(Briggs Patricia) Alfa & Omega 5 PDF
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Prólogo ............................................................................................................................ 4
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Capítulo 1 ........................................................................................................................ 6
Capítulo 2 ...................................................................................................................... 35
Capítulo 3 ...................................................................................................................... 58
Capítulo 4 ...................................................................................................................... 84
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Ellos son salvajes y están rotos. Los hombres lobo demasiado dañados viven
seguros entre los de su propia especie. Por su propio bien, han sido exiliados a
las afueras de Aspen Creek, Montana. Lo suficientemente cerca de la manada del
Marrok para tener su apoyo; lo suficientemente lejos como para no causar ningún
daño.
Con su alfa fuera del país, Charles y Anna están de guardia cuando llega un
SOS del compañero fae de uno de esos animales salvajes. Al dirigirse al desierto
montañoso, interrumpen en el secuestro del lobo, pero no pueden evitar que se
derrame sangre. Ahora Charles y Anna deben usar sus habilidades, la de él como
ejecutor, la de ella como pacificadora, para localizar a los atacantes, reabriendo
un capítulo doloroso en el pasado que surge de la magia más oscura del brujo.
Prólogo
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Cuenta la historia, que había un pequeño manantial que, tocado por el espíritu
de la tierra, expandió un brote de brillante magia en sus frías y puras aguas. Fue
sólo un poco de magia, pero trajo buenas cosas al mundo, pequeñitas partes de
bondad nacieron de las pequeñas partes de la magia.
Hay una cierta clase de mal que no puede soportar la felicidad, incluso tales
humildes alegrías que vivieron en ese manantial.
Tal mal vino a habitar el manantial, sacrificando las víctimas de los que
llegaban en la búsqueda del pequeño alivio que ofrecía. Con el tiempo, incluso la
magia de la tierra no podía limpiar el mal del agua, y la pequeña magia del
manantial se convirtió para usos más oscuros.
Se dio cuenta de uno que buscaba, al igual que el manantial que tuvo una vez,
hacer un poco de bien en un mundo ahora sombrío y oscuro. A las redes del mal
llegaron los susurros de un monstruo que luchaba con otros monstruos. El mal
lo consideró no más que una comida de miles de otros como él. Aun así, no podía,
en virtud de lo que era, permitir que tal persona viviera. Estableció una trampa
para atrapar a ese que era un héroe, porque los héroes eran deliciosos cuando
caían. Estableció una trampa para atrapar a un monstruo, porque incluso el mal
temía a los monstruos, un poco.
El que saltó la trampa era realmente un monstruo. El que detonó la trampa era
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también un héroe.
Pero éste era también un artista, y no cualquier artista. Vaya artista que era,
cuando encontraba la belleza y la alegría en el mundo, la compartía para que
todos la vieran. Un artista que, al igual que el manantial, había esparcido
pequeñas partes de magia y dejado felicidad donde antes no había nada.
Un artista como ese era un bocado más grande que el mal, incluso un mal tan
viejo y malvado como este que, podría tragárselo fácilmente.
Mucho se perdió en la batalla, y con un costo muy alto para ambos lados. Hasta
donde se sabe, el fuego de la batalla todavía arde.
Capítulo 1
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Esto era malo. Tan, pero tan, malo.
Él corrió a toda velocidad, con un efecto fantasma atravesando los árboles. Las
ramas y zarzas se extendieron y extrajeron su precio en sangre y carne por correr
a tal velocidad a través de su territorio. Él podía sentir el suelo absorber su sangre
y su sudor, sentirlo removerse ante el sabor. Peligroso. Alimentar a la tierra con
su sangre cuando estaba tan molesto no era prudente.
Nadie lo perseguía.
Aunque nadie había sabido que estaba allí. Habían visto los árboles que habían
obedecido su voluntad, pero no lo habían visto a él. Los árboles… él podría tener
que responder ante ella por los árboles.
Ella le había dicho que corriera, y él había hecho una pausa para convocar a
los árboles. Así no era como se suponía que su trato funcionaba. Pero no podía
dejar que se la llevaran, no cuando estaba en su poder detenerlo.
Piensa. Piensa. Piensa. Las palabras eran suyas, pero las escuchó con la voz de
ella. Había trabajado tan duro para darle reglas. La primera regla piensa.
Era curioso que todo el mundo creyera que ella era la peligrosa, que era la loca.
Muy divertido, y sus labios se estiraron en una sonrisa que solamente el bosque
podía ver. No era la diversión lo que causó su sonrisa salvaje. No estaba seguro
exactamente de lo que era esa emoción a pesar de que era alimentada por una
rabia, una furia tan grande que la tierra, provocada por su sangre, se levantó con
impaciencia para hacer su voluntad. Tierra, de entre todos los elementos, era el
más difícil de despertar, pero el más ávido de violencia.
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No.
Su voz de nuevo, zumbando en sus oídos con poder. Ella era su dominante, a
pesar de que él era mucho mayor, mucho más fuerte. Como tal, ella ejercía poder
sobre él, un poder que le había dado por amor, por desesperación, por
desolación. Y su trato, su vínculo de pareja (su palabra, luego de él) había
funcionado durante mucho tiempo.
Orden… esa palabra… No, órdenes era la palabra que filtró a través de sus
pensamientos turbulentos. Ella le había dado órdenes para esta situación.
La ladera de la montaña gimió bajo sus pies. Un cambio suave que solamente
alguien como él, o como su verdadero amor, sentiría.
Hoy no.
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Hoy, tenía que llamar al Marrok y contarle… y la voz de su compañera sonó
en su cabeza como si estuviera corriendo a su lado.
Sé quién es el traidor…
Le había dicho a Bran que podía manejar la manada muy bien desde su propia
casa mientras Bran estuviera fuera, justo de la misma forma en que lo había hecho
la última docena de veces que el Marrok tuvo que salir. Pero esta vez había
parecido como si pudiera durar un tiempo, y su pa había sido inflexible en que
era importante mantener los ritmos de la manada por igual.
Charles tuvo que admitir, aunque sólo fuera para sí mismo, que había movido
las estanterías de caoba al otro lado de la habitación y reorganizó los títulos
alfabéticamente por autor, en lugar de por el tema en cuestión, sólo para fastidiar
a Bran. Anna, pensó, todavía era la única persona en el planeta que honestamente
creía que tenía un sentido del humor, así que estaba bastante seguro de que
podría hacer que su pa creyera que la reorganización era necesaria.
Charles no había movido la estantería hasta que Bran lo llamó esta mañana,
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una semana después de haber dejado la manada al cuidado de Charles, para
hacerle saber que su negocio inicial estaba terminado, y Bran había decidido que
tomaría una semana más para viajar.
Charles no podía recordar la última vez que Bran había tomado unas
vacaciones de sus funciones. Charles no se había dado cuenta de que su pa era
capaz de tomarse unas vacaciones de sus funciones. Pero si la reorganización de
la vida de Charles ya no era esencial, simplemente necesaria, entonces, se sentía
libre de hacer algunos cambios para hacer su vida más fácil. Y así, había
reorganizado la oficina de su pa para adaptarla a él.
Era un baile complicado, jugar con el dinero en este nivel. La batalla satisfacía
al Hermano Lobo, tanto más cuando eran buenos en eso. Hermano Lobo tenía
una tendencia a la vanidad.
—Tienes que hacer algo sobre tu esposa —anunció Leah. Ella no reaccionó
ante su gruñido involuntario por su tono. Cuando hablaba de Anna, más le valía
hablar suavemente.
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No le gustaba Leah. Había mucha gente en el mundo que no le gustaba, la
mayoría de ellos, incluso. Pero Leah había hecho que fuera muy fácil no gustarle.
Cuando su pa la había traído de vuelta con él, Charles había sido un animal
salvaje, solo y perdido. Su pa se había llevado a su hermano mayor, Samuel, y
había desaparecido por meses a intervalos. Medio loco de dolor por la muerte de
la madre de Charles, Bran probablemente no había sido la mejor persona para
criar a un niño cuando él estaba en casa.
Los tíos de Charles y su abuelo habían hecho todo lo posible, pero el Hermano
Lobo no siempre había estado tan dispuesto en imitar al humano como ahora. Un
niño nacido cambiaforma de lobo en lugar de hecho, Charles había sido (por lo
que él sabía) único; nadie, desde luego ni la gente de su madre, tenía experiencia
alguna en tratar con lo que era.
Una buena parte del tiempo que Bran estuvo desaparecido, Charles había
recorrido el bosque en cuatro patas, eludiendo fácilmente a los adultos humanos
encargados de criarlo. Salvaje e indisciplinado como había sido, Charles no tuvo
problemas en admitir que su ser de diez años, no había sido un hijastro que la
mayoría de las mujeres habrían dado la bienvenida.
Probablemente fue una de las cosas que permitió que el lobo de Bran se
emparejara con ella. Charles podía ver cómo eso sería una característica atractiva,
pero cuando alguien era mezquino y pequeño en su interior, tal vez sería mejor
guardar silencio y esconderlo, honesto o no, en lugar de mostrarlo para que el
mundo lo vea. El resultado fue una animosidad mutua mantenida dentro (en su
mayoría) de los límites de la cortesía.
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cortesía habitual para él era frágil y arraigada en su miedo al Hermano Lobo. Sin
embargo, dado que era una loba dominante, el miedo que sentía a veces la hacía
irritable y estúpida.
—Ella parece pensar que está a cargo aquí. El hecho de que fueras dejado a
cargo temporalmente no le permite a ella el derecho a darme órdenes a mí.
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Nada bueno había venido de meter las narices en los asuntos que no tenían
nada que ver con él.
—Anna es una omega. No tiene que obedecer al Marrok —le dijo—. No sé por
qué crees que me obedecería.
Para una conversación con su madrastra, pensó, en general había ido bastante
bien. Que había sido corta era la mejor parte de eso.
Una de las razones por las que se había resistido a mudarse a la casa de Bran
mientras que el Marrok había desaparecido era porque sabía que Leah estaría
ahí, acosándolo todo el tiempo. Se detuvo a considerar eso porque, hasta este
mismo instante, ella no había hecho eso. Esta era la primera vez que lo había
interrumpido en el trabajo. Se preguntó, mientras comenzaba a jugar con los
números en la pantalla delante de él, qué era lo que había dicho su pa a Leah que
la había mantenido apartada de sus cabellos de manera eficaz.
—Habla Charles —dijo con aire ausente, siempre y cuando no fuera Leah, él
podría trabajar mientras hablaba.
Hubo una larga pausa, aunque podía escuchar a alguien respirando
entrecortadamente. Era lo suficientemente inusual que Charles dejó de leer el
artículo sobre la prometedora empresa técnica, y dedicó toda su atención al
teléfono.
—Está bien —dijo finalmente una voz de hombre—. Bueno. El hijo de Bran.
Recuerdo. ¿Bran está allí? Necesito hablar con el Marrok.
—Bran se ha ido —repitió la voz del hombre. Era extraño, pero el acento era
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celta—. Charles. —Se detuvo—. Necesito… necesitamos que vengas aquí. Ha
habido un incidente. —Y luego colgó sin dejar su nombre o dónde exactamente
era “aquí”. Cuando Charles intentó llamarlo, nadie atendió el teléfono. Charles
anotó el número y salió en busca de su madrastra.
Los salvajes vivían en las montañas, separados de todo el mundo, sus casas y
sus territorios protegidos por la manada porque estaba en el mejor interés de
todos para que nadie se entrometiera en la paz que pudieron encontrar.
Bran le había dado la habitual lista de nombres y un mapa con los lugares
marcados. Charles había conocido a la mayoría de ellos, aunque había dos lobos
que sólo conocía de oídos. Los salvajes eran, en su conjunto, tanto peligrosos
como frágiles. Bran no permitía que nadie interactuara con ellos a la ligera.
Leah era alta, incluso para la época actual, cuando las mujeres de metro setenta
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y siete u ochenta eran más comunes. Ella era varias décadas mayor que Charles,
y en el siglo XVIII, cuando había nacido, se habría visto como una gigante diosa
nórdica. Su estructura natural era atlética, un efecto realzado por una vida
dedicada a correr en los bosques. Sus rasgos eran parejos y cubierto por grandes
ojos azules del color de un lago en el verano al mediodía.
Su Anna era, como a ella le gustaba decir, entre promedios. Altura media,
complexión media, apariencia media. Su cabello rizado era de unos tonos más
oscuros y un toque más rojo que el rubio oscuro de Leah. Anna consideraba su
cabello su mejor característica. Charles adoraba sus pecas y sus cálidos ojos
marrones que relucían azules cuando su lobo estaba cerca.
Objetivamente, Leah era mucho más hermosa. Pero su Anna era real de una
manera que pocas personas eran. Había tratado de explicar esa realidad a su pa
una vez, y él había sacudido finalmente la cabeza y dicho: “Hijo, creo que eso es
una de esas cosas que tu madre habría entendido sin problemas, y yo nunca lo
haré”.
Nuestra, dijo el Hermano Lobo. Ella es perfecta, nuestra alma gemela, nuestra ancla,
la razón por la que fuimos creados. Para que pudiéramos ser de ella. Pero tenemos otros
asuntos que atender.
No sabía cuánto tiempo el silencio entre las dos mujeres se había mantenido,
no había pasado mucho tiempo desde que Leah salió de su oficina. La oficina de
su padre.
—Leah —dijo, porque no había tiempo para meterse en las aguas profundas
entre las dos mujeres, incluso si hubiera sido lo suficientemente estúpido como
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para querer hacerlo—. Acabo de recibir una llamada de socorro de uno de los
salvajes, creo. ¿Conoces este número telefónico?
Leah demostró una de sus brillantes cualidades. Abandonó sea cual sea la
lucha que estaba tratando de provocar con Anna y tomó el papel que le entregó,
dejando de lado su asunto personal sin vacilación cuando el deber llamaba.
Y esa era la razón de que no hubiera reconocido la voz. Jonesy muy rara vez
hablaba cuando su compañera estaba disponible para hacerlo. Hester… Hester
era vieja. En esa categoría de vieja que significaba que ni ella ni nadie más estaban
completamente seguros de qué edad tenía.
—¿Ha habido un incidente? —Leah frunció el ceño, miró por encima del
hombro a la compañera de Charles, y su ceño se profundizó—. Hester no es fácil
ni siquiera para Bran. La última vez que subió hasta allí, el otoño pasado, ella
estaba lúcida y pareció disfrutar cantar con él. Pero luego ella lo rastreó a mitad
de camino de vuelta a la carretera, y él tuvo que llamar a Jonesy para llevarla de
vuelta a su casa. Si se ha producido un incidente, tener un lobo omega allí es
posible que sea un buen movimiento para todo el mundo.
—Un lobo omega no es siempre una buena cosa cuando se trata de los salvajes.
Al principio, Bran había estado muy emocionado por lo que Anna podría
hacer por sus salvajes. Y ella había ayudado a un par de ellos. Pero un desastre
espectacular que terminó con la muerte de un salvaje y con tres de la manada
heridos, les había enseñado a ser cautelosos. Que el salvaje hubiera estado bajo
una sentencia de muerte antes de que Anna tratara de ayudarlo no la había
mantenido alejada de sentirse terrible.
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Charles no estaba dispuesto a exponer a Anna a tal trauma de nuevo. Él y su
pa habían tenido varias discusiones acaloradas sobre eso recientemente, un
argumento que ambos eran cuidadosos en apartar de Anna.
—Ella tomó la forma de lobo y rastreó a Bran como si fuera la presa. Él dijo
que no estaba seguro de que no debería haberla dejado alcanzarlo. —La voz
enérgica de Leah viajó directo sobre lo que habría significado: La muerte de
Hester—. Pero ella había estado lúcida la mayor parte de los dos días, y Jonesy
parecía lo suficientemente bien. Bran pensó que podría haber sido simplemente
que al tener un lobo dominante en su territorio la había resquebrajado, así que lo
dejó así.
—Tú no eres tu padre. Hester podría no estar dispuesta a dejar que te acerques
del todo por ti mismo. A menos que quieras tener que sacrificar a Hester, debes
llevarte a Anna. —Ella vio la vacilación de Charles—. A diferencia del salvaje que
tuvo una mala reacción hacia Anna, la personalidad de Hester es muy fuerte. Es
su loba la que es su problema, no la parte humana. —Se rió un poco ante su
expresión—. Puedes preguntarle a tu pa, esa fue su evaluación.
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cualquier emergencia va a estar terminada antes de que podamos llegar allí.
Como dijo Leah, la casa de Hester está a poco más de treinta kilómetros, y la
mayoría de eso es campo irregular.
—Bien —dijo Anna. Tomó la cuchara con la que estaba moviendo su masa, la
sacó y se la entregó a Charles para probar mientras alcanzaba la envoltura de
plástico con la otra mano—. Es la receta de Mercy. —Anna envolvió el recipiente
con una eficiencia que contrastaba con el tono relajado de sus palabras—. Le puse
un poco de cáscara de naranja, también. ¿Qué piensas?
Su Anna estaba muy molesta con Leah si iba tan lejos de su camino como para
sacar a relucir a Mercy. Él gruñó y dejó caer la cuchara sin masa en el lavavajillas.
Charles conocía a Leah lo suficientemente bien como para saber que todo lo
que Anna había hecho para elevar su ira no había terminado. Leah no dejaba ir
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una batalla, pero no lo traería de nuevo hasta que se resolviera la situación con
Hester.
—¿Problemas?
—Es difícil para ella tenernos aquí. No tiene ni idea de cómo manejarme en su
espacio personal. Le está resultando muy frustrante. Y tú no ayudas.
No sabía lo que Anna entendía por “cualidad de Charles”, él era quien era. No
podía evitar eso. Pero no había duda de que su presencia tenía un efecto sobre
Leah.
—Esto parece ser un problema más específico —dijo.
—Sí —coincidió Anna—. Tag se detuvo mientras tú estabas luchando con los
rinocerontes en la oficina de Bran.
—Sonaba como una lucha libre con un rinoceronte para mí, completo con
gruñidos animales y resoplidos. De todos modos, se detuvo al parecer a decirnos
que estaba aburrido. —Vaciló—. Llegó en medio de una discusión que Leah y yo
teníamos. Creo que tenía otros asuntos, pero lo distrajimos.
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Anna era una loba omega. Eso significaba que cualquier lobo dominante sentía
la necesidad de ponerla a salvo, lo cual era la razón de que Leah pensara que ella
podría ayudar con Hester. Si Tag había entrado en la habitación mientras Leah y
Anna estaban teniendo algún tipo de discusión acalorada… sí, el gran hombre
lobo celta habría hecho todo lo posible para interrumpirla.
—Tag sugirió que restableciéramos las veladas musicales del Marrok —le dijo
Anna—. Al parecer, eran la base de la comunidad antes de que el Marrok las
dejara caducar hace unos años.
—Casi veinte años —dijo Charles, más que un poco desconcertado. ¿Qué había
metido eso en la cabeza de Tag? Sin duda, había cosas con más probabilidades
de venirle a la mente que acontecimientos cubiertos en décadas de polvo cuando
alguien se metía en medio de una pelea entre dos mujeres—. Más de un par de
años.
Ella sonrió.
—Solamente si tú eres quien le dice que los franceses perdieron la batalla en
esta ocasión. Me sentaré en el banquillo y comeré palomitas de maíz.
—De todos modos —dijo Anna con una mirada hacia la puerta que Leah había
utilizado para salir de la habitación—, pensé que no sería una buena cosa instituir
cambios radicales mientras Bran no está. Leah no está de acuerdo.
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precaución. Tampoco Leah era en lo más mínimo musical. No estando interesada
en nada que no se centrara en ella, había estado más aliviada que casi cualquier
persona cuando se habían detenido.
Charles contuvo una sonrisa. De alguna manera, no creía que una sonrisa
ayudaría en la situación, sobre todo porque podía decir por la expresión
contraída de Leah que reconoció los orígenes de ese tono, también.
Leah se contuvo de hacer una mueca quedándose sin palabras. Luego cargó la
cesta con manzanas, melocotones, bananas, lo que de alguna manera, en sus
manos expertas, asumieron una forma artística.
—Ten —dijo, dándole la canasta—. Espero que esto ayude. —A pesar del
borde en su tono, no estaba mintiendo.
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él le gustaba que le confiara sus secretos, incluso si esos secretos eran solamente
de lo frustrante que encontraba a Leah. No era un gran secreto, en realidad, pero
era suyo.
—Lo que sea que pasó ya ha pasado —dijo Charles—. No deberíamos perder
el tiempo, pero no creo que diez minutos hagan mucha diferencia de una u otra
forma.
—Es por ese camino —dijo—. Y las tierras de la manada están plagadas de
arroyos, riachuelos y charcos. No hay razón para que debas conocerlos todos,
especialmente cuando Arsonist Creek se encuentra en una parte de nuestro
territorio que le dejamos a los salvajes.
—Muy bien —dijo, luego se quedó callada. Tratando, pensó él, de contener su
irritación con Leah. Estuvo en un estado de agitación un poco más antes de que
su frustración burbujeara lo suficiente como para darle voz—. Es una buena idea
—le dijo—. Tag debería ser capaz de decir, “Hey, vamos a hacer esto”. Y ella
debería decir, “Hey, esa es una increíble idea, vamos a hacer esa cosa que
sugieres”. Y podría ser muy bueno para todos. En su lugar, después de que
cometí el error de decir que sonaba divertido, ella saltó con “Deberíamos esperar
hasta que Bran llegue a casa”.
Así que había cambiado de bando, pensó, loba inteligente la suya. La había
visto hacerlo antes. A veces con él. Anna habría anulado todas las objeciones de
Leah hasta que no hubiera ningún lugar para que su madrastra saltara salvo
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exactamente a donde Anna quería que fuera. Si Leah hubiera sido más
inteligente… pero no lo era. Como su pa le dijo una vez, no era justo culparla por
ser exactamente lo que Bran necesitaba en una compañera. Alguien que su lobo
aceptaría, y el hombre no amaría.
—No puedo ver un mundo en el que Leah usaría la palabra “hey” —dijo—.
Excepto, quizás, si fuera el homófono “hay1”, en su lugar. Y solamente entonces
si tuviera un caballo al que alimentar.
—Es una barbacoa, no es un rito de paso o una feria del condado o cualquier
cosa que requiere mucha organización. Sólo el tipo de cosas de “trae comida, trae
instrumentos si quieres; vamos a divertirnos esta noche”. Somos un grupo
musical aquí. Disfrutando de que no debemos adoptar un acto del congreso. —
Anna puso las manos en el volante una centésima de segundo antes de que él se
hubiese sentido obligado a hacer lo mismo.
—Gira aquí —le dijo—. Luego toma el desvío, como si fueras a Wilson Gap.
Dejó que el silencio fluyera entre ellos por un momento. Hermano Lobo
pensaba que Anna era completamente capaz de llevarse bien con Leah si quería.
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Hay significa: heno, y tiene similar pronunciación con hey.
Normalmente lo hacía, de hecho. Leah no era la excepción al efecto que un lobo
omega tenía o a la amabilidad sincera de Anna. Si Tag había interrumpido una
pelea, fue una que Anna había permitido que sucediera.
Hermano Lobo no sabía por qué ella había hecho eso, pero Charles sumó dos
y dos por las dos. Tal vez, pensó, no había sido algo que su pa había dicho que
había mantenido a Leah fuera de su camino dado que Bran se había ido.
—Gracias —dijo.
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—Mi trabajo… —dijo ella, y había un poco de severidad en su voz—… es hacer
más fácil tu trabajo.
Su Anna, cuyo talento para la música había ardido tan intensamente que había
tenido una beca completa para la Universidad de Northwestern, debería haber
estado tocando su violonchelo en un escenario bajo los reflectores. En su lugar,
estaba atrapada en Aspen Creek, Montana, donde lo más parecido a los
reflectores dentro de doscientos kilómetros probablemente eran los que están en
la parte superior de su camioneta.
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Lobo propuso: Pero si ella quiere algo más, tenemos que proveérselo.
Había estado trabajando con su pa para ver cómo él y Anna podrían adoptar
un niño. Era complicado por el bajo perfil que Bran estaba tratando de mantener
para Aspen Creek y la manada.
Pero la insatisfacción de Anna no era algo que un niño pudiera arreglar. Ella
no era una persona que vivía a través de otras personas.
—No tomo el lado de Leah… —comenzó, pero tuvo que reírse ante la mirada
que le dio—. Sólo escúchame, Anna, mi-amor. Las veladas musicales fueron el
centro de una batalla entre mi pa y Mercy, y sabes cómo se siente Leah sobre
cualquier cosa que tenga que ver con Mercy.
—Lo sé —dijo—. Ni siquiera lo entiendo, por mucho que me duela decirlo así.
Bran es algo extraño sobre Mercy. Si tú fueras así de raro sobre Mercy, me sentiría
de la misma forma que Leah, sin importar cuán simpática pueda encontrarla.
—Bran no es raro sobre ella —dijo a Anna, sintiéndose incómodo—. Él piensa
en ella como su hija, y no tiene ninguna otra hija todavía viva. No hay nada
extraño en ello.
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Ella sonrió, sólo un poco.
—Está bien. Sí. Lo vi, por supuesto que lo hice. Al igual que Leah. Pero mi pa
nunca se le habría insinuado a Mercy. Tú dirás lo que quieras de él, pero su lobo
ha aceptado a Leah como su compañera, y no va a ponerle los cuernos. Y Mercy
nunca le ha visto como nada más que una figura paterna y su alfa. Eso es lo que
ella necesitaba, y eso es lo que él le dio. No creo que Mercy haya reconocido
nunca que pudiera ser más que eso.
—¿Mercy? —Mercy había sido secuestrada. Por esa razón, Bran había dejado
la manada en las manos de Charles. Afortunadamente, esa situación se resolvió
rápidamente, por lo menos en la parte de Mercy. Tenía la sensación de que la
reorganización desde eso estaría desarrollándose durante mucho tiempo.
—Sí, Mercy.
—Si no fuera así, mi pa habría derribado a los demonios de los tiempos para
tomar venganza. Dado que decidió ir a visitar a mi hermano en África, de todos
los lugares, y “tomar unas vacaciones”, espero que ella esté bien. Podrías
llamarla.
Él sonrió irónicamente.
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—¿Has conocido a Christy?
—¿Quién es?
—No —concordó—. Y tampoco Christy, de verdad. Doy gracias todos los días
porque mi pa encontró a Leah como compañera y no a alguien como Christy.
Leah es mucho más sencilla.
—En eso —dijo tranquilamente—, creo que vamos a tener que estar en
desacuerdo.
Él asintió.
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—Creo que todo quedó atrapado en el lío de la disputa de Leah con Mercy —
le dijo—. Leah era implacable en atormentar a Mercy, refrenada por dos cosas.
Levantó un dedo.
Ella rió.
Charles asintió.
—Mercy quería creer que el mundo era un lugar justo, y podía convertirse en
un coyote en un mundo lleno de hombres lobo y vampiros. Ella no iba a quedarse
con eso. Tuvo que aprender a sobrevivir, y pa dejó que Leah le enseñara cómo
hacerlo. No es que Leah supiera que estaba ayudando a Mercy. —Él no estaba
completamente seguro de que su pa hubiera sabido que estaba ayudando a
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Mercy.
—Cada vez que hubo una posibilidad de que Leah encontrara a Mercy sola,
sin un testigo entre ellas, yo estaba allí. —Se había tomado el trabajo, y si su pa
llegara a enterarse de cuántos de la manada habían hecho su parte para ayudarle
en su auto nombrada tarea, habría un ajuste de cuentas. Lo que él había hecho le
había quitado la autoridad a Leah en la manada, algo que su padre no habría
admitido si hubiera sabido al respecto. Pero Charles había aprendido algo de
Mercy, también, que todo está bien, siempre y cuando no caigas en la trampa.
—Entonces, ¿cómo encaja eso con las veladas musicales? —preguntó Anna.
Charles sonrió.
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manada o no, Aspen Creek era pequeña, pero todavía había habido cinco o seis
niños en cada actuación, ellos habían sido seguidos por un par de voluntarios,
dispuestos o no, de la manada. Y, por último, él coronaba la noche con una
actuación propia: Música por lo general, pero a veces fueron narraciones. Esto
hizo que valiera la pena para el resto entre los adultos no relacionados con los
niños. Para cuando Mercy llegó a la manada como una cachorra, las noches eran
una tradición establecida. —Dirigió una mirada a su compañera—. Algunos de
nosotros podríamos haber sentido que era una tradición tediosa.
—Hay mucho talento aquí, sin duda. Pero he sido parte de las actuaciones con
los niños. Caramba, he sido una niña en las actuaciones. Apuesto a que algunas
de esas noches eran más largas que otras, especialmente si ninguno de esos niños
eran los suyos.
Charles sonrió.
—Mercy pensó lo mismo también. Tan pronto como alcanzó los ocho o nueve
años, juntó a los pequeños, los más jóvenes, los que no podían llevar una melodía
en un balde y los niños que cometieron el error de mirarla demasiado, les hizo
hacer una “actuación especial”.
Él sacudió la cabeza.
—Algunos de ellos realmente fueron memorables. No siempre musicales, sino
memorable. El primer beneficio fue que esas noches se volvieron mucho más
cortas porque conseguimos sobrevivir a la mayor parte de los niños, y todos los
que fueron muy malos, a la vez. Pero después de un tiempo, ella le agarró la
vuelta. Creo que Samuel la ayudó en secreto porque reconocí algunas de las
canciones como suyas. Pero ella comenzó a competir con Bran por la mejor
actuación, invitó a la audiencia a juzgar por sí mismos. A él le encantó.
—¿A Bran?
—Mi pa, a pesar de sus defectos, tiene muy poco ego. Él es dominante, no
competitivo. —Anna hizo un ruido, así que tuvo que corregirse a sí mismo—.
Está bien. Te concedo eso. Él es lo bastante competitivo. Permíteme decir
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entonces, que no se siente que tiene que limpiar el suelo con un grupo de niños
con el fin de sentirse como un alfa. Se enorgullecía de sus esfuerzos y la animó, a
su manera. Parpadea y te lo pierdes, justo como este camino hacia nuestra
izquierda. Gira aquí.
—Entonces ella descubrió que Bran sabía de los ataques de Leah —dijo Anna
cuidadosamente.
—Correcto. Permíteme decir que Mercy es infernal con sus castigos. Nunca
consigas su lado malo. Ella averiguará lo que te irrita más.
Él asintió.
Charles sonrió.
—Tú podrías pensar eso. Y lo es. Pero yo la escucho en mis pesadillas, y me
imagino que mi pa también lo hace. No puedes desafinar en un piano afinado,
pero eso es lo único que ella no le hizo a esa pobre pieza musical. Cada actuación
era algo nuevo. Una vez actuó con una venda. En otra estableció un metrónomo
y ni una sola vez tocó a la velocidad del metrónomo. Una vez tocó a un cuarto de
la velocidad y añadió otros dos movimientos. —Se rió ante el recuerdo—. La
gente pensó que ella había terminado, empezó a aplaudir, y ella tocó otra nota.
Una nota muy lenta. Se sintió eterna. Pero ella nunca provocó en mi pa nada más
que labios apretados de enojo. —Cerró los ojos, recordando, la sonrisa
decayendo—. No es frecuente cuando mi pa hace algo erróneo, y la mayor parte
de esos momentos en los últimos treinta años han girado en torno a Mercy.
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Él abrió los ojos para darle una mirada fingida, pero ella estaba prestando
demasiada atención a la carretera.
—Sí —dijo—. Extraño. De todos modos, estas fueron actuaciones reales. Los
niños llevaban corbatas y camisas blancas, las niñas llevaban vestidos. Por lo que
iba a ser su última actuación, Mercy llegó vestida con vaqueros cortados y una
camiseta manchada de pintura. La camiseta estaba estampada con Mickey Mouse
dando al mundo el dedo medio. —Suspiró.
—Mi pa sabe cómo pelear sucio, Anna, simplemente por lo general elige no
hacerlo. Se volvió hacia la madre adoptiva de Mercy, una tímida ratoncita dulce,
que acababa de ser diagnosticada con alguna horrible enfermedad humana, y la
atacó delante de todos por no asegurarse de que Mercy estuviera bien vestida.
Ella lloró. Bryan no estaba allí, me gusta pensar que mi pa olvidó que había
enviado a Bryan a alguna tarea esa noche, pero podría haber planeado sus
acciones con mucha antelación. Mercy no dijo nada. Ella se levantó del banco del
piano, tomó a Evelyn de la mano y la condujo fuera de la habitación.
—No —dijo—. Por supuesto no. Ella empapó el asiento del nuevo Mercedes
de mi padre con mantequilla de maní y lo engañó para sentarse en él.
—¡Ja! —La voz de Anna estaba satisfecha—. Bien por ella. Habría pagado por
ver eso.
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Charles se preguntó por qué el recuerdo le hizo sentir melancolía.
Probablemente porque le había gustado Evelyn, y ver a su padre tratándola con
brutalidad, incluso verbalmente, había sido desgarrador. Y él, al igual que el resto
de la manada, se había quedado allí parado viéndolo. Sólo Mercy había desafiado
al Marrok.
Anna conocía la historia, así que no la repitió. Su hermano había decidido que
una adolescente de dieciséis años y cambiaforma coyote, Mercy, podía ser una
vía para que él tuviera hijos que sobrevivieran y se dedicó a cortejarla. Bran había
intervenido antes de que Samuel le hubiera causado un daño irreparable a ella, o
a sí mismo. Pero les había costado a todos ellos de todos modos.
—Tuvimos un par de veladas musicales después de que ella se fue a vivir con
su madre biológica. En la segunda, Bran concluyó diciendo que habían servido a
su propósito, y que era hora de seguir adelante.
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—Sin Mercy para batallar, ya no fue divertido —dijo Anna.
—No es de extrañar que Leah piense que restablecer la tradición serían malas
noticias —dijo Anna cuidadosamente—. Tal vez deberíamos hacer esta barbacoa
un evento de una sola vez.
—Este evento que Leah piensa que no quieres —dijo Charles, incapaz de
ocultar su diversión—. Es probable que esté lista para hacerlo una cosa diaria a
estas alturas.
Anna era bastante buena en conseguir que la gente hiciera lo que quería. De
vez en cuando, pisaba algunos callos cuando lo hacía porque la sumisión
instintiva que la mayoría de los lobos sentían por el más dominante simplemente
a ella se le pasaba por alto. Se estaba volviendo mucho mejor en la cosa de bailar
alrededor de la dominación, sin embargo.
Leah no era inteligente, pero había estado por los alrededores por un largo
tiempo. Y si ella había entrenado a Mercy, bueno, Mercy la había entrenado a su
vez. Ella podría ver a través de lo que Anna estaba haciendo debido a eso. Pero
si Leah hacía un alboroto, él se encargaría de ello. A Hermano Lobo le gustaba
esa idea.
Ella negó hacia él, pero sabía que estaba riendo por dentro, porque así se lo
dijo Hermano Lobo.
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—Y le dices a todos que no entiendes a la gente —dijo ella.
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Le llevó a Anna la mejor parte de una hora conducir treinta y dos kilómetros.
—Esa es una de esas preguntas sin una respuesta correcta, ¿verdad? Al igual
que cuando una mujer pregunta si sus pantalones la hacen ver gorda. —No había
diversión en su voz o sus ojos, pero sabía que él se sentía del mismo modo, y sus
labios se curvaron en respuesta.
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Charles se echó a reír, y se sintió orgullosa de sí misma, porque él no se reía
muy a menudo.
—No he subido por este camino por cinco o seis años —admitió—. No había
un árbol creciendo aquí entonces. Pero no es un árbol grande, y el álamo temblón
puede crecer dos metros o poco más al año.
—Nadie ha subido por este camino, y utilizo el término vagamente, ¿en cinco
años? —dijo ella—. Pensé que Bran subió aquí el pasado otoño.
—Hay otro camino —dijo—. Es probable que esté un poco mejor la mayor
parte del camino, ya que es más recorrido, pero este camino es más rápido.
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lados, pero el roce de roca en la parte inferior de la camioneta ocurrió con menos
frecuencia.
El camino se volvió más seco a medida que salía de una quebrada, luego se
puso blanda de nuevo cuando cayó sobre una cresta de la montaña en la que
estaban, por lo que Anna podía decir, circunnavegando.
Trató de redimirse.
—Vehículos todo terreno, ¿verdad? —Los vehículos, raros para sus ojos de
citadina, eran tan comunes en el campo rugoso de Montana en el verano como
los vehículos para la nieve lo eran en el invierno—. Cuatro ruedas. —Debido a
que había motos todo terreno más viejas de tres ruedas—. Al menos dos de ellos,
porque hay dos tamaños de neumáticos.
Charles asintió.
—Espera —dijo ella, agitando una mano con un dedo extendido—. Espera.
Hay por lo menos tres. Porque este chico… —señaló a un conjunto de huellas
donde se hundían en la tierra, porque el cuatro ruedas giró—… es más pesado,
su moto se hunde más profundo en el mismo tipo de suelo. Todos van en la
misma dirección.
Ella frunció el ceño hacia él, mirando las huellas de nuevo para ver lo que
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había pasado por alto. Pero no importaba cuán atentamente miraba a su
alrededor, no vio ninguna marca de bota, o restos convenientes de tela llevando
olor, latas de cerveza vacías, o colillas de cigarrillos que podrían contener pistas
vitales acerca de quién había estado viajando por esta carretera antes de que ellos
llegaran aquí.
Ella entrecerró los ojos. ¿Qué vería Gibbs2? Ella podría tener una adicción menor
a cierto programa de televisión de procedimiento policial.
—Hace dos días tuvimos lluvia —le dijo él antes de que se frustrara
demasiado—. Puedes ver que todavía hay un poco de barro bajo los árboles
donde el sol no llega. Estas huellas se hicieron después de que el suelo se secó,
puedes decirlo por la tierra suelta. Espero que estas fueran hechas hoy.
—Y debido a que recibiste una llamada hoy —dijo—, es muy probable que
estas huellas y la llamada estén relacionadas.
—Eso me llevó a buscar razones por las que las huellas pudieran ser más
recientes —concordó él. Seguimiento, le había dicho, no era solamente lo que sus
sentidos le dijeron; también se trataba de utilizar lo que sabía.
En algún lugar a kilómetro y medio más o menos, pero no mucho más cerca
de eso tampoco, había un pequeño grupo de ciervos de cola negra. Captó el olor
de los sospechosos habituales: Conejos, aves diversas, y lo que a Tag le gusta
llamar tigres de árboles porque las ardillas eran valientes y hacían un gran
alboroto cuando alguien entraba en su territorio.
Ninguno de ellos era lo que estaba haciendo que Charles pareciera tan
decidido.
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—¿Qué es? —preguntó.
—Del Hombre Araña —dijo con una voz tan grave como la que habría utilizado
si hubiera estado citando a Shakespeare.
Ella asintió.
Él dio una última respiración profunda, y luego se dirigió hacia el lado del
conductor de la camioneta.
—Entra. Yo la llevo desde aquí. Mis sentidos arácnidos… —dijo, su voz con
un toque seco en las sílabas desconocidas—… me están diciendo que debería
darme prisa después de todo.
No era que tuviera miedo de que los matara, eran hombres lobo, matarlos en
un accidente automovilístico a dieciséis kilómetros por hora tomaría algo de
trabajo. Era que la vieja camioneta era algo que Charles amaba, y cada vez que
oía el roce de ramas de un árbol en la pintura, podía ver cómo él ni reaccionaba.
Pero entendía por qué él había preferido su ritmo de caracol y el daño que
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había infligido a su camioneta, él no tenía muchas ganas de llegar a su destino.
Lo último que Charles pensó que iba a hacer, en su camino hacia las montañas
a matar (probablemente) a uno de los queridos salvajes de su pa, era reírse.
Una vez que estuvo asegurada en su asiento, él se propuso llegar con Hester
lo más rápido posible. El creciente malestar de su espíritu lobo, algo separado de
su aversión a matar lobos que necesitaban encontrarse con la muerte, montó la
parte posterior de su cuello y le dijo que tenían que estar con Hester ahora.
Como le había dicho a Anna, había pasado algunos años desde que había
estado aquí. Una vez que Hester y Jonesy se mudaron, su pa había decretado que
esta zona estaba fuera de los límites para las carreras casuales. Después de eso,
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sólo había recorrido este camino por necesidad. Pero había estado aquí muchas
veces antes de que hubiera reemplazado esta camioneta hace ya casi cincuenta
años. Sabía dónde giraba y se retorcía el camino, aunque tuvo que maniobrar
alrededor de unos pocos árboles más que no habían estado aquí la última vez que
había viajado por este camino.
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Sus pies estaban desnudos y con manchas de sangre seca, aunque caminaba
bastante parejo. Una vez que Charles estuvo buscando eso, se dio cuenta de que
había pequeños desgarros en la camisa de Jonesy. Estaba bien afeitado, sin
embargo, con la piel que parecía tan suave como la de una mujer. Tal vez, como
Charles, no tenía mucha barba que afeitar.
—Charles —dijo Jonesy, su voz pausada llevando un acento galés más fuerte
que el del papá de Charles, más fuerte de lo que había sonado por teléfono—.
Diolch3. Gracias por venir.
3
Diolch: galés, significa gracias.
Olía al fae que era, una esencia tan poderosa que Hermano Lobo no pudo
entender su estado de ánimo, no por su aroma, de todos modos. Su lenguaje
corporal era manso, un efecto que no le quitaba valor a su esbelta figura.
Él era todo a lo que Hermano Lobo sería normalmente protector, lo que hizo
la reacción del lobo de Charles mucho más extraña. Hermano Lobo pensaba que
deberían inmovilizar a éste de modo que él entendiera que lo podían matar en
cualquier momento. Charles no podía entender por qué Hermano Lobo pensaba
que Jonesy era una amenaza, pero no descartaría los instintos de su otro yo.
Incluso si Hermano Lobo nunca había reaccionado a Jonesy de esta manera
antes… pero por otra parte Hester siempre había estado presente.
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—Croeso —le dijo Charles al compañero fae de Hester—. No hay ningún costo
por nuestra ayuda para ti este día —dijo cuidadosamente, debido a que
intercambiar palabras de agradecimiento con los fae era peligroso. Tener al fae
debiéndote un favor era tan peligroso como deberle al fae un favor—. Mi palabra
en eso. Esta es mi compañera, Anna.
Charles tuvo que luchar con Hermano Lobo para no derribar a Jonesy.
—Oh —dijo Jonesy, con maravilla en su voz—. Oh, y ¿no he oído hablar de
que el compañero del hijo del viejo era una loba omega? Y no hemos estado todos
encantados de que tal loba corra en nuestros bosques. —La mirada que volvió
hacia Charles era de pura esperanza—. ¿Tal vez ella pueda ayudar? Hester no ha
sido ella misma últimamente.
Jonesy podría no ser un lobo, pero no había duda de que sentía algo de Anna.
Charles revisó todo lo que siempre había oído hablar de Jonesy, lo que no era
mucho. Jonesy era… diferente, incluso para un fae. Lento, Charles había oído,
pero mirándolo ahora, podía decir que no era eso. Más que interactuaba con el
mundo un poco torcido de como lo hacía la mayoría de la gente.
Anna sonrió a Jonesy y dejó que la tocara. Pero sus ojos eran cautelosos. Tal
vez ella estaba recogiendo algo de la cautela de Hermano Lobo, o tal vez sentía
algo por su cuenta. Pero esa sincera petición por la seguridad de su compañera…
eso era algo que Charles y Hermano Lobo entendían.
—Ella me salvó —le dijo Charles a Jonesy—. No sé lo que podría hacer por
Hester. Pa cree que podría ser de alguna ayuda.
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Jonesy frunció el ceño.
Charles se adelantó un poco para ponerse en una mejor posición para proteger
a Anna si lo necesitaba.
Jonesy parpadeó un par de veces y dejó caer la mano lejos de Anna mientras
giraba su ahora vaga atención a Charles.
—Tú eres Charles. Sí. Está bien. Recuerdo. ¿Por qué te llamé?
Se estremeció, como si un viento que Charles no podía sentir venteó sobre sus
hombros. Él inclinó la cabeza, cerró los ojos, y dijo, con claridad, en un acento
británico marcado.
Peligroso, dijo Hermano Lobo. Podría hacerle daño incluso sin querer.
Charles se tensó, pero consiguió no moverse cuando Anna rodeó las manos de
Jonesy con sus dedos. El toque pareció estabilizar al compañero de Hester.
Charles podía ver el estado de alerta e inteligencia removerse en los ojos del otro
hombre.
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Peligroso, susurraron los espíritus de los árboles. Nuestro. Peligroso. Hubo un
disfrute alegre y rencoroso en las voces de los espíritus que hablaron con Charles,
rencoroso y medio atemorizados.
—¿Qué pasó? —preguntó Anna, su voz baja y dulce. No podía escuchar las
voces de alerta de los espíritus, pero era inteligente acerca de las personas. Ella
sabría pisar ligeramente.
Él dudó.
—Yo pensé que solamente eran niños, ¿sabes? Los tenemos cada tanto, y por
lo general Hester puede espantarlos sin muchos problemas. —Entonces su voz
se hizo más clara, casi femenina, obviamente como imitando a alguien—. Un lobo
gigante da miedo en el bosque. Si la gente tiene una buena forma de irse, como
un vehículo motorizado, lo hacen. De no ser así, podemos retirarnos todo el
camino a Canadá sin tener que cruzar una carretera principal. —Se aclaró la
garganta, se meció un poco de un lado al otro, luego dobló las rodillas de repente,
dejándose caer como unos sesenta centímetros de altura con el movimiento. Se
equilibró ligeramente sobre las puntas de los pies, el fae alzó la mirada hacia los
ojos de Anna. Tiró suavemente sus manos de las de ella.
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matar a nadie.
Y allí estaba, reveló, el depredador que Hermano Lobo había sentido desde
que había salido del auto.
Anna sostuvo la mirada de Jonesy con tanto cuidado como había sostenido sus
manos. Era algo que otro hombre lobo nunca habría hecho. Mirar a un extraño a
los ojos era el primer hábito que los nuevos lobos aprendían a romper.
No importa lo duro que eres, hay otras personas que son más duras. Incluso
Charles no se encontraba con los ojos de un extraño a menos que tuviera una
razón muy buena, y no había un hombre lobo fuera de su familia inmediata que
hubiera encontrado alguna vez que pudiera hacerle apartar la vista. Pero Anna
era una loba omega que podían encontrarse con los ojos de cualquiera, sin
despertar el desafío, su mirada cálida y cariñosa, como una llamarada de paz en
un mundo de guerra.
Él asintió, un gesto que comenzó con la cabeza, pero siguió con sus hombros
y viajó a través de su cuerpo hasta las rodillas.
Tal vez era que Hermano Lobo vivía en su interior, o que su madre había sido
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una manipuladora de la magia y su pa un nacido de bruja, o simplemente la
iluminación del sol del verano, pero en los ojos del hombre fae, Charles podía ver
a Jonesy revelarse por lo que era.
—No serían capaces de ver este lugar desde el aire —le dijo Charles. Utilizó
las palabras de ella, su mirada, para permitirse cambiar el foco de su atención de
Jonesy a Anna, para caer en los ojos de Jonesy. Hermano Lobo no tuvo ninguna
reacción a eso, aparte del alivio. Jonesy, y lo que Jonesy era, sería el problema de
su pa tan pronto como Bran regresara—. La cabaña está bajo el manto del bosque.
Pero, al igual que Hester, a Charles le molestaba que hubieran estado teniendo
un desfile aéreo. Sobre todo, porque si hubiera sido alguien que solamente volaba
al azar sobre el campamento, probablemente habrían pasado sobre Aspen Creek,
también. Y Charles se habría dado cuenta si hubiera habido una cantidad
inusualmente alta de tráfico aéreo sobre la ciudad.
Hubo una cierta cantidad de tráfico de drogas que intentaron llegar a Canadá
a través de los caminos rurales de Montana. A veces eso generó algunos vuelos
inesperados sobre su territorio. Pero Charles mantenía un seguimiento a este tipo
de cosas y no había oído ningún parloteo de sus contactos en la DEA desde que
ellos arruinaron una red de narcotráfico de Spokane hace dos años. Había unos
pocos agricultores de marihuana, pero eso era legal en el estado ahora, y
actualmente nadie los acosaba.
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—Cosas volando —dijo Jonesy, sonando preocupado—. No sé de
“helicóptero” o “avión”.
—Está bien —dijo Anna, y Hermano Lobo quería rodar y disfrutar de la ola de
comodidad y tranquilidad que envió—. Eso está bien.
No creía que ella tuviera la intención de dirigirlo hacia él. Anna todavía estaba
trabajando en el control de ese aspecto de sus poderes omega. Hubo momentos
en que Charles necesitaba que Hermano Lobo estuviera alerta, especialmente
cuando su pareja estaba parada tan cerca de Jonesy.
Cuando ella se preocupaba por alguien, tendía a calmarlos así lo quisiera o no.
Incluso los no cambiantes de lobos sentían los efectos si se acercaban demasiado
a ella.
El rostro de Jonesy perdió las líneas que se habían reunido alrededor de sus
ojos, y el monstruo dentro de él se hizo menos feroz.
Jonesy se puso a cuatro patas, y Charles pensó que quizás su forma fae real era
algo con cuatro pies. En el compañero de Hester, esa postura era una posición de
fuerza.
Anna estaba demasiado acostumbrada a vivir con monstruos para hacer algo
más que estremecerse ante el volumen de Jonesy, e incluso eso había sido muy
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leve. Los espíritus que habían estado reuniéndose lentamente más cerca mientras
Anna y Jonesy hablaban, desaparecieron, asustados por el aspecto primario del
monstruo.
—¿Hester te envió a casa? —dijo Anna en voz baja—. Eso es duro. Tenemos
que ir a ayudarla, ¿verdad? Tienes que contarnos el resto, para que podamos
hacer eso.
Y con la misma rapidez con que había llegado, la bestia abandonó el rostro de
Jonesy.
Él asintió y se puso en pie sin gracia. Cuando habló, fue un medio murmullo.
—Ella dijo, “vete a casa, Jonesy. Vete a casa. Llama a Bran. No, él se ha ido.
Llama a su número y dile a quien conteste que venga aquí. Después espera detrás
de tu glamour a que vengan. Vete, Jonesy”.
Charles era consciente, porque Bran le había dicho, que Hester podía hablar
con su compañero cuando estaba en forma de lobo. Lo que encontró más
interesante fueron sus palabras, no tenía dudas de que él había dicho lo que ella
dijo palabra por palabra, no sonó como un lobo que se volviera salvaje después
de que ella hubiera matado a un montón de intrusos que habían invadido su
territorio.
—¿Por qué no pudo venir ella? —preguntó Anna. Ella todavía estaba enviando
ondas de comodidad, tomaría un tiempo antes de que pudiera ponerlo bajo
control de nuevo.
Charles había aprendido a lidiar con eso. Su poder hacía que Hermano Lobo
descansara, dejando la parte humana de él completamente a cargo. A veces era
maravilloso. A veces, como cuando estaba en medio de una pelea, era muy
incómodo. Pero ya no era suficiente para desconcertarlo. Se preguntó si ella
estaba ayudando al control de Jonesy, se preguntó qué habría ocurrido si Charles
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hubiera llegado aquí sin su compañera.
Jonesy se frotó los brazos como si tuviera frío, y luego dio un paso más cerca
de Anna y se relajó un poco. A Hermano Lobo no le gustó el cambio en la
proximidad. De ningún modo.
—Estaba en una jaula —dijo Jonesy—. Una jaula de hierro y plata. Ella no
podía romper la plata, y yo no podía romper el hierro. Una trampa. Ellos no me
vieron —susurró—: Ella me envió a casa.
Jonesy era fae, y cualquier tipo de fae que fuera, era poderoso. Charles estaba
dispuesto a creer que, si Jonesy no quería que alguien lo viera, no serían capaz
de hacerlo. También creía que él podía haber detenido al grupo de personas que
enjaularon a Hester.
—Ahí. Arriba en la montaña. Poco más de tres kilómetros desde aquí en línea
recta. —Se giró y levantó la mirada hacia el rostro de Charles, su propio
comportamiento una expresión de dolor—. Ella me dijo que esperara aquí porque
bajo ninguna circunstancia podría ser capturado.
—Hicimos un trato, ella y yo. Un trato con tu padre. Una casa aquí a cambio
de no usar mi poder para hacer daño.
Así que Bran sabía lo que era Jonesy. Charles iba a tener una charla con su pa
sobre eso.
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alzó la vista, y el monstruo estaba de vuelta en los ojos—… mataría todo en mi
camino de la venganza. Nadie se salvaría de mí.
—No está muerta ahora —dijo. Era una afirmación, pero su tono lo hizo una
pregunta.
—Está bien, entonces —le dijo ella—. Actuaremos como tus apoderados. Si
está dentro de nuestro poder, la sacaremos a salvo. Si no es así, haremos que se
arrepientan de lo que han intentado aquí.
Charles tuvo que luchar con Hermano Lobo para que respirara de manera
uniforme.
Jonesy asintió.
—Voy a esperar —les dijo. Y Charles oyó la promesa en su voz—. No quiero
decepcionarla —dijo Jonesy con honestidad.
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Al no ser un hombre lobo nacido, Anna cambiaba a la misma velocidad que la
mayoría de los hombres lobo. Teniendo en cuenta que ella podría correr a una
velocidad inhumana, incluso en dos pies, no valdría la pena intentar para ella.
—Vete —le dijo ella—. Te seguiré. Pero tú serás más rápido. Adelántate.
Según sus cálculos en bruto, había pasado al menos una hora y media desde
que Jonesy había llamado. No estaba seguro de que la velocidad que tenía sobre
ella tuviera importancia, pero no estaba seguro de que no lo hiciera tampoco.
Hundió sus garras en el suelo mientras corría hacia el bosque.
Hermano Lobo optó por tomar el rastro que Jonesy había dejado. Charles
sintió que era razonable suponer, ya que la huella viajaba a través de la maleza y
las rocas y otros obstáculos del bosque en una línea recta, y siguió la ruta intacta
que había sido el camino más rápido de Jonesy a casa. Lo que significaba que
sería la forma más rápida desde la casa de Jonesy a donde Hester había sido
llevada.
Hermano Lobo estaba un poco horrorizado de que Charles hubiera tenido que
resolver algo tan intrínsecamente obvio.
La ruta directa lo llevó a través de dos arroyos, o el mismo arroyo dos veces.
El primer cruce fue lo suficientemente estrecho como para saltarlo, pero el otro,
demasiado ancho para salvar de un solo salto, demostró ser profundo también.
Profundo y rápido.
La perrera que la contenía había sido colocada tan lejos del borde del bosque
como fue posible. Estaba construida de placas gruesas de metal con aberturas
pequeñas, gruesos barrotes, presumiblemente para dejar entrar el aire. Si hubiera
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estado haciendo una perrera para contener a un hombre lobo, eso sería
exactamente el tipo de jaula que habría optado por hacer.
Hester en forma de lobo era, como Anna, de tono negro, aunque los ojos de
Anna eran de color azul hielo. En físico, la loba de Anna era delgada y agraciada.
Hester estaba hecha para la guerra, aunque para tanto tenía que confiar en la
memoria. Sólo una parte de su rostro y sus ojos eran claramente visibles, el resto
de ella estaba escondido detrás del abollado metal.
Pero no necesitó nada salvo sus ojos para comunicar su fría desaprobación,
como un bibliotecario atrapando la mirada de un niño haciendo bombas con
goma de mascar. Había pasado un largo tiempo desde que alguien le había dado
una mirada como esa, y se lo merecía por hacer tanto ruido.
Había temido llegar demasiado tarde. Que, con Hester cautiva, los hombres
en los vehículos de cuatro ruedas se hubieran ido ya con ella, a pesar de la
confianza de Jonesy de que ella todavía estaba allí. Este tipo de operación
dependía de la velocidad. Suponiendo que Hester era el objetivo, ya deberían
haber estado en el condado vecino en vez de andar por ahí esperando a que se
presentaran los compañeros de manada de Hester y aceptar esta batalla a un
nivel diferente.
Los vehículos de cuatro ruedas estaban atrapados en los árboles de álamo que
habían crecido de alguna manera a través de ellos mientras habían estado
parados. Uno de los vehículos estaba a metro ochenta o dos metros en el aire.
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No eran sólo los álamos, notó cuando le dio un vistazo más atento. Un abeto
había subido en el acto y había pinchado el depósito de combustible de uno de
los vehículos, dejando el olor agudo de gasolina en el aire.
Ver las acciones antinaturales de los árboles hizo que Charles instintivamente
abriera sus sentidos. La tierra estaba temblando en dichoso entusiasmo, como un
perro cuyo dueño acababa de llegar a casa. El poder erizó el pelaje a lo largo de
su espalda, y Hermano Lobo se olvidó de su humillación y entró en alerta,
aunque ambos sabían que quien había enervado la tierra, quien había causado
que los árboles crecieran cien años en cuestión de minutos, estaba esperando por
ellos en la cabaña de Hester.
Jonesy.
La cantidad de energía que habría requerido para darle forma a los árboles con
ese tipo de velocidad era asombrosa.
Eso significaba que los dos hombres en ropa de cueros, parados tan lejos de la
jaula como podían, eran los únicos entre Hester y la seguridad. Hermano Lobo
se hundió más hacia el suelo y comenzó a moverse con cuidado alrededor del
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claro con la intención de aproximarse y tomarlos por sorpresa. Todavía
estremeciéndose bajo la reprimenda de Hester, Hermano Lobo estuvo en
completo silencio.
—El helicóptero está llegando —respondió el otro hombre con una voz
suave—. Pero este claro no es lo suficientemente grande ahora, y nuestra segunda
zona de aterrizaje elegida está muy lejos para que llevemos al lobo todo el
camino. El equipo de extracción está llegando para ayudar.
—He oído todo eso, también —dijo el hombre grande, sonaba completamente
asustado—. Pero Boss estará enfurecido de que tengamos solamente uno y no a
los dos. Los quiere a los dos. Ésta y su compañero fae. Tal vez Boss simplemente
nos dejará aquí para que el Marrok nos atrape.
—Edison, tómatelo con calma, hombre —dijo el otro hombre, su voz tranquila
y con autoridad—. Conseguimos a la hembra que se quería. No es nuestra culpa
que el macho fuera más poderoso de lo que nos dijeron. La información no era
nuestra tarea. La cabeza de otro es la que rodará.
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Si hubieran sido humanos, los habría manejado de manera diferente. Pero sólo
había una respuesta para los intrusos hombres lobo.
Él y Hermano Lobo fueron hechos para que los lobos sumisos estuvieran
seguros, ese era su propósito en esta vida, y el hombre grande era claramente un
lobo sumiso.
Alguien había entrenado a este soldado para las sorpresas. Charles no había
contado con eso, y eso iba a hacer que lo mataran.
Hermano Lobo trató de saltar a un lado, pero dejó que Charles supiera lo que
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ya sabía, que no había un hombre lobo en el planeta lo suficientemente rápido
para esquivar una bala. Sólo podían esperar que no fuera una bala de plata o algo
lo suficientemente grande como para matarlo de todos modos.
Pero estos hombres habían entrado en esta tierra para cazar hombres lobo,
para caza a Hester. Parecía probable que cualquier cosa que llevaran sería capaz
de hacerse cargo de los hombres lobo.
Hubo un instante de dolor abrasador tan grande que causó un sonido que
vibró en sus huesos, seguido por el silencio.
Capítulo 3
58
Charles despertó con el sonido de la piedra golpeando el metal y el gruñido
humano de su compañera. Asumiendo, por las palabras que estaba usando, ella
no se había unido a él en el Cielo, decidió que no estaba muerto, aunque no podía
entender cómo había sobrevivido.
No podía haber estado fuera mucho tiempo porque podía oír el helicóptero,
mucho más cerca ahora pero aún no sobre ellos, sobre el canto de Anna: “Rompe.
Rompe. Rompe. Maldita sea”. No estaba golpeando en la perrera en sí, sino al
elegante candado de aspecto duro en la puerta.
—Detén esto —dijo Anna, golpeando a Hester en la nariz con fuerza suficiente
para que la vieja loba soltara a Charles y gruñera a su compañera.
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candado y la jaula le habían dejado ampollas en las manos. Golpear a Hester la
había lastimado aún más. Al verlas, el Hermano Lobo gruñó a Hester y la alejó
de su Anna con una estocada a la que el otro lobo reaccionó sin querer.
Hester le gruñó esta vez, entrecerrando los ojos con furia, compuesto por su
reacción involuntaria a su dominio.
Pero ella tenía un punto. Charles había volado suficientes helicópteros para
tener una bonita idea de qué tipo de patos se sentaban allí al aire libre.
Hester miró a Anna. Charles la vio sopesando los beneficios de enseñar a Anna
por abofetearla en la nariz mientras su pareja se distraía viendo el helicóptero.
Charles recuperó su forma humana antes de que Hester pudiera hacer algo
estúpido. Ella gritó y saltó hacia atrás. No sabía si era lo repentino de su cambio
o el hecho de que él estaba completamente vestido lo que la había sobresaltado.
Ninguno de los dos era algo que cualquier otro lobo pudiera hacer porque nadie
más era un hombre lobo nacido en lugar de hecho, y nacido de dos personas que
llevaban magia en sus venas. Anna había señalado una vez que, con su herencia,
tuvo suerte de no haber nacido de color púrpura o con un cuerno de unicornio;
en cambio, él conseguía cambiar en un abrir y cerrar de ojos y emerger vestido
todo el camino hasta su calzado.
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cabeza había disminuido, el cambio aceleró la curación con una minuciosidad
que le dijo que el Hermano Lobo había decidido recurrir a la manada.
—Esto —dijo Anna, sacando el arma con la que le habían disparado entre la
parte baja de su espalda y su cintura. De cerca, parecía un cruce entre una pistola
y una Taser.
Luego se limpió las manos en las perneras de los vaqueros, y notó que había
marcas de sangre en la tela que demostraban que había hecho eso antes.
Ella, tanto mujer como lobo, sabía cómo matar porque él le había enseñado. La
mejor manera que conocía para proteger a su compañera era enseñarle a
protegerse. Charles y el Hermano Lobo entre ellos habían matado cientos si no
más… pero Anna no.
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Con un esfuerzo, dejó que Anna y su lobo vieran dentro de él a través de su enlace
de apareamiento. Se dejó vulnerable a su compañera, por lo que ella podría saber
que él entendía lo que le habían costado sus acciones.
—Te lastimó —dijo, y esta vez sus ojos eran los marrones de Anna y no el azul
del lobo. Ella sonrió, solo un poco sombría, y le dijo—: Estos hombres vinieron a
nuestro territorio y nos atacaron. —Su voz se tensó, y dijo—: Te atacaron. No
tengo remordimientos.
Ella escuchó la mentira en su propia voz y le dio una sonrisa triste. Esa era su
Anna, dura hasta los huesos.
Él pensó que era un arma cuando el hombre la había sacado. Incluso despertar
sin un agujero de bala no era una garantía de que no había pasado. A veces podía
sanar una herida de bala ordinaria bastante rápido.
Pero esto no era un arma que disparaba balas. La tomó de ella y la examinó.
De cerca, el dispositivo se parecía más a un Taser reforzado, pero no había ningún
tipo de cartucho o proyectil.
—¿Verdad? —dijo Anna—. Es raro. Pensé que podría ser un Taser, la forma
en la que te hizo caer. Una especie de súper carga o algo. Porque un Taser normal
no hacía mucho además de enfadar a un hombre lobo. Pero no parece un Taser,
y no había cables ni nada enganchado en ti.
Lo apuntó al suelo y apretó el gatillo, y malditamente cerca dejó caer la cosa
cuando le quitó energía y convirtió una pequeña planta en polvo. Quitó su dedo
del gatillo y echó un vistazo al agujerito dejado donde algo afilado había cortado
para disparar la magia. Lo frotó un par de veces porque había un punto
entumecido justo donde el alfiler había entrado. Se habría preocupado más, pero
el lugar volvía a la normalidad.
—Magia de sangre —le dijo a Anna, y a Hester, quien lo estaba mirando con
ojos cuidadosos—. Brujería de una clase que nunca he visto ni escuchado. ¿Pa no
va a estar muy, muy interesado en esto?
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Metió el arma en la parte baja de su espalda, al igual que Anna. El dolor
persistente que se estremeció a través de sus articulaciones estaba disminuyendo
lo suficiente como para no retrasarlo si tenía que moverse rápido. La planta
muerta le hizo preguntarse por qué estaba vivo y pateando, no es que se estuviera
quejando al respecto. Quizás esto tenía algo que ver con la diferencia de tamaño
entre él y la planta. O tal vez solo la cantidad de poder que pudo extraer de él:
Magia nacida en ambos lados de su herencia parental.
Miró a Hester.
La loba levantó la cabeza y giró hasta que estuvo de vuelta donde comenzó.
Ella sacudió la cabeza.
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Nunca había oído ni siquiera hablar de algo así antes. No se enfrentaba a
enemigos sin más inteligencia sobre sus capacidades.
Hizo una búsqueda superficial en los tres cadáveres y descubrió no más que
el primer cadáver, el que Hester supuestamente había matado, era humano.
Ninguno de ellos llevaba identificación o tenía pistas útiles como insignias o
tatuajes fáciles de descubrir. Su armadura corporal y sus armas (solo había una
pistola de sangre mágica) eran buenas, pero no hechos a medida.
Dos veces desde que él y Anna se habían enredado con el gobierno en Boston,
habían tenido que salir y rescatar a los agentes federales que se quedaron
atrapados en las montañas. El primer par de agentes no había sido culpa suya, él
y Anna los habían encontrado encajados en un afloramiento rocoso en su camino
de regreso de un paseo a caballo. Desde que no había habido nada en esa antigua
carretera maderera, excepto por unos pocos excursionistas y jinetes desde la
década de 1960, pensó que los estaban cazando a él y a Anna. Parecían
adecuadamente avergonzados cuando los sacaron, y nada sorprendidos por su
capacidad para levantar la parte delantera de su camioneta, lo que confirmó sus
sospechas.
Pero después de ellos, había estado prestando atención a su retaguardia. Al
segundo par les permitió descubrir por qué los nativos de Montana no conducían
en prados anchos y planos campos en las altas montañas a menos que hubieran
estado bajo cero durante algunas semanas. Charles consiguió sacar a la gente,
pero se imaginó que la camioneta podría hundirse más en el barro incluso ahora.
Después de eso, sin embargo, Bran había establecido una regla según la cual
cualquier persona que se dirigiera al territorio de la naturaleza salvaje no podría
llevar teléfono móvil. Las personas que perturbaban a los lobos especiales de
Bran tendían a no vivir para lamentar sus errores. Bran prefería no matar agentes
del gobierno involuntariamente.
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cuerpo—. Podemos tomar una decisión sobre si escondernos en la cabaña y pedir
refuerzos o simplemente recogerle y dirigirnos a la casa de papá.
Se deshizo del arma trabajada por brujas, dejándola en el suelo. Luego se puso
de pie y cambió a lobo en el mismo momento. La próxima vez que cambiara, sería
más lento, pero con la adrenalina en su sistema, fue todavía bastante rápido.
La tiradora se había subido a un árbol para obtener la mejor oportunidad. Pero
eso la dejaba atrapada en un árbol con un hombre lobo yendo detrás de ella. No
es que importara. Hasta Charles estaba preocupado, tan pronto como disparó el
primer disparo, ella estaba muerta. El árbol se balanceó bajo su peso mientras
saltaba de una rama a otra. El movimiento impredecible significaba que los dos
disparos que apuntó se perdieron, como él calculó que haría.
Parecía asustada más que aterrada. Probablemente había pensado que los
hombres lobo no podían trepar a los árboles. Los cazadores decían lo mismo
sobre los osos pardos… y en eso estaba equivocado, también. Un oso pardo podía
trepar tan alto como un árbol aguantara su peso. Lo cual era bastante cierto para
los hombres lobo, y el Hermano Lobo podía ser grande, pero era mucho más
pequeño que un oso pardo.
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La tiradora era humana, y murió rápidamente, cayendo del árbol al suelo
como un accidente de sotobosque. Desde el árbol, Charles vio a dos personas
más, presumiblemente más del equipo que los había estado persiguiendo.
Estaban tomando caminos separados hacia el lugar donde la mujer había estado
disparando.
Separados por no más de nueve metros de bosque, pensó. Solo uno de ellos levantó
la vista, pero por su expresión era obvio que no veía a Charles, casi ciento
cuarenta kilos de hombre lobo, en el árbol. Los árboles de hoja perenne eran
buenos rompiendo las formas sólidas. Ambos hombres tenían una mano en la
oreja en una clásica pose de tengo un aparato de comunicación.
El tercero por lo que los sentidos de Charles ahora le decían había sido una de
las tres personas del equipo de ataque (al igual que el grupo inicial estaba
formado por tres personas) había encontrado el cuerpo del francotirador. Había
demasiados árboles, y el sotobosque también era espeso para que Charles lo
viera, pero podía oírlo hablar en su micrófono de comunicación.
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Charles podía oír. El helicóptero todavía estaba en el suelo, pero, por el sonido
del motor, estaba listo para despegar de inmediato.
—Ese es el informe que me dio hace unos minutos —dijo el hombre. Se había
alejado del tirador femenino muerto y estaba corriendo ahora, un camino que
estaba diseñado para llevarlo en línea recta al helicóptero. Charles podría haber
dicho que tendría problemas para atravesar la amplia corriente que corría
rápidamente entre él y su objetivo.
—Dos nuevos jugadores se han unido —dijo el hombre, con aliento incluso, a
pesar de la velocidad con la que corría—. Uno es casi seguro Charles Cornick, a
menos que puedas pensar en algún otro indio que esté en estos bosques. Mi
equipo ha desaparecido. Presumo que el otro equipo perdió. Recógeme. Somos
FUBAR.
Era poco probable que Charles pudiera derribar el helicóptero. Pero el hombre
era presa fácil.
Capturaría a este, pensó Charles. Este era humano, así ningún hombre lobo se
entrometería en su territorio. El Hermano Lobo no insistiría en su muerte. Este
estaría lleno de información interesante. Se deslizó silenciosamente por el
bosque, él y el Hermano Lobo en una cacería.
Charles entendió que algunas de sus elecciones acababan de hacerse por él. El
Hermano Lobo no permitiría que ninguno de los atacantes viviera, ahora. El
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ruido carnoso cuando el Hermano Lobo rompió el último de sus enemigos en el
suelo también debió haberlo hecho a través del dispositivo que el hombre usó
porque el helicóptero abruptamente cambió de dirección, el ruido que generó se
hizo más suave y desapareció al este.
Pero tendría que encontrar esa información en otro lado. Dentro de él, el
Hermano Lobo gruñó, todavía furioso. La tierra se revolvió de nuevo, un
terremoto menor poco después. Charles respiró hondo y comenzó a caminar
hacia atrás.
Anna cayó tan pronto como Charles lo hizo. Se arrastró de vientre hacia donde
había arrojado el arma embrujada y la agarró. Era importante tanto como pista
como el arma que alguien podría usar contra ellos, como lo demostraba no solo
el sentido común, sino porque Charles lo dejó antes de cambiar para que no fuera
a donde iba su ropa cuando cambiaba.
Un rifle sonó dos veces. Estaba bastante segura de que el sonido provenía de
la misma localización que los disparos iniciales. Charles había encontrado a su
tirador. Un momento después, escuchó un ruido sordo cuando algo pesado
golpeó el suelo con fuerza significativa. Esperaba que no fuera Charles.
Pero preocupada o no, siguió moviéndose. Una vez que el arma estuvo bien
sujeta de vuelta en la cintura de sus vaqueros, se arrastró hasta donde Hester
había caído al refugio de la maleza, donde su abrigo negro la hacía virtualmente
invisible.
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en el bosque a su alrededor. Podía escuchar los suaves sonidos del movimiento
aproximándose a su posición. Todavía no era tan buena como algunos de los
lobos viejos, pero podía decir la distancia y la dirección bastante bien.
El olor también debería ser útil, y respiró profundamente el aire con aroma a
sangre. En ese momento, Anna notó que Hester no solo estaba quieta, sino que
estaba inmóvil.
Agarró al lobo por cualquier sujeción que pudo encontrar y la arrastró más
hacia los arbustos, donde las hojas les darían cobertura contra cualquier fuego de
francotirador. Anna arrastró a Hester a un lecho de hojas viejas que olía a coyote
y mantillo escondido al sotavento de una roca del tamaño de una casa pequeña.
Las costillas del lobo se movieron, el aire siseó, luego Hester… el cadáver de
Hester, se quedó inmóvil. Un momento después la tierra rodó, la tierra se deslizó
desde la roca desde arriba. Anna miró preocupada a la roca, pero, como un
iceberg, estaba bastante segura de que la mayor parte estaba enterrada bajo tierra.
Si esa roca se volcaba, sería una firma de que el final estaba cerca y que en
ninguna parte estaba a salvo.
Anna se agachó debajo de la roca, golpeada por la tierra y por la muerte del
lobo que acababa de conocer, una muerte que podía sentir deslizándose a través
de Bran y hacia los lazos de la manada como la quemadura helada de una sonda
dental que dejaba el entumecimiento detrás. No tan malo como cuando uno de
los miembros de la manada del Marrok moría, pero fue bastante malo.
Después de un segundo sin aliento, la tierra rodó por segunda vez, luego se
detuvo. Era una esperada tranquilidad. Casi, Anna pensó que podía ver la
madera como hacía algunas veces su compañero, viva con espíritus, todos
mirando… algo. Esperando.
Ella esperó, también. Pero cuando no pasó nada más, Anna volvió su atención
de vuelta a Hester. Anna encontró la bala atrapada en una masa de sangre y piel
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detrás del cuello de Hester. Lo desenredó, algo pequeño y destrozado. Le quemó
las manos.
Anna cerró sus dedos alrededor de la bala. Una cosa tan pequeña para
terminar con la vida de una criatura que había estado viva cuando el Mayflower
zarpó. Poderosa… fea… y triste.
Los dedos de su otra mano fueron hacia la piel negra, acariciando al lobo a
quien no le importaría. Anna podía escuchar los sonidos tenues como los
enemigos alrededor de su muerte, y no podía sentir pena por ellos. Ellos fueron
quienes habían traído la muerte aquí.
Solo pasaron cinco o seis minutos desde el último temblor antes de que las
hojas crujieran y Charles, en forma humana, se arrastrara a su refugio. La luz
goteaba tímidamente a través del dosel de follaje sobre sus cabezas y tocó su
trenza y el borde de su pómulo.
Esta vez su camiseta era negra. Por lo general, las camisetas que llevaba
cuando su magia lo vestía eran rojas. El negro significaba que sabía lo de Hester,
pensó Anna, ya fuera por el extraño conocimiento de su muerte a través de los
vínculos de Bran con la manada o de la extraña sensación de quietud que había
seguido al último terremoto.
Los terremotos no eran tan comunes aquí como en California, pero el corazón
de las Montañas Rocosas era algo viviente, y algunas veces se movía. Pero el
ruido del suelo debajo de ella se había sentido más personal que eso.
—El primer disparo le dio en la cabeza —le dijo Anna, su voz sonaba
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anormalmente tranquila para sus propios oídos—. Cayó antes del segundo golpe.
—Esto es lo que la mató: Se ve raro para mí. No como las balas que disparamos.
Olvidó advertirle que era plata. Siseó y dejó caer la bala, luego él quitó su
enfoque de su rostro y lo dejó caer en su mano.
Su piel estaba ampollada, notó, siguiendo su mirada, pero eso había sucedido
cuando abrió la puerta de la jaula para Hester. Ahora, sin embargo, la palma de
su mano estaba ennegrecida y costrosa, rezumando un fluido claro. No había
notado el dolor hasta que vio las quemaduras.
Murmuró algo en galés, la lengua nativa de su padre, luego tradujo para ella.
—El cielo nos impide el destino que merecemos. —Cuando abrió los ojos,
estaban secos.
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—¿Estás lastimada?
Sí. Herida por pensar que estaba muerto, aunque fuera por un momento,
cuando un arma mágica lo derribó. Herida por matar a un extraño. Lastimada
por la muerte de Hester sin oportunidad de defenderse.
Pero eso no era lo que estaba preguntando. Ella no pensó que eso fuera lo que
estaba preguntando.
—Nadie me disparó —le dijo porque esa era la verdad—. Solo a Hester. ¿Y tú?
Sacudió la cabeza.
—Ni un nuevo rasguño. —Él le dio una mirada de búsqueda, luego arrancó la
parte inferior de su camiseta y la envolvió alrededor de su mano. Protegida la
piel recogió la bala malformada que había caído en el mantillo de hojarasca que
cubría el suelo.
La plata no se movía como el plomo, era demasiado dura. Las balas de plata,
entonces, no eran tan letales para los hombres lobo como la leyenda. Las heridas
que hacían eran más como las heridas de las flechas que de las balas de plomo:
Un limpio y pulcro agujero. Los hombres lobo curaban a los humanos lentamente
de semejantes heridas, pero tanto como el agujero no estuviera en el lugar
equivocado, sobrevivían.
Justo entre los ojos era el lugar equivocado. Especialmente cuando la bala
inexplicablemente se comportaba más como una bala de plomo que una de plata.
Él frunció el ceño.
—Winchester tenía una bala que llamaban garra negra que se deformaba así.
—La miró—. Casi en el momento en que naciste. Parecía aterrador, pero no era
más letal que una ronda estándar de punta hueca. Menos letal actualmente. Pero
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las de aspecto aterrador se vendían en cierto segmento del mercado de armas. —
Le dio una mirada triste—. Cuando la bala fue utilizada por un famoso asesino
en serie en Florida, Winchester decidió que no necesitaban ese tipo de notoriedad
y la sacó del mercado.
—Alguien averiguó cómo usar ese diseño para hacer una bala de plata que se
expande. Recuerdo algo sobre…
Uno de los problemas que tenían las personas cuya edad estaba en los tres
dígitos era que tenían muchos recuerdos para ordenar. Ella había notado que a
veces las notas no se sacudían hasta más tarde.
—A tu espalda —le dijo—. Y había alguna conexión entre ese vampiro y Gerry
Wallace, el que pagó a Leo para hacer hombres lobo. —Ella pensó que había
dicho el nombre de su primer alfa con una voz firme, pero cada músculo en el
cuerpo de Charles se puso rígido, y gruñó.
—Leo está muerto —le dijo con firmeza—. Pero el dinero, el hombre con el
dinero y algún tipo de influencia política que parece estar al acecho en el fondo…
Charles asintió.
—Porque Gerry no tenía ese tipo de dinero, o esos tipos de conexiones. Gerry
usó a esos pobres lobos que Leo hizo para tratar de encontrar drogas que
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funcionaran con nosotros. Esa parte fue todo Gerry. Pero la persona quien
conocía a Leo había estado intentando mantener viva a su compañera cambiando
hombres hermosos, y a ti, y matando a los miembros de la manada que se
oponían, la persona que conocía a Leo estaba dispuesta a suplir a los lobos con
un poco de chantaje y dinero, a esa persona no la encontramos. Es un fantasma,
suponiendo que sea la misma persona. Conseguí su olor de vez en cuando.
Estuvo involucrado en ese grupo de personas ex CANTRIP que atacó a la manada
de la base del Columbia. Pudo haber sido parte de los negocios de Boston con los
que nos encontramos el otoño pasado.
—¿Por qué estamos tomando tiempo ahora? —preguntó ella—. Quiero decir,
generalmente no hablas mientras hay cosas que hacer.
—Los terremotos. Esos eran él, creo. Deberíamos esperar aquí un poco más.
Las viejas criaturas son peligrosas cuando están afligidas.
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la muerte ahora? Era un hombre lobo, ¿verdad? No podía ser sacudida por la
muerte de personas cercanas.
—Intentaron con mucho esfuerzo llevársela con ellos. ¿Por qué no esperar a
ver si podían capturarla más tarde?
—No la conocía —dijo Anna—. ¿Cómo puedo estar tan triste cuando no la
conozco? Quiero decir, ¿por qué llorarla a ella y no a ese hombre que maté? No
la conocía mejor que a él.
—No sé por qué la mataron. No sé por qué vinieron aquí o lo que querían.
Pero la estaban buscando, a una mujer lobo. Tal vez porque era mujer, tal vez
porque era Hester, y tal vez porque ella y Jonesy estaban allí aislados. Ellos sabían
demasiado, nuestro enemigo. Sabían que Jonesy es fae, aunque no tenían
ninguna idea de lo poderoso que es. Mi padre ha estado preocupado por la
amenaza que Hester y Jonesy representaban, tal vez debería haber estado un
poco preocupado por cuán vulnerables eran. Si Jonesy no nos hubiera llamado,
habrían pasado meses antes de que alguien subiera a ver cómo estaban.
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—Sí —le dijo Charles con gravedad—. Todo eso. —Frunció el ceño—. Podría
haber capturado al último. Era humano. Pero el Hermano Lobo… —Miró al
cuerpo de Hester y negó—. El Hermano Lobo pensó que era mejor asegurarse de
que todos estaban muertos.
Anna había sido criada en los suburbios de Chicago. Lo más cerca que había
llegado a las montañas eran las colinas de Wisconsin, donde había ido unos pocos
veranos a unos campamentos en la escuela media. En forma de lobo, ella era casi
competente. Pero a sus pies humanos les gustaba meterse debajo de las raíces de
los árboles y clavarse en las rocas, especialmente cuando no podía ver porque las
estúpidas lágrimas seguían brotando cada vez que dejaba que sus ojos se
detuvieran en el hombre lobo muerto.
—¿Deberíamos estar preocupados por Jonesy? —preguntó Anna—. ¿A
medida que nos acercamos a la cabaña, quiero decir?
Cualquier otro día, Anna habría perseguido esa no respuesta. Pero se estaba
sintiendo como si hubiera sido derribada y no pudiera encontrar el equilibrio, así
que lo dejó pasar
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—Probablemente deberías mantenerte cerca. Tanto por mí como para ti. Leah
tenía razón, traerte era una buena idea. Pareció ayudar a Jonesy.
—No —dijo Charles—. Hubiera dicho que afectas a los hombres lobo
fuertemente. Pero al ver a Jonesy contigo, le afectaste tanto como afectas a
cualquier hombre lobo. Puede ser porque él es el compañero de un lobo. O
algunas de las hadas son cambiadores de forma…
Anna miró hacia adelante para ver qué lo había distraído. Acababan de
superar una elevación, y los árboles se habían reducido, así que ella podía ver el
valle con Hester y la cabaña de Jonesy.
Las felices flores girasol que solo habían estado en las cajas de flores habían
aparecido en todo el valle, no densamente, como las amapolas en el Mago de Oz,
sino en pequeños parches aquí y allá. Tal vez simplemente no se había dado
cuenta antes.
—Sí.
Ella dejó caer el portón trasero, esperando que dejara el cuerpo de Hester,
luego lo empujaría el resto del camino. En vez de eso, él saltó a la cama, luego
puso el cuerpo del lobo caído como si aún pudiera lastimarse si no se cuidaba.
—Él está muerto, también —dijo Anna en voz baja. Es por eso que habían
esperado. Es por eso que realmente no estaba preocupado por Jonesy cuando le
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estaban devolviendo a su compañera muerta.
—Probablemente.
Los acompañó sin prisas a la cabaña. Notó que él no pisaba ninguna de las
flores, por lo que se cuidó de no hacerlo también.
Podía olerlos aquí, a Hester y a Jonesy, pero los únicos sonidos eran los que
ella y Charles hacían. La casa se sentía vacía, como si nadie hubiera vivido aquí
en un muy, muy largo tiempo. Sin respiración, sin latido del corazón, ninguno
de los pequeños y arrastrados ruidos que llegaban con el movimiento y la vida.
Esa falta no evitó que se sintiera como si estuviera violando el espacio privado
de alguien que no conocía.
La planta principal era una sola habitación, pero había un desván a la mitad.
Charles subió los peldaños en la pared que daba acceso al desván, pero cuando
su cabeza destapó la repisa y pudo mirar, simplemente sacudió la cabeza y se
dejó caer al suelo sin molestarse en usar los peldaños en el camino abajo.
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junto a la puerta del baño. Estaba cerrada, pero no en un intento de ocultarlo.
Charles pasó una mano lentamente sobre ella, cerca, pero sin tocarla. Buscando,
pensó Anna, una trampa, mágica o de otra manera. Una vez que terminó, abrió
la puerta y usó un gancho en la pared para mantenerla abierta.
No estaba tan oscuro que el lobo de Anna no podía ver mientras seguía a
Charles al sótano. Al igual que con el piso principal, solo había una habitación
individual en el sótano, dominado por una cama grande en la esquina. Escuchó
el sonido de una cerilla siendo golpeada.
La cama no tenía cabecera ni pie de cama. La colcha era una colcha hecha a
mano, una colcha local al estilo antiguo, de la clase que los pioneros solían hacer
cuando cada pedazo de tela había sido precioso, así que todo había sido puesto
en uso.
En un lado de la cama había una franja de suelo negro profundo del tipo que
haría que Asil, el jardinero obsesionado con las rosas de la manada, tararease de
placer. Ella pudo oler tanto como ver que mezclado en el suelo había algunas
hojas aún verdes y restos de flores.
La espada no era una bonita prenda de película. Estaba hecho para matar cosas
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en vez de impresionar a una audiencia. La hoja, corta, ancha y con forma de hoja,
era casi negra, y también lo era la guardia cruzada, tal vez por la edad, pero
parecía que podía haber sido carbonizada en un fuego muy caliente.
Charles asintió.
—¿Sabías que haría esto? —preguntó—. ¿Le diste tiempo? —Ella no le hizo
saber cómo se sentía sobre eso.
Charles encontró su mirada.
—No. Sí. Tal vez. Creo que esperaba que lo destruyera esta montaña y
posiblemente mucho más que eso, especialmente si tenía una audiencia. Quería
darle tiempo para tomar una decisión diferente, para mantener su palabra a
Hester, que no dañaría a nadie.
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era todo negocio; no había ninguna de las maniobras políticas a las que Leah era
propensa.
Como estaba hablando con Sage, podía ver a su compañera a través de las
grandes ventanas en la sala principal de la cabaña. Anna estaba apoyada contra
la camioneta mirando el regalo de despedida de flores de Jonesy, o las flores que
la tierra había dado a Jonesy como regalo de despedida.
Ella había sido herida, y él no estaba hablando de las heridas que se había
hecho con la plata o las que se había hecho con las balas voladoras. Su compañera
había sido herida, y, a pesar de todos sus mejores esfuerzos, no había sido capaz
de detenerlo.
¿Habría encontrado a alguien más? ¿Un chico de su edad? Dulce y fuerte, lleno
de esperanza ¿no un mal humorado por siglos de matar? ¿Podría haber hecho un
hogar con algún otro hombre? ¿Tendría un perro, un par de gatos y dos o tres
niños?
Lo único que sabía con certeza era que Anna no habría estado llorando por un
par de hombres lobo muertos, uno a quien ella había tratado de salvar y el otro a
quien ella había matado.
El Hermano Lobo resopló ante la autocomplacencia de Charles. Y tal vez ella
habría estado llorando por la muerte de otra persona que no pudo salvar. El dolor no es el
único ámbito de los hombres lobo.
Aún más indignado, continuó el Hermano Lobo: Tal vez ella habría encontrado a
un asesino en serie con quien casarse, tal vez se habría casado con un alma gentil como
ella y siempre se preguntaría por qué estaba tan aburrida. Pero no lo hizo. Ella nos
encontró. Ella no necesitaba encontrar a alguien más.
Charles sintió que el Hermano Lobo se movía inquieto dentro de él hasta que
encontró algo de seguridad en medio de la culpabilidad de Charles.
Nos habría encontrado incluso si nunca hubiera conocido a Leo o a Justin. No había
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duda en el Hermano Lobo. Ella siempre ha sido nuestra. Ella siempre será nuestra.
—¿Charlie?
La voz de Sage era una pregunta tentativa a los asuntos que habían estado
antes. El cambio devolvió su atención a su conversación.
—¿Sí?
—¿Has tenido noticias de Bran? Quiero decir, todos sentimos que ella murió a
través de él. Leah pensó que llamaría a la casa para ver qué sucedía, pero no lo
hizo. Probó con su móvil, pero fue directamente al correo de voz. Sé que se
supone que debe estar fuera del país, pero su teléfono es un teléfono satelital.
Debería funcionar donde sea que esté.
—No. —¿Y no era muy extraño? Y muy diferente de Bran. Casi tan diferente
de Bran como tomar unas vacaciones en África.
—¿Qué harás con los restos del cuerpo de Hester y Jonesy? Él era del tipo que
no dejaba un cuerpo.
Charles hizo una pausa. Iba a llevar a Hester para la cremación y entierro, el
mismo que para cualquier miembro de la manada que no tenía otra familia para
tomar decisiones por ella. Tag sonaba como si supiera que Hester y Jonesy eran
mucho mejores de lo que Charles hiciera, lo suficiente como para saber qué
pasaría con el cuerpo de Jonesy.
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expresado la pregunta sin tener una opinión.
—La gente de Hester quemaba a sus muertos con sus casas y posesiones,
liberando a sus espíritus del mundo mortal. —Tag era lo suficientemente celta
para hacer que eso sonara poético y lo suficientemente terco como para insistir
en ello ahora que Charles le había preguntado su opinión.
—Es verano —le dijo a Tag—. La cabaña está en medio del bosque. Si
comenzamos un incendio aquí, tendremos todo el bosque en llamas.
Tag había sido el contacto de Bran con Hester y Jonesy, pensó Charles. A Bran le
gustaba hacer eso. Darle a los salvajes algún contacto con la manada que no fuera
él mismo con la esperanza de ayudar al salvaje a mantenerse estable. Por lo
general, esa otra persona era Charles, Leah o Asil. Si no era uno de ellos, debería
haber elegido al menos a un lobo más estable que Tag, que estuviera a punto de
convertirse en un salvaje… pero si los dos lobos se conocían desde un tiempo
anterior, tendría algún sentido.
—Ella era vieja —decía Tag—. Y dura. Sobrevivió a cosas que hacen que tu
cabello rojo se vuelva gris, y lo hizo con estilo. En sus propios términos. Merece
lo que podamos hacer por ella.
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casa hasta las cenizas.
—¿Asil? —dijo Tag dudosamente—. Él es viejo. Más viejo que yo. ¿Qué sabe
él de incendiar una casa?
—Oh, está bien —dijo Tag—. Está bien entonces. Me aseguraré de que Asil
sepa que está a cargo del fuego. Sin preocupaciones. Organizaremos este final.
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La manada llegó de dos en dos y de tres, en cuatro ruedas, en motos, o
conduciendo varias cuatrimotos. Tag vino en su retroexcavadora.
Charles no sabía exactamente lo que iba a hacer con ellos. Lo que no iba a hacer
era ponerlos en el patio trasero de su padre como piezas de arte, como había
aconsejado Sage.
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Y violenta.
Por eso se sorprendió cuando Asil regresó casi de inmediato para informar
que había encontrado dispositivos electrónicos de vigilancia en los árboles.
Charles le pidió a Asil que dejara a los otros lobos la evidencia de caza para
buscar más equipos electrónicos. Una vez hecho esto, Charles sacó a Tag de su
retroexcavadora y reclutó a Anna para que los ayudara.
Los acontecimientos del día, el hecho de que Hester y Jonesy habían muerto
mientras estaban bajo su protección habían dejado a Hermano Lobo fuera de sí.
La mayor parte de la manada le temían, por una razón u otra. Normalmente, no
habría sido un problema, pero ahora los demás podían sentir la ira de Hermano
Lobo. Su temor creciente enfureció más a Hermano Lobo, creando un efecto de
bola de nieve desagradable.
Anna suavizó las emociones de todos, por lo que no terminó matando a algún
idiota por el delito de dar un paso delante de Hermano Lobo en el momento
equivocado. Algún idiota que se suponía que debía estar cuidando por su pa,
quien no había contactado con nadie por la muerte de Hester.
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—Probablemente Jonesy los aniquiló —dijo Tag desde seis metros de altura en
un pino contorto, donde él estaba usando un taladro a batería para extraer una
cámara desde su posición en el árbol—. Tendría que haberle dicho a Hester, pero
no siempre le contaba todo. No le gustaba preocuparla. Tener increíble poder
divino significaba que nada le preocupaba mucho, incluso si debería haberlo
hecho.
—Aniquilar. Es por eso que las tripas están todas como fundidas y la estación
de visualización remota avanzada de fuera está intacta. La única manera que
puedo pensar que haga eso es la mágica aniquiladora.
Había conseguido sacar la cámara del árbol en ese momento y abrió la caja.
Ninguno de los componentes electrónicos fue comprado en la tienda. Este fue
construido a partir de componentes de equipos por alguien que sabía lo que
estaban haciendo. Eso significaba que alguien, en alguna persona, había tocado
el interior con sus manos.
Tag trajo la cámara abierta a su nariz para oler bien, volvió a cerrar el cajetín
para conservar el aroma, y luego la tiró hacia abajo.
Charles la atrapó, luego se tomó un momento para volver a abrir la caja y
obtener un buen olor de la cámara en ruinas él mismo. En el exterior, sólo olía a
bosque, pero por dentro… la tenue capa de ozono de la electrónica chamuscada
y el olor picante del hombre que había armado ésta.
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de las tres personas de los otros equipos que habían encontrado. Si él podía
contar con Tag de hacerle saber si encontraba a alguien diferente, Charles no
tendría que tener a Hermano Lobo comprobando cada una. Pero Tag era Tag.
Tag se enorgullecía de dejarte caer si te apoyabas en él demasiado.
—Tú los conocías bastante bien —observó Anna sobre Tag con una voz
suave—. A Hester y Jonesy.
Tag había estado a punto de caer al suelo, pero ante la táctica de Anna, hizo
una pausa, colgando de una rama, como un mono de melena naranja de más de
dos metros de alto, balanceándose suavemente. Asintió ante el comentario de
Anna sin mirarla.
—Podrías decir que los conocía —dijo, dejando caer una mano a la altura de
su cabeza, su cuerpo tan relajado como si estuviera parado en la sala de estar, o,
pensó Charles, colgando a trescientos metros sobre un abismo. No conseguías un
lugar permanente en la manada del Marrok si podías funcionar adecuadamente
por tu cuenta—. A Hester mejor que a Jonesy —le dijo Tag a Anna—. Hester y yo
fuimos amantes hace pocos siglos. —Hizo una pausa para considerar eso, su
cuerpo se calmó, así que el balanceo había sido a propósito. Con el tiempo,
agregó—: Más o menos unos pocos siglos, supongo. Ella me arrojó de vuelta al
mar, hablando en sentido figurado y literalmente como es el caso, pero quedamos
como amigos de todos modos, sobre todo porque ella me sacó de manera que no
me ahogué. Luego encontró a Jonesy.
Él soltó su agarre con aparente descuido que sin embargo le dio un claro
descenso a pesar de los peligros de la proliferación de las ramas de los árboles y
pequeños árboles entre él y el suelo. Aterrizó suavemente sobre sus pies para un
hombre tan grande saltando de nueve metros de altura, aunque tomó un
pequeño salto como un gimnasta que no fijó completamente el aterrizaje.
Un accidente de posición que dejó a Tag a la atura de los ojos de Charles justo
cuando aterrizó.
Hermano Lobo pensó que sería interesante enfrentarse contra Tag. En los ojos
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repentinamente dorados de Tag, Charles vio el mismo deseo. Tag tenía un poco
de miedo de él, Charles lo sabía. Otros lobos podrían haber dejado a ese miedo
intimidarles, pero no Tag. La feroz alegría y el amor a la batalla brillaron a través
del vínculo de manada que compartían. ¿No sería divertido?, preguntó el lobo de
Tag, y Hermano Lobo aceptó de buena gana.
A veces Hermano Lobo estaba tan loco como todo el resto de los lobos en la
manada de su pa.
—En otro momento —les dijo Charles a Tag y a Hermano Lobo—. Algún día,
cuando no hay un trabajo que hacer.
Anna miró de un lado al otro entre ellos y puso los ojos en blanco.
—Supongo que, dado que Hester se enamoró de ambos, Jonesy y yo, ella tenía
una atracción por los hombres peligrosos —le dijo Tag a Anna. Él sonrió, pero
había un borde en ella que podría haber tenido algo que ver con el intercambio
con Charles, o podría haber sido dolor. O ambos—. Jonesy estaba bien en ese
entonces —dijo—. Principalmente. Casi bien. Pero hubo una disputa con algunos
de su gente, algunos de los cuales murieron, y no deberían haberlo hecho. Pasó
de ser inestable a veces a completamente inestable. Hester se hizo cargo de él.
—Creo que se suponía que Hester también era inestable —dijo Anna—. A
pesar de que pareció bastante aguda hoy.
—Hester es… era tan estable como yo —le dijo Tag—. Bueno, no. Más que yo.
—Miró a Charles por un momento, luego negó. Inclinó la barbilla hacia Anna—.
Tan cuerda como tú.
—Ella trató de cazar a mi pa la última vez que estuvo aquí —dijo Charles
secamente—. La gente sana por lo general no intenta eso.
—Hester y Bran, ellos hicieron todo lo posible para hacer sonar a Hester más
loca de lo que estaba. Especialmente si Jonesy estaba teniendo problemas, más de
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lo habitual. Asegurándose de que nadie más que él o yo subiera aquí.
Manteniendo a todos cautelosos de Hester. Al igual que todos los salvajes,
estaban aquí por tolerancia, y el poder del Marrok mantenía a otros Señores
Grises de no molestar a Jonesy. Si Bran los hacía irse, habrían estado por su propia
cuenta, y eso habría sido desastroso. Para todo el mundo.
—¿Lo habrían hecho? —preguntó Anna—. ¿Lo hicieron? ¿Crees que esto fue
algo dirigido a Jonesy, porque uno de los fae descubrió que estaba aquí?
Tag frunció los labios, pero antes de que él o Charles pudiera decir alguna
cosa, Anna ya estaba sacudiendo la cabeza.
—No. Lo siento. Esto era una cosa de hombre lobo, hombres lobo trabajando
con humanos y tecnología. —Ella señaló el bolso de Charles prácticamente casi
lleno—. Un Señor Gris no necesitaría la tecnología para espiar a alguien.
—Tal vez, tal vez no —dijo Charles—. Es demasiado pronto para descartar
nada. No tiene pinta de eso desde donde estamos parados, pero eso podría
cambiar.
—Un Señor Gris podría poner todas las cámaras en su lugar y aniquilarlas él
mismo, sólo para vernos correr por ahí como imbéciles —murmuró Tag—.
Algunos de esos tipos realmente están desequilibrados.
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—Tengo más aquí para tus técnicos. Está roto. ¿Qué es lo que dijiste sobre el
último, Tag? Bastante mal configurado. Este está muy mal configurado, también.
—No estoy seguro que no habría sido más inteligente haber sometido a Jonesy
cuando él se ponía raro —dijo Tag cuidadosamente, mirando los daños—. Los
hijos de Lugh son malditamente demasiado poderosos para dejarlos correr por
ahí sin el sentido que Dios le dio a un ganso. Pero él era el compañero de Hester,
y ella no habría sobrevivido a su muerte más de lo que sobrevivió él a la de ella.
—En la última palabra, saltó por la grieta.
Charles esperó por Anna para dar el salto. Ella no tuvo ningún problema con
eso, y él no esperó que lo tuviera, pero algunas cosas eran arraigadas. Y le gustaba
verla moverse. Ella era moderada, tanto es así que era fácil subestimar lo fuerte
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que era. A él le gustaba eso de ella, la forma en que podría pasar por humana. La
hacía más segura.
Mientras saltaba, parte de él estaba bloqueado por lo bien que los vaqueros de
Anna mostraron sus curvas musculosas, parte de él notó que ella todavía tenía
esa pistola de artesanía de bruja escondida en la cintura de sus vaqueros, pero la
mayor parte de su atención todavía estaba atrapada en el diálogo laberíntico de
Tag. “Los hijos de Lugh”, había dicho él.
Sólo había un Lugh del que Tag podría haber estado hablando cuando te
refieres a un fae. Charles había conocido a un hijo de Lugh una vez. En Boston.
Él preferiría que nadie de la progenie del antiguo Dios fae hubiera sido localizado
alguna vez a más de mil quinientos kilómetros de su casa.
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—Pareces estar muy preocupado por las autoridades humanas —comentó
Asil, sacudiendo el polvo de la suciedad y los residuos que una tarde de trepar a
los árboles había dejado en él—. ¿Crees que esto podría ser el gobierno de los
Estados Unidos que cayó de visita?
Sage, quien rara vez estaba demasiado lejos de Asil si estaba presente, miró a
Charles, haciéndose eco de la pregunta de Asil sin decir una palabra.
—No puedes culparlos —dijo Sage suavemente—. Nos llaman monstruos por
una razón, y los hombres lobo son sólo la punta del iceberg. Podría contarte
algunas historias…
Sage tenía sus propias pesadillas sufridas a manos de hombres lobo. Que su
pa hubiera averiguado sobre ella y rescatado tan pronto como se enteró no
significaba que ella adorara ser un cambiaformas lobo más de lo que la mayoría
de aquellos que habían sido cambiados contra sus deseos.
Anna, quien, por lo que Charles podía ver, parecía haber aceptado su lobo sin
amargura, le dio a Sage una mirada penetrante.
—Odiar a todos los hombres lobo o fae tiene tanto sentido como odiar a todos
los humanos —dijo suavemente.
—Ah —le dijo—. Pero tú eres una hija de tu generación. Criada por gente que
creció en los años sesenta y educada en que la gente no debe “ser juzgada por el
color de su piel, sino por el contenido de su carácter”. Que el perfil por la raza, la
religión, o las especies, es anatema, no importa lo útil.
Si Asil se había dado cuenta de que su expresión también era melancólica, sin
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duda, el viejo moro habría encontrado una sonrisa diferente para Anna.
—Los hombres lobo son un poco más aterradores que un hombre negro en un
restaurante totalmente lleno de blancos —dijo Sage.
Anna frunció el labio. Su padre era un abogado liberal de alto perfil que había
iniciado su práctica en la defensa de los manifestantes, lo que le daba una cierta
perspectiva sobre el tema.
—No es el ignorante —dijo en voz baja Asil—, que teme a nuestra especie. Y
su temor no es infundado. ¿Qué crees que pasaría si Bran optara por tomar el
gobierno?
—Sí, lo ves, ¿verdad? Escuchamos todo el tiempo que los fae no podrían
hacerlo, son demasiado pocos para todo su poder. Las armas humanas han
avanzado inimaginablemente desde mi nacimiento. Con el tiempo, en cualquier
enfrentamiento de fortaleza a fortaleza, ganarían una batalla directa con ninguno
de nosotros en el espectro sobrenaturalmente dotado. Los vampiros… creo que
los vampiros creen que están en control. Esa araña en Europa ya no pudo
resistirse a permitir que el gobierno funcionara sin esclavos involuntarios en
posiciones claves de lo que pudo resistirse… metiendo sus dedos en el pastel nazi
en la mitad del siglo pasado. ¿Pero si Bran lo quisiera?
—Bran es más sutil que los vampiros. Incluso Bonarata. Bran es… como el
hermano mayor favorito de todos. Es encantador. Se ve tan inofensivo hasta que
no lo es. Y tú sabes que a él realmente le importa.
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—Mi pa —dijo Charles secamente—, dictador suelto.
—No —dijo Charles firmemente—. No sería tan fácil como Asil lo hace sonar.
Pero la gravedad había perdido el vigor del momento. Anna hizo un sonido
breve.
—Seducir a las mujeres —dijo, su acento una copia perfecta de Asil—. Son las
mujeres que dirigen todo, de todos modos. Si la esposa de un hombre dice: “Haz
esto” él lo hace. Simple. Si quieres que un gobierno haga así y asado, consigue
que sus esposas y amantes suban a bordo.
Sonaba como una cita. Charles le dio a Asil una mirada interesada.
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—¿Quieres ver?
Anna clasificó la tecnología por el olfato hasta que tuvo tres pilas.
—El primer técnico —dijo, señalando a una pila—. La chica técnica. —Estaba
en la segunda pila—. El segundo técnico. —Estaba en la tercera pila—. Sólo
suponiendo, pero dado el desgaste y el aroma de los gurús técnicos, esto fue
establecido en tres olas.
Tag asintió.
—Ese primer grupo estuvo aquí el pasado otoño, puedes ver los efectos del
invierno, tal vez hace ocho meses. El segundo fue puesto esta primavera. El tercer
lote se ve nuevo. Dos semanas, tal vez un mes. Cada conjunto de equipos es de
alto nivel, cosas con efectos de iluminación. Yo estaba errado por tal vez diez mil
en el costo. —Dio un golpecito con el dedo en el primer grupo—. Los precios en
este han bajado desde el invierno pasado. Alguien gastó treinta mil dólares en
tecnología para vigilar a Hester y a Jonesy, que en su mayoría no hicieron nada
interesante.
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—Apuesto a que querían saber con lo que iban a estar tratando —dijo Sage,
pensativa—. Es decir, ellos vinieron aquí específicamente por Hester, esa maldita
jaula estaba destinada a contener a un hombre lobo. Tal vez estaban siendo
cuidadosos, tratando de asegurarse de que sabían en lo que estaban metiéndose.
Él lo hacía.
—El segundo grupo fue severamente un poco más dañado —dijo Charles.
—Para la tercera oleada —dijo Tag—. Jonesy fue insultado. Él era un jugador
de ajedrez, y estos idiotas habían utilizado la misma táctica tres veces en fila y
esperaron resultados diferentes. Por consiguiente, esta tercera ola de tecnología
no solamente es aniquilada o doble-aniquilada, sino realmente frita.
—¿Por qué no le dijo a Hester sobre ellos? —preguntó Anna—. O ¿lo hizo?
¿Ella sabía que estaban siendo observados? ¿Por qué no le contó a Bran?
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Sage dijo sombríamente:
Charles se encontró considerando esa última pregunta. Tag dijo que Hester
estaba fingiendo sus problemas para poder proteger a Jonesy. Dijo, y Charles
concordaba con él, que probablemente Bran lo había sabido.
Así que, ¿por qué ella no había llamado a su padre por los aviones que habían
estado volando sobre ellos? ¿Había sabido que tenían personas tratando de
espiarlos?
Pero, como dijo Sage, las únicas personas que sabían eso estaban muertas. A
menos, pensó, que Hester hubiera llamado a su pa. Consideró eso por un momento,
y decidió que, aunque ciertamente posible, la idea de que su pa hubiera sabido
de alguien volando sobre la cabaña de Hester y no alertado a la manada acarreaba
algunas posibilidades incómodas con ella.
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—El fuego —dijo Charles—, puede ser una fuerza purificadora. Pero no es uno
de los métodos habituales para destruir la magia fae.
—No sentí nada cuando Anna y yo estuvimos allí temprano —dijo el viejo
moro con honestidad—. Pero de acuerdo con Tag y la evaluación independiente
de Hermano Lobo, Jonesy era una potencia. Creo que podría ocultar sus juguetes
lo suficientemente bien como para no atraer mi atención casual.
Charles eligió cuidadosamente sus palabras, porque adular no era algo que él
hacía. Anna (a menudo) lo había sugerido como una buena manera de conseguir
la cooperación de Asil, y señaló que el halago más eficaz solamente contaba la
verdad.
Charles decidió que ahora era un momento tan bueno como cualquiera para
poner a prueba su consejo.
—Creo que cualquier lobo que ha sobrevivido tanto como tú tiene por lo
menos tanto olfato para la magia fae como yo. Apreciaría que bajaras allí conmigo
y ayudaras a buscar. Le he pedido a Anna y a Tag que mantengan a la gente
ocupada con historias de Hester, mientras vamos dentro.
El moro resopló.
—Lo único que quieres es ayuda para buscar en el terreno de minas terrestres
y buscas carne de cañón.
Pero a pesar de sus palabras, fue con Charles y entró en la cabaña con el
pretexto de rendir sus últimos honores. No debería tomar demasiado tiempo, pensó
Charles. Tag podría contar historias toda la noche, sin embargo, así que tenían
tiempo.
Comenzaron en el sótano.
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Asil se detuvo junto a la cama y tocó la superficie de la manta entre los restos
que habían sido seres esta misma mañana. Luego levantó ambas manos, con las
palmas abiertas y dijo:
—Allahu Akbar.
—Pensé que la oración funeraria era sólo para los musulmanes —dijo Charles.
El rostro de Asil se iluminó con esa sonrisa que él utilizaba para ocultar una
emoción que no quería que Charles viera.
—Pero yo soy un muy mal musulmán, y Hester era vieja. Uno cree muchas
cosas en una vida muy larga. ¿Quién sabe si no era musulmana en su fuero
interno?
—¿La conocías? —preguntó Charles.
—¿El fae? —dijo, como si Charles hubiera hecho una pregunta—. Por él no
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estoy muy triste. Nunca lo conocí bien, pero he visto mucho de lo que su especie
ha labrado en el descuido. Ciertamente él no era musulmán, por lo que la Salatul
yanazah no era para él.
—Y, sin embargo —dijo Charles, cuya oración silenciosa había sido por ambos
muertos—, Hester lo amaba.
—Es imposible tener en cuenta el gusto de las mujeres. —Pero sus ojos eran
sobrios.
Lo primero que vieron fue la espada. Obviamente era antigua y bien utilizada
y de fabricación fae, la cuchilla era algo distinto del acero. Charles no había
sentido nada de ella cuando la recogió antes. La volvió a agarrar, prestando
atención, y todavía no sintió nada.
Se la entregó a Asil, quien levantó las cejas. La aferró con las dos manos y la
llevó hacia arriba y alrededor de un rápido balanceo de práctica.
Asil miró la hoja de cerca entonces, la dejó caer a una posición menos
preparada.
—¿Cómo lo sabes?
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conocía la plata—. O con una aleación de plata en ella, un metalúrgico diría que
el contenido de plata no era alto. A los fae les gusta usar plata en sus armas
mágicas. Contiene mejor el poder que otros metales.
—Un metalúrgico tendría que destruir esta espada para decir cualquier cosa
—dijo Asil con desagrado—. Pero esa es una respuesta interesante. Yo esperaba
que pudieras haber hecho esa suposición porque Jonesy la utilizó para suicidarse.
Tal persona nunca moriría por una espada ordinaria. Pero hay una manera más
segura de saber que esta espada es Una Espada.
Asil giró la hoja a la luz y la movió hasta que Charles pudo ver tres runas
establecidas en la hoja, las tres juntas no más grandes que una huella dactilar.
—Esta es la marca del Oscuro Smith Drontheim —dijo Asil, indicando las
runas sin tocar la hoja—. Ese no se molestaba con espadas sin magia.
—Vamos a tener que volver después de quemar este lugar y buscar cualquier
cosa que salga indemne. —Tal vez su pa estaría de vuelta para entonces.
—Al menos sabemos que no son los Señores Grises a los que estamos
enfrentando —dijo Charles, sosteniendo una pinza rota y decorativa para el
cabello que había encontrado en el cajón del tocador de Hester.
—¿Cómo así? —Asil estaba vaciando un arcón para que pudieran utilizarlo
para almacenar lo que estaban encontrando.
—Si los fae tuvieran idea de lo acaparador que era Jonesy, no se habrían
molestado con cámaras. Habrían echado abajo las paredes y se habrían llevado
todo cuanto sabían que estaba aquí.
102
Había amuletos, vasos, joyas, cuchillos, una lanza, cuatro flechas de tres
regiones diferentes, tres alfombras, y dos alfombras simples y una pequeña
alfombra persa. Había un tazón de hueso y un puñado de artículos similares a
monedas.
La mayoría de los artículos contenían magia fae, o similar a la magia fae. Pero
el tazón de hueso era artesanía de bruja, y olió la magia de sangre tan pronto
como Charles lo tocó. Había una punta de flecha que le pareció neolítica a
Charles, y alguna cosa dormida dentro de ella. Hermano Lobo le advirtió que no
lo despertara, lo que sea que fuera, porque olía al mal.
Había artículos de gran alcance, pero la mayoría de ellos, por lo que Charles
podía decir, eran sólo basura que resultó contener una chispa de algo. Un cuchillo
de bronce quemado, limpio y brillante con la magia, como un pozo artesiano.
Había un tarro púrpura y azul de cerámica que le hacía querer lavarse las manos
después de tocarlo.
Muchas de las cosas mágicamente cargadas que encontraron eran piezas rotas
de artículos más grandes. A veces, Charles se dio cuenta de lo que eran parte,
como el cuenco de una pipa de arcilla o de la lengua de una hebilla. Jonesy, pensó,
no era muy exigente con lo que recogía. “Acumulador” era probablemente la palabra
correcta para él.
La búsqueda les llevó a Asil y a Charles demasiado tiempo para mantener lo
que estaban haciendo en secreto. Si había alguna duda, se disipó cuando Leah
abrió la puerta, y dijo:
—Todo el mundo sabe lo que están haciendo allí, yo no les conté, fue Tag.
¿Hay alguna forma de que puedan darse prisa con esto?
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A Asil le gustaba Leah considerablemente menos de lo que le gustaba a
Charles, y él sólo toleraba a Charles por el bien de Anna.
—Una página del Silmarillion —dijo Charles, abriéndola. A través de las letras
tipográficas del prólogo de Christopher Tolkien, alguien había escrito con mano
temblorosa y sin puntuación:
Hester Hester dice que estaban preguntando por los salvajes hay un traidor y
es uno de nosotros Hester Hester
Por supuesto que había un traidor, pensó Charles. ¿Cómo podría alguien saber
acerca de la cabaña aislada de Hester si no hubiera un traidor?
—Bueno —dijo Asil, que se había acercado para poder leer sobre el hombro de
Charles—. Podría haber sido más servicial. ¿El traidor es uno de los salvajes?
¿Uno de los fae? ¿Uno de la manada? Al menos sabemos que estaban buscando
a uno de los salvajes. —Se detuvo—. O a todos los salvajes.
Una caza, dijo Hermano Lobo con sombría satisfacción. Hester nos ha dado una
cacería.
104
que era, en realidad, pero al menos nadie tendría más detalles. Las espadas
mágicas tendían a tener historias y ser identificable para una persona con la
motivación suficiente. De esta manera, todo lo que un observador vería sería a él
y a Asil con cosas desconocidas, sin detalles que atrajeran a alguien (o a algo) que
anduviera por ahí en busca de la hebilla de plata del zapato de Asmodeo o alguna
tontería.
Asil cerró la tapa del cofre de las mantas y giró el picaporte para que no se
abriera cuando lo sacaran.
—Sí —concordó Charles—. También creo que hemos encontrado todo lo que
íbamos a encontrar.
Asil sonrió.
—No echo de menos ser el alfa —dijo—. Sobre todo en momentos como estos
que no me importa que seas más dominante en esta manada que yo. Esto significa
que no soy responsable de lo que hemos encontrado, y lo más importante, lo que
no hemos encontrado.
—Jonesy era un acaparador de la clase de los que aparecen en los reality shows
de televisión. ¿Quién sabe cuánto tiempo había estado recolectando? Tú y yo
105
estaremos aquí tan pronto como el fuego se apague, suponiendo que Bran no esté
de vuelta, y probablemente incluso si él lo está. Y todavía no vamos a encontrarlo
todo. Y también está esto. Jonesy, quienquiera que fuera, cuando el mundo era
joven, podía hacer que la tierra escuchara sus deseos. Si yo tuviera esta
capacidad, escondería los premios de mi colección en las profundidades de la
tierra. Tienes que ser muy cuidadoso, o lo que tendrás es a un montón de fae
buscadores de tesoros invadiendo la montaña, excavando en la búsqueda del
botín.
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La zona plana del valle parecía un estacionamiento, pero lleno de un
inusualmente alto porcentaje de camionetas y vehículos todo terreno, incluso
para Montana. Los tres tractores y la retroexcavadora completaban el cuadro.
Sus órdenes eran llevar la camioneta lo más cerca a la puerta de la cabaña como
pudiera para que Asil y Charles pudieran cargar con lo que sea que encontraron
en la cabaña. Ya sea que había una gran cantidad de ella, o que había sido difícil
de asegurar, ya que les había llevado mucho tiempo para terminar.
Anna tuvo que desenganchar parcialmente la lona con el fin de llegar a la carga
macabra y mover los cuerpos hasta que pudiera cerrar la puerta trasera.
107
ahora (moviendo los cadáveres para poder cerrar la compuerta) a su padre,
incluso en una carta imaginaria. Decidió que había algunas cosas que él no
necesitaba saber.
Decía algo sobre el estado de Anna que ni siquiera hubiera notado a Sage
acercándose.
—¿Qué le hiciste a tu mano? —preguntó Sage en una voz mucho más grave
antes de que Anna pudiera decir nada a su saludo.
—Me enviaron a ver qué te estaba tomando tanto tiempo —dijo Sage
rápidamente, sintiendo, con su habitual perspicacia, el estado emocional volátil
de Anna y ella prefería no hablar sobre eso. Sage era muy buena para saber
exactamente qué decir y cuándo dejar las cosas tranquilas—. Su alteza real está
cada vez más inquieta. —A pesar de que Sage se llevaba bien con Leah, eso no la
salvaba (o a cualquier otra persona para el caso) de los comentarios mordaces de
Sage—. Creo que ella solamente quiere saber lo que Charles y Asil han
encontrado, al igual que todo el resto de nosotros.
La voz de Sage era hermosa. Nacida en el profundo sur, fluía como la miel en
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un dolor de garganta, calmante y dulce. El resto de Sage era hermoso, también.
Era alta, aunque no tan alta como Leah, y esbelta como una modelo de pasarela.
Sage era divertida, sarcástica, y cálida al mismo tiempo, una combinación que la
dejaba salirse con la suya diciendo cosas que mucha gente pensaba, y no se metía
en problemas por eso.
Antes de que Anna pudiera decidir contarle que ella conocía a uno de los
muertos, Sage rodeó la parte trasera de la camioneta y vio el problema inicial de
Anna.
—Ajá —dijo—. ¿Los idiotas que cargaron los cuerpos olvidaron que tendrías
que cerrar la compuerta o te arriesgarías a dejar una estela de muertos hasta la
casa? —Ella saltó, sin problemas, y comenzó a cambiar de sitio los cuerpos—.
Algunas personas no tienen absolutamente ningún sentido común —dijo Sage—
. E incluyo en eso a Charles. Enviarte a ti, de todas las personas, a lidiar con todos
los cadáveres.
109
Anna hizo un gesto de impotencia, ya que, mientras Sage había estado
moviendo los cuerpos, Anna había decidido que la primera persona que
necesitaba oír que conocía a uno de los muertos era su compañero. Y porque ella
no podía decir que Sage estaba bien. A veces vivir con los hombres lobo apestaba,
al igual que cuando se hacía imposible las pequeñas mentiras sociales.
—¿Charlie? —dijo Sage. Iba a decir algo más, pero negó y le dio a Anna una
sonrisa triste—. Charlie de seguro piensa que el sol sale y se pone contigo, eso es
seguro.
Incluso sin contarle todo a Sage, la otra mujer había ayudado a Anna a
encontrar el equilibrio. El solo hecho de alguien más allí, alguien que le recordara
a Anna por su sola presencia que no estaba en Chicago y que había gente aquí en
quien podría confiar para tenerla de vuelta.
Así que Anna había reconocido a uno de los hombres muertos. Esa no era una
excusa válida para romper a sudar frío ante el recuerdo. Él estaba muerto,
después de todo, y los recuerdos no podrían lastimarla a menos que optara por
permitírselo. Y ella no era víctima de nadie en estos días.
—¿Estás bien? —preguntó Sage—. ¿Hay algo que pueda hacer para ayudar?
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Anna le dio lo que esperaba que fuera una sonrisa tranquilizadora. Quería
discutir las cosas, pero no con Sage. Al menos no con Sage primero.
Sage asintió.
—Lo mismo pensaba Asil. Pero no lo estaba. Así que tengo que ir a buscarlo…
—El sonido de un gran motor diésel metiendo la marcha retumbó a través del
aire. Sage levantó las manos—. ¿Qué cree que está haciendo con esa
retroexcavadora? —Se subió al borde de la caja de la camioneta, se equilibró
durante un momento y miró, presumiblemente a través de los autos hacia donde
se había estacionado la retroexcavadora. Sacudió su cabeza—. No tengo idea.
Ninguna. Ese hombre. Pero supongo que será mejor que averigüe.
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Anna condujo la camioneta hasta la puerta de la cabaña y saltó. En cuanto tuvo
la compuerta abajo, Asil y Charles salieron de la cabaña con sus descubrimientos.
Entre los dos cargaron un pequeño baúl de cedro, cada uno sosteniendo una
de las asas en los extremos. Era imposible ver lo pesado que era el baúl, dos
hombres lobo probablemente podrían dar un paseo cargando un Volkswagen
Escarabajo de los parachoques y no mostrar mucha tensión. Algo estaba
equilibrado en diagonal en la parte superior del baúl y sobresaliendo por los
lados, Anna estaba bastante segura de que era la espada con que Jonesy se había
matado envuelta en una manta.
—No hace falta que diga lo peligrosa que es la carga en la parte trasera de la
camioneta —dijo a la manada en general—. Ni Asil ni yo sabemos exactamente
lo que encontramos aquí. Nos la vamos a llevar y la pondremos en la caja fuerte
de mi pa, donde permanecerá hasta que él regrese. El Marrok dispondrá de ella
a su antojo.
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Después de que habló, hizo un barrido lentamente con su mirada sobre la
reunión, mirando a los ojos de cada miembro de la manada hasta que ellos
apartaron la mirada.
Asil le frunció el ceño, se aclaró la garganta y dijo, con voz clara y fría que
estaba falta de su acento habitual:
—Lo que quiere decir es, cierren la boca o alguien vendrá a hacer una visita.
Bien, pensó Anna. Dale a la mujer puntos por el coraje, si no por cerebro, en
darle directamente tal parada a Asil. Sobre todo porque Anna sabía, la manada
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sabía, que Leah tenía miedo del moro.
Leah tenía suerte, pensó Anna, que la ira de Asil era algo frío, por lo que escuchó el
argumento de Leah y concordó con ella. Sólo un tonto podría pensar que cualquiera
de la manada de Bran fuera a entregarlos, y Asil no era tonto. Él simplemente
había sido un alfa demasiado tiempo antes de venir aquí, y su forma de gobernar
difería mucho de la de Bran.
Y todavía había tensión en el aire. Leah no era la única loba con miedo de Asil.
Porque la manada podría estar llena con todos los locos a los que Bran no
confiaba con cualquier otro alfa, pero no estaba llena de gente estúpida con
deseos de muerte, esos terminaban con los salvajes. Incluso Tag tenía miedo de
Asil, si no lo hubiera tenido, no habría reaccionado a la amenaza de Asil con tanto
ardor.
—¿Puedes… —murmuró Charles a Anna sin apartar los ojos del personaje
dramático—… llevar la camioneta lo suficientemente lejos de la casa para que no
se queme cuando prendamos fuego a la cabaña de Hester, pero lo
suficientemente cerca que podamos ver por si alguien trata de entrar en ella?
—Claro —dijo. Más tarde, pensó. Ya habrá tiempo para decirle sobre la identidad
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del hombre muerto más tarde, cuando la manada no esté lista para encenderse junto con
la casa de Hester.
Debió haber habido algo en su voz, sin embargo, porque él le dio una mirada
penetrante. Hizo como si no lo hubiera visto y se dirigió a la parte delantera de
la camioneta.
Al final, se decidió por llevar la vieja camioneta junto al muy caro, y flamante
Mercedes SUV de Asil, razonando que nada ni nadie se arriesgaría al doble golpe
tanto de Charles como de Asil, y ese “nada” probablemente incluía al fuego que
iban a iniciar.
Una vez que estacionó, se quedó en la cabina, sin embargo. Observó a Charles
decirle algo a Leah, observó a la manada empezar a moverse de una manera
organizada. Asil y Tag trabajando juntos, su antiguo antagonismo… no tanto
olvidado como puesto detrás de ellos. Los lobos podían hacer eso, ella había
notado. Eran tanto criaturas del presente, que siempre y cuando sus mitades
humanas permanecieran fuera de la foto, las riñas que habían tenido estaban
muertas y enterradas y permanecían en esa forma.
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avidez la madera vieja de la cabaña.
Antes de que Asil cediera ante el impulso de hacer pagar a Leah por tener
razón, Charles dijo:
—Yo hice la llamada antes de venir aquí —dijo Leah—. Les dije que el cuerpo
de bomberos voluntarios de Aspen Creek había decidido quemar una vieja
cabaña que planteaba un peligro de incendio. Ellos no estaban contentos, pero es
en propiedad privada, y no hay una prohibición de incendios abiertos… —
alguien dijo “todavía”, y ella asintió hacia el orador para reconocer su exactitud—
… así que no había mucho que pudieran hacer.
Eso había sido inteligente, pensó Charles. Y no del todo una mentira: Si tuvieran
un departamento de bomberos en Aspen Creek, consistiría en miembros de la
manada. Él sólo les habría dicho que estaba quemando una cabaña a propósito.
Asil añadió:
—Incluso si alguien del Servicio Forestal decide venir todo el camino hasta
aquí, estarán comprobando un fuego controlado y no cuerpos. —No dijo “buena
chica”, eso habría sido demasiado. No estaba mirando hacia Leah, pero le dejó
oír la aprobación en su voz. Los hombros de Leah se suavizaron, el único signo
de su placer por el cumplido hacia ella por el moro.
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Eso, dijo Hermano Lobo, era diplomacia.
—Tag, eres el único que conocía bien a Hester, el único aquí, de todos modos.
¿Quieres ser el portador de la antorcha?
Pero los lobos que murieron como lobos no podían ser enterrados donde
alguien podría desenterrarlos creyendo que iban a encontrar a un humano.
Fue a girarse para buscar a su compañera, pero estaba distraído por el destello
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del fuego en su visión periférica. No había esperado, con Asil a cargo, que ellos
incendiaran la cabaña tan rápidamente.
Tag, oliendo a humo, diésel y gasolina, tomó su lugar al lado de Charles, y Asil
se unió a ellos.
Charles pensó en la manera en que Hester lo había reprendido sin una palabra
desde su jaula, y dijo:
Como los incendios hacían a veces, éste rugió en un repentino estallido de luz
y sonido. Parecía exactamente correcto, un merecido homenaje a una mujer dura
y a su compañero, caliente, salvaje y poderoso. Leah gritó, y la manada gritó de
vuelta, respondiendo tanto a Leah como al rugido del fuego. Charles echó la
cabeza hacia atrás y aulló, y el grito de la manada cambió cuando los otros lobos
respondieron del mismo modo. Luego se callaron y permanecieron de pies de
testigos.
Tag había dicho que la gente de ella quemaba a sus muertos, y Charles se
preguntaba quiénes habían sido su gente. Hester era un nombre antiguo. Incluso
podría haber sido su nombre de nacimiento, aunque las viejas criaturas tendían
a cambiar sus nombres de vez en cuando.
Su pa decía que los nombres tenían poder. Los nombres que te habían
pertenecido durante mucho tiempo tenían más poder. Al igual que muchos de
los dichos de su pa, era cierto en diferentes niveles. Tanto la brujería como la
magia fae podían utilizar un nombre para trabajar la magia maligna sobre
alguien. Pero la magia de los nombres iba más lejos que eso. Charles había
descubierto que su propio nombre, Charles Cornick, el hijo del Marrok, muchas
veces le había ahorrado problemas. El temor a su nombre hacía que la gente
renunciara a la lucha antes de que empezara.
Hester era un nombre como ese, un nombre de poder. Ella había sido una
leyenda entre los lobos, la suya era una leyenda más silenciosa que la del moro o
la del Marrok porque ella misma lo prefería así. Sin embargo, su nombre había
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servido admirablemente para distraer a la gente del hombre problemático que
había sido su compañero.
Charles esperó que Jonesy hubiera disfrutado de la paz que ella le había
comprado con su nombre.
Percibió a Anna acercándose justo en el momento que Charles estaba listo para
ir a buscarla. Anna puso su mejilla contra el brazo de Charles.
—Creo que el fuego era una buena despedida para los dos.
Sí, concordó Hermano Lobo. Pero Charles pensó que era más una declaración
de apoyo para Anna que cualquier opinión real sobre lo que debían hacer con los
cuerpos de sus caídos. Una vez que alguien había muerto, Hermano Lobo era por
lo general muy poco sentimental sobre los restos.
Anna le dio una pequeña sonrisa en acuerdo. Ella conocía a Hermano Lobo,
también.
—¿Qué pasa? —preguntó Charles, porque fue obvio para él, una vez que
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prestó atención, que algo pasaba.
Enganchó el brazo en el suyo y lo llevó lejos de los demás. Luego, en voz muy
baja, no para ser oída, dijo:
Leo había sido el alfa que había gobernado la primera manada de Anna.
Charles lo había matado por sus crímenes. La expresión de Anna significaba que
no tenía que preguntarle si el muerto había sido uno de los que habían abusado
de ella por órdenes de Leo.
Charles no estiró el brazo para tocar a Anna, no cuando ella acababa de dar un
paso lejos de él, y no cuando había tales fantasmas en sus ojos. No podía decir
nada por temor a que lo que dijera fuera algo equivocado. Ella no necesitaba su
rabia. Esperó a que hiciera algo que le dijera lo que necesitaba de él.
—El fuego es algo muy poderoso. Purifica mientras destruye, y trae luz a la
oscuridad.
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—Creo que entiendo por qué algunas culturas queman a sus muertos —dijo—
. Se siente como una celebración, ¿verdad? La conflagración final. —Hizo una
pausa—. Arde brillante, Hester. Ahuyenta las sombras, Jonesy. Duerman con los
héroes y los santos.
Con la cabaña y todas las otras cosas en llamas, el olor de la carne quemada
era muy débil. Charles apoyó la barbilla en la parte superior de su cabeza y pensó
que era lo mejor que, tan joven como ella era, probablemente no podía distinguir
el olor del fuego que consume el cuerpo de Hester del olor del resto de las cosas
ardiendo.
Habría quemado el pasado de Anna por ella si hubiera podido, pero los
recuerdos no son tan fácilmente de incendiar como una cabaña.
Anna y Charles se fueron después que la mayor parte de los otros. El fuego
todavía ardía, así que cinco de los lobos se quedaron, y permanecerían allí hasta
que la última brasa se apagara.
Charles se metió en el asiento del pasajero, pero antes de que Anna prendiera
el auto, puso una mano en su brazo.
—Espera —dijo, y sacó un papel doblado de su bolsillo—. Asil y yo
encontramos esto en el dormitorio mientras estábamos buscando cosas que
podrían hacer estallar la montaña si se incendiara.
Ella se extendió sobre el asiento, pero estaba demasiado oscuro para leer.
Antes de que pudiera encender la luz de la cabina, Charles iluminó la página con
la luz mucho más tenue de su teléfono celular. Kara había llevado con ella los
teléfonos celulares de ellos dos. Esconderse en casa de Hester ya no era una
directiva; si no podían encontrar una casa en llamas, los federales eran
bienvenidos a realizar un seguimiento de sus teléfonos. Pasaría mucho tiempo
antes de que alguien viviera cerca de este claro de nuevo.
Ella lo leyó y absorbió las implicaciones. ¿No acababa de haber pensado que
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de ninguna forma cualquier miembro de la manada los traicionaría? Parecía que
tal vez se había equivocado.
—Cierto —dijo Anna después de un momento—. ¿Jonesy dejó esto para ti?
Charles asintió.
—¿Ella podía hablar con él, de mente a mente, como lo hacemos Hermano
Lobo y yo? —preguntó Anna.
—No lo sé, aunque Tag puede. Pero suena como si tuvo alguna manera de
comunicarse con él.
Anna asintió lentamente.
—Ella le dijo algo antes de que se las arreglaran para matarla. Él intentó
decirnos lo que ella quería que nosotros supiéramos.
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Viajaron un rato en silencio. La pista no se hizo mejor por haber sido discutida
por la noche.
—Hester sabía —dijo Anna—. Ella sabía quién era, o ellos pensaron que ella
sabía. Es por eso que la mataron. Así no podría decirnos.
—Está bien —dijo Anna—. ¿Cuántos salvajes hay? Conozco a tres, y he oído
de un par más.
Bran mantenía apartados a los salvajes de la manada. Parte de ello fue que
eran peligrosos y necesitaban estar aislados, y parte porque muchos de ellos eran
muy viejos. Los hombres lobo muy viejos tienden a recoger enemigos. Por lo que
ella sabía, sólo el mismo Bran, Leah, y Charles los conocían a todos ellos. No se
mantenían completamente aislados, y algunos de ellos a veces se unían en la caza,
pero nadie hablaba de ellos cuando lo hacían.
—Eso es mucho más de lo que pensaba. Pero sigue siendo un grupo razonable
de sospechosos. —Ella no quería pensar en que fuera alguien que conocía.
Él asintió.
—Asil lo sabe, estaba allí cuando encontré la nota. Pero no quiero hablar con
nadie más hasta que sepamos más. Aquí.
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—¿Qué?
—Jonesy dijo que le preguntaron por los salvajes —dijo Anna, una vez
estuvieron en movimiento de nuevo—. Si su agente era uno de los salvajes, ¿por
qué tendrían que preguntar sobre ellos?
—No todos los salvajes se conocen entre sí. Algunos de ellos lo hacen, pero
muchos están muy aislados porque quieren estarlo. O necesitan estarlo. La
mayoría de nuestros salvajes cambian sus nombres cuando vienen aquí, Hester
fue una excepción. En conjunto, supongo que haya una gran cantidad de
conocimiento que tienen nuestros salvajes que no existe en ningún otro lugar del
planeta. Puedo pensar en cuatro cosas, sólo de improviso, que comenzaría una
cacería frenética si alguien supiera de ellos.
—O tal vez es un artículo, como todas las cosas que trajiste de la casa de Jonesy.
Charles asintió.
—Tal vez Hester sabía quién o qué estaban buscando —dijo Anna con
sobriedad—. Pero no puede decirnos ahora.
—Sí —dijo Charles, en voz muy baja—. Sabemos que estaban pidiendo
información que era lo suficientemente importante como para intensificar lo que
antes había sido un juego largo. Sabemos que estaban preguntando por los
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salvajes, y ellos no saben eso. Vamos a averiguar quién es su agente, después
vamos a utilizar a esa persona para cazarlos a todos.
—Sobreviví —le dijo con firmeza—. No necesito ser mimada como si fuera una
muñeca frágil. Puedo hablar con Boyd, quien nunca me hizo ningún daño de
todos modos, y no disolverme en un charco sin espinas.
Charles le dio una mirada. Si fuera cualquier otra persona, habría estado
segura de que había practicado esas miradas en el espejo: Eran demasiado
eficaces para ser naturales. Pero él no se preocupaba por cosas como esas, no lo
necesitaba. Las aterradoras eran fáciles, las no aterradoras eran las que a veces
eran un problema para él.
Él casi sonrió, pero la contuvo antes de que fuera más que un ablandamiento
en la esquina de sus ojos.
—Tal vez no se trata de ti —le dijo—. Tal vez se trata de un hombre que no
pudo protegerte de Leo cuando debió. Si quieres castigarlo, podrías responder a
mi teléfono y hacerlo decirte todo sobre este hombre muerto de quien no le
protegió tampoco.
—No podía hacer nada —dijo con vehemencia, incapaz de dejar que el ataque
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a Boyd siguiera sin defenderlo. Boyd había sido la clave para que saliera de
Chicago, para que encontrara a Charles—. Leo era su alfa, y mantuvo a todo el
mundo bajo su control. Boyd no era lo suficientemente dominante para desafiarlo
o desobedecer una orden directa. Boyd protegía a las personas cuando podía. Sin
él, cosas más malas habrían ocurrido a personas que no podían protegerse a sí
mismas.
—De verdad crees eso —dijo Charles, como si él no lo hiciera—. Bien por ti. —
Suspiró, su mirada se centró en algún lugar de la oscuridad exterior. Otro auto
se acercaba a la calzada del Marrok, los miembros de la manada llegaban para
reunirse con los demás. Que vinieran aquí en vez de ir a casa, hablaba de la
inquietud que la muerte de Hester había causado.
—A veces pienso que podrías estar en lo cierto. Pero sobre todo creo que
cualquier dominante digno de su pellejo, protege a aquellos que no pueden
protegerse a sí mismos. Espero que así sea como Boyd mira las cosas, también.
Ella, personalmente, había renunciado a pensar en su primera manada hace
mucho tiempo. Por como sonaba, había sido la única. Usó uno de los gruñidos
de Charles para expresarse.
—Un lobo dominante protege a los suyos con su vida, Anna —le dijo
Charles—. Eso significa para cada uno. Si sentía que Leo era demasiado para él,
Boyd tenía el número de mi pa. Él podría haber llamado en cualquier momento.
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iba dirigido a ella. Conocía ese tono suave.
Él cerró los ojos y respiró hondo. Cuando volvió a hablar, la matanza silenciosa
fue más lejos, y sus ojos habían vuelto a su habitual casi negro.
—Nosotros somos más que nuestros lobos, Anna —dijo—. Boyd es también
un hombre, y el hombre está a cargo. Él podría haber desobedecido acallando a
su lobo. Habría sido difícil, pero él no es un lobo recién cambiado. Él tiene el
control para hacerlo. Sólo que no lo intentó.
Ella se mordió el labio. ¿Cambiaba eso las cosas? ¿Sabiendo que Boyd podría
haber intervenido antes? No, pensó, con algo parecido al alivio. Había habido
cosas que ella podría haber hecho también, si solamente lo hubiera sabido. Una
de las cosas que había aprendido de ser un lobo en la manada de Bran fue que
toda la habilidad en el mundo no hacia ningún bien si ella no sabía cómo usarla.
—Eso suena… extraño —dijo Anna, sintiéndose fuera de base—. Bran es todo
sobre que el bien de la mayoría supera el bien de uno.
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deberíamos habernos dado cuenta de la situación antes. En retrospectiva, ambos
notamos singularidades que deberíamos haber investigado y no lo hicimos. En
lugar de dejar a Boyd romperse bajo el peso de su incapacidad para proteger a
sus subordinados de su alfa, pa lo dejó en una posición donde podría resolver su
culpabilidad con la acción. Boyd necesitaba saber que podía hacerse cargo de su
manada, que lo que había sido y quien era ahora podría ser diferente, mejor. —
Frunció los labios, y dijo pensativamente—: No tengo ninguna duda de que Boyd
Hamilton jamás volverá a hacerse a un lado mientras alguien está siendo
lastimado.
—Tú lo vas a hacer sentir culpable. Yo simplemente lo voy a hacer enojar —le
aseguró Charles.
Ella se rió, y sólo fue un poco tensa. Ella debería insistir, pero realmente no
quería tener esa conversación tampoco.
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—Hamilton —dijo, con la voz cautelosa.
—Sí. —El tono de Boyd fue rápido, y aliviado. No era estúpido, probablemente
había estado esperando que Anna le devolviera la llamada a pesar de que había
usado el teléfono de Charles—. Su nombre era Ryan Cable. Antes… desde casi el
comienzo, en los albores de los problemas de Leo, él llevó a cinco militares para
ser transformados en secreto. Fue altamente implícito, aunque nunca se habló
directamente, que eran fuerzas especiales. Sólo el antiguo segundo, Harvey
Adler, más yo, Jason, y un par de otros sabían… —Hubo una pausa—. Creo que
de todos los miembros de la manada allí esa noche, yo soy el único que sigue
vivo.
Charles pensó que podría ser un buen momento para conseguir que la
conversación volviera a la pista. Había algo en su tono que indicaba que Boyd
habría sido más feliz de estar entre los muertos.
—Ryan Cable.
Hermano Lobo se quejó. Este era exactamente el tipo de cosas que habían
llevado a Bran a sacar a los hombres lobo al público. La extorción era menos útil
ahora, ya sea como un incentivo o como excusa.
—Créeme, lo sé. Pero Leo había sido un buen alfa hasta ese momento. Es sólo
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mirando hacia atrás que puedo ver que estaba empezando a cambiar, y que
probablemente fue el punto de inflexión. Todos hemos hecho cosas en contra de
las reglas de vez en cuando. Todos nosotros. —Boyd incluido, eso significaba—.
Leo dijo que era por el esfuerzo de guerra, y podríamos decir que él estaba
diciendo la verdad.
—Les advertí —dijo Boyd—, pero Harvey lo llevó aún más lejos. Él les dijo en
detalle gráfico, exactamente lo que el cambio de humano a hombre lobo
significaba. Un par de ellos parecieron bastante asustados, pero todos optaron
por seguir adelante. —Hizo una pausa—. Ahora me pregunto qué habría
ocurrido si hubieran objetado. Si era muy secreto, tal vez habrían sido asesinados
si trataban de salirse de eso. En cualquier caso, Cable fue el único que se
transformó. Leo y Harvey entregaron a los muertos y a Cable a la gente que vino
a buscarlos. A Harvey no le gustó el aspecto de esas personas. Me acuerdo de
eso. No creía que fueran militares. Leo le dijo a Harvey algo que lo hizo más feliz,
aunque no podría decirte lo que era.
—¿Crees que Leo tuvo un pago por ello?
—Pienso más que eso —dijo Boyd—. Hemos pasado los últimos años
revisando los libros antiguos. Bran nos pidió que buscáramos los nombres de las
personas que le pagaron a Leo por las cosas que no pudimos verificar que fueron
gastos legítimos. Leo recibió cincuenta mil por adelantado y otros veinte después
que entregamos a Cable. En sus notas, se quejó porque había esperado conseguir
otros ochenta mil. Treinta mil por hombre lobo que cambiamos con éxito, con un
tercio de antemano que nos mantendría en ambos sentidos. Envié los archivos
financieros y las entrevistas de la manada, todo lo que hemos reunido acerca de
lo que Leo estaba haciendo a Bran cuando me lo pidió, hace un mes.
Hubo un pequeño silencio mientras Charles absorbía algo más que las
130
palabras de Boyd. Su padre le había pedido a la manada de Chicago que le
enviaran sus archivos y esa información nunca había llegado a Charles, quien
manejaba todas las finanzas de la manada y siempre lo había hecho, a excepción
de un período de seis meses el año pasado cuando Leah se había hecho cargo.
Leah les hizo perder mucho dinero. Casi el veinte por ciento de su valor neto.
Le había llevado dos semanas para reemplazarlo. No es que fuera competitivo ni
nada.
—Ya veo —dijo Charles. Si su pa no le había dado a Boyd hechos reales, sólo
lo suficiente para que Boyd sacara su propia conclusión, Charles estaba bastante
seguro de que era la conclusión equivocada. Se preguntó por qué su pa no había
querido mostrarle los libros.
—Te agradecería eso —dijo Charles porque Boyd tenía razón. Él cazaría a
quien su padre había dado esos archivos, de todos modos, porque entonces no
tendría que estar pasando todo el tiempo haciendo de nuevo el trabajo que otra
persona ya había hecho. Pero si no pudiera averiguar quién era, al menos podría
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mirar.
En algún lugar de esos archivos estaba una pista del hombre quien había
pagado por el cambio de Ryan Cable. Era difícil seguir un rastro financiero tan
viejo, pero si uno de los números de cuenta concuerda con una cuenta que
Charles tuviera en sus archivos “para ver”, tendría un nombre. Alguien había
estado manejando a Cable y a sus amigos muertos, y había una buena
probabilidad de que se tratara de la misma persona que había pagado por su
cambio o algún colaborador cercano.
—Después de que Cable fue cambiado —continuó Boyd—, quien sea que lo
dirigía lo usó como un mensajero. Se aparecía, se reunía con Leo, y se iba al día
siguiente. Tres o cuatro veces al año. Bastante a menudo como para no tener que
buscar en mi memoria por su nombre, pero no tan a menudo como para que lo
conociera más que para un saludo con la cabeza. Si tuvimos una conversación
real, yo no lo recuerdo. Puedo intercambiar ideas con algunos de los otros
miembros antiguos de la manada que sobrevivieron a Leo y ver si podemos
obtener algún tipo de idea general de cuando vino, y tal vez alguien recuerde un
poco más sobre él. Al final, Leo ignoraba bastante bien a los lobos más sumisos.
Ellos fueron testigos de una gran cantidad de cosas que probablemente debieron
haber mantenido oculto de ellos.
—¿Tenía armas que fueran especialmente eficaces contra otros hombres lobo?
—No —dijo Boyd, aunque esta vez su respuesta fue más lenta, su voz cruda—
. Aparte de Justin. Pero sé sobre la droga que alguien desarrolló usando a los
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lobos que Leo había convertido y vendidos como conejillos de indias.
—Tú has aprendido lo que no se debe hacer —dijo—. Enséñale a los demás.
Sigue adelante. Retroceder no le hace ningún bien a nadie.
—Mierda —dijo Boyd. Pero luego se rió—. La próxima vez puede que la llame
a su teléfono.
—Lo comprobaré —dijo Boyd, sonando más como él—. Si no saben, podrían
tener algunas ideas de dónde buscar. —Hubo una pausa—. No recuerdo nada de
brujas en este negocio, sin embargo. Pero Harvey, podía oler a una bruja a
noventa metros. —Boyd hizo una pausa y luego dijo lentamente—: La reacción
de Harvey esa noche, casi podría haber sido eso si uno de ellos era una bruja.
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—¿Y qué con la muerte de Hester y el ataque en la manada del Marrok?
134
Anna se dejó entrar a la casa de Bran. Se sentía nerviosa e inquieta. Habría
preferido mucho más haber estado caminando hacia su propia casa, para poder
lidiar con el alboroto de los viejos recuerdos sin testigos. A pesar de lo avanzada
de la hora, toda la casa bullía con la charla de voces y el olor a humo de leña.
Había sabido por los coches del exterior que todo el mundo aparentemente había
decidido congregarse en la casa del Marrok en lugar de ir a casa a dormir, como
personas sensatas.
Incluso con una advertencia justa, casi se dio la vuelta y caminó hacia afuera.
Solo el conocimiento de que Charles pensaría que algo estaba mal la mantuvo
avanzando.
Se preguntó con qué frecuencia Bran quería dar la vuelta y alejarse de todos.
Se preguntaba si eso es lo que había hecho.
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verlo en sus rostros.
No había un lobo aquí, sin excluir a Leah, que no se arrojaran ellos mismos
entre ella y cualquier persona que pudiera dañarla. Algo de eso era porque era
omega, pero otra parte era que ellos eran sus amigos y su familia. Había
compensaciones por vivir codo con codo con otros lobos.
El problema era que no necesitaba ser rescatada, excepto tal vez de ellos. La
fuerza de su preocupación, de que supieran que había sido una víctima la hizo
sentir como una víctima otra vez.
—Había algo de masa en la nevera, pero Leah dijo que prefería hacer galletas
de mantequilla de cacahuete.
Anna negó hacia Leah y tomó una de las galletas del plato porque olían bien,
estaba hambrienta, y Kara había comenzado a parecer insegura. A Kara le
gustaba Leah, pero no ignoraba los juegos de Leah. También sabía que
usualmente Anna estaba más inclinada a reírse de ellas que a ofenderse.
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víctima.
—Gracias, a leanbh, tomaré otra. Tus galletas siempre merecen una segunda
visita. —Era, pensó Anna, deliberadamente poco claro si su cariño estaba
dirigido a Leah o Kara.
Dio un gran mordisco y miró a Anna. Era más alto que Charles, quien era muy
alto, y pesaba más que su compañero por veintidós kilos de músculo, y aun así
lo más impresionante de él era su cabello. Naranja brillante, cubría su cabeza y
colgaba casi hasta su cintura en hebras de rastas. Su barba era un tono más oscuro
y explotaba exuberantemente por su pecho en una masa que los miembros de ZZ
Top solo podían envidiar.
—Para el registro —le dijo suavemente, en el tenor ligero que siempre parecía
mal por semejante bestia de hombre—. No nos quedaremos quietos si alguien te
lastima.
Tag asintió hacia el resto de la habitación, y hubo uno de esos gruñidos bajos
que, hasta que se convirtió en un hombre lobo, Anna asociaba a grupos de
hombres mirando a su equipo de fútbol favorito cuando el árbitro hacía una mala
jugada. Sage, sentado en el respaldo del sofá junto a la chimenea, dejó de comer
su galleta para hacerle una mueca.
Cuando la sala estalló en risitas dispersas que tenían más que ver con romper
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la tensión que algo que dijera Anna, los consideró pensativamente.
Hester y Jonesy estaban muertos. Todos los atacantes que habían puesto pie
en el territorio de la manada estaban muertos, pero esos hombres habían sido
respaldados por dinero real. Alguien quien podría adquirir un helicóptero.
Y todo lo que este grupo tenía que hablar era sobre Anna, y qué le había
pasado en manos de Leo, algo que había terminado y finalizado. No estaba
segura de qué decía eso de ellos, pero estaba segura de que quería redirigir ese
enfoque.
—Esto no es sobre mí —les dijo—. Esto se trata de que alguien entró en nuestro
territorio y mató a Hester, lo que llevó directamente a la muerte de su compañero.
Puede que hayamos matado a aquellos que pusieron un pie en nuestra tierra,
pero se metieron en muchos problemas para intentar llevarse a Hester. No los
matamos a todos. No sabemos si volverán.
Asil sabía sobre esa nota. Estaba encontrando una razón para salir y hablar con
los salvajes. Bordeó la verdad de lo que sabía con las palabras “¡podría” y
“parece”. Anna hizo una nota para prestar atención cuando Asil usaba ese tipo
de palabras.
—Creo que advertir a los salvajes es una buena idea —dijo Anna antes de que
Leah pudiera anular la idea—. Si estamos siendo alarmistas, no hay daño hecho.
Si hay un segundo ataque, estar preparado sería útil. ¿Leah? Sabes que todos los
viejos lobos se agazaparon en las montañas, ¿cómo crees que deberíamos hacer
esto?
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dónde encontrarlos cuando sean… menos capaces.
—Eso llevará varios días. Están dispersos por todo nuestro territorio. Creo que
tenemos que poner fin a este trabajo.
Eso no iba a funcionar, pensó Anna. Leah tenía miedo de Asil. De ninguna
manera ella iría con Asil. O con Charles.
Que Leah se alegrara al enviar a Anna con Asil, quien no dejaba de coquetear
con Anna porque molestaba a Charles, no quería decir que su declarada razón no
fuera cierta.
Juste había nacido hacía cuatro o quinientos años en Francia y solía ser
reservado. Se unió al grupo después de Anna, aprovechando la oferta de Bran de
proporcionar lugares para los lobos europeos que quisieran mudarse. Anna no
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sabía mucho sobre él porque no hablaba mucho, pero había sobrevivido siglos
viviendo en Francia sin caer en la Bestia de Gévaudan, así que debía ser duro.
Anna podía ver los pensamientos correr a través de Leah tan claramente como
si estuviera hablando en voz alta. Sage y Asil tenían algo que pasaba, algo que
había sido bastante privado. Y si Leah pudiera despedirla con Charles mientras
enviaba a Asil con Anna… bien. Si algunas chispas volaban, no sería culpa suya,
ahora ¿verdad?
Anna abrió la boca para decir algo, cualquier cosa, aunque no sabía si habría
una objeción o simplemente un acuerdo. Pero Tag habló antes de que pudiera
poner el pie en su boca, porque cualquier cosa habría sido incorrecta.
—Iniciaré el árbol del teléfono —dijo Tag—. Porque no sabemos qué es lo que
quiere nuestro enemigo, debemos asegurarnos de que todos los humanos en la
ciudad sepan ser cuidadosos y vigilen a los extraños.
Por la falta de reacción de Leah, Anna estaba bastante segura de que Leah no
había pensado eso. Leah compartía la indiferencia de Bran por los humanos, y
ella no hizo la excepción que hacía por aquellos que vivían en su ciudad. Todo
Aspen Creek era precioso para Bran.
—Deberíamos mantener a un miembro de la manada en la estación de servicio
durante todo el día —sugirió Asil—. Si nuestros enemigos están corriendo por el
bosque, tienen que encontrar combustible en algún lado. Sé que Troy y Eureka
están en un viaje a una distancia razonable, pero, aun así, sería estúpido por
nuestra parte no vigilar.
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aparearse. El antiguo alfa de Peggy había comenzado a acosarla a ella y a su
compañera, así que hizo las maletas de las dos y se mudó a Aspen Creek.
Levantarse y moverse no había sido una gran cosa para ellas en cuanto al empleo,
Peggy podía esculpir bellamente y vender su arte en línea, y su esposa era una
conductora de camiones de larga distancia.
—Vivo frente a la gasolinera —dijo—. Conozco todos los coches que paran allí,
y soy un ave nocturna de todos modos. Cuando Carrie está fuera, suelo dormir
durante el día. Ella no volverá hasta la próxima semana. Los chicos que trabajan
en el turno de noche me conocen, así que no los asustaré de la manera en que
algunos de ustedes lo harían.
Y el momento para que Anna hiciera algo sobre los planes de Leah transcurrió
sin que alguien lo notara excepto ella.
Había semanas enteras cuando el Hermano Lobo era solo una presencia
silenciosa. La muerte de Hester lo había llevado muy cerca de la superficie. Lo
que significaba que Charles necesitaba proteger sus pensamientos y mantener el
control de su temperamento.
El Hermano Lobo sabía que la palabra inicial de Charles era la que él quería
decir, pero se permitió tranquilizarse. Probablemente porque Charles incluyó a
Anna en la segunda versión de sus intenciones.
Anna estaba vigilándole mientras caminaba por el mayor lugar de las tres
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reuniones en la casa de su padre, ahora llena de lobos inquietos. Ella se agachó y
lo siguió a la cocina, que estaba desocupada.
—Saldremos mañana para advertir a todos los salvajes —le dijo Anna,
tomando la canasta con una mueca. Lo miró durante un momento, miró
alrededor y luego la dejó en la superficie plana más cercana.
Una buena idea, pensó. Entonces, por qué Anna estaba actuando como si
hubiera algo que a él no le iba a gustar sobre la situación
Ella continuó sin pausa explicando los planes para reforzar las defensas, para
asegurarse que el resto de los que estaban bajo su cuidado estuvieran lo más
seguros posible. Terminando por decir:
—Tag dice que intentará ponerse en contacto con los salvajes, pero es poco
probable que seamos capaces de hacer que más de uno o dos levanten su teléfono.
Charles asintió ante eso. Él simpatizaba con la resistencia general que los lobos
más viejos tenían con la tecnología moderna. Papá había insistido en que todos
tuvieran teléfonos en caso de emergencias. A menos que estuviera presente, sin
embargo, no podía insistir en que respondieran sus teléfonos.
Y dado que el punto era que Anna y él se reunirían con todos, cuantos menos
salvajes respondieran a sus teléfonos, mejor.
—Diez días es mucho tiempo para mantener una alerta máxima —dijo.
—Cerrar las puertas del granero después de que las vacas ya están afuera —
acordó Tag, rodeando la esquina—. Pero sería más estúpido no cerrarlas si aún
tenemos algunas vacas dentro.
Si él fuera el equipo de la oposición, pensó Charles, esperaría dos semanas, dos meses,
asumiendo que el tiempo no fuera un factor, antes de volver a trasladarse. Quizás
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Charles tendría suerte, y su enemigo estaba impaciente, o el tiempo era un factor.
Tag retiró su mano del agarre, sosteniendo el arma por el cañón, y sacudió la
mano que había apretado el gatillo.
—Muerde —dijo—. ¿Así es cómo funciona? Eso no parece hacer mucho.
Ante esas palabras, hubo una aguda exclamación, y Leah se apresuró a entrar
en la cocina llevando un plato vacío. Tag abruptamente dejó el arma en el
mostrador e intentó parecer que no tenía nada que ver con eso.
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llevó la canasta afuera y la puso en el porche, consciente de que Tag, Sage, Leah
y Anna lo siguieron por detrás. Apuntó a la canasta de frutas.
Se fue, haciendo una pausa para recoger los dos platos restantes llenos de
galletas. Sage y Tag sonrientes, impenitentes, la siguieron.
—Entonces, ¿por qué no te hizo eso? —preguntó ella, con la voz tensa mientras
sacaba la bolsa y la abría.
—¿Soy más fuerte que una cesta de fruta? —sugirió Charles, volviendo a salir
para trabajar en el desastre.
—Muy gracioso —dijo con voz quebrada que le dijo que el humor podría no
haber sido la mejor idea que tuvo hoy. Ella extendió su mano y tocó el barro que
olía a fruta, putrefacción y magia de sangre. Su mano tembló.
—No lo sé, Anna. —Él robó una toalla de papel y observó mientras lo usaba
para limpiar su mano—. Quizás agregar la magia de mi madre altera el efecto del
arma, mi sangre la hace más poderosa que la suya. La magia de mi madre está
cerca de la brujería, pero más en sintonía con el giro de la tierra. Tal vez su sangre
ofreció algo de protección. No sé por qué. Pero estoy vivo e ileso.
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bolsa, luego se inclinó y la mantuvo abierta al lado del escalón, para que pudiera
empujar el caos en la bolsa.
Anna murmuró algo infeliz en voz baja. Charles no lo escuchó todo, pero sabía
que tenía que ver con la falta de privacidad en la casa de su padre.
—¿Qué dice Boyd? —preguntó Leah, tan pronto como él y Anna entraron en
el salón.
Charles miró alrededor de la habitación y vio que unos buenos dos tercios de
la manada estaban allí. De sus ojos atentos y los brillos híper protectores de ojos
de lobo que atrapó aquí y allá, se dio cuenta de que todos sabían sobre el hombre
muerto y la conexión con Anna. Él no podía verla diciéndoselo, así que alguien
debió haberles escuchado. Era difícil mantenerse lo suficientemente tranquilo
como para que algún hombre lobo a la vista no pudiera oírte sin intentarlo.
Entonces les dijo lo que Boyd le había dicho. Cuando terminó, miró alrededor
de la habitación, y preguntó:
—Bran todavía los tiene —dijo Leah—. Los consiguió hace un mes. Ha estado
trabajando en ellos él mismo. Me dijo que tenías suficiente en tus hombros, y te
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los daría cuando fuera el momento adecuado.
¿Pa había tomado los archivos para trabajar en ellos él mismo? ¿Qué
significaba eso? ¿Cuándo era el momento correcto? Su pa podría ejecutar una
hoja de cálculo o realizar una búsqueda en Internet, pero no estaba en la liga de
Charles. ¿Lo había olvidado su pa? Eso no sonaba como el Marrok en absoluto.
¿Había encontrado pa algo en los libros que no quería que Charles supiera?
¿Era esa la razón por la que Bran no estaba aquí?
Eso significaba que Bran había mentido. Por teléfono, reflexionó Charles,
mentir había sido bastante fácil.
Era bueno que Boyd estuviera enviando los archivos a Charles, entonces. Se lo
había dicho a su padre por mensaje, para que su pa supiera que Charles estaba a
punto de recibir cualquiera que fuera la información que contuvieran los datos.
Si realmente no quería que Charles viera algo, podría volver a casa y ocuparse de
este asunto él mismo.
Anna trajo un plato con migas y dos galletas de mantequilla de cacahuete.
—Tienen cáscara de naranja —le dijo Leah a Tag, y Charles podía decir que
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ella pensó que eso era algo malo.
—Los brownies pueden esperar —dijo Leah con firmeza. Había algo en su voz
que le dijo a Charles que la masa de brownie estaría en la basura antes de ver un
horno.
Si un perro hacía el sonido que Tag hizo entonces, Charles le habría llamado
quejumbroso. Pero los ojos de Tag eran astutos y se centraron en Leah.
Era, pensó Charles, muy fácil cometer el error de comprar el aspecto alegre y
bárbaro de Tag y no ver al hombre afilado del interior quién sabía muy bien qué
brownies estaba elogiando, sobre las galletas de mantequilla de cacahuete que
Leah había hecho evidentemente. Y, una vez que reconocías a ese hombre fuerte,
sería fácil cometer el error de pensar que el berserker bárbaro era un disfraz. Tag
era ambos, y eso fue antes de que su lobo entrara en consideración.
—¿Dime cómo —dijo Charles—, lograste quedarte atrapada para salir a
advertir a los salvajes con Asil?
—Está bien. —Anna hizo una mueca de simpatía cuando tiró de la correa al
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final de su trenza, y estalló.
—Lo sé —dijo con una mueca—. Sé que estarías más feliz emparejándome con
un lobo diferente. ¿Quizás Sage debería venir conmigo y Asil irse contigo?
—No. Al Hermano Lobo no le gusta, pero es mejor así. Algunos de estos lobos
no escucharían a un mensajero que ven como alguien de rango inferior. —
Resopló—. Algunos de ellos tampoco nos escucharán a ninguno de nosotros.
Pero si uno de ellos decide causar problemas… Asil es mejor disuadiendo que
Sage o tú. Ningún hombre sano atacaría al moro.
—¿Le hablamos a Leah sobre el traidor? ¿Entonces también podrá vigilar las
rarezas? —preguntó Anna—. O trabajar para que Asil sea su compañero, ¿así uno
de nosotros en cada grupo sabrá a qué estar atento?
Él soltó su cabello, algo que Anna nunca se cansaba de mirar. No era solo que
su cabello era hermoso, aunque lo era. Era la intimidad del momento. Nadie más
podía ver cómo se veía con el cabello suelto.
—Está bien —dijo Anna—. Hester podría haberlo hecho. ¿Cuántas Hester hay
entre los salvajes de tu padre?
—Punto para ti —dijo—. ¿Qué tal si advierto a Leah de que tenemos motivos
para creer que estas personas están preguntando por los salvajes?
148
Sacudió la cabeza.
Anna se rió a su pesar. No, sutil no era algo en lo que Leah fuera
particularmente buena.
—Te dio a ti y a Sage los que ella pensó que serían los peores con los que tratar
—dijo Anna—. Ella nos dio a Asil y a mí los más rotos. Fue cuidadosa, me dijo,
para asegurarse de que nosotros tengamos problemas para controlar a sus lobos,
no de otra manera. De esa forma, con suerte, Asil no tendrá que matar a ninguno
de ellos.
—No es así como lo dijo, pero creo que así es como lo ve. —Asintió Anna—.
¿Debería haberme opuesto cuando me emparejó con Asil? —No había planeado
preguntarle, pero las palabras salieron de todos modos—. Probablemente podría
haberla hecho enviar a Asil con Sage si hubiera querido empujar.
Los ojos de Charles se iluminaron por un instante, y aunque no salió ninguna
palabra de su boca, escuchó el sí del Hermano Lobo tan claramente como si le
hubiera hablado al oído.
—Desde el punto de vista de echar un vistazo a todos los salvajes, podría haber
funcionado mejor si tú y Leah se hubieran emparejado. Tal como están las cosas,
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tendremos que encontrar una manera de ver a todos los lobos que Leah y Juste
tienen en su lista. Hablando logísticamente, los salvajes que más probablemente
han traicionado a la manada están en el grupo de Leah, porque son los más
estables del grupo.
—No creo que Leah sea lo suficientemente dominante como para conseguir
que los salvajes retrocedan, y tu efecto es demasiado impredecible. —La miró por
encima del hombro—. Y si Juste y Asil están en un coche durante un día
completo, podríamos estar sacando cuerpos. Juste tiene un problema con Asil.
Eso le hizo reír. Él tocó su mejilla y retiró su dedo para mostrarla la suciedad.
Esta casa, pensó, era una prisión en la que todos sabían lo que todos los demás
estaban haciendo. Demasiadas orejas puntiagudas y narices más afiladas para
150
mantener su vida privada en privado. Ella entendió que a Charles no le
importaba quién supiera cuando hacían el amor, lo opuesto, de hecho.
Sus ojos estaban cansados, pensó, bajo la risa. A través de su vínculo, ella podía
sentir su tristeza persistente.
—¿Quién, yo? —dijo, con voz pensativa—. Tal vez. Pero en caso de que
pensaras que era una queja… —Se inclinó hacia adelante y la besó, tocándola solo
151
con sus labios porque eso era todo lo que necesitaba.
Él se apartó, sus labios más calientes de lo que habían estado cuando tocaron
los de ella por primera vez. Le dio otra sonrisa, está llena de amor y amabilidad.
La gente no siempre notaba lo amable que era su pareja porque era astuto de esa
manera.
—Tengo que limpiarme —dijo—. Y necesito detener esto antes de que ambos
seamos gruñones. Cuando terminemos de correr mañana, deberíamos parar en
casa. —Donde es privado, y no te sentirás incómoda, fue lo que él no dijo.
“Lo aprecio” era una palabra que se usaba a menudo en las ceremonias de
boda tradicionales que Anna no creía que mucha gente entendiera. Deberían
observar a Charles durante unos pocos días; podrían aprender algo. Charles era
un hombre que sabía cómo atesorar lo que amaba.
Ella dijo:
—¿Retiras tu invitación?
152
la suite, a través de la cual era posible que cualquier persona con orejas de
hombre lobo escuchara la charla de algunos miembros de la manada
conservadores que todavía estaban hablando—. Pero yo no…
Ella se quitó la camisa. Antes de que hubiera liberado su cabeza, unas manos
cálidas, sus cálidas manos, estaban deshaciendo la correa de su sostén.
Un poco más tarde, más tarde, sin fuerzas y sin aliento, Anna dijo:
—Es bueno saberlo. Yo, también. —Hubo una breve pausa y dijo—: Podemos
ducharnos más tarde. Cuando me pueda mover.
153
—Está bien. Puedo ir con eso.
Asil conducía como si fuera humano, con reflejos humanos. Era lindo, decidió
Anna, no tener que elegir entre conducir ella misma o vivir con las decisiones
repentinas de Charles de conducir como si una ruina no pudiera herir a alguien
en el coche. Anna pudo relajarse mientras Asil transitaba por las casi carreteras
por las que viajaban.
Era un artista que debería haber sido famoso en todo el mundo en lugar de un
hombre lobo famoso. Ella lo consideró por un momento. Tal vez era famoso, pero
si era así, era con un nombre diferente, porque había mirado antes, para ver si
podía encontrar su trabajo en el mundo real.
154
—¿Cómo es él? —le preguntó a Asil porque sabía que Bran usaba a Asil para
tratar con Wellesley la mayor parte del tiempo. Se entendían, y ella reunió que
Wellesley podría ser difícil.
—Es uno de los salvajes de Bran. Eso significa que está roto.
—Lo siento, querida, pero no sé cómo responder eso. Él tiene problemas de una
manera muy similar a la esquizofrenia, pero es más probable una interacción
dañada con su lobo. Es muy tímido, pero creo que es producto de su condición
más que una tendencia natural. —Hizo una pausa—. Puedo decirte que no eres
su única fan. La gente sigue intentando hacer que le pregunte acerca de encargar
una pieza. —Se rió—. Justo esta mañana, Sage le solicitó a Leah que se cambiara
conmigo para que poder venir y conocerlo.
Cuando llegó por primera vez a la manada, pensó que Sage y Leah no se
gustaban mutuamente. Pero había llegado a entender que posiblemente estaban
tan cerca de ser amigas como dos mujeres muy dominantes (hombres lobo o no)
podrían ser. A Leah le gustaba Sage activamente y generalmente se comportaba
frente a ella. Sage cortaba y le gruñía a ella y sobre ella, pero al final tenía el apoyo
de Leah.
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El primer pensamiento de Anna fue de sorpresa porque Charles no había
puesto el pie en el suelo y emparejado a Sage y Asil juntos en su lugar. Su
segundo pensamiento fue que Asil también hizo ese sugestivo comentario frente
a Sage.
—A veces —dijo Asil—. Actualmente, ella está jugando duro para conseguirlo.
Anna le echó un buen vistazo a su rostro para ver si estaba bien si pedía más
detalles.
—Ella cree que soy arrogante y que la trato como si no pudiera ocuparse de
ella misma —aclaró.
—Sí. —Le dio una elegante inclinación de cabeza—. La tiene. —Él tomó una
profunda respiración y le dio a Anna una sonrisa sin humor que le dijo que estaba
más molesto por eso de lo que dejaba ver—. Soy demasiado viejo para cambiar
quien soy, un hombre menos arrogante estaría perdido para la bestia que vive
dentro de mí. No puedes mirar a una persona, y que diga: “Si pudiera cambiar
esto o aquello, si pudiera elegir lo que quiero y descartar otras cosas, podría amar
a esta”. Semejante amor es pálido y débil, y está condenado al fracaso.
Ella pensó en eso.
—Traté de cambiar a Charles —dijo en voz baja—. Le dije a Bran que dejara
de enviarlo a matar en las misiones.
Asil suspiró.
—Eres muy sensata la mayor parte del tiempo, me olvido de lo joven que eres.
Eso no era cambiar a Charles, eso era intentar cambiar el mundo para que Charles
pudiera sobrevivir. Eso es proteger a tu pareja de las cosas que él no puede
protegerse.
—Tal vez Sage está intentando salvarte también —dijo Anna pensativa—.
Salvarte de la muerte, realmente. Si sigues intentando protegerla cuando no lo
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necesita, podría tener que dispararte. —Sage era muy buena disparando.
—Consideraré eso. No cambiará la forma en que actúo, pero tal vez haga su
argumento menos irritante.
—Puedo contarte algunas cosas sobre Wellesley —dijo Asil, después de haber
viajado lo suficientemente lejos como para dejar atrás el tema de Sage, junto con
varios kilómetros de pista de tierra sinuosa—. Puede usar magia, y no siempre a
propósito. No es un brujo, su magia está más cerca de la magia de Charles, creo.
Pero lo hace especialmente bueno en la magia de la manada. A veces viene a las
cacerías de la manada, pero nadie excepto Bran y yo lo sabemos. Y
probablemente Charles. Si Wellesley no quiere ser notado, es difícil de percibir,
y tendrás problemas para recordar detalles sobre él, exactamente cómo se ve.
Pausó.
—Soy viejo y poderoso, así que no tengo tantos problemas. Es por esta razón
por la cual Bran comenzó a enviarme a tratar con él.
—¿Así que podría venir a cazar con la manada, o ir a Aspen Springs, y nadie
lo notaría? —preguntó Anna. Porque eso era lo que Asil estaba evitando decir—
. Podría recopilar información sin que nadie sea más inteligente.
—Sí —dijo Asil—. He conocido a otros lobos que podrían hacer esto. —Se
detuvo—. Estoy bastante seguro de que Bran puede hacer un poco más.
Anna asintió solemnemente. Pensó que había una razón por la que visitar a los
lobos a veces no parecía que Bran lo notara hasta llamar la atención sobre sí
mismo. Parte de eso era su habilidad para ocultar la fuerza de su personalidad,
pero en varias ocasiones, juraría que la gente simplemente no se daba cuenta de
él en absoluto.
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—A él le gusta cantar —dijo Asil.
Asil asintió.
—Johnny Cash no era plano —objetó Anna, recién se había convertido en fan,
mucho para la diversión de ciertos miembros de la manada—. Simplemente
cantaba melodías en maneras inesperadas: Elegía otras notas en los acordes que
la nota de nuestra oreja creía que la melodía probablemente debería llevar.
—Sí —estuvo de acuerdo Asil—. Pero dices eso como si fuera algo bueno.
—A Charles le gusta Johnny Cash —le dijo. Charles había sido su puerta de
entrada a mucha música que una vez había descartado como vieja o tonta. Antes
de Charles, sus favoritos habituales para escuchar eran verdaderamente clásicos,
preferiblemente con mucho chelo o lo que fuera actual en la radio. La vida con
Charles había abierto su biblioteca musical considerablemente, y una vez pensó
que estaba completamente educada en el tema.
—Filisteos bárbaros —se corrigió Asil—. Johnny Cash era un hombre sin
educación, a la sombra con una voz profunda. Estás perdiendo el tiempo en
Charles.
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—Nunca has conocido a un Leprechaun, o no dirías eso. —Asil le dio una
sonrisa superior antes de volver su atención a evitar que el pesado SUV se
deslizara fuera de la pista cuando su rueda derecha golpeó un parche de tierra
blanda.
—Eso no es lo que pregunté —dijo Anna—. ¿Te gusta escuchar a Johnny Cash?
Asil suspiró y cedió con tanta vergüenza que supo que no era un tema
importante para él, no le gustaba que Johnny Cash fuera algo para avergonzarse
de todos modos.
Pero el Mercedes no se cayó, solo siguió por una pista muy empinada durante
dieciocho metros y giró bruscamente hacia la derecha.
159
—Parece que el control de la erosión que Bran había puesto aquí se mantuvo
durante otro año —dijo Asil, como si no hubiera notado su reacción de pánico—
. Hasta hace cinco años, cada verano Wellesley tenía que reconstruir este camino
porque el borde donde acabamos de girar rodaba por el acantilado cada
primavera.
Él sonrió blandamente.
Ella resopló y no le dio una sonrisa a cambio sin importar cuánto quería.
160
La oscuridad era tan profunda que las luces del Mercedes de Asil apenas
penetraba, o simplemente no había nada que ver. Anna vio un destello de cinta
reflectante, y el lento progreso de Asil se detuvo.
—Espera un momento.
Se sentaron en silencio durante un rato, las luces del coche se apagaron. Anna
se había acostumbrado a poder ver en la oscuridad, y la falta de luz stygian
comenzó a hacerla sentir claustrofóbica. Y otros tipos de fobia, también.
—Me olvido de lo joven que eres. “Sargento de artillería” significa que hacía
explotar un montón de cosas con productos químicos encontrados en los campos
de batalla, granjas y fábricas del siglo XIX. Tiene todo este lugar, tal vez todo el
lado de la montaña conectado para hacerlo volar. O eso me dijo Bran una vez.
—Está bien —dijo Anna pensativa—. ¿Te preocupa que Leah nos haya
enviado aquí a ti y a mí? Ella felizmente nos vería a ambos muertos. A ti más que
a mí, en general, pero no por el momento.
161
destruir una obra de arte tal como yo.
—Ahora podemos salir —dijo Asil. Lo cual habría sido más tranquilizador si
él no había murmurado en voz baja—: Creo.
Anna vaciló, pero era poco probable que permanecer en el coche la protegiera
si Wellesley decidía volarlos al siguiente reino, así que salió. Cuando cerró la
puerta, se tomó su tiempo mirando a su alrededor.
La entrada había sido natural, pero la pista que habían seguido parecía más
como un pozo de mina completo con maderas raspadas a mano sujetando el
techo de tierra y la vía del tren sin anclas y amontonada a lo largo de la pared.
Escalar resultó ser interesante. A veces las tablas funcionaban como pisadas
para sus pies, y a veces tenía que esquivar las tablas para subir. A unos seis
metros de altura, había muchas menos tablas. Tuvo que saltar y agarrar la que
162
estaba sobre ella, la barbilla hacia arriba hasta que pudo arrojar una pierna sobre
ella, luego se puso de pie y lo hizo todo de nuevo.
Las tablas estaban marcadas con marcas de garras, y se le ocurrió que esto
habría sido una escalada mucho más fácil en su forma de lobo. También notó que
había agujeros en la pared de tierra donde solían estar las tablas. Era poco
probable que una caída de nueve metros la matara, pero todas las tablas que
podía golpear en el camino podrían hacer el trabajo.
En la parte superior, había una brecha de poca ayuda de dos por cuatro a una
distancia sobre dos veces más alto que ella. Asil había liderado el camino, y él
hizo el salto fácilmente. Se detuvo en el borde en la parte superior durante un
momento, bloqueando su camino. Luego caminó a un lado y se inclinó,
descendiendo un brazo para agarrarse en la parte superior. Ella tuvo un
momento para visualizarse saltando lo suficiente como para hacerlo, pero no
tenía forma de moverse hacia los lados en la parte superior del salto. Una infancia
de dibujos animados de Bugs Bunny le permitió imaginarlo todo con bastante
claridad.
El agujero a través del cual habían emergido estaba centrado en una habitación
pequeña y sencilla sin ventanas, que estaba iluminado por una sola bombilla
eléctrica. El suelo era de tierra simple y compacta, excepto por el borde de metal
que rodeaba el borde del agujero. Las paredes de la habitación eran de hormigón
con acabado rugoso. La única puerta era plana y de metal sin bisagras visibles o
cualquier forma de abrirla desde su lado.
—Si esto es lo que se necesita para llegar a las personas de nuestra lista —le
dijo Anna a Asil—, estaremos en ello toda la noche y algo más.
163
—¿Lista? —dijo un bajo grave cuando la puerta se abrió.
Asil tenía razón. Su voz sonaba como la de Johnny Cash, si Johnny hubiera
nacido en el Caribe en lugar de Arkansas.
Era un hombre negro de una estatura promedio, con una complexión de pecho
de barril y dedos gruesos y rechonchos. Para un hombre lobo, su rostro estaba
desgastado y su boca suave.
Parecía que hacía dulces para ganarse la vida, o juguetes de peluche, o alguna
otra ocupación irreprochable. No parecía un artista, y no se parecía alguien que
pudiera dañar a una mosca. Pero por mucho que amara su arte, todavía era uno
de los salvajes de Bran, él era bastante peligroso.
Asil dijo:
Wellesley miró las rodillas de Asil, pero bruscamente negó con la cabeza:
Movimiento decididamente canino que involucró sus hombros. Sus fosas nasales
se encendieron, inhalado ruidosamente dos veces. Sacudió su cabeza,
balanceándose sobre sus talones, luego miró a Anna con los ojos abiertos.
Anna pudo ver que el espacio de vida más allá de la puerta era lo opuesto a la
pequeña habitación apretada en la que se encontraban. Había mucha luz,
maderas pulidas, y espacios abiertos. No podía ver ninguna pintura dentro de la
estrecha ventana visual que la puerta le daba, pero olía a pintura al óleo y
trementina.
164
—No es necesario —dijo educadamente Asil. No se interpuso exactamente
entre ella y Wellesley, pero lo suficientemente cerca como para que todos
entendieran que consideraba a Wellesley una amenaza para proteger a Anna—.
Wellesley, estamos aquí para traer una advertencia. —Le habló a Wellesley sobre
el ataque a Hester y Jonesy.
Tan pronto como Asil le dijo que Hester y su pareja estaban muertos, Wellesley
cerró la puerta de su casa, como para protegerlo del daño de las palabras que Asil
estaba diciendo. El artista se apoyó contra la puerta cerrada y escuchó a Asil, una
mano en su boca, sus ojos cerrados y todo su cuerpo crispado.
Anna esperaba que hubiera alguna manera de abrir la puerta desde este lado
que no estaba viendo. ¿Tal vez él tenía otra entrada?
—Somos traicionados.
Bajó la mirada del lobo más dominante tan pronto como terminó de hablar.
165
llegaron. Sus palabras se sentían como verdaderas, pero ella dejaría que Asil
tomara esa determinación.
Wellesley golpeó su dedo del pie en el suelo y se aclaró la garganta. Sin mirar
a Asil con semejante intención que bien podría tener sus ojos centrado en el otro
lobo. Los labios de Asil se curvaron en una sonrisa.
166
Wellesley hizo una mueca hacia Asil, luego apartó la vista de los dos.
Asil le sonrió.
—Bran le diría eso —dijo Anna con un suspiro—. Bran conoce a Asil.
Asil la miró. Era una mirada pesada. Ella la había visto en Charles antes, pero
no en Asil.
—¿De verdad? ¿Crees que podría estar casada con Charles y traicionar a esta
manada? ¿A Charles? —Y yo no soy un salvaje, no dijo, pero lo pensó muy fuerte.
Si pensaba que era solo un espectáculo para Wellesley, no habría estado tan
molesta. Dolía.
—Crie a una bruja que mató a mi compañero —le dijo, mortalmente serio—.
He aprendido a no confiar en mis instintos sobre tales cosas.
167
—Está bien —dijo Anna a Asil—. Aquí va. —Ella sostuvo su mirada, no ese
contacto visual que era importante para un lobo que estaba evaluando las
declaraciones de la verdad, la mayoría de eso era su nariz y su oído. Pero parecía
ser la forma en que estaban haciendo esto, por lo podría seguirles el juego—. No
traicioné a esta manada. —Pensó en los factores que hablaban de traición, y dijo—
: El enemigo probablemente sabe que Bran no está aquí. No discutí la ausencia
de Bran con nadie fuera de la manada. No hablé con nadie en la manada o fuera
de ella sobre Hester porque hasta ayer no tenía ni idea de quién era o dónde vivía.
—Se estaba enojando, tenía que deletrear cosas, así que lo trajo de vuelta a algo
simple—. Nunca he traicionado a sabiendas a la manada, nunca traicionaría a la
manada.
Anna conocía a Samuel, por supuesto, pero él había dejado la manada mucho
antes de que ella se hubiera unido. Lo había visto de vez en cuando, pero no lo
conocía lo suficientemente bien como para decir algo sobre él. Pero confiaba en
el juicio de Asil.
—Ella no podría haber hecho esto —dijo Wellesley, agitando su mano hacia
Anna sin mirarla—. No sabe lo suficiente como para haberlo planeado. Y ningún
amigo de Charles podría ser indigno de confianza; el Hermano Lobo lo ve más
claramente que la mayoría.
—Sea quien sea, podrían enseñar a los fae sobre el engaño —dijo Wellesley—
. Quienquiera que sea, ha vivido con Bran, y no ha traicionado el hecho de que
168
son traidores. Nunca mentí y, sin embargo, traicioné al Marrok de la misma
manera. —Él giró su cabeza de repente y susurró algo que ella no entendió.
Anna comenzó a pedirle que lo repitiera, pero Asil llamó su atención y sacudió
su cabeza.
—Sabes lo que quiero decir —dijo, estresada—. Por supuesto que somos, todos
nosotros, sobrehumanos, pero darle a nuestro enemigo más poder en nuestra
imaginación no es útil.
—Aun así, sería difícil mantener un acto así —dijo Asil. Aparentemente, a
pesar de que Wellesley se había absuelto, no iban a dejarlo ver la nota que Jonesy
había dejado.
Sería mucho más fácil mantener un secreto de Bran si fueras uno de los salvajes
y no vivieras bajo su pulgar diariamente.
Como Asil había indicado mientras conducían, Wellesley, con su habilidad
para pasar inadvertido, habría sido un candidato razonable para su espía.
Excepto que ahora que lo había conocido, estaba bastante segura de que él no
tenía el foco.
169
frente.
Anna miró a Asil, pero él no la miró. Estaba mirando a Wellesley como un gato
mira a un ratón, pero más cauteloso y menos hambriento.
En otra persona, Anna habría tomado eso como una amenaza. Pero no lo
rastreó con lo que estaban hablando o con el resto de su lenguaje corporal, el cual
había sido sumiso con Asil durante todo este encuentro.
—No. —Asintió Asil. Anna notó que Asil también había visto esas manos. Él
se paseó un poco como si estuviera pensando, pero el movimiento en la pequeña
habitación lo dejó directamente entre Wellesley y Anna—. Ella es un bebé, y la
conocemos a fondo. No podría mentirme, mucho menos a Bran. —Hizo una
pausa—. Y estoy bastante seguro de que no sabía nada sobre Hester. No es como
si alguien hablara sobre los salvajes a no ser como una advertencia general.
¿Cuál era el juego de Asil aquí? ¿Para ver si Wellesley podía tocar a uno de los
otros salvajes?
—Ella podría haber escuchado algo —dijo Wellesley, pero esta vez fue un
suave susurro, de disculpa y tentativo—. Los niños lo hacen. —Todavía estaba
inclinado, mirando fijamente en la esquina de la habitación, lejos de Asil y Anna.
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sabía que estábamos mirando, ¿no es así? Ella es débil, es una presa. Deberíamos
comérnosla. Ella sabría igual a la niña en Tennessee. Mejor tal vez.
Anna miró a Asil de nuevo, con los ojos muy abiertos. Ella esperaba ver la
misma alarma o confusión que sintió. O más probablemente ira, Kara era una
particular favorita de Asil. Él estaba lo suficientemente enojado, vio, pero había
compasión en el rostro del moro, también.
—Podría ser que alguien hablara frente a ella. Que se lo dijera a alguien que
no debería.
—Si fuera Kara, podrías dármela —dijo Wellesley en una voz cantarina.
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Tenía visiones de Jack Nicholson en El Resplandor en su cabeza. Leah había
dicho que les había dado la mayoría de los salvajes, y Asil dijo que escogió el peor
primero. Asil le había hablado que el estado de Wellesley se parecía más a la
esquizofrenia. Había conocido a una chica en la universidad que hacía frente a
esquizofrenia, pero esa chica nunca había sido espeluznante.
—Kara habla con Asil —dijo con firmeza, como si no estuviera caminando en
sentido figurado entre dos hombres lobo enojados—. Ella habla con Leah y un
poco conmigo. Pero con el resto de los lobos, es realmente cautelosa, y no creo
que hable con ninguno de los niños en la escuela. Bran sigue recibiendo cartas de
sus maestros: “Kara es trabajadora e inteligente. Me preocupa que no tenga
amigos entre sus pares. No participa en trabajos grupales ni en actividades
deportivas externas”, y variaciones de eso. Leah la hace escribir una carta todas
las semanas a sus padres, la mayoría de las cuales tienen cuatro oraciones porque
Bran impuso esa regla después de que su primera carta fuera “Querido papá,
estoy viva. Kara”.
—Está bien —estuvo de acuerdo, su voz era mucho más normal que su
postura. Casi conversacionalmente, preguntó—: ¿Qué hay de Sherwood? Él
sabría sobre los salvajes: Fue uno por un tiempo. Él sabría sobre la ausencia de
Bran porque está en la manada de Adam ahora.
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—¿Sherwood Post? —dijo Asil—. No.
—Así que tiene que ser alguien. Y Sherwood es el más nuevo después de Kara
y Anna.
Para un salvaje, Wellesley parecía estar bastante versado sobre quién era quién
en la manada. No era de extrañar que Asil lo hubiera puesto en la parte superior
de su piscina de sospechosos.
—Lo conociste antes de que las brujas lo agarraran y tomaran su pierna y sus
recuerdos. ¿Quién era él?
—No importa ahora. Es altamente improbable que recuerde quién fue alguna
vez. No importa lo que piense Bran. Pero su núcleo es el mismo: Él fue el
campeón de los indefensos. Nunca facilitaría un ataque a alguien vulnerable. No.
No es Sherwood. Además, solo sabía que Bran se había ido mientras estaban
rescatando a Mercy. Hasta donde yo sé, nadie que no esté en la manada sabe que
Bran todavía no está.
Esta conversación era bastante extraña incluso para los estándares del hombre
lobo. Deseó agarrar a Asil y haberse ido cuando él lo sugirió. El eco de “Esa chica
en Tennessee”, mantuvo el pelo en la parte posterior de su cuello y su lobo
inquieto.
—Tiene que ser alguien —dijo Wellesley. Luego hizo una pausa—. Tal vez no.
¿Y sobre algún tipo de spyware electrónico? Podría ser algo plantado en la casa
del Marrok, o incluso a una persona que no lo sabía. He leído sobre cosas que las
personas tragan, y escuchan todo. —El artista tenía su rostro señalando hacia la
esquina de la habitación, por lo que no vio la mirada pensativa de Asil—. Tal vez
lo leí —murmuró Wellesley—. O tal vez alguien me hizo eso. Lo olvidé. Estúpido.
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congreso sugiriendo que todos los hombres lobo deben ser implantados con un
dispositivo de rastreo, pero está estancado porque no pueden encontrar uno que
sobreviva a un cambio —dijo Asil.
Y parte de la rareza de toda esta conversación tenía que ser la forma en que
Asil ignoraba las extrañas acciones de Wellesley y hablaba con él como si
estuvieran teniendo un intercambio normal. Bueno, ella podría hacer eso también
si fuera útil.
Dejó el comentario de brujas donde estaba. Eso era cierto. En esta compañía,
no había beneficio al pensar en ello.
—Bastardo paranoico —dijo Asil, con algo que sonaba extrañamente como
afecto.
174
extraños.
—No a propósito, creemos. Hasta ahora todo ha sido en hombres lobo que
admiten lo que son al mundo. El tipo de cosas que Charles ha encontrado han
sido micrófonos ocultos, ropa o equipaje.
—Lo hacen —le dijo Anna—. No saben sobre el Marrok, creemos. Pero han
sabido de Aspen Creek desde la década de 1970 al menos, probablemente antes
que eso. Un grupo selecto de “ellos”. Esa fue una de las cosas que llevó a Bran a
sacar a los hombres lobo a la luz pública. Los secretos son solo útiles como
palanca siempre y cuando sean secretos. —Esa última frase era casi una cita
directa de Bran.
—Hiciste un punto válido, Asil —dijo Anna con firmeza. No estaba segura de
que fuera algo bueno que Wellesley se levantara. Su lobo estaba empezando a
agitarse. ¿De qué punto válido había estado hablando? Agarró uno al azar,
retrocediendo veinte minutos de conversación para hacerlo—. Quiero decir,
cuando notaste que habrías hecho un mejor trabajo en el desastre de Hester. Si la
intención fue secuestrar a Hester.
175
—Podrían haberla querido muerta, y enlodaron las aguas de la motivación por
lo que implica que fue una operación más grande que un simple asesinato —
ofreció Wellesley—. O podrían haber querido que Jonesy muriera.
—O podrían haber querido saber dónde están todos nuestros lobos solitarios,
nuestros poderosos y vulnerables lobos dañados —dijo Anna lentamente.
Preguntaron sobre los salvajes, había dicho la nota de Jonesy. Charles le había dicho
que había lobos aquí fuera que tenían un conocimiento peligroso, cosas que otras
personas matarían por saber—. Supongo que tendríamos que salir y advertirles.
—Solo tenía sentido lógico, siempre y cuando supieras lo suficiente sobre cómo
funcionaba la manada, cómo funcionaban los salvajes para saber que una
llamada telefónica probablemente no haría el trabajo.
Asil gruñó.
Wellesley sonrió, agachó la cabeza y levantó una mano para chocarla con la de
Anna.
176
Hubo un momento cristalino cuando ella entendió que esto no era buena idea.
Wellesley claramente tenía algunos problemas. Todos los hombres lobo tenían
un poco de trastorno de personalidad múltiple: La mitad humana y la mitad del
lobo a veces existían en un estado de conflicto. Charles y el Hermano Lobo eran
una demostración funcional de cuán separados podrían estar el espíritu lobo y el
humano. Pero su compañero y su lobo existían en armonía.
Y aun así, ella era la compañera de Charles Cornick, quien era segundo en la
manada del Marrok. Si dejaba ese gesto amistoso colgando, sería suficiente
declaración, una que no quería hacer.
Anna era un hombre lobo. Había estado trabajando con Charles prácticamente
desde que la había traído a Montana. Su tiempo de reacción era bueno; era más
rápida que muchos de los lobos.
Asil mataría para defenderla, pensó. Pero aparentemente entendió mucho más
rápido que ella exactamente lo que había sucedido, y más importante, lo que no.
177
salvajemente y murmuraba algo en un idioma que ella no podía entender.
—Omega —dijo Asil en voz baja, se agachó a su lado, su rostro a pocos metros
de distancia de ella—. Debería haberte detenido para que no lo tocaras. Mi
esposa, ella tenía un mejor control de lo que era. Nadie habría entendido lo que
era, o habría sido afectado por ella por su toque casual a menos que quisiera que
lo hicieran.
Ella lo miró. No podría estar aquí, con un extraño encima, durante unos
minutos.
Él lo vio.
Ella asintió. Entendió que Wellesley estaba recibiendo algún tipo de alivio de
ella, y él reaccionaría mal si alguien intentaba quitársela. Asil no creía que
Wellesley fuera lo suficientemente racional como para dejarla ir.
—Está bien —dijo, intentando no parecer aterrada. Esperando que Charles no
estuviera recogiendo esto. No lo haría si lograba evitar el ciego terror—. Bien.
178
—¿La chica de Tennessee? —murmuró Anna, bastante segura de que
Wellesley no estaba asistiendo a la conversación entre ella y Asil. Él estaba
llorando ruidosamente, y era algo horrible de escuchar de un hombre adulto.
Pero la tranquilizó, porque él no sonaba como…
Alguien más.
—No como ahora —dijo Anna. Era difícil sacar las palabras de su garganta,
pero al menos no tenía que susurrar.
—No como ahora —asintió Asil—. La tecnología ha facilitado muchas cosas,
pero también el caso de Wellesley en particular hizo que Bran decidiera que era
importante no perder la pista de cualquier hombre lobo si podía evitarlo.
—Ya sabes mucho sobre esto para un hombre quien estaba en otro continente
en ese momento.
179
La sonrisa de Asil brilló.
—Sé que todo vale la pena saberlo —le dijo. Pero su rostro se puso pensativo—
. Pregunté después de que comenzara a visitarlo. Quería saber tanto como
pudiera con la esperanza de poder ayudarlo. Sabía un poco antes, por supuesto.
Su historia fue ampliamente publicada en ese momento. Creo que parte de lo que
ha hecho Bran tan duro contra los lobos, ahora que el público sabe de nosotros,
es que tiene miedo de que alguien recuerde la vieja historia de Wellesley.
—Como dijiste —le dijo Asil—, era más fácil perderse y vagar en esos días.
Muchos hombres sin familia o pasados deambulaban por el ferrocarril y las
carreteras en la era de la Depresión. Wellesley era uno más de ellos hasta que
finalmente perdió el control del lobo en una pequeña ciudad con una población
de aproximadamente cuatrocientas personas. Ya no está, esa pequeña ciudad, o
tal vez más gente recordaría esta historia. Wellesley a veces está seguro de que
había una bruja negra, o algo así como una bruja negra, involucrada. Pero
después de eso, solo estaban Wellesley y algunos cuerpos: Un hombre negro en
una ciudad en su mayoría blanca.
Asil le dio una palmada a Wellesley otra vez, pero el otro hombre lobo no
pareció darse cuenta. Después de un momento, Asil comenzó a hablar de nuevo.
—Fue entonces cuando Bran se dio cuenta de él. Envió a Charles a sacar a
Wellesley. —Hubo una pausa, y Asil dijo con amargura porque no quería
respetar a Charles—: Entiendo que irrumpió en la cárcel donde Wellesley estaba
bajo una pesada guardia y se fue con él. Pero si puedes conseguir que ese lobo
con la boca cerrada te diga cómo lo hizo a la vista de dos guardias, dejando una
celda vacía y cerrada detrás sin que nadie más lo supiera, habría mucha gente a
la que le encantaría escuchar esa historia.
Asil negó.
—No recuerda nada, excepto trozos y piezas, sobre todo, ese es su lobo, de
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todos modos. Wellesley no tiene suficientes recuerdos para defenderse de
cualquier cosa que alguien quiera reclamar sobre ese día si alguien desenterrara
los viejos registros de periódicos o el diario de alguien sobre el asunto.
Asil suspiró.
Asil, sin embargo, estaba sobre Wellesley antes de que sus dientes afilados
pudieran hacer más que raspar contra su clavícula. Entonces ambos estaban
rodando por la habitación mientras Anna se ponía de pie. Antes de que ella
pudiera saltar y agregar su peso al juego, Asil tenía a Wellesley clavado en el
suelo en un movimiento de lucha complejo que no le permitió al hombre lobo
usar su gran fuerza para liberarse.
Y Wellesley, o el espíritu lobo que vivía en Wellesley, lo intentaba. Sus ojos,
esos brillando con el dorado del lobo tan sorprendentes en su rostro oscuro, no
veían nada excepto enemigos. Su rostro, cambiando lentamente a lobo, era
salvaje. Su mandíbula se rompió y estalló en el aire como si hubiera alguna
manera de que pudiera salir de los huesos de su cuerpo para llegar a Asil, pero
estaría satisfecho con cualquier persona.
Asil le canturreó en español como si la loca criatura fuera una niña. Había
poder en su voz, la magia del hombre lobo de un lobo muy dominante tratando
de calmar a Wellesley.
Ella podía sentir al otro hombre tratando de regresar, pero el espíritu del lobo
era dominante, también. Asil, pensó, podría haber dominado al otro lobo, pero
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estaba esperando que Wellesley pudiera controlarlo él mismo. Un lobo tan viejo
que no podía controlarse a sí mismo mejor que esto, necesitaría ser asesinado.
Asil convirtió su canción en inglés, hablándole con la misma voz que utilizó
para Wellesley.
—Ten cuidado con lo que haces, Anna. Tus habilidades te permiten traer un
gran alivio para el lobo, pero tiene un coste. Cuando te alejas, él tiene que asumir
la carga de controlar a la bestia de nuevo, y eso requiere mucho más valor y
fortaleza que hacerlo en primer lugar.
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mismo, no solo de Wellesley, cuando le advirtió sobre los posibles resultados de
su intromisión.
—No quiero matar a este, que ha luchado tanto durante un largo tiempo.
Quien crea tal belleza como él es digno de cualquier cosa que podemos hacer
para ayudarlo.
No era un sí. Pero pensó que podría tener una solución para eso.
Ella había estado practicando usando lo que era desde que llegó a Aspen
Creek. A veces era difícil encontrar víctimas… sujetos. Como dijo Asil, la mayoría
de los lobos no se oponían al efecto inicial, era después lo que lo hacía difícil.
Kara fue su voluntaria más consistente.
Antes de que aprendiera a manejarlo mejor, lo que su aura omega hacía era
inundar el área con una ola de paz que enviaba al espíritu bestia de los hombres
lobo sin preparación al sueño. Ella y la única otra omega que conocía habían
consultado en Internet (porque vivía en Italia) y se detuvo en Asil, que sabía más
sobre omegas que cualquiera de ellos. Habían estado trabajando en otras formas
de utilizar su efecto sin dejar caer a sus amigos en sus pistas. Una de las cosas con
las que habían salido era algo que era más… una invitación que un martillo.
Cerró los ojos y visualizó una pequeña y tranquila hondonada debajo de un
árbol viejo cerca de un arroyo rápido que era su lugar favorito. El sonido del
arroyo corriendo cerca, el olor de las cosas en crecimiento, la paz del lugar se
apoderó de su corazón.
Durante mucho tiempo, este método solo había funcionado con Charles
porque podía usar su enlace de apareamiento como conducto. Había practicado
lo suficiente como para poder usar los vínculos de la manada también, y
últimamente había estado experimentando usando solo el tacto.
Inesperadamente, eso resultó ser más poderoso, o al menos diferente poderoso,
que usar los enlaces de compañeros o de la manada.
Con contacto con la piel, Anna obtenía una idea que nunca había recibido con
183
sus vínculos de apareamiento o de la manada: Empatía. O empatía de algún tipo,
de todos modos. No era mucho lo que sentía de las emociones del otro lobo; lo
que obtenía era una especie de lectura de presión. Podía medir cuánta emoción
tenían. Había aprendido a trabajar con eso, para suavizar toda la fuerza de lo que
sea que estuvieran sintiendo, luego hacerla retroceder.
Funcionaba mejor con algunos lobos que otros, por supuesto. No podía
obtener una lectura, la mayoría de las veces, sobre Bran o Asil, y mucho menos
afectar la cantidad de emoción que estaban sintiendo. Kara era su mejor sujeto.
Entre ellas habían afinado el efecto para que Anna pudiera ayudar a Kara a
quitarle el borde, o convencer al lobo interno de Kara a un sueño profundo
dispuesto sin afectar a ninguno de los lobos cercanos. O al menos permitiendo a
los lobos cercanos resistir el descanso que ella les ofrecía. Planeó intentar eso
ahora, por lo que era menos probable que afectara a Asil.
—Voy a intentar pedirle que deje que su lobo duerma, como lo hago con Kara.
No sé si esto te afectará —le dijo a Asil—. Nunca lo intenté cuando alguien más
estaba tocando mi sujeto experimental.
Él se rió, solo un poco, como si no estuviera luchando con otro hombre lobo.
—Estoy preparado, mija. Haz lo que necesites.
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podría haber perdido la conexión entre ella y el otro lobo, otra vez.
—Estoy bien —le dijo a Asil—. Pero esto es un poco extraño. Ten paciencia
conmigo, y no le dejes levantarse.
Cuando todo lo demás falla, el recuerdo de la voz de Charles sonó en sus oídos,
sigue tus instintos. Los hombres lobo tienen instintos bastante buenos.
Este se sentía como el tipo de lugar donde los instintos serían más útiles que
el intelecto.
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Luchó tan duro, y había estado luchando mucho, mucho tiempo. Casi un siglo
de batalla lo había desgastado hasta lo esencial. Ella podía ver lugares donde
estaba delgado, su cuerpo se desvanecía en grises parches.
Ahí es donde puedes verme, algo susurró en su oído. Ahí, en esos puntos desnudos.
Pero ella siguió sus instintos y no miró atrás, aunque los pelos de la parte de
atrás de su cuello estaban levantados como si fueran los pelos de su lobo. Lo que
sea que estaba de vuelta olía a maldad, rancio y pudriéndose. En un lugar como
este, a veces darse cuenta de las cosas demasiado duro les daba más realidad. Y
eso no era el instinto hablando, era algo que Charles le había enseñado.
Por favor, le preguntó, su voz viniendo, como la voz de esa cosa malvada, de
detrás de su oreja izquierda. Por favor ayúdanos, Namwign Bea. Nos estamos
muriendo, sanadora.
Ella extendió la mano y tocó su mejilla, como lo había hecho en el mundo real.
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Él no reaccionó a su toque, ni tocarlo cambió su percepción de él o de este lugar.
Él le había dicho, pensó ella, todo lo que podía; dependía de ella encontrar más.
Atrapándola.
Ella se tragó el miedo. Asil estaba en el mundo real, cuidándola. Y sus lazos
con su pareja eran fuertes, más fuertes aquí que en el mundo real, como si
tuvieran más sustancia aquí. No estaba sola, sin importar lo que sus temores
trataran de decirle.
Intentó alcanzarlo, tocar el pelaje y atravesar su mano, la que aún dolía por la
bala de plata que había matado a Hester, hasta una espina tan larga como su dedo
meñique. Las viñas, vio, estaban cubiertas de largas y afiladas espinas, aunque
no habían estado un momento antes.
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Ella gruñó y redobló sus esfuerzos para alejar las vides. Sus manos sangraron
hasta que fueron resbaladizas, y dejó brillantes rastros de sangre en la piel de las
plantas. Dondequiera que su sangre manchaba las enredaderas, se aflojaban
hasta que podía, por fin, ver a la criatura enferma y enfurecida atrapada dentro.
Con eso en mente, intentó visualizar un cuchillo, o algo que pudiera cortar a
través de las vides. Pero aparentemente eso no era algo que su magia pudiera
hacer. Frustrada, llamó a su lobo. Pero descubrió que no podía cambiar a su lobo,
no aquí en Wellesley… ¿qué? ¿Imaginación? ¿Alma? Prisión.
Pero logró darle a sus manos garras. Cavó en las vides, hundiendo sus garras
en la superficie de la vid.
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Querida, dijo Asil, ¿estás segura de que quieres desangrarlo?
Por un instante desnudo, recibió un destello del mundo real, donde sus
verdaderas garras se habían hundido en la piel de Wellesley.
Y susurró en sus oídos. Susurró cosas terribles, el tipo de cosas que sonaban
exactamente como esas vides olían.
Había magia en esas vides, lo cual había sabido. Pero no había estado segura
de quién era su magia. Ahora sabía que Asil había estado muy equivocado, esto
no era en absoluto un caso de desacuerdo entre la mitad humana y la mitad lobo
de Wellesley porque su compañera había muerto.
Esto era una maldición, algo que les hizo alguien más. La sangre de las vides
olían horriblemente familiares. Anna sabía a qué olía la magia de la sangre. En la
historia de Asil, había habido una mención de una bruja negra. Ahora podría
informarle que el rumor era cierto. Definitivamente había habido una bruja negra
involucrada, alguien lo suficientemente poderoso como para establecer un
hechizo vinculante en un hombre lobo que duraría… sin importar cuánto duraría
esto.
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Esto era brujería, y no sabía nada sobre cómo romper una jaula forjada por
brujería. Pero conocía a alguien que sabía más que ella, y que tenía su propio tipo
de magia.
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—Ella nos juntó solo para ser molesta —le dijo Sage a Charles, sin sonar
molesto.
—¿Leah? —preguntó Charles, aunque sabía muy bien de qué “ella” hablaba
Sage.
Al igual que su madrastra, a ella le gustaba usar buena ropa. Parte de la razón
de eso era su trabajo, y parte de ello era que las llevaba como una armadura. No
usaba cosas suaves, colores y telas para hacerla ver dulce. La ropa que llevaba le
daba poder visual. Aquí, declaraban al mundo, hay una mujer fuerte.
Para él, decían algo un poco diferente. Aquí, decían, hay una mujer que
necesita armadura, un escudo para esconderse detrás. Aquí hay una mujer que
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tiene miedo, pero levanta la barbilla y silba en la oscuridad.
Recordó cómo se veía cuando Bran la trajo hasta allí, la mirada en sus ojos
igual que los ojos de Anna cuando se conocieron por primera vez.
Ella era la única que lo llamaba así. Porque la primera vez que lo había dicho,
había estado magullada y asustada. Cuando su padre se la presentó, ella levantó
el rostro para mirarlo a los ojos, el terror haciéndola temblar. Entonces había
dicho, con un desafío sin esperanza:
—Hola, hola, Charlie.
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—Sí. Todos hemos escuchado el campo de batalla de tu obediencia a Bran. —
Se rió con más fuerza—. O Leah. La parte más divertida de esa declaración, sin
embargo, es que realmente lo crees.
Era la verdad, pensó, un poco indignado. Pero rara vez discutía con otras
personas que no fueran su padre o Anna, así que lo dejó pasar. Ella había
disminuido la velocidad, por lo que soltó su agarre del coche y cruzó los brazos
impasiblemente. Mantenía su palabra: Seguiría a Leah tanto como él seguía a su
pa.
Ella lo miró.
—Está bien —dijo ella—. Lo dejaré pasar. Aquí hay otra pregunta, entonces.
¿Por qué trajiste esa cosa?
Se detuvo en un prado llano y se estacionó frente a una casa estilo rancho que
habría parecido más apropiada en una calle de la ciudad que en el medio del
bosque. Su hogar también era de estilo rancho. Pero en este escenario, la casita
gris parecía un gato doméstico en la guarida de un tigre.
Conocía a estos salvajes lo suficiente como para haberse planteado la posibilidad de que
fueran traidores bastantes bajos. El engaño a largo plazo no estaba tanto más allá de ellos
que debajo de ellos. Cobardemente.
Salió del auto, y tan pronto como lo hizo, sintió ojos en la parte posterior de su
cuello. Dejó que el Hermano Lobo hiciera el trabajo de encontrar a sus vigilantes.
El engaño a largo plazo era cobarde, pero emboscar a tus aliados estaba bien.
—Detrás de nosotros —dijo Sage, después de haber caminado por el frente del
auto, y vuelto a su lado.
193
No estaban detrás de ellos, aunque esa era una estratagema interesante. Se
preguntó si en realidad podrían usar la magia de la manada para manipular el
viento, como lo hacía Bran, o si era un truco de la geografía del que habían
aprendido a aprovecharse. Con los salvajes, especialmente con estos salvajes,
podría ser cualquiera.
—Traemos una palabra y una advertencia —dijo Charles, sin alzar la voz—.
Hester y Jonesy fueron muertos a manos del enemigo. Un enemigo que incluía
un helicóptero y equipos con hombres lobo dispuestos a atacar a los lobos del
Marrok. Atacaron el lugar de Hester con la intención de tomarla cautiva. La
tenían enjaulada. Cuando la liberamos, la mataron a propósito.
194
aparte de que era uno de los gemelos.
El otro gemelo se dejó caer al suelo desde una rama más alta en un árbol
diferente. Su aterrizaje fue más fuerte de lo necesario para cubrir a su tercer
hermano, aún no visto.
A pesar de sí misma, a pesar de los años transcurridos entre Sage como era
ahora y la mujer derrotada que había sido cuando acudió a ellos, cuando dijo:
“Pruébame”, su voz era tensa y se acercó un paso más a Charles.
—Sí.
Charles no tenía intención de creerles sobre quién de ellos era quién, por
supuesto, no cuando estaban siendo tan cuidadosos para mantenerse a sotavento,
donde su nariz no podía hacer la distinción. Dio un lento paso alejándose de Sage,
poniéndola entre él y los gemelos.
Estaba demasiado ocupado girando para agarrar el hacha que Ofaeti, el tercero
de los hermanos vikingos, trató de clavar en su espalda. La agarró por el mango,
una mano arriba, la otra al final, las manos de Ofaeti entre las suyas. El vikingo
no lo esperaba, así que Charles fue capaz de balancear al hombre grande,
desequilibrado. Charles lanzó una patada rápida en su rodilla, que cedió con un
crujido.
195
Y en ese momento, justo en ese momento, Charles sintió que Anna lo llamaba.
Estrictamente hablando, se suponía que una lucha por el dominio era un uno
a uno. Por esa razón, quería que Sage estuviera completamente fuera de ello. Y
tal vez él había visto esa mirada de traición en su rostro y quería eliminar
cualquier duda en su mente de que él había mantenido su seguridad a la
vanguardia de sus decisiones.
Los gemelos, Geir y Fenrir (Charles estaba bastante seguro de que ese no era
el nombre con el que había nacido, sino un nombre que se había ganado), habían
corrido cuando Ofaeti atacó, pero viendo a Charles con el hacha en la mano y
Ofaeti fuera de la pelea (más o menos), disminuyeron a un ritmo más cauteloso.
Ahora, dijo Hermano Lobo, satisfecho ya que detrás de ellos el suelo aceptó un
cuerpo probablemente no muerto con un golpe seco, Ofaeti ya no es un factor.
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tiempo. Él les permitió hacerlo porque no haría ninguna diferencia en su juego.
Solo estaba un poco obstaculizado porque preferiría no matar a ninguno de ellos.
Su padre los había puesto en sus manos para protegerlos, y no habían hecho nada
(todavía) que pudiera forzar su mano.
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en el lado de la cabeza con el extremo romo del hacha en su lugar. Lo suficiente
para mantenerlo fuera por unos minutos, no lo suficientemente fuerte como para
matarlo.
Si hubiera sido Geir, podría haber contado con él para honrar la sumisión
como cese del fuego. Pero Fenrir no era el tipo de lobo en el que podía confiar tan
lejos.
¿Anna? No podía verla, pero podía sentir que ella estaba cerca y que estaba
preocupada.
—Es brujería —dijo ella, sin apartar la mirada de las vides—. No sé qué hacer
con la brujería.
Se acercó a ella y se dio cuenta de que su ropa era andrajosa y que tenía
rasguños ensangrentados subiendo y bajando por sus brazos y en su mejilla. Ella
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fruncía el ceño ferozmente.
—Oh, bien, estás aquí —dijo, como si solo ahora lo hubiera visto, aunque había
respondido a su pregunta. Era ese tipo de lugar—. ¿Caricatura?
—Creo que he construido esto como una metáfora. Pero no estoy segura de
quién está realmente a cargo aquí. Esto… —hizo un gesto con los brazos para
indicar toda la escena—… es un conglomerado de mis poderes, la magia de
Wellesley y eso. —En la última palabra, señaló el seto de la vid de brezo—. Eso
es magia negra, brujería. Y no sé cómo llegó hasta aquí ni cómo romperla.
Miró el seto un poco más a fondo. Lo primero que notó fue que las plantas
tenían solo un vago parecido a cualquier planta que hubiera visto alguna vez,
pero esto no era real. Había tenido cierta experiencia con este tipo de sueños
mágicos, aunque sus aventuras por lo general se parecían un poco más al mundo
real y menos a una aventura de Disneylandia.
Interesante, dijo el Hermano Lobo. Nunca sentimos ninguna brujería sobre él. ¿Es
nuevo?
—No lo creo —dijo Anna—. Creo que ha estado aquí por mucho tiempo. Asil
dijo que podría haber habido una bruja involucrada en el asunto en Tennessee.
Anna alzó ambas cejas y extendió su brazo hacia el seto de espinas y su olor
distintivo de sangre y maldad que era brujería.
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—Punto hecho —dijo.
—¿Sí?
Extendió la mano y la tomó de la mano, la que aún estaba vendada, por lo que
se mostró amable al respecto.
—No es necesario el amor entre tú y él —le dijo—. Pero Bran lo sostiene como
manada mientras nos sostiene a ti y a mí. Si te beso aquí, y lo besas en el mundo
real, tal vez podamos hacer un poco de magia, tú y yo.
200
Anna no entendía exactamente lo que Charles pretendía, pero estaba dispuesta
a confiar en él.
—Lo que sea que estés tratando de hacer, está funcionando. Puedo decir
cuánto más fácil se ha vuelto abatirlo.
Asil hizo una pausa con todo su cuerpo, y Wellesley luchó ferozmente. Él
chasqueó ante sus manos, y ella se las arregló para mantener su rostro solo
arrojándose sobre Asil y Wellesley. Tenía la sensación de que perder ese toque
en este momento sería malo.
201
Wellesley se volvieron instantáneamente menos efectivas, aunque no menos
apasionadas.
—Está bajo un hechizo —le dijo a Asil antes de que él pudiera decir algo—.
Brujería. Charles dice que tengo que besarlo en la boca.
—No tengo idea de lo que estoy haciendo aquí, Asil. Pero si está funcionando,
soy cautelosa de estropear esto.
Asil puso los ojos en blanco: Anna temía que estuviera enseñando malos
hábitos a todos los que estaban en la manada.
—Y Hermano Lobo nunca podría estar equivocado —murmuró—. Bien. Tu
trabajo es mantener tus manos sobre él, entonces, mientras lo posiciono para
besarlo. Para que tú lo beses. —Murmuró algo para sí mismo y gruñó.
No podía decir exactamente lo que él hizo, solo que Wellesley se movió, Asil
se movió… e hizo todo lo posible para mantenerse al día con ellos.
Eventualmente, Asil estaba debajo de Wellesley, y Wellesley estaba boca arriba
con su boca accesible.
202
si hubiera besado una valla eléctrica.
Ella se movió en sus brazos, y Charles gruñó. Estúpido Wellesley, pensó. Podía
decir que Wellesley tenía un poder similar a los dones que la madre de Charles
le había pasado a él. El otro lobo debería haber sido capaz de utilizar a Anna
como un conducto para el poder que Charles tenía: El poder de la manada del
Marrok.
Charles abrió su vínculo de pareja lo más que pudo, luego abrió el lazo de la
manada y se apoyó en él, empujando todo ese poder hacia su compañera y a
través de ella. Ojalá estuviera físicamente con ella, para poder explicarlo, podría
decirle a Wellesley qué hacer en lugar de esperar que viera...
La piel de Ana de repente estaba caliente con una energía que se sentía como
Charles, se sentía como manada.
En ese otro lugar, donde todavía estaba besando a Charles, Anna se acercó y
agarró una enredadera con su mano dolorida. Se retorció, serpenteó y luchó, pero
ella era una mujer lobo, y sabía cómo aguantar. Le quemó la mano y le azotó la
muñeca con espinas, y aun así mantuvo su agarre.
203
Abrió los ojos y vio que el brezo explotaba en flores que le recordaban a las
flores que habían cubierto el valle cuando Jonesy murió. Durante dos
respiraciones, el aire olía fresco y hermoso; y luego ella y Charles fueron
envueltos en enredaderas.
Las espinas se clavaron, dolor agudo seguido de un dolor sordo. Las flores
pasaron de amarillo brillante a gris, luego se murieron. A su alrededor, las
enredaderas se apretaban hasta que apenas podía respirar.
Y Charles...
Algo la protegía, tal vez era Charles, él mismo. Pero el cuerpo de su compañero
estaba rígido contra ella mientras las espinas se clavaban y enviaban golpes de
agonía que podía sentir a través de su vínculo.
Tomó su teléfono y escuchó, una vez más, la versión seca de Charles sobre la
muerte de Hester. De la nota críptica de Jonesy. De la conexión entre su enemigo
y el que los había estado acechando durante años.
Mi culpa, pensó Bran. Fue mi culpa que ella muriera. Confiaba en mí, y yo le fallé.
204
Hester estaba muerta, y él no estaba más cerca de saber quién era su traidor, o
al menos no estaba seguro de quién era su traidor. Echó un vistazo a la
computadora en el falso escritorio de cerezo, pero no se atrevió a tocarla hasta
que se calmó. Había sacado los datos financieros de la manada de Leo y los datos
financieros mucho más simples sobre Gerry Wallace y los había estado
revisando, hasta que su lobo había tenido suficiente.
Sigue el dinero. El enemigo tenía una gran cantidad de fondos de algún lado.
Ese dinero debería dejar un rastro, pero no podía encontrarlo. Tampoco pudieron
los contadores mucho más capaces que el alfa de Chicago había puesto a revisar
los archivos. Debería haberle dado esos registros a Charles, Charles podría haber
sido capaz de encontrar algo... por eso Bran no se los había entregado. Porque
tenía miedo de lo que Charles encontraría.
—La traición es un asunto sucio —le dijo a la bestia dentro de él. Ese era el don
de su madre, el monstruo que vivía dentro. Ella no lo había infectado, es cierto.
Pero él había absuelto a su padre de esa responsabilidad hace mucho tiempo. Ni
siquiera los señores de los fae habían podido obtener lo mejor de su madre. Su
padre, que había sido un simple granjero, no tuvo ninguna posibilidad una vez
que ella le había puesto los ojos encima.
Asil sostenía al lobo loco lo mejor que podía, aunque estaba bastante seguro
de que lo mejor que podía hacer por todos ellos era romperle el cuello a Wellesley
y salvarles la vida a todos. Sí, Wellesley era un artista del tipo que hace volar el
alma de Asil. Sí, Wellesley era perspicaz e ingenioso… incluso mientras luchaba
205
con la bestia dentro de él.
Pero Anna era una omega. Un tesoro. Asil había perdido a su compañera, pero
Alá, que conocía el corazón de los hombres y cómo curarlos, le había dado a Asil
una segunda omega para proteger. La amaba, aunque no estaba enamorado de
ella. La amaba como un hombre debe amar el pozo que trae agua a su gente en
el desierto. Por el bien de ella, él daría su vida. Por el bien de ella, simplemente
debería eliminar a Wellesley.
Sintió cuando Charles abrió los lazos y pidió poder. Dio todo lo que pudo y no
perdió su control sobre Wellesley. Atrapado a través de los lazos, pudo sentir la
oleada de energía con sabor a manada y Charles recorriendo a Anna y a
Wellesley, sintió temblar el cuerpo del otro lobo bajo la embestida de tanta magia.
Asil sabía que eso no era justo. Él, de todas las personas, soportó la carga de
alfa. Él había cedido esa posición porque era una gran carga. Pero necesitaban a
Bran, y él no estaba allí.
206
Sobre él, los ojos de Anna se agrandaron, se volvieron azules como el hielo, y
todo su cuerpo brilló con la magia del Marrok.
Anna gritó con el fuego que inundó sus venas, el sonido que hizo amortiguado
por los labios de Charles. El fuego se deslizó por su brazo y dentro de su mano
quemada, convirtiendo su carne en agonía.
Cuando cayó la última gota de polvo de la mano, Charles rompió el beso. Dio
un paso atrás, manteniéndola firme hasta que encontró el equilibrio. Luego
desapareció en la oscuridad que estaba cayendo a raíz de la destrucción del seto
de brezo. No lo perdió, sin embargo; podía sentir su cansancio a través de su
vínculo.
El set de La Bella Durmiente se desvaneció, como Charles se había desvanecido,
hasta que se detuvo en un vasto y grisáceo vacío. La única cosa presente además
de ella era un demacrado lobo dorado.
Vete a casa, Namwign Bea, le dijo el lobo con la voz de Wellesley. Vete a casa y
descansa.
Eso tenía mucho sentido, ya que ella estaba cansada. Dio un paso y se
desplomó. El suelo se levantó y la tomó con manos suaves. Le dio unas suaves
207
palmaditas.
Debería haber sabido que sería Asil, pensó gruñonamente. Asil no respetaba los
límites de nadie excepto los suyos propios.
Sabiendo que no tenía sentido luchar contra él, bebió el dulce té que le llevó a
los labios. Y bebió la segunda taza, también. En la tercera taza, estaba sentada
sola y lo suficientemente alerta como para mirar a su alrededor.
Asil sacó la cabeza de la nevera y miró por el enorme agujero donde había
estado la puerta de acero (y el marco de la puerta de acero) hacia su anfitrión.
208
—No —dijo—. Pero espero que le tome un poco más de tiempo recuperarse
de lo que te tomará a ti. Ser liberado de una poderosa maldición generalmente
deja a la víctima con una terrible resaca. —Hizo una pausa pensativa—. O
muerto. Supongo que apreciará la resaca.
Anna había sido envuelta en una manta. Su rostro había sido lavado
(vagamente lo recordaba). Había sido mimada con tres tazas de té dulce, y ahora
Asil estaba robando comida para ella. Wellesley había quedado en el suelo donde
había caído.
—Por supuesto. ¿Por qué no me gustaría? Se dio cuenta de lo que eras, decidió
que podría ayudarlo a salir de los problemas en los que se metió. Luego te agarró
sin permiso, y si el Marrok no hubiera abierto las compuertas, estarías muerta. Y
probablemente también lo estaría el resto de la manada.
Asil lo señaló con el cuchillo que había obtenido para cortar el cheddar.
—No culpes a tu lobo por lo que hiciste. Tu lobo solo entendió lo que ella
ofreció. Fuiste tú quien decidió usarla para romper tu maldición.
—Eso es justo —dijo Wellesley—. Creo que lo hice. —Hizo una pausa—. No
lo siento. Si nos hubiera matado a los dos... ¿a todos? De todos modos, si
estuviéramos muertos, lo lamentaría. Pero dado que sobrevivimos, estoy
simplemente muy, muy agradecido. Si pudiera moverme, te besaría la mano,
Anna.
—Será mejor que te muevas muy pronto —dijo Asil alegremente—. Charles
esta, estoy seguro, en camino. Si crees que no estoy feliz contigo, solo espera a
que Charles te explique sus sentimientos. —Cortó un poco de queso—. Charles
209
es un hombre de pocas palabras. Tienes suerte de que deje de llevar un club.
Asil la miró.
—¿Un hacha?
Ella asintió.
—No sé por qué, pero creo que llevaba un hacha cuando le di un toque por
primera vez para ver si podía ayudar.
Asil sonrió.
—La tiré —dijo, luciendo un poco avergonzado por primera vez—. Estaba en
mi camino.
—No soy cualquier hombre lobo —dijo Asil—. Y si hubiera tenido un pomo
como cualquier puerta adecuada, todavía estaría donde la dejaste.
Con Anna allí para recordarle a Asil sus modales, Wellesley eventualmente
fue ayudado a sentarse en una silla en su cocina y comer sándwiches a un ritmo
que hizo que Asil se quejara de su nueva vocación como cocinero de comida
rápida. Anna agarró dos o tres y notó que Asil había comido tal vez el doble.
Había muchas cosas que quería saber sobre lo que acababa de suceder, pero se
encontró asintiendo entre un bocado y el siguiente. Lo siguiente que reconoció
fue la voz de su compañero.
210
—¿Anna? —dijo Charles.
—Lo siento —murmuró, sin abrir los ojos—. Coma por alimentos. Sucede
cuando me succionan las caricaturas y peleo con malvadas cosas espinosas.
Tienes que despertar, dijo Hermano Lobo. Para que nadie muera.
Charles estaba arrodillado junto al sofá. Una mano en su rostro. La otra mano
estaba sosteniendo...
—Eso —dijo Anna—, es un hacha muy grande que no tenías esta mañana
cuando te fuiste. —Y tenía sangre en ella. No su sangre, no lo creía. No olía a su
sangre.
211
Si estás muerto, no serás de ninguna utilidad.
Ella no pensó que parecía demasiado aterrador, pero luego miró por encima
del hombro de Charles a los demás. Sage estaba un poco pálida, pero su rostro
estaba muy tranquilo. Wellesley parecía casi muerto, pero él se había visto de esa
manera cuando ella se quedó dormida. Asil parecía un gato desquiciado
arrinconado por un gran perro maldito.
—Ya que todos estamos aquí ahora —dijo—, tal vez Wellesley nos dirá
exactamente qué pasó en... —miró a Charles—… Rhea Springs, Tennessee,
¿verdad? Porque creo que fue allí donde atrapó esa interesante maldición de la
Bella Durmiente.
—No sé si eso importa —dijo cansadamente Wellesley—. La mayoría de los
principales están muertos, a excepción de mí. Incluso la ciudad se ha ido,
ahogada por la AVT4 en los años cuarenta.
—No me hace feliz —dijo Charles—, saber que algo así existía justo debajo de
mis narices, justo debajo de la nariz de mi padre, y ninguno de nosotros
sospechaba nada.
212
—Puedo ver eso. ¿Dónde quieres que comience?
4
Autoridad del Valle del Tennessee es una agencia del New Deal creada para generar
energía eléctrica y controlar las riadas del río Tennessee en una región que abarca siete
estados de los Estados Unidos.
Capítulo 9
213
—No recuerdo todo. —Wellesley cerró los ojos cansadamente—. Pero has
ganado más de lo que te puedo decir. Asil, mi viejo amigo, si no estás irritado
conmigo, ¿abrirías el armario encima de la nevera y tomarías la botella que
encontrarás allí? Entonces, si lo deseas, sirve a todos los que lo deseen, pero sobre
todo a mí, ¿un poco? Lo estaba guardando, pero creo que esta historia... creo que
necesito un poco de fuerza para contar esta historia. Lo haría yo mismo, pero
terminaría en el piso antes de llegar a la nevera.
Ella lo miró.
—¿Quieres beber buen vino en vasos desechables?
Él se encogió de hombros.
—Tiendo a... —Hizo una pausa, miró a Anna, y le dio una pequeña sonrisa
antes de volver su atención a Sage—. Tendía a romper vidrio. El plástico es más
fácil de limpiar.
214
—No —dijo él.
—¿Anna?
—No en este momento. —Su estómago estaba inquieto. Asumía que era de la
misma cosa que le causaba dolor de cabeza y que sus ojos quemaran: Liberar a
Wellesley había tomado mucha energía.
—¿Asil?
Anna sabía a ciencia cierta que a Asil le gustaba el vino, pero no creía que esta
conversación fuera sobre el alcohol. Tenía la sensación de una de esas dolorosas
batallas entre amantes que continuaba más allá del punto donde el amor o la
lógica podían arreglarlo.
—Te aseguro que soy un musulmán muy malo. El vino es, para un hombre
lobo, solo jugo de uva...
—Jugo de uva muy caro —dijo Wellesley—. También muy buen jugo de uva.
—Está bien —dijo Sage casualmente, como si no hubiera puesto más sentido
de lo que requería su rechazo del vino. Llenó dos vasos de plástico rojo y se los
llevó ambos a Wellesley—. Escoge.
215
—Eso no es verdad —respondió Wellesley, tomando uno de los vasos y
sorbiéndolo con un feliz suspiro—. Nuestros venenos son simplemente
diferentes.
—Que todos nuestros venenos tengan tan buen sabor. —Ella inclinó su vaso
hacia Wellesley sin acercarse lo suficiente para tocar el suyo—. Por las células
cerebrales muertas.
Él levantó su vaso.
—Ahora que tenemos eso fuera del camino —dijo Sage—, antes de la hora del
cuento, me gustaría ponerme al día. ¿Alguien podría explicarnos las cosas? —
Miró a su alrededor y suspiró—. ¿A mí? Como que tengo la sensación de que soy
la única que no sabe lo que pasó.
—Así que no mucho —dijo Asil—. Pero Sage también sabe que has estado
teniendo problemas con tu lobo… y te hacía peligroso lidiar con él.
—El problema no era mi lobo —le dijo Wellesley a Sage—. O al menos mi lobo
no era la causa del problema. Estaba en una batalla por mi alma, y el espíritu
maligno que intentaba poseerme ha estado ganando, muy lentamente. —Sonrió
216
ampliamente, levantó su copa hacia Anna y dijo—: Hasta hoy.
—Creo —dijo Anna, tocando la piel de Charles, justo debajo de su oreja, para
que él le prestara atención—, creo que fue lo que yo intenté, en realidad. Nadie
me obligó a hacer nada.
—No es cierto —gruñó Asil agriamente—, lo que sea que creas, chiquita. Estaba
aquí, lo vi, lo sentí empujarte a su pesadilla. Pero, yo, que se suponía que debía
mantenerte a salvo, no pude hacer nada porque estaba ocupado sosteniéndolo
para que no te matara físicamente en lugar de mágicamente.
—Eso no ayuda —le dijo—. Está bien, así que fui arrojada a la pesadilla de
Wellesley…
—Alma —dijo Wellesley.
—Fue una visión de pesadilla, en cualquier caso —dijo Anna—. Pero una vez
que estuve allí, podría haberme ido en cualquier momento. Siempre y cuando
estuviera dispuesta a dejar al espíritu del lobo de Wellesley atado en esa
construcción de brujería. —No podía imaginar hacer eso, no si tenía la
217
oportunidad de liberarlo—. Pero creo que fue la propia magia de Wellesley la
que convirtió la llave. Lo llamaste espíritu. ¿Era algo viviente lo que encarcelaba
a tu lobo?
Wellesley asintió.
—Lo veías como una planta, y eso era bastante preciso, creo. Vivir, pero no
razonar, excepto en las unidades más básicas.
—Sí —dijo pesadamente Wellesley—. Había una bruja. O dos. —Puso su vaso
sobre la mesa y lo apartó un poco—. No recuerdo mucho más que antes. —Miró
a Charles—. ¿Todavía quieres esta historia? —Cuando Charles asintió, Wellesley
dijo—: Supongo que comenzó con Chloe... con la muerte de mi esposa.
218
Wellesley extendió la mano, bebió un trago de vino y dejó el vaso con firmeza
sobre la mesa.
—Tal vez, tal vez no. Esa primera historia es la razón por la cual, cuando te
dan la opción, te traje a mi pa en lugar de matarte por los asesinatos de esas
jóvenes.
—Me tomaron, y ninguno de los próximos cinco o seis años son relevantes
para nadie, excepto para mí. Elijo no hablar de ellos.
219
Dejó que esa declaración se mantuviera, mirando a Charles como esperando
una objeción.
Miró a Anna.
—Tú lo hiciste —le dijo Asil—. Esta parte al menos. Una noche después de la
luna llena, poco después de llegar aquí.
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Wellesley lo miró fijamente, luego bajó la vista y frunció el ceño. Finalmente,
asintió.
—Sí. Sí. Lo siento. Mi memoria está confusa. Creo que recuerdo. Me contaste
la muerte de tu compañera. Te dije... partes de esta historia.
—Sí —coincidió Wellesley—. La niñera era una bruja. Nadie les prestaba
atención a esas mujeres. Debían guardar silencio y hacer el trabajo de criar a los
niños. Los niños que eran el futuro de la familia. Alguien, pensarías, debería
haber entendido cuánto poder les daba. —Negó con triste incredulidad—. La
niñera de este hombre era una bruja, irlandesa, sí, porque su acento aún era
fuerte. Pero cómo llegó al Caribe y por qué, todo esto se basó en rumores en los
corrales de esclavos. ¿Quién sabe cuánto de eso era cierto? —Dirigió una mirada
ceñuda hacia Asil.
—La parte de la bruja irlandesa lo era —dijo Asil, cuando parecía que
Wellesley había dejado de hablar—. En algún momento desde que escuché tu
historia por primera vez, me di cuenta de que sabía otra parte de ella. Conocía a
las brujas que estaban cazando a esa. Ella robó un pequeño libro de hechizos
familiar de uno de los clanes de brujas más desagradables del norte de Europa,
el tipo de libro de hechizos por el que matan las brujas. Como sé lo que hizo esa
bruja, y conocía los rumores sobre los poderes de esa familia, no fue difícil
relacionar las dos historias.
—¿Conocías a las brujas cuyos hechizos ella usaba? —preguntó Wellesley con
voz peligrosa.
221
—No éramos amigos, Wellesley.
—Bien entonces —dijo Wellesley—. Bien entonces. Parece que esto será
informativo para todos nosotros. Esta bruja irlandesa fue vendida como esclava
a mi... a los padres del hombre cuando tenía ocho o nueve años. Ella fue criada
por él. Se rumoreaba que sus padres fueron las primeras personas que él y su
mentora torturaron y mataron, pero sospecho que no. Los esclavos eran presas
más fáciles, y los depredadores suelen comenzar con presas más fáciles.
—Entiendo que al principio intentó usarlos con todos los esclavos, pero
descubrió que también se necesitaba poder para controlar los collares. No podía
usar más de seis de ellos a la vez o se volvían menos efectivos. —Hizo una
mueca—. El poder en ellos tenía que renovarse dos veces al año. Fue una gran
decepción para ella que, en lugar de una isla de esclavos voluntariosos, que se
torturaran a sí mismos por placer, ella tuviera que arreglárselas con esclavos
“especiales” que imponían su voluntad al resto de la gente en la isla. Si uno de
222
los esclavos con collar moría o era asesinado, ella lo reemplazaba con otro. Todo
el tiempo que la conocí, ella estaba tratando de encontrar la manera de hacer que
los collares fueran más permanentes, para hacer que se autoabastecieran.
Tuvo que dejar de hablar de nuevo. Sage tendió una mano hacia él: Los lobos
tendían a tocarse mucho cuando estaban bajo estrés. Pero Wellesley se abrazó y
negó. Se meció un poco en la silla, y sus ojos brillaron con tonos de oro.
—Ten cuidado con eso —dijo Asil en voz baja—. Las únicas personas que
pueden eliminar maldiciones también pueden ponerlas.
—No siempre —dijo con una voz intensa—. Hay sanadores en el mundo como
también asesinos.
—Eso fueron principalmente Charles y Bran —dijo Anna, avergonzada de
recibir esa mirada—. Ellos tenían el poder. Yo solo fui un conducto, creo.
—Como dije. —Asintió Asil—. Se necesita a alguien que pueda lanzar una
maldición para romper una maldición. —Él y Charles intercambiaron una
mirada de reconocimiento.
Wellesley gruñó. Retomó la historia, pero su voz era rápida y sus frases
entrecortadas. Su explicación saltó alrededor sin gracia.
223
el lobo solo mataba a las personas que arrojaban con él. De mi grupo, yo fui el
único sobreviviente. Después de mi cambio, pasaron otros cuatro o cinco años
antes de que tuvieran seis licántropos, incluido el lobo original. Estábamos, todos
nosotros, atados por la cosa malvada con la que la bruja nos atrapó. No teníamos
libre albedrío ni pensamientos que la bruja y su amante no nos pusieran en la
cabeza.
Anna miró a Charles a los ojos porque conocía a otro lobo que se había visto
obligado a hacer la voluntad de una bruja.
Sí, dijo Hermano Lobo. La historia del Marrok es diferente en muchos aspectos, pero
refleja las terribles cosas que le sucedieron a nuestro padre en los albores del tiempo. Es
una de las razones por las que nuestro padre le pidió a Wellesley que no hablara de su
origen. No queremos que las brujas sepan que es posible.
—Si Bonarata no puede encontrar a una bruja para que le haga uno nuevo,
entonces no hay una bruja en Europa, al menos, con esa habilidad —observó
Charles.
—O tal vez esas brujas no están dispuestas a trabajar para el rey vampiro —
especuló Sage.
224
suficientemente poderosas como para poder luchar contra alguien como él.
Charles resopló.
Wellesley asintió.
—Ridículo. Todos los pueblos tienen aquellos nacidos que pueden sentir el
pulso del mundo. Mi padre venía de una familia conocida por producir
poderosos sanadores. Es magia tan diferente de la brujería como la madera del
acero. Sutil y poderosa, tal vez, pero también lenta. La magia de mi familia traía
buenas cosechas, hacía llover en temporada y mantenía a raya a los depredadores
salvajes del pueblo. Influir en las tendencias naturales hacia resultados
beneficiosos. No era útil para mantener a los esclavistas alejados.
Hizo una pausa, como si esperara preguntas, pero cuando nadie dijo nada,
continuó:
Tomó aliento, y cuando comenzó de nuevo, su voz era rica en drama en lugar
de vacilante y dolorosa.
—Un día, a fines del otoño, sin previo aviso, llegó una tormenta como nunca
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antes había sido vista —dijo—. Vinieron los vientos, espíritus poderosos del aire.
Golpearon la isla durante horas y horas hasta que los edificios se convirtieron en
pilas de mondadientes, recogidos y esparcidos en un rompecabezas que ni
siquiera los dioses podrían resolver. Las lluvias también llegaron, tanta lluvia que
se acumularon las aguas en el río y en el lago. La esperanza secreta surgió dentro
de mí de que la isla podría hundirse bajo el mar para siempre, que el gran mar
ahogaría al mal.
—Pero era solo una esperanza muy pequeña, enterrada profundamente donde
guardaba los pocos pensamientos que eran míos, porque yo era su criatura
entonces. Y parecía que la esperanza estaba condenada porque la bruja alejó los
espíritus de los vientos y los espíritus de la lluvia, por lo que la casa grande y
todo el terreno a su alrededor permanecieron a salvo de ellos.
Levantó su vaso, lo encontró seco y lo dejó en el suelo. Sin decir una palabra,
Asil llenó el vaso con el resto del vino en la botella y se la entregó.
Wellesley negó y extendió las manos hacia arriba y las bajó lentamente.
—Fue como si las lluvias arrastraran las nubes, y el viento soplara la niebla.
Mi mente era mía por primera vez desde que la bruja colocó su collar alrededor
de mi cuello. “Espíritu”, le dije, “no es de mi voluntad, sino por esta cosa maligna
nacida de la muerte sucia y la fealdad que llevo. Este es un trabajo extraño contra
el que no puedo luchar.”
226
»“¿Por qué, entonces, no te lo quitas?”, me dijo. Intenté entonces hacer eso
mismo. Antes de este tiempo, ni siquiera podía concebir tal acción. Pero, por
desgracia, mis manos no pudieron romperlo, aunque lo intenté con todas mis
fuerzas. Grité desesperado. “Es imposible para mí. Nací de una gran herencia, es
verdad. Parte de ese poder y gracia vive dentro de este cuerpo, pero grande es la
corrupción que me ata. Demasiado bueno para un hombre como yo para romper
o eliminar”.
»El espíritu del huracán miró lo que llevaba alrededor de mi cuello, y dijo:
“Hermano, en verdad esto es malo. Puedo escuchar los gritos de las almas
torturadas cuya sustancia se usó aquí. Es más grande de lo que incluso yo podría
destruir”.
»“Mi hermano”, dijo el espíritu, “si te liberases de este mal, deberás saltar”.
227
honestidad en su voz la habría disuadido de ellas.
—Pensé que estaba muerto —dijo al fin—. Pensé que estaba muerto y lo acogí
con satisfacción. Pero me desperté en una playa llena de basura de la tormenta.
El sol estaba alto en un cielo despejado, y mi piel estaba cubierta de sal.
Sonrió, una sonrisa lobuna, y su voz áspera y el iris de sus ojos se iluminó.
—La bruja bajó a la playa poco después. “Te he encontrado por fin”, dijo
triunfante. “Todos los otros lobos están muertos. Estaba preocupada de que no
pudiéramos hacer más de ustedes. Vamos, demostrémosle mi amor de que el
destino aún no se ha vuelto contra nosotros”. Y se dio la vuelta y comenzó a
caminar de regreso a la casa grande.
»Nunca había cambiado, excepto bajo la luna. Pero el océano y la luna hablan
entre sí como lo hacen los amantes, y no tengo dudas de que fue el mar el que me
dio poder y fuerza. Nunca, antes ni después, tomé forma de lobo tan rápido como
lo hice entonces. Un momento era humano y al siguiente un lobo. Maté a la bruja
mientras ella todavía estaba planeando cómo encontrar más esclavos para
cambiar y controlar. La única pena que tengo es que fue rápido y sin dolor; estaba
demasiado preocupado por su poder para darle la muerte que merecía.
»Luego fui a la casa grande y maté al hombre que le había dado rienda suelta.
228
Encontré cada uno de esos collares, y los arrojé al mar donde Ella podría hacer
con ellos lo que quisiera. Espero que haya liberado a las almas atormentadas que
dieron su dolor y sus vidas por el hechizo de la bruja.
—Solo quedaban unos pocos de nosotros con vida en la isla, y todos ellos me
tenían miedo, por lo que nunca los he culpado. Finalmente, un barco vino a ver
cómo habíamos resistido la tormenta. Al descubrir que estábamos solos, nos
reclamaron a todos. Pero sin una bruja para retenerme, pronto los dejé, y a la
esclavitud, detrás de mí.
»Bran pidió que esta historia no sea contada a la ligera, lo que nunca he
hecho… — Hizo una pausa y miró a Asil—. Excepto una vez. Estas son las
razones de Bran, y son buenas: En primer lugar, la manera y la materia de la
fabricación del collar debe recaer en los muertos si se puede hacer para que así
sea. En segundo lugar, que es complementario lo primero, que una bruja pueda
controlar la mente y el cuerpo de una persona es algo que no debería saberse si
aquellos de nosotros que no somos totalmente humanos queremos vivir hombro
con hombro con los humanos en paz. Y finalmente, existe esto, mi propia razón.
Esta es la historia de mi creación, una cosa privada. No deseo que sea una
cuestión de conocimiento común.
Anna pensó en la forma en que todos los lobos la miraban la noche anterior
cuando ella vino de la camioneta donde descansaba el cuerpo de una de las
personas que la habían maltratado. Entendía exactamente por qué no quería que
la gente hablara sobre eso.
—Dijiste “manera y materia” —dijo Sage pensativa. Si ella estaba tan afectada
por su historia como se veía al principio, ahora lo estaba escondiendo mejor—.
¿Eso significa que sabes cómo hacer los collares?
229
Ella levantó su mano.
—Solo pregunto porque si alguien cree que sabes cómo hacerlos, tienes un
objetivo en la espalda del tamaño de Texas.
Anna recordó a Charles diciendo que aquí había salvajes que conocían los
secretos por los que la gente mataría. Si Wellesley fuera el único que supiera
cómo hacer esos collares... sería perseguido por todas las brujas negras del
planeta.
—Pensamiento alegre —dijo Asil arrastrando las palabras—. Pero dejemos eso
de lado, ya que no hay nada que podamos hacer al respecto que no estemos
haciendo. ¿Qué tiene eso que ver con Rhea Springs?
—No lo sé. Charles dijo que comenzara donde mi lobo me dijo que lo hiciera,
y ahí es donde mi lobo me dijo que comenzara.
—Cómo te dije, realmente no recuerdo mucho más sobre Rhea Springs que
antes de que Anna rompiera la maldición. No mucho, en realidad. Recuerdo
haber ido allí… y recuerdo que me sacaste de esa cárcel. Pero todavía no recuerdo
mucho entre medio, solo pedazos. —Inclinó su cabeza—. Recuerdo el rostro de
la bruja, pero nada más sobre ella.
Charles dijo:
El teléfono sonó.
230
Wellesley se levantó de la mesa y miró a Charles, que se encogió de hombros.
Levantó el auricular y presionó un botón en el teléfono.
Había encontrado la forma de tener una conversación privada en una habitación llena
de hombres lobo, pensó Anna, encantada. Tendría que averiguar qué usaba.
—Estamos aquí.
—Estoy bien —dijo ella—. No voy a hacer una cacería salvaje, pero estaré bien.
231
Wellesley dijo:
—No fuiste invitado, amigo mío. Estoy muy contento de que tu lobo haya sido
liberado de la maldición de una bruja, pero eso está muy lejos de ser seguro y
confiable.
—Podría quedarme con él para asegurarme de que está bien —ofreció Sage.
Le dio al artista una sonrisa brillante—. He sido una fan durante mucho tiempo.
Me encantaría encargar algo si estás dispuesto.
Wellesley negó.
232
No había espacio para dar la vuelta, lo que no pareció molestar un poco a
Charles. Aceleró el motor y retrocedió por el estrecho y atemorizante sendero que
subía por el acantilado a cuarenta y ocho kilómetros por hora.
La camioneta dio un giro brusco e invirtió las direcciones. Abrió los ojos, y
estaban de vuelta en el camino más seguro, se dirigían a lo que habría sido una
velocidad loca si alguien más estuviera conduciendo.
No podía encontrar en ella el mismo interés por los cuerpos como lo habría
tenido antes de que mataran a Hester. Podrían haber sido excursionistas al azar
que se habían salido muy, muy fuera del camino principal y encontrado con un
loco hombre lobo. Pero ella estaba asumiendo que ellos eran el enemigo porque
las cabezas más frías que la suya estaban considerando otras posibilidades.
Él comenzó a decir algo, luego cerró la boca. Le dio una mirada evaluadora.
233
—¿Por qué canadienses?
—Y los excursionistas canadienses perdidos son los únicos que podrían llegar
aquí yendo cuesta abajo y al sur —dijo él. Le sonrió—. No es del todo cierto,
sacamos a los excursionistas de nuestro territorio todo el tiempo, y hay mucho
terreno federal entre nosotros y Canadá.
Se rió a carcajadas.
—No existen cosas como las coincidencias. La última vez que uno de nuestros
salvajes interactuó con un humano normal fue hace seis años. Ahora tenemos dos
en dos días.
—Leah no dijo qué edad tenían los cuerpos —comentó Anna—. ¿Cuándo fue
la última vez que alguien escuchó de Jericho?
Él se encogió de hombros.
234
de los salvajes desde el invierno pasado.
El Marrok usaba a Charles, a Asil y a un par de otros lobos más viejos para
controlar a los salvajes una vez al mes tan pronto como la nieve caía,
guardándose a algunos de ellos para visitarlos él mismo. No es que los salvajes
no pudieran cuidarse solos, la mayoría de ellos… era lo que harían para cuidarse
lo que preocupaba a Bran.
—¿Por qué crees que ir tras Jericho no tiene sentido? —preguntó Anna—.
Fueron tras Hester. ¿Qué lo hace diferente?
—Hay varias maneras de llegar hasta allí desde con Wellesley —dijo Charles,
mientras volvía a pisar el acelerador—. Espero que Asil tenga la esperanza de
vencernos allí.
La carrera está en marcha, pensó Anna, pero no lo dijo. Era una cosa de hombres
o una cosa de hombres lobo dominantes. De cualquier forma, Charles y Asil
disfrutarían el desafío.
—Entonces, ¿por qué Hester tiene más sentido que Jericho? —preguntó ella.
—Jericho estaba con Sage y en mi lista —dijo Charles—. Uno de los peligrosos.
No sé lo que Leah está haciendo allí.
235
—Si están reclutando —dijo Anna, pensativamente—, están siendo estúpidos
acerca de a quién están eligiendo.
—Lo único que tiene sentido por nuestro lado es que quieren causar caos
mientras Bran está ausente. Pero incluso eso no funciona —dijo—. Porque
entonces todos los equipos de vigilancia en el lugar de Hester son de mucho
riesgo y dinero para un fin que es más fácil de alcanzar de diferentes maneras. Si
tienen un helicóptero, podrían arrojar desde el aire algo desagradable en la casa
de tu padre. Más efecto y menos riesgo.
—No tenemos suficiente información para dar sentido a lo que quieren —dijo
Anna.
Charles asintió.
—Lo hacen, ¿no? Sin embargo, no hay ninguna razón por la cual Rhea Springs
tenga algo que ver con nuestra situación actual.
236
—Tal vez no —dijo Anna—. Pero Wellesley ciertamente tiene conocimiento
que alguien podría estar buscando. Si Wellesley es el salvaje del que cuestionó
nuestro enemigo a Hester, entonces tal vez Rhea Springs tiene más que ver con
nuestra situación de lo que creemos.
Charles asintió.
Charles dejó de hablar por un momento. Anna esperó, contenta de ver sus
grandes manos estabilizar la camioneta mientras rebotaba y se deslizaba por el
camino áspero. Amaba sus manos, con las palmas anchas y los dedos largos. Eran
expertas al volante, el diapasón de su guitarra o su piel.
—Las noticias no nos llegaban hasta aquí en Montana con nada parecido a la
rapidez. Para cuando llegué a la ciudad donde lo tenían detenido, una ciudad un
poco más grande a unos kilómetros de Rhea Springs, su juicio ya había
terminado. Teniendo en cuenta la época, el lugar, el color de su piel, el destino
de Wellesley estaba determinado sin importar cuál fuera su defensa. Sabía antes
de subir al tren cuál sería el resultado. La pena capital era la silla eléctrica. No sé
si la electricidad nos ha matado alguna vez a uno de nosotros, pero dudaba que
lo hiciera muy feliz. Dejarlo a las autoridades simplemente no era posible. Mis
órdenes eran matarlo o rescatarlo, según lo que me dijera.
237
Él se calló de nuevo.
Negó.
—Sabía su historia. Pensé que era de lo que estaba hablando antes. Un indio
extraviado no estaba mucho mejor que un hombre negro en ese tiempo y lugar,
así que no deambulé mucho. Al final... —Su voz se apagó, luego negó—. Al final,
pensé que pa podría mantenerlo a salvo con los otros salvajes si nunca se
recuperaba.
—Su historia estaba tan cerca de lo que le pasó a tu pa —dijo Anna en voz
baja—. No podrías soportar matarlo… inocente o culpable.
—No querías descubrir que él había matado a quince niños —dijo Anna—.
Porque eso significaría que tendrías que haberlo matado.
238
—Sí —estuvo de acuerdo Charles con seriedad.
—Me pregunto si fueron todas las víctimas de una bruja —dijo Charles—,
incluyendo a Wellesley. Me pregunto si dejé libre a una bruja porque no
investigué más y cuántas personas más mató antes de morir.
—Las brujas negras tienen que empezar en algún lado, ¿no? —preguntó.
—Aun así —dijo Anna—, tal vez uno de los lobos de ese lugar del bosque
recordará algo.
—Tal vez —dijo. Y de Charles eso era tan bueno como una declaración de que
seguiría con el asunto. Sonaba como si el pensamiento lo hiciera sentir mejor.
Solo esperaba que él no descubriera que había habido una bruja y que ella había
matado a quince niños. Sin embargo, las brujas tenían la misma vida que
cualquier otro ser humano, pensó… con muy pocas excepciones. La bruja que
239
maldijo a Wellesley, sin importar lo que ella hubiera hecho, estaba más allá de la
justicia ahora.
Capítulo 10
240
La camioneta de Leah se estacionó en el comienzo del camino a la de Jericho.
El Mercedes de Asil estaba estacionado al lado.
Anna saltó del automóvil y esperó mientras miraba alrededor del interior de
la camioneta de Sage hasta que encontró el llavero para poder cerrarla con llave.
Tal vez estaba tomando precauciones innecesarias, pero no iba a dejarle a Jericho
una manera fácil de salir. También agarró el hacha. Dejó la pistola embrujada, sin
embargo. Jericho estaba loco, pero escucharía un hacha mejor que un arma.
Revisó los otros dos vehículos; ambos estaban cerrados. Anna se volvió para
comenzar a subir el sendero.
—Espera —dijo—. Tenemos un hombre lobo perdido. Pudo haber venido por
este camino tan fácilmente como cualquier otro.
Un trabajo mejor del que Charles pensó que el lobo era capaz de hacer.
Anna asintió. Había estado callada durante la última parte del viaje, una calma
pensativa que significaba que estaba pensando. Mientras recorrían el sendero,
241
ella unió su mano sobre su codo, eso estaba bien, él confiaba en que ella soltara
su agarre si se encontraban con peligro. Y le gustaba su mano sobre él.
—No lo sé. Wellesley, tal vez. A menos que pienses que hay más salvajes que
son capaces… como Hester.
Anna comenzó a decir algo, pero Charles levantó su mano, porque... no quería
tener razón.
—No hay nadie tan ciego —murmuró, mientras todas las rarezas de los
últimos días encajaban. La enormidad de todo eso lo detuvo cuando estalló en
un sudor frío.
Ahora no. No es momento, le dijo a su hermano. Haremos lo que tengamos que hacer,
pero todavía no.
242
preocupada.
—Sé por qué pa no está aquí —le dijo. Horror enfermo se apoderó de él.
—Si Hester era tan normal como todos pensamos, ella habría llamado a pa en
cuanto comenzó el desfile aéreo. Eso lo habría alertado de problemas. Hace un
mes, pa le pidió a Boyd los archivos que la manada de Chicago ha estado
preparando en su búsqueda de lo que Leo había estado haciendo.
—No sé si él sabía que teníamos un traidor en ese momento, solo que nuestro
enemigo estaba activo nuevamente —le dijo—. Creo que pa estaba buscando a
ese enemigo con los hilos que hemos podido recolectar.
Charles asintió.
—Luego Mercy se metió en problemas, y se llevó esos archivos con él. Puede
que tenga otras fuentes de información, pero los archivos tienen más sentido.
243
Anna contuvo el aliento, viendo lo que Charles había visto.
—África, porque necesita estar tan lejos de aquí como pueda —le dijo Charles.
Ella se puso rígida porque se dio cuenta de lo que significaba si Leah era la
traidora.
—Si tiene razón, voy a tener que ejecutar a su compañera. —Respiró hondo,
con el pecho apretado—. Y probablemente a mi pa. Porque incluso si Leah nos
ha traicionado, si la ejecuto, él vendrá tras de mí. Su espíritu lobo no lo dejará
hacer otra cosa.
—El vínculo de mi padre con Leah no es como el nuestro —dijo Charles con
certeza. Su pa no hablaba sobre su emparejamiento, pero Charles conocía a su
padre lo suficiente como para saber que no querría que nadie más hurgara en su
mente, y menos Leah. Y su padre tenía las habilidades necesarias para asegurarse
de que su vínculo funcionara tal como lo había elegido—. Y sospechar que ella es
una traidora no lo alentará a abrir ese vínculo más allá de lo que puede ayudar.
—Es por eso que ha cerrado los lazos a la manada con tanta fuerza —dijo
244
Anna.
Charles asintió.
Intentó sacar la serenidad del bosque que los rodeaba. No funcionó, pero
ayudó.
Anna asintió.
Estuvo callada hasta llegar a la pequeña cabaña que era la casa de Jericho,
pensando en las cosas.
Charles esperaba que ella pensara algo diferente a la situación que estaba
ocurriendo muy claramente en su cabeza. Él no quería enfrentarse con su pa.
Aunque desde el momento en que entendió lo que le sucedía a los lobos viejos
supo que eventualmente el deber de matar a su pa sería suyo, no era algo a lo
que se resignara.
Charles asintió.
245
Ella extendió la mano y le tomó la suya, sosteniéndola con fuerza en las de ella.
Fue tan bendecido con su compañera, que entendía cuándo hablar y cuándo no.
Asil, Sage, Juste... y Leah los estaban esperando junto a una hilera de cadáveres
(obviamente asesinados por un hombre lobo) que habían tendido pulcramente.
En algún momento durante el viaje hasta aquí, Asil y Sage debieron haber
resuelto algo porque Sage estaba de pie así su hombro rozaba el de Asil.
Anna dejó caer la mano de Charles y fue a mirar los rostros de los muertos
para ver si conocía a alguno de ellos sin que nadie dijera nada. Ella era joven para
tener tal comprensión de la necesidad.
No eran unos cadáveres bonitos… y estaban tan podridos que no creía que
Anna tuviera la experiencia para decir cómo podrían haber olido cuando estaban
vivos.
—Este fue uno de... de los hombres que conocí en Chicago —dijo ella,
finalmente, señalando a uno de los hombres lobo muertos—. Y tal vez este. —
Señalando a otro, su rostro estaba bastante destrozado.
Ella suspiró.
—Él también era humano entonces. —Ella frunció el ceño con tristeza al
hombre en cuestión, luego se inclinó y rápidamente rasgó la chaqueta y la camisa
del muerto, dejando al descubierto el frente de su pecho.
El tatuaje debió haber sido un dragón bellamente hecho. Charles podía verlo
en la delicada habilidad utilizada en las partes que podía distinguir. Ahora no se
veía tan bien, distorsionado por la muerte y por la herida irregular que lo
atravesaba.
Anna tosió por el olor adicional que había liberado, poniendo su mano sobre
su nariz.
—Sí. Éste.
246
—Él solía... —Dejó de hablar, miró a Charles y cerró los labios.
Podía adivinar lo que ella habría dicho si no hubiera estado preocupada por
alterarlo. Este era otro de los hombres a los que Leo le había permitido abusar de
ella. Charles le dio la cortesía de tragarse su ira lo mejor que pudo.
—Lástima que estén muertos —dijo Asil, gruñendo. Así que Charles no fue el
único que escuchó lo que ella no dijo.
—No. Es algo bueno. No necesito más venganza, Asil. Charles hizo eso. Estoy
prosperando. Pero estos hombres son malos, y me alegra que estén muertos.
Supuso que Jericho estaba muerto, ya que todos habían estado esperando con
los cuerpos, pero Juste dijo:
247
lugares para buscar. Lo dejamos para asegurarnos de que Jericho no volviera a
huir, pero no nos acercamos.
Ella no dijo que estaban esperando a Charles, para que él pudiera hacer su
trabajo: Matar a Jericho.
Sí.
—No —dijo Leah en voz baja. Entonces más claramente—. No. Ya hemos
perdido a Hester. Tenemos que tratar de salvarlo.
—Está cansada —dijo Sage, antes de que Leah pudiera decir algo.
Leah cerró la boca, pero su cuerpo estaba apretado con una fuerte emoción.
No podía decir qué era.
Pena, dijo la voz de Anna a través de su vínculo. Ella no quiere perder otro salvaje.
Su voz fue acompañada por una oleada de esperanza.
No significa que sea inocente, dijo Hermano Lobo. Charles está apenado por aquellos
a quienes manda.
—Sin duda —dijo Anna en voz alta, respondiendo al Hermano Lobo, pero
sonaba como una respuesta a Sage. Tal vez eran las dos cosas—. Pero ha habido
demasiada tragedia por aquí. Si no lo intentamos, siempre me preguntaré si
podría haber hecho una diferencia.
—Si lo intentas —le dijo Asil—, y tienes éxito en devolverle un poco el control
de su lobo, Jericho todavía no durará otros cinco años.
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Asil negó con la cabeza.
—Lo conozco. El primer año que estuve aquí, me perdí durante tres días en
medio de una tormenta de hielo. No sabía que era posible tener tanto frío y vivir.
—Ella miró hacia otro lado—. Descubrí más tarde que Bran había llamado a todos
los salvajes, para enviarlos a buscarme. Jericho me encontró y me trajo a su
cabaña. —Se frotó los ojos—. Lo siento. Él era... dulce y tímido. Me trajo aquí, me
sequé y llamó a Bran. Conozco su reputación, incluso entonces estaba bastante
mal. Pero encendió un fuego en la pequeña estufa… y salió a esperar que Bran
viniera a buscarme.
—Te digo esto para que sepas que no solo estoy siendo oportuna. Me trató
bien… y sorprendió a Bran que Jericho fuera capaz de hacer eso. Eso fue hace
veinte años. Y todos los días de esos veinte años, Jericho ha pasado luchando con
su lobo. —Agitó sus manos para indicar a los muertos—. Esta vez fue el enemigo.
Pero la próxima vez podría no serlo. Jericho tiene que morir. —La verdad sonó
en su última frase, la verdad que veía, en cualquier caso.
—Pelear es la palabra correcta — dijo Leah con voz gruñona—. ¿Desde cuándo
pelear es algo horrible? Somos hombres lobo… luchar es lo que hacemos.
Charles levantó su rostro hacia el cielo y respondió con una voz similar, para
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que su soldado solitario entendiera que la ayuda estaba viniendo. De un tipo u
otro.
—Si tomo a Jericho —le dijo Charles a Asil—, es como si no tuviera que hacer
lo mismo con Devon.
Las palabras fueron un golpe, aunque Charles sabía que Asil era muy
consciente de eso. Charles solo había conocido al lobo roto que su pa trajo aquí
hace sesenta años. Pero sabía que Devon, en sus días de gloria, había tenido la
habilidad de hacer y mantener amigos. Jericho, Asil, e incluso Bran habían sido
amigos suyos.
—Sé que estás cansada —continuó Leah—. Sé que esto solo será una medida
provisional, pero mi compañero se pone tan triste cuando los salvajes mueren.
Su corazón se rompe por ellos.
—Tomaría más que esos dos —dijo Anna, indicando a Asil y Charles—, para
evitar que trate de ayudar. Bran no es el único que se pone triste cuando los
ancianos mueren.
Leah pensaría que Anna solo hablaba por sí misma, pero Charles sabía que
Anna también estaba hablando de Leah.
Después de decir su parte, Sage se había alejado de los muertos. Ella envolvió
sus brazos alrededor de su parte media y frunció el ceño a la distancia. Los
muertos por lo general no la molestaban demasiado, como resultado de su
temprana vida como mujer lobo, siempre había supuesto Charles (no le había
250
molestado en absoluto encargarse de la mayor parte de esa manada de
renegados). Tal vez era solo que estaba molesta por Jericho, que le había salvado
la vida una vez.
—He visto a tu pareja casi morir una vez hoy. Eso es suficientes veces, creo.
Charles estaba de acuerdo con él de todo corazón... pero sabía lo que Anna
haría. Sabía que no era su trabajo hacerla más pequeña, más segura. Su trabajo
era levantarla tan alto como quisiera volar, y matar todo lo que intentara
interferir.
—Ella estará lo suficientemente segura con todos nosotros allí —dijo Charles—
. Y…
Hay dos hombres lobo salvajes cerca del final de sus días, le dijo Hermano Lobo.
Todos somos lobos, pero a veces la única respuesta es colmillo y garra, y podemos hacerlo
más rápido que los demás.
La cueva donde Jericho se había retirado no era una cueva real, sino un lugar
protegido donde dos grandes peñascos descansaban uno contra el otro. Olía
ligeramente a Devon y más a Jericho. Dado las capas de olor, este era un lugar
donde Jericho dormía más a menudo de lo que usaba la pequeña cabaña que
acababan de dejar.
251
—Jericho —llamó Leah.
Jericho se veía mucho como la última vez que Charles lo había visto. Su barba
y su cabello eran largos y ralos, con pedazos de hojas y otros detritos del bosque
atrapados en ellos. Su cabello estaba enredado en todos los sentidos y al azar más
corto aquí y allá. Sus ojos eran azules como el hielo… el lobo dominante, en ese
momento al menos. Había algo extraño en esa mirada fría, pero Jericho miró
hacia otro lado antes de que Charles pudiera notar lo que le molestaba.
—Yo... —Se detuvo, tragó saliva y comenzó de nuevo—. Él quería que huyera.
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No quiere que muera. Pero maté a esos hombres. La única regla es no matar. Tuve
que atarlo en la cueva.
Y eso eran oraciones más coherentes en una fila de lo que Charles había podido
sacar de él en diez años. Para rematar la actuación, Jericho se acercó a Charles, se
arrodilló y le presentó la garganta.
Jericho le gruñó.
—No hagas esto —dijo Sage, aparentemente para sí misma porque su voz
había sido muy baja—. No necesitas hacer esto.
253
La atención de Jericho estaba en Charles.
Jericho enfocó sus ojos azul hielo en la compañera de Charles. Charles habría
sido más feliz si no hubiera hecho eso.
—Ella dijo que no viniera aquí. Que espere. Que es muy probable que este
ataque la delate —dijo Jericho, con una voz dura y extrañamente profunda. Su
voz cambió de nuevo, volviéndose más ligera y rápida—. Ella no está a cargo; no
es el jefe. Y no sé ustedes, pero tengo más miedo del jefe que de ella.
—Anna puede ayudarte —dijo Sage atentamente—. Ella acaba de romper una
maldición de cien años en otro salvaje. Yo estuve ahí.
254
La primera declaración era una mentira. Charles volvió su atención a Sage,
porque nunca antes la había escuchado mentir. Aún más interesante que la
mentira era la implicación de que no creía que Anna pudiera ayudar a Jericho.
Asil dijo:
—Te sientes hablador esta noche, amigo mío. —Parecía un poco sospechoso.
Está sucediendo algo, dijo Hermano Lobo. Algo está mal con Jericho.
Bueno, sí.
255
descubrir dónde está Frank Bright, y ella ha tenido años. ¿Qué tan difícil es
encontrar al único hombre negro entre los inadaptados de Bran Cornick?”.
Charles salió disparado, pero había tomado un aliento extra para darse cuenta
de lo que había dicho Jericho. Ese corto espacio de tiempo le permitió a Sage tener
una ventaja.
Mientras ella corría, agarró su collar. Tuvo tiempo de verla cambiar a su lobo
tan rápido como él podía, sintió la ola de brujería que le permitió hacerlo.
Luego, una nube de humo se elevó en el aire justo enfrente de él. La nube acre
y grasosa llenó su nariz y boca y lo dejó tosiendo y ahogándose e intentando
respirar. Paró y trató de limpiarse la nariz con sus patas, limpiándose la cara en
el suelo cuando eso no funcionó.
Asil lo pasó sin vacilar, Leah y Juste pisándole los talones. Anna se detuvo y
se quitó la camiseta. Secó su cara y las patas con ella. Eso hizo el truco, y pudo
respirar de nuevo.
—Si ella tenía eso con ella —dijo Anna—, entonces estaba preparada para que
la descubramos.
Sí.
Sage era su traidor. Se permitiría procesar eso, afligirse por eso, más tarde. Se
puso de pie y se sacudió, tratando de decidir cómo proceder.
—Ella está siguiendo un sendero —dijo Jericho—. Sé dónde sale, hay un atajo.
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Si no la detienen antes de llegar tan lejos, podemos atraparla al otro lado.
Jericho la miró con ojos azules que pasaban del lobo al humano con una
velocidad enfermiza.
—¿La omega?
Ella asintió.
Sin apretar los músculos en advertencia, sin una palabra o una señal, él le saltó
encima.
Rodaron hacia abajo por el lado empinado de la montaña tan rápido que
Devon y Charles no los alcanzaron hasta que estuvieron casi al fondo. Rodaron
contra un árbol y se estrellaron contra él, Anna dejó escapar un gruñido que tenía
más sobresalto que dolor.
257
—Nada de modales —dijo la voz amortiguada de Jericho—. Oh Dios. Oh Dios.
No la desfiles por ahí así delante de los salvajes, joven idiota. ¿Que estabas
pensando?
Charles tardó un segundo en darse cuenta de que él era el joven idiota del que
Jericho estaba hablando.
Charles gruñó.
Jericho dio una media risa temblorosa que estaba llena de lágrimas.
—Lo siento. Lo siento mucho. Dios. Puedo pensar. Puedo respirar. —Hubo una
pequeña pausa, y dijo, en una voz perdida con un toque de pánico—: Lo que no
puedo hacer es dejarla ir. No duele. No duele.
—Bueno, a mí me duele —dijo Anna con voz más gruñona que antes—.
Acabamos de rodar por la ladera de una montaña. —Esta vez había un hilo de
pánico en su voz—. No me malinterpretes, pero realmente, realmente estaría
agradecida si me dejaras levantarme.
Eran tan frágiles, estos salvajes de su pa. Absolutamente peligrosos, pero eran
frágiles.
Hablar parecía una buena idea si nadie iba a morir, así que Charles cambió.
Dejó que su forma humana se apoderara de él más lentamente de lo normal. De
esa forma él podría hacer un cambio más rápido si necesitara volver a ser lobo
sin tirar de la manada.
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—Está bien —le dijo a Devon—, pero tengo que resolver esto.
Los ojos de Anna eran de pánico, y podía ver que ella había llegado a su límite.
Comprensiblemente, a ella no le gustaba nadie encima de ella en el mejor de los
casos. El Hermano Lobo hubiera matado a Jericho y hubiera terminado con eso.
La muerte vendría por eso más pronto que tarde de todos modos.
Aún no.
Anna se agachó y tocó la piel de su brazo con los dedos. Ella frunció el ceño
259
un poco, extendiendo la mano para tocar a Charles. Su pulso aún era rápido, y
su agarre era demasiado fuerte: Estaba usando a Charles para calmarse.
Tan pronto como Anna lo tocó, todo el cuerpo de Jericho se relajó, aunque
todavía jadeaba de estrés.
Vio los ojos de Jericho hacer el extraño giro de azul hacia el azul hielo de su
lobo otra vez. Y por alguna razón, la voz de su abuelo fallecido hizo eco en su
cabeza.
Siempre puedes distinguirlos por sus ojos. La voz profunda del viejo curandero
sonó en sus oídos como si el padre de su madre hubiera estado justo detrás de
Charles. Podía imaginarse dónde había estado cuando escuchó esas palabras la
primera vez… tenía diez u once, y se acurrucó junto al fuego con un puñado de
otros chicos de su edad mientras su abuelo les enseñaba las cosas que necesitarían
saber cuando fueran hombres.
No tenía idea de por qué estaba pensando en esa historia en este momento.
¿No había dicho Sage que los hombres lobo eran solo la punta del iceberg en
lo que respectaba a los monstruos? Y ella tenía razón.
Anna dijo:
—Algunos días, este apestoso trabajo de omega es peor que otros. ¿Qué pasa
que todos se arrojan sobre mí?
260
han agotado su capacidad de controlar a su lobo. El espíritu lobo quiere estar
cerca de ti, y su mitad humana no puede contenerlo.
Entonces, ¿por qué Charles sentía que estaba pasando por alto algo
importante? Le preguntó al Hermano Lobo, quien entendía lo que estaba
sintiendo, pero tampoco sabía qué era. Él no era de ninguna ayuda en absoluto.
—Sage se habrá ido hace mucho —dijo Anna. Ella no parecía demasiado triste
al respecto.
Él entendía cómo se sentía, una vida de nunca escuchar “Hola, hola, Charlie”
otra vez. Pero no podían permitir que viviera un traidor.
Y Charles tuvo que volver a derribar al salvaje al suelo para evitar que volviera
a atacar a Anna.
Devon gimoteó.
—Tú y Devon pueden ir y ayudarlos con Sage. —Lágrimas brotaron, y ella las
limpió con impaciencia mientras continuaba con urgencia—. Sage. De todas las
personas. Maldición. Sé que no se le puede permitir vivir. Sé eso. Pero puedes
hacerlo rápido. Leah no lo hará. Ya conoces a Leah, juega con su presa como si
fuera un gato en lugar de un hombre lobo.
261
Jericho, liberado del agarre de Charles nuevamente, se sentó, pero no hizo
ningún otro movimiento.
—Ella vestía las pieles de sus víctimas —les dijo su abuelo, su voz temblorosa
con la edad—. Usaba el espíritu y los recuerdos, también, como si fueran ropa.
Lloraba cuando mi tía habría llorado, se reía cuando se hubiera reído. Su propio
esposo y sus hijos no podían decir que el monstruo en su hogar no era su amada.
Solo yo vi al monstruo vistiendo la piel de mi tía, y yo solo era un niño más
pequeño que alguno de ustedes. No tenía a nadie para mostrar lo que había visto
porque no había nadie más en el pueblo que la viera por lo que era. El tío de mi
madre, que era nuestro curandero y mi primer maestro, había muerto el año
anterior.
262
El abuelo de Charles suspiró.
—Estuve allí, y aun así, lo que sucedió es tan extraño que no sé cómo construir
la imagen para ustedes. —Se había quedado en silencio y miraba el fuego como
si no hubiera notado el terror que había inspirado en su audiencia. Durante
semanas después, se le pediría que examinara a la madre o tía o tío de alguien
para asegurarse de que no habían sido poseídos—. Ese hombre mayor —dijo el
abuelo de Charles—, cantó una canción para ella en un idioma que nunca había
escuchado antes, y que no he escuchado desde entonces. Después de un
momento, levantó su otra mano y la colocó así. —Colocó una mano como si
descansara sobre la cabeza de una mujer. Puso la otra arriba—. Luego, inclinó su
mano lentamente hasta que también quedó con la palma hacia abajo.
»Y bajo su mano se formó otra persona, tan real como ustedes o yo, una
anciana, desnuda, sentada en la misma posición que mi tía. Entonces mi tía se
cayó a un lado. Por un momento pensé que la había salvado, pero estaba
realmente muerta. Su cadáver podrido hasta que era como cualquier cuerpo que
había estado muerto más de un año habría estado. El curandero cambió su
canción y cantó durante mucho tiempo. Eventualmente, la mujer desnuda
desapareció, y el curandero se quedó con la pluma de un pájaro en la mano.
263
—Jericho —dijo Charles suavemente.
Un cambio rápido, hermano mío, le pidió al lobo. Tan rápido como alguna vez lo
hemos hecho. Por el amor de Anna.
264
Anna se escapó antes de que su cerebro reaccionara.
Y luego el Hermano Lobo la arrojó sobre sus rodillas con el recuerdo repentino
y completo de un lugar lleno de humo y con poca luz, donde ocho niños
escuchaban aterrados cómo un anciano les contaba una historia que advertía
sobre un monstruo. Y la información que el anciano les había dado a esos chicos
también la aterrorizaba.
—Devon —dijo ella—. Devon, eso no es Jericho. —Ella recordó lo que Charles
había dicho antes de atacar—. El lobo de Jericho tenía los ojos amarillos.
265
“Carne y espíritu”, había dicho el abuelo de Charles. Esa debe ser la razón por
la cual los lazos de sangre entre el Marrok y los salvajes no lo habían advertido
y, a través del Marrok, al resto del grupo. Pero pensar en eso la hizo querer
enfermarse.
Anna, dijo Charles, no puedo derrotarlo. Tengo magia, pero no es del tipo que quiso
decir mi abuelo. Él se refería a la magia de un hombre santo. Sal de aquí, mi amor. Sal de
aquí y advierte a los demás. Llama a mi pa y dile que he…
Debes sobrevivir para contarle a nuestro pa… si logra capturarnos, dijo el Hermano
Lobo. Él no podrá saberlo hasta que sea demasiado tarde.
Anna trató de visualizar lo que había visto cuando se disparó esa bomba y
266
alejó a Charles del camino. ¿Había venido de Jericho, que había estado en el
camino por encima de Charles? Charles, en forma de lobo ya, era el que más
probabilidades tenía de atrapar a Sage. Pero la distracción también le había
permitido aislar a Charles y Anna del resto y, finalmente, Jericho había intentado
aislar a Anna.
Anna no sabía dónde encontrar a un hombre santo, pero sí sabía que acababan
de incendiar una cabaña, y los tres vehículos estacionados a sólo tres kilómetros
por el sendero habían estado en la cabaña de Hester ayer, y Asil había estado a
cargo del fuego.
Mientras ella había estado pensando, solo uno o dos segundos, estaba muy
segura, Devon había desaparecido. Aparentemente, el oso Kodiak que había
aparecido en la posición de Jericho-lobo lo había convencido cuando ella no lo
había hecho.
Anna se puso de pie y corrió hacia donde habían dejado los vehículos. No
habría un hombre santo esperándola, pero tal vez alguien todavía tendría cosas
que podría usar para incendiar a un skinwalker. Trató de no recordar qué había
montado en dos de esos vehículos y no recordaba haber notado el olor a nada
volátil.
Los coches estaban cerrados. Como Asil había estado a cargo de la pira de
Hester, el suyo fue el primer automóvil al que llegó. Probablemente podría haber
267
roto el seguro de la puerta trasera, pero no estaba lo suficientemente segura como
para intentarlo. Si fracasaba tal vez se trabara la estúpida cosa y eso la
desaceleraría aún más.
Entonces rompió la ventana del lado del conductor con el codo. Una piedra le
habría ahorrado algo de dolor, pero estaba demasiado preocupada por el tiempo
para buscar una roca.
Charles era el coco de los hombres lobo. Podía tomar un oso, sin importar lo
grande que fuera. Y todo lo que tenía que hacer era esperar hasta que ella
regresara.
Rompió la ventanilla del SUV de Sage con su codo izquierdo ya que su derecho
todavía estaba dolorido por el auto de Asil. Una búsqueda rápida, durante la cual
la motocicleta parecía acercarse, le mostró que no había nada en el auto de Sage
que fuera útil. Pero agarró la pistola de brujas y la metió en la parte trasera de
268
sus vaqueros. Estaba bastante segura de que el viejo chamán que había hablado
con el abuelo de Charles lo habría intentado con una pistola de brujas si hubiera
tenido una.
269
—Estoy aquí porque mi espíritu de lobo me despertó de un sueño profundo y
me dijo que nuestro enemigo se encontraba cerca. Entonces, ¿qué estás
intentando quemar, Anna Cornick? ¿Por qué estás tan apurada por hacerlo?
—Skinwalker. —Jadeó Anna. Decidió que hablar podría ser útil después de
todo, ella disminuyó lo suficiente como para poder manejar oraciones cortas—.
Creo que esa es la versión nativa de una bruja negra.
Wellesley sonrió, sus ojos brillaban dorados, y cuando habló, su voz también
tenía un sonido de lobo.
270
El Kodiak, el hermano más grande y más fuerte de los grizzly, pesaba más que
Charles cinco a uno, y era casi tan rápido como él. Pero no era el primer oso con
el que Charles había luchado, ni siquiera el primer Kodiak. Prefería dejarlos solos
si podía, incluso un hombre lobo tenía sus límites, y un Kodiak era muy cercano
a ellos. Pero hubo momentos, como ahora, que la pelea no podía evitarse.
Charles era más maniobrable y —el Hermano Lobo estaba seguro después de
los primeros minutos de la batalla— tenía más experiencia en la utilización de las
habilidades de la forma del Hermano Lobo que el skinwalker acostumbrado a
usar la forma del oso.
Aun así, el oso hizo al skinwalker mucho más formidable y menos torpe que
lo que había sido como un lobo. Lo que indicaba que había luchado antes en esta
forma.
271
oso. Lo cual fue inteligente por parte del skinwalker porque ese oso sabía cómo
pelear.
Pero si estaba luchando contra un oso, había algunas cosas que Charles podía
hacer.
Le dio un segundo mordisco en el flanco del oso, justo encima de una herida
anterior, y esta vez sus colmillos se clavaron en carne. También era un lugar
donde el oso no podía alcanzarlo, así que se mantuvo hasta que la carne del oso
comenzó a ceder bajo sus colmillos.
Esperó hasta que el oso comenzó a moverse, justo antes de que la carne hubiera
cedido y dejó a Charles en el suelo. Luego, cavando con las cuatro patas con
garras, Charles trepó por encima de la bestia.
Charles corrió y se volvió para mirar al oso desde una distancia de unos seis
metros. No era una distancia segura, no quería una distancia segura. Su única
intención era luchar el mayor tiempo posible para darle tiempo a Anna de
advertir a todos.
Él había hecho más daño de lo que había pensado. Un pedazo de piel de oso
del tamaño de una toalla de mano había sido tirado hacia un lado, aleteando
como una manta de caballo suelta. La sangre perfumaba el aire y goteaba en el
suelo. Pero cuando el oso se movió estaba claro que, por horrible que fuera, era
solo una herida en la carne, impresionante pero menor, y no estaba sangrando lo
suficiente como para debilitarlo.
Pero dolió.
El gran oso se alzó y rugió, su forma vertical de casi tres metros de alto.
Cualquier criatura más inteligente que un oso habría sido demasiado inteligente
para hacer eso con la empinada ladera de la montaña detrás de él. Charles dio un
salto y golpeó al oso en la cara con su cuerpo, haciendo que el oso cayera hacia
272
atrás por un lado de la montaña. Los dientes de la bestia abrieron una herida en
el hombro de Charles, el cual no había esperado el movimiento, por lo que fue
lento. No fue capaz de sostenerse bien y Charles cayó también.
Charles dio unos cuantos pasos, pero se puso de pie y acosó al oso mientras
rodaba los cuarenta y cinco metros de terreno pedregoso y rocoso hasta el fondo.
Cuando se detuvo, antes de que pudiera ponerse de pie, Charles aterrizó en su
espalda y se dirigió hacia la columna, que ahora se veía blanca en su lecho de
carne.
Cerró sus mandíbulas en los huesos y lo sacudió tan fuerte como pudo. Debajo
de él, el oso intentó primero ponerse de pie y luego darse la vuelta. Pero había
caído torpemente y Charles fue capaz de evitar que encontrara la influencia para
hacer mucho más que menearse. Dio una sacudida dura... y la columna vertebral
se separó con un estallido y un crujido espeluznante.
Los cuartos traseros del oso cayeron lacios y Charles se alejó de la parte
delantera aún peligrosa. Los azules ojos humanos del oso lo miraron con
expresión funesta mientras rugía y hacía rechinar los dientes.
Charles esperó. No recordó una sola vez que su abuelo se hubiera equivocado
sobre algo. Charles no era un hombre santo, por lo que no debería haber matado
al skinwalker. Pero indiscutiblemente, el skinwalker en forma de oso yacía
muerto. Los oídos de Charles no pudieron captar el sonido de los latidos del
corazón de su enemigo. Esperó hasta que su nariz le dijo que la muerte había
273
comenzado su trabajo, el cuerpo había comenzado a descomponerse, antes de
que él decidiera que su abuelo se había equivocado. Los hombres lobo no eran
nativos de este continente, quizás esa era la razón por la cual su abuelo no había
mencionado a los hombres lobo como una forma de matar a los skinwalkers.
Charles buscó a Devon. Hubiera pensado que los salvajes se unirían a la pelea,
por parte de Jericho. Jericho era amigo de Devon, y Charles y Devon solo eran
conocidos. Pero Devon no estaba por ningún lado, su olor solo era una pista del
viento.
Lo que Anna le había dicho a Devon cuando perdió el tiempo que debería
haber usado para escapar fue efectivo.
Ahora que la había asustado hasta la muerte, supuso, era mejor que le hiciera
saber que...
En su cabeza, una voz temblorosa de anciano dijo: Mi nieto, ¿por qué siempre
tienes que aprender de la manera difícil?
Leah corría, enfocada en su objetivo. Ella era más alta que Asil y Juste, y ella
los adelantó.
Ella era una hábil cazadora, y aprendió de los errores de los demás. No se
permitió acercarse lo suficiente a Sage como para ser víctima de uno de sus trucos
mágicos como Charles. Pero mantuvo a Sage a la vista.
Tenía la ventaja en este terreno, pensó. Con su compañero, ella había viajado por
274
todo su territorio, se había quedado despierta hasta altas horas de la noche
discutiendo sobre la topografía, sus fortalezas y debilidades. Sabía, por ejemplo,
que Sage estaba tratando de llevarlos en una ruta indirecta a los autos. Sage
esperaba que la dejaran ir lo suficientemente lejos como para poder tomar una de
ellos y escapar.
Nunca le había agradado tanto a Leah el protocolo que prohibía los teléfonos
celulares. Sería bueno alertar a la manada para que pudieran establecer
barricadas en todos los puntos en los que Sage podría sacar su todoterreno de
estas montañas. Tal vez incluso tener a alguien aquí a tiempo para desactivar el
auto de Sage. Pero el teléfono más cercano estaba en la cabina de Jericho, y eso
estaba demasiado lejos para hacerles ningún bien.
Parte de eso era porque Leah corría en su forma humana todos los días. Otra
parte era que Leah estaba construida como una corredora. Pero la mayor parte
era que, como compañera del Marrok, segunda en el grupo, podía aprovechar la
fuerza de la manada para ayudar a sus músculos.
Mantuvo el lobo de Sage a la vista, aunque el pelaje dorado claro y oscuro era
mejor incluso que el propio pelaje de Leah para mezclarse en la luz y la sombra
del bosque por el que corrían. Después de unos tres kilómetros, Juste y Asil
estaban a cierta distancia detrás de ellos, y ella se estaba adaptando con calma.
275
Pero eso estuvo bien.
Casi habían vuelto a donde habían empezado, un truco del rastro que Sage
había estado tomando. Eso significaba que estaban a tres kilómetros de los autos.
Sage lanzó una mirada sobre su hombro y Leah pudo ver la consternación que
la invadió cuando vio a Leah. Realmente había pensado que podía correr más
que Leah. Ella no fue la primera persona en subestimar a Leah. La mayoría de
ellos estaban muertos.
Su pareja fue la única persona que realmente la vio. Puede que no le cayera
bien, Leah lo sabía y no le molestaba. Mucho. Pero Bran Cornick apreciaba sus
habilidades y sus fortalezas, y la respetaba. Él realmente no respetaba a muchas
personas. Ella se las arreglaría con eso.
Charles.
Un oso rugió su triunfo, desde la cueva de Jericho. ¿Qué diablos hizo que
276
Charles se enfrentara a un oso cuando tenemos un traidor que atrapar?
Cruzada contra un árbol, Anna miró a Wellesley con lágrimas en los ojos.
—Está herido —dijo, demasiado desesperada para preguntarse si Wellesley
siquiera sabría de quién estaba hablando—. Está herido. Nada puede matarlo.
Solo un hombre santo o fuego, y Charles no tiene ninguno.
Pero el dolor significaba que todavía estaba vivo, y si todavía estaba vivo, no
había tiempo para detenerse. Guardaría el luto para cuando fuera demasiado
tarde para hacer algo.
277
—Llévame allí —dijo Wellesley—. Puedo ayudar.
A pesar del dolor que la derivaba a través del vínculo de apareamiento, Anna
se permitió un poco de esperanza. Ella fue de nuevo, tratando de aumentar su
velocidad a donde había estado. No tuvo éxito: Se había torcido el tobillo
bastante, e incluso con el aumento de la curación que le había ganado su hombre
lobo, dolía.
Wellesley la agarró del codo dos veces cuando ella habría tropezado.
Ella y Wellesley bajaron con dificultad hasta que pudieron ver un segundo
incluso más empinado, descenso a la batalla real abajo.
278
entre él y el oso. Leah tenía una pistola en una mano y un cuchillo de aspecto
malvado en la otra. Asil tenía un arma de hoja en algún lugar entre un cuchillo y
una espada de longitud corta, estaba chorreando sangre.
Juste arrojó una roca del tamaño de un puño contra la cabeza del oso. Un
lanzador de Grandes Ligas no podría competir con un hombre lobo en velocidad
o fuerza. El oso trató de apartarse del camino, pero la roca lo golpeó en la cabeza
con una grieta que lo derribó.
Anna se habría lanzado colina abajo, pero Wellesley la tomó del brazo.
—Espera —le dijo, sus ojos en el oso—. Necesito que hagas guardia. Intentará
detenerme cuando se dé cuenta de lo que estoy haciendo.
Apartó sus ojos de Charles y los dirigió hacia Wellesley y exigió en una voz
que apenas reconoció como propia:
Wellesley sacó un paño doblado en una bolsa que olía a ajo, chile, limón y
algunas cosas desconocidas. Se agachó y recogió hojas viejas, hierba seca y
algunos palitos. Rápidamente limpió un espacio de cualquier cosa combustible y
usó el combustible que había reunido para construir los ingredientes de un fuego
en miniatura, dejando la mezcla de especias encima de eso.
Debajo de ellos, Leah disparó tres balas al oso y Juste lo golpeó con otra roca.
De las dos, balas o rocas, la roca parecía hacer más daño. Pero fue Asil, con sus
pies ligeros, quien dio el golpe mortal al saltar sobre el oso herido y deslizó su
espada entre sus omóplatos y su espina dorsal.
279
nunca había escuchado antes.
Era una lástima, pensó tristemente, que no fuera una bruja. La pistola
probablemente sería un arma mucho mejor que…
Anna, le dijo, y ella podía sentir su desesperación, huye, mi amor. Esto no se puede
matar.
280
preocupación. Está un poco roto, creo. Pero él cree que puede hacer esto. Si no, tengo
gasolina y un encendedor.
Charles se volvió con las primeras palabras de la niña. Al igual que Anna se
congeló momentáneamente.
Avísales, dijo el Hermano Lobo mientras sus compañeros de manada salían del
modo batalla. No es un niño Anna, adviérteles.
Saliendo de la forma del niño, el oso, ahora ileso, se levantó otra vez, sus ojos
azules y locos brillaron con la luz del sol. Golpeó con fuerza a Asil, quien,
advertido por Anna, se agachó bajo el golpe y se dirigió hacia la parte inferior del
oso. Pero el oso había visto a Wellesley. Ignorando la enorme herida que Asil le
había hecho en su abdomen, que le dejó con las entrañas escapándose, haciendo
caso omiso de los hombres lobo que lo atacaban, el oso comenzó a correr por la
ladera de la montaña hacia Wellesley y Anna.
Sage no sabía qué había distraído a Leah. Había cazado con la compañera de
Marrok durante dos décadas o más y habría jurado que nada podría detenerla
una vez que la hubiera elegido, pero Sage no iba a mirar los dientes al caballo
281
regalado.
La velocidad del cambio la hizo apretar los dientes y estremecerse. Ella no hizo
ningún ruido, sin embargo. No sabía dónde estaban los hombres lobo y no tenía
intención de llamar su atención si podía evitarlo.
Era irónico que hubiera sucedido el día en que Sage finalmente encontró su
presa. Décadas de búsqueda porque el Marrok mantuvo sus salvajes en secreto
de todos menos de su compañera y sus dos hijos. Luego Asil había venido a la
manada, y también lo habían enviado a tratar con los salvajes. Se había apegado
a él para ver si podía persuadirlo de contar cuentos y porque era hermoso.
Y él era hermoso.
Se arrepentiría por Asil, pensó. Tal vez una vez que su abuela tuviera la manada
bajo su control, suponiendo que podría torturar el secreto de los collares de
Wellesley, y Sage nunca subestimó a su abuela Daisy, tal vez Sage tomaría a Asil
y lo usaría por un tiempo.
282
porque de alguna manera había disgustado al skinwalker. Pero cuando la abuela
había detonado la bomba fétida en el rostro de Charles, Sage lo había entendido.
Si la abuela Daisy pudiera llevarse a Charles solo, si ella se llevaba a Charles
entonces podría llevarse todo: La manada, Wellesley y todo.
Ella agarró el cuchillo que guardaba en una funda al lado del asiento y se
volvió hacia la cara…
Le había preocupado que pudieran ser Asil o Charles, pero el lobo que había
atravesado la vegetación junto al coche de ella era flaco y andrajoso y sus costillas
se movían con dureza por el esfuerzo de interceptarla.
El dolor del cambio, la tortura de ser el juguete del escogido grupo de lobos
renegados de la abuela; todo eso fue culpa de Charles y Bran Cornick, que le
habían robado a la abuela Daisy su presa y lo habían escondido. Incluso usando
su cabello y sangre, no pudieron encontrarlo.
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Sage sabía ahora que era porque el hechizo de unión medio fallido de la abuela
Daisy, ahora roto, había cambiado al artista hasta dejarlo irreconocible. Sin
embargo, si Bran no hubiera cambiado el nombre de Frank Bright, podrían
haberlo encontrado por su verdadero nombre. Todo el sufrimiento de Sage fue
culpa del Marrok.
Ella no podría matar a Bran o Charles. ¿Pero Devon, amigo de Asil y Bran,
mascota especial, que se vio debilitado por su incapacidad para comer lo
suficiente para mantenerse sano? Una vez había sido un guerrero formidable, lo
sabía, ¿pero ahora?
Sonrió al más débil y amado de los salvajes de Bran. Ella se vengaría como
pudiera.
Charles siguió a sus compañeros de manada, que corrían detrás del oso
mientras cargaba por la ladera de la montaña, aunque si el arrastrar sus entrañas
hacia arriba de la pendiente rocosa no lo frenaba, no estaba seguro de qué podía
hacer al respecto.
Wellesley, con los ojos cerrados, estaba cantando sobre un fuego donde parecía
que intentaba inútilmente quemar la pistola de brujas. Fuera lo que fuera lo que
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estaba haciendo, obviamente el skinwalker creía que era lo suficientemente
peligroso como para tratar de llegar a Wellesley a través de Leah, Asil, Juste y
Anna.
No hay espacio suficiente, dijo el Hermano Lobo, aunque sabía que Charles ya lo
entendía. Las rocas eran un arma a distancia y el oso se estaba acercando a Anna.
—Cúralo —gruñó.
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oso.
Wellesley levantó ambos brazos hacia el cielo y cantó una canción en una
lengua extraña y retorcida. Pero no importaba que Charles no entendiera el
idioma. Él reconocía una oración cuando escuchaba una.
Capítulo 12
286
Una de las cosas más sorprendentes acerca de los últimos días, pensó Anna,
fue que toda la ladera de la montaña no se prendió en llamas cuando el
skinwalker ardió. Ellos no tenían un corta fuego, no tenían una retroexcavadora,
y ese oso ardió más intenso que la casa de Hester.
El oso se redujo a cenizas en unos cinco minutos, con olor inquietante, dada la
naturaleza de la bestia, como lo hacía el tocino. Cuando el fuego terminó, sólo
había quedado una pila de huesos en el suelo que parecía como si una roca
fundida hubiera presionado en él y lo dejó ennegrecido y brillante. Los huesos
mismos no estaban ennegrecidos, eran blancos y limpios, y pertenecían a un ser
humano.
Anna pensó en su historia del espíritu del huracán que había llamado a este
hombre su hermano. Pensó en lo que este había dicho sobre Wellesley. Algo
acerca de cómo Wellesley llevaba la sangre de la tierra mágica y descendía por
mil años de un linaje de sacerdotisas, lo que sea que significara, aparte de ser
capaz de resistir una maldición mágica de sangre durante el tiempo que lo hizo.
Nadie dijo nada acerca de ir detrás de Sage. No estaban en forma alguna para
una persecución, y, además, todos ellos habían oído el sonido de la camioneta de
Sage al encenderse y alejarse.
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Anna y Charles se quedaron en su propia casa esa noche, por las condenadas
órdenes de Bran. Charles parecía como si hubiera pasado por cuarenta rondas
con una trituradora de carne. No iba a llevarlo al centro de la sede de la manada
con ese aspecto. Él no dormía allí cuando estaba herido, por una cosa.
Anna le dio de comer pizzas congeladas mientras trabajaba en algo con más
proteína que llevaría más tiempo. Y se reunió con él para comer las pizzas y los
filetes.
—Ella te llamaba Charlie. —Eso le había molestado, que otra mujer tuviera un
apodo para el compañero de Anna. No se había dado cuenta de lo mucho que le
molestaba hasta que lo dijo en voz alta.
—Ese todavía podría haber sido el caso. Ella fue brutalizada, no hay duda de
eso. Incluso si se ofreció voluntariamente… y no creo que un skinwalker pidiera
voluntarios más de lo que lo hace cualquier otra bruja que usa la magia negra.
—Anna —dijo Charles con voz suave—, ella estuvo aquí durante veinte años.
Podría haber llegado a mi padre en busca de ayuda en cualquier momento. Ella
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entregó a Hester, Jonesy, y Jericho al skinwalker.
—Eso casi te mató —dijo. Y no había querido decir eso. Trató de aligerar el
crudo terror que escuchó en su voz con un poco de humor—. No más peleas con
osos para ti.
—No más peleas con cosas muertas —dijo, pero su voz se tambaleó en la
última palabra.
Se estiró hacia ella, y ella se arrastró a su regazo, metiéndose entre sus brazos.
Él apoyó la barbilla en la parte superior de su cabeza.
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rodeada por su calidez y su olor, parecía el momento adecuado para las lágrimas.
Skinwalker, la voz del anciano chaman rodó por su cabeza. Aunque no creía
que hubiera usado esa palabra alguna vez en… en la visión que Hermano Lobo
le había enviado.
Lloraba porque no sabía qué otra cosa hacer con el miedo agitándose y el dolor
apenas perdido que estaba ligado al pensamiento de lo que el skinwalker podría
haber hecho.
Y cuando hubo terminado con eso, lloró por la mujer que había creído que era
su amiga. Pensando de nuevo en todo el tiempo que había conocido a Sage, Anna
no podía decidir si Sage había sido muy buena en el engaño o simplemente muy
buena para evitar cosas que eran mentiras. Tal vez Charles sabría. Tal vez ya no
importaba.
Lloró por Asil. Por el romance con Sage que había sido otra cosa y por el amigo
que él había perdido.
Habían llevado a los dos, a Asil y al cuerpo de Devon a la casa de Bran, donde
el resto de la manada se haría cargo de ellos. Después ella y Charles se habían
metido en el auto de Bran y se fueron a casa.
Anna lloró por Devon, también, aunque no lo había conocido bien. Nunca lo
había visto en su forma humana, solamente lo conoció a través de las historias de
los demás. Asil lo había apreciado y respetado, y solo Dios sabía que Asil no
respetaba a muchas personas en el planeta. Bran. El misterioso amnésico
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Sherwood Post. No podía pensar en nadie más de improviso.
Jericho, el verdadero Jericho, nunca lo había conocido. Charles dijo que estaba
bastante seguro de que había sido tomado al mismo tiempo que cuando todos
los soldados enemigos habían muerto. Es difícil decir si esos hombres habían sido
asesinados por Jericho o por el skinwalker, para arrastrar a Charles a la casa de
Jericho. Ella pensó que probablemente nunca sabrían a ciencia cierta.
Hester, Jonesy, Jericho, y Devon, habían perdido a tantos en tan corto tiempo.
Anna puso la oreja en el pecho de Charles, escuchando el latido regular de su
corazón.
—Eso está bien —le dijo Anna—. Si estuvieras muerto, no podrías molestarte
por nada de lo que Leah tuviera que decir. Espero que te atormente por completo.
Él se echó a reír entonces, un sonido cálido, y adormecido que la siguió a sus
sueños.
Las luces le dijeron que todo el mundo estaba despierto. Sintió la sutil
expectativa que le dijo que la manada podía sentirlo, incluso si ellos no sabían lo
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que estaba causando su inquietud. De pie en el porche, enderezó los hombros y
abrió los vínculos, aceptando la responsabilidad de vuelta que había entregado a
su hijo.
Por un momento, la sensación fue abrumadora. Dio un paso hacia los lados
para mantener el equilibrio. Luego todo se acomodó en su lugar, y fue como si
nunca se hubiera ido, a excepción de las piezas que faltaban, sin Hester con su
vínculo a Jonesy, que iluminaran la sensación de Bran del vínculo como una
explosión nuclear; sin Jericho, quien podría haberle enseñado a Tag una cosa o
dos acerca de la lucha berserker; sin Devon, cuya dulzura había sobrevivido a los
años que le había robado a todos los demás.
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Tenían el cuerpo de Devon colocado sobre la barra, el lobo muerto acurrucado
como si estuviera simplemente dormido. Bran se inclinó y besó su frente.
Bran negó.
—Tonto imprudente.
Eso había sido… seiscientos años atrás, más o menos cincuenta. Y ahora, de
aquellos que se habían quedado esa noche, sólo quedaban Bran y Tag.
—A ti —dijo Bran—, puedo pedirte disculpas. Pensé que eras nuestra traidora.
Él asintió.
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—No puedo hacer eso. Sabes por qué. Así que se lo dejé a Charles. —Se
disculpó de nuevo—. Lo siento.
—¿Por qué razón? Me halaga que pensaras que fuera nuestra traidora. Se
necesitaría una gran cantidad de ingenio y habilidad para estar tan cerca de ti y
traicionarte.
Él lo hizo.
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juez. Charles salió de la habitación, se paseó en la cocina, y envolvió sus brazos
alrededor de su compañera por detrás mientras revolvía los huevos. La besó en
la oreja.
Charles miró a su pa, que estaba apoyado en la pared junto a la puerta de atrás,
con los brazos cruzados sobre el pecho. Bran Cornick, el Marrok, el líder de la
mayoría de los hombres lobo en América del Norte y algunos de América del Sur
desde hace un par de meses atrás, parecía cansado.
—Tenías razón —dijo Anna—. Estaba en los archivos que Boyd mandó.
—Hubo entrevistas que Boyd llevó a cabo con cada uno de sus miembros de
la manada sobre los tratos de Leo con nuestro enemigo. Uno de los de Boyd
escuchó una conversación hace unos diez años. Uno de los de nuestro enemigo
dijo algo sobre una mujer lobo de quien estaban recibiendo información —dijo
su pa.
—Por lo tanto, ¿no las finanzas? —Charles había estado seguro de que había
habido algo en los valores financieros. Algo más sustancial que una conversación
escuchada que podría o no ser relevante.
—Fue más contundente de lo que lo hice sonar. La información era algo que
sólo Leah y yo sabíamos.
—Y tal vez el mejor… no el mejor amigo de Leah. No estoy segura de que Leah
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tenga un mejor amigo. Pero mejor confidente, de todos modos —dijo Anna.
Bran asintió.
—¿No pudiste llegar a África antes de tenderme una trampa para matar a
Leah, y… —Charles vaciló, luego se encogió de hombros—… lo que sea que pasó
después de eso?
—Me dijiste —dijo Anna—, cuando estábamos corriendo por el sendero, que
recordaste lo que pasó en Rhea Springs.
Él asintió.
—Sí.
Anna hizo un sonido impaciente y Wellesley le sonrió.
—Era un héroe —dijo su pa—. Él sanó a la gente. Mató a la gente que tenía que
matar. Salvó a la gente que tenía que salvar.
Bran asintió.
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—Y llamé la atención de una mujer que se hacía llamar Daisy Hardesty —dijo
Wellesley.
Wellesley asintió.
—Daisy poseía Rhea Springs. Todos los que vivían allí eran miembros de su
familia. La gente venía de todas partes del país para ser sanados de su
enfermedad. Algunos de ellos desaparecieron, incluyendo al hermano de una
mujer que había ayudado. Ella me lo contó, y fui a investigar. —Hizo una
mueca—. Pensé que estaba entrando en una cueva de ladrones asesinos, y en su
lugar, me encontré con una ciudad practicando la magia de sangre. Hubo una
batalla. Personas murieron, algunos por mi mano. La herí, y me maldijo. Creo
que asumió que las autoridades se encargarían de mi continua existencia por ella,
y no tenía que matarme ella misma para beneficiarse de eso una vez que su
hechizo estuvo en su lugar.
Estaba segura de que nadie sabía de esas cuentas. Muy segura. Aun así…
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Charles Cornick era bueno con dinero electrónico. Mejor esperar hasta que la
abuela Daisy contactara con ella antes de usar el crédito bajo cualquier nombre.
Robó un auto del estacionamiento fijo del aeropuerto, después de cambiar las
placas con otro de la misma marca y color. Conducir un Toyota Camry plateado
era lo más cercano a invisible como pudo.
Decidiendo que era mejor evitar las ciudades más grandes por un día o dos,
se detuvo en un hotel en Deer Lodge. No es que Montana tuviera muchas
ciudades “más grandes”. Conseguiría un apartamento en Billings, decidió,
saliendo de “su” auto.
—Sé que estuvimos allí durante unas horas —le dijo a Leah—, pero, ¿no se
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suponía que había actividades hasta el anochecer?
Ella lo miró.
—Tag sacó su gaita y tocó “La Caza Salvaje”. La nueva, de The Tallest Man on
Earth.
Tag había pasado por una fase de nuevo folclor, y The Tallest Man on Earth
había sido uno de sus favoritos.
—No fue tan malo —dijo ella—. Ni tan bueno, eso sí. Pero no tan malo.
—¿No ahuyentó a todo el mundo? —La gaita no era del agrado de todos.
Especialmente si la mayoría de la gente de aquí eran hombres lobo, las gaitas eran
ruidosas. La oficina de su pa tenía muy buena insonorización si no habían oído
las gaitas.
—No —dijo—. Hizo que todo el mundo quisiera ir a una cacería. Mi patio está
lleno de ropa amontonada. Anna y yo metimos todos los instrumentos, y luego
encendimos los aspersores.
Ella sonrió con satisfacción, y Charles sonrió ante la idea de las dos mujeres
indignadas tramando cómo vengarse de la gente que estropeó la parte musical
de su barbacoa.
—¿Supongo que esto será una cosa de una sola vez? —Se aventuró.
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—Tal vez. Anna sugirió que Tag lo planeara la próxima vez.
Sus cejas se levantaron, aunque sabía muy bien que ella sabía de lo que estaba
hablando.
—No sé nada de eso —dijo—. No estabas muerto cuando llegamos allí. Si hay
una cosa que he aprendido a lo largo del tiempo que he pasado aquí con tu padre,
es que no hay que subestimarte.
Charles pensó en cómo el lobo de su pa había peleado con Bran hasta un punto
muerto en Spokane, reacio a dejar a Leah a su destino. Cuando Bran sabía que el
lugar más seguro para todos, si Leah hubiera sido su traidor, habría sido África.
Su padre, que había controlado a ese lobo durante mucho, mucho tiempo.
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—¿Qué —dijo Charles con cuidado, porque trataba muy fuerte para no
interferir en el matrimonio de su pa—, sería diferente si te quisiera?
—Se fue —dijo Leah con frialdad, como si el breve momento de conformidad
sobre la ropa mojada no hubiera sucedido—. Supongo que se fue a casa.
El pequeño gris alegre tomó un par de pasos más, y cuando fue obvio que ella
no estaba fijando las cosas, se detuvo.
—Olvidaste sentarte un par de pasos antes de empezar a dirigirlo —dijo
Charles con cautela, trepando sobre la valla de la arena. Si estaba enfadada con
él, saludarla con una instrucción parecía ser una mala manera de hacer las cosas
bien, pero no pudo evitarlo.
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—Está bien —dijo.
—¿Te metió en su estudio para que ninguno de los dos tuviera que participar
esta noche?
Asil había desaparecido por unos días. Cuando regresó, se había retirado con
sus rosas y solamente salió cuando Kara fue a buscarlo.
—Esta fiesta era justo lo que necesitaba la manada, una caza salvaje y todo —
le dijo Charles—. ¿Asil fue con ellos?
Anna asintió:
—Pa no está en un punto, sin embargo, donde una buena carrera le haría algún
bien. Si hubiera salido, nadie habría jugado. Y ellos necesitaban jugar.
Anna frunció los labios, su cuerpo balanceándose un poco cuando el caballo
cambió su peso.
—Está bien —dijo ella—. Puedo ver eso. ¿Qué hay de ti?
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—¿Qué encontraste? —preguntó.
—Esto es más grande que el skinwalker, o al menos más grande que un solo
skinwalker. Parece que la familia Hardesty ha logrado mantenerse bajo el radar
de todos. Son dueños de una cadena de comida rápida, grandes extensiones de
tierra, y unos cuantos edificios en la ciudad de Nueva York. Y son brujas. La
primera familia poderosa de brujas por trescientos años, que sepamos, al menos.
Charles asintió.
—Eso parece. Pero tal vez no. Asil… —Suspiró—. Asil encontró a Sage.
—No es de extrañar que haya estado preocupado —dijo Anna con expresión
sombría. Charles sabía que no tenía que decirle que Sage había muerto.
Él asintió.
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—¿Sabes? —dijo—. Me he estado preguntando lo que voy a hacer con mi vida.
Pero conocer a algunos de los salvajes me enseñó algo.
—¿Qué es eso? —Cuando la miraba con el regalo de su abuelo, podía ver las
conexiones que se centraban en ella, conexiones desde el caballo, de los árboles,
de las montañas, y de él. Ella era tan hermosa.
—Puede que no sepa, en este momento, lo que quiero hacer con mi vida. Pero
tengo mucho tiempo para averiguarlo. Decidí, en la fiesta realmente, que
aprender algunas cosas es una excelente manera de empezar. Antes de venir a
montar, me inscribí para clases en línea. —Frunció el ceño—. ¿Hablas japonés?
Hizo que el caballo fuera hacia un lado hasta que se paró junto a la valla, y se
incorporó en sus estribos. Charles tuvo que agacharse un poco, porque su caballo
era realmente bajo, pero valió la pena.
Besar a Anna valía la pena, por mucho esfuerzo que tuviera que hacer.
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Sobre la Autora
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1965 y vivió en varias ciudades del noroeste
Pacífico antes de regresar a su pueblo natal.
Escritora estadounidense, ha destacado dentro
del campo de la literatura fantástica, sobre todo
en el subgénero de la fantasía urbana.
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0.5.- Alpha and Omega
(Historia corta publicada en la Antología “On the Prowl”, 2007)