Teorías, Modelos y Perspectivas en Personalidad
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2. Teoría Psicoanalítica
El ego reprime la energía de los instintos con el fin de mantener la salud del individuo y ayudar a la
persona a ser miembro de la sociedad. Busca gratificar al id de forma realista (sin ser sancionado).
El ego consiste en la facultad consciente para percibir y tratar inteligentemente con la realidad.
El ego actúa como mediador entre el Id y el superego:
a) El ego es parcialmente consciente.
b) Interacciona con las demandas de la realidad.
c) Toma decisiones racionales.
El ego está al servicio del Id: es la parte racional de la personalidad que se mantiene en contacto con
la realidad. Está gobernado por el principio de la realidad.
El ego es la parte ejecutiva de la personalidad. Controla los procesos mentales superiores:
razonamiento, solución de problemas. El ego utiliza esos procesos mentales superiores para ayudar
a satisfacer las necesidades del Id.
Oral (0-18 meses): la zona erógena es la boca. Placer succionando pecho materno/biberón.
Gratificación en el chupar y tragar.
La fijación oral tiene dos posibles consecuencias:
i) Personalidad oral receptiva (pasivo): estas personas reducen la tensión a través de la
actividad oral (comer, fumar, comerse las uñas, etc.). Personas pasivas y necesitadas;
sensibles al rechazo.
ii) Personalidad oral agresiva.
Anal (18-36 meses): se centra en el control de esfínteres; se le enseña a ello. El control que el niño
ejerce sobre su medioambiente es el control de esfínteres. La enuresis es típica de este estadio. La
zona erógena es el ano.
Fijación anal: tiene dos posibles consecuencias:
i) Personalidad anal retentiva. Tacañería, orden compulsivo, tartamudez y perfeccionismo.
ii) Personalidad anal expulsiva. Falta de auto-control, suciedad, descuidado. Síndrome de
Diógenes.
Fálica (3-6 años): la zona erógena son los genitales; juegos sexuales infantiles. La auto-estimulación
de los genitales produce placer. Fase del complejo de Edipo/Electra. Se empieza a desarrollar la
identidad sexual y personal, se diferencia del padre/madre.
A los 5 o 6 años, casi al final de la fase fálica, el niño experimenta el conflicto de Edipo (niños) y el
de Electra (niñas), un proceso a través del cual aprenden a identificarse con el progenitor del mismo
sexo, actuando, en la medida de lo posible, igual que él lo haría.
Complejo de Edipo vs Complejo de Electra: el niño se ve atraído sexualmente por el padre del otro
sexo y desea reemplazar al padre del mismo sexo. Homosexualidad: identificación cruzada.
En el caso de los niños, se genera la ansiedad de castración. El hijo cree que el padre conoce sus
deseos hacia su madre y teme que su padre le castre. Reprime su deseo y defensivamente se
identifica con el padre. Identificación anaclítica: identificación con el mismo sexo sin violencia, pasa
más en niñas que en niños.
Complejo de Electra (niñas). El problema de las niñas es que desean el pene del padre. Cuando la
niña se da cuenta de que no tiene pene, se vincula con su madre y empieza a desear al padre porque
lo ve como un medio para obtener un sustituto de pene. Así, la niña reprime su deseo por el padre,
incorporando los valores de su madre y aceptando su inherente inferioridad social.
Latencia (6-pubertad): domina la sexualidad. Durante este período, niños y niñas intentan
socializarse únicamente con miembros de su propio sexo. Freud considera que los niños hacen esto
porque les ayuda a minimizar la conciencia de su sexualidad. De este modo, continua el proceso de
represión sexual que comenzó en el estadio previo (para aquellos que superaron con éxito los
complejos de Edipo/Electra).
Genital (de la pubertad en adelante): comienza a buscarse la sexualidad del otro. Cuando el
adolescente llega a la pubertad, entra en el 5º estadio del desarrollo psicosexual. Se desarrollan las
características sexuales secundarias; el surgir de las características sexuales físicas provoca la “re-
conciencia” de los impulsos sexuales, y por tanto, los deseos, impulsos y necesidades sexuales no
son reprimidos por mucho tiempo. Por tanto, se empieza a buscar una pareja con quien compartir
sexo e intimidad.
2.3. Psicoterapia
En todas las terapias actuales cognitivo-conductuales en las que se expresan las emociones se basan
primariamente en la teoría psicoanalítica de Freud.
La teoría psicoanalítica de Freud ha provocado una serie de críticas:
i) Falta de soporte científico.
ii) Incapacidad de la teoría para hacer predicciones.
iii) Se ve limitada a la población en la que se fundamentó. La teoría está construida a partir del
estudio de casos clínicos patológicos, extrapolando a la población en general.
Sin embargo, la teoría sigue siendo popular. Por ejemplo, los neo-freudianos construyen sus teorías a
partir del trabajo de Freud, aunque ellos ponen más énfasis en el papel del ego y prestan más atención
a los factores sociales como determinantes de la conducta (psicología del ego).
3. El Modelo Conductual
La historia de las relaciones entre el conductismo y la personalidad ha sido de desencuentro por ambos
lados. Sin embargo, la interacción entre ellos es una fuente indudable de potenciación mutua.
Hogan defiende que entre el conductismo y la Psicología de la Personalidad existe una incompatibilidad
histórica y filosófica. El enfoque conductual es histórico y determinista, y considera el refuerzo como el
principal modelo explicativo de la conducta. La personalidad es considerada como un patrón de
conductas que se adquiere a través de los procesos de condicionamiento, asociativo o instrumental.
Miller argumentaba que la expresión liberalizada del principio E-R es el esquema subyacente en la
explicación de la conducta humana compleja. Algo que, según Hull, no siempre resulta fácil.
Según Huteau, la psicología conductual ha tenido dificultad para formular una teoría de la personalidad
debido a tres razones:
1) Es una psicología del aprendizaje, lo que le hace minimizar los aspectos permanentes de la
conducta.
2) Ha estado más interesada en los aspectos moleculares que en los molares de la conducta.
3) No ha prestado apenas atención a los aspectos individuales.
Uno de los fundamentos de la animosidad histórica del conductismo hacia la Psicología de la
Personalidad ha sido su epistemología positivista y empirista. El modelo constructivista se ha centrado
en los hechos y los datos, desinteresándose de las posibles estructuras latentes que hacían inteligibles
los resultados.
Las razones son también metodológicas. El conductismo ha puesto un fuerte énfasis en el estudio
experimental, alejándolo de una teoría de la personalidad. En cualquier caso, el modelo conductual es
un modelo complejo y ha tenido una evolución que lo ha ido acercando al reconocimiento de la
personalidad como estructura psicológica básica.
La personalidad y la obra de John Watson constituyen el primer referente básico de la actitud del
conductismo ante la Psicología de la Personalidad. Watson consideró que el funcionalismo no había
llegado suficientemente lejos en la inclusión de la metodología observacional.
El rechazo del estudio de la conciencia por Watson tenía unas razones. Watson había observado que la
introspección eliminaba el estudio psicológico de los niños, personas perturbadas y animales. El intento
básico de Watson era ampliar el objeto de estudio de la psicología.
Watson repetía que la personalidad era la conducta y simultáneamente trataba de explicar esta
conducta sin ninguna otra mediación que su contextualización. Así pues, la personalidad no podía
aparecer sino como una variable dependiente, como efecto siempre y nunca como causa. Según
Burnham, Watson redujo posteriormente todas las reacciones humanas a la acción refleja.
El neoconductismo de Clark Hull y Edward Tolman preparó la aproximación entre Psicología de la
Personalidad y Psicología del Aprendizaje. En Hull están presentes los suficientes elementos para
elaborar una psicología de la personalidad: impulso y hábito. El impulso es un simple factor energizante
y el hábito es el resultado del aprendizaje según el modelo E-R. Una de las consecuencias de este modelo
ha sido la extensión del modelo y la propuesta de una interpretación de las actitudes basada en el
modelo del aprendizaje. Doob defendía que las actitudes son aprendidas de la misma manera que otros
hábitos y que son interpretables en los términos E-R. Las actitudes serían pues respuestas encubiertas
aprendidas y anticipadoras que tendrían las características del estímulo y del impulso.
Tolman describió su conductismo como molar e “intencional”. Para Tolman la representación mental
jugaba un papel unificador de la conducta e introdujo en su modelo el término personalidad aunque
fuera como una variable inespecífica (moduladora).
Por otro lado, es difícil reconocer en la obra de Skinner un lugar para la personalidad. El propósito de
Skinner es mantenerse dentro de un análisis funcional de la conducta que no necesita de los elementos
internos del organismo, y los que hay son objeto de estudio del neurólogo. Para él no hay cogniciones
sino conducta verbal, no hay conocimientos sino historia de refuerzos. De la misma forma, las
emociones son subrogados de la historia de refuerzos del sujeto, producto colateral de las causas de la
conducta.
Según Richelle, la objeción no es que estas cosas no sean mentales, sino que no ofrecen ninguna
explicación real y dificultan un análisis más eficaz. El análisis funcional de la conducta debe atenerse a lo
que se observa, aunque la explicación que se derive de aquí sea incompleta y fragmentaria.
El modelo del “Aprendizaje Social” comenzado por Rotter y continuado por Albert Bandura y por Walter
Mischel ha supuesto una aproximación conceptual y metodológica a la Psicología de la Personalidad. La
aportación principal del aprendizaje social es la admisión de una serie de procesos intermediarios y
representacionales que filtran la acción del estímulo. Variables cognitivas (expectativas, valores
subjetivos…) determinan la repercusión del estímulo en la conducta del sujeto. Este planteamiento
desplaza en énfasis desde la situación y el estímulo a la representación cognitiva de los mismos.
4. El Modelo Humanista
Probablemente ningún otro modelo está tan próximo en el intento de elaborar un modelo global de la
personalidad real. (Villegas) El humanismo es un movimiento programático surgido en USA que desde el
primer momento se define como un movimiento científico, filosófico y cultural. Se incuba a partir de los
años treinta, deudor de la obra de Gordon Allport y Henry Murry. Sus primeras formulaciones las hace
Carl Rogers y sus propuestas terapéuticas y de las formulaciones motivacionales las hace Abraham
Maslow. En los años sesenta el movimiento parece claramente constituido.
Este modelo ha enfatizado la singularidad y globaridad de la conducta del sujeto humano; así, el sujeto
humano se presenta como proactivo, psicológicamente único y orientado hacia el futuro. Un
acercamiento al hombre y a la experiencia humana en su globalidad. Un movimiento científico y
filosófico que comprende la psicología en sus dimensiones dinámica y social, basada en una visión
holística del hombre, redescubriendo así formas tradicionales occidentales y orientales de conocimiento.
Un conjunto de técnicas de cambio individual y social.
El principio fundamental de la Psicología Humanista de la personalidad es la tendencia actualizante del
organismo. Campbell establece como única premisa la capacidad del organismo para “autodeterminarse,
autorrealizarse y transcenderse”. Estas ideas han sido compartidas por Rogers y por Maslow. Este último
es el que se ha vinculado más a la idea de la autorrealización. La teoría de Maslow sobre la jerarquía de
las necesidades y sus análisis de personas autoactualizadas han tenido una gran repercusión, así como
sus estudios sobre la “metamotivación” o las “experiencias punta”.
Las protestas de los psicólogos humanistas al reduccionismo en el estudio de la persona prepararon el
camino a los enfoques cognitivos. Sus planteamientos basados en el desarrollo y la autonomía personal
han sido asumidos por diferentes enfoques, incluidos los conductuales. Pinillos argumenta que el modelo
humanista ha constituido el horizonte filosófico sobre el que se ha fraguado la psicología de la
personalidad contemporánea. Podemos calificar de humanista cualquier teoría que mantenga la bondad
fundamental de la naturaleza humana y su tendencia a buscar la perfección en su funcionamiento.
Rogers reconocía que la psicología humanista ha encontrado un escaso eco en la formulación académica
y un impacto notorio en la sociedad. Rogers perspectiva centrada en la persona “salud” más que
“enfermedad”.
El fracaso de la psicología humanista se debe a su fracaso por elaborar un método que hiciera progresar
su teoría, así como olvidar los antecedentes de la conducta humana. La psicología humanista ha ido
enfatizando cada vez más los contenidos teóricos y derivando lentamente hacia una mezcla de reflexión
filosófica, humanismo y psicología clínica.
En general, la posición de los psicólogos humanistas frente a la ciencia ha resultado ambigua. En sus
orígenes, el movimiento no era anticientífico, pero en su rechazo del objetivismo recayeron en un
lenguaje literario y filosófico, lo que les llevó a una pérdida del rigor necesario. Rogers resistió a este
proceso y mantuvo su objetivo de incluir a la persona dentro de un modelo científico capaz de
comprenderlo.
La psicología humanista de la personalidad queda hoy prácticamente desaparecida del ámbito
académico en sus propuestas teóricas.
Para comprender el papel de Maslow y Rogers dentro de la psicología humanista debemos primero
atender a la influencia de la perspectiva gestáltica dentro de esta perspectiva psicológica.
Sin embargo, desde la perspectiva humanista de Maslow y Rogers, se toma esta como la tercera fuerza
y se caracteriza por:
Así es posible para el ser humano “ser todo los que quiera ser”. Este es el principio básico de la auto-
realización y consiste en que el individuo tiene, desde que nace, unas metas establecidas. La auto-
realización consiste en el conseguimiento de esas metas. Estas metas consisten, en condiciones
ambientales normales, en lograr el desarrollo pleno de nuestro potencial.
Desde el punto de vista de los gestálticos, se produce un intento de explicar el comportamiento como
cualquier científico natural; se buscan la base y fuentes atómicas implícitas que causan la conducta
manifiesta. La búsqueda del noúmeno (objeto perteneciente a la intuición intelectual o suprasensible)
se consigue mediante la descomposición de la estructura y función del sistema nervioso y de los
receptores sensoriales; este hecho implica un enfoque reduccionista en el que la conducta es un todo,
compuesto por la suma de sus partes. Esta posición es introducida por Köheler y Koffka.
En contraste, desde el punto de vista fenomenológico, se hace una distinción entre el noúmeno y el
fenómeno. Así, el primero se utilizaría para hacer referencia al concepto psicológico que se estudia y el
segundo al conocimiento sensorial que tenemos sobre él. Así, este conocimiento sensorial pertenece al
mundo fenológico, con lo que queda reducido a la subjetividad, ya que la psicología puede intentar
comprender el noúmeno, pero no tendrá nunca la certeza de haberlo hecho. Esto implica que no
podemos encontrar una realidad independiente, que exista en algún lugar de modo objetivo, sino que
tan solo podemos tener un conocimiento intersubjetivo; es decir, por consenso entre distintos sujetos
individuales. La realidad es una realidad inventada y por tanto no podemos llegar a explicar el
comportamiento humano, solo podemos comprenderlo.
● Carl Rogers
Según este autor y siguiendo lo ya establecido con la definición de psicología humanista, las personas
son básicamente buenas y con tendencia a la realización. Así, dadas las condiciones ambientales
correctas, podemos desarrollar nuestras potencialidades completamente.
De esta forma, establece que la autenticidad, la empatía y la aceptación son tres características que
influyen en el desarrollo de nuestro potencial, entrando en el conflicto “cómo creemos que somos (auto-
concepto) versus cómo queremos ser” y creando un estado constante de infelicidad que impide alcanzar
la autorrealización.
● Abraham Maslow
Maslow plantea su pirámide, estableciendo así una jerarquía de necesidades. Estas necesidades están
ordenadas desde las fisiológicas (base) a las de auto-realización (cúspide). Están ordenadas en tres
bloques: fisiología; conocimiento y necesidades estéticas; y auto-realización y necesidad de
trascendencia.
Además Maslow establece que existe una homeostasis entre los niveles y que, una vez satisfecho uno,
pasa al siguiente y así sucesivamente hasta completar la pirámide. Si existen problemas significativos a
lo largo del desarrollo, el individuo puede permanecer fijado en un conjunto de necesidades toda la vida.
5. El Modelo Dimensional o Psicométrico
El rasgo, definido como unitas multiplex (Stern) implica unidad y diversidad y se convierte en una
disposición permanente de acción. Convirtiéndose así, en este modelo, en la unidad básica de la
psicología de la personalidad. En este sentido, el concepto de disposición se convierte en algo central en
la psicología de la personalidad. Las disposiciones son estructuras mentales de los individuos que sirven
de guía para determinar sus acciones en un contexto dado. Por ello, se empezó a estudiar cuáles eran
esas disposiciones que se agrupan en las personas, es decir, qué rasgos existían en los seres humanos.
La psicología científica de la personalidad tiene una deuda histórica con el modelo dimensional de la
personalidad. Cuando aparecieron los primeros modelos estructurales de rasgos (Cattell, Eysenck), la
idea subyacente era la elaboración de un modelo científico de la personalidad que pusiera al descubierto
las estructuras básicas empleando para ello las metodologías más avanzadas de la estadística (el análisis
factorial) que podía mostrar las estructuras latentes de una multitud de datos. Esas estructuras serían
los rasgos de personalidad. Los rasgos serían las unidades estructurales de la personalidad, por ello la
primera tarea debía ser elaborar un listado básico y completo de los mismos. La consecuencia fue la
aparición de los primeros modelos. Con ello se comprobaba que la personalidad era susceptible de ser
estudiada por métodos objetivos y científicos.
En la delimitación y desarrollo del modelo se han usado dos tipos de técnicas: el análisis factorial y el
análisis de consistencia. El análisis factorial es el método para tratar de reducir la multiplicidad de datos
a una estructura más simple y menos redundante. El análisis factorial sirve para evitar dificultades,
reduciendo el número original de cuestiones a una estructura más funcional en su manejo e
interpretación. Si los datos introducidos no representan los hechos reales, el análisis factorial sirve de
poco. Los resultados del análisis factorial dependen siempre de la naturaleza de los datos introducidos.
Ocurre lo mismo con la nominación de los factores resultantes. El nombre que se da a los factores
depende del investigador y, por tanto, el nombre no garantiza la naturaleza del factor.
El análisis de consistencia es una técnica estadística que sirve para determinar la fiabilidad interna de
las cuestiones utilizadas. Se basa fundamentalmente en las correlaciones entre los varios componentes
de la escala. Si la correlación global es alta, se considera que los ítems están evaluando el mismo aspecto
psicológico. Sin embargo, la consistencia interna puede ser obtenida reduciendo la diversidad de las
preguntas. Cuando se pregunta exactamente lo mismo pero de diferente forma, los resultados tienen
que tener una alta correlación, pero probablemente no se está evaluando la diversidad real del
fenómeno psicológico.
Como consecuencia del éxito de este método, hubo una eclosión del enfoque descriptivo y evaluativo
de los rasgos de personalidad que dio lugar a un universo de rasgos difícil de organizar. El exceso y la
ingenuidad del enfoque le llevaron a su colapso. Además, se criticó el descuido que los psicólogos de los
rasgos tenían por las situaciones y el contexto general de la conducta.
El concepto de rasgo también fue criticado. La crítica más dura provino de W. Mischel, que argumentaba
que el concepto de rasgo poseía una capacidad escasa para predecir conductas reales y concretas,
situacionales. En oposición, parecía que las situaciones tenían mayor capacidad de predicción. De ahí la
propuesta alternativa de utilizar las situaciones como variables predictoras.
Si la crítica al concepto de rasgo generó una corriente situacionista, su replanteamiento generó un
modelo interaccionista de la personalidad.
Cuando se habla de los teóricos de los rasgos, los más citados han sido Raimond Cattell, Hans Eysenck, y
Paul Costa y Edward McCrae. Cattell argumenta que los rasgos son nomotéticos, resultado de simplificar
las tendencias generales y permanentes de la conducta, Eysenck considera los rasgos como la expresión
conductual de una estructura psicofisiológica universal, y Costa y McCrae desarrollan un modelo de
cinco “grandes rasgos”.