Sintesis y Analisis de Zemelman Grupo 1 Sub 1

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EL CONOCIMIENTO COMO DESAFIO POSIBLE, HUGO

ZEMELMAN

Síntesis y Análisis de la lectura de

” Hugo Zemelman”

Capitulo III
ALGUNOS DATOS IMPORTANTES SOBRE EL AUTOR:

El equipo de investigación, mediante una análisis de reflexión enfatizamos los


siguiente sobre el autor Zemelman, que fue base para proponer nuestro
proyecto transformador:

Hugo Hernán Zemelman Merino, sin lugar a dudas uno de los sociólogos más
importantes de América Latina, lanzó su actividad académica posterior a
1980 volcándola hacia la epistemología de las ciencias sociales, influyendo
desde entonces a muchos investigadores de habla hispana.

Uno de sus primeros artículos en esa línea fue “Método y teoría del
conocimiento: Un debate”, publicado en 1987 por la Revista Mexicana de
Sociología y los libros “Conocimiento y sujetos sociales: Contribución al estudio
del presente” (1987) y “Uso crítico de la teoría: En torno a las funciones
analíticas de la totalidad” (1987).

También la revista de epistemología Cinta de Moebio se han publicado


artículos sobre Zemelman, como por ejemplo “Del tema al objeto de
investigación en la propuesta epistemológica de Hugo Zemelman” por Larry
Andrade de la Universidad Nacional de la Patagonia Austral (Santa Cruz,
Argentina).

En el año 2004, Zemelman creó y dirigió, hasta su fallecimiento, el Instituto


“Pensamiento y Cultura en América Latina” (IPECAL), que desarrolla hasta
la actualidad la investigación e imparte postgrados en el área de pensamiento
latinoamericano.
En sus diferentes publicaciones se debate sobre problemas agrarios,
movimientos sociales, metodología y epistemología, entre otras cosas, pero de
manera especial en la que consideramos su obra cumbre: “Historia y política
del conocimiento; Discusiones acerca de las posibilidades heurísticas de la
dialéctica” (1983), publicado por la Universidad Nacional Autónoma de México
(UNAM).

La realidad que hoy vivimos socio histórica, tiene múltiples significados. No es


una realidad clara, inequívoca, con una significación cristalina y a la cual se le
pueda abordar sencillamente construyendo teorías o conceptos. No es así por
diversas razones, las cuales forman parte del debate que hoy día se da en el
ámbito académico sobre el problema que afecta a las ciencias sociales, y que
yo resumiría en un concepto: el desajuste.

Zemelman valoró e hizo importantes aportes en el análisis de la emergencia de


discursos y teorías sociales que reivindican el papel del sujeto y de la
subjetividad, invitando a que las ciencias sociales asuman el análisis del plano
subjetivo como componente activo en los procesos de construcción de
conocimiento y en la valoración de la realidad social en todas sus aristas.

Algunos autores retoman la obra de Hugo Zemelman con el fin de exponer los
planteamientos epistemológicos y metodológicos de este investigador con
respecto a la subjetividad y el papel de los sujetos sociales en los procesos
históricos.

En primera instancia, algunos de los autores en este sentido señalan que ha


existido un eclipsamiento del sujeto por tendencias objetivistas y economicistas
en el análisis histórico y social, por lo cual consideran necesarias la generación
de otras perspectivas epistemológicas que reivindican el papel del sujeto y la
subjetividad en los planos histórico y social.

Bajo esta perspectiva, Zemelman entendió la sociedad como una construcción


abierta, compleja, cambiante e indeterminada con disímiles planos espaciales y
temporales, lo cual permite que en los sujetos y en la subjetividad confluyan los
diversos planos de la realidad social. La perspectiva epistemológica de
Zemelman ubicada en las denominadas perspectivas de borde o
constantemente cambiantes, concibe a los sujetos sociales como creadores de
historia, lo cual plantea una diferencia de la perspectiva clásica de sujeto
histórico que encarna exclusivamente a una clase social o a una relación
política- ideológica, por tanto, se busca ante todo el análisis más amplio del
sujeto.

En este sentido Zemelman ve la consolidación de un sujeto activo que propicia


la búsqueda de nuevas significaciones y requiere para esto de un lenguaje
abierto y nuevo. A su vez, en la construcción de subjetividad se propone
supuestamente, rescatar la historia a través del sujeto, es decir, que este
conjugue la conciencia de su historicidad y su colocación desde lo utópico,
asumiendo la conciencia como necesidad de prácticas cotidianas.

La exigencia de Zemelman de colocarnos en la historia para construir el futuro,


requiere de una construcción del conocimiento que contemple las variadas
dimensiones de la realidad, así como las del sujeto que actúa en un contexto.
En este orden de ideas, el conocimiento social tiene como pilares a los sujetos
sociales y la realidad, esta última concebida como campo de acción. Esto hace
que el conocimiento social se movilice sobre los ámbitos de la subjetividad
social y la articulación de formas discursivas, generando de este modo, una
construcción de sentidos diversos.

La subjetividad social cobra importancia para las ciencias sociales ya que es


“en la subjetividad y en los sujetos donde confluyen y se reelaboran tanto los
factores estructurales de la vida social,- sean estos económicos, políticos,
sociales o culturales-, como los procesos constructivos de la vida social; es a
través de ellos que se articulan y que podemos comprender las dinámicas de la
sociedad”

De este modo, explica Zemelman la subjetividad social (individual o colectiva)


es un plano de la realidad social donde se articulan la memoria, la cultura, la
conciencia, la voluntad y la utopía, por lo cual el investigador chileno la asocia
con la apropiación de una historicidad social. La subjetividad se hace presente
en la realidad social bien sea en el marco de la vida cotidiana como en las
esferas micro y macro sociales.
Así mismo, desde esta perspectiva, el concepto de subjetividad involucra al
conjunto de normas, creencias, lenguajes y formas de asir el mundo,
configurando identidades, modos de ser y cambios colectivos más allá o no
solo por las condicionantes de la producción económica y de los sistemas
políticos. Para él la subjetividad toca lo personal lo social y lo cultural, de este
modo, esta se despliega en la cultura, entendida esta como un conjunto de
representaciones simbólicas, valores y actitudes generalmente fragmentadas y
heterogéneas.

Considera que es en las experiencias y en las luchas de los grupos sociales


donde realmente se ve asumida la subjetividad social. A partir de lo
mencionado, Zemelman plantea que los individuos y grupos sociales por medio
de prácticas materiales y simbólicas adquieren una subjetividad colectiva que
construye su propia realidad.

Asimismo, Zemelman reivindica al sujeto contra la homogeneización de la vida


social. En lo epistemológico el sujeto es esencial para lograr una mejor
captación de la realidad histórica debido que involucra diversos planos de lo
social. En cuanto a lo político, el rescate del sujeto evita -tanto en individuos
como en colectivos- la condena a un eterno presente, a un discurso único y el
conformismo frente al orden hegemónico imperante.

Al respecto debemos señalar que la subjetividad social no solo se ha dado en


términos de clase social, sino que también se materializa en dimensiones como
lo local, lo étnico o el género; y a su vez los sujetos son productos históricos y
productores de la historia, señalando que existe en los sujetos una doble
realidad: la que se refiere a las condiciones estructurales: formas organizativas,
patrones de comportamiento y conducta y otra que no es aprehensible
conceptualmente y que privilegia la memoria, la experiencia, la conciencia e
incluso los mitos.

En síntesis, todo esto es lo que de alguna manera está detrás del análisis
del pensamiento y cultura en América Latina; teniendo en cuenta que nuestra
región es una construcción de sujetos que se están transformando y que, a su
vez, construyen realidades distintas a las que pueden eventualmente surgir en
otros contextos culturales, como pueden ser lo asiáticos, los europeos, los
africanos, o los estadounidenses.

Considera Zemelman que en la medida en que lo antes señalado no lo


tengamos en cuenta, evidentemente el conocimiento, en esa irracional
pretensión de universalidad occidental, no va a ser nunca un conocimiento real,
porque la realidad del conocimiento no está sólo en la universalidad, sino que
está en lo que llamaríamos la pertinencia histórica del conocimiento. Y ésta se
refiere a la capacidad que tiene el conocimiento de dar cuenta de la
especificidad de los fenómenos, que es lo que resulta de entender a estos
como ubicados en contextos muy complejos de relaciones múltiples y en
distintos momentos, espacios y tiempos.

En ese desafío, analiza Zemelman, es que realmente debemos llegar a


construir un conocimiento que permita reconocer posibilidades de construcción
diferente, que no se limite simplemente a describir lo que ya se ha producido o
se circunscriba nada más a dar cuenta del discurso oficial dominante, como
mucha ciencia social que lo cree así y hace ciencia, a veces incluso rigurosa, al
interior de los parámetros de este discurso dominante, como si la realidad de la
sociedad humana se redujera a los contenidos de ese discurso que hoy día es
uno y mañana puede ser otro.

Para Zemelman la realidad es mucho más que eso, la realidad está siempre
dentro y fuera de los límites del conocimiento, sea dominante o no. Por lo tanto,
para poder reconocer esa realidad que está fuera de los límites de lo que se
dice que es lo real en el plano de la economía, en el plano de los sistemas
políticos, etcétera, necesitamos aplicar un razonamiento mucho más profundo,
que rompa con los estereotipos, con los preconceptos, con lo que parece
evidente.

Esa es la función de lo que aquí el autor ha llamado el pensar epistémico y que


podemos traducir como el plantearse problemas a partir de lo que observo;
pero sin quedarme reducido a lo que observo solamente, sino ir a lo profundo
de la realidad y reconocer esas potencialidades que se ocultan, que son las
que nos van a permitir construir un conocimiento que nos muestre posibilidades
distintas de construcción de la sociedad y concluye con esa vieja advertencia
del historiador francés Braudel de que: “así como un país no tiene sólo un
pasado, tampoco tiene sólo un futuro”

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