Ensayos heréticos sobre filosofía de la historia
Por Jan Patocka
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La intención de Patocka al escribirlos era ofrecer una interpretación de su tiempo presente desde una comprensión filosófica de la historia basada, a su vez, en una clave antropológica de fundamentación fenomenológica.
Por la correspondencia del propio Patocka, se sabe que estaban listos para su publicación desde mayo de 1975. Sin embargo, tras su muerte en 1977, los textos no se localizaron, por lo que las primeras ediciones de los "Ensayos" se hicieron a partir de las notas y transcripciones de los asistentes a los mencionados ciclos de conferencias.
En 2005, de forma casual, se localizó el texto redactado por Patocka, que había estado oculto hasta ese momento, realizándose una nueva edición en checo en 2007, que es la que se ha tomado de referencia para esta nueva traducción al castellano de la obra, la primera que se hace a partir del texto definitivo.
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Ensayos heréticos sobre filosofía de la historia - Jan Patocka
Ensayos heréticos sobre filosofía de la historia
Filosofía
Serie dirigida por
Agustín Serrano de Haro
La traducción y publicación de este libro ha sido posible con el apoyo del Programa de Traducciones Paul Celan, promovido por el Instituto de Ciencias Humanas de Viena (Institut von dem Wissenschaften vom Menschen, iwm.at) y la fundación Erste, Viena.
La traducción de este libro ha contado con el apoyo del Ministerio de Cultura de la República Checa.
Esta obra ha recibido una ayuda a la edición del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte.
Jan Patočka
Ensayos heréticos sobre filosofía de la historia
Prefacio de Paul Ricoeur
Traducción, introducción y notas de Iván Ortega Rodríguez
Título original: Kacířské eseje o filosofii dějin
© Obra original: Archiv Jana Patočky
© Ediciones Encuentro, S. A., Madrid, 2016
Queda prohibida, salvo excepción prevista en la ley, cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública y transformación de esta obra sin contar con la autorización de los titulares de la propiedad intelectual. La infracción de los derechos mencionados puede ser constitutiva de delito contra la propiedad intelectual (arts. 270 y ss. del Código Penal). El Centro Español de Derechos Reprográficos (www.cedro.org) vela por el respeto de los citados derechos.
Colección Nuevo Ensayo, nº 10
Fotocomposición: Encuentro-Madrid
ISBN: 978-84-9055-815-7
Para cualquier información sobre las obras publicadas o en programa y para propuestas de nuevas publicaciones, dirigirse a:
Redacción de Ediciones Encuentro
Ramírez de Arellano, 17-10.a - 28043 Madrid - Tel. 915322607
www.edicionesencuentro.com
PRESENTACIÓN
El 8 de marzo de 1977 moría en Praga Jan Patočka. Días antes había sufrido la última tanda de interrogatorios que precipitaron su muerte. El motivo fue su compromiso como uno de los portavoces de la Carta 77, un movimiento cívico gestado poco antes. Como cuenta Václav Havel [1], la disidencia civil veía en él una figura independiente y capaz de darle un sentido moral a la iniciativa de oposición, lo que Patočka hizo explicando que la Carta 77 significaba la vigencia de una esfera moral normativa para personas y órdenes políticos, que mostraba que «hay cosas por las que merece la pena morir».
El postrero compromiso público de Patočka culminó una vida marcada por sucesivas represalias que truncaron una prometedora carrera académica. Nacido en Turnov (Bohemia) en 1907, estudió en la Universidad Carolina de Praga. Dos estancias en el extranjero lo familiarizaron decisivamente con la fenomenología: en París (1926-7) y Friburgo (1933); en esta última ciudad se formó con Husserl, Fink y Heidegger. Con este bagaje, Patočka era a mediados de los años 30 uno de los principales impulsores de la fenomenología en Checoslovaquia, llegando a invitar a Husserl a dar una conferencia en noviembre de 1935. Igualmente, en este contexto publica en 1936 su tesis de habilitación El mundo natural como problema filosófico, un primer tratamiento sistemático en forma de libro del problema del mundo de la vida, que ocupaba a Husserl precisamente en estos años.
Todo este camino quedó frustrado con la ocupación alemana y la Segunda Guerra Mundial. Al acabar la guerra se incorporó a la universidad, pero pocos años después, con la llegada al poder del Partido Comunista, fue apartado al negarse a hacerse miembro del partido. No fue hasta los años 60 cuando poco a poco fue recuperando su lugar, con mayor margen para publicar y dar conferencias, y finalmente para volver a la universidad en la segunda mitad de la década. Eran tiempos de mínima apertura, que alcanzaron su cima en la Primavera de Praga. Como es sabido, la invasión soviética de 1968 acabó con toda esperanza del entonces llamado «socialismo de rostro humano». Para Patočka este nuevo cambio supuso la vuelta al exilio interior. Con todo, el reconocimiento que ya merecía el filósofo de Praga llevó a que se organizarán seminarios con él en domicilios particulares. Precisamente, parte de estos seminarios, entre 1973 y 1975, fueron el germen de los Ensayos heréticos sobre filosofía de la historia.
el origen de estos Ensayos se encuentra en una invitación que su amigo, el filósofo polaco Krzysztof Michalski, le hizo para que escribiera sobre filosofía de la historia, si bien Patočka se había ocupado de ella desde tiempo atrás. En efecto, ya en los años de la Segunda Guerra Mundial empezó un proyecto de comprensión filosófica del tránsito que en el Renacimiento se dio entre el hombre «cristiano» y el hombre «poscristiano» de la Modernidad. Más cercano aún a Ensayos heréticos, aunque desde otro proyecto filosófico, está La supercivilización y su conflicto interno [2], cuyas descripciones de la «supercivilización radical» parecen anticipar pasajes del sexto ensayo. Igualmente, también encontramos escritos de los años 60 encaminados a interpretar el presente desde una consideración filosófica de la historia; es el caso, por ejemplo, de Los fundamentos espirituales de la vida en nuestra época. Por ello, aunque los Ensayos heréticos suponen un salto en el desarrollo de su pensamiento filosófico-histórico, también es cierto que se vinculan a una constante preocupación del pensador checo.
Respecto del pensamiento contenido en los Ensayos, cabe decir, a mi juicio, que estos textos buscan entender el tiempo actual desde una comprensión filosófica de la historia, y ésta, por su parte, se basa en una clave antropológica de fundamentación fenomenológica.
Lo señalado permite determinar en qué consiste propiamente la historia, cuándo tuvo lugar su comienzo, cómo puede entenderse que tenga sentido; igualmente, en esta perspectiva se podrá entender la crisis actual, qué salidas puede haber y qué claves puede estar ofreciendo sobre la raíz última de la historicidad, aparte de las ya averiguadas al principio de la investigación.
Así, la historia según Patočka se entiende a partir de una capacidad humana fundamental: la de distanciarse de lo inmediatamente dado, de lo que se muestra como ente; es también distanciarse de las tareas de mantenimiento de la vida que vienen ligadas a un estar centrados —y encerrados— en el plano del ente, sin conciencia de la profundidad que lo habita y que apunta al misterio de su manifestación. Esta capacidad la designa en checo nuestro filósofo con un término sonoro: vzmach. Con él se refiere a un auténtico impulso y salto por el que nos alzamos del plano del mantenimiento de la vida y del encierro en el ente. Respecto de este nuevo plano más elevado de la existencia humana, el estadio anterior tiene que recibir el nombre de «decadencia» (upádek), término que habrá de aplicarse también a todo modo de la existencia humana, individual o colectiva, que vuelva a encerrarse en el plano de lo cotidiano y del ente. Teniendo en cuenta estas connotaciones, he optado por traducir vzmach por «alzarse»; aprovecho la posibilidad de sustantivar el infinitivo y me he atrevido a hacerlo en forma reflexiva, de esta manera intento transmitir el significado de un alza en el que hay movimiento de nuestra parte pero sin que ello signifique puramente iniciativa nuestra, pues más bien somos impulsados por la problematicidad o negatividad.
El resultado de este alzarse es una nueva situación de la existencia humana y una nueva forma en que se nos presenta el ser. Es una posición vital, una actitud; y es a la vez una nueva forma de dársenos el ente, donde el aparecer del mismo es explícito y donde su misterio nos resulta presente. Patočka dirá explícitamente que se trata de una nueva patencia del ser (zřejmost, que la traductora alemana Sandra Lehmann ha hecho corresponder, con muy buen criterio, con el término Offenbarkeit).
Asimismo, la toma de conciencia de esta capacidad de alzarse, y su realización efectiva, permite entender más completamente la teoría de los tres movimientos de la existencia humana, quizá uno de los aspectos más conocidos del pensamiento de nuestro filósofo. En efecto, tres movimientos caracterizan el existir humano, tres son las formas en que se despliegan en concreto las posibilidades originales en las que consiste el existir del hombre. Por una parte, el movimiento de aceptación, por el que somos aceptados en el mundo y en el ente, y por el que arraigamos en él; en segundo lugar, el movimiento de defensa y expansión de la vida, por el que procuramos asegurar la existencia tanto nuestra como de los que vendrán; y por último el movimiento de penetración y verdad, por el que tomamos distancia del todo del ente, nos situamos en su problematicidad y, con ello, ante su misterio. El alzarse de la vida humana forma parte, pues, de una capacidad intrínseca a la fibra misma de nuestra existencia, a los movimientos que la componen: el alzarse es la realización del tercer movimiento cuando éste prevalece sobre los otros dos, que siguen ciertamente dándose), mientras que la decadencia corresponde con la vida donde predominan los dos primeros (el tercero está presente, pero subordinado a los otros dos y sin que por ello se haga presente la problematicidad).
¿Qué tiene todo esto que decir sobre la historia? Para Patočka, está claro: la historia es el devenir humano marcado por la conciencia explícita de la problematicidad y del misterio del ser; sólo hay historia allí donde se da esta nueva conciencia, este alzarse. En cambio, las sociedades no históricas se caracterizan por el dominio de los dos primeros movimientos. Esto significa que rige el imperativo del mantenimiento de la vida y el encerramiento en el plano del ente: el hombre vive en un mundo donde todo es igualmente manifiesto, sin fondo misterioso, al modo de un gran cuadro donde todas las figuras se encontraran en el mismo lienzo plano. La vida no histórica es así, a juicio de nuestro autor, una «metáfora ontológica» (así se dice en el primer ensayo). Esto es cierto incluso de los grandes imperios de Oriente: pese a toda su inmensa complejidad, en ellos no se ha abierto aún el misterio del ser y por tanto son enormes complejos destinados a asegurar poderosamente el mantenimiento de la vida. A lo sumo, en ellos la problematicidad casi se toca con los dedos, y por este motivo son sociedades rigurosamente «pre-históricas» frente a las más primitivas, las «a-históricas», como se indica en el primer ensayo y las Glosas finales del autor.
La historia comienza con un acontecimiento concreto: el surgimiento simultáneo de la filosofía y la política en la polis griega (segundo ensayo). Con él se inicia una andadura marcada por la búsqueda del sentido y el ideal de vida en verdad, realizado mediante la vida en la visión intelectual. Esta andadura es, precisamente, la historia en sentido riguroso; es la vida humana que, individual y colectivamente, ya no puede basarse en un sentido dado de antemano. Ahora tiene que conducirse de acuerdo con lo que, desde la búsqueda, se determina como verdadero. Desde esta clave puede apreciarse de qué modo la historia puede tener sentido (tercer ensayo): no se trata de que haya un curso prefijado de la historia, sino de la apertura a la problematicidad como estructuradora de la vida. Igualmente, desde estas claves se hace también comprensible que en ella predomine el alzarse o la decadencia, y puede plantearse la pregunta de si nuestra civilización técnica es o no decadente (quinto ensayo).
En particular, desde estas claves filosóficas puede abordarse comprensivamente el devenir de la historia europea (cuarto ensayo). Hay así en ella una búsqueda de vida con sentido plasmada en diferentes formas socio-políticas. Cada una se configuró a partir del fracaso de la anterior: a la polis siguió el Imperio Romano y a éste el Sacro Imperio. El Imperio interpretó la vida en verdad como vida según el Derecho y el Sacro Imperio como vida según la verdad revelada, que además se relaciona personalmente y es salvadora (esta lectura del cristianismo medieval fue, por cierto, lo que Derrida refería de Patočka en Dar la muerte [3]).
Sin embargo, a partir de la Modernidad se instaura el ideal de la dominación técnica; esto, junto a la desintegración del Sacro Imperio y el ascenso de los Estados modernos —que buscan cada uno encarnar esta dominación sobre los restantes— comporta el eclipse del ideal de vida en verdad según la visión intelectual. En su lugar, tenemos el ideal de dominar los elementos y un peso mayor de las metas referidas al mantenimiento vital. A su vez, el dominio creciente de la visión técnica del ser va haciendo que todo, incluido la humanidad, se vaya viendo como parte de un dinamismo, que se entiende finalmente como Fuerza. Ella es movilización continua, y, en su último estadio, es guerra, tal y como ha quedado mostrado por las dos guerras mundiales.
Con ello estamos en el sexto ensayo, impregnado de un lenguaje cautivador con resonancias incluso míticas, y que inquietó a Paul Ricoeur, como señala el mismo en su prefacio. Sin embargo, aún queda esperanza. En la cima del dominio de la Fuerza, en lo más abrasador del frente, algunos experimentan una donación de sentido que nada tiene que ver con los ideales de mantenimiento de la vida (los ideales «del día y de la paz»); es la puerta que aún nos queda para una donación de sentido más allá de la continuación del proceso vital en una incesante movilización. Ahora bien, para que sea efectiva, tiene que ir más allá del plano de la experiencia individual y hacerse colectiva: éste es el cometido de la solidaridad de los conmovidos.
Las influencias de grandes pensadores son claras. Patočka fue un gran lector y conocedor de la filosofía de su tiempo. A pesar de las dificultades para acceder a las obras «del otro lado», logró hacerse con una notable biblioteca, especialmente a través de amigos en el oeste que le enviaban libros por correo. Encontramos así huellas de Husserl, sobre todo de La crisis de las ciencias europeas —prolongando un estudio que le ocupó desde su tesis de habilitación de 1936— ; está también Heidegger, sobre todo Ser y tiempo y sus consideraciones sobre la técnica; y está también Hannah Arendt, sobre todo La condición humana, en donde se apoya para su tesis del origen simultáneo de la política y la filosofía. Junto a estas influencias, el lector encontrará referencias a Nietzsche o Hegel (Patočka, por cierto, fue traductor de Hegel al checo), junto a referencias literarias y textos de otras especialidades. Con todo, Patočka elabora una propuesta original a partir de este profundo diálogo filosófico, llevado a cabo a pesar de todas las dificultades. Sin ánimo de suplir un desarrollo más completo, puede destacarse la relectura del Gestell heideggeriano en términos de «Fuerza», la conjunción de este motivo con el del dominio de la cotidianidad y el motivo del mantenimiento de la vida —que remite a Arendt—; puede señalarse también que todo lo anterior se exprese actualmente como «guerra», o la propuesta de que esta situación puede encontrar una vía de salida atendiendo a la experiencia de algunos en el frente de guerra y socializándola en la «solidaridad de los conmovidos».
No he querido ni mucho menos indicar todos los temas de los Ensayos. Dejo al lector, por ejemplo, la exploración de estas ricas páginas y la confrontación con temas tan enigmáticos como la relación entre la solidaridad de los conmovidos y la reactualización del pólemos de Heráclito, realizada justo al final del sexto ensayo, tras la solidaridad de los conmovidos, y que nos retrotrae al inicio de la historia desde la perspectiva presente. En efecto, quizás la misteriosa donación de sentido en el frente y la solidaridad de los conmovidos hable del misterio del ser; quizá al final de la historia acabemos reviviendo la intuición de Heráclito.
Sobre el texto y la traducción
Según indican los editores checos [4], el ensayo más antiguo es el cuarto («Europa y la herencia europea hasta final del siglo XIX»), redactado en 1973 y dedicado a su amiga, la teóloga Božena Komárková por su 70º cumpleaños. Sus temas están estrechamente relacionados con el ciclo de conferencias titulado Platón y Europa, cuya transcripción dio lugar al libro del mismo nombre, y la ponencia «Los peligros de la tecnificación de la ciencia en Edmund Husserl y la esencia de la técnica como peligro en Martin Heidegger», presentada en el XV Congreso Mundial de Filosofía en Varna (Bulgaria) y publicado en esta misma editorial [5]. El trabajo con el texto de los Ensayos se llevó a cabo al mismo tiempo que un ciclo de conferencias que Patočka inició en la casa del pintor Pavel Brázda en el barrio de Vinohrady en Praga, y que, tras la primera sesión, continuó hasta junio de 1975 en el taller del fotógrafo Jaroslav Krejčí en la isla de Kampa, también en Praga. En dichas conferencias, nuestro autor iba trabajando los temas de los Ensayos.
La elaboración en sentido estricto de los Ensayos puede seguirse a partir de la correspondencia con Krzysztof Michalski entre 1973 y 1976. En ella, nuestro autor prometía la publicación de los Ensayos en la revista polaca Znak, aunque al final sólo se publicó el tercer ensayo [6]. Por la correspondencia, sabemos igualmente que al menos desde el 20 de mayo de 1975 estaba ya terminado el texto. Sin embargo, tras su muerte no se localizó, por lo que las primeras ediciones de los Ensayos se hicieron a partir de transcripciones y notas de los asistentes. No fue sino años más tarde, en 2005, cuando se descubrió por una feliz circunstancia el texto original de Patočka, que había permanecido escondido en casa de un amigo. Ya con esta versión se publicó en 2007 una nueva edición de los Ensayos en checo, que ha sido la base de la nueva traducción alemana, de la traducción francesa revisada de 2007, y de la presente traducción al español.
Por otro lado, el propio Patočka tenía planeado la publicación en alemán de los Ensayos. Para ello emprendió él mismo la traducción, que logró completar hasta el tercer ensayo. Con todo, no es una simple traducción, sino una reelaboración amplia y en ocasiones sustancial. Al emprender este trabajo de traducción, nos vimos en la necesidad de tomar una decisión. Una opción hubiera sido traducir de nuevo la versión alemana de los tres primeros ensayos junto a la checa, pero hubiera alargado en demasía el libro. Otra opción podría haber sido la de la primera traducción al alemán, que combinó las dos versiones de los tres primeros ensayos, pero ello implicaba presentar un texto que, propiamente, no era ninguno de los escritos por nuestro autor, y que además hubiera incluido reiteraciones de tema no queridas por el filósofo de Praga. Otra posibilidad hubiera sido incluir en nota al pie las variaciones del texto alemán, pero hubiera recargado el texto con características más propias de una edición crítica de las obras completas (que es donde se tomó esta opción). Por todo ello, finalmente nos decidimos por traducir de la versión checa original. A favor de nuestra elección está el hecho de que ésta es también la opción tomada, por ejemplo, por las traducciones al inglés y francés, así como la segunda traducción al alemán. Obviamente, el autor de esta traducción se vería muy satisfecho de ver en el futuro una versión castellana de los tres primeros ensayos, pues significaría un mayor interés en Jan Patočka.
Respecto de la traducción, una dificultad ha estado en la terminología filosófica, en particular fenomenológica y heideggeriana. Patočka realiza traducciones personales, lo que hizo necesario un trabajo de localización de correspondencias. En general, para verter los términos en español he procurado emplear traducciones ya establecidas. No obstante, en algunos casos la traducción checa mostraba una lectura propia de Patočka; en esas ocasiones, he procurado explicar la traducción en nota al pie, aún a riesgo de abusar de las notas del traductor.
Para este trabajo, me he servido de la excelente nueva traducción alemana de Sandra Lehmann, quien ha vertido con precisión los términos filosóficos referidos por el filósofo de Praga. Por último, además de la nueva traducción alemana, me he apoyado en la ya clásica traducción al francés de Erika Abrams, a quien se debe agradecer que todas las obras principales de nuestro autor estén ya disponibles en esa lengua.
No quiero dejar pasar la ocasión de agradecer explícitamente el apoyo del Instituto de Ciencias Humanas de Viena y la Fundación Erste por su ayuda para esta traducción. En especial, fue muy fructífera la estancia de tres meses en 2015, en el entorno privilegiado del Instituto. Trabajar en el centro que Krzysztof Michalski fundó en los años 80, y que desde el principio tuvo como una de sus metas la difusión del pensamiento del praguense, ha sido un placer y un honor.
Esta traducción hace de nuevo disponible en español la obra más importante de Patočka. Había una traducción anterior al castellano de 1988, que tuvo el mérito de dar a conocer los Ensayos al público hispanoparlante, pero que presentaba diversos problemas serios de composición y comprensión. Espero que esta nueva versión dé vigor entre nosotros a una voz filosófica singular que, desde el aislamiento forzoso en un ciudad emblemática del continente, no dejó de pensar sobre Europa y la humanidad con extraordinaria profundidad.
Iván Ortega Rodríguez
PREFACIO DE PAUL RICOEUR
El público de lengua francesa apenas conoce a Jan Patočka más que de nombre: el renombre le designa como ese filósofo checo, discípulo de Husserl y Heidegger, a quien se le había prohibido enseñar desde hacía largo tiempo, que se vio proyectado a la escena pública cuando los firmantes de la Carta 77 lo designaron como su portavoz, y que murió a manos de la policía al cabo de unos interrogatorios forzosos. Pero, ¿quién conoce al filósofo? Algunos lectores sabrán, quizá, que es uno de los mejores conocedores de Comenio, uno de los fundadores de la filosofía de la educación en la época del Renacimiento. Otros sin duda habrán leído su obra sobre el mundo natural
en la colección Phenomenologica, publicada en Nijhoff y sabrán leer en estos Ensayos una continuación inesperada de esta obra académica. ¿Pero quiénes, fuera del círculo de Praga formado por sus discípulos numerosos y fervientes, venidos de todas las disciplinas universitarias y de todos los horizontes intelectuales no universitarios, saben que Jan Patočka era un universitario a la altura de Merleau-Ponty? La lectura de los Ensayos heréticos les convencerá de ello sin duda alguna. Si evoco aquí la memoria de Merleau-Ponty, se