La Voz de La Naturaleza - PPTX (Reparado)
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PRESENTACIÓN
Este libro es una panorámica viva y general de los
grandes temas de moral que demuestra que la moral
cristiana no necesita argumentaciones difíciles para
sostenerse o defenderse, sino que entronca
perfectamente con el sentir natural del hombre.
Toda la vida moral consiste en el empeño por vivir de acuerdo con la verdad
de lo que el hombre y las cosas son.
LA VOZ DE LA
NATURALEZA
UN SER DESCENTRADO
Lo propio del hombre es ser libre. Es la diferencia más clara con los animales. El hombre es dueño de sí;
hace lo que quiere; es dueño de sus actos; no está gobernado por sus instintos. A diferencia de los
animales que están gobernados por sus instintos.
Por ejemplo:
El León no se admira de la belleza de la gacela siempre la ve como comida, ve el
mundo en cuanto que le satisface, esta centrado en si mismo.
Así somos nosotros de pequeños (como los animales), pero luego podemos
descentrarnos, ponernos en el lugar de las cosas, admirarnos del mundo.
Como los animales, los niños más pequeños viven dominados por sus instintos y se
relacionan con el medio sólo para satisfacer sus necesidades. Por eso son terriblemente
egoístas. Por ejemplo, que un niño de meses se ponga contento de ver que otro
comparte su biberón es pedir demasiado.
Por eso, Plessner ha dicho, con una fórmula feliz, que el hombre es un
ser "descentrado"; es decir, que no está centrado en sí mismo, que
puede poner el centro de su atención en lo que le rodea, que puede
ponerse en la situación de las cosas.
La conducta humana está condicionada por "bienes" y "deberes" y hay que saberlos conjugar, porque a
veces se limitan unos a otros.
PRIMERA LLAMADA: DE LOS BIENES
El BIEN según Aristóteles es lo apetecible por la persona.
Como la naturaleza esta bien hecha, al HOMBRE le apetece lo que le conviene. Pero el campo de los BIENES es
mucho mas amplia que las necesidades primarias.
A todas estas cosas que son deseables, les llamamos bienes. Descubrir los bienes
ESPIRITUALES es más dificil.
Aprender cuáles son los bienes del hombre y llegar a amarlos forma parte de la moral; una parte importante, pero sólo una parte: en la
moral como hemos dicho, además de los bienes, están los deberes.
SEGUNDA LLAMADA: Que le dirigen las cosas que le
rodean. DE FUERA (DEBERES)
Los animales que no tienen inteligencia, sólo sienten la voz de sus instintos, pero
los hombres oímos también las "voces" de los seres que nos rodean. Esto distingue
nuestra conducta del comportamiento animal.
Un hombre normal no puede comer tranquilo, mientras tiene al lado a otro hombre
hambriento; sabe lo que siente y lo que necesita; su presencia allí, al lado, le
condiciona y le "obliga". Es lo propio de un ser humano, y estaría embrutecido, no
tendría sentimientos humanos, el que no le sucediera esto.
En la medida en que ampliamos nuestra experiencia personal, se amplía también inmensamente el campo de los
DEBERES: nos volvemos más sensibles para percibir las voces que nos dirige lo que nos rodea, para ver lo que se espera
de nosotros.
Del egoísmo al sentido del deber
Hasta que no se desarrolla la inteligencia, el hombre vive dominado por sus instintos en busca de los bienes primarios.
El egoísmo de los niños es inevitable y disculpable, pero el egoísmo de una persona físicamente madura supone un desajuste
en su personalidad: ha madurado su cuerpo pero no ha madurado suficientemente su espíritu.
La madurez requiere una auténtica conversión intelectual y moral. La conducta debe pasar de ser guiada por los impulsos a
ser guiada por la razón.
tendencias la realidad y
REGULAR instintivas, El mundo de los Para dar paso al mundo de
egoístas y gustos y deseos a los deberes
egocentricas
Aprender a oir la voz de los deberes es una tarea para toda la vida; quizá la
conversión más importante de todas, la que nos constituye en un ser moral.
Dios
Podemos situar
los distintos
seres que nos Hombre (sociedad y
rodean en tres cultura
planos
Naturaleza
El primer ser es Dios
Dios es un ser muy especial; es lógico que nuestros deberes hacia El sean también muy
especiales. Es lógico que si existe Dios -y los cristianos creemos que existe-, ocupe el primer
lugar en nuestra vida.
Esto está pefectamente expresado en el primero de los Diez Mandamientos: "Amarás al Señor
tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu mente, con todas tus fuerzas".
Los cristianos creemos que el mundo ha salido de las manos de Dios. Todo lo
que en él hay de bueno, Dios lo quiere. Y si Dios lo quiere, también nosotros
lo hemos de querer.
Hombre, sociedad y cultura
En la escala de los seres, después de Dios, vienen nuestros semejantes. El amor que
debemos a los hombres que nos rodean está espléndidamente expresado en un
mandamiento, que resume el resto del Decálogo: "amarás al prójimo como a tí mismo“
(Marcos 12:31)
Se trata de querer para los otros lo que queremos para nosotros y de evitarles lo
que nosotros evitamos.
Dentro de este apartado de los deberes hacia nuestros semejantes hay que incluir
también todas las realidades culturales y sociales, que son fruto de la historia y de
la convivencia humana
Naturaleza, el mundo que nos rodea
Por último, en tercer lugar, después de Dios y de nuestros semejantes están las
cosas: las cosas que nos rodean: todas las cosas, naturales o artificiales.
Todas tienen una dignidad que debemos respetar y nos imponen deberes, aunque
no sean tan graves como los que nos imponen las personas. Pero muchas veces son
graves y urgentes.