Si esto fuese correcto, entonces la diosa Inanna (o, en acadio, Ishtar) de Uruk puede, en algún momento, haber sido su consorte. Fue posteriormente asimilado por el dios Assur (asirio-babilónico), y el dios Marduk (kasita-babilónico).
C.) era el dios más importante del panteón sumerio, y de la "Tríada Sumeria" de dioses principales, pero luego en tiempos acadios y babilonios, fue perdiendo relevancia y fue sustituido por Enlil o Enki en este papel, y luego por los distintos dioses regionales (Marduk, Assur, etc).
Nota: Con el establecimiento de los nuevos imperios asirio y babilónico, los roles de los primitivos dioses son supeditados tanto al Assur asirio-babilónico, como al Marduk kasita-babilónico - aunque es muy posible que ambos sean el mismo dios – donde éstos aparecen como herederos-reinantes de los antiguos dioses mesopotámicos, quedando Anu/Dagan, ya asimilado entre ellos.
La leyenda cuenta, que era hijo de Anshar y Kishar y él fue quien dio el "poder de los cuatro vientos" o el "poder de Anu" a Marduk para poder enfrentar a Tiamat (véase Enuma Elish), luego de ser enviado por Anshar en una misión de paz, en la que fracasó.
Con el triunfo de Babilonia sobre el resto de Mesopotamia, también su dios principal, Marduk, fue alzado a la cabeza del panteón de dioses locales.
Los casitas no tardaron en adoptar la lengua y la religión del territorio que ocuparon, restaurando incluso el templo de Marduk de Babilonia.
En el siglo XVII a. C., el rey Hammurabi unificó el Estado, hizo de Babilonia la capital del imperio e impuso como dios principal a Marduk.
Aunque uno de ellos, Ea, se anticipó a los deseos de Apsu haciendo un conjuro y derramando el sueño sobre él, para luego matarlo. Ea, o Nudimmud, el dios hacedor, junto a Damkina, engendró a Marduk, el dios de Babilonia.
Al tiempo, Tiamat es convencida de tomar venganza y rebelarse, decide dar mucho poder a Kingu, su nuevo esposo, y le entrega las tablillas del destino. Marduk es nombrado por los dioses para enfrentar a Tiamat, accede con la condición de ser nombrado «príncipe de los dioses o dios supremo», finalmente vence a Tiamat, la mata y con su cuerpo crea el cielo y la tierra.
Luego a Kingu le son arrebatadas las tablas del destino. Marduk, exultante, planea realizar obras estupendas y las comunica a Ea: Amasaré la sangre y haré que haya huesos.
Kingu es condenado a morir por ser el jefe de la rebelión, y, con su sangre, Ea crea a la humanidad. En honor a Marduk se construyó el Esagila en el Etemenanki.
El poema puede ser visto como la historia de la eterna lucha entre el Orden y el Caos, puesto que muestra el arquetipo del guerrero que lucha contra el Caos, pese a no conseguir derrotarle nunca, por lo que la lucha es constante. Por ello, Marduk, dios de la luz y el orden, debe vencer a Tiamat, quien representa a la oscuridad y el caos.