Los Austrias

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LA MONARQUÍA HISPÁNICA BAJO LOS AUSTRIAS:

ASPECTOS POLÍTICOS, ECONÓMICOS Y CULTURALES.

1º.- Introducción: los Reyes Católicos

El reinado de los RR.CC. se considera como el inicio de la Edad


Moderna. La magnitud de las transformaciones que tuvieron lugar bajo su
mandato es de tal calibre que se puede hablar de un “antes” y un
“después” de los RR.CC. en la historia de España.
Con ellos se refuerza la autoridad monárquica. Su mérito fue llevar a
la práctica un programa que la debilidad de sus antecesores había impedido
realizar; aunque la unidad de España atribuida a los RR.CC. no pasa de ser
un emparejamiento de cuerpos políticos distintos que mantendrán sus
propios privilegios. La unión de las coronas era personal, no institucional,
cada reino conservó su fisonomía y sus leyes propias.
Lo que instauran los RR.CC. no es un gobierno absoluto, sino una
monarquía autoritaria que va a respetar los fueros y libertades de cada
reino. Será un gobierno unificado, pero no una administración común. Su
autoritarismo era compatible con la gran variedad de situaciones que
creaban la multitud de fueros, ordenanzas y costumbres de los reinos y las
ciudades.
Los RR.CC. tuvieron voluntad de poder, pero también tuvieron
siempre muy claro que había tradiciones que tenían que respetar y
poderosos intereses que sería peligroso atacar de frente. En sus relaciones
con la nobleza aplican una mezcla de generosidad y firmeza. La obligaron a
reconocer sus límites y a renunciar a sus ambiciones políticas, una vez
hecho esto, la mantuvieron como pieza esencial en su plan de organización
social y reforma política.
Para llevar a cabo su plan de fortalecimiento monárquico y su
organización se creó un completo cuerpo de funcionarios que daría lugar a
una burocracia muy cualificada que ayudó a conseguir la cohesión interna
del Estado y a mantener a los nobles alejados del poder.

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2º.-ASPECTOS POLÍTICOS:

a) Creación del Estado Moderno


La historia de la creación del Estado Moderno es, en gran medida, la
historia de las luchas por la unidad del poder destruido por la atomización
medieval. Los RR.CC. se plegaron a los moldes constitucionales de sus
diversos reinos y señoríos.
En principio, los Austrias actuaron de forma parecida, no reclamaron
los mismos derechos en Castilla que en Aragón, o en Vizcaya que en
Nápoles, etc. aunque esa actitud no era incompatible con la tendencia a la
ampliación de su poder. Cuando se quisieron forzar las etapas de este lento
proceso, como ocurrió en el siglo XVII con las actuaciones del Conde Duque,
se provocaron unas reacciones tan fuertes que el proceso quedó
momentáneamente detenido.
En la época de los Austrias acabó predominando un sistema
polisinódico de gobierno cuya pieza central, el Consejo de Castilla, fue
reorganizado, tanto en el aspecto judicial como en su papel de órgano
supremo de gobierno y administración. Durante el siglo XVI, con los Austrias
Mayores, una de las piezas claves de la historia de España es la
burocratización. Se necesitaba un gran número de funcionarios para
gobernar España y sus posesiones en ultramar y para poder movilizar los
recursos para la guerra.
Los nuevos órganos de gobierno se fijan principalmente en la Corte
porque la complicación del aparato burocrático obligó a ello.

b) Órganos de Gobierno

MONARCA.- Situado en primer lugar. Durante el siglo XVI gobernarán


directamente, aunque con frecuencia delegaban atribuciones en un
secretario de su confianza. Ésta práctica degeneró, en el siglo XVII, en la
omnipotencia de los VALIDOS.
SECRETARIO.- Llamado también Canciller. Eran personas preparadas,
incluso universitariamente. Son los precedentes de los ministros. Crecieron
en importancia con Carlos I, pero con los Austrias menores perderán su
sentido, y su lugar será ocupado por los validos.

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CONSEJOS.- Los consejos no eran órganos meramente consultivos, tenían
atribuciones ejecutivas y judiciales, excepto el Consejo de Estado que era el
de más altas responsabilidades. La pieza central de los consejos era el
Consejo de Castilla, que era el órgano supremo de gobierno y
administración. Luego se crearon otros que acabarían especializándose en
distintas áreas: estado, guerra, indias, etc. Había consejos comunes a todos
los reinos como el de Estado, Guerra o el de la Inquisición. Pero los había
también territoriales, como el de Aragón, el de Indias... etc.
VIRREINATOS.- Surgen por la necesidad de que el rey tuviera un
representante directo en cada uno de los diferentes reinos que componían
el estado. Ese representante será el VIRREY que tendría amplios poderes y
que tan sólo ha de dar cuenta de su actuación al rey. La importancia de este
cargo se debe, sobre todo, a la complicación de gobernar directamente
territorios muy alejados como los americanos, Flandes o Italia.
CHANCILLERÍAS.- Llamadas también audiencias. La Audiencia se convirtió
en supremo cuerpo judicial, estableciendo audiencias delegadas en los
distritos locales. Contribuyó a introducir la legislación regia más adentro de
los privados fueros feudales. A partir de Carlos I, además de las funciones
judiciales, tendrán también funciones políticas y administrativas.
SANTA HERMANDAD.- No era un instrumento nuevo, sino renovado por los
RR.CC. Sus precedentes eran las Hermandades que se formaban en las
ciudades para suplir la carencia del poder real y defenderse contra la
nobleza. La nueva Hermandad desempeñó un papel decisivo en la reducción
de la nobleza y en la persecución de criminales.
CORREGIDORES.- Oficiales reales enviados a todas las ciudades
castellanas; por medio de ellos los RR.CC. controlaron de cerca la vida
municipal de Castilla. Se convirtieron en funcionarios permanentes.
INQUISICIÓN.- No es un invento español, la había creado el papado en el
siglo XIII para combatir a los albigenses en el sur de Francia. La Inquisición
en España fue creada con destino a los judíos conversos; pero los RR.CC.
evitaron la intervención de Roma, querían un tribunal que estuviera por
completo bajo su control.
DIPLOMACIA.- Es otro aspecto importante de la política de los Austrias. Las
bases para la creación de un complejo equipo diplomático habían sido
puestas por Fernando el Católico. Los Austrias mantuvieron embajadores en
Roma, París, Londres y Viena.

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EJÉRCITO.- Tener un ejército permanente era la aspiración de los reyes de
la época, pues era el arma principal de su autoridad, pero resultaba muy
costoso y las tentativas de crearlo no tuvieron mucho éxito. Hay un
arranque inicial fuerte, unos planes que luego, en el siglo XVII, fallan en su
aplicación. Los RR.CC. crearon un núcleo de ejército profesional
desarrollando las Guardias Reales.
El ejército español de los siglos XVI y XVII se basaba en los Tercios,
unidades de combate formadas por tres o cuatro mil soldados. Estaban
formados por voluntarios, predominaba la infantería, tenían gran
maniobrabilidad y los mandos estaban muy preparados.
Otra sección del ejército español estaba formada por la Escuadra
integrada por galeras y galeones. La escuadra española mantuvo su
hegemonía marítima durante el siglo XVI pero a partir del primer tercio del
XVII comenzó su decadencia.
La vocación guerrera en España era sólo de una minoría, la guerra ya
no rendía fabulosos botines, y lo que es peor, la profesión de las armas ya
no se consideraba honrosa.
LA HACIENDA.- La construcción de un Estado moderno requería el
robustecimiento de dos pilares: uno era el ejército y el otro la hacienda.
Fuentes de ingresos propios y abundantes y una fuerza armada que le
capacitara para actuar sin supeditación a los grandes señores y los
poderosos municipios.
La separación entre el patrimonio real y la Hacienda Pública no
estuvo nunca muy claro. En la E.M. los reyes recurrían a las Cortes para
procurarse ingresos. Alfonso XI dio un paso muy importante introduciendo el
impuesto de la Alcabala que de haberse exigido en su integridad los reyes
no habrían tenido problemas monetarios, pero la debilidad de la Monarquía
en los últimos tiempos de la E.M. había acarreado la usurpación de las
alcabalas por parte de los señores.
Los RR.CC. no se atrevieron a cambiar el estado de cosas que
encontraron, se limitaron a eliminar los abusos más graves. Carlos V
también vivió siempre envuelto en un verdadero caos financiero.
La máxima dificultad que encontraba la Monarquía para hacer una
reforma en profundidad estaba en la estructura misma de la sociedad,
existía una tradición desde la E.M. que consideraba el impuesto directo

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como algo humillante, símbolo de inferioridad social. La nobleza y el clero se
negaban a pagar.
Felipe II consiguió cobrarlo pasando por encima de las resistencias del
estado noble y apelando a la Santa Sede para obligar a los eclesiásticos a
pagar los Millones. También obtuvo otras importantes contribuciones de la
Iglesia en forma de Subsidio, Excusado y pensiones sobre mitras. Al mismo
tiempo obtuvo de las Cortes la actualización de las Alcabalas y los
Encabezamientos.
El reinado de Felipe III supuso un intermedio, el de Felipe IV continuó
con la línea de Felipe II: robustecer la Real Hacienda haciendo contribuir a
todos en la medida de sus posibilidades, sin distinción de personas ni clases.
No hacían esto los reyes con el propósito de lograr una reforma social sino
acuciados por la necesidad de dinero, buscaban extraer cantidades
importantes de la Nobleza y la Iglesia.
A finales del siglo XVII la monarquía española estaba paralizada por
falta de recursos, el pueblo paga muchos impuestos, pero era muy poco lo
que ingresaba en las arcas públicas.

c) Principales problemas y actuaciones en los diferentes


reinados.

 Carlos I
Carlos I es uno de los grandes personajes de la historia. Representaba
un ideal europeo opuesto al nacionalismo, muchas de las actitudes de
Carlos, así como su ideal de una Europa unida que respetara las
peculiaridades nacionales, vuelven a estar de actualidad al cabo de los
siglos.
Una de las claves esenciales de la historia de España durante el
reinado de Carlos I es el hecho de que fue un rey ausente, que antepuso los
intereses de la política imperial a los intereses nacionales de España. Este
es el motivo por el que estallan los primeros problemas a su llegada: la
revuelta comunera de 1520, con la que se expresaban las quejas existentes
en la nación. Fue un movimiento de defensa, de reacción frente a un
período demasiado largo, durante el cual el gobierno real había erosionado
muchos de los poderes tradicionales y de las prerrogativas de los municipios
castellanos.

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Al mismo tiempo estallaban las Germanías en Valencia, pero mientras
que el enfrentamiento de los comuneros tenía carácter político, el de las
germanías lo tuvo social, eran esencialmente conflictos de clases y
reflejaban la oposición popular.
La derrota de los comuneros supuso el firme establecimiento de la
sucesión de los Habsburgo, tanto en la Corona de Aragón como en la de
Castilla.
Sin embargo la autonomía de los reinos orientales pudo sobrevivir,
menos por su fuerza constitucional que por su debilidad económica; las
instituciones protectoras significan poco cuando tienen poco que proteger.
Castilla por el contrario, con grandes recursos, quedó aún más expuesta al
absolutismo de lo que había estado hasta entonces, pues cuando había
riqueza en juego, la corona actuaba decisivamente.

 FELIPE II
Carlos I quería dejar la totalidad de la herencia a su hijo, pero sus
esperanzas de colocarlo en el trono imperial chocaron con las de su
hermano Fernando y, sobre todo con las del hijo de éste Maximiliano. En
1558, poco antes de morir, Carlos V cedía la corona imperial a su hermano
Fernando junto con los territorios austríacos. El imperio quedaba, finalmente
dividido.
Felipe II, al contrario que su padre, a penas salió de España, vigilaba a
Europa desde detrás de los Pirineos. El imperio cambió de carácter, que no
de tamaño, fue menos ecuménico que el de Carlos V, pero más sólido,
apoyado firmemente en la Península. Felipe II fue ante todo y sobre todo rey
de España.
El mayor reproche que puede hacerse a Felipe II es haber sacrificado
los intereses específicamente españoles a los de su política general, en la
que entraban tanto intereses religiosos como dinásticos.
La esencia del sistema gubernamental de Felipe II fue la combinación
del asesoramiento de los consejos con la acción real. El rey atendía
personalmente todos los asuntos de gobierno. Excluyó a los grandes de los
cargos del gobierno central, reservándolos para los virreinatos, las
embajadas y los mandos militares.

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Entre los problemas políticos más importantes a los que habrá de
enfrentarse Felipe II se encuentra su participación en las guerras de religión
en Francia, o la rebelión en los Países Bajos, donde se extendía la herejía.
Otro importante problema que le mantuvo en jaque fue el de los
moriscos del reino de Granada en 1568. Los moriscos eran cristianos por la
fuerza y musulmanes por inclinación. El odio hacia los moriscos creció en
proporción al peligro turco en el Mediterráneo, real o imaginario. Cuando se
consiguió sofocar la rebelión de las Alpujarras en 1570, Felipe II ordenó la
dispersión de los moriscos por toda Castilla.
Sin resolver nada en Granada, la política de dispersión sólo agravó el
problema morisco, extendiéndolo a toda Castilla. Los moriscos
permanecieron inadaptados e inadaptables.
En 1580 Felipe II sería proclamado rey de Portugal, y el monarca jura
respetar todas las leyes e instituciones lusas, asó como su sistema
monetario.
También en 1580 tendría lugar la revuelta de Aragón. Revuelta que
tiene su origen en los enfrentamientos entre señores y vasallos, y que sería
sofocada, y los aragoneses no volvieron a rebelarse bajo el gobierno de los
Austrias.

El cambio más llamativo que se produjo tras la muerte de Felipe II fue


el acceso de la alta nobleza, de la aristocracia, a la cúspide del poder. Las
relaciones de la Corona con la Nobleza siempre fueron estrechas, eran
poderes que se apoyaban mutuamente.
Pero mientras que los RR.CC., Carlos V y Felipe II mantuvieron
relaciones muy estrechas con las grandes casas, se sirvieron de ellas y las
ayudaron en momentos difíciles, a la vez procuraron mantener las
distancias, hacerles comprender que eran súbditos como los demás. Y
aunque utilizaron sus servicios en los altos cargos, prefirieron a hombres del
clero o de la nobleza media par confiarles los puestos de mayor
responsabilidad, y siempre procuraron dejar muy claro que el soberano era
el verdadero y único gobernante.
Esta actitud cesó bruscamente cuando Felipe III subió al trono.
Entregó prácticamente las riendas del gobierno a un favorito, un valido; tras

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él, otros muchos nobles invadieron la Corte. Este esquema se repitió, si bien
con alguna variante, en los dos reinados posteriores.
La designación de validos fue en parte un artificio por el cual los
últimos Austrias, faltos del talento y de la voluntad necesarios para
gobernar personalmente, trataron de desentenderse de los problemas del
Gobierno. Pero también fue una adaptación a las circunstancias. La carga de
gobernar España y su vasto imperio había aumentado hasta exceder el
punto en que podía llevarla un solo hombre.
El ascenso del valido significó la decadencia del secretario. Los
grandes habían ganado la partida, ahora los secretarios de Estado eran
literalmente secretarios del Consejo de Estado, ya no eran más que
funcionarios, importantes, pero oscurecidos por el valido.

 Felipe III
Con escasas luces y poco carácter para sus inmensas
responsabilidades, Felipe III sometió a la monarquía personal a la más dura
prueba que haya soportado nunca. Fue el rey más perezoso de la historia de
España pero, al menos, reconoció sus limitaciones. Echó un vistazo a la
situación y se retiró rápidamente; antes de hacerlo delegó el poder en un
ministro, el duque de Lerma.
Felipe III heredó un país empobrecido, aunque con grandes dominios
territoriales, y también heredó conflictos con Inglaterra.
El duque de Lerma propugnó una política de paz y trató de
desenredar a España de los compromisos imperiales en Europa. Pero no
supo utilizar la paz como un medio para reafirmar los intereses prioritarios
de España. Lerma no deseaba el poder para gobernar sino para beneficiarse
del cargo, y eso fue lo que hizo. Cuando vio que su caída estaba próxima
trabajó concienzudamente para conseguir el capelo cardenalicio, Para no
morir ahorcado, el mayor ladrón de España se vistió de colorado rezarían los
pasquines de la época.
Pero la caída de Lerma no significó un cambió en la actitud del rey, y
el valido fue sustituido por otro, el duque de Uceda, hijo del anterior, no
estaba mejor preparado que su padre para el gobierno, tampoco supo llevar
a cabo las reformas que el país necesitaba.
El de Felipe III fue un gobierno conservador. Se hizo la paz en el
exterior, y en el interior, entre las actuaciones más destacables está la

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expulsión de los moriscos. El problema básico de los moriscos era de
integración, seguían siendo una clase aparte. La expulsión de este colectivo
representó una pérdida de capital y de trabajo, supuso la pérdida del 4% de
la población, una población en mayoría laboral, pues entre los moriscos no
había hidalgos, soldados, religiosos, vagabundos o mendigos. En algunas
partes su expulsión supuso un gran vacío en la fuerza de trabajo y en el
pago de los impuestos. Para Aragón y, sobre todo, para Valencia, supuso un
tremendo golpe.

 Felipe IV
Inteligente y culto se parecía, sin embargo, a su padre en la falta de
carácter. Eligió al que iba a ser el más importante de todos los validos, el
conde-duque de Olivares. Felipe IV fue esencialmente un cortesano, con los
gustos e intereses de los cortesanos. Era frívolo e irresponsable, un rey que
prefería los placeres privados a las obligaciones públicas. Con el conde-
duque hizo algo más que delegar el poder: abdicó el control.
Olivares, a diferencia de otros validos del siglo XVII, estaba más
interesado por el gobierno que por el patronazgo. Trabajador incansable, le
dio a su cargo no sólo una enorme entrega, sino también un acusado
instinto para el gobierno absoluto y la capacidad de ponerlo en práctica.
Llegó al poder decidido a emprender las reformas que durante tanto
tiempo se habían ido aplazando. No era la política interior el campo
preferido de Olivares. Pertenecía a la generación que podíamos llamar
imperialista; no era partidario de una política agresiva de conquistas, lo que
pretendía era que España se hiciera respetar, que fuera reconocida como
potencia hegemónica, que se restaurara su crédito, algo empañado en el
débil reinado anterior.
Nada más iniciar su cargo se reanudó la guerra con los Países Bajos,
con los que la tregua firmada por Felipe III había expirado en 1621.
Dentro de su amplio programa de reformas se contemplaba una
reforma moral y económica. Se proponía reducir los cargos municipales,
aprobación de leyes estrictas que regularan los excesos en el vestir, adoptar
medidas para conseguir un aumento de la población, prohibición de
importar manufacturas extranjeras y clausura de los burdeles. Pero esta
reforma económica-moral hubo de aplazarse indefinidamente.

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Con el fin de conseguir fondos para su política exterior pretendió
llevar a cabo una reforma financiera; lo que Olivares pretendía era
conseguir una redistribución más equitativa de la carga tributaria soportada
por Castilla y obligar a las restantes provincias de la Monarquía a pagar una
parte proporcional de la tributación.
Si se quería una Monarquía unificada, necesitaba que las provincias
se acostumbrasen a pensar en términos colectivos. Olivares tenía puestos
los ojos en el modelo francés, sin advertir las diferencias que hacían
imposible la equiparación.
Pensando sólo en su programa de política exterior, en beneficio del
cual fue abandonando todos sus proyectos de reforma interior, trataba de
hacer que todas la partes del imperio concurrieran al esfuerzo bélico con la
misma intensidad que Castilla. Para ello puso en marcha un ambicioso
proyecto: la Unión de Armas; pero este proyecto no pudo llevarse a la
práctica por la resistencia de los diversos reinos y por la falta de una base
administrativa.
El intento de unificar los reinos a través de la Unión de Armas llevaría
a la revuelta de Cataluña, ante la negativa del principado a contribuir, y a la
secesión de Portugal.
En 1643 el Conde Duque fue retirado del poder. Felipe IV se esforzó
durante algún tiempo por llevar el la tarea de gobernar; pero carecía de la
energía necesaria para ello, necesitaba apoyarse en alguien, y pronto un
sobrino del conde duque, Don Luis Méndez de Haro ocuparía el lugar de
valido.
Discreto cortesano, don Luis de Haro, pacificó España e intentó que
ésta no perdiese más posesiones durante las negociaciones de la paz de
Westfalia que ponía fin a la Guerra de los Treinta Años. Con la paz de
Westfalia terminaba la hegemonía española y la hegemonía de los
Habsburgo en Europa.
En paz con Europa y rendida Cataluña, Felipe IV se propone recuperar
Portugal, pero España fue derrotada y por el Tratado de Lisboa en 1668,
reconocía la independencia de Portugal. Felipe IV había fallecido tres años
antes.

 Carlos II

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Este triste monarca y su fantasmagórica corte parecían simbolizar lo
más profundo de la decadencia española. Incapaz de ejercer el poder,
también lo fue de engendrar hijos, con lo que la monarquía padeció dos
graves problemas: un titular débil y un problema de sucesión.
El gobierno estuvo primero controlado por su madre, la reina regente,
y luego por una serie de ministros y favoritos. Los decretos y órdenes se
promulgaban en nombre del rey, pero raramente se sometían a la firma de
éste, y los documentos oficiales del reino ostentaban generalmente tan sólo
un facsímil de la firma regia.
En la persona de Carlos II la monarquía española se vio reducida a
una burla de su pasada grandeza.
El gran problema durante el reinado de Carlos II fue el sucesorio. La
corte era un hervidero de intrigas. Confirmada la impotencia del rey, el
bando francés y el austriaco multiplicaron sus esfuerzos para atraerse a los
personajes más influyentes. Carlos II murió el 1 de noviembre de 1700, y en
su testamento nombraba heredero universal a Felipe V de Anjou, nieto de
Luis XIV.

3º.- ASPECTOS ECONÓMICOS


En el siglo XVI el gobierno español tuvo que adaptar su organización
política, social y económica, esencialmente medieval, a las necesidades
creadas por la responsabilidad de regir un imperio.
A principios de 1530 quedaba organizado de forma definitiva el
principio del monopolio castellano sobre los nuevos territorios descubiertos.
Las importaciones más cotizadas de América eran el oro y la plata, y
también eran importantes los tintes, el azúcar, el cacao y las perlas.
Los primeros colonos americanos tenían que importarlo todo, desde
las armas hasta el vino, por lo que dependían estrechamente de la
metrópoli.
El impacto sobre la economía castellana de este comercio que se iba
desarrollando paulatinamente entre España y el Nuevo Mundo, es difícil de
determinar.
La España de Carlos V comprendía tres economías: Sevilla, el norte de
Castilla y la Corona de Aragón. De las tres fue la andaluza la que primero
reaccionó ante la colonización del nuevo mundo; el norte de Castilla, por su
parte, iguala o supera a Andalucía en prosperidad, una prosperidad basada

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esencialmente en los sólidos cimientos establecidos durante el siglo XV; en
cuanto a la corona de Aragón sólo participó marginalmente de la nueva
prosperidad.
a) Agricultura
Las condiciones agrarias de España no eran idénticas para cada región,
variaban mucho de un lugar a otro. No obstante, la característica dominante
era la existencia de vastos latifundios.
La agricultura castellana, perjudicada durante mucho tiempo por la
política real que favorecía los intereses ganaderos, debía ahora hacer frente
a una creciente demanda no sólo interior, sino también a las necesidades
del mercado americano.
La venta de vino y aceites a las Indias proporcionaba pingües beneficios,
por este motivo la tendencia, en el sur de España, era a desviar capitales y
recursos del cultivo de cereales hacia la vid y el olivo.
Para hacer frente a la demanda de trigo se habrían necesitado unos
recursos y unas técnicas de los que carecían la mayoría de los campesinos.
Como no podían mejorar los rendimientos lo que hacían era roturar nuevas
tierras que tenían que arrendar a los grandes propietarios.
Con el alza de los precios agrícolas en el siglo XVI, la agricultura se hizo
rentable en ciertos momentos, y permitió al labrador realizar los pagos
oportunos. Pero cuando bajaban los precios, aun por poco tiempo, el
granjero se encontraba sin dinero para pagar, tenía que traspasar la
propiedad, abandonaba el campo e iba a engrosar las filas de los parados en
las ciudades.
b) Ganadería
En la economía de Castilla predominó siempre sobre la agricultura, ya se
había hecho patente en el reinado de los RR.CC. Los primeros Austrias
también llevaron a cabo la misma política de protección a este sector. No
obstante, a mediados del siglo XVI la Mesta se vio también afectada por el
alza de los precios, que fue un golpe para las exportaciones españolas.
La exportación de la lana había sido siempre un buen negocio mientras
se pudo hacer sin dificultad, pero cuando a consecuencia del alza de los
precios disminuyeron las ventas, en poco más de diez años la cantidad total
de ovejas bajó un 20%
c) Industria

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La industria textil se mantenía sobre unas bases débiles. En primer lugar
existía un problema de calidad; otro problema era la mano de obra ya que el
gran aumento de la demanda desbordó las posibilidades de producción y
como no había suficiente mano de obra artesanal se recurrió al
campesinado, e incluso a vagabundos y mendigos.
Como los precios eran elevados debido a la escasez y además eran de
deficiente calidad, se autorizó la importación de tejidos extranjeros, lo que
provocó una aguda depresión de la industria textil castellana.
Otra industria en la que se habían especializado los moriscos era la del
cuero, que conoció nueva vida durante el siglo XVI. También de tradición
mora era la producción de seda. La economía vizcaína, por su parte,
descansaba sobre el hierro, siendo igualmente muy importantes los
astilleros.
La existencia de industrias textiles, sederas, del cuero, metalúrgicas y
navieras en España y el crecimiento de la población en muchos centros
urbanos, no puede esconder el hecho de que la empresa industrial española
en el siglo XVI era débil, y se deterioraba rápidamente. Los fabricantes
españoles demostraron poca actitud para la gestión productiva y a cada
paso se encontraban trabados por las ordenanzas gremiales.
Por su parte, el Estado hizo poco para promover las actividades
productivas o la inversión en empresas productivas. La industria necesita
capital y éste se obtiene, de ordinario por medio del comercio exterior.
España tenía una balanza comercial desfavorable en Europa. Llegaban
inmensas riquezas del Nuevo Mundo, pero no eran invertidas
productivamente.
Con todo, se puede atribuir las dificultades industriales de España
principalmente a la revolución de los precios y al peso de los impuestos. La
inflación acabó poniéndolos fuera de juego en el mercado internacional, e
incluso en el nacional. Y no solo la inflación, también los pesados impuestos,
aumentaban el costo de las manufacturas españolas y alejaban a los
hombres de negocio de la inversión en empresas, y se iban a invertir en la
tierra.
En el siglo XVII todos los sectores de la industria española
experimentaron una fuerte depresión, especialmente la industria textil, la
metalúrgica y la construcción naval.

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d) La revolución de los precios
A partir de 1530 la escasez de metales preciosos que se acusaba en
Europa quedó remediada cuando el tesoro americano empezó a reemplazar
las antiguas fuentes de abastecimiento y proveyó al continente europeo de
una inmensa cantidad de dinero, originando una grave alteración de los
precios, sobre todo en España, país al que llega el dinero y desde el que se
distribuía .
Desde 1530 y hasta 1550 empieza a hacerse sentir la afluencia de oro y
plata de forma modesta. Pero a partir de 1550 comenzarían a llegar las
importaciones de plata en grandes cantidades, aumentando todavía más
desde 1580 y produciendo una auténtica revolución de precios. El período
en que las importaciones alcanzaron su cenit es el de 1580 – 1630, la edad
de oro del imperialismo español.
Este inmenso tesoro no repercutía en la economía española, pues la
salida de metales preciosos era incesante, lo que empobrecía al país, siendo
frecuente escuchar la expresión de que “España era las Indias del resto de
Europa”.
Y es que España era, ante todo un país exportador de materias primas e
importador de productos manufacturados, con una balanza comercial
desfavorable.
No obstante la rápida salida de España, el tesoro americano tuvo efectos
profundos en la economía española. La estrecha relación entre el aumento
de las importaciones de metales preciosos y la subida de los precios de las
mercancías a través del siglo XVI, ha quedado sólidamente establecida por
las tesis de Hamilton en el siglo XX.
El Gobierno español no captó el nexo causal entre el flujo de metales
preciosos y el alza de precios, cayendo preso de su política económica y
financiera. Los contemporáneos si tuvieron plena conciencia de la
revolución de los precios, pues quedaba reflejada en el coste de la vida.
Hacia 1600 los precios habían subido a una altura cuatro veces superior a la
de 1500.

Pero el tesoro americano no fue la causa única de la revolución de los


precios. Éstos también quedan afectados por las condiciones de la oferta y
la demanda; por tanto, también hay que tener en cuenta la producción
agrícola e industrial.

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Otra causa importante fue el impacto del incremento de la demanda
sobre una economía subdesarrollada. Este incremento se produjo por el
aumento demográfico español y por la expansión de los mercados de
Flandes e Italia, junto con la creación de un mercado nuevo: el americano.
Castilla trató de cubrir esa demanda, pero el carácter primitivo de su
organización agraria y la escasez de mano de obra en algunos sectores,
limitaron su efectividad. La agricultura castellana no podía alimentar a una
población interior cada vez mayor y abastecer al nuevo mercado, subieron
los precios de los productos alimenticios hasta un nivel en el que, para el
castellano medio, era dificilísimo cubrir las necesidades más inmediatas.

Tampoco le fue mejor a la industria. Se creía que el excesivo precio de


las manufacturas castellanas se debía a la demanda extranjera de paños
castellanos y para remediar la situación se autorizó la importación de tejidos
extranjeros, al mismo tiempo que se prohibía exportar productos
castellanos, excepto a las Indias.
Esta curiosa legislación de mediados del siglo XVI, fue seguida por una
aguda depresión de la industria textil castellana, y aunque duró poco sus
efectos fueron muy importantes, pues señaló el punto en que la economía
castellana, en plena expansión, se enfrentó con su primera crisis.

Lo cierto es que desde mediados del siglo XVI, la economía castellana


empieza a tener problemas como consecuencia del alza de precios. Los
precios experimentaron a lo largo del siglo XVI y primer tercio del XVII una
tendencia alcista, estando a la cabeza de los europeos y provocando que
todas las operaciones mercantiles fueran desfavorables a España.
Los principales beneficiarios del alza de los precios fueron los
terratenientes, pues pudieron incrementar sus rentas, pero no sólo ellos,
cualquiera que tuviera algo que vender o negociar podía beneficiarse de la
inflación. En cambio la revolución de los precios supuso un
empobrecimiento para los que vivían de ingresos fijos y rentas pequeñas,
pues siempre quedaron atrás de los precios.

e) Las fianzas imperiales


Siempre faltos de recursos los primeros Austrias españoles, sobre todo
Carlos V, se dirigían sucesivamente a sus distintos dominios para obtener

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más dinero. Negociaba con sus banqueros genoveses o italianos, en franca
desventajas, la obtención de préstamos, hipotecando para ello los recursos
presentes y futuros de España. Cada paz que se firmaba estaba dictada,
más que por los hechos guerreros, por la falta absoluta de dinero para
costearlos.
Que se produjese la bancarrota era sólo un problema de tiempo. Y
aunque Carlos V consiguió aplazarla, el precio que se pagó finalmente, en el
reinado de Felipe II fue muy alto: supuso tener que renunciar a cualquier
intento de reorganización racional de las finanzas imperiales y al
establecimiento de un programa económico coherente para todos los
territorios del imperio.
Durante el reinado de Carlos V se desarrollaron unos procesos que
empeorarían la situación económica de Castilla a lo largo de los siglos XVI y
XVII: el dominio de los banqueros extranjeros sobre las fuentes de riqueza
españolas; el que Castilla llevase el peso de la carga tributaria.
Durante el reinado de Carlos V el Consejo de Hacienda tropezaba con la
falta de unas modernas y racionales bases impositivas, sólo contaba con
unos ingresos de poco rendimiento. Para unas necesidades cada vez
mayores el Estado sólo contaba con ingresos decrecientes. Cuando
empezaron a llegar en abundancia los tesoros de las indias, el emperador se
incautaba rápidamente de ellos, con el peligro de acabar con la gallina de
los huevos de oro.
El endeudamiento de la corona fue en una doble dirección: deuda a largo
plazo, representada por los juros, con particulares, y deuda a corto plazo
con los banqueros reales, llamados también asentistas.
Los créditos con sus aniquiladores tipos de interés, sólo agravaron el
problema, luego los reyes procedían a la declaración de bancarrota, como
ocurrió en 1557, 1575, 1596, 1607. 1627 y 1647. Reinados de Felipe II,
Felipe III y Felipe IV.
Cuando llegaba el momento de amortizar deudas, la corona proclamaba
sus incapacidad para hacerlo y suspendía los pagos. Esta política financiera
se convirtió en un círculo vicioso para el Estado pues el único remedio que
conocía era hipotecar el futuro. Durante dos siglos este sería el mecanismo
que habitualmente alimentaba la Hacienda castellana. La posición
financiera de la corona fue cada vez más insostenible.

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