Quimioterapia PDF
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LA TIROSINA QUINASA
Noemí del Castillo Magán
LV, PhD, Acreditada en Oncología Gevonc-Avepa
Miembro Honorífico SLOVET
Servicio Oncología CV Surbatán (Madrid), Hospital Clínico Veterinario Universidad Alfonso X El Sabio (Madrid)
El mayor reto del Veterinario Oncólogo es tratar al paciente geriátrico que, además, padece
cáncer. Los pilares del tratamiento oncológico son la cirugía, la quimioterapia y la radioterapia.
En líneas generales, la mejor opción es la cirugía (siempre que sea factible), pero no siempre
tiene que ser así, debiendo contemplar la edad, capacidad de recuperación y calidad y
esperanza de vida. Un factor crucial a la hora de elegir un tratamiento es conocer el
comportamiento biológico de cada neoplasia.
En el caso de una neoplasia, la proporción del número de células que se encuentran dentro del
ciclo celular es mucho mayor que en el tejido sano, presentando el tumor un tipo de
crecimiento característico denominado “curva de crecimiento tumoral de Gompertz”, donde la
mayor proporción de células dentro del ciclo celular se encuentra cuando la masa tumoral aún
no es detectable, ni radiológica ni macroscópicamente, momento en el que la quimioterapia es
más efectiva.
Resistencias
Quizá este fenómeno sea uno de los principales factores limitantes en el empleo de la
quimioterapia. Existen muchos mecanismos de resistencia que pueden originar el fallo
terapéutico, pudiendo tratarse de una resistencia de “novo” (sin tratamiento citostático
previo) o adquirida (tras un protocolo quimioterápico). Los tumores que ofrecen resistencia
desde el principio probablemente sean resistentes a cualquier fármaco quimioterápico.
Existen una serie de riesgos para la salud del manipulador como consecuencia de la exposición
crónica a pequeñas dosis de citostáticos. La contaminación se produce mediante inhalación de
aerosoles, contacto y absorción cutánea o ingesta inadvertida (cuando el propietario maneja el
fármaco en la cocina). La mayoría de los citostáticos son mutagénicos, teratogénicos e incluso
carcinogénicos.
Así, son necesarias ciertas precauciones:
Existe abundante bibliografía, por lo que sólo se mencionarán los fármacos citostáticos
empleados con más frecuencia.
Los fármacos antineoplásicos penetran en las células diana mediante difusión pasiva (no
específica, permite aumentar la concentración del fármaco) o activa (más específica, requiere
un sistema de transporte). Una vez en la célula, sus puntos de acción son el ADN, las enzimas,
las membranas y los microtúbulos.
Tanto las células normales como las neoplásicas pasan por las mismas fases del ciclo celular,
por lo que los efectos citotóxicos de la quimioterapia en ambas poblaciones celulares son dosis
dependientes. Las poblaciones que se ven afectadas con más frecuencia son las la médula
ósea, epitelio gastrointestinal y, en menor medida, los folículos pilosos.
TERAPIA ANTIANGIOGÉNICA
En los últimos tiempos han aparecido nuevas modalidades terapéuticas, como la terapia
metronómica, que han abierto un abanico de posibilidades.
Se define quimioterapia metronómica como la administración de un citostático a dosis bajas,
cada 24-48 hrs, durante largos períodos.
El origen de esta modalidad tiene lugar hace más de 40 años, cuando el Dr. Judah Folkman
postuló que el crecimiento de un tumor podría controlarse si se actúa frente a la
neoangiogénesis del mismo. Los tumores requieren nutrientes y oxígeno, así como la
eliminación de dióxido de carbono, dependiendo de la vasculatura. Durante la progresión de
un tumor la activación de la angiogénesis es continua, favoreciendo el crecimiento, capacidad
de invasión y potencial metastásico. Para que una neoplasia pueda crecer entre 3-4 mm es
imprescindible la formación de vasos sanguíneos. Así, el control de la angiogénesis debería
controlar el desarrollo tumoral.
Mecanismo de acción
- Las células endoteliales de los vasos sanguíneos de los procesos neoplásicos son
mucho más sensibles a los fármacos citotóxicos que las de los tejidos sanos.
- Las células endoteliales progenitoras (EPC), producidas en la médula ósea y que van
por vía sanguínea hasta el tumor, son células diana para las terapias metronómicas. Sin
embargo, con la quimioterapia convencional, en los períodos de descanso para la
recuperación de los tejidos sanos (ej; médula ósea) la cantidad de EPC aumenta.
Actualidad
Existen diversas publicaciones sobre el uso de ciclofosfamida (12,5 mg/m2 a 25 mg/m2 cada
24- 48 h), clorambucilo y lomustina; combinados o no con diferentes AINE. Las toxicidades
reportadas son bajas, con cistitis hemorrágicas ocasionales.
Los citostáticos más comúnmente usados son la ciclofosfamida, con una posología de 10 a
15mg/m2/24-48h y el clorambucilo con un rango de 2-4mg/m2/24-48h.
INHIBIDORES DE LA TIROSIN QUINASA
Biología
Las proteínas quinasas son moléculas fundamentales para la regulación de las señales
intracelulares; ordenan procesos relacionados con la supervivencia celular, la división, la
migración o la diferenciación. Las quininas actúan mediante la fosforilación de otras proteínas,
usando el ATP como fuente de fosfato, lo que puede resultar en la unión de un aminoácido de
otra proteína o a sí misma, provocando un cambio conformacional desencadenando una señal
en cascada. Este proceso ocurre en respuesta a un estímulo originado por un factor de
crecimiento o por otra sustancia procedente del exterior de la célula.
Los receptores tirosina quinasa (RTK) son aquellas tirosinas quinasas (TK) situadas en la
membrana celular que son estimuladas por factores de crecimiento y citoquinas.
Algunos RTK también son muy importantes en procesos como la angiogénesis, como el
receptor del factor de crecimiento del endotelio vascular (VEGFR), el receptor del factor de
crecimiento derivado de las plaquetas (PDGFR) y el receptor del factor de crecimiento de
fibroblastos (FGFR). El VEGFR se localiza en los vasos sanguíneos y su activación induce a la
proliferación y migración de las células endoteliales, el PDGFR se localiza en los pericitos
promoviendo su proliferación, el FGFR se encuentra en las células endoteliales y amplifica la
acción del VEGF.
La mutación del receptor KIT (un RTK) en el mastocitoma canino da lugar a una activación
permanente del receptor en ausencia de su factor de crecimiento, induciendo la proliferación
descontrolada y aumentando la supervivencia celular.
Hasta la fecha, hay registradas dos moléculas inhibidoras de tirosina quinasa para el
tratamiento de neoplasias en animales de compañía, el mesilato de masitinib (Masivet®) y el
toceranib fosfato (Palladia®).
Toceranib fosfato
Es un inhibidor oral biodisponible que bloquea varios RTK, como el VEGFR2, el PDGFRα y el KIT.
En un primer ensayo clínico (año 2003) frente a varios tipos de tumores se observaron
diferentes grados de respuesta en sarcomas, melanomas, carcinomas, mieloma y
mastocitomas, siendo los mastocitomas los que presentaron mayor tasa de respuesta. La dosis
máxima tolerada se estableció en 3,25 mg/Kg cada 48 horas y se describieron varios efectos
secundarios, mayoritariamente gastrointestinales. En el año 2009 se publicó un ensayo clínico
aleatorio doble ciego en perros con mastocitomas de grado II y III. La tasa global de respuesta
fue del 42,8% (RC + RP). Los mastocitomas con mutaciones en el KIT mostraron mayores tasas
de respuesta. Sin embargo, se ha demostrado que una dosis de 2,5mg/kg tiene un efecto
biológico similar y es mejor tolerado.
Se han comenzado a plantear los primeros regímenes terapéuticos combinando toceranib con
quimioterapia convencional (p. ej.; vinblastina con toceranib para el tratamiento de
mastocitomas, toceranib con lomustina), siendo la neutropenia el principal factor limitante.
También se ha descrito la combinación de toceranib con radioterapia para el manejo del
mastocitoma, con una tasa de respuesta del 76,4%.
Masitinib