Traumatismo Encefalocraneano
Traumatismo Encefalocraneano
Traumatismo Encefalocraneano
En los Estados Unidos, como en gran parte del mundo, los traumatismos de cráneo son una
causa común de muerte y discapacidad.
Agresiones
Actividades deportivas (p. ej., conmociones cerebrales relacionadas con los
deportes)
Los cambios estructurales por una lesión en el cráneo pueden ser macro o microscópicos,
según el mecanismo y las fuerzas implicadas. Los pacientes con lesiones menos graves pueden
no tener alteraciones estructurales macroscópicas. Las manifestaciones clínicas varían
notablemente en gravedad y consecuencias. Las lesiones suelen dividirse en abiertas o
cerradas.
Las lesiones craneales abiertas implican penetración del cuero cabelludo y el cráneo (y, en
general, de las meningues y el tejido cerebral subyacente). En ellas están implicados
típicamente proyectiles u objetos afilados, aunque la fractura de cráneo con una laceración
suprayacente por un golpe romo grave también se considera una lesión abierta.
Conmoción
La conmoción (véase también Conmociones
TABLA
cerebrales relacionadas con los deportes) se
define como una alteración transitoria y Tipos comunes de
Contusiones cerebrales
Las contusiones (hematomas cerebrales) pueden asociarse con las lesiones abiertas (incluidas
las penetrantes) o cerradas y pueden alterar muchas funciones cerebrales según su tamaño y
localización. Las contusiones de mayor tamaño producen edema cerebral difuso con aumento
de la presión intracraneal. Las contusiones pueden agrandarse en las horas y días posteriores
a la lesión inicial y causar deterioro neurológico; puede ser necesaria cirugía.
El daño axonal difuso puede definirse clínicamente como una pérdida de la consciencia que
dura > 6 h en ausencia de una lesión específica focal.
El daño axonal difuso es la lesión típica del síndrome del bebé sacudido.
Hematomas
Los hematomas (colecciones de sangre dentro o alrededor del encéfalo) pueden producirse en
las lesiones penetrantes o cerradas y pueden ser
Epidural
Intracerebral (intraparenquimatoso)
Subdural
Los hematomas intracerebrales son colecciones de sangre dentro del propio cerebro. Se
deben a la coalescencia de contusiones. No está bien definida la diferencia entre una o varias
contusiones y un hematoma intracerebral. El aumento de la presión intracraneal, la herniación
y la insuficiencia del tronco del encéfalo pueden producirse, sobre todo en las lesiones del
lóbulo temporal o el cerebelo.
Fracturas de cráneo
Por definición, las lesiones penetrantes implican una fractura. Las lesiones cerradas también
pueden provocar una fractura de cráneo, que puede ser lineal, deprimida o conminuta. La
presencia de una fractura indica que participó una fuerza importante.
La mayoría de los pacientes con fracturas lineales sencillas y sin trastornos neurológicos no
suelen considerarse de alto riesgo, pero los pacientes con cualquier fractura asociada con
deficiencia neurológica se encuentran en mayor riesgo de hematomas intracraneales.
Fracturas del hueso frontal: estas fracturas se asocian con un riesgo elevado de
compromiso del seno frontal, lo que puede conducir a mayores riesgos de
mucocele a largo plazo y de desarrollo de meningitis debido a una fístula de
líquido cefalorraquídeo (LCR) que pasó inadvertida.
Fracturas que atraviesan uno de los senos durales principales pueden provocar
una hemorragia significativa y un hematoma epidural o subdural venoso. Los
senos venosos lesionados pueden más adelante trombosar y causar infarto
cerebral.
Fracturas del hueso occipital y la base del cráneo (huesos de la base): estos huesos
son duros y gruesos; por tanto, las fracturas en estas zonas indican un impacto
grave (p. ej., contusiones y hematomas cerebrales). Las fracturas de la base del
cráneo que alcanzan la porción petrosa del hueso temporal suelen lesionar las
estructuras del oído medio e interno y pueden alterar la función de los nervios
facial, acústico y vestibular. Las fracturas de la base del cráneo también pueden
lacerar la duramadre y causar una pérdida de LCR hacia el oído, la nariz o la
garganta.
La función cerebral puede alterarse de forma inmediata por una lesión directa (p. ej.,
aplastamiento, laceración) del tejido cerebral. Las lesiones posteriores pueden producirse al
poco tiempo por una cascada de acontecimientos que se inicia tras la lesión inicial.
Cuando la PPC disminuye por debajo de 50 mmHg, el cerebro puede volverse isquémico. La
isquemia y el edema pueden desencadenar varios mecanismos secundarios (p. ej., liberación
de neurotransmisores excitatorios, calcio intracelular, radicales libres y citocinas) y causar daño
celular adicional, edema y aumento de la presión intracraneal. Las complicaciones sistémicas
derivadas del traumatismo (p. ej., hipotensión, hipoxia) pueden contribuir también a la
isquemia cerebral y suelen denominarse agresiones cerebrales secundarias.
Una presión intracraneal muy elevada produce inicialmente una disfunción global del cerebro.
Si esta elevación de la presión intracraneal no se resuelve, puede empujar el tejido cerebral
que atraviesa la tienda del cerebelo y el agujero occipital y determinar una herniación, (con el
consiguiente aumento del riesgo de morbilidad y mortalidad). Si la presión
intracranealaumenta hasta igualar la presión arterial media, la presión de perfusión cerebral
se vuelve cero, lo que se traduce en una isquemia cerebral completa, que produce
rápidamente la muerte cerebral; la ausencia de flujo sanguíneo craneal puede emplearse
como criterio objetivo de muerte cerebral. El exceso de presión intracraneal también puede
causar una disfunción autónoma a corto y largo plazo que puede provocar trastornos
hemodinámicos particularmente peligrosos en pacientes con politraumatismos y otras
lesiones de órganos internos, depleción de líquidos, desequilibrio electrolítico, coagulopatía,
hipotensión y anemia por pérdida aguda de sangre.
Las lesiones del hipotálamo, el órgano subfornical y el núcleo del tracto solitario, que regulan
el tono simpático global, la circulación del flujo sanguíneo y la respuesta barorrefleja, pueden
producir cambios profundos en la función cardíaca y renal. La disfunción hipotalámica afecta el
eje hipotálamo-hipófiso-suprarrenal y causa inestabilidad hemodinámica, hipertensión y
taquicardia debido a una "tormenta" simpática que regula la contractilidad cardíaca e induce la
retención de líquido en el riñón. Luego estos cambios pueden causar una lesión renal aguda
que se denomina miocardiopatía takotsubo (a veces denominada, miocardio de estrés
neurogénico o miocardiopatía con miocardio atontado), que se manifiesta con insuficiencia
cardíaca sistólica aguda. Estos cambios sistémicos pueden incrementar en forma significativa
la mortalidad hospitalaria durante las primeras semanas después de la lesión en pacientes con
politraumatismos frágiles y susceptibles si no son reconocidos o no reciben tratamiento fuera
de un entorno de cuidados intensivos.
La hiperemia y el aumento del flujo sanguíneo cerebral pueden ser el resultado de una lesión
por conmoción en adolescentes y niños.
El síndrome del segundo impacto es una entidad rara y debatida definida como el súbito
aumento de la presión intracraneal ya veces la muerte después de un segundo traumatismo
que se prolonga antes de la completa recuperación a partir de una lesión menor de la cabeza.
Se atribuye a la pérdida de autorregulación del flujo sanguíneo cerebral que conduce a una
congestión vascular, aumento de la presión intracraneal y herniación.
La Escala del Coma de Glasgow (ECG, véase tabla Escala de Coma de Glasgow) es un sistema
de puntuación rápido y reproducible que puede emplearse en el examen inicial para medir la
gravedad del traumatismo craneoencefálico. Se basa en la apertura de los ojos y la mejor
respuesta verbal y motora. Una puntuación de 3 indica una lesión potencialmente mortal,
sobre todo si ninguna de las pupilas responde a la luz y faltan las respuestas oculovestibulares.
Una puntuación inicial más alta suele predecir una mejor recuperación. Por definición, la
gravedad de un traumatismo craneoencefálico se define por la Escala de Coma de Glasgow:
Cefalea creciente
TABLA
Disminución del nivel de consciencia
Cefalea
Convulsiones
Hemiparesia
Asimetría pupilar, reflejos anormales del tronco encefálico y coma por compresión
del tronco encefálico debido a hernia uncal
La disfunción autónoma por lesión del hipotálamo y otras estructuras subcorticales vitales
puede causar
Bradicardia
Depresión respiratoria
Las respiraciones suelen ser lentas e irregulares. La lesión cerebral difusa grave o un aumento
notable de la presión intracraneal pueden causar una postura de decorticación o de
descerebración. Ambos son signos de mal pronóstico.
Pérdida de LCR desde la nariz o la garganta (rinorrea de LCR) o hacia el oído medio
(otorrea de LCR)
Equimosis detrás del oído (signo de Battle) o emn el área periorbitaria (ojos de
mapache)
Pérdida del olfato y la audición, que suele ser inmediata, aunque estas pérdidas no
se notarán hasta que el paciente recupere la consciencia
La función del nervio fcial puede deteriorarse inmediatamente o después de varios días.
Otras fracturas de la bóveda craneana pueden a veces palparse, especialmente a través de una
laceración del cuero cabelludo, como una zona de depresión o un escalón. Sin embargo, la
sangre bajo la galea aponeurótica puede simular una deformidad en escalón.
Los hematomas subdurales crónicos pueden
manifestarse con cefaleas diurnas que se Hallazgos en una fractura
intensifican, mareos fluctuantes o confusión (que de la base del cráneo
puede confundirse con una demencia en fase (hemotímpano)
precoz), una hemiparesia leve a moderada u
otras deficiencias neurológicas focales y/o IMAGEN
convulsiones.
Amnesia
Labilidad emocional
IMAGEN
Tras un traumatismo craneoencefálico que
destruye las funciones cognitivas del
prosencéfalo sin afectar el tronco encefálico
puede producirse un estado vegetativo
persistente. La capacidad de autoconsciencia y
otras actividades mentales suele estar ausente; © SPRINGER SCIENCE+BUSINESS
sin embargo, se conservan los reflejos MEDIA
TC
Medidas iniciales
Debe realizarse una evaluación global inicial de las lesiones (véase Abordaje del paciente
traumatizado: evaluación clínica y tratamiento). Se evalúa que las vías aéreas y la respiración
sean adecuadas. El diagnóstico y el tratamiento del traumatismo craneoencefálico se realizan
simultáneamente en pacientes con lesiones graves.
Una evaluación neurológica rápida y dirigida es parte de la evaluación inicial; incluye el examen
de los componentes de la escala de coma de Glasgow (ECG) y el reflejo fotomotor (respuesta
pupilar a la luz). Se debe examinar al paciente antes de administrar sedantes o relajantes
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musculares. Los pacientes deben ser evaluados con frecuencia (p. ej., cada 15 a 30 min
inicialmente;
Versión luego
parade la estabilización, cada hora). La mejoría o el deterioro posterior ayudan a
profesionales
determinar la gravedad y el pronóstico de las lesiones.
Se sospecha daño axonal difuso (DAD) cuando la pérdida de consciencia excede las 6 horas y
se visualizan microhemorragias en la TC o la MR.
La TC es la mejor elección para el estudio inicial, debido a que puede detectar hematomas,
contusiones, fracturas craneales (para confirmar la sospecha clínica de fractura de cráneo se
toman cortes finos, que, porque, de otra manera, estas lesiones serían invisibles) y, a veces,
daño axónico difuso.
Los signos de efecto masa incluyen borramiento sulcal, compresión ventricular y cisternal y
desplazamiento de la línea media. La ausencia de estos hallazgos no excluye aumento de la
presión intracraneal, y el efecto de masa puede estar presente con presión intracraneal
normal.
Las lesiones no craneanas múltiples, que pueden producirse en los accidentes de tráfico o las
caídas, suelen requerir un tratamiento simultáneo. La reanimación inicial de los enfermos
traumatológicos se analiza en otra sección (véase Abordaje del paciente traumatizado).
En la escena de la lesión, debe asegurarse que la vía aérea esté despejada y controlar las
hemorragias externas antes de movilizar al paciente. Es preciso tener especial cuidado de no
desplazar la columna u otros huesos para proteger la médula espinal y los vasos sanguíneos.
Debe mantenerse la inmovilización adecuada con un collar cervical y usar una tabla espinal
larga hasta determinar que toda la columna está estable mediante el examen físico y las
pruebas radiológicas correspondientes (véase Traumatismos de columna: diagnóstico).
Después de una evaluación neurológica inicial rápida, debe aliviarse el dolor con opiáceos de
acción corta (p. ej., fentanilo).
En el hospital, después de una evaluación inicial rápida deben registrarse los hallazgos
neurológicos (Escala de Coma de Glasgow [ECG] y reacción pupilar), la presión arterial, el pulso
y la temperatura con frecuencia durante varias horas, porque un deterioro de cualquier tipo
obliga a un asistencia rápida. Los resultados de la determinación seriada de la Escala de Coma
de Glasgow y la TC permiten clasificar la gravedad de las lesiones, lo cual contribuye al
tratamiento (véase tabla Tratamiento de las lesiones cerebrales traumáticas sobre la base de la
gravedad de la lesión).
secundarias lesión
Lesiones leves
Si los pacientes con lesión leve no pierden la consciencia o lo hacen solo durante un breve
período y tienen signos vitales estables, una TC de cráneo normal y una función neurológica y
mental normales (que incluyen resolución de cualquier intoxicación), pueden recibir el alta
para su domicilio siempre que sus familiares o amigos puedan vigilarlos de forma estrecha
durante 24 h más. Estos observadores deben recibir instrucciones de regresar al hospital con
el enfermo si aparece cualquiera de las siguientes complicaciones:
Vómitos
El deterioro de la función mental (p. ej., parece confundido, no puede reconocer a
las personas, se comporta de manera anormal)
Convulsiones
Los pacientes con pérdida de la consciencia o anomalías en la función mental o neurológica y
que no pueden controlarse en forma estrecha después del alta suelen observarse en el
departamento de urgencias o durante la noche en el hospital y se debe realizar una TC de
control en 8 a 12 h si los síntomas persisten. Los pacientes que no presentan alteraciones
neurológicas pero sí tienen anomalías leves en la TC de cabeza (p. ej., contusiones pequeñas,
hematomas subdurales pequeños sin efecto de masa, hemorragia subaracnoidea traumática
pequeña o puntiforme) pueden necesitar solo una TC de seguimiento a las 24 h. Si la TC
permanece estable y los resultados del examen neurológico son normal, los pacientes pueden
ser dados de alta.
Los pacientes con lesión moderada a menudo no necesitan intubación ni ventilación mecánica
(salvo que existan otras lesiones) ni monitorización de la presión intracraneal. Sin embargo,
como pueden deteriorarse, estos enfermos deben ser internados y observados aunque la TC
de cráneo sea normal.
Los pacientes con lesiones graves se internan en la unidad de cuidados críticos. Como en
general presentan alteraciones de los reflejos protectores de las vías aéreas y aumento de la
presión intracraneal, se debe realizar una intubación endotraqueal mientras se adoptan
medidas para evitar el aumento de la presión intracraneal.
Hipertensión intracraneal
Los principales tratamientos para los pacientes con presión intracraneal incluyen
Secuencia rápida de intubación orotraqueal
Ventilación mecánica
Puede indicarse sedación para prevenir la agitación, el exceso de actividad muscular (p. ej.,
debido a un delirio) y ayudar a reducir la respuesta al dolor y de este modo contribuir a evitar
un aumento de la presión intracraneal. Para la sedación, suele usarse propofol en adultos (está
contraindicado en niños) porque su acción y la duración son rápidas; la dosis es de 0,3 mg/kg/h
en infusión continua, que deben ajustarsegradualmente según sea necesidad (hasta 3
mg/kg/h). No se utiliza un bolo inicial. El efecto adverso más frecuente es la hipotensión. El uso
prolongado en altas dosis puede provocar pancreatitis. También pueden administrarse
benzodiazepinas (p. ej., midazolam, lorazepam) para la sedación, pero no actúan tan
rápidamente como el propofol y las respuestas a la dosis pueden ser difíciles de predecir. Los
antipsicóticos pueden retrasar la recuperación y deben evitarse en la medida de lo posible. Es
raro necesitar relajantes musculares, pero si se usan debe asegurarse una sedación adecuada,
dado que no será posible evaluar la agitación clínicamente.
Se pueden administrar diuréticos osmóticos (p. ej., manitol) administrados de forma IV son una
alternativa para reducir la presión intracraneal y mantener la osmolaridad sérica. Sin embargo,
deben reservarse para pacientes cuya situación esté deteriorándose o emplearlos antes de la
cirugía en aquellos con hematomas. Se administra una solución de manitol al 20% de 0,5 a 1
g/kg IV (2,5 a 5 mL/kg) durante 15 a 30 min y se repite en una dosis que varía de 0,25 a 0,5 g/kg
(1,25 a 2,5 mL/kg) administrada con la frecuencia necesaria (generalmente cada 6 a 8 h); esto
desciende la presión intracraneal durante unas pocas horas. El manitol debe usarse con
cuidado en enfermos con coronariopatía grave, insuficiencia cardíaca, insuficiencia renal o
congestión vascular pulmonar porque este compuesto expande rápidamente el volumen
intravascular. Como los diuréticos osmóticos aumentan la excreción renal de agua relacionada
con el sodio, el uso prolongado de manitol puede causar una depleción de agua con
hipernatremia. La administración IV de 1 mg/kg de furosemida también reduce el agua
corporal total, sobre todo cuando se desea evitar una hipervolemia transitoria asociada al
manitol. Cuando se utilizan diuréticos osmóticos, es preciso controlar cuidadosamente el
equilibrio hidroelectrolítico.
La craniectomía descompresiva puede considerarse cuando el aumento de la presión
intracraneal es refractario a otras intervenciones y a veces como medida primaria (p. ej., en el
momento de la cirugía para drenar un hematoma significativo). En la craniectomía se extirpa
en bloque una porción significativa del cráneo (que se recoloca luego) y se realiza una
duraplastia para permitir que el edema cerebral salga al exterior. La magnitud del fragmento
óseo extirpado y su localización dependen de la lesión, pero la abertura debe ser suficiente
para evitar que el edema comprima el tejido encefálico contra los bordes del defecto. En un
ensayo aleatorizado que comparó la craniectomía con el tratamiento médico, la mortalidad
general a los 6 meses se redujo después de la craniectomía, pero las tasas de discapacidad
grave y estado vegetativo fueron más altas, y la tasa de recuperación funcional fue similar (5).
El coma inducido por fenobarbital es una opción menos popular en la actualidad pero más
comprometida para el aumento de la presión intracraneal no tratable. Se induce el coma
administrando pentobarbital 10 mg/kg IV durante 30 min, 5 mg/kg/h en 3 h, luego 1-2 mg/kg/h
de mantenimiento. La dosis puede ajustarse para suprimir las descargas de actividad del
electroencefalograma (EEG), que es controlado continuamente. La hipotensión es frecuente y
debe tratarse administrando líquidos o, en caso necesario, vasopresores.
Convulsiones
Las convulsiones pueden agravar la lesión cerebral y aumentar la presión intracraneal; deben
prevenirse siempre que sea posible y tratarlas de forma precoz si aparecen. En los pacientes
con daños estructurales importantes (p. ej., contusiones o hematomas grandes, laceración
cerebral, fractura con hundimiento de cráneo) o con una puntuación en la escala de Glasgow <
10, es preciso evaluar la administración profiláctica de un anticonvulsivo.
Si se utiliza fenitoína, se administra una carga de dosis de 20 mg/kg IV (a una velocidad máxima
de 50 mg/min para evitar efectos secundarios de tipo cardiovascular como la hipotensión y la
bradicardia). La dosis inicial de mantenimiento IV para los adultos es de 2 a 2,7 mg/kg 3 vezes
al día; los niños necesitan dosis más altas (hasta 5 mg/kg 2 veces al día en niños < 4 años).
Deben medirse las concentraciones séricas para ajustar la dosis.
La duración del tratamiento depende del tipo de lesión y el resultado del EEG. Si no se
prooducen convulsiones en 1 semana, deben interrumpirse los anticonvulsivos porque no está
definida la utilidad en la prevención de futuras convulsiones.
Hay nuevos anticonvulsivos en estudio. La fosfenitoína, una forma de la fenitoína más soluble
en agua, se utiliza en algunos pacientes sin acceso venoso central porque tiene menor riesgo
de tromboflebitis cuando se administra a través de un acceso periférico. La dosis es la misma
que para la fenitoína. El levetiracetam se usa cada vez más, sobre todo en pacientes con
trastornos hepáticos.
Fracturas de cráneo
Las fracturas cerradas y alineadas no precisan un tratamiento específico.
Las fracturas deprimidas a veces requieren cirugía para elevar los fragmentos, abordar los
vasos corticales lacerados, reparar la duramadre y desbridar el tejido encefálico lesionado.
Las fracturas abiertas pueden requerir desbridamiento quirúrgico a menos que no haya
pérdida de líquido cefalorraquídeo y la fractura no está deprimida por el mayor espesor
respecto el del cráneo.
Cirugía
Los hematomas intracraneanos pueden obligar a
la evacuación quirúrgica de la sangre para
prevenir o tratar el desplazamiento, la
compresión y la herniación del encéfalo; por
ende, es obligatorio consultar pronto con un
neuocirujano.
Los hematomas subdurales crónicos pueden requerir un drenaje quirúrgico, pero con una
urgencia mucho menor que los agudos. Los hematomas grandes o epidurales de origen
arterial deben tratarse quirúrgicamente, mientras que los epidurales venosos pequeños
pueden controlarse con TC seriadas.
El 50% de los pacientes cuyo coma excede las 24 h presentan secuelas neurológicas
persistentes graves y suelen requerir un período de rehabilitación prolongado, sobre todo en
aspectos cognitivos y emocionales. Es necesario planificar pronto el servicio de rehabilitación.
En Estados Unidos, los adultos con un traumatismo craneoencefálico grave que reciben
tratamiento tienen una mortalidad del 25 al 33%. La mortalidad es menor cuando las
puntuaciones de la Escala de Coma de Glasgow (ECG) son más altas. La mortalidad es menor
en niños ≥ 5 años (≤ 10% con un valor de la Escala de Coma de Glasgow de 5 a 7). En conjunto,
los niños tienen un pronóstico mejor que los adultos con lesiones comparables.
La inmensa mayoría de los pacientes con un traumatismo de cráneo leve conservan una
función neurológica buena. En los traumatismo de cráneo moderados a graves, el pronóstico
no es tan bueno, aunque es bastante mejor de lo que se cree en general. La escala más
comúnmente usada para valorar el pronóstico de los pacientes con traumatismo
craneoencefálico es la Escala de Pronóstico de Glasgow. En esta escala, las evoluciones
posibles son
Muerte
Mas del 50% de los adultos con traumatismo de cráneo grave se recuperan bien o tienen solo
una discapacidad moderada. La aparición y la duración del coma después de un traumatismo
craneoencefálico son predictores fuertes de discapacidad. De los pacientes que exceden las 24
h de coma, el 50% tiene una grave secuela neurológica persistente, y hasta el 6% permanece
en un estado vegetativo persistente a los 6 meses. En los adultos con traumatismo
craneoencefálico grave, la recuperación se produce más rápidamente dentro de los 6 meses
iniciales. Pequeñas mejorías continuan tal vez por varios años. Los niños tienen una mejor
recuperación inmediata de un traumatismo de cráneo independientemente de la gravedad y
siguen mejorando por un período más largo.
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