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DIALECTOLOGÍA
FRANCISCO MORENO-FERNÁNDEZDIALECTOLOGÍA
(Dialectology)
Francisco Moreno-Fernández
1. Introducción
En este capítulo se presentan algunos aspectos fundamentales relativos a la variación dialectal y
a su tratamiento en la enseñanza del español como segunda lengua (L2). Se parte de un estado
de la cuestión sobre la atención a las variedades dialectales en la enseñanza. A continuación, se
ofrece una caracterización general de la diversidad dialectal del español, así como la definición
de algunos conceptos básicos de la dialectología, especialmente aquellos que afectan de forma
más directa a la enseñanza y el aprendizaje de la lengua. Esta presentación se acompaña del
comentario de las más conocidas propuestas de zonificación dialectal del español. Asimismo,
se analiza el carácter policéntrico de la norma del español y se presentan diferentes contextos
de enseñanza de la lengua. Finalmente, se abordan cuestiones que afectan al tratamiento de las
variedades y los rasgos dialectales en la enseñanza y en la evaluación del español como lengua
segunda y extranjera.
Palabras clave: dialectología; estándar; contextos de enseñanza; áreas dialectales; geografía
lingüística
In this chapter, some fundamental aspects of dialectal variation and its treatment in teaching
Spanish as a second language (L2) are presented. The first section includes a state of the art
on attention to dialectal varieties in language teaching, as well as a general characterization of
the dialectal diversity of Spanish. Then, a general overview of the dialectal diversity of Spanish
is provided, as well as the definitions of some basic dialectological concepts, especially those
affecting most directly the teaching and learning of languages. This presentation is accompanied
by the analysis of some well-known proposals of dialectal division of the Spanish language.
In addition, the polycentric norm of Spanish and different contexts of language teaching are
analyzed. Finally, issues affecting the treatment of varieties and dialectal features in the teaching
and assessment of Spanish as a second language (L2) are discussed.
Keywords: dialectology; standard; teaching contexts; dialectal areas; linguistic geography
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Francisco Moreno-Fernández
2. Estado de la cuestión
La lengua española, distribuida por una superficie de 9,2 millones de kilómetros cuadrados
—cifra que se aproxima a la extensión de los Estados Unidos o de China— encierra una
diversidad de modalidades dialectales acordes a su amplio territorio y a su compleja historia.
Dichas modalidades se identifican tanto en los territorios europeos como en los americanos
—además de en los continentes africano y asiático—, y gozan de diferente demografía, extensión
geográfica, consideración social y reconocimiento interregional (Moreno-Fernández y Otero
2008). Históricamente, la valoración de estas variedades en la enseñanza no ha sido de simetría,
sino de privilegio para la modalidad castellana, del norte peninsular de España. Sin embargo, desde
la segunda mitad del siglo XX se ha desarrollado una perspectiva de equivalencia o simetría entre
las variedades más destacadas (Moreno-Fernández 2010a), a la que contribuyó decididamente la
creación, en 1951, de la Asociación de Academias de la Lengua Española (ASALE).
El tratamiento de las variedades dialectales en la enseñanza de la lengua ha sido considerado,
en la teoría y en la práctica, desde comienzos del siglo XX, como un factor estrechamente
ligado a las ideologías pedagógicas imperantes en cada época y en las diferentes áreas lingüísticas.
En 1917, Daniel Jones se refería a la preeminencia del estándar escrito sobre el hablado en el
proceso de enseñanza, lo que evidenciaba la importancia concedida tanto a la escritura, como a
la existencia de un modelo único de referencia para el uso de la lengua. A lo largo del siglo XX,
el peso del “estándar” en la enseñanza general se convirtió en un hecho tan irrebatible que fue
trasladado a la metodología de enseñanza de segundas lenguas, de tal suerte que actualmente se
trata de una creencia fuertemente arraigada en buena parte de los agentes implicados, más allá
de la eficacia de su proyección en la práctica educativa (Milroy y Milroy 1985; Milroy 2001).
La irrupción de los modelos estructurales y, a partir de los años 70, de los modelos
nociofuncionales y comunicativos en la enseñanza de lenguas segundas no supuso un tratamiento
sistemático de las variedades de la lengua, excepto en lo referido a los registros. Sin embargo,
la creciente importancia atribuida a los entornos culturales y a los contextos educativos desde
finales del siglo XX ha llevado a considerar la atención a las variedades del español, en sus diversas
dimensiones, como una necesidad. Este cambio de perspectiva se vio reforzado además por el
encomio y el renovado respeto hacia el multiculturalismo, el multilingüismo y la identidad,
especialmente en las actividades de naturaleza internacional (Velasco 2000). Asimismo, sobre
la enseñanza de lenguas han venido a incidir otros elementos que han reforzado la atención
a la diversidad interna de la lengua: pensamos en los grandes procesos poblacionales, como
los movimientos migratorios o la movilidad internacional —concretamente la estudiantil—,
o en los importantes desarrollos de la tecnología, como la multimodalidad y el uso intensivo y
extensivo de los medios y redes de comunicación social (Blommaert 2010).
En un proceso de atención progresiva a las variedades dialectales, se reconocen diversas
tendencias u orientaciones, que pueden presentarse en forma de cuatro alternativas: 1) atención
al uso referido a una norma preferente; 2) atención al uso referido a normas regionales específicas;
3) búsqueda de una variedad koinética o neutralizada; 4) atención a una multiplicidad de
normas. En lo que se refiere al español como L2, tradicionalmente los modelos lingüísticos más
difundidos para la enseñanza se basaron en el español castellano del norte de la península ibérica.
La causa de ello tuvo que ver con la propia historia socio-política de esta lengua, pero también
con el peso de España en el sector editorial y con la experiencia acumulada, sobre todo durante
el último siglo, en la enseñanza de español como lengua segunda y extranjera. La referencia
castellana, sin embargo, se ha ido diluyendo conforme se ha universalizado el estudio del español
y conforme distintos países hispanohablantes —o incluso otros países, como Brasil o los Estados
Unidos— se han ido sumando a la oferta de enseñanza de la lengua a no nativos. Ello también ha
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Dialectología
provocado que se utilice como referencia la norma específica de grandes áreas geográficas con
capacidad de atraer estudiantes extranjeros o aledañas a grandes comunidades educativas, como
México, Chile, Colombia o el Río de la Plata (Moreno-Fernández 2010a).
El empleo de una variedad neutralizada es una alternativa practicada más en los dominios
profesionales de la comunicación que en la enseñanza misma de la lengua, sin perjuicio de que
determinados aspectos lingüísticos se enseñen en sus usos más comunes o menos dialectalizados. El
llamado “español neutro” es una aspiración proyectada en productos comunicativos (periodísticos,
documentales, culturales) que pretenden alcanzar una dimensión internacional (Petrella 1998;
Guevara 2013). Asimismo, el recurso a la multiplicidad de normas suele aparecer en realidades
comunicativas y educativas en las que participan agentes internacionales (estudiantes, profesores,
administradores: por ejemplo, en el sistema de las Naciones Unidas), más que como una decisión
pedagógica orientada al cumplimiento de unos fines o unas expectativas determinadas.
Las cuatro tendencias mencionadas se manifiestan de forma diferente dependiendo de cada
entorno de enseñanza, como se ha dicho, pero también de otros factores no poco importantes,
como la naturaleza de los centros, los equipos docentes, los materiales de enseñanza, los objetivos
o el tipo de productos educativos (cursos, exámenes, pruebas de nivel, materiales de prácticas).
Entre todos ellos, los materiales de enseñanza y evaluación encierran una especial significación,
dado que suelen ser tratados como estándar o referencia, lo que los convierte, de hecho, en modelo
de lengua, sea cual sea la orientación desde la que se hayan elaborado. Ahora bien, esos materiales
no siempre han sido concebidos para los contextos concretos en que se utilizan, por lo que los
centros y el profesorado han de estar atentos para su adecuación o para su complementación
con otros recursos más adaptados a cada entorno educativo. El peligro para la enseñanza se
encierra, por tanto, en la apariencia de neutralidad o estandarización de unos materiales en cuya
elaboración también han podido influir factores ajenos a la mera pedagogía, como la atención
a grandes mercados de la industria editorial y la rentabilidad económica. Con todo, la realidad
educativa contemporánea resulta muy compleja y obliga a una reflexión profunda y renovada
sobre el fenómeno de la variación dialectal y social en relación con la enseñanza de lenguas, por
la internacionalización del español y su posicionamiento en el proceso de globalización.
3. Consideraciones metodológicas
El tratamiento de las variedades de una lengua, desde cualquier perspectiva, exige afrontar la
cuestión del número y la naturaleza de sus dialectos. De hecho, en el origen de las variedades
dialectales hay factores externos e internos, que se concretan de modo diverso en cada contexto
específico y que explican la heterogeneidad de sus manifestaciones. Además, cuando la diversidad
de entornos socioculturales es tan grande como la que exhiben las lenguas internacionales, la
identificación y caracterización de las variedades dialectales resulta, lógicamente, más compleja.
Este es el caso de la lengua española. Por eso mismo, distinguir entre “español de España” y
“español de América”, como frecuentemente se hace, no solo es un ejercicio simplista, sino que
tergiversa gravemente la rica y compleja realidad dialectológica contemporánea de la lengua
española (Moreno-Fernández 2014).
3.1. La zonificación dialectal del español
La zonificación dialectal del español —es decir, la división en zonas— ha sido abordada en
diversas ocasiones y desde diferentes ángulos en el último siglo y medio (Alba 1992; Quesada
2014). Aunque la primera propuesta de división dialectal fue hecha por Armas y Céspedes en
1882, la primera planteada y razonada desde argumentos poblacionales, culturales y geográficos
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Francisco Moreno-Fernández
fue la de Pedro Henríquez Ureña (1921, 1930, 1931), quien, junto a esos argumentos, manejó
otro que durante una época resultó de gran peso: el contacto con las lenguas indígenas. Desde
una perspectiva más netamente lingüística, José Pedro Rona (1964) propuso distinguir las áreas
dialectales del español americano atendiendo a cuatro factores específicos: dos fonéticos (yeísmo
y rehilamiento: raya y ralla, como [‘raʝa] o [‘raʒa]) y dos gramaticales (voseo y concordancia
verbal: vos tenés/vos tienes/tú tienes). Similar en cuanto al método fue la propuesta de Juan Zamora
Munné (1979–1980), quien estableció las áreas del español americano a partir de tres rasgos: el
voseo, el tratamiento de la /s/ y el de la velar /x/. En la línea de atención a la fonética, pero sin el
deseo específico de descubrir áreas dialectales, Melvyn Resnick (1975) prefirió crear un catálogo
de rasgos con sus localizaciones geográficas. Por su parte, Philippe Cahuzac (1980) practicó el
ejercicio de la zonificación americana a partir del léxico agrícola, prestando, pues, atención al
plano de lexicología dialectal.
Más recientemente, la Asociación de Academias de la Lengua Española ha elaborado sus obras
de referencia, incluido el Corpus del Español del Siglo XXI (CORPES XXI), contando con la
colaboración y supervisión de académicos de diversas áreas hispánicas reunidos por comisiones
(RAE-ASALE 2005, 2010). El criterio utilizado por las Academias para la representación de las
áreas dialectales no es estrictamente lingüístico ni se justifica como tal, pero combina los perfiles
geolingüísticos generales de las principales áreas hispánicas con la funcionalidad organizativa
de las Academias. Por último, cabe mencionar la aparente tendencia a la configuración de dos
“superdialectos” del español (uno urbano y otro rural), como consecuencia de la comunicación
masiva mediante redes informáticas y por los medios internacionales de comunicación, según
la cual las variedades de las principales ciudades de todo el espacio hispanohablante vendrían
a ir coincidiendo progresivamente en sus usos léxicos (Gonçalves y Sánchez 2014; MorenoFernández 2014). Para el resumen de todas estas propuestas, véase la Tabla 25.1. La referencia a
estas propuestas de división geográfica de la lengua española tan solo pretende reflejar la dificultad
teórica y práctica de establecer un inventario dialectal razonado y aceptado de forma general.
Para estas páginas, proponemos tener en cuenta una zonificación que incluya todo el espacio
hispanohablante y partir de una base lingüística y perceptiva, y por ello se dará preferencia a
los criterios propuestos por Moreno-Fernández (2000 y 2010a), con plena conciencia de los
inconvenientes que ello plantea. Esta propuesta distingue para el área europea las variedades
castellana, andaluza y canaria, mientras que en el gran territorio americano se distinguen las
variedades mexicano-centroamericana (incluida la estadounidense), la caribeña, la andina, la
chilena y la austral. Aparte quedarían las variedades criollas de Filipinas y América, así como el
español de Guinea. Todas ellas son merecedoras de consideración desde el plano de la enseñanza
de la lengua, como L1 y como L2, puesto que pueden aportar datos o modos de reflexionar
sobre la aproximación pedagógica a la enseñanza de las variedades del español.
3.2. Conceptos fundamentales de dialectología
Cualquier reflexión sobre la variación dialectal obliga al conocimiento de algunos conceptos
fundamentales de la dialectología, especialmente aquellos que afectan de forma más directa a
la enseñanza y el aprendizaje de la lengua. Una primera distinción elemental es la que opone
lengua a estándar y a dialecto; y, secundariamente, dialecto a registro. Haciendo omisión de las largas
discusiones teóricas que se han mantenido respecto al concepto de lengua (Moreno-Fernández
2014), podemos destacar que los rasgos que caracterizan a las lenguas frente a los dialectos no son
de naturaleza propiamente lingüística. La existencia de las lenguas se vincula a criterios políticos
y al reconocimiento de la soberanía de las naciones, pero no a criterios lingüísticos. Un dialecto
sería la modalidad de una lengua determinada tal y como se usa en un territorio determinado,
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Dialectología
Tabla 25.1 Propuestas de zonificación dialectal de la lengua española
Autores
Áreas
Criterios
Armas y Céspedes (1882)
Rosenblat (1962)
Criollo (Caribe), México y Centroamérica,
Pacífico, Buenos Aires
México (+Norteamérica, Centroamérica),
Antillas, Andes, Chile, Argentina
(+Uruguay, Paraguay, SE Bolivia)
Tierras altas/Tierras bajas
Rona (1964)
16 áreas delimitadas por isoglosas
Resnick (1975)
256 áreas. Índice de rasgos con marcación
geográfica
9 áreas delimitadas por presencia y
ausencia de rasgos seleccionados
Tendencia a constituir idiomas
en América
Fonética americana. Geografía.
Política. Contacto con
lenguas indígenas
Fonética. Influencia de lenguas
indígenas
Isoglosas: yeísmo, zeísmo, voseo,
concordancia verbal
Fonología. Identificación de
unidades dialectales mínimas
Fonética americana: voseo,
pronunciación de /x/,
pronunciación de /s/
Lexicología dialectal. Léxico
agrícola
Henríquez Ureña (1921,
1930, 1931)
Zamora Munné (1980)
Cahuzak (1980)
Moreno-Fernández
(2000, 2010a)
ASALE (2005, 2010)
Gonçalvez y Sánchez
(2014)
4 grandes áreas: I. México, Centroamérica,
Antillas,Venezuela, Colombia. II.
Venezuela andina, Ecuador, Colombia,
Perú, Bolivia, N. Chile, NO Argentina.
III. Chile. IV. Argentina, Uruguay,
Paraguay, O. Bolivia
Mexicano-centroamericana, caribeña,
andina, chilena, austral, castellana,
andaluza, canaria
Chile, Río de la Plata, Andes, Caribe
continental, México y Centroamérica,
Antillas, Estados Unidos y Filipinas,
España
Superdialecto urbano – Superdialecto
rural
Lingüístico holístico
Comisiones académicas
Coincidencias léxicas en
mensajes de Twitter
sabiendo que, cuando hablamos de dialectos, pensamos, no solo en la pronunciación sino
también en el léxico, la morfología, la sintaxis y los elementos discursivos; esto es, pensamos en
la lengua como un todo. La lengua sería el sistema lingüístico utilizado históricamente por una
comunidad y percibido como tal, más allá de que se le reconozcan modalidades diferentes según
la geografía (Trudgill 2003). El estándar, por su lado, es una variedad vinculada a la lengua escrita
y a la educación idiomática, y considerado como propio de los grupos sociales de prestigio
(Davis 1997; Trudgill 2003). Por su condición de habla modélica, se trata de una modalidad
objeto de planificación o regulación formal (ortográfica, gramatical, léxico-semántica), que
también es objeto de enseñanza. En relación con la lengua española, el problema reside en
que no existe un estándar, único y homogéneo, para la enseñanza universal del español, sino
que puede hablarse de un estándar para cada una de las grandes áreas dialectales hispánicas. En
cuanto al registro, como explicó, M.A.K. Halliday (1982), si el dialecto identifica la lengua en
relación con sus usuarios, el registro lo hace en relación con sus usos. Los registros son, pues,
variedades funcionales que vienen determinadas principalmente por cuatro factores: el tema al
que se refieren los discursos, su grado de formalidad, el canal de comunicación y la intención en
el uso de la lengua (Trudgill 2003).
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Francisco Moreno-Fernández
Junto al conocimiento de los conceptos mencionados, igualmente necesario es el de los
fundamentos de la dinámica espacial o geográfica de las variedades dialectales, tanto en lo que
se refiere a su distribución geográfica, como en lo que afecta a la disposición de las variedades
(Chambers y Trudgill 1980). La comprensión de la realidad geolingüística es esencial para una
adecuada valoración de las modalidades de una lengua y esa realidad nos revela que no existen
fronteras nítidas capaces de separar a un dialecto de otro, sino fronteras geográficas entre rasgos
concretos. Al límite geográfico de cada rasgo lingüístico de una modalidad se le da el nombre
de isoglosa. De este modo, el área geográfica de una variedad como la del español mexicanocentroamericano podría ofrecer una isoglosa para el fenómeno del voseo —utilizado desde el
sur de México hacia Centroamérica— y otras fronteras diferentes para la pronunciación de la
palatal /ʝ/ o para el uso de la preposición hasta con valor de punto a partir del cual (p. ej., el
comercio abre hasta mediodía “el comercio abre a partir de mediodía”). Cuando varias de esas
isoglosas se concentran formando haces, resulta más fácil identificar el límite de una variedad
dialectal en su conjunto. En caso contrario, el fenómeno resultante es un continuo dialectal, por
el cual el habla de una localidad A es comprensible para los hablantes de la localidad B y la de
esta para los de una localidad C, pero estos últimos ya no comprenden en el mismo grado la
variedad A. Esta situación es bastante frecuente entre variedades románicas europeas, y nos revela
la complejidad de interpretar y de explicar la relación entre variedades dialectales.
Por otro lado, cuando las variedades dialectales se manejan en contextos de contacto, como
los de enseñanza y aprendizaje de segundas lenguas, es inevitable incorporar otros conceptos
complementarios, aunque no menos decisivos, como los de acento, modelo o norma. El tratamiento
que se otorga a estas nociones depende en gran medida de los ámbitos desde los que se practica la
enseñanza y de sus tradiciones didácticas, pero en todos ellos tales nociones exigen una reflexión
teórica por parte del profesorado. Cuando se habla de norma en el ámbito de la enseñanza se
hace referencia preferentemente a las normas o reglas elaboradas y difundidas por los medios e
instituciones con capacidad para ello. Los instrumentos en los que la norma se manifiesta son
los manuales o métodos de enseñanza, que, a su vez, suelen recoger lo establecido en las obras
prescriptivas. En el caso de la comunidad hispánica, las normas y recomendaciones formales y los
criterios que las guían figuran en la ortografía, la gramática y los diccionarios de la Asociación de
Academias de la Lengua Española. Son esos conjuntos de normas los que configuran el modelo
de lengua que se transmite en la enseñanza, al que suele darse la denominación de estándar, por
influencia de la bibliografía anglosajona (Wilkinson 1995).
En lo que se refiere al acento, se trata de un tipo de pronunciación que permite identificar
al hablante desde el plano geográfico o desde el plano social. El acento es algo percibido
relativamente por los oyentes, de forma que todo hablante puede identificarse por un acento
determinado (Trudgill 2003). Los hablantes de segundas lenguas suelen ser reconocidos como
tales porque su acento (esto es, su pronunciación) no coincide con el de los nativos, sea cual sea
su región de origen.
Asimismo, en la construcción o elección de los modelos de lengua que guían la enseñanza,
son esenciales los conceptos de prestigio y de opinión. El primero es determinante para la
fijación de una norma (un estándar) o la elección entre normas alternativas, puesto que el
modelo utilizado para la enseñanza suele ser el más prestigioso. El segundo se encuentra en
la base de la noción de percepción, así como de las creencias y actitudes lingüísticas, tanto del
profesorado como de los estudiantes. En lo que afecta específicamente a la percepción de las
variedades dialectales, el cognitivismo nos permite entenderlas a partir de los conceptos de
rasgo, ejemplar o prototipo, según se conceda relevancia a: 1) rasgos lingüísticos específicos (p.
ej., el uso de vosotros, la pronunciación rehilada tensa de /ʝ/, etc.); 2) ejemplares o individuos
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Dialectología
usuarios de una modalidad (p. ej., los propios profesores); y 3) prototipos de variedades
caracterizados por un conjunto de rasgos dialectales (p. ej., los que se reflejan en los manuales).
Es cierto que la lengua española goza de una relativa homogeneidad, que facilita el manejo
de unos modelos comunes o de gran similitud; sin embargo, existen rasgos lingüísticos que
no solo varían de un territorio a otro, sino que son más o menos relevantes según el contexto
de enseñanza-aprendizaje. Actualmente la facilidad de acceso a las distintas manifestaciones
del español —gracias a la movilidad y a los medios de comunicación social— da visibilidad a
rasgos de toda procedencia.
Por último, en cuanto a las dificultades específicas en el aprendizaje de la lengua española
como L2, pueden mencionarse el timbre de los componentes de un sistema vocálico reducido,
la articulación de los sonidos palatales o líquidos (pronunciación de che y ye; distinción de [r] y
[l]), en distintas posiciones, la concordancia gramatical recurrente, la distinción de series verbales
como ser/estar/haber/tener, la distinción entre tiempos verbales de pasado o la distribución de
usos y funciones de preposiciones como a, en, hasta, para o por. A ello deben unirse las cuestiones
pragmático-discursivas, entre las que merecen especial mención las formas de tratamiento
(tuteo-voseo-ustedeo). Todas estas dificultades, si bien caracterizan al español en general, suelen
manifestarse de forma diferenciada en cada una de sus variedades.
4. Pautas para integrar la dialectología en la enseñanza
La multiplicidad de contextos de enseñanza provoca que los rasgos variables se perciban de
forma diferente en cada caso, tanto por parte de los profesores como por parte de los aprendices.
Esta realidad hace que el tratamiento de las variedades y de los rasgos dialectales en el aula
de español como L2 ofrezca pautas y alternativas diferenciadas, dependiendo asimismo de
variables particulares como las siguientes: objetivos de la enseñanza-aprendizaje, tipo de centro
docente, origen del profesorado, tipo de evaluación de los conocimientos adquiridos, portafolio
lingüístico de los estudiantes. Ahora bien, más allá de las decisiones que cada centro o, incluso,
cada profesor tome al respecto en la inmediatez de su contexto, existen algunas cuestiones que se
presentan como esenciales y que, antes o después, obligan a una reflexión. Entre esas cuestiones,
destaca una por su naturaleza fundamental y por sus consecuencias metodológicas en relación
con la enseñanza: la concepción general de la dialectología hispánica; esto es, la forma en que se
entiende la distribución y ordenación de las variedades dialectales de la lengua española.
En la concepción general de la dialectología hispánica, hay una visión que quedó
definitivamente apartada hace años, si bien su vigencia aún puede rastrearse en algunos
casos, abocados a su extinción. Se trata de una interpretación monocéntrica de la comunidad
hispanohablante, con su epicentro en la península ibérica y con su modalidad de referencia
en el habla castellana, especialmente de Madrid o de localidades históricas como Salamanca,
Valladolid o Burgos. La existencia de este “centro” exigía una “periferia”, conformada por todas
las demás variedades del español, incluidas las de España (andaluza, canaria), consideradas como
formas parciales de un español cuyo único modelo válido para la enseñanza era el “castellano”.
El arraigo de esta concepción tuvo como consecuencia la redacción de materiales de enseñanza
referidos exclusivamente a la modalidad castellana, con atención nula, cuando no despectiva, a
las demás modalidades, hecho que se vio reforzado por la formulación histórica de la norma
académica desde la variedad de Castilla, que convertía la planificación del idioma en una realidad
externa (exonormativa) para la mayor parte de la comunidad hispanohablante.
Esta concepción monocéntrica y de carácter mayoritariamente exonormativo ha sido
radicalmente modificada por parte de las autoridades académicas hispánicas —representadas por
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Francisco Moreno-Fernández
ASALE—, que han ajustado sus criterios a la realidad del uso de la lengua y de su enseñanza.
De este modo, la concepción de la dialectología hispánica imperante en la actualidad no es
monocéntrica, sino policéntrica, y no es mayoritariamente exonormativa, sino endonormativa,
puesto que los usos cultos mayoritarios de todas las grandes áreas dialectales reciben atención
en las normas académicas. A esta concepción por parte de ASALE se le ha dado el nombre
de “panhispanismo”, que implica unas relaciones de simetría y equivalencia entre los usos
cultos de todas las grandes variedades del español (RAE-ASALE 2009). Asimismo, la norma
panhispánica intenta ser una referencia válida para el conjunto de la comunidad hispánica, pero
acepta de modo flexible las particularidades de mayor implantación social en cada área dialectal,
conformando una realidad policéntrica.
Ahora bien, además de la reflexión sobre cuestiones fundamentales que subyacen al
tratamiento de las variedades lingüísticas del español en su enseñanza, es necesaria una reflexión
referida a la variación en contextos específicos, en los que surgen situaciones, condiciones
y dificultades particulares, que consecuentemente deben ser afrontadas también de forma
particular. A continuación, se hará referencia a diversas situaciones y aspectos de la enseñanza
de español como L2, tratados a modo de ejemplo entre una gama de posibilidades mucho más
amplia y diversa.
4.1. La elección de un modelo adecuado
El concepto de policentrismo está estrechamente ligado a la configuración de los modelos
lingüísticos que sirven de referencia tanto para la enseñanza, como para los usos profesionales de
la lengua. No se trata exactamente, pues, del concepto de pluricentrismo de Heinz Kloss (1978)
y Michael Clyne (1992), referido más bien a dinámicas normativas centrífugas. Una visión
policéntrica del español justifica por sí misma la elección de modelos de lengua adecuados
a cada área dialectal y, lo que no es menos importante, a las expectativas y necesidades de los
estudiantes de español según su previsible actividad comunicativa con hispanohablantes. De
esta forma, el modelo de lengua que predominaría de manera natural para la enseñanza de
español a norteamericanos apuntaría al español mexicano-centroamericano, sin perjuicio de las
tendencias presentes y futuras que se desarrollen dentro del español de los Estados Unidos. A su
vez, el modelo que predominaría para la enseñanza de español a brasileños sería el referido al
español austral; y, para la enseñanza a europeos, el referido al español de España. Esto no significa,
sin embargo, que las normas de otras áreas no puedan aparecer en la enseñanza desplegada en
cualquiera de ellas (español mexicano en Europa; español de España en Brasil; español austral
en los Estados Unidos). Esto es posible, por un lado, cuando los equipos docentes cuentan con
profesores de distintas procedencias dialectales, dado que el modelo más inmediato y de mayor
capacidad de influencia sobre el aprendiz siempre es el del profesor (Andión 2008); por otro lado,
esta realidad se sustenta en la amplia base común de todas las variedades dialectales hispánicas, en
su alto grado de intercomprensión y en el prestigio interno de que disfrutan todas las variedades
en sus usos más cultos.
Los cursos de español L2 en países hispanohablantes usualmente trabajan sobre la base del
español de su entorno inmediato, sobre todo porque su profesorado procede mayoritariamente
de allá y porque la sumersión lingüística por parte del aprendiz se produce, naturalmente, en la
variedad de ese entorno. Los cursos en países no hispanohablantes, sin embargo, hacen depender
su criterio, a este respecto, de dos factores principales: la formación de origen de su profesorado
y las necesidades de los estudiantes. El profesorado es un factor esencial en este proceso. Así, el
origen cubano de muchos profesores desplazados a los países del Este de Europa entre los años
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Dialectología
60 y 80 desembocó en el aprendizaje del español en su modalidad caribeña por parte de los
estudiantes de Rusia, Rumanía o Bulgaria; el origen de muchos lectores desplazados a Japón
posibilita que el modelo de español que se enseña y se aprende sea el del castellano del centronorte peninsular. Además, los convenios que las universidades firman entre sí para la movilidad
y la ampliación de estudios de su alumnado también favorecen que se enseñe una modalidad u
otra de español. Por eso, muchas universidades europeas propician el aprendizaje de un español
de España, dado que es un destino cercano y que las relaciones interuniversitarias en Europa
son relativamente eficaces. Esto no impide, como es lógico, que haya universidades europeas
muy ligadas a América, en las que se prima la enseñanza de algún español americano, por
contar con profesorado universitario de esa procedencia. Por su lado, en el sistema universitario
estadounidense es frecuente trabajar con un modelo mexicano de español, puesto que numerosos
estudiantes acaban disfrutando de estancias laborales o de estudios en México o Centroamérica.
En resumidas cuentas, la adecuación del modelo de lengua a las características del entorno y a
las necesidades de los estudiantes es la estrategia más conveniente para afrontar el tratamiento de
las variedades en la enseñanza de español.
4.2. Enseñanza de español en los Estados Unidos
Dado que los Estados Unidos son el país del mundo donde hay más estudiantes de español como
L2, conviene tratar mínimamente algunos aspectos que le conciernen (Roca 2000). En relación
con la población hispana estadounidense, existen cuestiones que se proyectan directamente
sobre la enseñanza de la lengua y sobre las variedades que han de servir como modelo de
referencia. Dos de esas grandes cuestiones son la falta de homogeneidad de la comunidad hispana
y su diferente grado de asimilación a la sociedad anglohablante. La falta de homogeneidad
pone de relieve la pervivencia y visibilidad de los orígenes nacionales —y dialectales— de las
diferentes comunidades hispanas. Siendo así, es frecuente que los hispanos sigan identificándose
con su particular modo de hablar y que los mexicanos sean portadores de la modalidad hispana
mayoritaria, al ser más del 60% del total de la población hispana estadounidense. Por eso no es
de extrañar que los libros de texto utilizados en la enseñanza de español como segunda lengua
presenten contenidos lingüísticos y culturales de cuño mexicano en gran parte. De hecho, la
demografía “latina” fue la que llevó a la Asociación Americana de Profesores de Español y
Portugués (AATSP, American Association of Teachers of Spanish and Portuguese) en los años 70 a
aconsejar el uso de un español “latinoamericano” en la enseñanza (AATSP 1972), especialmente
para los nativos, aunque tal formulación mostrara la inconsistencia de que en la realidad no
existe tal español “latinoamericano” unificado y homogéneo. En lo que se refiere al grado
de asimilación a la sociedad anglohablante, es innegable que las generaciones más jóvenes de
hispanos se sienten más asimiladas a la sociedad estadounidense que las de mayor edad (Martínez
y Moreno-Fernández 2016). Este hecho también repercute en la lengua y en su enseñanza
porque supone la valoración de rasgos lingüísticos que se van asentando en el español de los
Estados Unidos independientemente del origen de cada grupo hispano.
Por otro lado, en el mundo académico existen discusiones sobre la naturaleza del español de
los Estados Unidos, sobre su carácter autóctono y sobre la creación de una variedad dialectal
propia, que permitiría hablar de un español “de” los Estados Unidos susceptible de ser trasladado
a la enseñanza. A este español estadounidense se le da en ocasiones el nombre de Spanglish
o espanglish (Zentella 1997), aunque no hay que confundir los fenómenos de transferencia,
alternancia de código o mezcla característicos de las situaciones de contacto con la configuración
385
Francisco Moreno-Fernández
de una variedad específica del español, con toda su legitimidad, por muchos elementos del inglés
que esta incluya (Otheguy y Stern 2010). En este sentido, también podría apelarse al español
tradicional del Sur y Suroeste de los Estados Unidos, al español novomexicano y al peso relativo
de la historia hispánica anterior a 1848 para la búsqueda de un modelo propio (Vergara Wilson
2015), pero lo cierto es que, fuera de sus territorios de influencia, estas variedades no se valoran
como cruciales para el devenir del español estadounidense. El intercambio de influencias entre
variedades del español llegadas a los Estados Unidos y de estas con el inglés son hoy el fundamento
del español estadounidense. Los manuales de enseñanza de español, cuando no tienen una base
lingüístico-cultural predominantemente mexicana, suelen ofrecer un modelo koinético o de
fusión interhispánica, en parte porque los redactores suelen ser profesores de diferentes orígenes,
con experiencia de trabajo en equipo con colegas de distintos perfiles dialectales. En este caso,
la dificultad está en encontrar un modelo de lengua que se ajuste perfectamente a la realidad
del español de los Estados Unidos, que no coincide plenamente ni con la mexicana ni con
la caribeña. En cualquier caso, la diversidad de los modelos seguidos por los manuales, por el
profesorado y por los propios estudiantes, muchos de ellos ya hispanohablantes, a menudo de
origen mixto, pone en lugar prioritario, tanto en la formación de profesores, como en la práctica
docente, todas las cuestiones referidas a la realidad dialectal del español.
Asimismo, las escuelas primarias y secundarias, y las universidades de los Estados Unidos
cuentan con un número relevante de jóvenes pertenecientes a familias de origen hispano en
las que el español es seña de identidad. Se trata, por tanto, de estudiantes que, en el peor de
los casos, no se sienten ajenos a la cultura hispana y que, en el mejor, son miembros activos de
la comunidad hispanohablante en un nivel nativo. Son los llamados hablantes de español como
lengua de herencia o heredada que suelen manejar el español para la comunicación familiar e
informal, pero no en sus registros más cuidados, públicos o prestigiosos (Fishman 2001; Valdés
2001; Beaudrie y Fairclough 2012). Estos hablantes pueden pertenecer a distintas generaciones
sociolingüísticas, lo cual afecta a su dominio de la lengua, y pueden haber estado en contacto con
distintas variedades dialectales a la vez, en el entorno familiar y educativo.
La enseñanza de español como lengua de herencia se plantea como una necesidad en
sociedades que cuentan con una población de origen hispano de notables dimensiones, cuando
los estudiantes reciben normalmente su educación regular en otra lengua (véase el Capítulo
29 de Belpoliti y Gironzetti en este volumen). En estos casos, los centros educativos están
respondiendo con la creación de programas especiales de español como lengua de herencia, que,
a su vez, están llevando a la creación de materiales específicos para este tipo de estudiantes (Parra
2016). De hecho, en los Estados Unidos ya existen iniciativas profesionales y publicaciones
dedicadas específicamente al análisis y la reflexión sobre este tipo de enseñanza, como el Natural
Heritage Language Resource Center de la Universidad de California o como la revista Heritage
Language Journal (Parra 2017). No obstante, la atención a los hablantes de herencia también se
revela como imprescindible en contextos europeos, especialmente en los países germánicos y
escandinavos, donde la emigración hispana ha sido intensa desde finales del siglo XX (MorenoFernández 2010b).
4.3. La evaluación internacional del español
Otro aspecto de la enseñanza de español que implica directamente a su realidad dialectal es el
de la evaluación y la certificación, campo que, no obstante, arrastra un importante déficit de
publicaciones experimentales, en todas sus facetas. Desde España se elabora y ofrece el sistema
de certificados denominado DELE (Diploma de Español como Lengua Extranjera) (examenes.
cervantes.es). Se trata de una serie de certificados alineados con los niveles del Marco común
386
Dialectología
europeo de referencia para las lenguas (MCER) (Council of Europe 2001; 2017), administrados por
el Instituto Cervantes y oficializados por el Ministerio de Educación de España. Estos diplomas,
concebidos a finales de los años 80 como medio de certificación de conocimiento de lenguas a
partir de una minuciosa evaluación de las cuatro destrezas, tuvieron desde su inicio un alcance
internacional que obligó a tener en cuenta la realidad dialectal hispánica. Aunque algunas fuentes
mal informadas (Mar Molinero 2005) se empeñan en sostener que la única variedad legitimada
en los DELE es el español peninsular, como si, además, ese español fuera uniforme, lo cierto
es que desde muy pronto los DELE no solo aceptaron en condiciones de igualdad cualquier
variedad del español, sino que el input que se presenta a los candidatos, dependiendo de los
niveles y el tipo de examen, ofrece muestras de español de diversas procedencias hispánicas.
En la América hispanohablante existen iniciativas universitarias de importante calado y
concebidas desde planteamientos distintos. El Centro de Enseñanza para Extranjeros (CEPE) de
la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), fundado en 1921 con la misión de
internacionalizar el idioma español y la cultura mexicana e hispanoamericana, ha desarrollado
una política de certificación en la que tradicionalmente se ha dado prioridad metodológica
a la variante mexicana, desde el argumento, fundamentado, de que se trata de la variante más
hablada del mundo, por ser mexicano uno de cada cuatro hispanohablantes. En la actualidad, el
CEPE presenta una oferta de certificación con dos exámenes propios: el Examen de español
como lengua extranjera para el ámbito académico (EXELEAA) y el Certificado de Español
como Lengua Adicional (CELA). El primero, que cuenta con el respaldo de la Universidad de
Costa Rica y de la Universidad de Guadalajara, tiene como finalidad diagnosticar el grado de
idoneidad de los candidatos en función de su competencia lingüística en español para cursar
estudios superiores impartidos en lengua española. Por su parte, el CELA diagnostica el grado
de idoneidad de los candidatos en función de su competencia lingüística y comunicativa
(www.cepe.unam.mx). En ambos casos se trata de pruebas construidas desde y en el español
mexicano, pero que son flexibles y adaptables a las variedades conocidas por los potenciales
candidatos. Estamos, pues, ante un caso de uso de una variedad regional o nacional, flexibilizada
por la aceptación y receptividad hacia otras modalidades, aunque las pruebas conducentes a los
certificados no se preparen para evaluar el dominio de otras variedades (McNamara 1997).
Argentina, por su parte, ha elaborado dos certificaciones con cierta presencia nacional e
internacional: el Diploma Universitario de Competencia en Lengua Española como lengua
extranjera (DUCLE) de la Universidad Nacional de Rosario y el Certificado de español, lengua
y uso (CELU), de la Universidad de Buenos Aires, dentro de un consorcio interuniversitario
(Consorcio ELSE) que alía a centros de varias provincias del país (www.celu.edu.ar). El DUCLE
ofrece unas pruebas que no penalizan el origen dialectal de los candidatos, aunque sus modelos
de examen están elaborados a partir de la modalidad argentina (www.ducle.unr.edu.ar). El CELU,
por su parte, si bien en un primer momento patrocinaba y venía a exigir el dominio del español
en su variedad argentina, ha flexibilizado su política hasta llegar a una formulación en la que
se afirma que cualquier variedad dialectal del español que utilicen los postulantes les permitirá
comprender tanto las consignas como los textos presentados en el examen.
Junto a estas iniciativas de evaluación y certificación, de carácter esencialmente nacional,
hay que destacar otra de carácter internacional, nacida en 2016 y denominada SIELE (Servicio
Internacional de Evaluación de la Lengua) (www.siele.org). Se trata de una prueba en línea,
que da lugar a la obtención de un certificado y cuyo resultado se refleja, no de acuerdo a los
niveles del MCER (Council of Europe 2001; 2017), sino en una escala de puntuación. Esta
iniciativa nació como un proyecto conjunto del Instituto Cervantes de España, la Universidad
de Salamanca, la Universidad Nacional Autónoma de México y la Universidad de Buenos Aires,
al que se han adherido otras muchas universidades hispánicas, por lo que se trata de un proyecto
387
Francisco Moreno-Fernández
interhispánico desde su origen, donde las pruebas se presentan en un español de diferentes
modalidades y aceptan el empleo de cualquiera de ellas por parte de los candidatos.
Todas estas propuestas certificadoras aspiran a que los diplomas existentes obtengan, en un
plazo corto o medio, el reconocimiento del sello de calidad ofrecido por el Sistema Internacional
de Certificación de Español como Lengua Extranjera (SICELE), iniciativa multilateral de
más de un centenar de instituciones de enseñanza superior de países de habla hispana que se
comprometen a la armonización, la transparencia y la coherencia en el reconocimiento mutuo
de las certificaciones del dominio de la lengua española a hablantes de otras lenguas (www.sicele.
org). Los estándares de calidad establecidos por el SICELE atienden a las variedades del español
pidiendo la especificación de la variedad de lengua que se evalúa en relación con los objetivos
explicitados del examen, a partir de una declaración de principios en la que la lengua española se
concibe como el conjunto de todas sus variedades en igualdad de condiciones y sin consideraciones
de jerarquía lingüística. El III Congreso Internacional SICELE (Alcalá de Henares 2016) tuvo
precisamente como motivo principal la evaluación y las variedades lingüísticas del español.
En definitiva, como se desprende de las consideraciones presentadas, la dialectología se
revela como un espacio teórico y metodológico fundamental para abordar muy diversas
cuestiones conceptuales y didácticas en contextos de enseñanza de segundas lenguas. De este
modo, se hace necesaria la adaptación y aplicación de conceptos básicos de la dialectología,
así como un conocimiento de la realidad dialectal que permita escapar de los mitos y
heurísticos que frecuentemente condicionan la visión de la lengua en el espacio y que afectan,
consecuentemente, a las decisiones sobre el modo de resolver las dificultades que plantea la
enseñanza de la lengua.
La realidad geolingüística del español es muy compleja, por la dimensión de su historia, la
amplitud de su geografía y la multiplicidad social y étnica de sus comunidades. Estos factores,
junto a la dinámica puramente lingüística, son los que explican las dificultades para establecer
e identificar las áreas dialectales del español. Conjugando factores lingüísticos, geográficos e
históricos, los principales dialectos del español, desde una perspectiva de comunicación
internacional, serían el castellano, el mexicano-centroamericano, el caribeño, el andino, el chileno
y el austral, sin restar por ello importancia a otras modalidades en sus respectivos contextos. Son
estas variedades las que suelen servir de referencia para la enseñanza de la lengua, tanto para los
nativos como para los no nativos. Por lo general, son las áreas geográficas hacia las que se orientan
los intereses de los estudiantes las que determinan relevancia de una modalidad determinada en
la enseñanza de español como segunda lengua, si bien es frecuente que se presenten usos de
distinta procedencia hispánica en muchos momentos del proceso educativo.
En la enseñanza de español como segunda lengua hay dos aspectos que sobresalen por
su importancia en relación con la dialectología. Uno de ellos es la necesidad de contar con
información suficiente sobre las principales variedades dialectales del español, para incorporarlas
cuando los programas de enseñanza y los estudiantes lo requieran. Afortunadamente, la red pone
a disposición del profesorado una amplia variedad de recursos directamente aprovechables para
el tratamiento de la variación dialectal en la enseñanza de la lengua, recursos como el Catálogo
de voces hispánicas (Moreno-Fernández 2010c) o los materiales léxicos del proyecto Varilex (Ueda
y Moreno-Fernández 2016). El segundo aspecto destacado es la conveniencia de trabajar desde
una concepción suficientemente amplia y flexible de la realidad dialectal hispánica, a partir de un
modelo policéntrico que no se contradiga con la relativa homogeneidad de la lengua española.
Tomando como base estos dos fundamentos, los centros educativos y el profesorado podrán dar a
las variedades del español el tratamiento didáctico más adecuado a las necesidades y expectativas
de sus estudiantes.
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Dialectología
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