos musicales,
blo de Manta, que se redujeron en el
y que luego conformen los coros de
pueblo de San Pablo de Montecristi;
sus iglesias y conventos.
tenemos a: Albia, Anchundia, Baque,
Don Marcelino Pionce tocaba a Baylón, Cajape, Catagua, Chele, Chi-
veces el clavicordio o el órgano en las lán, Chóez, Espinal, Flores, Jaime,
funciones de las fiestas y las misas de Laines, Lebique, Ligua, Lucán, Lucas,
las cofradías; había aprendido a leer y Majojo, Mantuano, Mero, Monserra-
escribir con los curas; fue mayordomo te, Pachay, Parral, Piguave, Piloso,
de la Cofradía del Señor Resucitado Pilligua, Pincay, Posligua, Quijije,
de Jipijapa, cobrador de los tributos apellido que luego adoptaron como
de Su Majestad de la parcialidad de Delgado, según afirma el historiador
Apechinche, también fue escribano manabita Eugenio de Janón Alcívar,
del Cabildo de Jipijapa. en su obra, El Viejo Luchador, vol. 2:
Logró una sólida posición econó-
mica obtenida por los cargos desem- Como se sabe, Delgado ha sido el
peñados, que lo distinguía de los de- apellido más extenso, refiere que
más indios del común. Esto lo motivó numerosos indígenas del apellido
apelar ante la Real Audiencia de Quito Quijije se enamoraron del apellido y
para ser declarado Indio Principal: él, lo adoptaron en la zona de Monte-
sus hijos y demás descendientes; ade- cristi; y, este, es el apellido materno
del general Eloy Alfaro Delgado
más, entró en contradicción con don
Ramón Chiquito Anzules, solicitando ex presidente de la República y pieza
el cacicazgo vacante de Apechinche. fundamental del liberalismo ecuato-
Pero sus pretensiones fueron denega- riano. Santana, Soledispa, Tumbaco,
das por dicha audiencia, dejándonos Villasagua, Vite.
24
No. 24 • Un encuentro con la historia
Bibliografía
25
TIMBRES Y SELLOS EN LA
CONSTRUCCIÓN DEL ESTADO NACIONAL
Manuel Eduardo Andrade Palma
E
l presente trabajo responde a la en el “Archivo de la Revolución” de
investigación y recuperación, Ciudad Alfaro, inherentes a los siglos
en equipo, de 5.139 documen- XIX y XX, se
tos de los siglos XIX y XX que, en su han identifi-
momento, fueron conservados por la cado los sellos
Fundación Manuel Andrade Ureta nacionales, los
y cedidos, temporalmente, al Centro timbres fisca-
Cívico Ciudad Alfaro, para la imple- les, los sellos
mentación y constitución del progra- particulares,
ma “Archivo de la Revolución”, que los sellos de
busca recuperar y conservar los docu- las entidades
mentos inherentes a Manabí y al pro- de la provin-
ceso político del Ecuador, en tiempos cia de Manabí,
de la revolución Alfarista, con el ob- que aparecen
jetivo de concienciar a instituciones y estampados
prestantes ciudadanos a que muestren en los papeles
o cedan documentos, fotos y elemen- datados entre Sello fiscal bienio 1837-1838”;
tos patrimoniales de esa época, para 1864 y 1944. Par-
procesarlos y ponerlos en valor y a ticularmente se seleccionó un conjun-
disposición de la colectividad y comu- to de sellos que pudieran mostrar los
nidad científica, tanto para su estudio, cambios en la simbología heráldica
como para su deleite patrimonial. del Escudo Nacional. Para la mues-
Al mismo tiempo, se realizó una tra en referencia se aplicaron criterios
primera curaduría para ponerlos en cronológicos, simbólicos, institucio-
valor. Logro de ésta fue la exposición nales y geográficos, conscientes de
temporal, temática e itinerante: “Se- que los Estados nacionales requieren
llos y timbres en la construcción del construir una memoria colectiva de
Estado nacional”. Sin embargo, no se carácter emblemática; al mismo tiem-
ha realizado, hasta ahora, una inves- po, una nación debe sustentarse en
tigación compleja que explique el uso una identidad cultural particular y
y función específica de estos elemen- fuerte. En el caso de Ecuador, ambos
tos en el contexto del Estado ecuato- objetivos se lograrán recuperando el
26
No. 24 • Un encuentro con la historia
27
Sellos de instituciones nacionales Sellos de entidades manabitas
Los sellos públicos certificaban El proceso de construcción de las
la correspondencia gubernamental, nuevas instituciones republicanas en
protocolaria y de gestión. Algunas Manabí puede ser observado a través
instituciones públicas, entre ellas los de los distintos sellos, en los cuales apa-
ministerios de Estado, emitían sus se- recen los nombres de las entidades y las
llos acreditando su representatividad fechas en las que funcionaron. Los sellos
y función administrativa de carácter revelan las instituciones vigentes a prin-
oficial. Las oficinas de estas institu- cipios del siglo XX, tales como la “Re-
ciones nacionales tenían la potestad ceptoría del Puerto de Cayo” de 1905,
de estampar estos sellos, en tanto “Administración de la Aduana de Ba-
portaban la representación legal del hía de Caráquez” de 1905, el “Juzgado
Estado en los territorios provincia- Segundo de Letras” de 1907, la “Colec-
les. Los sellos de servicio o franquicia turía fiscal” de 1920, la “Corte Superior
eran reservados a la correspondencia de Portoviejo” de 1907, y la del “Colegio
de oficinas diplomáticas y entidades Olmedo” de 1904. Estas instituciones
que gozaban de la exención del pago son consecuencia de la modernización
de la tasa postal. del Estado producida como secuela de
la Revolución Liberal, que triunfó en
Sellos particulares 1895, luego de la Proclama de Chone,
del 5 de mayo.
Este tipo de sello era utilizado,
generalmente, por corporaciones de El Escudo Nacional en los sellos
derecho privado pero que tenían fina-
lidad pública, comunes en la tradición En este grupo aparecen los se-
colonial y en las jóvenes repúblicas llos de mayor jerarquía institucional
que venían de este proceso histórico y simbólica que contienen el Escudo
singular. Funcionarios particulares, Nacional. No solo se puede apreciar
como los escribanos, generaban sus la estructura de la nueva República
propios sellos con simbología espe- de Ecuador, sino además los cambios
cífica para dar fe pública de la ori- del Escudo, uno de sus símbolos pa-
ginalidad de los documentos. Es sui trios, y, por lo tanto, la renovación
géneris el caso de entidades privadas política constante y la comprensión
que generaban un sello para certificar que se tenía de lo que era incluso el
su organización colectiva, e incluso espacio nacional, a través de los dibu-
su carácter étnico, tal el caso de la So- jos contenidos en el emblema. Varios
ciedad de Beneficencia de la Colonia de estos sellos utilizaban los sellos se-
China en Guayaquil. cos, técnica excepcional de alto relie-
ve que garantizaba la idoneidad del
documento.
28
ELOY ALFARO: EL JOVEN LUCHADOR
Héctor Villagrán Cepeda
29
1895, se libra en el sitio Los Amarillos, tenían candidato propio, en virtud de
actualmente del cantón Tosagua, el la ausencia física del general Alfaro;
combate, según el relato de tradición sin embargo, los revolucionarios de
oral tomado del historiador chonen- la ciudad, acompañados por los llega-
se don Enrique Delgado Coppiano, dos de todo el Ecuador, piden la firma
descendiente directo de montoneros, general de la Proclama Liberal; así,
quien señala que la lucha produce cada uno de los ciudadanos, inclu-
gran cantidad de muertes. Entre los yendo los que están esperando en las
alfaristas, lidera el grupo un revolu- calles, firman el documento. Sería in-
cionario mexicano, el coronel Mauro justo, en este punto, olvidar a grandes
Ramos Iduarte, quien cae en combate. luchadores como Luis Vargas Torres y
La historia cuenta que, al caer sus hermanos los Concha Torres, en
Ramos Iduarte, las columnas de ma- Esmeraldas, y las columnas de afro
cheteros comandada por Manuel Ma- ecuatorianos que por miles plegaron
ría Barberán entran en acción, resol- desde el prematuro gobierno de Es-
viendo el combate contra el Ejército meraldas y Manabí. Carchenses como
corderista. El héroe y mártir es condu- Roberto Andrade, gran escritor e his-
cido a Chone, donde el pueblo ente- toriador. El mismo general menciona
ro lo recibe por el afecto que se había a cientos de guayaquileños y penin-
ganado en la población como médico sulares que se unen en Montecristi en
y organizador de las juntas popula- las primeras luchas libertarias.
res en cada uno de los barrios de la Pero esta breve reseña se titu-
ciudad. Se lo sepulta en el cementerio la “El joven luchador” para generar
de la ciudad y su tumba (un mástil de contraste con la reconocida seña de
madera en forma de obelisco, pinta- “Viejo Luchador” que se le da a José
do de rojo intenso) junto con la del Eloy Alfaro Delgado, quien había na-
capitán Guzmán, colombiano caído cido el 25 de junio de 1842, en la ciu-
en batalla son honradas hasta hoy por dad de Montecristi, en el seno de una
el noble pueblo manabita. El nombre familia, formada en unión libre, entre
del coronel Mauro Ramos Iduarte es el caballero y empresario español,
mencionado en el Himno de Chone y don Manuel Alfaro González y doña
calles de la ciudad y Portoviejo. Natividad Delgado. El matrimonio
Las tropas montoneras de Cho- de la pareja se produce muchos años
ne y Manabí luego llegan a Guaya- después del nacimiento de nuestro
quil para la jornada del 5 de junio y se héroe nacional, situación que produ-
unen al grupo comandado por Plutar- ce continuos roces con los párrocos de
co Bowen –quien se había manifesta- la ciudad y las autoridades civiles, es-
do desde Los Ríos–, uniéndose princi- pecialmente en el gobierno del tirano
palmente a esmeraldeños, carchenses, García Moreno.
imbabureños, orenses, peninsulares, José Eloy desde muy joven, fren-
lojanos. Los patricios guayaquileños te a los continuos viajes de don Ma-
30
No. 24 • Un encuentro con la historia
31
INFLUENCIA DEL FERROCARRIL EN MILAGRO
Víctor Hugo Vicuña Piedra
E
l primer intento por construir
una línea férrea para integrar
las distintas regiones del Ecua-
dor se lo debe al general Juan José
Flores en 1846.
Por aquel entonces, el país no
tenía carreteras, ni siquiera para
transportar la carga entre las ciuda-
des, pues éstas se encontraban inco-
municadas. Al respecto, el investiga-
dor histórico económico, Guillermo
Arosemena Arosemena, nos refiere
en su libro La Gran Bretaña en el desa-
rrollo económico del Ecuador 1820-1930,
pp. 44 y 45, que un cónsul inglés de-
cía: “que todo se transportaba en los
hombros de las personas y en las bes-
tias. A manera de ejemplo, para tras- Moreno lleva a cabo el Primer Censo
ladar un piano a Quito, se requirió de Nacional con características técnicas
24 personas”. Así de difícil eran las en el Ecuador, en el que se establece
condiciones de nuestras carreteras en la población real de la parroquia Mi-
esa época. lagro en 1.191 habitantes, de los cua-
Pero no es sino hasta el 23 de les 609 son adultos y 582 menores de
abril de 1861 cuando el presidente edad.
Gabriel García Moreno expide un pri- Una población bastante signifi-
mer decreto autorizando la construc- cativa, considerando que, por aque-
ción del ferrocarril, cuyos trabajos se llos años, Milagro se extendía desde
inician en 1872 entre Yaguachi y Mi- la calle Pedro Carbo hasta el barrio
lagro; y, que luego habrían de culmi- San Pedro y esto va a denotar un he-
nar en Quito, siendo el primero que se cho importante, porque a través del
trabajaba en el Ecuador. ferrocarril se producirá un intercam-
Un año antes, esto es el 15 de bio económico y cultural en su deve-
mayo de 1871, el gobierno de García nir histórico.
32
No. 24 • Un encuentro con la historia
33
centración de la propiedad parece portó molinos de café, piladoras de
estar asociada con la construcción arroz, cacao, etc.; además, una gran
del ferrocarril, ya que las propieda- fábrica para hielo, la cual llegó a abas-
des inscritas durante la década de tecer con su producto a todo el sector,
los setenta estaban más cerca de Ya-
inclusive parte de la Sierra como Hui-
guachi, y las que se inscribieron 20
años más tarde estaban todas al este gra, Alausí y otras poblaciones.
del cantón Milagro. Asimismo, al otro lado del río, se
El interés de los propietarios en el instaló la piladora San Miguel, una de
proyecto del ferrocarril se hizo ver las más grandes de la zona que estuvo
cuando surgieron problemas finan- situada junto a la línea en el kilómetro
cieros en 1896. Entre los rescatado-
36, cuyo propietario fue Hope Nor-
res del ferrocarril constaban promi-
nentes propietarios de la antigua
ton, uno de los empresarios que más
parroquia Milagro como Homero tarde formó parte de la “Guayaquil
Morla Mendoza, Miguel Seminario and Quito Rallway Company”.
Sáenz de Tejada, Lautaro Aspiazu, Esto permitió que muchos case-
Antonio Madinyá y Luis Adriano ríos ubicados a lo largo de la línea fé-
Dillon, quien después se casaría con rrea, incluida la centenaria parroquia
una hija de Rafael Valdez Cervantes.
Chobo, vivieran económica y produc-
La empresa Valdez, como sus tivamente con el paso del tren, pues
similares, conocieron su máximo de- este medio de comunicación popular,
sarrollo, lo que hasta entonces trans- regulaba los costos en la transporta-
portaban sus productos en canoas o ción por carretera porque era más ba-
lomo de animales, pues el ferrocarril rato el servicio de carga y pasajeros.
estaba ya comenzando a transportar Para comprender la importancia
toda clase de carga, maquinaria para del ferrocarril y su influencia en los
el Ingenio Valdez y otras empresas de aspectos sociales, culturales y eco-
la comarca. Así citaremos La Milagre- nómicos del país, es necesario saber
ña, por ser la más antigua, que trans- que, desde la estación de la calle Gar-
34
No. 24 • Un encuentro con la historia
cía Moreno pasando por Durán, Ya- De los negros que sobrevivie-
guachi, Venecia, Naranjito, Conducta, ron, unos regresaron a su tierra, otros
San Rafael, Bucay, Cumandá, Naran- se quedaron a vivir definitivamente
japata, Huigra, Chanchán, Alausí, en nuestro país y algunos de ellos en
Tixán, Palmira, Guamote, Columbe, nuestro cantón, cuyos descendientes
Cajabamba, todo era movimiento son: los Belford, los Wilson y los Ri-
comercial e intercambio productivo, chard, de algunos de los cuales me
porque el tren dinamizaba la econo- precio en ser su amigo.
mía de todas las poblaciones por
donde transitaba.
De igual manera, es impor-
tante señalar que los primeros
motores Worthington de 240 HP y
los generadores General Electric
de 150 KW, que llegaron a Mila-
gro para la construcción de la Em-
presa Municipal de Luz y Fuerza
Eléctrica, fueron traídos a través
del ferrocarril en 1948.
Así pues, fue notable la in-
troducción mecanizada al país,
con lo cual se mejoraba cada vez más
los métodos de pilar granos y cultivar Al igual que estas familias, tam-
la tierra, dando de esta manera el im- bién llegaron en distintas épocas, em-
pulso decisivo al comercio, mientras pujados ya sea por turismo, aventura
el ferrocarril efectuaba viajes regula- o negocios, migrantes de otras regio-
res entre Yaguachi y Milagro median- nes del país que trajeron sus costum-
te horarios más o menos apropiados, bres y tradiciones, y que de a poco
reemplazando con ello a las balan- fueron configurando un modelo de
dras, canoas y pequeños vaporcitos ciudad cosmopolita como parte de su
que pasaron a la historia. identidad.
Esta imponente obra trajo consi- El 24 de mayo de 1922 se inau-
go que los negros de Jamaica e inclu- gura en la esquina de las calles García
sive de Inglaterra llegaran al Ecuador Moreno, entre Pedro Carbo y Nueve
para trabajar en dicha construcción. de Octubre, su estación definitiva.
Pese a los años transcurridos, aún en
La historia cuenta que muchos
la actualidad, se conserva su estructu-
de estos negros ofrendaron sus vidas
ra original como desafiando al tiem-
en tan duros trabajos, especialmente
po, y mudo testigo de esas lejanas
en La Nariz del Diablo, donde se en-
épocas, en que Milagro crecía al ritmo
cuentra lo más complejo de la inge-
de la locomotora.
niería del ferrocarril ecuatoriano.
35
Sin embargo, esta majestuosa
obra, que fue iniciada en el gobierno
de García Moreno y culminada en el
de Eloy Alfaro, llegó a su fin en la úl-
tima década del siglo pasado, por la
falta de atención de los gobiernos de
turno, lo que hizo que la antigua Em-
presa Nacional de Ferrocarriles del
Estado (ENFE) entre en una aguda
crisis por el insuficiente apoyo para
su mantenimiento.
Según registro que conserva el
Jefe de Estación de Milagro, José Sau- que esta obra culmine en el año 2012
ce Saquisilí, la última vez que arribó en Quito.
el tren a nuestra ciudad fue el 7 de
El ferrocarril aceleró el progre-
febrero de 1998, procedente de Durán
so de Milagro, permitiendo un inter-
con destino a Bucay; y, en marzo de
cambio comercial directo con otras
2001, en la administración municipal
latitudes del país, especialmente de la
de Jacobo Bucaram Ortiz, se dio inicio
serranía, posibilitando el incremento
al retiro de las rieles y durmientes en
de la población, transformándola en
varios tramos comprendidos entre el
un centro cosmopolita que impulsó el
Ingenio Valdez y el barrio San Pedro,
desarrollo económico, político, social
donde se hallaba el intercambiador
y cultural de Milagro que añora con
de líneas.
nostalgia aquellas pretéritas épocas
El sábado 9 de julio de 2005, el en que la ciudad marchaba al ritmo
ex presidente Alfredo Palacio Gon- del tren.
zález llega a Bucay invitado por el
alcalde Lorens Olsen, quien junto a
33 alcaldes y 9 prefectos que confor-
man 9 provincias, solicitan al Primer
Mandatario el manejo del sistema
ferroviario del país, teniendo como
objetivo prioritario la rehabilitación
del servicio con fines esencialmente
turísticos, y que el actual régimen se
ha comprometido sacar adelante.
En los actuales momentos, se
encuentran avanzados los trabajos de
reconstrucción de la línea férrea que
se iniciaron hace varios meses en el
cantón Durán, por lo que se estima
36
PALABRA DE MANABA1
Pedro Reino
E
umeny Candelario, por
ahora, está de carne y
hueso entre nosotros. Le
queda bien a un manabita el
nombre de un soldado de Ale-
jandro Magno de unos 300 años
antes de Cristo, juntado en una
sola significación a la antor-
cha que está encendida desde
siempre en Montecristi para
orgullo de la patria. ¿Quién
de los manabas no es Cande-
lario? Los lexemas en ario como en
otras palabras, véase: campan-ario, surgir, de hacer la obra pública, de
sagr-ario, relic-ario, aluden semánti- leer un libro. Mejor sentémonos como
camente a “lugar” en donde están las niños a saborear alfajores, piononos,
campanas, lo sagrado, o las reliquias, polvorones, pollitos y vacas de harina
respectivamente. El candel-ario es el en el recinto “El Arrastradero”.
sitio de la candela, que, pasando a ser Y a propósito de la niñez, us-
entendido como objeto, ha devenido ted que es hijo predilecto de Cabello,
en nombre propio. Por algún lado de ¿cómo tengo que decirle? ¿Es usted
su nombre también se refugian las un cabellense, un cabellano, un cabe-
Furias mitológicas que hicieron tierra lleño, como los de ese recinto de Cal-
suya las comarcas llenas de magia de ceta, que no tienen pelos en la lengua?
esta provincia ecuatoriana. Mañana, Estamos igual en esta patria deslin-
nuestro autor, será palabra blanca, o gualizada porque habemos: mama-
sea garza; o una valdivia agorera que cucharenses, pujilenses, constantin-
anuncie cuántas palabras han muer- ofernaditenses, juanbenignoveleños,
to o han emigrado de nuestra mente pailiteños, cocanos, etc. Pero más nos
arremetida por la alienación y la ma-
sificación.
1. Presentación del libro Objetos de uso del
¡Qué más nos da!, compañero, montubio manabita del autor Eumeny
si crecimos en esta patria entre caba- Candelario Álava Párraga, CCE, 15 de
llos molondros, que tienen pereza de octubre de 2009.
37
entendemos cuando nos endilgan
tradiciones que se han vuelto modos
comportamentales como santu-catus
(o vende santos como los de Salasaca),
caucamotes como los de Pelileo o los
de San Miguel en Bolívar; apagavelas,
como los de Otavalo, blanqueamulas
como los de Mocha; o calzónflojos de
muchas partes.
Estoy usando la susunga para
cernir hasta las palabras raras que
contiene el libro. Yo sé que están en to-
dos los mates manabitas, hasta en los
de las plantas con las que se confec-
cionan haciendo huecos para cernir
el arroz que se cocinaba con mucha chas veces se pone hecha un garaba-
agua. Deben salir buenas susungas to? ¿Es el amor un machetazo que lo
de los mates jíbaros, que no lo son por recoge el garabato? Después vendrá
salvajes, sino por grandes, y a los cua- el espeque, para hacer con la hembra
les se les saca las “tripas” aguachen- igual que con la tierra. El espeque se
tas, si se quiere, para hacer bototos, hace de palo de guasmo, de mate o de
de boquitas pequeñas y redondas que moyuyo, que son lisos y no dañan la
sirven para llevar agua por el cam- mano cuando al formar una como es-
po. Pero algún bototo debió servir de taca de punta algo roma, sirven para
modelo al abuelo de nuestro Eumeny, fabricar una oquedad sobre la tierra a
quien se llamaba Candelario Valen- donde ha de caer la semilla de la vida
tín Párraga Cedeño, también lleno de y del sustento. Campiña espequeada,
nombres rebeldes. El autor confiesa la manabita.
en el libro que es descendiente de los Y en esta interrelación de lo an-
Párraga Bototo, pero no de los Párra- dino con lo manaba, Eumeny nos con-
ga Cacaños. ¿Por qué será? versa que en su tierra alguien puede
Dígame, ¿puede llamarse mon- hacernos una broma y decirnos:
tubio en Manabí a quien no sabe de “préstame tu coso para guardar los
machete, garabato y espeque? Un huevos”. No pensarán que es la mo-
palo con gancho ya es un garabato derna cubeta de gallinero ni la canas-
entre malezas, igual que cuando uno ta de totora andina, o la antigua shi-
sale de la escuela a agarrarse de las gra donde los indios todavía guardan
palabras chuecas pero útiles; o se hace sus huevos verdes. Los cosos también
escritor garabateando los desmontes están hechos del mate que en otras
y las torpezas. Y a propósito, ¿por qué partes llaman totuma. Para hacer un
será que una mujer enamorada, mu- coso hay que buscar los de forma alar-
gada y no muy ancha. Al quedar par-
38
No. 24 • Un encuentro con la historia
39
secante de cuero de vaca o de lana.
Aquí van los dibujos repujados, ini-
ciales familiares, y todo el rango y
estirpe de la bestia y su jinete. La ba-
ticola se pone a las bestias levantando
el rabo y así el jinete cabalga más se-
guro; luciendo las pecheras, bien pi-
sado en los estribos, los que también
usted relata que antiguamente fueron
de plata pura, de oro, hasta los que se
hacían revestir de cuero con adornos
repujados; o, simplemente, como aho-
ra: son de hierro, aluminio o bronce,
que hasta se hacían los de medio bo-
tín. Debo añadir que en la colonia, las rio Álava Párraga. Nos ha traído las
bestias en esta tierra de Tungurahua palabras de su geografía y el cariño
eran engalanadas con frenos con chis- de la tierra a la que solemos visitar y
pitas de diamante. Las sillas de mon- acercarnos un tanto con ojos de turis-
tar eran polacas o francesas, recha- tas. Pero más que esta aproximación,
padas en plata labrada por nuestros el investigador y el lector común ten-
talabarteros, y costaban una fortuna. dremos a mano un nutrido glosario
A pesar de los vehículos que dicen ser y acercamiento antropológico viven-
cuatro por cuatro, cuánta historia hay cial, hecho con minuciosidad y con
que escribir sobre las cabalgaduras de carácter didáctico. La cultura inma-
esta tierra. ¿Cómo separar al montu- terial de Manabí late entera, certera
bio manabita de su compañía de ca- y convincente. Está hecha, no por un
minos polvorientos o enlodados en observador investigador que mira las
los inviernos? cosas desde afuera, sino por quien ha
palpado y reflexionado en su diario
Son los recuerdos de niño
compartir con su colectividad, cir-
que afloran hoy a mi mente
cunstancias y detalles que revaloriza
cuando con la alforja al hombro
y los pone en evidencia de los afectos
saludaba a toda gente.
con los que hay que vivir amando lo
Con las bestias bien cargadas
nuestro.
salía de mi “Cabello”
llevando mis ilusiones
con los lodos hasta el cuello.
Se trataba de presentar un aperi-
tivo para que se acerquen al libro del
compañero profesor, investigador,
político y poeta; un ilusionado ser
humano llamado: Eumeny Candela-
40
“ALZA que te han visto”1
Historia social de la música
y los bailes tradicionales montubios
Willington Paredes Ramírez *
L
Octavio Paz o que esencialmente hoy nos
Hombres en su siglo convoca, es un producto cultu-
ral e intelectual de un investi-
El campesino del litoral, llamado gador y folklorista que nos presenta
montubio, tiende a expresarse en y exhibe una obra folklórica. Lo que
sus manifestaciones coreográficas hoy comentaremos es el resultado de
en forma enérgica, con gran influen- un proceso de investigación. Estamos
cia de la ganadería, el tráfico a caba- ante un informe, un testimonio y una
llo y sus actividades de guerrillero denuncia que es la que emerge de
tradicional. El compás lo lleva en sus cada letra y cada página que ha ela-
bailes golpeando el suelo. Y su lujo y borado y escrito Wilman Ordóñez.
anhelo consisten en llevar espuelas
De modo que el objetivo y el interés
llamadas roncadoras que al caminar
de esta obra no solo son el estudio, la
investigación y el cuestionamiento a
una práctica social de omisión e invi-
1. Presentación del libro de Wilman Ordo-
sibilización sobre los montubios.
ñez
* Historiador, ensayista, profesor univer- El interés fundamental que mue-
sitario, columnista de diario Expreso, ex ve a Wilman es un afán de reconstruc-
asesor académico del Archivo Histórico
del Guayas.
ción, posicionamiento y revaloriza-
41
que siempre andan de parranda, con
el canto, el baile y la creativa oralidad
desde la cual no solo se expresan sino
que construyen, reconstruyen y tejen
su vida social, individual y colectiva.
Por eso esto es lo que está en el
centro y en la dinámica de esta her-
mosa obra que deja ver un trabajo
tesonero, continuo, de permanente
ejercicio, de buscar, cuestionar y de
reelaborar ideas, concepciones y mo-
dos de comprender la diversidad cul-
Tradiciones y costumbres de mi tierra. 1970”
tural, regional y local del país. Esto es
ción de una cultura, una sociedad y lo que encontramos en la obra de Or-
una expresión de un colectivo que, dóñez. Por eso sus escritos, reflexio-
desde su etnicidad particular, ha crea- nes y análisis van más allá del “Alza
do sonidos, movimientos culturales que te han visto”.
artes, poesía y todo lo que cualquier Él se propone aprovechar la ex-
cultura y sociedad humana puede presión para decirnos: Alza y avíspa-
crear y recrear. te de la existencia del baile y la músi-
Por eso la obra de Wilman tiene ca, de la sociedad montubia del litoral
un interés, una intención y una tarea. tropical y subtropical. Baile y música
La de invitarnos a ir con él hacia don- montubias, que ha estado ahí y no la
de él nos quiere llevar: a la cultura, a has podido ver ni reconocer. Este no
los ritmos y a los sonidos del mundo ver y no reconocer, no comprende
sociocultural y simbólico de los mon- que lo que está ante nosotros es el
tubios del litoral ecuatoriano. Su inte- eje central de esta obra. Por eso, para
rés está concentrado en introducirnos comprender la obra, tenemos que rea-
a la apreciación y el reconocimiento lizar un ejercicio hermenéutico y de
del problema central que a él y otros cuestionamiento a lo que se ha dicho,
intelectuales les preocupa: la exclu- escrito y afirmado sobre la música y el
sión montubia. baile montubio.
Lo que pretende y le interesa a Ejercicio hermenéutico porque
Ordóñez es llevarnos a identificar, hay que descubrir qué y cómo la so-
comprender, oír y ver los procesos y ciedad urbana, la modernidad y las
productos de una cultura y un colec- prácticas sociopolíticas y culturales
tivo humano que ha creado música, vuelven invisible y bloquean lo que
baile, poética, leyendas, literatura y creó y recreó una sociedad real y
una gran cantidad de productos so- concreta: los montubios. De ahí que
cioculturales que dejan ver que los sea importante antes de proceder a
montubios no estaban muertos sino la lectura adecuada de la obra, para
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No. 24 • Un encuentro con la historia
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productos socioculturales. Por eso me La mayoría de estudios sobre músi-
llama la atención que lo indígena sea ca ecuatoriana han relegado injusta-
leído como lo único étnico, lo único mente lo montubio; y, en varios ca-
pobre, lo único cultural y folklórico. sos, se ha prejuiciado su contenido
interiorano y montañés.
4. La mirada, la concepción, la
comprensión así como la política Por eso dice que:
centralista y centralizadora so-
bre el arte, la cultura, la danza, Este documento –así llama a este
música, etc., y manejada como obra– no sólo enriquece el debate en
visión andinocéntrica, ha blo- torno a la diversidad, sino que pro-
queado, y lo continúa haciendo mueve el desarrollo de la intercultu-
aún, y sellado la mirada y el ralidad hacia la construcción de una
historia social musical que exige la
oído sobre el baile y la música
participación del pueblo montubio
montubios. en la salvaguardia de su patrimonio.
Bajo esa visión y práctica solo se
ha concentrado, exclusivamente, en Esta idea y propuesta de Mullo,
los referentes y productos de las so- respecto a esta obra, genera la primera
ciedades y las culturas indígenas an- dificultad etnológica musical, cultural
dinas y afroecuatorianas. Así se pone y hasta sociopolítica; y, tiene que ver
e impone una visión sesgada y una con el tipo y grado de posicionamien-
práctica sociocultural excluyente que to sociocultural, étnico, ideológico y
niega los procesos y productos etno- político de los montubios, incluso de
musicales y los bailes del litoral, in- su grado de conciencia étnica-cultural
duciendo a que los propios costeños y de la autocreencia de su patriotismo
asuman la danza y la música indíge- histórico-cultural.
nas-andinas como la única expresión La propuesta de Mullo es fun-
de lo nacional. damental y correcta. Supone un com-
De este modo, se niega la reali- puesto de tareas previas: en, entre y
dad sociocultural y simbólica de las con los montubios, en cuanto tareas
diferentes colectividades humanas, de recuperación, revalorización y re-
especialmente de la región litoral; y posicionamiento de la memoria his-
más de los custodios y argonautas tórica y de la conciencia sociocultural
de la Cuenca del Guayas: los montu- de ellos, pues enfrentan un proceso
bios. Esto se puede percibir con solo de creciente y acelerada invasión cul-
revisar los documentos oficiales, las tural externa (urbana) y aculturación
guías turísticas, incluso los textos con interna.
los cuales se forma a los estudiantes Además, en el caso concreto de
de los distintos niveles del sistema la música, estamos ante otra acción de
educativo. aculturación por la invasión de la mú-
Por eso el prologuista, musicó- sica urbana y la exclusividad, que so-
logo y antropólogo, Juan Mullo dice: cialmente se otorga (y se ha impuesto
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No. 24 • Un encuentro con la historia
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bailaban, tanto en la ciudad como en del baile y la música montubia, el
el campo. Así nos lleva a enterarnos y esfuerzo y el trabajo de Wilman tras-
comprender que los litoralenses cul- ciende eso. Nos invita a que perciba-
tivaban mucho en sus bailes, el toro mos y comprendamos la existencia y
rabón, el alza que te han visto, el cos- la dinámica de un colectivo humano
tillar, la puerca raspada, el amor fino, y étnico montubio que, siendo agri-
el zapateado, el moño, la jota (corre cultor y custodio de la tierra, también
que te pincho), el galope, el tábano, el baila y canta.
sombrerito, etc.
Pero lo que a mi juicio
es fundamental y hace evi-
dente el gran esfuerzo inves-
tigativo, teórico y sociocul-
tural que realiza Wilman es
lo que se deriva de su traba-
jo, del ensayo como acción
escritural y literaria, y que
tiene que ver con la ruptura
que hace un folklorista del
ejercicio de ellos. Pues esta
obra empieza haciendo evi-
dente una ruptura: la escribe Banda de músicos San Agustín de Calceta
un folklorista pero no es una historia
del folklor musical y doméstico. Va Él quiere poner, rescenificar, no
más allá. sólo el baile y la música montubias
Creo que este es el riesgo que sino al sujeto y actor histórico-social
puede tener del trabajo y gran es- que realiza esa acción sociocultural:
fuerzo investigativo, teórico y de los montubios. Pretende y se desespe-
constante y obsesivo aprendizaje que ra por hacerlo. Pues comprende que
viene realizando Wilman desde hace ellos se despliegan, se inscriben y se
algunos años. Lo hace porque él en- expresan en la historia. Lo hacen des-
tiende que sobre los montubios no de el litoral tropical. Usan la dinámica
solamente hay silencio, invisibilidad, corporal, la sonoridad, el oído y el arte.
ausencia, bloqueo, represión y auto- Ordóñez quiere que percibamos
represión. Lo que es más grave hay al montubio del litoral tropical de
olvidos intencionados y omisiones la cuenca del Guayas. Pero no solo
perversas; y, más aún, autorepresión como custodio de una geografía y de
y autosilencio. un medio ambiente, hombre y mujer,
Los hay porque en estos dos vo- colectivo humano y mundano que tie-
lúmenes, aunque hay reseñas y des- ne una historia social y una memoria
cripciones de expresiones folklóricas, que no puede morir. Él busca que nos
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beños, centroamericanos y sudame- poderes de los sectores sociales domi-
ricanos, sin perder tiempo de palos nantes, los han reducido a fantasmas.
y flamenco que la marcan sonora, Pero no son eso. Pues nuestros mon-
templaria y de seña múltiples. La tubios son los guerreros de Alfaro, los
guitarra siempre incólume, ahí, para
montoneros de los Chapulos y quienes
adornarla y quererla, para acabarla
en sus sonidos de guachapelí y palo nos alimentan, pero que también can-
prieto. Sé y he visto, he comproba- tan, bailan y se divierten con su músi-
do también, el uso del requinto y ca, danzas y otras formas que su espíri-
las últimas bandolinas como las de tu, cultura ha creado, recreado y tejido
Río Chico, Garrapatilla, La Estan- en la malla histórica de su vida social.
cia, Sota de Arriba y Tosagua, en
Manabí; la de San Antonio, cerro El
Gusano y Palenque, en la provincia
Recorriendo la obra
de Los Ríos; las de Daule, El Mate
(ahora un balneario de agua dulce), La pasión obsesiva de Wilman
Jerusalén, Salitre y Villa de las Mer- lo lleva a recoger, elaborar; y, muchas
cedes, Colimes de Balzar, en la pro- veces, juntando una idea con otra,
vincia del Guayas; las de Jumón, Be- aunque no correspondan estricta-
lla María, San Jacinto y La Avanzada mente a ella, desde ese pegar y juntar,
en la provincia de El Oro. Por poner quiere interrogar, descubrir y esta-
ejemplos de puntos, sitios, caseríos, blecer cómo y por qué la música y el
recintos y cantones donde he graba- baile montubios fueron siendo arrin-
do música montubia y comprobado
conados, desplazados, reemplazados
el tipo de instrumentación utilizada
(tomo I p. 27). e invibilizados.
A Wilman, como a todo mon-
¿Es posible que lo invisible se tubiólogo, o todo aquél que escoja el
sienta, se oiga, se pueda percibir y camino de intentar un proceso de an-
nos invite a bailar? Wilman Ordóñez, tropologización de la ruralidad mon-
en su obra, nos dice que sí es posible. tubia, necesariamente lo conduce a la
Y esto solo se puede dar cuando se pregunta de cuánto es de poderosa y
busca y se trabaja por reconstruir una represivo el bloqueo y el silencio. Le
música y un baile que ha sido reduci- salta y lo asalta la idea de establecer
do a leyenda y acciones de fantasmas. cuál es el juego de poderes y los po-
Sin embargo no es así. Él hace deres ocultos, el poder omnímodo
hablar, bailar y cantar a los fantasmas que hace de sociedades y culturales
que como realidades entre sombras él reales, pueblos y juegos de fantasmas
las pone otra vez en el escenario, sin que crean la idea de su inexistencia.
el juego multicolor, solo con el blanco Por eso a Wilman no le preocu-
y negro de la mirada y compresión de pan si su estudio, cuestionamiento,
la solidaridad montubia. reflexión y propuesta, es corta o lar-
Nos dice, que la sociedad y cul- ga. No le interesa ni la brevedad del
tura etnocéntrica urbana, así como los telegrama ni la extensión del testa-
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411; es como dijimos el más largo y las
razones están en el contenido que ella
trae y en la argumentación que des-
pliega Ordoñez.
El segundo tomo (que sí tiene ín-
dice) consta de 230 páginas. Este está
dedicado específicamente al capítulo
IX y algunos anexos. El capítulo IX,
“La Banda del Mate” consta de los si-
guientes subtemas: 1. Típica orquesta
montubia nacida en la provincia del
Guayas; 2. Cuadro clasificatorio de la
música montubia elaborado por el et-
nomusicólogo Juan Mullo Sandoval;
3. El tradicional traje típico montubio
(El traje típico de la mujer montubia,
La “santa” montubia y el tradicional
traje campesino por Rodrigo Chávez,
María Angélica Peralta Rodríguez.
Fotos del traje regional montubio); 4. 1ra. reina Festival balseros Calceta. 17 octubre 2002
Reseña biográfica de Rodrigo Chávez
González (selección de canciones de Finalmente
Rodrigo de Triana); 5. Guido Garay
y el Cuadro folklórico montubio: una ¿Por qué Alza que te han visto,
historia, una región, una razón de ser el libro más elaborado de la produc-
artista de lo montubio (reseña biográ- ción intelectual de Wilman Ordoñez,
fica del folklorista y barítono Guido no es un libro de historia de la música
Garay); 6. Lo que nos queda y debe- montubia ni un libro que estudia al-
mos explotar. gunas formas del folklor montubio?
A continuación se presentan dos Porque ese no es el interés ni el
anexos que permiten complementar proyecto intelectual de Wilman Ordo-
la obra, en el primer anexo podemos ñez. Él siendo folklorista superó el fol-
encontrar: Letras de piezas musicales klorismo. El proyecto de él es un pro-
y canciones de autores que aluden al yecto sociocultural, histórico y étnico,
universo sociocultural montubio incluso político e ideológico. Eso lo ex-
presa con toda claridad en el subtítulo
Mientras que el segundo anexo
de la obra Alza que te han visto, pues
consta de: poemas que destacan el
ahí está lo que Wilman busca. Ahí dice
universo sociocultural montubio en
que es una “historia social de la músi-
versos de grandes escritores guaya-
ca y de los bailes tradicionales montu-
quileños, costeños y ecuatorianos en
bios”; por lo tanto, esta obra no es una
general.
obra de folklor ni una obra de música.
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eso él pudo tener interminables “con- Pero, así mismo, nos advierte
versas” con er montubio de aquí y de que solo lo ven y lo oyen, lo pueden
allá. Ninguno de ellos les negó la in- sentir y escuchar aquéllos que se atre-
formación y el diálogo. ven a entender y reconocer que ese
De ahí que, quienes conocemos, dicho y expresión popular urbano
Wilman puede transitar por la biblio- “Alza que te han visto” es una inven-
tecas, pasarse sumergido intermina- ción del mundo montubio y una inva-
bles días entre archivos, y, sin embar- sión de ellos en el mundo urbano que,
go, los archivos no lo devoran. Es un aún hoy, se hacen los giles para des-
hombre que sabe que el mundo mon- entenderse de la danza, los sonidos,
tubio no es un problema de letras, de la poética y todo lo que los montubios
páginas y relatos estratificado, escri- crean como baile y canto, más allá de
tos y congelados, sino un mundo vivo la seguridad alimentaria que nos dan
que trasciende la letra la crónica y y de los miles de millones de dólares
la reseña, pues para saber qué son y que hacen y crean con su trabajo coti-
quiénes son solo hay que atreverse a diano en la agroexportación de bana-
estar con ellos. Wilman no solo ayer y no, café, cacao, soya, frutas, etc.
hoy sino mañana estará con ellos. Esto se percibe con claridad en el
Por eso esta obra no es solo la primer tomo en las páginas 174-175,
reconstrucción bibliográfica la rees- donde él se pregunta y responde para
cenificación de la vida social activa descubrir su cuerpo y alma desnu-
y presente, actual y sensorial de los dos ante la ruralidad montubia que
montubios de ayer y de hoy, desde su le puso la huella étnica en la memo-
baile y su música. Cuando recorrimos ria de su familia y de esa colectividad
pueblos, caseríos y recintos, siempre que no puede desprenderse porque la
él buscaba lo suyo, que le den cuen- ama, la siente y tiene necesidad de es-
ta, que le informen sobre el baile y la cribir sobre ella.
música. Aquí nos dice que ha tenido que
Hoy los montubios y la inves- vencer fantasmas y delirios, bloqueos
tigación histórica puede sentirse y silencios. Estas son las mejores pági-
agradecida de ese trabajo obsesivo y nas de la intimidad y la revelación de
apasionado que marca los días y las Wilman, donde el folklorista sale de
horas de este folklorista que, desde sí para introducirse en la historia de
la investigación intelectual, superó los sonidos y baile, la lúdica; y, todo lo
el folklorismo porque se acercó a la crea y recrea esos presentes-ausentes
historia social, y solo desde ahí puedo que siempre se llamarán montubios.
comprender por qué y cómo el baile Montubios, sí, con mayúscula, y como
y el canto montubio, aun siendo visto grito y denuncia de un silencio y una
como fantasma, suena y resuena, se lo ceguera que no puede ni debe seguir.
ve y se lo oye en el mundo de la rura- Pues la “maldición montubia”
lidad de la cuenca del Guayas. de su presencia y permanencia con
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No. 24 • Un encuentro con la historia
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sis, así como la problemática que la ciado y señalado un hecho es
investigación abre, se introduce en el porque las condiciones históri-
terreno donde las relaciones subjeti- cas-sociales, así como las ideoló-
vas pueden desplazar y reemplazar gicas y teóricas, de ese momento
la realidad histórica-social de la que y de él no le permitieron encon-
hay que partir. Por esa vía se produce trar las respuestas.
un enredo y entrampamiento que no Sin embargo, aquí hay algo que
nos conduce a un camino de certezas no se puede dejar de rescatar. Aquí
y comprensión de los aspectos funda- está atrapado y entrampado un as-
mentales que se requieren. pecto étnico y cultural que nos obliga
Por eso queremos, aprovechan- a preocuparnos de esa problemática,
do este horizonte de la etnomúsica a pensarla e intentar encontrar las res-
y del baile de los montubios que con puestas que esa realidad reprimida y
su estudio, investigación y libro abre bloqueada obliga, especialmente a los
Wilman Ordóñez, introducirnos a ese litoralenses. Pues él va más allá de
camino. Puesto que Ordóñez lo hace lo etnomusical, tiene que ver con un
para plantear esa problemática en el problema de la cultura y la sociopolí-
marco de una mayor: la que tiene que tica regional e interregional.
ver con el contexto sociohistórico du- Rodrigo Chávez no solo inte-
rante el segundo y tercer cuarto del rroga sino que además cuestiona una
siglo XX. Siempre en referencia a las práctica sociocultural, que también es
determinaciones socioculturales que ideológica, política, cultural y étnica:
determinan sus silencios, bloqueos la que tiene que ver con el despla-
y autosilencios que se le impone a la zamiento regional del litoral y la in-
etnomúsica y a los bailes montubios. vasión de una región (la andina) así
De ahí que nos parezca funda- como la evasión de la otra (el litoral),
mental considerar un conjunto de en sus expresiones culturales y etno-
aspectos que, estando en la sombra musicales. Chávez es claro cuando
o sobre entendidos, deben salir a la señala que:
superficie para discutirlo, analizarlo,
e intentar una adecuada comprensión Nuestros compositores populares,
de ellos. A nuestro juicio estos aspec- que han hecho otra imposible y
tos son los siguientes: peor amalgama con los amorfinos
montuvios, titulándolos “pasillos
1. La afirmación de Rodrigo Chá-
costeños” no obstante de que Jara-
vez que ata Wilman (tomo I, millo Alvarado (Pío) asegura que en
p. 113), no debe quedar en el el pasillo está intacta la amargura de
limbo ni debe ser considerada la raza vencida, insistimos en que el
cualquier afirmación. No es así. pasillo es un ayuntamiento mal he-
Debemos encontrar aquí la aper- cho entre nosotros de dos músicas
tura de un camino y una clave. antagónicas paradójicas: la alegría
Pues si Chávez solo deja enun- del pasillo colombiano y la pesadez
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Wilman abandona el terreno en ser regla y explicación de un hecho
el cual él mismo se introdujo, y des- histórico, sociocultural y psicosocial.
de donde la historia social y el rescate Decimos esto porque pensamos
sociocultural regional e interregional que no es el romanticismo individual
lo llaman y le imponen una tarea. y subjetivo el que puede situarse y
Es como si descubriendo la llave, te- señalarse como fundamento de una
niéndola en la mano, no se atreviera compleja situación de cambio e inci-
a abrir para introducirse en el camino dencia-influencia de una expresión
que él ha descubierto y que debiera sociocultural (el pasillo) y el relega-
seguir. No hace eso, se detiene en el miento y olvido del otro (el amorfi-
límite. no), como bien lo señala, en el artícu-
No sigue el camino que él des- lo que reproduce Ordóñez de Rodrigo
cubrió, que es rico e importante, por- Chávez González.
que hay evidencias problemáticas Aquí es donde hay que ser más
y aspectos que nos permitirán com- fino y sutil para hilvanar muy “fino”
prendernos en los desencuentros, si- y hacerse las preguntas fundamentales
lencios, represiones y de la intercultu- que orienten el descubrimiento de las
ralidad regional, no solo etnomusical razones, causas y determinaciones de
sino también de otros ámbitos. esa situación. El problema no va por
Se apega a lo que dicen otros au- ahí, está en otro terreno. Sale del suje-
tores, que no se hicieron las preguntas to, tiene que ver con la historia, la so-
que él se hizo. Abandona su terreno, ciedad y la dinámica étnica y cultural.
por eso subjetiviza su comprensión Porque pensamos que lo que
cuando tiene que abrirla a la histo- se señala como la “nostalgia montu-
ria social y etnomusical regional e bia” de los años veinte y treinta del
interregional. Se evade. Se va por el siglo pasado no es la del desamor, el
lado de los autores y no se detiene en amor propio traicionado y engañado.
los procesos sociales, culturales, en Tienen que ver con el conjunto de las
la psicología social y en los nuevos relaciones sociales que van más allá
modos de vida que crea y defiende la de la subjetividad. Puesto que si hay
modernidad urbana de Guayaquil. una nostalgia en los distintos sectores
Pues somos de la idea que no es montubios y urbanos migrantes del
desde el señalamiento de la psicolo- litoral y Guayaquil, ésta no corres-
gía social de la pena, la nostalgia y el ponde a la pura subjetividad de los
desamor de los individuos, como in- que la sufren, la portan, la tienen y la
dividuos aislados de toda relación y expresan.
referencia sociocultural, desde donde Esa nostalgia, si realmente exis-
se puede encontrar las razones, deter- te (que nosotros dudamos que sea
minaciones y claves de esa realidad, tal) tiene que ver con un conjunto de
cambio y situación histórica que hace hechos y circunstancias sociales que
que lo individual y subjetivo pueda trascienden la subjetividad. Tienen
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la que puede explicar y darnos las cla- ción a una modernidad arquitectóni-
ves de esa suerte de efecto sociocul- ca y sociocultural que estaba poten-
tural y psicológico social, en le vida ciada por el primer centenario de su
familiar e individual que se expresa independencia (1820-1920). Crecía en
como nostalgia. sus élites socioeconómicas y cultura-
Sin embargo, es necesario seña- les con su afán de hacer de Guayaquil
lar que no es la nostalgia del indivi- una “ciudad moderna”, desinteresa-
duo creado desde la pura subjetivi- da de su vínculo histórico con la rura-
dad por romanticismo, sufrimiento y lidad y con mundo montubio.
sadomasoquismo. Tiene que ver con Por eso el señalamiento de José
la fractura familiar por la migración de la Cuadra de Guayaquil, como
que motivó la crisis cacaotera de la capital montubia del Ecuador, no en-
ruralidad de Los Ríos, Guayas, El contró eco ni seguidores en las élites,
Oro, Manabí hacia Guayaquil. en la intelectualidad y en los músicos.
Es una nostalgia que tiene que Por esta ruta habría que pensar que el
ver con la inexistencia de una aper- amor fino como canto y baile comien-
tura, comprensión y asimilación del za la vía crucis de su silencio y repre-
Guayaquil urbano hacia la ruralidad sión urbano y rural porque la moder-
agrícola y cacaotera que se hundió en nidad no quiere aceptar que esa no es
ese período. Inexistencia y silencio una tradición cualquiera sino parte
que tiene que ver con un Guayaquil del ser y de hacer de los guayaquile-
que quiere ser urbano y moderno, re- ños y litoralenses.
negando, reprimiendo y silenciando
la ruralidad y el entorno montubio
que la nutre y le da vida.
Es la nostalgia de los montubios,
que viven y sufren por esa suerte de
silencio que encuentran en el Guaya-
quil urbano. Ciudad puerto que se
había incorporado con pasión y devo-
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