Qué Implica El Modelo de Producción Agroindustrial

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UNIVERSIDAD DEL SOL

FACULTAD DE CIENCIAS EMPRESARIALES

¿Qué implica el modelo de producción agroindustrial?

La agroindustria provoca acaparamiento de tierras,


deforestación, aumento del uso de fertilizantes y pesticidas
químicos, pérdida de biodiversidad y aumento de gases de
efecto invernadero causantes de la aceleración del cambio
climático. Como alternativa, Manos Unidas apoya un modelo
productivo sostenible que integre la producción agrícola y el
medio ambiente, y donde el protagonismo sea de las familias campesinas
que luchan por su seguridad alimentaria.

Históricamente, la actividad agraria ha tenido como finalidad básica


proporcionar alimentos a los seres humanos. Se trata de la actividad humana
que más superficie terrestre ocupa en el planeta y, por tanto, la que, al menos a
nivel territorial, puede generar más impactos. El medio rural acoge al 50% de la
población mundial y la agricultura es el elemento central de sus culturas y
economías locales.

Recordemos que antes de la agroindustria, las sociedades rurales,


especialmente en África, América y Asia, mantuvieron una agricultura
tradicional (con diversidad de semillas) y una ganadería (con diversidad de
razas) menos productivas pero más compatibles con la biodiversidad y con
la necesidad de conservación de los recursos naturales, conscientes de
que es la disponibilidad de recursos la que aseguraría su supervivencia. Era un
modelo agrícola que basaba su funcionalidad en la gestión de los suelos –
especialmente con la técnica del barbecho para facilitar fertilidad y evitar
erosión–; la cría de ganado para consumo y fuerza de trabajo como animales
de tiro; la pluviometría para el acceso al agua; los aprovechamientos forestales
como leña, frutos silvestres, pesca y caza. En general, se trataba de
una actividad agrícola dirigida a disponer de alimentos para consumo
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humano, minimizando los impactos negativos sobre el medio ambiente,
especialmente la quema de rastrojos. Eventualmente, esta producción de
alimentos de consumo era compatible con la producción de bienes de
exportación (café, cacao, algodón, etc.), pero siempre dentro del mismo modelo
de producción agrícola.

Ya en el siglo XIX, pero especialmente desde la segunda mitad del último


siglo, la agroindustria como modelo de producción a la vez intensivo y
extensivo, apoyada en la mecanización agraria, ha transformado el modo de
producción de alimentos, su accesibilidad, su destino y la magnitud de su
impacto medioambiental. Es el resultado final de la llamada modernización
agraria que fue inicialmente impulsada, entre otros organismos, por la FAO,
para luchar contra el hambre en el mundo.

Pero hoy, tras varias décadas, parece evidente que la agroindustria no ha


conseguido su objetivo de salvar al mundo del hambre. Si bien la
producción de alimentos duplica a la población mundial, hay 800 millones de
personas que no pueden acceder a ellos. Como dice Olivier de Schutter: «En
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función del requisito de que deberían contribuir al ejercicio del derecho a la
alimentación, los sistemas alimentarios que hemos heredado del siglo XX han
fallado. Indudablemente se han logrado progresos considerables en relación
con el fomento de la producción agrícola en los últimos 50 años. Sin embargo,
esto apenas ha reducido el número de personas que padecen hambre y los
resultados en materia de nutrición siguen siendo deficientes»

La razón de todo ello podría estar en la siguiente reflexión del Papa: «Se


tiende a creer que todo incremento del poder constituye sin más un progreso,
un aumento de seguridad, de utilidad, de bienestar, de energía vital, de plenitud
de los valores, como si la realidad, el bien y la verdad brotaran
espontáneamente del mismo poder tecnológico y económico. El hecho es que
el hombre moderno no está preparado para utilizar el poder con acierto,
porque el inmenso crecimiento tecnológico no estuvo acompañado de un
desarrollo del ser humano en responsabilidad, valores, conciencia»

Tratar el alimento como si fuera una mercancía más implica promover los


monocultivos en grandes extensiones de terreno, utilizar métodos para
almacenar y dejar fuera del mercado un producto y forzar una subida de los
precios, o usar tierra para producir combustibles o para forraje del ganado,
según sea más rentable, restándolos de la necesaria producción para que la
gente pueda comer. Estos problemas afectan sobre todo a los campesinos
pobres, que solo pueden cultivar pequeñas parcelas de tierra y que, la mayoría
de las veces, no pueden competir con sus productos en el mercado global. A
pesar de ello, según reconoce la FAO, unos 500 millones de pequeños
agricultores alimentan casi al 80% de la humanidad.
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La producción a gran escala de alimentos, o agroindustria, provoca entre


otras cosas acaparamiento de tierras por algunos países o empresas,
aumento de la deforestación, aumento del uso de fertilizantes y pesticidas
químicos, pérdida de biodiversidad y aumento de gases de efecto
invernadero causantes de la aceleración del cambio climático.

La agroindustria tiene una incidencia significativa en el cambio climático desde


varios supuestos:

 La deforestación. Esta modalidad de expansión de tierras, sobre todo


mediante incendios forestales, supone por un lado la reducción de un
importante sumidero de carbono y, por otro lado, la liberación a la atmósfera
de gran parte del carbono que estaba acumulado en los suelos en forma de
materia orgánica. Esta actividad, según datos del IPCC (Panel
Intergubernamental sobre Cambio Climático) genera el 20% de las actuales
emisiones de CO2.
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 Los combustibles. Tanto por su uso directo como por las grandes distancias
que recorren los alimentos, este sistema necesita grandes cantidades de
combustible que al final aumentan la contaminación atmosférica. Y la situación
es un tanto contradictoria en el caso de los agro-combustibles. Se quería
reducir las emisiones de gases de efecto invernadero pero, de hecho, el
balance resulta negativo. Eso significa que se libera una mayor cantidad de
carbono al producir los agro-combustibles que la cantidad equivalente en los
combustibles fósiles.

 La cría industrial de ganado. Si se considera la cadena productiva completa


del ganado, incluyendo la deforestación para tierras de pastoreo y producción
de forraje y, sobre todo, los residuos animales, la producción de carne produce
el 18-25% de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero, lo cual
supera a todo el transporte mundial.

La alternativa de la Campaña: compromiso con un consumo y producción


sostenibles en torno a la agricultura familiar

Como dice el Papa


en la citada encíclica: «Es posible volver a ampliar la mirada, y la libertad
humana es capaz de limpiar la técnica, orientarla y colocarla al servicio de otro
tipo de progreso más sano, más humano, más social, más integral… Por
ejemplo, cuando comunidades de pequeños productores optan por sistemas de
producción menos contaminantes, sosteniendo un modelo de vida, de gozo y
de convivencia no consumista»
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En esa línea, Manos Unidas quiere apoyar un modelo productivo
sostenible que busca integrar la producción agrícola y el medio ambiente,
y donde el protagonismo sea de las familias campesinas que luchan por
su seguridad alimentaria. Un modelo compatible con los ecosistemas de cada
región y su biodiversidad, con la cultura agraria, alimentaria y con los niveles de
modernización técnica de cada zona; respetuosa con distintos recursos
naturales, sobre todo agua y bosques.

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