Este documento resume un libro de Enrique Florescano sobre las imágenes de la patria en México a través de los siglos. Florescano analiza representaciones visuales de la identidad mexicana desde la época prehispánica hasta la actualidad, examinando cómo estas imágenes reflejan y moldean la construcción del mito nacional. El libro muestra cómo símbolos como el águila sobre el nopal se establecieron como emblemas nacionales a pesar de objeciones iniciales. Aunque hubo visiones alternativas de la patria, al final se
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Este documento resume un libro de Enrique Florescano sobre las imágenes de la patria en México a través de los siglos. Florescano analiza representaciones visuales de la identidad mexicana desde la época prehispánica hasta la actualidad, examinando cómo estas imágenes reflejan y moldean la construcción del mito nacional. El libro muestra cómo símbolos como el águila sobre el nopal se establecieron como emblemas nacionales a pesar de objeciones iniciales. Aunque hubo visiones alternativas de la patria, al final se
Este documento resume un libro de Enrique Florescano sobre las imágenes de la patria en México a través de los siglos. Florescano analiza representaciones visuales de la identidad mexicana desde la época prehispánica hasta la actualidad, examinando cómo estas imágenes reflejan y moldean la construcción del mito nacional. El libro muestra cómo símbolos como el águila sobre el nopal se establecieron como emblemas nacionales a pesar de objeciones iniciales. Aunque hubo visiones alternativas de la patria, al final se
Este documento resume un libro de Enrique Florescano sobre las imágenes de la patria en México a través de los siglos. Florescano analiza representaciones visuales de la identidad mexicana desde la época prehispánica hasta la actualidad, examinando cómo estas imágenes reflejan y moldean la construcción del mito nacional. El libro muestra cómo símbolos como el águila sobre el nopal se establecieron como emblemas nacionales a pesar de objeciones iniciales. Aunque hubo visiones alternativas de la patria, al final se
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ENRIQUE FLORESCANO, Imgenes de la patria a travs de los siglos, Mxico, Editorial
Taurus, 2005, (Coleccin Pasado y Presente).
Resulta obligado decir, antes que cualquier cosa, que este nuevo
libro de Enrique Florescano revela el talento y la perspicacia de un
historiador consumado, pionero, que recorre territorios historiogrficos novedosos. Es cierto que se han publicado algunos libros que recogen unas u otras de las imgenes que ha beneficiado Florescano en el suyo; pero la mayora de ellos, sino es que todos, las analizan desde la perspectiva de la historia del arte, es decir, poniendo el nfasis en la jerarqua que deriva de sus mritos artsticos. Son muy pocos, pues, los historiadores que se ocupan de los materiales visuales ms all de los lmites del arte o del decorado que embellece los libros. Ms especficamente, Florescano es uno de los pocos historiadores que acomete el estudio del proceso secular de la construccin del mito de la identidad mexicana, a partir del anlisis de un nmero considerable de representaciones visuales. Pero con la particularidad de que el tratamiento de las imgenes no prescinde, sino todo lo contrario, de los contextos polticos y socioculturales en que se producen y, adems, vinculndolas con una tradicin secular, que arranca de la poca virreinal, sin descuidar los antecedentes prehispnicos. Por lo dems, la prosa elegante y cuidada del autor, junto a la impresionante coleccin de imgenes que pudo reunir, hacen que el lector se embarque en un periplo gozoso, emotivo y, en ocasiones, patritico, que va de la Diosa de la tierra pintada en Teotihuacan hasta la memorable y morena rotundez de la patria que Gonzlez Camarena plasm en aquellos libros de texto que algunos todava alcanzamos a utilizar. El esfuerzo de construir una idea de nacin que fuese compartida por todos los mexicanos, y que pudiese sintetizarse en una imagen rpida y poderosa, queda descrita y T
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explicada de manera brillante en este libro.
Ahora bien, hay algunos aspectos que me han llamado mucho la atencin. Por ejemplo, el de la periodizacin que se postula en el libro: la poca prehispnica, el virreinato, la independencia, la reforma, el porfiriato, la revolucin, y el Mxico posrevolucionario dividido a su vez en tres subperiodos. No es difcil advertir que se trata de una divisin cronolgica en buena medida convencional, a pesar de que las fuentes documentales de las que se sirve el libro no lo sean en absoluto. Y aqu me pregunto si esto tiene que ver con el papel preponderante del poder poltico en la fabricacin de las imgenes de la patria. Porque a partir sobre todo de la independencia, la nacin y el Estado, en la medida en que se fortalecen, se vuelven ms eficaces a la hora de imponer sus demandas y exigencias a los individuos. Creo que esto est tambin relacionado con la impresin de conjunto que queda despus de la lectura del libro, es decir, el xito casi absoluto en los afanes de imponer una imagen de la patria a los mexicanos. A lo largo del texto se sealan desde luego las distintas y contrastantes ideas a la hora de definir a Mxico y a los mexicanos: por ejemplo la visin de Altamirano y Ramrez segn la cual somos hijos de Hidalgo y de la Revolucin Francesa, y no de Mesoamrica ni de la Nueva Espaa; o la visin integral, conciliadora y estable que se ofrece en Mxico a travs de los siglos; o las opiniones crticas de Luis Cabrera y Jorge Cuesta a la idea corporativista de la nacin. Muy sutilmente se observa la expresin de estas diferencias en las imgenes patriticas: el gorro frigio que usa la patria o que corona al guila en el nopal; o el cambiante color de la tez de la patria, que a veces es blanco criollo, a veces moreno mestizo. Pero al final de cuentas parece que se impone una lectura normativa de las representaciones visuales, pues los rasgos esenciales de la simbologa nacionalista fueron fijados desde pocas tempranas: el guila sobre el nopal que devora a la serpiente y la figura femenina envuelta en una tnica. Sobre todo el primero de ellos, el del guila sobre el nopal, que se convirti en el smbolo nacional por excelencia. A este tema Florescano ya le ha dedicado un pequeo estudio, en donde explica la manera en que T
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este emblema de races prehispnicas se fundi con los smbolos
polticos y religiosos coloniales para imponerse finalmente como escudo nacional, con la fuerza que le dio su antigedad y su representatividad americana (La bandera mexicana. Breve historia de su formacin y simbolismo, Mxico, Fondo de Cultura Econmica, 1998). Quiz por ello se vean pocos usos subversivos de las imgenes patriticas, y es de llamar la atencin que las revoluciones fundantes de la nacin, la de 1810 y la de 1910, no hayan generado de manera profusa una imaginera patritica, como s lo hizo por ejemplo la Revolucin Francesa. Resulta ilustrativo valga la paradoja que en el captulo 6, dedicado a las ideas de patria y nacin en la Revolucin Mexicana, prcticamente no haya una imagen de la patria, salvo las de Posada pero que son anteriores al movimiento armado, y la figura 15 de la pgina 280 que reproduce el himno nacional dedicado a Venustiano Carranza. Y algo similar ocurre con la guerra de independencia de 1810: fuera de algunos estandartes utilizados por los principales lderes rebeldes y los sellos oficiales de la Junta de Zitcuaro, no se conocen representaciones visuales de la patria elaboradas o reelaboradas por los insurgentes. Habra que recordar, en este caso, que varias de las monedas que mandaron acuar los rebeldes tenan imgenes, pero no de la patria sino del rey Fernando VII. Por lo menos las que acuaron en una Hacienda llamada San Pedro, en Guanajuato, y otras que circularon en Huauchinango y Zacatln, lo que oblig a emitir un bando virreinal en el que se prohiba aceptarlas o entregarlas al gobierno. Creo que hay que insistir en la fuerza sorprendente que adquiri el emblema del guila y el nopal como smbolo nacional, que termin por imponerse, al menos en los usos oficiales, a la imagen de la virgen de Guadalupe, y que es tambin mucho ms representativa que la figura femenina de la patria. El emblema tiene el prestigio de lo antiguo, que casa muy bien con la obsesin nacionalista de inventarse un pasado remoto; y tiene tambin la fuerza de simbolizar a la patria, a la tierra de los padres, y casi todos los seres humanos sentimos amor al terruo, T
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somos patriotas, aunque no necesariamente nacionalistas. As que sus
posibles objeciones su filiacin nahua que excluye todo el territorio que no es mesoamericano, y que podra haber generado reticencias de los sectores ms tpicamente criollos e hispanistas terminaron por no serlo. Y desde luego que en este proceso que llev a las imgenes de la patria a tener una amplia resonancia popular cont mucho la labor del Estado y de las elites culturales, preocupadas por encuadrar a los mexicanos en sistemas polticos e ideolgicos unificadores, para lo cual disearon una labor de ingeniera social nacionalista en la que las imgenes han jugado un papel fundamental. El drama fue que el patriotismo y sus imgenes fueron expropiados por el nacionalismo estatal, sobre todo en tiempos del porfirismo y de la posrevolucin. Pero, qu imagen de la patria y de la nacin tenemos ahora los mexicanos? Del guila mocha mejor ni hablar, pues fue un desatino ms de la administracin foxista. Pero con toda seguridad que, ms que una, tenemos varias imgenes, en las que se cruzan, chocan y conviven las sensibilidades religiosas, la diversidad regional y la desigualdad social, el odio y la admiracin simultneas a los Estados Unidos, nuestra cambiante memoria histrica, nuestra todava no resuelta relacin con el legado espaol, y sobre todo nuestra perplejidad y desconcierto con los pueblos indios. Pero quiero referirme, para terminar, a uno de esos asuntos que nos atae particularmente como historiadores, y que Florescano trata en el ltimo captulo del libro, el de la produccin historiogrfica. Ah se hace una crtica demoledora a las instituciones de educacin superior y en particular al gremio de los historiadores. Afirma Florescano que ahora que hay muchsimas ms instituciones dedicadas a la historia, y ms historiadores tambin, respecto de los que haba hace algunas dcadas, no se observa sin embargo una mejora en la calidad de la enseanza o de la investigacin histrica. Y ello lo atribuye al dominio corporativo y sindical que se ha apoderado de las universidades y centros de investigacin, que obstaculiza o excluye la competencia. Por esa razn, seala, se est haciendo ms y mejor T
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investigacin histrica sobre Mxico fuera de Mxico, sobre todo en
los Estados Unidos, hasta el punto que en cosa de 20 aos Mxico ser investigado, descubierto y apropiado por extranjeros. Y seala otro dato que no por sabido deja de ser alarmante: una gran parte de los libros que publican las universidades son francamente malos, pues no pasan por sistemas de evaluacin rigurosos y objetivos, y terminan por almacenarse en las bodegas. Y como las universidades quieren presumir de su alta produccin editorial y los profesores quieren agregar un punto ms en sus curricula, prefiriendo la cantidad a la calidad, el perverso sistema se reproduce. As, tenemos que los profesores universitarios no cambian casi nunca de universidad, pues en la suya tienen asegurados publicaciones y ascensos; y desde luego no se arriesgan a tratar de publicar en editoriales comerciales, o a dotar a las editoriales universitarias de criterios de calidad y orientarlas a las exigencias del mercado. El diagnstico es implacable y, desgraciadamente, certero; y por ello debemos decir algo, por lo menos en descargo. En primer lugar, que los sistemas de evaluacin no siempre estn diseados para premiar la calidad, de tal suerte que quienes no rechazamos al SNI y estamos dispuestos a responder a la exigencia de realizar nuevas y mejores obras a un ritmo temporal continuo, nos vemos en la necesidad de someternos a evaluaciones que exigen cantidad y trabajo administrativo, sobre todo en las universidades y centros de investigacin de carcter pblico. En segundo lugar, que quienes quisiramos tener mejores universidades, somos por lo general una minora, y resulta muy difcil tratar de cambiar las cosas, pues intentarlo significara, casi casi, dejar de ser investigador y docente y convertirse en militante de la poltica universitaria. Y en tercer lugar, que la movilidad de los profesores se obstaculiza tambin porque, de efectuarse, implicara una baja en los ingresos relacionada con la prdida del derecho de antigedad; y en ese sentido el sistema universitario debera disear un mecanismo para que esto no suceda. En fin, son acotaciones al margen estas ltimas, pero necesario hacerlas en vistas de las crticas apreciaciones de Florescano. Por lo T
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que respecta al tema central de la obra, el de las imgenes de la patria,
regreso a lo que dije antes: se trata de un libro esplndido, de fcil y placentera lectura, que, a despecho de las posibles objeciones que pueda producir, revela la madurez de uno de nuestros mejores historiadores vivos. Marco Antonio Landavazo Instituto de Investigaciones Histricas Universidad Michoacana de San Nicols de Hidalgo