Llevar El Aire Jenny Bernal

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Llevar el aire

Jenny Bernal
      
     

     


  

Y F Z     Y-


#      #  ­# 
Necesitamos la orilla del aire, ya demasiado hemos vivido plegados a la piedra.

Nelson Romero Guzmán

Una casa viene al mundo, no cuando la acaban de edificar, sino cuando empiezan a
habitarla.

César Vallejo
Amamos tantas veces por última vez
que es inútil reescribir en los diarios de la nada.
El aire va y viene a su antojo
entra y sale del mundo cuando quiere,
nos deja las manos untadas de tizne o de algún néctar, nadie sabe.
A veces somos los últimos
en descifrar la letra
de esa canción que grita
en cada esquina.

4
La casa

Bienvenido a esta casa


su casa,
aquí se respira el frío hiel
de ese aliento ausente.
Bienvenido a esta casa
de enojos y lágrimas,
bien pueda siéntese donde sus pasos se agoten
donde su piel se seque,
la casa ha cambiado un poco
—usted perdone—
pero he evitado pintarla
para que las grietas del tiempo
le regalen un poco de ese matiz familiar.

Es la misma casa, no se asuste


esa misma que construimos hace tiempo
esperando estar lo suficientemente solos
para habitar en ella.

5
Sobre los oficios

Incluso para ser mendigo hay que conocer bien el oficio


saber cuál es la esencia de su infortunio,
buscar de los callejones el mejor espacio para resguardarse del frío,
reconocerse un ser vulnerable; vestir su fragilidad de trapos viejos,
ver en la mirada del otro un espejo de sus miserias.

Incluso para amar hay que conocer bien el oficio


saber cuál es la esencia de su infortunio,
buscar de los callejones el mejor espacio para resguardarse del frío,
reconocerse un ser vulnerable; vestir su fragilidad de trapos viejos,
ver en la mirada del otro un espejo de sus miserias.

Incluso para olvidar, perdonar…


hay que conocer el oficio.

6
El ruido

Hemos hablado suficiente


del silencio,

ahora
entre las ruinas
hablaremos del ruido.

El fuego de vocales extintas


será extraño ante la incandescencia
asechando los oídos.

Salgan a lucirse
conjuradores de la estridencia.
Vengan a brincar entre escombros
con sus palabras torpes.
Ruido es el pasado,
ruidoso el eco febril del amor,
el recuerdo.

Ruido el pacto, la historia


la apuesta
los amigos, las personas
simple, banal, inútil ruido…

No indaguemos la mentira de su habla


es el ruido sólo eso,
se agota súbitamente
y vuelve el viejo tema a rescatarnos.

Por fortuna
aún estamos hechos de silencio.

7
Cada mujer es puerta
a un abismo secreto,
a un océano tímido.
Su corazón es
inicio y desembocadura
y su llanto es el único grito perenne;
universo apenas visible
a los ojos que habitan la niebla.

Cada mujer
es un cuerpo que navega
en el aire desnudo,
evoca la belleza
y abraza la luz.

Cada mujer tiene un silencio


en los ojos
y un miedo de soledad en las entrañas,
por eso sus piernas danzan,
por eso sus brazos se tienden sobre la hierba.

Cada mujer lleva en el agua


las memorias de su propio final.

8
Existe una geografía a la que no le son extraños
los accidentes de la tierra,
un territorio
que no encuentra límite en la piel
vuelve sobre la desnudez,
reescribe
es puente
atraviesa países
y llega pronto con su cartografía de sueño
a las noches más frías.

9
Panorámica

Cuando se estropean las flores,


y los pétalos caen sobre rocas
y se extravían en laberintos,
empezamos a entablar un diálogo verdadero
con lo que amamos.
Sólo entonces
cuando la muerte
husmea
y las certezas
se escurren de la mano,
conjuramos un aliento distinto,
nos sentamos a la orilla del viento
frente a una foto fija:
el mar y su coreografía de revelaciones
con la boca repleta de espuma.

10
El pintor del silencio

Lo más importante de un cuadro, no se puede definir,


no se puede explicar
Pierre-Auguste Renoir

Todos callan,
el encanto está
en la complicidad del gesto.

La luz blanca descubre,


es párpado abierto entre las sombras de la ciudad.

Una mujer abre sus ojos,


por la ventana entra la caricia
se desborda por su torso y piernas.

El recuerdo es una carretera larga al medio día


cuyo destino es una casa de color sepia
para el viajero.

¿A quiénes observamos?
¿Quién nos observa?

Las preguntas del lienzo son tan nuestras


que nos abruman
y nos quedamos con su belleza.

11
Lluvia

Creíamos que el amor era una luz


en lo profundo del mar
pero no lo fue.
Oramos cada noche
y no bastó.
Templamos el pulso
para escribir en el aire
y de nada sirvieron las palabras.
Llueve,
González Tuñón diría que la lluvia es hermosa y triste
no se equivoca.
Llueve,
salto charcos
por las calles de un país extranjero.
Llueve,
no hay puertas abiertas.
A la intemperie
caen gotas,
el recuerdo lejano
moja mi boca.

12
Llevar el aire

Teotihuacán alberga miles de montículos de aire,


remolinean desde tiempos inmemoriales
bajo sus grandes pirámides.
Quien sienta el latir
de las grandes piedras
podrá descubrir un elemento milenario
que juega con el destino de los hombres.

Habita el aire los lugares menos pensados:


las calles de largos pasillos
donde brincan las hojas secas
y se llenan los espacios vacíos;
las venas del planeta que tiembla cada tanto,
el torrente que fluye al interior de los amantes.

El aire
ese que abre sus brazos
y sostiene las palabras.

13
Los trabajos y los días

Cuando llueve en domingo y tú estás solo,


completamente solo
Vladimír Holan

A mi amigo H lo conozco hace más de nueve años


no cambia su rutina de sumar piedras.
Tan pronto despierta va con su bitácora,
anota las coordenadas para regresar de los lugares extraños
donde lo abandona la noche,

H regresa a diario a su Ítaca a cambiar las prendas que absorbieron


oscuridad.

A él le gusta fotografiar rostros


por eso en cada esquina lo detienen y él deja a cada transeúnte
una palabra como “clepsidra”, “oquedad” o “pájaro”.

Trabaja incluso cuando saluda, cuando mira la tarde,


cuando abre las grietas de su pozo de secretos.
Labora de día con el aire
de noche con guijarros,
aun así, no basta
su bolsillo se expande para acoger la orfandad del tiempo
a ese paso, no hay dinero que alcance.

H conserva una brújula oculta en su frente


lo salva de extravíos.
Tiene amigos que son lluvia, otros que son malabaristas de humo.

Lleva consigo una cajita de música que canta silencios


y trabaja en su misteriosa escritura
sobre todo, cuando llueve los domingos.

14
Canción

Voy a tararear una canción que está triste


—aclaro es la melodía la que está mustia, no yo,
hablar de mí estaría mal visto,
¡hay qué esconder el yo! Dicen los que saben—

La canción inicia con acordes de piano


y habla de las letras perdidas del a d i ó s,
luego menciona la promesa de un viaje
hacía una isla
sobre la que se rumora no ha aterrizado el primer avión.
Al final, en medio de un caudal de voces
la guitarra habla sin fuerzas.

La canción está triste y yo sé por qué.


Las notas alegres
se extraviaron una mañana gris,
las vi saltando de pentagrama a pentagrama
con los pies desnudos sobre las arenas de esta playa.

15
Todo es poesía

Las continuas preguntas sin resolver,

el día que crece sobre los hombros


y se recoge en los talones.

Fue y será poesía,


la saliva que escupió mi humillación
mientras mi ex-jefe se burlaba
y yo tejía en sus ojos
los entierros de su enfermedad.

También fue, la que llegó a mi casa antes que yo


para desordenar la cama
a dejar una oruga sobre las sábanas
y habitarla un instante antes de abrir sus alas.

Fue el fantasma que silbó por la ventana


la nube que trajo la lluvia
el rezo aferrado
la espera

y fue quien quebró las paredes


y me dejó allí sola

para que cantara.

16
Mrs. Dalloway

Hoy supe que escribimos cartas en pasado


para leer sus notas al pie
en presente.
Confronté cada fracaso
y resistí
volver a los lugares donde rompen las olas,
ver al niño sin nacer sollozando en la esquina de un cuarto.
Bastaron 24 horas de una radiografía exacta
para que los huesos de mis días
develaran su porosidad.
Hoy alguna maga quiso con su pluma que sumara páginas
y les prendiera fuego.
Sobreviví al día más largo de todos
para abrirme paso
entre la niebla de rostros
para saltar sobre las letras de un alfabeto oculto.

17
Fantasmas
golpean a mi puerta,
perturban el descanso.
El amanecer trae el recuerdo
de una noche que nunca es noche
y es blanca en el papel de la almohada.
Visten de traje
y bailan el vals del perdón
con sus zapatos de ira.

La duermevela es un puerto
en el que esperan eternamente los barcos.

No sé qué es real
en qué lugar explotará imprudente mi palabra,
qué pueblo incendiaré en medio
de no ser sueño en el sueño.

18
Agosto
Entre el horizonte y mi naturaleza de agua
intenté un instante ser cronista
de un tiempo sin miedo.
Me encontré un mes que antecedía al otoño,
era época de lluvias.
Los días parecían nacer de nuevo
y llegaban como respuesta
a las edades del verano.
El descubrimiento de una nueva latitud
llevó a los ríos sobre la arena.
Eran días de sol y luna
nacimiento y muerte al mismo tiempo.
La tristeza quedó muda ante el asomo de la vida.
En el lugar de la memoria se esbozó la belleza
y el retrato de las cosas imposibles.
Agosto traía el abrazo de un país extranjero
traía una canción de árboles
y me vi con la maleta casi vacía
mientras atrapaba de cada segundo una historia,
y limpiaba el cristal de polvo.
En ese mes cupo entera la premonición de mis ojos.
Sobre el final de mi estancia
una cumbre de seres milenarios me tomó de las piedras,
me llevó a escuchar el latido de la Tierra.
Dejé de ser una en un inmenso laberinto de soledades
y fui una milésima porción de aire.
El insecto en la crisálida asomó su cuerpo
y se entregó
una noche destinada a la escritura.
Septiembre fue una carta sin leer
octubre, noviembre y diciembre
traerán su traje de verdugo.
Nos queda agosto,
el tren de cada lustro que pasa por el lugar secreto
y le consuela saber
que será eterno.

19
No sé escribir cartas de amor
por eso digo lluvia
y mi mano traza un desierto
en el vapor de la ventana.

No puedo compararte con algo leve


desconozco la metáfora,
y luego maldigo
el tiempo invertido
en el intento de vuelo.

Minutos perdidos
en tu cuerpo,
tibio árbol junto al mar,
bandoneón que acompaña
la melodía del deseo.
Y la tarde
en la humedad de tu boca.

—Al final sin sueño—, busco


tu voz,
una letra por piedad,

el sosiego.

20
Ritual

Entiendo de qué sensato lugar viene la oscuridad,


por eso le abro las piernas
y dejo que se introduzcan adentro
todas las mareas
que rompen el tedio de la noche.

Sé muy bien hacia dónde va todo lo que invoco


y todo el caudal que detengo por miedo.

También sabe mi sombra


que de esta única manera
se resiste mi cuerpo a ser ceniza.

21
Selfie

Yo, que no tengo senos grandes


ni anchas caderas,
descubrí que el cuerpo es una avenida extranjera
por la que va cómodo el tiempo
y no requiere de grandes extensiones
para atrapar algunas estrellas,

precisa de una ruta clara por la que vayan sin extraviarse los caminantes

Al igual que todos tengo un disfraz


que se estremece ante el frío o el miedo
que se dora con el exceso de día.

Yo, que me tomo una foto cada tres meses


encontré que no tengo planos buenos ni aceptables
y no me importa,
pero tengo los ojos abiertos por si se quedan en las pupilas algunas
historias y así, si se fijan bien, tengo escrito en los ojos algunas bellezas y
tantas palabras enredadas que atravesarlas también resulta un misterio.

Yo, que poco le creo a los estereotipos también parezco uno cuando la
vela apacigua la llama y se refleja mi sombra en el espejo del mundo.

22
Las cosas

Las cosas que alguna vez nos pertenecieron


no nos extrañan.

Abandonadas
a la intemperie de la noche,
son todas una despedida larga
de quien se quiere quedar

en esa cama,
baño
escalera
sala en la gran ventana
donde se olvidaron.

Las cosas que el destino juega


y ofrenda
son mi manera de perpetuar ese nuboso recuerdo que soy

como también la excusa


para regresar a esos lugares

y encender brasas
con sus historias.

23
Los árboles

La mirada de mi padre cuando llego tarde


es un faro
que alumbra la espera.
Revisa si mantengo intacta la música,
si es igual el ritmo de mi pulso,
si no me da vergüenza darle un abrazo
mientras envejece.
Me escondo y evito pensar
en los árboles
viéndoles dormir bajo el invierno,
rezo
y me hundo en brazos invisibles
deseando aún no se acuerden de él
y lo dejen
en la ingratitud de mis palabras
y mis actos escondidos
que sólo esperan no contrariar
el paisaje luminoso
que él imagina a mis días.

24
Tres poemas a la dificultad

En realidad las cosas verdaderamente difíciles son otras tan distintas, todo lo que la
gente cree poder hacer a cada momento.
Julio Cortázar

I Tener un perro

Son hermosos los perros


nos recuerdan a los hombres.

Su lealtad nos sorprende


sobrepasa las migajas de otros seres.

Sin embargo, está


la facilidad con la que persiguen
al primero que les seduce con afecto.

Son mejores los gatos:


francos a nuestra humanidad,
libres a su antojo de abandono
andan solos y felices.

El perro es un recuerdo de cuatro patas


de algo ajeno y vulgar,
un espejo roto
la negación del vuelo.

25
II Llamar

Abruma la idea de convocar un fantasma


y su voz
tras la bocina,
sobretodo
en temporada de olvido.

Las llamas se prenden


al otro lado de la línea
los maderos se llevan
las historias calcinadas.

La osadía de enfrentar el asunto


suele entorpecer la palabra.

Casi siempre se rompe el teléfono


o por lo menos se quiebra el cielo
inventado por el ring-ring,
de quien cambió
de número
traje
o residencia.

Llamar es el valor
de exponer una canción trémula
a la torpeza del oído.

26
III Mirar a un niño

El espejo tiene
la cualidad
de ser agua clara
intentando no ensuciarse
con su débil marco de arena

toda mirada
que se vuelca sobre el mundo
y el corazón del hombre
tiene un niño
que la refleja.

27
El otro

El navío tiene velas para tomar del aire su fuerza y adentrarse hacia el
mar.
La lluvia necesita una nube que agite el cielo para poder caer.
El ave sin una rama para aterrizar no tendría un destino al emprender el
vuelo.
La noche requiere de luciérnagas para embellecer su largo velo lóbrego.
Un pulmón no respira si no le susurra el miocardio.
El telón se cierra siempre y cuando una historia se abra.
Una obra de arte es vacía sin la costilla que la crea.
El agua no sería un lienzo inabarcable sin el espejo que tiende sobre ella
el cielo.

El otro, ese indispensable elemento que le da al tiempo su minutero, al


cántaro sus gotas, al universo su infinito.

Tímido sendero de vida entre las piedras de la muerte.

28
El guardafaros
es incapaz de leer la tristeza del mar,
le distraen demasiado los barcos,
ha olvidado descifrar la inmensa escritura
de la espuma en la oscuridad.

Él está solo con su atalaya.


El mar sólo con el lejano destello de luz
y la certeza de un farero al interior de la alta torre.

Los dos duermen bajo las mismas estrellas


a los dos los cobija la sombra de un puerto seguro
¿Por qué entonces el guardafaros
olvida el oleaje?
¿No ve acaso que el agua sostiene los barcos?
Que estos desvían su rumbo
y no son más que transeúntes de paso.

El mar llora, pero el guardafaros no lo nota


le resulta corriente
se dice para sí mismo: “es su naturaleza de agua”
y se pierde en ensoñaciones deslumbrado
por la particularidad de los barcos.

Al mar no le gusta la gente,


lo reconforta
la esperanza de lo bello,
el misterio del frágil guardafaros,
enceguecido por lo etéreo.

29
Elogio a la pobreza
Ellos le dieron vuelta a la lengua del zapato
cubrieron los agujeros con bolsas,
ignoraron los charcos.
Descubrieron con asombro
que faltaba dinero en sus bolsillos.
Por unos centavos no los llevó el bus.

A la mujer se le escapó una sonrisa intentando persuadir al conductor.


Pensó en lo inútil de sus ademanes
a estas horas, en estos tiempos.
Su hijo la tomó de la mano, la miró,
siguieron la ruta de estrellas para llegar a casa.

Todos pasamos por el lado en el último transporte


por una avenida larga, peligrosa y deshabitada,
demasiado exhaustos para alentar su caminata

—la pobreza es fea— dijo una pasajera.

La mujer abrazó a su pequeño,


desde la monótona calma que le trae la experiencia
de llevar consigo todos los bienes, le animó a continuar.

Sus pasos retumbaron sobre el cristal de las ventanas,


los ojos atentos
sintieron el estruendo y siguieron a los caminantes
por el camino de arena.

30
Inventario de horas

31
El olvido
también es una vela
al fondo del mar
que extraña su lumbre.

32
No tenemos paz

todo es guerra
en la habitación del hombre.

33
Son años
Intentando liberarme
de un ovillo pequeño
por el que difícilmente
entra la memoria.

34
Playa

Un trozo de coral
devela en su ramaje
todas las historias del mar.

35
Ceiba

Cada amanecer
es una oportunidad
para cantarle a los árboles
y lograr de sus raíces
las palabras.

36
La montaña calla
y el pájaro que la sobrevuela
olvida la canción.

37
Los colibrís
agitan sus alas
basta ver su impaciencia.
Alertan la primavera y su despedida.

38
La última hoja cae
y el árbol inmutable
prolonga el silencio

39
Lluvia

Cae rauda
y cada gota se hace más pesada
ante la gravedad de la espera.

40
He perdido el aire
en barcos
que se extravían
tras el primer
intento del anclaje

41
No falta hace falta llevar maletas,
ofrendas
ni brújula.
He navegado
sobre los adioses

42
Las agujas del reloj
entierran su punta
en la cama vacía
de cada amanecer

43
Temo tu rostro
porque dejó de ser tuyo
y se convirtió
en el de todos los hombres.

44
Tu boca
esa ancla
tejida de silencios
que me impide
seguir errante en el mar.

45
Como la letra que resbala sobre la hoja blanca
así pasa mi cuerpo tibio
sobre tu asombro.

46
Se descosen los hilos de mi boca
y hablo de ti
tu cuerpo
territorio
donde arrojo las escamas de mi piel

47
¿qué es lo positivo, el peso o la levedad?
Milan Kundera

2:00 a.m.
En la ciudad de las luces ciegas
un hombre amarra el olvido
de la cuerda
que tira de su cuello.

48
3:00 a.m.
A esta hora, en otro tiempo
suplicaba
un verso, uno similar
al que tejen ahora tus manos
en esta pequeña habitación
de espejos.

49
4:00 a.m.
Abrimos la puerta
y cerramos la noche.
Nuestros cuerpos son la única escritura visible;
milagro de tiempos que regresan con sus dedos ávidos de historias.

50
5:00 a.m.
El alba sabe de imposibles
por eso contempla los intentos perdidos de la luz
por atravesar la quietud de la piedra
y pretender hacerse un lugar
entre las cosas terrestres.

51
6:00 a.m.
El olor del pan
es la primera mano amiga
en la gran ciudad

52
7:00 a.m.
Aún no despegamos al mundo.
La enfermedad del siglo
nos condena
a una cama que simula estar sola.

53
8:00 a.m.
Un hombre alto
de anchos hombros
anuncia con sus labios cortados por el frío
las despedidas

54
9:00 a.m.
También entre la bulla
los ojos tejen mantas
para cubrirse del ruido.

55
10:00 a.m.
La lluvia se esconde
tras el rayo
más débil
del sol.

56
11:00 a.m.
Soy vigía
sin cuerpo
de los seres que se marchan.

57
12:00 a.m. La mañana
es el recuerdo vivo del mar:

su sal en la boca
su brisa cálida
su rumor
su trazo delicado de espuma blanca.

58
1:00 p.m.
Los almuerzos:

El fantasma de tus ojos imposibles,


la premonición del peso.

La última hora de levedad


en los cubiertos tendidos
sobre el plato y sus migajas

59

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