Unidad Xiv: Crecimiento Y Desarrollo Cerebral: Neurogénesis Embrionaria

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Anatomía y Fisiología del Sistema Nervioso

UNIDAD XIV: CRECIMIENTO Y DESARROLLO CEREBRAL

Al comienzo de la asignatura vimos las distintas etapas del desarrollo embrionario y fetal del
sistema nervioso, la formación de las diferentes vesículas que dieron origen a las estructuras que
ya hemos estudiado.
En esta unidad nos centraremos en el crecimiento y desarrollo de cerebro, siendo este aspecto
vital en la formación de la personalidad, el comportamiento y las funciones cognitivas, entre
otras. Esta parte del neurodesarrollo inicia desde el tercer mes de embarazo y culmina mucho
después del nacimiento. Existen cuatro etapas en el desarrollo que se expondrán a continuación.
NEUROGÉNESIS EMBRIONARIA
PROLIFERACIÓN:
El córtex cerebral es la parte más extensa del cerebro de mamíferos conteniendo
aproximadamente la mitad del número total de neuronas presentes en el cerebro. La
observación microscópica de una sección coronal a través del córtex muestra que los somas
neuronales se encuentran organizados en seis capas paralelas a la superficie pial que se
denominan, desde la superficie hacia el interior desde capa I hasta capa VI, como se explicó en la
unidad anterior. En las distintas láminas pueden observarse diferencias en la morfología y
tamaño somático, distribución y morfología de los árboles dendríticos, así como variaciones
notables de la densidad de los cuerpos celulares.
El desarrollo de la corteza cerebral tiene lugar a partir de la parte rostrodorsal del tubo neural,
llamada manto telencefálico. La pared del manto está formada, inicialmente, por células
germinales neuroepiteliales, cuya continua proliferación causa un abombamiento hacia el
exterior de las paredes del manto para formar las vesículas cerebrales. Las células
neuroepiteliales próximas al revestimiento ventricular del tubo neural, la llamada zona
ventricular (ZV), están destinadas a dar lugar a neuronas y a algunas células gliales del córtex. El
alineamiento radial de las células neuroepiteliales impone un patrón radial en la histogénesis del
manto. Así las neuronas postmitóticas tempranas migran fuera de la ZV hacia la superficie de las
vesículas cerebrales para formar la capa plexiforme primordial o preplaca (PP). Posteriormente,
la capa plexiforme primordial, se divide en plexiforme superficial y profunda. La capa plexiforme
superficial da origen a la capa I y la profunda a la subplaca (SP, capa VI).
Las células de la capa I se diferencian en células de Cajal-Retzius y otros tipos neuronales. La SP
es separada de la ZV por la zona intermedia (ZI), una capa que eventualmente puede contener
tractos axónicos aferentes y eferentes del córtex (futura sustancia blanca). Otra capa de células
en proliferación aparece entre la ZV y la ZI, la llamada zona subventricular (ZSV). Esta capa
contiene células generadas en la ZV, que fundamentalmente se diferenciarán a estirpes gliales.
Mientras la ZSV se extiende mucho al final del desarrollo prenatal e incluso en etapas
postnatales, la ZV, acabará por desaparecer.
Durante el desarrollo prenatal, los estratos se van construyendo “de adentro hacia afuera”, a
medida que las neuronas recién nacidas se desplazan más allá de sus hermanas mayores,
ocupando su lugar en las capas superiores, cumpliendo un proceso que se llama “migración
activa”. De esta manera, la sustancia gris queda ubicada superficialmente y los axones o fibras
nerviosas quedan en la profundidad del cerebro. La primera masa de neuroblastos que emigra se
dirige a una zona inmediatamente debajo de la piamadre para diferenciarse en neuronas
maduras. Las siguientes oleadas de neuroblastos van ubicándose entre la piamadre y la capa
anteriormente formada. En conclusión, los primeros neuroblastos formados quedan en la

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porción profunda de la corteza mientras que los formados posteriormente originan las capas
superficiales de la corteza.
Durante la etapa intrauterina, la corteza cerebral ha de ir construyéndose de forma ordenada y
precisa. Fundamental en esa construcción es la subplaca, compuesta por una capa de células
cuyas prolongaciones, o axones, se abren paso hasta el tálamo. Estas células no sólo son de vital
importancia para la formación de la corteza cerebral, sino también para establecer el patrón de
conexiones con otras estructuras del cerebro.
En nuestra especie, la subplaca se distingue perfectamente hacia la semana 13 de gestación pero
es entre las semanas 24 y 30 cuando se encuentra a pleno rendimiento. Las alteraciones en el
desarrollo, desplazamiento (migración) o función de las células que la componen pueden dar
lugar a enfermedades más o menos severas.
Se cree que el menor volumen cerebral de los bebés prematuros puede estar relacionado con el
daño en las neuronas de esta estructura, y sus consecuencias se perciben después en la edad
escolar. Pero también juegan un papel importante en patologías como el autismo, parálisis
cerebral o esquizofrenia. Muchos de los genes asociados con al autismo y la esquizofrenia se
expresan ya de forma transitoria en la subplaca durante el desarrollo. De ahí que conocer en
detalle cuándo y dónde se generan estas células, cómo se desplazan y la función de cada tipo
celular de la subplaca sea fundamental para prevenir estas patologías.
Cuando el niño nace, la corteza todavía muestra un grado de plasticidad considerable y las dimensiones
de algunas áreas funcionales pueden aumentar o disminuir según las pautas que rijan las vivencias
prácticas y las experiencias del niño.

MIGRACIÓN:
El proceso de migración tiene lugar entre el tercer y quinto mes de embarazo. Aquí, las células
nerviosas poco desarrolladas se desplazan desde la zona ventricular del cerebro hacia su destino
definitivo dentro del sistema nervioso. Es importante recalcar que no se ha definido qué tipo de
neuronas serán. Por lo tanto, cada axón y sus dendritas no se han desarrollado en su totalidad.
En los procesos de migración se pueden distinguir dos modalidades: la migración radial y la
migración tangencial. La migración radial es el principal modo de migración que tienen las células
nerviosas durante el desarrollo del córtex cerebral. Según este modelo las neuronas generadas
en las zonas proliferativas se desplazan perpendicularmente hacia la superficie del cerebro a lo
largo de un andamiaje de fibras gliales orientadas radialmente, cuyas prolongaciones abarcan
todo el espesor del parénquima. A este tipo de migración también se le llama migración gliofílica,
debido a la interacción entre las neuronas que migran y el sustrato glial. Otra modalidad la
constituye la migración tangencial o neurofílica, según la cual las neuronas se mueven
paralelamente a la superficie del cerebro a lo largo de los axones de otras neuronas y, a menudo,
incluso traspasan las fronteras regionales.

ORGANIZACIÓN:
Este proceso inicia desde los cinco meses de gestación y culmina años después del nacimiento.
Tiene diferentes aspectos a desarrollar que pueden darse en diversos momentos de la vida.
En primer lugar, tenemos la diferenciación de las neuronas en la subplaca. En este caso, la capa
cortical se organiza con ayuda de la subplaca, que manda energía para que estas neuronas se
despierten y comiencen a desarrollarse. De igual manera, las neuronas inician las conexiones
entre ellas y crean una capa migratoria que se convertirá en la corteza cerebral.
Posteriormente encontramos el proceso de laminación. En este caso, comienza la organización
de las seis capas de la corteza cerebral adulta.
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En tercer lugar, tenemos el crecimiento de neuritas, el cual se da por medio de impulsos de


energía que estimulan el crecimiento de las dendritas hasta que sean funcionales.
Seguido, está el proceso de sinaptogénesis, en el que las neuronas comienzan el proceso de
sinapsis. En principio se desarrolla una primera red de contactos para establecer las bases de
comunicación neuronal eficaz. Este proceso sigue con la maduración del sistema nervioso. Por lo
tanto, los aprendizajes son indispensables aquí, ya que ayudan a que la neurona se especialice,
crezca y cree conexiones.
En quinto lugar, está la eliminación selectiva de sinapsis y neuronas. Este proceso se da con el
fin de tener un mejor funcionamiento de las neuronas que se especializaron o desarrollaron más
conexiones sinápticas.
Por último, encontramos la proliferación y diferenciación de células gliales. Aquí están las
células que migraron junto con las neuronas pero que no se diferenciaron. Esta diferenciación se
logra cuando se acerca el nacimiento, ya que son las que ayudan al mantenimiento de las
neuronas.

MIELINIZACIÓN:
Retomamos este concepto ya desarrollado anteriormente para resaltar que el proceso se da
desde abajo hacia arriba y de occipital a frontal. Es decir, inicia desde el tronco y va subiendo
hasta la corteza. Asimismo, comienza en el lóbulo occipital y luego va hacia los lóbulos
temporales y frontales. Entre las áreas de mielinización tardía se encuentra parte de lóbulo
frontal y el área asociativa temporoparietal.
Este proceso se ve reflejado principalmente por el desarrollo cognitivo del niño. Desde el
nacimiento ya se han desarrollado los reflejos más primarios que se relacionan con áreas
subcorticales. Al final del proceso se desarrollan las funciones ejecutivas que se relacionan con el
lóbulo frontal.

ETAPAS DEL DESARROLLO CEREBRAL INTRAGESTACIONEALES


Cuatro semanas después de la gestación, antes incluso de que una madre sepa que está
embarazada, el cerebro del feto ya se está empezando a formar. En los cuatro meses siguientes,
las células cerebrales se forman a una velocidad asombrosa, que oscila alrededor de las 250.000
células por minuto. Posteriormente, la formación de nuevas células se ralentiza mientras un
número elevado de interconexiones axónicas entre las neuronas se van estableciendo.
Al terminar el tercer mes de gestación, el sistema nervioso está lo suficientemente desarrollado
como para que se manifiesten reflejos físicos básicos, junto con reacciones tales como dar
patadas o doblar los brazos. En el cuarto mes los ojos y los oídos ya están conectados con el
cerebro en desarrollo y el feto reacciona a los sonidos y a las luces brillantes. Durante estos
primeros meses, muchas neuronas migran hacia sus metas finales desde el lugar donde se
formaron y, mientras migran, mantienen la mayoría de las conexiones realizadas. Buena parte de
esta migración se orienta hacia las capas externas del cerebro joven, formando la corteza
cerebral, con alta densidad de neuronas. Al cabo de cinco meses de gestación, los movimientos
corporales del feto son más controlados y variados, al madurar las partes del cerebro que
controlan el comportamiento motor. En el sexto mes de gestación, el crecimiento de nuevas
neuronas se desacelera considerablemente, mientras se crean muchas más conexiones entre las
neuronas mediante las múltiples dendritas que se forman en los axones; se observa entonces el

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aprendizaje ya que el feto empieza a manifestar acostumbramiento (mediante una reducción de
las reacciones) a los estímulos repetidos, como por ejemplo a los mismos sonidos.
Durante las etapas finales del embarazo, el número de neuronas comienza a disminuir ya que la
muerte celular elimina a aquellas que no están activamente involucradas en el desarrollo de las
vías y los sistemas cerebrales.

CRECIMIENTO NEURAL Y PODA SINÁPTICA

La arquitectura básica del cerebro humano se desarrolla antes de que el niño nazca; la mayoría
de las neuronas que el niño llegará a tener en su vida se produce a mediados de la gestación y en
el momento de nacer ya se han organizado, formando la corteza y otras estructuras importantes
del cerebro. Ya están presentes también los principales caminos de la materia blanca que
constituyen las redes cerebrales para el procesamiento de informaciones. Sin embargo, el
desarrollo cerebral dista mucho de estar completo en el recién nacido ya que, después del
nacimiento, las experiencias del niño desempeñan un papel cada vez más significativo en el
modelado y la afinación de los principales caminos cerebrales y redes corticales.
Inmediatamente después de nacer, se produce un incremento espectacular del número de
conexiones o sinapsis en todo el cerebro humano. Al cumplir el primer año de vida, el cerebro de
un niño tiene casi el doble de conexiones si se lo compara con el de un adulto.
Muchos caminos efímeros se forman en todo el cerebro del neonato, creando ciertas conexiones
entre las distintas áreas cerebrales que ya no se observan en el. Esta sobreabundancia de
conexiones y caminos gradualmente decrece a lo largo de la infancia, a medida que muchos de
ellos son “podados” y desaparecen. Muchos factores contribuyen a esta disminución, como por
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ejemplo la influencia de las experiencias. La actividad de un camino neural, determinada por la


experiencia, decide si una conexión particular habrá de debilitarse o se estabilizará como parte
de una red permanente. Este es un factor clave para la “plasticidad” del cerebro en desarrollo: su
adaptabilidad respecto a la experiencia, que le confiere un valor inestimable para la
supervivencia.

Los cambios que se producen en la conectividad del cerebro también afectan las pautas que rigen
la estructura y organización de la corteza en desarrollo. Recientes estudios han revelado que los
distintos caminos cerebrales maduran con ritmos diferentes. Además, la maduración de los
caminos tiene lugar conjuntamente con el adelgazamiento localizado de las áreas neocorticales.
Actualmente, se piensa que el adelgazamiento cortical es un indicador importante de la
maduración y desarrollo de las regiones cerebrales. Los cambios que ocurren en los caminos
cerebrales y el adelgazamiento cortical son sistemáticos y reflejan igualmente el desarrollo
funcional.

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Diferente actividad durante el desarrollo cerebral

LOCALIZACIÓN Y LATERALIZACIÓN

Se cree que en los niños recién nacidos la actividad de la corteza cerebral está menos localizada
que en los demás niños y en los adultos, y que tiende a distribuirse equitativamente en los dos
hemisferios del cerebro. Al adquirir experiencias y madurar, las distintas partes de la corteza
gradualmente van especializándose, formando circuitos destinados a llevar a cabo funciones
específicas, en ciertos casos en uno u otro de los dos hemisferios. Algunas funciones, y en
particular aquellas que tienen que ver con la fisiología corporal y los sentidos, se establecen en
una fase muy temprana de la vida. Otras, como el control de los movimientos primero para
gatear y luego para caminar, van surgiendo un poco más tarde, mientras que otras aún, como el
viaje mental en el tiempo y la planificación anticipada, se desarrollan todavía después.
Es importante observar que, aunque las distintas redes neurales estén relacionadas con
funciones específicas, el cerebro de todos modos funciona como un conjunto de partes
estrechamente interconectadas, e inclusive funciones muy simples suelen estar relacionadas con
algún nivel de actividad en secciones diferentes de la o las áreas focales.
Si se otorga un ambiente que suministre estímulos suficientes y apropiados, como por ejemplo
un entorno rico desde el punto de vista lingüístico, podrá manifestarse la predisposición genética
para que partes específicas del cerebro se conviertan en áreas focales de funciones específicas.
En el caso del lenguaje, esto significa que el área de Broca, en el lado izquierdo del cerebro, se
vuelve importante para comprender y producir enunciados del habla. Varios aspectos de la
función cognitiva se lateralizan de esta manera durante la infancia, estableciendo sus áreas
focales de actividad de un lado u otro del cerebro. Por lo general, no obstante, ambas partes del
cerebro trabajan juntas; es inexacto pensar que las funciones del “cerebro derecho” y del
“cerebro izquierdo” obran por separado.
Durante este largo período de especialización y lateralización crecientes, la corteza sigue siendo
un órgano sumamente adaptable y, en casos de trastornos adquiridos, es capaz de rescatar una
función “en peligro” colocándola en el hemisferio opuesto al que es normalmente sede de esa
función. Al principio en el cerebro joven hay mucha redundancia, lo que le brinda una gran
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flexibilidad, y la especialización que viene después reduce la capacidad del cerebro en desarrollo
de superar los efectos de eventuales daños. Sin embargo, si el daño se produce en la misma área
de ambos lados del cerebro, la capacidad de recuperación disminuye drásticamente o se pierde
por completo.
Ya que las distintas funciones se localizan y lateralizan en diferentes momentos del desarrollo y la
“plasticidad” del cerebro decrece a medida que los niños crecen, el diagnóstico y tratamiento
tempranos de cualquier daño o ausencia de una función prevista son sumamente importantes
para maximizar las oportunidades de lograr un resultado positivo.

DOMINANCIA CEREBRAL

Llegada la adultez, ciertas actividades nerviosas son realizadas predominantemente por uno de
los dos hemisferios.
La destreza manual, la audición, y la fonación, son áreas funcionales que en la mayoría de las
personas están controladas por el mal denominado hemisferio dominante pero incluso en los
zurdos la dominancia del lenguaje está dada por el hemisferio izquierdo. El 90% de la población
adulta es diestra y, por ende, el hemisferio izquierdo es el “dominante”.
La percepción espacial, el reconocimiento de las caras y la música son interpretados por el
hemisferio derecho.

CUERPO CALLOSO
El cuerpo calloso se desarrolla fundamentalmente durante la octava semana de gestación,
siguiendo un patrón anteroposterior. Es decir, se empieza a desarrollar la zona del rostrum
(anterior) y termina en el rodete (posterior).
De este modo, al momento del nacimiento se han desarrollado ya todas las subáreas del cuerpo
calloso. No obstante, su mielinización continúa durante la niñez o incluso edades más avanzadas.
En este sentido, varios estudios apuntan que el cuerpo calloso experimenta un incremento lineal
de su área sagital entre los 4 y los 18 años de vida. La razón de la maduración postnatal del
cuerpo calloso no es del todo clara. Sin embargo, se postula que puede deberse a la mielinización
de fibras, la cual ocurre durante la niñez y adolescencia. Los axones mielinizados de las neuronas
del cuerpo calloso permiten una rápida propagación de impulsos neurales y resultan un requisito

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para la adquisición de funciones cognitivas, emocionales, conductuales y motoras en diversas
etapas de maduración.
Cambios comportamentales y neurobiológicos asociados al cuerpo calloso
Los cambios connotados en el cuerpo calloso se relacionan con una serie de variables
psicológicas y neurobiológicas. Concretamente, se ha demostrado cómo el engrosamiento de la
rodilla y el rodete se relaciona positivamente con los siguientes elementos:
 Extensión y volteo de la cabeza.
 Control voluntario y búsqueda de objetos presentados en el campo visual durante
los primeros tres meses de vida.
 Capacidad de coger objetos con las dos manos y gatear en los 9 meses de vida.
 Desarrollo de funciones sensoriales como la visión binocular, o la conciencia y la
acomodación visual.
 Aparición del lenguaje verbal prelingüístico durante los primeros doce meses de
vida.
 Cambios comportamentales entre el primer y el cuarto año de vida

El crecimiento continuo del cuerpo calloso durante etapas más tardías también se relaciona con
la aparición de cambios en el comportamiento de los niños. Concretamente, estas variables
suelen aparecer entre los 2 y los 3 años de vida:
 Capacidad de subir y bajar escaleras con dos pies.
 Capacidad de subir escaleras con un pie, montar en triciclo y vestirse.
 Desarrollo del primer nivel lingüístico: pronunciación de frases de dos palabras,
señalización de partes del cuerpo, utilización de preguntas y desarrollo de frases bien
estructuradas.
 Presencia de asimetría auditiva: el hemisferio izquierdo se desarrolla más rápido
en el análisis de la información verbal y el derecho en el manejo de la información no
verbal.

Cambios conductuales entre el cuarto y el séptimo año de vida


El incremento del cuerpo calloso continúa durante la niñez. En este sentido, se han connotado
una serie de cambios asociados a la maduración del cuerpo calloso hasta los siete años:
 Desarrollo de la capacidad de saltar y atarse los cordones.
 Adquisición del primer nivel lingüístico: decir la edad, repetir cuatro dígitos y
denominar colores.
 Establecimiento de la preferencia manual.
 Desarrollo del reconocimiento visual y la comprensión lectora.

PLASTICIDAD CEREBRAL, NEUROPLASTICIDAD O PLASTICIDAD NEURONAL


La plasticidad cerebral se refiere a la capacidad del sistema nervioso para cambiar su estructura y
su funcionamiento a lo largo de su vida, como reacción a la diversidad del entorno. Aunque este
término se utiliza actualmente en psicología y neurociencia, no es fácil de definir. Se utiliza para
referirse a la los cambios que se dan a diferentes niveles en el sistema nervioso: estructuras
moleculares, cambios en la expresión genética y comportamiento.

La neuroplasticidad permite a las neuronas regenerarse tanto anatómica como funcionalmente y


formar nuevas conexiones sinápticas. La plasticidad neuronal representa la facultad del cerebro
para recuperarse y reestructurarse. Este potencial adaptativo del sistema nervioso permite al
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cerebro reponerse a trastornos o lesiones, y puede reducir los efectos de alteraciones


estructurales producidas por patologías como la esclerosis múltiple, Parkinson, deterioro
cognitivo, enfermedad de Alzheimer, dislexia, trastorno de déficit de atención e hiperactividad
(TDAH), insomnio en adultos, insomnio infantil, etc.

Diferentes equipos de neurólogos y psicólogos cognitivos que estudian los procesos de


plasticidad sináptica y neurogénesis han demostrado que una batería de ejercicios clínicos de
estimulación cerebral ayuda a fomentar la creación de nuevas sinapsis y circuitos neuronales
capaces de reorganizar y recuperar la función de una zona dañada y la transmisión de
capacidades compensatorias.

Características de la plasticidad cerebral


Normalmente, la plasticidad cerebral suele relacionarse con el aprendizaje que tiene lugar en la
etapa infantil. Tradicionalmente se pensaba que una vez alcanzada la adultez no existían
posibilidades de adaptación y modificación de nuestra estructura neuronal. La evidencia actual
demuestra que nuestra estructura cerebral es capaz de adaptarse a diversas circunstancias, tanto
en la infancia, adolescencia y adultez, e incluso ante situaciones de importantes lesiones
cerebrales.
Ramón y Cajal fue el primero en proponer el concepto de plasticidad como base física del
aprendizaje y la memoria. Basándose en la observación de preparaciones histológicas propuso
que el aprendizaje producía cambios estructurales, siendo estos cambios estrictamente
necesarios para la formación de nuevas memorias. Por otro lado, Donald Hebb mostró el
concepto de plasticidad asociativa como el mecanismo que permite modificar las conexiones
estructurales de nuestro cerebro.
Un déficit en la plasticidad implicará que el cerebro sea incapaz de ajustarse a las demandas
ambientales. Por otro lado, si el cerebro es demasiado plástico, las conexiones estructurales
pueden ser inestables y los sistemas funcionales necesarios para la cognición y el
comportamiento pueden verse comprometidos.
A pesar de la ocurrencia de procesos anormales en los mecanismos plásticos, el cerebro se trata
de una estructura muy interconectada. Por lo tanto, la plasticidad media en los múltiples niveles
de nuestro sistema nervioso, desde los microcircuitos a las grandes redes. Los cambios más
focalizados y locales pueden ser compensados a nivel de circuitos, impidiendo un deterioro
significativo de la conducta. Estudios recientes han demostrado que los procesos de aprendizaje
y memoria dan lugar a cambios en la conectividad sináptica a través de procesos de ganancia,
estabilización o pérdida, lo que conduce a pensar la importancia de estos procesos plásticos.

Cambios plásticos a lo largo de la vida


Como hemos mencionado anteriormente, el proceso de plasticidad cerebral tiene un papel
importante a lo largo de toda vida, sin embargo, existen períodos en los que resulta más esencial.
En el caso de la infancia, el cerebro se encuentra en una situación altamente modificable debido
a la entrada masiva de experiencias y nuevos conocimientos. La plasticidad cerebral en el caso de
los niños es máxima, lo que permite la incorporación de nuevos aprendizajes y memorias a su
repertorio cognitivo-conductual. Estos mecanismos plásticos, conforme el individuo crece,
muestran una tendencia a la baja, es decir existe una asociación entre la edad y la reducción de la
magnitud de este proceso.

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A pesar de esta tendencia generalizada, cada persona muestra una trayectoria diferente. En
función de los factores genéticos intrínsecos y las influencias ambientales específicas a las que
estemos expuestos, cada individuo presentará una pendiente única de funcionamiento de la
plasticidad cerebral.
Entre los factores importantes a tener en cuenta que probablemente contribuyen a las
diferencias, se encuentren mecanismos genéticos y epigenéticos (por ejemplo, polimorfismos,
expresión genética), factores hormonales (por ejemplo, ciclo menstrual), la morbilidad (por
ejemplo, diabetes, cáncer o infecciones) y experiencias de vida (por ejemplo, lesión cerebral
traumática, la exposición a toxinas, estrés, falta de sueño, el abuso de sustancias, la reserva
cognitiva, la mala alimentación, sedentarismo, etc.).
Diferentes estudios que emplean las imágenes por resonancia magnética funcional y estructural,
la tomografía por emisión de positrones y otras técnicas de neuroimagen han proporcionado
evidencias a la afirmación de que la plasticidad sufre cambios a lo largo de toda la vida. Por
ejemplo, los estudios transversales tienen consistentemente identificada la asociación entre la
edad y los cambios morfométricos cerebrales que abarcan adelgazamiento cortical regional,
reducciones del volumen subcortical y dilatación ventricular.
Cuando sufrimos una lesión o daño cerebral nuestro cerebro trata de compensar los déficits
derivados de este a través de la puesta en marcha de diferentes mecanismos compensatorios,
estando en la base de estos la plasticidad cerebral. La interconectividad, organización y
estructura de nuestro sistema nervioso nos permite recuperarnos de forma sustancial después
de una lesión. Diferentes autores han propuesto que el sistema nervioso sufre una serie de
procesos que permiten que un área homóloga a la dañada tenga la capacidad de asumir
su función. Esto es posible gracias a la gran red distribuida que forman las conexiones cerebrales.
Estudios que han empleado la estimulación cerebral profunda en animales, han sugerido que la
reorganización neuronal que se produce tanto en las áreas del hemisferio lesionado como en las
del hemisferio intacto, es esencial para la recuperación, concretamente cuando la lesión se
refiere a áreas motoras. Sin embargo, la evidencia reciente demuestra reorganización de la
conectividad funcional después de una lesión adquirida que, de forma inicial es adaptativa o
beneficiosa, de forma más tardía puede limitar las adaptaciones compensatorias para los
cambios relacionados con la edad en los mecanismos de plasticidad cerebral.
De hecho, los cambios plásticos podrían debilitar la capacidad de reorganizar la corteza para
realizar su función primaria, particularmente en el contexto de la formación de rehabilitación.
Por ejemplo, en el caso de individuos ciegos, la reorganización cortical que se produce en el área
occipital como consecuencia de la inexistencia de entradas sensoriales de tipo visual, puede dar
lugar a sensaciones táctiles fantasma en la punta de los dedos de individuos competentes en la
lectura de Braille.

NEUROGÉNESIS EN LA ADULTEZ

Durante mucho tiempo se pensó que el sistema nervioso era fijo e incapaz de regeneración.
Aunque es cierto que la mayoría de las neuronas en el cerebro se generan antes del nacimiento y
nunca se intercambian, también quedó establecido que las neuronas nuevas son generadas
continuamente por las células madre mediante un proceso que se denomina neurogénesis. Ya
vimos como ocurre este proceso durante el desarrollo embrionario (a través de una serie de
procesos de fina regulación que incluyen: proliferación de células madre neurales, generación de
precursores con alta tasa proliferativa, formación de neuroblastos, migración, crecimiento
axónico y generación del árbol dendrítico, establecimiento de sinapsis y al final: maduración a
neurona madura funcional). Desde hace unas décadas sabemos que este proceso neurogénico
permanece activo en localizaciones específicas del sistema nervioso adulto de mamíferos –los
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llamados nichos neurogénicos–, los cuales permiten un reemplazo celular en estas localizaciones
que perdura toda la vida. El reemplazo celular en el SN adulto se lleva a cabo a partir de células
madre neurales localizadas en los nichos neurogénicos que son capaces de autorrenovarse y de
generar células diferenciadas propias de este tejido, como son: las neuronas y las células de glía.
Cuando se aíslan estas células madre a partir de tejido fresco de cerebro adulto, y se cultivan en
las condiciones adecuadas, reproducen in vitro las características funcionales propias de estas
células madre neurales in vivo.
La neurogénesis, definida como el proceso de generar neuronas funcionales a partir de células
madre neurales, fue concebida de forma tradicional como un proceso que ocurría solo durante
estadios embrionarios y perinatales en mamíferos, por lo que durante mucho tiempo se
consideró que en el SNC adulto no se generaban nuevas neuronas. Sin embargo, los trabajos de
Altman y Das dieron las primeras evidencias anatómicas de la generación de nuevas células en el
hipocampo de ratas posnatales. Más adelante fue demostrada en aves la integración funcional de
nuevas neuronas en el SNC, y posteriormente se logró obtener células madre neurales
multipotentes de cerebro de mamífero adulto y a partir de ellas generar nuevas neuronas y
astrocitos. El estudio de la neurogénesis en mamíferos adultos se vio fortalecido con la
demostración de la permanencia activa de neurogénesis en el cerebro humano adulto durante
toda la vida del individuo, así como en el resto de mamíferos.
Las células madre neurales tienen una muy baja capacidad proliferativa. Cuando estas células
madre se activan y llevan a cabo divisiones asimétricas dan lugar a progenitores neurales, células
de fenotipo indiferenciado con gran capacidad de autorreplicación, que pueden dar lugar a
precursores con capacidad proliferativa limitada, pero comprometidos con alguna de las estirpes
neurales. Existen precursores gliales (glioblastos) y precursores neuronales (neuroblastos) que
darán lugar a glía o a neuronas, respectivamente. Estos precursores son unipotenciales, tienen
una capacidad proliferativa limitada, y a medida que se dividen pierden capacidad de
autorreplicación diferenciándose como células maduras.

En mamíferos adultos, la neurogénesis ocurre en condiciones fisiológicas en dos regiones


neurogénicas principales; la primera de estas es la zona situada adyacente al epéndimo en la
pared lateral de los ventrículos laterales: la zona subventricular (SVZ, del inglés subventricular
zone); la segunda es el giro dentado del hipocampo (GD). La SVZ es una lámina germinal que se
forma durante el desarrollo embrionario y persiste a lo largo de la vida adulta reteniendo su
capacidad neurogénica y gliogénica, dando cobijo a una gran población de células proliferantes.
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Al contrario de lo que ocurre en el desarrollo del SNC, la migración de los neuroblastos generados
en la SVZ no ocurre a través de la glía radial, sino que consiste en una de tipo tangencial que se
da en cadenas a través de una estructura tubular formada por astrocitos especializados. Por otro
lado, en la SVZ también se generan precursores gliales que posteriormente se diferencian como
oligodendrocitos en el cuerpo calloso y que participan en la reparación de lesiones. Se ha
observado que neuroblastos de la SVZ migran por una vía diferente hacia el cuerpo estriado y
una vez allí se diferencian como neuronas maduras.
En la zona subgranular del hipocampo, localizada entre la capa granular y el hilus del GD, existe
otro nicho neurogénico. De acuerdo a los resultados de Seri et al., las células madre en dicha
zona serían una subpoblación de astrocitos que se dividen dando lugar a precursores neuronales
que, a su vez, proliferan y maduran generando nuevas neuronas granulares. Luego estas últimas
migran distancias cortas hacia la capa granular donde se diferencian y proyectan sus axones
como neuronas granulares maduras.

Sistema neurogénico en cerebro humano adulto. Ubicación de la zona


subventricular (SVZ, línea roja) en una sección coronal del cerebro humano. La
SVZ se encuentra entre el ventrículo lateral (LV) y el estriado (Str.). El estriado
es inervado por la sustancia negra (SN).

Existen otras zonas del cerebro adulto en las que se ha registrado neurogénesis. Este es el caso
del hipotálamo y las capas que rodean al tercer ventrículo, donde se han encontrado evidencias
de que no solo existe neurogénesis como respuesta a un daño sino también en condiciones
naturales. Algunos estudios plantean que existe en esta zona una población de precursores
neurales residentes capaces de generar nuevas neuronas. Se han descrito otras zonas
neurogénicas como por ejemplo el neocortex, la amígdala, el estriado y la sustancia negra, entre
otras; sin embargo, esto es un punto de gran debate entre la comunidad científica, puesto que en
la mayoría de los casos esta neurogénesis es inducida por diversos factores no fisiológicos como,
por ejemplo, distintos tipo de lesiones, estrés o bien enfermedades que causan pérdida neuronal.

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