KASPAR

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Kaspar, Peter Handke

Teoría de la representación

Javiera Pedreros
Tamara Sovier
Valentina Bruna
Peter Handke estrena la obra teatral Kaspar en el año 1967. Está inspirada en el caso de
Kaspar Hauser, un famoso adolecente alemán quien fue reconocido por su carácter de niño
salvaje, debido a que creció en completo cautiverio y aislamiento.

Al comienzo del texto, Handke menciona que la obra no pretende mostrar lo que realmente
le sucedió a Kaspar, sino que, mostrar lo que es posible hacer con alguien; llamando a la obra
como una investigación verbal. A grandes rasgos lo que se intenta demostrar es cómo se
enseña a hablar, pensar y actuar a una persona con el simple acto de hablarle. Aquí los
apuntadores, como se les denomina en la obra, son los encargados de, en primera instancia,
guiar a Kaspar en una especie de activación para reconocerse a él como sujeto y cómo ese
sujeto se desenvuelve en el espacio. Ya en una etapa más próxima al desenlace los
apuntadores tomarán el rol de encauzadores de Kaspar hacia la vida correcta y ordenada,
necesaria para encajar en la sociedad.

En muestra de esta compleja búsqueda por desarrollar a Kaspar de una manera determinada,
la obra se compone de un entrecruce de diálogos, frases y sonidos con una intención
torturadora hacia el agitado personaje que está en escena, quien tiene un uso no convencional
del lenguaje.

Inicialmente, como ya se dijo, los apuntadores le enseñarán nociones básicas de cómo


comprender el espacio y los objetos que ya estaban dispuestos en la habitación en la que
vemos al personaje. Con ello Kaspar comprenderá, por ejemplo, para qué es una silla, en qué
lugar de ella debe sentarse, qué elementos la componen, cuál es su forma y, por lo tanto,
también comprenderá cómo su cuerpo ocupará ese objeto. Entendiendo que Kaspar no tiene
las mismas nociones de los objetos que nosotros, dado que no tuvo acercamiento a ellos de
anteriormente, y por ello identifica los objetos mediante asociaciones por similitud de
características.

De esta forma Kaspar le da sentido a los objetos a medida que los descubre, lo cual
determina el modo en el que se relaciona con ellos. Va manifestando lo que él entiende de las
cosas a través de las palabras que ya identifica. En este sentido, determina lo que ve y cómo
lo ve. Cuando aprende una característica de un objeto la asocia a todo elemento que posee la
misma característica, por lo tanto, todo aquello que posee esta cualidad se le denominará
igual al objeto primero.
Ejemplo de esto es cuando Kaspar identifica el color de la nieve, transformando dicha
característica, entendida por Aristóteles como accidente, en la esencia del objeto nieve. Por lo
tanto, para Kaspar todo lo que es blanco es nieve. En este proceso, Kaspar, es capaz de
ordenar su realidad de una determinada manera.

Más técnicamente, podemos decir que Kaspar define los objetos de manera metonímica,
asociando características particulares a los objetos, dejando de lado una lectura metafórica del
mismo. Esto tiene que ver con que aquello que es capaz de percibir del objeto es sólo una
parte de este y no su totalidad. Esta característica no será necesariamente una función del
objeto, sino que se tratará de la primera caracterización que haga sobre el objeto.

“TODO LO QUE NO CIERRA ES SOLO UNA PUERTA DE ARMARIO. TODO LO


QUE ME ASUSTA ES SOLO UNA PUERTA DE ARMARIO. TODO LO QUE ME
GOLPEA EN LA CARA ES SOLO UNA PUERTA DE ARMARIO.” (pág. 24) Este caso es
demostrativo de lo anteriormente explicado, dado que en esta situación Kaspar entiende y
otorga el significante de puerta de armario a todo objeto que le produzca lo mismo que
aquella puerta le produjo. Entonces, a modo de ejemplo, si lo que nosotros entendemos como
pelota le golpea en la cara a Kaspar, él asumirá que dicho objeto es una puerta de armario por
el recuerdo del objeto inicial.

Por lo tanto Kaspar demuestra tener la capacidad de otorgar significantes a determinados


objetos, que le ayudarán a entender y ordenar el espacio. También, y posterior a la instalación
de los significantes, entiende la funcionalidad de aquellos objetos, el cual se ve determinado
por el uso que le da a las cosas. Tal funcionamiento cambia a medida que los apuntadores le
van enseñando, por medio de la repetición y el orden que intentan estructurar en su mente. En
respuesta a ello Kaspar va generando acciones, pensamientos y articulaciones de lenguaje
distintas. De esta manera su subjetividad se ve totalmente modificada, pasando desde la
acción generada por su intuición a la acción determinada por el orden que representan los
apuntadores.

Nuestra perspectiva está siempre ligada a la subjetividad, es decir, a toda nuestra


experiencia y conocimientos. Es la experiencia que tenemos la que nos permite interactuar
con los objetos y con los espacios que nos rodean, en este sentido, al cambiar su subjetividad,
o sea a medida que Kaspar conoce y usa nuevas palabras o resignifica las que ya había
aprendido, logra cambiar su experiencia con el espacio y los objetos.

Gracias a la formación que se le da a Kaspar, cómo esta va moldeando y modificando su


conducta y su relación con el espacio, y así también con los objetos, podríamos denominarlo
como sujeto de colocación en tanto él es un habitante activo y funcional del ambiente en el
que se desenvuelve, y por consecuencia de ello se produce la respuesta de los objetos. Un
ejemplo de esta respuesta en la obra sucede cuando: “Kaspar da dos pasos más, esta vez
hacia la mecedora, y con el pie, la pone en movimiento. Al mecerse le da con una mano,
moviéndola más violentamente. Al mecerse más violentamente la mecedora, le da con el pie”
(pág. 13)

En lo que respecta puramente al espacio en el que están insertos los personajes, éste puede
leerse como una sintaxis de objetos. En él vemos cómo a través de la articulación de los
elementos que lo componen se genera una unidad, de esta forma se crea una habitación donde
el personaje puede desenvolverse. De la misma forma, puede apreciarse cómo Kaspar
aprende a controlar y ordenar este espacio por medio de la organización de objetos.

Pero para que el sujeto se relacione con el objeto, primero es necesario entender que el
espacio determina al sujeto tanto como éste determina al espacio con su habitar, lo hace
propio. De esta manera, crea una determinada forma de relacionarse con él y con los objetos
que allí se encuentran. Gracias a la composición establecida dentro de este espacio, en
función de los objetos, se genera un habitar en el cual invitamos al otro a entrar y participar
dentro de este. Por lo tanto, disponer los objetos de cierta manera crea relaciones que
posibilitan el habitar.

Pero pensar que la subjetividad de Kaspar fue modificada sólo por los objetos concretos
articulados en el espacio habitado, es reducir la misma subjetividad puramente a la acción del
personaje. Kaspar se ve modificado principalmente por las palabras que comienzan a
enseñarle. Es por eso que planteamos que el lenguaje puede considerarse un objeto presente
en el espacio habitado; el lenguaje es un objeto por sobre los demás objetos concretos, y
ayuda a tener el control del espacio y de las relaciones que se generen en él. Pues para poder
relacionarse con los objetos de la manera en la que los apuntadores le señalan debe entender
ciertas palabras que le ayudarán a modificar su manera de entender el espacio y relacionarse
con él.
Con ello, ideas que Kaspar ya había articulado con su propio lenguaje, su asignación de
símbolo-objeto con un significante se verán modificadas. Por esta razón el personaje articula
otras palabras, y por consecuencia aprende a desenvolverse en el espacio de la manera en que
los apuntadores lo solicitan. Adquiere un orden en la manera que construye su lenguaje, en la
forma que organiza los significados de los objetos, lo que no se concretaría sin la expansión
de su conocimiento de objetos gracias a la experiencia al convivir con ellos.

Paralelamente, al llegar casi al fin de la construcción del nuevo Kaspar, en la obra se


presenta una escena en la que comienzan a aparecer copias del personaje, lo representan a él
mismo y se desenvuelven en el espacio tal como él. Esta escena nos provoca desconcierto.
Barthes definiría a esta forma de representar como no significante o insignificante, y se
aplicará de la misma forma en la que la explica el autor. Por lo que automáticamente dejará
de serlo, en cuanto como espectadores, o en este caso lectores, tratemos de buscarle un
significado. Esta escena la leemos como un intento de encontrarnos y espejar nuestra
subjetividad con la subjetividad inicial de Kaspar. Nos intentan mostrar cómo se siente el
personaje no entendiendo el mundo tal y cual lo vemos nosotros con tanta facilidad. Nos
hacen tratar de significar algo que no hemos visto antes.

Kaspar se reconstruye y se apropia del espacio impregnando su esencia en él y haciéndose


de un lugar propio, a Kaspar le han construido una identidad. Y al verse a sí mismo a través
del lugar que habita puede desenvolverse seguro de sí mismo. Producto de aquella seguridad
brotan palabras como: “SOY TRANQUILO, AHORA NO QUIERO MÁS SER OTRO,
NADA ME VUELVE A PONER CONTRA MI MISMO. CADA OBJETO SE ME HA
VUELTO MANEJABLE Y YO ME HE VUELTO SENSIBLE A LOS OBJETOS. AHORA
SOY LO QUE SOY” (pág.42)

Finalmente, Kaspar termina por convertir su mundo a lo que los apuntadores tenían
determinado como lo propicio para él. El hombre entiende nuevas palabras, ya no utiliza las
relaciones de metonimia para comprender los objetos, sabe interactuar con el espacio que lo
rodea, tiene nociones de longitud, anchura y profundidad (p. 42), orientaciones que aprende
en el quehacer y, por tanto se ve obligado a adaptar su percepción a ello. Comprende la
funcionalidad de los objetos y entiende que el orden es todo lo que necesita en su vida para
mantenerse siendo la persona que ahora es.
Como ya señalamos en un comienzo vemos que Kaspar está siendo guiado por los
apuntadores para comprender el espacio y los objetos sabiendo que no tiene las mismas
nociones que nosotros debido a su previo aislamiento, en base a esto queremos trabajar el
diseño proponiendo obstaculizar aún más esta experiencia para el personaje. Esto lo
queremos trabajar problematizando la existencia del objeto mismo en su representación, lo
cual consistiría en el uso de hologramas para reproducir tales objetos que acabaría
imposibilitando a Kaspar la posibilidad de interactuar de manera libre dentro del espacio.

Dentro de este espacio donde proyectaremos los hologramas, igualmente se contaría con
muebles y objetos físicos con los cuales Kaspar podrá interactuar. La idea es hacer aún más
evidente el problema de las relaciones entre el espacio, los objetos y Kaspar. Se pretende
jugar con la realidad física y la virtual a través de la luz y la oscuridad, haciendo aparecer y
desaparecer los objetos en escena o pasando de tener un objeto físico a uno virtual. De esta
manera alterar las percepciones del espectador con cambios constantes y radicales, al igual
que los apuntadores lo hacen a lo largo de la obra con Kaspar.
Bibliografía

- Arte y espacio, Heidegger


- El sistema de los objetos, Baudrillard
- Escenografías del teatro occidental, Surgers
- Fenomenología de la percepción, Marleau- Ponty
- Física, Aristóteles
- Semántica del objeto, Barthes

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