La Iglesia en El Medioevo
La Iglesia en El Medioevo
La Iglesia en El Medioevo
• En la Edad Media, la Iglesia Cristiana tuvo un rol decisivo. Fue la única institución que
logró ejercer su poder a lo largo de una Europa fragmentada políticamente. El principal
motivo lo encontramos en su sólida organización, así como en la importancia cultural y
la influencia sobre la vida social. La iglesia se contraponía al desorden, la ignorancia y la
violencia de la sociedad feudal.
• La vida cotidiana en la Edad Media y la forma de pensar de nobles y campesinos estaban
muy influenciados por los principios y creencias de la Iglesia Cristiana. Como consecuencia
de esto, las acciones de la gente se hallaban estrechamente ligadas a las normas
religiosas.
• Todos los miembros de la Iglesia conformaban el clero, que se dividía en dos: el clero
seglar o secular y el clero regular.
• El jefe espiritual de todos era el Papa, como Vicario de Cristo, gobernaba los Estados
Pontificios ubicados en el centro de Italia. Era elegido en el Cónclave Cardenalicio.
EL CLERO SECULAR
• El clero secular eran aquellos miembros de la Iglesia que vivían en el mundo,
mezclados con los laicos, encargados del adoctrinamiento y la administración de los
sacramentos dentro de la comunidad cristiana.
• Pertenecían a este grupo el Papa, los arzobispos, los obispos, los párrocos y los
curas.
• Los párrocos eran los que estaban al mando y regulaban pequeños distritos llamados
parroquias. Varias parroquias formaban una diócesis, cuyo jefe era un obispo, y varias
diócesis formaban una arquidiócesis, dirigida por un arzobispo.
EL CLERO REGULAR
• A partir del siglo VI se organiza en Occidente el clero regular. Sus miembros son
aquellos que optaron por aislarse del mundo y vivir en monasterios regidos por un
abad, constituyendo las órdenes religiosas. Seguían, además unas reglas específicas. Su
regla se basaba en el lema “ora et labora”, es decir, reza y trabaja.
• En Occidente, el monacato lo inició San Benito de Nursia, quien fundó la orden
benedictina, la cuál obligó a sus miembros a cumplir votos de obediencia, castidad
y pobreza. La regla de San Benito fue respaldada por el Papado.
EL “ACCIDENTADO” CAMINO MEDIEVAL
• La Iglesia, en la edad media fue el centro de la vida intelectual en Europa y el mundo occidental
• En el siglo VI San Cesareo de Arlés ya exponía en el Concilio de Vaison (529) la necesidad
imperiosa de crear escuelas en el campo; y de que los obispos se dedicaran a esto. Igualmente fue
la Iglesia la que puso en pie para Carlomagno (†814) su política escolar; y retomó la tarea
educadora en el siglo X tras el fin de su Imperio.
• El III Concilio de Letrán (1179), en Roma, presidido por el Papa Alejandro III (1159-1181), ordenó al
clero que abriese escuelas por todas partes para los niños, gratuitamente. Obligó que todas las
diócesis tuvieran al menos una. Esas escuelas fueron las semillas de las Universidades que luego
surgirían: Sorbona (Paris), Bolonia (Italia), Canterbury (Inglaterra), Toledo y Salamanca (España),
Salerno, La Sapienza, Raviera en Italia; Coimbra en Portugal.en el siglo X tras el fin de su Imperio.
• En el siglo XII había, sólo en Francia, 70 abadías con escuelas. Todos los grandes
obispos también querían tener escuelas: en Francia, en el siglo XII había más de 50
escuelas episcopales. De los siete a los veinte años los niños y jóvenes eran
recibidos en esas escuelas sin distinción de clases.
• En muchas escuelas, los alumnos tenían enseñanza técnica de cómo trabajar el oro, la
plata y el cobre. En algunas surgían las especializaciones: Chartres (letras), París
(teología), Bolonia (derecho), Salerno y Montpellier (medicina).
• El Concilio general de Letrán III, aprobó el siguiente canon: “La Iglesia de Dios, como
madre piadosa, tiene el deber de velar por los pobres a los cuales por la indigencia de los
padres faltan los medios suficientes para poder fácilmente estudiar y progresar en las
letras y en las ciencias. Ordenamos, por tanto, que en todas las iglesias catedrales se
provea un beneficio (renta) conveniente a un maestro, encargado de enseñar
gratuitamente a los clérigos de esa iglesia y a todos los alumnos pobres” (can. 18,
Mansi XXII 227s).
• El IV Concilio ecuménico de Letrán (1215), renovó este decreto. Teodulfo, obispo de
Orléans en el siglo VIII, promulgó el siguiente decreto: “Los sacerdotes mantengan
escuelas en las aldeas, en los campos; si cualquiera de los fieles les quisiera confiar a
sus hijos para aprender las letras no los dejen de recibir e instruir, pero enséñenles con
perfecta caridad. No por esto exijan salario o reciban recompensa alguna a no ser por
excepción, cuando los padres voluntariamente la quisiera ofrecer por afecto o
reconocimiento” (Sirmond, Concilia Galliae II 215).
• Por cierto la herencia (cultural) antigua no fue totalmente conocida ni siempre
juiciosamente explorada;… pero no es menos verdad que de un siglo a otro – incluso de
una generación a otra dentro del mismo grupo – hay evolución y generalmente progreso.
La Iglesia en la Edad Media salvó y estimó mucho más de lo que frenó o desvió. Por
esto, cuando sólo quiere apelar a la Antigüedad, el Renacimiento es realmente el
hijo ingrato de la Edad Media” (La science antique et médiévale, sous la direction de
René Taton, Presses Universitaires de France. Paris 1957, 581s).
LA IGLESIA Y LA UNIVERSIDAD
• La querella de las Investiduras enfrentó a papas y reyes cristianos entre 1073 y 1122. Fue
un conflicto que mantuvieron pontífices y emperadores por la autoridad en los
nombramientos en la Iglesia. La Iglesia protestó contra el nombramiento de los obispos y
papas por el emperador. En el siglo X, el poder papal se debilitó. La situación era tan
embarazosa que los emperadores alemanes nombraron a doce papas y excluyeron a cinco.
• Tuvo como protagonistas iniciales al Papa Gregorio VII y el Emperador del Sacro Impero
Romano Germánico, Enrique IV.
• En el año 1075, el recientemente nombrado Papa, el monje Hildebrando devenido en
Gregorio VII, emite un Dictatus Papae de características rígidas en el que, a través de 27
puntos, expone el papel que debe regir la iglesia respecto al poder temporal.
• Determina la absoluta supremacía del Papa, ubicándose por encima de los clérigos,
obispos, fieles e iglesia, ya sean éstas locales o nacionales. Su autoridad está por encima
de la de los concilios. Sólo el Papa tiene el poder de nombrar obispos, como así también
emperadores y príncipes, quienes le deben sometimiento.
• Expone la infalibilidad de la Iglesia, esto es, “la iglesia no erró ni errará jamás”.
• Se manifiesta expresamente en contra de la “simonía”, venta de cargos eclesiásticos y el
“nicolaismo”, vida no célibe de los clérigos. Se establece el voto de castidad que se
mantiene en la actualidad dentro de la religión católica. La razón por la cual se impuso
esta condición se debió, en principio, a una razón económica y al carácter hereditario de
los feudos ante una posible descendencia.
• La querella mantuvieron pontífices y emperadores por la autoridad en los nombramientos
en la Iglesia. Fue un movimiento en el que la Iglesia protestó contra el nombramiento de
los obispos y papas por el emperador. En el siglo X, el poder papal se debilitó. La
situación era tan embarazosa que los emperadores alemanes nombraron a doce papas y
excluyeron a cinco.
• Este hecho que molestó al emperador Enrique IV quien no estaba dispuesto a ceder su
poder, actitud que demostró al no modificar en nada sus prácticas frecuentes: siguió
nombrando obispos en Alemania, más aún, nombró arzobispos en Milán, territorio que
había rechazado de cuajo las nuevas directivas papales.
• La respuesta por parte de Gregorio VII fue al comienzo, un claro llamado de atención
hacia la desobediencia. Por su parte, el Emperador convocó a un conjunto de obispos en
Worms en 1076 quienes lo apoyaron, negándose a reconocer las nuevas directrices. El
resultado fue la excomunión del Emperador y de quienes lo acompañaban,
destituyéndolo de la corona imperial quien, ante la posibilidad de perder el favor de sus
súbditos como así también la bendición de la fe, pidió perdón al Papa, evento que se
conoce como el “Paseo de Canossa”, en virtud al viaje que hace Enrique IV al castillo
de Canossa en donde se encontraba Gregorio VII.
• Al regreso de Enrique a Alemania, los partidarios de su cuñado Rodolfo de Suabia,
reunidos en Forchheim, proclamaron nuevo emperador a Rodolfo. Enrique IV quiso poner
a prueba al Papa y le exigió en tono altanero que excomulgara a Rodolfo de Suabia.
• Las relaciones se tensaron y el emperador actuó como en ocasión anterior: convocó un
concilio de prelados alemanes en Brixen que declaró desposeído de su dignidad
pontificia a Gregorio VII y nombró a un antipapa, al arzobispo de Rávena investido como
Clemente III.
• La reacción del Papa no se hizo esperar, e inmediatamente, en ese año de 1080, por un
concilio celebrado en Roma depuso de su cargo imperial a Enrique IV, le fulminó con la
excomunión y reconoció como legítimo rey a su cuñado Rodolfo.
• Enrique IV se puso al frente de un poderoso ejército y marchó sobre Roma. Instalado en
la ciudad santa, reunió en ella un concilio al que fue convocado Gregorio VII, mas éste no
acudió, sabedor de que iba a ser juzgado y condenado. Su inasistencia no evitó su
excomunión y destronamiento. En su lugar se colocó a Clemente III que se apresuró a
coronar a Enrique IV.
• Gregorio solicitó la ayuda del normando siciliano Roberto Guiscardo, quien con un
ejército de aventureros, en su mayoría musulmanes se lanzó contra Roma. Enrique
abandonó cautamente la ciudad que quedó a merced de aquellas hordas incontroladas.
Se produjo un verdadero saqueo, intolerable para el pueblo romano que se sublevó
contra la autoridad gregoriana.
• Gregorio VII , escoltado por Guisardo, huyó a Salerno en donde este le ofreció asilo
hasta su muerte, un año más tarde, en el 1085. Lo sucedieron Víctor III (1086-10879,
Urbano II (1088-1099), Pascual II (1099-1117) y Gelasio II (1118-1119).
• La Querella de las Investiduras se mantuvo, incluso después de Enrique IV, pues su hijo
Enrique V mantuvo la posición de su padre, hasta la llegada del Papa Calixto II (1119).
• Calixto II, papa de origen francés, inició su pontificado con fuerza y no se presagiaba
aquel buen final, pues una de sus primeras medidas consistió en revocar la facultad de
investidura arrancada coactivamente por Enrique V a Pascual II, lo que dio lugar a
renovadas tensiones.
• No obstante, porque cundiese en ambas partes la fatiga por tan prolongada lucha, o
porque finalmente se impusiera la razón, el 23 de septiembre de 1122 se firmó el
Concordato de Worms, ratificado un año después por el concilio ecuménico de Letrán.
• Se estableció un acuerdo entre la Iglesia y el Imperio a través del cual la primera se
reservaba el poder de la investidura clerical mediante la entrega del anillo y el báculo y la
consagración con las órdenes religiosas, en tanto que al poder imperial correspondía la
investidura temporal y los derechos de regalía.
• Asimismo, el emperador tenía el poder de asistir a la elección de cargos eclesiásticos y
utilizar su voto cuando el quórum no fuese suficiente.
CONSECUENCIA DE LA QUERELLA DE
LAS INVESTIDURAS