RIELLA A. LaProduccion - De.arandanos en Uruguay, 2013
RIELLA A. LaProduccion - De.arandanos en Uruguay, 2013
RIELLA A. LaProduccion - De.arandanos en Uruguay, 2013
Resumen
En este trabajo, se intenta explorar en qué medida la instalación de las empresas vinculadas a la cadena global de distribución del arándano en fresco
ha producido en nuestro país la emergencia de nuevos procesos de trabajo ya observados en otras regiones del mundo donde operan estas cadenas
globales. En particular, el objetivo del artículo se enfoca en el surgimiento de un nuevo tipo de jornalero con características distintas a los trabajadores
tradicionales del sector rural, y la aparición de nuevas formas de reclutamiento y contratación de la mano de obra. Ambos fenómenos parecen derivar
de las formas de gestión y organización del trabajo que adoptan las empresas ligadas a las cadenas globales de distribución y comercialización de
productos frescos para poder afrontar la competencia a escala global.
Palabras clave: Jornaleros agrícolas / sociología rural / cadenas agroalimentarias / trabajadoras rurales / mercados de empleo rural.
Abstract
Global chains and rural work: the blueberries production in Uruguay
This paper tries to develop an explanation about the relation between the installation of companies in Uruguay linked to the global distribution
chain of fresh blueberries and the raising of new work processes observed in many regions of the world where this global chain already
operates. In particular, the aim of this article focuses on the emergence of a new type of part time laborer with different characteristics from the
traditional workers of the rural sector and the use of new ways of recruiting and hiring working force. Both aspects appear as a derivation from
the management and organization of work adopted by companies linked to global chains of distribution and marketing of fresh products in
order to face a global competition.
Keywords: Agricultural laborers / rural sociology / agrifood chains / rural women workers / rural employment markets.
Alberto Riella: Doctor en Sociología por la Universidad Federal de Rio Grande do Sul, Brasil. Profesor titular del Departamento de
Sociología de la Facultad de Ciencias Sociales en régimen de dedicación total. E-mail: albertoriella@gmail.com
Mauricio Tubío: Doctor en Sociología por la Universidad de Granada. Magíster en Sociología por la Universidad Federal de Rio Grande do
Sul. Profesor adjunto del Departamento de Ciencias Sociales de la Universidad de la República-Regional Norte en régimen de dedicación
total. E-mail: mtubio@unorte.edu.uy
Rosario Lombardo: Candidata a magíster en Economía y Gestión del Turismo Sustentable por la Universidad de la República-Universidad
de Siena. Licenciada en Ciencias Sociales por la Universidad de la República. Profesora asistente del Departamento de Ciencias Sociales
de la Universidad de la República-Regional Norte. E-mail: rlombard@unorte.edu.uy
Recibido: 24 de junio de 2013.
Aprobado: 7 de agosto de 2013.
Introducción
La instalación de dos grandes empresas de producción de arándanos en el Litoral Norte de Uruguay ha puesto
de relieve en la región los efectos que las cadenas globales de producción de alimentos en fresco producen en
los mercados de empleo locales. Su irrupción “rápida” en los territorios muestra las características más
salientes de las transformaciones que imponen estos procesos en el ámbito local. Para entender el sentido y la
profundidad de estos cambios, es necesario recurrir a los marcos conceptuales que han abordado esta
problemática desde la lógica de las cadenas globales y sus efectos en los mercados de empleo locales (Bendini
y Steimbreger, 2007; Friedland, 2001; Pedreño, 1999; Bonanno, 1994). 1
En este artículo interesa explorar si la instalación de estas empresas ha producido la emergencia de los
mismos fenómenos que se han observado en otras regiones del mundo donde operan estas cadenas globales.
En particular, interesa centrarse en el surgimiento de un nuevo tipo de jornalero con características distintas
a los trabajadores tradicionales del sector rural, y la aparición de nuevas formas de reclutamiento y
contratación de la mano de obra. Ambos fenómenos parecen derivar de las formas de gestión y organización
1 Este trabajo es parte de un proyecto mayor desarrollado en el año 2010, que contó con el apoyo de la Fundación Carolina para desarrollar
una investigación comparada entre países europeos y latinoamericanos sobre las condiciones de trabajo en las cadenas globales de
producción de alimentos frescos.
del trabajo que adoptan las empresas ligadas a las cadenas globales de distribución y comercialización de
productos frescos.
En el trabajo se presenta un primer apartado, donde se hace una breve descripción de la producción de
arándanos en el país. En el segundo, se describe el proceso de trabajo en la producción y, en el tercer apartado, se
muestra la organización social del mercado de trabajo, poniendo de relieve la figura de los contratistas y sus
adaptaciones a las nuevas condiciones impuestas por estas empresas globales. En el cuarto, se hace referencia a
las características de los trabajadores de la cosecha y a la emergencia de un nuevo perfil de jornaleros que está
emergiendo en la región en este rubro. Finalmente, se presentan en un último apartado los principales hallazgos
de la investigación, reflexionando sobre las características del mercado de empleo construidos alrededor de estas
empresas globales de producción de arándanos.
2 Uruguay se incluye entre las nuevas regiones de producción de arándanos, a partir del año 2001; las primeras exportaciones del fruto se
realizaron en el año 2003. El área cultivada alcanzó su máximo en el período 2005-2008, con 850 hectáreas. Desde dicho período la
superficie cultivada ha comenzado a disminuir, llegando en la zafra de 2012 a 450 hectáreas.
3 Por ejemplo, en el caso uruguayo las empresas estudiadas se encuentran certificadas por Global GAP, HACCP, BRC, Tesco Nature’s Choice
(Reino Unido), COSTCO, USA-GAP, ISO y BPM.
para controlar los procesos biológicos de la producción a las necesidades del mercado, ha implicado una
alteración en los procesos de trabajo que traen aparejados cambios en las características de nuevos empleos
creados en el sector y en el mercado de trabajo local.
Por estas razones, la organización social de la producción de arándanos presenta, como se verá más
adelante, una fuerte tendencia a la racionalización del trabajo, de forma tal que mediante distintos
mecanismos y dispositivos permite maximizar el rendimiento y la productividad del trabajo de una mano de
obra cada vez más difícil de disponer para trabajar en esas condiciones.
4 En Uruguay, las empresas que cuentan con planta de empaque son las grandes. De este modo, las pequeñas empresas deben derivar su
producción a las plantas de empaque de las grandes.
La organización social del trabajo
Una de las mayores particularidades que presenta la producción del arándano para el trabajo rural en la
región es que, al igual que otras cadenas agroalimentarias globales, combina el uso de una sofisticada
tecnología con una fuerte racionalización del trabajo bajo un tipo de organización taylorista, 5 con un uso
de mano de obra abundante, poco calificada y muy estacional.
Para entender las formas peculiares en las que se da la construcción del mercado de trabajo en este sector,
no sólo deben considerarse los aspectos propios de la producción y los condicionantes a las que está
sometida por ser un eslabón de una cadena global. También es necesario remitirse a dos componentes
locales que terminan influyendo de manera importante en esa construcción y dándole muchas de sus
características singulares. Uno de ellos es la creciente formalización del empleo rural que se dio en los
últimos años en el país, y el segundo es la relativa baja oferta de trabajadores debido a los altos índices de
empleo existente en la región. La combinación de estos componentes con los factores propios de la
producción de arándanos permite comprender mejor las principales características de la organización del
mercado de empleo y las acciones y comportamientos de sus distintos agentes.
En primer término, es necesario considerar entonces el contexto económico nacional. Desde hace casi
una década, el país vive un ciclo económico de crecimiento que redujo de forma considerable la tasa de
desempleo, la cual se ubica hoy en torno al 6% en promedio anual. A su vez, la tasa de actividad del país
y la región ha alcanzado índices muy altos, lo que ha llevado a lo largo de los años a un aumento de los
salarios reales en todas las ramas de actividad, aunque todavía son relativamente bajos en la región. Este
proceso ha cambiado las condiciones iniciales del mercado de empleo en las que se instalaron las grandes
empresas de arándanos en el año 2005. Para responder a esta nueva situación, las empresas tuvieron que
recurrir a un sistema de contratistas para poder cubrir los puestos de trabajo vacantes, aunque aún
persisten dificultades para lograr, en las condiciones de salario y zafralidad ofrecidas, una mano de obra
abundante que les permita bajar los costos salariales y poder imponer una mayor productividad del
trabajo.
Por otra parte, el contexto político nacional resulta fundamental para entender los determinantes de la
construcción del mercado de trabajo en el arándano. Desde la asunción del gobierno de izquierda en el año
2005, se ha creado en el país una nueva legislación para buscar combatir la precarización del empleo rural
mediante la fijación de salarios mínimos por categoría y rama de actividad en negociaciones colectivas, la
mejora de las condiciones de trabajo y el reconocimiento de los derechos de sindicalización y una política más
enérgica para el contralor del cumplimento de estas nuevas normativas laborales. Además, a esto hay que
sumarle la presión que ejercen las certificadoras para el cumplimento de los requisitos formales vigentes a la
hora de la contratación de los trabajadores.
Esto ha dado como resultado, sumado al citado contexto de bajo desempleo, que las empresas se vean
obligadas al cumplimiento de las normativas de formalización de los contratos, al acatamiento de las ocho
horas de la jornada laboral rural, al otorgamiento de la media hora de descanso, al pago de los salarios
mínimos establecidos por categorías y el pago de las horas extras dobles.
La formalización legal de los empleos rurales, si bien tiende a reducir las asimetrías entre trabajadores y
empresarios en el ámbito rural,6 también ha llevado a un cambio en la organización del trabajo en las empresas
que producen para la cadena global del arándano en fresco. Dadas estas restricciones, las empresas han
generado nuevos mecanismos para aumentar la productividad de los trabajadores y la tasa de explotación,
mediante un riguroso control de la jornada de trabajo y una mayor disciplina en el cumplimento de los
procedimientos técnicos.
5 Para la conceptualización del trabajo taylorista en la agricultura recurrimos al artículo de Pedreño (1998).
6 A causa de la falta de organización sindical en los lugares de trabajo, estos avances formales no redundan en todos los casos en beneficios
crecientes para este tipo de trabajadores rurales.
La formalización de los empleos permite a las empresas instrumentar dispositivos de racionalización y
sistemas de monitoreo que redundan en una organización más industrial del trabajo, que derivan posiblemente
en un mayor excedente por hora trabajada.
El control de la jornada, antes muy poco usado en el medio rural, permite la reducción de los tiempos
muertos y el estricto cumplimiento de los tiempos de descanso, lo que produce el aumento de la producción del
trabajador durante la jornada. Los variados dispositivos que se utilizan hoy para estos fines permiten a la
empresa maximizar el rendimiento y la productividad de una fuerza de trabajo cada vez más difícil de disponer
en los tiempos necesarios.
De igual forma, esta modernización en la organización del trabajo y el desarrollo de algunos derechos
fundamentales del trabajador siguen conviviendo con las viejas formas de pago por cantidad o a destajo, ahora
más controladas y exigentes que antes.
El dilema para las empresas en el presente es cómo lograr mayor disciplinamiento de la mano de obra para
este tipo de trabajo. La región cuenta con una larga tradición de sectores de jornaleros rurales dedicados a las
cosechas de citrus, caña de azúcar y horticultura, entre otros, que conforman el grueso de los trabajadores
rurales de la región, pero no se han integrado plenamente a la cosecha de arándanos, aunque esta permita unos
meses más de trabajo al año con una remuneración similar a la del citrus. La principal razón de este
comportamiento parece estar dada por el rechazo de este sector de jornaleros a la organización del trabajo y la
corta duración de la zafra, lo que los lleva a buscar otros empleos temporales en aéreas urbanas, dando paso así
a la contratación de un nuevo tipo de jornaleros.
Por otra parte, ante la tensión existente en la organización del trabajo entre el pago por cantidad o por
calidad, los empresarios pretenden resolverla mediante una mayor incorporación de mujeres, dado que
ellas muestran mayor disciplina de trabajo y más compromiso con las metas de cantidad y calidad
exigidas por la empresa, hecho que se verá más adelante. En este sentido, también han buscado una nueva
forma de contrato basado en el pago de un jornal con una producción obligatoria, al que se le suman
además premios por productividad, dando como resultado un pago por destajo encubierto. En la práctica,
este tipo de remuneración no da los beneficios esperados, produciendo más bien un doble perjuicio, tanto
en la calidad de la fruta como en el agotamiento físico de la mayoría de los trabajadores.
8 En los países centrales estos cultivos siempre aparecen vinculados a procesos migratorios internacionales para poder cubrir su demanda de
trabajo, pero la figura del migrante no está presente en la agricultura intensiva de los países del Sur, ya que estos países tienen excedentes
de mano de obra, y lo que se produce mayoritariamente son migraciones internas estacionales o permanentes. En el caso uruguayo, dado el
tamaño del país, la forma que adquiere este ajuste sería el de largos traslados diarios más que la migración temporal.
9 En otros rubros, como en la forestación en la cual se da esta misma situación, se ha provocado un conjunto de medidas gremiales y
judiciales por parte de los trabajadores para reclamar que las empresas contratantes paguen parte de esas horas de traslado.
1995), es parte de las estrategias estructurales que llevan las empresas en la búsqueda de reducción de sus
costos de producción, aprovechando las necesidades de los hogares más pobres de generar mayores ingresos,
mediante la incorporación de más miembros de su unidad doméstica al mercado de empleo.
Pero también, para explicar la feminización, se sostiene que hay una marcada preferencia de los empresarios a
contratar mujeres, en tanto se presentan como una mano de obra menos organizada y sindicalizada que la
masculina, y su incorporación representa una disminución de la conflictividad sindical. Pero en el caso del
arándano, esta hipótesis no explicaría la preferencia de los empresarios por las mujeres, ya que dado el control
que ejercen los contratistas, la actividad reivindicativa y sindical es muy baja tanto en las mujeres como en los
hombres.
En cambio, parece cumplirse otra hipótesis manejada al respecto, la cual indica que los empresarios
prefieren a las mujeres por un conjunto de cualidades y habilidades que les permitirían adaptarse mejor a las
actividades y ritmos de trabajo de la cosecha del arándano.
Los empresarios prefieren en realidad a la mujer no sólo por su ‘idoneidad’ ni porque sea una mano de
obra necesariamente más barata que la del hombre, sino fundamentalmente por su disciplina en el trabajo y su
mayor disponibilidad a realizar este tipo de trabajos zafrales.
Las mujeres son más responsables, sobre todo si son amas de casa. Son conscientes de que tienen que llevar el
jornal […] Las mujeres son más responsables, disciplinadas, que los hombres. (Empresario)
Como ya ha sido señalado, uno de los mayores retos para los empresarios es transformar a los nuevos
jornaleros en una mano de obra disciplinada para el trabajo, ya que dada las condiciones de los empleos que
ofrecen, los trabajadores rurales disponibles, mayoritariamente hombres, no están acostumbrados a un ritmo y
control de tareas como la que pretende tener la organización del trabajo. Este tipo de organización impone una
fuerte disciplina y jerarquización en el trabajo, y, en este sentido, los empresarios reconocen que la mano de
obra femenina se adapta mejor a esta organización.
Pero también hay una inclinación de los empresarios, contratistas y enganchadores del arándano, hacia la
contratación de mujeres, tanto para la cosecha como para el empaque, por su ‘idoneidad’ para las tareas
‘delicadas y cuidadosas’. Según declara un empresario del sector:
… la tarea que se realiza en la fase de cosecha es más “idónea” para la participación de la fuerza de trabajo
femenina, por el cuidado que se debe tener al manipular la fruta. (Empresario)
En la mayoría de los casos, estos atributos asociados a las mujeres llevan a una diferenciación de las tareas que
implica una posición más vulnerable de la mujer con respecto al hombre en el mercado de trabajo rural. Por
ejemplo, los puestos de mayor jerarquía o calificación, y los más estables en la fase de producción, son
ocupados mayoritariamente por hombres.
Por tanto, sus “habilidades” las ponen siempre en puestos de trabajo más eventuales y precarios. De esta
forma, son siempre más sometidas a la alta estacionalidad de la cosecha y a las condiciones de extrema
flexibilidad de horario que se exige durante este tiempo, para adaptarse a las necesidades de las empresas y a
las condiciones climáticas (cosechas nocturnas o en la madrugada, pérdida de jornales por las condiciones
climáticas, etcétera). Esto confirma las relaciones de subordinación a las que son sometidas las mujeres en esta
configuración social del mercado de empleo en el arándano, como un caso particular de lo que es sostenido por
Reigada (2009) para los mercados de trabajo de las agriculturas intensivas.
Reflexiones finales
En síntesis, este trabajo ha intentado dar cuenta de cómo la triple tensión que enfrentan las empresas,
compuesta por las exigencias de las cadenas globales, la escasez relativa de mano de obra en la región y el
avance de la legislación laboral, han modelado la construcción social del mercado de empleo del arándano,
dando forma a las instituciones, procesos y actores que lo conforman.
Las nuevas formas de organización del trabajo propuestas por las empresas, para dar respuesta a las
necesidades de las cadenas globales de distribución, han implicado una taylorización del trabajo rural,
combinada con una lógica de producción flexible para llegar en “tiempo justo” a los canales de distribución
global.
Esto ha incidido en un mayor control sobre los trabajadores, que es ejercido mediante avanzadas
tecnologías de producción y gestión, pero manteniendo de forma solapada las viejas formas de contrato a
destajo. Esto ha generado un cambio cualitativo en las formas de trabajar en el medio rural, que implica un
giro en las modalidades tradicionales de trabajo en las zafras en la región, al combinar las dos formas de
control del trabajador al mismo momento: tiempo y productividad. Estos nuevos empleos rurales también
modifican las características de los jornaleros, ya que muchos de ellos, especialmente los de mayor antigüedad,
resisten estas formas de control y buscan otro tipo de zafras donde no sean tan exigentes los controles
disciplinarios y del tiempo de trabajo.
Por otra parte, dada la escasez relativa de mano de obra, las empresas utilizan una estrategia de
reclutamiento centrada en la utilización de contratistas. Estas empresas de intermediación también han logrado,
al menos las más grandes, articular modernas formas de gestión de recursos humanos y formalización del
empleo con lógicas tradicionales de reclutamiento de mano de obra. De esta forma, se puede afirmar que se
está asistiendo a la emergencia de un contratismo de nuevo tipo, que tiene una gestión empresarial a gran
escala pero en el ámbito local, en el enganche de sus trabajadores, reproduce los antiguos modelos de
dominación y control predominantes en los territorios rurales del continente.
En base a esta estrategia, las empresas para tener mano de obra abundante han logrado ir incorporando a
un nuevo sector de trabajadores en las épocas de cosecha, que tienen características distintas a las del
tradicional jornalero de la región. Estos nuevos jornaleros tienen entre sus características principales: la fuerte
presencia de mujeres; la combinación cada vez mayor de empleos agrícolas y no agrícolas durante el año; la
incorporación de sectores inactivos al mercado de trabajo sólo para los momentos de cosecha y estar sujetos a
largos traslados para llegar al lugar de trabajo.
El análisis de la feminización de la mano de obra en el arándano confirma una vez más que la
incorporación de las mujeres a los mercados de empleo de enclaves de agriculturas intensivas se da de forma
subordinada, y si bien ellas cumplen un papel central para viabilizar la producción, dada la naturalización de
sus habilidades, su posición en la estructura ocupacional es siempre en los estratos más bajos, llevando a que
ocupen los puestos más estacionales y peor remunerados.
También es interesante señalar, que las características generales de estos nuevos jornaleros del
arándano no son ajenas a los rasgos básicos que acompañan los cambios en el mercado de empleo rural en el
continente. Como señala Kay (2001), el mercado de empleo rural ha venido transitando por un cambio
estructural que está marcado por la urbanización de los trabajadores rurales, el aumento de la participación
de la mujer y un incremento de la zafralidad. Pero, lo peculiar en el caso que ha sido presentado es que la
instalación de las plantaciones de arándano ha acelerado estos cambios en un período muy corto de tiempo
en la región, elevando la tasa de participación femenina en el empleo por encima del 50% de los ocupados
en la zafra, teniendo a todos sus nuevos trabajadores con residencia urbana y produciendo una
estacionalidad que es una de las más altas del país en relación con la demanda de trabajo que implica por
hectárea.
En este sentido, también se constató que las condiciones materiales de vida y de trabajo de estos nuevos
jornaleros, si bien están amoldadas a las nuevas características y modalidades de organización del trabajo en
las cadenas globales de valor, no se diferencian en forma sustantiva de las condiciones estructurales del
empleo en el medio rural. Si bien son colectivos con características propias, como ya ha sido indicado, su
situación laboral presenta características similares a las observadas en el resto del continente décadas atrás, en
otras formas de trabajo eventual como los “bóias frias” en Brasil, los “peludos” en Uruguay o los
trabajadores “golondrina” en Argentina. Todas estas ocupaciones muestran una fuerte discontinuidad en el
mercado de trabajo, con formas de empleo precarias y de muy baja calidad. Tienen además, al igual que ellos,
salarios insuficientes y sujetos a destajo, y una escasa capacidad de organización colectiva y poca visibilidad
política y social. En este sentido, la única modificación sustantiva es el avance en la legislación que les ha
otorgado nuevos derechos a estos trabajadores en los países de la región, aunque no se han traducido en
avances reales en su bienestar y el de sus familias.
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