Zarza Ardiente
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Nº 44
del Grado 33 para España
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Verano 2016
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Nº 44
Índice
Democracia, populismo
y demagogia - Pág.3
Florentino Guzmán Plasencia Medina. 32º.
La Conciencia - Pág.33
Enrique Reverte Domenech. 4º
El Simbolismo de la Caverna y
la Zarza Ardiente - Pág.43
Carlos Limongi 18º
créditos - Pág.59
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Nº 44
Democracia, populismo
y demagogia
Por: Florentino Guzmán Plasencia Medina. 32º.
Hace unos días, sentado en un paseo de mi ciudad observé sin querer
y al calor de un café, una tensa discusión de carácter político entre
tres jóvenes y en relación con la actualidad social española.
Frente al choque de discursos que esperaba cuando se trata de un asunto de
estas características, vi como uno de ellos organizaba los tiempos apelando
continuamente a una serie de conceptos demagógicos que empaquetaban un
discurso político emparentado con el populismo.
Ante la cada vez más tibia oposición argumentada desde valores democráticos por
parte de los otros dos chicos, el nivel de agresividad fue incrementándose, volvién-
dose aún más interesante de analizar la experiencia. Después de unos minutos se
transformó en un debate a dos, donde el tercero dudaba a ratos de su postura da-
dos los argumentos simples del más agresivo.
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Nº 44
“
Resulta paradójico como conforme la
historia humana avanza -y resolvemos o
facilitamos cuestiones técnicas que nos
facilitan la vida cotidiana-, pareciera que hi-
ciéramos justamente lo contrario en cuestio-
nes relacionadas con la salud democrática.
En nuestra historia contemporánea, hemos
podido comprobar cómo los enfrenta-
mientos derivados de
la colisión de las
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principales corrientes ideológicas no sólo no han disminuido, sino que se han incre-
mentado, traduciéndose en conflictos bélicos basados en el dominio del sistema
que se ha asentado y perpetuado como único: el capitalismo. Y en esa pugna, en
ocasiones, el debate político ha degenerado en discursos estáticos que han deriva-
do al populismo y a la demagogia para desacreditar los principios democráticos o
para perpetuar a una serie de tiranos en el cargo.
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rirse a las corrientes de pensamiento que apelan al rechazo a cualquier tipo de élite
(económica, intelectual o política) y, por extensión a las instituciones democráticas,
apelando a un constante sentimiento de unidad cuyo poder se define como algo
abstracto “el pueblo” y sus derivados semánticos. Estas corrientes no se asocian a
ninguna de las corrientes políticas establecidas (derechas o izquierdas), adaptando
el lenguaje de cada una al propio interés del líder.
En el largo plazo, las consecuencias son tan evidentes como negativas para las na-
ciones que sufren de gobiernos populistas, aislamiento internacional, corrupción
en la función pública y en la sociedad civil, que suelen desembocar en episodios
de violencia. Esas promesas chocan frontalmente con la realidad cuando se sucede
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“
De forma para-
lela se sucede la
demagogia, una
idea política que se
basa en apelar a los
sentimientos prima-
rios de las personas
(amor, odio, miedo…)
para exacerbarlos y
encauzarlos por inte-
rés propio.
El demagogo tampoco se adhiere a las ideologías políticas establecidas y se trata
de un experto en oratoria que muestra una capacidad excepcional para canalizar las
decisiones de los demás y ponerlas de su lado bajo un razonamiento falaz de omi-
sión de información, manipulación de datos científicos o estadísticos para respaldar
cualquier razonamiento, demonización de una persona, un grupo o una ideología
siempre a través de un discurso basado en la oratoria maniqueista de la realidad.
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“
Para llegar a calar el discurso en un im-
portante número de personas -y en otra
buena parte dejarle sin argumentos para
confrontarlo-, los demagogos y populistas se
ha apoyado en el proletariado.
Herederos del término romano que los definía como las personas sin posesio-
nes que solamente podían aportar su trabajo y su prole. Ha sido el sector de
la ciudadanía que por sus condiciones vitales donde tradicionalmente se han
inoculado los elementos necesarios para generar un caldo de cultivo que se
extienda al conjunto de la población.
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“
vulnerable económicamente.
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¿Mi café? Se enfrió. Pero lo único que deseo desde aquel momento, es que
estos tres jóvenes encuentren su camino. Una senda libre de las telas de araña
del populismo, libre de sus palabras vacías.
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Fue Salomón elegido para hacer uno de los Templos mas hermosos, por su majes-
tuosidad fue considerado la 7ª maravilla del Mundo. Fue construido mil años a.d.J.,
y Nabucodonosor lo destruyo, todo por la apostasía (retracción, renuncia, abando-
no) de Israel. Se tardo 7 años en construirlo, se inicio en el 4º año de su reinado y
terminó en el año 11 del mismo.
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Se fundieron las dos columnas de bronce. La altura de una columna era de 18 co-
dos, y un cordel de 12 codos media la circunferencia de las dos. La columna de
bronce (mezcla de cobre y zinc), tipifican el juicio de Dios, la Justicia Divina. Erigió
pues las columnas en el pórtico de la nave. La columna derecha la llamo Jakyn, y la
de la izquierda Boaz. Jakyn significa: Dios establecerá, (cimentará, asentará, funda-
mentará las bases), El será establecido. (El Señor quiere corazones estables, firmes),
“
Apoc. 3:12 “Al vencedor le hare una co-
lumna en el Templo de mi Dios, y nunca
más saldrá de allí, escribiré sobre él, el
nombre de mi Dios, y el nombre de la ciudad
de mi Dios, la nueva Jerusalén, que descien-
de del cielo de mi Dios, y mi nombre nuevo”.
Boaz, significa rectitud, fortaleza, poder, vigor, ligereza, rapidez.
Isaías 30:15
Por que asi ha dicho el Sr. Dios, el
santo de Israel. En arrepentimiento
y reposo seréis salvos (fijos, seguros,
firmes, comprendidos, perjudicados,
heridos), en quietud y confianza está
vuestro poder. Pero no quisisteis. En
el reposo de Dios, se obtiene la for-
taleza. Cuando no hay quietud hay
debilidad. En la confianza de Dios
está la fortaleza. La columna Jakyn es
estabilidad. La columna Boaz es rec-
titud. Asi podre decir: con rectitud,
con fuerza estableceré. Dios no es
rival del hombre sino el garante (fia-
dor, avalista, firmante, defensor), de
su libertad y la fuente de su felicidad.
Cuando miro mis manos se, que me
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Se titula “La última Leyenda Hiram Abif”. Como Iniciado, la conocía, es mí deber,
aunque el entenderla va un poco más allá de la simple comprensión, más que el
significado que lega (deja, transfiere, transmite). Al principio se puede leer una de
las grandes frases que, no tan a doquier se pudieran encontrar, creo que fue Ben-
jamín Franklin quien escribió: “Allí donde la libertad echa raíces, estará mi tierra”.
El escrito dice asi: Fue el día de mi elevación a condición de hombre libre de pre-
juicios mentales, el día que superé mi propia muerte. Rodeado de varias decenas
de hermanos, con mi plena voluntad y consentimiento, despojado de todos mis
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metales juré solemnemente ante un volumen de la Ley Sagrada, que ocultaría, ja-
más revelaría, los secretos que allí me confiaron. También prometí que mantendría
cuidadosamente mi honor y el de mi fraternos compañeros de reunión sin abrigar
ningún perjuicio a su honor ni tolerar, a sabiendas, que otras personas pudieran
tenerlo y que si estuviera en mi poder impedirlo, rechazaría con hombría al difama-
dor, comprometiéndome asi mismo a respetar la castidad de las esposas de todos
mis hermanos.
Hiram, cuenta la leyenda, era un hombre humilde y diligente, trabajaba sin descanso
dirigiendo la labor de sus compañeros y aprendices, a la vez que les iba enseñando
los secretos del oficio de constructores. Hiram mantenía una fidelidad inquebranta-
ble a los secretos que le habían sido transmitidos por sus maestros y fue asesinado
poco antes de la culminación de la obra del Templo de Jerusalén.
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Al dia siguiente a la hora del comienzo de los trabajos, los capataces de la obra al ver
que Hiram no llegaba, como acostumbraba, puntualmente a su hora con los planos
y diseños bajo su brazo, intuyeron que alguna desgracia podría haberle acontecido
a su Maestro. Una representación de compañeros fue a comunicar al Rey Salomón
la sospecha que la desaparición repentina y misteriosa, tuviera por causa algún fatal
desenlace. El Rey sabio, ordenó una revista inmediata de todos los trabajadores de
las diferentes cuadrillas, apercibiéndose de la sospechosa ausencia de tres de los
encargados. Esta extraña falta, abrigó aun más los temores del Rey Salomón por la
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suerte que pudiera haber sufrido su principal artista. Eligio entre los oficiales a los
3 de más confianza y les ordeno que acompañados de sus respectivas cuadrillas,
partieran con la mayor rapidez en busca de su Maestro. Al cabo de un tiempo, una
de las tres cuadrillas se sentaron a descansar bajo la sombra de unos árboles en
las inmediaciones del camino. Uno de los hermanos al querer levantarse, se asió
(agarró, aferró, atrapo, cogió), con la mano en el arbusto bajo el que se cobijaba,
quedando sorprendido con la facilidad con que sus raíces se habían desprendido
del suelo. Examino con atención la zona y observo que la tierra había sido removi-
da recientemente. Llamo al resto de cuadrilla, excavaron en el lugar y encontraron
el cadáver enterrado del Maestro Hiram Abif. Con sumo respeto y veneración lo
volvieron a sepultar en la tierra. Y para recordar el lugar exacto donde se hallaba
enterrado, colocaron una rama de acacia en la cabecera de la tumba.
Las herramientas con que matan al Maestro, nos muestran esa dualidad de las co-
sas, el bien y el mal. Las herramientas símbolo de la inteligencia y el trabajo creativo
son aquí utilizadas para la ignominia (vergüenza, infamia, deshonor, degradación,
afrenta), y el crimen, dándonos a entender que ninguna creación humana es buena
ni mala por si misma, su bondad o perversidad depende del uso que los seres hu-
manos hagamos de ella.
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“
Nos habla como tantas leyendas, de la
muerte y de la vida, de ese apareamien-
to en el que desarrollamos nuestra pro-
pia existencia en el que día a día, cada ser
humano va recorriendo sin querer ser cons-
ciente de cual es su meta definitiva.
Esa muerte que nos sirve como alegoría de nuestro objetivo último, de nuestro
indomable deseo de encontrar la inmanencia (esencia, sustancia, permanencia)
personal o una transcendencia ilusoria de nuestra alma inmaterial. La búsqueda
de nuestra propia inmortalidad, debe estar cimentada en esa verdad personal que
cada cual llevamos en lo más profundo de nuestro ser y de la que nos servimos
como bastón para poder afianzar nuestros pasos. De esa verdad íntima que sólo
alcanzaremos, igual que el Maestro Hiram, si fundamos nuestra existencia en el tra-
bajo, la humildad y el respeto al resto de los seres humanos, sin malas artes ni enga-
ños, sin aprovecharnos del esfuerzo de nuestros semejantes.
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La nuestra será siempre una verdad parcial, como todas las verdades sinónimo de
lucha, de empeño constante, de búsqueda sin fin, de sacrificio generoso y de fe en
uno mismo. ¿Pero era también Hiram, como todos nosotros, un hombre imperfecto?
En la leyenda se simboliza esa imperfección al decirnos que era el hijo de una viu-
da de la tribu de Neftali, esa orfandad que la leyenda reivindica como alegoría es
el símbolo de nuestra condición de humanos, encarna la imperfección de nuestro
linaje, nuestra ascendencia deficiente, los que otros denominan pecado original, el
saber de nuestra naturaleza, por su origen, está incompleta y por tanto, igualmen-
te incompleta está también en su destino y proyección, que debemos admitir que
como todos los seres vivos nosotros también somos imperfectos, que nuestra vida
subsiste en la medida en que vencemos, siendo inalcanzable para nosotros la meta
de la perfección.
El símbolo del secreto nos debe hacer comprender que no existe el misterio ni el
enigma, que lo que no conocemos es únicamente producto de nuestra propia igno-
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“
Las tres preguntas filosóficas irresolu-
bles sobre las que la Humanidad viene
interrogándose desde el principio de los
tiempos, quienes somos, de donde venimos,
y a donde vamos, se truecan aquí en tres
interpelaciones más sencillas, por tres acti-
vidades ante la vida: cual es mi deber para
conmigo mismo, cual es mi deber para con
el resto de la Humanidad, y cuál es mi deber
para con el Creador.
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La leyenda de Hiram nos enseña que para un hombre justo, amante de su íntima
libertad, los temores que suscita la muerte no son nada comparándolos con la abo-
minación que produce la traición y la deshonra. Que el hombre que sabe escuchar
la voz de la naturaleza, sabe perfectamente que es esa la voz que nos da y nos dará
testimonio de que en nuestros cuerpos perecederos, reside el principio de la vida y
de la inmortalidad. Esa naturaleza que nos aporta la fuerza necesaria para combatir
nuestros temores, generándonos la paz interior que nos ayudará a permanecer fie-
les a la razón humana, a la Humanidad.
El martirio, la grandeza de morir por unos principios sólo cobra su sublime significa-
do filantrópico al equipararlo con el encanallamiento, con la miserable pobreza de
quien es capaz de matar por otra creencia opuesta.
Finalmente tengo que decir que soy feliz de corazón, y lloraría de alegría, para po-
der dar gracias al Creador por facilitarme y entregarme esa comprensión de espíri-
tu, la cual me ha podido llevar a intuir, percibir, bajo mi visión claro está, la escritura
y lectura de tan sabias palabras, poder dejarlas en mis manos y también poder
plantar mi propia grano de arena en la consecución de un entender de la vida para
poder situarme en el camino de la comprensión, generosidad, humildad, y frater-
nidad que nos llevará a ese laboratorio de la vida donde se mece nuestra propia
condición humana.
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Como Maestro Elegido de los Nueve me corresponde usar, para aprender, nues-
tro lenguaje simbólico y alegórico y desde él, a posteriori, desarrollar el contenido
explícito de nuestro Grado en un lenguaje conceptual, también propio de la Franc-
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“
Es por ello que la disquisición, que pon-
go a vuestra consideración de Maestros
Elegidos de los Nueve, discurre en dos
planos, el primero de comprensión sintética,
el segundo de comprensión analítica.
En el sincretismo simbólico-alegórico está la leyenda de la figura y muerte de Hiram
que ocupa, como todos sabemos, el papel central e iniciático del Grado 4º y del
Grado 9º, desglosado en el ritual con la comunicación, por una parte, de los grados
5º al 8º y por la iniciación explicita del Gra-
do 9º, bajo la regularidad del Supremo
Consejo del Grado 33 y último del
R:.E:.A:.A:. para España, bajo las
enseñanzas específicas de ésta,
nuestra Logia Capitular de Per-
fección Fraternidad de Barce-
lona nº 403.
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En los grados filosóficos del 4° al 9° el R:. E:. A:. A:. , desarrolla el Grado de
Maestro interpretando el mito de la muerte de Hiram en términos morales, ya
que el Maestro Hiram simboliza la justicia, el genio y el arte, la belleza, la armo-
nía y la verdad, mientras que los tres malos compañeros, cegados por el error,
constituyen y representan los profanos signos de la ignorancia, el fanatismo y
la ambición.
Cuando el Venerable Maestro “levanta/resucita” al maestro muerto le dice “has reci-
bido la vida en el seno de la muerte” y recibe, ahora, la palabra de maestro.
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Los temas del grado son múltiples, invito a los Maestros Elegidos a re-
leerse, una y mil veces el ritual. Pero en resumen el tema es uno, por po-
livalente y polisémico que sea;
De cómo conviven las morales
individuales y de colectivos en un
marco de respeto, tolerancia y no
violencia, permitiendo mediante
un orden democrático de leyes y justicia la
prevalencia de las mayorías, sin sojuzgar a
las minorías.
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¡Que todo el Supremo Consejo del Grado 33, en pleno y peso, me permita interpre-
tar y reformular la pregunta! ¿Quieres ser justo y veraz? Respuesta: Si.
Pues quizás seas un Elegido, dirá el experto “si la hipocresía no se alberga en vues-
tro pecho, y si estáis presto a cortar la cabeza a la hidra de la ambición, el fanatismo
y la ignorancia que devoran al mundo. De lo contrario, temed nuestra justicia. ¡Me-
ditad Hermano!
La ambición para la masonería siempre es un vicio moral que debe ser implacable-
mente combatido, no caben visiones del término complacientes o lasas, todos los
sanos intentos de superación personal, de consecución de objetivos, mejor que los
llamemos de otra manera.
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Alcibíades tenía para los atenienses todo cúmulo de virtudes, una capacidad de
seducción extrema, era un sofista, pero tenía defectos principales: carencia de au-
todominio e inclinación a los excesos, ofensas y a la violencia. En la Grecia de aque-
llos tiempos, Alcibíades tenia riqueza, magnificencia, pero era un demagogo con
un irrefrenable deseo de notoriedad, para halagar su vanidad. La lección a sacar
de esta conducta es la peligrosa interacción que se establece entre vida pública
y privada, entre moral y política en el seno de la convivencia social. Alcibíades, en
Grecia, es el representante radical del belicismo imperialista, la audacia ciega. Sus
excesos y errores políticos le llevan a la traición a Atenas, a ser un cínico. Pregunta-
do si confiaba en su patria, Alcibíades no duda en responder: “en todo lo demás sí,
pero tratándose de mi vida, no me fiaría ni de mi propia madre”. La ambición le ha
llevado a la traición. En medio de la decadencia de los valores cívicos y de la soli-
daridad humana, la patria, la “res publica” se ve reducida a un conjunto de ventajas
personales fácilmente trocables. La ambición se sirve de la habilidad para la persua-
sión y el talento para la intriga y desemboca en la corrupción.
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En las nociones preliminares facilitadas por el Supremo Consejo del Grado 33, tex-
to de escritura mejorable, se dice: “La ambición, simbolizada en el grado 9º por el
traidor Abiram o Jubelon, uno de los asesinos del Maestro Hiram que es a su vez
asesinado y decapitado con la daga de la verdad, significa la muerte de la ambición,
origen de todos los males de la sociedad. Y el trabajo de los Elegidos de los Nueve,
lejos de ser el que corresponde a un Tribunal destinado a ejecutar pérfidas y repro-
bables venganzas, tiene por objeto la investigación de los medios prácticos más
conducentes, para proceder con todo acierto en la elección de los Representantes
encargados de ejecutar la voluntad del pueblo, y la manera más prudente de limitar
sus facultades, y tiene,por fin moral, la máxima de que en ningún caso es permitida
la venganza, a menos que se trate de vengarse de la ambición por medio de la ver-
dad y empleando como única arma la tolerancia y la lealtad”.
“
Los deberes que impone este grado
pueden resumirse en un solo precepto:
proteger al oprimido y defender los in-
tereses de la sociedad y de la patria”.
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Antes de seguir, una digresión historicista sacada de “Los orígenes del Grado de
Maestro en la Francmasonería” de Goblet d’Alviella. Edicomunicación, Barcelona.
Pág. 72. 1991. “EN 1725, en uno de los anexos publicados al texto “The Grand Mys-
tery of Free-Masons discovered”, se denunciaba que en algunas logias londinenses,
se cuentan extrañas y necias historias a propósito de un árbol, que había salido de
la tumba de Hiram, con hojas maravillosas y un fruto de una calidad asombrosa, a
pesar de ignorar cuándo o dónde falleció, y sin saber sobre su tumba más que so-
bre la de Pompeya”.
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Spinoza cree, razona, construye un Dios panteísta ya que enfrentándose a los térmi-
nos ‘Dios’ y ‘mundo / universo’ los identifica.
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Spinoza critica la superstición. Las Escrituras enseñan obediencia, los fieles no ra-
zonan, obedecen, la fe no exige tanto la verdad como la piedad. En el TTP Spinoza
separa teología de filosofía. La fe pretende educar a la masa, la filosofía se dirige a
la búsqueda de la verdad.
Spinoza critica la hipocresía de los creyentes que hablan de amor y piedad, pero
que actúan mezquina y cruelmente. Desgraciadamente, la religión siempre ha sido
un pretexto para atacar y perseguir al diferente, la fe idiotiza y priva a la gente de
pensar por sí misma, la religión históricamente ha sido la causa primera de exclu-
sión, condenas, torturas y matanzas.
Es en este contexto en el que Spinoza se pone durante diez años a construir una
Ética, demostrada de un modo geométrico. En la tercera parte, después de haber
hablado de Dios y de la naturaleza y origen del alma, se refiere al origen y natura-
leza de los afectos, para hablar en su cuarta parte de la fuerza de los afectos y en
la quinta, de que éstos deben ser gobernados por el poder del entendimiento, en
aras de la libertad humana.
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Lo que cito a continuación son palabras de Spinoza cuyo contenido me parece muy
cercano al corpus teórico de la masonería especulativa en sus inicios, principios
del siglo XVIII y que queda reflejado expresamente en el ritual de grado 9º. “Dios
se ama a si mismo con un amor intelectual infinito (...) El amor intelectual del alma/
cuerpo (hombre / persona) hacia Dios es el mismo amor con que Dios se ama a si
mismo (...)”. Estamos en un contexto panteísta. “comprendemos claramente en qué
consiste nuestra salvación o felicidad, o sea, nuestra libertad;... en un constante y
eterno amor a Dios y en la recíproca, en el amor de Dios hacia los hombres (...) Nada
hay en la naturaleza que sea contrario a ese amor intelectual, o sea, nada hay que
pueda suprimirlo. Estamos en un contexto determinista, pero dando un paso ade-
lante al refrendarlo todo, con la fuerza de la razón.
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La Conciencia
Por: Enrique Reverte Domenech. 4º
Podríamos decir que la conciencia es la facultad de decidir de una
manera responsable sobre los actos y sus consecuencias, los cuales,
salen según la percepción que una persona pueda tener sobre el bien
y el mal.
Pero en realidad, ¿Que es la conciencia?, ¿Ay que darle siempre la razón?, ¿Tene-
mos que respetar siempre la conciencia de los demás?.
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“
Siendo también
el censor peren-
ne de nuestros actos, el maestro que nos
guía en el peligroso camino de la vida, y nos
castiga sin piedad, destrozándonos el cora-
zón con el remordimiento, al ver el mal que
hemos podido hacer desoyendo algunas ve-
ces sus dictados.
Es por eso que podríamos decir casi certeramente, que la conciencia podría ser un
conjunto de funciones, con diferentes grados de desarrollo, que, entre otras cosas,
divide las cosas entre buenas y malas, permitiendo las funciones de raciocinio, que
conjuntamente dotan al ser humano de voluntad sobre en que cosas va a emplear
sus recursos, y de capacidad de recordar que le permitirá refinar futuras acciones, o
la capacidad de transmisión con los demás seres humanos.
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Nº 44
miento razonador del bien y del mal, nos permite superar las perspectivas de nues-
tro egoísmo, y mirar lo universal, lo que es recto en si mismo, pero para poder verlo
necesita de la reflexión de un conocimiento real, necesita una idea recta de la jerar-
quía de valores que no este deformada por la ideología. Nosotros pensamos quie-
nes somos, o que es lo que creemos que es la realidad, y esta es una decisión que
toma fuerza dentro del espacio de nuestra conciencia, y configura nuestras vidas y
lo que hacemos con ellas, configura de alguna manera el sentido o significado que
le damos a nuestra existencia, y como caminamos a lo largo de la misma. Al ser el
hombre el que se construye así mismo, es preciso entender la conciencia como la
facultad, a través de la cual el hombre puede llegar a conocer lo que es bueno y lo
que es malo, se trata pues, de un juicio de entendimiento o razón que nos permite
reconocer el valor moral de un acto concreto que pensamos realizar, estamos rea-
lizando o hemos realizado. Esto nos indica que el juicio valorativo de la conciencia,
abarca tres niveles; antes del acto, durante su ejecución y después de ella. La acti-
vidad consciente del hombre esta mediatizada por el colectivo; durante su realiza-
ción, el hombre toma en cuenta las posiciones de los otros miembros del colectivo,
en las que se presentan sus relaciones sociales reales, por lo que podríamos decir
que, la razón de la conciencia depende mucho del desarrollo y perfección de la
personalidad de cada ser humano.
“
El respeto a la con-
ciencia ajena es mas
fácil de decir que de
practicar, y todo tiene su
explicación, para emitir
un juicio sobre el respeto
a la conciencia ajena, se
necesita una inteligencia
que juzgue, un conoci-
miento previo que sea
la base en que se apoya
este juicio o respeto.
El respeto a la conciencia ajena se
fundamenta en el conocimiento de
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Dejadme queridos hermanos que os lea unas palabras del gran filósofo J.G.Fichte
que dicen así. “Esta voz interior de mi conciencia, me dirá en cada situación de mi
vida, lo que debo hacer y lo que debo evitar; me acompañara si la oigo atenta-
mente, en todas las vicisitudes de mi vida y ni me escatimara la recompensa si soy
diligente
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Finalmente, sin embargo, llega el día de ajustar cuentas, es decir, el día en que se
vuelve realidad la largamente soñada meta de estabilidad social. En este punto, la
lógica inherente a los recursos comunes inmisericordemente genera una tragedia.
Como un ser racional, cada pastor busca maximizar su ganancia. Explícita o implí-
citamente, consciente o inconscientemente, se pregunta, ¿cuál es el beneficio para
mí de aumentar un animal más a mi rebaño? Esta utilidad tiene un componente
negativo y otro positivo.
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Al sumar todas las utilidades parciales, el pastor racional concluye que la única de-
cisión sensata para él es añadir otro animal a su rebaño, y otro más... Pero esta es la
conclusión a la que llegan cada uno y todos los pastores sensatos que comparten
recursos comunes. Y ahí está la tragedia.
Con este ejemplo describía en 1883 el economista William Foster Lloyd una visión
sobre el comportamiento humano y su repercusión respecto a los bienes comunes.
Su punto de vista fue disruptivo con la extendida opinión económica que hasta ese
momento emanaba de las teorías llamadas de “la mano invisible” atribuidas a Adam
Smith, según las cuales, las decisiones individuales buscando solo su propio bene-
ficio logra dejándose llevar por esa “mano invisible” a promover el interés público.
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Bienes materiales públicos: aquellas cosas que estando bajo titularidad de un Esta-
do (Nacional, Provincial o Municipal) se consideran pertenecientes a toda la comu-
nidad por medio del sistema de representación política. Si bien el destino de estos
bienes es el uso público, el ejercicio de los derechos sobre el bien queda siempre
sujeto a la reglamentación gubernamental.
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Este hilo económico y político nos lleva a exponer la puesta en práctica más se-
ria que hasta el momento existe de las teorías de Elinor Olstrom y otros sobre
el uso de los Bienes Comunes.
Estamos hablando de la llamada Big Society propuesta por David Cameron como
guía del Gobierno del Reino Unido. Definida en la revista capital de la siguiente
manera:
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Nº 44
Por el otro lado, son las propias comunidades las que asumen responsabilidades
sociales en su entorno. Con el tiempo, podrían desarrollar grados significativos de
autosuficiencia y generar identidades propias en base al trabajo común: vecino con
vecino, hombro con hombro. Esta idea no deja de ser atractiva, incluso, para algu-
nos laboristas y en general para ciertas miradas desde la izquierda. Retrocede lo
público, pero se fortalece lo social.”
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Nº 44
El Simbolismo de la Caverna y
la Zarza Ardiente
Por: Carlos Limongi 18º
I. Introducción
La iniciación tradicional es la ciencia de la conciencia y la iniciación
contemporánea ordinaria es la ciencia de la materia, pero, fuera de
esta deriva a la que corresponde al movimiento general de la evo-
lución de las civilizaciones, la iniciación es en todos los casos la
transmisión de un método.
No puede pues haber en el momento de una ceremonia de iniciación un mila-
gro particular incluso de despertar del Ser interior. Este proceso de iniciación
tradicional es el conocimiento del Ser y no tiene nada que ver con la noción
contemporánea de iniciación, es decir, un método pedagógico que reposa en
la observación progresiva de un elemento científico para desarrollar las bases
de una visión técnica, mecánica y mensurable de un saber.
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Nº 44
El grado noveno (Gr.9) de la Masonería Escocesa fue llamado por nuestros ante-
cesores Elegido de los Nueve. El grado en que nos encontramos bien vale una
Plancha más extensa de lo habitual, y por su longitud me disculpo a quien pudiera
parecerle larga, pero se trata de un Grado tan puramente democrático y limpio, que
en estos días tan ciegos para la humanidad, puede resultar hasta combativo, que
en definitiva es su esencia y su origen, al menos de la manera que se ha intentado
abordarlo y asumirlo. Este grado nos enseña que todo el poder se delega para lo
bueno, y no para la lesión de las Personas; y que, cuando se pervierte del propósito
original, el poder debe reasumirse; es un deber del hombre, que se debe a él y a su
vecino, y también un deber que él debe a su Dios, afirmando y manteniendo la línea
que Él le dio en la creación a imagen y semejanza de sí mismo.
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caverna y al salir a la luz del día, ve por primera vez el mundo real y regresa a la ca-
verna diciendo que las únicas cosas que han visto hasta ese momento son sombras
y apariencias, porque el mundo real, solo puede ser percibido si se liberan de sus
ataduras.
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La realidad denominada conocimiento, solo sería útil para que nos preguntemos:
¿existe alguna sustancia que no haya sido creada, y que por lo tanto, no pueda cam-
biar y sea siempre la misma? ¿Cómo se llamaría esa partícula eterna, que no tiene
nacimiento ni muerte? ¿Dónde está localizada? ¿Cómo puedo poseerla o permane-
cer eternamente en ella? El pecador cree que es su cuerpo físico, pero quien se co-
noce interiormente, comprende que SOMOS un invisible Átomo Espiritual, que no
tuvo principio y que por lo tanto, tampoco tendrá fin. Lo que somos –espíritu– es lo
único que existe eternamente, porque todo lo que una vez tuvo comienzo –crear–, a
su debido tiempo tendrá fin – transformar–.
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Según algunos escritores lo sagrado del Tetragrámaton, o cuatro con letras del nom-
bre de Dios en hebreo, incorrectamente pronunciado como Jehová, fue la palabra
verdadera. Otros piensan que la palabra hebrea Jah, el caldeo Bul o Bell, o en Egip-
to o OM, el Aum Hindú, junto con varias combinaciones de todos ellos, constituyen
la “gran palabra”. Pero como la posesión de ninguna de ellas, ni la combinación
ninguna de ellos, parece conferir poderes milagrosos al poseedor, ninguno de ellas
puede ser la correcta de acuerdo a las tradiciones antiguas. Sin embargo, algo ex-
traordinario sucede quienes pronuncian las diferentes palabras sagradas dadas en
los grados en Masonería, un sentido de complicidad y misterio encierra el recibirlas
y pronunciarlas.
Una vez la naturaleza íntima del iniciado está libre de impurezas, la gruta, (lo más
profundo del alma humana, allí donde reside el Ser Interno, lo Divino del Hombre),
en esa gruta iluminada en el interior por una Zarza Ardiente, la Criatura se enfrenta
cara a cara con su Creador. Su fuego devorador sin rayos materializados no puede
actuar en otro sitio. Cautivo de él mismo, la Tiniebla es insaciable y el Ser inmóvil,
hipnotizado entre dos posibles estados. En este estado de sueño cataléptico, el Ser
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no sabe ya elegir entre la Tiniebla y la Luz; y el ego aprovecha para satisfacer sus
deseos descarriados y orientar la imaginación hacia un sueño a corto plazo.
IV. Conclusión
La justicia y la ecuanimidad deben presidir nuestros actos dentro y fuera del ta-
ller, y la mesura y el temple necesario
para aplicarlas. Tanto es así, que de-
bemos profundizar y debatir las nue-
vas formas de organización civil que
se proponen desde la calle, analizar-
las masónicamente y adquirir postu-
ras generosas respecto a ellas, dado
que surgen de un pueblo que cada
vez más, se ve desprovisto de sus de-
rechos más fundamentales y de las
instituciones que debieran proteger-
los frente a la corrupción, la barbarie
económica y la injusticia social. Es ahí,
donde debemos estudiar las magnitu-
des económico-sociales y adecuarlas
a la medida humana, de modo que
sea la economía y el derecho los que
sirvan a la especie y no al contrario.
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El grado noveno tiene una enseñanza profunda sobre la sociedad que se hace pa-
tente en el interrogatorio. Inicia recordando la materialidad social, el desarrollo
correlativo de la conciencia moral, los cambios sociales, el desarrollo científico, la
sociedad laica, la democracia, la soberanía popular, los derechos humanos, la ad-
ministración de justicia y la supremacía de la ley. Como indica la liturgia, la cámara
está consagrada a la causa del progreso y a la dignificación de la humanidad. Para
el efecto, constata que la mayoría vive en tinieblas e ignora el supremo valor de la
dignidad y la libertad humanas. En consecuencia, los elegidos deben profundizar
en la comprensión social para poder establecer la armonía social como un ideal de
convivencia humana.
Aquí podríamos referirnos al Poder ejecutivo al cual se le señalan las siguientes fun-
ciones en un Estado Moderno:
• Mantener el orden.
• Cuidar de que cada uno cumpla su deber.
• Impedir que el fuerte oprima al débil.
• Salud pública y Salud del Estado.
• Que se cumplan siempre las leyes para dirigir las fuerzas militares.
• Nombrar inspectores y jefes de la Policía.
• Imponer el veto temporal a las nuevas leyes.
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Referencias bibliográficas:
Albert Pike. Morals and dogma. www.forgottenbooks.org
Andrés Cassard. Manual de la Masonería. México: Editorial Grijalbo, 1981.
Julio Gómez. Historia, leyenda y filosofía del grado.
José O. Castañeda. Monitor de las logias de perfección. 3 ed., Edic Santillana, 2010
Jorge Adoum. El maestro de los nueve.
Luis Umbert Santos. Historia del rito escocés antiguo y aceptado. México.
Ralf Dahrendorf. El conflicto social moderno: (encargo sobre plástica de libertad).
México:
Rene Guenón, El Simbolismo de la Cruz, Obelisco, Barcelona, 1987
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Es hijo tardío de Zacarías e Isabel, engendrado cuando esta estaba ya en fase me-
nopáusica. Pasó San Juan Bautista su juventud en alguna ciudad de las montañas
de Judea y probablemente se vinculó en cierta alguna medida con los esenios. Vi-
vió en tiempos del emperador Tiberio, siendo Poncio Pilato gobernador de Judea
y estando Herodes al frente de Galilea en la que eran entonces sumos sacerdotes
Anás y Caifás.
Voluntarioso y austero, el Profeta se viste con túnica de pelo de camello ceñida con
cinturón de cuero y se alimenta de miel silvestre y saltamontes viviendo entre los
abrojos de las orillas del rio Jordán.
Sus palabras y juicios críticos contra el criminal Tetrarca Herodes Antipas, contra la
esposa de este, que además era su cuñada, Herodías y Salomé la hija de ésta, con la
que, probablemente, el tirano mantenía relaciones incestuosas, fueron causa de su
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encarcelamiento en la fortaleza de
Maqueronte donde finalmente fue
decapitado entregándose su cabe-
za como premio a la lubricidad de
la famosa danza de los siete velos
realizada por Salomé.
“
El Bautista no
vivió confor-
tablemente,
transmitió ardo-
rosamente su fe al
pueblo, asumió su
destino con fideli-
dad y sufrió su in-
fortunio con ente-
reza.
Es en el solsticio de verano cuando rememoramos al Profeta de la Fe, en la noche
más corta del año, noche de amor, de hogueras y canciones; noche en la que “to-
dos los ríos del mundo llevan una gota del Jordán” (Alejandro Casona. “La dama
del alba” final del acto III)
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quiero que este se quede hasta que yo venga, a ti ¿qué? Tú sígueme” (Jn 21, 22) Las
referencias a la esperanza son múltiples en los escritos a él atribuidos y sean estas
solo algunas citas: “El que tiene esta esperanza en él se purifica a si mismo y como
él es puro” (1Jn 3, 3) Espero verte pronto y hablaremos de viva voz. (3Jn 1, 14) y “No
selles las palabras de la profecía de este libro, porque el tiempo esta próximo. Yo
voy a llegar enseguida, y llevo conmigo la recompensa que voy a dar a cada uno se-
gún sus obras. Yo soy el alfa y la omega, el principio y el fin” (Ap 22, 12)
La tradición oral relata que el Emperador Domiciano enojado con la nueva fe y las
muchas conversiones que San Juan lograba ordeno que bebiera una copa de vino
envenenada; esto nos recuerda en nuestros rituales a las “amarguras y sinsabores
que cuesta, a veces, cumplir con el deber, emblema inseparable de la vida humana”
El veneno de la copa se convirtió en serpiente que saltó de la misma resultando el
vino inocuo para San Juan que pasó desde entonces a ser invocado contra los enve-
nenamientos e intoxicaciones alimentarias y sustituyó al Dios Esculapio en muchos
de los grabados sanitarios. El gran iluminado que fue Doménikos Theotokópoulos,
El Greco, utilizo este hecho legendario en sus cuadros del “Apostolado” y será en
otra ocasión en la que, con más extensión, pueda relataros la explicación que un
“Dómine dogmático” (como decía Larra), me dio en la iglesia zaragozana de Santa
Isabel de Portugal, también conocida como de San Cayetano, de una imagen allí
venerada de San Juan Evangelista que porta en su mano un cáliz del que sobresale
una serpiente.
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caritas est” o como el profeta Mormón enseñó: “La caridad, es sufrida y es benigna,
y no tiene envidia, ni se envanece, no busca lo suyo, no se irrita fácilmente, no pien-
sa el mal, no se regocija en la iniquidad, sino se regocija en la verdad; todo lo sufre,
todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta” (Moroni 7:45; y también en San Pablo,
1 Corintios 13:4)
Santa Teresa de Jesús le llamaba “Mi Medio Fraile” pues físicamente era de estatu-
ra baja pero de complexión recia y musculosa. Ambos fueron cofundadores de
los Carmelitas Descalzos y sus reformas de las órdenes monásticas les acarrearán
agrios y duros enfrentamientos con la jerarquía religiosa.
Poesías amorosas de un gran iniciado, con resonancias del “Cantar de los Canta-
res” de Salomón e ideas que toma, a veces, de San Agustín como cuando afirma,
por ejemplo, que toda la naturaleza le habla del Creador o al referirse a la Luz que
le guía por rutas que conducen al Sumo Hacedor: “¡Oh Verdad, lumbre de mi co-
razón, no me hablen mis tinieblas! Me incliné a estas y me quedé a oscuras; pero
desde ellas, si, desde ellas te amé con pasión” (San Agustín, “Las Confesiones” Libro
XXII, 10)
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San Juan de la Cruz, ¡Poeta del Amor! ¡Poeta de la luz! que nos dirige guía a tra-
vés de las tinieblas: “En una noche obscura / con ansias en amores inflamada / ¡oh
dichosa ventura! / salí sin ser notada / estando ya mi casa sosegada / sin otra luz y
guía / sino la que en el corazón ardía. / Aquesta me guiaba / más cierto que la luz
del mediodía.”
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Revista Digital del Supremo Consejo del Grado 33 y Último
del RITO ESCOCÉS ANTIGUO y ACEPTA DO para España
Primavera 2016
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