Territorio Descuajado

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Camilo Fernández Sandoval y Aníbal Cerda Hueche, Centro Cultural Matucana 100, 2011.

TERRITORIO DESCUAJADO
TESTIMONIO DE UN PAÍS MESTIZO
Basada en el testimonio de Elena Mercado

Dedicado a Elsa Quinchaleo Avendaño


a Carmen Saihueque
y a la lonko Juana Calfunao Paillalef

Ficha técnica

Dirección, puesta en escena y dramaturgia documental


Paula González Seguel

Dramaturgia
Marisol Vega Medina

Elenco
Camilo Fernández
Andrea Giadach
Paula González
Elsa Quinchaleo
Carmen Saihueque
Marisol Vega
Aníbal Cerda Hueche
Constanza Hueche
Magaly Hueche

Diseño integral
Carmen Gloria Cuello

Asistencia en diseño
Natalia Morales Tapia

Dirección musical
Evelyn González
100 Dramaturgias de la resistencia. KIMVM Teatro documental Marry Xipantv

Prensa
Vicky Cárdenas

Proyecto Financiado por Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, estrenado el


año 2011 en el Centro Cultural Matucana 100, posteriormente se adjudica Fon-
dart de Circulación por siete comunas de la región Metropolitana.

Testimoniantes y Personajes

Elsa Quinchaleo Avendaño


Carmen Saihueque
Elena Mercado
Aníbal Cerda
María – Interpretado por la actriz Andrea Giadach
Isabel – Interpretado por la actriz Marisol Vega
Cristhoper – Interpretado por el actor Camilo Fernández
Lonko – Intepretado por la actriz Paula González Seguel y Constanza Hueche

Argumento

Testimonios de una lonko que lucha por su comunidad mapuche en el sur; dos
mujeres mapuche que se tomaron un terreno en la periferia de Santiago para
obtener viviendas, y su relectura de una escena de la obra María Estuardo de Frie-
drich Von Schiller, son algunos de los elementos que configuran el viaje de la obra
Territorio descuajado; un recorrido que se entreteje y desplaza por distintos puntos
de la problemática territorial mapuche, exponiéndolos a través de la puesta en es-
cena, y de los cuales se expulsan diferentes temáticas presentes en el contexto del
mundo mapuche urbano, tales como el despojo y pérdida del poder, educación y
pobreza, instaladas en la periferia de Santiago.

Escenografía única

Año 2011. Casa de la papai, Ñizol wünel domo Elsa Quinchaleo Avendaño, comuna
de El Bosque, Santiago de Chile.
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Prólogo

La lonko exiliada
Entra Carmen Saihueque a la cocina en penumbra, prende las luces y comienza a pre-
parar sopaipillas. Se escuchan ruidos de campo, pájaros, perros y el Ulkantun de una
abuela que cuenta la historia de Juana Calfunao Paillalef, lonko de la Comunidad Juan
Paillalef en la novena región de la Araucanía. En paralelo y proyectado:

Carta al Presidente de Chile:

Sr. Presidente, mi nombre es Juana Calfunao Paillalef, lonko de la comunidad


Juan Paillalef, presa política mapuche. Recuerdo que siempre desde cuando niña, los
primeros años que fui a clase fui muy castigá porque no podía hablar el castellano
y siempre yo repetía… si alguien me decía querís más, yo decía “querís más querís
más”…también nos metían mucho la religión, y venía otro y nos metía la religión
y venía otro y nos metía otra religión…iban como dos o tres o cuatro personas a la
escuela de distintas religiones… entonces yo le pregunté a mi papá qué es lo que era
la religión y mi papá me dijo que cuando vino gnechen a cada uno le dejo un idioma,
una cultura, una forma social-política de vida y cuando se fue, se fue el día domingo
y dijo: en la muerte nos veremos, ese día nos veremos. Y eso tiene que respetarlo
usté y esa es la razón que yo nunca en mi vida me he sacado mi vestimenta porque
soy mapuche y pienso que si el día me sacara mi vestimenta voy desagradar a mi
gnechen o a faltarle el respeto a lo que él me dejó…no me dejó chilena ni española
ni alemana ni francesa ni portuguesa ni musulmana, esta es mi forma de ser... mi
mapudungun, aquí tengo mi kupam, tengo mi quilla, tengo mi xariwue, tengo mi
xarilonko, tengo mi xapelacucha, tengo todas mis cosas que tienen un significado,
y no llevan la enseñanza en un libro ni en un cuaderno, todas las enseñanzas están
en la cosmovisión, en el cuerpo, en la vista, en las manos.
Sr. Presidente, es tanta la injusticia que vive el ser humano, es tanta la persecución
que te hacen que de repente tú... Yo no podía estar ni adentro de mi casa. Entonces,
había que darle unos coscachos al fiscal porque dijo que yo era una delincuente, una
pandillera, una desarraigada, que tenía desprecio por la humanidad y una, como
lonko, como madre y como mujer, no puede permitir que un winka atorrante mala
clase, hijo de los descendientes de la niña, la pinta y la santa maría, venga a pegarme
e insultarme en mi propia tierra, en la capital de un pueblo mapuche aguerrido pero
culto. No lo puedo permitir. ¿Entonces que había que hacer? Darle una cachetá
po. Ustede’ llegaron aquí y nosotros sabemos que hay chilenos. Tiene que haber
un respeto mutuo si quieren vivir en nuestra tierra. Y si no, que se vayan, porque
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nadie los tiene aquí a la fuerza. Ni tampoco hemos pedido que se vengan a vivir
aquí. ¿Me entiende? Nosotros no vamos al territorio de ustedes a molestarlos, si
es que tienen territorio, porque yo no sé dónde tendrán el territorio los chilenos. Y
cuando uno piensa así, te acusan de terrorista, de sandinista, de todo, porque usté
y el gobierno ese, no quiere que le digan la verdad, quiere tener puros tontos aquí,
y resulta que los mapuche de tontos no tuvimos nada. Entonces, aquí se les va a ir
poniendo más pesada la pista. Porque si hoy es una cachetá capaz que mañana le
demos una pateadura y capaz que después quizá qué cosa le demos. Pero de que
los vamos a dejar subordinar, nunca. Jamás los vamos a dejar subordinar.
Sr. Presidente, por las pesadillas que me causan el hecho de que hayan que-
mado mi casa tres veces, y que hayan agarrado a mi mamá de los pelos y le hayan
sacado la cresta enfrente de mí y de mis hermanos, le hayan quemado las tierras, y
las hayan vendido al mejor precio, le exijo que me diga dónde está mi tierra y qué
cresta hicieron ustedes con ella.

Acto 1
La toma de terreno de las tejedoras
Elsa prepara la mesa para tomar la once y Carmen fríe sopaipillas. Tocan la puerta, el
Cristopher quien se pasea buscando plata recibe a Elena Mercado, ella saluda y se sienta.
Una actriz que ha estado vestida de Elsa Quinchaleo, rompe la cuarta pared de la ficción
documental instalada en la puesta en escena.

ANDREA GIADACH: Cuando llegamo’ a Santiago, traíamo la casa en un saco


porque no teníamo’ donde…vinimo’ así no más, a ojos cerrados. Llegamos
a la casa de un primo y ahí tuvimo’ un par de tiempo po’. Después fuimos
donde una señora y le cuidábamo’ la casa pero no pagábamo’ arriendo si no
que la señora nos tuvo güena y nos dijo si me cuidan la casa y me riegan los
árboles y me cuidan unos conejos, ustedes no van a pagar nada. Entonce’
nosotros hicimo’ eso po’. Barríamos, limpiábamos los conejos y teníamos
to’o limpiecito. Tuvimos como dos años en esa casa. Después ellos quisieron
venirse entonces lo dijeron güeno nosotros nos vamos a venir, ustedes tienen
que buscar adonde irse. Allá salimo’ a otro lao a buscar y también encon-
tramos pa’ cuidar un sitio. Ahí no teníamos casa entonce’ por ahí por allá
levantamos una casita chiquitita y ahí vivíamo’ po’. Y cuando estábamo’ allí
vino una señora y me dijo si es que fuéramos a tomar ese pedazo de terreno
que iban a tomar la gente. Entonces dijo, usté puede llevar una bandera dijo
y llevar un monito pa’ dormir ahí. Yo hice los monitos y tenía al José que
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estaba tomando pecho, era chiquitito, y cuando llegó mi viejo me dijo ¿y


ésa bandera? y yo le dije sabí que van a tomar un terreno y nosotros que no
tenemos casa siempre tenimo’ que andar de allá pa acá. Yo voy a ir. Y me
dice ¿y la guagua? La llevo, le dije yo, allá le doy pecho. No, me dice, yo voy.
Y en la noche había una de balazos y yo tenía puro miedo, después dije ahí
lo van a matar, pasará algo y gracias a Dios que no pasó na. Después to’as
las mujeres hacíamo la guardia pa’ que no los quitaran el terreno. Entonce’
después cuando ya tomamo’ el terreno vino la visitadora a verlo y la visitadora
dijo: —Ya, dijo, se van a quedar aquí, nosotros vamo’ a hacerle los papeles,
dijo, pa’ que vayan a la municipalidá’ pa’ que le den el derecho a casa—.
Entonce’ de ahí juimos a la municipalidad, de ahí le dijeron: —Ya, se van a
quedar—. Y estuvimo’ como dos mese’ ahí y después los dijeron ya ahora van
a ir a la municipalidá’ van a hablar con la visitadora a ver si le puede dar una
mediagua. Y juimo a la visitadora y ahí nos vinieron a ver y ahí nos dieron
la mediagua, y pa’ tener esta casita teníamos que poner mensualmente cinco
pesos, y cuando estuvo estas casa’ nos dijeron ustedes tienen que tener una
libreta de ciento cincuenta cuotas y hicimos lo posible para tener las ciento
cincuenta cuotas y conseguimos plata por aquí por acá y tuvimos las ciento
cincuenta cuotas entonces después cuando ya entregamos la libreta, ahí los
dieron esta casita, nos pasaron la llave y el que le achuntaba la llave ahí uno
se quedaba. Recorrimos todas las casas con la llave y cuando, llegamo’ aquí,
aquí le hizo la llave así que de ahí lo quedamos aquí nosotros. Llegamo’ la
primera noche y era como que estábamos de visita, como que teníamo’ que
irlo, no nos acostumbrábamo’ una casa con todo cerrado, con vidrio, con
to’o. Decíamo’ güeno mañana lo iremos, veníamos como alojados y no po’,
era la casa de nosotros y no podíamos creerlo que nosotros teníamos esta
casa… Y de ahí lo dijeron ustedes van a ser dueños de ahí pero tienen que
seguir pagando mensualmente, no me acuerdo si eran veinte, veinte pesos
pagábamo’ mensual, porque en ese tiempo la plata valía. Y así jue subiendo,
subiendo. Y teníamo’ que hacer harto mérito pa’ poder pagar la casa porque
tenía cinco niños y los cinco estaban estudiando. Y trabajando los dos con
mi viejo hacíamo’ plata por aquí por allá hasta que hicimo’ la plata pa’ pagar
la casa y en una de estas tuvimos la oportunidad que cuando salió el Aylwin,
dijo hagan tanta plata y la casa va a quedar pagá. Y nosotros consiguiendo
plata por todos lados, yo pedí en mi trabajo y mi viejo pidió en su trabajo y
hicimo’ la plata y pudimos terminar de pagar. Y ahí nosotros juimo’ dueño
de la casa.
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Elena quien ha escuchado atentamente, mientras comparte el mate le cuenta a Elsa


su historia.
ELENA MERCADO: Nosotros con el viejo hicimos una mejora donde mi cuña,
pero cuando mi cuña vino a vernos, encontró que teníamos el terreno bonito
y se les ocurrió de irse, ellos tenían un niño y el niño de ellos maltrataba a la
Kathy a Juan Carlos, el cabro chico los peñiscaba. Y yo fui un día donde mi
cuña la Tina, que está muerta, y le conté que yo no quería estar más ahí y mi
cuña me dijo: “Hay una toma de terreno, ¿porque no vai a tomar un terreno?,
¡anda!, ¡anda!, pa’ que tengas tu casa”. Mis niños eran tan regalones, sobre todo
Juan Carlos, era tan fregao. Mi cuña me pasó un paquete, una fraza y me dijo:
“Yo le voy a ir avisar al lucho” y parece que nos fuimos caminando. Alcanzamos
a estar cinco días en el campamento y ahí yo me quedé, mi cuñada me man-
daba comida en una olla, mis niños mientras comían puro pan y té. Ella me
decía: “Tay luchando por tu terreno” y yo preocupada por mis niños, ellos se
cuidaban entre los dos, andaban pegaditos y se chupaban el de’ o. De repente
nos avisan: ¡Compañeros!, ¡Compañeros!, esta noche nos van a desalojar y
nosotros nos preguntábamos que nos iba a pasar. Y de repente a las cinco de la
mañana llegan los pacos, las caballerías, venían carabineros hasta de Valparaíso.
Rompieron las ollas, las guaguas gritaban, lloraban, las mamás gritaban con
sus niños. Yo como andaba para allá y pa’ acá donde mi cuñada andaba con
zapatos bonitos y me recuerdo el lucho me gritaba que yo era la culpable y
yo le decía: “¡Voy a seguir luchando!”. Ahí agarramos la banca al hombro, los
sacos y la bandera, los tacos se me quebraron, llorando los escondimos entre
medio de las zanjas y los pacos los seguían, como perros. En una de esas nos
gritan los comunistas, Mario Palestro, ¡Compañeros!, ¡Compañeros!, y ellos
nos llevaron al cuartel de bomberos cerca de la población Santa Adriana, ahí
los pacos no podían desalojarnos, la sirena tocaba, tocaba como si fuera un
incendio. Fue terrible lo que sufrimos. Yo estaba ahorrando en ese tiempo, mi
patrona me hizo sacar una libreta de ahorro, donde yo todos los meses ponía
mi platita, para poder tener para nuestra vivienda. Vivimos harto tiempo en
carpa donde los bomberos, hacíamos olla común, el lucho siguió trabajando y
con los compañeros seguíamos luchando, y en una de esas vino la visitadora
a verlos y nos asignaron un terreno ahí en Santa Elena. Y así llegamos a la
población, nos dieron una mejorita, una media agua y al final terminamos
vendiendo vino, con casa y botillería. Muchos de nuestros compañeros han
muerto y yo sigo aquí, por mi newen no más po.
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Acto2
Legitimidad de las hermanas
Entra una segunda actriz; Marisol Vega, actúan una escena de la obra “María Estuar-
do” de Friedrich von Schiller, esta escena ha sido traducida del español de original al
mapuzungun y posteriormente a español “chileno”.

ISABEL: ¿Quién es esta mujer?


MARÍA: El alto del cielo te ayu’ó, mi hermana, y la juerza te coronó la ca’eza. Yo
me que’o sola, mi hermana, voy a olvidar de la mala habladuría. Deme la mano
pa’ levantar mi juerza.
ISABEL: Este es vuestro lugar lady María; y doy gracias a Dios por su bondad,
cuando no ha permitido que me viera como vos, a las plantas de mi rival.
MARÍA: Piense en el alto del cielo, que tu Dios castiga a la gente que es muy
cachetona y se cree. Respete a su Dios, que le dé mie’o, arrodíllese a los pié de
él. Soy tu misma sangre. No hable mal de nuestra familia, porque es tu sangre
y es mi sangre.
ISABEL: ¿Qué tenéis que decirme, lady Estuardo, puesto que habéis pretendido
hablar conmigo? Olvidé que soy una reina cruelmente ultrajada para cumplir
con el piadoso deber de hermana, y ofreceros el consuelo de verme. Cedo con
ello a un impulso de generosidad, exponiéndome a justas censuras por haber
descendido hasta este punto, porque harto sabéis que quisisteis matarme.
MARÍA: No tengo juerza ya para recordar malas palabras. Yo sólo pienso con
mi mente que cuando le pedí que me diera un lugar pa vivir usté’ quería que
renunciara a lo que me corresponde. Me trató como una delincuente. Yo no
lo estoy pidiendo na un favor a usté, sólo le estoy pidiendo lo que es mío, y
eso a usté le molesta tanto que me trata de terrorista, ¿cierto? usté tiene mie’o.
¿De qué? ¿qué daño pue’o hacerle yo, que no tengo el poder de nada? Porque
no puedo decir mañana voy a dejar a todos los chilenos sin carne porque soy
dueña de todas las carnicerías de Chile, si no tengo ni una pata de chancho.
No puedo decir mañana cierro todos los bancos y los dejo a todos sin plata
porque no soy dueña ni de una llave del banco. El poder está en otro la’o. Se
está riendo de usté y de mí en este momento. Nos mira de todas partes, y no
está en ninguna. Se esconde detrás de las cosas y la hace pensar a una que no
hay a quien reclamar, a quien patalear. Pero eso usté no lo quiere ver. Si yo
me boto mañana en la calle vestida de mapuche, soy una noticia. Y eso le da
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mie’o. Porque ese es el único recurso que tengo yo. Por eso me trata de desa-
rraigada, de pandillera, que tengo un desprecio por la humanidad. Por eso usté
me encerró en la comuna de El Bosque, y me tiró a un hoyo. Por eso usté me
alejó de mis amistades, de mis seres queridos, de mi gente, usté me dejó mal
con la gente mayor, con la autoridá. Usté no me dejó pensar nada bien, no me
dio buen entendimiento.
Por eso los cabezazos. Pero yo ya no quiero más guerra, quiero olvidar
todo, quiero vivir en paz junto a mi familia, quiero echarle la culpa de to’o
esto a la suerte. Estoy dispuesta a olvidar el pasado, a acordarme de buenas
palabras en adelante.
ISABEL: No acuséis a la suerte, mas sí a la perversidad de vuestra alma y a la
ambición de vuestra familia, que os inspiró propósitos de guerra, y os persua-
dió locamente a empuñar las armas a usurpar mi corona y empeñar conmigo
un duelo a muerte, con las fuerzas que vosotros poseéis, la pala, el cuchillo, la
echona, el azadón, el chuzo, el hacha. Vos tenéis la fuerza de la tierra, pero yo
tengo la ley, y el golpe fatal que amenazaba mi cabeza, ahora cae sobre la vuestra.
MARÍA: No serai capaz de hacer algo así.
ISABEL: ¿Y quién podría impedírmelo? ¿Qué me han de importar los vínculos
de la sangre y el derecho de gentes? ¡Sólo en la fuerza reside mi seguridad!
¡No quiero alianza alguna con la raza de las serpientes!
MARÍA: Qué triste. Me veí como una extranjera, como una despatriá. ¿Querí
aplicar tus códigos? Güeno, yo tengo el derecho, tengo la descendencia, el
kupalme, el tugun. No podí venir, por muy Isabel de Inglaterra que seai, a
subordinarme. Mátame si querí. Pero ten claro que con mi muerte esto no
se acaba. Aparecerán otras Marías, llegarán de allegás en casa de parientes,
con los cabros chicos colgando, llenos de mocos colgando y las patas llenas
de barro, con los mismos reclamos que yo. Porque estamos llenos de Marías
que necesitan un techo. Si los mapuche andamos a pata pelá, es porque no
tenimo’ plata pa’ comprar zapatos. Si nos tomamos un terreno es porque nos
quitaron las tierras en las que enterramos a nuestros antepasados, las secaron y
las devolvieron muertas. Porque yo fui reina y señora de un territorio amplio y
fértil, y ustedes lo agarraron y plantaron pinos. Hectáreas y hectáreas de pinos.
Y ahora yo tengo que ir pelear con la municipalidá pa’ que me den un metro
cuadrado pa vivir. Estoy dispuesta a pelear, pero estoy cansá también, Isabel.
Desde el 1800 que estamos con la misma cuestión. Si reconocierai todo lo
que tu Estado me quitó, y me dierai lo que me pertenece, si reconocierai que
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yo también tengo sabiduría y conocimiento, y que soy tu sucesora, sería una


muy buena hermana contigo.
ISABEL: ¿Qué os declarase mi sucesora? ¡Pérfido lazo! Para que aún durante
mi reinado alucináis a mi pueblo y, como Armida, prendéis en vuestras redes
seductoras la juventud del reino, convirtiendo todas las miradas hacia el nuevo
sol. No, María. Vuestra alma es rebelde, y vuestro espíritu peligroso. Enten-
dedlo bien. Es necesario protegerte de vos misma. Creedme, poseo amplios
conocimientos en asuntos políticos. Tengo un certificado universitario que así
lo acredita y que me faculta a tomar estas decisiones. ¿Qué tenéis vos, María?
Nada. Con suerte un diploma de octavo básico. ¿Y vuestros hijos? también
¿En dónde estudiaron, María? Os habéis esforzado toda vuestra vida para
darles una educación digna, trabajáis en casas ajenas para pagar los 25.000
pesos del colegio particular subvencionado con nombre extranjero, ¿y en qué
terminaron? Soldando fierros. Os metieron el dedo en la boca, María. Y vos
lo aceptasteis. No existe peor pecado que la ignorancia. ¿Cómo llamáis a los
vuestros, María? ¿Lautaro? ¿Caupolicán? ¿Jonathan? ¿Mitchel? ¿Michael?
¿Cómo están tus capacidades lectoras María? A ver, lee esto.
Isabel (actriz) le pasa el libro “La Araucana” de Alonso de Ercilla, a Carmen Saihueque,
en este gesto se lleva a escena el concepto de poder, a Carmen le cuesta leer.

CARMEN: Chile, fértil provincia y señalada en la región Antártica famosa, de


remotas naciones respetada por fuerte, principal y poderosa; la gente que
produce es tan granada, tan soberbia, gallarda y belicosa, que no ha sido por
rey jamás regida ni a extranjero dominio sometida.

ISABEL: ¿Cómo quieres que te declare mi sucesora si apenas sabéis leer y escribir?
MARÍA: ¿Sabe qué? Usté gana. Tiene razón. Ya no soy más que la sombra de
María. Mi dignidad quedó rota, me tiraste al último lugar que podíai. Pero
aun así puedo decir que valgo más que mi reputación. Si la gente supiera las
mentiras que tení debajo de tu ropa, supiera la gente y te sacara la ropa, vería
cuantas mentiras tení por dentro. El trono de Inglaterra está usurpado por una
huacha champurriá bastarda que ni siquiera se reconoce. El trono de Inglaterra
está profana’o por una actriz. Si la justicia existiera, estariai hundía en el polvo
de mi presencia, porque yo, yo, soy la verdadera dueña de esta tierra.
Elsa canta Ülkantun. Se abre la puerta de la casa de Elsa. Aparece una mujer con su
vestimenta mapuche, xarilonko, kpam, xatriwe, en el centro de un campo de trigo.
108 Dramaturgias de la resistencia. KIMVM Teatro documental Marry Xipantv

LONKO: Porque paisajes verdes, porque sabor a campo, porque olor a sopaipillas,
porque ruido de queltehues, porque barro en los pies, porque mate, porque lana,
porque piedra, porque paja, porque madera, porque perros ladrando. Porque mi
madre, porque llora, porque los pacos con pistolas grandes en medio del bosque.
Porque defiendo a mi madre, porque la cabeza rota y porque un dedo menos
del pie. Porque la cárcel de Valdivia, porque pasa tiempo y no veo nada…tres
meses y no veo nada…porque los pacos me botan en una isla, porque aparece
una persona, porque me recoge, porque siempre recogen la gente ahí, porque
los pacos siempre botan la gente ahí, porque me lleva a su casa, porque me
lava, porque tengo que tener la mirada escondida, porque no me tengo que
recordar de su casa, porque tengo que comer, porque tengo que irme, porque
me da 500 pesos, porque en ese tiempo 500 era mucho valor, porque me sube
a la micro, porque me pone unos lentes, porque vuelvo a mi tierra, porque me
voy a mi comunidad feliz.
Y cuando llego no hay naiden, no hay casa, no hay ñuke, no hay chau, no
hay alimentación, mis hermanos botaos, escondidos por las quintas, escondi-
dos como unas sabandijas entre medio de los palos… todos desparramados,
sobreviviendo entre medio de las cordilleras, de la leche de las vacas, arriba
de los árboles…
Porque la comunidad quedó desarticulada, porque la comunidad quedó
botá… Porque mi nombre es Juana Calfunao Paillalef, lonko de la comunidad
Juan Paillalef, presa política mapuche, porque no podía hablar el castellano,
porque esta es mi forma de ser, porque mi mapudungun, porque mi qpam,
porque mi quilla, porque mi xariwe, porque mi xarilonko, porque mi xapela-
cucha, porque el conocimiento de las manos, porque la sabiduría de los sueños,
porque las tierras quemadas, porque las casas quemadas, porque nos tiran los
pelos, porque nos sacan la cresta, les exijo que me digan dónde quedó mi tierra
y qué cresta hicieron ustedes con ella.

Acto 3
El Christopher
Cuando era chico me sentí avergonzado de mi apellido porque me molestaban…
después fui creciendo y no aguanté ni una weá. Me decían mapuche quema
bosques, come piñones, traga pichi…te vamo a hacerte una funa, erí terrible
charcha negro curiche, te vamo’ a tirarte las pailas hasta dejarte pilucho pailón
y las pilchas las vamos a venderlas y los vamo’ comprar puchos, te vamo’ a
pegarte en la guata, te vamo’ a hacerte huifa guarén cagao del chape, sácate
Territorio descuajado. Testimonio de un país mestizo 109

el piñén del hoyo kiltro pichiruchi. Pobre de vo si te achunchai y vai con el


cahuín. Valí callampa, sácate la chala, córtate la champa, chanta la moto, gánate
una chaucha, tírate una chaya, sácate la chupalla, come cochayuyo, tómate
el concho, come coronta, mata la guagua, dale guaraca, terrible huasca, saca
la huincha, corta la pita, piteate un flaite, límpiate el poto, entierra a tu taita
indio culiao. ¿Sabí lo que hacía yo cuando me decían eso? Les pegaba po…
me decían que me estaba ganándome la plata con ellos si era una broma me
decían, pero yo no lo tomaba como broma po…me daba rabia…las manos se
me hinchaban cuando me enojaba, se me ponían rojas, calientes… después
cachaba que era la sangre de los pendejos las que me teñían las manos. No
quiero más sangre. Ha corrido mucha ya, y se ha perdido entre medio de la
mierda del desagüe porque ya ni puede llegar al mar, ni menos al río.
Mi mamá nunca me habló de ser mapuche…mi papá tampoco… prefiero
ir a un carrete que andar weando en una marcha, saltando como weon con los
palitos invocando a Michimalonco en los huesos porque hace 50 días que no
como ni una wea por una huelga de hambre que lo único que va a conseguir es
que las noticias hagan una fiesta morbosa conmigo. No loco. A mí me gustan
los completos, los churrascos palta mayo, la papas fritas en aceite de cinco días,
la tele, la ropa de marca, wear en la calle, estar en la esquina, fumar pasta hasta
quear enfermo, rapear, culiar, tomar ron, engrupirme a las minas. Me gusta
sentirme bien. No. Miento. Me gusta no sentir. Me. Y no es de inconsciente
porque yo no soy un ignorante. Es de vío. Si al final igual no van a conseguir
na. 500 años y todavía no entienden. 500 años de palos en la raja, de escupos
en la cara, de insultos obscenos, de risas amargas, de fiestas sin sentido, de
muertes en vano, de rostros anónimos, de promesas incumplidas, de picotas
en el hoyo loco.
Yo ví como mi taita se partió el lomo trabajando pa enriquecerle el bolsillo
a otros weones que ni siquiera conoció. Yo ví como el viejo se tomaba hasta
las molestias pa olvidarse de todas las mierdas que vivía en la pega, ví como le
aforraba a mi vieja de pura impotencia porque ella era la única weá en la que
podía descargar su rabia, la única weá que le pertenecía, era el único poder
que tenía el weón, y con eso se sentía más hombre el conchadesumare.
Vi cómo mi vieja lo acariciaba cada vez que el weón llegaba curao a la casa,
vi cómo una vez el viejo vestido de Rambo le chorreaba bencina en la cara y
le prendía fuego a quema ropa, vi la cara del cazador en el ataque, la mirada
en tinta, el ojo inyectado, vi como sus ojos se salían pa’ fuera, cómo la presión
se le salía pa’ fuera, cómo la rabia se le salía pa’ fuera, cómo la ira se le salía
pa’ fuera, como quedaba vacío y seco encima de la alfombra y cómo mi vieja
110 Dramaturgias de la resistencia. KIMVM Teatro documental Marry Xipantv

estiraba sus manos y le acariciaba el pecho. Vi la guerra hecha carne en los


cuerpos de mis viejos, en sus manos, en sus ojos, en sus pies, en sus cabezas.
Y me cayó una lágrima y salí corriendo.
No soy pa’ andar protestando yo. A mí no me llama la atención mucho
eso de mapuche po’ yo me acostumbre a lo mío porque estaba pendiente de
otras cosas po’, andar en la calle, cuidar a mi hijo… me gustaría que él su-
piera de su raza. Me imagino comprándole sus trajes pa bailar ese baile que
bailan ellos… el del pájaro que salta con las charchas colgando… yo no eso
sí po’, yo lo miraría desde lejos po’, no me podría poner esas cosas… porque
he cometido muchos errores y no sé si tendría el valor pa’ ponerme esas cosas
igual que mi familia… pero él no po, me gustaría que no fuera ganso igual
que yo po’ porque a mí nunca me interesó meterme en la agricultura…
¿Y cómo fueron estos? ¿Cómo se llaman estos que están en cárcel…? ¿Los
presos mapuche?... No se po’, es fome por ellos po’, si ellos dicen que no tienen
na’ que ver y la justicia lo’ está juzgando po’… es fome po’ si ellos dicen que no
tuvieron na’ que ver con bombas ni cajeros po…y terminan reventados po’…
Fome lo que hacen con los presos mapuche po’… Está mal eso po’, está mal
porque no deberían hacer eso po’, las cosas se arreglan de otra forma, no con
violencia po’.
Silencio.
Debería servir de testimonio yo.
Suena el kulxun, la pifilca y la cascahuilla, entra Aníbal, niño mapuche de unos
nueve años aproximadamente, nieto de Elsa Quinchaleo. Baila Choike purrün. Elsa, al
terminar su nieto de bailar, se levanta de la mesa, donde ha estado tomando mate junto
a Carmen Saihueque, su prima y las actrices.
Elsa, mira a público, se pone una corona de reina en su cabeza.

Epílogo
La toma de terreno de las tejedoras

ELSA QUINCHALEO: Cuando llegamo’ a Santiago, traíamo la casa en un saco


porque no teníamo’ donde… vinimo’ así no más, a ojos cerrados. Llegamos a la
casa de un primo y ahí tuvimo’ un par de tiempo. Después fuimos donde una
señora y le cuidábamo’ la casa pero no pagábamo’ arriendo si no que la señora
nos tuvo güena y nos dijo si me cuidan la casa y me riegan los árboles y me
Territorio descuajado. Testimonio de un país mestizo 111

cuidan unos conejos, ustedes no van a pagar nada. Entonce’ nosotros hicimo’
eso po’. Barríamos, limpiábamos los conejos y teníamos to’o limpiecito. Tuvi-
mos como dos años en esa casa. Después ellos quisieron venirse entonces lo
dijeron güeno nosotros nos vamos a venir, ustedes tienen que buscar adonde
irse. Allá salimo’ a otro lao a buscar y también encontramos pa’ cuidar un
sitio. Ahí no teníamos casa entonce’ por ahí por allá levantamos una casita
chiquitita y ahí vivíamo’ po’. Y cuando estábamo’ allí vino una señora y me
dijo si es que fuéramos a tomar ese pedazo de terreno que iban a tomar la
gente. Entonces dijo, usté puede llevar una bandera dijo y llevar un monito
pa dormir ahí. Yo hice los monitos y tenía al José que estaba tomando pecho,
era chiquitito, y cuando llegó mi viejo me dijo ¿y ésa bandera? y yo le dije sabí
que van a tomar un terreno y nosotros que no tenemos casa siempre tenimo’
que andar de allá pa aca. Yo voy a ir. Y me dice ¿y la guagua? la llevo, le dije
yo, allá le doy pecho. No, me dice, yo voy. Y en la noche había una de balazos
y yo tenía puro miedo, después dije ahí lo van a matar, pasará algo y gracias a
dios que no pasó na. Después to’as las mujeres hacíamo la guardia pa’ que no
los quitaran el terreno. Entonce’ después cuando ya tomamo’ el terreno vino la
visitadora a verlo y la visitadora dijo: —Ya, dijo, se van a quedar aquí, nosotros
vamo’ a hacerle los papeles, dijo, pa’ que vayan a la municipalidá’ pa’ que les den
el derecho a casa. Entonce’ de ahí juimos a la municipalidad, de ahí le dijeron:
—Ya, se van a quedar—. Y estuvimo’ como dos mese’ ahí y después los dijeron
ya ahora van a ir a la municipalidá’ van a hablar con la visitadora a ver si le
puede dar una mediagua. Y juimo a la visitadora y ahí nos vinieron a ver y ahí
nos dieron la mediagua, y pa’ tener esta casita teníamos que poner mensual-
mente cinco pesos, y cuando estuvo esta casa’ nos dijeron ustedes tienen que
tener una libreta de ciento cincuenta cuotas y hicimos lo posible para tener
las ciento cincuenta cuotas y conseguimos plata por aquí por acá y tuvimos
las ciento cincuenta cuotas entonces después cuando ya entregamos la libreta,
ahí los dieron esta casita, nos pasaron la llave y el que le achuntaba la llave
ahí uno se quedaba. Recorrimos todas las casas con la llave y cuando, llegamo’
aquí, aquí le hizo la llave así que de ahí lo quedamos aquí nosotros. Llegamo’
la primera noche y era como que estábamos de visita, como que teníamo’ que
irlo, no nos acostumbrábamo’ una casa con todo cerrado, con vidrio, con to’o.
Decíamo’ weno mañana lo iremos, veníamos como alojados y no po’, era la casa
de nosotros y no podíamos creerlo que nosotros teníamos esta casa… Y de
ahí lo dijeron ustedes van a ser dueños de ahí pero tienen que seguir pagando
mensualmente, no me acuerdo si eran veinte, veinte pesos pagábamo’ mensual,
porque en ese tiempo la plata valía. Y así jue subiendo, subiendo. Y teníamo’
112 Dramaturgias de la resistencia. KIMVM Teatro documental Marry Xipantv

que hacer harto mérito pa’ poder pagar la casa porque tenía cinco niños y los
cinco estaban estudiando. Y trabajando los dos con mi viejo hacíamo’ plata
por aquí por allá hasta que hicimo’ la plata pa’ pagar la casa y en una de estas
tuvimos la oportunidad que cuando salió el Aylwin, dijo hagan tanta plata y
la casa va a quedar pagá. Y nosotros consiguiendo plata por todos lados, yo
pedí en mi trabajo y mi viejo pidió en su trabajo y hicimo’ la plata y pudimos
terminar de pagar. Y ahí nosotros juimo’ dueño de la casa.
Todos los actores caminan hacia público, miran, Elsa cierra la escena con un
Ulkantun.
Apagón.
Territorio descuajado. Testimonio de un país mestizo 113

Daniela Pino y Elena Mercado Marileo, Re-montaje, Itinerancia Trilogía Documental R.M., 2012.
114 Dramaturgias de la resistencia. KIMVM Teatro documental Marry Xipantv

Camilo Fernández Sandoval y Aníbal Cerda Hueche, Centro Cultural Matucana 100, 2011.

Andrea Giadach, Carmen Saihueque, Camilo Fernández y Elsa Quinchaleo, Centro Cultural
Matucana 100, 2011.
Territorio descuajado. Testimonio de un país mestizo 115

Marisol Vega y Andrea Giadach. Centro Cultural Matucana 100, 2011.

Camilo Fernández, Aníbal Cerda, Constanza Hueche, Daniela Pino, Elena Mercado, Elsa Quinchaleo,
Magaly Hueche. Itinerancia Trilogía Documental, R.M., 2012.
116 Dramaturgias de la resistencia. KIMVM Teatro documental Marry Xipantv

Marisol Vega, Carmen Saihueque, Elsa Quinchaleo, Andrea Giadach, Camilo Fernández. Proceso
de creación, 2011.
Territorio descuajado. Testimonio de un país mestizo 117

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