Lengua y Literatura: 1 Etapa
Lengua y Literatura: 1 Etapa
Lengua y Literatura: 1 Etapa
Lengua y
Literatura
1° etapa
2° año secundario
Aquí te enviamos una imagen para que identifiques los diferentes elementos
del esquema de la comunicación.
¿Quién envía un mensaje? ¿Qué palabras estará diciendo? ¿Qué otras partes
“¿Podrías -¡No seás bruto pa hablar -me reprendió el patrón incómodao. ¿Quién
diantres tiene que ver la pobreza con la educación? El que es bruto, será bruto, aunque lo
retoben con onzas de oro... Lo que yo quiero decir y que vos no comprindés porque
nunca parás atención a lo que se te habla, es que con poca diferencia ustedes y yo
venimos a ser lo mesmo: todita la vida hemos tenido que trabajar y por eso no hemos
podido estruirnos, como tampoco pudieron estruirse nuestros padres...”
los jóvenes es de lo mejor que se puede ¿qué onda? Para saber cómo anda algo.
escuchar. Aunque algunos preferirían decir que
fue un flash o, simplemente, lo más. Jerga de la droga
Este lenguaje incluye términos que se También la jerga de la droga deja
han incorporado hace ya varios años al habla vocablos como bajón (tristeza), curtir (tener
cotidiana. relaciones sexuales), mambo (ocupación, credo o
Así, las personas tienen buena o mala ideología), careta (persona hipócrita o formal) y
onda, según su carácter. Se puede tirar una onda alucinante (el más favorable de los adjetivos).
(dar señales de interés) a alguien y preguntar Cuando algo perdió vigencia, ya fue. Para
descalificar completamente una cosa o persona, difícil zafar. Claro que si hay feeling (sentimiento,
se dice que no existe. en inglés) está todo bien.
Algo de importancia, en cambio, es algo grosso,
que acaso merezca ponerse las pilas (emprender Grupos cerrados
una tarea con esfuerzo). Graciela Peréz de Lois, profesora de Letras en la
UBA y estudiosa del tema, también ve en este
Juego lenguaje un cierto afán por cerrarse como grupo y
Los adolescentes siempre tuvieron sus nota como frecuentes los préstamos de otras
propias palabras, según coinciden especialistas jergas.
en el habla. Pero ¿para qué? El fútbol, por caso, aportó las expresiones al
"Para diferenciarse y no ser toque y de una (ambas significan enseguida) y
comprendidos por el resto de la sociedad", las palabras amargo (frío, aburrido) y aguante
asegura Ricardo Naidich, director de la revista (coraje como sustantivo, ; voz de aliento si es
Idiomanía. seguido de un nombre personal, y dar apoyo a
El académico José Gobello ubica este algo si sigue a la frase hacer el).
léxico dentro del lunfardo, al que no se le asigna Aguantar equivale a esperar, probablemente por
un origen ocultista sino lúdico. su acepción oficial de sufrir, tolerar. Encarar una
En su libro "El lenguaje de mi pueblo", cuestión sin dudas es de frente march, de clara
señala que el habla cotidiana, por su resonancia militar.
espontaneidad, es impresionista. Ya que, según
él, no comunica ideas sino sensaciones y Economía verbal
movimientos del ánimo. "Otra costumbre -señala Pérez de Lois- es la
elisión para economizar".
Sexo con palabras Cole, facu, tranqui y cigarro (por cigarrillo) son
Así, cuando uno se enoja o siente apetito ejemplos de este ahorro.
de sexo, se calienta. Una mujer muy linda es una El prefijo aumentativo re, que tuvo una fugaz
diosa, y un varón, un potro. competencia en el súper, ya se agrega sin rubor
Un hombre, sin ser un baboso (cargoso en la a adjetivos y verbos.
seducción) tal vez consiga transarse (tal vez Algunas palabras son características de
consiga determinadas clases sociales.
conquistarse, levantarse, entre varias Los “niños bien", "petiteros" en alguna época y
acepciones) a la mujer deseada. El intercambio "caqueros" en otra, se disculpan con sory (del
de caricias y besos constituye la acción de inglés, sorry) y se refieren a los pobres como
apretar antes conocida como "chapar" y más groncho (de negro al revés) o pardos. En tanto,
tarde como "rascar". éstos y los de clase media se vengan
Por lo general, quedás hasta las manos y es llamándolos chetos o conchetos, su derivado
despectivo.
Confeccioná una lista de palabras que usás con tus amigos y que tus
padres no entenderían. ¿Qué palabras usaban tus papás para decirlo?
Preguntales a ver si se acuerdan.
“En las sociedades occidentales -traza el Los códigos sociales son tan rígidos que si
paralelo Behlau- los poderosos tienden a hablar alguien de color exhibe un buen conocimiento
y los sumisos a escuchar, y si no respetan esta del inglés culto es considerado inmediatamente
norma se los considera invasivos. Un ejemplo persona sospechosa”. QUÉ ESCONDE LA
dramático son las culturas del apartheid. En PALABRA
ellas, los hablantes de raza negra se dirigen a Otra característica del habla femenina, según
los blancos en forma entrecortada, casi estudios de la profesora norteamericana Deborah
tartamudeando, con un vocabulario limitadísimo Tannen, es la selección de las palabras. Esta
y serios errores en la construcción gramatical de estudiosa considera a la mujer la “guardiana de la
las frases. Lo notable es que entre sus pares lengua” ya que tiende a respetar los patrones
registran un gran dominio de esa misma lengua. cultos aprendidos en la escuela, mientras que el
varón afirma su masculinidad mediante contrario.
abundancia de expresiones vulgares. Aunque el Muchas de estas afirmaciones produjeron un
grado de verdadero revuelo entre las feministas del mundo,
escolaridad, el medio, la edad y el lugar geográfico igual que cuando la norteamericana Robin Lakoff
sean variables que hay que tomar en cuenta, junto publicó, hace ya dos décadas, su libro El lenguaje
con el sexo. Curiosas estadísticas informan que de los sexos. En él la investigadora notaba que la
cuando las nenas conversan en el recreo, sus mujer interrumpe sus frases con adverbios y
temas son la escuela, la familia, deseos y marcadores discursivos como “entonces”, “ahí”,
necesidades personales. Pero que, cuando están “bien”, “ viste?” o “ sabés?”, mientras que los
entre los varones, solo se los escucha a ellos... hombres utilizan los silencios. En el primer caso,
hablando de deportes. Entre los adultos esta los oyentes interpretaban estas interrupciones
tendencia persiste, y un 96% de las veces son los como falta de claridad mental, duda e inseguridad,
hombres los que imponen un tema grupal de mientras que los silencios se “leen” como la
conversación, frente a un 36% del “bando”
2. ¿Cómo se dirigen los hablantes de raza negra a los blancos, según este
texto? ¿Qué explicación podrías dar de este fenómeno?
ENCUENTRO 2
Señora:
Unos años antes de la guerra, Pierre Dreu me había presentado a usted. Yo debía volver
a verla para hacerle conocer a algunos amigos pintores. No sé qué circunstancias
impidieron que el proyecto se cumpliera. Estas pocas palabras sólo intentan revivir un
lejano recuerdo y la memoria que usted pueda tener de mí. (...)
¿En qué situaciones usás una lengua formal? ¿Qué palabras usás en
tu casa o con tus amigos, que no usarías cuando hablás con un profesor de
tu escuela?
Con el programa de la visita del heredero señalan que en los actos a los que asista el
del trono español, distribuido por las autoridades príncipe, el orador debe dirigirse a él como
nacionales, se incluyen una hoja con "Serenísimo Señor, (sólo para el heredero del
instrucciones preparadas por la embajada de trono, al rey se le dice Señor)".
España sobre la "forma de dirigirse a S.A.R. el Se indica que el tratamiento de "Vuestra Alteza"
Príncipe de Asturias". sustituye a "usted" y "Señor" es el vocativo.
Se señala que debe llamárselo "señor" y que También las instrucciones determinan que no
"debe darse el tratamiento de Vuestra Alteza debe tendérsele la mano, sino que hay que
mientras se habla con él (nunca su Alteza que es esperar que el príncipe lo haga y que los
para referirse a él en su ausencia)". Como hombres al darle la mano deben inclinar la
ejemplos consigna la embajada: "Señor, ¿qué cabeza, mientras que las mujeres, "sin quitar la
deportes practica Vuestra Alteza?, ¿es la vista de los ojos de Su Alteza deben retrasar
primera vez que Vuestra Alteza viene a la levemente el pie izquierdo y hacer media
Argentina?; por aquí, Señor; éste es, Señor, el genuflexión con la pierna izquierda".
sentimiento de esta institución que hoy se honra Advierte, sin embargo, la embajada que este tipo
en recibir a Vuestra Alteza". de saludo no es obligatorio en países sin
También las instrucciones de la embajada tradición cortesana.
Un médico sólo usa la jerga médica cuando ejerce como tal, por eso
hablamos de variaciones que dependen de la situación y no del hablante.
Para resumir lo visto en los dos primeros encuentros podemos utilizar este
cuadro:
VARIACIONES LINGÜÍSTICAS
cronolecto
ENCUENTRO 3
El género policial
Las novelas y los cuentos policiales son relatos consagrados, ante
todo, al descubrimiento metódico y gradual -por medio de instrumentos
racionales y de circunstancias exactas- de un acontecimiento misterioso.
Un poco de historia...
El baquiano y el rastreador
El baquiano posee finos órganos de sugestiones infinitesimales, liga el pedazo de
orientación y dotes de médium. En él parece campo o de selva que tiene ante la vista, a un todo
haber tomado conciencia la tierra del secreto a inmenso, a la conformación de leguas y leguas.
que obedecen sus formas, colores, consistencia,
distribución. Cada accidente está en la inteligencia Tipo gemelo del baquiano es el
del baquiano, ligado indefectiblemente con otros, rastreador. El rastreador tiene sus antenas en los
de manera que le basta contemplar un nervios ópticos y está todo él en la vista. Si el otro
limitadísimo trozo de paisaje para comprenderlo es el intuitivo, el descubridor, éste es el analítico,
todo. el lógico, la palma o el pez al que basta un indicio
apenas perceptible como referencia, para deducir
El baquiano no necesita haber pasado un largo
muchas veces por un mismo lugar; puede no silogismo de orientación. Conoce la diferencia
haberlo visto nunca. Pero por cierta experiencia de entre la hierba que se marchita sola y la que se
las hierbas, de los colores de la tierra, de las marchita por presión de un cuerpo extraño; en la
remotas cumbres, asociando presagios y huella ve si la bestia va cansada, satisfecha o
hambrienta, si cargada o de tiro, si era macho o avanzar trepando de rama en rama largos trechos;
hembra, si era regida por mano segura o en cada sitio queda la huella fresca por varios
inexperta, si era guiada con o sin apuro. Por la días y él la ve.
huella del casco infiere toda una historia
detectivesca, y el criminal deja escrita la marcha, a
sus ojos, como en un plano. En las ramas
encontrará pendientes partículas impalpables e Ezequiel Martínez Estrada,
invisibles de algún cuerpo que lo rozó, y en las
hojas la señal imperceptible de las manos. No es
Radiografía de La Pampa,
posible apoyarse impunemente a descansar
contra el tronco de un árbol, vadear un río, (Fragmento)
Buenos Aires, 1933.
1
El primer portugués era alto y flaco.
El segundo portugués era bajo y gordo.
El tercer portugués era mediano.
El cuarto portugués estaba muerto.
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Uno mató, uno murió, los otros dos no vieron nada- dijo Daniel Hernández-. Uno miraba al norte,
otro al este, otro al sur, el muerto al oeste. Habían convenido en vigilar cada uno una bocacalle
distinta, para tener más posibilidades de descubrir un taxímetro en una noche tormentosa.
"El paraguas era chico y ustedes eran cuatro. Mientras esperaban, la lluvia les mojó la parte
delantera del sombrero.
"El que miraba al norte y el que miraba al sur no tenían que darse vuelta para matar al que miraba al
oeste. Les bastaba mover el brazo izquierdo o derecho a un costado. El que miraba al este, en
cambio, tenía que darse vuelta del todo, porque estaba de espaldas a la víctima. Pero al darse
vuelta se le mojó la parte de atrás del sombrero. Su sombrero está seco en el medio; es decir,
mojado adelante y atrás. Los otros dos sombreros se mojaron solamente adelante, porque cuando
sus dueños se dieron vuelta para mirar el cadáver, había dejado de llover. Y el sombrero del muerto
se mojó por completo al rodar por el pavimento húmedo.
"El asesino utilizó un arma de muy reducido calibre, un matagatos de esos con que juegan los
chicos o que llevan algunas mujeres en sus carteras. La detonación se confundió con los truenos
(Esta noche hubo una tormenta eléctrica particularmente intensa). Pero el segundo portugués tuvo
que localizar en la oscuridad el único punto realmente vulnerable a un arma tan pequeña: la nuca de
su víctima, entre el grueso sobretodo y el engañoso sombrero. En esos pocos segundos, el fuerte
chaparrón le empapó la parte posterior del sombrero. El suyo es el único que presenta esa
particularidad. Por lo tanto es el culpable".
ENCUENTRO 4
El policial clásico: enigma, misterio, deducción
lógica, el detective invulnerable.
El policial negro: suspenso, acción, el detective en
peligro, la realidad social.
¿Se te ocurre algún ejemplo? ¿Hay alguna película, algún cuento o novela,
que recuerdes, que tienen estas características?
Los autores más importantes de este tipo de policial son Edgar Allan Poe y
Arthur Conan Doyle, el autor de las famosas novelas de Sherlock Holmes.
Hay una serie de televisión que se basa en este tipo de policial: Columbo,
protagonizada por el actor Peter Falk, que interpreta a un detective que se dedica
a encontrar las huellas del crimen, simplemente mirando con atención las pistas
que va descubriendo y reflexionando acerca de ellas. Nunca hace ningún tipo de
esfuerzo físico, nunca corre peligro, nunca usa un arma.
¿Sabías que...?
Daño grande el que hizo el turco Martín por el año cuarenta y tantos, en el partido de Las
Flores.
Cada vez han de ser menos los que se acuerden del turco, porque ya entonces todos los
viejos se estaban muriendo. El mismo se iba poniendo viejo y le dolían los huesos de tanto andar
con su carro, de Pergamino a la Ventana, de Pehuajó a Chascomús, o a cualquier punto de la
provincia que a uno se le ocurra mencionar.
Ya no hay quien sepa lo que es ambular cuarenta años por esos caminos donde ahora se
ven ciudades que nacieron después que él.
Me acuerdo cuando yo era chico, la llegada del Turco era el jolgorio, el turco Martín con su
barba color tabaco, la sonrisa de oreja a oreja, la boina vasca, la faja negra y las bombachas caídas.
Qué desgracia estaría pasando si se iba un invierno y se iba un verano y no aparecía traqueteando
a lo lejos, envuelto en una polvareda, el carro del turco. Pero él siempre volvía, con frascos de
colonia a tres pesos, una bombacha orientala por seis, un apero completo por quince y chucherías
para los pibes, y peinetas, vestidos y collares "para la patrona". El siempre volvía: "¡Qué tal,
Miguelito!", "¡Y diai, Juan Delgado!", y los peones lo saludaban con la jarana de siempre: "Hola,
durgo, tanto tiempo, berdido!", y él se reía mostrando los dientes del color
Gordo, difuso, melancólico, el traje de filafil verde nilo flotándole en el cuerpo, Almada salió
ensayando un aire de secreta euforia para tratar de borrar su abatimiento. Las calles se aquietaban
ya; oscuras y lustrosas bajaban con su suave declive y lo hacían avanzar plácidamente, sosteniendo
el ala del sombrero cuando el viento del rÍo le tocaba la cara. En ese momento las coperas entraban
en el primer turno. A cualquier hora hay hombres buscando una mujer, andan por la ciudad bajo el
sol pálido, cruzan furtivamente hacia los dancings que en el atardecer dejan caer sobre la ciudad
una música dulce. Almada se sentía perdido, lleno de miedo y de desprecio. Con el desaliento
regresaba el recuerdo de Larry: el cuerpo distante de la mujer, blando sobre la banqueta de cuero,
las rodillas abiertas, el pelo rojo contra las lámparas celestes del New Deal. Verla de lejos, a pleno
día, la piel gastada, las orejas, vacilando contra la luz malva que bajaba del cielo: altiva, borracha,
indiferente, como si él fuera una planta o un bicho. “Poder humillarla una vez”, pensó. “Quebrarla en
dos, para hacerla gemir y entregarse”.
En la esquina el local de New Deal era una mancha ocre, corroída, más pervertida aun bajo la
neblina de las seis de la tarde. Parado enfrente, retacón, ensimismado, Almada encendión un
cigarrillo y levantó la cara como buscando en el aire el perfume maligno de Larry. Se sentía fuerte
ahora, capaz de todo, capaz de entrar al cabaret y sacarla de un brazo y cachetearla hasta que
obedeciera. “Años que quiero levantar vuelo” pensó de pronto. “Ponerme por mi cuenta en Panamá,
Quito, Ecuador”. En un costado, tendida en un zaguán, vio el bulto sucio de una mujer que dormía
envuelta en trapos. Almada la empujó con un pie.
-Che, vos- dijo.
La mujer se sentó tanteando el aire y levantó la cara como enceguecida. -
¿Cómo te llamás? –dijo él.
-¿Quién?
-Vos. ¿O no me oís?
-Echevarne Angélica Inés –dijo ella, rígida-. Echevarne Angélica Inés, que me dicen Anhaí.
-¿Y qué hacés acá?
-Nada –dijo ella-. ¿Me das plata?
-Ahá, ¿querés plata?
La mujer se apretaba contra el cuerpo un viejo sobretodo de varón que la envolvía como una
túnica.
-Bueno –dijo él-. Si te arrodillás y me besás los pies te doy mil pesos.
-¿Eh?
|-¿Ves?, Mirá –dijo Almada agitando el billete entre sus deditos mochos-. Te arrodillás y te lo
doy.
-Yo soy ella, soy Anhaí. La pecadora, la gitana.
-¿Escuchaste? –dijo Almada-. ¿O estás borracha?
-La macarena, ay la macarena, llena de tules –cantó la mujer empezó a arrodillarse contra los
trapos que le cubrían la piel hasta hundir su cara entre las piernas de Almada. El la miró desde lo
alto, majestuoso, un brillo húmedo en sus ojitos de gato.
-Ahí tenés. Yo soy Almada –dijo y le alcanzó el billete-. Comprate perfume. -La pecadora.
Reina y madre –dijo ella-. No hubo nunca en todo este país un hombre más hermoso que Juan
Bautista Bairoletto, el jinete.
Tres horas más tarde Emilio Renzi desplegaba sobre el sorprendido escritorio del viejo Luna
una transcripción literaria del monólogo de la loca, subrayado con lápices de distintos colores y
cruzado de marcas y de números.
-Tengo la prueba de que Antúnez no mató a la mujer.
Fue otro, un tipo que él nombró, un tal Almada, el gordo Almada.
-¿Qué me contás? –dijo Luna, sarcástico-. Así que Antúnez dice que fue Almada y vos le
creés.
-No. Es la loca que lo dice; la loca que hace diez horas repite siempre lo mismo sin decir
nada. Pero precisamente porque repite lo mismo se la puede entender. Hay una serie de reglas en
lingüística, un código que se usa para analizar el lenguaje psicótico.
-Decime, pibe –dijo Luna lentamente-. ¿Me estás cargando?
-Espere, déjeme hablar un minuto. En el delirio el loco repite, o mejor, está obligado a repetir
ciertas estructuras verbales que son fijas, como un molde, ¿se da cuenta?, un molde que va
llenando con palabras. Para analizar esa estructura hay 36 categorías verbales que se llaman
operadores lógicos. Son como un mapa, usted los pone sobre lo que dicen y se da cuenta que el
delirio está ordenado, que repite esas fórmulas. Lo que no entra en ese orden, lo que no se puede
clasificar, lo que sobra, el desperdicio, es lo nuevo: es lo que el loco trata de decir a pesar de la
compulsión repetitiva. Yo analicé con ese método el delirio de esa mujer. Si usted mira va a ver que
ella repite una cantidad de fórmulas, pero hay una serie de frases, de palabras que, no se pueden
clasificar, que quedan fuera de esa estructura. Yo hice eso y
2) ¿Qué características del policial clásico y del negro tiene cada uno? ¿Cuáles
son esas características? ¿Podrías ejemplificar con los textos?
Sería bueno que tuvieras en cuenta el texto que sigue, para pensar tu
respuesta.
1) VEROSÍMIL. Esto excluye los finales tramposos. Por ejemplo, aquellos en los
que el menos sospechoso, es convertido violentamente en culpable. 2)
TÉCNICAMENTE SÓLIDO, en cuanto a métodos de asesinato y detección. 3)
REALISTA: debe hablar de gente real en un mundo real.
4) HONESTO CON EL LECTOR. Los hechos deben ser expuestos con
imparcialidad. Deben permitir la deducción. No se pueden ocultar claves, ni se
debe distorsionar por medio de falsos énfasis.
Y, por último:
“Yo supongo que en toda sociedad la producción del discurso está a la vez controlada, seleccionada
y redistribuida por un cierto número de procedimientos (...) En una sociedad como la nuestra son
bien conocidos los procedimientos de exclusión. El más evidente, y el más familiar también, es lo
prohibido. Se sabe que no se tiene derecho a decirlo todo, que no se puede hablar de todo en
cualquier circunstancia, que cualquiera, en fin, no puede hablar de cualquier cosa.
Existe en nuestra sociedad otro tipo de exclusión: no se trata ya de una prohibición, sino de una
separación y un rechazo. Pienso en la oposición razón y locura. Desde la más alejada Edad Media,
el loco es aquel cuyo discurso no puede circular como el de los otros: llega a suceder que su palabra
es considerada como nula y sin valor, no conteniendo ni verdad ni importancia, no pudiendo
testimoniar ante la justicia, no pudiendo autentificar una partida o un contrato, no pudiendo, ni
siquiera, en el sacrificio de la misa, permitir la transubstanciación y hacer del pan un cuerpo; en
cambio suele ocurrir también que se le confiere, opuestamente a cualquier otra, extraños poderes,
como el de enunciar una verdad oculta, el de predecir el porvenir, el de ver en su plena ingenuidad
lo que la sabiduría de los otros no puede percibir. Resulta curioso constatar que en Europa, durante
siglos, la palabra del loco o bien no era escuchada o bien si lo era, recibía la acogida de una palabra
de verdad. O bien caía en el olvido -rechazada tan pronto como era proferida- o bien era descifrada
como una razón ingenua o astuta, una razón más razonable que la de las gentes razonables. De
todas formas, excluida o secretamente investida por la razón, en un sentido estricto, no existía. A
través de sus palabras era como se reconocía la locura del loco; ellas eran el lugar en que se ejercía
la separación, pero nunca eran recogidas o escuchadas. Nunca, antes de finales del siglo XVIII, se
le había ocurrido a un médico la idea de querer saber lo que decía (cómo se decía, por qué se
decía) en estas palabras que, sin embargo originaban la diferencia. Todo ese inmenso discurso del
loco regresaba al ruido; y no se le concedía la palabra más que simbólicamente, en el teatro en que
se le exponía, desarmado y reconciliado, puesto que en él jugaba el papel de verdad enmascarada.
Se me puede objetar que todo esto actualmente ya está acabado o está acabándose; que la palabra
del loco ya no está del otro lado de la línea de separación;
¿Qué relaciones podrías establecer entre este texto sobre el discurso de los locos
y la loca que aparece en el cuento de Ricardo Piglia? ¿Cómo es considerado o no
su discurso por parte de los diferentes personajes?
Rodolfo Walsh, Cuentos para tahúres y otros relatos policiales, Buenos Aires:
Puntosur.
Los mejores cuentos policiales. Selección de Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy
Casares, Buenos Aires: Alianza/Emecé.
Edgar Allan Poe, Los crímenes de la calle Morgue, La carta robada, El misterio
de Marie Roget, Buenos Aires: Alianza.
AU T O E V AL U AC I Ó N D E L A PR I M ER A E T AP
A 1. A. Mirá atentamente las siguientes historietas o tiras cómicas:
B. ¿Cuáles son los factores que hacen que la comunicación no se produzca en
cada caso? (Tené en cuenta los criterios que vimos, como pertenencia de los
participantes a diferentes lugares geográficos, a diferentes grupos culturales y
diferentes edades).
Bostezo
Conjunto de movimientos involuntarios o voluntarios que consisten en la abertura
forzada de la boca acompañada de una fuerte inspiración, seguido de una breve
apnea y de una espiración suspirosa. Una leve sensación de descanso sigue al
bostezo. Es un fenómeno fisiológico precursor del sueño. Suele faltar en los enfermos
muy graves, en los que su retorno suele indicar un buen pronóstico. Se exagera en
neuróticos o dementes, en la encefalitis letárgica, en ciertos tumores del lóbulo frontal
y en la crisis de hipoglucemia.
En defensa propia
-Yo, a lo último, no servía para comisario –dijo Laurenzi, tomando el café que se había
enfriado-. Estaba viendo las cosas, y no quería verlas. Los problemas en que se mete la gente, y la
manera que tiene de resolverlos, y la forma en que yo los habría resuelto. Eso, sobre todo. Vea, es
mejor poner los zapatos sobre el escritorio, como en el biógrafo, que las propias ideas. Yo notaba
que me iba poniendo flojo, y era porque quería pensar, ponerme en le lugar de los demás, hacerme
cargo. Y así hice dos o tres macanas, hasta que me jubilé. Una de esas macanas es la que le voy a
contar.
“Fue allá por el cuarenta, y en la Plata. Eso le indica –murmuró con sarcasmo, mirando la
plaza llena de sol a través de la ventana del café- que mi fortuna política estaba en ascenso, porque
usted sabe cómo me han tenido a mí, rodando por todos los destacamentos y comisarías de la
provincia.
“La fecha justa también se la puedo decir. Era la noche de San Pedro y San Pablo, el 29 de
junio. ¿No le hace gracia que aún hoy se prendan fogatas ese día?” -Es por el solsticio estival –
expliqué modestamente.
-Usted quiere decir el verano. El verano de ellos, que trajeron de Europa la fiesta y el
nombre de la fiesta.
-Desconfíe también del nombre, comisario. Eran antiguos festivales celtas. Con el fuego
ayudaban al sol a mantenerse en el camino más alto del cielo.
-Será. La cuestión es que hacía un frío que no le cuento. Yo tenía un despacho muy grande
y una estufita de kerosén que daba risa. Fíjese, había momentos en que lo que más deseaba era
ser de nuevo un simple vigilante, como cuando empecé, tomar mate o café con ellos en la cocina,
donde seguramente hacía calor y no se pensaba en nada.
“Serían las diez de la noche cuando sonó el teléfono. Era una voz tranquila, la voz del juez
Reynal, diciendo que acababa de matar un ladrón en su casa, y que si yo podía ir a ver. Así que me
puse el perramus y fui a ver.
“Con los jueces, para qué lo voy a engañar, nunca me entendí. La ley de los jueces siempre
termina por enfrentarlo a uno con un malandra que esa noche tiene más suerte, o mejor puntería, o
un poco más de coraje que seis meses antes, o dos años antes, cuando uno lo vio por última vez
con una vereda y una 45 de por medio. Uno sabe cómo entran, cómo no va a saber, después de
verlos llorando y, si se descuida, pidiendo por su madre. Lo que no sabe, es cómo salen. Después
hasta le piden fuego por la calle, y usted se calla y se va a baraja porque se palpita que hay un
chiste en alguna parte, y no vaya a resultar que el chiste es a costa suya.
“Iba pensando en estas cosas, mientras caminaba entre las fogatas que la garúa no
terminaba de apagar, esquivando los buscapies de la juventud que también festejaba, como dice
usted, lo alto que andaba el sol y, seguramente, la cosecha próxima, y los campos llenos de flores.
Para distraerme, empecé a recordar lo que sabía del doctor Reynal. Era el juez de instrucción más
viejo de La Plata, un caballero inmaculado y todo eso, viudo, solo e inaccesible.
“Entré por un portoncito de fierro, atravesé el jardín mojado, recuerdo que había unas
azaleas que empezaban a florecer y unos pinos que chorreaban agua en la sombra. La cancel
estaba abierta, pero había luz en una ventana y seguí sin tocar el timbre. Conocía la casa, porque el
doctor solía llamarnos cada tanto, para ver cómo andaba un sumario o para darnos un sermón.
Tenía ojos de lince para los vicios de procedimiento, la sangre de sus venas pasaba por el código y
no se cansaba de invocar la majestas de la justicia, la de antes. Y yo
C. ¿Qué elementos del policial clásico y qué elementos del policial negro
aparecen?
F. Con relación a las pautas que establece Raymond Chandler respecto al relato
policial, ¿Podrías hacerle alguna crítica al cuento? ¿Cuál?
J. ¿Qué quiere decir el juez, con estas palabras: “Es mejor que ande suelto un
asesino y no las rueditas de la justicia”?
C L AV E D E C O R R E C C I Ó N D E L A
A U T O E V AL U A C I Ó N