El Mundo Greco Romano
El Mundo Greco Romano
El Mundo Greco Romano
En el siglo primero de nuestra era la cuenca del Mediterráneo gozaba de una unidad política y
cultural que nunca desde entonces ha tenido.
Esta unidad se debía a la combinación del pensamiento griego con el impulso de Alejandro y la
organización política de Roma. De todo ello había surgido una cultura general que aunque no
carecia de variaciones regionales unía a todos los pueblos del Imperio.
IMPERIO GRIEGO
Las conquistas de Alejandro (años 334 al 323 a.C) fueron a la vez causa y consecuencia de grandes
cambios en el pensamiento griego. Antes de Alejandro, y en todo el período que va de Homero a
Aristóteles, el pensamiento griego había seguido una evolución sin la cual no hubiesen sido posibles
las grandes conquistas del siglo IV.
El antiguo pensamiento griego había sido típicamente aristócrata y racista.
Todos los pueblos no helénicos eran «bárbaros» por definición, y eran por tanto inferiores
.
Pero, debido al incremento en el comercio y las relaciones con otros pueblos, el pensamiento griego
se hizo cada vez menos exclusivista.
En Platón, encontramos la afirmación de que todos los seres humanos son por naturaleza libres,
pero encontramos también la antigua idea de una diferencia esencial entre griegos y bárbaros.
Las conquistas de Alejandro, impulsadas por el deseo de unir en un solo imperio y bajo una sola
cultura a toda la humanidad, pusieron término a este exclusivismo griego, y desde entonces se
pensó que, si bien el griego era superior al bárbaro, estas dos palabras designaban la cultura de la
persona, y no su raza.
La filosofía no se ocupa y de la participación del ciudadano en la vida de la ciudad, como en época de
Platón, sino que se ocupa del individuo dentro del nuevo ambiente cosmopolita en que tiene que
moverse. Y este carácter cosmopolita a la vez que individualista es precisamente uno de los rasgos que
distinguen el pensamiento helenista del helénico.
Pero las conquistas de Alejandro no tuvieron lugar en un vacío cultural, sino que incluyeron a países de
culturas antiquísimas, tales como Egipto, Siria, Persia y Mesopotamia.
En cada uno de estos países, la cultura local quedó eclipsada durante los primeros siglos de dominación
helenista, para luego surgir transformada y pujante, de tal modo que se extendió más allá de sus antiguas
fronteras.
Este resurgimiento de las antiguas culturas orientales tuvo lugar precisamente durante el siglo primero de
nuestra era. Es por esto que, al estudiar el marco helenístico en que el cristianismo dio sus primeros pasos,
debemos tener en cuenta, además de la filosofía helenística, que había heredado y desarrollado las antiguas
tradiciones de la filosofía griega, las muchas religiones que del Oriente trataban de invadir el Occidente.
La primera puede interpretarse como el flujo del helenismo, mientras que las segundas vienen a ser su
reflujo. Seguidamente, debemos añadir a estos factores culturales y religiosos el factor político y
administrativo, que en este caso es el Imperio Romano.
Platón
(Atenas, 427 - 347 a. C.) Filósofo griego. Junto con su maestro Sócrates y su discípulo Aristóteles,
Platón es la figura central de los tres grandes pensadores en que se asienta toda la tradición filosófica
europea.
Platón tuvo una educación esmerada en todos los ámbitos del conocimiento. Es posible que se iniciara
en la filosofía con las enseñanzas del heracliteano, Cratilo.
A los veinte años (407) tiene lugar el encuentro con Sócrates: acontecimiento decisivo para Platón.
Sócrates contaba entonces 63 años y se convertirá en su único maestro hasta su muerte.
El mito de la caverna
En su obra La República, Platón ilustró esta concepción con el célebre mito de la caverna. Imaginemos,
dice Platón, una serie de hombres que desde su nacimiento se hallan encadenados en una cueva, y que
desde pequeños nunca han visto nada más que las sombras, proyectadas por un fuego en una pared, de
las estatuas y de los distintos objetos que llevan unos porteadores que pasan a sus espaldas. Para esos
hombres encadenados, las sombras (los seres del mundo sensible) son la única realidad; pero, si los
liberásemos, se darían cuenta de que lo que creían real eran meras sombras de las cosas verdaderas (las
Ideas del mundo inteligible).
Sólo el mundo inteligible es el verdadero ser, la verdadera realidad; el mundo sensible es mera
apariencia de ser.
Según Platón, La teoría de las Ideas, también denominada teoría de las formas.
Según esta teoría existen dos mundos interconectados:
1. El Mundo Sensible: Este es el mundo material que percibimos a través de nuestros sentidos.
Sin embargo, Platón consideraba que este mundo sensible era solo una mera apariencia. Las
cosas que vemos, tocamos y experimentamos son solo sombras imperfectas de una realidad más
profunda.
2. El Mundo de las Ideas (o Mundo Inteligible): Aquí es donde residen las esencias y
fundamentos de todas las cosas. Platón creía que este mundo de ideas era eterno, inmutable y
perfecto. Las ideas, también conocidas como formas, son entidades eternas y absolutas que
existen en un plano superior de realidad. Representan la verdadera realidad, mientras que el
mundo sensible es solo una sombra de esa realidad.
En resumen, el mundo de las ideas en la filosofía de Platón representa un reino superior de realidad,
donde las Formas perfectas e inmutables de todas las cosas existen, mientras que el mundo sensible al
que estamos acostumbrados es simplemente un reflejo imperfecto de este reino eterno.
Timeo (diálogo)
En el Timeo, Platón, dice que el origen del universo es el resultado de la labor creativa del Demiurgo
El Demiurgo, es quien da forma a la materia caótica para crear un cosmos ordenado y armonioso
disponiendo del espacio vacío y partiendo de la materia caótica y eterna, modeló poliedros regulares
de los cuatros elementos (la tierra, el fuego, el aire y el agua, conforme a la formulación de
Empédocles), y, combinándolos, formó los distintos seres del mundo sensible tomando las Ideas como
modelos; tales seres, obviamente, no podían ser perfectos por las mismas limitaciones de la naturaleza
de la materia.
Hay que subrayar que el Demiurgo, partiendo de la materia, formó cosas materiales;
el alma humana, que es inmaterial, no es obra suya.
Si Platón ofrecía esto a modo de mito o no, no nos interesa aquí. Lo que nos interesa es que su influencia
fue grande en el pensamiento cristiano de los primeros siglos. Debido a su terna común, no era difícil
encontrar paralelismos entre el Timeo y el Genesis.
La distinción entre la Idea del Bien y el Demiurgo o artífice del universo establecía una dicotomía entre
el Ser Supremo y el Creador que es totalmente ajena al pensamiento bíblico, pero que pronto logró
arraigo en las mentes de algunos pensadores que querían afirmar la impasibilidad divina
simultáneamente con la acción de Dios en el mundo.
La palabra «demiurgo» deriva de demiurgus, una forma latinizada del griego δημιουργός o dēmiurgós.
Originalmente era un sustantivo común que significaba 'artesano', pero gradualmente pasó a significar
'productor' y finalmente 'creador'
El alma
El hombre es un compuesto de dos realidades distintas unidas accidentalmente: el cuerpo mortal
(relacionado con el mundo sensible) y el alma inmortal (perteneciente al mundo de las Ideas, que
contempló antes de unirse al cuerpo).
El cuerpo, formado con materia, es imperfecto y mutable; es, en definitiva, igual de despreciable que
todo lo material. De hecho, la abismal diferencia entre el nulo valor del cuerpo y el altísimo del alma
lleva a Platón a afirmar (en el Alcibíades) que "el hombre es su alma". Según platon nosotros somos
un alma que tiene un cuerpo.
Platón nos dice que en su origen el alma procedía del mundo de las ideas y existía antes que el
cuerpo. Su misión era seguir (con el carro) a los dioses en un movimiento cíclico y circular que
transitaba entre el mundo de las ideas y el mundo sensible, no obstante, en medio de ese camino el
caballo negro se encabrita y auriga incapaz de controlar el carro, pierde sus alas y el alma cae en el
mundo sensible.
Así, el alma queda apresada en un cuerpo (cárcel) y dentro del mundo transitorio
(sensible).Por tanto, el mundo sensible representa un castigo que puede ser perdonado (recuperar
las alas y volver a casa) si en vida te dedicas a purificar el alma.
Según Platón, la única forma de ejercitar/purificar el alma y recuperar las alas es a través de la
filosofía, ya que, nos enseña a llevar una vida racional, virtuosa y equilibrada. Que alimente y
preste atención a cuerpo y alma: comer, dormir o amar de forma controlada (sin caer en el
vicio=caballo negro).
Con la alegoría del mito del carro alado, Platón nos explica su idea y concepción del alma, y para
ello, nos habla de tres elementos claramente diferenciados que hacen alusión al alma tripartita (en el
mito el alma es el carro alado):
1. Epithimetikón: Alma apetitiva= el caballo malo (negro e inmoral).
2. Thimoeides: Alma irascible, el coraje= el caballo bueno (blanco y virtuoso).
3. Logistikón: Alma racional, el intelecto se sitúa en el cerebro y dota al hombre de sus
facultades intelectuales /logos= el auriga.
Para Platón el alma es aquello que “anima” el cuerpo, que le imprime vida, pero además, es el
principio de racionalidad que capacita al ser humano para conocer y llevar una vida buena. El
alma de Platón, tiene un carácter divino, y por ello sobrevive a la muerte del cuerpo, regresando al
fin, al mundo de las Ideas.
Y es que según el filósofo griego, el alma pertenece al mundo inteligible, pero accidentalmente
cayó al mundo sensible, quedando atrapada en la cárcel que es el cuerpo. El alma es la mejor parte
del ser humano, principio de razón, a través de la cual, el ser humano puede alcanzar el
conocimiento, la verdad, la belleza y el bien. La parte racional del alma no muere con el cuerpo,
sino que sobrevive a la muerte.
Platón, consideraba al alma como infinita y afirmaba que esta busca y posee otro cuerpo al finalizar su
vida en el que reside. A este proceso se le conoce como transmigración de las almas o metempsicosis.
En otras palabras, el alma, en su búsqueda de perfección e inmortalidad consciente, se mueve de un
cuerpo a otro, esta transferencia puede ocurrir entre cualquier cuerpo humano y / o animal. Por ejemplo,
un humano puede volver como otro humano, o como un pájaro, un animal o un reptil de algún tipo. Así
mismo, las almas animales pueden regresar como humanas. La metempsicosis es diferente de la
reencarnación porque el alma no "sube" o "baja" de nivel como resultado de buenas o malas acciones
en la vida. En cambio, el alma elige un nuevo cuerpo como una forma de adquirir diversas experiencias.
Pitágoras fue el primero en teorizar en la metempsicosis como una experiencia potencial de vida
después de la muerte, y luego Platón expuso la teoría en su obra La República. Si bien no está claro si
Platón realmente creía en la metempsicosis, él fue el responsable de su popularización. En la historia
de Platón, un guerrero llamado Er viaja a otro reino inmortal y luego trae conocimiento al reino mortal.
Mientras está allí, ve la metempsicosis. Las almas de los muertos se congregan y eligen nuevos cuerpos
para habitar: animales que eligen convertirse en animales diferentes, hombres que eligen convertirse
en otros hombres, pájaros que eligen convertirse en hombres e incluso dioses que eligen convertirse en
héroes atléticos. Cuando el alma se decidió por su nuevo hogar, se le dijo que bebiera del río Leteo y
luego se la envió a la tierra para que naciera.
Academia de Atenas
La Academia de Atenas fue una escuela filosófica fundada por Platón alrededor del año 387
a.C. en los jardines de Academo, fuera de los muros de Atenas. Esta escuela es considerada la
primera universidad de Occidente.
La Academia se centró más en los aspectos metafísicos y especulativos.
En ella se desarrolló casi todo el trabajo matemático de la época y también se enseñó medicina,
retórica y astronomía. Según una tradición bastante discutida, en el frontispicio de la Academia se
habría colocado la inscripción: «Ἀγεωμέτρητος μηδείς εἰσίτω» («Aquí no entra nadie que no sepa
geometría»).
La Academia fue destruida durante la primera guerra mitridática y refundada en 410 d.C., pero fue
clausurada definitivamente por el emperador Justiniano en 529.
En la actualidad, la Academia de Atenas es la institución científica más alta de Grecia, fundada en
1926, y se considera el heredero de la Academia de Platón. Su objetivo principal es promover las
ciencias, las humanidades y las artes
.
Aristóteles (384-322 aC),
Aristóteles (384 a. C.-322 a. C.) fue un filósofo, polímata y científico griego nacido en la ciudad de
Estagira, al norte de la Antigua Grecia. Es considerado junto a Platón, el padre de la filosofía
occidental. Sus ideas han ejercido una enorme influencia sobre la historia intelectual de Occidente por
más de dos milenios.
Fue discípulo de Platón y de otros pensadores, como Eudoxo de Cnido, durante los veinte años que
estuvo en la Academia de Atenas1. Poco después de la muerte de Platón, Aristóteles abandonó Atenas
para ser el maestro de Alejandro Magno en el Reino de Macedonia durante casi 5 años. En la última
etapa de su vida, fundó el Liceo en Atenas, donde enseñó hasta un año antes de su muerte.
Aristóteles escribió cerca de 200 obras, de las cuales solo se han conservado 31.
Sus estudios comprenden la lógica, la política, la ética, la física, la biología, la retórica, la poética y la
astronomía. En todas ellas jugó un papel innovador, incluso fundacional, ya que propuso los primeros
estudios sistemáticos de cada materia.
Es reconocido como el padre fundador de la lógica y de la biología, pues si bien existen reflexiones y
escritos previos sobre ambas materias, es en el trabajo de Aristóteles donde se encuentran las primeras
investigaciones sistemáticas al respecto.
Si Platón hablaba de la existencia de dos dimensiones distintas de la realidad —el mundo sensible y el
mundo inteligible, de las ideas—, Aristóteles apostó por la idea de que el mundo es solamente uno, sin
compartimentos. La crítica a la teoría de las ideas será un punto clave de su filosofía.
Para Platón el ser humano no era alma y cuerpo, sino exclusivamente alma y pertenecía al mundo de las ideas.
Por el contrario, para Aristóteles el alma es la forma del cuerpo, por tanto, pertenece al orden natural y,
como cualquier otra forma, no puede existir separada de la materia. Consecuentemente, muerto el cuerpo,
muere el alma.
En conclusión, el ser humano singular y concreto no puede ser inmortal. En consecuencia, la dignidad del
ser humano no puede encontrarse en su inmortalidad ni en su trascendencia, o sea, en una existencia
supraterrena.
Para Aristóteles, la dignidad del ser humano se halla en el puesto que ocupa en la escala animal. A este
respecto, mientras el resto de los animales se encuentran sometidos a las leyes de la naturaleza, el ser
humano, por ser inteligente, es libre y, por el hecho de ser libre, posee capacidad para dirigir su propia
conducta. O, lo que es lo mismo, para educar su voluntad y cumplir o no con las exigencias de su propia
naturaleza
Un mundo sin principio ni fin
En la tradición griega encontramos distintas opiniones sobre el origen del mundo. Para Demócrito, por
ejemplo, el mundo era fruto del azar, mientras que, según Platón, fue originado por el Demiurgo. Aristóteles,
por su parte, defendió que el mundo no tuvo principio ni tendrá fin, ya que la materia y el movimiento son
eternos.
Escuela peripatética
Aristóteles fundó la Escuela Peripatética en el 335 a.C.
La Escuela Peripatética fue un círculo filosófico de la antigua Grecia que seguía las enseñanzas
de Aristóteles, su fundador. Los seguidores de esta escuela recibían el nombre de peripatéticos.
La escuela recibió este nombre porque estaba situada al lado del templo dedicado a Apolo Licio,
que poseía un jardín por el que, según la tradición, Aristóteles paseaba con sus discípulos,
reflexionando sobre la vida.
Aristóteles tenía una metodología diferente al momento de enseñar. Si bien los demás enseñantes
solían reunir a su grupo de escuchas en patios, sentados en círculos, Aristóteles dictaba sus clases
caminando por jardines y áreas comunes.
En griego, “peripatêín” significa “dar vueltas”, por lo que a los seguidores de Aristóteles también se
les llamó peripatéticos, y a la escuela, Peripatos.
Tras la muerte de Aristóteles, la escuela se preocupó más por investigaciones naturalistas y
científicas que por cuestiones estrictamente filosóficas. Entre los miembros de la escuela
peripatética se incluyen Teofrasto, Aristóxeno, Sátiro, Eudemo de Rodas, Estratón de Lámpsaco y
Andrónico de Rodas.
Estoicismo y Epicureísmo
El objetivo principal de ambas escuelas es la moral; esto es, la ordenación de la conducta humana de
modo que sea posible alcanzar una vida plena y feliz. La felicidad consiste, según Epicuro, en una
consecución del placer sabiamente administrado juntamente con el alejamiento del dolor.
Para el estoicismo, por su parte, la auténtica felicidad sólo puede consistir en la virtud, en el
autodominio y fortaleza de ánimo, que hacen al sabio imperturbable frente a la desgracia y el destino.
Y es que ambas doctrinas, pretenden fundamentarse en un conocimiento de la naturaleza, tanto
entendida como la naturaleza humana, como la totalidad en sí del Universo.
El Epicureísmo
Es una corriente filosófica fundada por Epicuro de Samos alrededor del 307 a. C.
Esta filosofía se centra en la búsqueda de un placer modesto y duradero, a menudo confundido con
el hedonismo. Sin embargo, a diferencia del hedonismo, que busca el placer en todas sus formas, el
epicureísmo busca un placer equilibrado y sostenible.
El objetivo principal del epicureísmo es alcanzar un estado de ataraxia (tranquilidad y liberación
del miedo) y aponía (ausencia de dolor corporal) a través del conocimiento del funcionamiento del
mundo y la limitación de los deseos.
Los epicúreos creían que este estado de paz y ausencia de dolor es la clave para una vida feliz.
Epicuro y sus seguidores, conocidos como los epicúreos, promovían una vida sencilla, alejada de la
política y la sociedad, y enfatizaban la importancia de la amistad. Su escuela, conocida como “El
Jardín”, estaba abierta a hombres, mujeres y esclavos, lo cual era una novedad en la época.
El epicureísmo tuvo un importante desarrollo en la antigua Grecia y durante la era romana, y sus
enseñanzas han influido en la filosofía moderna.
Aunque la escuela epicúrea casi desapareció en el siglo III d. C., sus ideas reaparecieron durante la
Ilustración y continúan siendo relevantes hasta el día de hoy.
El Tetrafármaco
El Tetrafármaco, o "La cura en cuatro partes", es un papiro de Herculano (1005, 4.9–14) de una
guía básica del epicúreo Filodemo de Gadara sobre cómo vivir la vida más feliz posible, sobre la
base de las primeras cuatro Doctrinas Principales de Epicuro. Esta doctrina poética fue transmitida
por un epicúreo anónimo que resumió la filosofía de Epicuro sobre la felicidad en cuatro líneas
simples:
El Estoicismo,
El estoicismo es una escuela filosófica fundada por Zenón de Citio en Atenas a principios del siglo
III a. C. Esta filosofía se basa en la ética personal, apoyándose en su sistema lógico y sus puntos de
vista sobre el mundo natural.
Los estoicos creían que todo en el entorno operaba según una ley de causa y efecto, dotando al
universo de una estructura racional.
Afirmaban que las personas no pueden controlar lo que sucede a su alrededor, que todo esta
determinado, no hay esfuerzo humano que sirva de algo para determinar el rumbo de las cosas la
única actitud para no sufrir en el mundo es la aceptación total.
En lugar de imaginar una sociedad ideal falsamente positiva, los estoicos abogaban por enfrentar la
realidad con valentía y razón.
La doctrina filosófica estoica se basaba en el dominio y control de los hechos, cosas y pasiones que
perturban la vida. Su objetivo era alcanzar la eudaimonía (felicidad o bienaventuranza) y la
sabiduría al aceptar el momento tal como se presenta. Para lograrlo, se valían de la valentía, el
autocontrol y la razón del carácter personal.
Los estoicos sostenían que «la virtud es el único bien» para los seres humanos. Consideraban que
las cosas externas, como la salud, la riqueza y el placer, no son inherentemente buenas o malas
(adiaforía), pero tienen valor como «material para que la virtud actúe».
Además, los estoicos afirmaban que ciertas emociones destructivas son el resultado de errores de
juicio y que las personas deberían cultivar una voluntad (llamada prohairesis) que esté «de acuerdo
con la naturaleza». Para vivir una buena vida, postulaban que hay que entender las reglas del orden
natural.
Muchos estoicos, como Séneca y Epicteto, enfatizaron que debido a que «la virtud es suficiente para
la felicidad», un sabio sería emocionalmente resistente a la desgracia. Esta creencia se asemeja al
concepto de «calma estoica», aunque no incluye los puntos de vista éticos radicales de que solo un
sabio puede ser considerado verdaderamente libre y que todas las corrupciones morales son
igualmente viciosas1.
En resumen, el estoicismo es una filosofía que busca la virtud, la sabiduría y la felicidad a través del
control de las emociones y la razón, aceptando la realidad tal como es.
La palabra “estoico” proviene del latín “Stoĭcus” y del griego “Στωικος” (Stōikos). El término
griego “Στωικος” se compone de “στοα” (stoa), que significa "pórtico". Esto se debe a que los
filósofos estoicos se reunían en un pórtico en Atenas para discutir sus ideas 2. Por lo tanto, el término
“estoico” se refiere a "perteneciente al pórtico".
Es importante mencionar que el estoicismo, como corriente filosófica, enfatiza la virtud, la razón y
el autocontrol. Los estoicos creían en la importancia de vivir una vida ética y en el deber de ayudar
a los demás.
El Neoplatonismo
El neoplatonismo es una corriente filosófica que surgió en la era del sincretismo helenístico y se
basa en la emanación mística del mundo material a partir de un principio espiritual.
Esta corriente de pensamiento se inspiró en el platonismo, pero se distanció de algunas de las tesis
de Platón.
El neoplatonismo se inició alrededor del año 200 d.C., con Plotino como su principal
representante, y finalizó en el año 529 d.C, cuando el emperador Justiniano declaró el cierre de la
Academia Platónica. Sin embargo, sus ideas se expandieron durante la Edad Media, cuando fueron
estudiadas y discutidas por pensadores judíos, cristianos e islámicos, e incluso por algunos autores
del Renacimiento, como Marsilio Ficino y Pico de la Mirándola.
La corriente consiste en basar el principio de todo lo existente como una unidad absoluta,
lo Uno, o la realidad suprema, y que de ella surgen todas las realidades por emanación. El primer
ser emanado del Uno es el Logos, también llamado Verbo, Inteligencia, que contiene las ideas de
las cosas posibles. Después, esta Inteligencia se encarga de engendrar el Alma, que implica el
principio del movimiento y de la materia.
El Uno, la Inteligencia y el Alma son las tres hipóstasis de la Tríada neoplatónica.
Como se comprenderá fácilmente, en una iglesia perseguida como la de los primeros siglos esta doctrina
tenía gran atractivo, aunque muy pronto llevó a algunos cristianos a posiciones con respecto al mundo
material que constituían una negación implícita de la doctrina de la creación.
Esta tendencia se hizo más aguda por cuanto el platonismo tendía a imprimir un sello ético en la distinción
entre los dos mundos, haciendo del mundo presente la patria del mal, y del mundo de las ideas el objeto
de la vida y la moral humanas.
La doctrina de la inmortalidad del alma atrajo desde muy temprano a los cristianos que buscaban en la
filosofía griega un apoyo para la doctrina cristiana de la vida futura.
Si Platón había afirmado que el alma era inmortal, ¿por qué los paganos se burlaban ahora de los
cristianos, que también afirmaban la vida tras la muerte?
Los cristianos que así discurrían no siempre se percataban de que la doctrina platónica de la
inmortalidad del alma era muy distinta de la esperanza cristiana de la resurrección.
La doctrina platónica hacía de la vida futura, no un don de Dios, sino algo que correspondía
naturalmente al ser humano por razón de lo divino que en él hay.
En resumen, el neoplatonismo es una filosofía mística que busca la verdad y la salvación, afirma
que el mal es simplemente ausencia del bien, y sostiene que el hombre está formado por cuerpo y
alma.
La doctrina platónica afirmaba, no sólo la inmortalidad, sino también la preexistencia y la
transmigración de las almas
La doctrina cristiana de la resurrección del cuerpo difiere radicalmente de la doctrina platónica de la
inmortalidad del alma.
Según Platón, el alma es por naturaleza inmortal; en el cristianismo, la vida futura se da sólo por el don de
Dios a través de la obra de Jesucristo.
Para Platón, el cuerpo es la prisión del alma, y la muerte física constituye una liberación que ha de ser
recibida con alegría; en el Nuevo Testamento, el cuerpo participa también de la vida futura, y la muerte es
el enemigo que ha de ser deshecho.
La inmortalidad platónica es algo negativo, y consiste en la continuación ininterrumpida de la vida del
alma; la resurrección cristiana es algo positivo, que consiste en una obra tan radicalmente nueva como la
creación misma.
Escuela de Alejandría
El centro cultural más importante del helenismo era Alejandría, en el delta del Nilo. Esta ciudad, desde
su fundación por Alejandro Magno (331 a.C.), acogió elementos griegos, orientales y judíos. De este
modo se universalizó la cultura griega, dando lugar al helenismo. El elemento religioso en el ambiente
cultural de la ciudad tuvo un papel primordial (los judíos era un tercio de sus habitantes).
En el siglo primero después de Cristo, Filón, judío alejandrino, había intentado una síntesis entre el
Antiguo Testamento y la filosofía platónica, utilizando sobre todo el sentido alegórico de la Escritura.
Durante el siglo tercero, el cristianismo gozó de una relativa paz –las persecuciones fueron de gran
intensidad, pero pocas y de corta duración–, lo que le permitió extenderse sin especiales obstáculos,
sobre todo en Oriente.
En Alejandría el cristianismo alcanzó notable desarrollo y los conversos entre la gente culta fueron
numerosos. Fue precisamente en esta ciudad conde se sintió por vez primera la necesidad de fundar una
escuela catequética, para cultivar a nivel superior las ciencias sagradas.
A partir de entonces, los cristianos no solamente utilizaron la filosofía con fines polémicos o
apologéticos, sino para construir un nuevo sistema científico –la teología especulativa–, que estuviese a
la altura de las grandes elaboraciones científicas de la antigüedad. Asistimos, pues, en el siglo III y en
Alejandría a los primeros intentos de elaborar un sistema teológico completo. Para esta tarea se utilizó
principalmente la filosofía neoplatónica, predominante entonces en los medios culturales de Alejandría.
Del uso de esta filosofía se deriva el carácter fuertemente especulativo, alegórico y místico de las
elaboraciones doctrinales de la Escuela de Alejandría.
El fundamento de la teología estaba, naturalmente, en los libros sagrados. Una tarea primordial consistía
en la correcta exégesis de los textos, resolviendo las dudas y aparentes contradicciones. Para este
quehacer se empleó la filología y, sobre todo, el método alegórico. Este método exegético había sido
utilizado ya por los filósofos griegos para dar a sus mitos un sentido más elevado y profundo, por
encima de la literalidad. El método alegórico fue perfeccionado y usado con profusión en la Escuela de
Alejandría, hasta tal punto que, junto con la filosofía neoplatónica, constituye la característica esencial
de dicha escuela.
La Escuela de Alejandría fue fundada por Panteno en torno al 180. Le sucedió su discípulo Clemente,
que fue director de la escuela desde el 200 al 202, año en que fue disuelta a consecuencia de la
persecución de Septimio Severo (193-211). Poco después, Demetrio, obispo de Alejandría, confió la
dirección a Orígenes, con el cual alcanzó su máximo esplendor durante el siglo III: era tal la celebridad
de Orígenes que acudían a la Escuela paganos e incluso herejes. Ésta fue la Escuela catequética más
importante de toda la antigüedad cristiana.
EL CAMINO GNÓSTICO
El gnosticismo, debido a su origen sincretista, no constituyó nunca un movimiento homogéneo y
bien compaginado, sino que desde el comienzo constó de escuelas o sectas diferenciadas entre sí
por el culto que practicaban, por su organización y por su doctrina. Por otra parte, dentro de estas
mismas escuelas teológicas se produjeron a veces notables cambios que alteraron la connotación
original.
Una de las fuerzas más poderosas en el trabajo en el ambiente de la iglesia, especialmente en los
siglos segundo y tercero, fue el gnosticismo.
Este fue el nombre (de gnosis, conocimiento) dado a un grupo amorfo de sectas o escuelas de
pensamiento, del que nos hablan teólogos como Ireneo, Tertuliano e Hipólito.
Lo tratan simplemente como una herejía cristiana, una aberración causada por la adulteración de la
sana doctrina apostólica con la filosofía pagana, o incluso con la astrología y las religiones
mistéricas griegas.
Los eruditos del pasado tendieron a aceptar la parte principal de esta tesis, de modo que
Adolf Von Harnack: Teologo alemán pudo describir al gnosticismo como 'la helenización extrema
del cristianismo'.
Es cierto que los sistemas gnósticos con los que estamos más familiarizados tenían fines claramente
cristianos. En cambio, había otros (por ejemplo, los representados por el “Libro de Baruc”, citado
por Hipólito, y por el Apocalipsis de Adán) en los que los aspectos cristianos eran bastante
superficiales. Además, parece haber habido un gnosticismo judío precristiano; y, en la mayoría de
los sistemas gnósticos, ingredientes judíos o, para ser más exactos, de los judaísmo heterodoxo.
Algunos documentos posteriores del Nuevo Testamento también combaten lo que parece ser una
influencia gnóstica.
Por lo tanto, es más satisfactorio considerar el gnosticismo como un movimiento o, más
precisamente, como una tendencia más amplia y más antigua que el cristianismo.
Producto del sincretismo, el gnosticismo se nutrió de fuentes judías, paganas y orientales, y aportó
una postura peculiar y ciertas ideas características a la solución del problema del mal y del destino
humano.
Quizás podamos ilustrar de qué se trataba el gnosticismo presentando un resumen rápido y sintético
de la enseñanza imperante en una de sus escuelas más importantes, la del cristiano Valentino, quien
nació aproximadamente en el año 100 y murió en Alejandría alrededor del año 180 enseñó en
Alejandría, luego en Roma, en las décadas centrales del siglo II. siglo.
Según Ireneo, los valentinianos creían que en el principio había un Pléroma (literalmente, una
"plenitud"). En el centro del Pléroma se encontraba el Padre primigenio o Bythos, el comienzo de
todas las cosas y quien, tras eras de silencio y contemplación, proyectó treinta eones, arquetipos
celestiales que representan quince sizigias o pares sexualmente complementarios.
Entre ellos estaba Sophia. La debilidad, curiosidad y pasión de Sophia llevaron a su caída del
Pléroma, y a la creación del mundo y del hombre, ambos con defectos.
Los valentinianos identificaban al Dios del Antiguo Testamento como el Demiurgo, el creador
imperfecto del mundo material.
El hombre, el ser más elevado en este mundo material, participa tanto de la naturaleza espiritual
como de la material.
El trabajo de redención consiste en liberar a la primera de la segunda. Se requería reconocer al
Padre, la profundidad de todo ser, como la verdadera fuente de poder divino para alcanzar la gnosis
(conocimiento).
Los valentinianos creían que el alcanzar este conocimiento por parte del individuo humano tenía
consecuencias positivas dentro del orden universal y contribuía a restaurar ese orden, y que la
gnosis, y no la fe, era la clave para la salvación.
Clemente de Alejandria escribió que los valentinianos consideraban a los cristianos católicos "como
personas simples a quienes atribuían fe, mientras que piensan que la gnosis está en ellos mismos. A
través de la excelente semilla que se encuentra en ellos, son redimidos por naturaleza, y su gnosis
está tan alejada de la fe como lo está lo espiritual de lo físico.
La doctrina filosófica de Valentín intenta dar una explicación de lo que en filosofía se conoce como
«problema del mal» y que es el objeto de una disciplina olvidada llamada «teodicea«. Dada la
existencia de una evidente contradicción entre el mal del mundo y la infinita bondad del ser
supremo, ¿cómo podemos explicar la coexistencia de ambos? La solución gnóstica consiste en
atribuir el mal no al Padre, «unidad no engendrada, inmortal, incomprensible, inconcebible», sino a
una divinidad derivada de dudosa categoría, el Demiurgo. Este, llevado por la soberbia, se cree el
único y verdadero Dios. De su mano nacen tres tipos de hombres: los materiales, los espirituales y
los psíquicos. Los primeros están perdidos para la salvación pues su naturaleza es semejante a la de
la materia corrupta de la que está hecho el mundo. Los segundos, los espirituales, se salvarán
directamente pues son naturalmente espíritu. Y, los terceros, los psíquicos, pueden alcanzar la
salvación a través de la gnosis, es decir, del conocimiento de su verdadera naturaleza espiritual, no
material. Esta gnosis es más importante para la salvación que la fe o las buenas obras.
La Gnosis habrá de llevar al Pleroma (círculo de las divinidades absolutamente perfectas nacidas
del ser supremo) al Demiurgo y a los psíquicos redimidos. El resto del mundo material
desaparecerá en una gigantesca conflagración universal.
Es importante destacar que estas tendencias no son exclusivas y que la religión en el Imperio
Romano fue compleja y multifacética, con muchas creencias y prácticas coexistiendo y
evolucionando a lo largo del tiempo. Para entender estos cambios profundos en la historia religiosa,
es necesario analizar las diferencias fundamentales entre el tradicionalismo pagano y las religiones
competidoras, y cómo cambiaron las relaciones entre los grupos religiosos con el tiempo.
Las divinidades romanas más importantes, con sus homólogos griegos, fueron:
• Zeus (Júpiter): Dios del cielo y el aire, representa el poder. Sus atributos son el águila, el
cetro y el rayo.
• Hera (Juno): Diosa del cielo, representa el matrimonio. Su atributo es el pavo real.
• Poseidón (Neptuno): Dios del mar, representa la cólera. Su atributo es el tridente.
• Apolo (Febo): Dios del Sol, representa las artes, las letras y la música. Sus atributos son el
arco, la lira y el laurel.
• Démeter (Ceres): Diosa de la Tierra, representa la fecundidad. Su atributo es la gavilla.
• Artemisa (Diana): Diosa de la Luna, representa la caza y la castidad. Sus atributos son el
arco y el ciervo.
• Ares (Marte): Dios del odio, representa la guerra. Sus atributos son el casco y la lanza.
• Hermes (Mercurio): Dios del ingenio, representa la actividad y el comercio. Sus atributos
son el petaso, el caduceo y las alas en los pies.
• Atenea (Minerva): Diosa de la inteligencia, representa la sabiduría. Sus atributos son el
arco, la lira y el laurel.
• Afrodita (Venus): Diosa del amor, representa la belleza. Su atributo es la paloma.
• Hefestos (Vulcano): Dios del fuego, representa la industria. Sus atributos son el yunque y
el martillo.
• Hestia (Vesta): Diosa del hogar, representa las virtudes domésticas. Su atributo es el fuego
sagrado.
Constantino, quien era el emperador romano, también tenía el título de Pontifex Maximus (Pont
Max), que era el grado más alto en el sacerdocio pagano. Cuando se convirtió al cristianismo,
Constantino buscó un título equivalente dentro de la Iglesia cristiana.
Por lo tanto, fue nombrado por los cristianos como “Obispo de obispos”, un título que refleja su
posición de autoridad dentro de la Iglesia2.
Además, Constantino también se hacía llamar “Vicarius Christi”, que significa Vicario de Cristo.
Este título implicaba que Constantino actuaba como un representante de Cristo en la tierra.
Es importante mencionar que el título de Pontifex Maximus fue finalmente asumido por el Papa en
la Iglesia Católica, y se convirtió en un término utilizado para los obispos cristianos, incluyendo al
Obispo de Roma
En el año 380 el emperador Teodosio promulga el edicto de Tesalonica:
Apartir del 28 de febrero del 380 los 55 millones de habitantes del imperio romano estában
obligados a ser católicos, se declara de forma oficial al catolicismo como religión del imperio y la
única religión autorizada por el estado.
Disputa por la supremacía en el Cristianismo
No fue sino hasta después de la muerte del emperador Constantino (337 d.C.) cuando los obispos
romanos en forma tentativa se atrevieron a empezar a reclamar una posición de prestigio, influencia,
y autoridad para sí mismos.
las características doctrinas falsas respecto a la primacía del papado, empezaron también a ser
sistemáticamente formuladas.
IMPERIO ROMANO
La evidencia histórica muestra que el incentivo básico que motivó al obispo de Roma - todavía no
se llamaba Papa el empezar a formular sus "derechos" y primacía sobre otras iglesias, fue el hecho
que vio su posición amenazada por las ambiciones del obispo de la "nueva Roma", es decir,
Constantinopla.
Las ambiciones del obispo de la "nueva Roma" salieron a la luz en el Concilio de Constantinopla
(año 381), segundo concilio ecuménico, donde el entonces obispo de Roma, Dámaso I, no fue
invitado.
Allí se decretó que el obispo de Constantinopla debía tener el primer rango después del obispo de
Roma, "porque Constantinopla es la nueva Roma". El propósito era, sin duda, darle a
Constantinopla una posición en el imperio del Este que estuviese por encima de Antioquía y
Alejandría; y Roma, por supuesto, no sería afectada.
Dámaso I reaccionó inmediatamente, y en el año 382 un sínodo romano declaró con obvia
referencia a la decisión del año previo que la iglesia Romana debía su primacía no a los decretos de
un sínodo, sino a los poderes comisionados a Pedro por Cristo.
Roma era, según Dámaso I, "la primera Sede (silla o trono) del apóstol Pedro".
Dámaso I también añadió el término "apostólica" al nombre de la iglesia Romana; y, en su afán de
reclamar suprema autoridad espiritual para sí mismo, fue el primero en apropiarse de las palabras
dichas a Pedro por Cristo: "Tú eres Pedro y sobre esta roca edificaré mi iglesia".
Esta afirmación de Dámaso I, por cierto, no fue aprobada por dos supuestos grandes teólogos
católicos contemporáneos de Dámaso I: "San" Agustín y "San" Ambrosio.
San Pedro, escribió Ambrosio, "tenía una primacía de confesión, no de oficio; una primacía de fe,
no de rango ". Sin embargo, los sucesores de Dámaso I en Roma se aferraron neciamente, y, por
consecuencia, continuaron desarrollando las doctrinas que apoyaban la posición "especial" del
obispo de Roma.
Esto de tal manera que el sucesor inmediato de Dámaso I, Siricio, fue el primero en llamarse
"Papa", como lo atestiguan los mismos historiadores católicos romanos en sus crónicas de los
papas. Sin duda, la intervención de Dámaso I en la historia del desarrollo del papado, jugó un papel
muy importante.
Pero no solamente por lo expuesto anteriormente, sino también porque él fue el primer obispo
romano en recibir el nombramiento de Pontifex Maximus, Sumo Sacerdote de los Misterios
Paganos.
Veamos cómo sucedió:
Resulta que en el año 382 el emperador Graciano ordenó que el Altar de Victoria una diosa del
imperio fuese destruido.
Hasta ese entonces los senadores habían tomado el juramento de lealtad al imperio sobre ese altar.
Y, antes de empezar sus sesiones, cada uno de ellos quemaba un grano de incienso sobre el altar.
Cuando el Senado, que en su mayoría era pagano, fue informado del edicto imperial, mandaron una
comitiva a Milán para que se entrevistara con Graciano.
La comitiva llevaba consigo la túnica de Pontifex Maximus, la cual intentaban presentar al
emperador. Y el emperador, por su parte, debía recibir el título y la túnica, pues pensaban que el
sentimiento amistoso así inducido haría que el emperador cambiase de opinión. Sin embargo, el
emperador terminó rechazando la túnica y el título, afirmando que resultaba impropio para un
emperador cristiano (Gontard, op.cit., p.120).
Cuando el emperador Graciano rechazó el título y rito de iniciación de Pontifex Maximus, que le
correspondía a él por causa de ser el emperador romano en turno, el puesto obviamente quedó
vacante y fue tomado entonces por el obispo romano Dámaso.
Definitivamente alguien tenía que ocupar la vacante, pues los paganos en el imperio Romano
todavía eran muchos en número, como lo atestigua el historiador Gibbon en su extensa obra Decline
and Fall of the Román Empire (1781, vol.V, cap. 28, p.87).
Siricio fue el primer obispo de Roma que asumió oficialmente el título de Papa. Aunque el título “Papa” era
desde principios del siglo III una designación honorífica utilizada por cualquier obispo de Occidente, San
Siricio fue el primero en usarlo de manera formal. Siricio fue Papa desde el año 384 hasta su muerte en el
399. Durante su pontificado, se destacó por su autoridad y por promover la disciplina de la Iglesia.