El documento describe los pasos de una inspección abdominal, incluyendo la inspección, palpación y auscultación del abdomen y áreas circundantes para detectar signos de enfermedades digestivas o relacionadas. Se explican los hallazgos esperados en condiciones como ascitis, tumores hepáticos o vesícula biliar distendida.
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El documento describe los pasos de una inspección abdominal, incluyendo la inspección, palpación y auscultación del abdomen y áreas circundantes para detectar signos de enfermedades digestivas o relacionadas. Se explican los hallazgos esperados en condiciones como ascitis, tumores hepáticos o vesícula biliar distendida.
El documento describe los pasos de una inspección abdominal, incluyendo la inspección, palpación y auscultación del abdomen y áreas circundantes para detectar signos de enfermedades digestivas o relacionadas. Se explican los hallazgos esperados en condiciones como ascitis, tumores hepáticos o vesícula biliar distendida.
El documento describe los pasos de una inspección abdominal, incluyendo la inspección, palpación y auscultación del abdomen y áreas circundantes para detectar signos de enfermedades digestivas o relacionadas. Se explican los hallazgos esperados en condiciones como ascitis, tumores hepáticos o vesícula biliar distendida.
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INSPECCION
Se valora forma y volumen; si hay
aumento de volumen, se reconoce si el abdomen es “globoso”, como ocurre cuando hay ascitis en cantidad importante, acumulación de gases en el tubo digestivo o bien tumores de gran tamaño. La disminución de volumen se encuentra en pacientes adelgazados y desnutridos, en quienes el abdomen llega a ser cóncavo (“en batea”). Mediante la inspección se recolectan signos de padecimientos digestivos o relacionados con ellos, por ejemplo, red venosa colateral (hipertensión portal), protrusión del ombligo en el abdomen globoso por ascitis, cicatrices quirúrgicas, hernias y eventraciones, cantidad e implantación del vello pubiano, movimientos respiratorios anormales, latidos vasculares, sobre todo en epigastrio (pacientes delgados, con ateroesclerosis o aneurismas); equimosis en la pared, como ocurre alrededor del ombligo o en los pacientes delgados en algunos casos de pancreatitis grave o embarazo extrauterino roto. PALPACION La palpación permite conocer el tono de la pared, que por lo regular es blando y depresible. Cuando hay aumento del tono puede deberse a contracción voluntaria (exploración deficiente o falta de cooperación del paciente); cuando es espontáneo y llega a ser intenso (“vientre en madera”), es un signo de gran valor ya que suele significar la existencia de irritación peritoneal y está acompañado de datos complementarios relacionados con ésta. La sensibilidad superficial se explora mediante el roce suave del dorso de la mano, lo cual no debe provocar molestia. Si con esa maniobra se despierta dolor (hiperestesia o hiperalgesia), significa sobre todo que hay una alteración de la sensibilidad somática, que puede estar en relación con lesiones de la pared abdominal, pero puede ser también signo de irritación peritoneal y de enfermedad intraabdominal. La sensibilidad profunda se explora cuando la pared abdominal está relajada y con ayuda de la palma de la mano. Ésta se hunde de modo suave y progresivo y siempre se lo debe procurar hacer con delicadeza para que la presión fuerte en sí misma no se convierta en la causa del dolor. Si se han cumplido estos requisitos y no obstante hay dolor, se debe poner mucha atención en el sitio porque es probable que en el mismo se localice el órgano enfermo. Si el dolor es muy intenso, hay que suspender la palpación. Si el dolor aumenta al descomprimir (“signo de rebote”), es indicio de irritación peritoneal. De ser así, antes es frecuente encontrar hiperestesia cutánea y contractura muscular, tres signos que cuando coinciden en la fosa iliaca derecha son de gran valor en el diagnóstico de apendicitis aguda, pero que pueden indicar, asimismo, perforación de una víscera o cualquier otro proceso inflamatorio agudo del peritoneo. PALPACION DE VISERAS CRECIDAS Hígado Por lo regular, no es palpable. Mediante percusión sobre los espacios intercostales se aprecia el cambio de timpanismo (pulmón) a matidez (hígado), la cual se escucha de ordinario en el cuarto o quinto espacio intercostal derecho y por abajo no rebasa el reborde costal. Esta zona se denomina “área hepática” y refleja el tamaño normal del hígado. El hígado puede disminuir de tamaño en forma aguda cuando hay necrosis masiva (infecciosa o tóxica) o bien en forma crónica, como ocurre cuando el paciente sufre cirrosis sin regeneración importante. Si el hígado es palpable, puede ser que sólo haya descendido, pero cuando esto ocurre tiene, con frecuencia, mayor tamaño (hepatomegalia) y responde a alguna enfermedad. Este signo es de gran utilidad en la clínica y hay que describir con cuidado sus dimensiones, superficie, consistencia, sensibilidad, borde y pulsatilidad. La variación de sus caracteres permite sospechar la causa; por ejemplo, crecimiento moderado, consistencia media, mucho dolor, borde ancho e inflamación aguda significa que puede deberse a hepatitis o abscesos; tamaño variable, consistencia mayor, superficie irregular o nodular, poco dolor, significa que hay cirrosis o neoplasia; en cambio, si el borde es afilado, pétreo y “cortante” significa cirrosis. . Vesícula biliar Si se encuentra distendida y palpable, se aprecia como una tumoración piriforme en el hipocondrio derecho, con consistencia media o renitente, desciende con la inspiración profunda, y presenta dolor cuando hay obstrucción del cístico por cálculos y se acompaña de inflamación (hidrocolecisto o piocolecisto). En cambio, si es de tamaño mayor, poco dolorosa y el enfermo sufre ictericia grave, el trastorno subyacente podría ser obstrucción de las vías biliares extrahepáticas de naturaleza neoplásica (cáncer de la cabeza del páncreas). También es posible que el cáncer primario de la vesícula dé lugar a una tumoración palpable, pero en este caso es dura e irregular en un enfermo con deterioro importante del estado general. Colon palpable Se encuentra en la fosa iliaca izquierda en enfermos con síndrome del intestino irritable o con estreñimiento. El sigmoide está contraído, espástico, como una cuerda con dolor moderado (cuerda cólica). El ciego distendido se puede tocar en la fosa iliaca derecha; cambia de volumen con la presión y es posible escuchar borborigmos. Estómago distendido Se presenta cuando hay retención gástrica por obstrucción pilórica o bien, en casos poco frecuentes, cuando la ingestión de alimentos fue muy abundante. En ambas circunstancias se puede encontrar chapoteo gástrico (ruido de desplazamiento de líquido dentro del estómago) cuando se mueve hacia uno y otro lado al paciente, al tomarlo por las caras laterales del abdomen superior, y se acerca el oído al epigastrio. Palpación de tumores intraabdominales Otra vez se recurre a la topografía del abdomen, la cual puede sugerir el origen. En todos los casos se debe describir sitio, tamaño, forma, consistencia, sensibilidad, pulsación, movilización, relación con otros órganos, relación con los planos profundos y la pared abdominal. Entre los más frecuentes están los seudoquistes del páncreas, tumores del colon, neoplasias malignas o bien tumores inflamatorios como la diverticulitis con extensión perivisceral, un carcinoma gástrico extenso e invasor, tumores del intestino delgado, enfermedad de Crohn, tumores retroperitoneales, así como tumores del útero o del ovario y aneurisma de la aorta, que es un tumor pulsátil que por lo regular se localiza en la línea media. Ascitis Este trastorno, que consiste en la acumulación de líquido intraabdominal, requiere un comentario especial. Cuando el líquido acumulado es poco, resulta difícil descubrirlo, pero si es abundante, la exploración física permite identificarlo con facilidad: el abdomen es globoso, con ombligo prominente; la consistencia es renitente, se encuentra choque de onda, matidez hídrica en los flancos y timpanismo central, todo lo cual cambia con la posición. AUSCULTACION Sobre todo, este procedimiento permite identificar ruidos intestinales y ruidos vasculares. Casi siempre, los ruidos intestinales se auscultan en cualquier lugar del abdomen, en particular en el mesogastrio. Son de poca intensidad y poco frecuentes. Disminuyen o están ausentes en los casos de íleo paralítico. Aumentan cuando hay un incremento de la motilidad del intestino, como en la obstrucción mecánica. Se auscultan borborigmos fuertes que coinciden con dolor cólico (peristaltismo “de lucha”). Los ruidos vasculares pueden ser arteriales y venosos, sobre todo en los aneurismas y comunicaciones arteriovenosas. También se oyen rozamientos peritoneales en los procesos de perivisceritis con despulimiento del peritoneo, pero son poco frecuentes. ANO Se revisa mediante inspección y palpación. En el examen se aprecia el estado de la piel: si es normal, si está inflamada, irritada, si hay secreciones y huellas de rascado. También se detecta la presencia de hemorroides (varicosidades de las venas del plexo hemorroidario). Las visibles son las hemorroides externas, las cuales están cubiertas por la piel anal; son pequeñas tumoraciones o pliegues cutáneos gruesos, en ocasiones con trombosis, que producen dolor, aumento de volumen y prurito. Las hemorroides internas se sitúan en el conducto anal y parte baja del recto; pocas veces se ven cuando están presentes y se tocan al practicar el tacto rectal si hay trombosis. Son la causa más frecuente de hemorragia rectal. Otro padecimiento que se puede encontrar es la fisura anal, que es una grieta entre los pliegues del ano y se acompaña de hemorroide centinela; es muy dolorosa y produce hemorragia escasa y espasmo anal. Los abscesos anorectales son colecciones con aumento de volumen de tamaño variable a los lados del ano, dolorosos, enrojecidos y, en ocasiones, fluctuantes. Otras enfermedades son el condiloma en la piel que rodea el ano, las fístulas anales (perianal e isquiorrectal), en las que se aprecia el orificio externo de la fístula con secreción e irritación de la piel; otro trastorno lo representa el prolapso rectal, que es la protrusión de la mucosa o la pared rectal por el ano. RECTO Se puede practicar en la posición de Sims, en decúbito lateral izquierdo, con extensión del miembro pélvico de ese lado y flexión del derecho, o en posición genupectoral. El dedo índice derecho, enguantado y lubricado, se introduce con suavidad. En primer lugar se aprecia el tono del esfínter y se investiga la presencia de dolor. Las lesiones que se pueden encontrar con mayor frecuencia son carcinoma (50% de los cánceres del recto está al alcance del dedo explorador), hemorroides, pólipos, impacto fecal, proctitis. Se deben revisar con cuidado las paredes anterior y posterior y luego los alrededores. En la cara anterior está la próstata o el cuello uterino, el cual puede confundirse con un tumor rectal. A la salida, obsérvense las características de las secreciones (moco, sangre, pus). BIBLIOGRAFIA