El Rinoceronte de Durero

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El rinoceronte de Alberto Durero.

Luis Eduardo Cortés Riera.


cronistadecarora@gmail.com
Cuando amanecía el siglo XVI, tiempos del Renacimiento, los cristianos
se dieron cuenta, asombrados y sorprendidos, que el mundo era mucho más
grande que lo que supusieron durante centurias y milenios. Se rompe el
sistema triuno que dominaba hasta entonces con el aparecimiento de una
nueva realidad al occidente de los Pilares de Hércules. A los tres continentes
conocidos, ecúmene, Asia, Europa y África, se agregaba un cuarto
desconocido: América. Tocó a navegantes españoles y portugueses
proporcionar a la vieja Europa que salía de la noche medieval esta nueva
visión del mundo montados, como afirma Joseph Needham, sobre unas
tecnologías salidas del genio de los antiguos chinos: brújula, pólvora, papel e
imprenta.
Con pólvora y poderosos cañones los turcos toman Constantinopla en
1483 y cierran el flujo a Europa de los valiosísimos y muy útiles condimentos
y especias asiáticas, por lo que se hace prioridad buscar nuevas rutas para
llegar hasta Catay y Cipango (antiguo nombre que dio Marco Polo en el siglo
XII a China y Japón). En 1494 se firma el primer reparto del mundo entre
estas dos potencias marítimas que son España y Portugal: el Tratado de
Tordesillas.
Los portugueses, que rechazan el proyecto colombino, se dirigen al sur
y bordean África por el Cabo de Buena Esperanza, para llegar a la India con
Vasco de Gama al frente de una expedición y a quien la malaria mata en 1524
en la India portuguesa con el cargo de Virrey.
El rinoceronte de Su Santidad.
Y sucedió en 1515 cuando Manuel I, rey de Portugal, recibe un curioso
regalo del sultán indio Muzafar II, consistente en un rinoceronte vivo, animal
que llega a Lisboa el 20 de mayo tras 120 días de fatigoso viaje marítimo. Este
animal produce una verdadera crisis en la conciencia europea, pues no se la
había visto desde los remotos tiempos del Imperio Romano cuando es descrito
y comentado en Historia Natural por el escritor y militar Plinio El Viejo (23-
79 d. C).
Miles de personas acuden en Lisboa a ver aquel gigantesco animal que causa
enorme sorpresa y que aparecía en los bestiarios al lado del fabuloso
unicornio. Fue alojado en la casa de las bestias del rey Manuel I, monarca que
organizó una pelea entre el rinoceronte y un joven elefante de su colección
para comprobar el relato de Plinio el Viejo (siglo primero después de Cristo),
que aseguraba que el rinoceronte y el elefante son enemigos acérrimos. El
rinoceronte avanzó lenta y deliberadamente hacia su adversario, el elefante;
sin embargo, este último, desacostumbrado a la ruidosa muchedumbre que
había acudido a presenciar el espectáculo, huyó aterrorizado antes de que se
produjera choque alguno.
El poderoso rey decidió regalar el animal de la India al Sumo Pontífice de
Roma, León X, para ganar sus favores para seguir expandiendo sus ya
dilatados dominios en Asia. Antes, el papa había recibido con beneplácito un
regalo del monarca portugués de un elefante blanco. En diciembre de 1515
sale el animal en embarcación rumbo a la Ciudad Eterna. El 24 de enero se
detuvo en Marsella, donde el rey de Francia, Francisco I, acude presuroso a
mirar al animal pre cartesianamente.
Continua su viaje aquella maravilla de monstruo, pero llegando a Italia, una
enorme tempestad hace naufragar la embarcación y muere ahogado el
rinoceronte por venir encadenado y con grilletes. Recuperan su cadáver y su
piel es enviada a Lisboa en donde reconstruyen la bestia rellenándola de paja.
Impagliato o relleno de paja es la palabra que se empleó en Roma cuando el
animal, o lo que de él queda, se renvió al Vaticano. Allí el rinoceronte fue
pintado por Giovanni da Udine y por Rafael, pero el animal ya disecado no
causó en Roma la misma enorme expectación que provocó en Lisboa la bestia
aún viva. Tan alucinante historia inspiró la novela de Lawrence Norfolk El
rinoceronte del Papa (The Pope's Rhinoceros).
El grabado del rinoceronte de Alberto Durero.
El fenómeno del rinoceronte del papa había sido hasta entonces
expectativa mediterránea, hasta que aparece el teutón y niño prodigio de las
artes Alberto Duero, quien jamás vio el rinoceronte en persona. Lo conoce en
Núremberg de un boceto de un artista desconocido que sí lo mira en Lisboa,
pero que no firma este precioso documento. Allí expresa, influido por Plinio el
Viejo, que: En el primero de mayo del año 1513 [sic], el poderoso Rey de
Portugal, Manuel de Lisboa, trajo semejante animal vivo desde la India,
llamado rinoceronte. Esta es una representación fiel. Tiene el color de una
tortuga moteada,21y está casi completamente cubierto de gruesas escamas. Es
del tamaño de un elefante, pero tiene las patas más cortas y es casi
invulnerable. Tiene un poderoso y puntiagudo cuerno en la punta de su nariz,
que afila en las rocas. Es el enemigo mortal del elefante. El elefante se asusta
del rinoceronte, pues, cuando se encuentran, el rinoceronte carga con la cabeza
entre sus patas delanteras y desgarra el estómago del elefante, contra lo que el
elefante es incapaz de defenderse. El rinoceronte está tan bien acorazado que
el elefante no puede herirle. Se dice que el rinoceronte es rápido, impetuoso y
astuto.
El grabado en metal de Durero, como era de esperarse, no es una
representación totalmente fiel de un rinoceronte. Muestra un animal con duras
placas que cubren su cuerpo como la chapa de una armadura, con un gorjal o
pieza de la armadura en la garganta, una coraza de pecho de aspecto sólido
y remaches en las juntas; también situó un pequeño cuerno en su grupa, y le
dotó de piernas escamadas y cuartos traseros en forma de sierra. Los
rinocerontes reales no tienen ninguna de estas características. Es posible que se
crease una armadura para la pelea contra el elefante en Portugal, y que estas
características representadas por Durero fueran en realidad partes de la
armadura. Por otra parte, la "armadura" de Durero puede representar los duros
pliegues de la gruesa piel de los rinocerontes indios o, así como el resto de
imprecisiones, puede que sean simples malentendidos o añadidos creativos de
Durero, hipótesis a la que me adhiero. Durero también dibuja una textura
escamada sobre el cuerpo del animal, incluyendo la "armadura". Esto puede
ser un intento de Durero de representar el áspero y casi lampiño cuero de los
rinocerontes.
Un tal Hans Burgkmair creó un segundo grabado del rinoceronte
en Augsburgo alrededor de las mismas fechas que Durero en Núremberg.
Burgkmair mantenía correspondencia con mercaderes de Lisboa y Núremberg,
pero no está claro si tuvo o no acceso a la carta o al boceto que vio
Durero, Este grabado es mucho más real que el de su paisano, por lo que creo
que el efecto añadido y las extravagancias de Durero despertaron mucha más
curiosidad que otros y fue copiado centenares y miles de veces durante su vida
y póstumamente a su muerte en 1528, algo análogo a lo que sucede desde
1515 con las 95 tesis del monje dominico Martín Lutero. Dos manifestaciones,
una estética y otra religiosa, de lo que llama Benedict Anderson capitalismo
de la imprenta.
A pesar de las sucesivas reimpresiones, el grabado de Durero es
actualmente bastante escaso en el mercado y los ejemplares impresos en el
siglo XVI alcanzan cifras elevadas en las subastas; de hecho, en 2013 un
ejemplar de este grabado marcó el récord de precio pagado por una estampa
del artista alemán, al alcanzar los 866.500 dólares (641.000 euros) en la
sala Christie's de Nueva York, antes del atentado de 2001 a las Torres
Gemelas.
Esta icónica imagen de Durero penetró casi sin critica a los textos
naturalistas de los siglos XVI y XVII, hasta que llegó el corrosivo de la Razón
dieciochesco que la llamará “obra maravillosamente ejecutada en todas sus
partes”, tal como dijo James Bruce de Kinnaird en 1790. En los inicios del
nazismo en Alemania, el rinoceronte de Durero seguía apareciendo en los
textos escolares como figura fiel al natural. Increíble. Los expresionistas
germanos y Salvador Dalí también aprovechan la carga icónica del animal de
Durero.
El genio de Durero.
Durero es, al igual que el holandés Rembrandt y el español Francisco
de Goya, uno de los escasísimos genios del arte europeo que crearon con igual
dedicación pinturas y grabados. En vida tuvo que enfrentar sonados pleitos
jurídicos por las copias que hacían de sus obras. Vivió, a diferencia de
Rembrandt o de Van Gogh, una vida estable económicamente, pues era un
avispado marchante de sus producciones que se vendían a precios elevados.
La influencia de Durero llegó, dice Google Academico, por medio de
sus grabados, a los talleres de casi todos los artistas; se puede afirmar que no
hubo ningún pintor europeo de relevancia que no acusara, de un modo u otro,
el conocimiento de las estampas durerianas. Ejemplos de ello son dos cuadros
del Museo del Prado: El Pasmo de Sicilia de Rafael Sanzio y La Trinidad del
Greco, inspirados claramente en xilografías de Durero sobre los mismos
temas. Se considera que tanto Rafael como Tiziano impulsaron la difusión de
sus propios diseños, mediante grabadores como Raimondi y Cornelis Cort,
queriendo emular el exitoso y lucrativo precedente de Durero. Pintores
españoles de varios siglos, como Yáñez de la Almedina, Alejo
Fernández, Velázquez, Alonso Cano, Murillo, Zurbarán y Goya delataron la
influencia dureriana; de hecho el último cuadro conocido de Zurbarán, La
Virgen con el Niño y san Juanito (1662, Museo de Bellas Artes de Bilbao) se
inspiró en el grabado La Virgen del mono que Durero había realizado hacia
1498.
Se considera a Durero -como si fuera poco- uno de los padres de la
lengua alemana junto a Martín Lutero, pues prefirió escribir sus libros de
teoría de la pintura en su lengua materna antes que en latín, una lengua
universal entonces.
La sensibilidad del mundo moderno seria incompleta sin la existencia
de Alberto Durero, la mayor figura del Renacimiento aleman. ¿Quién no ha
oído hablar del grabado La Melancolía, o de su magistral autorretrato, salidos
de las manos prodigiosas de Durero?
Santa Rita, Carora,
República Bolivariana de Venezuela,
24 de junio de 2023.

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