Filosofia II .
Filosofia II .
Filosofia II .
AÑO 2019
INTRODUCCION A LA FILOSOFIA II
FECHA: 17/10/2019
ORLANDO DANIEL OTERO
TURNO NOCHE CENTRO
RAZONES Y CONJETURAS
INTRODUCCIÓN
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SAN AGUSTIN: EL TIEMPO
ra, no habría tiempo por venir, y si nada existiera, no habría tiempo presen
te. Pero aquellos dos tiempos, pretérito y futuro ¿Cómo pueden ser, si el
pues, el presente para ser tiempo es necesario que pase a ser pretérito.
¿Cómo decimos que exista el tiempo, cuya causa o razón de ser están en de-
jar de ser, de manera que no podemos decir que exista sino en cuanto tiende
Agustín de Hipona entrega una meditación sobre el tiempo que constituye una de las
primeras y más completas evaluaciones filosóficas sobre el tema en la antigüedad.
Despliega de este modo, una filosofía de la historia que lo diferencia de la historiografía
al estilo de Herodoto o la historia sagrada de Orosio.
El tiempo sagrado que se transforma en salvífico a la llegada de cristo, la espera de la
bienaventuranza y el libro albedrío son los tópicos que utiliza Agustín contra las
anteriores concepciones del tiempo a las cuales considera heréticas.
Intenta refutar las creencias de los filósofos antiguos e incluso los propios padres de la
iglesia sobre el tiempo y las críticas de los grupos religiosos contemporáneos que se
disputan la interpretación de la escritura:
a) Que hacía dios ante de crear el mundo: Esta crítica proviene de los Maniqueos,
grupo en el que Agustín había estado 9 años y tiene un corolario que consiste en
expresar que si antes hubo una eternidad porqué dios tardo tanto en crear la vida.
Agustín contra esta consideración afirma que hay una radical alteridad entre eternidad y
tiempo, no se puede hablar de tiempo donde no hay dimensión temporal. El tiempo
implica sucesión y la eternidad es en ese sentido es no-tiempo. De ese modo tampoco es
pertinente preguntarse qué hacía dios antes de la creación puesto que en la Eternidad no
existe un antes: “Tú eres eterno, y sólo posees la inmortalidad; porque bajo ningún
aspecto o movimiento te mudas, ni tu voluntad varía con los tiempos, porque no es una
voluntad inmortal, la que es ya una, ya otra” (Conf. XII, 11, 11).
b) La teología de Orígenes es impugnada por Agustín en dos aspectos relacionados
con el tiempo. Una es la tesis de los mundos cíclicos que se destruyen y vuelven
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a renacer, la misma no es admitida por partir de un principio material y estar
acompañada por consideraciones como la conversión final de los demonios que
implica la negación de los castigos eternos y la trasmigración de las almas en
ciclos de purificación. En la concepción lineal, irreductible e irreversible que
tiene Agustín del tiempo esta dinámica cíclica es condenable, hay que agregar a
esto un horror de carácter teológico en sentido de que faltas morales pudieran
subsistir a la muerte. Por otra parte Orígenes postulaba la existencia de varios
mundos simultáneos, tesis que Agustín consideraba directamente contraria a la
escritura.
c) Agustín combatió también algunos aspectos de la filosofía estoica que tomando
elementos del pitagorismo postulaba ciclos de retorno de manera idéntica, en
dónde todo volvía a suceder de la misma manera.
La concepción cíclica del tiempo atenta contra lo afirmado en la escritura y los
evangelios, una concepción del tiempo lineal y finita, que parte de la creación y
culmina con la segunda venida de cristo pero, fundamentalmente, la repetición
histórica disminuiría el poder salvífico de este.
Agustín se pregunta de qué orden es esta linealidad o no es y se trata de la distinción
entre dos momentos que ya no son (el pasado que ya fue y el futuro que no es o por
el contrario es una tensión concentrada en el instante que se rehúye a fluir (1).
La venida del Cristo termina con el tiempo distendido de la profecía y le otorga al
tiempo una irreductibilidad construida con los libres actos de los hombres, lineal,
finita, caracterizada por ir más allá de la historia.
Sobre el trasfondo de la disputa entre tiempo cíclico y tiempo lineal podemos leer el
cuento de Borges “Los teólogos” donde el filósofo de Hipona participa del núcleo
discursivo y el trasfondo temático de la narración.
Borges construye el relato (2) sobre un equívoco en el marco del combate que llevo
Agustín a cabo contra las opiniones divergentes a la suya respecto de la concepción
sagrada del tiempo.
Un capítulo de libro XII de las “Civitas Dei” que se salvó de las llamas en un asalto
de los Hunos originó un siglo después la aparición de una secta los “monótonos” o
“anulares” que veneraban la esfera por encima de la cruz.
Según Borges el capítulo de Agustín alude a la enseñanza de Platón sobre el retorno
cíclico de las cosas, enseñanza que Agustín muestra con el objeto de refutarla pero,
descontextualizada, Borges, con ironía, hace que las circunstancias hagan ver esta
herejía como sostenida por su libro.
De todos modos más adelante cita a Agustín como defensor de la construcción
lineal del tiempo para acentuar el origen, quizás, patético e irrisorio de la disputa.
“Lo que ladran ahora los heresiarcas, para confusión de la fe, lo dijo en
Este siglo un varón doctísimo, con más ligereza, que culpa”
Juan es condenado a la hoguera y Aureliano pasa sus días atormentado por la culpa
hasta que muere en un incendio equiparándose en el fuego final a su rival.
El cuento tiene un trasfondo completamente agustiniano en sus diferentes niveles, el
ejemplar de la “Civitas dei” que genera el equívoco, la cita directa sobre Agustín,
pero sobretodo dos temáticas muy relacionadas con la cuestión agustiniana como
son la cuestión del tiempo y la ortodoxia en la lectura de la escritura.
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menos que estemos locos (que estoy sentado, con la bata, junto al fuego etc. Sin
embargo si estuviéramos soñando también pensaríamos que lo que nos rodea es real,
ante esta posibilidad debemos desechar la vía del conocimiento sensible.
El conocimiento racional: A pesar de que la ciencia trabaja con “certezas”,
Descartes considera que es un campo no exento de errores, ni siquiera la matemática
a la que tiene por la más “racional” de las ciencias, una simple suma puede conducir
a error y no tenemos ninguna seguridad de que todos los conocimientos matemáticos
“puedan” ser falaces. La otra gran objeción es que la ciencia no conoce sus
principios del tipo “todo objeto es igual a si mismo” o “el todo es mayor a la parte”
de manera discursiva sino intuitivamente (“por simple inspección del espíritu”
Medit. II) y podemos ser engañados también en nuestras intuiciones más primarias.
Para construir un saber libre de toda duda Descartes lleva la misma a una extensión
hiperbólica para encontrar el conocimiento verdadero /claro y distinto) que la
resista. Para ello construye la hipótesis del genio maligno:
Parte de la suposición de seamos el producto de la creación de un genio maligno que
nos haya construido de modo que siempre nos equivoquemos , que vivamos en el
error permanente de manera tal que todos nuestros conocimientos sean falaces, en
este momento la duda llega al extremo donde nada de lo que se conoce es verdadero
y es a partir de este momento también donde comienza el principio de su certeza
filosófica: Aunque todo mi conocimiento sea falso, aunque esté siendo engañado,
tengo que existir para poder ser engañado, aunque mi pensamiento sea falaz, existo
por el hecho del pensar: pienso, luego soy (cogito ergo sum), lo único indudable es
que soy una cosa que piensa (res cogitans). A partir de esa única certeza Descartes
intentará luego reconstruir el mundo material y justificar la existencia de dios.
HUME: LA EXPERIENCIA
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David Hume sostiene que todo conocimiento proviene de la experiencia tanto de la
experiencia externa, la que proviene de los sentidos (la vista, el oído etc.) como de la
experiencia interna (autoexperiencia). A estos hechos de la experiencia los
denomina “Percepciones del espíritu”.
A las percepciones que se reciben de forma directa las denomina “Impresiones” que,
a su vez, se dividen en “Impresiones de la sensación” (la vista, el oído) e
“Impresiones de la reflexión” (la que provienen de nuestra interioridad (tristeza,
alegría).
Considera a estas impresiones “primarias” y las de diferencia de las “secundarias a
las que llama “Ideas” (como la memoria o la fantasía).
Las Impresiones y las Ideas se distinguen por una diferencia de intensidad o
vivacidad: No es lo mismo experimentar un sentimiento de enojo que recordarlo al
otro día.
Tanto las ideas como las impresiones pueden ser simples o complejas según se las
descomponga o no: cuando veo una fruta puedo distinguir distintas cualidades olor,
sabor etc. aunque estén reunidas en un solo objeto. Asimismo, un montaña de oro es
producto de la asociación de los conceptos de montaña y oro no producto de la
experiencia.
La experiencia humana conoce a través de la mezcla, composición o división de los
materiales que suministra la experiencia mediante las leyes de asociación de las
ideas que son tres: por semejanza, por contigüidad en el tiempo y en el espacio y
asociación por causa y efecto.
El problema de la causalidad: Hume distingue cuatro elementos que intervienen
en la idea de causalidad, a) la causa que inicia el proceso, b) el efecto, término de la
causa c) unas sucesión temporal entre la causa y el efecto d) para que se pueda
producir la causalidad el primer hecho tiene que producir el segundo
necesariamente, el hecho causal es un hecho necesario.
Este último factor es el más importante y representa núcleo básico de la crítica de
hume a la idea de causalidad.
El hombre observa solo sucesiones en los hechos pero no se limita a esto sino que
afirma relaciones de causalidad, Hume se pregunta por qué sucede esto:
Cuando una bola de billar le pega a otra la segunda se mueve y como siempre
sucede de este modo inferimos que siempre necesariamente ocurrirá lo mismo y
tomamos un hecho como causa de otro, para Hume esto no es así.
Si un hombre llegara a la tierra de adulto sin haber pasado por la experiencia de la
niñez y la juventud, con el sólo conocimiento que le ofrecen los sentidos no sería
capaz de distinguir más que sucesiones de hechos, no podría distinguir la relación
causa y efecto; por tanto no comprendería que la segunda bola se mueve por el
impacto de la primera.
Transcurrido un tiempo la observación del mismo hecho una cantidad de veces lo
haría inferir finalmente que la segunda bola se mueve por el impacto de la primera.
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Para Hume no hay ninguna nueva impresión, ni tampoco ninguna contribución de la
razón que contribuya al cambio, sin embargo lo que ha logrado la inferencia es el
“habito o costumbre”, generado por la repetición múltiple de la misma causa y el
mismo efecto. La crítica central de Hume es que el hábito no proviene de la razón.
El problema de la sustancia: El concepto de sustancia es examinado por Hume en
términos parecidos a los de causalidad. El filósofo desmonta como en el caso
anterior una noción de las más comunes en la vida cotidiana, una sustancia es una
mesa, una silla o el sol. Sin embargo lo que experimentamos en realidad son los
accidentes de la sustancia, en el caso de una mesa si es verde, redonda tiene cuatro
patas etc. por lo tanto debemos preguntarnos si realmente vemos la mesa o vemos
los accidentes dela mesa? El pensador escocés nos responderá que no vemos la
mesa. Entonces ¿cómo se forma la idea de sustancia? Cada vez que vemos la mesa
experimentamos el conjunto de impresiones que nos proporcionan los accidentes de
la mesa dándonos una ilusión de constancia por la repetición de “impresiones
contiguas”, el hábito me hace creer que esas impresiones contiguas están enlazadas
entre si por algo que las une: la sustancia.
EL MUNDO DE TLÖN
En uno de sus cuentos más impresionantes, Borges nos habla de un mundo que
resulta casi una parodia de uno de sus corrientes favoritas en filosofía, el empirismo
clásico: “Tlón, Uqbar, Orbis Tertius”(4)
Borges nos presenta un mundo donde conceptos claves en la filosofía de Hume
como la asociación de ideas, la inexistencia de las nociones de causalidad o
sustancia constituyen la “realidad” de Tlön. Narra Borges:
“No es exagerado afirmar que la cultura de Tlön comprende una sola disciplina: la
psicología”.
Según Hume la actividad del espíritu no responde a otra legalidad que la asociación
de ideas, así la montaña de oro es la asociación de montaña y oro.
“En el hemisferio boreal de Tlön los sustantivos se construyen por acumulación de
adjetivos no se dice Luna sino aéreo-claro sobre oscuro-redondo o anaranjado-
tenue-del cielo”
Los sustantivos son la referencia lingüística de las sustancias que, en los términos de
Hume son una ilusión producida por el hábito mientras que los adjetivos refieren por
excelencia a los accidentes cuya impresión esta fuera de duda.
Respecto de la causalidad los habitantes de Tlön se asemejan al individuo de Hume
que llega a la tierra de adulto sin tener experiencia previa de las percepciones.
“La percepción de una humareda en el horizonte y después el campo incendiando y
después el cigarro a medio apagar que produjo la quemazón es considerada un
ejemplo de asociación de ideas”.
Borges desplaza a través de la ficción, con ironía la construcción de un “mundo”
nominal asentado en los parámetros de una filosofía que niega la materialidad.
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NOTAS
BIBLIOGRAFIA UTILIZADA
(1) San Agustin de Hipona (1979) “Cap X, cap XI” en “San Agustin Obras II”
(7ma ed.). B.A.C.: Madrid
(5) Borges, J. L. (1973) “Jorge Luis Borges Obras Completas” (5ta ed.).
Emecé; Buenos Aires
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