HOMO VIDENS, Giovanni Sartori
HOMO VIDENS, Giovanni Sartori
HOMO VIDENS, Giovanni Sartori
La tesis
La tesis del libro es que nos encontramos en un momento del desarrollo de la cultura caracterizado por el
tele-ver y tele-vivir que está transformando al homo sapiens producto de la cultura escrita en un homo videns
para el que la palabra está destronada por la imagen.
Y la primacía de la imagen, la preponderancia de lo visible sobre lo inteligible, nos lleva a un ver sin
entender: todo acaba siendo visualizado, pero ¿qué sucede con lo no visualizable que es la mayor parte?
El video-niño se desarrolla a través de los canales de los mass-media en los que “la información, en lugar de
transformar la masa en energía, produce todavía más masa” (Baudrillard). La televisión, a diferencia de los
instrumentos de comunicación que la han precedido (incluso la radio), destruye más saber y más
entendimiento del que transmite.
Por último, Sartori es consciente de que este es un proceso imparable: la edad multimedia es inevitable y
puede ser incluso útil siempre que no desemboque en la vida inútil, un modo de vivir que consista sólo en
matar el tiempo. Y declara su fe en una escuela que consiga oponerse a ese postpensamiento -que es la
muerte del pensamiento- que ella misma está ayudando a crear.
Homo Sapiens
Lo que hace único al homo sapiens es su capacidad simbólica: el hombre es un “animal simbólico”
(Cassirer): lengua, mito, arte y religión son los hilos conductores que componen todo el tejido cultural
humano.
La palabra es un símbolo que entendemos sólo si podemos, la imagen se ve y es suficiente con el sentido
de la vista. Antes el mundo se nos relataba; actualmente, se nos muestra. Casi todo nuestro vocabulario
cognoscitivo consiste en palabras abstractas que no tienen su correlato en cosas visibles: nación, Estado,
soberanía, democracia, amor, libertad, justicia, inteligencia, felicidad… Todo el saber del ser humano se
desarrolla en la esfera de un mundus intelligibilis (de conceptos y de concepciones mentales) que no es en
modo alguno el mundus sesibilis, el mundo percibido por nuestros sentidos. El lenguaje conceptual
(abstracto) es sustituido por el lenguaje perceptivo (concreto)
El vídeo-niño
(Esta mutación hacia un nuevo ser se construye a partir de una constatación que Sartori no aborda con
claridad: la televisión no es un simple medio de comunicación de masas, es decir, que llega a mucha gente
(el que llega a más gente en el mundo industrializado), sino que, además y sobre tod,o es el que llega con
más intensidad por el tiempo que se le dedica (el 95% de los niños entre los tres y los diez años la ven todos
los días. Entre los cuatro y los siete años la ven una media de dos horas y media al día -un 19% llega
incluso a las cinco y seis horas-. En EEUU la media es de tres horas para los preescolares y de cinco para
los muchachos entre seis y doce años. En ese mismo país la sesión televisiva de los núcleos familiares ha
crecido de las tres horas al día en 1954 a más de siete horas diarias en 1994). Quiere esto decir que la
Televisión no es un medio alternativo de ocio al que se tiene acceso libremente y que una parte de la
población elige ver a veces sí y a veces no y otra parte no lo elige habitualmente como pasa con cualquier
otro (deporte, cine, lectura, excursiones, amigos, etc…)… sino que su penetración en la vida cultural es tan
fuerte que es tremendamente difícil sustraerse a ella y eclipsa a todas las demás. Es decir, si fuera un
medio con una penetración y difusión como la de otros, su naturaleza visual no sería gran problema. Lo
es porque su presencia es de dominio absoluto.)
Así se entiende mejor el hecho de que la televisión no sea para Sartori, sólo un instrumento de
comunicación, sino una paideia, un instrumento “antropogenético”, un medium que genera un nuevo
antropos. La televisión es la primera escuela del niño (la escuela divertida que precede a la escuela aburrida)
y el niño es un animal simbólico que recibe su impronta educacional en imágenes de un mundo centrado en
el hecho de ver… horas y horas antes de empezar a leer y a escribir. Reduciéndose a ser un hombre que no
lee, y, por tanto, un ser “reblandecido” por la televisión. Un adulto sordo de por vida a los estímulos de la
lectura y del saber transmitidos por la cultura escrita. Un adulto empobrecido, educado por el mensaje : “la
cultura, qué rollazo”… un adulto marcado durante toda su vida por una atrofia cultural. Un adulto sumergido
en el analfabetismo funcional del que sabe leer, pero es incapaz de comprender lo que lee. Así en España un
adulto de cada dos no lee ni siquiera un libro al año. En EEUU, entre 1970 y 1993 los diarios perdieron casi
una cuarta parte de sus lectores. En ese contexto hay que entender la extraordinaria expansión del mundo de
la revista “ilustrada” en el que el ¿lector? se limita, como máximo, a leer los pies de foto.
Contra-deducciones
1ª. Toda nueva tecnología asusta y paraliza: no es cierto en absoluto ya que nada se opuso al desarrollo de las
comunicaciones desde la imprenta hasta la radio.
2ª. La TV es un progreso: Damos por descontado que todo progreso tecnológico es, por definición, un
progreso. Progresar es sólo “ir hacia delante” y esto comporta un crecimiento. Pero también de un tumor
podemos decir que crece. Un aumento cuantitativo no es un progreso cualitativo. ¿Es progresiva la TV?:
entretiene y divierte -al menos la TV espectáculo- y eso es bueno; pero si toda la TV es espectáculo la
valoración cambia...
3ª. La TV es inevitable luego debe ser aceptada: la polución es algo inevitable que sin embargo combatimos.
El progreso tecnológico es imparable pero no se nos puede por ello escapar de las manos.
4ª. Palabra e imagen no se contraponen sino que se complementan: de momento los hechos desmienten de
modo palpable que el hombre que lee y el homo videns se esté integrando en una suma psotiva. La relación –
de hecho- es una “suma negativa”.
5ª. El saber mediante conceptos es elitista mientras que el saber por imágenes es democrático: el número de
beneficiarios –sean minoría o mayoría- no altera la naturaleza ni el valor de una cultura. ¿Es tal vez mejor
que todos seamos incultos a que haya unos pocos cultos? Esta es la lógica de quien carece de lógica.
Ordenadores
Máquina a máquina es más poderoso el ordenador que el televisor. Sin embargo el uno no está destinado
hacer desaparecer a la otra ya que ofrecen productos diferentes.
Internet se generalizará desde el punto de vista práctico. Todo el mundo lo utilizará como herramienta.
Como entretenimiento vencerá siempre la TV entre los perezosos o las personas cansadas que prefieran el
acto de mirar, mientras que Internet triunfará entre los activos, los que quieran dialogar y buscar.
¿Producirá Internet un crecimiento cultural? En teoría debería pues es un pozo inagotable de conocimiento
para el que quiera buscarlo. El problema es que como el niño está formado en el tele-ver, cuando llega a
Internet su interés cognoscitivo ya no está sensibilizado para la abstracción, para el saber. Serán
analfabetos culturales que olvidarán lo poco que aprendieron en la escuela y, por tanto, matarán su tiempo
libre en Internet en compañía de “almas gemelas” deportivas, eróticas o de pequeños hobbies.
“Internet es un gran mar donde navegar es apasionante [...]pero un mar que, después de una pequeña travesía
de algunos días, preferimos contemplarlo sin movernos del puerto” (Sergio Lepri, 1996)
Internet no es otra cosa que “un tejido impalpable elaborado con nada y un miserable sustituto de la vida
física” (Cifford Stoll , astrónomo de Berkeley experto en ordenadores e internet-maníaco durante años).
Televisión y opinión
Opinión es doxa, no es epistème; no es saber y ciencia; es simplemente un “parecer”, una opinión subjetiva
para la cual no se requiere una prueba. Las opiniones son convicciones frágiles y variables.
Cuando la opinión pública se plasmaba en los periódicos, el equilibrio entre opinión autónoma y opiniones
heterónomas estaba garantizado por la existencia de una prensa libre y múltiple que representaba a muchas
voces. La radio no alteró sustancialmente este equilibrio. Pero la fuerza arrolladora de la imagen rompe el
sistema de reequilibrios y retroacciones múltiples que habían instituido los estados de opinión. Destrona a los
llamados líderes intermedios de opinión.
Con la TV , la autoridad es la visión, la autoridad es la imagen. (es el dominio del parecer frente al ser en
nel que lo importante es lo que parece aunque no sea) Lo esencial es que el ojo cree en lo que ve. Lo que se
ve parece “real”, lo que implica que parece verdadero.
Sondeos
Las respuestas a los sondeos dependen ampliamente del modo en que se formulan las preguntas y el que
responde a menudo se siente “forzado” a dar una respuesta improvisada. Eso hace que las opiniones de los
sondeos se caractericen por se a)débiles, (poco sentidas); b)volátiles (pueden cambiar en pocos días),
c)inventadas ( por decir algo y no quedarse callados); y d)rebotadas de lo que sostienen los medios de
comunicación.
El entrevistador que interpela sobre una “ley de los metales metálicos” no vuelve a casa con las manos
vacías: le responde un tercio o incluso dos tercios de los entrevistados
Los sondeos son de fácil manipulación: preguntar si se debe permitir el aborto o bien si se debe proteger el
derecho a la vida es presentar las dos caras de una misma pregunta , pero su diferente formulación puede
cambiar la respuesta de un 20 por ciento de los interpelados. Basta con variar el orden de dos nombres
para obtener diferentes respuestas: un sondeo Roper de septiembre del 88 da como resultado que cuando
el nombre de Dukakis se menciona en primer lugar, Bush se ponía a 12 puntos por debajo; el resultado se
reducía a 4 puntos cuando se decía primero el nombre de Bush.
La gran mayoría de los interpelados no sabe nada o casi nada de las cuestiones sobre las que se le preguntan:
dos de cada cinco americanos no saben qué partido –y sólo hay dos partidos- controla su parlamento, ni
saben dónde están los países del mundo.
Los expertos se limitan a preguntar a su quidam, cualquiera que sea, “¿qué piensa sobre esto?” sin averiguar
antes lo que sabe de eso
La televisión ofrece gran cantidad de información pero no todas las informaciones tienen el mismo valor,
muchas de ellas son sólo frívolas o espectaculares. En el caso de la información de relevancia pública, la
televisión informa poco y mal produciéndose dos fenómenos:
Los periódicos y la radio no tienen el problema de tener que estar en el lugar de los hechos ya que la
información que cuenta en la televisión es la que se puede filmar mejor desde que alguien descubrió que la
misión, el deber de la televisión es mostrar las cosas de las que se habla, lo cual no sólo limita la información
sino que la aldeaniza ya que limita la televisión a lo cercano (Sobre esto recuerdo un comentario de Luis
Herrero desde la radio en el que expresaba que una de las cosas a las que nunca llegó a acostumbrarse en
su paso por la televisión fue el para él sorprendente hecho de que no pudiera dar noticias que no tenían
apoyo visual). El hecho de tener siempre imágenes de todo lo que se habla se traduce en una inflación de
imágenes vulgares.
( Vale la pena introducir aquí un texto de Salvador Alsius que ilustra bien la distancia enorme de la realidad
a la noticia en los medios y la limitación especialmente extrema de la televisión) “Se calcula que en un día
llegan a un medio de comunicación de tamaño común unas mil noticias o mejor aun de imputs informativos
que llegarán a ser noticia si alguien del consejo de redacción así lo decide. Despachos de agencia, sobres
de los gabinetes de comunicación de las instituciones, datos obtenidos por los reporteros del medio,
informaciones telefónicas, faxes. Un periódico acabará publicando –según sea el número de páginas y su
maquetación- cien, tal vez ciento cuarenta; aproximadamente un diez por ciento de las que eran candidatas
a serlo. En un informativo de televisión suelen caber no más de veinte noticias. O lo que es lo mismo
aproximadamente un dos o un tres por ciento de la materia prima informativa.” Salvador Alsius, Catorce
dudas sobre el periodismo en televisión, Ed. CIMS 97, Barcelona, 1997)
El hombre de la cultura escrita leía, por ejemplo, alrededor de quince acontecimientos diarios significativos,
generalmente desarrollado cada uno en una columna de un periódico. En la televisión se reduce al menos a la
mitad de acontecimientos cada uno en 1 ó 2 minutos de tiempo; lo que desaparece en esa comprensión es
el encuadre del problema. Porque ya sabemos que la imagen es enemiga de la abstracción, mientras que
explicar es desarrollar un discurso abstracto. Como ya se ha dicho, los problemas no son “visibles”. Lo
que podemos ver en televisión es lo que “mueve” los sentimientos y las emociones: asesinatos, violencia,
disparos, arrestos, protestas, lamentos; y en otro orden de cosas: terremotos, incendios, aluviones e incidentes
varios. Para el hombre que puede ver (y ya está) lo que no ve no existe.
La necedad de los públicos educados por la televisión queda bien ejemplificada por el caso de EEUU donde
la retransimisión de la caída del muro de Berlín en 1989 –probablemente el acontecimiento político más
Desinformación es una distorsión de la información que sólo sería manipulación cuando es una
desinformación consciente.
Una forma de desinformar es el no llegar: la cámara de televisión no llega a la mitad el mundo, lo que
significa que existe un mundo oscurecido y que la televisión incluso consigue que nos olvidemos de él. La
cámara de televisión entra fácilmente en los países libres; entra poco y con precaución en los peligrosos; y no
entra nunca en los países sin libertad. Cuanto más tiránico y sanguinario es un régimen, más lo ignora la
televisión y, por lo tanto, lo absuelve. Non vidi, ergo non est. Desplazar una troupe televisiva es muy
costoso por lo que noventa y nueve de cada cien acontecimientos no se nos muestran.
Otra desinformación es la producida por las falsas estadísticas: los resultados estadísticos que son falsos por
la interpretación que se les da. Por ejemplo el probar la discriminación racial de los negros norteamericanos
porque no están proporcionalmente representados en las universidades, Wall Street o en las grandes
empresas. La estadística no muestra sino un hecho, pero no nos habla de su causa; es la interpretación quien
lo hace. Nadie sostiene la teoría contraria, la discriminación de los blancos, en el terreno del atletismo, el
baloncesto o el boxeo, a pesar de la superioridad estadística de la población negra. O nadie extrae
conclusiones respecto de la sobrerrepresentación de la población asiática en las universidades americanas.
Otra forma de desinformación es la entrevista casual. “A la televisión le encanta dar la palabra a la gente de
la calle o similares. El resultado es que se presenta como verdadero lo que con frecuencia no es verdad. [...]
Las opiniones más facciosas y necias [...] adquieren la densidad de una corriente de pensamiento. [...] Poco a
poco la televisión crea la convicción de que cualquiera que tenga algo que decir, o algo por lo que quejarse,
tiene derecho a ser escuchado. Inmediatamente. Y con vistosos signos de aprobación por parte de los
entrevistadores”. (T.Malaspina ).
Vídeo-política
La televisión propone personas en lugar de discursos . El vídeo-líder más que transmitir mensajes es el
mensaje, ya que los medios de comunicación crean la necesidad de que haya fuertes personalidades con
lenguajes ambiguos que permiten a cada grupo buscar en ello lo que quiere encontrar.. Lo más importante
son los rostros... si llenan la pantalla o no. Los políticos cada vez tienen menos relación con acontecimientos
genuinos y cada vez se relacionan más con “acontecimientos mediáticos”.
La televisión no sólo ha llegado a ser la autoridad cognitiva más importante de los grandes públicos, sino
que , además, atribuye un peso desconocido y devastador a los falsos testimonios . Con la televisión las
autoridades cognitivas se convierten en divos del cine, mujeres hermosas, cantantes, futbolistas, etc, mientras
que el experto, la autoridad cognitiva competente (aunque no siempre sea inteligente) pasa a ser un peso
ligero. Y sin embargo, es una clara evidencia que los testimonios que realmente cuentan provienen sólo de
las personas adiestradas en los asuntos de los que hablan.
Otro aspecto de la vídeo-política es que favorece la emotivización de la política, es decir, una política
dirigida y reducida a episodios emocionales. La cultura de la imagen creada por la primacía de lo visible es
portadora de mensajes “candentes” que agitan nuestras emociones, encienden nuestros sentimientos, excitan
nuestros sentidos y, en definitiva, nos apasionan. Y, sin embargo, el saber es logos no es pathos.
¿Aldea global?
Ya se ha visto como la pretendida totalidad del mundo ofrecido por la televisión no es tal al menos en el
nivel informativo.
Es cierto, sin embargo que encender la TV es asomarse a un universo que sitúa al ciudadano en una
perspectiva psicológica nueva: se siente de cualquier lugar porque pierde de algún modo el sentido de su
lugar, queda desenraizado y dispuesto a abrazar cualquier causa o cuestión válida de interés para cualquiera
como salvar a un perro labrador o a dos ballenas; nos vemos implicados en cosas tan comunes y variados
como los derechos de los animales, la prohibición de desnudarse, el regreso del mosquito o el
pseudoacontecimiento de la trágica muerte de lady Diana.
La famosa aldea global de McLuhan es un mundo fragmentado en una miríada de aldeas, reduciéndolo, a la
vez, al formato aldea
Conclusiones
En primer lugar es toda la educación la que está decayendo y la que se ha deteriorado por el 68 y por la
torpe pedagogía en auge.
Por último, y sobre todo, el mundo en imágenes que nos ofrece el vídeo-ver desactiva nuestra capacidad
de abstracción y, con ella, nuestra capacidad de comprender los problemas y afrontarlos racionalmente.
Es cierto que estar frente a la pantalla nos lleva a encerrarnos, a aislarnos en casa. La televisión crea una
multitud solitaria, una soledad electrónica.
El ataque a la racionalidad es tan antiguo como la racionalidad misma. Pero siempre ha sido desde la palabra
y por tanto siempre ha permitido una contrarréplica. Sin embargo los exaltadores de la “comunicación
perenne” proponen no un ataque sino simplemente una pérdida de pensamiento una caída banal en la
incapacidad de articular ideas claras y diferentes.
El postpensamiento triunfa y esto quiere decir que nosotros también estamos ya muy influenciados. La
ignorancia casi se ha convertido en una virtud que nos libera de la aridez de la racionalidad. El hombre
occidental ha superado la caída, verdaderamente baja de la Baja Edad Media. El regreso de la incapacidad de
pensar al pensamiento es todo cuesta arriba. Y este regreso no tendrá lugar si no sabemos defender a ultranza
la lectura, el libro y, en una palabra, la cultura escrita.
“La lectura requiere soledad, concentración en las páginas, capacidad de apreciar la claridad y la distinción;
mientras que al homo videns la lectura le cansa. Intuye. Prefiere el significado resumido y fulminante de la
imagen sintética. Esta le fascina y lo seduce. Renuncia al vínculo lógico, a la secuencia razonada, a la
reflexión que necesariamente implica el regreso a sí mismo. Cede ante el impulso inmediato, cálido,
emotivamente envolvente. Elige el living on self-demand, ese modo de vida típico del infante que coe cuando
quiere, llora si siente alguna incomodidad, se despierta y satisface todas sus necesidades en el momento”.
(Ferraroti)
Los padres, aunque como padres ya no son gran cosa, se tendrían que asustar de lo que sucederá a sus hijos:
cada vez más almas perdidas, desorientados, anómicos, aburridos, en psicoanálisis, con crisis depresivas y,
en definitiva, enfermos de vacío. Y debemos reaccionar en la escuela. La costumbre consiste en llenar las
aulas de televisores y procesadores. Y deberíamos , en cambio, vetarlos (permitiendo sólo el adiestramiento
técnico, como se haría con un curso de dactilografía). En la escuela los pobres niños se tienen que divertir.
Pero de este modo no se les enseña ni siquiera a escribir y la lectura se va quedando cada vez más al margen.
Y así la escuela consolida al vídeo-niño.
Los periódicos imitan y siguen a la televisión, aligerándose de contenidos serios, exagerando y voceando
sucesos emotivos, aumentando el color, la fotografía, o confeccionando noticias breves, como en los
telediarios, reforzando el mensaje audiovisual en vez de combatirlo.
(Las grandes superficies de consumo y ocio son también extensiones de lo audiovisual. Las fotos, la música,
la diversión, las luces, los materiales, los colores,, el casting de las vendedoras... todo está dispuesto para
que el consumidor viva un espectáculo audiovisual de teleconsumo, un spot en vivo desde dentro).