Segunda Tesis

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FUENTES DE LA TEOLOGIA

LA SAGRADA ESCRITURA, LA TRADICIÓN ECLESIAL Y EL MAGISTERIO

Es importante determinar las fuentes de la teología, de donde el teólogo obtiene los


datos para la comprensión sistemática de las verdades de la fe, llevando a cabo un método
científico y riguroso. Algunos autores clásicos hablan de “lugares teológicos”; es decir los
ámbitos en que los profesionales, como en toda ciencia, pueden encontrar datos que le
sirvan para explicar racional y científicamente la teología.

La historia de la teología recoge las diversas sentencias que mantienen los autores;
es clásica del profesor Melchor Cano, el teólogo dominico que tituló su obra “De locis
theologicis” (Fernández, 2015) donde menciona diez lugares: Sagrada Escritura,
Tradiciones de Cristo y de los Apóstoles, Iglesia Católica, Concilios, Iglesia Romana,
Santos Antiguos, Teólogos escolásticos, Razón natural, Filosofía e Historia Humana. Ha
sido un tema de varios debates y años de formulaciones.

Entre los autores se ha fijado la teoría que son tres las fuentes principales de la
teología: La Escritura, La Tradición y El Magisterio (Cf. OT 16). La Sagrada Escritura y la
Tradición Eclesial son dos aspectos o depósitos del único tesoro de la revelación cristiana.
No son dos fuentes paralelas o separadas, sino expresiones del único acontecimiento
salvífico “La Tradición es el sujeto que sustenta la Escritura” al tiempo que es el Magisterio
quien la explica con autoridad. [CITATION Conoc \y \l 9226 ]

Se habla de fuentes auxiliares como la liturgia, la vida social, la experiencia


cristiana. La liturgia como la celebración de la fe (cf. CEC 1066-1075).
La Sagrada Escritura es la garantía objetiva y externa que mantiene a la
Tradición Eclesial en continuidad con el Evangelio, conserva la pureza y la autenticidad del
mensaje y es fundamento estable de la Tradición porque lleva consigo el objeto revelado.

La Tradición Eclesial enseña y anuncia eficazmente la verdad que se


contiene en la Sagrada Escritura, teniendo en cuenta, la plenitud vital y existencial del
depósito revelado como continua animación y concretización de la Palabra de Dios. Es
transmisión de la revelación porque presenta al sujeto que la acoge.

La Sagrada Escritura y la Tradición Eclesial, constituyen juntas la vida de la Iglesia


en la fidelidad a Cristo y en el servicio a la humanidad, la una como fundamento estable y
fuente de vida, la otra como continua animación y concretización de la Palabra de Dios.
Forman una unidad de complementariedad con características y tareas diversas. Ambas
contienen y comunican el misterio de Dios que la Iglesia debe anunciar y del que debe ser
testimonio ante todo los hombres, por eso se han de recibir y venerar ambas con un mismo
espíritu de piedad (DV 19). La auténtica interpretación de la Tradición Eclesial y de la
Sagrada Escritura está asegurada por el Magisterio de la Iglesia (DV 10).

El Magisterio. Para la Teología, el sujeto del Magisterio es “El Colegio


episcopal ó Colegio Apostólico” en comunión con el Papa, como continuidad del Colegio
Apostólico en torno a Jesús. Hay dos modelos por el cual el Colegio puede actuar: Primero,
como Colegio Apostólico y segundo como Sumo Pontífice el Papa, el cual es la cabeza del
Colegio Apostólico.

Se pude distinguir tres funciones en el ejercicio del Colegio Apostólico: Primero, La


enseñanza de los Obispos en sus respectivas Diócesis; segundo, La enseñanza del Colegio
reunido como Concilio y tercero, la enseñanza del Papa como cabeza del Colegio
Apostólico.
Por tanto, la Tradición Eclesial, la Sagrada Escritura y el Magisterio de la Iglesia
están unidos de modo que ninguno puede subsistir sin los otros, cada uno según su carácter
y bajo la acción del Espíritu Santo contribuyen a la salvación de las almas (DV 10).

1. LA SAGRADA ESCRITURA

La Sagrada Escritura es la Palabra de Dios escrita, ocupa en la iglesia un lugar


especial, lugar de preeminencia y veneración. Contiene el mensaje divino de salvación que
bajo la inspiración del mismo Espíritu Santo que habló mediante los profetas, fue redactado
por escritores sagrados, entre los que se encuentran los apóstoles.
La Sagrada Escritura se encuentra íntimamente unida y compenetrada a la
Tradición, que deriva de los apóstoles, y se desarrollo en la Iglesia con ayuda del Espíritu
Divino. Ambas surgen de la misma fuente, se funden entre sí y tienden un mismo fin.
La Biblia puede considerarse como el alma de la teología (cf. OT 16), el centro de la
actividad del teólogo y su punto de partida.

1.1. La Inspiración de la Escritura

La inspiración de la Sagrada Escritura es un carisma o don del Espíritu Santo que


actúa en los escritores de los libros sagrados, y se reflejan en la veracidad. El Misterio de la
inspiración radica por tanto en la presencia y acción del Espíritu Divino, que llena la
historia de la Revelación judeo - cristiana, y es el factor de inspiración bíblica propiamente.
El Concilio Vaticano II enseña: Las verdades reveladas por Dios, que se contienen y
manifiestan en la Sagrada escritura, se consignaron por inspiración del Espíritu Santo.
Por tanto, ha sido una acción de Dios sobre el autor humano, el cual ha sido movido
por su influjo sobrenatural para que escribiera bajo la inspiración del Espíritu Santo (cf. DV
9; 11). La inspiración divina de Dios sobre el hombre se ha expresado por causalidad,
donde Dios es para él la causa principal, el cual actúa en el hombre como instrumento vivo
y racional creado por Dios.
El modo de actuar de Dios sobre el hombre ha sido teniendo en cuenta su propia
libertad, no ha sido de modo impuesto, sino que Dios ha contado con sus facultades y
medios para ejecutar su voluntad como verdadero autor (cf. DV 11), sin destruir ni anular
su propia individualidad, su estilo literario o intereses personales, Él ha imprimido en cada
autor humano sus propias características singulares que lo caracterizan de los demás autores
y libros en la Sagrada Escritura.

Por tanto, la Biblia ha sido el mensaje inspirado por Dios al hombre, de tal forma
que lo escrito por los autores sagrados fue precisamente lo que Dios quiso que escribieran
(cf. DV 11), con el resultado y la certeza de la acción del Espíritu Santo, de que la Biblia ha
sido, es, y será ciertamente, la Palabra de Dios. Aunque ciertos pasajes de la Biblia hayan
podido diferir notablemente en su carácter, todas y cada una de las palabras de la Sagrada
Escritura son igualmente inspiradas por Dios.

1.1.1 Características de la Inspiración:

- utiliza un lenguaje normal. El tema de inspiración de la Escritura se


plantea por el hecho de que la Revelación divina no trae su propio lenguaje y Dios
utiliza en ella las formas de la comunicación humana.

- Tiene garantía de Veracidad: La doctrina y vida salvadoras que Dios


desea trasmitir exigen por coherencia una garantía de veracidad en los escritos que
de hecho las trasmiten.

1.1.2. La base escriturística de la inspiración

El hecho de la inspiración de la Sagrada Escritura se halla claramente formulado en


dos lugares del Nuevo Testamento:
- La Epístola segunda de San Pedro: exhorta a tener en cuenta que “ninguna
profecía de la Escritura es objeto de interpretación personal, ya que nunca ha sido
proferida por voluntad humana, sino que movidos por el Espíritu Santo hablaron
aquellos hombres de parte de Dios (2 P 1,16-21).
- En la segunda carta a Timoteo: San Pablo exhorta a Timoteo a permanecer firme
en lo que ha aprendido mediante las Letras Sagradas, y fundamenta su exhortación
en el hecho que toda Escritura está divinamente inspirada (cf. 2 Tim 3,16).
- Otros textos del Antiguo Testamento: Ex 24; Ne 8; Sal 119…

1.1.2. Fundamentación Extrabíblica (Eclesial) de la Inspiración:

El Concilio de Florencia, retomando algunas confesiones de fe del siglo V reafirmó


que los libros del canon (hasta ese momento definido) eran fruto de la inspiración del
Espíritu Santo.
El Concilio de Trento se conformó con la expresión “sagrados y canónicos” a los
libros de la Biblia, cuya lista promulgó oficialmente. El Concilio Vaticano I decretó que
estos libros, por ser sagrados y canónicos, deben ser recibidos, ya que fueron inspirados por
el Espíritu Santo teniendo a Dios por autor y su vez han sido entregados a la misma Iglesia.

En la Encíclica Providentissimus Deus (1893) el Papa León XIII, exhortaba a los


hombres de ciencia, con celo por la fe, a realizar nuevas y profundas investigaciones acerca
de la Sagrada Escritura. Acerca de la inspiración dice el documento que todos los libros
enteros que la Iglesia reconoce como sagrados y canónicos han sido escritos en todas sus
partes bajo la inspiración del Espíritu Santo. Por lo tanto, hay que excluir y rechazar toda
acusación de error, porque Dios, Insuperable Verdad, no pueda ser autor de ningún error...
El mismo Dios ha estimulado a escribir sólo lo que Él ha querido, si no, el Espíritu Santo
no sería el autor de toda la Sagrada Escritura.

1.2 El Canon y La Canonicidad De Las Escrituras


1.2.1 El canon

La etimología de la palabra “Canon” proviene del griego “Kanón” que significa


“caña recta”, la cual se empleaba para medir, y también del hebreo “Qaneh” (Cf. Ez 40,3)
que significa “vara para medir”. Esta palabra transcrita al Latín bajo la forma de “Canon”
se designaba en sentido propio como vara de madera utilizada por los carpinteros, pero en
sentido metafórico se utilizaba como cierta medida, ley o norma de obrar, de hablar o
proceder.

El canon cristiano de la Sagrada Escritura es el conjunto de libros que la Iglesia


considera oficialmente como base de su doctrina y sus costumbres, por el hecho de estar
inspirados por Dios. Aplicada a la Sagrada Escritura se utilizó por primera vez en el siglo
III, uno de ellos fue Orígenes, pero se ha discutido que haya sido el primero en haber
utilizado esta palabra, porque existió la posibilidad de haberla utilizado cuando afirmó que
“la asunción de Moisés no estaba en el canon”.
Con seguridad el primero que aplicó el término a la Sagrada Escritura fue San
Atanasio (en el año 350), cuando observó que “el Pastor de Hermas” no formaba parte del
canon. Después de San Atanasio, el término se hizo común entre los escritores griegos y
latinos.

1.2.2. La formación del Canon:

la inclusión de un libro en el canon no supone necesariamente su autenticidad


literaria por parte del que aparece como autor de la obra.
El canon cristiano del Antiguo Testamento contiene libros (Tobías, Judit, Macabeos,
Sabiduría, Eclesiástico, Baruc y algunos apartados de Daniel) que no aparecen en el canon
judío, llamados deuterocanónicos y fueron aceptados oficialmente como inspirados y
normativos por el Concilio de Trento en 1546 (cf. DZ 1502).

El canon de los escritos del Nuevo Testamento se formó gradualmente mediante un


proceso de separación de libros procedentes de un cuerpo más numeroso y amplio de un
cuerpo de obras cristianas muy antiguas. El canon se ordena a identificar y delimitar para
los creyentes una serie de libros recibidos y leídos en la Iglesia como Palabra de Dios. La
Iglesia desempeñó en este proceso un papel decisivo e insustituible. Hacia el año 300 el
canon neotestamentario adquiere la configuración que tiene hoy.

1.2.3. Criterios de la canonicidad

El criterio que influyó en mayor medida para la formación del canon bíblico
cristiano fue el reconocimiento en los libros de:
- Una recta regla de fe.
- Una clara apostolicidad.
- Un uso habitual en el culto.

Según lo anterior, la canonicidad en la Sagrada Escritura supone, además del hecho


de la inspiración, la declaración oficial de la Iglesia que no es necesario que sea hecha
solemne ni explícitamente, es suficiente que la Iglesia en la práctica los haya tenido
siempre como inspirados, por tanto, el criterio de la inspiración mira a la Sagrada Escritura
en general, a diferencia del criterio de canonicidad que mira a cada libro en particular.

La Iglesia tiene a los libros del Antiguo y del Nuevo Testamento por sagrados y
canónicos, no porque habiendo sido escritos por la sola industria humana, hayan sido
después aprobados por su autoridad, ni sólo porque contengan la revelación sin error, sino
porque, habiendo sido escritos por inspiración del Espíritu Santo, tienen a Dios por autor, y
como tales han sido entregados a la misma Iglesia.

La canonicidad de un libro constituye un hecho sobrenatural, que sólo podemos


conocer por revelación divina, a través de la Tradición de la Iglesia, de ahí que sea
necesaria la testificación del Magisterio eclesiástico para saber con certeza si un libro
determinado es canónico e inspirado.
1.3. La Verdad De La Escritura (Veracidad).

Una consecuencia lógica de que Dios es autor es que estos libros son santos y nos
transmiten una enseñanza verdadera. Pues, como todo lo que los autores inspirados o
hagiógrafos, afirman debe tenerse como afirmados por el Espíritu Santo, hay que confesar
que los libros de la Escritura enseñan firmemente, con fidelidad y sin error, la verdad que
Dios quiso que se consignara en las Sagradas Letras para nuestra salvación” (DV, 11). Por
tanto, son dogmas de fe católica: las doctrinas de la inspiración divina de la Biblia y de la
veracidad de la Sagrada Escritura.
La doctrina de la veracidad de la Sagrada Escritura pertenece al dogma católico,
como una consecuencia necesaria del dogma de la inspiración divina de la Biblia. Ésta es
doctrina mantenida siempre a lo largo de los siglos por el Magisterio de la Iglesia y por la
fe de los cristianos.
La Tradición fundamenta la veracidad de la Sagrada Escritura en dos razones:
- Que la veracidad está en íntima relación con el fin mismo de la inspiración, de
manera que son inseparables.
- Que la veracidad está en íntima conexión con la perfección de Dios.

Toda la Biblia entera es Palabra de Dios. Esto acarrea otras consecuencias prácticas:
aparece inmediatamente que la Biblia dice o enseña la verdad y que no puede contener
error, si tiene a Dios por autor. Dios no puede equivocarse, ni tampoco engañarnos. Si el
lector de las Escrituras estuviera expuesto a encontrar en ellas el error mezclado con la
verdad, no podría considerar este texto como una guía segura y la Iglesia no podría
tampoco proponer su Canon como regla de fe y de costumbres. Se plantea así, el problema
de la “Inerrancia Bíblica” o mejor dicho de la “Verdad de la Escritura”.
La así llamada “inerrancia” es el efecto principal de la inspiración y consiste en
aquella cualidad que hace a la Biblia inmune de error. Es posible que ningún otro concepto
relacionado con la divina inspiración de la Escritura haya suscitado tantos problemas como
éste. La Divino Afflante Spiritu de Pío XII, afirma: “Así como Cristo se hizo semejante al
hombre, menos en el pecado, así las palabras de Dios expresadas en lenguaje humano, se
han hecho en todo semejante al modo de hablar humano, menos en el error”.
1.3.1. La verdad en la Escritura

¿Es posible aplicar al Evangelio el concepto filosófico de verdad? La verdad según


el iluminismo es “exactitud” sin presupuestos, ideas ciertas y claras (Descartes), ciencia
ciertísima (Kant). W. Kasper dice que “sufrimos” bajo el concepto de verdad como certeza
exacta pues falta al misterio de la realidad. Aletheia para Heidegger significa “no oculta”,
“no escondida”, la realidad es un desvelarse, un aparecer de algo escondido, que siempre
guarda algo de misterioso. La verdad definida como “adecuatio rei et intellectus” no es del
todo cierta por ese aspecto de oculto de la realidad. Así, pues, agrega Kasper, cuando nos
referimos a la verdad de los dogmas o de la revelación, no podemos quedarnos con el
aspecto filosófico de verdad, es necesario mirar el significado bíblico.

Los LXX traducen el ‘Emeth hebreo por Aletheia, pero esto permite otras
traducciones como Pistis (fe) y justicia. Es algo complejo porque no existe una sola palabra
en el A.T. para designar la verdad. Así ‘Emeth puede ser firmeza, estabilidad, fidelidad,
seguridad, a veces aparece con connotaciones morales de honestidad o fidelidad. La verdad
bíblica es una “conformación” se demuestra en la historia, Dios se da a la historia, no es
una simple constatación de un hecho.

Para el hebreo no importa tanto lo que es, sino lo que viene, lo que sucede, “la
verdad viene hecha” (Cf. Ne 9,33; Jn 3,21). La raíz de ‘Emeth es Aman, es el conjunto de
características de un sujeto que dé muestra de ser verdadero, una cosa es verdadera en
cuanto confirma la verdad que yo pongo, la confianza que doy (Cf. Dt 7,9; 32,4). Ésta
verdad se da en la Palabra de Dios (Cf. 2Sam 7,28; Sal 111,7) y en los actos (Cf. Sal
25,10). ‘Emeth’ es la suma y la quinta esencia de las palabras de Dios y fin de su acción.
Por su Palabra y sus obras Dios se muestra, Dios se confirma como Dios.
a. La verdad como confirmación: La alianza hace ver la verdad de Dios, su
fidelidad (Cf. Ex 2,3) Dios en la alianza muestra su verdad y esta verdad de Dios es
un don gratuito y libre. Jesús es la confirmación de la alianza de la gracia de Dios,
Él es la verdad, es el AMEN (Cf. Ap 3,14); el Amén dicho por Jesús es garantía de
su persona y de su mensaje (Cf. Jn 1,14)
b. Relación entre Verdad y Evangelio: El Evangelio como anuncio es anuncio de la
verdad (Cf. 2 Cor 4,2; Ef 1, 12). La verdad del Evangelio es fundamento para juzgar
las varias doctrinas, pues el Evangelio expresa la verdad. El contenido del
Evangelio afianza la predicación apostólica referente a Cristo mismo; no se limita a
su muerte y resurrección, sino a la proclamación de su misterio en conjunto. El
Evangelio es casi una fuerza, un poder para salvar (Cf. Rm 1,16-17). Esta verdad no
puede ser comprendida en contra de la doctrina o de los dogmas, pues el Evangelio
no es entendido sólo como fuerza, sino como doctrina, como algo recibido (Cf. Rm
1,15) que debe ser entregado y requiere la obediencia de la fe (Cf. 1Cor 15,1-3).
Para Pablo anunciar el Evangelio es transmitir la fe. También en las llamadas cartas
pastorales no se ve oposición entre Evangelio y doctrina, y usa palabras como
Tradición, Doctrina (Cf. 1Tm 4,3) enseñanza.

c. La verdad Bíblica debe entenderse como Promesa: Promesa y Evangelio son


conceptos complementarios que nos llevan al centro de la concepción bíblica de la
verdad. Verdad no es sólo Dios que se desvela, sino que se espera algo nuevo. El
A.T. tiene todo un sentido de promesas y espera, Dios nos dará la vida, promesa y
cumplimiento realizada en Jesús de una manera escatológica (Cf. 1Cor 15,28) para
que Dios sea todo en todos. La promesa no es fijada, sino que va en desarrollo,
siempre más y más. La verdad está siempre en futuro, en la historia permanece
como promesa que crece, se da un elemento nuevo “sorprendente”.

d. La verdad como testimonio profético del Espíritu: ¿Qué papel tiene el Espíritu?
La verdad definitiva es promesa y está ya presente en Cristo. Para el Evangelista
Juan, el concepto de verdad es Cristológico (Cf. Jn 14,6), Cristo es la exégesis del
Padre, en Él se desvela la razón de la creación, es el Logos. En Juan es claro que
Jesús es verdad definitiva, pero el Espíritu se introduce en la verdad, en la
profundidad de Cristo (Cf. Jn 16,13.14). Es un aspecto de crecimiento bajo la guía
del Espíritu. Es una verdad que vive en la Iglesia (Cf. Jn 3,8) y se mueve y crece, no
en un desarrollo meramente intelectual (Cf. Jn 3,21). Es algo que nos lleva a la luz.
Es una verdad histórica, que crece en la historia.
La verdad no es simple promesa, pues esto sería evasión de la situación del
momento donde la Iglesia debe testimoniar, pero tampoco es únicamente un dogma
estático; tiene un aspecto dinámico de crecimiento. De allí que ningún dogma puede ser un
fin, es una percepción que nos lleva a una comprensión más profunda de la verdad.

1.4. Los Géneros Literarios

En la Biblia hay muchos Géneros Literarios, los cuales son maneras especiales de
decir las cosas y de narrar los acontecimientos, por tanto, es muy importante conocer en
qué género literario está escrito un pasaje de la Biblia, para entender qué es lo que el autor
quiere decir con su obra escrita. Los géneros literarios son los siguientes:

a. Histórico

Los libros con géneros históricos tienen un clásico lenguaje narrativo, conciso, lineal, con
largas digresiones y, a veces, reducido a listas de nombres. Tienen también forma de relato,
real o imaginario, además, incluye narraciones populares, leyendas, sagas y cuentos;
contiene relatos y crónicas de hechos ocurridos y acontecimientos cotidianos registrados
por escrito, se trata de narraciones aleccionadoras y programáticas que muestran lo que hay
que hacer ahora. Tiene un fin religioso, destaca la presencia de Dios en la historia, los
historiadores bíblicos, según los criterios de sus tiempos, procuraron transmitirnos más que
una detallada narración de los hechos históricos, las enseñanzas provenientes de los
mismos, como por ejemplo: los libros de Génesis, Deuteronomio, Crónicas, Esdras,
Nehemías, 1 y 2 de Reyes, etc.

b) Legislativos
Son los textos que recogen normas o costumbres por las que se regía el pueblo,
como la “LEY” que era una exigencia de la Alianza con Dios. Hay libros como por
ejemplo: El Éxodo, el Deuteronomio y el Levítico.
c) Proféticos
Son aquellos libros que revelan la existencia de un “mensajero”, el cual habla a los
hombres en nombre de Dios. El profeta se vale de la acción simbólica, de la denuncia, del
anuncio, el aviso, la amenaza, las visiones, los oráculos y las confesiones. Los libros
proféticos tienen su peculiar lenguaje simbólico, elocuente, patético, recio, visionario, por
ejemplo: Los Libros proféticos, profetas Mayores como Isaías, Jeremías, Ezequiel, Daniel.
Profetas menores como: Oseas, Joel, Amos, Miqueas, Sofonías, Zacarías, etc.

d) Líricos

Estos libros expresan sentimientos, vivencias internas de pasión, amor, etc., su


lenguaje tiende al simbolismo, los cuales dicen mejor las vivencias íntimas de los
acontecimientos poéticos y religiosos, como por ejemplo: los libros de los salmos, El
Cantar de los Cantares, el Libros de las Lamentaciones, etc.

e) Sapienciales

Suelen referirse a las narraciones y sentencias de experiencias de vida, como la de


los sabios y pensadores que han reflexionado sobre diversas realidades de la vida y grandes
interrogantes sobre la existencia de los hombres. Estos libros tienen un lenguaje didáctico y
doctrinal, que es también sentencioso, claro, directo, popular y con frecuencia poético,
como por ejemplo: Los Proverbios, Job, Eclesiastés, Sabiduría, etc.

f) Epistolar
Son aquellos libros escritos por un remitente a un destinatario, el cual contiene un
mensaje variado, como por ejemplo: Jeremías (sus cartas proféticas), 1 Reyes (Cartas
reales), Hebreos (cartas temáticas), Filipenses (cartas de acción Apostólica), etc.

g) Apocalíctico

Son relatos de revelaciones obtenidas mediante visiones y sueños, los cuales han
sido expresados de forma enigmática y simbólica. Estos mensajes descubren lo que va a
suceder, contienen una simbología e imágenes sorprendentes; es un género utilizado tanto
en el AT como en el NT. El Apocalipsis de Juan por ejemplo, no es un mensaje de
predicción del fin del mundo, sino que es un mensaje de esperanza, para una comunidad
cristiana que estaba viviendo la persecución, donde el peligro más grande frente a la
situación, era que los cristianos abandonaran la fe. En Estos mensajes abundan las visiones
simbólicas, las alegorías enigmáticas, las sorprendentes imágenes y las especulaciones
numéricas, por ejemplo: Los libros de Daniel, el de Zacarías y el Apocalipsis del
evangelista Juan.

h) Narraciones
- Narraciones Míticas: Son tomadas generalmente de culturas circundantes, por
ejemplo: algunos relatos de la creación como Job 38, 10-11.
- Sagas: Son relatos populares para explicar el nombre u origen de un lugar, tribu o
familia, por ejemplo: Gn 19; Gn 11,1-19.
- Leyendas: Son parecidas a la saga pero su contenido es religioso, por ejemplo: Gn
22; Jos 5,2-9.
- Epopeyas: Es una historia contada de forma grandiosa, idealizada para elogio de
los protagonistas, como lo son las narraciones de Josué y Jueces.
- Historiografía Bíblica: las hay de la siguiente manera: Anales: Son escritos
oficiales en los que se recogen los hechos más importantes de cada reinado, por
ejemplo: 1Re 16,8-22. Crónicas: Se recoge detalladamente algún acontecimiento del
reino, por ejemplo: 2S 9,20. Memorias: Se rinde cuesta a Dios o a al soberano de la
actividad encomendada, por ejemplo: Ne 1,1-7,5.
- Discursos: Los hay de la siguiente manera: Discursos políticos como Jc 9,7-20;
Arengas militares como 2Cro 20,20; Sermones u Homilías como Jr 7,1ss; Discursos
de despedida como Jos 24,2-15.

i) Cánticos. Hay dos grupos de cantos:


- Cánticos populares: Hay cánticos de trabajo como Nm 21,17-18; cánticos de
burla Nm 21,27-30; cánticos de sátira Is 23,15-16; cánticos de banquetes Is 5,11-
13; cánticos de elegía 2S 1,19-27; cánticos de victoria Ex 15,1-18.21; cánticos de
amor como el libro del Cantar de los Cantares.
- Cánticos cultuales: Fundamentalmente los Salmos como los cánticos de súplicas
Sal 6; los cánticos en forma de Himnos, como los cánticos de alabanza, por
ejemplo: Sal 8; cánticos en forma de acción de gracias Sal 18; cánticos o Salmos
reales para la entronización del rey Sal 2; cánticos en forma de salmos graduales y
peregrinación Sal 15.

j) Evangelios Sinópticos.
Los hay de dos formas, la Tradición de la Palabra y la Tradición de la historia.

- Tradición de la Palabra: Contiene dichos proféticos como Lc 12,32;


dichos sapienciales como Mc 6,4; dichos jurídicos Mt 7,5; comparaciones
Mc 10,25; parábolas Mt 13; dichos de seguimiento Mt 8,19-21;
composición de dichos Lc 6, 12-49.
- Tradición de la Historia: Contiene paradigmas Mc 2,1-12; narraciones
históricas Mc 617-21; controversias Mc 11, 27-33; historias de milagros
Mc 1, 29-34; historia de la pasión.

1.5. Los Sentidos De La Escritura

La interpretación en la Escritura misma, el problema y el hecho de la interpretación


están presentes al interior de los libros sacros.
La interpretación espiritual de los Padres de la Iglesia y en la exégesis
medieval: En ella es explícita la referencia a la comprensión alegórica de las imágenes y de
las afirmaciones Bíblicas. El método alegórico asume como punto de partida el sentido
literal del texto, suponiendo sin embargo que los autores habían encerrado un saber y un
significado más profundo en las palabras y expresiones usadas.
La elaboración y la formulación de los resultados de la justificación metodológica
de la exégesis en la patrística de la Biblia, encuentra su desarrollo sistemático en la doctrina
del cuádruple sentido escriturístico:
El Sentido literal y tres Sentidos espirituales:
El sentido literal es el más importante de la Sagrada Escritura. Deriva de la
significación normal de las palabras usadas por el autor sagrado. El sentido literal expresa
la intención directa del autor humano de la Escritura y no excluyente los sentidos derivados
que sus palabras puedan tener en el conjunto de la biblia.
Los sentidos espirituales son:
- El alegórico que se refiere a la comprensión dogmática del mensaje
inspirado;
- El sentido tropológico, que se refiere a la percepción del sentido moral,
- -El sentido anagógico que se refiere a la realidad escatológica de la
existencia cristiana.
En otros términos, el sentido alegórico explica la Escritura en vista a un crecimiento
de la fe; el sentido tropológico en vista a un crecimiento de la caridad; el sentido anagógico
en vista a la esperanza y a la espera de los últimos tiempos.

1.6. Los Métodos Histórico-Críticos


a) Definición de términos: Algunos vocablos necesarios de distinguir son:

- Exégesis: El vocablo 'exégesis' significa explicación, interpretación. Es la


parte de la ciencia bíblica que se encarga de ir al texto original y tratar de
repararlo, de manera que se pueda descubrir qué quiso decir el autor en ese
tiempo, a partir de su: psicología, lenguaje, cultura, experiencia de fe, contexto
histórico, ...

- Hermenéutica: La palabra hermenéutica (del griego hermeneúo), significa


traducir (de una lengua extranjera), interpretar, poner en palabras, expresa en
un lenguaje. Es una parte de la ciencia bíblica que tiene por objeto establecer
una mediación entre el antiguo texto y el hombre contemporáneo,
recurriendo al uso de los métodos más apropiados, con el fin de hacer el
texto vivo y actual.

- Heurística: Es la parte de la hermenéutica que descubre los distintos sentidos de


la Biblia, sea por los estudios de los investigadores, sea por las enseñanzas del
Magisterio.

- Crítica: Es el estudio racional de los textos, cualesquiera sean, para determinar


su sentido, las intenciones del autor, el tiempo y circunstancias en que fue
escrito, el género literario y la forma estilística. Este estudio crítico se impone
también en la interpretación de la Biblia, por estar escrita en lenguaje humano.

b. Métodos científicos de interpretación:


Cuando se trata de interpretar la Biblia, la Iglesia, depositaria de esta, nos da unos
criterios o principios teológicos que deberán guiar una interpretación correcta. Se
requiere además de estos principios teológicos, de un método científico de
interpretación.

Los Santos Padres utilizaron los métodos filológico y alegórico. Hoy se utilizan los
métodos diacrónicos (aquellos que estudian el texto sagrado en su proceso de formación) y
sincrónicos (aquellos que estudian el texto sagrado en cuanto tal).

1) Método diacrónico: Este método echa mano de:


- La crítica textual: Es la ciencia que trata de reconstruir a partir de los manuscritos
disponibles el texto original de la Sagrada Escritura. La crítica textual es necesaria para
corregir posibles cambios accidentales o deliberados de parte de los copistas.

- La crítica literaria: A su vez, echa mano de las fuentes literarias que analizan los textos
bíblicos para detectar y reconstruir eventuales fuentes utilizadas en la formación de la
sagrada Escritura, evidenciando las acentuaciones teológicas y el ambiente vital.
- La crítica de las tradiciones: Trata de detectar la prehistoria oral de tales textos,
buscando descubrir las modificaciones que los textos, originalmente en circulación bajo
forma de perícopas aisladas, han sufrido en el curso de la transmisión oral. Igualmente,
pretende descubrir el grupo transmisor responsable de eventuales reelaboraciones ya en el
estadio de la tradición oral.

- La crítica de la redacción: Se propone reconstruir el proceso de redacción y el papel del


redactor. Se ha de estudiar en qué modo ha adquirido el texto su forma definitiva, cuál era
el material a disposición del redactor, qué punto de vista le ha guiado en la selección,
reelaboración y sistematización del material, qué elementos añade, a qué lectores se dirige.

- La crítica histórica: Tiene por objeto unir las afirmaciones de un texto con la
realidad histórica. Trata de aclarar la relación entre texto y evento, el paso del hecho
histórico al texto escrito. No siendo la Biblia un texto primariamente de carácter histórico,
sino testimonio de fe, no proporciona todas las informaciones que un historiador desearía
Sin embargo, permiten trazar una imagen históricamente cierta de los hechos.

2) Método sincrónico:
Es aquel que analiza el texto, no en su fase de formación, sino en su existencia definitiva y,
tratándose de la Biblia, canónica. El documento de la Pontificia Comisión Bíblica del año
1993, titulado “La interpretación de la Biblia en la Iglesia” presenta tres métodos
sincrónicos:

- El análisis retórico: Se limita a analizar los discursos que se encuentran en la Biblia.


Esos discursos son analizados según las partes del discurso en la retórica clásica: exordio,
narración, demostración, refutación y epílogo.

- El análisis narrativo: Estudia únicamente los textos narrativos de la Biblia, que son
la mayoría La narración consta de estos elementos: protagonista, antagonista y los
comparsas; acción, nudo y desenlace; circunstancias del relato: lugar, tiempo y orden de la
acción. Tratándose de un relato bíblico, que es historia de salvación hay que dar el salto al
mensaje que se esconde detrás de esa narración.

- El análisis semiótico: parte de dos presupuestos: (I) leer e interpretar un texto es


descubrir y establecer las varias relaciones existentes entre los elementos del mismo
texto; (II) las relaciones fundamentales de cualquier texto son la oposición o la
equivalencia. La oposición se aprecia sobre todo en los términos antitéticos: muerte-
vida, frio-calor, luz-oscuridad. Enfermarse-curarse, viejo-nuevo, unir-separar, etc. La
equivalencia se descubre principalmente en los sinónimos: querer-amar; soplar-alentar,
templo-santuario, etc.
1.6.1 El desarrollo del método histórico-critico en la época contemporánea y
sus implicaciones teológicas:

Las grandes realizaciones de los estudios neotestamentarios del siglo XIX fueron los
llamados Crítica de las formas o historia de las formas. El fin es aquel de investigar y
analizar el origen y la historia de la tradición oral preliteraria de los Evangelios escritos. La
premisa es que los evangelios son compuestos de múltiples perícopas que circulaban bajo la
forma de unidad separadas en los ambientes de la comunidad cristiana primitiva, antes de
ser reunidas en los evangelios.

La crítica de las formas se ocupa de las formas o modelos de narración o dichos y


del motivo de su permanencia en los Evangelios. El desarrollo de la investigación lleva a
evidenciar el Sitz im leben, la situación vital del escrito, para identificar el contexto y el
significado del recuento particular reportado en los evangelios. La pregunta ulterior era
saber qué cosa llevó a la comunidad primitiva a guardar ciertos elementos de la vida de
Jesús y cuál significado teológico había dado a ellos.

El representante más típico e influyente de los estudios neotestamentarios de la


formgeschichte es Rudolf Bultmann. La contribución más notable de este teólogo respecto
a la esfera hermenéutica teológica es su tentativa de recomprender el mensaje cristiano para
hacerlo más significativo al hombre de hoy, se propone un programa de desmitologización
del NT, para hacer accesible el mensaje en el contexto actual a través de la interpretación
existencial.

1.7. Los Nuevos Métodos De La Interpretación Bíblica

Las indicaciones sobre la relación entre el dato Bíblico y la interpretación por parte
del Magisterio y por parte de la exégesis crítica están en la DV, donde se afirma que la
tarea de la exégesis es contribuir a la profunda inteligencia y exposición de la Sagrada
Escritura, aportando los datos previos de los cuales se madura el juicio de la Iglesia. En
cuanto al modo de interpretar, es puesto, en última instancia, al juicio de la Iglesia, la cual
cumple el divino mandato y ministerio de conservar la palabra de Dios (12).

La doctrina conciliar declara que la tarea de interpretar de modo autorizado la


palabra de Dios escrita o trasmitida es confiada al Magisterio de la Iglesia, cuya autoridad
es ejercida en nombre del Señor Jesús (10). Pero se recuerda que la Escritura debe ser leída
y trasmitida con la ayuda del Espíritu Santo, mediante el cual fue escrita (12). De otra parte
el Concilio valora el método científico de interpretación de la Biblia, aunque no constituye
el único momento de interpretación adecuada y verdadera.

1.8. El Uso De La Escritura En La Teología


Si la biblia no se leyera e interpretarse en el seno de la Iglesia podría convertirse en un libro
sellado y apenas inteligible. Los libros presentan de cierta manera una oscuridad por los
grandes misterios que contienen y también del lenguaje, a veces simbólico, que no resulta
trasparente para el lector.
Los padres advierten que la sagrada escritura debe ser leída y entendida en el seno de la
comunidad eclesial, y que solamente así entregaba su recto sentido.
El CVII enseña que: la interpretación bíblica queda sometida al juicio definitivo de la
Iglesia, quien recibió de Dios el encargo y el juicio de conservar e interpretar la Palabra de
Dios (cf. DV12).
Criterios fundamentales sobre la interpretación de la Palabra de Dios.
- El exegeta católico debe moverse al interior de la interpretación autorizada del
magisterio.
- Un texto puede ser investigado por medios puramente humanos de reflexión y por
eso puede acercarse a él para estudiar los criterios lingüísticos, el ambiente sociocultural,
religioso de su tiempo. Pero un camino puramente humano de investigación que prescinde
de la fe no puede aportar mucho a la ciencia teológica.
- En cuanto a la intervención del Magisterio sobre los textos inspirados es necesario
distinguir las aseveraciones dogmáticas de la Iglesia en torno a la Escritura y las opciones
prudenciales tomadas para el bien pastoral de los fieles.

2. LA TRADICIÓN ECLESIAL

2.1. LA TRADICIÓN Y LAS TRADICIONES

Elementos para una definición de la Tradición:

a) Concilio de Trento. Enseña que la Tradición se extiende hasta hoy. En cuanto a


la relación Escritura-Tradición afirma querer recibir con igual sentimiento de piedad e igual
respeto los libros del AT y del NT, y las tradiciones relativas a la fe y a las costumbres,
reconociendo en estas últimas, un valor normativo igual a la Escritura.

b) Concilio Vaticano I. Repitiendo al Tridentino, sostiene que la Iglesia es la


garante en el trasmitir el verdadero sentido e interpretación de la Biblia.
c) La Encíclica Humani Generis de Pío XII confirma que las fuentes de la
revelación son la Escritura y la Tradición. Por primera vez un documento del Magisterio
coloca el término en singular: Tradición.
d) Concilio Vaticano II en la DV precisa que la Tradición recoge no solo la
predicación oral, sino también los ejemplos de Cristo y los testimonios de la liturgia. A
diferencia del Tridentino y del Vaticano I, dice que la doctrina apostólica es causada por el
Espíritu Santo. Una característica ulterior de la Tradición es el progreso, la experiencia
espiritual, la predicación doctrinal. El estudio de los fieles son los elementos que provocan
el progreso de la tradición en la comprensión de la revelación (DV.8).

Sobre la relación Escritura-Tradición se dice que son conjuntas y comunicantes. La


razón se encuentra en el hecho de que tienen un común origen que es la revelación divina.
Ellas expresan también de forma diversa un único misterio. En efecto sea la Escritura o la
Tradición están bajo la acción del mismo Espíritu (DV. 8). Esto impide considerar la
Tradición como algo yuxtapuesto a la Escritura, al contrario, la Tradición trasmite aquella
misma Palabra de Dios confiada por Cristo y por el Espíritu a los sucesores de los apóstoles
porque estos, a la luz del Espíritu, con su predicación la conservan fielmente, la expongan,
la difundan como la han recibido (DV. 9).

2.2. LOS NIVELES DE INTERPRETACIÓN DE LOS DOCUMENTOS DE


LA TRADICIÓN

Cuando se habla de la Tradición eclesial es necesario tener presente que a la base de


un correcto método teológico hay dos componentes:

+ La componente del pensamiento de la Iglesia expresado en la liturgia, en la


experiencia de los santos, en la reflexión de los teólogos aprobada por la Iglesia y el sensus
fidei del pueblo cristiano.
+ El componente del Magisterio de la Iglesia, expresado en los que por virtud de un
particular carisma recibido del sacramento de la ordenación, son llamados a ser maestros de
la verdad, guías y pastores del pueblo de Dios.
2.3. HERMENÉUTICA DE LA TRADICIÓN
2.3.1. La necesidad de interpretación de la tradición en la Teología positiva:
El punto de partida es el momento de constatar. Se trata en efecto de poner de
relieve los elementos contenidos en los documentos positivos, testimonios de
personalidades cristianas, usos litúrgicos, monumentos arqueológicos, para recabar el
pensamiento y la persuasión de fe de la Iglesia. Este trabajo debe tener presente que el fin
es aquel de enuclear la fe común de la Iglesia y no la opinión de un teólogo o de un grupo
de creyentes.
Los principios epistemológicos del procedimiento hermenéutico:
Tres principios epistemológicos así:
Un principio de naturaleza topológica enseña que no es posible comprender un texto
proveniente de otro contexto cultural histórico como si fuese producido en el lenguaje del
propio ambiente intelectual.
El segundo principio es de naturaleza gnoseológica, dice que cada texto puede ser
comprendido y expresado en otros lenguajes y sistemas culturales.
El tercer criterio se refiere al sujeto de la hermenéutica teológica que es siempre la
comunidad eclesial, la cual es el sujeto de la actividad teológica como tal.

2.3.2. El uso del dato de la tradición en la argumentación teológica:

Algunas reglas metodológicas son sintetizables en dos grupos que corresponden al


valor histórico y teológico del estudio de la Tradición.
a) Reglas metodológicas:
La primera regla es de orden hermenéutico y es la distinción entre la tarea
descriptiva y la tarea enunciativa-demostrativa. En otros términos de frente a un texto o a
un fenómeno se debe distinguir la determinación de lo que se ha pensado por parte del autor
y la determinación de la correspondencia entre el fenómeno pensado y la realidad objetiva
de las cosas.
La segunda regla, también de carácter epistemológico, se expresa en la exigencia de
distinguir exactamente la interpretación filológica, la interpretación histórica, la
interpretación dogmática de una fuente o de un texto pasado.

La tercera regla es de orden teológico, en referencia a la complejidad de los aspectos


del misterio de la fe, es condición necesaria para comprender la introducción de nuevas
palabras en la predicación doctrinal de la fe.

b) Valor metodológico de la Tradición eclesial:


En este contexto hay que mencionar a los Padres de la Iglesia, es decir, los autores
cristianos que verifican las cuatro polaridades:
La ortodoxia de la enseñanza,
La santidad de vida,
El reconocimiento de parte de la Iglesia,
La antigüedad en el sentido de pertenencia a los primeros siglos de la Iglesia.

La razón de la importancia de su pensamiento teológico para la fundación de la


comprensión de la fe, puede ser ilustrada partiendo del dato concreto de la Escritura que es
siempre leída y vivida por hombres creyentes, y se puede formalizar una relación entre
Escritura y Padres en el sentido de interpretarlo en el ámbito de la relación entre palabra y
respuesta.

En conclusión, el valor permanente de la Tradición teológica consiste en el hecho de


que el don de la fe constituye un valor también para la religión, porque los clásicos de la
Teología demuestran que es posible el uso de los instrumentos lógicos y conceptuales que
la cultura del tiempo ofrece para la inteligencia refleja de la fe.

2.4
2.5. ¿SE PUEDE HABLAR DEL DESARROLLO DEL DOGMA?

La Escritura es reconocida por la Iglesia como Palabra inspirada por Dios, un


conjunto en todas sus partes con autoridad indiscutible, por tanto, en cada uno de sus
enunciados se convierte para nosotros en “dogma” y no mera Teología. Pero aun siendo
esto verdad, puede ser exacto en un aspecto positivo, pero después de los logros de la
exégesis moderna, dentro de la Sagrada Escritura cabría decir que existe una historia y una
evolución de los enunciados.

2.6. EL SENSUS FIDEI

Se entiende como la percepción que la Iglesia tiene de los contenidos de la fe. El


Sensus Fidei es de carácter universal, cree y profesa la catolicidad de una Iglesia y confiesa
la única verdad de la revelación. El Sensus Fidei está a la base del Magisterio de la
tradición con su función de autenticidad, se inserta sobre todo en el horizonte peculiar de la
comprensión de fe como llamada al seguimiento, que hace al discípulo cada vez más afín al
maestro.

Debemos ver que el “sensus fidei” es:

 Un don de la gracia
 Un don dado a todos

Tiene cuatro efectos:

 ACOGER, la palabra como Palabra de Dios


 ADHERIRSE, indefectiblemente a la fe una vez transmitida
 PENETRAR, con recto juicio más profundamente en tal verdad
 APLICAR, plenamente la palabra en la vida.
Se debe diferenciar entre “Sensus fidei” y “Sensus fidelium”: El sensus fidei es un
don que viene con la fe como característica subjetiva; el sensum fidelium (de los fieles) se
refiere al objeto, al contenido de lo que se cree. Cuando el sensum fidelium es universal se
llama consensum fidelium.

3. EL MAGISTERIO
3.1.1 Origen:
La tarea de enseñar que la Iglesia ejerce por voluntad de Jesús deriva de uno de los
tres oficios del Señor que, según las Sagradas Escrituras y la teología cristiana es profeta,
sacerdote y rey.
Estos tres oficios se reflejan directamente en la actividad de la Iglesia, que ejerce
una función docente, una función pastoral y una función sacerdotal (triplex munus). La
primera se desarrolla en la exposición e interpretación de la doctrina, la segunda se
desarrolla en el gobierno espiritual de los fieles y la tercera se ejerce en los fieles.

3.1.2. Definición:
El magisterio doctrinal es el ejercicio de la función docente que la Iglesia tiene
encomendada. Puede definirse como la actividad de la enseñanza y custodia, que los
titulares de la autoridad de la Iglesia realizan en ella sobre el depósito de la fe y su
desarrollo a lo largo del tiempo.
La enseñanza y protección de la fe recibida es para la Sagrada Escritura una actividad
esencial en la Iglesia de Cristo. Mt 28, 18-20 el mandato misionero, Jesús confía a sus
apóstoles y discípulos la función de enseñar.

3.1.3. Testimonios Del Magisterio En La Tradición:

Los hechos de los apóstoles muestran una actividad magisterial de los doce y de sus
colaboradores en la tarea de fundar y guiar las comunidades cristianas. El libro se refiere
concretamente a la “doctrina de los Apóstoles” (Hch 2, 42), como uno de los elementos
fundamentales de la vida de los cristianos. El concilio de Jerusalén (15) suministra un
nuevo testimonio de que, la Iglesia de los orígenes, los apóstoles ejercían una autoridad
propia para resolver cuestiones de doctrina y de disciplina.
Los Siglos II y III abundan en datos sobre el hecho de la Sucesión apostólica como criterio
para establecer la verdadera doctrina de Jesús. Hay una estrecha conexión entre ministerio
pastoral y la Buena Nueva evangélica.

3.1.4. Carisma Del Espíritu Santo


El Espíritu Santo asiste a los titulares del Magisterio doctrinal y mantiene así a la Iglesia en
la fe verdadera y la protege de cualquier desviación. Este carisma de enseñar con autoridad
y sin errores es un don de toda la Iglesia, pero se halla particularmente en los apóstoles y
los sucesores, es decir en el Colegio Apostólico presidido por Pedro, y luego en el Colegio
Episcopal cuya cabeza es el Romano Pontífice.
Dice la Constitución Lumen Gentium: El cuerpo Episcopal sucede al colegio de los
Apóstoles en el Magisterio y en el régimen pastoral (n22); Los Obispos en cuanto sucesores
de los apóstoles reciben del Señor la misión de enseñar a todas las gentes y predicar el
Evangelio a toda creatura (n 24).

3.1.5. Necesidad Del Magisterio.


El Magisterio de la Iglesia es necesario para conocer el contenido de la verdadera fe, e
interpretarla adecuadamente.
Las comunidades cristianas nacidas de la crisis religiosa del siglo XVI (luteranos,
calvinistas, zwinglianos, anglicanos, etc) no admiten la necesidad y la legitimidad de la
mediación magisterial de la Iglesia. Casi todas afirman el principio del libre examen de la
Sagrada Escritura, según el cual todo cristiano que lea atenta y honradamente la Biblia será
capaz de conocer, con la ayuda del Espíritu Santo, las doctrinas necesarias, para la
salvación, sin la orientación de magisterio alguno.

3.2. El ejercicio del Magisterio en la Iglesia

3.2.1. El Magisterio extraordinario


+ Definición
El Magisterio extraordinario o solemne es el ejercido por un Concilio ecuménico por el
Papa cuando define ex cathedra una doctrina de fe. Definir una doctrina supone formular
solemnemente un juicio que vincula a toda la Iglesia, y que debe ser aceptado Por los fieles
como parte de la Revelación. La ley canónica establece que ninguna doctrina ha de
considerarse como definida ha no ser que haya sido objeto de una definición expresa y
publica (Cnn 749,3).
Como ejemplos de Magisterio extraordinario pueden mencionarse las definiciones de la
Inmaculada en 1854 por Pío IX; la infalibilidad Papal por el Concilio Vaticano I en 1870…

Magisterio Ordinario

+ Las conferencias episcopales


Sin perjuicio de la responsabilidad personal que compete a cada uno en su diócesis, los
obispos suelen ejercer su función de enseñar reunidos en las conferencias episcopales, que
son corporaciones permanentes formadas por todos los obispos de un país o territorio. Las
conferencias episcopales han publicado durante los últimos años numerosas cartas
pastorales y declaraciones de naturaleza doctrinal.

El Concilio Vaticano II recomendó vivamente este cauce de colaboración entre los obispos
de un territorio (cf Decreto Christus Dominus, n. 37) y el papa Pablo VI prescribió la
formación de esas conferencias (cfr AAS, 58, 1966, 774).

+ El Sínodo de los Obispos

Es definido como «una asamblea de Obispos escogidos de entre las diversas regiones del
mundo, que se reúnen en determinadas ocasiones para fomentar la unión estrecha entre el
Romano Pontífice y los Obispos, ayudar al Papa con sus consejos para la integridad y
mejora de la fe y costumbres y la conservación y fortalecimiento de la disciplina
eclesiástica, y estudiar las cuestiones que se refieren a la acción de la Iglesia en el mundo»
(canon 342).
El Sínodo es siempre convocado y presidido por el Papa, trata de las cuestiones que éste le
ha propuesto previamente, y no dirime asuntos ni emite decretos. La Santa Sede publica un
documento que resume las orientaciones y conclusiones sinodales acerca de los temas que
han sido estudiados.
El Sínodo ordinario se reúne cada tres años, pero pueden también convocarse asambleas
sinodales extraordinarias.
Se han celebrado Sínodos en tormo a cuestiones tan importantes como la naturaleza del
Sacerdocio, las Iglesias particulares en la Iglesia universal, la formación de los presbíteros,
etc.

3.2.3 La infalibilidad del Magisterio

Hay que precisar que la distinción entre Magisterio extraordinario y ordinario no se


identifica con la distinción entre Magisterio infalible y no infalible dado que, en
determinadas circunstancias, la enseñanza ordinaria unánime de todo el colegio episcopal
pueda gozar también de infalibilidad.
- Infalibilidad en el Magisterio extraordinario
El Magisterio extraordinario goza del carisma de la infalibilidad. Es decir, en toda
enseñanza solemne de la Iglesia (concilio y formulaciones ex cathedra del Romano
Pontífice) no hay error posible en materia de fe.
- Infalibilidad en el Magisterio Ordinario:
Aunque el Papa como los obispos individuales no hablan infaliblemente en el ejercicio
ordinario de su función docente, existen sin embargo condiciones bajo las que el Magisterio
ordinario del colegio episcopal puede gozar del carisma de la infalibilidad.
Tres condiciones:
 Que los Obispos mantengan el vínculo de unidad entre sí y con el romano Pontífice;
 que hablen autorizadamente sobre una verdad de fe o de moral.
 que convengan todos en un solo punto de vista mantenerse de modo definitivo (cfr. n,
25),
3.2.4. Relevancia del Magisterio ordinario

Reviste gran importancia para entender bien el sentido del Magisterio eclesiástico
tener en cuenta que su ejercicio normal y habitual está constituido Magisterio ordinario.

3.3. Funciones, competencias y autoridad del Magisterio

3.3.1. Funciones
Misión Magisterial no es acuñar nuevas doctrinas, sino ser el portavoz autorizado y
fiel de la doctrina de Cristo.

Dice el Concilio Vaticano I: «No fue prometido a los sucesores de Pedro el Espíritu
Santo para que por la revelación de éste manifestaran una nueva enseñanza, sino pasa que,
con su divina asistencia, santamente custodiaran y fielmente definieran la revelación
trasmitida por los Apóstoles o depósito de la fe» (D 1836).
Así como el Espíritu Santo no añade nada nuevo a la predicación y doctrina de
Jesús, sino que es enviado para ayudar a su comprensión y asimilación por los cristianos,
así también el Magisterio no es una actividad innovadora ni independiente de la doctrina
evangélica. No está por encima de la Palabra de Dios, sino a su servicio, para enseñar
puramente lo trasmitido. El Magisterio escucha la Palabra de Dios y extrae de ella todo lo
que propone para ser creído y vivido.

+ Custodiar el depósito de la fe

El Magisterio tiene, en primer lugar, la función de proteger y custodiar el depósito


de la fe, para que a lo largo de la historia de la Iglesia no se altere ni se corrompa. Es ante
todo una función de testimonio, que se hace posible gracias a la función apostólica del
Episcopado. Ésta es la actividad normal del Magisterio

+ Discernir y juzgar
La tarea de proteger el depósito no debe entenderse como una actividad
simplemente pasiva. Se ejerce sobre un depósito de la fe que posee vida propia y que se
desarrolla precisamente bajo la atención vigilante de la Iglesia. El Magisterio tiene, por lo
tanto, que discernir y juzgar acerca de las opiniones, teorías, iniciativas teológicas, etc., que
tienen que ver con la explicación de la fe y pueden enriquecerla o deformarla.

+ Definir con autoridad la doctrina:


La función de definir doctrinas contenidas en el depósito revelado, es decir, convertir
explicito lo que se halla implícito en la fuente de la Revelación. Resulta de necesario
ejercicio en determinadas ocasiones, especialmente a causa de las cuestiones, las
incertidumbres y los errores que se suscitan en el curso del tiempo.

3.3.2. Competencias del Magisterio

 Objeto primario
Revelatum: corresponde a la fe y la moral
El objeto de la actividad magisterial se extiende únicamente a las cuestiones de fe y
moral. Estas cuestiones son objeto directo y primario del Magisterio cuando se contienen
formalmente en el depósito revelado. Enseña la Constitución Lumen Gentium que la
infalibilidad de la Iglesia «se extiende a todo abarca el depósito mismo de la revelación
divina» (n. 25). Únicamente lo que está comprendido en el objeto primario puede ser
definido como dogma de fe.
 Objeto secundario
Revelavile: doctrina que ayudan a explicitar lo revelado.
Son verdades en sí mismas no reveladas, pero que se relacionan de tal manera con
las reveladas que resultaría imposible al Magisterio exponer éstas sin pronunciarse también
sobre las primeras. Estas verdades conexas pueden no pertenecer a la Revelación, pero son
necesarias para protegerla. Las cuestiones del objeto secundario pueden ser definidas como
verdades, pero no para ser creídas con fe divina (dogma).
3.3.3 Autoridad y aceptación del Magisterio.
 Obediencia y respeto:
Se espera de todos los cristianos una actitud obediente y respetuosa de las enseñanzas
magisteriales. Las definiciones solemnes deben ser recibidas como parte de la fe revelada.
Y en general, las enseñanzas papales y episcopales que constituyen el magisterio ordinario
deben recibirse con una actitud de respeto y docilidad interior.

 Autoridad especial del Magisterio del Romano Pontífice

La adhesión de la voluntad y del entendimiento se debe especialmente al


Magisterio del Romano Pontífice, aunque no hable ex cathedra. El Papa ejerce su actividad
ordinaria de enseñar mediante encíclicas, exhortaciones apostólicas, cartas, discursos y
otros documentos e intervenciones dirigidos a toda la Iglesia.

 Valoraciones y calificaciones teológicas

Las decisiones del magisterio doctrinal que se han producido a lo largo del tiempo
suelen incluir a veces valoraciones o calificaciones teológicas de las opiniones o doctrinas
aclaradas. Es muy frecuente que estas valoraciones designen el grado de certeza con el que
determinadas enseñanzas de la Iglesia puedan o deban ser recibidas.

3.3.4. MAGISTERIO Y TEOLOGÍA


 Eclesialidad de la Teología

El decisivo papel que la teología desempeña en la vida de la Iglesia hace que los teólogos
deban mantener una estrecha relación con el Magisterio. La eclesialidad de la Teología y su
honda conexión con la fe explican la vinculación de aquélla con la Iglesia y con su
Magisterio. Éste no es una instancia ajena a la teología, sino intrínseca a ella. Si el teólogo
es ante todo y radicalmente un creyente, y si su fe cristiana es fe en la Iglesia, su labor
habrá de permanecer vinculada a la fe eclesial.
 Funciones distintas

Magisterio y teología desempeñan funciones y usan medios que son diferentes.


La teología trata de investigar del modo más completo posible las verdades cristianas, dar a
conocer a toda la comunidad eclesial los frutos de sus trabajos y colaborar en la tarea de
difundir y defender la doctrina que el Magisterio enseña en base a su autoridad.
El Magisterio de la Iglesia es una instancia de carácter carismático, en la que predomina el
testimonio autorizado de las verdades de la Revelación y del modo de formularlas.

 Mutua necesidad y complementariedad

La teología necesita del Magisterio para orientar su trabajo y protegerlo de posibles


desviaciones. El Magisterio necesita de la teología para que las enseñanzas magisteriales
adquieran forma orgánica y sistemática, y puedan ser respuesta a los interrogantes legítimos
que formulan los fieles cristianos los hombres que entran en contacto intelectual con la
Iglesia. Ambas se complementan.

 Responsabilidad en la investigación teológica

El Magisterio ha proclamado la libertad de investigación teológica y la legítima


autonomía de los teólogos en el marco de la Iglesia.
La creatividad, la libertad y capacidad de iniciativa teológicas no se presentan, en
confrontación dialéctica con la fe de la Iglesia y la actividad magisterial sino en una
relación convergente e integradora. La responsabilidad hacia la Iglesia toda y la naturaleza
de la tarea que tiene encomendada, hacen que la libertad de expresión e investigación del
teólogo no sea un derecho absoluto.

¿QUÉ ES UN DOGMA?
Los dogmas son las señales que permiten que el camino de la revelación siga el
curso correcto.
Es un aspecto objetivo de la revelación divina. Fundamento de la conducta cristiana.
El dogma no es la fijación conceptual y lingüística realizada por la Iglesia, de
vivencias religiosas procedentes del interior del hombre, sino que contiene las
comunicaciones divinas al hombre por actuación inmediata de Dios. Es una verdad de fe
revelada y reconocida por la Iglesia la cual se conoce como verdades de fe divina y
Católica, contenida en la Sagrada Escritura o en la Tradición Eclesial. La verdad contenida
no hace referencia al Magisterio, sino a la verdad de la revelación.

El creador de los dogmas es en definitiva El Espíritu Santo, enviado por Cristo a su


Iglesia pueblo de Dios. Un dogma está dado en su esencialidad plena y tiene que ser
mantenido como revelación de Dios, en la fe de la Iglesia e instruida por el Magisterio.

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