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The New Frontiers: Unveiling Art Nouveau Cities

Art Nouveau en Rosario, Argentina: diversidad en una ciudad nueva


Arq. Florencia Barcina

Resumen
La ciudad de Rosario está ubicada a 300 km al noroeste de Buenos Aires. Se constituyó
en ciudad en 1852 y a partir de ese año inició un crecimiento contínuo, favorecido por
ser puerto natural del río Paraná, enclave favorable para el comercio. Su población se
nutrió con la masiva inmigración llegada a la Argentina a fines del siglo XIX y
principios del XX, coincidiendo estos años con la difusión del Modernismo en
Argentina. Como resultado de ello, llegaron a Rosario arquitectos europeos como
Francesc Roca i Simó, mallorquín, que desplegó una espectacular obra modernista,
emparentándose con la alta sociedad catalana de la ciudad. Pero hubo también muchos
otros arquitectos y constructores llegados desde otros puntos de Europa que dejaron su
irmpronta modernista en la ciudad.

Palabras Clave: Rosario; Art Nouveau; Inmigración Europea; Patrimonio Modernista.

Abstract

Art Nouveau in Rosario, Argentina: diversity in a new city

The city of Rosario is located 300 kilometers northwest of Buenos Aires. It became city
in 1852 and began a continuous growth, helped by its situation as a natural harbour in
the Paraná River. Its population was enriched by in the late 19th century and early 20 th
century massive European immigration that arrived to Argentina, which brought Art
Nouveau to the country. European architects arrived to Rosario bringing the new style,
such as Francesc Roca I Simó, from Mallorca, Spain, who built some spectacular
catalan modernist buildings, joining the catalan high society of the city. But there were
also other architects and artists from Europe that left their Art Nouveau track in the city.

Key Words: Rosario; Art Nouveau; European Immigration; Art Nouveau Heritage

El objetivo de este trabajo es dar a conocer el patrimonio modernista de la ciudad de


Rosario, Argentina, que le valió su ingreso a la Ruta Europea del Modernismo en el año
2000.

El desarrollo de la ciudad

La ciudad de Rosario está ubicada a 300 kilómetros al noroeste de Buenos Aires y es


la tercera ciudad de la Argentina.
Nació en el siglo XVII con el nombre de “Pago de los Arroyos” y de manera
espontánea, es decir, como una agrupación de casas en torno a una parroquia, sin mediar
acta fundacional ni fundador, como era lo normal en América.
En sus primeros años contó con muy poca población y para 1801 el censo indicaba
solamente 400 habitantes.
En 1812 ya se la conocía como “Villa del Rosario” y aunque todavía escasamente
poblada, poseía cierto desarrollo comercial gracias a su ubicación junto al río Paraná.
En 1852 comenzó un desarrollo sostenido al ser declarada ciudad, atendiendo a su
ubicación estratégica como punto de enlace entre Buenos Aires y el interior del país, a
su crecimiento demográfico (contaba en ese entonces con 3000 habitantes) y a su
creciente comercio con otros pueblos argentinos. Ese mismo año se decretó la libre
navegación de los ríos y se habilitó el puerto de Rosario convirtiéndose en un
importante puerto agroexportador. Se autorizó asimismo que llegaran buques mercantes
de ultramar, funcionando el río Paraná como entrada hacia el interior del territorio
argentino. En 1870 se establecieron hacia Rosario servicios directos de buques desde
puertos europeos como Génova y Nápoles.
Los productos del interior del país y de Bolivia encontraron en este puerto una
situación estratégica que les facilitó la salida para comerciar con el mundo, esto
ayudado por las numerosas líneas de ferrocarriles que conectaban el puerto con el
interior. De la misma manera, entraban los productos del exterior y era puerto obligado
para el cabotaje de Paraguay y los pueblos del Alto Paraná.
La ciudad creció a un ritmo vertiginoso gracias a la actividad comercial generada por
su puerto y a un aumento de la actividad agrícola. Todo esto alimentado por una
inmigración que comenzó a llegar con fuerza en las últimas décadas del siglo XIX.
La inmigración

En efecto, en 1876 se promulgó la Ley de Inmigración y Colonización, destinada a


poblar un país que no podía desarrollarse debido a la escasez de población (Argentina
contaba con 1.800.000 habitantes). Se tendía a traer población europea, en ese entonces
azotada por guerras y demás dificultades, difundiendo facilidades para el traslado y
garantías de trabajo en el país. A partir de 1880 empezó a llegar un gran aluvión
inmigratorio de todos los países de Europa, encabezando las nacionalidades los italianos
y los españoles.
La población de la Argentina cambió radicalmente con la llegada de los inmigrantes,
al punto de llegar a tener el 41% de población nacida en el extranjero en 1900 y otro
gran porcentaje de hijos de inmigrantes. Si bien la mayoría de los recién llegados se
quedaba en Buenos Aires, hubo quienes se instalaron en el interior del país, y Rosario
recibió una gran corriente de esta nueva población, lo cual aumentó el número de sus
habitantes de 50.914 en 1887 a 112.461 en 19001.
Con el crecimiento de población, la vida social y económica de la ciudad adquirió
renovadas fuerzas. Los nuevos habitantes se dedicaron tanto a tareas agrícolas en el
campo como al comercio en la ciudad. En 1902, el 63% de los comerciantes de Rosario
eran extranjeros2.

La arquitectura rosarina

La ciudad de Rosario tuvo que crecer rápidamente para atender a su expansión


económica y demográfica. En la primera década del siglo XX se instalaron en la ciudad
hoteles, bancos y sedes de importantes empresas y se erigieron grandes mansiones.
La influencia francesa en la arquitectura era notable en todo el país, sobre todo en
grandes edificios como los que debían satisfacer funciones públicas y en las mansiones
y palacios de los terratenientes, que se construían en un academicismo estricto. Era la
arquitectura identificada con “el buen gusto”, donde reinaba la simetría y el equilibrio
de composición de las partes. Rosario no fue la excepción, y a fines del siglo XIX se
levantaron edificios academicistas para funciones públicas y empresas privadas, si bien
la ciudad carecía de la oligarquía tradicional que había en Buenos Aires y que había
adoptado el academicismo para levantar sus propios edificios como carta de
presentación.

1
<http://www.rosario.gov.ar/sitio/paginainicial/>. Consultado el 20-03-2015.
2
<www.rosariosuhistoriayregion.com>. Consultado el 20-03-2015.
En este sentido, en 1909 se contrató a Joseph-Antoine Bouvard3, a la sazón Director
de los servicios de arquitectura, paseos y plantaciones de la ciudad de París, para que
realice un plan de embellecimiento urbano en una ciudad dominada por el trazado en
damero, sólo interrumpido por la curva del río al Este. Dos años después Bouvard
entregó su proyecto donde abría avenidas y diagonales, articulando los encuentros con
hitos y vegetación, construía y ensanchaba parques, entre otras acciones. Este plan
finalmente no se llevó a cabo.
Con el nuevo siglo el academicismo se volvió reiterativo y el eclecticismo vino así a
dar nuevos aires y más variados repertorios donde abrevar y alargar un poco más la vida
de la arquitectura académica. “La utilización de los recursos formales prestigiados en
las diversas arquitecturas europeas como la mansarda francesa, los cortiles y loggias
italianas, los arcos árabes españoles y los remates del barroco alemán se fueron
incorporando en la versión cosmopolita del eclecticismo criollo”4.

Aparición del Art Nouveau

Pero la antigua nobleza colonial ya no era la única que disfrutaba de las riquezas del
Nuevo Mundo. Con el cambio de la estructura social aparecieron nuevas clases, como la
burguesía ganadera y los inmigrantes que accedieron a la riqueza por medio de sus
actividades comerciales o profesionales.
Esta nueva clase media-alta compuesta por primeras y segundas generaciones de
inmigrantes no se sentía identificada con las influencias llegadas de la ciudad luz. A
ellos no los representaba el academicismo francés, necesitaban un medio de expresión
que los diferenciara, y si bien muchos optaron por pintoresquismos que recordaban
arquitecturas locales europeas, el Art Nouveau representó una solución perfecta con la
que expresar su condición de nueva burguesía floreciente.
Según Ramón Gutiérrez, la ausencia en Rosario de clases nobles adeptas al
academicismo “explica por contraposición la aceptación, simultánea cronológicamente,
que tiene en Buenos Aires y en Rosario el Modernismo, un movimiento arquitectónico
cuyos adeptos se reclutaban únicamente entre la burguesía comerciante”5.
Los inmigrantes tuvieron entonces un papel muy importante en la aparición del Art
Nouveau en Argentina, tanto a nivel individual con sus viviendas y comercios, como a
nivel de agrupaciones con sus clubes, centros, sociedades de beneficencia, sociedades
de socorros mutuos y gran variedad de asociaciones que les permitían encontrarse y
compartir con personas de su mismo origen, ya sea nacional, regional o incluso de una

3
Bouvard había llegado a Buenos Aires el 21 de agosto de 1909 para presentar su Plan
d'urbanisme de la ville Buenos Aires, que elaboró entre 1907 y 1909.
4
Ramón GUTIERREZ, Buenos Aires Evolución Histórica, Buenos Aires, Escala, 1992,
p. 144.
5
Ramón GUTIERREZ y Graciela VIÑUALES, Evolución de la arquitectura en
Rosario 1850-1930, Rosario, Austral, 1968, p. 18.
misma ciudad o zona rural europea. La agrupación inicial según el lugar de origen se
dio como algo natural en el fenómeno inmigratorio, sobre todo en Argentina, donde la
necesidad de mantener la identidad étnica se veía acentuada por un ambiente social de
gran diversidad cultural6. Las primeras asociaciones surgieron entre inmigrantes cuyas
ocupaciones se relacionaban con el comercio o los servicios, generalmente desarrolladas
en centros urbanos muy poblados, como Rosario, pero luego se extendieron por
centenares a lo largo de todo el territorio del país con los más variados objetivos.

El Art Nouveau en Rosario

El Art Nouveau no nació en América: al ser un movimiento surgido en Europa, las


circunstancias que llevaron a su nacimiento fueron ajenas al ciudadano americano. Aun
con profesionales y comitentes europeos, la adaptación a un lugar nuevo, la lejanía con
el Viejo Mundo y la ebullición y heterogeneidad de la sociedad en formación hicieron
que en la mayoría de los casos existiera la limitación de utilizar solamente las formas
modernistas como un catálogo de novedosa expresión. Ramón Gutiérrez observa sobre
el Art Nouveau en Argentina: “Obviamente que, como en el Art Nouveau del resto de
América, no estamos ante una renaixensa cultural, sino ante una transculturación
directa”7.
Cruzó el océano la imagen, la forma, la novedad, sin constituir un movimiento
coherente. El Art Nouveau vino “a asumir, más que una actitud contestataria,
simplemente la contemporaneidad de la moda con la metrópoli cultural europea”8.
El Art Nouveau apareció en Rosario al mismo tiempo que en Buenos Aires y con un
muy pequeño retraso respecto de Europa. Y, al igual que en la capital, en Rosario no se
dio con un carácter integral. Son muy pocas las obras Art Nouveau donde vemos que el
espacio y la distribución interna de los edificios ha cambiado con respecto al tradicional
esquema reinante antes de su aparición. Puede notarse más marcadamente la influencia
del Art Nouveau en las fachadas y en la ornamentación de interiores.
Tampoco encontramos en Rosario una coherencia con alguna versión europea del
movimiento a nivel de conjunto, sino que impera un eclecticismo formal donde
confluyen participaciones de las distintas corrientes europeas. Es decir, se tomaba al
movimiento como un catálogo europeo del que extraer formas y detalles para combinar
con total libertad, sin la obligación de suscribir con ningún origen en particular. La
variable franco-belga se distingue en algunos enlazados coup de fouet como así también

6
Florencia BARCINA: “La Colectividad Hispana en Buenos Aires”, en Cedodal: El
reencuentro entre España y Argentina en 1910, Buenos Aires: Cedodal, 2007.
7
Ramón GUTIERREZ, Arquitectura y urbanismo en Iberoamérica, Madrid, Catedra, 1997, p.
540.
8
R. GUTIERREZ, Buenos Aires…, p. 150.
los detalles geométricos del Sezession. El Liberty aparece en detalles de edificios
construídos por italianos y el Modernismo Catalán se hace presente con la obra del
arquitecto Francesc Roca i Simó, que ha generado edificios que merecen ser la
excepción por cuanto son fieles al origen. La variedad y las mezclas son un sello de
identidad de la arquitectura de la ciudad.

Los artífices

Algunos arquitectos e ingenieros europeos se instalaron en Rosario y otros vinieron


con encargos puntuales desde Buenos Aires. Pero la mayoría de los ejemplos con
influencias Art Nouveau fueron hechos por constructores y artesanos, en muchos casos
anónimos.
El historiador Juan Alvarez nos dice al respecto: “Los estilos de las casas no han
variado mucho, porque casi no hay arquitectos ni costumbre de utilizarlos, prefiriéndose
recurrir como antaño, a constructores italianos o españoles, a quienes la Municipalidad
tolera ejercer esa profesión mediante examen tan somero, que el respectivo programa
constituye simple anexo del Reglamento de Edificación”9.
La nacionalidad italiana se impuso en el rubro de la construcción en Rosario, adonde
llegaron muchos constructores italianos que establecieron sus oficinas y empresas de
construcción para trabajar erigiendo obras de arquitectos y también realizando sus
propios proyectos. A principios de siglo, el 55% de los inmigrantes en Rosario eran
italianos, seguidos por un 25% de españoles10. La influencia italiana es fácil notarla en
la arquitectura rosarina de la época, de trazos italianizantes y renacentistas, sobre todo
en viviendas particulares, pero también se ve un esfuerzo por plasmar el Modernismo en
algunas obras, como veremos más adelante.
Otra comunidad numerosa en Rosario fue la de españoles, pero principalmente la de
catalanes, acaparando parte de las construcciones modernistas con sus arquitectos,
constructores y artistas.
Pero el Art Nouveau no sólo llegaba de la mano de profesionales y artesanos
europeos, sino también de los comitentes que venían o viajaban a Europa y conocían el
Art Nouveau de primera mano y sobre todo de las publicaciones y catálogos extranjeros
que servían de inspiración a los artistas locales.

Las obras

9
Juan ALVAREZ, Historia de Rosario (1689-1939), Rosario, Universidad Nacional de Rosario
y Municipalidad de Rosario, 1998, p. 539.
10
Raquel SUGRAÑES (coord.), Guía de arquitectura de Rosario, Rosario, Junta de Andalucía
y Municipalidad de Rosario, 2003.
Los arquitectos y constructores con obras modernistas en Rosario no son autores de
una obra coherente estilísticamente. Hay quienes han construído sólo una o dos obras
modernistas entre otras académicas o eclécticas, según la demanda del comitente.
Muchas veces difícilmente se puede deducir que un grupo de edificios sea obra del
mismo profesional. También encontramos obras que contienen ideas, detalles,
composiciones muchas veces plasmadas parcialmente en un lenguaje modernista, pero
el conjunto resultante se podría clasificar de ecléctico.

Sí bien es posible ver en la arquitectura de Rosario una gran variedad de estilos y


mezclas de ellos, encontramos mucha similitud en las tipologías de los edificios. Salvo
excepciones, los edificios tienen planta baja y un piso alto, con techo plano y
organizados en dos unidades funcionales por edificio: una abajo y otra arriba, de allí que
se vean dos puertas. Ocasionalmente se ven tres puertas: una vivienda debajo al frente,
otra detrás con salida a un patio y otra arriba. No hay sitio para ver más que las dos
dimensiones de la fachada: si no están entre medianeras, los edificios se encuentran en
esquina, solos o en grupos, con una resolución novedosa de esquina que quiebra la
monotonía del desarrollo de la cuadra. Basándonos en este esquema, que se cumple más
o menos estrictamente, se ha recurrido a los elementos Art Nouveau para la
ornamentación de la fachada y de los interiores.

El grado de adopción del Art Nouveau varía de un ejemplo a otro. Podríamos partir
de edificios donde solamente se han utilizado ornamentos de coup de fouet y flores o
detalles del tipo Sezession en muros y dinteles (Laprida 841, Córdoba 1971, Dorrego
877)11, para pasar a otros donde a la ornamentación de los muros se le ha incorporado
también carpintería Art Nouveau de puertas y ventanas y sobre todo herrería Art
Nouveau en balcones y crestería de remates (Entre Ríos 364, Buenos Aires 1143,
Mendoza 927, Mendoza 1827, Roca 1159, Dorrego 716, Urquiza 1285). Llama la
atención la variedad y calidad de los diseños de herrerías para balcones y cresterías que
existen en la ciudad, ya sean importados o realizados por fundidores locales.
En algunos casos la ornamentación toma matices geométricos, de mayor peso en
remates (Zeballos 1120, España 755) o en balcones (Santa Fé y Dorrego, Santa Fé
1296). La inclusión de mosaicos y cerámicos es otro de los recursos que vemos en
algunas fachadas, como en la de Moreno 840, Mitre 431 y varias del arquitecto Roca i
Simó.
En cuanto a una adopción más integral del Art Nouveau en fachada, encontramos
que hubo arquitectos y diseñadores que además modificaron formas y distribución de
las aberturas inscribiéndolas en curvas, círculos o agrupándolas en novedosos grupos de
tres (Roca 455, San Lorenzo 1528, Entre Ríos 737, Paraguay 226, La Rioja 1256, Mitre
1139, San Lorenzo 1536, Urquiza 1772) para conformar, junto con el resto de los
elementos, un conjunto más o menos fiel al estilo.

11
Las direcciones de los edificios van a modo de información adicional. Muchas de ellas se
verán en la presentación oral, pero todas pueden visitarse buscándolas en www.google.es/maps
y accediendo a Street View.
Arquitectos destacados

Entre los profesionales europeos que vivieron en Rosario destaca por la calidad de su
obra el arquitecto mallorquín Francesc Roca i Simó (1874-1940) que, emparentado con
la alta sociedad catalana de la ciudad, construyó algunos edificios de la colectividad
española –tanto públicos como el Club Español, como privados, como el Edificio
Remonda Monserrat- durante los cinco años en que residió en Rosario. Roca i Simó fue
un arquitecto modernista con importantes obras construidas en su Mallorca natal, que
viajó a Argentina en 1909 y podemos decir que su obra está entre los mejores ejemplos
de Modernismo Catalán que podemos encontrar en Argentina y las mejores expresiones
del movimiento en Rosario.
El Club Español de Rosario, construído en 1916, nos muestra una fachada de doble
piel, con tres grandes aberturas en el primer piso que coinciden con las grandes ventanas
de vitreaux del salón principal. Esto, sumado a la profusión de escultura que existe en
toda la fachada, hacen que este edificio recuerde a una roca horadada. La fachada se va
deshaciendo hacia el remate, que culmina con dos espectaculares leones y el escudo
español. La escultura de toda la fachada se debe al escultor barcelonés Diego Masana12,
quien también se había radicado en Rosario. En su interior, el vacío de la escalera
imperial ocupa toda la altura del edificio y desde allí se hace la distribución a los
distintos salones, este espacio se corona con un gran vitreaux de la firma Buxadera,
Fornells y Cía, también catalana. Fig. 1.
El edificio de renta13 hecho para la familia Remonda Monserrat (1915) posee una
planta baja comercial y dos pisos de viviendas en esquina. Se nota un basamento más
pesado que abarca la planta baja y una guarda -formada por los balcones y franjas
horizontales con cabezas de leones- la separa del resto del edificio. Las ventanas del
segundo piso, de balcones más delicados, se coronan con cerámica policromada
vidriada con motivos de dragones que precede al espectacular remate de pináculos
ubicados a espacios regulares. Estos pináculos surgen de una guarda ornamentada con
mascarones y motivos florales y geométricos, con una variación triangular en la
esquina. Fig. 2.
La Panadería y Confitería “La Europea”, construída en 1916, es uno de los mejores
ejemplos de modernismo comercial de la Argentina. Con una sola planta y un largo
desarrollo, posee grandes vidrieras y varios accesos. Lo remarcable es el letrero
comercial en el centro del conjunto, elaborado en cerámica policromada, enmarcado en
un grupo escultórico de gran valor plástico, conectado a través de grandes herrerías con
otros dos motivos menores en los extremos del edificio. Fig. 3.

12
La autora participa con una investigación sobre el escultor Diego Masana en el proyecto
“Professió, mercat i institucions: de Barcelona a Iberoamèrica” de la Universidad de Barcelona
(MINECO HAR2013-43715-P).
13
Tipología de vivienda colectiva perteneciente a un solo dueño que alquilaba las distintas
unidades y de ese modo percibía una renta. Esta modalidad vio su fin con la Ley de Propiedad
Horizontal (1948) que permitía ser propietario de una sola unidad dentro de un edificio.
El constructor José Badini nació en Bolonia, Italia, en 1863. En 1890 se radicó en
Rosario donde realizó varias obras solo o asociado con otros constructores14. Destaca su
edificio de viviendas en la calle Dorrego 846, en un sobrio Art Nouveau que nada tiene
que ver con Italia sino más bien con Francia, con exquisitos detalles como las rejas de
las puertas, los lirios ascendentes que adornan los muros y las dos tribunas sobre las
cuales se ubican miradores enmarcados por arcos que sobresalen de la mansarda de
pizarra negra. Fig. 4.

Entre otros italianos actuantes en Rosario podemos nombrar a los ingenieros-


arquitectos Gaetano Rezzara (1856-1915) y Filippo Censi (en realidad del Cantón
Tesino de Suiza, 1863-?) quienes llegaron en 1888 y 1887 respectivamente y erigieron
obras marcadas por la influencia del Renacimiento italiano y el eclecticismo, para ir
perdiendo estos rasgos con el correr del tiempo llegando ambos a elaborar alguna obra
modernista como la casa de la calle Urquiza 1285 en el caso de Rezzara -si bien
arrastrando una rígida simetría y un peso excesivo en el ornamento- y las ubicadas en
Santa Fé 1290 y Santa Fé 1296, en el caso de Censi. Sobre todo esta última, un
magnífico edificio en esquina con cúpula, de planta baja comercial y tres pisos altos, en
cuyo desarrollo se alternan balcones livianos de hierro con otros pesados ornamentados
con mascarones y flores. El edificio culmina con una guarda de cerámicos rojos,
cabezas de león de las que cuelgan guirnaldas vegetales y crestería metálica. Si bien
encontramos elementos clásicos, podemos inscribirlo como la obra más antiacadémica
de Censi.

Escapa al alcance de este trabajo el análisis de cada uno de los edificios Art Nouveau
de Rosario, pero no queríamos dejar de mencionar a los profesionales que han dejado su
huella modernista en la ciudad. A riesgo de faltar alguno y por supuesto siempre
considerando que hubo muchos constructores anónimos, mencionaremos a los que no
han aparecido en este trabajo, que son el ingeniero arquitecto inglés Herbert Boyd
Walker, el arquitecto catalán Amador Soler, los constructores italianos Augusto
Castiglioni, Torcuato Nale, Rafael Candia, Pedro Pontiggia, Alessandro Maspoli,
Pedro Pinazo, F. Pesinetto, C. Remoti y los constructores catalanes Rosendo Soler,
José Mompel y A. Crexell.

Conclusión

Podemos afirmar que el Art Nouveau en Rosario no fue cuantioso, podemos


cuestionar su coherencia y su calidad comparándola con la fuente, pero creemos, sin

14
AAVV, Italianos en la arquitectura argentina, Buenos Aires, Cedodal, 2004, p. 136.
embargo, que el fenómeno del Art Nouveau en una ciudad interior de Sudamérica
merece conocerse como un aporte más a las distintas variables que ha dado un
movimiento tan versátil y cuyo alcance es difícil de conocer completamente.
Tan lejos de Europa, el Art Nouveau no nació: llegó en los barcos. Bajó en los
puertos y se fue trasplantando dónde y cómo pudo, encontrando en una receptiva
sociedad inmigrante un lugar donde desarrollarse y adquirir significados, sociedad tan
extraña en aquella tierra como el movimiento mismo.

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