Alicia González Alonso.
Alicia González Alonso.
Alicia González Alonso.
Cómo citar/Citation
González Alonso, A. (2016).
La responsabilidad del estado legislador por vulnerar
el derecho europeo o la constitución: un análisis comparativo.
Revista Española de Derecho Constitucional, 106, 381–429.
doi: http://dx.doi.org/10.18042/cepc/redc.106.10
382 ALICIA GONZÁLEZ ALONSO
SUMARIO
I. INTRODUCCIÓN
Unión Europea (en adelante, por lo general DUE). Como es de sobra sabido,
los lineamentos fundamentales por los que se han venido rigiendo ambas
cuestiones son de creación jurisprudencial, habiendo tenido un papel rele-
vante en la configuración de los mismos el Tribunal Supremo (en adelante,
TS) y el Tribunal de Justicia de la Unión Europea (en delante, por lo general,
TJUE), tanto de forma unilateral, como a través de la utilización de instru-
mentos que favorecen el llamado diálogo entre Tribunales.
Aunque la nueva regulación plantea varios problemas, son dos los que
van a centrar la atención de este trabajo. El primero es que, a diferencia de lo
sostenido hasta ahora por el TS, el legislador condiciona el derecho a obtener
una indemnización por daños derivados tanto de la aplicación de una ley in-
constitucional como de una norma contraria al DUE a que se inste la tutela
judicial contra sus actos aplicativos y a que se invoque en el proceso judicial su
contrariedad, según el caso, a la Constitución o al Derecho de la Unión
(art. 32.4 y 32.5 LRJSP)1. Adelanto ya que esta nueva regulación, en este
punto concreto, debe considerarse acertada. El segundo es que el legislador ha
establecido diferencias en el régimen jurídico aplicable a los supuestos de res-
ponsabilidad del legislador por vulneración de la Constitución y del DUE ya
que, solo para este último supuesto exige dos requisitos adicionales (art. 32.5):
a) «que la norma jurídica tenga por objeto conferir derechos a los particula-
res»; b) que «la violación esté suficientemente caracterizada»2. Como han se-
ñalado ya algunos autores y el propio TS3, este tratamiento diferenciado entre
ambos regímenes de responsabilidad puede plantear problemas a luz del prin-
cipio de equivalencia y de la aplicación del régimen sustantivo más favorable
si partimos de la base de que ambas acciones de responsabilidad son similares.
1
Del tenor literal de las disposiciones legales, se puede concluir que no es necesario para
que nazca el derecho a la indemnización que el recurrente agote todos los recursos o
acciones contra la primera sentencia confirmatoria de la actuación administrativa re-
currida.
2
Aunque el art. 32.5.c) hace referencia además a la existencia de una relación de causa-
lidad directa entre el daño sufrido y el incumplimiento de la obligación exigible a la
Administración incumplidora, este requisito también resulta exigible al supuesto de la
responsabilidad del Estado legislador por leyes inconstitucionales.
3
Vid. en este sentido Rodríguez de Santiago (2015). En sede judicial, aunque antes de
aprobarse la LRJSP, también se ha analizado si el requisito de la concurrencia de una
infracción del Derecho suficientemente caracterizada puede exigirse a los casos en los
que se pretende obtener una indemnización por responsabilidad del Estado legislador
por incumplimiento de DUE y, sin embargo, no exigirse en los casos en los que el
legislador vulnera la Constitución. Vid. en este sentido la STS de 22 de septiembre de
2014 (rec. núm 390/2012).
4
La ley fue cuestionada en 94 ocasiones y por un gran número de TSJ.
5
El gravamen de 1990 fue cuestionado en 4 ocasiones: 3 cuestiones de inconstitucio-
nalidad fueron planteadas por el TSJ de Cataluña y una por el TSJ de Madrid.
6
El gravamen establecido en 1983 se consideró no contrario al principio de seguridad
jurídica con base en tres tipos de argumentos: el tipo de retroactividad que fue de
grado medio y no de grado máximo, el carácter previsible del cambio normativo y que
la finalidad de la medida, además de adecuada, estaba justificada. Sin embargo, en el
año 1990 las circunstancias en las que se crea el gravamen son radicalmente distintas.
La única semejanza con el gravamen impuesto en el año 1983 es que en ambos casos
se trata de medidas tributarias de carácter retroactivo de grado medio. Sin embargo, el
gravamen de 1990 no se consideró por el TC ni previsible, ni adecuado, ni justificado.
Respecto a la previsibilidad, el TC verificó que la Tasa Fiscal sobre el Juego se había
incrementado al inicio del ejercicio tributario por lo que no era previsible una nueva
subida en mitad de ese mismo ejercicio. La finalidad aducida por el legislador fue la
lucha contra la ludopatía. Aunque efectivamente podría ser legítima la previsión de un
gravamen para la consecución de fines extrafiscales, estrechamente conectados en este
caso con el mandato de protección de la salud del art. 43 CE, no se juzgó constitucio-
nal porque no se consideró una medida adecuada para la consecución del objetivo
propuesto. El establecimiento de un tributo de forma retroactiva no es un mecanismo
adecuado para modificar comportamientos que ya se han producido.
7
En este sentido Ahumada (2001): 340 y ss. También lo entendió así el magistrado
Xiol Ríos en el voto particular que formuló a la STS de 13 de junio de 2000 (RJ
2000\5939).
8
A esta sentencia le siguieron otras de signo igualmente desestimatorio. Solo en algunos
supuestos, en los que sí se produjo una vulneración por parte los órganos judiciales de
alguna de las vertientes del art. 24.1 CE fue posible la retroacción de actuaciones al
TSJ correspondiente. Puede verse, en este sentido la STC 124/2000. En este caso, el
recurrente tuvo «la suerte» de que el TSJ de Madrid incurriera en una incongruencia
por error en la sentencia dictada el 16 de noviembre de 1995 —antes de declararse la
inconstitucionalidad del gravamen complementario— ya que no se pronunció sobre
la inconstitucionalidad del gravamen complementario sino sobre otro tributo. Esta
vulneración del art. 24.1 CE, apreciada por el TC en amparo años después de que se
declarara la inconstitucionalidad del gravamen complementario, tuvo como efecto la
anulación de la sentencia incongruente y la retroacción de las actuaciones al TSJ para
que dictara nueva sentencia. Naturalmente, el TSJ dictó sentencia estimatoria debido
a que la inconstitucionalidad de la ley ya era «conocida». La infracción de los derechos
procesales tuvo en este caso concreto ventajas para el recurrente.
9
Vid., en este sentido, Ahumada (2001): 347.
10
STS de 22 de diciembre de 1998, r.c. núm. 6403/1993, Ponente Gota Losada. La
cursiva la añado yo. En idéntico sentido puede verse STS de 23 de diciembre de 1998,
r.c. núm. 4890/1993.
11
Gómez Montoro (2001): 627 apunta este sentido: «Cabe, por ello, entender que la
solución adoptada responde en buena medida a la peculiaridad del caso».
12
Esta expresión se contiene en la inmensa batería de sentencias que se dictaron como
consecuencia de las acciones de responsabilidad patrimonial por la imposición del
gravamen complementario de 1990. Pueden verse, entre otras muchas otras, en las
SSTS, 29 de febrero de 2000 (RJ 2000\2730), 13 de junio de 2000 (RJ 2000\5939),
11 de enero de 2001 (RJ 20001\630).
13
Tal afirmación se encuentra entre otras en la STS 13 de junio de 2000, FJ 7.º (RJ
2000\5939). Es evidente, por otra parte, que esta afirmación del TS parece que está
Las cosas no fueron exactamente así en aquellos casos en los que los
obligados tributarios por el pago del gravamen se aquietaron a la ley y no
solicitaron la devolución de los ingresos indebidos. La primera diferencia
esencial que cabe resaltar, es que la sentencia estimatoria dictada por el TS no
lo fue por unanimidad14. La segunda de las diferencias afecta también a las
vías de las que, según la doctrina inicial del TS —hoy ya corregida— dispo-
nían los que se aquietaron a los actos aplicativos de la ley declarada ulterior-
mente inconstitucional. Este grupo de afectados por la ley no solo contaron
con la acción de responsabilidad del Estado legislador sino que además, «en
cualquier momento», pudieron iniciar una acción de revisión en vía adminis-
trativa al amparo de lo previsto en el art. 102 de la LRJPAC. La argumenta-
ción del TS en estas resoluciones llevó a conclusiones difíciles de aceptar ya
que situó en una mejor posición procesal, en cuanto que disponían de más
vías, a aquellos que en su día se aquietaron a una ley ulteriormente declarada
inconstitucional que a aquellos otros que intentaron hacer valer sus derechos
ante el juez. Esta doctrina fue modificada por la STS de 18 de enero de 2005
(RJ 2005\898) dictada en un recurso de casación en interés de ley, que ha
negado que el derecho a la devolución de cantidades indebidamente ingresa-
das por exigirlo así una ley declarada inconstitucional pueda ser ejercido «en
cualquier momento»15.
imputando el «error de derecho», más que al legislador, al Juez. Vid. en este sentido
Ahumada (2001): 340 y 341.
14
El magistrado Xiol Ríos formuló voto particular a la primera de las sentencias que
estimaron el recurso contencioso-administrativo interpuesto por quien consintió los
actos aplicativos de la ley.
15
Afortunadamente esta sentencia desbarató la posición de privilegio que parecían tener
aquellos que se aquietaron a los actos aplicativos a una ley declarada inconstitucional
frente a los que sí lo hicieron. Esta nueva doctrina, que ha sido acogida por la totalidad
de los Tribunales Superiores de Justicia, no se ha considerado vulneradora del art. 24.1
CE tal y como ha establecido el TC en su STC 105/2009.
16
STS, Sección 6.ª de 24 de mayo de 2005, FJ 3.º, RJ 2005\4986. A su través, se deses-
tima un recurso en el que se instaba la responsabilidad patrimonial del Estado legisla-
dor como consecuencia de la STC 194/2000 que declaró la inconstitucionalidad de la
disposición adicional cuarta de la Ley 8/1989 de Tasas y Precios Públicos. Cuando el
TC dictó esta sentencia ya era conocida la doctrina de la responsabilidad el Estado
legislador por leyes inconstitucionales, según la cual si el TC limita los efectos de la
declaración de inconstitucionalidad, no prosperan las acciones de responsabilidad pa-
trimonial.
17
Vid., por todas, STS de 15 de julio de 2000 (RJ 2000\7423) en la que se afirma:
«cuando la propia sentencia del Tribunal Constitucional no contenga pronunciamien-
to alguno al respecto corresponde a los Jueces y Tribunales ante quien se suscite tal
cuestión decidir definitivamente acerca de la eficacia retroactiva de la declaración de
inconstitucionalidad en aplicación de las leyes y los principios generales del Derecho
interpretados a la luz de la jurisprudencia, de manera que, a falta de norma legal ex-
presa que lo determine y sin un pronunciamiento concreto en la sentencia declaratoria
de inconstitucionalidad, han de ser los Jueces y Tribunales quienes, en el ejercicio
pleno de su jurisdicción, resolverán sobre la eficacia ex tunc o ex nunc de tales senten-
cias declaratorias de inconstitucionalidad».
18
Como consecuencia de la declaración de inconstitucionalidad del art. 2.Tres del RDL
5/2002, de 24 de mayo, algunos trabajadores a los que se les había aplicado dicha
norma, instaron la responsabilidad del Estado legislador. La sentencia citada en texto
principal resuelve uno de estos supuestos. El mencionado precepto, modificando el
Estatuto de los Trabajadores, suprimió en los casos de indemnización por despido
improcedente los salarios de tramitación. Sin embargo, la posterior Ley 45/2002, de
12 de diciembre, volvió a incluir en la indemnización por despido improcedente este
concepto. Naturalmente la norma contenida en el RDL fue aplicada y los trabajadores
que fueron despedidos durante su vigencia no percibieron en concepto de indemniza-
ción los salarios de tramitación. Una vez declarada la inconstitucionalidad del RDL
instaron la responsabilidad del Estado legislador.
19
Aunque la jurisprudencia del TS ha contado con apoyos de la doctrina científica, no
hace falta a estas alturas dar cuenta de los trabajos que se han publicado y que han
criticado duramente la doctrina emanada del TS a propósito de la responsabilidad
patrimonial del Estado legislador por la emisión de leyes inconstitucionales. Cito, por
todos, a García de Enterría (2007).
20
Así se hace constar incluso en el FJ 3.º la propia sentencia de Pleno.
21
Vid., por ejemplo, Sesma (2010).
nales realizan a la doctrina de nuestro TS, creo que es un error concluir ante
nuestros vecinos europeos que ese es nuestro sistema de responsabilidad.
Según el TS, la antijuricidad de la ley no es ni mucho menos el único
requisito que debe concurrir para que se pueda declarar la responsabilidad
patrimonial del Estado legislador. A través de su jurisprudencia, ha afirmado
que es necesario que la vulneración de la Constitución por el legislador genere
un daño indemnizable. No hay por tanto, indemnización sin daño. Esta exi-
gencia está conectada con el modo de concebir la responsabilidad patrimonial
«como institución que viene a tutelar la integridad patrimonial de los admi-
nistrados frente a las intromisiones de los poderes públicos, atendiendo a la
reparación de las lesiones producidas a los particulares en sus bienes y dere-
chos». En realidad, la jurisprudencia del TS también ha admitido que puede
haber inconstitucionalidad sin responsabilidad. Es evidente que en esta cons-
trucción jurisprudencial resulta determinante a efectos de obtener una indem-
nización lo que deba entenderse por «daño» y, en este puno, el TS no ha sido
precisamente generoso22.
Pero es que, además de la existencia del daño, no habrá responsabilidad
patrimonial si el TC limita los efectos de la declaración de inconstitucionali-
dad. El mantenimiento, o mejor, la efectividad, de esa doctrina del TS se ha
dejado voluntariamente por parte del propio TS en manos del TC, de tal
manera que la llave para activar o no la procedencia de la declaración de res-
ponsabilidad patrimonial del Estado legislador por emanar leyes inconstitu-
cionales depende en última instancia del propio TC. Las posibilidades que se
le abren en este sentido al TC son inmensas, ya que, a día de hoy, cuando éste
controla la constitucionalidad de la ley, también hace lo propio respecto de la
responsabilidad patrimonial del Estado legislador23. En efecto, uno de los po-
deres más importantes del TC es la potestad de limitar los efectos de la decla-
ración de inconstitucionalidad. La conclusión que se desprende de lo anterior
22
Vid., entre otras muchas las SSTS, de 24 de noviembre de 2009 (2010\16840), FJ 2
(dictada por la Sección 4º) y de 11 de diciembre de 2009 (J 2009\495668), FJ 3
(dictada por la Sección sexta). La última de éstas resuelve una demanda de responsa-
bilidad patrimonial del Estado legislador interpuesta con motivo de la declaración de
inconstitucionalidad (STC 121/2005) de determinados artículos de la Ley 62/1997
que imponía el pago de determinadas tarifas portuarias. El TS concluye que, a pesar
de la antijuridad, los que abonaron dichas tarifas se beneficiaron de determinadas
prestaciones, por lo que no se produjo un detrimento patrimonial que pudiera consi-
derarse como un daño real y efectivo. Téngase en cuenta, además, que en este caso, el
motivo de la inconstitucionalidad de la Ley vino motivado por cuestiones competen-
ciales, no sustantivas.
23
STC 105/2009.
es que se puede vedar el acceso a una indemnización con base en razones que,
aunque no sean tomadas en consideración en el proceso en el que se insta la
responsabilidad patrimonial, ya se habían impuesto en el proceso de control
de constitucionalidad de la ley. Y en éste, las justificaciones que puede ofrecer
el TC son de muy diverso signo, de tal manera que, aunque parece diseñarse
por el TS un sistema de responsabilidad patrimonial objetivo, se subjetiviza
tremendamente en sede constitucional. Más adelante, volveré sobre este
asunto que considero especialmente relevante a los efectos de este trabajo.
En ocasiones, atender a las cifras es importante, y creo que esta es una de
ellas. Desde que el TS ha venido a reconocer la responsabilidad del Estado
legislador por leyes inconstitucionales, solo en cuatro casos de inconstitucio-
nalidad se ha reconocido el derecho a indemnización: el ya expuesto del gra-
vamen complementario; el que vino motivado por la declaración de inconsti-
tucionalidad de la disposición adicional vigésima de la Ley 37/1988, de 28 de
diciembre que estableció el pase a segunda actividad de determinados miem-
bros de las fuerzas y cuerpos de Seguridad del Estado; el derivado de la decla-
ración de inconstitucionalidad del RD-ley 5/2002, de Medidas Urgentes para
la reforma del sistema de protección por desempleo y mejora de la ocupabili-
dad; y, por último, el derivado de la STC 89/2009 que declaró la inconstitu-
cionalidad de del art. 34.5 de la Ley 50/1998, que dio lugar a la devolución
de determinadas cotizaciones sociales correspondientes al ejercicio 1998 a los
Administradores de empresas24. Desde la primera sentencia que declaró la res-
ponsabilidad patrimonial del Estado legislador hasta hoy han pasado más de
quince años y las declaraciones de inconstitucionalidad generadoras de daños
han sido muchísimo más numerosas que las de responsabilidad. ¿Puede afir-
marse entonces que estamos ante un sistema de responsabilidad patrimonial
objetivo? Evidentemente no. Sin duda, estos matices y estos datos deberían
tenerse muy en cuenta a la hora de mostrar ante Europa cual es, de facto,
nuestro sistema de responsabilidad patrimonial por incumplimiento de la
Constitución.
24
Este caso es prácticamente idéntico al del Gravamen Complementario sobre la Tasa
Fiscal sobre el Juego, en el que resultó vulnerado el principio de seguridad jurídica.
Las sentencias del TS en las que se ha reconocido la responsabilidad patrimonial del
Estado legislador en este caso (que, por cierto son muy pocas) se apunta como argu-
mento a fortiori el hecho de que el precepto constitucional infringido por la Ley fuera
el art. 9.3 CE.
25
Aunque el citado precepto se remite a los principios generales comunes a los Estados
Miembros, esta remisión, según García de Enterría (2005), p. 38, «no se ha entendido
por el Tribunal de Justicia (...) en el sentido del <mínimo común a todos esos Dere-
chos, lo que hubiese arrojado la consecuencia absurda de tener que aplicar el rasero
propio del Derecho nacional menos generoso y más limitativo en la materia, sino
como un reconocimiento general del principio de responsabilidad de la Administra-
ción, principio cuya modulación y aplicación ha hecho luego por su cuenta el Tribu-
nal de Justicia, poniendo en pie un cuerpo propio de principios»
26
Apartados 43, 44 y 45 de la Sentencia de 25 de mayo de 1978, Bayerische NHL Ver-
mehrungsbetribe GmbH & Co. KG y otros contra Consejo y Comisión, as. Acumu-
lados 83 y 94/76, 4, 15 y 40/77.
que se constituyen en verdaderas opciones políticas que, para ser tales, necesi-
tan de un amplio margen de discrecionalidad. Respecto de éstas y en atención
precisamente a ese amplio margen de maniobra del autor de la norma, solo los
daños especialmente graves y solo en el caso de un error manifiesto o grave de
las Instituciones podrá exigirse la responsabilidad ya que, de otro modo, no
podrían adoptarse determinadas decisiones necesarias para el interés de la Co-
munidad por el posible temor a la interposición de acciones de responsabili-
dad que hicieran incluso inviable la propia existencia de la Comunidad. En
definitiva, a todo aquello que «pertenece al ámbito de la actividad legislativa
de la Comunidad»27, aunque no se trate propiamente de Reglamentos del
Consejo, debe ser de aplicación el régimen de responsabilidad especial, esto es,
no una simple ilegalidad, sino una «vulneración suficientemente caracteri-
zada».
A pesar de la existencia de estos dos sistemas de responsabilidad, se aplicó
con carácter general durante varias décadas el régimen especial o restringido.28
Ello se ha debido a que dentro del concepto «actos normativos que implican
opciones de política económica» se han incluido todo tipo de medidas en
materia económica: actos y omisiones, legislativas y no legislativas, generales
o singulares, etc.29. Debido a esta expansión del régimen especial de responsa-
bilidad y a la interpretación absolutamente restrictiva de los requisitos que
permiten su activación, solo los actos en los que se rozaba la arbitrariedad, se
declaró la responsabilidad extracontractual de las Instituciones Comunitarias.
A este entendimiento restrictivo de la responsabilidad, hasta la década de los
noventa, el TJUE exigió además que los daños causados fueran «especialmente
graves y singulares».
En la última década la tendencia a la expansión del régimen especial o
más restrictivo se ha contenido30. Como se verá más adelante, en la actualidad
para la aplicación de tal régimen de responsabilidad el TJUE tiene en cuenta
principalmente dos factores: el margen de apreciación del que dispone la Ins-
27
Expresión contenida en la S. de 8 de diciembre de 1987, Les Grands Moulins de Paris
contra CEE, as. 50/86. Tomo el dato de Guichot (2001): 189.
28
Vid. en este sentido, Guichot, (2001): 182-187.
29
Un estudio de cómo se ha producido esta expansión puede verse en Guichot (2001):
214 a 272.
30
En la Sentencia TJUE de 4 de julio de 2000 dictada en casación, as. C-352/1998-P,
Laboratorie pharmaceutiques bergadem SA y Jean-Jacques v. Comisión, se puede
apreciar ya este cambio. El TJUE se remite al sistema de responsabilidad de los Esta-
dos Miembros y se afirma que, para estimar como cualificada una vulneración del
DUE, hay que atender al grado de apreciación de la norma vulnerada, pero no al al-
cance generador del daño.
31
Por todos, Alonso García, R. (1997): 29.
32
Afirmación contenida en la S. Francovich y reiterada, si no en todas, en la mayoría de
las sentencias del TJUE en las que aborda el problema de la responsabilidad extracon-
tractual de los Estados Miembros.
33
S. Brasserie du pêcheur y Factortame de 5 de marzo de 1996, as. 46 y 48/93.
34
S. Lomas, 23 de mayo de 1996, as. 5/94.
35
S. British Communications de 26 de marzo de 1996, as. 392/93.
36
Dillenkofer, Erdmann, Schulte, Heuer y Knor, de 8 de octubre de 1996, as. 178-179
y 188-190/94).
37
S. Köbler, de 30 de septiembre de 2003, as. 224/01.
38
Vid. en este sentido Alonso García, R. (1997): 20.
39
Francovich y Bonifaci v Italia, S. de 19 de noviembre de 1991, FJ 38. Se añade la
cursiva.
40
Francovich y Bonifaci v. Italia, S. de 19 de noviembre de 1991, FJ 40.
41
La cursiva la añado yo.
42
S.de 5 de marzo de 1996, as. 46 y 48/93
43
FJ núm. 42 S. de 5 de marzo de 1996, as. 46 y 48/93.
del TJUE44. La «excusabilidad» del error por parte del infractor se convierte en
la clave fundamental para el surgimiento o no de la responsabilidad.
Los requisitos exigidos para declarar la responsabilidad extracontractual
de los Estados Miembros vienen a aproximar el fundamento de tal régimen,
más que en garantizar la eficacia de los derechos de los particulares, en un
mecanismo para penalizar o sancionar los incumplimientos más graves. Como
ya se vio anteriormente, este principio ha sido mucho más eficaz para reparar
y corregir las infracciones manifiestas del DUE que la declaración de incum-
plimiento.
Naturalmente y como en toda evolución jurisprudencial, Brasserie no
dejó todas las cuestiones cerradas, sino que fue el punto de partida de una
equiparación de los distintos sistemas de responsabilidad que se habían ensa-
yado por el TJUE45.
44
El TJ facilitó además en Brasserie otros criterios adicionales para determinar si una
violación del Derecho debía considerarse suficientemente caracterizada, a saber: «el
grado de claridad y precisión de la norma vulnerada, la amplitud del margen de apre-
ciación que la norma infringida deja a las autoridades nacionales o comunitarias, el
carácter intencional o involuntario de la infracción cometida o del perjuicio causado,
el carácter excusable o inexcusable de un eventual error de Derecho y la circunstancia
de que las adoptadas por una institución comunitaria hayan podido contribuir al
mantenimiento de medidas o de prácticas nacionales contrarias al Derecho Comuni-
tario» (FJ 56).
45
Para una buena aproximación a cómo evolucionó la doctrina del TJUE en relación
con este asunto pueden verse Alonso García, R. (1997) y Guihot (2001): 447 a 556.
46
Según el TJUE (entre otras, S. de 18 de marzo de 2010, Trubowest Handel GmbH c.
Consejo y Comisión, as. C-419/08-P) deben cumplirse acumulativamente los tres
requisitos, de tal manera que el hecho de que no concurra uno de ellos bastará para
desestimar el requisito de la indemnización.
47
S. dictada en casación, as. C-352/98P, Laboratories pharmaceutiques Bergaderm SA y
Jeans-Jacques Goupil v Comisión.
48
Los FFJJ 41 a 44 de la citada son los que aclaran esta cuestión.
49
Vid. Alonso García, R. (2009): 179.
50
Vid. en este sentido Mangas (2010): 456-457.
51
Vid., entre muchas otras, STJCE de 16 de mayo de 2000, C-18/98, FJ 57.
52
Así lo establece el TJUE en la Sentencia de 26 de enero de 2010 (FJ 33).
53
Así lo ha puesto de manifiesto Ferreres (2010): 79. Señala, en este sentido, la STJUE
de 6 de octubre de 2009 (C-40/08, as. Asturcom Telecomunicaciones) en la medida
en que obliga al juez a apreciar de oficio las nulidades comunitarias cuando el Derecho
nacional simplemente permite al juez su apreciación. Pero esta doctrina no ha corregi-
do la que se expuesto como reiterada en el texto principal debido a dos razones: esta
última doctrina se contiene en la STJU de 26 de enero de 2010 que ha sido dictada
por la Gran Sala del TJUE y es posterior a la citada anteriormente que además fue
dictada por una de las Salas.
54
STJCE de 16 de mayo de 2000, C-78/98, as. Preston y otras.
55
STJUE 24 de marzo de 2009, as. C-445/06, Danske Slagterier.
56
Estas conclusiones, sin embargo, han sido criticadas por la doctrina con base en dis-
tintos y dispares argumentos. Pueden verse al respecto, Alonso García, R. (2009):
183-184; y con otro tipo de argumentos Checa (2006): 204-236.
gún el TS, les sea exigible a los que pueden verse perjudicados por una ley
contraria al DUE que reaccionen frente a los actos de aplicación pues si no lo
hacen, será su negligencia la causante del daño. La apelación, en consecuencia,
a la doctrina del TJUE referida a la responsabilidad extracontractual por el
incumplimiento del DUE aparece en estas sentencias para determinar que el
último de los requisitos, esto es, que exista una relación de causalidad directa
entre la violación del DUE y el perjuicio sufrido, no se ha cumplido. En el
fondo, lo que venía a declarar el TS es que no se puede aplicar la doctrina de
la responsabilidad del Estado legislador por leyes inconstitucionales a los casos
en los que la ley es contraria al DUE debido a que ambas situaciones no son
similares, pues la posición del recurrente no es equiparable en ambos supues-
tos.
Sin embargo, en el asunto Transporte Urbanos el TS cuestionó en su
Auto de 1 de febrero de 2008 si la doctrina de la que se acaba de dar cuenta
es conforme al principio de equivalencia en la medida en que la doctrina del
propio TS recaída en el caso del gravamen complementario no se consideró
un obstáculo el hecho de que el particular se aquietara a los actos aplicativos
de la ley. Y aquí, en este punto concreto, es donde se echa de menos una
explicación por parte del TS en relación con dos puntos fundamentales. Por
un lado, el TS no explicó entonces las razones que le llevaron en ese mo-
mento a considerar que quizás sí son similares ambas acciones de responsa-
bilidad cuando antes mantuvo la postura contraria. Por otro, se echa en falta
también un juicio comparativo entre el régimen de responsabilidad por le-
yes inconstitucionales diseñado por el TS y el creado por el TJUE a los
efectos de analizar cuál es el más beneficioso en términos generales. Sin
embargo, el auto se limitó a cuestionar si es preceptivo de conformidad con
el principio de equivalencia trasladar la no exigencia de uno de los requisitos
presentes en el régimen de responsabilidad creado a partir del caso del gra-
vamen complementario al régimen de responsabilidad extracontractual di-
señado por el TJUE. Pero es que, además, no ayudó en nada a clarificar las
cosas el hecho de que el auto de planteamiento de la cuestión prejudicial se
refiera a la jurisprudencia del TJUE a propósito de la obligación de devolver
o reintegrar los tributos recaudados por el Estado en contra del Derecho
Comunitario. Y esta creo, es otra cuestión, sin duda la más relevante para el
caso que se enjuiciaba, que se podía haber planteado en otros términos.
Sobre todo teniendo en cuenta que el TJUE ya había declarado en alguna
ocasión que no se puede alterar el sistema de recursos, utilizando la acción
de responsabilidad extracontractual para pretender lo que se hubiera lo-
grado a través de la acción de anulación si éste se hubiera interpuesto en
57
Vid. STJCE de 15 de julio de 1963, as. Plaumann (25/62). Un análisis tanto del caso
como del tratamiento que el TJUE le ha dado a la utilización simultánea o alternativa
de las acciones de responsabilidad y de anulación puede verse en Schermers y Wael-
broek, (2001): 535-539.
58
FJ 36. La cursiva la añado yo.
59
Vid. FJ 44. La cursiva la he añadido yo. El TJUE se encarga de señalar expresamente
que pueden existir otros elementos que, aunque no se hayan incluido en el auto de
remisión, podrían arrojar conclusiones diferentes en relación con la similitud de am-
bas situaciones.
60
En esta batería de asuntos, la violación del DUE (el art. 63 TFUE) no podía conside-
rarse especialmente caracterizada pues tenía por objeto una norma que no estaba sufi-
cientemente aclarada al momento de aprobarse la legislación española declarada pos-
teriormente contraria al DUE.
Son muchos los autores que se han pronunciado, antes y después del
auto de planteamiento de la cuestión prejudicial, a favor de que el régimen de
responsabilidad se extienda a aquellos supuestos en los que el legislador emana
leyes contrarias al DUE al considerar que ambas acciones son semejantes62.
Según esta corriente doctrinal, la única diferencia que existe entre ambas si-
61
El argumento utilizado por el TS en este caso para declarar la falta de similitud de las
acciones, aunque formalmente correcto, no acaba de resultar convincente. Por un lado
porque, como se expondrá más adelante, no parece corresponderse con la realidad la
afirmación de que la declaración de inconstitucionalidad, salvo casos verdaderamente
excepcionales, lleve aparejada la nulidad con efectos ex tunc en los casos en los que
dicha declaración dé lugar a la devolución de ingresos indebidos.
62
Vid. en este sentido, Checa (2006): 224. En la misma línea que el autor referido,
Moreno (2009): 125-130, ha valorado positivamente el planteamiento de la cuestión
prejudicial al considerar que un tratamiento procesal diferenciado para hacer viable la
declaración de responsabilidad del Estado legislador por vulneración de la Constitu-
ción y del DUE, exigiendo en este último caso requisitos más estrictos que para el
primero, vulneraría el principio de equivalencia y la primacía del DUE. Asimismo,
Alonso García, C. (2010): 78 también aprecia esta similitud, aunque es partidaria de
una revisión a fondo de la doctrina del TS sobre la responsabilidad del Estado legisla-
dor por la elaboración de leyes inconstitucionales. Según C. Alonso García, una vez
que la doctrina del TS ha admitido que el Estado debe responder de los daños que
fueran consecuencia de una ley inconstitucional, aun en los casos en los que los actos
de aplicación fueran firmes y consentidos, no se puede cercenar esa posibilidad cuan-
do la génesis de la lesión se halla en una ley anticomunitaria. En términos absoluta-
mente rotundos, lo hace también Ruiz Zapatero (2009): 12 y 13. Más recientemente,
también mantiene esta tesis Cobreros (2015): 42 y ss.
63
Solo he encontrado una: vid. Alonso García, R. (2009): 185-186. Más adelante, en el
texto principal, expondré las razones de su discrepancia a propósito de la falta de simi-
litud entre ambas acciones.
64
STC 209/1987, FJ 3.
65
Como señala Jiménez Campo (1998): 179, la libre configuración del legislador es
variable en atención a la delimitación más estricta o más laxa de la norma constitucio-
nal.
66
Según reiterada doctrina del TC (vid., por todas STC 215/2014), ni el art. 93 ni el
principio de primacía del Derecho de Unión han dotado a las normas del Derecho de
la Unión Europea, originario o derivado, de rango constitucional. Al respecto, vid., en
actualiza síntesis, López Castillo (2016).
67
Alonso García, R. (2009): 185-186.
68
El subrayado lo he añadido yo.
69
Según las Conclusiones del Abogado General (ap. 16 y 17): «(...) la limitación del
derecho a deducción por causa de la concesión de subvenciones no vinculadas al pre-
cio, solo afecta, a tenor de los arts. 17 y 19 de la Sexta Directiva, a los sujetos pasivos
mixtos y, en lo que a estos se refiere, puede aplicarse únicamente con arreglo a la fór-
mula de prorrata prevista en el art. 19. En este sentido la Ley del IVA se extralimita
doblemente: por una parte, amplía el ámbito de aplicación de dicha limitación a su-
jetos pasivos no incluidos en el mismo y, por otra, impone a los que sí lo están una
limitación al margen de la fórmula establecida en la Sexta Directiva. (...) (E)s jurispru-
dencia reiterada que <solo se permiten excepciones [al derecho a deducción] en los
casos previstos expresamente por la Directiva>».
70
El Abogado General Poiares Maduro se mostró también en términos absolutamente
rotundos en el sentido de informar desfavorablemente respecto a la solicitud de limi-
tación en el tiempo de los efectos de la sentencia al considerar que «el Reino de Espa-
ña no podía ignorar que su normativa era incompatible con las disposiciones de la
Sexta Directiva».
71
Vid., entre muchas otras, el FJ 8, STS de 13 de junio de 2000 (RJ\2000\5939).
72
Jiménez Campo (1998b): 112. Según Ahumada (2001): 355. «la declaración de in-
constitucionalidad es tan imprevisible como lo pueda ser la derogación».
73
Según Zagrabelsky (2008): 76, nota 21, ni la Constitución ni el Derecho en su con-
junto deben ser concebidas «como un conjunto de fórmulas legislativas con significa-
do en sí y de por sí, es decir, insensibles al contexto jurídico social circundante, como
una especie de red en la cual automáticamente caen, como en una trampa preparada,
los comportamientos ilícitos».
74
Presunción que, naturalmente, admite prueba en contrario en la medida en que puede
ser objeto de control de constitucionalidad tal y como establece la LOTC. Vid. en este
sentido, Requejo (1992): 49.
75
Aunque no en los mismos términos que los expuestos en el texto principal, el Aboga-
do General Poaires Maduro, sostuvo en las Conclusiones presentadas el 9 de julio de
2009 que las situaciones que se planteaban como similares en la cuestión prejudicial,
«no son realmente comparables» debido a que «la deferencia respecto a la ley nacional
impuesta a la administración en el marco del ordenamiento constitucional interno no
puede pura y simplemente trasplantarse al marco de las relaciones entre este ordena-
miento jurídico y el ordenamiento jurídico comunitario». La presunción de constitu-
cionalidad de la ley requiere en todo caso, esto es, también en los que nos encontre-
mos ante una vulneración manifiesta de la Constitución, que solo el juez
constitucional puede «deshacer esta presunción». Ésta, sin embargo, no es predicable
respecto a la ley interna que contraviene el DUE ya que en estos casos, más que una
presunción de conformidad al Derecho de la Unión, opera la aplicación del principio
de primacía.
76
Esta circunstancia, esto es, la falta de claridad de la norma comunitaria, no traería
como consecuencia automática la aplicación de la doctrina de la responsabilidad del
totalidad del Derecho de la Unión. Éste todavía debe contar con instrumentos
que aseguren el cumplimiento de todos los Estados miembros, no solo a las
finalidades y objetivos de la Unión, sino a cada una de las medidas adoptadas
por sus órganos79. Y es que, en definitiva, puede sostenerse que la función que
cumple la Constitución no es equiparable en modo alguno a la totalidad del
Derecho Europeo.
79
El principio de responsabilidad viene así a complementar a los de primacía y efecto
directo. Vid., en relación con este asunto y con la potencialidad que ya se auguraba al
principio de responsabilidad de los Estados por el incumplimiento del Derecho Co-
munitario Europeo, López Castillo (1996): 24-25.
80
Vid. en este sentido, además de los autores ya indicados en la nota 63, E. Guichot
(2001): 573- 574; Alonso García, R. (2009): 180 y 181. Aunque este último autor
esta es solo una aportación más que pretende abrir el debate desde otras pers-
pectivas.
que debido al creciente número de asuntos que acceden al TJUE, éste puede
incluso inadmitir cuestiones prejudiciales cuando ya no exista ninguna duda
interpretativa que aclarar porque la cuestión de Derecho planteada en la cues-
tión ya hubiera sido resuelta por el TJUE en un asunto análogo, incluso a falta
de una identidad estricta de las cuestiones debatidas82. De darse este último
supuesto, el juez debería conformarse con la inadmisión de la cuestión y de-
bería, llegado el caso, inaplicar la norma con rango de ley para asegurar la
primacía del DUE. Los requisitos que desde esta perspectiva son exigibles para
que nazca la obligación de indemnización son más flexibles en el caso eu
ropeo.
84
Vid., en este sentido, Gómez Montoro (2001): 621, que cita una batería de sentencias
en las que, de no haberse limitado hacia el pasado la eficacia de la declaración de nu-
lidad, hubieran obligado a la Hacienda Pública a devolver los ingresos efectuados en
su día por los ciudadanos en aplicación de la ley: SSTC 45/1989, 146/1994, 195/1994,
185/1995, 194/2000, 289/2000, 179/1994 y 180/2000. Las dos últimas no se refie-
ren a leyes tributarias, pero hubieran exigido la devolución de las cantidades ingresa-
das en su día.
85
Vid. STC 13/1992, FJ 17. Se añade la cursiva.
Frente a los 4 supuestos que antes he mencionado que han dado lugar a in-
demnización en 15 años, solo en los últimos 4 años —y sin ser exhaustivos—
es posible citar al menos 8 casos en los que el TC ha desactivado el derecho a
indemnización como consecuencia de la limitación de los efectos de la decla-
ración de inconstitucionalidad (SSTC 272/2015, 60/2015, 196/2014,
40/2014, 5/2014, 219/2013, 104/2013 y 161/2012). Esta práctica puede
obedecer a diferentes razones, pero quizás una de ellas sea el tiempo que trans-
curre desde que se aprueba la ley hasta que se declara inconstitucional. Las
justificaciones que, con carácter general, aduce el TC para limitar al futuro los
efectos de la declaración de inconstitucionalidad son tan genéricas y tan am-
plias que impiden conocer la ponderación de intereses en juego que ha hecho
el TC en cada caso concreto. En efecto, en la práctica totalidad de las senten-
cias en las que se lleva a cabo esta práctica se afirma: «Atendiendo a la plurali-
dad de valores constitucionales que concurren debemos traer a colación... el prin-
cipio de seguridad jurídica (art. 9.3 CE)».
Son por tanto esta «pluralidad de valores constitucionales» junto a la «se-
guridad jurídica» los que en la actualidad utiliza el TC para limitar los efectos
de la declaración de inconstitucionalidad y, en consecuencia, desactivar las ul-
teriores reclamaciones indemnizatorias por responsabilidad del Estado legisla-
dor. Creo que esta práctica constitucional, en la actualidad generalizada, es
criticable en la medida en que impide conocer las causas concretas que condi-
cionan la ulterior obtención de una indemnización y, en definitiva, los requisi-
tos que deben concurrir para tener derecho a ésta. O en otros términos, no
permiten conocer los requisitos de nuestro sistema interno de responsabilidad
patrimonial por leyes inconstitucionales. No estoy en contra de la técnica de la
modulación de los efectos, sino de la forma en que está siendo aplicada por el
TC. No creo que sea exagerado afirmar que, en realidad, lo más que podemos
prever ante una ley declarada inconstitucional que conlleve la devolución de
ingresos indebidos es que se limitarán los efectos de tal declaración. La nueva
regulación prevista en la LRJSP no parece que vaya alterar esta práctica ya que
el art. 35.1 establece como indemnizables «los daños producidos en el plazo de
los cinco años anteriores a la fecha de la publicación de la sentencia que declare
la inconstitucionalidad de la norma con rango de ley (...), salvo que la sentencia
disponga otra cosa». A la vista de lo expuesto, no se puede afirmar que en nues-
tro sistema de responsabilidad funcione el binomio inconstitucionalidad-in-
demnización, como si de un sistema de responsabilidad objetivo se tratase.
Como ya se ha expuesto anteriormente, su activación está condicionada a la
concurrencia de determinados factores que se analizan en sede constitucional
pero que no se explicitan detalladamente en sus sentencias.
Procede analizar ahora cuál es la práctica del TJUE. Aunque los Tratados
no contienen una norma que establezca las reglas que orienten los poderes del
86
Acción prevista en el art. 263 TFUE (antiguo 230). A su través pueden ser impugna-
dos ante el TJUE actos decisorios de las instituciones comunitarias que producen
efectos jurídicos frente a terceros. Los efectos de la sentencia del TJUE para el caso de
que éste estimara el recurso están previstos en el art. 264 TUE: «Si el recurso fuere
fundado, el Tribunal de Justicia declarará nulo y sin valor ni efecto alguno el acto
impugnado. Sin embargo, el Tribunal indicará, si lo estima necesario, aquellos efectos
del acto declarado nulo que deban ser considerados como definitivos».
87
El TJUE no solo puede pronunciarse sobre los efectos de la declaración de incompa-
tibilidad en las decisiones prejudiciales, sino que ha extendido tal posibilidad a los
recursos por incumplimiento. Pueden verse en este sentido las SSTJCE de 12 de
septiembre de 2000 (C-359/97), de 6 de octubre de 2007 (C-204/03), 19 de marzo
2002 (C-426/98).
88
Vid., entre otras, SSTJUE de 20 de septiembre de 2001, Grzelczyk, as. C-184/99, y
más recientemente la de 15 de marzo de 2004, Bidar, as. C-209/03.
una innovación, una vuelta a los criterios que el TJUE manejó en el pasado y
que, por cierto, fueron tenidos en cuenta por algunos Tribunales Constitucio-
nales para acoger la doctrina prospectiva en la declaración de ineficacia de las
leyes inconstitucionales89. Me refiero, sobre todo, al asunto Meilike (C-
292/04) en el que, según se desprende de la sentencia, de advertirse dicha in-
compatibilidad y de no limitarse en el tiempo los efectos de la sentencia del
TJUE, obligaría al Estado alemán a devolver 5.000 millones de euros. Debido
a los graves perjuicios económicos y financieros que una hipotética obligación
de devolución conllevaría para los Estados, los Abogados Generales que si-
guieron causas de este tipo dedicaron una buena parte de sus informes a dotar
de buenos argumentos al TJUE para que mitigara los efectos de una hipoté-
tica declaración de incompatibilidad90.
A pesar de ello, el TJUE no flexibilizó su doctrina en relación con la li-
mitación de los efectos hacia el pasado, lo que ha venido a confirmar que las
consecuencias financieras que podrían derivar para un Estado como conse-
cuencia de una sentencia dictada en el marco de una cuestión prejudicial no
bastan, al menos por sí solas, para justificar la limitación de los efectos en el
tiempo de la resolución que ponga de manifiesto la incompatibilidad entre la
obligación impuesta por el DUE y la actuación u omisión del Estado infrac-
tor. Admitir lo contrario supondría según el TJUE, que las infracciones más
graves, por haber perdurado más en el tiempo, recibirían un trato más favora-
ble en la medida en que son éstas las que pueden generar las consecuencias
89
Me refiero a la doctrina del caso Defrenne, STJCE de 8 de abril de 1976, que fue es-
pecialmente tenida en cuenta por E. García de Enterría (1989) para dar la bienvenida
a la asunción de esta doctrina por nuestro TC en la STC 45/1989.
90
Son interesantes en este sentido las conclusiones del Abogado General Jacobs presen-
tadas el 17 de marzo de 2005 en el as. C-475/03 (Banca Populare di Cremona c.
Agencia Entrate Ufficio Cremona), en las que sugiere al TJUE que, para evitar «el
peligro de perturbar muy seriamente la financiación regional —con improbables be-
neficios globales a largo plazo para los contribuyentes, ya que cualquier déficit en la
financiación deberá previsiblemente suplirse mediante otros impuestos— (...) inspi-
rarse en el [modelo] con frecuencia utilizado por el Tribunal Constitucional alemán:
una declaración de incompatibilidad sujeta a una fecha futura». Finalmente el TJUE
concluyó que la normativa italiana no era contraria al Derecho Europeo. Solo cabe
esperar que tal declaración no viniera en realidad motivada por los efectos tan perju-
diciales que hubiera provocado una declaración de incompatibilidad. Retomando lo
expuesto en la nota anterior, no deja de ser curioso que la doctrina del caso Defrenne
fuera tomada en consideración por algunos Tribunales Constitucionales europeos
para acoger la doctrina prospectiva y que sin embargo ésta haya sido abandonada por
el TJUE. ¿Se completará alguna vez el círculo?
económicas más cuantiosas. La regla general por tanto, es que, salvo que el
DUE no fuera suficientemente claro o aclarado, los efectos de sus pronuncia-
mientos tendrán efectos ex tunc. O dicho en otros términos, si la violación es
suficientemente caracterizada, debe concederse una indemnización por los
daños generados.
Comparando en este punto ambos sistemas de responsabilidad puede
observarse que los argumentos que puede aducir el TC para limitar en el
tiempo los efectos de la declaración de inconstitucionalidad y, en consecuen-
cia, para hacer inviable la declaración de responsabilidad del Estado legislador
que generen un derecho a indeminización, son al menos hasta ahora, infinita-
mente más poderosos de los que dispone el TJUE.
Es esta argumentación la que me lleva a no compartir en absoluto la pre-
misa de la que parte el TJUE en su Sentencia de 26 enero de 2010 cuando
afirma que «si Transportes Urbanos hubiera podido fundamentar su reclama-
ción de responsabilidad patrimonial en una sentencia del Tribunal Constitu-
cional que declarara la nulidad de la misma ley por infringir la Constitución,
esta reclamación habría sido estimada, con independencia de que dicha sociedad
no hubiera solicitado la rectificación de dichas autoliquidaciones antes de que
expiraran los plazos para hacerlo». Esta conclusión, que es quizás producto de
la falta de información o de su carácter erróneo, no es en absoluto acertada ya
que el derecho a la devolución solo hubiera surgido si el TC, tras analizar las
circunstancias que concurren en el caso, entre las que se encuentra la estabili-
dad financiera y económica del Estado, no hubiera limitado los efectos de la
declaración de inconstitucionalidad91. No sabemos con absoluta certeza qué
91
La lectura de las actuaciones evidencia que parte de las alegaciones que se han vertido
tanto en el auto de planteamiento de la cuestión prejudicial como en las Conclusiones
del Abogado General, contienen imprecisiones que han podido llevar al TJUE a ha-
cerse una idea no del todo certera de algunas cuestiones de Derecho español. Respec-
to al auto de planteamiento de la cuestión prejudicial, el TS no solo omite que la esti-
mación de las acciones de responsabilidad patrimonial del Estado legislador dependen
de que el TC no limite los efectos de la declaración de inconstitucionalidad, sino que
además afirma sin más precisión que la declaración de inconstitucionalidad lleva apa-
rejada su nulidad con efectos ex tunc, al contrario, también según el TS, de lo que
sucede cuando el TJUE declara la incompatibilidad de la ley nacional con el DUE en
la medida en que tal declaración no implica la nulidad de la ley. Y por lo que se refie-
re a las Conclusiones del Abogado General, se contiene en el apartado 36 una refe
rencia al recurso de amparo español que puede arrojar la falsa idea de que este ins
trumento procesal es idóneo para que los particulares invoquen ante el TC la
inconstitucionalidad de la ley en aquellos casos en los órganos judiciales decidieron no
plantear cuestión de inconstitucionalidad. En una aproximación comparativa entre
las posibilidades que tienen los particulares para hacer valer la inconstitucionalidad de
la ley o su compatibilidad con el DUE, el Abogado General llega a la conclusión de
que no difieren demasiado, pero apostilla in fine: «Por otro lado, procede añadir que
en el caso en que el justiciable no obtenga del juez nacional que conoce del litigio
principal la remisión al TC de la cuestión de constitucionalidad de la ley, tiene todavía
la posibilidad de acudir directamente al Tribunal Constitucional mediante un recurso
de amparo, mientras que no dispone de este medio cuestionar directamente la ley
respecto del Derecho Comunitario ni ante el Juez nacional ni ante el Tribunal de
Justicia». Sin embargo, según doctrina reiterada del TC el amparo no es un cauce
adecuado para hacer valer la inconstitucionalidad de la ley, salvo si la tacha de incons-
titucionalidad lo es por vulnerar derechos amparables. La reciente STC 232/2015
cambia radicalmente esta visión del problema en relación con el Derecho de la Unión.
atribuido a una norma europea92. Este avance jurisprudencial del TJUE creo
que se hacía necesario, no tanto para proteger los derechos de los ciudadanos
como para vincular a los órganos judiciales, no solo al DUE, sino también a
su interpretación por el TJUE. De poco valía afirmar la responsabilidad patri-
monial del Estado legislador en caso de que emanara normas contrarias al
DUE si luego los órganos judiciales no las conocían o no las aplicaban de
conformidad con la doctrina del TJUE.
Este posible desplazamiento de la vía impugnatoria a la vía indemnizato-
ria hubiera hecho un flaco favor al DUE en la medida en que los órganos ju-
diciales pasarían de ser verdaderos protagonistas en el control de la adecuación
del Derecho interno al DUE, a ser simples aplicadores de una decisión to-
mada por el TJUE a través de los recursos de incumplimiento. De algún
modo, perece instalarse una suerte de control concentrado en el TJUE, alte-
rando la arquitectura judicial de la UE. Desde luego, esta no es la mejor forma
de implicar a los órganos jurisdiccionales ni en la defensa del DUE ni en
participar en ese debate multilateral en relación con la interpretación del De-
recho de la Unión entre los órganos nacionales de los distintos Estados Miem-
bros (entre los que están los españoles) y el TJCE. Si el objetivo perseguido
por el TJUE al reconocer la posible responsabilidad del Estado Juez es preci-
samente involucrar a los jueces (también a los españoles) en la correcta aplica-
ción del DUE, se limitaría profundamente si se apuesta por instaurar la vía
indemnizatoria. Las consecuencias de potenciar esta última vía van, además,
en contra del papel cada vez más protagonista que deben asumir los tribunales
nacionales en la supervisión de la correcta aplicación del DUE. Solo desde esta
perspectiva es posible entender el caso Köbler93.
92
Vid. STJE de 30 de septiembre de 2003, C-224/01, as. Köbler y STJCE de 13 de
junio de 2006, C-173/03, as. Traghetti del Mediterraneo.
93
El importante papel que deben desarrollar los tribunales nacionales en la tutela de los
derechos que el ordenamiento de la Unión confiere a los ciudadanos, están expuestas
de forma magistral por el Abogado General P. Cruz Villalón en las Conclusiones pre-
sentadas el en el asunto C-173/09, Greorgi Ivanov Elchinov contra Natsionalna zdra-
vnoosiguritelna Kasa, en especial en los apartados 20 a 38. Aunque en este caso la
cuestión que se discute es otra, las alegaciones del Abogado General me parece que
pueden ser extrapoladas a este caso. Según P. Cruz, la aparición y consolidación de la
jurisprudencia que exige la responsabilidad del Estado-Juez por los incumplimientos
del DUE, que viene a modificar las bases hasta las que ahora se asentaba la relación
entre la Justicia de la Unión y los tribunales nacionales, ha de tener como contrapar-
tida un reforzamiento de los principios de seguridad jurídica y de autonomía procesal
nacional, pero también un mayor compromiso de los tribunales con la defensa del
DUE. Éstos últimos, y especialmente los de última instancia, deben ser considerados
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