Sus alas, delicadas y
albas, hacen pensar en desfallecientes sueños nupciales, todas, -bien dice un poeta,- como cinceladas en jaspe.
Rubén Darío
Bordea el maizal llana y polvorienta carretera, que limita por el otro lado con alegres colinas. Aquí y allá, en llano o monte, álzanse dispersas muchas casitas albas y relucientes como la nieve al sol.
Damiancito era su brazo derecho y su paño de lágrimas: él la ayudaba en barridos y sacudidas, en el lavatorio y lustre de candelabros e incensarios; él se pintaba solo para manejar
albas y doblar corporales y demás trapos eucarísticos; a su cargo estaba el acarreo de flores, musgos y forrajes para el altar, y era primer ayudante y asesor en los grandes días de repicar recio, cuando se derretía por esos altares mucha cera y esperma, y se colgaban por esos muros y palamentas tantas coronas de flores, tantísimos paramentones de colorines.
Tomás Carrasquilla
El abad de Sanlúcar, adornado con los hábitos pontificios, con su mitra enriquecida de piedras preciosas, su roqueta, su báculo de oro, estaba sentado, rey del coro, en un sillón de un lujo imperial, en medio del clero compuesto por impasibles ancianos de cabellos plateados, revestidos de albas finas y que le rodeaban semejantes a los santos confesores que los pintores agrupan alrededor del Eterno.
as palabras un tanto solemnes que había pronunciado el alcalde de Pareduelas-Albas, al despedir a los hijos de Dióscoro Cerdera, habían hecho creer a estos que, apenas desembarcados en Buenos Aires, todo les había de ser otorgado.
Déjame que coma a saciedad.» En ese tránsito que duró veinte días, los chicuelos de Pareduelas-Albas, experimentaron, primeramente, la impresión de la bienandanza.
Les acompañó a cenar, les dio instrucciones sobre lo que habían de hacer. Y de esta manera concluyó el viaje por el Paraná de los hijos de Dióscoro, el de Pareduelas-Albas.
Él sabia por las manifestaciones del Alcalde de Pareduelas-Albas, que su tío Roque Lanceote era riquísimo, pero había en las condiciones de la herencia algo perturbador.
Contaba su vida Roque Lanceote, el nacido en Pareduelas-Albas, el que en el año treinta y siete escapó de la tierra por haber dado un golpe a un mozo, en cierta riña sobre amores, cuando la velada de San Juan.
Solamente consuela sus nostalgias la promesa de bullir en fantasías nacidas de sueños que se viven hasta el linde callado de las
albas que han de hacerlos florecer a su añoranza o seguir en su duelo que no acaba...
Antonio Domínguez Hidalgo
Tengo yo una libertad tan pajarera que me viste de cantos y de
albas que hasta allí donde se mecen las estrellas van mis voces y mis cuerpos y mis alas...
Antonio Domínguez Hidalgo
Ermilo se paseaba en las palabras florecientes de sus soles mayas y su Abreu incendiado con Sor Juana se metía tan Gómez en el tiempo de las albas Arqueles volandero entre sus lámparas ardientes que lo iluminaban Vela, en cantatas y poemas de esperanza escurría sus ensueños picaflores.