Modelo de Parcial
Modelo de Parcial
Modelo de Parcial
Desde fines del siglo XVII la población inglesa comenzó a aumentar a un ritmo acelerado. En los siglos
anteriores, los aumentos de la población habían significado una alza de precios de alimentos, al tiempo
que la capacidad productiva de la economía llegaba a sus límites. Esto terminaba en un desequilibrio, y así
un aumento de la mortalidad, reducción de la fecundidad y posterior descenso de la población. Adam
Smith y Malthus creían entonces que la situación terminaría en un desastre o en una contracción
económica. Sus previsiones no se cumplieron. El incremento de la producción agrícola posibilitó satisfacer
la nueva demanda.
Revolución agrícola
La producción agrícola creció de modo constante entre los siglos XVII y XVIII gracias a la introducción de
mejoras en las técnicas de cultivo; cultivos novedosos, alimentación de ganadería en establos, supresión
del barbecho. De animales mejor alimentados se obtenía más abono, que contribuía a aumentar la
producción de cereales. La introducción de nuevos cultivos permitió suprimir el barbecho, lo cual
permitió incrementar la superficie de tierra cultivable. La nueva agricultura permitió romper con el
círculo vicioso de la contraposición entre la agricultura y la ganadería.
M. Interno: los factores que favorecieron la conformación de un dinámico mercado interno fueron; el
crecimiento demográfico (más demanda interna), la ausencia de fronteras aduaneras internas,
dimensiones reducidas de territorio, el desarrollo del sistema de transportes y comunicaciones
(construcción de canales, puentes y carreteras). La población rural de Gran Bretaña estaba más integrada
al mercado que cualquiera del continente.
M. externo: se impulsó gracias al buen desarrollo de su flota, para el siglo XVIII, Inglaterra era la principal
potencia marítima mundial. En el siglo XVII, establecieron las “Leyes de Navegación”, restringían el uso de
barcos extranjeros en el comercio de Gran Bretaña (estableciendo privilegios para los barcos ingleses en
el comercio de ultramar).
Suele otorgarse el rol determinante en la industrialización al mercado interno, más que al externo. Por lo
menos hasta 1870.
Se trataba de una sociedad poco rígida, abierta a los cambios e innovaciones, con la búsqueda de riqueza
como modo de vida. Los nobles propietarios de tierras fueron proclives a las innovaciones en la
producción agrícola. Gran Bretaña no poseía superioridad científica, técnica o educacional, aún así, estas
no fueron condiciones decisivas en la Primera Revolución Industrial. Se necesitó de artesanos y máquinas
sencillas de construir de fácil uso. No hay un vínculo estrecho entre lo científico y tecnológico (vapor, telar
mecánico) a diferencia de la Segunda Revolución Industrial.
Periodización
La industria algodonera
Fue el primer sector que utilizó máquinas a gran escala. Al ser resistente, se presentaba mejor para la
mecanización. Tenía un mercado de consumo amplio por su diversidad de usos, por ser adecuada para
todos los climas y por la elasticidad de la oferta de su materia prima. Tampoco requería altas inversiones
de capital. Entre 1780 y 1800, las importaciones de algodón se multiplicaron por ocho.
Es una industria trabajo-intensiva. Significa que la financiación está principalmente dirigida a al salario de
trabajadores, no a máquinas.
La industria metalúrgica
La creciente oferta de metal barato facilitó la mecanización de las otras industrias, la difusión de la
máquina de vapor y la transformación en los medios de transporte. La producción de hierro se multiplicó
un 100% en menos de cien años. En 1607 comenzó a utilizarse el “coque” para la fundición de hierro,
recurso más abundante y con mejor rendimiento.
La energía hidráulica: era un recurso que se venía usando hace varios siglos, fue recién en el siglo IX que
comenzó a ser utilizado para actividades industriales. Las primeras fábricas que nacieron a fines del siglo
XVIII para la producción de algodón utilizaron energía hidráulica.
La energía del vapor: se utilizó tanto para la producción manufacturera como para los medios de
transporte: ferrocarriles y barcos. Las primeras máquinas a vapor comenzaron a utilizarse desde
principios del siglo XVIII en la minería, para bombear el agua de las galerías. Liberó a las ciudades de su
dependencia con los cursos de agua. Utiliza como combustible el carbón (recurso no renovable que sin
embargo permitió a la industria liberarse de la madera, un recurso que sí es renovable). Al ser un
producto con costos de transporte elevados, generó una fuerte presión en el mejoramiento de las
comunicaciones, que dio pie al ferrocarril. Construido a principios del siglo XIX justamente para el
transporte de carbón. A diferencia de la energía hidráulica, no está sujeta a variaciones estacionales.
Se dice que la Primera Revolución Industrial fue una Revolución Energética. El carbón y el vapor
aumentaron sustancialmente la producción.
Sin empresarios dispuestos a introducir innovaciones, el cambio no hubiera sido posible. Se trató de un
sector dispuesto a motorizar los cambios y a correr los riesgos que ellos comprendían. Los beneficios eran
elevados y las inversiones, de bajo costo. Se habla de un bajo costo porque las maquinarias solían ser
sencillas y poco costosas. También se podían utilizar edificios ya existentes para la instalación de fábricas.
La mano de obra era barata y las condiciones de contratación muy flexibles. La financiación nunca fue un
problema, en las primeras décadas, la industria se financió con capitales propios de los empresarios, la
reinversión de utilidades y créditos a corto plazo de los bancos. Surge la burguesía industrial, cuyo poder
radicaba esencialmente en su riqueza a diferencia de la aristocracia, definida por el nacimiento y los
privilegios.
Se combinaron dos elementos en la Primera Revolución Industrial; los inventos y la iniciativa de los
empresarios. La invención es el descubrimiento, el acceso al conocimiento teórico o práctico que hace
posible un cambio en los métodos de producción. La innovación es la aplicación de este nuevo
conocimiento o el empleo de la nueva máquina en la actividad económica práctica; es ella la que
multiplica la posibilidad de producción. Los inventos de la época fueron llevados a cabo por artesanos o
por técnicos sin formación científica o universitaria.
Las empresas eran “familiares”; pequeñas, bajo nivel de financiamiento (propio en un principio), el capital
y gestión están unificados (el dueño lo hace todo) y están dirigidas por un grupo de comerciantes
conocidos (amigos) o familiares. Esto va a cambiar en la Segunda Revolución Industrial.
La Revolución Industrial no fue un proceso unitario e ininterrumpido, afectó en forma desigual a las
distintas regiones. Sólo algunas áreas geográficas sufrieron los cambios. Ya en la etapa previa a la
Revolución Industrial, la actividad manufacturera había estado concentrada en algunas regiones, en
función a la localización de recursos naturales y oferta de mano de obra. Una vez comenzada la Revolución
Industrial, la diferenciación regional se mantuvo, no necesariamente en las mismas áreas.
Las consecuencias de la industrialización no fueron uniformes en todos los sectores de la sociedad. Si bien
la economía creció a un ritmo sostenido, la nueva riqueza se repartió de forma muy desigual, sobre todo
en los primeros tiempos de la industrialización.
El nuevo sistema de fábrica trajo con él muchas modificaciones; nuevos tipos de disciplina, largas
jornadas de labor, salarios tan bajos que sólo el trabajo ininterrumpido y constante podía proporcionarles
el suficiente dinero para seguir vivos, gran inestabilidad (mucha oferta), empeoramiento en la calidad de
vida de los sectores más vulnerables, castigos (reflejaban la resistencia de los actores de la época). Aquí,
cada operario se encargaba de una parte separada del total de la producción, lo que incrementaba la
eficiencia. “La fábrica era un nuevo tipo de prisión, y el reloj, un nuevo tipo de carcelero”.
Surgimiento de las “clases medias”, en Inglaterra, sinónimo de burguesía. Junto a los propietarios de las
empresas y profesionales, creció el número de empleados (cuello blanco) ≠ obreros industriales (cuello
azul).
Surgimiento del “proletariado” (emergente clase obrera), quien no es propietario de los medios de
producción, sino que vende su fuerza de trabajo en las fábricas, trabajando con máquinas bajo estricta
disciplina.
A fines del siglo XIX casi el 80% de la población británica vivía en áreas urbanas. La difusión del uso de la
energía a vapor fue lo que hizo posible la localización de las actividades industriales en las ciudades, y así,
la concentración de la población.
Las nuevas ciudades industriales se caracterizaron por el deterioro de la calidad de vida y del medio
ambiente urbano. Las ciudades no estuvieron a la altura de la emigración; así surgieron las epidemias de
cólera, fiebres tifoideas, y las enfermedades respiratorias e intestinales.
La vida del pobre, fuera del trabajo, transcurría entre las hileras de casuchas, en las tabernas baratas e
improvisadas y en las capillas también baratas e improvisadas donde se le solía recordar que no sólo de
pan vive el hombre. Su ignorancia material acerca de cuál era el mejor modo de vivir en una ciudad, o de
comer alimentos industriales podía hacerle más pobre de “lo necesario”.
El trabajo femenino e infantil no era novedad, en la sociedad preindustrial ya trabajaba todo el grupo
familiar, lo que cambió radicalmente fueron las condiciones laborales. La paga era menor que la de los
hombres, sus oficios eran considerados “inferiores”, el trabajo de mujeres tuvo un fuerte impacto sobre la
vida familiar (ausencia del hogar por larguísimas horas y la imposibilidad de cuidar a sus hijos en ese
tiempo), hubieron muchos casos de abuso y explotación de niños, las condiciones eran inhumanas, los
niños trabajaban las mismas horas que los adultos. Recién en 1830 el Estado comenzó a penalizar los
abusos cometidos por los propietarios de las fábricas. El trabajo infantil fue el aspecto más negro de la
Revolución Industrial.
Las clases sociales cuyas vidas se vieron menos afectadas con la Revolución Industrial fueron la
aristocracia y la pequeña nobleza. Pues cuanto mejor te iba, el impacto era menor, y viceversa. Las rentas
de estos grupos se engrosaron con la demanda de productos del campo, la expansión de las ciudades
sobre el suelo que ellos poseían y de las minas, forjas y ferrocarriles (instalados en su propiedad). Las
nacientes clases comerciales hallaron un firme patrón de vida aguardándoles, el éxito social no iba a
significar ninguna incógnita. Las surgientes clases medias hasta 1830 apenas habían tenido que
enfrentarse con el problema de qué hacer con el dinero sobrante.
No así el trabajador pobre cuyo mundo y formas de vida tradicionales destruyó la Revolución Industrial,
sin ofrecerle nada a cambio. Surge el “proletario”, que no tiene otra fuente de ingresos digna más que el
salario que perciben por su trabajo. En el trabajo preindustrial, su ingreso salarial complementaba su
acceso directo a los medios de producción.
La “ley de pobres” significaba el aislamiento de pobres en asilos donde se les otorgaba asistencia. En
realidad, la separación de los hombres de sus mujeres e hijos era para castigarles por su indulgencia y
disuadirles de la peligrosa tentación de engendrar más pobres. El objetivo de esta ley no era ayudar a los
desafortunados, sino estigmatizar (exponer/humillar) los vivientes fracasos de la sociedad. Cuando
dependió de sus gobernantes, quienes determinaban el grado de asistencia pública, fue motor de
degradación y opresión más que medio de ayuda material. Ha habido pocos estatutos más inhumanos que
la ley de pobres.
Los líderes naturales de la organización de los trabajadores eran los artesanos. Un grupo importante que
había aceptado e incluso, recibido con alborozo a la industria, la ciencia y el progreso. Eran los líderes
naturales, en ideología y organización, de los trabajadores pobres, los pioneros del radicalismo, de la
discusión y de la educación superior popular, el núcleo de los sindicatos y de los movimientos
progresistas. Representaban el ideal de libertad e independencia en una época en que todo el mundo
conspiraba para degradar al trabajo.
El trabajador era explotado y empobrecido por el rico, que se hacía más rico mientras el pobre se hacía
más pobre.
1815 porque fue el fin de las guerras napoleónicas, que con ellas trajeron abruptos cambios políticos y
económicos. 1870 porque en torno a ese año comenzaron a emerger los elementos definitorios del nuevo
paradigma tecnológico de la Segunda Revolución Industrial; la aparición de la industria química, el boom
en la industria de acero, la empresa moderna y la globalización del mercado.
Francia: lento crecimiento demográfico, bajas tasas de urbanización, escasez y alto precio del carbón.
Holanda (tardía industrialización): amplia red de transporte, agricultura eficiente, amplio imperio
colonial, disponibilidad de capital humano.
Suiza (uno de los países más industrializados): lejano a Gran Bretaña, en el interior del continente, pobre
en aquellos recursos naturales.
La difusión NO se hizo imitando el caso inglés; la industria algodonera no va a ser la espina dorsal de la
industrialización como sí lo fue en Gran Bretaña, y a diferencia de los ingleses, el capital financiero sí va a
tener un peso significativo en los demás países.
El enfoque nacional y regional son igual de importantes. El enfoque regional hace referencia a variables
que adquieren su verdadera naturaleza en esta dimensión territorial. El enfoque nacional alude a
cuestiones sociales, económicas o institucionales que superan y son comunes a todos los procesos de
industrialización de un mismo país: especialmente el papel del Estado.
¿Qué posición ocupaba Gran Bretaña en la economía mundial hacia 1870 por sus niveles de renta y
producción?
Gran Bretaña era todavía en 1870 la más avanzada de las economías del mundo; tanto por niveles de renta
como por niveles de industrialización. Cualquier variable que se seleccione refleja esta ventaja, sean las
estrictamente industriales -datos de producción de energía, hierro o consumo de fibra textil- o las que se
refieren a las macromagnitudes. Para las décadas iniciales del siglo XIX, es muy posible que en esos
momentos la producción manufacturera británica supusiera alrededor del 75 por 100 del total mundial,
mientras que en 1870, la situación era muy distinta: apenas alcanzaba el 32 por 100.
Aplicado primero a esfuerzos fijos -la producción de energía necesaria para los procesos productivos en el
sector industrial- y posteriormente también a esfuerzos móviles (transporte terrestre, ferrocarril, y más
tarde marítimo: navegación a vapor). A partir de la década de 1840, la difusión de la máquina de vapor fue
masiva en Europa y Estados Unidos. Muchos de los países no contaban con abundantes yacimientos de
carbón, fue así que debieron buscarse otras fuentes alternativas de energía, como la energía hidráulica.
Las primeras etapas de todo proceso industrializador estarían caracterizadas por el dominio de los
sectores de consumo frente a los de inversión. Con respecto a la industria de bienes de consumo, y más
específicamente, la industria algodonera; ningún país llegó a competirle a Gran Bretaña, al menos hasta
1870. La industria algodonera de la Europa continental y la estadounidense compartieron algunas
características con la británica, fueron iniciativas territorialmente muy localizadas bajo el dominio de la
empresa familiar. A diferencia de Inglaterra, su producción no estaba orientada a la exportación, porque
los ingleses ya dominaban su mercado. La industria lanera fue otra gran protagonista de la modernización
textil del siglo XIX, aquí la ventaja británica nunca fue acusada. En el sector agroalimentario, el incremento
de la demanda, como consecuencia de los avances de la urbanización y del crecimiento demográfico,
generaron la expansión de nuevas especialidades.
Lo que el algodón significó para el sector textil y la industria ligera, lo fue el hierro para la industria
pesada. Algunas de las innovaciones tecnológicas antes de 1815 fueron; la utilización de carbón de coque
en lugar de carbón vegetal, la introducción de la máquina de vapor o la aplicación del pudelado y los
talleres de laminación. La introducción de los nuevos sistemas de fabricación de acero marcarían el
nacimiento de una nueva fase, vinculada ya a la Segunda Revolución Industrial. La modernización de la
agricultura, de los transportes (ferrocarril) y de los otros sectores industriales se encuentran en el origen
del incremento de la demanda mundial de productos metalúrgicos. Algo similar sucedió en el caso de las
restantes industrias de bienes intermedios, como la industria química vinculada inicialmente a la
manufactura textil.
Explique de acuerdo a Parejo los factores que contribuyeron al desarrollo del factor demanda en el
período 1815-1870. Tenga en cuenta las siguientes variables: crecimiento demográfico, expansión
de los mercados, revolución de los transportes, niveles de bienestar de la población
Los elementos básicos para entender el crecimiento de la demanda de bienes y servicios durante la
primera revolución tecnológica: el incremento del número de consumidores y el aumento de sus niveles
de consumo. El primero implica crecimiento demográfico; el segundo, cambio estructural y crecimiento
económico. Por lo demás, el tamaño de éstos no debe vincularse exclusivamente al volumen de población
o a la capacidad de consumo: la creciente densidad de las redes de comunicación y la decidida apuesta de
los Estados por políticas comerciales proclives a la expansión de los mercados, se convierten también en
factores a considerar.
Entre 1800 y 1900 la población mundial aumentó en algo más de setecientos millones de personas. No
obstante, el que la población creciese de modo relativamente similar en toda Europa no significa que las
causas de este crecimiento fuesen las mismas. Por supuesto, las mejoras higiénicas y una mejor
alimentación deben citarse como las causas fundamentales de este éxito en la lucha contra la muerte.
Desde el lado de la demanda, el crecimiento demográfico experimentado a lo largo del siglo XIX implicaba,
en teoría, mayores posibilidades de consumo y, con ellas, de desarrollo industrial. Sin embargo, nunca
bastó para consolidar por sí sólo un proceso de industrialización. Lo realmente importante era el tamaño
de los mercados a los que podía atender esa incipiente industria; es decir, la demanda efectiva de esa
población ejercida sobre la industria nacional. Asimismo, los procesos de industrialización y en general el
desarrollo de las nuevas relaciones capitalistas, comenzaron a provocar un notable incremento de los
movimientos migratorios internacionales. Recibidos en el “nuevo mundo” donde habían múltiples ofertas
de trabajo y buena calidad de vida.
Para lograr una demanda efectiva de la población, se debían dar los siguientes factores; densidad
demográfica, redes de comunicación y políticas comerciales. Por lo que se refiere al volumen de la
población, algunos autores manejan el concepto de “umbral mínimo” como base para un crecimiento
industrial basado en los mercados protegidos (interiores y coloniales). La opción para los que no llegaban
a esa cifra, pasaba por abrirse a los mercados exteriores.
El ferrocarril permitió una elevación sustancial del volumen de mercancías desplazadas y de la rapidez de
los intercambios, pero también un descenso en el precio de transporte. Más allá de eso, tuvo un rol
trascendental, fue la esponja de enormes capitales que buscaban ser aprovechadas. La extensión del
ferrocarril se acompañó de la modernización del transporte marítimo (de vela a vapor) y también de las
redes de información. El telégrafo eléctrico se convirtió en el elemento clave que aportó, al reducir los
costos e incrementar la fiabilidad y rapidez de la transmisión de datos, importantísimas ventajas al
mundo de los negocios. Sea como fuere, esta revolución de los transportes, estrechamente vinculada a la
revolución tecnológica, permitió consolidar unos flujos que, a grandes rasgos, comprendían la venta de
materias primas y productos agrarios por parte de los países menos industrializados a cambio de
productos manufacturados. Debido a la confluencia del descenso en el costo de transporte y de la
reducción de los aranceles, entre 1820 y 1870, las tasas de crecimiento del comercio exterior fueron más
elevadas en muchos países que su propio PBI.
¿Eran los países industrializados los que presentaban mayores niveles de renta? Sí, pero no
exclusivamente. Ejemplos de esto son las economías de Australia, Canadá y Nueva Zelanda, todavía
relativamente poco pobladas, entre las de mayores ingresos por habitante del planeta. Sin embargo, países
como Gran Bretaña y Estados Unidos demuestran la elevada correspondencia entre niveles de
industrialización y de bienestar.
La razón de este creciente protagonismo del empresario durante la revolución industrial debe buscarse en
la ampliación de las oportunidades de negocio derivadas del crecimiento de los mercados y del cambio
tecnológico, en un marco institucional favorable a la iniciativa particular y a la propiedad privada. El
sistema de fábrica se extendió de manera muy desigual a lo largo del siglo XIX, tanto territorial como
sectorialmente. En toda Europa (incluida Gran Bretaña) todavía a mediados de la centuria, el trabajo a
domicilio o en pequeños talleres continuaba siendo dominante en algunos sectores.
El modelo de empresa característico de la primera industrialización fue el de carácter familiar.
Un mercado interior de pequeñas dimensiones y escasa capacidad adquisitiva exigía diversificar la
producción. A la inversa, mercados amplios permitían avanzar hacia la estandarización.
El Estado surgido de las revoluciones burguesas de comienzos del siglo XIX aspiraba a la definitiva
liberalización de los factores de producción, requisito indispensable para la industrialización. Fue de
ayuda con la construcción de infraestructuras, la adopción de un único sistema monetario, la mejora del
sistema educativo, el establecimiento de unos derechos de propiedad y de una política comercial
protectora con los mercados interiores y la creación de instituciones financieras. De todos los aspectos
mencionados, la historiografía económica ha considerado tradicionalmente al ferrocarril como el
principal elemento difusor de la industrialización y lo cierto es que la decisiva intervención del Estado
permitió acelerar la puesta en servicio del nuevo modo de transporte.
En los años 1815 - 1870 se consagró la edad de oro del capital liberal (pocas barreras proteccionistas). En
1860, los británicos y franceses firmaron un tratado comercial, “Cobden-Chevalier”, el ejemplo más
característico de la política económica librecambista de las décadas centrales del siglo XIX. Se dice que
Gran Bretaña levantó la bandera del libre cambio porque no había nadie que le pudiera competir por el
momento y porque necesitaba introducir sus productos en los mercados extranjeros. Según Cobden, el
objetivo era ampliar la demanda de cereales y materias primas en el continente europeo, con el fin de
frenar su industrialización. Esta tendencia al librecambio contrasta con lo ocurrido en Estados Unidos que
siempre mantuvo unos aranceles mucho más elevados que el resto de las economías industrializadas.
Cambio estructural
La transferencia de activos del campo (sector primario) al sector industrial (secundario), refleja el cambio
estructural que pasa del modelo agrario al modelo industrial. El sector secundario empieza a aportar al
PBI. Los modelos de consumo también se alteran con el crecimiento de las ciudades. Y el modo de
consumo en el campo también se vio afectado; demanda producción industrial porque se va a ir
tecnificando y porque ya no produce para autoabastecerse sino que para vender en el mercado.
La Revolución Agraria en los demás países (no Gran Bretaña), estuvo en confluencia con la Revolución
Industrial.
Entre los cambios ocurridos en el interior de los países que entonces se estaban industrializando destacan
las innovaciones tecnológicas, es una “revolución tecnológica”. En esta época, los inventos tuvieron ya una
base científica y experimental, por lo que la segunda industrialización requería unas dotaciones mínimas
de capital humano, de educación y de investigación (las propias empresas empiezan a tener
departamentos de investigación). Las nuevas tecnologías explican el gran avance experimentado en el
transporte marítimo (barcos de vapor), terrestre (ferrocarriles y automóviles) y aéreo (avión) y en las
comunicaciones (telégrafo (se masificó su uso no se inventó) y teléfono). Al contrario de lo que sucedió en
la primera industrialización, la industria básica (productos pesados) adquirió el protagonismo del
crecimiento industrial. Durante la segunda industrialización, las fuentes energéticas comenzaron a
desplazarse del carbón y el vapor al petróleo y la electricidad.
En los aspectos institucionales destaca que, en este período, se consolidó la gran empresa industrial, cuya
principal ventaja fue que permitía aprovechar las economías crecientes de escala proporcionadas por las
modernas tecnologías; se establecieron nuevos métodos de organización y gestión empresarial que
permitieron utilizar eficientemente los abundantes recursos empleados en los nuevos sectores.
Adicionalmente, los enormes volúmenes de capital exigidos por las masivas inversiones en los nuevos
sectores industriales y de servicios abocaron en la generalización de las sociedades anónimas, como
forma organizativa capaz de reunir los recursos propios (capital) y ajenos (obligaciones) de las empresas
modernas. Esas amplias necesidades de financiación y la nueva organización societaria requirieron la
ampliación y profundización de las bolsas de valores, donde se negociaban las acciones y obligaciones de
esas sociedades anónimas, así como los bonos públicos. Asimismo, las necesidades de recursos ajenos
para realizar aquellas grandes inversiones en capital fijo alentaron el surgimiento de la banca mixta
(capitales públicos y privados), que no sólo realizaba actividades de descuentos comerciales y préstamos
a corto plazo, sino que también promocionaba la creación de empresas y su financiación a largo plazo. La
banca mixta es importante porque, en aquellos países que se instalaba, el Estado podía decidir el rumbo
de la financiación, dónde poner el crédito para favorecer el interés nacional. Inglaterra se encontró en
grandes desventajas al no instalar este modelo.
Finalmente, en este período, el papel del Estado en la economía comenzó a cambiar significativamente
frente a su abstencionismo de mediados del siglo XIX. De un lado, los gobiernos cambiaron la política
comercial, decantándose hacia un proteccionismo moderado que, además, fue muy atemperado en sus
resultados prácticos por la vigencia y renovación de los tratados comerciales, por la reducción de los
costes de transporte y por la vigencia del patrón oro. Por otro lado, los gobiernos comenzaron a practicar
una política industrial intervencionista en apoyo de las industrias nacionales. Y, finalmente, los gobiernos
dejaron atrás el abstencionismo del Estado liberal en cuanto a la distribución de la renta; de manera que,
en este período, comenzaron a sentarse las bases del Estado del Bienestar, con el inicio de reformas
tributarias progresivas, de los gastos en bienes preferentes ( educación y sanidad) y el establecimiento de
los primeros seguros sociales.
Junto a esta disminución de las trabas arancelarias y cuantitativas al comercio internacional, la primera
globalización fue también posible gracias al desarrollo de los transportes y las comunicaciones. Desde
1870, este segundo factor fue más importante, por el debilitamiento del librecambio. Pero entre ambos
permitieron la integración de los mercados de productos y de factores de producción de países muy
distantes. Y esta integración, medida por el acercamiento de los precios entre países, es el rasgo
definitorio de la primera globalización.
Durante la segunda industrialización los cambios técnicos y económicos afectaron a más sectores y a más
países, siendo más globales, por lo que el crecimiento económico fue mayor y más generalizado que
durante la primera revolución industrial.
El descenso del costo del transporte provocó un aumento de la protección arancelaria, como respuesta
defensiva de los agricultores europeos y de los industriales norteamericanos. La revolución de los
transportes (y de las comunicaciones) explica, en efecto, el crecimiento del comercio internacional y las
Inmigraciones generalizadas de personas y de capital. En 1870 ya se hallaban en pleno funcionamiento las
grandes redes ferroviarias continentales, que unificaron los mercados nacionales, tanto en Europa como
en Estados Unidos y algunos países de Asia. Los ferrocarriles también permitieron transportar mercancías
pesadas y voluminosas hacia las costas para su exportación.
Los mercados nacionales se integraron antes que los internacionales, porque los costos del transporte
terrestre descendieron más que los marítimos; eso fue posible por la desaparición de las barreras
arancelarias en el interior de los países, gracias a la unificación política, a las revoluciones burguesas y a la
política integradora de los gobiernos federales.
Los buques de vapor se impusieron sobre los de vela por dos razones:
● La apertura del canal de Suez (1869) desde Europa hacia Asia y Oceanía, desplazó las rutas hacia
mares interiores con menos viento.
● Las innovaciones industriales disminuyeron los costos de mantenimiento y funcionamiento de los
“vapores” y aumentaron el espacio para mercancías y pasajeros.
El modelo Heckscher-Ohlin decía que en este período los países exportaron las mercancías que utilizaban
más intensamente el factor relativamente abundante; los países con abundante tierra exportaron
productos primarios, los países que tenían dotaciones de capital humano (claves para la industria química
y eléctrica) exportaban eso, etc. La reducción de los costos de transporte permitió la especialización de las
regiones y naciones en diferentes productos agrícolas y ganaderos. Se generó la “división internacional de
trabajo”, cada país ofrecía aquel bien con el que tenían ventajas comparativas. Por supuesto que esto
implicaba cierta “trampa” para los países de producción de materias primas, porque así se atrasaba su
desarrollo. Esto explica porque los países tropicales no se desarrollaron.
Reflejo de la creciente interconexión entre la política y la economía (dos lados de una misma moneda). Se
desarrolla el complejo industrial militar, que fracciona el desarrollo económico y es principalmente
dirigido por decisiones políticas. Es acá que empiezan a aparecer las nuevas potencias (Estados Unidos,
Alemania) y le empiezan a “torcer el brazo” a Inglaterra. Primera Guerra Mundial.
¿Cuáles fueron los avances que posibilitaron la integración internacional de los mercados
capitales?
¿Cuáles fueron los principales destinos de inversión de los capitales europeos? ¿Qué condiciones
debían reunir los países receptores de inversiones extranjeras?
Las exportaciones de capital procedían de Europa occidental; principalmente del Reino Unido, pero
también de Alemania y Francia. Los capitales europeos se dirigieron a los países con abundantes recursos
naturales y escasez de trabajo; América del Norte y del Sur, Australasia y Rusia. Apenas afluyeron a los
países asiáticos ni a las zonas más pobres de Europa, que tenían trabajo abundante y bajos salarios. Varias
razones explican esta aparente paradoja; a) los bajos salarios tenían su origen en una menor
productividad de los trabajadores, b) la pobreza de sus recursos naturales y c) el deficiente entorno
institucional. En efecto, la escasez de trabajo en el Nuevo Mundo generó altas tasas de natalidad y de
dependencia, a pesar de la cuantiosa emigración de adultos jóvenes, lo que redujo la tasa de ahorro y
aumentó los tipos de interés, atrayendo el capital europeo.
La inversión extranjera también se dirigía a aquellos países con instituciones similares a las europeas
porque previamente habían sido colonias suyas. En los países restantes, los acreedores europeos se
encontraron con mayores riesgos, que exigieron la intervención de los gobiernos europeos. En algunas
ocasiones, se recurrió al uso de la fuerza militar para cobrar las deudas en los países en bancarrota.
La inversión extranjera directa adquirió importancia antes de la primera guerra mundial: en 1914
suponía entre el 44 y 60 por 100 de toda la inversión privada en los países no industrializados. Las
grandes compañías europeas también invirtieron en Estados Unidos, en todos los sectores industriales
importantes (Fiat, Michelin).
Explique las causas del proceso de migración transoceánico desarrollado durante la segunda
mitad del siglo XIX
La emigración intercontinental había sido obstaculizada por el prohibitivo precio del transporte y la
ausencia de información; por ello, la revolución de los transportes y las comunicaciones permitió las
migraciones. Además de la reducción del precio, aumentó la velocidad y mejoró la comodidad del viaje.
Ello explica que en el siglo XIX, unos sesenta millones de europeos emigraron al Nuevo Mundo.
Algunos acontecimientos provocaron corrientes migratorias, como las crisis de subsistencia, las
persecuciones religiosas o las revoluciones políticas. Pero sus principales determinantes fueron las
condiciones demográficas y económicas. La tasa de crecimiento vegetativo de la población impulsó la
emigración, al aumentar el porcentaje de la población en edad de trabajar, y por tanto, de emigrar.
También, la diferencia entre los salarios de los países de destino y de origen favoreció la emigración.
Muy importante fue el papel desempeñado por los emigrantes ya establecidos en las regiones de destino;
estos impulsaban la “migración en cadena”, pues enviaban información y dinero para financiar el viaje de
los nuevos emigrantes y les proporcionaban alojamiento y manutención cuando llegaban hasta que
encontraban trabajo.
La experiencia de la primera globalización muestra que ella misma engendró los mecanismos que,
después de 1914, llevarían a su propia destrucción: alteró la distribución de la renta sin compensar a los
perdedores y provocó inestabilidad en los mercados financieros sin consolidar unas instituciones capaces
de frenar las crisis financieras. El colapso de la globalización ocurrió en la gran depresión de 1930.
Aquella globalización fue posible por la revolución de los transportes y las comunicaciones, así como por
los importantes avances técnicos e institucionales, característicos de la segunda revolución industrial. A
pesar del retroceso del librecambio, empero, las políticas económicas todavía eran bastante liberales, en
comparación con las aplicadas antes de 1860 y después de 1914, por lo que no impidieron el avance de la
globalización.
El crecimiento económico se vio afectado por la cooperación entre los bancos centrales para aliviar las
crisis financieras, por la generalización del patrón oro en los países más desarrollados y la libertad de
movimiento de las personas y los capitales a través de las fronteras.
Los sistemas políticos dejaban bastante que desear, desde una óptica democrática, y también la
administración pública era deficiente en los países que se estaban industrializando.
Los seguros sociales y los gastos del Estado de Bienestar en sanidad y educación comenzaron a construir
una red de seguridad frente al infortunio de los trabajadores.
Los factores desencadenantes de la reacción, desde la década de 1870, fueron; a) la invasión de Europa
por los cereales baratos en América y de Ucrania creó una crisis agraria, que redujo las rentas de los
propietarios y los ingresos de los campesinos, b) la cuantiosa inmigración desde Europa redujo los niveles
de vida de los trabajadores de los países del Nuevo Mundo, c) las exportaciones de manufacturas europeas
impedían el desarrollo de las industrias nacientes de América. Frente a estos retos, muchos países
levantaron barreras arancelarias.
¿Cuáles fueron las respuestas de los gobiernos frente a los reclamos contra la globalización?
Desde 1872, los gobiernos de los países actualmente desarrollados siguieron unas políticas
intervencionistas encaminadas a fomentar el crecimiento de sus industrias nacientes. En la política
comercial, además de los aranceles para frenar las importaciones, los gobiernos promocionaron las
exportaciones mediante las subvenciones y la restitución de los aranceles pagados por los inputs
incorporados a las exportaciones. En la política industrial, se concedieron subvenciones a determinadas
industrias y se emprendieron planes de obras públicas y de inversiones públicas industriales. Finalmente,
los gobiernos apoyaron la adquisición de tecnología extranjera.
En 1860 en Gran Bretaña se había firmado el pacto Cobden-Chevalier. Al poco tiempo, cuando la ventaja
competitiva de la industria británica comenzó a ser amenazada por Estados Unidos y Alemania, en la
década de 1880, los industriales británicos comenzaron a exigir al gobierno protección frente al exterior.
La política industrial alemana se centró en los aranceles, el apoyo a la iniciativa privada y en la legislación
de cárteles industriales. En 1879, el canciller Otto von Bismarck estableció un arancel más proteccionista
bajo la presión de terratenientes y empresarios siderúrgicos. Se creó un capitalismo “cooperativo y
organizado”, diferente del más competitivo y personal que había predominado en Inglaterra.
Estados Unidos fue el país más proteccionista hasta la primera guerra mundial. Los economistas sostenían
que el librecambio promovido por los británicos tendría efectos nefastos aplicados en Estados Unidos. El
desarrollo económico entre 1870 y 1910 se debió gracias al proteccionismo, el apoyo a la investigación
agrícola, el gasto público en educación y las subvenciones a las compañías ferroviarias.
Gran Bretaña había practicado una política encaminada a impedir que sus colonias se indutrializaran,
basada en el fomento de la producción de materias primas, la prohibición de ciertas actividades
industriales y de la exportación de productos que competían con los británicos, y la privación de las
competencias arancelarias. En los países que no eran colonias, Gran Bretaña trató de impedir el desarrollo
de las manufacturas a través de los “tratados desiguales” que les imponían unos topes arancelarios,
privándoles de la soberanía arancelaria. Países latinoamericanos, China, Japón, Corea, India, etc. Estos
países dependientes sólo pudieron desarrollar su industrialización cuando recuperaron la autonomía
para fijar la política arancelaria y otras políticas de apoyo industrial ( aprox. 1913).
Explique las mejoras en el entorno institucional producidas en la segunda mitad del siglo XIX.
Distinga aquellas vinculadas al ámbito público, al Estado y al sector empresarial
Los derechos de propiedad intelectual estaban muy deficientemente definidos, porque las patentes
extranjeras y ciertas invenciones, como las sustancias químicas o farmacéuticas, estaban desprotegidas;
asimismo, la comprobación de la originalidad de la invención era muy laxa. Hasta mediados del siglo XIX,
la tecnología estaba incorporada en los trabajadores especializados y en las máquinas; por eso Gran
Bretaña había prohibido su salida al extranjero. La presión de los países tecnológicamente más avanzados
(Gran Bretaña, Estados Unidos y Francia) llevó al establecimiento de un régimen internacional de
derechos de propiedad intelectual.
Patrón Oro
El patrón oro es un sistema monetario característico del siglo XIX en el cual el valor de la moneda de un
país era totalmente convertible en gramos de oro, dado que los Bancos Centrales tenían la obligación de
su conversión cuando un ciudadano lo demandara. Es decir, se podía reclamar el cambio de los billetes a
oro (“convertibilidad libre”). Bajo estas condiciones, el oro debía tener el mismo valor en todos los países
pertenecientes al club del oro. El oro debía ser proporcional a la cantidad de billetes emitidos por el país.
Generó el aumento del flujo de capital internacional. Es un lenguaje que permite el intercambio entre
países y una actividad más fluida.
El patrón oro conoció su apogeo entre 1872 y 1914. Cuando las principales economías europeas se
incorporaron al patrón oro, aumentó fuertemente la demanda de oro para uso monetario y,
simultáneamente, la oferta de plata, porque se desmonetizó en aquellos países. Con todo, la
generalización del patrón oro fue lenta. En 1895, los principales países pertenecían al patrón oro,
mientras que los países atrasados mantuvieron el patrón plata.
El patrón oro facilitó los movimientos internacionales de capital porque eliminó el riesgo de cambio y
porque obligaba a los países del club a seguir políticas fiscales y monetarias ortodoxas, lo que reducía el
riesgo del país. La financiación internacional era más barata para los miembros del club del oro. La
adopción del patrón oro suponía que los gobiernos perdían la autonomía de su política monetaria y el
control de sus tipos de interés; en particular, los países pequeños. También exponía a los países a las crisis
económicas, pues los ajustes ante las mismas no podrían realizarse con devaluaciones, sino aumentando
los tipos de interés y soportando disminuciones en los niveles de renta y empleo. Por el contrario, los
países que no pertenecían al patrón oro vieron cómo sus divisas se depreciaron frente al oro a la mitad de
su cotización inicial, entre 1873 y 1894. Esto permitió incrementar sus exportaciones y sustituir
importaciones, pero también incrementó los gastos por los intereses y las amortizaciones de sus deudas
externas denominadas en oro, como sucedió en India y Argentina.
Los gobiernos europeos no respetaron las reglas del patrón oro, ante las entradas de oro, no reaccionaban
emitiendo más billetes si no que preferían atesorar sus reservas antes que provocar aumentos en sus
precios interiores. No siguieron las reglas para mantener la paridad porque en momentos de crisis
económicas, las reservas de oro eran altas y los tipos de interés bajos.
El largo éxito del patrón oro se basó en otros factores. El fundamental fue que el patrón oro se apoyó no
sólo en el oro sino también en la solidez de algunas divisas, particularmente la libra esterlina. Casi todos
los países (con la excepción de Estados Unidos, Francia, el Reino Unido y Alemania) mantuvieron una
parte de sus reservas en divisas convertibles en oro (precisamente, la libra esterlina, el franco francés y el
marco alemán) que eran, además, las que se utilizaban normalmente para saldar las transacciones
internacionales. El éxito del patrón oro, por tanto, se fundamentó en la confianza que ofrecían esas divisas
fuertes, en particular la libra, basada más en cuestiones políticas que estrictamente económicas.
Decadencia británica
A pesar de que Gran Bretaña mantuvo el liderazgo mundial hasta la primera guerra mundial, en las cuatro
décadas previas su declive había sido evidente, ante el ascenso de Estados Unidos y Alemania. Hay dos
interpretaciones sobre las causas de la decadencia británica:
● Mantuvo demasiado tiempo sus métodos productivos y sus antiguas tecnologías e
infraestructuras propias de la primera revolución: obsolescencia técnica. Sumado al atraso
institucional; no surgieron los bancos mixtos, el capitalismo seguía siendo personal y el
absentismo del Estado en la promoción de la educación pública y de la industria.
● Sufrió los costos de mantener un imperio y el liderazgo internacional, que la implicaron en
sucesivas guerras, aumentando los gastos en defensa.
¿Qué cambios ocurrieron en la economía de los países industrializados a fines del siglo XIX? ¿Por
qué dice Hobsbawm que la economía “cambia de ritmo”?
Desde 1873 la economía mundial estaba marcada por «una perturbación y depresión del comercio sin
precedentes». Su peculiaridad más notable era su universalidad; afectó a absolutamente todas las
naciones sin importar su prestigio o nivel a escala mundial. No enriqueció a aquellos que dominaban el
comercio mundial, cuyos beneficios solían ser más importantes cuanto más fluctuante e incierta era la
situación económica. A pesar de las depresiones entre 1873 y 1890, la producción mundial continuó
aumentando de forma muy sustancial. Tras el drástico hundimiento de la década de 1870 lo que estaba en
juego no era la producción, sino su rentabilidad.
Por un lado, la caída de precios agrícolas y de manufacturas, y por el otro, el crecimiento del comercio
internacional y de la producción y productividad. Estos factores desencadenaron la caída de los márgenes
de beneficio empresarial (no había suficiente demanda para cubrir la rentabilidad de la producción).
La mano de obra se benefició por el aumento del salario real (poder adquisitivo).
¿Qué impacto tuvo la deflación del período 1873-1896 sobre los beneficios empresarios?
Ningún período fue más deflacionario (reducción de moneda en circulación → baja de precios) que el de
1873-1896. La deflación hace que disminuyan los beneficios para los empresarios. Una gran expansión del
mercado puede compensar esa situación, pero lo cierto es que el mercado no crecía con la suficiente
rapidez, en parte porque la nueva tecnología industrial posibilitaba y exigía un crecimiento extraordinario
de la producción, en parte porque aumentaba el número de competidores en la producción y de las
economías industriales, incrementando enormemente la capacidad total, y también porque el desarrollo
de un gran mercado de bienes de consumo era todavía muy lento. Otra dificultad radicaba en el hecho de
que los costos de producción eran más estables que los precios a corto plazo, pues los salarios no podían
ser reducidos -o no lo eran- proporcionalmente, al tiempo que las empresas tenían que soportar también
la carga de importantes cantidades de maquinaria y equipo obsoletos o de nuevas máquinas y equipos de
alto precio que, al disminuir los beneficios, se tardaba más de lo esperado en amortizar. Los precios
descendieron un 40% en Gran Bretaña.
¿Qué impacto tuvo la deflación del período 1873-1896 sobre el sector agrícola? ¿Cómo
reaccionaron los campesinos?
La producción agrícola, que se había incrementado notablemente en los decenios anteriores, inundaba los
mercados mundiales, protegidos hasta entonces por los altos costos del transporte y de una competencia
exterior masiva. Las consecuencias para los precios agrícolas, tanto en la agricultura europea como en las
economías exportadoras de ultramar, fueron dramáticas. En algunas zonas la situación empeoró al
coincidir diversas plagas en ese momento; por ejemplo, la filoxera a partir de 1872 en Francia. Los
decenios de depresión no eran una buena época para ser agricultor en ningún país implicado en el
mercado mundial. La reacción de los agricultores, según la riqueza y la estructura política de sus países,
varió desde la agitación electoral a la rebelión, por no mencionar la muerte por hambre.
En cuestión, las dos respuestas más habituales entre la población fueron la emigración masiva y la
cooperación, la primera protagonizada por aquellos que carecían de tierras o que tenían tierras pobres, y
la segunda, fundamentalmente por los campesinos con explotaciones potencialmente viables. La década
de 1880 conoció las mayores tasas de emigración a ultramar. En cuanto a la cooperación, proveyó de
préstamos modestos al campesinado. Mientras tanto, se multiplicaron en varios países las sociedades
para la compra cooperativa de suministros, la comercialización en cooperativa y el procesamiento
cooperativo.
¿Qué medidas adoptaron algunos Estados para tratar de mitigar los efectos de la Gran Depresión?
Una de las soluciones consistía en una especie de “monetarismo a la inversa” que era sustentado por
muchos que atribuían el descenso de los precios a la escasez de oro, que era cada vez más la base
exclusiva del sistema de pagos mundial. Un sistema basado en el oro y la plata, mineral cada vez más
abundante, sobre todo en América, podría elevar los precios a través de la inflación monetaria. La banca,
las grandes empresas y los gobiernos de los países más importantes del capitalismo mundial no tenían la
menor intención de abandonar la paridad fija del oro.
Los diferentes gobiernos mostraron una mejor disposición para escuchar a los grupos de intereses y a los
núcleos de votantes que les impulsaban a proteger a los productores nacionales de la competencia de los
bienes importados. Entre los que solicitaban ese tipo de medidas no estaban únicamente el bloque
importantísimo de los agricultores, sino también sectores significativos de las industrias familiares, que
intentaban minimizar la «superproducción» defendiéndose al menos de los adversarios extranjeros.
La gran depresión puso fin a la era del liberalismo económico, las tarifas proteccionistas pasaron a ser un
elemento permanente en el escenario económico internacional.
¿Por qué motivos Gran Bretaña siguió apoyando el librecambio sin restricciones?
Las razones eran evidentes, al margen de la ausencia de un campesinado numeroso y, por tanto, de un
voto proteccionista importante, el Reino Unido era el exportador más importante de productos
industriales y en el curso de la centuria había orientado su actividad cada vez más hacia la exportación en
mucho mayor medida que sus principales rivales. El Reino Unido era, con gran diferencia, el mayor
exportador de capital, de servicios «invisibles» financieros y comerciales y de servicios de transporte. El
Reino Unido era el mayor receptor de exportaciones de productos primarios del mundo y dominaba el
mercado mundial de algunos de ellos, como la caña de azúcar, el té y el trigo, del que compró en 1880 casi
la mitad del total que se comercializó internacionalmente.
¿Por qué afirma el autor que la industrialización y la depresión hizo de las economías del mundo
desarrollado un grupo de economías rivales?
La industrialización y la depresión hicieron de las economías del mundo un grupo de economías rivales,
donde los beneficios de una parecían amenazar la posición de las otras. No sólo competían las empresas,
sino también las naciones. De esta forma, muchos británicos sentían que se les erizaban los cabellos
cuando leían artículos periodísticos sobre la invasión económica alemana. Sus padres no habían perdido
la calma ante las advertencias de la superioridad técnica de los extranjeros. El proteccionismo expresaba
una situación de competitividad económica internacional y también era perjudicial para el crecimiento
económico mundial. Y obligaba a las naciones a ampliar su base industrial. Se ha calculado que entre 1880
y 1914 el incremento global de la producción y el comercio fue mucho más elevado que durante los
decenios en los que estuvo vigente el librecambio.
¿Qué medidas tomaron los grandes empresarios para tratar de sobrevivir a la depresión
económica?
Las medidas que tomaron las grandes empresas, para ampliar los márgenes de beneficio, reducidos por la
competitividad y por la caída de los precios, fueron; la concentración económica y la racionalización
empresarial (“gestión científica”).
No hay que confundir concentración económica con monopolio o con el control del mercado por un grupo
de empresas dominantes (oligopolio). Ciertamente, los casos de concentración fueron de este tipo,
producidos generalmente por fusiones o por acuerdos para el control del mercado entre empresas. En
Estados Unidos se instaló la Sherman Anti-Trust Act (1890), como legislación antimonopolista, de dudosa
eficacia y los “sindicatos”. En Alemania, se instalaron carteles (fundamentalmente en las industrias
pesadas) que gozaban del apoyo del gobierno.
La presión sobre los beneficios en el período de la depresión, así como el tamaño y la complejidad cada
vez mayor de las empresas, sugirió que los métodos tradicionales y empíricos de organizar las empresas,
y en especial la producción, no eran ya adecuados. Así surgió la necesidad de una forma más racional o
«científica» de controlar y programar las empresas grandes y deseosas de maximizar los beneficios. A
partir de 1918, los nombres Taylor y Ford (taylorismo y fordismo) se identificarían con la utilización
racional de la maquinaria y mano de obra para maximizar la producción. Este objetivo se intentó alcanzar
mediante el aislamiento de cada trabajador del resto del grupo que ahora pasaba a ser dirigido por
representantes de la dirección que le decían qué hacer y cuánto de aquello. La cronometración de las
partes del proceso. Y distintos sistemas de salario que suponían un incentivo para el trabajador.
Período de prosperidad económica y época de paz armada ya que crecía la rivalidad y tensión entre
países. Algunas de las respuestas de los gobiernos fueron: el imperialismo (no sólo era una muestra de
poder sino que también servía para descomprimir la agitación social que se gestaba; los trabajadores
podían emigrar a las colonias donde tenían una “posición más alta”), el proteccionismo (no obstaculizó el
crecimiento del comercio), el concentramiento de la economía reflejado en monopolios o trusts (la
posibilidad de explotar en su totalidad un producto, para competir con la otra industria del país rival) y la
racionalización de la gestión empresarial y el trabajo (empresa moderna, Taylor y Ford).
¿Por qué Hobsbawm define al período 1875-1914 como la “Era del Imperio”?
Un mundo en el que el ritmo de la economía estaba determinado por los países capitalistas desarrollados
o en proceso de desarrollo existentes en su seno tenía grandes probabilidades de convertirse en un
mundo en el que los países «avanzados» dominaran a los «atrasados»: en definitiva, en un mundo
imperialista. Pero, paradójicamente, al período transcurrido entre 1875 y 1914 se le puede calificar como
era del imperio no sólo porque en él se desarrolló un nuevo tipo de imperialismo, sino también por otro
motivo ciertamente anacrónico. Probablemente, fue el período de la historia moderna en que hubo mayor
número de gobernantes que se autotitulaban oficialmente «emperadores» o que eran considerados por
los diplomáticos occidentales como merecedores de ese título.
El período que estudiamos es una era en que aparece un nuevo tipo de imperio, el imperio colonial. La
supremacía económica y militar de los países capitalistas no había sufrido un desafío serio desde hacía
mucho tiempo, pero entre finales del siglo XVIII y el último cuarto del siglo XIX no se había llevado a cabo
intento alguno por convertir esa supremacía en una conquista, anexión y administración formales. Entre
1880 y 1914 ese intento se realizó, y la mayor parte del mundo ajeno a Europa y al continente americano
fue dividido formalmente en territorios que quedaron bajo el gobierno formal o bajo el dominio político
informal de uno u otro de una serie de estados, fundamentalmente el Reino Unido, Francia, Alemania,
Italia, los Países Bajos, Bélgica, los Estados Unidos y Japón.
Ese reparto del mundo entre un número reducido de estados, era la expresión más espectacular de la
progresiva división del globo en fuertes y débiles (“avanzados” y “atrasados”).
El imperialismo fue el dominio (a modo de conquista y colonización) de los países industriales europeos,
Estados Unidos y Japón, en distintos territorios del mundo. El dominio podía ser de manera directa
(ocupación) o de manera indirecta (los países dominados tienen independencia formal pero su
dependencia con las potencias era muy importante).
¿Qué interpretaciones menciona el autor que se dieron acerca de las causas del imperialismo y
cómo se posiciona en relación a ellas?
El análisis leninista decía que el nuevo imperialismo tenía sus raíces económicas en una nueva fase
específica del capitalismo que conducía a la división territorial del mundo entre las grandes potencias
capitalistas en una serie de colonias formales e informales y de esferas de influencia. Las rivalidades
existentes entre los capitalistas que fueron causa de esa división engendraron también la primera guerra
mundial. Así se asume que de una forma u otra, la expansión económica y la explotación del mundo en
ultramar eran esenciales para los países capitalistas.
El análisis antileninista negaba la conexión específica entre el imperialismo con el capitalismo y que el
mismo tuviera raíces económicas importantes. Afirmaba que el imperialismo no desembocó en
rivalidades y que no había tenido consecuencias decisivas sobre el origen de la primera guerra mundial.
Rechazando las explicaciones económicas, se concentraba en los aspectos psicológicos, ideológicos,
culturales y políticos.
Muchos de los análisis teóricos del antiimperialismo carecían de toda solidez. Pero el inconveniente de los
escritos antiimperialistas es que no explican la conjunción de procesos económicos y políticos, nacionales
e internacionales. No explican por qué los contemporáneos consideraron que «imperialismo» era un
fenómeno novedoso y fundamental desde el punto de vista histórico. En definitiva, lo que hacen muchos
de los autores de esos análisis es negar hechos que eran obvios en el momento en que se produjeron y que
todavía lo son.
Entre 1876 y 1915, aproximadamente una cuarta parte de la superficie del planeta fue distribuida o
redistribuida en forma de colonias entre media docena de estados.
¿Qué importancia va a tener la aparición de los movimientos obreros y de forma más general de la
política democrática en el desarrollo del “nuevo imperialismo”?
En definitiva, es imposible separar la política y la economía en una sociedad capitalista. Por ende, la
pretensión de explicar «el nuevo imperialismo» desde una óptica no económica es poco realista. La
aparición de los movimientos obreros o, de forma más general, de la política democrática tuvo una clara
influencia sobre el desarrollo del «nuevo imperialismo». Desde que el gran imperialista Cecil Rhodes
afirmara en 1895 que si se quiere evitar la guerra civil hay que convertirse en imperialista, muchos
observadores han tenido en cuenta la existencia del llamado «imperialismo social», es decir, el intento de
utilizar la expansión imperial para amortiguar el descontento interno a través de mejoras económicas o
reformas sociales, o de otra forma. Sin embargo, no poseemos pruebas de que la conquista colonial
tuviera una gran influencia sobre el empleo o sobre los salarios reales de la mayor parte de los
trabajadores en los países metropolitanos.
No se puede negar que la idea de superioridad y de dominio sobre un mundo poblado por gentes de piel
oscura en remotos lugares tenía arraigo popular y que, por tanto, benefició a la política imperialista. La
era del imperio no fue sólo un fenómeno económico y político; sino también cultural. La conquista del
mundo por la minoría «desarrollada» transformó imágenes, ideas y aspiraciones, por la fuerza y por las
instituciones, mediante el ejemplo y mediante la transformación social.
En algunas zonas, como en el África subsahariana, fue el imperialismo el que creó la posibilidad de que
aparecieran nuevas élites sociales sobre la base de una educación a la manera occidental. La división entre
estados africanos «francófonos» y «anglófonos» que existe en la actualidad refle¡a con exactitud la
distribución de los imperios coloniales francés e inglés.
Excepto en África y Oceanía, donde las misiones cristianas aseguraron a veces conversiones masivas a la
religión occidental, la gran masa de la población colonial apenas modificó su forma de vida cuando podía
evitarlo. Y con gran disgusto de los más inflexibles misioneros, lo que adoptaron los pueblos indígenas no
fue tanto la fe importada de Occidente como los elementos de esa fe que tenían sentido para ellos en el
contexto de su propio sistema de creencias e instituciones.
¿Qué cambios implicó la occidentalización para los pueblos dominados y a qué hace referencia el
denominado “exotismo”?
Lo que el imperialismo llevó a las elites potenciales del mundo dependiente fue fundamentalmente la
«occidentalización». Por supuesto, ya había comenzado a hacerlo mucho antes. Todos los gobiernos y
elites de los países que se enfrentaron con el problema de la dependencia o la conquista vieron
claramente que tenían que occidentalizarse si no querían quedarse atrás. Las elites que se resistían a
Occidente siguieron occidentalizándose, aun cuando se oponían a la occidentalización total, por razones
de religión, moralidad, ideología o pragmatismo político. El santo Mahatma Gandhi, que vestía con un
taparrabos y llevaba un huso en su mano (para desalentar la industrialización), no sólo era apoyado y
financiado por las fábricas mecanizadas de algodón de Ahmedabad, sino que él mismo era un abogado
que se había educado en Occidente y que estaba influido por una ideología de origen occidental. El legado
cultural más importante del imperialismo fue una educación de tipo occidental para minorías distintas,
fueron las élites occidentalizadas las primeras en entrar en contacto con ideas antiimperialistas durante
sus visitas a Occidente.
La novedad del siglo XIX consistió en el hecho de que cada vez más y de forma más general se consideró a
los pueblos no europeos y a sus sociedades como inferiores, indeseables, débiles y atrasados, incluso
infantiles. Eran pueblos adecuados para la conquista o, al menos, para la conversión a los valores de la
única civilización real, la que representaban los comerciantes, los misioneros y los ejércitos de hombres
armados. En cierto sentido, los valores de las sociedades tradicionales no occidentales fueron perdiendo
importancia para su supervivencia, en un momento en que lo único importante eran la fuerza y la
tecnología militar.
El exotismo fue consecuencia de la expansión europea. Hace referencia a la tendencia a incorporar formas
y estilos artísticos de países alejados de la cultura occidental. La densidad de la red de comunicaciones
globales, la accesibilidad de los otros países, ya fuera directa o indirectamente, intensificó la confrontación
y la mezcla de los mundos occidentales y éxotico. Muchos escritores o intelectuales decidieron convertirse
en intermediarios entre ambos mundos, integrando lo exótico en la educación cotidiana; en las novelas
juveniles de Karl May, el héroe imaginario alemán recorría el salvaje Oeste y el Oriente islámico, con
incursiones en el África negra y en América Latina. Este siendo uno de muchos ejemplos. El imperialismo
hizo que aumentara notablemente el interés occidental hacia diferentes formas de espiritualidad
derivadas del Oriente. En el terreno artístico, en especial las artes visuales, las vanguardias occidentales
trataban de igual a igual a las culturas no occidentales. De hecho, en muchas ocasiones se inspiraron en
ellas durante este período.
¿Cuál era el impacto real de las colonias en la economía de las metrópolis? Diferencie la situación
de Gran Bretaña con la de otros países europeos.
De todos los países metropolitanos donde el imperialismo tuvo más importancia fue en el Reino Unido,
porque la supremacía económica de este país siempre había dependido de su relación especial con los
mercados y fuentes de materias primas de ultramar. Si se incluye el imperio informal, aproximadamente
una tercera parte del globo era británica en un sentido económico, y desde luego cultural, porque una
parte importante de estados independientes eran, en realidad, economía satélite del Reino Unido. Los
capitalistas británicos salieron bastante bien parados en sus actividades en el imperialismo informal.
Una combinación más eficiente de productos y procesos, inter-relacionados con innovaciones técnicas,
organizacionales y de gestión empresarial, que promueven un crecimiento de la productividad de toda, o
de una parte, de la economía, reducen drásticamente los costos de numerosos productos y servicios,
cambian la estructura de costos relativos y abren de manera inédita una amplia gama de oportunidades
para las inversiones rentables.
¿Cuánto tiempo se necesita, según Neffa, para que un nuevo paradigma productivo se consolide en
una etapa en que la economía mundial se encuentra en crisis?
Los procesos de trabajo y producción taylorista y fordista implicaron una simplificación del trabajo, pocos
requerimientos en materia de calificaciones y competencias profesionales, menor autonomía de los
trabajadores, con lo cual se posibilitó el reemplazo de los trabajadores por máquinas, y los empresarios
manifestaron poco interés para invertir en la capacitación. Al querer aumentar la
productividad/eficiencia, y así la producción, se llamaron organizaciones científicas del trabajo.
Taylorismo Fordismo
Adaptación de las materias primas y herramientas Una relación salarial orientada a fijar la mano de
más adecuadas para cada tarea. obra en la empresa; contratos de trabajos
estables, por tiempo indeterminado, y un sistema
de remuneraciones.
Adaptación de las tareas; implantar la mejor No acepta obreros sindicalizados. Esto explica la
manera, la más rápida y barata. debilidad sindical en Estados Unidos.
División del trabajo en tareas muy sencillas y Constitución de grandes stocks de materias
rutinarias para elevar los rendimientos de primas, insumos y de productos terminados para
producción individual y así permitir la entrada disponer de un margen de seguridad ante
masiva de mano no especializada. imprevistos.
Formación profesional especializada limitada a las Cadena de montaje: todos haciendo la misma
pocas tareas que se debían realizar. operación en la misma cinta, así aumenta la
productividad/eficiencia.
La medición de los resultados cuantitativos de la Creó las condiciones para que después de la gran
tarea realizada por cada trabajador. crisis de los años treinta, el Estado adapte la
forma de Estado Providencia (papel decisivo en la
reproducción de la fuerza de trabajo, relación
salarial y protección social).
Sistema de remuneración según el rendimiento, Los obreros tienen que tener buen salario y
para motivar el incremento de la productividad trabajo para agrandar el mercado de consumo.
individual. No hay una lógica de salario-tiempo. Ecuación elemental: producir en masa para
abaratar costos.
Definición fordismo: supone una articulación entre el proceso de producción y el modo de consumo de la
sociedad que empujó hacia la consolidación de la producción en masa para un mercado de masas y la
universalización del trabajo asalariado. PRODUCCIÓN EN MASA PARA UNA SOCIEDAD DE CONSUMO
MASIVO.
¿Cuáles son las características principales del contexto histórico en el que surgió el paradigma
taylorista?
El paradigma taylorista surgió en un contexto histórico caracterizado por el fuerte crecimiento económico
y la expansión de la demanda, sin que paralelamente se produjera un cambio tecnológico importante que
hiciera posible sustituir fuerza de trabajo. Debido al cambio en el proceso migratorio generado por la
guerra de secesión, se produjo la escasez de fuerza de trabajo calificada, junto con la existencia de fuertes
sindicatos de oficio, cuyos miembros controlaban el proceso de trabajo. El problema que se trató de
resolver fue el de hacer una economía de movimientos y de tiempo de trabajo, reducir los costos unitarios
de producción, simplificar el trabajo e intensificarlo, para incorporar mano de obra poco calificada.
El surgimiento de este nuevo proceso de trabajo fue posible porque se dieron ciertas condiciones: un
contexto de rápido y sostenido crecimiento económico, la distribución del ingreso, el aumento de la
demanda de bienes de consumo durables por parte de amplios sectores de la población, la escasez de
mano de obra calificada y un mercado de trabajo que funcionaba en condiciones de casi pleno empleo.
Dirigidas por una persona o número reducido de Administrada por gerentes asalariados. Debido al
personas. crecimiento de las empresas y a la necesidad de
coordinar y gestionar eficientemente.
Domina el trabajo intensivo y los escasos bienes Grandes volúmenes de capital hacen que haya que
de capital se dirigen a salarios (máquinas simples recurrir al crédito bancario. Así surgen las
y baratas). sociedades anónimas.
¿Por qué en los sectores del FFCC y comunicaciones (telégrafo y teléfono) se produjeron
oligopolios e incluso monopolios?
El transporte ferroviario, el telégrafo y el teléfono eran sectores muy intensivos en capital, en gestión
(coordinación) y en tecnología. Los tres sectores operaban redes físicas en las que existían
“externalidades de red” (economías de escala de la demanda): el valor del servicio ofrecido dependía del
número de usuarios conectados a ellas. Las externalidades de red están sujetas a un feedback positivo,
esto es, la compañía que tenga la red más amplia, atraerá a mayor parte de nuevos clientes; por el
contrario, aquella con una red pequeña tenderá a desaparecer. Es en estos casos donde se forman
oligopolios o monopolios.
Las compañías ferroviarias fueron las primeras que se enfrentaron a un control de grandes cantidades de
unidades de producción diversas (vagones de pasajeros, de correo, de mercancías específicas -vagones
generales, frigoríficos y de líquidos-) en un sistema de flujos en red muy complejo (el conjunto de redes
ferroviarias creciendo de costa a costa en el vasto territorio norteamericano), es decir, tenían que calcular
el costo y la rentabilidad de cada vagón moviéndose en cada momento. De esta manera, el mantenimiento
y la reparación del material fijo y móvil y la coordinación de los flujos de tráfico (apoyada en la
información del telégrafo), tanto para la carga y descarga de mercancías y pasajeros como para evitar los
accidentes y la adecuación de los vagones al nivel de demanda, fueron los factores que hicieron necesario
desarrollar un nuevo sistema administrativo y de información interno, así como una serie de controles de
información (red de telégrafo), contables y estadísticos. Para ello hubo que recurrir al empleo de una
jerarquía administrativa, cada vez más numerosa, que iba desde los empleados en cada estación, pasando
por los directivos medios encargados de intervenirlos (interventores), a los altos ejecutivos responsables
de supervisar todas las actividades, con escasa o ninguna participación en la propiedad de estas
compañías.
Pérdidas de población
Es difícil hacer un cómputo exacto de las pérdidas de población producidas por la guerra; las bajas
militares tan sólo fueron una pequeña proporción del número total de muertes ocurridas en ese período.
Murió mucha más gente de hambre y enfermedades, o como consecuencia de la guerra civil, que en el
campo de batalla. Además, debe hacerse alguna estimación del déficit de población causado por la falta de
nacimientos como consecuencia de las condiciones del tiempo de guerra. El impacto fue mayor de lo que
indican las cifras absolutas porque la mayoría de las personas muertas estaban en la flor de su vida y por
tanto constituían la parte más productiva de la fuerza de trabajo. La cifra total del déficit de población
europeo fue de 24.000.000. Sin embargo, por cruel que pueda parecer, las pérdidas pueden haber sido en
parte una bendición disfrazada, dadas las limitadas oportunidades de empleo que iban a darse en el
período de entreguerras.
Indudablemente el valor del stock de capital de Europa se deterioró durante la guerra, como consecuencia
del daño físico, la venta de activos extranjeros, el freno a la inversión y el descuido en el mantenimiento.
La guerra destruyó el crecimiento normal de unos tres o cuatro años de las rentas derivadas de la
propiedad en Europa. Fue inevitable que Bélgica y Francia soportaran la carga principal, dado que buena
parte de la lucha se produjo en sus territorios. El proceso de recuperación europeo en su conjunto se hizo
más difícil a causa del hecho de que los acuerdos del tratado de paz impusieron graves sanciones a los
vencidos y procedieron a repartir el mapa de Europa de una manera que iba en detrimento del bienestar
económico de este continente.
Casi de la noche a la mañana los gobiernos abandonaron precipitadamente la sana ortodoxia financiera
del siglo XIX, lo que significó el abandono de la disciplina del patrón oro y el recurso a la financiación del
déficit. Un 80% del gasto total de guerra de los beligerantes se financió por medio de préstamos. Los
bancos concedieron préstamos a los gobiernos incrementando la oferta de dinero utilizando las
“promesas de pago” de los gobiernos como reservas. Tales condiciones dieron lugar a la inflación de
precios y a la depreciación monetaria, dado que casi todos los países abandonaron las paridades fijas del
patrón oro. También debe hacerse referencia a la compleja serie de deudas intergubernamentales
contraídas entre los aliados y las cargas por reparaciones impuestas a los vencidos, que no sólo
demostraron ser una fuente de fricciones internacionales a lo largo de los años veinte, sino que también
impidieron el proceso de reconstrucción financiera.
La posición de Europa en la economía mundial empezó a declinar; puede decirse que la guerra supuso un
retraso de ocho años en el crecimiento de la producción. En los años de entreguerras, Europa nunca
recuperó su antigua posición de poder económico. Estados Unidos fue el principal beneficiario de la
guerra y a su vez ayudó a financiar la causa aliada, convirtiéndose en una fuente de financiación de los
préstamos europeos. No sólo su producción se vio fuertemente impulsada por las necesidades de los
aliados, sino que por la de los países antes abastecidos por Europa también. Abandonó su condición de
deudor neto y se convirtió en acreedor a gran escala. Japón también recibió un estímulo de la demanda
del tiempo de guerra, de alimentos y materias primas. Hay pocas dudas de que muchos países
anteriormente dependientes se habían vuelto industrialmente más autosuficientes al final de la guerra.
Problemas estructurales
Todo el sistema de la banca, el crédito y la organización de los mercados monetarios fueron suspendidos,
controlados o modificados. El delicado mecanismo del patrón oro fue abandonado y la mayoría de las
monedas perdió gran parte de su valor y estabilidad anteriores. Las grandes deudas internas y las de
guerra entre los aliados, también obstaculizaron la estabilización monetaria. El nuevo diseño de muchas
fronteras en Europa supuso el replanteamiento de las conexiones comerciales y líneas de transporte, la
adopción de nuevas monedas y, en algunos casos, el entero replanteamiento de los sistemas económicos.
Uno de los problemas del período de entreguerras más graves y difíciles de tratar fue el del exceso de
capacidad. En el proceso de servir a la máquina de guerra, ciertos sectores de actividad experimentaron
una fuerte hiperexpansión en relación con las necesidades del tiempo de paz.
Un problema también fue que la guerra estimuló la sustitución de importaciones y el nacionalismo
económico (ej: la industria algodonera de Lancashire se vio afectada).
La gran mezcla de clases sociales dentro de los estratos militares, la influencia de las mujeres en
ocupaciones industriales, el fortalecimiento del sindicalismo y la participación de los trabajadores en la
industria, y el efecto nivelador de la elevada presión fiscal, difícilmente podían dejar de producir algún
impacto en la sociedad. Estos cambios hallaron su expresión en la demanda de un gobierno más
democrático y de una mayor igualdad. La propia guerra puso de manifiesto algunas de las desigualdades e
injusticias sociales presentes en la mayor parte de sociedades. Las clases sociales se vieron beneficiadas a
largo plazo por la participación creciente del estado en los asuntos económicos y sociales. Aunque se
redujeron los altos niveles de presión fiscal del período bélico, los tipos impositivos (impuestos)
aumentaron, confiriendo a los gobiernos una influencia mucho mayor en los asuntos económicos y
proporcionó una base para una reforma social más amplia. El crecimiento del tamaño e importancia de las
organizaciones obreras durante la guerra fortaleció el poder de los trabajadores. Al mismo tiempo, se
produjeron demandas ampliamente difundidas de reforma agraria; fragmentación de grandes
propiedades y la redistribución de la tierra a pequeños agricultores empobrecidos. A causa de la
fragmentación, los excedentes comercializables de productos agrícolas disminuyeron con frecuencia
después de realizada la reforma; el movimiento hacia una mayor igualdad política y social no favoreció del
mejor modo los intereses de la tarea inmediata de recuperación.
Los catorce puntos del presidente Wilson y la puesta en marcha de la Sociedad de Naciones parecieron
anunciar un nuevo espíritu de armonía y buena voluntad internacionales. Con todo, en menos de tres años
quedó poco de estos elevados ideales.
Las pérdidas alemanas fueron considerables; perdió todas sus colonias, un número de territorios que
contenían algunos de los recursos agrícolas e industriales más ricos y también se le prohibió tener una
fuerza aérea, el ejército y la marina fueron reducidos a proporciones insignificantes.
Un impedimento para la recuperación se derivó del fallo de encontrar una solución satisfactoria al
problema de las deudas de guerra y las reparaciones. La carga impuesta a Alemania fue grande e
inicialmente no se hizo ningún intento por reducirlas, las razones fueron simples; Estados Unidos insistió
en recuperar los préstamos que había hecho a los aliados, mientras que éstos sostenían que sólo podían
pagarse en la medida en que estuvieran disponibles las reparaciones del enemigo. Los problemas de la
deuda de la posguerra originaron una considerable cantidad de sentimientos amargos entre las naciones
implicadas.
En europa central emergía un vacío de poder con la creación de unos estados nuevos demasiado débiles
política, económica y militarmente. Los vacíos de poder no acostumbran a permanecer desocupados
durante largo tiempo, porque pronto aparece una ambiciosa nación predadora para sacar partido de la
situación. La región centroeuropea se describía como juncos extremadamente débiles situados en medio
del camino de Alemania que poseían pocos rasgos que permitiesen aventurar otra esperanza que la de
convertirse en satélites de Alemania, con o sin Hitler. Alemania emergía de la guerra como la potencia
continental más fuerte política y económicamente. Siempre había albergado planes para el Este,
concretados en el plan de guerra para colonizar la región mediante la creación de una cadena de
monarquías títeres en los estados conquistados. También, los términos del acuerdo de paz encendieron el
resentimiento alemán, dándole una causa mayor para buscar venganza.
“Todos los países de Europa sufren por la falta de capital circulante y por la pérdida a consecuencia del
desgaste o la destrucción del capital físico (...) los alimentos, materias primas y productos manufacturados
se han agotado durante la guerra (...) La construcción y reparación de viviendas se hallaban prácticamente
en un punto muerto durante la guerra y, en zonas de conflicto, áreas y pueblos completos fueron
devastados, gran parte de la maquinaria no ha sido reemplazada y en ciertas zonas ha sido
deliberadamente destruida por los ejércitos en retirada (...) El material ferroviario se encuentra en un
estado deplorable en toda Centroeuropa”. Quizá la crítica más seria a la preparación de los acuerdos de
paz fue la falta de un plan posguerra sólido para la ayuda y la reconstrucción de Europa.
El fracaso de la ayuda
A finales de 1918 el espectro del hambre imperaba sobre una amplia área de Europa central y oriental. En
cierta manera los gobiernos aliados se vieron obligados a hacer algo, a ayudar contra la pobreza y el
hambre. El núcleo principal de la ayuda proporcionada se efectuó a través de organizaciones
norteamericanas (ej: la Administración de Ayuda Americana puso en marcha una corriente regular de
entregas de alimentos a Europa). Después de mediados de 1919, los programas de ayuda fueron
severamente recortados. El hecho de que se esperase que los estados enemigos pagasen lo suyo cuando
fuese posible, dificultó mucho la tarea de reconstrucción.
Durante unos pocos meses después del armisticio hubo una recesión suave, pero ésta pronto dejó paso, en
la primavera de 1919, a un auge de dimensiones asombrosas. Duró aproximadamente un año. Y se
distinguió por el brusco crecimiento de los precios a medida que se liberaba la demanda de mercancías
reprimida, en un momento en que la producción todavía se estaba recuperando de los efectos de la guerra.
Esta demanda fue liberada en un momento en que los stocks eran bajos y la capacidad productiva se
estaba todavía recuperando, así que inicialmente se tradujo simplemente en precios elevados.
En todas partes el auge cesó casi tan dramáticamente como había empezado. La primera señal de una
ruptura se presentó al principio de los años veinte, cuando la actividad de los negocios empezó a
disminuir en Estados Unidos. Durante la primavera de ese año, cierto número de países, incluyendo Gran
Bretaña, registraron coyunturas críticas en la actividad económica, y en el otoño hubo pocas dudas de que
la burbuja había estallado. Pueden proponerse varias razones para explicar esta repentina y brusca
contracción; como el producto comenzó a ponerse al corriente con la demanda y los suministros de
mercancías empezaron a llegar de ultramar la base del auge se desintegró. También, el retraso de los
salarios frenó el crecimiento de las rentas reales y llevó a la resistencia del consumidor. En 1921 muchas
fábricas estaban ociosas, millones de hombres y mujeres estaban sin trabajo, y el malestar industrial
estaba ampliamente difundido a medida que los salarios eran bruscamente forzados a la baja.
El auge y la depresión del hemisferio occidental tuvieron importantes consecuencias para los países
europeos deudores. Durante el auge, estos países experimentaron dificultades para asegurarse
suministros esenciales y por lo que obtuvieron fueron obligados a pagar precios elevados (deudas
adicionales). Además, cuando los precios de las mercancías se derrumbaron en la última mitad de los años
veinte, la carga de la deuda aumentó. En segundo lugar, la economía de Estados Unidos tuvo serias
repercusiones para Europa en su conjunto. La caída de más de un 40% en el nivel general de los precios
en dólares impuso una pesada carga a los países europeos que habían contraído deudas a precios inflados.
La baja de los precios en Estados Unidos también acentuó las dificultades deflacionistas de los países que
intentaban restablecer sus monedas a la paridad de antes de la guerra. Además, la baja en Estados Unidos
condujo a una brusca reducción de las importaciones en ese país y a un freno en los préstamos
ultramarinos.
El legado de la Primera Guerra Mundial fue el antecedente fundamental de la Gran Depresión, ya que este
generó fortísimas contradicciones políticas en Europa durante la década del 20.
La crisis de 1920/21
El fin de la guerra dio pie a una serie de cuestiones que ensombrecieron los festejos; la llamada “gripe
española”, que a partir de 1918 se difundió con increíble rapidez alrededor del planeta y mató a millones,
la guerra civil en Rusia tras el triunfo de los bolcheviques, el derrumbe del imperio austrohúngaro que
generó una cantidad extraordinaria de tensiones políticas y sociales en la zona.
En términos económicos, afectó profundamente el sistema nervioso de las economías en todos los países
en guerra. El capitalismo clásico dejó de funcionar en buena parte de Europa a partir de agosto de 1914 y
fue reemplazado por un capitalismo de estado militarizado durante casi cinco años de mortal combate.
Uno de los primeros síntomas de la dificultad que existía para establecer un nuevo equilibrio económico
en la posguerra fue la gran inflación que se desató en buena parte del mundo entre 1919 y principios de
1920. Los mecanismos de regulación del comercio y la producción que habían sido utilizados durante la
guerra por los países beligerantes fueron desmantelados exageradamente. Esta desregulación se vio
acentuada por la enorme demanda generada por miles de empresas en todos los continentes que se
preparaban para el relanzamiento de la economía en épocas de paz y, en consecuencia, los precios de los
bienes subieron como espuma. La inflación también fue resultado del aumento de la emisión monetaria
experimentada durante la guerra y la inmediata posguerra; la circulación de una formidable masa de
papel moneda empujó los precios hacia arriba. Sin embargo, a mediados de 1920, el auge llegó a su fin y lo
continuó una severa contracción comercial y financiera que desencadenó una brusca declinación de los
precios.
En Estados Unidos e Inglaterra, las tasas de interés se mantuvieron altas. Los directivos del Banco de la
Reserva Federal de New York y el Banco de Inglaterra eran de la opinión de que la deflación y las
bancarrotas eran necesarias para “curar al paciente”. Por otro lado, Rusia y algunos países austrohúngaros
que habían adoptado el régimen de libre flotación en 1919, demostró ser un verdadero desastre. Sin
embargo, fue en Alemania donde la hiperinflación tuvo el impacto más severo. El gobierno alemán y el
banco central, el Reichsbank, aceptaron una fuerte depreciación monetaria para evitar el pago de las
cuantiosas reparaciones exigidas en Versailles (Francia ocupó el Ruhr en 1923).
En Alemania, la reacción popular al Tratado fue de rechazo. El desafío más notorio se produjo el 21 de
junio, cuando los oficiales y soldados de la marina alemana hundieron setenta barcos de guerra y más de
cien submarinos para que los aliados no pudieran disponer de ellos. Esto reforzó la voluntad de castigo de
los aliados.
Era evidente que la economía alemana no podía afrontar esta deuda. En 1921 los aliados establecieron la
suma total de pagos que Alemania debía pagar; 31 mil millones de dólares. Una vez anunciado el monto, el
valor del marco alemán cayó de manera abrupta. “Los comerciantes comenzaron a cerrar sus tiendas a
mediodía, averiguaban la cotización del dólar, y volvían a abrir en la tarde con nuevos precios”. El Ministro
de Finanzas impulsó una emisión monetaria cada vez más acelerada. El resultado fue la alucinante
hiperinflación de 1922 - 1923, época en la que los marcos alemanes llegaron a valer menos que el papel
en el que se imprimían. Resultaba manifiesto que el gobierno alemán no cumpliría con las exigencias de
los aliados; eso implicaba que Francia, ni ninguna nación europea, podría devolver sus deudas a los
Estados Unidos.
El plan Dawes (1924) autorizó una reducción dramática de los pagos del gobierno alemán. A su vez, se
puso al banco central, el Reichsbank, bajo la supervisión de los aliados. Para asegurar su éxito, el plan se
acompañó con la emisión de un gran crédito para el gobierno germano. Fueron entonces los mercados
financieros norteamericanos los que financiaron las reparaciones alemanas a los aliados europeos.
Hacia fines de la década ya había cerca de cincuenta países que habían regresado al club del oro, aunque
no era idéntico al régimen previo a 1914. Ahora, los bancos centrales podían acumular reservas en oro o,
alternativamente, en monedas extranjeras que fueran convertibles. Los dólares y las libras esterlinas eran
las monedas más confiables para estos propósitos. El regreso al Patrón Oro no era simplemente una
cuestión técnica, se trataba de una idea poderosa que parecía prometer el regreso del orden de la “belle
époque”.
En Latinoamérica triunfó la diplomacia del dólar. Los flujos de capitales hacia Latinoamérica fueron
similares en volumen a los préstamos para Alemania y otros países europeos. La acumulación de una
buena cantidad de reservas en una moneda convertible a oro daba respaldo a las monedas locales. En los
años 20, la mayoría de los gobiernos latinoamericanos pudieron adoptar el patrón de cambio oro.
Los gobiernos latinoamericanos contrataron nuevos préstamos en los años 20 con los bancos
neoyorquinos y así refinanciaron las viejas deudas que estaban en manos de inversores en Inglaterra,
Francia, Alemania, Bélgica y Holanda. Se formó un movimiento triangular. “Nosotros prestábamos dinero a
Latinoamérica y así los europeos conseguían dólares para pagarnos a nosotros”.
Por encima de todos los demás mercados, Wall Street fue el que experimentó el mayor auge entre 1922 -
1929. La expansión estuvo sustentada de manera importante por la emisión de acciones y bonos de las
dinámicas corporaciones norteamericanas, incluyendo firmas petroleras, acereras, automotrices,
químicas y eléctricas.
En los años 20, la economía norteamericana estaba creciendo a tasas de más del 4% anual, con reducidos
niveles de desempleo y tasas de inflación muy bajas. Por lo tanto, había factores racionales que inducían a
invertir en la bolsa, aunque esta fue alcanzando niveles insostenibles a causa de diversos factores; se
difundió una fuerte ilusión entre los inversores de que la ola de innovaciones tecnológicas no tendría fin y
se multiplicaron los fondos de inversión en Nueva York lo cual propició una expansión extraordinaria y
peligrosa del crédito destinado a las operaciones especulativas en la bolsa.
En 1929, los mercados financieros europeos estuvieron más bien deprimidos y, por consiguiente se
produjo una fuga de capitales a Nueva York con el objetivo de aprovechar el imponente auge bursátil en
Wall Street.
El “jueves negro” (24 de octubre) de Wall Street tomó por sorpresa a la mayoría de los banqueros,
inversores y dirigentes políticos del planeta. Luego vino una caída aún más fuerte el 29 de octubre,
cuando el mercado colapsó. A pesar de que a principios de 1930 se registró una ligera recuperación, la
bolsa de Nueva York siguió cayendo durante varios años. En 1929, sólo un 2% de la población
norteamericana invertía en la bolsa, pero era precisamente el sector con mayores posibilidades de
impulsar el crecimiento de las empresas con sus inversiones.
La segunda ola destructiva vino con la quiebra de los bancos en varios países. Estas bancarrotas causaron
una contracción del crédito y provocaron una baja en el consumo y una deflación muy acentuada. La
reducción del crédito provocó una caída abrupta del comercio internacional. Nunca antes en la historia del
capitalismo se había producido una tendencia tan negativa en el comercio global.
Las primeras señales preocupantes acerca del debilitamiento del sistema bancario en Estados Unidos se
produjeron a raíz del colapso de unos 600 bancos en regiones del sur y del medio oeste a fines de 1930.
Luego vinieron las crisis bancarias de la primavera y el otoño de 1931, el pánico bancario en Chicago a
principios de 1932, y finalmente, el colapso bancario en varias regiones que se extendió desde 1932 a
1933.
Las crisis bancarias no fueron exclusivas de Estados Unidos. El eslabón más débil de la estructura
bancaria internacional se encontraba en Austria y Alemania. En 1931, el canciller Brüning declaró que
Alemania ya no estaba en condiciones de seguir pagando las reparaciones.
Algunos autores sostienen que si se hubiera producido una mayor colaboración entre los gobiernos y los
bancos centrales de los diferentes países quizá hubiera sido posible evitar algunas de las quiebras y
estabilizar la situación. No sería hasta 1932 que comenzó a plantearse la celebración de reuniones
internacionales para discutir estrategias para enfrentar las consecuencias de lo que ya era una depresión
económica mundial.
El Banco de Inglaterra tomó una decisión que tendría amplísimas repercusiones internacionales:
abandonó el patrón oro en 1931. Otros 21 países pronto siguieron el ejemplo británico. Las naciones que
salieron pronto del patrón oro lograron una recuperación económica más temprana.
En 1931, el presidente norteamericano, Hebert Hoover, decidió establecer una moratoria de un año sobre
todas las deudas interaliadas para reducir la presión sobre Alemania. Los países que eran acreedores de
Alemania renunciaron a cobrar a mayor parte de las deudas o indemnizaciones de guerra ratificadas
originalmente por el Tratado de Versailles. En contrapartida, los países europeos que habían renunciado a
cobrar las deudas de guerra alemanas, exigían ahora a Estados Unidos que se los relevaran de sus
obligaciones financieras. Bajo grandes presiones, las autoridades financieras de Estados Unidos aceptaron
concederles un periodo de gracia de un año. A finales de 1932, el Ministro de Hacienda británico solicitó
posponer el pago de las deudas por un nuevo período.
El gobierno de Estados Unidos congeló las ventas de oro por parte de la Reserva Federal, devaluó la
moneda y salió con discreción del patrón oro, aunque en principio conservó la convertibilidad. Como
consecuencia, el mundo quedó dividido en bloques monetarios; reflejo de las tensiones internacionales.
En 1934 se aprobó una ley que limitaba la venta de bonos extranjeros en el país. Las autoridades
monetarias europeas interpretaron esta ley como una inoportuna y agresiva medida de aislacionismo
financiero.
En 1934, Gran Bretaña suspendió unilateralmente todos los pagos futuros de sus deudas de guerra a
Estados Unidos y muy pronto fue imitada por Francia, Italia y Bélgica. La cooperación transatlántica había
muerto.
La causa más importante del descontento político y económico que llevó a la victoria de la extrema
derecha germana puede atribuirse a la Gran Depresión. Si el gobierno hubiera gastado más dinero en
aumentar el empleo en una amplia serie de distritos germanos donde el desempleo había avanzado altas
cotas, en las elecciones de 1932, tal vez hubiera sido posible una reducción sustancial del voto favorable a
Hitler.
Alemania, Japón y Rusia lograron una rápida recuperación de la economía mundial. En la Unión Soviética,
el régimen stalinista aprovechó la crisis para poner en marcha una transformación radical de su
economía, que resultó muy costosa en términos de vidas humanas.
Según los economistas, ningún país sufrió tanto como Chile los efectos de la depresión comercial. El
proteccionismo de las potencias industriales tuvo un impacto negativo en las economías latinoamericanas.
A lo largo de la década, todos los gobiernos latinoamericanos estuvieron involucrados en complejos
reajustes de las cuantiosas deudas que habían contraído con los banqueros e inversores norteamericanos
y europeos. Las moratorias le dieron algo de oxígeno a la mayoría de las economías latinoamericanas.
Argentina, mantuvo el pago de los intereses y la amortización sobre el conjunto de sus deudas a partir de
la firma del pacto Roca-Runciman con Inglaterra en 1933.