Prólogo, El Vendedor de Emociones
Prólogo, El Vendedor de Emociones
Prólogo, El Vendedor de Emociones
A las veredas de las calles parece no llegar la luz, las calles se encuentran
oscuras, mucho más oscuras de lo que podría recordar de las noches
pasadas en la que nuestro astro azul estaba en su fase de plenilunio en su
máximo esplendor. En el paso con el vehículo lo único que puedo apreciar
es el movimiento de las luces de tránsito, no se puede apreciar a ningún
peatón o algún borracho que estuviese por ahí circulando a estas altas
horas de la noche, apenas lo que se puede apreciar es el sonido del
alumbrado público en mal funcionamiento y las pequeñas pisadas de lo
que podría ser un roedor o algún felino merodeando por la luz de la luna.
Me baje del vehículo para comprar en un almacén que se encontraba en
una esquina, parecía ser la única luz en toda la ciudad. Termine de ser
atendido y procedí a sacar de mi bolsillo mi encendedor, mientras que en
el otro sacaba un paquete de cigarrillos. Prendí el cigarro y me apoye
lentamente en la pared de ladrillos que se encontraba aproximadamente
a cuatro metros del almacén.
Apenas leí felicidad y la asocié con aquel hombre con el que me topé
anoche, ¿alguien busca estafarme? y si es así, ¿Por qué? No soy una
persona adinerada ni mucho menos clase alta, sea quien sea, me voy a
tomar el tiempo de averiguar que desea la persona que mando la carta.
Subí al coche, fui al trabajo, mi jefe me dio las tareas del día, las hice, todo
normal hasta el momento. Termine lo más antes posible, lo suficiente
como para que me dé tiempo en el descanso para pensar acerca de
aquella carta negra.
No llegué a ninguna conclusión, me tomé por vencido y ya estaba
amaneciendo, frustrado me dirigí al mismo almacén que voy a diario a
comprar otro paquete de cigarros. Intenté preguntar a la gente que
circulaba por las calles, hasta que me encuentre con el mismo tipo que
estaba cantando de alegría en esa noche pasada, parecía haber tenido un
mal día, o como si su esposa le hubiera pedido divorcio. Parecía haber
cambiado drásticamente de un día a otro, sin dudarlo, le pregunté acerca
de su mal estado, si le podría ofrecer un cigarro para saciar su estrés, no
parecía querer hablar con nadie, pero me aceptó el cigarrillo y se fue.
Se dirigió a un bar que estaba ubicado a dos cuadras, lo seguí con mi auto
sin que me viese, logra entrar en la taberna, incluso desde afuera se
escuchan unos gritos, me bajo del auto y decido entrar.
Una carcajada macabra sobresalía del callejón, una risa que haría correr a
cualquiera. Sin preocuparme seguí fumando, hasta que escuchó unos
pasos provenientes del callejón que parecen acercarse, me moví unos
metros acercándome un poco a la entrada del local por las dudas de que
Sea algún desquiciado que podría causarme daños. Hasta que se revela de
a poco una silueta de un hombre, logra salir del callejón y me mira
detenidamente; era un hombre vestido como si los comics de vendedores
ilegales se tratasen, no se le veía ni un centímetro del rostro y tenía una
corbata con colores muy llamativos como si fuese la de un payaso de
circo.
-Todos tenemos días malos, todos tenemos días buenos, pero podemos
cambiar los días malos y podemos hacerlos buenos, el dinero puede
comprar la felicidad- exclamó el hombre con una gran pelicular forma de
hablar.
Busco con su mano derecha en uno de sus bolsillos, saco una tarjeta y me
la entrego. Me detuve a leerla pero no podía apreciar con exactitud por la
oscuridad de la calle, además, que no hay muchas luces que funcionasen
como deberían de funcionar en esta ciudad. Levanté la cabeza y el hombre
con extraña apariencia ya estaba a 15 metros de mi ubicación, parecía no
emitir sombra.
Entré al bar para poder apreciar con más luminosidad lo que podría
contener la tarjeta, pero todo parecía estar abandonado, los ebrios ya no
estaban, las luces apagadas, todo estaba en mal estado como si estuviera
abandonado desde hace 20 años. No había otra forma de leer la tarjeta,
regrese a buscar mi auto, pero ni siquiera
Estaba ahí, tuve que ir caminando hacia mi casa y reportar el robo a la
policía, aunque probablemente me tomarían de loco.
Llegando a las altas horas de la noche a mi hogar, decidí faltar al trabajo;
No había dormido desde la noche pasada, estaba exhausto verificare la
tarjeta en la mañana.
No me desperté hace mucho, son las 2 pm, en mis días libres no soy
madrugador ya que suelo aprovechar mis sueños, un lugar seguro donde
puedo escapar de un mundo Retorcido llamado sociedad. No me voy a
meter en la política. Me fui a preparar una taza de té, acompañándolas
con unas tostadas, dando un lento y profundo sorbo; fui a ver si tenía
mensajes en el buzón de voz, un mensaje de Jerry, ¿de qué va ahora? -
Apretó el botón de reproducir-: