0% encontró este documento útil (0 votos)
67 vistas59 páginas

Zarza Ardiente

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1/ 59

Revista Oficial del supremo consejo

Nº 44
del Grado 33 para España
www.scg33esp.org
Verano 2016

www.facebook.com/scg33esp
www.twitter.com/scg33esp
Nº 44

Índice
Democracia, populismo
y demagogia - Pág.3
Florentino Guzmán Plasencia Medina. 32º.

La Última Leyenda de Hiram - Pág.11


J.J. Asensio Estrada. 4º

Frente a la ambición, la fuerza de


la verdad y la fuerza democrática-
Pág.21
Manuel Oller Varela. 9º

La Conciencia - Pág.33
Enrique Reverte Domenech. 4º

La Tragedia de los Comunes - Pág.37


Antoni Guillén i Bové, 4º

El Simbolismo de la Caverna y
la Zarza Ardiente - Pág.43
Carlos Limongi 18º

Semblanzas Masónicas de los


Tres San Juanes - Pág.52
Felipe Llanes Menéndez, 33º

créditos - Pág.59

2
Nº 44

Democracia, populismo
y demagogia
Por: Florentino Guzmán Plasencia Medina. 32º.
Hace unos días, sentado en un paseo de mi ciudad observé sin querer
y al calor de un café, una tensa discusión de carácter político entre
tres jóvenes y en relación con la actualidad social española.
Frente al choque de discursos que esperaba cuando se trata de un asunto de
estas características, vi como uno de ellos organizaba los tiempos apelando
continuamente a una serie de conceptos demagógicos que empaquetaban un
discurso político emparentado con el populismo.

Ante la cada vez más tibia oposición argumentada desde valores democráticos por
parte de los otros dos chicos, el nivel de agresividad fue incrementándose, volvién-
dose aún más interesante de analizar la experiencia. Después de unos minutos se
transformó en un debate a dos, donde el tercero dudaba a ratos de su postura da-
dos los argumentos simples del más agresivo.

3
Nº 44

Aunque la cuestión no es nueva, de hecho Miguel de Cervantes ya lo definió en su


obra universal, El Quijote, cuando narraba en voz del hidalgo: “Tengo por costum-
bre querido Sancho que, en viendo el burro venir, ya de lejos me apercibo sin con-
fundirme, de las patadas que pudiera propinarme, por tanto mi fiel escudero fíjate
en los andares y si viéndolo retorcido y mal encarado vieres que arranca sin com-
postura hazte a un lado, que de estos con mala idea, sucios y desaliñados mejor no
tener contacto”. “Y hay que tener cuidado con tal calaña, que de ser menester uti-
lizan a las más tiernas criaturas y hasta pretenden adoctrinarlas y que salgan de su
mala hueste con títeres y cabalgatas. Y cuidado amigo Sancho que son los mismos
que luego cobran de berberiscos y de otros que más allá someten a sus pueblos y
ello, tanto mal vestidos cuando procede el buen hábito, como vestidos de la más
cursi casta, cuando no es tan menester.”


Resulta paradójico como conforme la
historia humana avanza -y resolvemos o
facilitamos cuestiones técnicas que nos
facilitan la vida cotidiana-, pareciera que hi-
ciéramos justamente lo contrario en cuestio-
nes relacionadas con la salud democrática.
En nuestra historia contemporánea, hemos
podido comprobar cómo los enfrenta-
mientos derivados de
la colisión de las

4
Nº 44

principales corrientes ideológicas no sólo no han disminuido, sino que se han incre-
mentado, traduciéndose en conflictos bélicos basados en el dominio del sistema
que se ha asentado y perpetuado como único: el capitalismo. Y en esa pugna, en
ocasiones, el debate político ha degenerado en discursos estáticos que han deriva-
do al populismo y a la demagogia para desacreditar los principios democráticos o
para perpetuar a una serie de tiranos en el cargo.

La demagogia y el populismo por su propia naturaleza podrían definirse como ene-


migos de la democracia, el Estado de Derecho, y en general, de las libertades, si-
tuándose en las antípodas de los principios de la masonería. Así pude comprobar
en primera persona en aquel café que terminó por enfriarse, cómo el discurso lle-
gó a definirse en un planteamiento maniqueista que llegó a alcanzar ciertas dosis
lingüísticas de violenta rigidez. Preguntándome, qué ha tenido que suceder en los
últimos años para que en una de las generaciones mejor formadas de nuestra his-
toria, haya arraigado tan profundamente estos conceptos tan alejados de los prin-
cipios democráticos que consagró nuestra actual Constitución.

Aunque pudieran parecer una suerte de sinónimos, “Populismo” y “Demagogia” al-


bergan matices propios. Populismo, del latín populus o pueblo, se utiliza para refe-

5
Nº 44

rirse a las corrientes de pensamiento que apelan al rechazo a cualquier tipo de élite
(económica, intelectual o política) y, por extensión a las instituciones democráticas,
apelando a un constante sentimiento de unidad cuyo poder se define como algo
abstracto “el pueblo” y sus derivados semánticos. Estas corrientes no se asocian a
ninguna de las corrientes políticas establecidas (derechas o izquierdas), adaptando
el lenguaje de cada una al propio interés del líder.

El discurso populista apela a numerosas ventajas a corto plazo para la población en


general (renta universal, protección social o sanitaria), a la larga se definen como
una excusa para el control de los medios de producción y ejecutivos, restando bien-
estar a la sociedad con medidas que incluyen la regulación en todos los aspectos
vitales de la misma y la homogenización de la sociedad civil. En especial el control
se centra en los medios de comunicación, en la educación y en cualquier elemento
que suponga intercambio de ideas tanto en el interior como en el exterior. Y en eso
último tenemos un excelente ejemplo en España a raíz de las negociaciones para
formar gobierno después de las elecciones del pasado mes de diciembre. Quizás,
como apunté anteriormente, tenemos la insana costumbre de repetir historias y en
la actualidad, quizás estemos asistiendo a un comunismo encubierto, a un neo co-
munismo, o quizás, a un marxismo con tintes sociales.

En el largo plazo, las consecuencias son tan evidentes como negativas para las na-
ciones que sufren de gobiernos populistas, aislamiento internacional, corrupción
en la función pública y en la sociedad civil, que suelen desembocar en episodios
de violencia. Esas promesas chocan frontalmente con la realidad cuando se sucede

6
Nº 44

una situación de crisis como la actual, de


tipo presupuestario o de deuda externa.
Ante eso el populista, no hace más que
apelar a un discurso más vacío aún.


De forma para-
lela se sucede la
demagogia, una
idea política que se
basa en apelar a los
sentimientos prima-
rios de las personas
(amor, odio, miedo…)
para exacerbarlos y
encauzarlos por inte-
rés propio.
El demagogo tampoco se adhiere a las ideologías políticas establecidas y se trata
de un experto en oratoria que muestra una capacidad excepcional para canalizar las
decisiones de los demás y ponerlas de su lado bajo un razonamiento falaz de omi-
sión de información, manipulación de datos científicos o estadísticos para respaldar
cualquier razonamiento, demonización de una persona, un grupo o una ideología
siempre a través de un discurso basado en la oratoria maniqueista de la realidad.

Cabría preguntarse qué pasaría cuando converge populismo y demagogia. Quizás


el panorama político nacional, tenga algún ejemplo directo, aunque más importan-
te que eso es preguntarse por qué estas corrientes nacen habitualmente de una de-
mocracia consolidada. ¿Serán acaso un efecto acción-reacción ante las vergonzosas
muestras de corrupción tan habituales en las portadas de nuestros periódicos? ¿Es
la causa de una mala interpretación de la libertad democrática en una especie de
libertinaje maquillado bajo un barniz de estado de derecho? También cabe pregun-

7
Nº 44

tarse si es un efecto natural de la ambición humana para perpetuarse en el poder,


haciendo válida la sentencia “cambiar para que nada cambie” que nos recuerda a
falsos procesos revolucionarios que han permitido que un sátrapa ocupe el gobier-
no de una nación.


Para llegar a calar el discurso en un im-
portante número de personas -y en otra
buena parte dejarle sin argumentos para
confrontarlo-, los demagogos y populistas se
ha apoyado en el proletariado.
Herederos del término romano que los definía como las personas sin posesio-
nes que solamente podían aportar su trabajo y su prole. Ha sido el sector de
la ciudadanía que por sus condiciones vitales donde tradicionalmente se han
inoculado los elementos necesarios para generar un caldo de cultivo que se
extienda al conjunto de la población.

8
Nº 44

Pese a las características de cada época, el proletariado ha llegado hasta el presen-


te y en la sociedad postindustrial, la creciente inseguridad laboral, la precariedad,
la erosión o la pérdida de los derechos sociales, la obsolescencia profesional, entre
otros ha engendrado a una clase que muchos teóricos no dudan en denominarla
con el neologismo “precariado”. Este nuevo término no es más que una revisión
lingüística de lo que tradicionalmente hemos conocido como “parados de larga
duración”, “jóvenes que no han tenido la oportunidad de su primer empleo”, “fami-
lias uniparentales”, en definitiva personas que forman el conjunto de población más


vulnerable económicamente.

Los tres contertulios de aquel café, por


sus comentarios, se encontraban entre
ellos. Por eso, aún habiendo sido parte
de una generación formada con principios
universales, el fantasma del miedo cabalga
de nuevo.
Lo conocido en otras épocas como la “rehabilitación del proletariado” cobra una
importancia vital cuando apelamos a la labor masónica en su trabajo en favor de
una sociedad que busca la igualdad de oportunidades real. Tanto de forma ope-
rativa, como los miembros que formaron parte de la Logia Añaza, valedora de la
construcción del Templo Masónico de Santa Cruz de Tenerife y que impartían clases
nocturnas gratuitas a los obreros sin formación y sin recursos económicos; como

9
Nº 44

haciendo posible la generación


de un cuerpo legal que garantice
no sólo la aplicación de conteni-
dos teóricos mínimos, sino un iti-
nerario de formación integral que
garantice un mayor éxito de las
próximas generaciones.

Los valores de nuestra Orden y,


concretamente, la libertad no es
más que un primer paso hacia la
conquista absoluta de nosotros
mismos, en todos y cada uno de
los aspectos individuales y socia-
les del ser humano. Este concep-
to simbólicamente representado
por la regla y la plomada; y filo-
sóficamente implícito en la inspi-
ración política de leyes fundamentales en aras del reconocimiento de los derechos
sociales y humanos, no puede caer en el estado actual de conformismo y decons-
trucción social que pareciera rodearnos.

Por esto, la concepción masónica no sólo es un compendio de propuestas filosófi-


cas sobre los aspectos fundamentales de la misma, sino que debe ser la puesta en
práctica de los principios intelectuales de la Orden, los mismos que invitan a cada
individuo a trabajarse en sí mismo en una continua labor de perfeccionamiento. Las
propuestas filosóficas de la Masonería, pese a que su redacción se pierde en la no-
che de los tiempos, siguen siendo un conjunto de propuestas totalmente válidas en
el presente, en el desarrollo moral y social del ser humano. El futuro pasa por nues-
tra aportación a la educación, a los diferentes programas educativos -reglados y no
reglados- donde se visibilicen las ideas de que todas las personas -sin distinción
alguna- nacen con los mismos derechos y obligaciones, persiguiendo la doble fina-
lidad de mejorarse a si mismo y a la sociedad, a través del amor fraternal, la libertad,
la ética, el respeto a la dignidad humana, la igualdad y la tolerancia.

¿Mi café? Se enfrió. Pero lo único que deseo desde aquel momento, es que
estos tres jóvenes encuentren su camino. Una senda libre de las telas de araña
del populismo, libre de sus palabras vacías.

10
Nº 44

La Última Leyenda de Hiram


Por: J.J. Asensio Estrada. 4º
Hermanos quisiera hablaros de una de las Leyendas que me impacto
cuando la leí, y me sigue impactando dia a dia, por todo lo que con-
lleva y de significado representa.

Pues, su verdad, pureza y honestidad representan un camino a seguir para toda


persona humana, y más aun siendo un iniciado, en este mundo de calamida-
des, envidias, y deshonores de los que se amontonan toda clase de vanidades,
egos y pobrezas mundanas.

Fue Salomón elegido para hacer uno de los Templos mas hermosos, por su majes-
tuosidad fue considerado la 7ª maravilla del Mundo. Fue construido mil años a.d.J.,
y Nabucodonosor lo destruyo, todo por la apostasía (retracción, renuncia, abando-
no) de Israel. Se tardo 7 años en construirlo, se inicio en el 4º año de su reinado y
terminó en el año 11 del mismo.

11
Nº 44

Se fundieron las dos columnas de bronce. La altura de una columna era de 18 co-
dos, y un cordel de 12 codos media la circunferencia de las dos. La columna de
bronce (mezcla de cobre y zinc), tipifican el juicio de Dios, la Justicia Divina. Erigió
pues las columnas en el pórtico de la nave. La columna derecha la llamo Jakyn, y la
de la izquierda Boaz. Jakyn significa: Dios establecerá, (cimentará, asentará, funda-
mentará las bases), El será establecido. (El Señor quiere corazones estables, firmes),


Apoc. 3:12 “Al vencedor le hare una co-
lumna en el Templo de mi Dios, y nunca
más saldrá de allí, escribiré sobre él, el
nombre de mi Dios, y el nombre de la ciudad
de mi Dios, la nueva Jerusalén, que descien-
de del cielo de mi Dios, y mi nombre nuevo”.
Boaz, significa rectitud, fortaleza, poder, vigor, ligereza, rapidez.

Isaías 30:15
Por que asi ha dicho el Sr. Dios, el
santo de Israel. En arrepentimiento
y reposo seréis salvos (fijos, seguros,
firmes, comprendidos, perjudicados,
heridos), en quietud y confianza está
vuestro poder. Pero no quisisteis. En
el reposo de Dios, se obtiene la for-
taleza. Cuando no hay quietud hay
debilidad. En la confianza de Dios
está la fortaleza. La columna Jakyn es
estabilidad. La columna Boaz es rec-
titud. Asi podre decir: con rectitud,
con fuerza estableceré. Dios no es
rival del hombre sino el garante (fia-
dor, avalista, firmante, defensor), de
su libertad y la fuente de su felicidad.
Cuando miro mis manos se, que me

12
Nº 44

han sido dadas para que las ofrezca y ex-


tienda a todo aquel que sufre. Somos radi-
calmente unos “Sedientos de Eternidad”;
pero el sentimiento de serlo no proviene
de modo alguno de la incapacidad de lle-
gar a ella, sino, de la nostalgia de conseguir
aquello por lo cual hemos sido hechos.

No debemos permanecer prisioneros de


nuestro pasado. Es preciso una urgente
purificación de nuestra memoria. Nuestros
recuerdos, ciertamente, están llenos de
elementos negativos: frustraciones, ofen-
sas, heridas, vulgaridades, malicia ajena y
propia…Lo son los del presente año, lo son
los de años anteriores que van quedando
atrás. Lo son también los que forman nues-
tra memoria colectiva, de familia, de grupo
social, de pueblo. Es atractiva la respuesta
de no quedar pegados a ellos, afín de avanzar hacia un futuro mas limpio. No se
trata de olvidar todo cuanto nos ha acontecido, sino de, releerlo con nuevos sen-
timientos, aprendiendo de las experiencias sufridas que sólo el amor construye,
mientras que el odio produce siempre destrucción, ruina, dolor. La purificación de
la Memoria tiene un nombre: Perdón. La novedad liberadora del perdón debe sus-
tituir la insistencia inquietante de la venganza.

Como os he dicho al principio, Hermanos, quisiera hablaros sobre una Leyen-


da, la cual me impacto su nobleza de espíritu, fortaleza, perseverancia, firmeza
y como no caridad mundana.

Se titula “La última Leyenda Hiram Abif”. Como Iniciado, la conocía, es mí deber,
aunque el entenderla va un poco más allá de la simple comprensión, más que el
significado que lega (deja, transfiere, transmite). Al principio se puede leer una de
las grandes frases que, no tan a doquier se pudieran encontrar, creo que fue Ben-
jamín Franklin quien escribió: “Allí donde la libertad echa raíces, estará mi tierra”.

El escrito dice asi: Fue el día de mi elevación a condición de hombre libre de pre-
juicios mentales, el día que superé mi propia muerte. Rodeado de varias decenas
de hermanos, con mi plena voluntad y consentimiento, despojado de todos mis

13
Nº 44

metales juré solemnemente ante un volumen de la Ley Sagrada, que ocultaría, ja-
más revelaría, los secretos que allí me confiaron. También prometí que mantendría
cuidadosamente mi honor y el de mi fraternos compañeros de reunión sin abrigar
ningún perjuicio a su honor ni tolerar, a sabiendas, que otras personas pudieran
tenerlo y que si estuviera en mi poder impedirlo, rechazaría con hombría al difama-
dor, comprometiéndome asi mismo a respetar la castidad de las esposas de todos
mis hermanos.

Si, juré solemnemente observar escrupulosamente estos tres puntos, prefirien-


do que mi cuerpo fuera, simbólicamente, cortado en dos mitades, antes que
violar la palabra dada. Por tres veces besé el volumen de la Ley Sagrada y sellé
mi juramento vinculándome de por vida a la fraternidad francmasónica.

Aquel anochecer de invierno envuelto en el silencio sepulcral de la logia, me narra-


ron una leyenda sencilla, tan sencilla como son todas las leyendas. Estaba basada
en un personaje bíblico prácticamente desconocido, un forjador de metales llama-
do Hiram Abif, que trabajo en la construcción del Templo del Rey Sabio Salomón.
Era el hijo de una viuda de la tribu de Neftali. Salomón enterado de su fama de ar-
tesano avezado en el arte de la construcción le hizo llamar para que forjara las dos
columnas de la entrada del pórtico del Templo.

Hiram, cuenta la leyenda, era un hombre humilde y diligente, trabajaba sin descanso
dirigiendo la labor de sus compañeros y aprendices, a la vez que les iba enseñando
los secretos del oficio de constructores. Hiram mantenía una fidelidad inquebranta-
ble a los secretos que le habían sido transmitidos por sus maestros y fue asesinado
poco antes de la culminación de la obra del Templo de Jerusalén.

Un grupo de 3 pérfidos (desleales, infieles, infames, traidores), ávidos de conocer


todos los secretos que atesoraba Hiram, conspiraron clandestinamente para arre-
batárselos, urdiendo una trama criminal. Se emboscaron amparados por la oscuri-
dad de la noche, cubriéndose sus rostros y apostándose cada uno de ellos en cada
una de las 3 puertas del Templo, lugar donde el Maestro se había retirado para orar
al Creador. Concluido sus rezos, Hiram Abif se encamino hacia la puerta ubicada en
el sur, allí emboscado y armado con una regla plomada le esperaba agazapado uno
de los traidores. Lo asaltó amenazándolo con golpearle hasta causarle la muerte si
se negaba trasmitirle los secretos. El Maestro Hiram fiel a su juramento le contes-
to que ni podía ni quería divulgarlos. Dándole a entender que sólo a través de la
constancia y el esfuerzo se haría merecedor de llegar a participar de aquellos secre-
tos y que preferiría morir antes que traicionar la palabra empeñada. Insatisfecho el

14
Nº 44

malvado con la firme respuesta de


Hiram, le asesto un fuerte golpe en
la cabeza del Maestro. Tambaleán-
dose y aturdido el Maestro huyó co-
rriendo hacia la puerta del norte.

Al acercarse a la segunda puerta,


fue abordado por el segundo de los
intrigantes armado con un nivel de
obra. Tras darle el Maestro la misma
negativa respuesta, recibió nueva-
mente otro golpe en su cabeza, ca-
yendo aturdido de nuevo al suelo.
Viendo que su retirada estaba cor-
tada por dos de las puertas del Tem-
plo, desfallecido y ensangrentado
trato de huir encaminándose hacia a
puerta ubicada al este donde se en-
contraba oculto el tercero de los cri-
minales. Este tercer canalla recibió
del Maestro la misma respuesta que
los dos anteriores, por que a pesar
de la debilidad en la que se encon-
traba Hiram, supo mantenerse firme
e inquebrantable en sus principios
y guardo sepulcral silencio. Un nue-
vo golpe violento asentando con un
pesado mazo, lo derribó sin vida, cayendo muerto a los pies del malvado. Nadie vio
ni oyó nada, el delito se ejecutó en total clandestinidad. El vil asesinato se consumó
en la más absoluta nocturnidad y sin que nadie se percatara de ello.

Al dia siguiente a la hora del comienzo de los trabajos, los capataces de la obra al ver
que Hiram no llegaba, como acostumbraba, puntualmente a su hora con los planos
y diseños bajo su brazo, intuyeron que alguna desgracia podría haberle acontecido
a su Maestro. Una representación de compañeros fue a comunicar al Rey Salomón
la sospecha que la desaparición repentina y misteriosa, tuviera por causa algún fatal
desenlace. El Rey sabio, ordenó una revista inmediata de todos los trabajadores de
las diferentes cuadrillas, apercibiéndose de la sospechosa ausencia de tres de los
encargados. Esta extraña falta, abrigó aun más los temores del Rey Salomón por la

15
Nº 44

suerte que pudiera haber sufrido su principal artista. Eligio entre los oficiales a los
3 de más confianza y les ordeno que acompañados de sus respectivas cuadrillas,
partieran con la mayor rapidez en busca de su Maestro. Al cabo de un tiempo, una
de las tres cuadrillas se sentaron a descansar bajo la sombra de unos árboles en
las inmediaciones del camino. Uno de los hermanos al querer levantarse, se asió
(agarró, aferró, atrapo, cogió), con la mano en el arbusto bajo el que se cobijaba,
quedando sorprendido con la facilidad con que sus raíces se habían desprendido
del suelo. Examino con atención la zona y observo que la tierra había sido removi-
da recientemente. Llamo al resto de cuadrilla, excavaron en el lugar y encontraron
el cadáver enterrado del Maestro Hiram Abif. Con sumo respeto y veneración lo
volvieron a sepultar en la tierra. Y para recordar el lugar exacto donde se hallaba
enterrado, colocaron una rama de acacia en la cabecera de la tumba.

Las herramientas con que matan al Maestro, nos muestran esa dualidad de las co-
sas, el bien y el mal. Las herramientas símbolo de la inteligencia y el trabajo creativo
son aquí utilizadas para la ignominia (vergüenza, infamia, deshonor, degradación,
afrenta), y el crimen, dándonos a entender que ninguna creación humana es buena
ni mala por si misma, su bondad o perversidad depende del uso que los seres hu-
manos hagamos de ella.

16
Nº 44

Los 3 canallas de la leyenda representan las tres grandes lacras de la humanidad;


esos defectos que nos han conducido en innumerables ocasiones al fratricidio (ase-
sinato, crimen parricidio). Son los canallas la simbología de la ambición, el fanatismo
y la ignorancia. Hiram es la alegoría de las tres virtudes contrarias, la generosidad, la
tolerancia y la instrucción.


Nos habla como tantas leyendas, de la
muerte y de la vida, de ese apareamien-
to en el que desarrollamos nuestra pro-
pia existencia en el que día a día, cada ser
humano va recorriendo sin querer ser cons-
ciente de cual es su meta definitiva.
Esa muerte que nos sirve como alegoría de nuestro objetivo último, de nuestro
indomable deseo de encontrar la inmanencia (esencia, sustancia, permanencia)
personal o una transcendencia ilusoria de nuestra alma inmaterial. La búsqueda
de nuestra propia inmortalidad, debe estar cimentada en esa verdad personal que
cada cual llevamos en lo más profundo de nuestro ser y de la que nos servimos
como bastón para poder afianzar nuestros pasos. De esa verdad íntima que sólo
alcanzaremos, igual que el Maestro Hiram, si fundamos nuestra existencia en el tra-
bajo, la humildad y el respeto al resto de los seres humanos, sin malas artes ni enga-
ños, sin aprovecharnos del esfuerzo de nuestros semejantes.

17
Nº 44

La nuestra será siempre una verdad parcial, como todas las verdades sinónimo de
lucha, de empeño constante, de búsqueda sin fin, de sacrificio generoso y de fe en
uno mismo. ¿Pero era también Hiram, como todos nosotros, un hombre imperfecto?

En la leyenda se simboliza esa imperfección al decirnos que era el hijo de una viu-
da de la tribu de Neftali, esa orfandad que la leyenda reivindica como alegoría es
el símbolo de nuestra condición de humanos, encarna la imperfección de nuestro
linaje, nuestra ascendencia deficiente, los que otros denominan pecado original, el
saber de nuestra naturaleza, por su origen, está incompleta y por tanto, igualmen-
te incompleta está también en su destino y proyección, que debemos admitir que
como todos los seres vivos nosotros también somos imperfectos, que nuestra vida
subsiste en la medida en que vencemos, siendo inalcanzable para nosotros la meta
de la perfección.

El símbolo del secreto nos debe hacer comprender que no existe el misterio ni el
enigma, que lo que no conocemos es únicamente producto de nuestra propia igno-

18
Nº 44

rancia y sólo en la medida en la que seamos capaces de asumir nuestra ignorancia,


seremos capaces de avanzar en la comprensión, pudiendo llegar a explicar el mun-
do que nos rodea. Hermanos, seamos pues humildes, tenemos lo que tenemos, no
más, de ahí nuestra imperfección y para no olvidarlo la leyenda nos recuerda siem-
pre nuestro origen imperfecto; quizá por ello, los masones tomemos como apelati-
vo el de Hijos de la Viuda. Ellos son conscientes de que su finalidad última es tratar
de hacer un hombre bueno, un hombre mejor.

El Maestro Hiram Abif simboliza la lealtad inquebrantable a los principios, ante-


poniéndola, incluso, a la propia vida. El se sacrifico y murió llevándose consigo el
secreto, dejándonos una tenue luz en este mundo tenebroso, una luz que nos sirve
de guía, como aquellos faros impenitentes que siempre aparecían en las leyendas
de tierras lejanas y que guiaban a los perdidos marineros en las noches de brumas
y lluvias. Este faro simbólico nos ilumina de un modo sencillo con tres pequeñas y
casi imperceptibles luces. La luz intima que ilumina nuestro interior para proveernos
de fuerza de voluntad. Esa otra luz exterior que emitimos con nuestra conducta y
nos ayuda a alumbrar nuestro entorno, viviendo en sociedad armónicamente con
nuestros semejantes. Y esa luz superior, que emana de los cielos, de la creencia de
un Hacedor (creador, todopoderoso, altísimo), de un Gran Arquitecto del Universo,
iluminándonos a todos por igual en nuestro penoso peregrinar existencial.


Las tres preguntas filosóficas irresolu-
bles sobre las que la Humanidad viene
interrogándose desde el principio de los
tiempos, quienes somos, de donde venimos,
y a donde vamos, se truecan aquí en tres
interpelaciones más sencillas, por tres acti-
vidades ante la vida: cual es mi deber para
conmigo mismo, cual es mi deber para con
el resto de la Humanidad, y cuál es mi deber
para con el Creador.

19
Nº 44

La leyenda de Hiram nos enseña que para un hombre justo, amante de su íntima
libertad, los temores que suscita la muerte no son nada comparándolos con la abo-
minación que produce la traición y la deshonra. Que el hombre que sabe escuchar
la voz de la naturaleza, sabe perfectamente que es esa la voz que nos da y nos dará
testimonio de que en nuestros cuerpos perecederos, reside el principio de la vida y
de la inmortalidad. Esa naturaleza que nos aporta la fuerza necesaria para combatir
nuestros temores, generándonos la paz interior que nos ayudará a permanecer fie-
les a la razón humana, a la Humanidad.

El martirio, la grandeza de morir por unos principios sólo cobra su sublime significa-
do filantrópico al equipararlo con el encanallamiento, con la miserable pobreza de
quien es capaz de matar por otra creencia opuesta.

Finalmente tengo que decir que soy feliz de corazón, y lloraría de alegría, para po-
der dar gracias al Creador por facilitarme y entregarme esa comprensión de espíri-
tu, la cual me ha podido llevar a intuir, percibir, bajo mi visión claro está, la escritura
y lectura de tan sabias palabras, poder dejarlas en mis manos y también poder
plantar mi propia grano de arena en la consecución de un entender de la vida para
poder situarme en el camino de la comprensión, generosidad, humildad, y frater-
nidad que nos llevará a ese laboratorio de la vida donde se mece nuestra propia
condición humana.

20
Nº 44

Frente a la ambición, la fuerza de


la verdad y la fuerza democrática
Por: Manuel Oller Varela. 9º
Si partimos de la definición más recurrente, la masonería es un
sistema peculiar de moral, bajo el velo de alegorías y enseñado
por símbolos.
Y si pensamos y escribimos a través de las luces de nuestra experiencia iniciati-
va, diremos que el maestro masón es, simbólicamente, un hombre, sería mejor
decir una persona, que murió al mundo de las apariencias, para, comprometi-
do con la verdad, renacer siendo portador de valores universales, con la firme
voluntad de ponerlos al servicio de la construcción del Templo de la Humani-
dad, asociándose así a la obra del Gran Arquitecto del Universo.

Como Maestro Elegido de los Nueve me corresponde usar, para aprender, nues-
tro lenguaje simbólico y alegórico y desde él, a posteriori, desarrollar el contenido
explícito de nuestro Grado en un lenguaje conceptual, también propio de la Franc-

21
Nº 44

masonería y acorde a la evolución del pensamiento en nuestros días. El paradigma


del pensamiento masón actual tiene que conformarse en la mejor amalgama de la
tradición y la modernidad, en la mejor correspondencia entre la iniciación simbólica
y el raciocinio filosófico.


Es por ello que la disquisición, que pon-
go a vuestra consideración de Maestros
Elegidos de los Nueve, discurre en dos
planos, el primero de comprensión sintética,
el segundo de comprensión analítica.
En el sincretismo simbólico-alegórico está la leyenda de la figura y muerte de Hiram
que ocupa, como todos sabemos, el papel central e iniciático del Grado 4º y del
Grado 9º, desglosado en el ritual con la comunicación, por una parte, de los grados
5º al 8º y por la iniciación explicita del Gra-
do 9º, bajo la regularidad del Supremo
Consejo del Grado 33 y último del
R:.E:.A:.A:. para España, bajo las
enseñanzas específicas de ésta,
nuestra Logia Capitular de Per-
fección Fraternidad de Barce-
lona nº 403.

Por medio de la iniciación, el


Maestro no es testigo sino
viajero activo de un tránsito
misterioso que le hace “pa-
sar sobre la muerte”, para
conducirlo “a vivir realmen-
te”, como protagonista, el dra-
ma simbólico de su grado.

En éste grado, a los símbolos ya


trabajados e incorporados en los gra-
dos anteriores, se añade el compás, el

22
Nº 44

instrumento que permite transportar medidas de


uno a otro plano trazando círculos. El aprendiz ha-
brá aprendido a dominar y controlar la palabra, el
compañero deberá hacerlo sobre el pensamien-
to y las pasiones, pero el maestro deberá sojuzgar
sus instintos, el poder del mal, su propia muerte. El
maestro tiene como obligación moral luchar hasta
vencer sobre sí mismo y en la sociedad, la mentira,
la hipocresía, la corrupción, la ignorancia y la am-
bición, remanentes atávicos de nuestra imperfecta
naturaleza humana.

En el Rito de Emulación del que provengo se insiste


en que el Grado de Maestro nos invita a reflexionar
sobre el tema de la ambición, el “compañero” que quiere forzar a Hiram, propinán-
dole un mazazo en la frente, para que le dé la palabra y el signo de maestro. Y nos
hace entender que para el hombre justo y virtuoso, la muerte es menos temible que
la mentira y el deshonor.

En los grados filosóficos del 4° al 9° el R:. E:. A:. A:. , desarrolla el Grado de
Maestro interpretando el mito de la muerte de Hiram en términos morales, ya
que el Maestro Hiram simboliza la justicia, el genio y el arte, la belleza, la armo-
nía y la verdad, mientras que los tres malos compañeros, cegados por el error,
constituyen y representan los profanos signos de la ignorancia, el fanatismo y
la ambición.
Cuando el Venerable Maestro “levanta/resucita” al maestro muerto le dice “has reci-
bido la vida en el seno de la muerte” y recibe, ahora, la palabra de maestro.

Y la alegría es grande, ya que la renuncia, el desapego a los vicios que corrompen,


nos permite acceder a la luz de la verdad y a la práctica de su contemplación.
El pletórico desarrollo y trabajo del maestro masón, en grado 4°, sobre la conscien-
cia y conciencia, llevado, en los grados del 5° al 9°, a los niveles más profundos, y
por lo tanto tomando conciencia y resolución sobre los grandes males que acechan
la construcción moral de las personas y sus colectivos, tiene que conseguir en no-
sotros, el deseo de pugnar por alcanzar la verdad.

Lo que Heidegger dijo en su día de forma pleonástica: “La Verdad no es verdade-


ra en tanto no haya sido descubierta por cada uno” y lo que acabo concluyendo
Gandhi: “La verdad es lo que te dice tu voz interior”

23
Nº 44

La verdad es para la Masonería y el masón esa luz deseada e intuida


por el aprendiz el día de su iniciación, esa que día tras día debe mante-
nerse lumínica, mientras construimos nuestro mejor ser moral, para que
con el esfuerzo ingente que se nos requiere, consigamos, para nuestro
proyecto de vida individual y colectivo no solo un haz de luz, sino una
luminaria y resplandor envolvente.
Dejemos el simbolismo y pasemos al engarce conceptual dentro de
nuestra tradición filosófica.

El ritual de Grado 9°, en sus comunicaciones de los grados del


5° al 8°, todas ellas tienen una estructura expositiva similar: “Los
trabajos tienen por objeto demostrar... (grado 5°), despertar ... y
provocar... (grado 6°), poner en claro ... (grado 7°), estudiar y precisar
(grado 8°). Y en el interrogatorio del grado 9°, como en el del grado
4°, al candidato se le hacen preguntas concretas, del que se esperan
balbuceantes e imprecisas respuestas, a las que a renglón seguido se
le da la respuesta adecuada.

Aparte de la impregnación, interpretación y comprensión del len-


guaje simbólico de su grado, es aquí donde empieza la compren-
sión analítica del mismo para un Maestro Elegido de los Nueve.

Los temas del grado son múltiples, invito a los Maestros Elegidos a re-
leerse, una y mil veces el ritual. Pero en resumen el tema es uno, por po-
livalente y polisémico que sea;
De cómo conviven las morales
individuales y de colectivos en un
marco de respeto, tolerancia y no
violencia, permitiendo mediante
un orden democrático de leyes y justicia la
prevalencia de las mayorías, sin sojuzgar a
las minorías.

Según el decir del “catecismo del Grado


9°, pág. 31 del ritual, me permito sugerir
al Supremo Consejo la revisión de algunas
expresiones para hacerlas más acordes al
futuro intercultural de la Masonería, pero
sigamos, según ese decir “los trabajos del

24
Nº 44

Maestro Elegido de los Nueve tienen por objeto in-


vestigar los medios prácticos más propios, para
llegar al mejor modo de elección de los agen-
tes encargados de ejecutar la voluntad del
pueblo, la manera más eficaz de limitar con-
venientemente sus facultades y la de corre-
gir los abusos en que pudieran incurrir.

Según el M:. SOB:. MAESTRO, cuando


declara abiertos los trabajos de los Ele-
gidos de los Nueve... ¡Por la aclamación!
¡Libertad, Igualdad, Fraternidad!

En la iniciación del candidato a Maestro Elegido


de los Nueve, el experto le pregunta, ¿queréis ser el
vengador de Nuestro Respetable Maestro Hiram? El can-
didato responde: Si.

¡Que todo el Supremo Consejo del Grado 33, en pleno y peso, me permita interpre-
tar y reformular la pregunta! ¿Quieres ser justo y veraz? Respuesta: Si.
Pues quizás seas un Elegido, dirá el experto “si la hipocresía no se alberga en vues-
tro pecho, y si estáis presto a cortar la cabeza a la hidra de la ambición, el fanatismo
y la ignorancia que devoran al mundo. De lo contrario, temed nuestra justicia. ¡Me-
ditad Hermano!

En un afán analítico de aproximarme a la comprensión de la positividad o negati-


vidad, bondad o maldad de la ambición, abordaré el tema, aunque quepan otros
parámetros, desde significativos y ejemplarizantes casos históricos; Alcibíades y
desde teorías éticas cerradas y autosuficientes; Spinoza.

La ambición para la masonería siempre es un vicio moral que debe ser implacable-
mente combatido, no caben visiones del término complacientes o lasas, todos los
sanos intentos de superación personal, de consecución de objetivos, mejor que los
llamemos de otra manera.

La ambición es simple y llanamente un deseo funesto que acaba destruyendo


al que la tiene y la persigue y a las sociedades que se dejan llevar por la ambi-
ción de sus representantes o líderes.

25
Nº 44

La historia de la humanidad está llena de


ejemplos vastamente ilustrativos. Alcibía-
des es el paradigma de la universalidad de
la ambición. Leyendo los diálogos de Pla-
tón, donde Alcibíades discurre con Sócra-
tes, leyendo las alusiones biográficas que
dedican al personaje Plutarco, Cornelio Ne-
pote, Tucídides, Jenofonte o Aristófanes y el
espléndido trabajo sobre el personaje y la
época de la helenista Jackeline Romilly ve-
mos la vigencia de la cultura griega antigua
y la actualidad de los problemas que tam-
bién ellos trataron de resolver.

Alcibíades, su ambición, construye el perso-


naje de una época que por su intensidad y
complejidad condensa las glorias y las mi-
serias, las grandezas y las bajezas a las que llego la democracia ateniense y pueden
llegar todas las democracias de todas las épocas. La historia de Alcibíades, el auge
y la decadencia de la democracia ateniense se convierte en metáfora y decadencia
de todas las democracias, en todas partes y en todos los momentos, es la metáfora
perfecta de los extremos a los que puede llegar el ciudadano que sacrifica el bien
común a sus apetencias y ambiciones personales.

Alcibíades tenía para los atenienses todo cúmulo de virtudes, una capacidad de
seducción extrema, era un sofista, pero tenía defectos principales: carencia de au-
todominio e inclinación a los excesos, ofensas y a la violencia. En la Grecia de aque-
llos tiempos, Alcibíades tenia riqueza, magnificencia, pero era un demagogo con
un irrefrenable deseo de notoriedad, para halagar su vanidad. La lección a sacar
de esta conducta es la peligrosa interacción que se establece entre vida pública
y privada, entre moral y política en el seno de la convivencia social. Alcibíades, en
Grecia, es el representante radical del belicismo imperialista, la audacia ciega. Sus
excesos y errores políticos le llevan a la traición a Atenas, a ser un cínico. Pregunta-
do si confiaba en su patria, Alcibíades no duda en responder: “en todo lo demás sí,
pero tratándose de mi vida, no me fiaría ni de mi propia madre”. La ambición le ha
llevado a la traición. En medio de la decadencia de los valores cívicos y de la soli-
daridad humana, la patria, la “res publica” se ve reducida a un conjunto de ventajas
personales fácilmente trocables. La ambición se sirve de la habilidad para la persua-
sión y el talento para la intriga y desemboca en la corrupción.

26
Nº 44

Y, como paréntesis, un elemento histórico con


conexiones simbólicas. Alcibíades cuando ve
que va a ser asesinado, daga en mano, corre ha-
cia los que le asediaban y muere atravesado por
una lluvia de flechas.

La vida de Alcibíades y la historia de Atenas


muestran como un hombre, un grupo de per-
sonas puede perder, destruir una república. La
corrupción, el individualismo ventajista, la de-
magogia, la manipulación de las instituciones, el
divorcio entre moral y política son la ruina de la
convivencia social, la muerte de la democracia y
la imposibilidad de que reine y brille la justicia
entre las personas.

En las nociones preliminares facilitadas por el Supremo Consejo del Grado 33, tex-
to de escritura mejorable, se dice: “La ambición, simbolizada en el grado 9º por el
traidor Abiram o Jubelon, uno de los asesinos del Maestro Hiram que es a su vez
asesinado y decapitado con la daga de la verdad, significa la muerte de la ambición,
origen de todos los males de la sociedad. Y el trabajo de los Elegidos de los Nueve,
lejos de ser el que corresponde a un Tribunal destinado a ejecutar pérfidas y repro-
bables venganzas, tiene por objeto la investigación de los medios prácticos más
conducentes, para proceder con todo acierto en la elección de los Representantes
encargados de ejecutar la voluntad del pueblo, y la manera más prudente de limitar
sus facultades, y tiene,por fin moral, la máxima de que en ningún caso es permitida
la venganza, a menos que se trate de vengarse de la ambición por medio de la ver-
dad y empleando como única arma la tolerancia y la lealtad”.


Los deberes que impone este grado
pueden resumirse en un solo precepto:
proteger al oprimido y defender los in-
tereses de la sociedad y de la patria”.

27
Nº 44

La obra filosófica de Spinoza publicada entre 1663


y 1677 tiene, a mi entender una notable influencia
sobre los fundamentos de la masonería especula-
tiva, tanto en lo metafísico, como en lo político.

Pensemos que entre las constituciones de


Anderson (1723) y la aparición de l a s
obras de Spinoza; Ética (1677) y
el Tractatus Theologico - Poli-
ticus (1670), hay 60 años, un
tiempo lógico para que un pen-
samiento de elite se pose en una
organización ética.

Spinoza dice: “Un hombre libre


en nada piensa menos que en
la muerte, y su sabiduría no es
una meditación de la muerte,
sino de la vida” Spinoza, Ética,
parte IV, Proposición LXVII.

Antes de seguir, una digresión historicista sacada de “Los orígenes del Grado de
Maestro en la Francmasonería” de Goblet d’Alviella. Edicomunicación, Barcelona.
Pág. 72. 1991. “EN 1725, en uno de los anexos publicados al texto “The Grand Mys-
tery of Free-Masons discovered”, se denunciaba que en algunas logias londinenses,
se cuentan extrañas y necias historias a propósito de un árbol, que había salido de
la tumba de Hiram, con hojas maravillosas y un fruto de una calidad asombrosa, a
pesar de ignorar cuándo o dónde falleció, y sin saber sobre su tumba más que so-
bre la de Pompeya”.

Se acepta, con bastante unanimidad, que la leyenda de Hiram se incorporó a la ma-


sonería especulativa entre 1720 y 1723 y que no fue obligatoria en la ceremonia de
iniciación al grado de maestro, por lo menos hasta 1730.

Cerrada esta digresión, es mi opinión, medianamente razonada que en la Masone-


ría especulativa se puede apreciar la concepción deontológica de Spinoza y por lo
tanto su concepción política derivada de ella.
En el aspecto personal, Spinoza que se educó en la comunidad judía de Ámster-
dam, tenía una formación polifacética, con conocimientos aconfesionales, aparta-

28
Nº 44

da del judaísmo ortodoxo. No era


un hombre de fe ingenua sino un
librepensador y acabó expulsado
de la comunidad judía y excomul-
gado del judaísmo por sus opinio-
nes heréticas. Holanda tenía, ya en
esa época, bastante tolerancia inte-
rreligiosa. Por contra, en 1659 la In-
quisición española también recibió
informes sobre la vida de Spinoza.

Spinoza cree, razona, construye un Dios panteísta ya que enfrentándose a los térmi-
nos ‘Dios’ y ‘mundo / universo’ los identifica.

Según Spinoza, el universo es idéntico a Dios y a la Naturaleza. Dios es la sustancia


causante de todas las cosas. Dios es la sustancia única e infinita. Al equiparar Dios a
la naturaleza y al mundo, Spinoza lleva a sus últimas consecuencias la idea de Mai-
mónides de eliminar el antropomorfismo del Dios bíblico. No existe un Dios que
premie o castigue; “Dios no establece ninguna ley a los hombres a fin de premiarlos
cuando la cumplan (...) las leyes de Dios no son de tal naturaleza que puedan ser
transgredidas.” (Spinoza, Tratado Breve)

Dios es la realidad entera sometida a leyes inexorables, que podemos discernir


pero sobre la que no podemos influir. Dios no depende de nadie, pero tampoco
desea ni elige nada, pues se limita a actuar conforme a sus leyes que son las de la
naturaleza. A Dios no hay que temerlo. El terror es un arma para educar a las masas.
El Dios de Spinoza carece de atributos humanos, no odia, no ama, no siente pasio-
nes, es un Gran Arquitecto del Universo panteísta y determinista que carente de fe
y de ambición y por tanto totalmente veraz y sabio, permite a los hombres, que con
su razón así piensan este Dios, criticar los monoteísmos, pugnar porque, colocados
en un plano inferior, empiecen a convivir en tolerancia. Y añado yo; y que con el
paso de los siglos, ardua meta, se disuelvan. Nadie a partir de esta concepción pue-
de ya invocar a Dios como causa para su ambición o espurios intereses de poder.

Spinoza, en su Tractatus Theologico-politicus, defiende la libertad de pensamiento


y expresión y la separación del Estado y la Iglesia. La religión debe ser personal,
no un instrumento de poder del Estado, que debe estar por encima del poder de
la Iglesia. La filosofía política de Spinoza es una defensa de la tolerancia religiosa e
ideológica dentro del Estado, cuya misión es la realización de la justicia. En el TTP

29
Nº 44

Spinoza critica la superstición. Las Escrituras enseñan obediencia, los fieles no ra-
zonan, obedecen, la fe no exige tanto la verdad como la piedad. En el TTP Spinoza
separa teología de filosofía. La fe pretende educar a la masa, la filosofía se dirige a
la búsqueda de la verdad.

Spinoza critica la hipocresía de los creyentes que hablan de amor y piedad, pero
que actúan mezquina y cruelmente. Desgraciadamente, la religión siempre ha sido
un pretexto para atacar y perseguir al diferente, la fe idiotiza y priva a la gente de
pensar por sí misma, la religión históricamente ha sido la causa primera de exclu-
sión, condenas, torturas y matanzas.

Spinoza critica el fanatismo y hace un llamado a la tolerancia religiosa e ideológica.


“Aquellos que desprecian completamente la razón y rechazan el entendimiento...
son precisamente quienes cometen la iniquidad de creerse en posesión de la luz
divina. Claro que, si tuvieran el mínimo destello de esa luz... aprenderían a rendir
culto a Dios con más prudencia y se distinguirían, no por el odio que ahora tienen,
sino por el amor hacia los demás; ni perseguirían tampoco con tanta animosidad
a quienes no comparten sus opiniones. Spinoza defiende la libertad de opinión:
“Hay que dejar a todo el mundo la libertad de opinión y la potestad de interpretar
los fundamentos de la fe según su juicio y solo por las obras se debe juzgar si la fe
de cada uno es sincera o impía. A la razón le corresponde el “reino de la verdad y la
sabiduría” y a la teología, “el reino de la piedad y la obediencia”.

Es en este contexto en el que Spinoza se pone durante diez años a construir una
Ética, demostrada de un modo geométrico. En la tercera parte, después de haber
hablado de Dios y de la naturaleza y origen del alma, se refiere al origen y natura-
leza de los afectos, para hablar en su cuarta parte de la fuerza de los afectos y en
la quinta, de que éstos deben ser gobernados por el poder del entendimiento, en
aras de la libertad humana.

Spinoza hace uso de definiciones, axiomas, postulados, proposiciones, demos-


traciones, lemas, escolios y postulados. Toda una construcción teorética.

Y refiriéndose a la naturaleza y fuerza de los afectos y a la potencia del alma sobre


ellos, Spinoza describe las diferentes pasiones humanas y entre ellas la ambición.
Dice: “... la soberbia es una alegría surgida del hecho de que el hombre se estima
en más de los justo, y la sobreestimación es... y el menosprecio es... y la benevolen-
cia es... Y el esfuerzo por hacer algo y también por omitirlo, a causa solamente de
complacer a los hombres, se llama ambición, sobre todo cuando nos esforzamos

30
Nº 44

por agradar al vulgo con tal celo


que hacemos u omitimos ciertas
cosas, en daño nuestro o ajeno. Y
más adelante: “el esfuerzo por de-
volver el mal que nos han hecho
se llama venganza.” Y aquí ya lo te-
nemos todo relacionado. Spinoza
explica como surgen las distintas
pasiones, entre ellas la ambición, y
la naturaleza de cada pasión y ésta
en concreto... de tal modo que re-
sulte expresada la naturaleza del
objeto por el que somos afecta-
dos. Y la ambición es el inmodera-
do amor o deseo de riquezas o de
gloria. En la cuarta parte de la Éti-
ca, Spinoza nos habla de la servi-
dumbre humana o de la fuerza de
los afectos: “Llamo “servidumbre”
a la impotencia humana para mo-
derar y reprimir sus afectos. Para
Spinoza las “servidumbres” nos
impiden el bien supremo, la virtud
y la felicidad que consisten en co-
nocer a Dios, teniendo en cuenta
que lo bueno es aquello que ayu-
da al hombre a vivir una vida racional.

Lo que cito a continuación son palabras de Spinoza cuyo contenido me parece muy
cercano al corpus teórico de la masonería especulativa en sus inicios, principios
del siglo XVIII y que queda reflejado expresamente en el ritual de grado 9º. “Dios
se ama a si mismo con un amor intelectual infinito (...) El amor intelectual del alma/
cuerpo (hombre / persona) hacia Dios es el mismo amor con que Dios se ama a si
mismo (...)”. Estamos en un contexto panteísta. “comprendemos claramente en qué
consiste nuestra salvación o felicidad, o sea, nuestra libertad;... en un constante y
eterno amor a Dios y en la recíproca, en el amor de Dios hacia los hombres (...) Nada
hay en la naturaleza que sea contrario a ese amor intelectual, o sea, nada hay que
pueda suprimirlo. Estamos en un contexto determinista, pero dando un paso ade-
lante al refrendarlo todo, con la fuerza de la razón.

31
Nº 44

En cierta medida, con Spinoza se seculariza el pensamiento, su panteísta concepto


de Dios /Gran Arquitecto del Universo compartimenta todos los Dioses monoteístas
pensados por el hombre, para detentar el poder absoluto, los coloca en un segun-
do plano y los aboca a la convivencia. Las religiones dejan de ser fe y absoluto, para
pasar a ser doxa /opinión y si esto les pasa a las pretenciosas, a los más ambiciosas,
a los grandes dominadoras, qué no le pasará a la moral (las normas de conducta
humana) y a la política (las normas de convivencia ciudadana). Pues que en el orden
moral, la tolerancia deberá prevalecer y, en el orden político, ésta deberá ser trans-
formada en convivencia justa, por la fuerza de la metodología democrática.

Si empezamos diciendo que la masonería era un sistema peculiar de moral, a mi en-


tender una de sus mejores peculiaridades fuera que dejara la temática de la inma-
nencia en manos del libre albedrío y de la conciencia individual y que su corpus de
símbolos y alegorías se fueran recomponiendo, en una superación, remodelación y
adecuación de la tradición, para mejor enseñar y defender los derechos individua-
les y colectivos del hombre / las personas.

Frente a la ambición, la fuerza de la verdad y la fuerza democrática.

Queridos Maestros elegidos de los Nueve, masones todos. ¡Por la aclamación!


¡Libertad, igualdad, fraternidad!

Para Manel y Victoria en sus tránsitos de la vida a la muerte.

32
Nº 44

La Conciencia
Por: Enrique Reverte Domenech. 4º
Podríamos decir que la conciencia es la facultad de decidir de una
manera responsable sobre los actos y sus consecuencias, los cuales,
salen según la percepción que una persona pueda tener sobre el bien
y el mal.

Así como la capacidad de verse y reconocerse con todas sus características, y


ser capaz de tener un juicio propio sobre todo ello. Unos pueden creer, o tener
por fe o creencia religiosa, los mandatos de su conciencia, y otros pueden pen-
sar que es fruto de su educación, de su entorno social o de su cultura.

Pero en realidad, ¿Que es la conciencia?, ¿Ay que darle siempre la razón?, ¿Tene-
mos que respetar siempre la conciencia de los demás?.

33
Nº 44

La conciencia, se podría considerar como


el espacio interior de cada ser humano,
en el que acontecen los fenómenos de la
vida psíquica, de lo que se es consciente.
Entendiéndose a la vez también por con-
ciencia, a la capacidad de captar estos
fenómenos internos, siendo por lo tanto
una especie de sentido con el que el ser
humano, captaría lo que le sucede por
dentro. Algo a lo que también se puede
llamar como experiencia subjetiva cons-
ciente.


Siendo también
el censor peren-
ne de nuestros actos, el maestro que nos
guía en el peligroso camino de la vida, y nos
castiga sin piedad, destrozándonos el cora-
zón con el remordimiento, al ver el mal que
hemos podido hacer desoyendo algunas ve-
ces sus dictados.
Es por eso que podríamos decir casi certeramente, que la conciencia podría ser un
conjunto de funciones, con diferentes grados de desarrollo, que, entre otras cosas,
divide las cosas entre buenas y malas, permitiendo las funciones de raciocinio, que
conjuntamente dotan al ser humano de voluntad sobre en que cosas va a emplear
sus recursos, y de capacidad de recordar que le permitirá refinar futuras acciones, o
la capacidad de transmisión con los demás seres humanos.

En cuanto a si la consciencia siempre tiene razón, primero tenemos que tener en


cuenta una cosa, y es que tenemos que ser muy conscientes, de que nuestros cinco
sentidos, no siempre nos guían correctamente, o lo mismo, que nuestra razón, la
cual no nos preserva de todos los errores, la conciencia en el hombre es el senti-

34
Nº 44

miento razonador del bien y del mal, nos permite superar las perspectivas de nues-
tro egoísmo, y mirar lo universal, lo que es recto en si mismo, pero para poder verlo
necesita de la reflexión de un conocimiento real, necesita una idea recta de la jerar-
quía de valores que no este deformada por la ideología. Nosotros pensamos quie-
nes somos, o que es lo que creemos que es la realidad, y esta es una decisión que
toma fuerza dentro del espacio de nuestra conciencia, y configura nuestras vidas y
lo que hacemos con ellas, configura de alguna manera el sentido o significado que
le damos a nuestra existencia, y como caminamos a lo largo de la misma. Al ser el
hombre el que se construye así mismo, es preciso entender la conciencia como la
facultad, a través de la cual el hombre puede llegar a conocer lo que es bueno y lo
que es malo, se trata pues, de un juicio de entendimiento o razón que nos permite
reconocer el valor moral de un acto concreto que pensamos realizar, estamos rea-
lizando o hemos realizado. Esto nos indica que el juicio valorativo de la conciencia,
abarca tres niveles; antes del acto, durante su ejecución y después de ella. La acti-
vidad consciente del hombre esta mediatizada por el colectivo; durante su realiza-
ción, el hombre toma en cuenta las posiciones de los otros miembros del colectivo,
en las que se presentan sus relaciones sociales reales, por lo que podríamos decir
que, la razón de la conciencia depende mucho del desarrollo y perfección de la
personalidad de cada ser humano.


El respeto a la con-
ciencia ajena es mas
fácil de decir que de
practicar, y todo tiene su
explicación, para emitir
un juicio sobre el respeto
a la conciencia ajena, se
necesita una inteligencia
que juzgue, un conoci-
miento previo que sea
la base en que se apoya
este juicio o respeto.
El respeto a la conciencia ajena se
fundamenta en el conocimiento de

35
Nº 44

la naturaleza humana, y de lo que, le conviene, y teniendo en cuenta que la noción


que tenemos de las sensaciones, pensamientos y sentimientos que se experimen-
tan en un momento determinado, y ignorando el mundo interno de los demás, y
siendo conscientes, de que todos experimentamos en nuestro interior tendencias
opuestas, ya que, nuestro espíritu quiere volar alto, mientras que nuestras pasiones
e instintos quieren arrastrarnos hacia abajo, por lo que el respeto hacia la concien-
cia ajena, puede depender mucho de la imagen que tenemos de nosotros mismos,
teniendo en cuenta todo eso, pienso que mi respeto hacia la conciencia ajena va
a depender mucho de mi forma de ser, de ver o entender los actos de los demás,
y si estos actos ajenos creo o pienso, que pueden lesionar los derechos míos o de
los otros, entonces creo que mis respetos hacia otras conciencias pueden ser muy
poco respetuosos, ya que el acto de la conciencia moral, actúa como consejero por
la apreciación que el entendimiento hace del valor moral de las varias alternativas
que se le ofrecen, ya que somos agentes libres y responsables de nuestros actos.
Es por eso que si el ser humano posee inteligencia, puede reflexionar, analizar el
bien y el mal, y escoger el primero para su felicidad y progreso, y que racionalmente
comprende su propia existencia y su libertad para determinar lo que es bueno y lo
que es malo, entonces es lógico que delante de ciertas actitudes uno pueda o no
respetar la conciencia de los demás.

La conciencia es propiedad única de cada corriente de vida individual, y la única


actividad que no puede ser robada o destruida, por lo tanto aquello que el hombre
construye en su conciencia mediante la contemplación y esfuerzo le pertenece para
ser usada en cada oportunidad.

Dejadme queridos hermanos que os lea unas palabras del gran filósofo J.G.Fichte
que dicen así. “Esta voz interior de mi conciencia, me dirá en cada situación de mi
vida, lo que debo hacer y lo que debo evitar; me acompañara si la oigo atenta-
mente, en todas las vicisitudes de mi vida y ni me escatimara la recompensa si soy
diligente

36
Nº 44

La Tragedia de los Comunes


Por: Antoni Guillén i Bové, 4º
“La tragedia de los recursos comunes se desarrolla de la siguiente
manera. Imagine un pastizal abierto para todos.

Es de esperar que cada pastor intentará mantener en los recursos comunes


tantas cabezas de ganado como le sea posible. Este arreglo puede funcionar
razonablemente bien por siglos gracias a que las guerras tribales, la caza fur-
tiva y las enfermedades mantendrán los números tanto de hombres como de
animales por debajo de la capacidad de carga de las tierras.

Finalmente, sin embargo, llega el día de ajustar cuentas, es decir, el día en que se
vuelve realidad la largamente soñada meta de estabilidad social. En este punto, la
lógica inherente a los recursos comunes inmisericordemente genera una tragedia.

Como un ser racional, cada pastor busca maximizar su ganancia. Explícita o implí-
citamente, consciente o inconscientemente, se pregunta, ¿cuál es el beneficio para
mí de aumentar un animal más a mi rebaño? Esta utilidad tiene un componente
negativo y otro positivo.

37
Nº 44

1. El componente positivo es una función del incremento de un animal. Como el


pastor recibe todos los beneficios de la venta, la utilidad positiva es cercana a +1.

2. El componente negativo es una función del sobrepastoreo adicional generado


por un animal más. Sin embargo, puesto que los efectos del sobrepastoreo son
compartidos por todos los pastores, la utilidad negativa de cualquier decisión par-
ticular tomada por un pastor es solamente una fracción de -1.

Al sumar todas las utilidades parciales, el pastor racional concluye que la única de-
cisión sensata para él es añadir otro animal a su rebaño, y otro más... Pero esta es la
conclusión a la que llegan cada uno y todos los pastores sensatos que comparten
recursos comunes. Y ahí está la tragedia.

Cada hombre está encerrado en un sistema que lo impulsa a incrementar su gana-


do ilimitadamente, en un mundo limitado. La ruina es el destino hacia el cual corren
todos los hombres, cada uno buscando su mejor provecho en un mundo que cree
en la libertad de los recursos comunes. La libertad de los recursos comunes resulta
la ruina para todos.”

Con este ejemplo describía en 1883 el economista William Foster Lloyd una visión
sobre el comportamiento humano y su repercusión respecto a los bienes comunes.
Su punto de vista fue disruptivo con la extendida opinión económica que hasta ese
momento emanaba de las teorías llamadas de “la mano invisible” atribuidas a Adam
Smith, según las cuales, las decisiones individuales buscando solo su propio bene-
ficio logra dejándose llevar por esa “mano invisible” a promover el interés público.

Muchos años después, en 1968, en un artículo de la revista Science, Garret Hardin,


preocupado por el problema del crecimiento de la población mundial, plantea el
dilema basado en las situación en que varios individuos, motivados solamente por
su interés personal y actuando de forma independientemente pero racionalmente,
terminan por destruir un recurso compartido limitado, el común, aunque a ninguno
de ellos, les convenga que tal destrucción suceda. A este dilema de los llamados
por Wiesner y York en 1964: sin solución técnica, Garret Hardin lo denominó: La
Tragedia de los Comunes.

En realidad, este ecologista, estaba preocupado por las predicciones de Malthus


sobre la superpoblación, pero su descripción del problema poblacional y las solu-
ciones que aportaba, influyeron de forma general en la teoría económica hasta el
momento actual. Hardin, plantea que es necesario moderar el aumento de pobla-

38
Nº 44

ción para no llegar a un co-


lapso en los recursos, en sus
palabras:
“Si cada familia humana de-
pendiera exclusivamente de
sus propios recursos, si los
hijos de padres no previsores
murieran de hambre, si, por
lo tanto, la reproducción ex-
cesiva tuviera su propio “cas-
tigo” para la línea germinal:
entonces no habría ningu-
na razón para que el interés
público controlara la repro-
ducción familiar. Pero nuestra sociedad está profundamente comprometida con el
estado de bienestar, y por tanto confrontada con otro aspecto de la tragedia de
los recursos comunes (...)Equilibrar el concepto de libertad de procreación con la
creencia de que todo el que nace tiene igual derecho sobre los recursos comunes
es encaminar al mundo hacia un trágico destino (…) Si amamos la verdad debemos
negar abiertamente la validez de la Declaración de los Derechos Humanos, aun
cuando sea promovida por las Naciones Unidas”.

Como solución a este dilema, Hardin plantea la restricción de la libertad de repro-


ducción bajo la amenaza de que no restringirla traería la ruina para todos. En sus
palabras:
“Cada nueva restricción en el uso de los recursos comunes, implica restringir la
libertad personal de alguien. Las restricciones impuestas en un pasado distante
son aceptadas porque ningún contemporáneo se queja por su pérdida. Es a las
recientemente propuestas a las que nos oponemos vigorosamente; los gritos de
“derechos” y de “libertad” llenan el aire. ¿Pero qué significa libertad? Cuando los
hombres mutuamente acordaron instaurar leyes contra los robos, la humanidad se
volvió más libre, no menos. Los individuos encerrados en la lógica de los recursos
comunes son libres únicamente para traer la ruina universal; una vez que ven la ne-
cesidad de la coerción mutua, quedan libres para perseguir nuevas metas.”

Más allá del problema de la población, ¿qué repercusión ha tenido el planteamien-


to de Hardin en la teoría económica y política?. Enorme. Desde ese momento, la
teoría política se ha visto inmersa en la certeza que es necesario restringir la libertad
individual, legislar y gobernar con la seguridad que los ciudadanos por si mismos

39
Nº 44

no tienen la capacidad colectiva y ha for-


mado estructuras legislativas y funcionaria-
les enormes que intentan que todo funcio-
ne bien y se haga un uso correcto de los
bienes públicos. Es lo que se ha llamado
en ocasiones, el Big Governement.
Los contrarios a esta visión se han posicio-
nado en el extremo liberal, véase el llama-
do Tacherismo, o el Tea Party.

Antes de continuar, intentemos fijar lo que


significan los llamados Bienes Comunes.
Para empezar, debemos diferenciar los
bienes materiales, que son de carácter fini-
to, de los inmateriales, que son ilimitados.
Dicho esto, podemos clasificar los bienes
comunes materiales en tres grupos.

Bienes materiales privados: aquellos que


tienen un propietario único y definido.
Vale decir, cuando una persona (física o ju-
rídica, incluyendo el estado) es el titular de
sus derechos exclusivos de propiedad.

Bienes materiales públicos: aquellas cosas que estando bajo titularidad de un Esta-
do (Nacional, Provincial o Municipal) se consideran pertenecientes a toda la comu-
nidad por medio del sistema de representación política. Si bien el destino de estos
bienes es el uso público, el ejercicio de los derechos sobre el bien queda siempre
sujeto a la reglamentación gubernamental.

Bienes materiales comunes: aquellos que surgen de una situación de comunidad,


que puede estar más o menos determinada.

Puntualizada esta diferenciación, valoremos la validez de los postulados de Garret


Hardin.
En 1999, en la Revista Science, fue publicado el artículo: Revisiting the Commons:
Local Lessons, Global Chalenges, de la economista Elinor Olstrom. Olstrom revisó
la teoría de Hardin sobre la catástrofe inevitable en el uso de los Bienes Comunes,
observado que los utilizadores de estos recursos frecuentemente desarrollan sofis-

40
Nº 44

ticados mecanismos de decisión y aplicación de reglas para manejar conflictos de


interés. Plantea que la solución al dilema proviene de la descentralización dando
importancia a las agrupaciones o instituciones más cercanas al uso del recurso co-
mún. Por el desarrollo de sus teorías, Olstrom obtuvo el Premio Nobel de economía
en 2009. Podemos considerar como punto fundamental de lo planteado por esta
célebre economista el principio de subsidiariedad, el cual, dispone que un asunto
debe ser resuelto por la autoridad (normativa, política o económica) más próxima
al objeto del problema.

¿Cómo se han traducido en lo político las aportaciones de Olstrom y otros eco-


nomistas en su misma línea?. En general podemos decir que ha surgido bajo esta
visión la opinión que los países con una ideología comunitaria coherente son ca-
paces de adaptarse mejor a las presiones de la competitividad internacional y que
las ideologías comunitarias más exitosas son las que restringen el gasto guberna-
mental y la regulación excesiva pero aumentan la cooperación entre los agentes
sociales.

El sociólogo José Ramón Pin, en una entrevista define la subsidiariedad como la


necesidad que sólo hagan las instituciones superiores lo que no es eficiente que ha-
gan las inferiores y que la actividad privada desarrolle todo el potencial que pueda.
Propone este sociólogo que son necesarios menos funcionarios pero más prepara-
dos, controladores y contratadores íntegros y eficaces y mejor pagados.

Este hilo económico y político nos lleva a exponer la puesta en práctica más se-
ria que hasta el momento existe de las teorías de Elinor Olstrom y otros sobre
el uso de los Bienes Comunes.

Estamos hablando de la llamada Big Society propuesta por David Cameron como
guía del Gobierno del Reino Unido. Definida en la revista capital de la siguiente
manera:

“Desde una perspectiva ideológica, tiene de liberal y de comunitarista. Por una


parte, su efecto es achicar en cierta forma el aparato público. El Estado, dice
Cameron, está para financiar, pero no necesariamente para gestionar los ser-
vicios. En honor a la verdad, digamos que, dada la profundidad de los cortes,
no es suficiente. Pero desconcentrando y descentralizando generaría polos de
poder más pequeños que contrastarían con la idea de una burocracia grande
y grasosa.

41
Nº 44

Por el otro lado, son las propias comunidades las que asumen responsabilidades
sociales en su entorno. Con el tiempo, podrían desarrollar grados significativos de
autosuficiencia y generar identidades propias en base al trabajo común: vecino con
vecino, hombro con hombro. Esta idea no deja de ser atractiva, incluso, para algu-
nos laboristas y en general para ciertas miradas desde la izquierda. Retrocede lo
público, pero se fortalece lo social.”

¿Qué conclusiones podemos obtener de lo expuesto? Como afectan nuestros prin-


cipios y como son afectados por estas cuestiones. En mi opinión, el cruento dilema
sobre estado y sociedad, regulación o desregulación, derechas o izquierdas, ya no
tiene el sentido que históricamente le hemos dado, nos enfrentamos a los mismos
retos pero la sociedad ha cambiado de forma radical.

Hoy en día, la madurez global de los ciudadanos, de forma individual o colectiva,


su cultura y acceso a la información, permite pensar que es inevitable un cambio
de modelo en el gobierno de las cosas, especialmente cuando hablamos de bienes
comunes. Tenemos retos locales y nacionales, pero también retos globales de al-
cance mundial que ya no pueden ser resueltos por una minoría aunque sea elegida
de forma democrática. La conciencia individual se une hoy en día a una conciencia
global que afecta a la vieja concepción del alcance de los gobiernos como únicos
reguladores de derechos.

La práctica de nuestros principios incide de forma explícita en esta nueva visión de


la economía dado que pone al individuo y a la colectividad bajo los principio de
Libertad, Igualdad y Fraternidad. El desarrollo de estos principios permitió en el
pasado grandes avances en las libertades sociales y hoy en día son aún más válidos
para profundizar en una democracia más respetuosa con los derechos y libertades
individuales.

42
Nº 44

El Simbolismo de la Caverna y
la Zarza Ardiente
Por: Carlos Limongi 18º
I. Introducción
La iniciación tradicional es la ciencia de la conciencia y la iniciación
contemporánea ordinaria es la ciencia de la materia, pero, fuera de
esta deriva a la que corresponde al movimiento general de la evo-
lución de las civilizaciones, la iniciación es en todos los casos la
transmisión de un método.
No puede pues haber en el momento de una ceremonia de iniciación un mila-
gro particular incluso de despertar del Ser interior. Este proceso de iniciación
tradicional es el conocimiento del Ser y no tiene nada que ver con la noción
contemporánea de iniciación, es decir, un método pedagógico que reposa en
la observación progresiva de un elemento científico para desarrollar las bases
de una visión técnica, mecánica y mensurable de un saber.

43
Nº 44

En el lenguaje teológico, el Elegido es


un hombre llamado por Dios a unirse
a una beatitud eterna. Es el estado de
evolución espiritual donde se sitúa, el
Maestro Elegido de los Nueve, no pue-
de pretender ser, gracias a una nueva
iniciación, un Elegido de Dios y alcan-
zar el estadio último de su conquista,
mientras que no conoce a Dios, incluso
si es creyente. Hay que tomar el senti-
do del “Elegido” en una acepción más
ordinaria designando una persona pre-
destinada a realizar algo importante
pero que se sabe también que el éxito es difícil e incierto, como lo deja entender
Mateo en su célebre parábola evangélica de la invitación al banquete: “habrán mu-
chos llamados y pocos elegidos.” Dicho de otra manera, en la competición de la
iniciación, pocos obtienen el éxito.

El grado noveno (Gr.9) de la Masonería Escocesa fue llamado por nuestros ante-
cesores Elegido de los Nueve. El grado en que nos encontramos bien vale una
Plancha más extensa de lo habitual, y por su longitud me disculpo a quien pudiera
parecerle larga, pero se trata de un Grado tan puramente democrático y limpio, que
en estos días tan ciegos para la humanidad, puede resultar hasta combativo, que
en definitiva es su esencia y su origen, al menos de la manera que se ha intentado
abordarlo y asumirlo. Este grado nos enseña que todo el poder se delega para lo
bueno, y no para la lesión de las Personas; y que, cuando se pervierte del propósito
original, el poder debe reasumirse; es un deber del hombre, que se debe a él y a su
vecino, y también un deber que él debe a su Dios, afirmando y manteniendo la línea
que Él le dio en la creación a imagen y semejanza de sí mismo.

II. El Simbolismo de la Caverna


En la ceremonia de pase al noveno grado a la derecha se describe una caverna con
un manantial de agua que se filtra por una roca. Cerca de la caverna se descubre
un perro rastreando. Al fondo hay un muñeco que representa un hombre dormido.

El mito de la caverna describe a las personas encadenadas en la parte más profun-


da de una caverna y atados de cara a la pared, observando el reflejo de lo que pasa
a sus espaldas y una hoguera (la zarza ardiente), que proyecta simples sombras a
las que consideran su única realidad. Pero cuando uno de los individuos huye de la

44
Nº 44

caverna y al salir a la luz del día, ve por primera vez el mundo real y regresa a la ca-
verna diciendo que las únicas cosas que han visto hasta ese momento son sombras
y apariencias, porque el mundo real, solo puede ser percibido si se liberan de sus
ataduras.

Las sombras en la pantalla de la pared de la caverna representan la bella pro-


yección, una ilusión de la material apariencia externa, incapaz de revelar por
sí misma su esencial energía interna, la inteligencia superior que dirige la má-
quina proyectora.

La escapada al mundo soleado fuera de la caverna simboliza la introducción


al mundo psicológico de la comprensión, el penetrar dentro de sí al universo
espiritual interior, capaz de liberarnos de nuestras enceguecedoras ataduras
egocéntricas, que es el objeto propio del autoconocimiento y de la formación
de nuestra conciencia.

45
Nº 44

El punto más alto del saber es el conocimiento de sí mismo, porque concierne a


la razón en vez de a la experiencia externa. La unidad entre razón y conocimiento
de sí mismo, conduce a la auto revelación de las ideas arquetípicas, únicas, reales
y ciertas, pues estos objetos o ideas son de conocimientos universales, son formas
eternas o ideas absolutas, que no cambian ni se transforman como la materia, pues
ellas siempre son las mismas en unidad con el todo.

La realidad denominada conocimiento, solo sería útil para que nos preguntemos:
¿existe alguna sustancia que no haya sido creada, y que por lo tanto, no pueda cam-
biar y sea siempre la misma? ¿Cómo se llamaría esa partícula eterna, que no tiene
nacimiento ni muerte? ¿Dónde está localizada? ¿Cómo puedo poseerla o permane-
cer eternamente en ella? El pecador cree que es su cuerpo físico, pero quien se co-
noce interiormente, comprende que SOMOS un invisible Átomo Espiritual, que no
tuvo principio y que por lo tanto, tampoco tendrá fin. Lo que somos –espíritu– es lo
único que existe eternamente, porque todo lo que una vez tuvo comienzo –crear–, a
su debido tiempo tendrá fin – transformar–.

Enseguida debemos preguntarnos: ¿Qué es lo que nos impide u obstaculiza, apren-


der, conocer y capturar tal esencia del autoconocimiento de nosotros mismos? Para
ello debemos buscar en el reino del Espíritu y entrar en su morada. Es decir, en
nosotros mismos. ¿Algo nos lo impide? ¿Qué será? ¿Cómo es? Inadvertidamente
hemos hecho una creación demoníaca en nuestra psiquis –EGOísmo– que de no ser
conocida y minimizada por quien la ha desarrollado, no permite el paso a su Espí-
ritu interior. Este “desarrollo” simplemente ha sido la transformación de la energía
vital, en energía inconsciente, subconsciente, infraconsciente, etc.

46
Nº 44

El origen o génesis del amor por los


bienes materiales es la CODICIA; la
causa del apego por el placer del abu-
so del instinto sexual es la LUJURIA; la
razón de considerar sagrada nuestra
importancia personal es el ORGULLO;
la raíz del dolor por la felicidad ajena
es ENVIDIA; el origen de las constantes
ansias por comer y beber es GULA; la
causa de la violenta furia por exigir res-
peto es la IRA; la razón de vivir a costa
del esfuerzo mental y físico ajeno es la
PEREZA, etc. Cuando eliminamos dia-
riamente nuestros yoes, defectos, vi-
cios, malos hábitos y conductas dege-
neradas, desaparecerá la oscuridad egocéntrica, mitómana, narcisista entre otras, y
podremos observar dentro del corazón a nuestro real Ser Eterno; COMO SOMOS
EN REALIDAD y no solamente, como falsamente quisiéramos o creemos ser.

El Elegido de los Nueve, por su elección, es seleccionado para asumir la responsa-


bilidad de descubrir y destruir todo lo que hace en él un hombre ordinario. Le toca
a él abrir el camino a la luz espléndida de su vida interior apartando la corrupción
de la vida ordinaria y mundana. Si el interior está subordinado al exterior, hay que
actuar para liberar el interior. El “Elegido” se remonta efectivamente a la fuente de
su funcionamiento, desconfía de sus deseos de ideología que lo conducen a eva-
dirse de un mundo al cual pertenece y con el cual va a aprender a vivir, todo ello
accediendo al mundo sutil inmediatamente superior al primero. La conquista de la
vida espiritual no se sitúa al encuentro de la vida cotidiana ínfimamente frágil y, a
pesar de todo, aparentemente contraria a la evolución del Ser.

El asesino de nuestra naturaleza está escondido en esa gruta, en el centro de las


apariencias que se amontonan alrededor nuestro. Vemos habitualmente los efec-
tos de nuestros funcionamientos, y se nos propone descubrir la causa. Es un gran
momento para un “elegido”, que durante tantos años, ha chocado contra las apa-
riencias, a menudo ha querido modificarlas sin llegar a tocar el nudo esencial. El
asesino de nuestro Ser está escondido en el hueco de la materia de nuestro cuerpo,
en el fondo de nuestra tierra VITRIOL, en nosotros mismos y que normalmente no
tenemos ganas de ir a desemboscarlo.

47
Nº 44

La caverna es un lugar de pasaje de un estado


a otro, pasaje que se efectúa en la oscuridad
y recuerda el simbolismo del grano de trigo.
Que según la parábola evangélica, el grano
de trigo debe morir para dar fruto. El asesino
muere en la caverna, como el grano de trigo
lo hace en la oscuridad de la tierra.

III. La Zarza Ardiente


La tradición judía afirma que Dios enseñó a
Moisés su verdadero nombre y su pronuncia-
ción correcta en la “zarza ardiente”, esto es
cierto sin lugar a dudas, pero ya antes vemos
como en la Caldea de Abraham se explicaba
que existía una palabra peligrosa de pronun-
ciar.

Ellos creían que Moisés, siendo por tanto,


poseedor de la “palabra”, lo utilizaron para
llevar a cabo todos sus milagros, para con-
fundir y derrocar al Faraón egipcio.

Según algunos escritores lo sagrado del Tetragrámaton, o cuatro con letras del nom-
bre de Dios en hebreo, incorrectamente pronunciado como Jehová, fue la palabra
verdadera. Otros piensan que la palabra hebrea Jah, el caldeo Bul o Bell, o en Egip-
to o OM, el Aum Hindú, junto con varias combinaciones de todos ellos, constituyen
la “gran palabra”. Pero como la posesión de ninguna de ellas, ni la combinación
ninguna de ellos, parece conferir poderes milagrosos al poseedor, ninguno de ellas
puede ser la correcta de acuerdo a las tradiciones antiguas. Sin embargo, algo ex-
traordinario sucede quienes pronuncian las diferentes palabras sagradas dadas en
los grados en Masonería, un sentido de complicidad y misterio encierra el recibirlas
y pronunciarlas.

Una vez la naturaleza íntima del iniciado está libre de impurezas, la gruta, (lo más
profundo del alma humana, allí donde reside el Ser Interno, lo Divino del Hombre),
en esa gruta iluminada en el interior por una Zarza Ardiente, la Criatura se enfrenta
cara a cara con su Creador. Su fuego devorador sin rayos materializados no puede
actuar en otro sitio. Cautivo de él mismo, la Tiniebla es insaciable y el Ser inmóvil,
hipnotizado entre dos posibles estados. En este estado de sueño cataléptico, el Ser

48
Nº 44

no sabe ya elegir entre la Tiniebla y la Luz; y el ego aprovecha para satisfacer sus
deseos descarriados y orientar la imaginación hacia un sueño a corto plazo.

La oscuridad de la caverna representa las tinieblas en que se oculta la Ambición y la


Ignorancia, que huye despavorida ante la luz de la Verdad, ya que el resplandor del
zarzal ardiendo ilumina la caverna, la cual simboliza el instinto que resta únicamente
al hombre privado de la luz de la Razón.

La luz y las tinieblas luchan siempre en un terrible combate.


Las tinieblas están ahí, y su potencia destructiva frente al mundo parece inevitable
para el hombre que no se ha girado todavía hacia la luz de su Ser. Podemos seguir
un itinerario espiritual, no ver la vanidad de la arrogancia y de la violencia presentes
en la naturaleza humana. Podemos partir al descubrimiento de la fuente negra que
engendra la guerra, el odio, el miedo, el sufrimiento y pasar cerca de la zarza ardien-
te, quedando ciego a su maravillosa luz sin rayos. En un afán de salvar a la sociedad
humana de las miserias que la afligen, la cual juramos vencer o morir en la demanda
(VINCERE AUT MORI).

IV. Conclusión
La justicia y la ecuanimidad deben presidir nuestros actos dentro y fuera del ta-
ller, y la mesura y el temple necesario
para aplicarlas. Tanto es así, que de-
bemos profundizar y debatir las nue-
vas formas de organización civil que
se proponen desde la calle, analizar-
las masónicamente y adquirir postu-
ras generosas respecto a ellas, dado
que surgen de un pueblo que cada
vez más, se ve desprovisto de sus de-
rechos más fundamentales y de las
instituciones que debieran proteger-
los frente a la corrupción, la barbarie
económica y la injusticia social. Es ahí,
donde debemos estudiar las magnitu-
des económico-sociales y adecuarlas
a la medida humana, de modo que
sea la economía y el derecho los que
sirvan a la especie y no al contrario.

49
Nº 44

El grado noveno tiene una enseñanza profunda sobre la sociedad que se hace pa-
tente en el interrogatorio. Inicia recordando la materialidad social, el desarrollo
correlativo de la conciencia moral, los cambios sociales, el desarrollo científico, la
sociedad laica, la democracia, la soberanía popular, los derechos humanos, la ad-
ministración de justicia y la supremacía de la ley. Como indica la liturgia, la cámara
está consagrada a la causa del progreso y a la dignificación de la humanidad. Para
el efecto, constata que la mayoría vive en tinieblas e ignora el supremo valor de la
dignidad y la libertad humanas. En consecuencia, los elegidos deben profundizar
en la comprensión social para poder establecer la armonía social como un ideal de
convivencia humana.

La venganza personal para reprimir el delito es una nefasta opción y disuelve a la


sociedad. Un claro error consiste en llamar al ejército a cumplir la misión del orden
público. Un cuerpo que fue diseñado para enfrentarse a un enemigo, no es capaz
de instaurar la paz que necesita de la primacía judicial y la fuerza de la sociedad
civil organizada. Los países que inician guerras contra la ciudadanía terminan envi-
leciendo a la sociedad. La venganza y la impunidad, son los extremos de una acción
irreflexiva del Estado. Por ello, los países civilizados buscan la existencia de un cuer-
po que garantice el orden público que puede estar o no armado. En su caso, las
armas no deben ser para eliminar al infractor sino para neutralizarlo y llevarlo ante
los tribunales.

Aquí podríamos referirnos al Poder ejecutivo al cual se le señalan las siguientes fun-
ciones en un Estado Moderno:
• Mantener el orden.
• Cuidar de que cada uno cumpla su deber.
• Impedir que el fuerte oprima al débil.
• Salud pública y Salud del Estado.
• Que se cumplan siempre las leyes para dirigir las fuerzas militares.
• Nombrar inspectores y jefes de la Policía.
• Imponer el veto temporal a las nuevas leyes.

La formación de personas limpias y generosas es el resultado de la disciplina ini-


ciática. El noveno grado es uno más en la senda de enseñanzas que comprenden
los grados del Rito Escocés Antiguo y Aceptado. No obstante, su profundidad es
tal, que fascina a quienes se acercan a comprender su profundo significado sobre
la vida social. Al final, los masones habrán de ilustrarse con otros aspectos pero el
grado siempre, cual fuente inagotable, ofrecerá vertientes de reflexión enriquece-
doras de la vida social.

50
Nº 44

Referencias bibliográficas:
Albert Pike. Morals and dogma. www.forgottenbooks.org
Andrés Cassard. Manual de la Masonería. México: Editorial Grijalbo, 1981.
Julio Gómez. Historia, leyenda y filosofía del grado.
José O. Castañeda. Monitor de las logias de perfección. 3 ed., Edic Santillana, 2010
Jorge Adoum. El maestro de los nueve.
Luis Umbert Santos. Historia del rito escocés antiguo y aceptado. México.
Ralf Dahrendorf. El conflicto social moderno: (encargo sobre plástica de libertad).
México:
Rene Guenón, El Simbolismo de la Cruz, Obelisco, Barcelona, 1987

51
Nº 44

Semblanzas Masónicas de los


Tres San Juanes
Por: Felipe Llanes Menéndez, 33º
Los masones celebramos habitualmente, en los solsticios de verano
e invierno, las festividades de San Juan Bautista y San Juan Evangelis-
ta y estos juntamente con San Juan de la Cruz constituyen tres cúspi-
des espirituales señeras que iluminan con brillantez a toda la huma-
nidad.
Los tres fueron martirizados por sus coetáneos injustos, ignorantes y tiránicos a
los cuales se opusieron con la firmeza de sus convicciones, reprochándoles su
ofuscación mental, sus conductas licenciosas, libertinas y las acciones malévo-
las, prepotentes y caprichosas, que ejecutaban.

52
Nº 44

En las biografías de estos tres santos


encontramos acciones, expresiones
y gestos que pueden servirnos de
ejemplo a los masones. Canonizados
por la Iglesia Católica son respetados
y admirados por otros cristianas (Or-
todoxos, Armenios, Maronitas, Cop-
tos, etc.) En las biografías de estos
tres santos encontramos acciones,
expresiones y gestos que muy bien
pueden servirnos de ejemplo a los
masones.

El Bautista sobresale por LA FE en la


divinidad y la certeza incuestionables
sobre la personalidad del Mesías. Es
tenido por profeta entre los mormo-
nes, por el Islam y el Bahaísmo. El
Mandeísmo, sorprendentemente, ex-
plica y asegura que San Juan Bautista
es el esperado Mesías. A pesar de que él dijo de sí mismo con total certidumbre,
que no era la luz sino testigo de la luz, voz que clama en el desierto, con fortaleza
inquebrantable, no como caña movida por el viento sino como hacha puesta en el
tronco del árbol de los malos frutos para cortarlo tal como hace metafóricamente
con los vicios el Caballero del Real Hacha o Príncipe del Líbano.

Es hijo tardío de Zacarías e Isabel, engendrado cuando esta estaba ya en fase me-
nopáusica. Pasó San Juan Bautista su juventud en alguna ciudad de las montañas
de Judea y probablemente se vinculó en cierta alguna medida con los esenios. Vi-
vió en tiempos del emperador Tiberio, siendo Poncio Pilato gobernador de Judea
y estando Herodes al frente de Galilea en la que eran entonces sumos sacerdotes
Anás y Caifás.
Voluntarioso y austero, el Profeta se viste con túnica de pelo de camello ceñida con
cinturón de cuero y se alimenta de miel silvestre y saltamontes viviendo entre los
abrojos de las orillas del rio Jordán.

Sus palabras y juicios críticos contra el criminal Tetrarca Herodes Antipas, contra la
esposa de este, que además era su cuñada, Herodías y Salomé la hija de ésta, con la
que, probablemente, el tirano mantenía relaciones incestuosas, fueron causa de su

53
Nº 44

encarcelamiento en la fortaleza de
Maqueronte donde finalmente fue
decapitado entregándose su cabe-
za como premio a la lubricidad de
la famosa danza de los siete velos
realizada por Salomé.


El Bautista no
vivió confor-
tablemente,
transmitió ardo-
rosamente su fe al
pueblo, asumió su
destino con fideli-
dad y sufrió su in-
fortunio con ente-
reza.
Es en el solsticio de verano cuando rememoramos al Profeta de la Fe, en la noche
más corta del año, noche de amor, de hogueras y canciones; noche en la que “to-
dos los ríos del mundo llevan una gota del Jordán” (Alejandro Casona. “La dama
del alba” final del acto III)

LA ESPERANZA es la virtud más sobresaliente de San Juan Evangelista. Como el


más joven de los discípulos, fue amado y distinguido con su hermano Santiago y
con San Pedro para presenciar la transfiguración en el Monte Tabor. Lo recorda-
mos esperando en Getsemaní, en el Gólgota o en la entrada del Santo Sepulcro.
Esperando clarividente en Patmos el final de su destierro o esperando en Éfeso, ya
longevo, como único superviviente del primitivo apostolado el final de su vida, para
que como él mismo refirió del Maestro “Si el grano de trigo que cae en la tierra no
muere, queda infecundo; pero si muere, produce mucho fruto” (Jn 12, 24) y “Si yo

54
Nº 44

quiero que este se quede hasta que yo venga, a ti ¿qué? Tú sígueme” (Jn 21, 22) Las
referencias a la esperanza son múltiples en los escritos a él atribuidos y sean estas
solo algunas citas: “El que tiene esta esperanza en él se purifica a si mismo y como
él es puro” (1Jn 3, 3) Espero verte pronto y hablaremos de viva voz. (3Jn 1, 14) y “No
selles las palabras de la profecía de este libro, porque el tiempo esta próximo. Yo
voy a llegar enseguida, y llevo conmigo la recompensa que voy a dar a cada uno se-
gún sus obras. Yo soy el alfa y la omega, el principio y el fin” (Ap 22, 12)

La tradición oral relata que el Emperador Domiciano enojado con la nueva fe y las
muchas conversiones que San Juan lograba ordeno que bebiera una copa de vino
envenenada; esto nos recuerda en nuestros rituales a las “amarguras y sinsabores
que cuesta, a veces, cumplir con el deber, emblema inseparable de la vida humana”
El veneno de la copa se convirtió en serpiente que saltó de la misma resultando el
vino inocuo para San Juan que pasó desde entonces a ser invocado contra los enve-
nenamientos e intoxicaciones alimentarias y sustituyó al Dios Esculapio en muchos
de los grabados sanitarios. El gran iluminado que fue Doménikos Theotokópoulos,
El Greco, utilizo este hecho legendario en sus cuadros del “Apostolado” y será en
otra ocasión en la que, con más extensión, pueda relataros la explicación que un
“Dómine dogmático” (como decía Larra), me dio en la iglesia zaragozana de Santa
Isabel de Portugal, también conocida como de San Cayetano, de una imagen allí
venerada de San Juan Evangelista que porta en su mano un cáliz del que sobresale
una serpiente.

El águila, símbolo tan importante en nuestra


institución, se utiliza para representar al Evan-
gelista haciendo referencia al alto valor teoló-
gico de sus escritos y constituye uno de los
cuatro tetramorfos (los otros tres son el hom-
bre, asociado a San Mateo, el león a San Mar-
cos y el toro a San Lucas) que solían esculpirse
en torno al Pantócrator en los tímpanos del
atrio o pintarse en los ábsides de las catedra-
les medievales.

La tercera cúspide que deberemos escalar en


la “Subida al Monte Carmelo” es la de LA CA-
RIDAD, entendida como amor tal como expli-
ca Benedicto XVI en su Carta Encíclica “Deus

55
Nº 44

caritas est” o como el profeta Mormón enseñó: “La caridad, es sufrida y es benigna,
y no tiene envidia, ni se envanece, no busca lo suyo, no se irrita fácilmente, no pien-
sa el mal, no se regocija en la iniquidad, sino se regocija en la verdad; todo lo sufre,
todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta” (Moroni 7:45; y también en San Pablo,
1 Corintios 13:4)

Es inmenso el amor al Gran Arquitecto del Universo y a su obra, que incluye a la


propia humanidad, el que ejercita y cultiva Juan de Yepes Álvarez (Fontíveros, 1542
– Úbeda, 1591) que adoptó el nombre simbólico de San Juan de la Cruz. Dice refi-
riéndose a Dios y al alma: “¡Amado con amada, / amada en el amado transformada!”

Santa Teresa de Jesús le llamaba “Mi Medio Fraile” pues físicamente era de estatu-
ra baja pero de complexión recia y musculosa. Ambos fueron cofundadores de
los Carmelitas Descalzos y sus reformas de las órdenes monásticas les acarrearán
agrios y duros enfrentamientos con la jerarquía religiosa.

El oponerse a la hipocresía religiosa y a la tiranía dogmática de los “mitigados” le


supuso a San Juan de la Cruz prisión en Medina del Campo, Toledo y Peñuela. Al
castigo de privación de libertad se añadieron además despiadados malos tratos, y
hacerle sufrir también el hambre y el frío. Y es Causa de admiración es, que sin em-
bargo en tales circunstancias, cuando le surgían los más bellos y conseguidos ver-
sos de la lírica mística no solo española sino universal. Nos parece pues un enigma,
el que en las peores circunstancias vitales, siendo martirizado, cree tales poesía que
exudan amor. Su privilegiada mente, luminosa y poética derrama caridad-amor y
bondad. Concibe las maravillas de la naturaleza como “las migajas de la mesa del
Señor” A través de las cosas creadas y admirando su belleza, su amor hacia el al
Creador se extiende a toda su obralas cosas creadas: “¡Oh bosques y espesuras, /
plantadas por la mano del amado! / ¡Oh prado de verduras, / de flores esmaltado,
/decid si por vosotros ha pasado! / …. / Mil gracias derramando, / pasó por estos
sotos con presura, / y yéndolos mirando, / con sola su figura / vestidos los dejó de
hermosura.

Poesías amorosas de un gran iniciado, con resonancias del “Cantar de los Canta-
res” de Salomón e ideas que toma, a veces, de San Agustín como cuando afirma,
por ejemplo, que toda la naturaleza le habla del Creador o al referirse a la Luz que
le guía por rutas que conducen al Sumo Hacedor: “¡Oh Verdad, lumbre de mi co-
razón, no me hablen mis tinieblas! Me incliné a estas y me quedé a oscuras; pero
desde ellas, si, desde ellas te amé con pasión” (San Agustín, “Las Confesiones” Libro
XXII, 10)

56
Nº 44

San Juan de la Cruz, ¡Poeta del Amor! ¡Poeta de la luz! que nos dirige guía a tra-
vés de las tinieblas: “En una noche obscura / con ansias en amores inflamada / ¡oh
dichosa ventura! / salí sin ser notada / estando ya mi casa sosegada / sin otra luz y
guía / sino la que en el corazón ardía. / Aquesta me guiaba / más cierto que la luz
del mediodía.”

¡Luz! que transforma al recipiendario en neófito, ¡Luz! ordenada desde el


Oriente por los tres simbólicos golpes de mallete del Venerable Maestro en el
Oriente, que convertirán al recipiendario en masón, ya no cegado por las ilu-
siones y los prejuicios, que desde ese momento no será nunca más, insensible
al esplendor de la verdad.

¡Luz que ilumina ya nuestro Capítulo como el sol de mediodía!

57
Nº 44

58
Nº 44
Revista Digital del Supremo Consejo del Grado 33 y Último
del RITO ESCOCÉS ANTIGUO y ACEPTA DO para España
Primavera 2016

Director
I. P. H. Galo Sánchez Casado, 33º

EDITOR
P.R.S. Ramón Pedrosa, 32º
zenit@scg33esp.org

ARTE
Rodrigo Álvarez Reynal

Consejo de Redacción ZÉNIT


Jesús Soriano, 33º - Nicolás Arcas, 33º - José Luis Lacasa, 33º
Álvaro Rodriguez, 33º - Eduardo García Romeral, 33º - Jaume Salinas, 33º
José Luis Blanco, 33º - Miguel Ángel Paredes, 33º.

Edita la Gran Comisión de Publicaciones del Supremo Consejo del Grado 33


y Último del Rito Escocés Antiguo y Aceptado para España

www.scg33esp.org
www.twitter.com/scg33esp
www.facebook.com/scg33esp

También podría gustarte