Antes bien, la compadece, prueba su pequeñez y su miseria haciéndole sentir el más liviano achaque inherente a su flaca naturaleza, y cuando, deshaciéndose entre el polvo de que procede, tiemble, y cree, la divina misericordia le perdona y le recibe en su mano.
Ni gruesa ni
flaca; de carnes dulcemente repartidas sobre armazón de menudos, bien formados y delicados huesos; de cabellera naturalmente rubia, y tan rica y sedosa que era un regio manto; de cara inocente y picaresca, en mezcla original, sugestiva, la Candela triunfaba siempre que el papel requiriese sólo belleza y donaire.
Emilia Pardo Bazán
Y además, la viuda estaba flaca; tenía grandes pretensiones, llevaba siempre un pequeño chal negro cuya punta le caía entre los omóplatos; su talle seco iba siempre envuelto en unos vestidos a modo de funda, demasiado cortos, que dejaban ver los tobillos, con las cintas de sus holgados zapatos trenzados sobre sus medias grises.
Una mujer pálida y flaca, con cara de hambre, las mejillas y la boca teñidas de carmín, me hizo estremecer de pies a cabeza al tocarme la manga del pesado abrigo de pieles que me envolvía, y sonó siniestramente en mis oídos el pssit, pssit, que le dirigió a un inglés obeso y sanguíneo, forrado en cheviotte gris, que se había detenido a mi lado y que se fue tras ella.
Estaba la sala escura y las camas bien desviadas; pero no por esto dejó de oír, entre otras razones, éstas, que, con voz debilitada y
flaca, el lastimado huésped primero decía: -¡Ay sin ventura!
Miguel de Cervantes Saavedra
Ella era larga de más de siete pies; toda era notomía de huesos, cubiertos con una piel negra, vellosa y curtida; con la barriga, que era de badana, se cubría las partes deshonestas, y aun le colgaba hasta la mitad de los muslos; las tetas semejaban dos vejigas de vaca secas y arrugadas; denegridos los labios, traspillados los dientes, la nariz corva y entablada, desencasados los ojos, la cabeza desgreñada, la mejillas chupadas, angosta la garganta y los pechos sumidos; finalmente, toda era
flaca y endemoniada.
Miguel de Cervantes Saavedra
Acudió la gente del hospital, y, viendo aquel retablo, unos decían: Ya la bendita Cañizares es muerta; mirad cuán disfigurada y
flaca la tenía la penitencia; otros, más considerados, la tomaron el pulso, y vieron que le tenía, y que no era muerta, por do se dieron a entender que estaba en éxtasis y arrobada, de puro buena.
Miguel de Cervantes Saavedra
Al final yo también me vine, con mi mujer, porque allá no había cómo vivir. El café, que medio cosechaba, se desgració por la falta de agua, y pa‘remate lo pagan a precio ‘e gallina flaca.
Aquella desgraciada acababa de quedar viuda; su marido no le había dejado recursos de ningún género y ella se moría de hambre y de pena. Dio a luz otra niña, flaca y que no parecía tener más que un soplo de vida.
Un grito inmenso de admiración y entusiasmo acogió sus palabras, y el rostro del anciano se dilató con el placer que causa la conciencia del deber cumplido; placer tanto más intenso cuanto más doloroso ha sido vencer, para alcanzarlo, la
flaca naturaleza de la humanidad».
Ricardo Palma
De que vio no le aprovechar nada su remedio, dijo: “Este arcaz está tan maltratado y es de madera tan vieja y flaca, que no habrá ratón a quien se defienda; y va ya tal que, si andamos más con él, nos dejará sin guarda; y aun lo peor, que aunque hace poca, todavía hará falta faltando, y me pondrá en costa de tres o cuatro reales.
– Si mi memoria no es flaca – y si lo es, recurro a la memoria que dijo tener de elefante el señor senador Haedo… (Hilaridad) … fue nada más que un error.