Apego y Vinculo
Apego y Vinculo
Apego y Vinculo
Descargar el artículo
Introducción
A medida que crece el interés en la teoría del apego, son cada vez más las investigaciones que
buscan estudiar los estilos de apego y las influencias que éstos tienen. En este auge
investigador se observa un fenómeno en el cual elconcepto de apego, definido inicialmente por
John Bowlby (Bowlby, J., 1988) y re-definido posteriormente por Ainsworth (Ainsworth, M.D.S.,
1969), se confunde con el de vínculo y se utilizan como sinónimos, obviando las diferencias
significativas que hay entre ambos. Este artículo explora estas diferencias y aporta la
definición de cada uno de los términos, haciendo hincapié en la necesidad de hacer un uso
correcto de ellos.
Apego
La teoría del apego formulada por John Bowlby se está convirtiendo en una de las corrientes
más utilizadas, tomada por muchos autores como base para sus estudios e investigaciones.
Esta teoría establece que hay un sistema motivacional que nace de la necesidad primaria de
los niños de mantener una proximidad física con sus cuidadores principales como manera de
garantizar su propia supervivencia. Esta conceptualización puramente biológica del apego dio
paso a una interpretación más integral en la que Bowlby hablaba, no solo de proximidad
física, sino de “disponibilidad permanente” de la figura principal (Bowlby, 1988). Esta
disponibilidad no es exclusivamente de carácter físico (estar ubicada en el espacio cerca del
niño) sino que plantea una necesidad de respuesta emocional adecuada por parte de esta
figura principal. Que el niño interiorice a la figura principal como disponible y capaz de
responder emocionalmente es la clave para el desarrollo de un sistema de apego seguro.
En este auge y crecimiento de la teoría del apego como teoría referente para distintas
corrientes investigadoras, se observa un fenómeno que podría ser considerado puramente
semántico o linguístico, pero que quizás sea más conceptual de lo que parece y puede verse
influenciado por la percepción errónea que se tiene del concepto del apego. Se observa en la
literatura que se emplean palabras, conceptos y definiciones de manera que se suponen
equivalentes e intercambiables por el concepto de apego. En cambio tras una observación
detallada se aprecia en que en muchas ocasiones hacen referencia a cosas diferentes. Palabras
tales como unión, relación o atadura, se emplean frecuentemente de manera indiscriminada y
como equivalente de la palabra apego. En inglés sucede lo mismo con palabras
como bond, linkage, relationship, y la palabra attachment. A nivel semántico, estas palabras son
similares y pueden considerarse incluso sinónimas entre ellas. Apego en el diccionario se
define como “sentimiento de afecto, cariño o estimación que se tiene hacia una persona o
cosa”; y vínculo como “unión o relación no material, sobre todo cuando se establece entre dos
o más personas”. Pero a nivel conceptual, no deben ser utilizadas de esta manera. El apego es
un concepto específico, se utiliza para hacer clasificaciones en base a una serie de
comportamientos de la vida cotidiana de los sujetos, y es susceptible de reproducirse en
situaciones de laboratorio. En este artículo observaremos las diferencias entre los conceptos
de apego y vínculo, ya que este último es el más frecuentemente utilizado como sinónimo
castellano de apego. Vínculo también aparece con frecuencia en trabajos psicoanalíticos de
autores franceses y argentinos. Para ello revisaremos las definiciones de ambos y buscaremos
qué es lo que los hace diferentes y por qué no debemos confundirnos y utilizarlos
indiscriminadamente.
El vínculo
El concepto de vínculo aparece incluso antes de que naciera la teoría del apego y es
frecuentemente utilizado por muchos autores. La unión básica entre el niño y la madre es
continuamente denominada vínculo y de ahí sus continuas referencias en la literatura. En las
investigaciones con poblaciones infantiles la relación madre-niño es frecuentemente el foco
de estudio y los autores buscan modos relacionales, estrategias, dinámicas que puedan
explicar comportamientos que se observan en el niño durante su infancia y también en etapas
posteriores de su vida adulta. Es por ello que se habla a menudo de la importancia del vínculo,
entendiendo como vínculo la relación madre-niño que se desarrolla en los primeros años de
vida. Muchos autores postulan que esta primera relación con la madre será luego el molde o
la base bajo la que se formarán las futuras relaciones del niño. De acuerdo con Benhaim
(2013) la teoría del vínculo establece desde su inicio la dependencia del bebé con respecto al
otro y pone en cuestión, de forma radical, toda concepción monádica de la psique humana.
● . El vínculo madre-hijo se crea incluso antes de nacer el niño, nace como una
unión puramente biológica que se desarrolla hasta convertirse en una unión
simbólica que ejercerá de referente para vínculos posteriores.
● . Los vínculos sirven para estructurar la realidad del individuo, sirven como
marco de refrencia, estableciendo límites y prohibiciones.
● .Los vínculos llevan asociados fantasías que son compartidas por sus
miembros y que son el material principal del contenido psicológico de los
mismos.
Los autores que estudian y trabajan con la teoría del vínculo postulan frecuentemente el
nacimiento de éste durante el periodo en el que el niño está en el vientre materno, antes del
nacimiento. La relación puramente biológica en la que el niño es dependiente a tiempo
completo de la madre parece ser la base sobre la que se desarrollan y construyen las
modalidades vinculares y los futuros modos relacionales del niño. Según Jaroslavsky (2012),
por la empatía materna los integrantes de la unidad dual están comunicados como vasos
comunicantes, manteniendo el nivel constante entre la demanda y su satisfacción. De esta
manera, mientras el niño se encuentra en el vientre materno comienza a desarrollarse la
relación dual, que se asienta sobre la interacción entre la madre, el niño y sus necesidades; de
la manera en que interactúen estos tres elementos dependerá el desarrollo de la misma. Imre
Hermann (citado en Jaroslavsky, 2015) acuñó el término unidad dual y lo definía como “el
instinto de aferramiento del niño hacia su madre, que es el cemento fundacional de la unidad
dual, que además es complementada por la identificación de esta con el desvalimiento de su
hijo”.
Esta unión dual y puramente biológica finaliza parcialmente con el nacimiento del niño y con
la separación de su madre. En este nuevo escenario, el niño sigue vinculado biológicamente a
su madre a través de la crianza y de la satisfacción de las necesidades más primarias y, por
otro lado, depende también de la madre a nivel psicológico para procesar y gestionar su
mundo interno, ya que su propio psiquismo está recién empezándose a construir. “Antes del
nacimiento hay una unión total en la que el bebé no tiene percepción de tal. Luego, esta
simbiosis biológica pasa a ser una simbiosis psicológica” (Bernard, citado en Benhaim, 2013).
Tomando como referencia las representaciones de la relación fusional con su madre, el niño
comienza a desarrollar su propia psique, gestionando las demandas del mundo externo con un
psiquismo todavía muy poco desarrollado y apoyándose en la madre que ejerce la función de
amortiguar y filtrar los contenidos para que puedan ser procesados por el niño. Como explicó
Jaroslavsky (2012), la primera representación que tiene un recién nacido es la del vínculo
madre-bebé y cuando esta unidad dual termina con la separación progresiva del ambos, queda
como remanente intrapsíquico. Es por ello que la madre ejerce como referencia principal en el
desarrollo del psiquismo del niño, aún cuando ya fuera del vientre la unidad fusional biológica
ha desaparecido. En este sentido Bion (citado en Benhaim, 2012) habla del vínculo y de la
capacidad de rêverie de la madre: “el lactante evacúa los elementos inadmisibles para su
psiquismo, proyectándolos en la madre, y ésta, con su capacidad mental de rêverie, opera una
transformación de los elementos para enseguida restituirlos al lactante”. En la misma línea,
Jaroslavsky (2012) sostiene que el aparato de pensar del bebé se constituye en el encuentro
madre-bebé a partir del trabajo de la madre sobre las experiencias emocionales del bebé.
El vínculo no se limita únicamente a la relación que se establece entre dos o más personas. El
vínculo es también un lugar, un espacio, donde el sujeto encuentra lo necesario para
desarrollarse emocionalmente y crecer; va más allá y constituye un marco que va a definir la
forma y el modo en el que los miembros que lo forman van a interactuar. El vínculo debe
considerarse una estructura circular que contempla no solo la suma de los psiquismos
individuales de los miembros del mismo, sino que recoge sus interacciones y las influencias
circulares que cada uno ejerce en los otros. Los vínculos, de esta manera, establecen las
jerarquías de quienes los componen y definen sus estilos relacionales. Se establece un
“dentro” y un “fuera” del vínculo, y éste es el espacio que tiene el sujeto para explorar y
relacionarse. Aquél que sobrepasa los límites, está fuera del vínculo y fuera de todo lo que
éste conlleva. “Un vínculo lleva siempre un conflicto entre el lugar que es adjudicado, los
lugares que son atribuidos, y las representaciones que ese sujeto hace de esas atribuciones”
(Moguillansky, citado en Benhaim, 2012).
Cuando un vínculo comienza a crearse entre dos o más individuos, la puesta en común a nivel
inconsciente de estas fantasías se lleva a cabo, y de esta manera, comienza a tejerse la
relación. Según Winnicott (citado en Jaroslavsky, 2010) los vínculos nacen por la necesidad de
transmitir. La transmisión inconsciente opera en las alianzas circulando contenidos,
emociones, afectos, historias, significados, y se modifica en su contenido con la experiencia, no
en su proceso. Consecuentemente los vínculos están cargados de componentes emocionales y
conllevan la puesta en común de las fantasías individuales de cada uno de los miembros. Del
manejo y gestión de esta materia psíquica dependerá el bienestar y la calidad de los vínculos
formados. Según Winnicott (citado en Jaroslavsky, 2010), “las alianzas y los pactos
inconscientes tejen las redes cuyos nudos son puntos de tensión expuestos en palabras, actos
y gestos” y “el espacio del vínculo está siempre impregnado de proyecciones, pero las más
flexibles, menos masivas, permitirán una potencialidad de creatividad, puesto que el otro
podrá actuar desde su realidad psíquica”. El vínculo se formará en la conversación entre las
fantasías individuales y compartidas, y el resultado de esta dialéctica será la relación que se
establece entre los individuos, que es la representante del vínculo. Según Jaroslavsky (2015),
“el hecho de que varios individuos estén juntos no los define como un grupo desde el punto de
vista psicoanalítico. Cuando comparten una fantasía inconsciente en común, tendremos las
condiciones para que se forme un grupo”. La gestión de estas fantasías comunes será lo que
defina el tipo y la calidad del vínculo que se forme.
Si bien los conceptos de apego y vínculo pueden confundirse y, como decíamos, se observa en
la literatura que muchos autores los emplean indiscriminadamente, una vez se analiza en
profundidad se observan diferencias significativas entre ellos.
●
o
1. Concreto versus general
El apego es entendido como una necesidad más del bebé y como tal se la define como única y
diferente al resto de necesidades básicas. Cuenta con estrategias propias que se ponen en
funcionamiento cuando el sistema de apego se activa, y tienen como objetivo asegurarse la
proximidad y la disponibilidad física y emocional de la figura principal. Así, el niño puede
buscar a la madre y calmarse junto a ella, niño con apego seguro; o puede ignorar a la madre y
no mostrar su frustración, niño con apego evitativo; o podría continuar con su situación de
estrés, incluso con su madre intentando calmarlo, niño con apego preocupado. El sistema de
apego propio de cada niño se activará en situaciones de ausencia y de re-encuentro con la
figura principal. Estas pueden ser situaciones naturales en la vida cotidiana de los infantes,
como un re-encuentro a la salida del colegio, o situaciones controladas en un laboratorio
recreadas artificialmente con el fin de observarlas y estudiarlas.
Por otro lado, el concepto de vínculo es frecuentemente utilizado en la mayoría de los casos
de manera no específica, haciendo referencia a un amplio abanico de relaciones y
comportamientos. Generalmente se habla de vínculo para hablar de la unión entre dos o más
personas, como la de madre-bebé, pero pueden darse muchos tipos diferentes de vínculos, a
muchos y diferentes niveles, y este tipo de unión suele llevar asociados componentes
afectivos. Podemos ver que en la literatura se habla desde el vínculo que se forma en el
período pre-natal, puramente biológico, ―y que es el sustento que hace posible el desarrollo
del embrión― al vínculo familiar que une a todos los miembros de una familia y los hace
compartir experiencias, fantasías y sueños, hasta el vínculo que se desarrolla entre el
paciente y el psicólogo durante su relación terapeútica. No existe un único tipo de vínculo ni
un modo único de vincularse con los demás, es amplio el abanico de modos relacionales y los
resultados son de gran variedad también.
Establecer vínculos a lo largo de nuestras vidas parece ser parte de las necesidades básicas
del ser humano como animal social. Estas uniones cubren las necesidades relacionales propias
del individuo y también ayudan a cubrir otras necesidades, como pueden ser las fisiológicas y
biológicas más primarias ―la necesidad de sustento que hace al niño dependiente total de la
madre―, o necesidades evolutivamente más avanzadas, como son las afectivas o la necesidad
de realización del ser humano. Es por ello que desarrollar y mantener vínculos importantes a
lo largo de nuestras vidas es fundamental para nuestro bienestar psicológico y emocional a
muchos niveles. Estas uniones especiales nos proporcionan seguridad, nos ayudan a
desarrollarnos física y psicológicamente, hacen que nos sintamos queridos o que formamos
parte de un grupo.
●
o
2. Dimensión temporal
El sistema de apego se desarrolla en el niño a partir de los seis meses. Previamente el niño
muestra un abanico de reacciones o comportamientos que están dirigidos a captar la atención
del mundo exterior de manera general, y no dirigidos a una persona en particular. En cambio,
una vez se desarrolla el sistema de apego, los niños presentan un conjunto de
comportamientos bien diferenciados y estructurados, dirigidos a la figura de apego principal.
Es decir, el niño necesita un periodo previo de maduración para que el sistema de apego se
desarrolle. De esta manera las estructuras mentales propias del sistema de apego se
desarrollan en el niño durante un periodo determinado en el tiempo y contando con un
entorno capaz de dar atención y apoyo a través de la figura principal.
El vínculo, por su parte, no parece tener una limitación temporal. Pueden establecerse
vínculos a diferentes edades y niveles de desarrollo psicológico. De hecho, se establece un
vínculo entre la madre y el bebé mientras éste todavía está en el vientre materno. Esta unión,
puramente biológica en el primer momento, pasa a ser una unión emocional y afectiva que
deja una huella que será la base de todos los vínculos futuros a desarrollar.
El vincularse parece ser algo innato en el ser humano y algo que va a seguir buscando durante
toda su existencia. Esta búsqueda de relaciones con otros seres significativos parece ser, no
solo una necesidad en sí misma, sino que ayuda a cubrir diferentes necesidades a lo largo de
la vida, como la necesidad de comida o la necesidad de cobijo. Contar con este tipo de lazos
afectivos ayuda a que el niño se sienta protegido, a que el adolescente se sienta entendido o a
que el adulto se sienta realizado. La fuerza de los vínculos consigue llegar a muchos aspectos
del desarrollo psicológico y, de esta manera, influye constantemente en la vida de los
individuos.
●
o
3. Individual versus grupal
El apego se forma con el cuidador principal del bebé, que generalmente es la madre, pero
puede ser el padre o cualquier otra persona que cumpla la función de ofrecer seguridad y
protección al niño. El apego puede establecerse también con otras personas, pero se considera
que la relación de apego principal es la referencia para el resto y que generalmente el
individuo desarrolla pocas relaciones de apego a lo largo de su vida. Si bien durante los
primeros meses de vida del bebé, mientras se forma el sistema de apego, los comportamientos
de apego son indiscriminados y van dirigidos hacia el mundo exterior de manera general, sin
tener un objetivo concreto, a partir de los seis meses estos comportamientos de apego son
dirigidos hacia la figura de apego principal y se empieza a desarrollar la relación de apego
como tal. Esta relación de apego se establece siempre entre el niño y otra persona, no es
posible incluir un tercero en esta dualidad. Si bien es posible que el niño desarrolle dos
relaciones de apego diferenciadas y cualitativamente distintas entre las dos figuras parentales
principales ―por ejemplo, seguro con la madre y evitativo con el padre― éstas serán siempre
relaciones duales y no aceptan un tercero en la misma. La idea de un apego grupal está poco
desarrollada.
El vínculo, por otra parte, no parece verse limitado a una relación dual ni a un número
concreto de personas con las que se pueda formar, está abierto a formarse entre varios. El
vínculo puede establecerse con varias personas a la vez o incluso con un grupo de personas,
independientemente del número de integrantes con las que se comparte un espacio, un
objetivo o una esperanza, y en las que el vínculo actúa como nexo de unión entre todas ellas.
Si bien las relaciones de apego significativas son duales y generalmente poco frecuentes a lo
largo de la vida, las asociaciones vinculares aparecen continuamente dentro de un desarrollo
psico-emocional normal, desde la formación más básica y primitiva, como es el vínculo
madre-hijo que se desarrolla en el vientre materno, hasta vínculos más complejos como los
familiares, que recogen las relaciones entre los miembros, así como los sueños, ideas y
fantasías compartidas de los mismos.
Conclusión
La investigación en torno a la teoría del apego se está convirtiendo en una de las corrientes
más importantes en la actualidad. Por eso es importante entender que el concepto de
apego define unos comportamientos y unas estrategias de relación específicas en el niño y en
los adultos destinadas a cubrir unas necesidades propias, diferentes de otras necesidades
básicas como las de afiliación o cobijo. La manera en la que la díada madre-niño gestione la
resolución de estas necesidades intrínsecas determinará la relación de apego, más o menos
segura, que se establecerá entre ellos. En este sentido se diferencia de otras relaciones
vinculares que tiene el niño y que no son específicas del sistema definido por John Bowlby.
Dada esta tendencia a la confusión entre conceptos que implican procesos y mecanismos
diferentes, es importante que en la literatura se utilice la palabra apego únicamente cuando
nos refiramos a este sistema concreto de estrategias que hemos mencionado. El mal uso de
este concepto y la utilización del mismo de manera indiscriminada, confundiéndolo, por
ejemplo, con la idea del vínculo, implican una interpretación errónea de la teoría original de
Bowlby.
El uso estricto de las palabras apego y relaciones de apego, nos va a permitir ser capaces de
elaborar un marco teórico apropiado, sabiendo en cada momento cuales son las dinámicas que
están en juego y pudiendo entenderlas y abordarlas de manera más efectiva.
Referencias bibliográficas
Ainsworth, M.D.S. (1969), “Object relations, dependency and attachment: A theoretical review
of the infant-mother relationship”, Child Development, núm. 40, pp. 969-1065.
Bowlby, J. (1988), A secure base: parent-child attachment and healthy human development,
London, Routledge.
Bretherton, I. (1992), “The origins of attachment theory: John Bowlby and Mary
Ainsworth”, Developmental psychology, núm. 28(5), pp. 759-775.
Resumen
Summary
Attachment and linkage are two different concepts that are misused as synoyms frequently in
the literature. The research on the attachment styles thar are developed within the family or
the friends enviroment keeps growing at fast pace and on this context the definition and use
of the concept must be the appropiate one. In this article we define both concepts separately
and we provide the differences between them. Our intention is to support and promote the
correct and differentiated use of these two.
Iker Burutxaga
Universidad Ramón Llull, FPCEE Blanquerna,
Email: buru84@gmail.com
Carles Pérez-Testor
Universidad Ramón Llull, FPCEE Blanquerna,
IUSM Vidal i Barraquer.
Margarita Ibáñez
Servicio de Psiquiatría Hospital Sant Joan de Déu, Universidad de Barcelona.
Sergi de Diego
Universitat Ramón Llull, IUSM Vidal i Barraquer.
Marta Golanó
Fundació Catalana Síndrome de Dawn.
Elisabeth Ballús
Universidad Ramón Llull, FPCEE Blanquerna.
Josep A. Castillo
Universidad Ramón Llull, FPCEE Blanquerna.