Resumen 2do Parcial Derechos Reales
Resumen 2do Parcial Derechos Reales
Resumen 2do Parcial Derechos Reales
Extinción de la servidumbre
ARTICULO 2182.- Medios especiales de extinción. Son medios especiales
de extinción de las servidumbres:
a) la desaparición de toda utilidad para el inmueble dominante;
b) el no uso por persona alguna durante diez años, por cualquier razón;
c) en las servidumbres personales, si el titular es persona humana, su
muerte, aunque no estén cumplidos el plazo o condición pactados; si el
titular es una persona jurídica, su extinción, y si no se pactó una duración
menor, se acaba a los cincuenta
años desde la constitución.
Disposiciones comunes
ARTICULO 2184.- Disposiciones comunes y especiales. Los derechos reales
constituidos en garantía de créditos se rigen por las disposiciones
comunes de este Capítulo y por las normas especiales que corresponden a
su tipo.
ARTICULO 2185.- Convencionalidad. Los derechos reales de garantía sólo
pueden ser constituidos por contrato, celebrado por los legitimados y con
las formas que la ley indica para cada tipo.
ARTICULO 2186.- Accesoriedad. Los derechos reales de garantía son
accesorios del crédito que aseguran, son intransmisibles sin el crédito y
se extinguen con el principal, excepto en los supuestos legalmente
previstos. La extinción de la garantía por cualquier causa, incluida la
renuncia, no afecta la existencia del crédito.
Hemos señalado que, como materia común a todos los derechos
involucrados en este título, la hipoteca, la prenda y la anticresis,
constituyen derechos reales cuya existencia y vigencia devienen sujeta a
un crédito, a título accesorio. La relación entre el crédito principal y el
derecho real de garantía en función accesoria, permite precisar que,
extinguida la obligación principal, queda sin CAUSA el derecho real
accesorio, pero no a la inversa.
La accesoriedad constituye otro requisito esencial de los derechos reales
de garantía. Es un principio estatutario cuyas proyecciones se vislumbran
en el rango de avance, el numerus clausus, fijando pautas insoslayables
para el tráfico y la licitud de la causa del crédito.
Por un lado, la accesoriedad pone de manifiesto el vínculo insoslayable
entre el crédito garantizado y la garantía propiamente dicha. Uno y otro se
deben en una relación de necesidad tal que, sin el crédito, el derecho real
de garantía encontraría ausente su causa, su sentido.
Cuando las obligaciones quedan incumplidas, el acreedor —titular del
derecho real de garantía— puede actuar según se verá más adelante. Es
cierto que, también conserva el acreedor la facultad de peticionar
MEDIDAS. Ello, en resguardo de la intangibilidad del valor comprometido.
Vuélvase aquí a los arts. 856 y 857 CCyC. Estos definen las obligaciones
principales y los derechos y obligaciones accesorios, como también los
efectos entre ambos. Remitimos a la lectura de los respectivos
comentarios. La accesoriedad no debe confundirse con la especialidad en
cuanto al crédito que regla el art. 2189 CCyC. Esta última se circunscribe al
monto del gravamen involucrado. Con el numeral asignado, el montante
establece en la práctica el grado de agresión patrimonial que, con causa
en el crédito, tornará preferente al acreedor que ostente la garantía real
respectiva.
Es usual la contratación del seguro juntamente con la constitución de la hipoteca y prenda con
registro, aunque en estos casos el sistema legal autoriza a pedir las medidas precautorias del
caso (embargo) para servirse de los fondos. De esa manera se entiende, no la garantía real,
sino el privilegio nacido de ella.
HIPOTECA
LEY 17801: establece plazos que por el transcurso del mismo (sin
rogación). La inscripción de la hipoteca caduca a los 35 años (art. 37).
- Inscripción provisoria
ARTICULO 2205.- Concepto. La hipoteca es el derecho real de garantía que
recae sobre uno o más inmuebles individualizados que continúan en
poder del constituyente y que otorga al acreedor, ante el incumplimiento
del deudor, las facultades de persecución y preferencia para cobrar sobre
su producido el crédito garantizado.
ARTICULO 2206.- Legitimación. Pueden constituir hipoteca los titulares de
los derechos reales de dominio, condominio, propiedad horizontal,
conjuntos inmobiliarios y superficie.
ARTICULO 2207.- Hipoteca de parte indivisa. Un condómino puede
hipotecar la cosa por su parte indivisa. El acreedor hipotecario puede
ejecutar la parte indivisa sin esperar el resultado de la partición. Mientras
subsista esta hipoteca, la partición extrajudicial del condominio es
inoponible al acreedor hipotecario que no presta consentimiento expreso.
Cualquier condómino puede hipotecar la cosa por su parte indivisa. Del
mismo modo que, cualquier acreedor puede embargar y ejecutar esa
participación en la cosa común, sin tener que esperar al resultado de la
partición (arts. 1989 y 2207 CCyC).
El riesgo que trae la constitución de hipoteca respecto por una parte
alícuota de la que el constituyente es titular, se vincula con la extinción del
condominio por partición y la suerte del acreedor hipotecario. A la
vacilante regulación a la que el ordenamiento anterior sujetaba este
conflicto, cabe decir que la solución propuesta por el actual régimen se
aprecia corre cta y ajustada.
Los condóminos pueden hacer la partición que, en principio, es declarativa
y tiene efectos retroactivos (art. 2403 CCyC). No dejamos de anotar que la
partición puede hacerse en forma extrajudicial o privada, si todos los
copartícipes están presentes y son plenamente capaces (art. 2369 CCyC),
o judicial (art. 2371 CCyC) pero, a veces, esta última vía se impondrá como
ineludible. El procedimiento de la partición extrajudicial no encuentra en
el texto del artículo una fórmula procedimental a seguir. Por tal razón el
precepto predica derechamente la inoponibilidad de la partición seguida
sin la intervención del acreedor hipotecario, por lo que, en caso de
realización o venta, la cosa seguiría gravada por la alícuota que consintió
el o los condóminos. Ello, se insiste, no significa que los condóminos no
puedan hacer la partición. Tal como ocurre en general y se deriva de lo
normado por el art. 2195 CCyC, el constituyente conserva las facultades
inherentes a su derecho de propiedad. Tan solo que, como dice el art. 396
CCyC, lo que hagan no tiene efectos contra el acreedor, por lo que,
cualquiera que sea la suerte del inmueble, este continuará gravado con la
hipoteca o afectado por el embargo en el porcentual correspondiente a la
parte indivisa respectiva.
El acreedor no puede oponerse a la partición. Al reconocer la ley que el
acuerdo extrajudicial le es inoponible, está admitiendo que la partición es
un resorte exclusivo de los condóminos, de los que no quedan privados. La
norma no expresa que la conformidad del acreedor sea necesaria para
que exista acuerdo particionario. Solo indica que aquel será oponible al
acreedor que preste conformidad expresa a sus términos
ARTICULO 2208.- Forma del contrato constitutivo. La hipoteca se
constituye por escritura pública excepto expresa disposición legal en
contrario. La aceptación del acreedor puede ser ulterior, siempre que se
otorgue con la misma formalidad y previamente a la registración.
La escritura pública es requerida “ad solemnitatem”. Sin ella, el acto
carece de existencia legal y no sería posible demostrarlo por otros medios.
La imposición armoniza con la previsión del art. 1017 CCyC, cuyo inc. a
dispone que deben ser otorgados por escritura pública los contratos que
tengan por objeto la adquisición, modificación o extinción de derechos
reales sobre inmuebles, y asimismo con el art. 3°, inc. a de la ley 17.801,
en cuanto al acceso registral que el documento portante del derecho real
tiene.
De lo dispuesto en el art. 2210 CCyCN resulta que el derecho real de
hipoteca debe ser, además, inscripto en el Registro de la Propiedad
Inmueble. Hemos expresado arriba que, como tal, la hipoteca existe desde
que ella es consentida por las partes intervinientes en el contrato
hipotecario. Mas como aconteciera con el régimen anterior, hasta su
inscripción en el Registro, la hipoteca no perjudica a terceros interesados y
de buena fe (arg. arts. 1892 y 1893 CCyC). Pero, quienes participaron en el
acto y aquellos que conocían o debían conocer la existencia del título del
derecho real, no pueden prevalerse de la falta de inscripción. Para ellos,
como se afirmaba en la regulación anterior —que se sigue— la hipoteca
debe considerarse registrada.
ARTICULO 2209.- Determinación del objeto. El inmueble que grava la
hipoteca debe estar determinado por su ubicación, medidas perimetrales,
superficie, colindancias, datos de registración, nomenclatura catastral, y
cuantas especificaciones sean necesarias para su debida individualización.
ARTICULO 2210.- Duración de la inscripción: Los efectos del registro de la
hipoteca se conservan por el término de treinta y cinco (35) años, si antes
no se renueva.
(Artículo sustituido por art. 24 de la Ley N° 27.271 B.O. 15/9/2016.
Vigencia: desde su publicación en el Boletín Oficial.)
La vigencia de la hipoteca como derecho real, en rigor, queda sujeta a la
subsistencia del crédito que la causa. En este aspecto, ha de verse que —
siguiendo la suerte de lo principal (el crédito)— la garantía brindada en
seguridad de su cumplimiento, no puede sino carecer de plazo extintivo.
De ahí que, sin perjuicio del interés de terceros que es a lo que la norma
apunta, el Código no ha previsto la extinción del gravamen sino por vía
indirecta, bajo el abrigo de los dispositivos que acuerdan la extinción de
las obligaciones. Por tal motivo, no debe confundirse la cancelación —que
hace a la inscripción— con la extinción de la hipoteca —que hace al
derecho mismo—, si bien en algunos supuestos la cancelación será una
consecuencia de la extinción, como cuando se extingue la obligación
principal garantizada con dicho derecho real.
En lo que al texto del precepto refiere, lo regulado no es ni la extinción ni
la cancelación de la hipoteca, sino la CADUCIDAD DEL ASIENTO
REGISTRAL respectivo. Véase en este aspecto que el artículo precisa que la
vigencia de la inscripción registral se conservará por 20 años (¿?), término
que, como se vio, coincide con el que preveían los arts. 3151 y 3197 CC y
al que remite el art. 37, inc. a de la ley 17.801 (“caducan de pleno derecho
y sin necesidad de solicitud alguna, por el transcurso del tiempo que
expresa este artículo o por el que, en su caso, establezcan leyes especiales
(…) la inscripción de la hipoteca, al vencimiento del plazo legal si antes no
se renovare…”).
El plazo no puede sino computar como inicio, el de la anotación respectiva
en el Registro de la Propiedad. Mediante la rogación que motivó el ingreso
a la órbita del registro, quedó conformado el hito temporal desde el que
cabe iniciar el término acordado.
ARTICULO 2211.- Convenciones para la ejecución. Lo previsto en este
Capítulo no obsta a la validez de las convenciones sobre ejecución de la
hipoteca, reconocidas por leyes especiales.
ANTICRESIS
ARTICULO 2212.- Concepto. La anticresis es el derecho real de garantía
que recae sobre cosas registrables individualizadas, cuya posesión se
entrega al acreedor o a un tercero designado por las partes, A QUIEN SE
AUTORIZA A PERCIBIR LOS FRUTOS PARA IMPUTARLOS A UNA DEUDA.
La anticresis es otro derecho real accesorio y de garantía. Recae sobre una
o varias cosas registrables ajenas. Como la hipoteca y la prenda, rige a su
respecto la necesidad de convención (art. 2185 CCyC). Ello supone que en
ella, habrá de consignarse el crédito al que presta seguridad y la
explicitación de la especialidad crediticia que lo caracteriza de
conformidad con lo que predica el art. 2189 CCyC.
El Código extendió el instituto a las cosas muebles registrables, en tanto
ofrezcan la utilidad de producir frutos (automotores, buques, etc.), y ha
previsto un plazo máximo de duración, que varía según se trate de
inmuebles o de muebles (art. 2214 CCyC). Es un derecho real accesorio
pues, como la hipoteca, depende de una obligación que garantiza.
Este derecho concede la posesión de una cosa fructuaria al acreedor
denominado ANTICRESISTA o a un tercero designado por las partes —que
ejerce la posesión en nombre de aquel—, a quien se autoriza percibir los
frutos para imputarlos al pago de la obligación. Es indudable que su
constitución importa una desmembración del dominio, dando origen a un
dominio imperfecto (art. 1964 CCyC).
Sobre la base de constituir un derecho real accesorio, concede a su titular
las prerrogativas de la persecución y preferencia. En razón de la primera,
podría promover acciones reales tendientes al recupero de la posesión
concedida (preferencia del derecho real sobre el derecho personal), e
incluso la de mantener el derecho real concertado, si la cosa fuera
enajenada.
En punto a la preferencia, el Código le reconoce el privilegio especial que
dimana del art. 2582, inc. e, CCyC. En caso de concluir el plazo acordado
de vigencia (del derecho real de anticresis) y subsistiendo créditos a favor
del acreedor, puede embargar la cosa afectada y proceder a la ejecución,
sobre la base —insistimos— de su condición de acreedor. Nada impide, y
cabe remarcarlo, que la cosa dada en garantía haya sido ofrecida por un
tercero. No hay exigencia legal de que coincidan en la misma persona la
condición de deudor y constituyente.
En tanto la cosa gravada es entregada al acreedor, este ejerce la posesión
de ella, lo cual acontece por un plazo que, cumplido, posibilita —en caso
de que la deuda subsista— la realización del bien, subsistiendo el crédito
insatisfecho con cobertura privilegiada. La convención por la que se
establece el derecho real debe consignar a los sujetos, la prestación (dada
en anticresis) y la causa del crédito. De la correlación del crédito principal
y la garantía real se extrae que, vigente el primero, el titular anticresista
percibirá los frutos para imputarlos a la deuda.
ARTICULO 2213.- Legitimación. Pueden constituir anticresis los titulares de
los derechos reales de dominio, condominio, propiedad horizontal,
superficie y usufructo.
ARTICULO 2214.- Plazo máximo. El tiempo de la anticresis no puede
exceder de diez años para cosas inmuebles y de cinco años para cosas
muebles registrables. Si el constituyente es el titular de un derecho real
de duración menor, la anticresis, se acaba con su titularidad.
ARTICULO 2215.- Derechos del acreedor. El acreedor adquiere el derecho
de usar la cosa dada en anticresis y percibir sus frutos, los cuales se
imputan primero a gastos e intereses y luego al capital, de lo que se
debe dar cuenta al deudor.
Como el acreedor anticresista debe percibir -con los frutos que la cosa
genera- el crédito que tiene como causa de la garantía, tiene derecho a
usar la cosa y a percibir sus frutos. Lo puede hacer personalmente o
alquilándola a un tercero (art. 2216 CCyC).
Recuérdese en este punto: las partes pueden convenir que la cosa la
posea el acreedor anticresista o un tercero que ellas convengan, siempre a
nombre del titular del derecho real de garantía. El reconocimiento del
derecho a usar la cosa es lógica consecuencia de ser este un derecho que
se ejerce por la posesión (art. 2212 CCyC).
En tanto el acreedor ejerza la posesión con causa en el derecho
concedido, podrá deducir acciones posesorias y reales tendientes a
conservarla y hacer cesar turbaciones, incluso de parte del propietario de
la cosa fructuaria. Es de la esencia de la anticresis el derecho del acreedor
anticresista de percibir los frutos. De ahí que el art. 2216 CCyC lo autorice
a habitar la cosa si fuere un inmueble o utilizarla en caso de ser un
mueble. Aun así en ambos supuestos, el canon locativo que debería
abonar, como fruto que la cosa permite percibir, habrá de ser imputado
para atender los gastos, los intereses o el capital, según el orden en que
se deba. Si la cosa fuese puesta en arriendo, el derecho del locatario no
podría extenderse por mayor vigencia que el del acreedor anticresista. Le
son debidas al acreedor, las mejoras que hubiere efectuado con la
conformidad del propietario de la cosa fructuaria, como los gastos de
administración. Resultan a su cargo el pago de impuestos y tasas. En
todos los casos, por tratarse de un derecho sobre cosas registrables, el
tercero no podría alegar desconocimiento de la situación jurídica del bien.
ARTICULO 2216.- Deberes del acreedor. El acreedor anticresista debe
conservar la cosa. Puede percibir los frutos y explotarla él mismo, o darla
en arrendamiento; puede habitar el inmueble o utilizar la cosa mueble
imputando como fruto el alquiler que otro pagaría.
Excepto pacto en contrario, no puede modificar el destino ni realizar
ningún cambio del que resulta que el deudor, después de pagada la
deuda, no puede explotar la cosa de la manera que antes lo hacía.
El acreedor debe administrar conforme a lo previsto por las reglas del
mandato y responde de los daños que ocasiona al deudor.
El incumplimiento de estos deberes extingue la garantía y obliga al
acreedor a restituir la cosa al titular actual legitimado.
El acreedor anticresista tiene el deber de conservar la cosa gravada. Ello se
explica por el contenido de la anticresis, que lo autoriza a usarla y a
imputar los frutos del modo establecido en el art. 2215 CCyC. La
conservación de la cosa naturalmente implica la no modificación de su
destino, siendo necesario que el acreedor actúe diligentemente en tal
empresa.
En este aspecto la anticresis se asemeja al usufructo, pues el acreedor
anticresista no puede modificar el destino de la cosa, ni realizar en ella
ningún cambio del que resulte que el deudor, después de pagada la
deuda, no pueda explotar la cosa de la manera en la que antes lo hacía.
Esta prohibición, sin embargo, no es absoluta pues se autoriza a los
interesados a convenir lo que estimen conveniente a sus intereses,
pudiendo ello comprender lo relativo al destino de la cosa. De todos
modos parece claro que la anticresis constituida por el usufructuario no
podría sobrevivir a la extinción de este derecho de disfrute sobre cosa
ajena.
Está obligado a administrarla y debe responder ante el propietario por su
pérdida o disminución, lo que no es sino una aplicación concreta del deber
de reparar que genéricamente impone el art. 1716 CCyC; y asimismo,
como lo impone el art. 2215 CCyC, a rendir cuentas de su actuación.
También se establece la obligación de RESTITUCION, para el caso de que el
acreedor no cumpla con alguno de estos deberes, y aunque no resulta del
texto, igual solución se impone en caso de que se verifique:
-El vencimiento del plazo de la anticresis
-La extinción del derecho del constituyente sobre la cosa (titular de
derecho real de usufructo que constituye anticresis)
-O se produce la liberación del deudor (por ejemplo, por el pago de la
deuda).
Esta obligación se cumple entregando el bien registrable y cancelando
con posterioridad la inscripción registral correlativa. Nada impide en
considerar que, una vez extinguida la garantía por efecto de la cancelación
del crédito, nazca en el hasta entonces acreedor, el deber de restituir el
bien al actual legitimado.
ARTICULO 2217.- Gastos. El titular del objeto gravado debe al acreedor los
gastos necesarios para la conservación del objeto, aunque éste no
subsista; pero el acreedor está obligado a pagar las contribuciones y las
cargas del inmueble. El acreedor no puede reclamar los gastos útiles sino
hasta la concurrencia del mayor valor del objeto.
Siendo el objeto de la anticresis puesto en posesión del acreedor, o en su
caso, de un tercero que lo represente, lógica consecuencia resulta que los
deberes de conservación estén a su cargo. Recuérdese que se trata de un
derecho de garantía, pero que concede el disfrute de la cosa ajena con el
consecuente deber de no alterar la sustancia. La sanción por el
incumplimiento del deber de conservar la cosa no puede ser otro que el
de reconocerle al propietario legitimación suficiente para lograr la
restitución de la cosa con los daños consecuentes. Así lo dispone el art.
2217 CCyC precisando que los gastos deben ser atendidos por el
propietario. De ahí que pueda interpretarse que el acreedor puede exigir
su contribución judicialmente. Aunque las contribuciones y cargas son
impuestas al acreedor como corolario del disfrute que ejerce, cierto es
que frente a terceros, el propietario no deja de ser un legitimado pasivo
en caso de ser reclamadas.
La solución dada a los gastos útiles no es sino una consecuencia de la
naturaleza y del derecho a reembolso por el excedente, sin pena de
autorizar el enriquecimiento sin causa del propietario.
ARTICULO 2218.- Duración de la inscripción. Los efectos del registro de la
anticresis se conservan por el término de veinte años para inmuebles y de
diez años para muebles registrables, si antes no se renueva.
El texto regula los efectos del registro de la anticresis y sus plazos. De una
interpretación armónica de esta disposición con el art. 1890 CCyC, emerge
con claridad que los derechos reales recaen sobre cosas registrables
cuando la ley requiere la inscripción de los títulos en el respectivo registro
a los efectos que corresponda. Es decir, la inscripción registral o asiento
intenta dar publicidad suficiente a fin de posibilitar su oponibilidad a
terceros (art. 1893 CCyC).
En relación a los terceros este requisito se torna indispensable para que el
acto produzca consecuencias porque, de otro modo, no existiría con
relación a ellos ningún derecho real. La anticresis, como derecho real
accesorio, presenta justamente una de las excepciones a la perpetuidad
vocacional típica de los derechos reales pues, al garantizar una deuda que
intenta extinguirse mediante la percepción de los frutos resulta, por
ende, transitoria y sujeta a su cancelación. Es por ello que resulta
atendible que se establezca la posibilidad de caducidad del asiento que
publicita dicho derecho real. Ahora bien, de no renovarse, la pérdida de
vigencia del asiento no implicará la extinción de anticresis, toda vez que
aún sin haber ingresado al registro, este resulta oponible entre las partes.
PRENDA
Disposiciones generales
ARTICULO 2219.- Concepto. La prenda es el derecho real de garantía sobre
cosas muebles no registrables o créditos instrumentados. Se constituye
por el dueño o la totalidad de los copropietarios, por contrato formalizado
en instrumento público o privado y tradición al acreedor prendario o a un
tercero designado por las partes. Esta prenda se rige por las disposiciones
contenidas en el presente Capítulo.
ARTICULO 2220.- Prenda con registro. Asimismo, puede constituirse
prenda con registro para ASEGURAR EL PAGO DE UNA SUMA DE DINERO,
o el cumplimiento de cualquier clase de obligaciones a las que los
contrayentes le atribuyen, a los efectos de la garantía prendaria, un valor
consistente en una suma de dinero, sobre bienes que deben quedar en
poder del deudor o del tercero que los haya prendado en seguridad de
una deuda ajena. Esta prenda se rige por la legislación especial.
El Código menciona dos clases de prenda:
a) la prenda común, con desplazamiento, posesoria o sin registro,
regulada en el Código; y
b) la prenda con registro, sin desplazamiento (de la posesión) o no
posesoria, aludida en el art. 2220 CCyC. Esta última es regida por la
legislación especial (decreto-ley 15.348/1946, ratificado por la ley 12.962 y
modificado por el decreto-ley 6810/1963, t. o. decreto 897/1995).
La PRENDA COMUN es un derecho real que recae sobre una cosa no
registrable (art. 1890 CCyC), por lo que su publicidad no se logra a través
de un sistema registral sino por medio de la posesión (art. 1893 CCyC). Es
decir, el instrumento constitutivo de la prenda (contrato de prenda o
convención prendaria), es decir, su título (art. 1892 CCyC), no se inscribe
en ningún registro público, sin perjuicio de que puede otorgarse
directamente en un registro público como ocurre si se documenta por
escritura pública (art. 299 CCyC). Si la prenda no se documenta por
escritura, o sea, si se constituye por instrumento privado, este debe tener
FECHA CIERTA (art. 317 CCyC). La prenda común presenta la desventaja de
“inmovilizar” el objeto gravado, que debe salir de la esfera de acción del
propietario. Ello es así por imperativo legal y hace a la estructura de este
derecho, cuya función de garantía se frustraría si la cosa quedara en poder
del propietario, dado que este podría, por ejemplo, degradarla y
perjudicar así el interés del acreedor. EL CONSTITUYENTE MANTIENE LA
PROPIEDAD DEL OBJETO GRAVADO, PERO NI PUEDE USARLO NI
DISPONER MATERIALMENTE DEL MISMO.
Por otro lado, la PRENDA CON REGISTRO evita la “paralización” del bien y
permite afectarlo a una garantía especial manteniéndolo en el ámbito de
acción del constituyente y en su circuito productivo.
“Acepciones de la palabra PRENDA”: buscar en caso de ser necesario en el
CCyCN comentado.
Algunas precisiones respecto del objeto del derecho real de prenda
La prenda puede tener por objeto toda clase de cosas muebles no
registrables, sean o no consumibles o fungibles. Es preciso que la cosa esté
en el comercio (art. 234 CCyC), ya que —de lo contrario— no puede ser
vendida o adjudicada en la ejecución prendaria, que se determine (art.
2188 CCyC) y que exista actualmente (para que pueda verificarse el
desplazamiento). Cualquiera de las partes contratantes tiene derecho a
determinar el estado de conservación del objeto de la prenda. La falta de
determinación del estado hace presumir que está en buen estado.
La prenda no puede recaer sobre cosas muebles que sean inmuebles por
accesión (art. 226 CCyC) o que estén excluidas de la garantía de los
acreedores (art. 744 CCyC); por lo tanto, no pueden prendarse las ropas y
muebles de uso indispensable del propietario, de su cónyuge o
conviviente, y de sus hijos, ni los instrumentos necesarios para el ejercicio
personal de la profesión, arte u oficio. Ninguno de los cónyuges o
integrantes de la unión convivencial puede, sin el asentimiento del otro,
celebrar contrato de prenda respecto de muebles indispensables de la
vivienda familiar, ni respecto de los objetos destinados al uso personal del
otro cónyuge o conviviente o al ejercicio de su trabajo o profesión, aunque
sean de propiedad del constituyente.
No pueden gravarse con prenda los créditos que no estén
instrumentados. La prenda de créditos es tratada con más detalle en los
comentarios a los arts. 2232 a 2237 CCyC. No pueden gravarse con prenda
común las cosas muebles registrables (que sí son susceptibles de ser
gravadas con prenda sin desplazamiento y con anticresis), pero sí los
créditos que resulten de contratos que sean registrables en virtud de lo
establecido por las leyes nacionales o provinciales (por ejemplo, prenda
de un crédito por mutuo hipotecario, caso en el que lo registrable no es ni
el mutuo ni el crédito ni la prenda, sino la hipoteca).
La prenda de cosas fungibles (por ejemplo, dinero) es calificada por la
doctrina como “prenda irregular” por analogía con el depósito irregular
(art. 1367 CCyC). En este caso, la entrega de la cosa al acreedor lo
convierte en propietario y, por lo tanto, no hay derecho de prenda porque
esta no puede recaer sobre una cosa propia del acreedor. Es decir, en la
prenda irregular, hay transmisión dominial con la obligación del acreedor
de devolver al constituyente otro tanto de la misma especie y calidad, si el
deudor cumple el principal garantizado. La prenda es regular si las cosas
fungibles se entregan en saco o sobre cerrado cuya apertura se vedó al
acreedor.
Aplicación de la teoría del título y modo suficientes
La constitución de la prenda común requiere que se otorgue el contrato
constitutivo y que se haga tradición de la cosa al acreedor o a un tercero
designado por las partes. Al otorgar el contrato de prenda el propietario
se obliga a dar la cosa; la prenda nace recién cuando el desplazamiento
tiene lugar, es decir, cuando dicha obligación de dar se cumple. Se aplica,
pues, la teoría del título y modo suficientes. SIN EL DESPLAZAMIENTO HAY
CONTRATO PERO NO DERECHO REAL; mientras tanto el acreedor no goza
de las ventajas que emanan del derecho real de prenda (preferencia,
privilegio, etc.). El contrato de prenda, causa remota de este derecho real,
necesario —pero, por sí mismo, insuficiente— para que el derecho de
prenda nazca, presenta los siguientes caracteres:
a) innominado (art. 970 CCyC);
b) formal solemne relativo (arts. 285 y 2219 CCyC). El Código le impone la
forma escrita, sea instrumento privado o escritura pública;
c) bilateral. Las partes se obligan recíprocamente; una, a entregar y la
otra, a conservar y restituir.
Las partes del contrato de prenda son el constituyente y el denominado
“acreedor prendario”. Tal manera de llamar a este último, si bien tiene un
profundo arraigo, no implica que el crédito exista o deba existir al
momento de constituirse la prenda; el titular de la prenda puede no ser
aún acreedor, en el sentido que el crédito puede nacer con posterioridad
a la constitución de la garantía (art. 2189, párr. 2, CCyC).
Por otra parte, el constituyente de la prenda puede no ser el deudor del
crédito garantizado, en cuyo caso se lo denomina “TERCERO
CONSTITUYENTE”. Para que el tercero dé la garantía, no se requiere
asentimiento del deudor; se trata de un contrato que se celebra
exclusivamente entre el acreedor y el propietario (puede ser el deudor o
un tercero).
La legitimación para la constitución de la prenda corresponde al dueño y,
en caso de comunidad (condominio, comunidad hereditaria), a la totalidad
de los copropietarios de la cosa. No es posible, por lo tanto, constituir
prenda sobre la cosa por una parte indivisa. La necesidad de hacer
tradición para que la prenda común se configure no es absoluta. La idea
subyacente es que el propietario quede desplazado del poderío fáctico
sobre el bien gravado, como contraposición a la figura de la prenda con
registro. El desplazamiento debe implicar que el propietario pierda
contacto directo con la cosa, es decir, que esta salga de su ámbito de
acción, cualquiera sea la forma del desplazamiento (arts. 1922 a 1925
CCyC). Por lo tanto, la tradición puede ser suplida por la traditio brevi
manu (conforme arts. 1892, párr. 3, y 1923 CCyC). La necesidad de
desplazamiento del poderío fáctico impide que la prenda se configure vía
constituto posesorio.
ARTICULO 2221.- Posesión. Los derechos provenientes de la prenda sólo
subsisten mientras el bien afectado se encuentra en poder del acreedor o
del tercero designado. Se reputa que el acreedor o el tercero continúan en
posesión de la prenda cuando media pérdida o sustracción de ella o
hubiera sido entregada a otro con obligación de devolverla.
Si el acreedor pierde la posesión de la cosa, puede recuperarla de quien la
tiene en su poder, sin exceptuar al propio constituyente de la prenda.
Extinción de la prenda por pérdida de la posesión
La prenda y las facultades que de ella emanan subsisten, mientras la cosa
gravada esté en poder del acreedor o del tercero designado, y no se
extinguen por la sola circunstancia de que el acreedor pierda la posesión
de la cosa. Para esta situación el Código prevé la posibilidad del prendario
de recuperar la posesión mediante el ejercicio de las acciones legales
correspondientes. Pero, SÍ se extingue la prenda en caso de pérdida
definitiva de la posesión por el acreedor, sea porque otro adquirió la
propiedad de la cosa (art. 1898 CCyC), sea porque desapareció la
probabilidad razonable de recuperar la cosa (art. 1931, inc. d, CCyC). La
extinción de la prenda no acarrea la de la obligación garantizada.
Conservación de la posesión
La segunda parte del primer párrafo del artículo no es más que una
aplicación del principio de que para conservar la posesión basta el ánimo
(art. 1929 CCyC). Ello es así mientras otro no haya adquirido la posesión y,
en consecuencia, se extinga la posesión del acreedor prendario (art. 1931
CCyC).
Entrega de la cosa
La segunda parte del primer párrafo del artículo prevé la posibilidad de
que la cosa haya sido entregada a otro con la obligación de devolverla. No
se trata del caso en que las partes del contrato de prenda acuerden
depositar la cosa gravada en un tercero depositario, hipótesis
contemplada en el art. 2219 CCyC, sino de otros supuestos, como, por
ejemplo, si quien detenta la cosa (acreedor o tercero) la deposita en poder
de otra persona por una necesidad imperiosa (art. 1368 CCyC) o si la
entrega para su reparación.
Si estando vigente la obligación garantizada el acreedor voluntariamente
restituye al propietario la cosa gravada se produce la extinción de la
prenda por REMISION O RENUNCIA, pero no la de la deuda (art. 954
CCyC).
Acciones del acreedor que perdió la posesión
El acreedor que pierde la posesión de la cosa puede recuperarla de quien
la tiene en su poder, incluido el propietario mismo. Para ello tiene a su
favor las acciones que nacen de su derecho real y de la posesión que
ejercía: la acción reivindicatoria (acción real) y la posesoria de despojo
(acción posesoria), respectivamente, las que no puede acumular (art.
2269 CCyC). Si intenta la acción real, pierde el derecho a promover la
acción posesoria, pero, si interpone la acción posesoria, puede luego,
entablar la real (art. 2273 CCyC).
ARTICULO 2222.- Oponibilidad. La prenda no es oponible a terceros si no
consta por instrumento público o privado de fecha cierta, cualquiera sea la
cuantía del crédito. El instrumento debe mencionar el importe del crédito
y contener la designación detallada de los objetos empeñados, su calidad,
peso, medida, descripción de los documentos y títulos, y demás datos que
sirven para individualizarlos.
Instrumentación del contrato de prenda
La ley exige que el contrato de prenda se otorgue por escrito. Sin
instrumento, público o privado, no hay constitución válida de prenda y,
por lo tanto, no hay título suficiente para que se configure este derecho
real. La oponibilidad del derecho de prenda a los terceros interesados de
buena fe no se logra por el solo DESPLAZAMIENTO DE LA COSA
(publicidad posesoria), sino que se requiere además, el cumplimiento del
requisito de la FECHA CIERTA del instrumento portante de su acto
constitutivo (art. 317 CCyC). El cumplimiento de uno solo de esos
requisitos es insuficiente para la oponibilidad de la prenda, la que puede
oponerse recién desde el momento que se cumplan ambos recaudos. Si el
contrato de prenda se instrumenta por escritura pública, esta última, por
ser instrumento público, hace plena fe de la fecha de su otorgamiento
(art. 296, inc. a, CCyC).
Principio de especialidad
La segunda parte del artículo consagra el principio de especialidad en
cuanto al crédito y en cuanto al objeto. Se trata de una reiteración de
enunciados generales contenidos en los arts. 2188 y 2189 CCyC.
Si bien prima facie parece que el artículo regula requisitos de oponibilidad
de la prenda, en rigor, el principio de especialidad ES un requisito de
validez del acto constitutivo (art. 2190 CCyC). No se trata, pues de una
cuestión de oponibilidad de la garantía sino de validez de su acto
constitutivo.
Especialidad en cuanto al crédito. El artículo exige que, en el contrato de
prenda, se haga constar el importe del crédito. Se trata, en rigor, de la
estimación en dinero del monto de la garantía, mediante la expresión del
monto máximo del gravamen por todo concepto (capital, intereses,
costas, multas, etc.). El tema es tratado al comentar el art. 2189 CCyC, al
que nos remitimos.
Especialidad en cuanto al objeto. El artículo exige, además, que en el
contrato de prenda se haga constar la designación detallada de la cosa
afectada a la garantía mediante la enunciación de los datos que sirvan
para su individualización.
Como del contrato de prenda no surge el derecho real mismo, sino la
obligación de dar, la individualización detallada del objeto cobra particular
relevancia entre las partes, a fin de precisar cuál es la cosa sobre la que
recae la obligación de dar, a los efectos previstos en los arts. 868
(requisito de identidad del objeto del pago) y 731 CCyC (liberación del
deudor por cumplimiento exacto de la obligación).
ARTICULO 2223.- Prendas sucesivas. Puede constituirse una nueva prenda
sobre el bien empeñado, a favor de otro acreedor, si el acreedor en cuyo
poder se encuentra consiente en poseerlo para ambos o si es entregada
en custodia a un tercero en interés común. La prioridad entre los
acreedores queda establecida por la fecha de su constitución. No
obstante, las partes pueden, mediante declaración de su voluntad
formulada con precisión y claridad, sustraerse a los efectos de esta regla y
establecer otro orden de prelación para sus derechos, a fin de compartir la
prioridad o autorizar que ésta sea compartida.
Prenda de cosas
ARTICULO 2224.- Prenda de cosa ajena. Si el acreedor que recibe en
prenda una cosa ajena que cree del constituyente (deudor o tercero) la
restituye al dueño que la reclama, puede exigir al deudor la entrega en
prenda de otra de igual valor. Si el deudor no lo hace, el acreedor puede
pedir el cumplimiento de la obligación principal aunque tenga plazo
pendiente; si el crédito está sujeto a condición se aplica el artículo 2197.
Lo prescripto en este artículo debe armonizarse con el régimen general de
las cosas muebles no registrables que contiene el Código: si la cosa es
robada o perdida y su propiedad no fue usucapida (adquirida por
prescripción adquisitiva) por el constituyente, EL ACREEDOR TIENE EL
DEBER DE RESTITUIRLA AL VERDADERO DUEÑO pero, si no es robada ni
perdida, sino obtenida por abuso de confianza (art. 1921 CCyC), EL
ACREEDOR DE BUENA FE PUEDE, pero no está obligado, PEDIR EL
RECHAZO DE LA DEMANDA POR REIVINDICACION Y RETENER LA COSA (art.
760 CCyC) configurándose así, un derecho real de prenda putativo.
Si el acreedor sabe que la cosa que se le entregó es hurtada o perdida,
debe denunciarlo al dueño para que este la reclame judicialmente en un
plazo razonable; el acreedor es responsable de los daños que cause al
dueño en caso de omitir la denuncia o si, pese a hacerla, restituye la cosa
al constituyente. El dueño verdadero no puede pretender del acreedor la
devolución de la cosa sin consentimiento del constituyente o sin
resolución del juez.
Garantía por evicción
El deudor responde por la evicción (art. 1044 CCyC) de la cosa prendada, si
la prenda se constituyó con su consentimiento. La prenda constituida por
un tercero sin la conformidad del deudor no puede perjudicarlo; en tal
caso, el deudor no es responsable por la evicción. El artículo prevé el
régimen de evicción para el caso en que sea el deudor el que constituyó la
prenda. El acreedor de buena fe que restituya la cosa al dueño que la
reclama puede exigir al deudor la entrega en prenda de otra de igual
valor. La elección de esta corresponde al deudor, excepto pacto en
contrario. Como se desprende del art. 1537 CCyC, el acreedor debe
abstenerse de restituir la cosa al verdadero dueño sin la conformidad del
constituyente o sin resolución judicial que lo habilite dictada en juicio por
reivindicación en el que la litis se haya trabado también con el
constituyente.
Si el deudor no sustituye la garantía, el acreedor puede declarar la
caducidad del plazo de la obligación principal y exigir su inmediato
cumplimiento, pero no goza del privilegio que emana de la prenda dado
que la misma no nació en razón de la nulidad de su contrato, constitutivo
por falta de legitimación del constituyente. Si el crédito está sujeto a
condición suspensiva, el acreedor no puede exigirle al deudor el
cumplimiento de la obligación, pero sí puede requerirle que constituya
una garantía suficiente en seguridad de la obligación para el caso de
cumplimiento de la condición. Los derechos que este artículo brinda al
acreedor no emergen de la prenda, que no nació por nulidad de su
contrato constitutivo, sino de la ley misma.
Prenda de cosa parcialmente ajena
El Código no admite la constitución de prenda por una parte indivisa. La
prenda debe ser constituida por todos los copropietarios (art. 2219 CCyC)
respecto de la totalidad de la cosa. La constitución de prenda sobre cosa
parcialmente ajena es nula, al igual que la prenda que no comprenda la
totalidad de la cosa. Pero, si en la división del condominio o de la herencia
la cosa se le adjudica en propiedad al constituyente, el contrato de prenda
queda saneado, no por convalidación, sino por el efecto declarativo de la
división (arts. 1996 y 2403 CCyC).
ARTICULO 2225.- Frutos. Si el bien prendado genera frutos o intereses el
acreedor debe percibirlos e imputarlos al pago de la deuda, primero a
gastos e intereses y luego al capital. Es válido el pacto en contrario.
Prenda de créditos
ARTICULO 2232.- Créditos instrumentados. La prenda de créditos es la que
se constituye sobre cualquier crédito instrumentado que puede ser
cedido. La prenda se constituye aunque el derecho no se encuentre
incorporado a dicho instrumento y aunque éste no sea necesario para el
ejercicio de los derechos vinculados con el crédito prendado. Se aplican
supletoriamente las reglas sobre prenda de cosas.
Instrumentación del crédito
El artículo comentado establece que la prenda de crédito no requiere que
el crédito esté “incorporado” al instrumento. Basta que el instrumento
pruebe la existencia del crédito, sin necesidad de que lo “corporice”,
“cosifique” o “materialice”. Es, en rigor, la NOTIFICACION del contrato de
prenda al deudor, y no la entrega del instrumento, lo que provoca el
“desplazamiento del crédito”. No es un requisito para la procedencia de la
prenda de crédito que el instrumento probatorio del crédito pignorado
presente la nota de “necesidad” propia de los títulos valores caratulares
(art. 1830 CCyC). Basta con el que instrumento pruebe suficientemente el
crédito, aunque pueda probarse por otros medios y aunque el
instrumento no porte la causa-fuente del crédito pignorado.
PRESCRIPCION Y CADUCIDAD
Disposiciones comunes a la prescripción liberatoria y adquisitiva
Normas generales
ARTICULO 2532.- Ambito de aplicación. En ausencia de disposiciones
específicas, las normas de este Capítulo son aplicables a la prescripción
adquisitiva y liberatoria. Las legislaciones locales podrán regular esta
última en cuanto al plazo de tributos.
ARTICULO 2537.- Modificación de los plazos por ley posterior. Los plazos
de prescripción en curso al momento de entrada en vigencia de una nueva
ley se rigen por la ley anterior.
Sin embargo, si por esa ley se requiere mayor tiempo que el que fijan las
nuevas, quedan cumplidos una vez que transcurra el tiempo designado
por las nuevas leyes, contado desde el día de su vigencia, excepto que el
plazo fijado por la ley antigua finalice antes que el nuevo plazo contado a
partir de la vigencia de la nueva ley, en cuyo caso se mantiene el de la ley
anterior.
ARTICULO 2538.- Pago espontáneo. El pago espontáneo de una obligación
prescripta no es repetible.
En este artículo se establece la irrepetibilidad de lo pagado en forma
espontánea, en razón de una deuda correspondiente a una obligación
prescripta. Por pago espontáneo debe entenderse el hecho sin que
medien vicios que afecten la voluntariedad del acto. La norma no formula
distinciones con relación al pago hecho por terceros, cuestión a la que
cabe estar a lo regulado en el art. 882 CCyC. Puede agregarse asimismo
ante una obligación prescripta, que el acreedor no está obligado a recibir
el pago por parte del deudor, no quedando tampoco a favor de ella la
posibilidad de consignar judicialmente.
Suspensión de la prescripción
ARTICULO 2539.- Efectos. La suspensión de la prescripción detiene el
cómputo del tiempo por el lapso que dura pero aprovecha el período
transcurrido hasta que ella comenzó.
Interrupción de la prescripción
ARTICULO 2544.- Efectos. El efecto de la interrupción de la prescripción es
tener por no sucedido el lapso que la precede e iniciar un nuevo plazo.
PRESCRIPCION LIBERATORIA
ACCIONES POSESORIAS
Son aquellos medios o herramientas que la ley nos confiere para defender
la relación de poder. Esas relaciones son la posesión, la tenencia y los
servidores de la posesión. Estas relaciones de poder son protegidas por el
derecho de tal manera que en caso de que se encontraren lesionadas o
turbadas, les confiere la posibilidades de revertir esta situación a través de
las acciones posesorias. Son de gran importancia para la protección del
orden publico. Se protege todo tipo de posesión (desde ya legitima de
buena fe, ilegitima de buena fe, ilegitima de mala fe, simple, viciosa, etc.)
Las acciones posesorias pretenden restablecer prontamente aquel orden
que ha sido quebrantado. Se defiende el hecho de la posesión (no el
derecho de poseer).
Defensas de la posesión y la tenencia
ARTICULO 2238.- Finalidad de las acciones posesorias y lesiones que las
habilitan. Las acciones posesorias según haya TURBACION o
DESAPODERAMIENTO, tienen por finalidad mantener o recuperar el
objeto sobre el que se tiene una relación de poder. Se otorgan ante actos
materiales, producidos o de inminente producción, ejecutados con
intención de tomar la posesión, contra la voluntad del poseedor o
tenedor.
Hay turbación cuando de los actos no resulta una exclusión absoluta del
poseedor o del tenedor. Hay desapoderamiento cuando los actos tienen el
efecto de excluir absolutamente al poseedor o al tenedor.
La acción es posesoria si los hechos causan por su naturaleza el
desapoderamiento o la turbación de la posesión, aunque el demandado
pretenda que no impugna la posesión del actor.
Los actos ejecutados sin intención de hacerse poseedor no deben ser
juzgados como acción posesoria sino como acción de daños.
ARTICULO 2239.- Acción para adquirir la posesión o la tenencia. Un título
válido no da la posesión o tenencia misma, sino un derecho a requerir el
poder sobre la cosa. El que no tiene sino un derecho a la posesión o a la
tenencia no puede tomarla; debe demandarla por las vías legales.
ARTICULO 2240.- Defensa extrajudicial. Nadie puede mantener o
recuperar la posesión o la tenencia de propia autoridad, excepto cuando
debe protegerse y repeler una agresión con el empleo de una fuerza
suficiente, en los casos en que los auxilios de la autoridad judicial o policial
llegarían demasiado tarde. El afectado debe recobrarla sin intervalo de
tiempo y sin exceder los límites de la propia defensa. Esta protección
contra toda violencia puede también ser ejercida por los servidores de la
posesión.
La norma exige el cumplimiento de los siguientes recaudos:
a) La defensa como reacción para recobrar la posesión o tenencia de
propia autoridad. Debe operar de manera inmediata luego del ataque (la
norma dice “sin intervalo de tiempo”). De no reaccionar sin solución de
continuidad, el lesionado debería recurrir a las acciones judiciales.
b) En el acto de repulsar en forma extrajudicial los ataques para
mantenerse en la posesión en la tenencia, o si se trata de recuperarlas, se
debe proceder “sin exceder los límites de la propia defensa”, es decir que
tendrá que existir proporcionalidad (el art. 34, inc. 6.b, CP habla de
necesidad “racional” del medio empleado al regular la legítima defensa)
entre el ataque y los medios que se eligen para la defensa frente a la
agresión ilegítima, cuya valoración queda librada a la apreciación judicial.
c) La nueva norma permite este recurso cuando se debe repeler una
“agresión” o “toda violencia”. Si bien ya no se habla de repulsar la
“fuerza” con el empleo de una “fuerza suficiente” (como lo hacía su
antecedente), los términos utilizados se asimilan solo a la agresión
violenta contra la relación de poder, y permiten excluir el supuesto de
usurpación clandestina.
d) La posibilidad de una persona de protegerse y repeler una agresión con
el empleo de una fuerza suficiente, está condicionada a que los auxilios de
la autoridad judicial o policial lleguen demasiado tarde, es decir, cuando,
de esperar su presencia, podrían consumarse los hechos que se pretenden
evitar. Por el contrario, no queda franqueada la defensa extrajudicial si
tales auxilios pudieran ser temporáneos, pues es de exclusivo resorte de
las autoridades el prevenir o reprimir los hechos de violencia. Este
recaudo de la subsidiariedad no se encuentra previsto en la regulación
penal de la legítima defensa.
ARTICULO 2241.- ACCION DE DESPOJO. Corresponde la acción de despojo
para recuperar la tenencia o la posesión a todo tenedor o poseedor
sobre una cosa o una universalidad de hecho, aunque sea vicioso, contra
el despojante, sus herederos y sucesores particulares de mala fe, cuando
de los actos resulte el desapoderamiento. La acción puede ejercerse aun
contra el dueño del bien si toma la cosa de propia autoridad.
Esta acción comprende el desapoderamiento producido por la realización
de una obra que se comienza a hacer en el objeto sobre el cual el actor
ejerce la posesión o la tenencia.
La sentencia que hace lugar a la demanda debe ordenar la RESTITUCION
de la cosa o de la universalidad, o la remoción de la obra que se comienza
a hacer; tiene efecto de cosa juzgada material en todo cuanto se refiere a
la posesión o a la tenencia.
ARTICULO 2242.- ACCION DE MANTENER LA TENENCIA O LA POSESION.
Corresponde la acción de mantener la tenencia o la posesión a todo
tenedor o poseedor sobre una cosa o una universalidad de hecho, aunque
sea vicioso, contra quien lo turba en todo o en parte del objeto.
Esta acción comprende la turbación producida por la amenaza fundada de
sufrir un desapoderamiento y los actos que anuncian la inminente
realización de una obra.
La sentencia que hace lugar a la demanda debe ordenar el CESE DE LA
TURBACION y adoptar las medidas pertinentes para impedir que vuelva a
producirse; tiene efecto de cosa juzgada material en todo cuanto se
refiere a la posesión o a la tenencia.
ARTICULO 2243.- Prueba. Si es dudoso quién ejerce la relación de poder al
tiempo de la lesión, se considera que la tiene quien acredita estar en
contacto con la cosa en la fecha, más próxima a la lesión. Si esta prueba
no se produce, se juzga que es poseedor o tenedor el que prueba una
relación de poder más antigua.
ARTICULO 2244.- Conversión. Si durante el curso del proceso se produce
una lesión mayor que la que determina la promoción de la acción, el
afectado puede solicitar su conversión en la que corresponde a la lesión
mayor, sin que se retrotraiga el procedimiento, excepto violación del
derecho de defensa en juicio.
ARTICULO 2245.- LEGITIMACION. Corresponden las acciones posesorias a
los poseedores de cosas, universalidades de hecho o partes materiales de
una cosa.
Cualquiera de los coposeedores puede ejercer las acciones posesorias
contra terceros sin el concurso de los otros, y también contra éstos, si lo
excluyen o turban en el ejercicio de la posesión común. No proceden
estas acciones cuando la cuestión entre coposeedores sólo se refiere a la
extensión mayor o menor de cada parte.
Los tenedores pueden ejercer las acciones posesorias por hechos
producidos contra el poseedor y pedir que éste sea reintegrado en la
posesión, y si no quiere recibir la cosa, quedan facultados para tomarla
directamente.
ARTICULO 2246.- Proceso. LAS ACCIONES POSESORIAS TRAMITAN POR EL
PROCESO DE CONOCIMIENTO MAS ABREVIADO QUE ESTABLECEN LAS
LEYES PROCESALES O EL QUE DETERMINA EL JUEZ, ATENDIENDO A LAS
CIRCUNSTANCIAS DEL CASO
Los Procesos De Conocimiento son aquellos que resuelven una controversia
sometida voluntariamente por las partes al órgano jurisdiccional y que se tramita sobre
hechos dudosos y derechos contrapuestos, que debe resolver el juez declarando a
quien compete el derecho cuestionado o la cosa litigiosa.
Disposiciones generales
ARTICULO 2247.- Acciones reales. Las acciones reales son los medios de
defender en juicio la existencia, plenitud y libertad de los derechos reales
contra ataques que impiden su ejercicio.
Las acciones reales legisladas en este Capítulo son la reivindicatoria, la
confesoria, la negatoria y la de deslinde. Las acciones reales son
imprescriptibles, sin perjuicio de lo dispuesto en materia de prescripción
adquisitiva.
ARTICULO 2248.- Finalidad de las acciones reales y lesión que las habilita.
AMBITO DE CADA ACCION.
La acción REIVINDICATORIA tiene por finalidad defender la existencia del
derecho real que se ejerce por la posesión y corresponde ante actos que
producen el DESAPODERAMIENTO.
La acción NEGATORIA tiene por finalidad defender la libertad del derecho
real que se ejerce por la posesión y corresponde ante actos que
constituyen una TURBACION, especialmente dada por la atribución
indebida de una servidumbre u otro derecho inherente a la posesión.
La acción CONFESORIA tiene por finalidad defender la plenitud del
derecho real y corresponde ante actos que impiden ejercer una
servidumbre u otro derecho inherente a la posesión.
Las acciones reales competen también a los titulares del derecho de
hipoteca sobre los inmuebles cuyos titulares han sido desposeídos o
turbados o impedidos de ejercer los derechos inherentes a la posesión.
ARTICULO 2249.- Demanda y sentencia. Para el progreso de las acciones
reales la titularidad del derecho debe existir al tiempo de la demanda y
subsistir al tiempo de la sentencia.
ARTICULO 2250.- Daño. El actor puede optar por demandar el
restablecimiento del derecho real u obtener la indemnización sustitutiva
del daño. Si opta por el restablecimiento de su derecho, puede reclamar el
resarcimiento complementario del daño. Si opta por obtener la
indemnización sustitutiva del daño, pierde el derecho a ejercer la acción
real.
Cuando el actor decide reclamar el restablecimiento de su derecho real,
no por ello pierde la posibilidad de añadir la reparación de los daños
sufridos, pero ya no lo hará en forma sustitutiva, sino en forma
complementaria (por aquello que dispone el art. 1716 CCyC, en cuanto a
que la violación del deber de no dañar a otro da lugar a la reparación del
daño causado) y accesoria a la acción principal (es decir, sin que se
requieran dos acciones para lograr ambos resultados.
Un ejemplo de indemnización complementaria puede verse en la acción
confesoria que tiene, como ámbito, la defensa de la plenitud de los
derechos reales, cuyo ataque se configura cuando se lesionan los
derechos inherentes a la posesión (art. 2248 CCyC), dentro de los cuales se
encuentran los derechos a exigir el cumplimiento de los límites al dominio
(art. 1932 CCyC). Así como estos límites implican las “obligaciones
inherentes a la posesión” (art. 1933 CCyC) de no producir ruidos que
excedan la normal tolerancia o de no realizar obras que alteren el curso
natural de las aguas, también existen los derechos subjetivos correlativos
—inherentes a la posesión— de exigir su cese (art. 1973 CCyC) y de
remover las obras (art. 1975 CCyC), respectivamente, exigencias que
puedan movilizarse a través de la acción confesoria. Pero ambas normas
facultan al actor a añadir el pedido de indemnización de los daños sufridos
el cual, de otorgarse, no sustituye el objeto principal, que es el
restablecimiento del estado anterior. Cuando el actor opta por perseguir
la indemnización sustitutiva del daño, el resarcimiento pasará a
constituirse en el único objeto de la acción, pues pierde el derecho a
ejercer las acciones reales, en cuyo caso, y atento la diferencia de
naturaleza entre estas y el reclamo de daños derivados de la
responsabilidad civil, no resulta aplicable a la acción de resarcimiento
sustitutivo el plazo de prescripción trienal previsto por el art. 2561 CCyC.
La norma prescribe que pierde el derecho de ejercer la acción real quien
“opta por obtener la indemnización sustitutiva del daño”, sin hacer
distinciones respecto al éxito (total o parcial) o fracaso del reclamo. Es
decir, no se puede instar una acción real si se logra la reparación completa
(en el caso de una reivindicación, el monto de la indemnización incluso
debe comprender el valor de la cosa), lo cual es lógico; pero tampoco,
cuando el actor no logre la satisfacción íntegra. Sin embargo, atento a que
si se intenta la acción real también se podría reclamar la indemnización
complementaria, serán pocos los supuestos en los que, teniendo la
posibilidad de elegir entre la acción real y la indemnización sustitutiva, se
opte por la segunda.
La mayoría de las veces, cuando así se haga, será porque ya no se podrá
triunfar en la acción real (por ejemplo en el caso del art. 2260 CCyC,
según el cual la acción reivindicatoria de una cosa mueble no registrable
no puede ejercerse contra el subadquirente de un derecho real de buena
fe y a título oneroso). En estos casos, la alternativa que predica el artículo
solo existirá desde el punto de vista formal, pues no es lógico que el actor
intente una acción con un resultado previsiblemente negativo; y en nada
cambia que no logre el cobro total de la indemnización porque tampoco
triunfaría en la acción real.
ARTICULO 2251.- Cotitulares. Cosa juzgada. Las acciones reales competen
a cada uno de los cotitulares contra terceros o contra los restantes
cotitulares.
Cuando la acción se dirige contra los cotitulares siempre lo es en la
medida de la parte indivisa. Cuando se dirige contra terceros puede tener
por objeto la totalidad o una parte material de la cosa, o puede reducirse
a la medida de su parte indivisa. Restablecido el derecho sobre la totalidad
o parte material del objeto, el ejercicio por cada condómino se
circunscribe a su parte indivisa.
La cosa juzgada extiende sus efectos respecto de todos los que pudieron
ejercer su derecho de defensa en juicio. El contenido de la sentencia
relativo a la indemnización del daño aprovecha o perjudica sólo a los que
han intervenido en el juicio.
Acción reivindicatoria
ARTICULO 2252.- Reivindicación de cosas y de universalidades de hecho.
La cosa puede ser reivindicada en su totalidad o en parte material.
También puede serlo la universalidad de hecho.
La posibilidad de reivindicar la cosa en su totalidad o en parte material es
consecuente con el párr. 1 del art. 1883 CCyC, según el cual el objeto del
derecho real es, precisamente, una cosa o una parte material de la cosa;
pero la norma en análisis se aleja de las disposiciones generales en
materia de posesión al permitir la reivindicación de una universalidad de
hecho.
Aunque el objeto de la posesión y de la tenencia es una cosa determinada
(art. 1912 CCyC) y aunque la relación de poder sobre una universalidad de
hecho —es decir, sobre una cosa compuesta de muchos cuerpos distintos
y separados, pero unidos bajo un mismo nombre, como un rebaño o una
piara—, abarca solo las partes individuales que comprende la cosa (art.
1927 CCyC), la norma en análisis permite reivindicar las universalidades de
hecho (que no son objeto de posesión), para que todas las cosas que la
integran puedan ser protegidas, a la vez, por el titular único sin que deba
accionar en forma individual por cada una.
ARTICULO 2253.- Objetos no reivindicables. No son reivindicables los
objetos inmateriales, las cosas indeterminables o fungibles, los accesorios
si no se reivindica la cosa principal, ni las cosas futuras al tiempo de
hacerse efectiva la restitución.
En la enumeración de “objetos no reivindicables” se incluyen los “objetos
inmateriales”, no obstante la segunda parte del art. 1883 CCyC menciona
que el objeto de los derechos reales “también puede consistir en un bien
taxativamente señalado por la ley” y que los bienes son objetos
inmateriales susceptibles de valor económico (art. 16 CCyC). De este
modo, la protección de la existencia, plenitud y libertad de los objetos
inmateriales, aunque constituyan el objeto de un derecho real, debe
asegurarse por medio de acciones personales. Por su parte, la referencia
expresa como objetos no reivindicables a “las cosas futuras al tiempo de
hacerse efectiva la restitución” permite concluir que, serán reivindicables
las cosas futuras al tiempo de la demanda.
ARTICULO 2254.- Objetos no reivindicables en materia de automotores.
No son reivindicables los automotores inscriptos de buena fe, a menos
que sean hurtados o robados. Tampoco son reivindicables los
automotores hurtados o robados inscriptos y poseídos de buena fe
durante dos años, siempre que exista identidad entre el asiento registral y
los códigos de identificación estampados en chasis y motor del vehículo.
Si quien desapodera ha logrado registrar el automotor bajo su dominio y,
luego, lo transmite a un tercero que no efectúa la inscripción en el
Registro, la acción reivindicatoria prosperará, aunque el tercero
desconociese que el automotor haya sido obtenido por su transmisor
mediante desapoderamiento. Ello, toda vez que la inscripción sea un
requisito insoslayable para repeler la reivindicación y que resulta ser un
poseedor de mala fe, pues el art. 1895 CCyC aclara que, respecto de las
cosas muebles registrables, no existe buena fe sin inscripción a favor de
quien la invoca. Más aún, si el acto de adquisición se hubiera producido
“sin intervención del titular del derecho”, el subadquirente de una cosa
mueble registrable no puede ampararse en su buena fe y en el título
oneroso para repeler la reivindicación (art. 2260 CCyC).
ARTICULO 2255.- Legitimación pasiva. La acción reivindicatoria debe
dirigirse contra el poseedor o tenedor del objeto, aunque lo tenga a
nombre del reivindicante.
El tenedor de la cosa a nombre de un tercero puede liberarse de los
efectos de la acción si individualiza al poseedor. Si no lo individualiza,
queda alcanzado por los efectos de la acción, pero la sentencia no hace
cosa juzgada contra el poseedor.
Cuando se trata de un automotor hurtado o robado, la acción puede
dirigirse contra quien lo tiene inscripto a su nombre, quien debe ser
resarcido en los términos del régimen especial.
ARTICULO 2256.- Prueba en la reivindicación de inmuebles. Respecto de la
prueba en la reivindicación de cosas inmuebles, se observan las reglas
siguientes:
a) si los derechos del actor y el demandado emanan de un antecesor
común, se presume propietario quien primero es puesto en posesión de la
cosa, ignorando la obligación anterior, independientemente de la fecha
del título;
b) si los derechos del actor y el demandado emanan de diferentes
antecesores, el título del reivindicante posterior a la posesión del
demandado, es insuficiente para que prospere la demanda, aunque el
demandado no presente título alguno;
c) si los derechos del actor y el demandado emanan de diferentes
antecesores y el título del reivindicante es anterior a la posesión del
demandado, se presume que este transmitente era poseedor y
propietario de la heredad que se reivindica;
d) si los derechos del actor y el demandado emanan de diferentes
antecesores, sin que se pueda establecer cuál de ellos es el verdadero
propietario, se presume que lo es el que tiene la posesión.
ARTICULO 2257.- Prueba en la reivindicación de muebles registrables.
Respecto de la prueba en la reivindicación de cosas muebles registrables,
robadas o hurtadas, cuando la registración del demandado es de mala fe,
se deben observar las reglas siguientes:
a) se presume la mala fe cuando no se verifica la coincidencia de los
elementos identificatorios de la cosa de acuerdo al régimen especial y
tampoco se constata la documentación y estado registral;
b) el reivindicante debe probar su derecho con el certificado que acredita
su inscripción en el registro respectivo. El demandado debe justificar de
igual manera el derecho que opone;
c) si el derecho invocado por el actor no está inscripto, debe justificar su
existencia y la rectificación, en su caso, de los asientos existentes. Si el
derecho del demandado carece de inscripción, incumbe a éste acreditar el
que invoca contra el actor;
d) si el actor y el demandado presentan antecedentes que justifican la
inscripción registral, emanados de un autor común, es preferida aquella
que acredita la coincidencia de los elementos identificatorios registrales
exigidos por el régimen especial;
e) si el actor y el demandado presentan antecedentes que justifican la
inscripción registral derivados de personas distintas, sin que se pueda
decidir a quién corresponde el derecho controvertido, se presume que
pertenece al que lo tiene inscripto.
ARTICULO 2258.- Prueba en la reivindicación de muebles no registrables.
En la reivindicación de cosas muebles no registrables:
a) si las partes derivan sus derechos de un antecesor común, prevalece el
derecho de la que primero adquiere el derecho real;
b) si las partes derivan sus derechos de distintos antecesores, prevalece el
derecho que se derive del antecesor más antiguo. Sin embargo, siempre
prevalece el derecho que se remonta a una adquisición originaria, aunque
sea más reciente;
c) si la cosa mueble es transmitida sin derecho y a título gratuito, procede
la reivindicación si el objeto se encuentra en poder del subadquirente,
aunque éste sea de buena fe.
Las partes han adquirido sus derechos de un antecesor común. De
acuerdo al inc. a, en este caso, prevalece el derecho de aquel que primero
adquiera el derecho real. No se dice que, para triunfar, quien adquirió
primero el derecho real debió haberlo hecho a título oneroso y, tampoco
con buena fe, lo cual implica que podría premiarse al adquirente de mala
fe solo por haber adquirido sus derechos antes que el contradictor.
Las partes han adquirido sus derechos de antecesores distintos. En este
caso, como regla, prevalece el derecho que se derive del antecesor más
antiguo. La solución se aparta de la que se brinda para las cosas muebles
registrables (inc. e del art. 2257 CCyC) y para los inmuebles (inc. d del art.
2256 CCyC) en el mismo caso de antecesores distintos, para los cuales se
exige investigar cuál de los antecesores es mejor, antes de recurrir al
criterio de decisión. Sin embargo, la regla general cede cuando uno de los
derechos de las partes “se remonta a una adquisición originaria, aunque
sea más reciente”, el cual “siempre prevalece”.
El caso de las transmisiones sucesivas. El art. 2260 CCyC individualiza los
elementos indispensables para poder repeler la reivindicación cuando han
mediado transmisiones sucesivas y, en tal sentido, exige un subadquirente
de buena fe a título oneroso de una cosa mueble no registrable. La
solución debe armonizarse con lo dispuesto en el art. 1895 CCyC para el
que la posesión de buena fe del subadquirente a título oneroso de cosas
muebles no registrables, que no sean hurtadas o perdidas, es suficiente
para adquirir los derechos reales principales. Vale decir que, en el caso
que las cosas sean hurtadas o perdidas, por más que se reúnan los
recaudos del art. 2260 CCyC, no alcanzará para repeler la reivindicación.
ARTICULO 2259.- DERECHO A REEMBOLSO. Si se reivindica un objeto
mueble no registrable robado o perdido de un poseedor de buena fe, éste
no puede reclamarle al reivindicante el precio que pagó, excepto que el
objeto se haya vendido con otros iguales en una venta pública, o en casa
de venta de objetos semejantes, o por quien acostumbraba a venderlos.
Si se trata de una cosa mueble registrable robada o perdida, y la
inscripción registral se obtiene de buena fe, el reivindicante debe
reintegrar al reivindicado el importe abonado. En caso de reembolso, el
reivindicante tiene derecho a repetir el pago contra el enajenante de mala
fe.
El reembolso procede cuando el objeto se hubiese vendido “con otros
iguales en una venta pública, o en una casa de venta de objetos
semejantes o por quien acostumbraba a venderlos”. Además de buscar la
protección del tráfico comercial, la solución considera que quien adquiere
en esas circunstancias no puede advertir la ilegitimidad del título del
transmitente por haber sido víctima de un error invencible. Así, por
ejemplo, si a una persona le hurtan su reloj, y este es vendido por el
ladrón a un joyero, quien a su vez lo vende en su joyería a un tercero de
buena fe, este no podrá repeler la acción reivindicatoria del propietario,
ya que el régimen de la adquisición legal de derechos reales sobre
muebles por un subadquirente no se aplica a las cosas hurtadas (art.
1895 CCyC), pero sí tendrá derecho —siempre que sea de buena fe— a
que se le restituya el precio que pagó por el reloj.
Que “el objeto se haya vendido con otros iguales” no significa que se
hayan adquirido todos juntos, sino que hayan sido ofrecidos o que hayan
estado en venta con otros semejantes (tampoco es necesario que sean
“iguales” pues con esta expresión la norma refiere a que pertenezcan a un
mismo género), aunque haya sido adquirido individualmente. Incluso, por
más que la norma mencione el término “venta”, debe entenderse que su
ámbito comprende cualquier otro caso de adquisición a título oneroso, y
que cuando alude a “venta pública” comprende lugares destinados a la
venta al público (sean públicos o privados).
Por último, para tener derecho al rembolso, no es necesario que la cosa
haya sido comprada en una “casa de venta de objetos semejantes”
(expresión que alude a comercios que se dedican a la venta de artículos de
igual ramo), ya que también será la consecuencia de haber sido comprada
a una “persona” que tiene por costumbre vender ese tipo de cosas
ARTICULO 2260.- ALCANCE. La acción reivindicatoria de una cosa mueble
no registrable no puede ejercerse contra el subadquirente de un derecho
real de buena fe y a título oneroso excepto disposición legal en contrario;
sin embargo, el reivindicante puede reclamarle todo o parte del precio
insoluto.
El subadquirente de un inmueble o de una cosa mueble registrable no
puede ampararse en su buena fe y en el título oneroso, si el acto se
realiza sin intervención del titular del derecho.
Alcance de la reivindicación de cosas muebles no registrables. En caso de
un subadquirente (o tercer adquirente) que haya adquirido un derecho
real sobre una cosa mueble no registrable mediando buena fe en la
adquisición, y si esta se celebró a título oneroso, quien era el propietario
NO PODRÁ VALERSE DE LA REIVINDICACION Y SOLO CONTARÁ CON
RECLAMOS RESARCITORIOS contra quienes facilitaron la adquisición de
la cosa por el nuevo dueño.
2.1.1. La existencia de un SUBADQUIRIENTE DEL DERECHO REAL. La
norma otorga la posibilidad de repeler la reivindicación a un
subadquirente de un derecho real, es decir, a quien lo ha adquirido de
parte de quien, a la vez, la recibió del anterior dueño mediante un acto
ineficaz. Rige entonces cuando, entre el dueño actual, (subadquirente) y el
titular de la cosa hay un tercero interpuesto, que es la persona que la ha
recibido o tomado. En relación a quien hubiera tenido la cosa del
propietario, juega lo dispuesto en el art. 390 CCyC, primera parte, del cual
surge —al decir que la nulidad pronunciada por los jueces vuelve las cosas
al mismo estado en que se hallaban antes del acto declarado nulo y obliga
a las partes a restituirse mutuamente lo que han recibido— que la
reivindicación compete contra el actual poseedor, aunque fuera de buena
fe que la hubiese tenido del reivindicante por un acto nulo.
2.1.2. Cosa mueble no registrable La expresión “cosa mueble” es tomada
en su significado técnico y, por lo tanto, implica la idea de bien material
susceptible de valor económico, que puede desplazarse por sí mismo o
por una fuerza externa (arts. 16 y 227 CCyC). Pero además, debe tratarse
de una cosa mueble “no registrable”, es decir, cuya registración no
imponga la ley en forma obligatoria.
La norma distingue las cosas muebles no registrables de las cosas
inmuebles y de las cosas muebles registrables porque, si la transmisión de
las primeras se realiza por la simple entrega, sin exigirse al transmisor el
título que justifique su propiedad, la seguridad en las transacciones
impone exigir solo su posesión para repeler la acción reivindicatoria. Pero
además, respecto de las cosas muebles registrables la inscripción opera
como un recaudo de la buena fe, la cual no estará presente sin aquella a
favor de quien la invoca y tampoco si el respectivo régimen especial prevé
la existencia de elementos identificatorios de la cosa registrable y estos no
son coincidentes (art. 1895 CCyC).
2.1.3 La buena fe. Otra condición requerida es la buena fe, creencia de la
posesión que detenta el tercer adquirente y basta que exista en el
momento de la adquisición de la posesión (art. 1920 CCyC). La exigencia es
lógica, ya que si el legislador eligió sacrificar el derecho del propietario
frente al del poseedor de buena fe, no podía hacerlo frente al de mala fe,
porque ello hubiera significado premiar la deslealtad. La buena fe, definida
en el art. 1918 CCyC (cuando el sujeto de la relación de poder no conoce ni
puede conocer que carece de derecho, es decir, cuando el poseedor, por
error o ignorancia de hecho no imputable, se persuadiera, sin duda
alguna, de la legitimidad de la posesión), no requiere ser comprobada,
pues su existencia se presume salvo que se presuma la mala fe (art. 1919
CCyC), y el propietario debe demostrar —a través de cualquier medio
probatorio— el conocimiento, por parte del poseedor, de que, quien le
transmitió a este último, no era el verdadero propietario de la cosa que
adquirió.
Adquisición a título oneroso. Para que opere el rechazo de la
reivindicación, el subadquirente debe invocar que la transferencia, que le
ha permitido recibir la cosa, ha sido a título oneroso (es decir, por compra,
permuta, dación en pago, etc.), pues de haberse realizado a título
gratuito, la protección legal deja de funcionar.
ACCION NEGATORIA
ARTICULO 2262.- Legitimación pasiva. La acción negatoria compete contra
cualquiera que impida el derecho de poseer de otro, aunque sea el dueño
del inmueble, arrogándose sobre él alguna servidumbre indebida. Puede
también tener por objeto reducir a sus límites verdaderos el ejercicio de
un derecho real.
ARTICULO 2263.- Prueba. Al demandante le basta probar su derecho de
poseer o su derecho de hipoteca, sin necesidad de probar que el
inmueble no está sujeto a la servidumbre que se le quiere imponer o que
no está constreñido por el pretendido deber inherente a la posesión.
2.1. Titulares de derechos reales que se ejercen por la posesión. Quien
intente una acción negatoria debe acreditar su condición de titular de un
derecho real que se ejerza por la posesión (la demanda no procede frente
a la nulidad del título). Si bien de la letra del artículo parece desprenderse
que esa es la única carga probatoria en cabeza del actor —la norma dice
que al demandante “le basta probar su derecho de poseer”—, también
deberá demostrar los HECHOS EN LOS QUE FUNDA SUS PRETENSIONES,
uno de los cuales será la turbación por parte del demandado. En efecto,
la propia naturaleza de la acción tiene como presupuesto la existencia de
un acto que impida el libre ejercicio de los derechos del actor, por el cual
el demandado ejerce un derecho real indebido o en la extensión
indebida. Y este acto, que debe ser alegado por el reclamante, también
debe ser probado; pues quien invoca el gravamen corre con la carga de
acreditar su existencia.
De acuerdo con el art. 1888 CCyC según el cual “las cosas se presumen sin
gravamen, excepto prueba en contrario” y con el art. 1941 CCyC que
establece que “el dominio se presume perfecto hasta que se pruebe lo
contrario” (es decir, que no se afecta su carácter absoluto por una
desmembración, ni su carácter perpetuo por la existencia de alguna
modalidad que subordine su duración), queda en cabeza de quien
pretende tener un derecho sobre la cosa de otro la prueba de ese interés.
De ahí que el actor no tendrá como carga la de probar la no existencia de
la servidumbre —salvo si quien demanda alega que la servidumbre que se
arroga el demandado existía pero se extinguió, en cuyo caso también
deberá acreditar los hechos extintivos— o del derecho inherente a la
posesión (art. 2263 CCyC) ni la extensión del derecho real que se le quiere
imponer (art. 2262 CCyC). Por esa misma presunción de perfección, que se
exime al actor de la prueba del gravamen en la acción negatoria, se le
exige en la acción confesoria (art. 2265 CCyC). También podría suceder
que el demandado que ejerza una servidumbre reconvenga solicitando,
tanto que se declare la existencia o la extensión verdadera del gravamen,
como que el actor cese de impedirle su ejercicio. En tal caso, tratándose la
reconvención de una acción confesoria, será de aplicación la norma del
art. 2265 CCyC, que regula la prueba en tal supuesto.
Titulares del derecho real de hipoteca (acreedores hipotecarios) Cuando
la acción es iniciada por el acreedor hipotecario, la norma señala que al
demandante “le basta probar (…) su derecho de hipoteca”. A diferencia
del art. 2265 CCyC, que regula el mismo tema pero en la acción confesoria,
de la letra de la norma en comentario no surge, en forma expresa que,
además del carácter de acreedor hipotecario, el actor deba acreditar el
“derecho de poseer” del constituyente de la hipoteca. Sin embargo, no
podría el acreedor hipotecario iniciar una acción real para proteger la
libertad de derechos reales que se ejercen por la posesión, sin acreditar la
existencia del derecho agredido, razón por la que resulta lógica la
exigencia de comprobar el “derecho de poseer” del deudor hipotecario.
Pero, del mismo modo que en la acción confesoria, alcanzará con que el
acreedor demandante justifique su derecho real a través de la
presentación del instrumento público por el que se constituyó la
hipoteca, pues las solemnidades que rodean su otorgamiento lo vuelven
suficiente para cumplir con ambas exigencias; esta idea explica que la
carga del acreedor hipotecario de probar “el derecho de poseer” del
constituyente, además del carácter que invoca, no modifica la conclusión,
en cuanto a que actúa por sí y no a nombre de su deudor (ver comentario
al art. 2248 CCyC). A pesar de que la norma dice que “le basta” al actor
probar su derecho de hipoteca, además del derecho de poseer del deudor
hipotecario (de fácil comprobación, como se verá), solo será así cuando la
expresión se asocie a la innecesariedad de comprobar que la cosa no está
gravada con el derecho (o con su alcance) que el demandado se quiere
arrogar; pero —fuera de esa interpretación— también deberá el acreedor
hipotecario acreditar los hechos con los cuales se ataca la libertad de su
derecho.
ACCION CONFESORIA
ARTICULO 2264.- Legitimación pasiva. La acción confesoria compete
contra cualquiera que impide los derechos inherentes a la posesión de
otro, ESPECIALMENTE SUS SERVIDUMBRES ACTIVAS.
ARTICULO 2265.- Prueba. Al actor le basta probar su derecho de poseer el
inmueble dominante y su servidumbre activa si se impide una
servidumbre; y su derecho de poseer el inmueble si se impide el ejercicio
de otros derechos inherentes a la posesión; si es acreedor hipotecario y
demanda frente a la inacción del titular, tiene la carga de probar su
derecho de hipoteca.
Interpretación. Atento que la restante prueba que debe producir el actor
variará según los distintos casos en que se otorga la acción confesoria, se
ha brindado una solución para cada supuesto de legitimación activa.
Titulares de derechos reales que se ejercen por la posesión cuando sea
atacado un derecho inherente a la posesión que no sea una
servidumbre. En el supuesto de la acción confesoria iniciada frente a un
ataque a los derechos correlativos a los límites legales al dominio, le
bastará al actor acreditar su derecho real o derecho de poseer, pues si —
por definición— los límites surgen solo de la ley y son inherentes al
derecho de poseer, probado este último, aquellos se tienen por
comprobados.
Titulares de servidumbres activas: reales o personales. En este caso, la
norma exige a quien acciona, acreditar no solo su derecho de poseer el
inmueble dominante, sino también la servidumbre activa. Esta exigencia
deviene lógica si se tiene en cuenta el criterio general que emana del art.
1888 CCyC, según el cual “las cosas se presumen sin gravamen, excepto
prueba en contrario” y del art. 1941 CCyC que establece que “el dominio
se presume perfecto hasta que se pruebe lo contrario”.
POR EJEMPLO, si el demandado impide el ejercicio de una servidumbre de
tránsito a través de la obstrucción del camino en el predio sirviente, el
actor deberá acreditar este hecho, su derecho real de dominio sobre el
inmueble dominante y la existencia de la servidumbre de tránsito. La
fórmula de la norma va de la mano con la conclusión —ahora plasmada en
el art. 2162 CCyC— en cuanto a que todas las servidumbres, sean reales o
personales, requieren la existencia de dos fundos (el dominante y el
sirviente). Si no fuera de este modo y las servidumbres personales no
recayeran sobre un inmueble, solo se hubiera exigido la prueba del
“derecho de poseer el inmueble dominante” en casos en que se impida el
ejercicio de una servidumbre real. Respecto al modo de probar la
servidumbre, quien demanda deberá acompañar el título de adquisición.
Si bien, por un lado, surge del art. 2565 CCyC que pueden adquirirse por
usucapión todos los derechos reales principales, y la servidumbre es uno
de ellos; por otro lado, el art. 1891 CCyC aclara que las servidumbres
positivas se ejercen por actos posesorios concretos y determinados (las
negativas implican una abstención) sin que su titular ostente la posesión,
mientras que la prescripción para adquirir requiere la posesión por el
tiempo fijado por la ley (art. 1897 CCyC). Aunque pueda resultar dudoso si
las servidumbres positivas pueden adquirirse por usucapión, de admitirse
la posibilidad y si ha mediado sentencia declarativa, se deberá justificar su
dictado y, en su caso, la inscripción registral. De no haber mediado
sentencia declarativa, se deberá producir la prueba tendiente a acreditar
los actos posesorios concretos y determinados (art. 1891 CCyC) con los
que se ejerció la servidumbre durante el plazo de ley.
Titulares del derecho real de hipoteca (acreedores hipotecarios). La
literalidad del art. 2265 CCyC lleva a concluir que, además del carácter de
acreedor hipotecario, el actor debe acreditar el derecho de poseer del
constituyente de la hipoteca, que solo pueden ejercer los titulares de los
derechos reales de dominio, condominio, propiedad horizontal, conjuntos
inmobiliarios y superficie (art. 2206 CCyC). Sin embargo, por más que
aparezcan como lógicas las dos exigencias —pues no podría iniciarse una
acción real para proteger la plenitud de derechos reales que se ejercen
por la posesión sin acreditarse también la existencia del derecho agredido
—, bastará con que el acreedor hipotecario justifique su derecho real a
través de la presentación del instrumento público por el que se
constituyó la hipoteca, cuyas constancias y formalidades que preceden a
su otorgamiento lo vuelven suficiente para cumplir con ambos recaudos
del artículo. Esta idea reafirma que el acreedor hipotecario actúa por sí, y
no a nombre de su deudor. Si fuera una servidumbre el derecho inherente
a la posesión impedido al constituyente de la hipoteca, el acreedor
hipotecario deberá, además, acompañar el título que la justifique. Pero,
en el caso que el derecho vulnerado sea el correlato de los límites al
dominio, no habrá nada más que probar que no sea el carácter de
acreedor hipotecario y el derecho de poseer del deudor hipotecario, pues
aquellos límites provienen siempre de fuente legal.
ACCION DE DESLINDE
ARTICULO 2266.- Finalidad de la acción de deslinde. Cuando existe estado
de incertidumbre acerca del lugar exacto por donde debe pasar la LINEA
DIVISORIA entre inmuebles contiguos, la acción de deslinde permite
fijarla de manera cierta, PREVIA INVESTIGACION FUNDADA EN TITULOS Y
ANTECEDENTES y demarcar el límite en el terreno. No procede acción de
deslinde sino REIVINDICATORIA cuando no existe incertidumbre sino
cuestionamiento de los límites.
ARTICULO 2267.- Legitimación activa y pasiva. El titular de un derecho real
sobre un inmueble no separado de otro por edificios, muros, cercas u
obras permanentes, puede exigir de los colindantes, que concurran con él
a fijar mojones desaparecidos o removidos o demarcar de otro modo el
límite divisorio. Puede citarse a los demás poseedores que lo sean a título
de derechos reales, para que intervengan en el juicio. La acción puede
dirigirse contra el Estado cuando se trata de bienes privados. El deslinde
de los bienes de dominio público corresponde a la jurisdicción
administrativa.
ARTICULO 2268.- Prueba y sentencia. Cada una de las partes debe aportar
TITULOS Y ANTECEDENTES a efectos de probar la extensión de los
respectivos derechos, en tanto el juez debe ponderar los diversos
elementos para dictar sentencia en la que establece una línea separativa.
Si no es posible determinarla por los vestigios de límites antiguos, por los
títulos ni por la posesión, el juez debe distribuir la zona confusa entre los
colindantes según, fundadamente, lo considere adecuado.